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las escenas reproducidas. Su actividad parece dirigida a poner en práctica métodos alter-
nativos para el autorretrato, pero también puede ser resumida como una especie de tra-
lar, captando la imagen reflejada de la artista junto con las distintas imágenes que en el
otras han sido buscadas y seleccionadas en función de la narrativa del proyecto. Con esto
mentados.
cluye imágenes de cine, series televisivas, noticieros, obras de arte y otras representacio-
nes en las que las mujeres son protagonistas. Todas estas imágenes parecen compartir la
tancia al factor melodramático que aportaba el texto y se ha optado por trabajar la fotogra-
fía como una escritura en sí. La conexión de estas fotografías con diversos productos de
la cultura de masas debe ser descifrada por el espectador. El propio título del libro ha re-
Women are fiction pudiera reescribirse como ”Women are / Fiction”. Al dividir la frase en
dos términos en tensión, nos queda un término cuyo referente se interrumpe a medio
construir (“Women are…”), algo que se resiste a ser definido y completado, algo inconclu-
so y en proceso. Y del otro lado nos queda un término autorreferencial (“Fiction”), porque
¿cómo hablar de la ficción sin acudir a la ficción? Es el carácter mismo de la ficción lo que
deviene fascinante. Porque la ficción es una cualidad del relato, asociada a su condición
lencia simbólica, que aquí es ya relativamente obvia: las mujeres son ficciones relatadas
por y para los hombres, en un universo discursivo todavía dominado por la voz masculi-
na.
Tal vez esa división conceptual nos dé alguna pista sobre el por qué tenemos aquí dos
tación, pero llama la atención sobre la condición tecnológica y el carácter mediático de las
mediante un tipo de imagen que puede ser interpretada como privada o al menos más
subjetiva o psicológica.
El paso de la pantalla a la impresión nos deja con imágenes llenas de ruidos y de velos,
que no parecen aptas para la fijeza. Hay algo basto en esas representaciones que se dis-
por medio del reflejo, rompiendo la relación directa del cuerpo con la cámara, fotografian-
do con la mediación de otros objetos o superficies (el espejo, por ejemplo) y distorsionan-
do la figura. Ahora lo hace mediante una superficie de menor opacidad aparente (la panta-
lla), haciendo más profunda la infiltración del reflejo en el objeto, y provocando situaciones
En este proyecto el reflejo es recíproco: la artista se refleja en la superficie que está foto-
grafiando, pero dicha superficie proyecta en la cámara sus propias imágenes, lo que deja
un rastro difuso tanto en la pantalla como en la foto. Ese rastro es lo que podemos nom-
brar como fantasma. De hecho, podemos concluir que lo que fotografía Bencosme no es
su propia cara o su propio cuerpo, sino su fantasma. Y esa probablemente es una de las
claves de su estética.