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Banda de Guerra – Yeguada

Latinoamericana
[manifiesto]
BY VD · PUBLISHED FEBRERO 7, 2018 · UPDATED FEBRERO 16, 2018
No seguiremos portando e inscribiendo en nuestras cuerpas
ningún tipo de norma o mandato sexual. Por el contrario,
decidimos tensionar y estallar en las fisuras de aquellas
imposiciones naturalizadas y reproducidas como verdad. Nos
rebelamos, escupimos y deformamos el “deber ser mujer”
hetero-normada en Chile y Latinoamérica. Por ello, entre todas
componemos una yeguada, caballada, existencia disociada, nos
transformamos en animalas no humanas, no mujeres,
recogemos lo primitivo, lo mitológico, lo fundante, para aparecer
visibles, sujetas públicas, esparciendo el flujo indecoroso por las
calles del ombligo de Santiago, bestias lúbricas, marchando,
pisoteando decididas el cemento que dirige a los cuerpos
productivos. Deformamos el cuerpo dócil, transitamos
indecentes, a pasos del “santo padre”, el tótem cristiano, el
Estado-nación. Nos autodenominamos “yeguada” y recordamos
el proceso de colonización que introdujo animales no originarixs
de estos territorios con el objetivo de instrumentalizarles,
disciplinarles, someter su movimiento, su existencia y
utilizarles como tecnología militar. En su segunda visita, Colón
trajo una yeguada de 7 hembras con el propósito de
esclavizarlas para reproducción y carga. Hacemos ahí un cruce
con nuestras propias cuerpas fragmentadas, cosificadas,
etiquetadas para el consumo. Nuestros órganos son nombrados
por la tecnología política del cuerpo como “órganos
reproductores”, mutilando el deseo, el sexo, invisibilizando y
negando la utilización de éstos para el placer, castigando la
transgresión.
Foto por Vicente_serpiente.

Foto por Vicente_serpiente

Nosotras hemos decidido abortar el silencio y la posición


subalterna. Abortamos la patria como fundamento, así
como la identidad chilena, para gritar que somos
latinoamericanas yeguas y mestizas, mutantes. Nos
burlamos de la historia colonial vestidas de jumpers de color
“verde institucional”, que representan el uniforme de esos
cuerpos dóciles, deformados y esculpidos por la institución de
Carabineros de Chile, dotados de coerción directa y poder fácil,
sucio, represivo. El uniforme borra las diferencias y define un
ejercicio controlado. Los cuerpos restringen su movimiento,
aprenden el desfile, controlan el esfínter, definen un peinado, el
vestido, la falda, el maquillaje. El uniforme define límites con les
otres, impone identificación, permite cierto estatus público. Y
esto ocurre con el escolar, el carabinero o el doctor. Los cuerpos
se instruyen y educan: la palabra, el silencio, lo bueno y lo malo,
el ideal… Las, los y les cuerpes de todes les actores sociales
portan prótesis que moldean su desplazamiento e incluso sus
deseos, así como lo hacen los uniformes policiales que
indistinguen y borronean la piel, los huesos, el miedo, el criterio,
la voluntad.
Foto por Vicente_serpiente

Como yeguas rechazamos la posición subalterna en la que los


humanos han situado a les animales no humanes, así como la
estructura patriarcal ha sitiado y situado a la mujer.
Concretamente en esta contingencia nos oponemos al uso de la
denominada bestia, a su uso como mano de obra esclava,
sometida y destinada a resguardar los intereses de las
instituciones de poder. Nos reconocemos como sujetas
insumisas frente a esa construcción histórica que ha hecho el
hombre blanco, heterosexual y cisgénero, el cual nos ha
posicionado y calificado como inferiores, mutilando nuestra
animalidad e instintos. Cuando nos rebelamos o decidimos
subvertir nuestras prácticas se nos persigue y busca castigar,
denigrar con insultos especistas de animales no humanos
feminizados, intentando hacer también de nuestras libertades
estigmas y patologías. Si aquel es el costo de la transgresión a
la norma, declaramos que somos las yeguas, las perras, las
zorras, las cerdas, las vacas, y todas aquellas sometidas por el
antropocentrismo patriarcal, colonizador y neoliberal, que
explota e invisibiliza todo cuerpo no hegemónico, lo controla y
somete en nombre de la “humanidad” y el progreso.

Foto por Fernanda


Valenzuela.

Re-inventamos nuestro modo de manifestarnos, siendo


irreverentes e inmorales para la mayoría de las personas
a quienes el Estado y la Iglesia tienen anestesiades.
Usamos sus estrategias para incomodar. El bronce marca el
paso y produce una atmósfera apocalíptica que la propia
institución escolta, permitiendo con ello evidenciar la extraña
familiaridad que evoca nuestra presencia, su instrucción militar
puesta en conflicto y en impotencia. No concebimos que se le dé
bienvenida al jefe de la Iglesia Católica, pues esta institución fue
actor protagónico en el proceso de sometimiento de los pueblos
originarios. No olvidamos, ni silenciamos el hecho de que aún
existen iglesias y conventos en territorios mapuche usurpados.
Por ello nos preguntamos ¿Para qué una visita del Papa en
un país “laico” desde 1925, si no es para pedir disculpas
y devolver lo que se ha robado?, ¿para qué su presencia
y espectáculo, si no es para dar cara ante tanta violación
y abuso infantil por parte de los que encarnan la Iglesia?
¿Cómo recibir de brazos abiertos a un Papa que justifica
a pedófilos y pederastas, hablando de “calumnias” ¿Un
ridículo defensor de la paz y la justicia, que no es capaz
de interceder por la injusta persecución a la machi
Francisca Linconao y tantos otros perseguidxs
políticxs? La denominada autoridad católica omite y sataniza
los debates de identidad de género, aborto libre y sin causales y
matrimonio igualitario, entre otras consignas contingentes,
normalizando y reproduciendo prácticas opresivas y de
sometimiento.

Foto por Lorna Remmele.

Por todo lo anterior y en base a la recepción violenta que ha


tenido nuestra acción, ante los vínculos tácitos y aún latentes
entre Iglesia-Estado, la valoración mesiánica del empresariado y
las grandes élites nacionales, ante la elección de un reconocido
delincuente como presidente de la República: declaramos que
estamos en guerra, en resistencia, como yeguas locas,
indisciplinadas, haciendo sonar nuestras trompetas en el cielo y
en las cuerpas.

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