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El trastorno alimentario se correlaciona con el grosor cortical.

Gregory L. Wallace, Emily Richard, Cynthia S. Peng, Annchen R. Knodt, Ahmad R.


Hariri

Los rasgos de comportamiento asociados con varias formas de psicopatología se


conceptualizan como dimensionales, que varían desde los presentes en un trastorno
franco hasta la expresión subclínica. La demostración de los vínculos entre estos rasgos
de comportamiento y los indicadores neurobiológicos, como la estructura cerebral,
proporciona una forma de validación para esta visión. Sin embargo, a diferencia de las
dimensiones de comportamiento asociadas con otras formas de psicopatología (por
ejemplo, trastorno del espectro autista, trastorno por déficit de atención con
hiperactividad, trastornos antisociales), los rasgos de los trastornos alimentarios no se
han investigado de esta manera a pesar de la posibilidad que tiene este enfoque para
dilucidar etiológicamente mecanismos Por lo tanto, examinamos por primera vez los
endofenotipos neurales de la anorexia nerviosa y la bulimia a través de los rasgos
dimensionales (medidos usando el Inventario de trastornos de la alimentación 3) en una
muestra subclínica grande de adultos jóvenes (n = 456 yn = 247, respectivamente;
edades = 18 –22 años) que proporcionaron cada uno un escáner de imagen de
resonancia magnética estructural. El espesor cortical se cuantificó en 81,924 vértices a
través de la superficie cortical. Encontramos: 1) el aumento de los rasgos del trastorno
alimentario correlacionado con la corteza más delgada en la ínsula y la corteza
orbitofrontal, entre otras regiones, y 2) el uso de estas regiones como semillas, el
aumento de las puntuaciones de los rasgos del trastorno alimentario moduló
negativamente la covarianza estructural entre estas regiones de la semilla y otras
regiones corticales vinculado a las funciones reguladoras y sensoriomotoras (p. ej.,
cortezas frontales y temporales). Estos hallazgos son paralelos a los encontrados en la
literatura clínica (es decir, una corteza más delgada en estas regiones relacionadas con
los alimentos en individuos con trastornos de la alimentación) y, por lo tanto,
proporcionan evidencia que respalda la visión dimensional de los rasgos de
comportamiento asociados con los trastornos de la alimentación. La extensión de este
enfoque a los estudios genéticos y de neuroimagen genética promete informar la
etiología.

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