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Lorena Amkie Cheirif

Nara Cervantes
Juan Jacobo Ibarra
Edith Noemí Ochoa Ochoa
Rebeca Jimena Santamaría Ortega
Poesía contemporánea en Hispanoamérica: raíces y tendencias
Profesor: Christian Snoey Abadías

Antología de Poesía Feminista Iberoamericana

Prólogo

Si la poesía ha de intentar nombrar lo innombrable, se encuentra en el sujeto femenino un reto


engañosamente complejo: aun constituyendo más de la mitad de la población mundial, la
presencia de la mujer en el mundo de la palabra escrita ha sido marginal hasta hace relativamente
poco. Con esto no queremos decir que no haya mujeres personificadas en la Literatura y
—notablemente menos— en la Historia: las diosas, musas, madres y amantes han estado siempre
ahí, “detrás de los grandes hombres”, como diría el mítico refrán, siendo invocadas y llamadas a
escena para jugar papeles específicos en la representación que el hombre ha hecho de su versión
de los hechos.

A la mujer se le han puesto muchos nombres pero no se le ha preguntado nunca cómo se llama.
Se le ha invitado a callar cerrándole la puerta de su hogar por dentro, las de las universidades por
fuera, cortándole la lengua con besos engañosos o con afiladas navajas. Sin embargo, en un
teatro distinto, subterráneo, el sujeto mujer ha estado siempre, y siempre ha estado buscándose
dentro y fuera de su propio universo, topándose con que las palabras inventadas por quien se
había clamado protagonista único de la Historia, no le sirven para narrarse a sí mismo. A sí
misma. Y es que “sujeto” es masculino y “sujeta” es como ha estado la voz femenina, que en esta
antología se libera para atreverse a murmurar frente al espejo, a susurrar con rabia contenida, a
nombrar con letras propias, a gritar con voces colectivas.
Y si la identidad femenina es algo que todavía intenta redactarse y a lo que le tomará décadas
—al menos— cobrarse su lugar en la enciclopedia de la raza humana e instalarse en sus capítulos
con todo derecho, la identidad de la mujer latinoamericana tiene sin duda una arista adicional: el
descubrimiento y la conquista de América instaló a un continente entero en un libro que no era el
propio y etiquetó con nuevos nombres lo que se llamaba de otra forma, o lo que no había sido
nombrado todavía, robándole a millones de personas el recuerdo de sus propias palabras, de sus
orígenes, dioses, lenguajes y haciendo de su identidad un híbrido al que se ha intentado
desentrañar por siglos. Si el hombre indígena, si el hombre mestizo fue sometido al silencio, la
mujer resultó doblemente invisibilizada. Su voz surge apenas hace algunas décadas, y es una voz
que clama por ser, por serse, por contar, por llorar, por denunciar y hacerse visible en el pasado y
en el presente, abriendo cada vez más espacios para que el futuro sea uno distinto al de la última
muerte, que es la de no ser nombrada.

Para la elaboración de esta antología, nos enfrentamos al problema esencial de definir lo que
sería “poesía feminista”, y concluimos en que nuestra intención no era discutir acerca de la
evolución del término ni de las luchas feministas a través de la historia, sino abrir un espacio más
que nos permitiera, tanto a nosotros como al lector, acercarnos a las nuevas definiciones que
hacen las mujeres de quiénes son ellas, cómo ven el mundo, cómo se ven a sí mismas y cómo
existen en las letras, específicamente en la poesía. La decisión fue entonces que cada antologador
buscara un par de representantes en su país de origen, sin imponernos una definición previa de lo
que consideraríamos “poesía feminista”, justamente para, con esta libertad, darle la misma
libertad a las poetas de hablar sin los límites que siempre han sido impuestos de manera externa.
Lo que buscamos con esto fue sumergirnos en las voces contemporáneas que se consideran o son
consideradas feministas, y enterarnos de qué dicen y cómo lo dicen.

Los países representados aquí son Colombia, México, Ecuador, España y Cuba, todas las poetas
están vivas, y resulta que los temas que hallamos entre sus líneas son, en su mayor parte, de
denuncia y de búsqueda de la identidad. Esto no implica, por supuesto, que la exploración de las
mujeres se limite a esto ni que nuestra muestra sea representativa: las autoras alrededor del
mundo hablan de maternidad, amor, familia, el hecho de escribir, animales, la Tierra, la guerra,
Dios… en fin: hablan de absolutamente todo, y se podría decir que dada la invisibilidad
femenina en el mundo literario, el puro hecho de escribir podría considerarse un acto feminista
en su afán por nombrar lo que ha sido silenciado y constituir un aporte individual a la visión
colectiva del sujeto “mujer”. No obstante, nos decantamos por —en su mayoría— poemas cuya
preocupación fundamental es justamente el hecho de ser mujer.

Jenny Londoño (Ecuador, 1952) es Magistra en Ciencias Sociales con Mención en Género y
Desarrollo por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, FLACSO, Ecuador (2008) de
la cual fue becaria. Obtuvo la Licenciatura en Sociología y Ciencias Políticas en la Universidad
Central del Ecuador, Quito (1995). También fue becaria de la Escuela de Estudios
Hispanoamericanos en Sevilla, España (1996). A lo largo de su vida ha tenido una activa
participación en los movimientos sociales y en la vida política de su país, en las luchas de los
trabajadores/as y en los levantamientos populares contra los presidentes corruptos que han sido
destituidos por el pueblo. Algunas compañeras la recuerdan con el megáfono al hombro,
agitando consignas en las mil y una marchas en las que ha participado por los Derechos de las
mujeres, del pueblo, firmando una demanda contra la Base de Manta ante el Tribunal
Constitucional, contra las violaciones a la Constitución y la corrupción de muchos gobernantes,
por el impulso a leyes de equidad y contra la violencia de género, y la igualdad de oportunidad
en las elecciones, etcétera.

En el poema “Reencarnación” muestra las vidas de la mujer que ha recorrido el mundo en


varios caracteres y valores, en virtudes y defectos, hace un recorrido por la historia y pone en
evidencia las injusticias que la mujer ha tenido que enfrentar sin importar el origen, la etnia, la
edad. Evoca la esclavitud femenina y proclama libertad. Igualmente muestra el miedo, el silencio
enraizadas en lo profundo del ser humano. Toma nota de la cosificación que ha sufrido la mujer
en las diferentes civilizaciones y discurre sobre esa mujer/objeto que ha sido humillada hasta el
paroxismo. Por otro lado, evidencia los defectos de los hombres y mujeres para finalmente
encontrar el equilibrio. Lucha por la reivindicación femenina a través de la historia. Y a la vez
reconoce un despertar de la humanidad que siente que la vida es más bella, noble y también más
productiva cuando caminamos juntos con derechos y deberes.

En cuanto a “Pesadilla Nocturna” (​De Nostalgias y sueños​, 1992) Londoño retrata la


problemática social que ha aquejado desde tiempos inmemoriales la prostitución. La mujer es
señalada, acusada, murmurada, repudiada, agredida, pero sin saber las causas que la arrastraron a
esas calles oscuras, tenebrosas con el fin de vender su cuerpo y que finalmente se convierte en
una verdadera pesadilla. Tal vez una infancia atroz, pobreza, la falta de amor, cariño o
comprensión la arrojaron a lo incierto de la noche. Como la poeta se interroga ¿Qué vendaval
atroz destruyó tu alegría? ¿Qué golpe te convirtió en esclava? Detrás de cada mujer que vende su
cuerpo hay un triste pasado.

Por su lado, Fátima Vélez, desde Colombia (Manizales, 1985), se ha manifestado como una
poeta transgresora de las convenciones sociales y literarias. Para ella, la lírica colombiana se
encuentra anquilosada en un obstinado tradicionalismo que debe ser desarticulado por medio de
una poética provocadora, que incomoda y subvierte los estereotipos desde los que la sociedad
construye el ser femenino. El tema de la homosexualidad y de las distintas disidencias sexuales
constituye uno de los núcleos de su reflexión poética y filosófica. Vélez ha desestructurado
también los esquemas familiares y sexuales habiendo tenido sus dos hijos con una pareja gay con
la que convive. Así, podría decirse que la posición que Fátima asume en la sociedad es tan audaz
como la poesía que su pluma destila. En esta antología se presentan dos poemas tomados de
Casa paterna (2015) y ​Del porno y las babosas (2015). En ellos, la poeta construye imágenes
que configuran un mundo propio construido desde instancias femeninas que hacen gala de una
profunda libertad formal y temática; se trata de poemas que encierran una propuesta de
actualización de la poesía colombiana a través de un experimentalismo en el que convergen
explícitamente lo sexual, lo perverso, lo tierno, y lo cotidiano, hilados por una actitud poética
liberadora en la que el sujeto femenino configura un lugar poético para la ficcionalización de
todas sus posibilidades existenciales.
Igualmente, la colombiana Bibiana Bernal (Calarcá, 1985), además de la poesía, se ha
desempeñado como narradora, editora independiente y gestora cultural. Buena parte de su obra
ha sido traducida a distintas lenguas como inglés, griego y rumano. Actualmente es la directora
de la Fundación Pundarika y de la editorial Cuadernos Negros. Ha participado como invitada en
diferentes eventos y encuentros literarios y ha sido incluida en antologías de poesía y minificción
así como en revistas nacionales e internacionales. Es autora de dos libros de poesía y varias
antologías de cuento y minificción. Ha sido acreedora al Premio de Poesía Comfenalco 2003,
Gobernación del Quindío 2016 y Finalista del Premio Nacional de Poesía 2017, con su libro de
poemas ​Pájaro de piedra.​ De su obra poética se ha dicho que posee la misma dialoga
íntimamente con la narrativa, de manera sutil y controlada, por medio del uso de la imagen
evocadora y de la polisemia interpretativa que permiten sus poemas.

Representando a Cuba, tenemos a Nancy Morejón (La Habana, 1944), figura importante del
movimiento feminista cubano. La escritora, traductora, académica y ensayista es, hoy en día, la
principal poeta afrocubana, perteneciente a la segunda generación de escritores nacidos tras la
revolución de Castro. En su poesía, Morejón enuncia su identidad como mujer cubana de
ascendencia africana e incluye temas afines a sus entornos diarios, “la historia, la búsqueda de
identidad, los temas de negritud y la integración de la mujer, especialmente la mujer negra, como
parte de la historia” (William 425). El uso de la figura de mujer de origen africana en su poesía,
como discurso literario cubano, ha atraído la afición de los feministas, entre otros grupos. Esta
figura tan usada por la escritora, muchas veces introducida con el propio ​yo,​ muestra una
sensibilidad feminista manifestada, entre otras variantes, al “valerse de figuras femeninas en el
papel protagónico y como creadoras de la historia” (426). En sus más conocidos poemas “se
encuentran [los] que presentan a mujeres negras de la vida real, por ejemplo, su madre, tía y
abuela, además de sujetos femeninos ficticios como las protagonistas de “Mujer negra” (1975) y
“Amo a mi amo” (1986) [;] los dos poemas acentúan la perspectiva de la historia femenina
cubana” (426).
En sus dos poemas encontramos experiencias precoloniales​, coloniales, y postcoloniales
introducido con un la ​‘metanarrativa’. ​Mostrando así, una ​significación elusiva, de notable
accesibilidad y fácil de comprensión. Los poemas en la voz del ​yo femenino exponente, sin duda,
ofrecen una nueva perspectiva, ya que la ​escritora logra “fusionar lo íntimo con lo social,
[poetizando] la epopeya histórica de la esclavitud y [acusando] sin tapujos la violación de los
derechos humanos” (​Nancy Morejón. Presentación​).

De México tenemos a Xel-ha López Méndez (Guadalajara, 1991), que ha buscado retratar a su
país de origen y los principales conflictos que le aquejan, como la violencia, la corrupción, el
crimen organizado y la situación en la frontera con Estados Unidos. En 2014, la joven poeta se
hizo acreedora a dos premios nacionales —aunque ambos le fueron revocados por haber
presentado el mismo material—, y ha publicado en varias antologías y revistas. En “Ana, parece
que va a llover” (​Crónicas de un Nuevo Siglo)​ , la poeta habla en nombre de una e infinidad de
mujeres cuyas opciones están limitadas por la pobreza y una educación machista de
sometimiento, exponiendo con metáforas de la vida doméstica el lento marchitar de una
existencia sin esperanza de mejora. “Oye” es un poema muy distinto: en él, la poeta habla
justamente del hecho de escribir y cómo éste se relaciona con la identidad femenina. En el
teorema que dicta que los únicos que escriben son hombres, ¿significa entonces que una mujer
que escribe debe ser, de algún modo, un hombre también?

En España tenemos a Irene Domingo Longares (Zaragoza, 1990), quien comenzó a escribir a una
edad muy temprana y publica su primer libro, ​El sexo de la risa, con solo 25 años. Irene se crió
en Madrid y comenzó a estudiar Magisterio debido a la preocupación por la situación social en
España, pero pronto se dio cuenta de que no era su camino y se dedicó por entero a la poesía.
Irene X pertenece a una generación de poetas, escritores y cantautores que se hicieron famosos
gracias a blogs y a redes sociales. Dicha generación tiene muchos seguidores, pero también un
gran número de detractores que aseguran que lo suyo no es poesía.
Quizá lo más característico de esta poetisa sea su transparencia y sinceridad, expresadas de
maneras provocadoras, con infinidad de expresiones groseras y palabras malsonantes. Uno de los
temas que más trata Irene es el (des)amor, pero sobre todo habla con mucha soltura del sexo, sin
ocultar su condición homosexual. Por todo esto, se incluye a Irene en esta pequeña antología, por
ser una mujer provocadora que no permite que los hombres la silencien, sobre todo en un mundo
en el que la poesía está dominada en gran parte por el género masculino.

El hecho de que al buscar “poesía feminista” nos hubiéramos encontrado mayormente con obras
que hablan de las distintas caras de la violencia tanto física como psicológica a la que el género
se ve sometido por milenios y hasta hoy, resulta ciertamente significativo: sugiere que, como en
la pirámide de las necesidades básicas, si el derecho a una existencia libre de violencia no existe,
la necesidad de hablar de otros temas pasa a segundo plano. Este es, por tanto, un espacio de
denuncia, de nombramiento, de presencia femenina que clama por ser mirada y escuchada en sus
propios términos y que busca hacer visibles conflictos que se resisten a ser reconocidos por un
sistema patriarcal milenario. Es un espacio en el que la poesía busca cumplir su misión
primordial: nombrar lo innombrable. E incluso habitado como está de tanta violencia, es un
espacio en el que habita también la esperanza: de que lo sometido puede ser liberado, de que la
palabra puede cambiar el mundo, de que la voz vencerá al silencio.

México: Xel-ha López Méndez

“Ana, parece que va a llover”

A mí no me dieron sentido común


yo lo compré y por eso me quejo
porque me costó caro me quejo,
porque no sirve.

Ana está cansada de saber ser pobre, comer cuando hay, cuando hay abrir las piernas,
Ana es un nombre genérico mi vida, ana es ana y no va a la escuela porque para todas es más
fácil abrir las piernas, amarrar al hombre aunque sea una bestia y la cuerda sea infinitamente
larga, y el perro ladre, el perro muerda.

En la azotea se secan las cosas y las plantas, en la azotea a la vista de todos los soles
en la azotea lloran los perros y las mujeres
anas tienden la ropa pequeña de unos bebés que nacen medio muertos
que crecen porque es natural que las plantas crezcan también
y luego aparezcan en el martes de tianguis y luego se pudran
adentro o afuera de las gentes,
que algunos árboles den frutos
y que algunos frutos se estrellen en el suelo y se los coman los gusanos de la calle,

en la azotea se ve un poco de cielo un poco de aviones o pájaros o superhéroes gringos


un poco de cielo mientras se tienden unas sábanas nada blanquísimas
mientras se estampan en las colchas caricaturas viejas con la risa de piedra deslavada
mientras se estampan en la cama las caras percudidas de los héroes,

hay que deshacerse del sentido común


hay que regarlo por las azoteas miniatura y embarrarlo en las colchas, para que la gente no
duerma cubierta por el lodo de los héroes y afuera no haya un pedazo de cielo
sino campo abierto y vacío y azul para pensar en cosas.

“Oye”

Todas las escritoras se vuelven locas


y las encierran
y las encierran sin excepción.
[…]

Todas las escritoras morirán


morirán solas
con sus respectivos lujos
y cantidad de gatos o de sangre
respectiva

Todas morirán porque son


Hombres
los hombres mueren
y a veces
aunque sea verdad
no lo parece.
Cuba: ​Nancy Morejón Hernández

“Amo a mi amo”

Amo a mi amo.
Recojo la leña para encender su fuego cotidiano.
Amo sus ojos claros.
Mansa cual cordero
esparzo gotas de miel por sus orejas.
Amo sus manos
que me depositaron sobre un lecho de hierbas:
Mi amo muerde y subyuga.
Me cuenta historias sigilosas mientras
abanico su cuerpo cundido de llagas y balazos,
de días de sol y guerra de rapiña.
Amo sus pies que piratearon y rodaron
por tierras ajenas.
Los froto con los polvos más finos
que encontré, una mañana,
saliendo de la vega.
Tañó la vihuela y de su garganta salían
coplas sonoras, como nacidas de la garganta de Manrique.
Yo quería haber oído una marímbula sonar.
Amo su boca roja, fina,
desde donde van saliendo palabras
que no alcanzo a descifrar
todavía. Mi lengua para él ya no es la suya.

Y la seda del tiempo hecha trizas.

Oyendo hablar a los viejos guardieros, supe


que mi amor
da latigazos en las calderas del ingenio,
como si fueran un infierno, el de aquel Señor Dios
de quien me hablaba sin cesar.

¿Qué me dirá?
¿Por qué vivo en la morada ideal para un murciélago?
¿Por qué le sirvo?
¿Adonde va en su espléndido coche
tirado por caballos más felices que yo?
Mi amor es como la maleza que cubre la dotación,
única posesión inexpugnable mía.
Maldigo

Esta bata de muselina que me ha impuesto;


estos encajes vanos que despiadado me endilgó;
estos quehaceres para mí en.1 el atardecer sin girasoles;
esta lengua abigarradamente hostil que no mastico;
estos senos de piedra que no pueden siquiera amamantarlo;
este vientre rajado por su látigo inmemorial;
este maldito corazón.

Amo a mi amo pero todas las noches,


cuando atravieso la vereda florida hacia el cañaveral
donde a hurtadillas hemos hecho el amor,
me veo cuchillo en mano, desollándole como a una res
sin culpa.

Ensordecedores toques de tambor ya no me dejan


oír sus quebrantos, ni sus quejas.
Las campanas me llaman…

“Mi negra”

Todavía huelo la ​espuma del mar​ que me hicieron atravesar.


La noche​, no puedo recordarla.
Ni ​el mismo océano​ podría recordarla.
Pero no olvido ​el primer alcatraz que divisé.
Altas, ​las nubes, como inocentes testigos presenciales.
Acaso no he olvidado ni mi ​costa perdida, ni mi lengua ancestral
Me dejaron aquí y aquí he vivido.
Y porque trabajé como una bestia,
aquí volví a nacer.
A cuanta epopeya mandinga intenté recurrir.
Me rebelé.
Su Merced me compró en una plaza.
Bordé la casaca de su Merced y un hijo macho le parí.
Mi hijo no tuvo nombre.
Y su Merced murió a manos de un impecable lord inglés.
Anduve.
Esta es la tierra donde padecí bocabajos y azotes.
Bogué a lo largo de todos sus ríos.
Bajo su sol sembré, recolecté y las cosechas no comí.
Por casa tuve un barracón.
Yo misma traje piedras para edificarlo,
pero canté al natural compás de los pájaros nacionales.
​Me sublevé.

En esta tierra toqué la sangre húmeda


y los huesos podridos de muchos otros,
traídos a ella, o no, igual que yo.
Ya nunca más imaginé el camin a Guinea.
¿Era a Guinea? ¿A Benín? ¿Era a
Madagascar? ¿O a Cabo Verde?
Trabajé mucho más.
Fundé mejor mi canto milenario y mi esperanza.
Aquí construí mi mundo.

​Me fui al monte.

Mi real independencia fue el palenque


y cabalgué entre las tropas de Maceo.
Sólo un siglo más tarde,
junto a mis descendientes,
desde una azul montaña.
​Bajé de la Sierra
Para acabar con ​capitales y usureros​,
con ​generales y burgueses​.
Ahora soy: sólo hoy tenemos y creamos.
Nada nos es ajeno.
Nuestra la tierra.
Nuestros el mar y el cielo.
Nuestras la magia y la quimera.
Iguales míos, aquí los veo bailar
alrededor del árbol que plantamos para el comunismo.
Su pródiga madera ya resuena.

Ecuador: Jenny Londoño López

“Reencarnaciones”

Vengo desde el ayer, desde el pasado oscuro,


con las manos atadas por el tiempo,
con la boca sellada desde épocas remotas.
Vengo cargada de dolores antiguos
recogidos por siglos,
arrastrando cadenas largas e indestructibles.
Vengo de lo profundo del pozo del olvido,
con el silencio a cuestas,
con el miedo ancestral que ha corroído mi alma
desde el principio de los tiempos.
Vengo de ser esclava por milenios.
Sometida al deseo de mi raptor en Persia,
esclavizada en Grecia bajo el poder romano,
convertida en vestal en las tierras de Egipto,
ofrecida a los dioses de ritos milenarios,
vendida en el desierto
o canjeada como una mercancía.
Vengo de ser apedreada por adúltera
en las calles de Jerusalén,
por una turba de hipócritas,
pecadores de todas las especies
que clamaban al cielo mi castigo.
He sido mutilada en muchos pueblos
para privar mi cuerpo de placeres
y convertida en animal de carga,
trabajadora y paridora de la especie.
Me han violado sin límite
en todos los rincones del planeta,
sin que cuente mi edad madura o tierna
o importe mi color o mi estatura.
Debí servir ayer a los señores,
prestarme a sus deseos,
entregarme, donarme, destruirme
olvidarme de ser una entre miles.
He sido barragana de un señor de Castilla,
esposa de un marqués
y concubina de un comerciante griego,
prostituta en Bombay y en Filipinas
y siempre ha sido igual mi tratamiento.
De unos y de otros, siempre esclava.
de unos y de otros, dependiente.
Menor de edad en todos los asuntos.
Invisible en la historia más lejana,
olvidada en la historia más reciente.
Yo no tuve la luz del alfabeto
durante largos siglos.
Aboné con mis lágrimas la tierra
que debí cultivar desde mi infancia.
He recorrido el mundo en millares de vidas
que me han sido entregadas una a una
y he conocido a todos los hombres del planeta:
los grandes y pequeños, los bravos y cobardes,
los viles, los honestos, los buenos, los terribles.
Mas casi todos llevan la marca de los tiempos.
Unos manejan vidas como amos y señores,
asfixian, aprisionan, succionan y aniquilan;
otros manejan almas, comercian con ideas,
asustan o seducen, manipulan y oprimen.
Unos cuentan las horas con el filo del hambre
atravesado en medio de la angustia.
Otros viajan desnudos por su propio desierto
y duermen con la muerte en la mitad del día.
Yo los conozco a todos.
Estuve cerca de unos y de otros,
sirviendo cada día, recogiendo migajas,
bajando la cerviz a cada paso, cumpliendo con mi karma.
He recorrido todos los caminos.
He arañado paredes y ensayado cilicios,
tratando de cumplir con el mandato
de ser como ellos quieren,
mas no lo he conseguido.
Jamás se permitió que yo escogiera
el rumbo de mi vida
y he caminado siempre en una disyuntiva:
ser santa o prostituta.
He conocido el odio de los inquisidores,
que a nombre de la “santa madre Iglesia”
condenaron mi cuerpo a su sevicia
o a las infames llamas de la hoguera.
Me han llamado de múltiples maneras:
bruja, loca, adivina, pervertida,
aliada de Satán,
esclava de la carne,
seductora, ninfómana,
culpable de los males de la tierra.
Pero seguí viviendo,
arando, cosechando, cosiendo
construyendo, cocinando, tejiendo
curando, protegiendo, pariendo,
criando, amamantando, cuidando
y sobre todo amando
He poblado la tierra de amos y de esclavos,
de ricos y mendigos, de genios y de idiotas,
pero todos tuvieron el calor de mi vientre,
mi sangre y su alimento
y se llevaron un poco de mi vida.
Logré sobrevivir a la conquista
brutal y despiadada de Castilla
en las tierras de América,
pero perdí mis dioses y mi tierra
y mi vientre parió gente mestiza
después que el castellano me tomó por la fuerza.
Y en este continente mancillado
proseguí mi existencia,
cargada de dolores cotidianos.
Negra y esclava en medio de la hacienda,
me vi obligada a recibir al amo
cuantas veces quisiera,
sin poder expresar ninguna queja.
Después fui costurera,
campesina, sirvienta, labradora,
madre de muchos hijos miserables,
vendedora ambulante, curandera,
cuidadora de niños o de ancianos,
artesana de manos prodigiosas,
tejedora, bordadora, obrera,
maestra, secretaria o enfermera.
Siempre sirviendo a todos,
convertida en abeja o sementera,
cumpliendo las tareas más ingratas,
moldeada como cántaro por las manos ajenas.
Y un día me dolí de mis angustias,
un día me cansé de mis trajines,
abandoné el desierto y el océano,
bajé de la montaña,
atravesé las selvas y confines
y convertí mi voz dulce y tranquila
en bocina del viento
en grito universal y enloquecido.
Y convoqué a la viuda, a la casada,
a la mujer del pueblo, a la soltera,
a la madre angustiada,
a la fea, a la recién parida,
a la violada, a la triste, a la callada,
a la hermosa, a la pobre, a la afligida,
a la ignorante, a la fiel, a la engañada,
a la prostituida.
Vinieron miles de mujeres juntas
a escuchar mis arengas.
Se habló de los dolores milenarios,
de las largas cadenas
que los siglos nos cargaron a cuestas.
Y formamos con todas nuestras quejas
un caudaloso río que empezó a recorrer el universo
ahogando la injusticia y el olvido.
El mundo se quedó paralizado
¡Los hombres sin mujeres no caminan!
Se pararon las máquinas, los tornos,
los grandes edificios y las fábricas,
ministerios y hoteles, talleres y oficinas,
hospitales y tiendas, hogares y cocinas.
Las mujeres, por fin, lo descubrimos
¡Somos tan poderosas como ellos
y somos muchas más sobre la tierra!
¡Más que el silencio y más que el sufrimiento!
¡Más que la infamia y más que la miseria!
Que este canto resuene
en las lejanas tierras de Indochina,
en las arenas cálidas del África,
en Alaska o América Latina.
Que hombre y mujer se adueñen
de la noche y el día,
que se junten los sueños y los goces
y se aniquile el tiempo del hambre y la sequía.
Que se rompan los dogmas y el amor brote nuevo.
Hombre y mujer, sembrando la semilla,
mujer y hombre tomados de la mano,
dos seres únicos, distintos, pero iguales.

“Pesadilla nocturna”

Mujer nocturna
apostada detrás de las esquinas.
No pienses que te juzgo
Solo te miro y me pregunto:
¿Qué vendaval atroz
destruyó tu alegría?
¿Qué golpe te convirtió en esclava?
¿Qué incontenible marejada
te arrojó sobre la calle inhóspita?.

Trato de adivinar las negaciones


que moldearon tu infancia,
el zarpazo que rompió tus encajes
cuando aún no amanecía.
Supongo que el amor y la ternura
no hicieron parte de tus sinfonías.

El ritmo de tu vida no lo llenó un violín


ni una ocarina.
Fue un golpe de tambor brutal y seco
un redoble de guerra
y, desde entonces,
se convirtió tu canto en pesadilla
que empieza cada noche
en la búsqueda incierta
en el rodar por calles y avenidas
para vender aquello que no tienes.

Quieres cobrarle al mundo


su inclemencia y el mundo te desprecia.
¡y la escoria se ensaña con tu cuerpo

y te asesina el alma con su aliento beodo!

Colombia: Fátima Vélez

“Sótano”
que quieres quitar de ahí las telarañas
las capas de moho
inténtalo
a ver si no aparece de pronto la olla
con el arroz pegado
los guantes amarillos
que protegen
del jabón quitagrasa que te agrieta la piel
y en el silencio
de quien lava platos y olvida poner música
el poema se tararea solo
como si tuviera pies
y quisiera hacer de ti un salto
es
no cabe duda
ese que dice que se llegó al final de la carrera
y el premio es otra carrera

y si el premio es mugre coagulado en un sifón


y si todo fondo no es más que horas percudidas en la cortina de baño
la sala donde la luz pega directamente en el reflejo de la infancia
donde también el tema es con la luz

los niños
sus deseos
su canto de sirena
que tratan de arrastrarte a la inacción
a no ser otra cosa
que calor atemporal

su belleza
que crece
sobre filo
raíz
que no se ve en ningún espejo
pero sabes
si no la cuidas
no la riegas
no la podas

recuerda
poner papel conciencia en las paredes

quien se ha cortado con papel sabe


lo que guarda en sus bordes el blanco

“Alimentar a los caballos”

similus cum similibus curantur,


que quiere decir que los burritos se juntan para rascarse

las montañas de Catskill


el establo
un caballo marrón
él le dice
si fuera animal
sería un caballo

como el caballo marrón


que ella mira y dice me excita

cómo la excita
pregunta él
ella responde
como si las cosquillas quisieran reemplazarme, muy aquí, con la escasa noción que pueden tener
las
cosquillas del aquí

seguramente el caballo la sepa abarcar bien


dice él
pero, advierte
si alguna vez ella se acuesta con un caballo
no volverá a tocarla

ella no está diciendo con perros


con gansos con cabras
dice con caballos
pero No es un músculo enfático
y ella comprueba cuando toca su mano
el No mayúsculo
impregnado de lomo
y dice no me acostaré con un caballo
para que siga tocándome
lo dice en serio
sabe
no existen otros caballos como él

las montañas de Catskill


se hacen las que no oyen que no saben
y rodean un lago antes un pueblo
removido del núcleo para contener
la reserva de agua de la ciudad donde él y ella
toman agua de la llave como si no estuvieran lejos
de lo que alguna vez los hizo cerca
de qué han estado cerca
no del futuro
pero existe
dónde
en el agua de la llave tal vez

si la mirada estuviera hecha para extraer lo otro


de lo uno
pero el ojo no ablanda
el cuerpo allá
marrón con la sustancia de lo vivo
su cola espanta moscas
sabe producir mirada
comer cagar ver oler una hembra
abalanzarse incrustarse
lastimar el reflexivo
solamente en comer
comiendo buscando más comida
gerundios del potrero
pero si hay una hembra
tumbar
arrasar
he ahí una palabra

he ahí una función

en contraposición las hojas


su postura de otoño
caen como si de caer hubiera adentro un canto
inspección del nosotros en la caída
el yo se instala en ella
él muta en otro
donde hay un yo y un tú hay un lugar donde crecen
y se ajustan y se enquistan las expectativas

alerta no quedar
en ese ahí de nos
qué hacer luego con esa pulsación
frente al semental jamás castrado
el espacio entre
se cubre de atmósfera
la visión declina
es ahora un asalto relinchante
y ella ya no está con una persona, ni con un caballo
está con la sensación de esa persona, de ese caballo

dirían que no se desea un objeto sino un conjunto


no me acostaré con un caballo
dice ella
pero cómo sabemos
los que pronunciamos palabras
y escuchamos promesas
los que creemos en mundos naciéndose
y otros acabándose
el mundo de las moscas, por ejemplo
el sexo con caballos, por ejemplo
de tanto desear que de ahí surja materia
no como pus
no como llaman los espíritus a lo vivo

materia como un colgar


de la firmeza de un caballo
la firmeza en que la forma encaja

formas colgantes que se parecen a aquello que las desea

¿qué se siente penetrar?


pregunta ella
debe ser, pero dígame usted
sabe más de esas cosas
debe ser apretar
que flujo se haga súbdito
materia que habla sobre cómo siente su materialidad
¿humedad? ¿barro? ¿qué?
Poder, dice él
poder sacar de un cuerpo donde el otro no es posible
el talón del amor

se podría hacer cuero de este momento


un cinturón de mirar un caballo
un cinturón marrón jala con su hondo animal
un cabalgar tal vez hacia un futuro
mejor hacia un presente
con anteojeras blindada la ansiedad de ser otro
tomados de las manos
la cabeza de ella descansa en la de él
y ella lo rascará, le dará guayabas, alfalfa, zanahorias

Colombia: Bibiana Bernal

“Credo”

Creo en el hombre,
exilado todopoderoso,
buscador del cielo
creador del infierno.

Creo en el engaño,
su único argumento.
Concebido por obra
y gracia del relámpago, nació de
la mentira virgen, padeció bajo
el poder del instinto y fue
despojado de la sutileza.

Creo en el hombre,
en su efímera entrega,
en su amor tejido con espuma,
en sus palabras de perpetuo aire,
en sus promesas de niebla,
en su tiempo sin memoria,
en la debilidad de su carne
y en su soledad eterna, amén.

“También la casa”

Limpia la casa con desgano.


Deja polvo en los rincones
donde no llega la mirada.
Como cuando se lava el rostro
y debajo de la piel queda la tristeza.

Solo ruina y cuartos vacíos.


Desaliento en sus manos
y en sus ideas por ahí dejadas .

Abandono en ella y en la casa.


En ambas se refleja la penuria
del tiempo malgastado.
Pesan las mañanas.
Asfixian las tardes.

Tal vez la casa


también está cansada con ella,
y quiere que se vaya.

España: Irene X

“Carta al invierno”
Vivo a duras penas, a penas que son más fuertes que esta piel y que estos huesos que hasta en
verano parecen abrigo.

La gente ya no distingue que estés perdida de que no te encuentres demasiado bien. Así que creo
que estoy triste por estar en algún sitio donde no me obliguen a enseñar los dientes con
formalidad y sumisión.

Su misión es someterme. Hacerme partícipe de una primavera que no he pedido, creerme devota
de un verano que no me agrada.

El sol en invierno es una criatura benevolente, que te ilumina el rostro sin quemarte, pero en
verano... el sol en verano es la viva imagen de un corte de mangas al demonio, y no me extraña.
Yo también estaría muy enfadada si hubiese sido lo mejor del invierno sin que nadie se
percatase.

Ahora entiendo a muchas mujeres.

He salido a pasear los ojos, y algunas flores de los árboles me recuerdan a cuerpos inertes
sostenidos por sogas, quitándose la vida por habérsela cedido a otro.

Las arrancaría todas, ¿sabes? Merecen vivir.

Desde que no encuentro mi sitio en la estación no consigo hacerlo en el cenicero.


No me gusta la primavera; y si tengo que explicar que lo que siento no es vacío sino disparos, me
pongo a tiro de cualquier paredón de inocentes buscando perder la inocencia.

No sabes cuánto se echan de menos las cosas que no se echan de menos en primavera. Nadie
olvida a nadie en primavera, sólo olvidan echar de menos. Por eso el otoño duele tanto,
¿entiendes?

Duele por gilipollas.

Toda esa gente en las terrazas que el tiempo cubrirá de nieve, ¿dónde se meterán entonces? ¿En
qué recurso poético lleno de cerezos se ampararán?

Que Ángel González nos libre de que nos baste así demasiado tarde.

Hay que querer con la misma entrega con la que te quitas el frío de los pies, intercambiando el
frío de uno al otro.
Nadie tiene los pies fríos en primavera. Y si los tiene, mal asunto.

Verás, soy mujer. Y dejo que las mariposas se suiciden cada veintiocho días, y sufro el dolor de
quien pierde un hijo durante cuatro; y pido perdón por las lágrimas sólo si manchan la ropa, el
suelo o las manos de otro.
Me disgusto con frecuencia, cambio de estado de ánimo con pestañeos. Me abrazo con las
piernas a las mismas almohadas imaginando hombros al llorar.
Me masturbo mientras leo, cocino moderadamente bien y dejo de comer durante días si la
situación se me come.
Barro mi casa, estén o no estén por mí. Y agradezco con soltura los piropos que me lanzan por la
calle.

Soy mujer,
amante, amiga, hermana, compañera, puta, musa, enemiga, deseo, nieta, confidente y pequeña,
entre otras personas, animales o cosas tontas.

En un mundo sin flores las tumbas estarían llenas de muertos.

Soy mujer;
dime qué coño tengo que envidiarle a la puta primavera.

“Las buenas personas no tienen por qué serlo en algo bueno”

Provoca mi arcada con el mismo dedo con el que me pides silencio mientras grito que no tengo.
Me masturbo con el mismo dedo con el que me provoco los vómitos.
A veces sostengo un objeto en la mano durante horas sin darme cuenta de que estás ahí. Soy una
copa preguntándome por quién me tomas y has perdido.
TEngo un vacío de acero que alguien rellenará de balas y no serás tú. Las moscas vuelan
alrededor de todo lo que me importa.
Ojalá me importases. Impórtame, hazme extranjera de mí misma.
No soy más que una puta que dejó de aceptar dinero. Soy un saco de monedas en un país en el
que se usa otra. Alguien te detendrá cuando intentes sacarme de este estado para que tú puedas
abandonarlo.
Yo soy la abeja negra. Un trozo de pan, en la garganta. Un inconstante vital.
Mi madre me recetará a otro. Tu madre te recetará a otra. Tu mejor amiga dirá que soy la peor.
El médico nos recetará lo mismo, a mi con mi nombre y a ti con el mío.
En el prospecto de mis antipsicóticos está el poema que me gustaría escribir algún día. El poema
que me gustaría escribir algún día es el prospecto de tus antipsicóticos.
Alguien te preguntará si eres más de tragar o de tragarme y no me escupirás hasta que deje de
servir para hacer pompas. O te explote en la cara.
Los vecinos asegurarán que siempre saludaba y tú que nunca me despedía.
Hola, ¿cómo estás?
Responderás tapado y desnudo.
Tu padre te hará un abrigo con mi piel.
Yo no me quejaré.
Tendrás una muerte lenta y dolorosa: estarás vivo.
¿Sabes lo que vengo a decirte?
Que me voy.

BIBLIOGRAFÍA:

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