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2.

EL SILENCIO PERFECTO

Tomamos a manera de introducción de este apartado algunas definiciones del poeta Paul
Celan:

« Lo importante en el lenguaje es la precisión».


« Poesía: lo fatalmente único del lenguaje».
« El poema se afirma al límite de sí mismo».
«El que anda con la cabeza, señoras y señores, el que anda con la cabeza tiene el cielo
como abismo bajo sus pies».

1.

En su libro Extracción de la piedra de la locura (1968) en el apartado III, Caminos del


espejo: hay toda una serie de epigramas que alcanzan un máximo de brevedad, al quedar
la poesía de Pizarnik reducida apenas a epigramas o frases. (Frases es el título del
poema más fragmentado de Las iluminaciones de Rimbaud). Uno de los epigramas dice:
«¿y qué deseaba yo? deseaba un silencio perfecto por eso hablo».
La vecindad entre poesía y silencio tiene la edad de la poesía misma. O del silencio.
Escuchamos esta famosa definición heideggeriana: «el lenguaje es el son del silencio»
Pizarnik transita este camino por muchos motivos. Entre otros, por su brevedad,
concisión y economía de lenguaje, jamás logrados con tanta eficacia por poeta alguno.
Leemos «Como una niña de tiza rosada en un muro muy viejo súbitamente borrada por
la lluvia». En unas pocas palabras se refieren cuestiones sobre la feminidad, la infancia,
lo efímero y tantas otras cosas; insinuación, multiplicidad de significados abiertos por
obra y magia de la poesía. Es decir ese deseado «silencio perfecto” parece ser logrado,
consumado y consumido en su poesía.
«Llega un día en que la poesía se hace sin lenguaje» escribió alguna vez, argumentando
una vez más en favor del silencio. «Enamorada de las palabras que crean noches
pequeñas en lo increado del día y su vacío feroz».

silencio
yo me uno al silencio
yo me he unido al silencio
y me dejo hacer
me dejo beber
me dejo decir»

2.

Vamos a la célebre frase de Heidegger: «El lenguaje es la casa del ser»


(en Carta al humanismo) o el concepto de Lacan: “El inconsciente está estructurado
como un lenguaje» La pregunta a formular podría ser ¿en qué lugar se paró Alejandra
Pizarnik para escribir:

Cuando a la casa del lenguaje se le vuela el tejado


y las palabras no guarecen
yo hablo.
Parece una continuidad, una respuesta de Pizarnik a las otras dos frases cruciales del
pensamiento contemporáneo. De esta «declaración de principios» se desprende su
posición en el habla. Es evidente que eligió «pararse en la tormenta», «a la intemperie»,
«en un lugar al viento» para utilizar una metáfora, la del viento, que ella tanto ha
reiterado, tal vez originada en aquel epígrafe de Trakl, el gran poeta del expresionismo
alemán. Es decir, va a hablar cuando «las palabras no guarecen». Hay un
posicionamiento sin concesiones que no dejaba mucha opción. Bien, en la variada
cantidad de interpretaciones y clasificaciones que ha recibido la obra de Alejandra
Pizarnik, no sería erróneo, aún cuando toda definición es incompleta, situarla cerca de
los existencialistas. El existencialismo, tal como lo conocemos, no es una escuela
poética en sí misma, sino una rama de la filosofía. Pero a la vez sería una tontería
soslayar sus tempranas lecturas de Sartre, Kierkeggard, el inmenso poeta Friedrich
Hölderlin, poeta que. según el filósofo Martin Heidegger, le indica hacia dónde mirar) o
mismo las lecturas de Rilke y de Trakl, de los que no casualmente también se ocupó
Heidegger dejando algunas de sus palabras más brillantes. Es decir, toca los puntos más
altos de la filosofía del ser.

La experiencia de la angustia atraviesa la filosofía existencialista, no como una


negatividad, sino casi como un motor, una posibilidad, un llamado, como clamor del
ser, tomando el nombre de un libro de Alan Badiou sobre Deleuze. Por otro lado
entendemos que la desprotección nos puede resguardar cuando la tornamos hacia lo
abierto, un concepto de la Octava Elegía de Rilke: lo abierto, lo no configurado, lo
ilimitado, el campo de la percepción pura. Es decir la desprotección también puede ser
un lugar donde pararse si desde allí podemos o sabemos ver, contemplar y percibir.
Surge entonces una estirpe que va a marcar la filosofía del ser: «los poetas en tiempo de
penuria». Esto viene de una de las célebres elegías de Hölderlin, llamada Pan y vino.

Y ¿para qué poetas en tiempos de indigencia?


Pues son como los sacerdotes sagrados del Dios del vino,
que erraban de tierra en tierra, en la noche sagrada»

En una crítica a un libro del gran ensayista y poeta e íntimo amigo de Pizarnik, Héctor
Murena, Alejandra dice: «Al esperarlo todo de la palabra es muy posible que solo llegue
la fe en el silencio». Como ocurre con la mayoría de los escritores, en su crítica parece
estar hablando de ella misma. Y cita la gran novela Hiperión de Hölderlin. “Desearías
un mundo por eso lo tienes todo y no tienes nada». Y demostrando un conocimiento del
tema que delata esa «filiación existencialista» ignorada por la mayoría de los estudios
que le fueron consagrados, cita palabras de un poema en prosa de Heidegger que se
llama La voz del camino: «Y la voz nos conduce a la patria donde están nuestros
orígenes», que en Heidegger y en Hölderlin hacen a la Grecia presocrática. Con todos
estos recuadros resulta inevitable pensar en la cercanía de Alejandra con el
existencialismo.
Habíamos dicho que esa « flor no lejos de la noche», no aún en la noche pronto
habitaría ese «espacio privilegiado de lo oscuro». En el concepto heideggeriano la
noche es sagrada porque los dioses han huido, y en su elegía Hölderlin menciona en el
mismo plano, en retirada, a Hércules, a Dionisio y a Cristo. Es la noche del mundo. El
predominio de la técnica. El mundo contemporáneo. El triunfo del concepto de eficacia
relegando la angustia de la existencia. En esta circunstancia, en la que Heidegger
incluye al amado Rilke de Alejandra: los poetas como custodios del ser. Los que ponen
en riesgo lo más preciado: el lenguaje. La frase es célebre: «Poesía es fundación del ser
por la palabra ». Siguiendo con Heidegger «Poesía no es un modo más elevado del
habla cotidiana. El hablar cotidiano es un poema olvidado y agotado por el desgaste y
del cual apenas podemos oír». Justamente: el habla como son del silencio. En este punto
uno está tentado de considerar a Alejandra como una de los « poetas en tiempos de
penuria» que cantan en la noche del mundo. Una más que peregrina de tierra en tierra en
la noche sagrada como los sacerdotes del dios del vino.

3.

Filosofía, la de Martin Heidegger, que tanta incidencia tendría en Lacan. Porque si la


obra de Pizarnik es una poética del ser, es también una poética del lenguaje. La
indagación y las referencias al habla son una constante en su obra, en sus cartas en sus
diarios: «me pruebo en el lenguaje» escribió la poeta, como quien se pone a prueba o
quien se prueba un vestido. También es llamativa la cercanía de su obra con algunos
conceptos de Lacan. Hay muchos ejemplos de similitudes entre la obra de la poeta y
conceptos del psicoanálisis. Por ejemplo, su respuesta a « las palabras hacen el amor»
de André Bretón: «no, las palabras no hacen el amor hacen la ausencia».O el concepto
del sexo y de la muerte como lo que escapa a la simbolización. Leemos este poema
sorprendente, publicado hace pocos años en Poesía completa, titulado Solamente las
noches, fechado en el año de su muerte:

escribiendo
he pedido, he perdido.

en esta noche en este mundo


abrazada a vos,
alegría del naufragio.
he querido sacrificar mis días y mis semanas
en las ceremonias del poema.

he implorado tanto
desde el fondo de los fondos
de mi escritura.

Coger y morir no tienen adjetivos.

4.

Volviendo al tiempo cronológico de su obra, luego de su primer y renegado libro La


tierra más ajena, llega La última inocencia (1956), que es precisamente eso, lo que su
título indica: un último acto de inocencia antes de sus libros más perfectos. El libro está
dedicado a su célebre psicoanalista León Ostrov. Es el segundo libro de Alejandra pero
el primero de su bibliografía oficial. El título del libro es un apartado de Una temporada
en el infierno de Arthur Rimbaud. Los primeros versos del poema que abre el libro, en
los que alude a sí misma como «la muchacha», inaugurando una larga serie de maneras
de nombrarse en el poema. Se juega un estado inaugural o de decisión:

Ahora
la muchacha halla la máscara del infinito
y rompe el muro de la poesía.

De hecho esto ocurre. Ahora sí.

También se nombra o alude como «la de los ojos abiertos». Escribe: «Hay que salvar al
viento», verso que luego rectificará en una carta a su analista. Se nombra como «la
enamorada». Estos poemas aún la conectan con cierta tradición iniciada por Alfonsina
Storni, tal vez incluso con cierto orden patriarcal. No es aún la Alejandra desaforada y
temible de los últimos libros.

esta lúgubre manía de vivir


esta recóndita humorada de vivir
te arrastra alejandra no lo niegues

hoy te miraste en el espejo


y te fue triste estabas sola

Escribe con cierta candidez que conforma un estilo que le es propio: «pequeña estatua
de terror». Le dedica un poema a Rubén Vela, compañero del grupo Poesía Buenos
Aires, de quien estuvo enamorada y a quien luego dedicará Las aventuras perdidas.
Cierra el libro con dos poemas esenciales: Poema para Emily Dickinson y Solo un
nombre. Este es el primer libro que firma con su segundo nombre: Alejandra. Puede
advertirse claramente que la poeta, de veinte años, es algo más que una promesa.

Destacamos un fragmento de una carta enviada por Alejandra a Rubén Vela:

(…) y ya que dije vivir debo hablar de poesía, de la mía de la que estoy haciendo
de la que está haciéndome...Comienzo a tener conciencia de ella, la quisiera lo
más sencilla posible, desnuda, esencial, inocente».

Remarcamos la frase “hablar de poesía, de la mía, de la que estoy haciendo, de la que


está haciéndome...” Es un hecho que la poesía la estaba forjando, la estaba haciendo,
refiere a los poemas perfectos que conformarán Árbol de Diana, era la poesía quien
estaba constituyendo a Alejandra Pizarnik. Como en ese célebre ensayo de Heidegger
que pregunta si es el artista el origen de la obra o viceversa.

En 1958 aparece Las aventuras perdidas dedicado a Rubén Vela y con epígrafe del
poeta expresionista Georg Trakl:

sobre negros peñascos


se precipita embriagada de muerte,
la ardiente enamorada del viento

dato que no es menor porque esa ardiente enamorada del viento que nombra Trakl
parece uno de los sujetos textuales que Alejandra usó para decirse en los poemas. En ese
breve fragmento, Trakl parece ser más Pizarnik que Pizarnik misma. Destacamos
algunos recursos utilizados por la poeta:

« es el mundo enojado con mi risa»


« hace tanta soledad
que las palabras se suicidan»

El procedimiento gramatical de adjudicarle al entorno un estado personal logra la


poesía, ya que no sería lo mismo decir «estay enojada con el mundo» o «estoy tan sola
que me suicidaré». Expresado en estos términos, no pasaría de una queja personal o
catártica. Este otro procedimiento será una constante en su obra: el desdoblamiento

sin ti
el sol cae como un muerto abandonado
sin ti me tomo en mis brazos
y me llevo a la vida
a mendigar fervor.

Movimientos del sujeto, duplicación del yo que se toma en sus propios brazos para
llevarse a la vida. Subrayamos otro poema crucial. El que dedica a su psicoanalista León
Ostrov y que tiene un título por demás acertado: El despertar. Allí, en medio de
imágenes audaces, repite una y otra vez como una plegaria aterrada:

Señor
que haré con el miedo
que haré con el miedo.

Esta forma de plegaria nos dice qué va a hacer con el miedo: poesía. Una obra. Y esta
posición es una ética si volvemos a esta línea de Hölderlin: «Es poéticamente como el
hombre habita esta tierra».

Luego del devaneo de Alejandra entre las carreras de periodismo, letras y filosofía, Ana
María Barrenechea cuenta esta anécdota: « Estábamos en la 9 de julio y Viamonte y a
veces había un coche de caballos que nos paseaba de noche. Paseamos por la ciudad y
al pasar frente a la Facultad de Filosofía y Letras y Alejandra en esa exultación
escupió sobre Viamonte en un ataque de ruptura con lo académico y nos moríamos de
risa » .Tal vez la universidad neurótica de los cuerdos se nutre de las revelaciones de los
locos, existe por parte del sistema una apropiación neurótica y repetitiva de las
creaciones de unos pocos.

En tren de anécdotas, vale contar que en su célebre departamento de Avenida de Mayo,


Alfonsina Storni intentó besar al por entonces joven escritor Manuel Mujica Láinez,
quién huyó aterrado, a lo que Alfonsina retrucó « yo sólo considero amigo a un hombre
después de haberlo besado». El mismo Manucho años más tarde expuso sus obras
plásticas con Alejandra. Y fue Alejandra quien luego sorprendió con un beso en la boca
al escritor Ricardo Zelarayán, para luego decirle: «Es un beso por prescripción médica
para exorcizar deseos lésbicos».

Citamos a continuación un fragmento de un reportaje a Olga Orozco, su más intima


compañera literaria:

«Alejandra era mucho menor que yo... la conocí cuando tendría 34 años y ella
18, en un bar que se llamaba La Fantasma, bueno, ella se acercó para
preguntarme si yo era yo, y darme unos poemas que tenía, y que correspondían al
primer libro que publicó después, un libro que ella misma hizo desaparecer; lo
retiró de todas las personas a quien se lo había dado, no estaba de acuerdo con
ese libro. Era un ser muy especial Alejandra, si estaba en una reunión trataba de
ser un poco el centro, de ser brillante, conversadora, alegre, pero cuando se
quedaba con las personas que tenía mucha confianza se desmoronaba. Era muy
angustiada, era agónica casi por naturaleza. Sumamente angustiada. A mí me
pedía certificados, cuando se sentía muy mal me llamaba por teléfono a cualquier
hora, entonces yo le daba certificados que decían por ejemplo: "yo, gran sibila
del reino, certifico que a Alejandra Pizarnik no se le cruzará ninguna mala
sombra, ningún pájaro negro se posará sobre su hombro; a su paso se abrirán
todos los caminos luminosos...". Entonces eso le duraba unos días, después me
decía: "bueno, ya se me gastó, por favor hazme otros».
« (…) era como si ella lo esperara todo de la palabra y muy poco de la vida en sí.
No sé, uno no puede construirse una casa permanente con la palabra, uno
necesita muchas otras cosas».

5.

Hacia 1960 hace su viaje iniciático a París, hecho crucial en su vida y en su obra pues es
allí donde terminará por definir el “tono” de su poesía. Leemos fragmentos de algunas
cartas a su terapeuta León Ostrov en 1960, mientras trabaja en varios de sus mejores
poemas: « o lo hacés y trabajás como una mujer adulta o vas al Sena y das el sonido de
un cuerpo menos»,
Subrayamos este párrafo: «Dos semanas sin ver nada, sin visitar a nadie, sino como
empujada por alguien o algo terriblemente fuerte y yo me decía trabaja, si trabajas te
vas a salvar. ». «No tengo miedo de morir tengo miedo de esa tierra ajena, agresiva,
tengo miedo del viento”. Invierte el «hay que salvar al viento» por «hay que salvarse del
viento».

«Trabaja», ese imperativo que el vital escultor Rodin dio como cura y clave a su
discípulo Rainer María Rilke; «Trabajar es vivir sin morir»

«Yo no sé hablar como todos. Mis palabras suenan lejanas y vienen de lejos»

Y ese silencio perfecto tan buscado parece plasmarse en los poemas breves de Árbol de
Diana (1962) donde la poeta parece haber hallado la tónica de su voz.

1.
«He dado el salto de mí al alba.
He dejado mi cuerpo junto a la luz
y he cantado a la tristeza de lo que nace. »

3.
«solo la sed
el silencio
ningún encuentro »

«cuídate de mí amor mío


cuídate de la silenciosa en el desierto
de la viajera con el vaso vacío
y de la sombra de su sombra »

13
«explicar con palabras de este mundo
que partió de mí un barco llevándome »

18
«como un poema enterado
del silencio de las cosas
hablas para no verme »

23
«una mirada desde la alcantarilla
puede ser una visión del mundo »

«la rebelión consiste en mirar una rosa


hasta pulverizarse los ojos»

28
«te alejas de los nombres
que hilan el silencio de las cosas»

31
«Es un cerrar los ojos y jurar no abrirlos. En tanto afuera se alimenten de relojes
y de flores nacidas de la astucia. Pero con los ojos cerrados y un sufrimiento en
verdad demasiado grande pulsamos los espejos hasta que las palabras olvidadas
suenan mágicamente. »

38
«Este canto arrepentido, vigía detrás de mis poemas:
este canto me desmiente, me amordaza. »

Con respecto a este último poema vale relacionar que Rilke escribe en sus Sonetos a
Orfeo: « El canto es existencia» « Cantar es ser. »

Es decir el poetizar procura existencia. Dice un verso de Rilke: solo el canto sobre la
tierra celebra y consagra.

6.

En el libro El alma romántica y el sueño, de Albert Beguin, que muchos señalan como
el libro favorito de Alejandra, hay un bello análisis de Hölderlin, con la cita de un
poema del autor:

« El amor más profundo perecerá por siempre...


¿Qué podemos amar que no sea una sombra?
Murieron ya los sueños dorados de mi infancia
y la Naturaleza también, la que me amaba . »

Esta es la cita de Hölderlin. No tendría nada de sorprendente de no ser por un texto de


Pizarnik recogido en Textos de sombra y últimos poemas, fechado el año de su muerte u
luego recogido en su Poesía completa.

Recuerdos de la pequeña casa del canto.

« No lo diré. Hasta yo sobre todo yo me traiciono. Como un niño de pecho he


acallado mi alma. Ya no se hablar, ya no puedo hablar. He desbaratado lo que no
me dieron, que era todo lo que tenía. Y es otra vez la muerte. Se cierne sobre mí,
es mi único horizonte. Nadie se parece a mi sueño. He sentido amor y lo
maltrataron, si, a mí, que nunca había querido. El amor más profundo perecerá
por siempre. ¿Qué podemos amar que no sea una sombra? Murieron ya los
sueños dorados de mi infancia y la naturaleza también,
la que me amaba... »

Es decir, todas las frases del final de este poema de Alejandra pertenecen a Hölderlin, lo
que es asombroso porque es “ciento por cien Pizarnik” y nadie podría pensar que el
gran poeta alemán escribe de modo similar a Alejandra. Este ejemplo perfecto de
intertextualidad nos muestra que la poesía es un campo mucho más extraño, vasto y
misterioso de lo que podemos imaginar.

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