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¿De qué vamos a hablar?

PRIMERA PARTE
Orígenes
Prólogo
Comienzos
Soluciones
Los primeros miedos
Salir de la monotonía
Receta para cocinar una buena crisis
El Espíritu Económico
¡Es de locos!

SEGUNDA PARTE
El viaje interior
Nuevamente el ¿cómo?
La “doble capa”
Meditación: preguntas que limpian el alma
La “voz trampa”
Antes de hacer...
Indios y Vaqueros
“Si solo amáis a quien os ama, ¿qué mérito tendréis?”
La Escucha Abierta

TERCERA PARTE
Ser Uno Mismo es Abundancia
Escasez
Abundancia
Los diques del flujo
La Liquidez
La búsqueda de Seguridad
Efectos físicos de trabajar con el miedo
No tienes el trabajo equivocado; solo tienes el pensamiento
erróneo
Si aún te “ganas el pan con el sudor de tu frente”... no estás
disfrutando del “Espíritu Económico” que ya habita en ti.

CUARTA PARTE
Dar y Recibir
¿Sabemos recibir? Hombre y Mujer
El Femenino, el Masculino y el Dinero
El hombre en tiempos de crisis
Dar y Recibir (de José Mataloni)

QUINTA PARTE
Tomando las riendas
El Carro
Pensamientos “positivos”
El Control
Más Meditación
El Espíritu Económico es Uno Mismo
Vivir sin preocupaciones
El Loco
Fuentes y Agradecimientos

Soluciones

Uno de los motivos que me llevaron más adentro en este


“viaje de vuelta”, fue escuchar a cientos de personas
hablando de la realidad de lo que está sucediendo a nuestro
alrededor, con bastante coherencia, pero sin soluciones, o
mejor dicho, ofreciendo soluciones vestidas de antiguos
paradigmas y siempre partiendo desde el exterior.

Este tipo de observación la podemos encontrar en


prácticamente todos los ámbitos de la vida. Es muy sencillo
darse cuenta hoy en día del desastroso resultado que tienen
las políticas actuales, la mediocridad de nuestros
gobernantes es algo innegable. Sin embargo, las supuestas
“soluciones” que encontramos pasan todas por “cambiar de
gobernantes”. No digo que no sea necesario hacer ese
cambio; digo que ese cambio de personas, sin un cambio en
la mente humana, será, con el tiempo, exactamente lo
mismo que fue. Quizás al principio, con el furor de la
novedad, los nuevos gobernantes sean un poco más
comprometidos que los anteriores, pero con el pasar de los
días el deseo de poder y otros tantos impulsos volverán a
ser quienes gobiernen de nuevo.

Del mismo modo, podemos buscar otros sistemas


económicos más beneficiosos, más pacíficos, más
cuidadosos con el medio ambiente... etc., pero si las
personas que creamos estos sistemas, guardamos dentro de
nosotros aquellos sentimientos indeseables, haremos con el
tiempo de la utopía una nueva desastrosa realidad. Y
curiosamente, este tipo de ideología guarda un grave
peligro: nos convencemos de estar en el camino correcto,
de estar trabajando por el bien de todos, por un mundo más
respetuoso con la tierra, por un intercambio pacífico... etc.,
y de esta forma fomentamos en nosotros mismos
sentimientos “bondadosos”. Entonces, cada vez que
aparece dentro un impulso violento, o egoísta, o envidioso,
o avaro, o de miedo... etc., nuestra “mente bondadosa” trata
de cortarle la cabeza, de no dejar que crezca, de anularlo de
sí, pues uno va en busca del camino de ser una buena
persona, y tratará con insistencia de evitar los malos
sentimientos en su interior. Sin embargo, el grave peligro
que esto implica es que el mero intento de rechazar estos
sentimientos, provoca su aumento. Nuevamente volvemos
a escuchar aquí las palabras de Jesús “no os resistáis al
mal”, pues es precisamente esta resistencia la que va
generando un “inconsciente” que no es más que la parte de
la conciencia que nos negamos a ver, que nos negamos a
aceptar, pues considerándonos “buenas personas” no
podemos aceptar ese tipo de comportamientos y emociones
en nosotros mismos. Todo esto ha sido parte de mi propia
experiencia.
Sin embargo, en el momento en el que uno acepta el
impulso, el dolor, el miedo... etc. , en el momento en el que
la mente se relaja y deja de juzgar, de interrumpir el rumbo
de ese impulso, éste, por sí mismo, pierde toda su energía al
ser aceptado, de modo que el conflicto de resistencia
desaparece. Es esta resistencia la que le otorga fuerza, pues
estamos diciéndonos que es real y que no queremos vivirla.
Su aceptación implica que no le damos la capacidad de
hacernos daño, que no creemos en ella. Le estamos
quitando la fuerza que le dábamos al resistirnos.
Curiosamente, esta aceptación es en realidad una
verdadera negación.

Esto último que acabo de decir, entiendo que no es sencillo


de comprender, de todos modos, como ya venimos
repitiendo, procuren no esforzarse mucho en entenderlo y
sigamos caminando, pues simplemente estamos
abriéndonos a esta comprensión y limando un poco las
durezas que interrumpen la visión de la realidad.
En resumen, lo que estamos diciendo es que podemos
ponernos todo tipo de metas para ser un perfectos y
bondadosos, pero en realidad, por dentro, la verdad de lo
que sucede es muy diferente. Tenemos en nuestras
conciencias gravada la imagen de lo que se supone que es
bueno, de modo que todos los actos de nuestra vida se
dirigen a perseguir ese ideal. Pero la realidad de lo que
somos es otra muy distinta, y mientras rechazamos lo que
somos, aumentan los desechos del inconsciente, y
aumentamos la proyección externa en el mundo de aquello
que no deseamos ver. Hasta que el ser humano no se acepte
en su integridad, con todo lo que implica, no es posible que
interiormente haya paz ninguna, pues la lucha entre lo que
quiero ser y lo que soy, solo invita al conflicto interno que,
por supuesto, más tarde se proyectará hacia fuera como
conflicto “real”. De modo nos vestimos de santos para
liberar al mundo, pero en realidad, interiormente, nuestros
vestidos están llenos de juicios y comparaciones. Este
vestido interior es el que verdaderamente hemos de
quitarnos, antes de disfrazarnos con las caras de la bondad.
La Solución empieza por no tratar de buscar una
Solución, pues el pensamiento que la busca, es el
problema, en sí mismo.

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