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Ana Sofía Hernández Zapata

Análisis del texto dramático “Las Bacantes” de Eurípides

I. Análisis extratextual (autor, marco histórico y autobiográfico)

Eurípides, conocido como “el más trágico de los poetas”, nace en Salamina en el 485
a.C, la leyenda dice que fue hijo de verduleros, pero los historiadores afirman que
provenía de buena familia. Este autor, en su juventud, vivió la época de auge de Atenas,
pero al mismo tiempo fue testigo de la decadencia del poderío y del gobierno de esta
ciudad, con la Guerra del Peloponeso. Eurípides no tuvo una participación activa dentro
del gobierno pues no creía en el sistema y prefirió alejarse de cualquier actividad de las
polis, además en sus obras criticaba los valores colectivos de pueblo, como las fuerzas
divinas, por lo que no tuvo aceptación por parte del gobierno, ni de los ciudadanos y sus
contemporáneos. Fue discípulo de los Sofistas (filósofos que admiraban al hombre y
creían fervientemente que actuar con la razón era esencial para una vida plena), pero
nunca perteneció a ninguna escuela de ellos, pues solo coincidía en las ideologías sobre
el escepticismo, ya que en lo referente a la razón él afirmaba que en las acciones del ser
humano siempre ganaría lo irracional. Debido a su pensamiento “moderno” para la época
en la que vivía, obtuvo solo cuatro veces el primer premio dentro de los certámenes
dramáticos. Se le atribuyen aproximadamente 92 obras, de las cuales se conservan solo
18, entre ellas; “Alcestis”, “Medea”, Hipólito”, Andrómaca”, “Electra”, “Las Suplicantes”,
por mencionar algunas. Dentro de las innovaciones dramáticas de Eurípides,
encontramos que dentro de sus obras se haya un mayor interés en personajes
femeninos, disminuye aún más el papel del coro y de la narración y éste toma mayor
fuerza como personaje con sus propios pensamientos y sentimientos, hay un mayor
desarrollo psicológico en los personajes, ya que se pueden apreciar en conflicto no solo
con su entorno, sino internamente. Usará el Deus ex machina, que es una resolución a
la situación, pero de manera abrupta y que no previene de la lógica de la acción, lo
implementará no solo como recurso escénico, sino también dramático, pues influirá
determinantemente en el desarrollo de la acción. Eurípides muere en Macedonia,
después de ser invitado por el Rey Aquelao a formar parte de su corte, en el año 406
a.C. Existe la leyenda que fue despedazado por unos perros, esta teoría como la del
Ana Sofía Hernández Zapata

origen de su familia son demostraciones del rechazo que tenía el pueblo contra su
persona y sus ideologías.

Respecto al contexto, las ideas de Eurípides se ven reflejadas al hablar de la decadencia


que sufrió Atenas, pues hará referencia en varias ocasiones al materialismo que dominó
y llegó a corromper al gobierno y a las polis en sí, llevándola a la destrucción. Al mismo
tiempo habla de una religión quebrantada, puesto que ésta se vio afectada porque el
hombre empezó a poner otras prioridades por encima de la religión, por el mismo
incremento del materialismo y esto se puede observar en el desborde de Penteo de
creerse superior a un Dios y su posterior castigo exacerbado. Habla del papel de la mujer
dentro de la sociedad ateniense, su debilidad como mujer sumisa, como madre y
principalmente como ser humano que se deja llevar por las pasiones, el ejemplo claro
que vemos en Ágave al cometer la hybris de no reconocer a Dionisio como Dios. Sin
embargo, no deja de lado hablar de la mesura con la que debe manejarse el hombre,
haciendo alusión de esta forma, al modelo de vida equilibrado que se imponía en Atenas,
en el período helénico mismo que, de no ser respetado, traería funestas consecuencias.
Sus diferentes ideales se pueden observar, por ejemplo, en que los dioses aparecen en
el texto, son mencionados y llegan a tener hasta presencia física y hasta cierto punto no
son “justos” como la religión lo plantea, lo cual se podrá observar en el desenlace de
“Medea” y más claro en “Las Bacantes”, mostrando de esta forma el escepticismo que
tenía sobre la religión y su crítica a los valores colectivos de la polis, de igual forma
mostraba su desacuerdo contra el sistema mediante diálogos que hacen alusión al mal
manejo del poder y del materialismo que superó al gobierno y lo llevó a la decadencia.
Respecto a los personajes, los humaniza, poniéndolos al mismo nivel de un mortal,
bajando al hombre del pedestal donde Sófocles lo había puesto, mostrando que el ser
humano es como es, y que se deja llevar por las fuerzas irracionales que son más fuertes
que la razón, tal y como ocurrió con la descendencia de Cadmo. De cierta manera Penteo
es el protagonista de “Las Bacantes”, sin embargo, la mujer no deja de ser protagonista
en la figura de Ágave, por la misma vulnerabilidad del carácter femenino, donde encontró
espacio para depositar y explotar dichas pasiones.
Ana Sofía Hernández Zapata

II. Estructura

El texto de “Las Bacantes” respeta la estructura aristotélica propuesta en “La Poética” de


Acción, Tiempo y Lugar al desarrollarse en un solo lugar en un solo periodo solar y
siguiendo la acción de lo que ocurriría con la descendencia de Cadmo por no reconocer
a Dionisio como hijo de Zeus.

III. Género y subgénero

Género Dramático y pertenece al subgénero de Tragedia Griega.

IV. Tiempo

La acción principal del texto es lineal, sin embargo, el coro de Bacantes y Cadmo
rememoran acontecimientos que ocurrieron en el pasado y que nutren a la acción
presente.

V. Espacio

La acción dramática se desarrolla delante del palacio de Penteo.

VI. Personajes

Dionisio (o Baco), Dios.

Tiresias, adivino ciego.

Cadmo, fundador de Tebas y padre de Ágave.

Penteo, rey de Tebas y nieto de Cadmo.

Ágave, madre de Penteo e hija de Cadmo.

Mensajero #1 y #2.

Soldados.

Coro de mujeres Bacantes.


Ana Sofía Hernández Zapata

VII. Argumento

Penteo, actual rey de Tebas desconoce el origen divino de Dionisio y asegura que su
madre, Sémele, tuvo relaciones con un mortal y no con Zeus. Lo anterior es secundado
por su propia madre, Ágave, no así por el padre de ella, y abuelo de Penteo, Cadmo ni
el adivino ciego Tiresias. Lo anterior desatará la ira de Dionisios que, junto a las
Bacantes, probará que es realmente un Dios y dejará caer toda la ira sobre la
descendencia de la casa de Cadmo.

VIII. Análisis lingüístico

Es importante recordar el hecho de que la Tragedia Griega era, en primera instancia, un


espectáculo musical por lo que el Coro de Bacantes tenía participaciones cantadas, otras
son declamadas en verso recitativo, acompañadas de una flauta y en su mayoría prosa
con intervenciones neutras por parte de personajes menores como los mensajeros.

IX. Análisis integrador

Eurípides por su carácter contestario se ganó a muchos enemigos, no se le reconoció en


vida y muchas veces fue tildado de falto de respeto hacia las doctrinas y lo religioso. En
“Las Bacantes” pareciera que juega con fuego al momento de presentar un par de
posturas que se contraponen; la de Ágave, que es la misma que la de su hijo Penteo, y
la de Cadmo y Tiresias. La primera pareja (más joven) no respeta la existencia y el peso
que un Dios puede (y debe) tener para un ateniense y la segunda representa a la vejez,
la sabiduría, sapiencia, ecuanimidad, etc. ya que lo anterior no es obstáculo, sino todo lo
contrario para poder saber que a un Dios se le venera y se le respeta. Es difícil saber
cuál era la postura real de Eurípides; la de los jóvenes o la de los viejos, el respetar al
Dios o el de criticar su postura y el estado enajenante que puede llegar a ocasionar en
quienes lo veneran. Sin lugar a duda es una jugada astuta, sin embargo, como ya lo
mencioné, es difícil saber cuál era la de Eurípides, por lo mencionado en su biografía me
animaría a creer que la primera.
Ana Sofía Hernández Zapata

X. Conclusión

En esta Tragedia de Eurípides de nueva cuenta se manifiesta el poder humano contra el


divino y, como buena enseñanza griega, gana el poder divino dejando en claro, una vez
más, que ningún humano puede estar por encima de los dioses y que aquél que se atreva
a siquiera intentarlo, o proferir injurias en contra de ellos, será víctima de una calamidad
espantosa que, en algunos casos, pudiera exceder a la justicia divina y acabar por
completo con una estirpe, como lo fue con el infortunado Cadmo.

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