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CARLOS SAMUEL CONTRERAS FUENTES

ID UB21349HPS29504

SEMINAR CULTURAL DEVELOPMENT I

“THE HIDDEN CONNECTIONS” (ESSAY)

ATLANTIC INTERNATIONAL UNIVERSITY


HONOLULU, HAWAI
DICIEMBRE DE 2012

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Ensayo sobre el Libro “Las Conecciones Ocultas” de
Fritjop Capra
Implicaciones sociales, medioambientales, económicas y biológicas de una
nueva visión del mundo.

INTRODUCCIÓN

El libro “The Hidden Connections” (“Las Conecciones Ocultas”), no sólo es el


producto de un científico ávido de teorizar y presentar nuevas fórmulas, sino más
bien, el trabajo de un hombre que ha dedicado gran parte de su vida a investigar
los procesos de la vida, dándole una continuidad y una progresión a sus
descubrimientos.
Nace, un primero de febrero de 1939, en la ciudad de Viena, Fritjop Capra, quién,
sin saberlo, se convertiría en uno de los mayores referentes científicos de nuestra
década.
Doctor en Física Teórica de la Universidad de Viena (1966) y Teórico de Sistemas,
es Director Fundador del Centro para el Ecoalfabetismo en Berkeley, California.
El Dr. Capra está en el Programa de Liderazgo Ambiental Beahrs de la
Universidad de California, Berkeley. Además, es profesor en el Schumacher
College, un Centro Internacional de Estudios Ecológicos en Inglaterra y con
frecuencia dicta seminarios de gestión para altos ejecutivos de todo el mundo.

Este libro está dividido en dos partes, presentándose en los 3 primeros capítulos
un nuevo marco teórico de la naturaleza de la vida, la naturaleza de la mente y la
consciencia y la naturaleza de la realidad social. En la segunda parte, el Dr. Capra
trata directamente de las aplicaciones prácticas de este marco teórico,
aplicándose en el capítulo 4 a la teoría social, preguntándose hasta qué punto
pueden las organizaciones humanas considerarse “sistemas vivos”. En el capítulo
5 centra su mirada en los peligros de la globalización económica para continuar en
el capítulo 6 con una apasionada examen sistémico de los problemas científicos y
éticos de la práctica de la biotecnología. Culmina, en el capítulo 7, con una mirada
global de la situación de nuestro mundo en el amanecer de un nuevo siglo y
analiza el impresionante aumento en las prácticas de diseño ecológico y de lo que
esto implica en la aspiración a un futuro sostenible.

No puedo dejar de sorprenderme por la dedicación, entrega y pertinencia de las


investigaciones del Dr. Capra, sino además, por la progresión de su pensamiento
a través de su propia historia personal y bibliográfica. Comienza analizando las
conexiones entre los organismos más pequeños como las bacterias y culmina en
la máxima de todas sus pasiones, la concepción de una nueva visión de la

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realidad, de la vida, del ser humano y sus profundas conexiones como sistema
vivo y coodependiente de su entorno global, social y cultural.

ANÁLISIS

Todos, en más de alguna ocasión, nos hemos preguntado acerca de nuestra


existencia, de la vida y sus procesos. No importa la clase social, la edad o la
educación que se tenga, grandes y chicos nos enfrentamos con las mismas
preguntas desde que comenzó la historia de la humanidad.
¿Cómo comenzó la vida?, ¿de dónde venimos?, ¿cuál es la relación que tenemos
con la naturaleza?
Cuestiones, tan fundamentales como éstas, son las que deben haber motivado a
grandes científicos a buscar e indagar en las ciencias naturales una explicación
que nos ayude a comprender mejor el complejo mundo al que pertenecemos.

A través de un marco conceptual, el Dr. Capra ha venido realizando sus ideas por
más de 30 años de investigación. El desarrollo de un marco conceptual le ha dado
la posibilidad de comprender y utilizar las ideas de otras personas que han hecho
un trabajo similar, a través de diálogos, debates, seminarios y encuentros
privados. Destacan entre todos ellos, aportes tan valiosos, como, las discusiones
acerca de la naturaleza de la vida con Luigi Luisi, sobre la biología celular y la
teoría de la complejidad con Brian Goodwin y Richard Strohman y las tan
apasionantes, como él describe, controversias acerca de la naturaleza de la
consciencia, con Francisco Varela, Gerald Edelman y Rafael Núñez.

Como físico teórico, la gran pasión de Capra desde los años setenta ha sido ver el
cambio fundamental de la visión del mundo tanto en la ciencia como en la
sociedad, producido, básicamente por cambios de conceptos e ideas en la ciencia
física, como bien lo expresa en su primer libro, The Tao of Physics (1975).

En 1982, escribe The Turning Point, mostrando los cambios de paradigma en


diversos campos de estudio como la biología, la psicología y la economía. Como
resultado de esta investigación, Capra se da cuenta de que la mayoría de éstas
disciplinas tratan con la vida, con sistemas biológicos y sociales vivos. Es de esta
manera, que, comprende que el paradigma físico tenía que ser reemplazado por
un marco conceptual más amplio, en el que la vida fuese el centro de todo.

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Sin lugar a dudas, toda éstas conclusiones marcaron un antes y un después en la
percepción del Dr. Capra.

Esta nueva visión de la realidad, que debería reemplazar con el tiempo la visión
cartesiana y mecanicista del mundo en todas las disciplinas, la denominó “visión
sistémica de la vida”.
El paradigma cartesiano sustentado desde el siglo XVI por el filósofo francés René
Descartes, y, que, ve al universo como un mecanismo y que separa
irresolublemente el pensamiento “res cogitans” de la materia “res extensa”, y
paralelamente la mente del cuerpo, ha comenzado a tener varios detractores en el
campo científico.

Para Capra, la escuela filosófica de la ecología profunda, que no distingue entre


humanos y naturaleza, sería ideal para entregar el contexto filosófico y espiritual,
perfecto para la creación del nuevo paradigma científico.

Con motivo de este nuevo descubrimiento, Capra se centró en el estudio de los


procesos y patrones de organización de los sistemas vivos, es decir, en “las
conexiones ocultas entre fenómenos”.

Como consecuencia de todo esto, numerosos científicos y matemáticos han


buscado la formulación de una teoría de los sistemas vivos, por medio del
desarrollo de una nueva teoría matemática, capaz de describir y analizar la
complejidad de los sistemas vivos, la cual se ha denominado “teoría de la
complejidad” o “ciencia de la complejidad”. Los científicos y matemáticos la
denominan “dinámica no lineal”.

La dinámica no lineal (DNL) a pesar de ser una ciencia relativamente nueva, tiene
una rica tradición histórica. Esta ciencia se ha formado a través de diversos
caminos y tradiciones diferentes que en conjunto han aportado para la
construcción de esta ciencia interdisciplinaria.
Desde el punto de vista de la tradición de la Física, podemos remontarnos hasta la
época de Isaac Newton (1642-1727) y al nacimiento de la Mecánica Clásica.
A través de estas enseñanzas se han transmitido a generaciones de físicos la
teoría causal y determinista (Pierre Simon Laplace, 1749-1827), según la cual,
conocidas las condiciones iniciales de un sistema físico dado, es posible
predecir, con absoluta certeza el estado del sistema en cualquier otro instante de
tiempo, sin más que hacer uso de las ecuaciones de Newton.
Lo que el determinismo no previo, fue que pasaba con aquellos procesos en los
cuáles no se podían conocer las condiciones iniciales, como por ejemplo, el
clásico lanzamiento de una moneda.

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Surge de esta manera, una nueva ciencia, que es la dinámica no lineal (DNL), y a
pesar de que, muchos enseñaron en su momento que se debían evitar las
ecuaciones no lineales, por ser casi imposible resolverlas, ya en los años setenta,
los científicos al frente de mejores computadoras, rápidas y más poderosas,
lograban dar importantes avances en el desarrollo de estas ecuaciones.
Se desarrollan de esta manera, nuevos conceptos y técnicas que progresivamente
dan a luz un nuevo marco teórico de relaciones más lógicas.

Capra en su libro The Web of Life (1996), presenta una breve exposición de las
matemáticas de la complejidad y presentó una síntesis de las teorías no
contemporáneas sobre los sistemas vivos, que constituyen el bosquejo de una
nueva comprensión científica de la vida.

Dentro de los aportes, que hace Capra, está la expansión que hace del enfoque
sistémico al ámbito social incluyendo de forma concreta el mundo material. Marca
de esta manera una separación absoluta del pensamiento cartesiano y
mecanicista, que concibe al ser humano separado de su entorno.

A continuación, nos llama la atención a una de las preguntas más antiguas, ¿qué
es la vida?, pero dentro de este marco restringido, como fenómeno biológico,
reformula la pregunta de la siguiente manera: “¿Cuáles son las características
definitorias de los sistemas vivos?”.

Con la agudeza propia de un físico teórico, define con firmeza: toda vida biológica
consiste en células. Habiendo observado la gran variedad de organismos vivos,
incluyendo plantas, animales y al ser humano, Capra concluye que, sin células no
hay vida sobre el planeta.

Adoptando una estrategia reduccionista, propia del sistema científico, se propone


encontrar las características definitorias de la vida, buscando el sistema más
simple para luego estudiarlo.

Comenzando, entonces, del hecho de que el sistema vivo más simple es la célula,
ya que, un organismo ha de ser unicelular o multicelular, Capra nos muestra que
aún dentro de éstas células mínimas funciona continuamente una compleja red de
procesos metabólicos, transportando nutrientes hacia el interior de la célula y
enviando los residuos hacia el exterior.

Visto que, todas las formas superiores de vida han evolucionado a partir de células
bacterianas, específicamente llamadas “microplasmas”, el Dr. Capra señala que, a

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pesar de su simplicidad interna, solo pueden sobrevivir en un entorno químico muy
preciso y específico.
Harold Morowitz, biólogo americano y que estudió las aplicaciones
termodinámicas en los sistemas vivos, aclara que se deben distinguir dos clases
de simplicidad celular, la simplicidad interna significa que la bioquímica del entorno
interno del organismo es simple, mientras que la simplicidad ecológica expresa
que el organismo necesita pocas aportaciones químicas prodecedentes de su
entorno externo.

La continuidad de la vida constituye una propiedad de un sistema ecológico, más


que de un organismo o una especie por sí solos – continua Morowitz, la vida, por
lo tanto, se considera como un acontecimiento único, en el que un organismo
surge del medio que lo rodea.

Ningún organismo puede existir por sí mismo, aisladamente. Según la teoría Gaia
de James Lovelock y Lynn Margulis, la evolución de los primeros organismos vivos
fue acorde a la transformación del planeta de un medio inorgánico a una biosfera
que se autorregula. “En este sentido”, escribe Morowitz, “la vida es más una
propiedad de los planetas que de los organismos individuales”.

Después de considerar al ADN y al ARN como macromoléculas de la célula,


Capra establece que las moléculas de ARN actúan como mensajeras
transportando información codificada para la síntesis de las enzimas producidas
del ADN.

El ADN es asimismo responsable de la autorreplicación de la célula, característica


crucial de la vida. Todo pareciera sugerir que el ADN fuera la única característica
definitoria de la vida.
Sin embargo, Capra difiere de la afirmación de que los “sistemas vivos son
sistemas químicos que contienen ADN”, puesto que, según su opinión, la
afirmación adolece de un punto débil: las células muertas también contienen
ADN. Las moléculas de ADN pueden persistir cientos e incluso miles de años
después de la muerte del organismo.

Las estructuras moleculares de la célula no bastan para definir la vida. Se


necesita, además, definir los procesos metabólicos de la célula.

Otro de los puntos interesantes, que señala el autor, es que la membrana celular
constituye la primera característica definitoria de la vida celular. Ellas forman una
red química. Este planteamiento es esencial, puesto que, una de las intuiciones

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cruciales de la posición sistémica ha sido comprender que la red es un patrón
común a todo lo vivo. Allí donde hay vida, hay redes – explica.
De esta manera, cada componente de la red transforma y sustituye a los demás,
generándose a sí misma de manera continua, es decir, las redes vivas se crean y
se recrean a sí mismas sin cesar, mediante la transformación o sustitución de sus
componentes.

La dinámica de la autogénesis fue identificada como fundamental para el


desarrollo de la vida por los biólogos Humberto Maturana y Francisco Varela,
quienes le dieron el nombre de “autopoiésis” (“que se hace a sí misma”).

Los sistemas vivos son sistemas cerrados desde el punto de vista organizativo –
se trata de redes autpoiésicas-, pero abiertos desde la parte material y energética.

El autor, además, nos presenta dos teorías, que a su vez, representan dos
perspectivas diferentes de la vida: la teoría de la autopoiésis y la teoría de las
estructuras disipativas. En otras palabras, resume todo los procesos definitorios de
los sistemas vivos señalando que la célula es una red metabólica rodeada de una
membrana, autogenética y organizativamente cerrada; que es material y
energéticamente abierta; que utiliza un flujo constante de materia y energía para
producirse, regenerarse y perpetuarse a sí misma, y que funciona lejos del
equilibrio, punto esencial para la posibilidad de que emergan espontáneamente
nuevas estructuras y formas de orden, lo cual conduce al desarrollo y la evolución.

Ilya Prigogine, describe a la estructura disipativa como un sistema abierto que


permanece en un estado alejado del equilibrio, pero, que al mismo tiempo,
conserva la estabilidad; se mantiene la misma estructura general. Por ello, al
hablar de una estructura disipativa hablamos de esa íntima interacción entre
estructura, por un lado, y cambio (o disipación), por otro. En otras palabras, si el
flujo de energía aumenta, el sistema puede llegar a un punto de inestabilidad,
conocido como “punto de bifurcación”, del que puede surgir una nueva rama que
es capaz de desembocar en una estado completamente nuevo y en el que puede
que emerjan nuevas formas de orden y nuevas estructuras.

A causa de la potencialidad para evolucionar de estas estructuras disipativas, es


que, existe una evolución “prebiótica”, es decir, una evolución de la materia
inanimada que debe haberse iniciado con cierta anterioridad a la emergencia de
células vivas.

En este punto, es muy importante señalar que hablamos de teorías ampliamente


aceptadas, aunque no siempre definidas o demostradas. La ecología profunda
como filosofía ecológica de reciente nacimiento, considera a la humanidad como

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parte de su entorno y propone cambios estructurales, sociales, culturales y
políticos, con el fin de lograr una relación armónica entre todos los seres humanos
y de todos los seres vivos.

La gran mayoría de nosotros estaría de acuerdo con estas propuestas, sin


embargo, el hilo entre “deformar” una verdad científica o darle carácter de
“verdades” a procesos y teorías que aún se están investigando puede ser muy
fina, y por lo tanto, sujeta a ser cuestionada, en cuanto a pensamientos filosóficos
se trate.

Para quienes creen en la existencia de un Dios creador y sustentador de todo lo


que existe, las premisas de que el hombre y la naturaleza están a un mismo nivel
o pertenecen en forma igualitaria a un mismo sistema y status, podrían ser
contrarias a las ideas de la fe, manifestada y descritas en el libro por excelencia,
La Biblia. Este libro describe claras diferencias entre el ser humano y lo creado.
Explica que el hombre fue creado para dominar y servirse de los demás sistemas
vivos, mar, plantas, animales, aunque con el respeto y las normas con las que
había sido creado.

Al parecer, una ciencia ecológica y sistémica, no debiera descartar a quienes sin


ser científicos, usan la fe como expresión de pensamientos y creencias que no
están del todo fuera del rango de lo probado. Ya que gran parte de la naturaleza y
los innumerables vacíos en todas las teorías evolucionistas, proveen la
probabilidad “intrínseca” de la existencia de que esa energía y poder primaria que
le dio vida a la materia inerte tenga un nombre, Dios.

Como bien lo expresa Capra, “todos estos escenarios siguen siendo aún
sumamente especulativos”.
Además, explica, “si esta idea básica de una evolución prebiótica es correcta,
debería ser posible, en principio demostrarla en el laboratorio”.
Tocante a lo mismo, concluye “puesto que no se dispone de registros fósiles de
sistemas prebióticos en evolución desde el periodo de formación de las rocas
sobre la Tierra hasta la emergencia de la primera célula, los químicos carecen de
indicios que les puedan ayudar a concebir estructuras intermedias, por lo que su
tarea podría parecer insuperable”.

Debo mencionar lo importante que son las palabras del Dr. Capra, que siendo un
científico, como tantos otros de sus colegas “no duden” de que la vida se originó
sobre la Tierra como resultado de una secuencia de acontecimientos químicos,
sujetos a las leyes de la física y la química, eso es “fe”, puesto que de la misma
manera, menciona que las ideas concretas acerca de la evolución prebiótica son
aún muy especulativas.

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Esta nueva forma de pensar, como lo señala Morowitz, parte de la hipótesis de
que muy al principio, mucho antes del incremento de la complejidad molecular,
algunas moléculas se reunieron y formaron membranas primitivas que
constituyeron espontáneamente burbujas cerradas, y que la evolución de la
complejidad molecular no tuvo lugar en un caldo químico sin estructurar, sino en el
interior de esas burbujas precursoras de vida.

Tres fueron las vías principales de evolución, señala Capra, la mutación aleatoria
de genes, clave en la teoría neodarwiniana, el intercambio de genes o la
recombinación del ADN, como técnicamente se la ha llamado, y, que consiste en
el libre intercambio de rasgos hereditarios en una red global de genes. Este es uno
de los mayores descubrimientos de la biología moderna, y la tercera vía, como lo
señala Lynn Margulis, corresponde a la evolución por simbiosis.

Esta tercera vía de evolución, es la tendencia de diferentes organismos a vivir en


íntima asociación, incluso unos dentro de otros. Margulis, bióloga y genetista,
incluso va más allá, habiendo desarrollado con el tiempo una teoría completa
llamada “simbiogénesis”, en la cual contempla la creación de nuevas formas de
vida, mediante acomodos simbióticos permanentes, como la vía principal de
evolución de todos los organismos.

Es en el desplace hacia una dimensión cognitiva de la vida, que lograremos


comprender la dimensión espiritual, de la que nos habla Capra, de un modo
plenamente coherente. Es el nacimiento de una nueva visión unificada de la vida,
la mente y la consciencia humana con su entorno social.

Continuando con una idea armónica respecto a una ciencia sistémica y separada
totalmente de lo que fueron los principios cartesianos y mecánicos, el autor nos
presenta la Teoría de Santiago, en la que se identifica a la cognición con el
proceso de la vida.

La cognición es la actividad implicada en la autogénesis y la autoperpetuación de


redes vivas, explican Maturana y Varela, agregando que la actividad que organiza
los sistemas vivos, en todos los niveles de la vida, es la actividad mental.
Las interacciones de un organismo vivo, ya sea una planta, animal o un ser
humano, con su entorno son interacciones cognitivas, es decir, procesos de
conocimiento.

Uno de los paradigmas que se establece en este punto es que vida y cognición
están, por consiguiente, indisolublemente vinculadas. La mente- o más,
exactamente, la actividad mental – es inmanente a la materia, en cualquier nivel
de vida.

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Esta no es cualquier declaración, involucra una nueva visión, radical y temeraria
del concepto de cognición e, inevitablemente, del concepto de mente. Según esta
nueva noción, la cognición implica el proceso vital completo –que incluye
percepción, emoción y comportamiento-, y ni siquiera requiere ya la existencia de
un cerebro o un sistema nervioso.

No podemos pasar por alto la íntima relación entre la cognición y la autopoiésis o


procesos autogénesicos de las redes vivas, ya que, todo sistema autopoiésico
experimenta cambios estructurales continuos al mismo tiempo que conserva su
patrón organizativo en red.

Según Maturana y Varela, se establece una clara diferencia en la forma en que los
sistemas vivos y no vivos se relacionan, y esto, debido al acoplamiento estructural.
No es lo mismo, dice Capra, darle un puntapié a una piedra que a un perro, la
piedra reaccionara de manera lineal de causa y efecto. Su comportamiento puede
ser calculado aplicando las leyes fundamentales de la mecánica newtoniana, no
así en el caso del perro, ya que este responderá de acuerdo a los cambios
estructurales de su propia naturaleza y patrón (no lineal) de organización.

De esta forma, Capra establece un paradigma fundamental a toda su investigación


posterior, y es que, todos los organismos vivos responden a las influencias del
medio con cambios estructurales. La conclusión, según Maturana y Varela, es
clara, no se puede dirigir un sistema vivo, sino tan sólo perturbarlo. Y no sólo eso,
sino que el sistema, además, escoge qué perturbaciones del entorno van a activar
esos cambios. Y esta es la clave de la teoría de Santiago de la cognición.

Para mí, como estudiante de Psicología, resulta fundamental conocer y entender


el concepto de cognición de la teoría de Santiago, ya que su significado
transciende a la mente racional, abarcando al proceso vital en su totalidad, como
dice Capra.
Siendo la mente un proceso de cognición, y vinculado al proceso de la vida, el
cerebro viene a ser una de las estructuras a través de la cual se realiza éste
proceso, no siendo exclusiva, ya que en él participan la totalidad del organismo.
De esta manera, mente y materia ya no son dos categorías diferentes, sino
manifestaciones complementarias del fenómeno de la vida: proceso y estructura.

Consciencia no es lo mismo que Cognición – declara Capra. La Consciencia es la


experiencia vivida conscientemente, desarrollándose en determinados niveles de
complejidad cognitiva que requieren un cerebro y un sistema nervioso superior.

Durante décadas se intentó descifrar cuál era el misterio de la Consciencia, en


cientos de conferencias, libros y estudios científicos.

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El principal reto para la ciencia de la consciencia consiste en explicar la
experiencia asociada a los acontecimientos cognitivos.
Francisco Varela denominó “la trenza de los tres mechones” de la investigación
sobre la consciencia, al análisis cuidadoso de la experiencia consciente, de la
física y la química del sistema nervioso y de la dinámica no lineal de las redes
neurales.

Los científicos deberán aceptar la incorporación de nuevos paradigmas en la


investigación si desean solucionar “el duro problema de la consciencia”, según lo
denominó el filósofo David Chalmers.

El primero de estos paradigmas es la teoría de la complejidad. La experiencia


emergiendo de procesos neurofisiológicos. La emergencia tiene como resultado
innovar, y lo nuevo es a menudo cualitativamente diferente de los fenómenos de
los que emergió.

Cuando se unen átomos de carbono, oxígeno e hidrógeno para formar azúcar, el


compuesto resultante tiene sabor dulce. El dulzor, sin embargo, no está en el
carbono, ni en el oxígeno o hidrógeno, sino en el patrón que emerge de su
interacción.

Además, en lo objetivo, el dulzor ni siquiera es una propiedad de los vínculos


químicos, sino una experiencia sensorial que surge cuando las moléculas de
azúcar interactúan con la química de nuestras papilas gustativas, las que
provocan que una serie de neuronas se activen de determinada forma. Por lo
tanto, la experiencia del dulzor nace de una actividad neural.

La hipótesis de Varela, respecto a la experiencia consciente, se basa en una


asamblea celular específica, en la que gran número de actividades neurales
diferentes, asociadas con la percepción sensorial, las emociones, la memoria, los
movimientos corporales, etcétera, se unifican en un conjunto, transitorio pero
coherente, de neuronas oscilantes.

La consciencia humana no es un fenómeno únicamente biológico, sino social, ya


que, el “mundo interno” de nuestra consciencia reflexiva aparece en la evolución
de la mano del lenguaje y de la realidad social.
La comunicación no consiste en la transmisión de información, sino más bien en la
coordinación del comportamiento entre organismos vivos, a través del mutuo
acoplamiento estructural. Esta coordinación constituye la característica clave de la
comunicación de todos los organismos vivos, tengan sistema nervioso o no.

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Maturana, explica que el lenguaje es un sistema de comunicación simbólica. Sus
símbolos, palabras, gestos y otros signos, sirven como indicadores para la
coordinación lingüística de acciones, lo que a su vez, crea la noción de objetos,
por lo que esos símbolos acaban asociándose con nuestras imágenes mentales
de esos objetos.

El concepto de lenguaje humano, ha ido variando mucho durante estos años


producto de las investigaciones realizadas con chimpancés, en lo que a
comunicación gestual se refiere.

Las investigaciones en el ámbito de la cognición han ido progresando cada vez


más, y es así como en las últimas dos décadas de este siglo XX los científicos de
la cognición realizaron tres descubrimientos de suma importancia: “La mente está
inherentemente encarnada en el cuerpo. El pensamiento es en su mayor parte
inconsciente. Los conceptos abstractos son en gran medida metafóricos.”

Luego de analizar y hacer un resumen de la evolución de la vida, y, del cómo las


estructuras crecían en complejidad, acompañadas, además, de sus procesos
cognitivos y de llegar a la percepción consciente, el lenguaje y el pensamiento
conceptual, el Dr. Capra realiza una pregunta fundamental: ¿queda lugar para el
espíritu humano en esta nueva visión?.
Para ello se analiza el significado original de la palabra “espíritu”, llegando a la
conclusión que significa “soplo de vida”.
Se define al “espíritu” como común a todos los seres vivientes, y cómo una
metáfora perfecta para todos los procesos metabólicos.

Acerca de la espiritualidad, David Steindl-Rast, monje benedictino, psicólogo y


escritor, en un ensayo titulado “Spirituality as Common Sense”, describe la
espiritualidad como momentos de exaltación de la sensación de estar vivos. Son
los momentos en que nos sentimos más intensamente vivos. Abraham Maslow la
denominó “experiencias cumbre”, y menciona que implica no solo el cuerpo, sino
también la mente.
La experiencia espiritual es una experiencia de absoluta unidad de la mente y el
cuerpo.

Es así como, Capra, llega a la conclusión de que en los momentos espirituales la


percepción fundamental consiste en una profunda sensación de unidad con todo,
un sentido de pertenencia al universo como un todo.

Debo mencionar, sin embargo, que la multiplicidad de percepciones de lo que


significa la “espiritualidad” en las distintas culturas, religiones y filosofías, no
convergen en una opinión lineal al respecto, sino todo lo contrario, para la gran

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mayoría de las culturas, tanto de oriente como de occidente, este “sentido
espiritual” tiene como sujeto y objeto de fe algún “otro” (ser viviente) o a una
divinidad (la que sea) transcendente a la propia naturaleza. Dicho esto, creo que el
Dr. Capra como cualquier científico ya sea sistémico, reduccionista o de otra
categoría, no pueden por “antonomasia” apropiarse del cetro de una verdad en
cuanto a “subjetiva” que ella represente.
Como pastor evangélico he vivenciado mi propia experiencia religiosa (la
“espiritualidad”) no como sujeto de mi propia fe, sino reaccionando a una
intervención externa, aceptando por fe que se trata de Dios, y considerándolo a Él
como objeto y sujeto de fe.
En más de 17 años de práctica en la Consejería Familiar he podido observar el
mismo fenómeno, tanto en creyentes como en no creyentes, aún el más acérrimo
ateo manifiesta en sí mismo no una auto adoración o integración al universo como
un todo, sino más bien reaccionando negativamente a una existencia superior a la
que él no está dispuesto a rendirse, presentando objetivamente una lucha interna
y decidida hacia algo que supuestamente “no existe”.

Sin embargo, la investigación científica en ésta área, ha dado grandes pasos, y


cómo bien define Capra, compartimos con el mundo no solo las moléculas de la
vida, sino también sus principios básicos de organización.

Habiendo presentado una síntesis de las teorías recientes sobre sistemas vivos,
en The Web of Life, el Dr. Capra, habla de tres perspectivas de la vida. La
distinción la hace basado en “la perspectiva de patrón” y “perspectiva de
estructuras”, integrando ambas en una tercera llamada “perspectiva de proceso”.

De esta manera, y, modificando un tanto los términos debido a tratarse de ciencias


sociales, cualquier comprensión plena de un fenómeno biológico deberá tener
estas tres perspectivas: forma, proceso y materia.

Toda esta nueva visión de la vida presentada por Capra, y extendida al ámbito
social, se encuentra inmediatamente de cara a una enorme cantidad de
fenómenos, tales como, normas de conducta, valores, intenciones, estrategias,
etc, que no tiene ningún papel en la esfera no humana, pero que son
imprescindibles en el ámbito social.

John Searle ha llamado “carácter mental de los fenómenos sociales” a todos


nuestros conceptos e ideas internas, explicando que ellas representan una
dimensión crítica de la realidad social.

Además, los científicos sociales hablando del lenguaje humano, que al ser este de
carácter simbólico, implica fundamentalmente la comunicación de significado,

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llamando a ésta dimensión “hermenéutica”, agregando que, la acción humana se
origina a partir del significado que atribuimos a nuestro entorno.

Es por ello, dice Capra, que esta comprensión sistémica de la vida puede ser
extendida al ámbito social sumando a las otras tres perspectivas de la vida la del
“significado”.

En cuanto a teoría social se refiere, el Dr. Capra realiza una cronología de los
pensamientos de las principales escuelas del siglo XIX y del siglo XX. Pasando
por la teoría positivista de Auguste Comte, quien hace hincapié en que las ciencias
sociales deben buscar leyes generales del comportamiento, por Emile Durkheim,
considerado uno de los principales fundadores de la sociología moderna, quien
sostenía que “hechos sociales” como las creencias o las prácticas eran las causas
de los fenómenos sociales.

Es muy importante destacar dos escuelas de sociología predominantes de


principios del siglo XX, el estructuralismo y el funcionalismo. Por un lado el
estructuralismo que considera las “estructuras sociales subyacentes” y, por el
contrario, los funcionalistas que postulaban la existencia de una racionalidad social
subyacente, que mueve al individuo a actuar de acuerdo con las “funciones
sociales” de sus acciones.

Talcott Parsons, uno de los teóricos sociales más destacados de su tiempo,


desarrolló una “teoría general de las acciones” intentando integrar el pensamiento
de las dos escuelas antes mencionada. Esta teoría ha sido desarrollada en mayor
profundidad por Niklas Luhmann, uno de los sociólogos contemporáneos más
innovadores que, inspirado por las ideas de Maturana y Varela, ha desarrollado su
teoría de “autopoiésis social”.

A principios de los setenta, Anthony Giddens, a través de, sus teorías


integradoras, subraya que la conducta estratégica de la gente se basa en gran
medida en el modo como interpreta su entorno.
Al mismo tiempo que Giddens, Jürgen Habermas formulaba la “teoría de la acción
comunicativa”, integrando muchas ramas filosóficas. Habermas enfatiza la
importancia de dos perspectivas, distintas, pero complementarias. La del sistema
social, que tiene que ver con la atención a las instituciones, y la otra es “la
perspectiva del mundo vivo”. .

No es de poca importancia la teoría de Jürgen Habermas, filósofo y sociólogo,


estudio filosofía, sociología, psicología, literatura alemana y economía. Este
erudito alemán expone que la acción comunicativa es una “interacción mediada
por símbolos”. Ella tiene como eje central las normas o las reglas obligatorias de

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acción que definen formas recíprocas de conductas y ha de ser reconocidas y
comprendidas intersubjetivamente. Esta es la base del marco institucional de la
sociedad en contraposición de los sistemas de acción instrumental y estratégica.
Ejemplo de ello, podemos observarlo comúnmente en el trato de los estados con
los pueblos indígenas, donde el marco institucional ejerce constantes roces con
las acciones estratégicas e instrumental del gobierno.

Habermas, establece cuatro conceptos básicos de acción: la acción teleológica,


el actor realiza un fin o hace que se produzca el estado deseado de las cosas,
eligiendo en una situación dada, los elementos que le parecen más congruentes
de usar y aplicándolos según criterio personal en la forma más adecuada. Como
claro ejemplo, tenemos la acción teleológica de las etnias en Centro América y
América del Sur. La cosmovisión indígena dista mucho de ser comprendida bajo el
marco social de las instituciones gubernamentales. Se producen conflictos y
luchas de poder, usando unos y otros los medios y herramientas más adecuados
según cada cosmovisión.
La acción regulada por normas, que ya no se refiere a la intervención de un
actor en solitario, sino a los miembros de un grupo social que orientan su acción
por valores comunes. La acción dramatúrgica, que no hace referencia ni a un
actor solitario ni a un grupo social. Sino que, es cuando el actor social transmite en
su público determinada imagen o impresión de sí mismo al poner de manifiesto lo
que desea, es decir, su propia subjetividad, y, finalmente el filósofo se refiere a la
acción comunicativa, que tiene que ver con dos sujetos capaces de lenguaje y
de acción y entablan una relación interpersonal.

En conclusión, Habermas ve a “la acción comunicativa” y al “mundo de la vida”


como conceptos complementarios.
De esta forma, Habermas se transformó en uno de los máximos líderes de la
filosofía y la teoría social. Es uno de los exponentes contemporáneos más
sobresalientes de la teoría crítica y de la teoría social de raíces marxista
desarrollada por la escuela de Frankfurt en los años treinta.
Fieles a sus principios, los teóricos marxistas no se limitan a querer explicar el
mundo, sino que, como fin último está en que la gente logre una emancipación
real de las estructuras de las acciones y que las trascienda.

Tanto Giddens como Habermas integran ideas y conceptos de las ciencias


naturales, de las ciencias sociales y de las filosofías cognitivas, al mismo tiempo
que rechazan las limitaciones del positivismo.
Obviamente, esta integración de estudios sobre el mundo exterior de causa y
efecto, el mundo social de las relaciones humanas y el mundo interior de valores y
significado, debe ser reconocida. Nos acerca a una mayor comprensión sistémica

15
de la vida al ámbito social dentro del marco conceptual de las cuatro perspectivas
anteriormente descritas: forma, materia, proceso y significado.

Como conclusión de la extensión de este enfoque sistémico, Habermas establece


tres clases de acción: la acción instrumental, que tiene lugar en el mundo
exterior (materia), la acción estratégica, desarrollada en el terreno de las
relaciones sociales (forma) y, la acción comunitaria, se orienta hacia el logro de
la comprensión (significado).

En otra discusión, está el determinar si los fenómenos sociales pueden


considerarse redes vivas o no. Durante muchos años los estudiosos de la materia
no parecen llegar a un acuerdo general. Maturana y Varela, por ejemplo, proponen
que el concepto de autoposiésis debería quedar restringido al concepto más
amplio de “sistemas organizativos delimitados”, que no especifica procesos de
producción. Por su parte, la escuela liderada por el sociólogo Niklas Luhmann,
dice que si es posible, dentro del correcto marco conceptual de la teoría social.
Luhmann ha desarrollado con mucho detalle una teoría de “autopoiésis social”- sin
embargo, al mismo tiempo establece una salvedad, aunque los sistemas sociales
son autopoiésicos, no pueden considerarse sistemas vivos.

Para el doctor Capra, sin embargo, pensar que los sistemas sociales no son
sistemas vivos, sería un tremendo error, considerando que no solo se deben
considerar a los seres humanos, sino también al lenguaje, a la consciencia y a la
cultura, siendo estos cognitivos. Razón por la cual, Capra opina que los sistemas
sociales pueden estar vivos pero en grado variable.

Uno de los argumentos fuertes de Luhmnann es el considerar a las


comunicaciones como elemento central de las redes sociales, siendo estas
utilizadas como forma de reproducción autopoiésica. Cada comunicación genera
pensamientos y significado, lo cual lleva a nuevas comunicaciones, y de este
modo, la red se autogenera, es decir, es autopoiésica.

Podríamos decir que, las redes de comunicación generarán ideas y contextos de


significado, y, por otro, normas de comportamiento, o lo que llaman los teóricos
sociales, estructuras sociales.

A continuación Capra hace una comparación de las redes biológicas con las redes
sociales, y del cómo ambas generan estructuras materiales que luego se
convertirán en elementos estructurales de la red. Estas estructuras son creadas
para un propósito determinado.
Es aquí, donde Capra hace mención de la “perspectiva del significado”. Dice que
el significado es esencial para los seres humanos. Necesitamos comprender

16
continuamente el significado de nuestros mundos internos y externo, así como el
de nuestro entorno y nuestras relaciones con otros seres humanos, y obrar de
acuerdo con esa comprensión.

Capra, además, aclara que, a diferencia del determinismo, el comportamiento de


un sistema vivo está constreñido, pero no determinado, por fuerzas externas a él.
Agrega que, siendo que los organismos vivos son autoorganizadores, el
comportamiento no puede ser impuesto por el entorno, sino que se establece de
acuerdo a su propio sistema. Es decir, como seres humanos, experimentamos
esta autodeterminación como la libertad de actuar según nuestras elecciones y
nuestras decisiones.

Es así, como a partir de esta compleja dinámica e interdependencia de procesos


generativos de nuevos pensamientos y nuevos significados, surge el sistema
integrado de valores, creencias y conducta que asociamos con el fenómeno de la
cultura.
Según el historiador Raymond Williams, el origen del término cultura denota un
proceso: la cultura (es decir, el cultivo) de la tierra, o la cultura (es decir, la cría) de
los animales. Este significado fue metafóricamente extendido en el siglo XVI al
cultivo de la mente humana. A finales del siglo XVIII, cuando la palabra fue tomada
del francés por autores alemanes, adquirió el significado de vivir de un pueblo. En
el siglo XIX las diferentes “culturas” adquirieron una importancia específica en el
desarrollo de una antropología comparada, en la que el termino indica formas
distintas de vida.
Para el significado sistémico de la realidad, “cultura” conservará su significado
antropológico, como lo define la Columbia Encyclopedia “ sistema integrado de
valores, creencias y normas de conducta socialmente adquiridos, que delimita el
ámbito de comportamientos admitidos por determinada sociedad”.

Como bien explica Capra, una de las características más increíbles de la realidad
social es el fenómeno del poder. John Kenneth Galbraith, destacado economista
dice: “El ejercicio del poder, la sumisión de unos a la voluntad de otros, es
inevitable en la sociedad moderna; nada se logra sin él (…) El poder puede ser
socialmente maligno, pero no deja de ser socialmente esencial”.
Esta cualidad de poder elegir, tener opciones, hacen que surjan los inevitables
conflictos de intereses. Estos conflictos solo se resuelven a través del poder.
El poder, a su vez, necesitará de posiciones de poder y líderes que la ejerzan. Sin
embargo, no debemos olvidar, dice Capra, que el verdadero significado de “líder”
no está basado en el poder, sino en el conocimiento, en la sabiduría, en “el cómo
saber actuar”.
Cuando este título de “líder” se confiere a alguien que solo desea el poder, se
deforma el verdadero sentido de líder y se transforma en “explotación”.

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EL Dr. Capra llama “estructuras semánticas” a las ideas, valores, creencias y
demás formas de conocimiento generadas por los sistemas sociales y que
constituyen estructuras de significado.
Estas estructuras semánticas están arraigadas en el cerebro de los individuos que
pertenecen a esa red. También pueden estar en estructuras biológicas, como por
ejemplo, en el caso de un individuo sobre su cuerpo.
Algunas investigaciones demuestran que la mente está siempre encarnada
físicamente, hay una interrelación constante entre las estructuras semánticas,
neurales y biológicas en general.

En nuestra sociedad moderna, estas estructuras semánticas están encarnadas en


textos escritos y digitales, en obras de arte, en diferentes artefactos, etc. Es decir,
son manifestaciones físicas del significado compartido que crean las redes de
comunicación de la sociedad.

Haciendo una comparación con la infraestructura material de las redes biológicas


y la de las redes sociales, habla de la importancia de la tecnología y de cómo
desde la Edad de Piedra hasta la Era de la Información, pasando por la Edad del
Bronce y la Edad del Hierro, definimos los grandes periodos de la civilización en
términos de sus tecnologías. El sociólogo Manuel Castells la define como “el
conjunto de instrumentos, normas y procedimientos mediante el cual el
conocimiento científico es aplicado a una determinada tarea de forma
reproducible”.

Hay un estado generalizado de ansiedad y temor, deja ver Capra en sus


declaraciones, apuntando a la enorme cantidad de seminarios a los que ha tenido
que asistir, siendo testigo de la inseguridad de los empresarios. Si bien es cierto,
las miradas desde afuera los ven como empresas sólidas, hacia el interior de ellas
no lo son.
Profundos temores y niveles de estrés producto de la fluctuación del mercado, de
los constantes cambios y de fuerzas que los empresarios no pueden predecir,
hacen que vivan en constante temor e incertidumbre y no logren ni siquiera tener
relaciones personales. Todos los cambios de la actual globalización han
desbordado las capacidades individuales y de la organización.

Hay un ambiente tenso y de intenso malestar entre los ejecutivos. La enorme


complejidad de la sociedad industrial contemporánea avasalla el conocimiento y
las capacidades individuales y corporativas. Asombrosas e imponentes estructuras
de una enorme complejidad han invadido cada espacio de nuestras vidas y esto
francamente debiera a todos incomodarnos.

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Lo más curioso de todo, es que, estos logros científicos en lo tecnológico y
organizativo están transformándose en una grave amenaza para la supervivencia
de la raza humana en la tierra. Es urgente un cambio. Debemos reformularnos y
rediseñar la gran mayoría de las nuevas tecnologías para lograr un futuro
sostenible para nuestros hijos, subraya Capra.

Lograr cambios sostenibles en las organizaciones no ha sido fácil, no solo se


resiste el sistema, sino sus componentes individuales. Capra explica que el
personal de muchas empresas se resiste al cambio, y, afirma que, a lo que
realmente se oponen no es al cambio, sino a la forma en el que se les impone ese
cambio.

La gestión empresarial consiste en dirigir la organización en una dirección


consistente con sus objetivos y sus propósitos, que indudablemente giran en torno
a objetivos netamente financieros. Como bien lo define el teórico Peter block, las
principales ocupaciones en la gestión empresarial son la definición de propósitos,
el uso del poder y la distribución de la riqueza.
Para desarrollar ésta gestión, las grandes corporaciones han utilizado “metáforas”
para trazar amplias perspectivas generales.
Según Morgan, teórico de la organización, “la teoría y la práctica de la gestión
empresarial están conformadas por un proceso metafórico que influye virtualmente
en todo lo que hacemos” (Images of Organization, Gareth Morgan).

Entre las claves básicas que distingue Morgan están: las organizaciones como
máquinas (con el acento en el control y la eficacia), como organismos (desarrollo,
adaptación), como cerebros (aprendizaje organizativo), como culturas (valores y
creencias) y como sistemas de gobierno (conflictos de interés, poder).

Desde el punto de vista sistémico de Capra, las metáforas de los organismos y los
cerebros se refieren, respectivamente, a las dimensiones biológicas y cognitivas
de la vida, mientras que las de las culturas y los gobiernos representan aspectos
de la dimensión social.

Es en este punto que se nos devela la verdadera intención del Dr. Capra, al querer
ir más allá de lo metafórico, al proponer una solución definitiva. Hasta qué punto
pueden las organizaciones humanas ser comprendidas literalmente como
sistemas vivos?, se pregunta.

Un breve análisis acerca de la metáfora como máquina, parte esencial del


paradigma formulado por Descartes y Newton en el siglo XVII y que, finalmente,
ha moldeado nuestra cultura durante siglos, hace que el Dr. Capra vuelva su
mirada a las primeras teorías mecanicistas de la gestión empresarial, que datan

19
de principios del siglo XX. En ellas las organizaciones se consideraban como un
conjunto de piezas engarzadas con precisión, hablando de la clasificación de los
departamentos por funciones, tales como, producción, marketing, finanzas o
personal, y unidas por medio de líneas claramente definidas de mando y
comunicación.

Esta visión de la gestión como ingeniería, fue perfeccionada por Frederick Taylor.
El “taylorismo” representa el trabajo organizado al más mínimo detalle, según un
proceso que analiza la totalidad del proceso de producción. Esta visión
mecanicista priva a las personas de su condición de seres vivos. Ver la empresa
como una máquina implica también que en algún momento se estropeará.
Tampoco puede cambiar por sí misma; todos los cambios tienen que ser
diseñados y ejecutados desde afuera de ella.

Esta visión ha sido uno de los principales problemas al intentar un cambio


organizativo, debido a que, para transformar algo debe ser previamente diseñado
por la dirección e impuestos luego a toda la organización, lo que naturalmente,
generará fricción y conflictos.

Esta visión mecanicista de la organización empresarial impedirá a la larga su


sobrevivencia en este nuevo mundo globalizado, que cambia a una velocidad
impresionante y que ya tiene con estrés a la mayoría de sus ejecutivos.

Se hace por lo mismo, muy pertinente la investigación que desarrolló Arie de


Geus, ex ejecutivo de la Shell en su libro The Living Company, en el cual analizó
la cuestión de la longevidad empresarial. Estudió grandes corporaciones que
llevaban más de un siglo de existencia y que habían sobrevivido a los cambios
alrededor. Geus, notó que no solo habían permanecido sino que seguían
floreciendo y manteniendo una identidad corporativa.
En ellas encontró dos conjuntos de características comunes, un fuerte sentido de
comunidad e identidad colectiva en torno a una serie de valores comunes y una
apertura al mundo exterior, tolerancia a la entrada de nuevos miembros y
nuevas ideas, es decir, una extraordinaria capacidad para aprender y adaptarse a
nuevas circunstancias.

Otro tema importante es la utilización cada vez mayor de redes de comunicación.


Cada día son más las organizaciones que se desarrollan a través de redes de
comunicación, donde se gestionan la información y una multiplicidad de opciones
más.
Tan poderoso ha sido Internet que en poco tiempo se ha convertido en la más
poderosa red global de comunicaciones. Toda clase de organismos e instituciones
desarrollan sus plataformas a través de ellas, ya sean universidades, centros de

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investigación, empresas de tecnología, ONGs, etc., nadie parece haber quedado
fuera de la influencia que ha ejercido este poderoso fenómeno.

Manuel Castells, reconocido sociólogo y académico, argumenta que la reciente


revolución tecnológica de la información ha generado una nueva economía,
estructurada en redes financieras globales que giran en torno a los flujos de
información, poder y riqueza.

Estas mismas tecnologías de la información han posibilitado que las


organizaciones reúnan las características propias de las redes vivas. Teniendo
presente que, las redes vivas son autogenéticas, es decir, que cada comunicación
crea en ellas pensamientos y significado, lo que da lugar a nuevas
comunicaciones. El teórico de la organización Etienne Wenger denomina
“comunidades de práctica” a estas redes sociales autogéneticas.
Estas se caracterizan por tres aspectos: implicación mutua de los miembros,
empresa común y – con el tiempo- repertorio compartido de hábitos, normas
tácitas de conducta y conocimiento. Es importante destacar que en este sentido,
cada uno de nosotros pertenecemos a diversas comunidades de práctica, ya sea
en el trabajo, escuela, etc.

De vital importancia es que los ejecutivos comprendan la interrelación que debe


haber entre las estructuras formales y las estructuras informales dentro de la
organización para que esta pueda ser un sistema vivo y lleno de vitalidad.

Capra, nos recuerda una vez más que la red viva responde a las perturbaciones
con cambios estructurales, y elige a qué perturbaciones responder y a cuáles no.
La máquina puede ser controlada; el sistema vivo, según la comprensión sistémica
de la vida, solo puede ser perturbado.

Este constante conocimiento, emergente de la interacción como redes vivas, ha


desencadenado una serie de investigaciones. Ilkka Tuomi propone una teoría
integradora de la gestión del conocimiento, basándose en los trabajos precedentes
de Ikujiro Nonaka, que introdujo en la teoría de la gestión empresarial el concepto
de “empresa creadora de conocimiento”. El conocimiento es creado
exclusivamente por individuos…”.
Nonaka distingue dos clases de conocimiento, conocimiento explícito y
conocimiento tácito. El explícito es el que se puede expresar de manera formal:
expresiones matemáticas, manuales, etc., y el tácito se refiere a lo aprendido a
través de la experiencia personal.

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Una de las características clave de la vida es la emergencia espontánea de nuevo
orden, este fenómeno tiene lugar debido a la inestabilidad que surge producto de
las fluctuaciones del entorno.
En una organización humana, el elemento desencadenante del proceso de
emergencia puede ser un simple comentario que alguien tomo y consideró, y que
debido a él otros también eligieron ser perturbados e hicieron circular la
información a través de la red de la organización. De esta manera, la información
se amplifica y extiende, hasta el punto en que a veces una organización no pueda
contenerla. Cuando se llega a este punto comienza el proceso de inestabilidad, y
se verá obligada a abandonar parte de sus creencias, comportamientos y
estructuras.

Hablando acerca de la emergencia de novedad, tan necesaria para la evolución


sistémica de una empresa, nos menciona dos clases de liderazgo, el que es capaz
de mantener una visión, de articularla claramente y de comunicarla con pasión y
carisma y el que facilita la emergencia de novedad, creando condiciones más que
imponer direcciones, así como el poder de la autoridad para conferir poder a otros.
Quizás uno de los mayores problemas para que se den las condiciones
apropiadas para la emergencia de novedad, es el hecho de que la mayoría de los
directivos tradicionales se sienten inseguros de actuar en forma más abierta,
obstaculizando la creación de nuevos bucles de retroalimentación y apagando aún
más las voces de los simples empleados que de por sí, en lo general, no son
escuchados.

Al realizar un análisis real y objetivo de la situación actual del sistema económico


actual, nos damos cuenta de su naturaleza destructiva y de cuánto necesita ser
revitalizada. Este proceso de vitalidad solo se logrará cuando se confiera a sus
comunidades de práctica más poder para crear y aprender.

Hablando del tiempo biológico y del tiempo informático, vemos un sistema


ejecutivo cada vez más recargado y estresado. Estamos promoviendo la
autodestrucción y no la vida.

En la última década del siglo XX se fue extendiendo la percepción entre


empresarios, políticos, científicos, hombres y mujeres de toda clase, de que
estaba surgiendo un nuevo mundo, caracterizado por nuevas estructuras sociales,
una nueva economía y una nueva cultura. Se la llamó “Globalización”.

A mediados de los noventa se creó la OMC, Organización Mundial de Comercio, la


que fue aclamada como una panacea, lo que pronto se transformaría en un dolor
de cabeza más que en una solución. Surgió la desintegración social, quiebra de la

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democracia, deterioro más rápido y extenso del medio ambiente y la expansión de
nuevas enfermedades y pobreza y alienación en aumento.

A través de todos estos años diversos eruditos han escrito acerca de la


Globalización, intentando comprender su significado y alcance.

Capra, establece como característica común a los aspectos múltiples de la


globalización una red global de información y comunicaciones, basada en nuevas
y revolucionarias tecnologías. Esta Revolución de la Tecnología de la Información
es el resultado de una compleja dinámica de interacciones humanas y
tecnológicas que han producido efectos sinérgicos en tres grandes áreas de la
electrónica: ordenadores, microelectrónica y telecomunicaciones.

Capra, da un énfasis especial a la sinergia producida por la unión de la


microelectrónica y los PCs.
IBM, Microsoft, la puesta de los primeros satélites, Internet, la fibra óptica, en
conjunto con todas las posibilidades de comunicación que involucró, hicieron
posible que la información hasta entonces contenida en grandes ordenadores
fuese almacenada en microordenadores y con la posibilidad de compartir
información al instante a través de diversas redes electrónicas.

Después de la Segunda Guerra Mundial surgió un modelo capitalista que se


impuso durante varias décadas y que finalmente colapsó. La crisis del petróleo de
fines de los setenta provocó una inflación tan grande que este modelo keynesiano
tocara fondo.
Muchos gobiernos tuvieron que iniciar un profundo proceso de reestructuración
económica. Esfuerzos paralelos como el de la Unión Soviética con su
“perestroika”, que intentó ser un proceso de reestructuración del comunismo de
Gorbachov, y que, finalmente fracasó, marcaron un periodo complejo para las
diferentes economías del mundo.
La emergencia de las nuevas tecnologías de la información favorecieron el
escenario para que por fin naciera una nueva economía global, un capitalismo
renovado, flexible y en continua expansión.

Esta nueva economía se caracterizó por tres aspectos fundamentales: sus


principales fuentes de productividad y competitividad son la innovación, la
generación de conocimientos y el procesamiento de la información, y está
estructurado en gran medida en torno a redes de flujos financieros.
Este proceso de globalización económica, donde el capital trabaja en tiempo real y
se mueve rápidamente por las redes financieras, fue diseñado e impulsado adrede
por los principales países capitalistas (las llamadas “naciones del G-7”), por las

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mayores corporaciones transnacionales y por las instituciones financieras globales
creadas para ese propósito, particularmente el Banco Mundial (BM), el FMI y la
OMC.

Sin embargo, esta economía es tan compleja y turbulenta que desafía cualquier
análisis en términos económicos convencionales. Tanto es así que el propio
Anthony Giddens, actual director de la prestigiosa London School of Economy,
declara que “El nuevo capitalismo, que constituye una de las fuerzas motrices de
la globalización, es, hasta cierto punto, un misterio”.

Esta manipulación y transformación constante de la economía, ha hecho que sea


cada vez más difícil para los estados manejar sus presupuestos. Últimamente
hemos sido testigos, como bien expone Capra, de las caídas económicas de
México en1994, las de Asia Oriental en 1997, Rusia en 1998, Brasil en 1999, y
más cercanas las de Inglaterra, de España y la tambaleante economía de
Argentina.

Esto, no es lo más alarmante, sino que, el hecho de descubrir que esta nueva
economía está modelada, en su esencia misma, por máquinas. Es decir, en lo
estricto de la palabra, el denominado “mercado global” no es un mercado, sino una
red de máquinas programadas según un único valor – hacer dinero por hacer
dinero- y con absoluta exclusión de cualquier otro.
Pareciera, como expone Manuel Castells, que el temor y la realidad del cine de
ciencia ficción, en el que las máquinas finalmente toman el control sobre el ser
humano, estuviese a punto de hacerse realidad, pero no las máquinas, sino un
complejo sistema de transacciones financieras basado en la electrónica.

El escenario mundial actual es insostenible, solo en los Estados Unidos, el quince


por ciento de la población, vive hoy por debajo del umbral de la pobreza. El
capitalismo que tanto le criticamos a los Estados Unidos, es hoy por hoy una
pesadilla para ellos mismos. Esta economía capitalista lejos de alejar la pobreza la
ha acercado más y más, aumentando las desigualdades sociales a un ritmo
alarmante.

Vivimos un profundo proceso de exclusión social, donde los países, ciudades o


zonas específicas han perdido el valor comercial, por lo que son alejadas de los
beneficios de las redes de comunicación y de la posibilidad de innovar, crecer o
ejercer los más mínimos derechos de vida.
Hemos llegado al momento de llamar una de estas zonas “El Cuarto Mundo”,
comprendiendo una gran parte de África subsahariana y las regiones rurales
empobrecidas de Asia y Latinoamérica, pero se extiende también a cualquier país
o lugar del mundo”.

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La doctrina de la globalización económica actual es el “neoliberalismo” o
“consenso de Washington”, nos ha prometido que los acuerdos de libre mercado
impuestos por la OMC, finalmente sacará a flote toda la economía mundial, sin
embargo, nada más alejado de la realidad, según el análisis de los más expertos,
el mismo Castells demuestra con claridad que el capitalismo global no elimina la
pobreza y la exclusión social, sino que la exacerba.

Sin embargo, el actual sistema financiero global, no solo ha afectado nuestra


economía, sino también nuestro hábitat. El profundo daño ecológico en la biósfera
que ha generado nuestra economía nos ha puesto a todos en riesgo. El impacto
medioambiental ha sido devastador.
En Taiwán los venenos de la agricultura y la industria han contaminado la totalidad
de los principales ríos. Es tanto el daño que en algunos lugares el agua no solo ya
no es bebible sino que es inflamable.
No debemos engañarnos respecto a que este daño medioambiental sea un efecto
colateral del actual sistema económico global, sino que más bien es inherente a él.

El destino final del capitalismo, como dice Manuel Castells, bien pudiera ser “el
rechazo social, cultural y político, por parte de muchísima gente en todo el mundo,
de un autómata cuya lógica o bien ignora o bien devalúa su humanidad”.

Otra de las tecnologías de vanguardia en el siglo XX es la biotecnología. En


palabras de la bióloga molecular Mae_Wan Ho, la ingeniería genética “es un
conjunto de técnicas para aislar, multiplicar y recombinar genes de distintos
organismos”.
Los peligros de que nuevas cepas de virus pudieran escapar al control o las
enormes devastaciones de la biotecnología vegetal, con sus cultivos transgénicos
que sólo entre 1996 y 1998 se multiplicaron por más de diez, y pasó de algo
menos de tres millones y medio de hectáreas a casi cuarenta millones.
La motivación subyacente de la ingeniería genética, ya no es el avance científico,
la lucha contra las enfermedades o la eliminación del hambre de la faz del globo,
sino la carrera por ganar y asegurarse la mayor cantidad de beneficios
económicos.

Frente a los cientos de obstáculos con los que los genetistas se han topado, el
mundo ha tomado una imagen equivocada de esta ciencia, pensando que han
encontrado la solución y el origen de todo mal.

La ingeniería genética, explica el biólogo David Ehrenfeld, se basa en la premisa


de que podemos extraerle un gen a la especie A, en la que hace algo deseable, y
añadírselo a la especie B, donde continuará haciendo esa misma cosa deseable.

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A pesar de que la gran mayoría de los ingenieros genéticos sabe que eso no
siempre es cierto, pero la industria biotécnica, en conjunto, actúa como si lo fuera.
Ehrenfeld, menciona tres problemas principales: primero que la expresión de los
genes depende de su entorno genético y celular (de la red epigenética como un
todo), y puede cambiar cuando los genes son introducidos en un nuevo entorno.
En segundo lugar, los genes tienen habitualmente múltiples efectos, por lo que
efectos indeseables suprimidos en una especie pueden perfectamente expresarse
cuando ese gen es transferido a otra. En tercer y último lugar, muchos rasgos
implican la intervención de múltiples genes, tal vez incluso de cromosomas
distintos, que muestran gran resistencia a ser manipuladas.

David Weatherall, director del Instituto de Medicina Molecular de la Universidad de


Oxford, resume: “Habida cuenta de la cantidad de complejos mecanismos
reguladores implicados, transferir genes a un nuevo entorno y conseguir que
hagan su trabajo ha demostrado ser, hasta ahora, una tarea demasiado difícil para
los genetistas moleculares”.

Inicialmente los genetistas esperaban poder asociar enfermedades específicas a


genes individuales, pero luego resultó que los trastornos atribuibles a un solo gen
son tan escasos que no llegan ni al dos por ciento de las enfermedades humanas.

Mae-Wan Ho pone la voz de alerta frente a la frialdad con que las empresas de
biotecnología están promocionando estas falsas presuposiciones genéticas para
enfermedades como el cáncer, la diabetes o la esquizofrenia, intentando mantener
a flote sus investigaciones.
Obviamente que el interés básico no es la salud humana sino la obtención de
mayores recursos económicos.

Otro de los temas de absoluta importancia es el de la clonación. Esfera donde


también los biólogos han jugado un doble discurso. La gran mayoría de la
población mundial asocia directamente a la “clonación” con la concepción de otro
ser de idénticas características, lo que es totalmente falso. Por lo general, la
gente, explica Capra- confunde el estado genético de un organismo con la
totalidad de las características biológicas, psicológicas y culturales del ser
humano. En el desarrollo de un individuo intervienen muchas más cosas que los
genes, tanto en la emergencia de la forma biológica como en la formación de una
personalidad humana irrepetible a partir de determinadas experiencias vitales. Por
todo ello la idea de “clonar” a Einsten, es absurda- concluye.

Existe una sensación extraña en el ambiente científico, la idea de manipular


indiscriminadamente y destruir a fría ciencia tantos embriones, ha comenzado a
generar una ola de críticas éticas de estos procedimientos.

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En uno de los experimentos en el Instituto Roslin fueron creados 277 embriones,
de los que tan sólo sobrevivió una oveja “clonada”, tasa de éxito que ronda el 0,33
por ciento.

La biotecnología está llevando a cabo investigaciones en las más diversas áreas,


por ejemplo, produciendo embriones animales cuyas células y tejidos podrían
resultar útiles para propósitos terapéuticos humanos. Otra consiste en insertar
genes humanos mutados en animales, para el estudio de enfermedades humanas.
Por ejemplo, se han diseñado ratones para que desarrollen cáncer, y los animales
transgénicos enfermos resultantes han sido patentados.

Las películas de ciencia ficción donde veíamos seres humanos y animales


clonados o mutados, como en el caso de “Los Mutantes”, ya no es una realidad
tan lejana. ¿Se imagina usted qué pasaría si se comienzan los experimentos con
seres humanos? ¿Cuántos embriones humanos estarán dispuestos a sacrificar?
¿Cuántos monstruos crearíamos?

Por otro lado, la aplicación de la ingeniería genética a la agricultura ha suscitado


entre el público, en general, una resistencia mucho mayor que las relacionadas
con la medicina.
Los anuncios biotecnológicos nos muestran un mundo feliz, donde los productos
han sido manipulados y sometidos al control humano. Aún las plantas serán
modificadas de acuerdo a las necesidades de cada uno. Actualmente existe una
gran preocupación por lo que estamos consumiendo. ¿Será alimento manipulado?
¿Qué consecuencias podrían venir para la salude de nuestros hijos? ¿Existe una
ley que nos proteja de la incorporación de esta clase de alimentos?
La falacia que predican los empresarios de la ingeniería genética, nos acercan a
un mundo perfecto donde la fruta ya no se podrirá, ni perderá su verdor. Los
alimentos serán más seguros y el hambre desaparecerá por fin de la faz de la
Tierra.
El Dr. Capra hace mención que este mismo lenguaje utilizaron las corporaciones
agroquímicas anunciando su “Revolución Verde”, la que ha traído solo malestar y
decepción. Nunca ayudaron a la agricultura, ni a la tierra ni a los agricultores.
El uso masivo de productos químicos, tales como, fertilizantes, pesticidas y
herbicidas, sumados a la mala idea de enfocarse en un monocultivo, ocasionó
inmensas pérdidas económicas, sin considerar el daño que se le produjo a la
tierra.
El uso indiscriminado de los agroquímicos, sumado al monocultivo tuvo como
resultado un aumento excesivo de plagas y enfermedades.

27
Las agroquímicas han montado un tremendo negocio en torno a la creación de
herbicidas que solamente son soportados por las mismas semillas modificadas
que ellos fabrican, de esta manera, han aumentado la dependencia de los
agricultores, como es el caso de Monsanto.
A través de una serie de fusiones masivas, las diez empresas agroquímicas más
grandes controlan ya el ochenta y cinco por ciento del mercado global, mientras
que las cinco primeras controlan la totalidad del mercado de las semillas GM.

Capra señala que la intención de estas gigantescas corporaciones consiste en


crear un sistema agrícola mundial único, en el que puedan controlar cada etapa de
la producción alimentaria- desde la semilla hasta el producto final-, a fin de
monopolizar los suministros de alimentos y establecer, por lo tanto, su precio.
Aunque pareciera una película de terror, no lo es, es la realidad de lo que estamos
viviendo. Y no solo esto, sino que los defensores de la biotecnología ha
argumentado que las semillas GM son cruciales para alimentar al mundo. En 1998
Monsanto anunció que “Preocuparse por el hambre de las generaciones futuras no
les va a dar de comer. La biotecnología alimentaria sí.”

Nada más alejado de la realidad, según Miguel Altieri y Peter Rosset, ellos creen
que se debe fundamentalmente a dos premisas equivocadas: la primera es que el
hambre en el mundo se debe a la escasez de alimentos, y, la segunda es que la
ingeniería genética constituye el único modo posible de incrementar la producción
alimentaria.
Las agencias para el desarrollo saben desde hace mucho tiempo que no existe
relación directa entre el hambre y la densidad de población de un país o su
crecimiento.

Una de las declaraciones más impactantes, que devela el Dr. Capra, es la de un


estudio reeditado y publicado recientemente por la especialista en desarrollo
Frances Moore Lappé en “World Hunger, Twelve Myths”, en el cual, junto a sus
colegas del Instituto para los Alimentos y el Desarrollo aportaron datos
pormenorizados de la producción de alimentos, develando que la característica
que mejor describe la producción actual de alimentos no es la escasez, sino la
abundancia. En las tres últimas décadas la producción de alimentos ha rebozado
el crecimiento de la población mundial en un dieciséis por ciento. ¿Qué pasó
entonces con toda esa comida habiendo tanta hambre en el mundo? Durante ese
tiempo montañas de excedentes de cereales forzaban a la baja los precios en los
mercados mundiales.
En 1997 un estudio demostró que, en el mundo desarrollado, el setenta y ocho por
ciento de los niños mal nutridos de cinco años de edad o menos viven en países
con excedentes de alimentos.

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Las causas del hambre en la tierra no tienen nada que ver con la producción de
alimentos, sino con la pobreza, con las desigualdades y con la falta de acceso a
los alimentos y a la tierra.

A continuación, Capra da a conocer una de las posibles soluciones, se trata de


una alternativa ecológica, conocida como “agricultura ecológica”, “agricultura
sostenible” o “agroecología”, y consiste en el cultivo mediante tecnologías que,
para el incremento de las cosechas, el control de plagas y el mantenimiento del
suelo, no se basan en la química o la biotecnología, sino en el conocimiento
ecológico.
Los agricultores ecológicos practican la alternancia de cultivos, es decir, rotan de
modo que los insectos atraídos a una planta desaparezcan con la siguiente. No
utilizan fertilizantes químicos, sino que enriquecen sus tierras con una mezcla de
estiércol y residuos orgánicos, de este modo le devuelven al suelo la materia
orgánica, para que ésta entre de nuevo en el ciclo biológico.
La agroecología es sostenible porque incorpora principios ecológicos verificados
durante millones de años.

La guerra, sin embargo, ha sido dura, puesto que la biotecnología ha vendido


numerosas panaceas como si fueran verdad, cuando no lo son. Conocido es el
caso de la producción de “arroz dorado”, que según ellos era la solución para la
ceguera producida por falta de vitamina A, cuando lo único que hizo fue añadir
nuevos riesgos al ambiente y la salud humana.
Muy por el contrario, la agroecóloga Vandana Shiva señala que las mujeres
agricultoras de Bengala, por ejemplo, utilizan tradicionalmente numerosas
variedades de verduras, que son fuentes excelentes de betacaroteno. Quienes
sufren los mayores déficit de vitamina A son los pobres, que sufren también de
malnutrición en general y que se beneficiarían mucho más del desarrollo de una
agricultura biodiversa, sostenible y basada en la comunidad que de variedades
GM que no van a poder costearse.

La gran mayoría de estas empresas agroquímicas están siendo investigadas, junto


con cientos de demandas en su contra y denuncias que se multiplican cada día.
Aún así, en su empeño por patentar, explotar y monopolizar todos los aspectos
posibles de la biotecnología, las principales corporaciones agroquímicas han ido
comprando empresas semilleras y biotecnológicas, y se han disfrazado de
“corporaciones dedicadas a las ciencias de la vida”.

Estas corporaciones se están uniendo para formar gigantescos conglomerados.


Ciba-Geigy se unió con Sandoz para constituir Novartis, Hoeschst y Rhone
Poulenc, se convirtieron en Aventis, Monsanto posee y controla varias grandes
semilleras.

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Una vez que la visión sistémica de la vida haya sido adoptada por los científicos,
ingenieros, políticos y corporativos, estaremos ad portas a una nueva
biotecnología. La red de la vida no es una mercancía, sino nuestra propia
existencia, dice Capra.

El secreto, según Capra, está en descubrir como la naturaleza se ha desarrollado


durante todos estos miles de años, ¿cómo consiguen las arañas tejer su tela con
una hebra de seda que es cinco veces más fuerte que el acero? ¿Cómo
consiguen las orejas de mar producir una concha dos veces más dura que la
cerámica fabricada con nuestra tecnología más avanzada?
¿Se imaginan poder encontrar las respuestas en la naturaleza y utilizarlas en el
desarrollo de nuevas tecnologías inspiradas en la naturaleza? La gran noticia es
que, éstas investigaciones ya han comenzado, son parte de un campo nuevo de la
ingeniería y el diseño, conocido como “bioimitación” o- más popularmente-
“ecodiseño”, que está generando una ola de optimismo en cuanto a las
posibilidades de la humanidad.

Este nuevo capitalismo global ha creado una economía delictiva de ámbito


planetario, ha destruido, y amenaza con destruir, comunidades enteras en todo el
mundo y, con su empecinamiento en una biotecnología mal concebida.
Estos peligros se han sobre aumentado con el cambio climático producido por
nuestro sistema industrial. Ya no es una hipótesis el hecho de que exista una
relación causal entre calentamiento global y actividad humana, es una realidad.

Nuestro actual sistema mundial está propiciando una serie de “desastres


naturales” que, según Janet Abramovitz, del Worldwatch Institute, “Al destruir
bosques, represas, ríos, desecar humedades y desestabilizar el clima, estamos
deshaciendo el entramado de una compleja red ecológica de seguridad”.

Las reglas económicas del capitalismo global son impuestas con firmeza y
activamente por tres instituciones financieras cuya actividad tiene ámbito mundial:
el BM, el FMI y la OMC. Se las conoce colectivamente con el nombre de
instituciones de Bretton Woods, por haber sido constituidas en una conferencia de
las Naciones Unidas que se celebró en 1944, con el objetivo de crear un marco
institucional que posibilitara en la posguerra una economía coherente en todo el
mundo.

El BM fue creado para financiar la reconstrucción de Europa, devastada tras la


Segunda Guerra Mundial. El FMI fue para garantizar la estabilidad del sistema
financiero internacional. Sin embargo, ambas instituciones cambiaron bien pronto
el rumbo y se dedicaron al Tercer Mundo de un reducido modelo de desarrollo
económico, a menudo con efectos sociales y medioambientales catastróficos.

30
El papel nominal de la OMC en el escenario mundial consiste en prevenir las
guerras comerciales, regular el comercio y proteger los intereses de los países
pobres.
Sin embargo, lejos de proteger la salud, la seguridad, los medios de la vida de los
pueblos y su cultura, las reglas del libre comercio de la OMC socavan esos
derechos humanos básicos a cambio de la consolidación del poder y la riqueza de
una pequeña élite corporativa.

Capra da cuenta de las numerosas reuniones a puerta cerrada que han dado
origen a las reglas de libre comercio. Grupos presionando de todas partes del
mundo y llegando a acuerdos que solo los benefician a ellos. Sin embargo, la olla
ha comenzado a hervir desde hace mucho y numerosos científicos de renombre,
políticos y líderes comunitarios de todas partes del orbe, han comenzado a
ponerse de acuerdo en que el actual sistema global necesita ser regulado y
constreñido y los valores deben ser cambiados.

La esencia de la sostenibilidad ecológica es llegar a comprender que todos somos


miembros de la humanidad y la biósfera planetaria, y que, este planeta es nuestro
hogar, un hogar que ha ido desarrollándose por miles de años, sin romperse
jamás, y que como tal nos corresponde comportarnos de tal modo que no
perturbemos la capacidad innata de la Tierra para sostener la vida.

El 30 de noviembre de 1999 en la ciudad de Seatlle, ante la reunión de la OMC,


se conglomeraron unas cincuenta mil personas, pertenecientes a más de
setecientas organizaciones, tomando parte de una manifestación pacífica que
cambiaría para siempre el escenario político de la globalización. Estas ONG se
formaron como una coalisión unida por redes informáticas, a través de las cuáles
se interconectaron para coordinar sus planes y estrategia, y, a pesar de que, no
lograron que la OMC se sintiera amenazada, si lograron cambiar la percepción de
la opinión pública.

A pesar de la dura oposición presentada por los poderes fácticos de la OMC, en el


año 2000 más de siete mil organizaciones de setenta y nueve países distintos se
habían unido a lo que se llamaba ya oficialmente la Coalición de Seattle y
comenzaban a preparar una campaña mundial “para el derrocamiento de la OMC”.

Capra señala que, una nueva sociedad civil, organizada en torno a la


remodelación de la globalización, está emergiendo gradualmente. Se manifiesta
físicamente a través de ONG –como Oxfam, Greenpeace, Red Tercer Mundo o
Rainforest Action Network, así como centenares de organizaciones más
pequeñas.

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La sostenibilidad constituye un componente esencial de los valores centrales que
conforman la base sobre la que remodelar la globalización. El concepto de
sostenibilidad fue introducido a principios de los ochenta por Lester Brown,
fundador del Worldwatch Institute, al definir una sociedad sostenible como aquella
que fuera capaz de satisfacer sus necesidades sin comprometer las oportunidades
de las generaciones venideras.
El Dr. Capra menciona que esta comprensión sistémica de la vida involucra una
serie de principios que el encierra en seis principios de ecología, cruciales para el
sostenimiento de la vida: redes, cielos, energía solar, asociación, diversidad y
equilibrio dinámico.
La ecoalfabetización es la capacidad para comprender los principios de
organización que los ecosistemas han desarrollado evolutivamente para sustentar
la trama de la vida.
En las próximas décadas la supervivencia de la especie humana dependerá de la
alfabetización ecológica y de nuestra capacidad para reorganizarnos en torno a
ella.

Capra, tras hablar de la necesidad de reducir el gasto de energía, a través de un


ecodiseño, nos presenta la mejor energía renovable, el sol, es decir, el cambio a
una sociedad sostenible hará necesario un cambio radical en los combustibles que
utilizamos como fuente de energía.
El ecodiseño se está haciendo presente en todas las esferas de desarrollo,
inmobiliaria, automovilística, etc.

Para finalizar, Capra termina exponiendo la importancia radical que tendrán las
ONG en lograr una presión sobre el capitalismo global que logren mejores
políticas sociales, y que al mismo tiempo la comunidad del ecodiseño pueda
perfeccionar sus tecnologías y procesos en beneficio del bien global.

El propósito de Capra está más que ampliamente cumplido. Hemos presenciado


en sus escritos el desarrollo de un marco conceptual que integra las dimensiones
biológicas, cognitivas y sociales de la vida. Teniendo como patrón básico de
organización la red. Tanto la economía globalizada como el ecodiseño se valen
de redes de información y crecimiento. Ambos deberán tarde o temprano chocar,
por ser el actual sistema económico, insostenible.

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CONCLUSIÓN

Capra nos hace comprender la necesidad de una nueva comprensión de la vida,


sistémica e integradora de las dimensiones biológicas, cognitivas y sociales de la
vida. En base al análisis en el comportamiento de todas los sistemas vivos,
llegamos a la comprensión de que todas las esferas de desarrollo en nuestro
mundo están interconectados por redes epigenéticas que se replican tanto en los
microorganismos, como en los animales, organizaciones, sociedad y ser humano.
Comprendiendo que el actual sistema económico, político, social y científico son
una abierta oposición al flujo natural de los sistemas vivos, estamos destruyendo
no solo la economía del planeta, sino que también, el medio ambiente, la biósfera
y todo lo que nos rodea.

En el presente año 2012, hemos visto por los medios el derrumbe de varias
economías a nivel mundial, siendo la de España la más representativa de una
economía que parecía estable, y que, sin embargo, colapsó, arrasando a su paso
con la vida laboral y el sistema de vida familiar de miles de españoles y
extranjeros. Estamos siendo testigos de un sistema que llegó a punto de
“inestabilidad” sin precedentes y que tiene al gobierno acorralado.

Es mi opinión que, si seguimos el actual sistema capitalista global, seguiremos


alcanzando una mayor “inestabilidad”, lo que daría lugar a la emergencia de un
nuevo sistema económico global.

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REFERENCIAS

(1) Capra, F. (2003), Las Conexiones Ocultas, Ediciones Anagrama, Barcelona

(2) Bian, Y., Chan, K. B., & Cheung, T. (2006). Sociology for Change : The Official
Annual of the Hong Kong Sociological Association. Brill Academic Publishers.

(3) Ladeur, K. (2007). The Role of Contracts and Networks in Public Governance: The
Importance of the “Social Epistemology” of Decision Making. Indiana Journal Of
Global Legal Studies, 14(2), 329-351.

(4) Méndez, R. (2005). La Dimensión Biológica como Sistema Autorganizado, Instituto


de Ecología, A.C, 27-34

(5) Sanger, M & Giddings, M (2012). Journal of Social Work Education, Vol. 48, No. 2

(6) Onyx, J, Ho, C, Edwards, M, Burridge, N, Yerbury, H, (2011). Scaling Up


Connections: EveryDay Cosmopolitanism, Complexity Theory & Social Capital,
Cosmopolitan Civil Societies Journal, Vol.3, No.3, 2011

(7) Calafell, B, (2008). EL Paradigma de la Complejidad, www.yoinfluyo.com

(8) Facultad de Humanidades y Cs.Sociales (2010). El Origen de la Vida –


Evolución Prebiótica, Apunte de la Cátedra de Introducción a la Biología.

(9) San Juan, M, Vázquez, J, (2005). Dinámica No Lineal: Orígenes y Futuro, Física
para todos, 23-31

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