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Informe de caso Una mujer de 60 años se presentó al Departamento de Cirugía Maxilofacial con
un inicio gradual de inflamación dolorosa en el dorso de la lengua. El paciente fue remitido por el
departamento de otorrinolaringología con la preocupación de que se trataba de una posible
malignidad. No había antecedentes de trauma. La historia médica pasada también era no
contributiva. El examen oral reveló una masa firme y blanda de aproximadamente 3 × 4 cm que
involucraba el lado izquierdo del dorso de la lengua y el piso de la boca. La mucosa estaba intacta y
los movimientos de la lengua no se vieron afectados. No hubo linfadenopatía cervical ni signos de
infección sistémica. El examen nasofaringoscópico no reveló ninguna lesión sincrónica. El examen
hematológico reveló leucocitosis y aumento del nivel de proteína C reactiva (PCR). Las
investigaciones radiológicas previas a la biopsia incluyeron imágenes de resonancia magnética
(RM) con contraste en la cavidad oral y el cuello (figuras 1 y 2) que revelaron una gran lesión
heterogénea que afectaba el lado izquierdo de la lengua y el piso de la boca. Los hallazgos de la
imagen coincidieron con una posible neoplasia sin adenopatía significativa en el cuello. La
tomografía computarizada (TC) del tórax y el abdomen con contraste intravenoso no reveló
enfermedad distante. Se obtuvieron biopsias profundas y la histopatología reveló células
inflamatorias con colonias de actinomicosis (Fig. 3). El ácido periódico-Schiff-diastasa (PAS-D) y la
inmunohistoquímica confirmaron el diagnóstico de actinomicosis. La paciente fue tratada con un
curso de 4 semanas de amoxicilina oral y se le indicó que usara un enjuague bucal con gluconato
de clorhexidina al 0,2%. La lesión mejoró gradualmente y finalmente se resolvió por completo. El
paciente ha permanecido libre de enfermedad tanto clínicamente como en la imagen de
seguimiento durante más de 8 meses. Según nuestro conocimiento, este es solo el segundo
informe en el que se ha utilizado la RM en el diagnóstico.
Discusión
Los sitios más comunes son la región cervicofacial seguida de abdomen y pulmones [1]. La
actinomicosis de la lengua es rara y representa solo un pequeño porcentaje de los casos
notificados de actinomicosis en la literatura en idioma inglés. Algunos de los casos reportados y su
manejo se describen como un breve resumen en nuestro informe (Tabla 1). Según estos hallazgos,
la actinomicosis de la lengua se debió principalmente a un traumatismo local, pero a veces no
hubo un factor etiológico obvio. Las manifestaciones clínicas de la actinomicosis pueden ser
confusas e imitar otros procesos patológicos. Una historia detallada es invaluable para determinar
si es una patología infecciosa o neoplásica. La presentación comúnmente informada es dolor,
hinchazón e induración del dorso o lengua lateral. La propagación directa de esta infección a los
tejidos adyacentes puede causar osteomielitis de las mandíbulas [17] y desfiguración facial. La
actinomicosis cervicofacial también puede afectar a órganos como los pulmones, el corazón y el
cerebro a través de la corriente sanguínea del tejido infectado. Aunque la actinomicosis
diseminada es poco común, pero si ocurre, puede conducir a un fallo multiorgánico y la muerte si
no se trata [18].
Los radiólogos deben estar familiarizados con las diversas características clínicas y radiológicas de
la actinomicosis. Kurtaran et al. (2011) informaron la actinomicosis de la lengua como una masa de
realce de alto contraste en la imagen MRI ponderada en T1, mientras que un hallazgo ponderado
en T2 fue una masa hiperintensa [13]. La mayoría de las características radiológicas descritas no
son consistentes con nuestros hallazgos de IRM (Fig. 1) que enfatizan la variación en la apariencia
dependiendo de las cantidades de granulación inflamatoria y tejido fibroso dentro de la lesión
[20]. La actinomicosis puede simular una neoplasia, pero ciertas características de las imágenes,
especialmente en la RM, pueden ayudar a diferenciarla de la malignidad. La lesión generalmente
está mal definida y puede ser transespacial, mientras que las lesiones neoplásicas generalmente
están mejor definidas. La presencia de señal de T2 baja con áreas que no mejoran con la lesión
representa gránulos actinomicóticos. La falta de una adenopatía significativa en el cuello en
presencia de una lesión grande debe llevar a la consideración de diagnósticos diferenciales no
malignos que incluyen abscesos, malformaciones vasculares, enfermedades crónicas
granulomatosas como la tuberculosis o la sífilis (Tabla 2).
No hay evidencia de alta calidad que respalde el uso de un régimen de antibióticos de primera
línea. La resolución exitosa después de 4-6 semanas de terapia con penicilina, como en nuestro
caso, se observó en la mayoría de los estudios [21]. La clindamicina, los macrólidos y la doxiciclina
son opciones alternativas [22,23]. La adición de metronidazol como adyuvante a un inhibidor de la
beta-lactamasa es de beneficio comprobado con infecciones recurrentes y polimicrobianas de
Actinomicosis [24].