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Descartes

Habíamos visto los dos grandes filósofos de Grecia y habíamos planteado rápidamente su teoría del
conocimiento. Vimos en principio a Platón distinguir entre lo sensible, el mundo de las apariencias,
y lo inteligible, el mundo de las Ideas. Es como un pensamiento de elevación ¿no es cierto? Como si
fuéramos, por ejemplo, de las diferentes presentaciones de lo justo hasta la Justicia en sí, aquello
que les da su carácter de justo y que no es, digamos, justo por alguna otra cosa. Nos hace pensar en
un proceso de abstracción, el alma debe alejarse de las apariencias, todo eso en lo que la justicia
aparece pero sin revelarse en su totalidad hasta llegar a la Idea pura de la Justicia. Y esto se logra
con el alma, en tanto, metafóricamente, órgano de visión de las Ideas. ¿Y cómo es que se reconoce
que se llegó a la Idea? Hay como un reconocimiento mutuo ¿verdad? Puesto que la Idea ya está en
el alma (recuerden el olvido y la reencarnación), habría una suerte de purificación de todo la
oscuridad, los reflejos y espejismos, hasta llegar al alma pura si se quiere y a la contemplación de la
Idea pura. El proceso de purificación es la dialéctica, cuyo exponente, cuyo héroe indiscutido, es
Sócrates.
Luego, ya que fuimos tan rápido el resumen es más veloz aún que lo habitual, vimos a Aristóteles.
Quien distinguía diferentes conocimientos, diferentes ciencias. Plantea una suerte de lenguaje
artificial, conceptual; hay un esfuerzo de univocidad (ya habíamos visto los problemas que la
multivocidad traía a la filosofía, de ahí los sofistas). Distingue entre sustancia y accidentes, que no
es lo mismo que la distinción entre Ideas y apariencias de Platón ¿se entiende? Puesto que los
accidentes también son algo a estudiar y a distinguir sí, pero no hay ese desprecio tan absoluto hacia
la forma de aparecer, digamos del ser. También va a distinguir causas y efectos, no es que antes la
gente no pensara en términos de causa y efecto, pero Aristóteles, digamos, describe, clasifica y
teoriza esa distinción. Intenta agotarla y por eso extrae causas: material, formal, eficiente y final.
Habíamos visto también una distinción de los saberes: teóricos (teología, matemática y física)
prácticos (ética y política) y productivos (arte y técnica). También está la dialéctica, la famosa
lógica aristotélica que nos hace pensar en una surte de método, ya veremos que ese término es
importante. Tienen que saber que los epistemólogos se preguntan, puesto que pareciera todo dado
para el surgimiento de la ciencia en este momento, el por qué hubo que esperar unos dos mil años.
Sepan que de Aristóteles no se conservó ningún texto matemático.
Y aquí encontramos a nuestro héroe moderno, el que nos ocupa en esta ocasión, quien dijo “larvatus
prodeo”, avanzo enmascarado, habrá que ver que interpretación queremos darle. Descartes (1596-
1650). Archiconocido su axioma, aforismo, o como quieran llamarlo… “pienso, luego existo”.
Quizás ese sea el más conocido, hay otra versión que el utiliza en las meditaciones “yo soy, yo
existo”. ¿De dónde salen y qué importancia tienen estas proposiciones? Lo que se pregunta
Descartes en principio, es cómo poder dar su asentimiento, cómo poder tener la seguridad que
aquello que piensa es verdadero. Esta distinción entre pensamiento y juicio es clave, muy
importante por ejemplo en Kant y realmente hace al meollo de lo que podríamos llamar una
“psicologia moderna”. Sepan que unos 4 años antes del nacimiento de Descartes, moría Montaigne,
quien escribe sus ensayos en la torre de su castillo bajo la pregunta “Que sais-je?” Algunos lo
llaman el primer analizante: “Yo soy el objeto de mi libro”, yo soy el texto podríamos decir. Vemos
que la pregunta se plantea en francés... Entonces Descartes, sostiene esta pregunta, ¿qué es aquello
en lo cual el acto de pensar equivale al acto de juzgar verdadero? Quizás no se capte muy fácil la
diferencia con los griegos, pero aquí el método no es algo que se agrega a la razón, el método es la
operación misma de la razón, es la razón en acto. Es decir que el método es el razonamiento. No
cualquier pensamiento obviamente sigue el método, pero este es la potencia del pensamiento, está
disponible para cualquiera que se disponga a ejecutarlo y no necesita más que aquello que es su
naturaleza, una cosa que piensa. Según ustedes quieran privilegiar un momento u otro Descartes es
el filósofo de la duda, la duda hiperbólica (exagerada), la duda cartesiana, muy famosa, o el filósofo
de la certeza, de la evidencia. Nosotros tendemos a pensar que la evidencia es algo que está ahí
afuera, como las huellas que permiten reconstruir el acontecimiento. Pero en principio la evidencia
es un acto mental, en el que pensar equivale a considerar lo pensado verdadero. Es evidente, no
precisa demostración. Y bien, ¿qué es de tal suerte que se cumpla esto? Muy poco, va a decir
Descartes, algunos elementos simples. Vamos de lo simple y evidente, a lo complejo. Podremos
estar seguros que comprendemos lo complejo, que aparece como confuso y oscuro, cuando lo
hallamos construido en nuestra mente a partir de los elementos simples, evidentes, claros y distintos.
Las reglas son las siguientes (p.114). Vamos a ver entonces que no hay distinción de conocimientos
o saberes, hay una ciencia (mathesis universalis) puesto que hay una única razón común a todos los
hombres la que es capaz de construir teorías independientemente de la “realidad exterior”. No se
puede remarcar suficientemente esto, la ciencia no nace como “empirista”, nace “racionalista”.
Nace olvidándose del mundo, y construyendo “mundos posibles” por el simple poder de la razón.
¡Y esto fue mucho más efectivo para describir, explicar y modificar el mundo que todo la
“observación” que se había realizado en milenios! Descartes no es un escéptico, no duda de la
verdad, pone en suspenso el juicio hasta llegar a la “roca viva” de la verdad (es una expresión de él).
¿Cómo es el Yo cartesiano? En principio, no confía en sus sentidos, en su memoria, ni en sus
pensamientos, ¿cómo se yo que esto que experimento no está causado por un genio maligno que
quisiera engañarme siempre? ¿Cómo distingo esto que pienso que es la realidad de un sueño? ¿Qué
se yo? Veamos cómo lo dice (p. 125-124). Entonces el Yo se reduce a esta suspensión del juicio, a
esta duda. Hay algo así como una naturaleza temporal del Yo, ¿no es cierto?, entre pensar y juzgar
hay un intervalo, el de la duda. Y puesto que este intervalo existe, pues no puedo dudar que dudo,
¡lo estoy dudando!, ergo sum. Existo, soy una cosa que duda. Fíjense, no soy un pensamiento, soy
un algo más en todo pensamiento, al percibir me percibo a mi mismo como diferencia con respecto
a esa percepción, me a-percibo. ¿Y ahora? ¿Cómo salir de la duda, cómo salir de ser un existente
puramente negativo? Si sólo soy una diferencia con respecto a todo lo que experimento, quién me
garantiza que alguna vez voy a poder estar seguro de algo más que de mí mismo? ¡Solo Dios podrá
salvarme! Puesto que Yo estoy incompleto, me falta, dudo ¿cómo se me ocurre a mí que hay algo
completo y perfecto? Yo no soy perfecto, dudo, señal de que algo me falta. Pero concibo la
completud, me pienso en falta con respecto a algo, y ese algo es completo, de allí que yo pueda
saberme en falta. ¿Es posible que yo, un ser imperfecto halla podido engendrar la idea de un ser
perfecto? ¿Con qué la hubiera construido? Se concluye que fue puesta en mí por un ser que
efectivamente es perfecto, no soy yo, es Dios. Y como es perfecto y nada le falta, y puesto que la
existencia es un atributo y no puede faltarle ninguno, Dios existe. No engaña (p.127), es decir, lo
que está completo no se muestra como distinto de lo que es, la confusión corre por nuestra cuenta.
Dios y todas las cosas, que de Él provienen, puesto que todo está determinado menos Él se deduce
aquello; no participan de la nada, lo que aparece está lleno de ser. Si algo sale a nuestro encuentro,
si lo percibimos, sabemos que tiene un núcleo real, dado por el hecho de que hay un Dios, completo.
Habiendo dicho esto, Descartes procede a la tarea. ¿Cuáles son esos elementos que están presentes
en todo pensamiento? ¿Qué no puede faltar para que no se destruya el pensamiento? ¿Qué es lo que
está presupuesto en todo pensamiento, lo que está ya allí por el acto mismo de pensar? La
concreción de este programa filosófico esta en Kant, en sus categorías trascendentales. Espacio y
Tiempo, articulados por la proporción y la unidad. Es decir que a partir de aquí, la ciencia se
ocupará de desplegar las relaciones entre unidades y conjuntos de unidades (elementos mínimos del
espacio y el tiempo) a partir de la seguridad de que hay proporción, que es posible poner el mundo
en ecuación.

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