Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
8
INSTALANDO PATRONES DE AUTOCUIDÁDO
SANOS EN EL TLP: UNA PIEZA
CLAVE PARA LA ESTABILIZACIÓN
con el cuidador. Esto puede escindir el sentido del self del niño en «una parte de mí que
es aceptable» y «una parte de mí que no es aceptable» (ver capítulo 7 sobre la
diferenciación).
encontrar para ellos soluciones realistas. Esto con frecuencia queda muy lejos de la
perspectiva del paciente, que está centrado en buscar alivio rápido para su malestar o
le presenta al terapeuta su problema para que este lo arregle por él. Recolocar la
posición terapéutica de cara a que la persona trabaje en aprender a cuidarse de un modo
sano requiere un modelado por parte del terapeuta respecto a la aceptación, el apoyo
realista y constructivo, y el reconocimiento de lo que afecta al paciente y lo que necesita.
dres hacen lo que pueden, muchas veces no se dan cuenta de cómo se sienten sus hijos
porque ellos mismos no están muy conectados con sus propias emociones, o cuando el
hijo se siente mal, ellos se desbordan y se sienten muy mal, con lo que el niño o se
desborda más o tiene que preocuparse de regular al adulto para mantener ahí a su
cuidador. Otras veces a los padres les han pasado cosas en la vida que los tienen
bloqueados, y esto se dispara en presencia de sus hijos, reaccionando de modo
automático. No tratamos de juzgarlos, solo de entender cómo estas cosas pudieron
afectarte, así como aprender a hacer las cosas de otro modo dentro de ti, a romper ese
ciclo».
más fácil que las emociones se acumulen y que la niña no sepa qué
hacer con ellas, por lo que puede tratar de desconectarlas o des-
bordarse cada vez que las nota. Arrastraremos con facilidad estos
patrones hasta nuestra edad adulta.
Paso 1. Imagen
Le decimos al paciente: «Aquí sentado, como el hombre o mujer adulto que eres
ahora, ¿puedes simplemente mirar a ese niño?».
Si el paciente dice que sí, le pediremos que nos describa cómo lo ve. Tomamos
nota de indicadores de (1) desconexión (no puede verlo, no puede hacer el ejercicio,
es una foto estática que no le dice nada...), que nos hablan de disociación o de un apego
primario distanciante, de (2) excesiva conexión o «contagio emocional» (al mirar al
niño se desborda con la misma emoción de este o muestra señales
© EDICIONES PLÉYADES, S.A. INSTALANDO PATRONES DE AUTOCUIDADO SANOS [...] 149
Le pediremos al paciente que mire a ese niño a los ojos, sin juzgarlo, y que
simplemente note su sensación física y emoción cuando lo hace. Tanto si expresa
rechazo como si afirma ver bien al niño, le solicitaremos localizar la sensación en el
cuerpo. A veces el adulto no refiere perturbación, pero la sensación corporal orienta
hacia algún grado de malestar.
to la mirada, no tengo que sentir esos sentimientos» o «Si no miro, no tengo que ver lo
horrible que fue». Cualquiera que sea la respuesta del cliente, el terapeuta puede
responder «piensa en eso», acompañado por estimulación bilateral.
Si hay una perturbación identificada, puede medirse en una escala SUD (unidades
subjetivas de perturbación) de 0 a 10. Pero cuando hay dificultades de conexión o de
toma de conciencia, no se buscará esta medición. El objetivo de obtener un nivel de
perturbación es cuantificar el cambio subjetivo durante el procedimiento, pero se omitirá
cuando se considere que añade una dificultad difícil de manejar para el paciente o pueda
ser contraproducente. El terapeuta será quien decida cuándo usar o no mediciones
específicas.
Todo impedimento para que el^aciente como adulto pueda mirar a los ojos al niño
que fue, con aceptación y cariño, se procesará con estimulación bilateral, de modo
similar a la fase 4 del protocolo estándar, partiendo de la sensación física.
Al volver al blanco le pedimos de nuevo al paciente como adulto que vuelva a mirar
al niño y nos diga lo que ve, qué es distinto ahora (potenciamos el cambio) y
© EDICIONES PLÉYADES, S.A. INSTALANDO PATRONES DE AUTOCUIDADO SANOS [...] 151
El terapeuta le pide al paciente como adulto que trate de darse cuenta de lo que
el niño necesita. Al preguntarle al adulto si el niño es suficientemente mayor para darse
cuenta y hablar de estos temas, podremos introducir información sobre lo que era
inadecuado a algunas edades. Por ejemplo, preguntar a un niño de un año qué necesita
no sería apropiado, pero el paciente, que tuvo que hacer muchas cosas inapropiadas
para su edad cronológica, puede carecer de esta información adaptativa acerca del
cuidado. En cualquier caso, el terapeuta ayudará al paciente como adulto a «darse
cuenta» más allá de lo que el niño puede ver, a desarrollar esa mirada mental. Puede
ofrecerse distinta información adaptativa. Por ejemplo, cuando el niño afirma que no
necesita nada, el terapeuta puede decir: «Este niño está acostumbrado a hacerse el
fuerte, a ignorar lo que le gustaba o necesitaba, porque los adultos estaban siempre tan
preocupados... Pero tú como adulto puedes ver que sería mejor que como niño no tuviera
que preocuparse de nada, simplemente de disfrutar y dejar que otros cuidaran de él.
¿Cómo podrías explicarle todas esas cosas a un niño? Que ha estado preocupándose
de no dar problemas a los mayores durante tanto tiempo que le resulta difícil cambiar,
pero que las cosas son diferentes contigo, que te gustaría que pudiese permitirse a sí
mismo disfrutar como un niño, ser solamente un niño...».
puede emplearse la estimulación bilateral para reforzar estos cambios. Cuando el adulto
tiene dificultades para comprender y cuidar al niño, el terapeuta puede estimular
activamente que esto suceda. Con frecuencia los pacientes son capaces de cuidar
adecuadamente de otras personas o les gustan algunos animales. El terapeuta ayudará
al paciente a activar esta capacidad de cuidar a otros. Por ejemplo, si el paciente conoce
a algún niño que le genera el impulso de cuidarlo, el terapeuta le pedirá una descripción
detallada de cómo se siente hacia ese niño y cómo lo cuida. Este rol cuidador será
reforzado con estimulación bilateral. Si el paciente no es un cuidador saludable de
ningún niño, puede echarse mano de cualquier rol cuidador: hacia otro adulto, una
mascota, un cachorro... siguiendo el mismo procedimiento.
Tras reforzar la capacidad de cuidar del adulto, esta se encauzará hacia el niño
interior del paciente. El terapeuta le pedirá como adulto que, sintiendo su capacidad de
cuidar a otros, mire ahora al niño que fue. Tras preguntar al paciente, se introducirá un
set de estimulación bilateral para ligar las redes de autocuidado con la imagen del niño.
Si el paciente como adulto informa al terapeuta de cambios en su capacidad de cuidar
de ese niño en su imaginación, puede medirse en una escala de 1 a 7, similar a la escala
VOC (validez de la cognición) en el protocolo estándar, donde 1 es «no me siento capaz
de cuidar del niño que fui» y 7 «me siento completamente capaz de cuidar de ese niño».
La capacidad subjetiva de cuidar será instalada con estimulación bilateral, introduciendo
la información adaptativa necesaria o volviendo a las redes de cuidado sano con otras
figuras cuando sea necesario.
Una vez que el paciente como adulto, con la ayuda necesaria del terapeuta, pueda
identificar lo que necesita el niño, tratará de satisfacerlo en su imaginación. Por ejemplo,
si el niño necesita cariño, el terapeuta le pedirá que se imagine dando al niño el cariño
que necesita, del modo que el adulto considere más adecuado.
El proceso continuará hasta que las dificultades para que el paciente como adulto
cuide del niño que fue no estén presentes y sienta una capacidad para hacerlo con un
nivel de 7. Con pacientes que sufrieron negligencia o traumatización graves en la
infancia, las mejorías pequeñas han de ser entendidas como grandes cambios, y tratar
de completar el procedimiento no es realista y puede ser inadecuado. En estos casos se
evitará hacer mediciones si el terapeuta considera que pueden generar presión al
paciente, haciéndole sentir incapaz o ansioso. En estos casos, decir simplemente
«puedo aprender a cuidarme mejor» es la única creencia adaptativa posible, pero es un
gran paso para ellos.
© EDICIONES PLÉYADES, S.A. INSTALANDO PATRONES DE AUTOCUIDADO SANOS [...] 153
dimiento. Si el proceso se desarrolla hasta llegar a un adulto que es capaz de mirar a los
ojos del niño que fue con cariño y aceptación incondicional, entendiendo su necesidad
esencial y atendiéndola, reforzaremos la corporalización de este recurso fundamental.
Le pediremos al paciente que localice en su cuerpo dónde nota a ese niño dentro
de él, en qué parte del cuerpo lo localizaría. El paciente puede decir, por ejemplo, «en el
pecho». Le requeriremos entonces que mire su mano de adulto, sus manos capaces de
cuidar, y que coloque su mano sobre esa zona del cuerpo donde nota a ese niño interior,
con gesto de cuidar de él. Vigilaremos que el gesto sea realmente de cuidado y que la
persona no esté presionando o tratando de «arrancarse» la sensación, ayudándole a
darse cuenta de esto. Si la sensación y el gesto son positivos, haremos estimulación
bilateral.
Paso 8. Cierre
Circunstancias especiales
Los demás deberían estar ahí cuando Me relaciono con gente que no me trata
los necesito bien
Siempre soy yo el que tiene que estar Aguanto situaciones que me hacen daño
pendiente de los demás demasiado tiempo
Nadie me reconoce lo mucho que hago No soy capaz de decir que no
por los demás
Permito que la gente invada mi espacio
Siento que me tratan injustamente y no personal
entiendo por qué Me cuesta defender mis derechos
Me molesta que los demás no Me siento utilizado con frecuencia
respondan en seguida a mis
necesidades Puedo llegar a disculpar cualquier cosa
La gente es muy desagradecida que me hagan
© EDICIONES PLÉYADES, S.A. INSTALANDO PATRONES DE AUTOCUIDADO SANOS [...] 157