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“¿Cuál es tu Nombre?

”…
EHYEH ASHER
EHYEH… (Yahvéh)
“Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los
hijos de Israel, y les digo:
El Dios de vuestros padres me ha enviado a
vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es
su nombre?, ¿qué les responderé?
Y respondió Dios a Moisés:
EHYEH ASHER EHYEH (En hebreo es: “SERÉ EL
QUE ACONTECERÉ”)
Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: EHYEH (SERE)
me envió a ustedes.
Además dijo Dios a Moisés: Así dirás a los hijos de
Israel:
Yahvéh el Dios de vuestros padres, el Dios de
Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob, me
ha enviado a ustedes. Este es mi nombre
para siempre; con él se me recordará por
todos los siglos.”
(Shemot/Éxodo 3: 14-15)

En este evento sobrenatural en el que Moshé se encuentra con el Creador a través


de una zarza ardiente que no se consumía, vemos que Dios presenta su identidad
de un manera misteriosa. Moshé imaginaba justamente que el pueblo reaccionaría
con una pregunta. Al anunciar el encargo, preguntará: “¿Cuál es Su
Nombre?”
Esta pregunta es clave, y es una duda directa hacia la identidad de Dios. El
cuestionamiento es al mismo tiempo una petición de información sobre Su
Nombre, y de explicación de su significado.
Moshé le manifiesta al Creados que ciertamente el pueblo de Israel querrá saber
algo más sobre la Intención de Él hacia ellos. Al preguntarle Su Nombre, en verdad,
Moshé no está manifestando que no conozca cuál es el mismo, sin que busca
comprender el nuevo tipo de relación que el Eterno establecerá con la Comunidad
a la que lo está enviando. En el pasado el Eterno se había relacionado como el
Dios de los padres. ¿Qué Intención de relación tendrá ahora con Israel?

El Todopoderoso entrega a Moshé una respuesta que se distingue de aquella


destinada al pueblo, en respuesta a su eventual petición. El hecho que la
respuesta esté dirigida a Moisés, indica que la pregunta no es tomada de manera
superficial. Ésta revela algo de Moisés y del pueblo. Dios dijo: “Yo soy aquel
que soy” o mejor dicho “Yo soy el que seré“… o más cercanamente
traducido en su literalidad: “Yo fui, soy y seré lo que aconteceré“. Esta
expresión divina es ultra paradójica, ya que se trata tanto una respuesta como un
rechazo divino a responder. “Seré” como contestación a la pregunta “¿Cuál es
tu Nombre?” parece como la bofetada de un maestro a su discípulo, como un
severo rechazo a la propia pregunta.

Entonces para captar realmente la esencia del texto en cuestión, debemos


entender que esta pregunta, en realidad, está en el marco de la segunda objeción
que Moshé presenta a Dios para el cumplimiento de su misión vocacional. Dios
quiere hacerle entender a Moisés que se manifestará según su proyecto de
propósito eterno, más allá de todo lo que sus escogidos hayan planificado para sus
vidas.

Por ello, enseguida Dios dará una respuesta a la pregunta del pueblo dado
a Moisés, «Así dirás a los israelitas: Yahvéh, el Dios de vuestros
padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob,
me ha enviado a vosotros». (v. 15). También el pueblo experimentará el
Proyecto del Altísimo en su futuro más allá que Israel quiera o no. Una vez
explicado el significado del nombre, en una propuesta que es paralela a la del
versículo 14, se le da el mismo nombre inefable: Yahvéh el Dios con el que los
padres se había revelado. Es él quien ha enviado a Moshé. La parte final del
versículo 15 está dirigida nuevamente a Moshé: “Este es mi nombre para
siempre, por él seré invocado de generación en generación”. El
nombre se revela no para satisfacer la curiosidad de Israel, sino para ser
instrumento de una adoración continua, que permitirá que este Pueblo se
transforme en un reinado de sacerdotes (Éxodo 19:6).
Por lo explicado, debemos aceptar que el texto llega aquí a un lugar que se
encuentra más allá de las palabras, a la vez que trata de crear una apertura en
nuestra conciencia que permita una ascensión al mundo de arriba.

Debo aquí decir que cuando se habla de las cuatro letras o tetragrama no estamos
hablando de un nombre civil o una identidad distintiva entre muchas. Más bien
estamos hablando de una naturaleza divina que solamente posee en sí mismo el
Creador de todo lo existente. Es obvio que si no existe otro Elohim entonces no es
necesario distinguir entre lo únicamente distinguido que existe, ya que no hay otro
que pueda ser competencia o variedad. Su naturaleza divina consiste en la
eternidad del supremo reino que sobrepasa aun los límites del tiempo y del
espacio.

Nombre en el idioma hebreo se dice Shem y cuya percepción por un hijo de Israel
no es limitado a una identidad civil como sucede en occidente sino a una esencia
del ser a quien se refiere. Por ejemplo notemos que cuando Moshé le pregunta por
Su nombre, Él responde: “ehyéh asher ehyéh” (“Seré El Que Seré“) y
eso fue todo lo que El respondió en cuanto a Su nombre. Buscar una fonética al
tetragrama es como tomar literal la Torah, lo cual si sucede así nunca se llegará a
comprender su sentido y objetivo, y por mucho que se luche por conseguirlo lo
único que se logra es que el tiempo pase sin darnos cuenta y de esta manera
descuidamos lo más importante que es accionar en base a la voluntad divina.
“Seré el que Seré” puede querer decir “No tengo nombre, porque
ningún nombre podría abarcar lo que realmente soy“. También se
puede interpretar: “No importa cómo Me llames , porque lleno
todos los nombres (todas la palabras, todas las cosas, todos lo
tiempos, y todos los lugares), y cualquier nombre que
pretenda describirme Me será realmente un título que exalte
Mi Esencia“. El Midrash explica que esta expresión significa: “Yo no soy
llamado por ningún nombre permanente; Mi Nombre varía de
acuerdo con el modo en que Mis acciones son percibidas por el
hombre… El nombre Ehiyé asher ehiyé significa que al igual que Yo
estoy con ellos en este exilio; así estaré con ellos en sus futuros
exilios.”
La palabra “Ehyêh” (‫הייה‬ ‫) י‬, viene de la raíz primaria “hayâh” (‫הייה‬
‫א ה‬ ‫ ) י‬que es un
pasado en hebreo que se conoce como conjugación “qatâl”, en la que “hayâh”
significa, “el que fue, o ha sido” Por tanto, al ser “Ehyêh” un futuro en primera
persona se entiende como “Yo seré”.

La respuesta se vuelve más clara cuando, a lo largo de todas las Sagradas


Escrituras, el Tetragramatón (Yud, Hei, Vav, Hei), una combinación imposible del
verbo “ser” (Havah). Es decir, que el nombre ‫ יהוה‬no existe como palabra
corriente, sino que es construida a partir del presente del
verbo ser: ‫( הוה‬Havéh) y el prefijo ‫( י‬yod) que indica la tercera persona del
futuro, indicando el ser que es ahora y continúa siendo en el futuro. Se revela
como el Nombre correcto para señalar al verdadero Dios, y estaría dando a
entender “El que hace Ser“, “El que da el Ser“, o “El que trae las
cosas a la existencia“, y desde este supuesto equivaldría en cierto modo a la
idea de “Creador omnipotente y eterno”. Este nombre fue considerado
por Israel como el representante del Or Ein Sof (Luz Infinita) manifestándose en
la Creación con la Intención de traer todo al

Veamos detenidamente esto. La expresión: “Yo Soy El Que Seré”, nos indica
eternidad sobre todo lo existente. Está diciendo que Dios es el Ser mismo.
Todo el Ser; y de aquí surge la frase para definir Su naturaleza divina (“El que
fue, el que es, y el que vendrá a Ser”) que en hebreo se dice:
Cuando se toman las primeras letras de cada término entonces se forma el
conocido Tetragrama o Tetragramatón (YHVH). Esta palabra YHVH (Yud, Hey,
Vav, Hey) está relacionada con los dos verbos hayá (ser, estar,
existir) y havá (existir, devenir, llegar a ser, ocurrir). De este modo el estas
cuatro letras estarían pautando que Él Creador que habla y envía es Todo el Ser.

En la mente de Moshé la consciencia se elevó hacia las certezas que aseguran que
Todo contiene a Dios. No hay ningún lugar, ningún momento, ninguna cosa, por
cierto ninguna persona que no esté llena hasta rebosar de la Divina Presencia. Por
esto, el Nombre Y-H-V-H, no debería ser traducido como Dios o Señor, sino más
bien como “Es-Fue-Será” o “Es-Fue-Vendrá“. No es en absoluto un
verdadero sustantivo, sino que es un verbo que se detiene artificialmente mientras
está en movimiento y que se lo hace actuar como si fuera un sustantivo. Un
sustantivo que en realidad es un verbo nunca puede ser sujetado de forma muy
firme. Ni bien crees que “lo entiendes”, cuando entiendes a Dios como “entidad”
más o menos claramente definida, ese sustantivo se te escapa y se convierte en
verbo otra vez.

Dios es el Ser. Las cuatro letras del Nombre, tomadas a la inversa, deletrean la
palabra HVYH, que se pronuncia HaVaYaH, la cual significa “existencia“.
Todo lo que esexiste dentro de Dios, tal como lo expresara el apóstol Pablo a los
atenienses (Hechos 17: 28). Pero cuando damos vueltas esas letras y las
convertimos en el Nombre, se agrega el misterio que se le reveló a Moshé desde la
zarza. El cosmos que es infinitamente variado le da paso a un único Ser, a Uno en
cuya presencia sentimos que estamos de pies, Uno a quien nos permitimos
dirigirnos en la oración. Este Uno a quien nos dirigimos en su integridad es
infinitamente más que la suma de sus partes. “Dios es el lugar del mundo,
pero el mundo no es el lugar de Dios“, será la frase con la que los sabios
intérpretes del Tanak (Antiguo Testamento) asegurarán que el universo existe
enteramente, y en todos sus planos existenciales, dentro de Dios, pero Dios a su
vez permanece trascendente al universo. Un misterio que nunca el ser humano
terminará de entender, YHVH (Yahvéh) es infinitamente mayor que HVYH
(Havayah).
Entonces el Nombre YHVH (Yahvéh) se vuelve garantía en la conciencia de Moshé.
Este Nombre contiene el pasado, el presente y el futuro. Todo lo que fue, es y será
existe en una sola simultaneidad porque el abrazo divino es más grande que
cualquier división en tiempo lineal. Solo para los mortales , que nos vemos
limitados por el tiempo, es real esa división. Yahvéh significa, “él estaba, está
y estará”, “él está presente y en absoluto control”. Esto significa que
Yahvéh es un Dios activo, cuyo señorío se manifiesta en su acción liberadora en la
historia (Ex 3:7-10). Lo decisivo no es el valor lingüístico del nombre divino, sino la
relación que en él se expresa entre Dios y los eventos históricos. Él es Eterno,
Perfecto, Infinito, Omnisciente, Omnipresente, Omnipotente, Inefable,
Incomprensible, Sabio, Santo, es el Creador de todas las cosas, no está limitado a
nada, y es el único digno de ser adorado y de recibir culto por parte del ser
humano. Él es el mismo de ayer, de hoy, y por los siglos de los siglos. (Hebreos
13:8).
Moshé deberá enseñar a Israel los códigos de este Nombre, ya que los hebreos
podrán confiar en lo que dicho Nombre revela, promete y garantiza: un Dios será
eficaz para Israel en todo momento. Ellos captaron por medio de este Nombre el
amor perfecto de YHVH por su Pueblo, pues estas letras proclamaban un mensaje
de amor: “Seré el que Seré” (o “Aconteceré en quien aconteceré“), es
decir: “Estaré con ellos en esta aflicción y estaré con ellos cada
vez que me requieran“. Por esta causa, la fe de Israel no se basó nunca en la
etimología del oscuro nombre de Ex 3:14, sino en el hecho que Yahvéh reveló su
nombre en su acción poderosa y salvadora en favor de su Pueblo. Así ellos
caminarán en Nombre de su Dios, si Él camina “con ellos” (Miqueas 4:5).
Yahvéh revela a Moshé, desde la zarza, su Intención de darse a conocer y entrar en
relación matrimonial con Israel, pero al mismo tiempo, se revela en un Nombre
que no puede ser objetivado y manipulado, cuyo sentido puede ser captado sólo a
través del actuar histórico del Eterno. Ninguna interpretación teológica podía
abarcar su misterio.

Moshé asume así la certeza de que el Nombre que se acaba de revelar no es una
definición filosófica de la esencia divina, sino más bien una descripción de su
actuar benevolente en el mundo a favor del ser humano, a través de Su Pueblo
Escogido. El nombre indica en la Sagradas Escrituras la identidad del Dios que
actúa en la historia. Así Moshé encuentra la fortaleza que le garantiza la
convicción del porqué y para qué sacará a los hebreos de la esclavitud en
Mitzraim.

Ante todo esto, es maravilloso entender que Dios se manifiesta a Moshé


revelando Su Nombre. El hombre esclavo de la religión pretende reducir a Dios a
una imagen e introducirlo en sus propios esquemas. En este sentido se debe
recordar cómo en la antigüedad la imagen de la divinidad era considerada como
una realidad mágica, poseyéndola era posible dominar al mismo dios. La lucha
contra las imágenes de Dios es una lucha contra cualquier intento por reducir al
Eterno a un objeto manipulable del hombre, de hacerse un dios para su propio uso
y consumo, un dios a su imagen que se conforma a su semejanza. Por lo tanto, al
revelarse como Yahvéh, Israel aprenderá que Él es un Dios que se debe escuchar
antes de ver.

Por lo tanto, el Altísimo se revela a sí mismo sin ofrecer una imagen, pero
buscando una relación con el hombre. Y en la plenitud de los tiempos se
descubrirá que esta imagen asume todos los rasgos de un hombre, Yeshúa
HaMashiaj. Yahvéh se hará visible en Yeshúa, en el que podemos descubrir la
verdadera imagen de Dios (Colosenses 1: 15).

Ampliando pues este estudio, recordaremos que la palabra YHVH (Yud, Hey, Vav,
Hey) está relacionada con los dos verbos hayá y havá, lo cual implica que Él es
(eternamente), Él vive (y no puede morir) y Él hace vivir (da existencia a todo ser
vivo). Él es el que existe por si mismo, el único ser real, el eternamente presente. Él
es la fuente de toda realidad, incomparable, sin límite, autosuficiente, eterno e
inmutable. Por eso el profeta proclamó:
“¿Quién lo ha hecho y lo ha realizado, llamando a las
generaciones desde el principio? Yo, HaShem (YHWH), soy el
primero, y con los postreros estoy.”
(Isaías 41:4)

Esto nos enseña que el Eterno no está dentro del tiempo. Él es el primero y al
mismo tiempo está con los postreros. Él está en estos momentos presente en el
huerto del Edén cuando Adam toma el fruto prohibido. Él está en estos momentos
presente cuando su Hijo está derramando su sangre en el madero. Él está
presente en este mismo momento en la segunda venida del Mesías y en el juicio
eterno. Él está en el pasado, el presente y el futuro al mismo tiempo. Él es
Omnipresente. No necesita recordar el pasado, ya que Él está en el pasado. Él no
necesita pronosticar el futuro, pues está en el futuro. Él es el primero y con los
postreros está.

Esto implica que Él no necesitaba ver el futuro y el pasado en el momento cuando


el Mesías murió por todos los hombres. Él estaba presente en todas las vidas de
las personas que habían vivido, las que vivían en ese momento y las que iban a ser
creadas en el futuro. Y por razón de que Él es YHVH, él puede trasladar los
pecados de todos los hombres del pasado, presente y del futuro, y colocarlos en el
cuerpo de su Hijo a fin de que él pueda morir por todos sin excepción. Así que en
estos momentos el Eterno está viendo la muerte de Yeshúa, sangrando por ti. Su
muerte está eternamente presente ante el trono celestial.

Por causa de esa muerte tú y yo tenemos acceso a su Trono de misericordia. Por


causa de que ÉL ES, podemos nosotros estar con Él y recibir su vida eternamente y
para siempre.

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