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Snyder
Dios tiene un plan cósmico, un plan maestro de redención. Él se prepone hacer mucho más que
llena el cielo con almas salvas. La Biblia habla de un plan divino para la creación entera, y la
Iglesia tiene un papel central en ese plan. La Biblia demuestra como es la Iglesia, y define su
misión.
“El fin de todo esto es que la sabiduría de Dios, en toda su diversidad, se dé a conocer ahora, por
medio de la Iglesia, a los poderes y autoridades en las regiones celestiales, conforme a su eterno
propósito realizado en Cristo Jesús nuestro Señor.” (Ef. 3:10-11).
Por la sabiduría “en toda su diversidad” la Iglesia de Dios exhibe una plenitud temprana de lo
que logrará Cristo en la conclusión de las edades. El espectáculo es alcanzar más allá de la gama
de la humanidad, incluso a los reinos angelicales. La Iglesia es la exhibición de Dios del amor
reconciliador de Cristo, trayendo el judío y el gentil juntos como hermanos y hermanas en la
comunidad de la gente de Dios. ¿Pero judío y gentil solamente? ¿El milagro del Evangelio fue
agotado solo por la reconciliación del judío y del gentil en el primer siglo D.C.? ¡Ciertamente no!
Hay más del misterio del plan de Dios. La reconciliación histórica inicial nos demuestra que
Dios reconcilia a todas las personas y gentes separadas a sí con la sangre de la cruz. Empezó con
la reconciliación del judío y gentil, y se extiende al libre y esclavo, hombre y mujer, negro y
blanco, rico y pobre (Col 3:10-11; Gá 3:28). Extenderá al final a “toda familia en el cielo y en la
tierra” (Ef. 3:15).
Las figuras bíblicas del cuerpo de Cristo, de la novia de Cristo, de la familia, del templo o
del viñedo de Dios, y así sucesivamente, nos dan la idea básica de la Iglesia. Cualquier
definición contemporánea debe estar en armonía con estas figuras o modelos. Pero éstas son
metáforas y no son definiciones. Creo que la definición más bíblica es decir que la Iglesia es la
comunidad de la gente de Dios. Los dos elementos claves aquí son 1) la Iglesia como una
gente, una nueva raza o humanidad, y 2) la Iglesia como una comunidad o comunión, la
koinonia del Espíritu Santo.8