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En la primera parte de este trabajo intentaremos clarificar las dificultades que nacen del
estudio moderno de los evangelios. A continuación presentaremos el esbozo de un
método que nos permita encontrar una solución auténtica al problema en sus dos
vertientes: que la historia evangélica está kerigmatizada y, por otro lado, que los
evangelios "narran fielmente lo que Jesús, Hijo de Dios, viviendo entre los hombres,
hizo y enseñó realmente para su eterna salvación" (Dei Verbum 19). En una palabra, es
preciso mostrar que entre el Jesús histórico y el Cristo de la fe no hay ruptura sino
unidad y continuidad.
EL PROBLEMA
En los últimos años, diversos estudios han demostrado que la autenticidad literaria de
los evangelios no es suficiente argumento de historicidad. En primer lugar, no falta
quien ponga en duda la autenticidad literaria de Mateo y Juan. Aun manteniendo ésta,
sin embargo, el argüir que eran apóstoles -testigos oculares- no prueba que todos sus
relatos tengan valor histórico en lo que a Jesús se refiere, ya que han de tenerse en
cuenta las tradiciones asimiladas en los textos. Es igualmente arbitrario suponer que la
versión griega de Mateo sea simple traducción literal del primitivo texto arameo. Por
otro lado, y con respecto a Marcos, parece claro que además del testimonio de Pedro
confluyen también en el evangelista otras fuentes, así como elementos de naturaleza
redaccional.
La dificultad principal, sin embargo, surge del hecho de que los evangelios no se
pueden concebir como simple testimonio directo e inmediato. En ellos hay, además, una
"actualización" del mensaje de Jesús según las necesidades de la comunidad cristiana,
una larga y laboriosa tradición (historia de las formas: Formgeschichte) y, por otra
parte, una visión teológica propia de cada evangelista sobre los hechos y palabras del
Señor (historia de la redacción: Redaktionsgeschichte), es decir, todo un trabajo de
interpretación teológica.
IGNACE DE LA POTTERIE, S. I.
Fue M. Kähler el primero en distinguir entre Jesús y Cristo, según la distinción de los
términos alemanes historisch y geschichlich. Lo importante para la fe, se venía a decir,
no es el "Jesús histórico" sino el "Cristo bíblico" que nos ofrecen los eva ngelios. A
partir de Kähler se ha buscado cada vez más sustituir una teología de la vida de Jesús
por una teología del kerigma.
Así hizo Bultmann, para quien la existencia histórica de Jesús y su predicación son
simple presupuesto del kerigma apostólico que es el auténtico comienzo del
cristianismo. El interés de la fe se reduce al Cristo enseñado en el kerigma: entre el
Jesús histórico y el Cristo bíblico se establece una ruptura radical. Y es así como
Bultmann ha podido concluir: "Sobre el Jesús de la historia no sabemos casi nada".
Según esto los evangelios dejan de ser historia: para la crítica radical serán sólo
kerigma.
Otros autores se esfuerzan por llenar de manera positiva el abismo abierto por la
historia de las formas entre el Jesús histórico y el Cristo de la fe. Quienes se mantienen
fieles a la importación existencial de Bultmann no buscan, en el Jesús de la historia, una
mera referencia a unos acontecimientos tomados objetivamente (hechos brutos) sino que
se esfuerzan por conocer la actitud personal que el mismo Jesús mantuvo
subjetivamente. Buscan, así, la continuidad entre la predicación de Jesús y la de la
comunidad pascual (Käsemann), entre la fe de Jesús y la de la Iglesia primitiva
(Ebeling), entre el significado del Jesús histórico y el significado del Cristo predicado
(J. Robinson). En esta línea, sin embargo, el interés se centra casi exclusivamente en el
mensaje y palabras de Jesús, descuidando los hechos significativos de su vida.
ESBOZO DE UN MÉTODO
Para un estudio seriamente crítico de los sinópticos se han de tener en cuenta tanto el
análisis literario como la interpretación teológica.
Un análisis de esta índole puede llevarnos a los últimos estratos de la tradición. Pero,
¿son realmente históricos estos últimos elementos?, ¿con qué criterio afirmamos o
negamos que tal o cual elemento del kerigma primitivo corresponde a una palabra o
hecho personal de Jesús? Es el problema de los criterios de historicidad, de los que
enunciaremos los que parecen más válidos y son admitidos con mayor unanimidad por
la crítica.
Jesús, al que ya nos hemos referido). Claro está que un juicio acabado sobre la
autenticidad deberá tener siempre en cuenta también lo s otros criterios.
muy propio: nada hay en ellos de publicidad y provecho personal, son siempre "signas
de salvación", íntimamente ligados con la fe y la venida del Reino. Estas diversas
características dan garantías de autenticidad histórica.
Un segundo paso nos lleva a interpretar la voz de la comunidad pascual para hacer lo
mismo, en un tercer momento, con la redacción propia de los evangelistas. Ta nto el
kerigma primitivo como los evangelios no se limitaron a reproducir exacta y
mecánicamente la vida de Jesús, sino que atendían a su significado para la vida cristiana
según las necesidades de la Iglesia.