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Resumen
Los rasgos físicos característicos del actual territorio pampeano no aparecen cartografiados
con algún detalle y corrección esquemática sino hacia el primer tercio del siglo XIX. Sin
embargo, en antiguas cartografías jesuíticas que se remontan al siglo XVII, y acaso antes,
aparecen sorprendentes detalles de parte de la hidrografía pampeana, precisamente en uno
de sus sectores más complejos, como es el sistema palustre de la depresión de Puelches. A
ese detalle puede agregársele otro muy importante, que es la indicación de una población
cristiana –Desaguadero—en el área. En el presente trabajo al análisis de los mapas más
destacados se le agrega una lista de singularidades históricas y cartográficas que avalarían
una presencia cristiana en el actual territorio pampeano a finales del siglo XVI y/o
principios del XVII. Un reciente estudio fotointerpretativo agrega particularidades en la
misma dirección.
Palabras clave
Summary.
It is in the first third of the XIX century that the characteristic physical features of the
actual pampean territory appear charted with a certain degree of detail and schematic
accuracy. However, in old jesuitical cartographies from the XVII century –and even before-
surprising details of part of the pampean hydrography are revealed; especially of one of its
most complex areas: the Puelches palustre depression system. Another detailed can be
added to the previous one, which is the pointing of a Christian settlement (Desaguadero) in
the zone. In the present paper, a list of historical and cartographic singularities is added to
the analysis of the most outstanding maps, which would uphold a Christian presence in the
actual pampean territory at the end of the XVI or beginnings of the XVII. A recent photo-
interpretation research adds similar singularities.
Clue words.
Cartography; Jesuitical; Desaguadero; Maps; Peopling.
Introducción
Si observamos cualquier cartografía anterior a la segunda mitad del siglo XIX advertiremos
una gran calva, matizada en ocasiones con rasgos más o menos vagos o con aportes de la
“Geografía legendaria” (Martínez Sierra, 1973). Solamente el río Colorado suele ser un
rasgo permanente, aunque no del todo completo, dada la gran confusión que existió
respecto a la hidrografía del interior del territorio argentino hasta mediados del siglo XIX.
El primer elemento de pertenencia claramente pampeana que aparece, incluso con caminos
de acceso, son las Salinas Grandes, que desde fines del siglo XVII eran conocidas y se
ubicaban sobre el importante “Camino de los Chilenos”. (Fernández et al, 1919; Martínez
Sierra, 1973)
continentales, tiene sin embargo, algunas misteriosas excepciones. Ellas indican claramente
la presencia cristiana en nuestro territorio por lo menos desde finales desde el siglo XVII, y
acaso desde antes. Esa presencia se ve apuntalada por una serie de indicios que va desde la
Lo más sugestivo de esos mapas son las antiguas fechas en que vieron la luz pero, al
analizarlos, debe tenerse muy en cuenta al menos dos condiciones propias de la época: 1)
que a menudo solían estar copiados o basados en otras piezas cartográficas, obviamente
largo --años como mínimo--, y que la exploración del terreno que generó el mapa solía ser
Además cabe la singularidad de que todas las piezas aquí considerados fueron básicamente
elaborados por miembros de la Compañía de Jesús, orden que siempre se caracterizó tanto
por su férrea vocación como por sus inclinaciones científicas. (Furlong, 1937)
Materiales y métodos
las menciones de textos, cartografías y viajeros que avalan lo central de esta exposición.
Finalmente se indican los detalles generales de una anomalía aerofotográfica detectada por
El mapa de Ovalle
“Tabula Geográfica Regni Chili”, compuesta por el padre Alonso de Ovalle y publicada en
1646. En lo que nuestro interés respecta corrobora lo dicho: una gran calva de información
sobre la provincia de Buenos Aires y este de La Pampa pero con un interesante esquema
hidrográfico que evidencia “la Babel de los ríos”, que mencionara tan gráficamente Luis de
la Cruz y que él mismo develara a comienzos del siglo XIX, aunque la ciencia oficial
Desaguadero. Más al sur se observan otros dos cursos que bien podrían ser el Colorado
Sin embargo lo que llama poderosamente la atención es el grupo de lagunas que se ubican
al comienzo del tercio final del Desaguadero. Ellas constituyen un primitivo pero claro y
clarificó totalmente hasta bien entrado el siglo XX. En el mapa se aprecia con claridad al
llegar al área palustre de Puelches, la división del río en dos brazos (en realidad también
aparece un tercero, cuya existencia no es descartable del todo en épocas en que el sistema
que pueden referenciarse como el conjunto de lagunas La Brava-La Leona y Urre Lauquén,
en tanto que el brazo suroccidental entra y sale de otro cuerpo ácueo que bien puede
identificarse como la laguna La Dulce. Todas las lagunas tienen emisarios que van a dar a
Le Chili
Chili”, un mapa elaborado también sobre la base de la carta de Ovalle, pero “modificado
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por N. Saffond, geógrafo del rey” (de Francia). Su edición se remonta a comienzos del siglo
apartado anterior también aparece aquí, pero nominado como “río Desaguadero”, con su
origen en las múltiples lagunas de Guanacache, también con el topónimo consignado, y sus
afluentes, los ríos Mendoza, Tunuyán y Diamante, aunque sin consignar los nombres. Este
Desaguadero. Es de hacer notar que esta última confluencia se verifica sobre los 36º S, lo
que sugiere una confusión con la primera de las varias uniones del Atuel con el
Ya en plena Pampa, ateniéndonos a las latitudes, el mapa presenta sus rasgos más
una serranía –las Mahuidas pampeanas— y un grado después el río pasando entre dos
sistemas serranos, que bien pueden ser las Carapachas. Un poco más al sur el curso se
divide (en dos brazos, no en tres como en el mapa anteriormente comentado) y genera
bañados sobre su orilla izquierda, (tal cual ocurre en la realidad) además de dos lagunas
además de los lóbulos lagunares que caracterizan la zona. El brazo derecho del curso aporta
a una laguna –La Dulce—y continúa hasta confluir, como el izquierdo, en otro cuerpo
mucho mayor, más extendido en el sentido de los paralelos, que sería La Amarga, donde
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ambos desembocan en forma separada. De esta última laguna sale el emisario que alcanza
el océano, aunque aquí en una costa con golfo y una isla en medio.
Otro dato sobresaliente de este mapa es un camino que cruza la cordillera en la latitud de
Angol y se prolonga por las Pampas cruzando unas elevaciones, que podrían ser las de San
Luis o bien los campos de médanos pampeanos, mal diferenciados. Sin forzar la idea puede
interpretarse esta senda como uno de los famosos “caminos de chilenos”, en este caso el
También cabe destacar que al norte del sistema de lagunas se identifican unas sierras que,
Sin embargo lo que avala el calificativo de asombroso dado a esta pieza es la presencia,
Si la cartografía es, también, correcta en esto, nos hallaríamos en presencia del primer
leyenda de la Ciudad de los Césares o la mítica Trapalanda, nombre que aparece en este
El mapa de D LIsle
referencia señala que está basado, también, en la obra cartográfica de los padres Techo y
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Ovalle y las relaciones y memorias de algunas personas a quienes se puede suponer viajeros
punto de vista cartográfico, ya que cuenta con división de paralelos y meridianos, aunque
En lo que a nuestro interés respecta vuelve a manifestarse con toda claridad el eje del río
del tercio inferior vuelve a copiar el esquema más antiguo de Ovalle, con tres brazos
emisario de marcado rumbo SE –que sería el Curacó— que alcanza el mar, aunque en esta
Junto al grupo lagunar de Puelches hay una inscripción que dice “el curso de este río
Mención de Villagra
Hay constancias escritas de que hacia fines del siglo XVI entró a las Pampas siguiendo el
curso del río Diamante (y por consiguiente el Atuel y luego el Salado-Chadileuvú) una
expedición española proveniente de Chile, al mando del capitán Villagra, uno de los
subordinados de Valdivia. Según Zeballos, que cita el hecho, únicamente regresó a Chile el
capitán, completamente loco, quien señaló haber alcanzado un mar al norte del cual había
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montañas, cita que podría caber a una interpretación del paisaje de la depresión lagunar de
El padre Tomás Falkner, en su famoso libro, menciona la aventura de un barco español que
naufragó en el siglo XVII en cercanías de la boca del río Colorado. Los sobrevivientes,
remontando el curso hasta el Curacó y por éste hacia aguas arriba, habrían llegado hasta
años atrás un tipo de estufa hogar que no se parecía a ninguno de los conocidos. El origen
de ese poblamiento era anterior al siglo XX y cabía la posibilidad de que el fogón siguiera
compone de dos hileras de piedra del lugar con tierra apisonada en el medio. Paredes
semejantes solamente las hemos visto dentro de La Pampa en las llamadas “represas” de
Siempre en el ámbito de la sierra de Lihué Calel, en uno de los cerritos ubicados al este de
longitud que tiene es poca, ya que se ha visto rellenada por la acumulación, aunque hay
testigos que dicen haberla recorrido por casi una veintena de metros. (Ambrosetti, 1893)
En su libro Zeballos, que da la primera referencia, afirma que se trata de un cateo minero
realizado por los jesuitas, cuyo antigua presencia en la sierra da por un hecho. A ellos les
atribuye la vieja y extensa plantación de duraznos del lugar y durante su estadía en los
valles interiores de la sierra asegura haber hallado los restos de un poblamiento cristiano.
extensa y productiva en 1810, y tan referente que, para el viento del suroeste, era válida la
expresión “sopla el viento del lado de los duraznos”. En la expedición del coronel Pedro
Andrés García a Salinas Grandes sus informantes indios se los mencionan, agregando que
allí había restos de ladrillos. Ambrosetti avala la teoría de la mina de origen lejano,
Zeballos, 1961)
El dato de D Orbigny
En su libro Viajes por la América Meridional el francés Alcides D Orbigny consigna una
clara referencia de un grupo militar que, hacia 1820, cruza el desierto pampeano desde el
río Colorado al norte, hasta dar con un sitio sobre el Chadileuvú, donde hay árboles y
el poblamiento del interior argentino, señala que “La inmigración debió ser numerosísima o
tan antigua, que tuvo tiempo de multiplicarse hasta el estado de densidad que manifiestan
Pampa; (…)”. Aunque sin precisiones la afirmación empalmaría con la anterior cita de D
Ambrosetti, en su viaje a la zona en 1893, visita las minas de cobre ubicadas al sur de la
sierra deLihué Calel, en plena explotación en ese tiempo, y cita palabras del propietarios,
Juan de Dios Sepúlveda, chileno, quien le dice haber tenido noticias de la veta por parte der
su descubridor, Tomás Bovadilla, que llegó de Chile guiado por un antiguo mapa de los
jesuitas que indicaba el itinerario seguido por ellos en sus viajes desde Valdivia al Paraguay
El mapa de Dellachaux
En 1908 el geógrafo francés Enrique Dellachaux visita Lihué Calel y levanta un mapa
expeditivo de la sierra. En la escasa toponimia que consigna figura “Jagüel del Cura”,
su libro “Los indios araucanos de la Pampa”, y publica una fotografía del sector de Lihué
El estudio de Molinari
Más cercano en el tiempo el historiador Ricardo Luis Molinari cita el hallazgo en una isla
de la laguna Urre Lauquén, de una piedra muy bien tallada con el nombre “San Bernardo”.
Una anomalía
región. Para nuestra sorpresa detectamos una anomalía muy llamativa, consistente en un
trazado de forma cuadrangular y cuya razón de ser y antigüedad fue imposible constatar.
Una visita al sitio demostró que los rasgos son prácticamente imperceptibles a nivel del
sitio elevado y defendido por las aguas por tres lados. Sin forzar las inferencias llama la
atención su correcta alineación norte–sur y que las dimensiones de sus lados medidas en
metros, al ser llevadas a cuadras españolas dan exactamente ocho de largo por cuatro de
ancho. Algunos otros indicios que sugiere la foto entendemos que deberían ser pasibles de
Hasta el momento carecemos de otros elementos como para afirmar taxativamente que
pudiera ser una comprobación del primitivo poblamiento cristiano al que alude este trabajo.
posibilidad.
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Resultados
geografía pampeanas tienen una serie de datos dispersos (algunos con carácter de
evidencias) que contribuyen a cimentar la idea de una temprana presencia del hombre
blanco en La Pampa
Discusión
Las evidencias mencionadas apuntan a pensar con un alto grado de probabilidad que hubo,
efectivamente, una muy temprana presencia del hombre occidental en las Pampas del Sur, .,
que podría remontarse a finales del siglo XVI, dentro de lo que actualmente es territorio de
correcto que diluye en su elaboración la posibilidad del azar o la mera referencia, la cual,
por otra parte, también confirmaría en última instancia alguna presencia cristiana.
Quedan por analizar las causas de esa presencia. Todo parecería apuntar a la orden jesuita
aposentada en el sur de Chile. En efecto, los padres de la provincia de Chiloé debían rendir
Asunción del Paraguay y Córdoba. Esa circunstancia duró al menos hasta comienzos del
siglo XVIII, cuando se le dio jurisdicción propia a la provincia chilena. (Martín M. Morales
Por otra parte se sabe que existían caminos prehistóricos que unían ambas márgenes
oceánicas, senderos peatonales primero y ecuestres después que utilizaban los indios de
cristiana tras las grandes insurrecciones mapuches del sur de Chile, de los siglos XVII y
Con lo dicho bien cabe la posibilidad de que los padres jesuitas hubieran utilizado alguna
de esas rutas en sus periódicos viajes a la jurisdicción del Paraguay, haciendo estación
intermedia en un sitio estratégico hacia la mitad del recorrido, con agua, fácil de defender y
ubicar, donde pudieran tener recambios y reponer fuerzas para continuar el viaje. Su natural
inclinación científica los habría llevado, como primera facie, a esbozar un esquema
orohidrográfico de la región.
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Bibliografía citada
AMBROSETTI Juan Bautista: Viaje a la Pampa Central. Editorial Biedma. Buenos Aires,
1893.
DE LA CRUZ Luis: Viaje a su costa (…) T.II. Plus Ultra. Buenos Aires, 1960.
Aires, 2001.
FURLONG Guillermo: Cartografías jesuítica del Río de la Plata. Peuser. Buenos Aires,
1936.
GARCÍA Pedro Andrés: Viaje a Salinas Grandes, en De Angelis Pedro: Colección de obras
MARTÍNEZ SIERRA Ramiro: El mapa de las Pampas. Edición oficial. Buenos Aires,
1973.
MOLINARI Ricardo Luis: Viajes poco probables pero posibles (...) Boletín de la
OLASCOAGA Manuel J.(a) : Topografía andina. Jacobo Peuser. Buenos Aires, 1901.
RUEZ Luis F.: Los indios araucanos de la Pampa. S/d. Buenos Aires, 1929.
ZEBALLOS Estanislao S.: Viaje al país de los araucanos. Hachette. Buenos Aires, 1961.
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Cartografía citada
DE OVALLE Alonso: Tabula Geographica Regni Chili (...). En Cartografía jesuítica del
D LISLE Guillaume: Carte du Paraguay du Chili (...). En Cartografía jesuítica del Río de
DELACHAUX Enrique: Plano de la sierra de Lihué Calel. Separata revista del Museo de
La Plata. 1908.
SAFOND N.: Le Chili. En Cartografía jesuítica del Río de la Plata. Peuser. Buenos Aires,
1936.
Artículos en revistas