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Introducción

El envejecimiento poblacional ha repercutido en todos los ámbitos de la sociedad a nivel mundial.


A nivel nacional, se ha visto un proceso de envejecimiento acelerado, asociándose a el descenso
sostenido de la mortalidad y la baja de la fecundidad. Es así como la esperanza de vida ha aumentado
sostenidamente esperándose que para el 2025 la población mayor de 60 años será más que la
menor de 15 años. Actualmente, se cuenta ya con 2 millones 800 mil adultos mayores, equivalente
al 16,2% de los habitantes del país (CENSO 2017). La principal preocupación de este grupo de
personas y sus familias es la salud y en forma especial la evitación de la dependencia. Por lo tanto,
uno de los objetivos de las políticas públicas para personas adultas mayores debe orientarse a
aumentar los años libres de discapacidad.

La capacidad funcional ha resultado ser predictivos de morbimortalidad, de dependencia, de estado


de salud, expectativa de vida y de necesidad de institucionalización. Una de las formas de medir la
salud en este grupo etario es, valorando la perdida de funcionalidad siendo ésta el indicador de
salud más relevante, en donde la mantención y mejoría de la funcionalidad tiene gran impacto en
el estado de salud y calidad de vida de las personas adultas mayores. Dentro de los problemas de
comorbilidad más importantes por su impacto en la salud funcional de la población adulta mayor,
se encuentran las enfermedades crónicas, estas frecuentemente llevan a complicaciones que
conllevan en dependencia, impactando en la morbilidad, hospitalizaciones y mortalidad.

Según la situación a nivel nacional expuesta anteriormente, se crea una Estrategia Nacional de Salud
para la década 2011– 2020 en las personas adultas mayores, que tiene como objetivo la mantención
de la funcionalidad, para prevenir la discapacidad y la dependencia, se hace necesario diseñar o
reconstruir nuevas estrategias de intervención que sean costo-efectivas, que involucren las acciones
y/o prestaciones ofrecidas actualmente por la red asistencial, en especial la atención primaria. En el
marco de la ampliación de la red de atención primaria de salud y la incorporación de equipos
profesionales destinados a mantener la autonomía y autovalencia de los adultos mayores, evitando
el sedentarismo, estados depresivos y aislamiento, potenciando los niveles de funcionalidad, se
desarrolla a modo de estrategia el “Programa Más Adultos Mayores Autovalentes”, que tiene como
objetivo principal prolongar la autovalencia del adulto mayor de 65 y más años, que en la atención
primaria desarrolla actividades para recuperar aspectos físicos y cognitivos que los participantes han
ido perdiendo con el pasar de los años.

A partir de la implementación de este programa en los distintos centros de atención primaria es


importante evaluar la efectividad de las intervenciones aplicadas a los adultos mayores en las tres
áreas que contiene, siendo estas: motricidad, función cognitiva, autocuidado y estilos de vida
saludables, valorando el cambio ejercido en los adultos mayores desde el ingreso hasta el egreso
del programa. Para justamente verificar si el tiempo de duración del programa es suficiente para
lograr un cambio positivo en los usuarios y si se logra enfocar en las tres áreas propuestas y no en
una principalmente, ya que se quiere generar una variación en todas estas.

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