Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
Sumario:
Introducción.
1.- Evolución.
6.- Ley 118. Regulación de los Servicios de Seguridad Privada. Ciudad de Buenos Aires.
Conclusiones.
Introducción:
Las siguientes páginas detallan los avatares legislativos por los que ha debido transitar la materia en
nuestro país, a lo largo de este último medio siglo de vida normativa. Especial atención merecen, en
primer término, el Dictamen de las Comisiones de Defensa Nacional, de Asuntos Constitucionales y de
Legislación Penal; y, luego, aquél formulado por las Comisiones de Seguridad Interior y de Legislación
Penal. Ambos han sido consecuencia de los distintos proyectos de ley presentados en el Congreso de la
Nación durante los períodos de sesiones de 1996, 1997 y 1998. Gozan de un denominador común: dan
cuenta de la magnitud de la cuestión en la sociedad argentina, e instrumentan una serie de dispositivos
tendientes a brindar cobertura constitucional a este trascendental segmento de la iniciativa privada en
materia de seguridad.
Consiguientemente se analizan los cuerpos legales sancionados sobre la base de aquellos proyectos de
ley y dictámenes citados. Tal el caso del Decreto presidencial 1002/99, y las leyes en materia de
prestación de servicios de seguridad privada tanto en la Ciudad, como en la Provincia de Buenos Aires.
Se afirmará, por último, que la efectiva y esmerada aplicación de las citadas leyes resituará al Estado
como garante y gestor de las políticas públicas en materia de seguridad. Ese rol fundamental que se
había desdibujado en la anómica trastienda, en la cual, durante muchos años, transitó la seguridad
privada en la Argentina.
1.- Evolución.
Contrariamente a lo que podría imaginarse en virtud del carácter masivo que ha ido paulatinamente
adquiriendo la alternativa privada en materia de seguridad, la regulación legal sobre las mismas se
remonta al año 1932, momento a partir del cual habrán de ensayarse distintas formulaciones normativas.
Establece en su texto que no podrá ejercerse la función de policía privada sin previa autorización de la
Jefatura de Policía (art.1), la cual será concedida tan sólo a personas con "buenos antecedentes y
costumbres", debiendo el interesado presentar una solicitud indicando expresamente el personal que
ocupará en la misma (art.2).
Hace referencia a los "agentes" y "sociedad de investigaciones particulares", exigiendo la constitución de
domicilio, tanto real como legal, así como un reglamento aprobado previamente por la Policía; destacando
expresamente (art.4) que no podrán aceptarse comisiones de carácter ilícito o inmoral, así como aquellas
que sin serlo, fuesen peticionadas por personas que no hubiesen acreditado su identidad. Pone en
cabeza de los agentes y sociedades de investigación particular la obligación de dar cuenta, en el día,
acerca de toda comisión aceptada que se refiera a asuntos de interés público. Igual cosa les resulta
exigida en relación al resultado obtenido en sus tareas (art.5).
Su texto, además, traza la relación de subordinación existente entre la Policía y estos agentes o
sociedades, al poner en cabeza de las últimas la obligación de suministrar cualquier dato pertinente que
sea solicitado por la Policía; siendo la División de Investigaciones el órgano con poder delegado para
asegurar el efectivo cumplimiento de los siete artículos que integran su texto.
Años después, el día 14 de enero de 1954, mediante el decreto-ley 333/54, se sancionó la Ley Orgánica
de la Policía Federal, que sustituyó al comentado Estatuto. No contempló la misma la facultad de emitir
edictos, sino, tan sólo, su aplicación por parte de la Policía Federal dentro de las competencias asignadas
por el Código de Procedimientos en lo Criminal (art. 6). No obstante ello, ya desde el año 1948 tenía a su
cargo el control y la supervisación de las policías particulares en virtud de lo dispuesto en el edicto
reseñado, decretado por esa institución durante el período comprendido entre 1944/1954.
El Edicto de Policía Particular de fecha 22 de enero de 1948 está compuesto por 15 artículos y deroga, a
su vez, un anterior del día 15 de julio de 1932. Según se desprende del texto, el destinatario de las
distintas normas que lo conforman es el "agente" o la "sociedad de investigaciones privadas", y la
autoridad de aplicación resulta ser la propia Policía Federal Argentina, institución que, entre otras
funciones, tiene a su cargo la autorización para el debido funcionamiento de las mismas (art. 2) y la
aprobación del reglamento que regule su actuación (art. 4).
Determina también el carácter de las investigaciones admitidas e impone las exigencias a cumplir durante
la ejecución y trámite de aquellas (art. 6). Así, por ejemplo, no podrán tener carácter ilícito o inmoral,
debiendo acreditar la identidad de quienes soliciten el servicio por medio de su respectiva documentación
personal, y contando el agente o sociedad de investigación privada, en todos los casos, con un archivo
integrado por legajos de asuntos investigados.
También la Policía Federal resulta ser quien impone y ejecuta las sanciones en caso de infracción de las
normas que integran el Edicto comentado. Las mismas podrán consistir, según su gravedad, en multas,
arresto de 15 a 30 días (art. 9), o bien en la cancelación de las autorizaciones otorgadas, en los casos en
que las tareas llevadas adelante por estos agentes o sociedades no se ajustasen a las finalidades legales
que motivaran su creación (art.10).
El presente régimen fue ratificado y convalidado años después, mediante el Decreto Ley 17.189, del día
14 de septiembre de 1956, firmado por el entonces presidente de facto, Pedro Eugenio Aramburu. Su
texto formula un juicio crítico acerca de los edictos de policía, considerando que "... importan ... un avance
sobre las facultades del Congreso de la Nación... que presentan, además, defectos técnicos y notorias
faltas de sistemática, que se evidencian en soluciones incongruentes e inadecuadas...". No obstante ello,
resuelve mantener "... la vigencia transitoria de los edictos sancionados hasta la fecha, pues de lo
contrario se produciría un vacío en la legislación, incompatible con la preservación del orden y la
seguridad pública".
1.3- Ley 21.265.
El día 24 de marzo de 1976, fecha en la cual la última dictadura militar usurpó el poder público en la
Argentina, se sancionó la Ley 21.265, relativa al Servicio de Seguridad Personal. En sus considerandos
expresa la finalidad de regular el servicio de seguridad personal prestado por empresas y particulares a
los interesados que así lo pretendan, debido a que "... la anómala situación en que se desenvolvió hasta
el presente la vida del país, ha posibilitado en esta materia abusos y también actos delictivos...". Su texto
fue el resultado, concretamente, del afán de neutralizar normativamente a la por entonces frecuente
existencia de personas armadas que, en el entorno inmediato de numerosos sindicalistas, ejercían
funciones de protección personal.
En primer término, dicha Ley prohíbe la prestación del servicio de seguridad personal a aquellas
empresas y particulares que no estuviesen habilitados legalmente para ello, en un registro que en todo el
territorio nacional tendrá a su cargo la Policía Federal, quien asimismo detenta facultades en lo que a la
regulación del servicio se trata (arts.1/2). A las empresas y particulares a la fecha habilitados para la
prestación de servicios del tipo se les impone la obligación de renovar la misma dentro de un plazo no
mayor de 10 días posteriores a su entrada en vigencia. (art. 3).
Tanto en el caso de mediar una solicitud de habilitación como de renovación, las empresas y particulares
deberán informar a la Policía Federal respecto del número e identidad del personal con el que cuenten,
las armas que disponen, sus vehículos, el material de comunicación y respecto a la sede de la empresa.
Pesa sobre las mismas, además, la obligación de solicitar autorización con carácter previo a su actuación
funcional; tan sólo una vez obtenida podrá entonces ejecutar la tarea solicitada (art. 4).
Esta iniciativa de control sobre las empresas privadas de seguridad personal se expresa, asimismo, en las
sanciones previstas para los "... responsables de las empresas y los particulares que infrinjan lo dispuesto
en los artículos 1 y 4 in fine...". Se castiga a aquellos con una pena de prisión estipulada entre los seis
meses y los dos años; sin poder ser excarcelados en caso de encontrase ya procesados, ni beneficiarse
con el instituto de la ejecución condicional de haberles sido impuesto una sentencia condenatoria (art. 5).
Dirigido a la reglamentación de la Ley reseñada precedentemente, fue dictado el día 25 de junio de 1976,
llevando impresa la firma del entonces presidente Videla y del Ministro de Interior, Harguindeguy.
Se encuentra compuesto por 28 artículos que se refieren a los "servicios de seguridad personal prestados
por empresas y particulares", y no como lo hacía el Edicto de 1948, a los "agentes" o "sociedades de
investigación privadas". La autoridad de contralor permanece -tal como viésemos- en manos de la Policía
Federal Argentina; en el ámbito de la Capital Federal tal tarea es desempeñada por el Departamento de
Delitos Federales y, en el interior del país, por la Delegación de la Superintendencia de Seguridad Federal
(art. 1 ).
El presente régimen legal supone, en relación al anterior, un considerable aumento de los requisitos de
habilitación y funcionamiento. Entre ellos cabe contar el deber de las empresas y particulares de indicar el
personal que se encuentra a su cargo, el detalle referido a la cantidad de vehículos y medios de
comunicación, del armamento del que dispusiese y su respectiva adecuación legal (art.8). Las personas
que se contratasen deberán tener una edad mínima de 21 años de edad, excepto quien se dedicase tan
sólo a tareas de índole administrativas (art. 13). Previo a su contratación deberá comunicarse a la Policía
Federal Argentina la identidad de las personas, así como sus datos filiatorios y la certificación de los
trabajos que con anterioridad hubiesen realizado. En caso de considerar que la persona en cuestión no
reúne las condiciones necesarias para desempeñarse en una agencia del tipo, la Policía Federal podrá
denegar su contratación (art. 11).
Los servicios prestados por estas empresas resultan también objeto de supervisación por parte de la
autoridad de contralor. En forma mensual deberán presentar un parte en el que conste, en forma acabada
y fehaciente, la identidad del usuario del servicio y las características de aquél, los horarios en que se
hubiese prestado y la identidad del personal empleado. La utilización de armas se encuentra autorizada y
subordinada a las disposiciones para entonces vigentes en la materia (art. 26), no contando sus
dependientes con más facultades que aquellas que el Código Procesal Penal otorga al común de los
ciudadanos (art. 22).
Por último, con el fin de evitar cualquier identificación con los servicios desempeñados por instituciones
oficiales, se les prohíbe a las empresas y particulares la utilización de nombres que pudieran inducir a
error a los usuarios de los mismos. Idéntica prohibición se establece en torno a la utilización de nombres o
siglas ya autorizados, que se hubiesen destinado a otras agencias en actividad. (art.7).
De fecha 4 de mayo de 1978, con la firma de Videla y Harguindeguy, en tan sólo dos artículos introduce
modificaciones al régimen del Decreto 1063/76. La Policía Federal continúa teniendo a su cargo en todo
el territorio nacional la habilitación, el registro y la regulación de los servicios de seguridad personal
prestados por empresas y particulares, por medio de custodias, para la protección de personas.
También se modifica el artículo 4to. del Decreto 1063/76, estableciéndose que si durante el transcurso de
las funciones inherentes a los servicios de seguridad personal se tomase conocimiento de un hecho
delictivo perseguible de oficio, se deberá dar inmediato aviso, no ya como lo establecía aquél -a la
autoridad policial-, sino que, por el contrario, a la "... autoridad jurisdiccional competente". Tal cosa resulta
coherente con la modificación introducida en el artículo 1ro., que, según se vio, introduce nuevos actores
institucionales en lo que al control de estas empresas se refiere.
Con la firma del presidente Raúl Alfonsin y del Ministro del Interior, Enrique Nosiglia, en fecha 1 de
septiembre de 1988 se aprobaron mediante este Decreto las normas reglamentarias para la habilitación,
registro y control de las agencias y sociedades de policía particular. En sus Considerandos se define el
concepto de "investigación privada", entendiendo por aquella a la pesquisa desarrollada en el ámbito civil,
comercial y laboral, sin incluir el penal, el cual, según establece, resulta exclusivo de los poderes del
Estado.
Esta vez se hace referencia a los "agentes y sociedades de policía particular", incorporando la figura del
director técnico, una suerte de gerente de las mismas, así como el imperativo de presentar, tanto aquél,
como los agentes, aptitud psicotécnica e idoneidad funcional (art. 3). La primera de ellas, acreditada por
medio de un certificado extendido por la autoridad competente, dará cuenta de la aptitud del sujeto para
desarrollar las tareas inherentes a la actividad en cuestión. La idoneidad funcional dependerá de la
aprobación de un examen rendido ante la autoridad de control, quedando exceptuados del mismo quienes
se hubiesen desempeñados durante no menos de 10 años en las fuerzas armadas, instituciones de
policía o en el servicio penitenciario.
Nuevamente en este régimen es la Policía Federal quien a través del Departamento de Delitos Federales
tiene a su cargo la regulación, habilitación, registro y control de estos agentes y sociedades, quienes
solamente podrán desarrollar sus actividades contando para ello con la debida autorización (art. 1).
Tratándose de una sociedad pesa la exigencia de encontrarse regularmente constituida, expresando en la
solicitud de habilitación su nombre y domicilio legal, y aportando la documentación que acredite su
constitución regular. Los agentes deberán aportar sus datos filiatorios e identidad, los certificados de
trabajos desempeñados con anterioridad y la autorización para el examen de sus antecedentes judiciales
y policiales. Por lo demás, tal como se viera en el régimen impreso por el Decreto 1063, deberá
efectuarse una rigurosa enumeración de los vehículos a su cargo, su identificación fehaciente, los
inmuebles afectados a la actividad y, finalmente, presentar un proyecto de reglamento interno (art.6).
Entre aquellas personas que no pueden desempeñarse como agentes o directores técnicos se
encuentran quienes presten servicios en las fuerzas armadas, de seguridad, o en el servicio penitenciario;
así como aquellos que hubiesen sido separados de las mismas por razones disciplinarias. Tal
incompatibilidad se extiende, además, a quienes ejerzan funciones o fuesen empleados en las
administraciones públicas, tanto nacional como provincial. Tampoco pueden hacerlo las personas que se
hallen procesadas o registren condenas por delitos dolosos, o bien, en su caso, los que hubiesen sido
sancionados contravencionalmente por una conducta que, atento su naturaleza, resultase incompatible
con el desempeño de la presente actividad. Por último, cabe agregar dentro de esta nómina a los
inhabilitados para ejercer el comercio (art. 5).
También este régimen exige al agente o a la sociedad de policía particular el deber de comunicar los
datos personales de las personas contratadas, así como las tareas en las que habrán aquellas de
desempeñarse (art. 10). Los trabajos que se contratasen deberán quedar certificados en un fichero
especial, ordenado alfabéticamente, del cual surja la identidad de quien lo efectivizase, el tipo de labor
desarrollada y el lugar preciso de su ejecución (art. 15). El control sobre estas agencias queda asimismo
referido en la obligación de rubricar ante la autoridad de control un libro de "Misiones", en cuyo marco
deberán detallarse los datos personales de quienes contratasen el servicio y los motivos que hubieran
tenido para hacerlo (art. 16).
Dentro de las facultades concedidas están, también en este régimen como en el anterior, aquellas que el
Código Procesal Penal otorga a los particulares (art. 11), imponiendo taxativamente la obligación de dar
aviso inmediato a la autoridad policial competente, así como a la autoridad de control, toda vez que
durante el despliegue de sus funciones tomasen conocimiento de la comisión de un delito que pudiera dar
lugar al ejercicio de la acción pública penal (art. 22). La sumaria referencia a las armas que tuvieran en su
poder determina que tanto su "depósito" como su "guarda", deberán reunir las condiciones de seguridad
que establezca la autoridad de control (art. 24).
Los distintos proyectos de ley presentados durante los años 1996 y 1997 por el Senador Antonio T.
Berhongaray (UCR) y los Diputados Rafael Pascual y otros (UCR); Liliana Ayets (MODIN); Miguel A. Toma
y otros (PJ); Víctor Fayad (UCR); Nilda Garré (FREPASO) y otros; Marcelo Stubrin (UCR) y Carlos
Menem y otros (PJ), tuvieron por objeto el establecimiento de un marco legal regulatorio de las agencias
de seguridad e investigación privada. A modo de fundamentos los mismos señalaron que:
"... Se trata, sin lugar a dudas, de una actividad importante, que en mí criterio no ha constituido en medida
suficiente objeto de la atención del órgano legislativo. La escueta regulación formulada por la ley 21.265
sobre servicio de seguridad personal que delegó en la policía Federal Argentina el registro y la facultad de
habilitar y regular el servicio referido... y cuatro decretos reglamentarios, no constituyen un cuerpo
normativo adecuado para posibilitar un verdadero control de la prestación de seguridad privada ni que
posibilite asegurar la utilidad social de la misma" (S. 1034/96. Antonio T. Berhongaray).
"... resulta menester proceder a la actualización de dichas leyes y reglamentos en razón de las
experiencias recogidas durante la vigencia de las mismas, con la intención de corregir algunas anomalías
y perfeccionar su funcionamiento...." (2332-D-96. Rafael M. Pascual y otros).
"... la injerencia que la policía privada tiene en la sociedad argentina, requiere sin duda alguna de la
puesta en marcha del mecanismo legislativo para generar la norma adecuada que regule esta actividad y
reestablezca esa soberanía interna lesionada..." (3057-D-96. Liliana Ayetz).
"La regulación actual de estas actividades merece una nueva consideración debido al incremento de la
demanda y a la aparición de nuevas alternativas, como la contratación de servicios por parte del propio
Estado o sus empresas, y las necesidades de las nuevas corporaciones prestadoras de servicios
públicos..." (7590-D-96. Miguel A. Toma y otros).
"El crecimiento notable de los servicios de vigilancia privados... en todo el país, ha desbordado los marcos
jurídicos actuales; llama la atención la falta de control tanto de aspectos sustantivos, ligados al uso de la
fuerza, como sobre las modalidades de la prestación del servicio... Estos hechos justifican la intervención
del Estado en el campo de las autorizaciones y la verificación de las condiciones en que el servicio se
presta..." (7766-D-96. Víctor M. F. Fayad).
"El desarrollo de la seguridad privada que se ha producido en nuestro país... obliga a revisar el
tratamiento legal para permitir un control eficaz del elevado número de empresas del sector y de los
actuales vigilantes de seguridad... resulta urgente y necesaria la dotación del rango normativo suficiente al
desarrollo del régimen aplicable a la materia" (7845-D-96. Nilda C. Garré y otros).
"Teniendo en cuenta la actual necesidad de dar un marco normativo moderno y eficiente a una actividad
que aún estando en manos de la iniciativa privada, se vincula por innumerables conductos a la seguridad
común que es potestad del Estado garantizar, constituye un lamentable anacronismo la persistencia de
reglamentaciones y leyes emanadas de legislación anticuada..." (32- D-97. Marcelo J. A. Stubrin).
La consideración de estos proyectos de ley -a excepción del presentado por el Senador Berhongaray-
llevó a las comisiones de Defensa Nacional, de Asuntos Constitucionales y de Legislación Penal, de la
Cámara de Diputados, a la redacción de su propio proyecto. Bajo la denominación "Ley de Seguridad
Privada", en su Título I destacó el objetivo de regular "... las actividades de las personas físicas y
jurídicas dedicadas a prestar servicios de seguridad privada".
El día 9 de octubre de 1998, con la firma del Presidente Carlos Menem, el Poder Ejecutivo envió al
Congreso de la Nación el Mensaje 1203, poniendo a consideración del mismo un proyecto de ley
tendiente a actualizar la reglamentación vigente en materia de agencias de seguridad y vigilancia
particular. Entre sus fundamentos señaló:
"El incremento de la actividad privada, tanto en sus expresiones económicas, cuanto financieras y
empresariales, obliga al Estado a intensificar su rol de control y regulación, a la par de permitir una mayor
ampliación del accionar privado en materia de seguridad... En el actual contexto de la globalización,
apertura y dinamismo social, económico y político, la seguridad para el sector privado asume nuevas
dimensiones y, como tal, no se encuentra sólo dirigida a prevenir eventuales delitos que pudiesen afectar
a los privados, sino que más bien tiende a cautelar y proteger intereses económicos, empresariales o
individuales, maximizando así el beneficio que se puede obtener del accionar privado... la seguridad
privada se fundamenta en la libertad de las personas para satisfacer sus necesidades de seguridad,
conforme a sus recursos y objetivos..."
Asimismo, durante el período legislativo correspondiente al año 1998 el diputado Francos presentó un
proyecto de ley, entre cuyos fundamentos destacó:
"Cuando los ciudadanos no se sienten protegidos y observan que sus derechos no son garantizados por
el Estado, cuando éste se demuestra impotente con uno de los compromisos básicos asumidos ante la
comunidad, la ciudadanía busca nuevas modalidades para proteger sus vidas y sus bienes. Así surgieron
las empresas de seguridad privada, cuya finalidad inicial de vigilancia fue ampliándose con el tiempo,
conformando en la actualidad un espectro amplio de servicios relacionados con la seguridad que no están
debidamente reglamentados..." (6.504 D-1998. Guillermo A. Francos).
La consideración del Mensaje del Poder Ejecutivo y del proyecto de ley del diputado Francos, de los ya
aludidos proyectos, así como de otros presentados durante el año 1998, llevó a las Comisiones de
Seguridad Interior y de Legislación Penal a unificar los mismos en un sólo dictamen, a modo de nuevo
proyecto, bajo al denominación "Ley de Prestación Privada de Servicios de Seguridad".
Las actividades son concebidas como complementarias a las desempeñadas por el Estado en procura de
la seguridad interior, siempre que no estuviesen comprendidas dentro de la "... jurisdicción y competencia
exclusiva y excluyente de las fuerzas policiales y de seguridad del Estado". Las mismas consisten en:
a) vigilancia privada. Se trata de la prestación de servicios que tienen como objeto la seguridad de
bienes y actividades, cualquiera sea su naturaleza.
Conforme resulta de ambos Dictámenes, la autoridad de aplicación es el Ministro del Interior. El primero
de aquellos, sin embargo, pone tal cosa en cabeza de la Secretaría de Seguridad Interior, en su ámbito de
competencia específico; y del Consejo de Seguridad Interior, en lo que se refiere a la coordinación con las
jurisdicciones provinciales y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. El segundo en cambio dispone que en
las jurisdicciones provinciales será autoridad de aplicación aquella que la legislación local designe como
tal. En ambos casos gozará de las facultades de habilitación de las personas físicas y jurídicas para
prestar servicios de seguridad privada, verificando el cumplimiento de las exigencias señaladas y su
reglamentación. Igual cosa hará respecto de la aplicación del régimen de fiscalización y penalidades
establecidas. Prevén, asimismo, la elaboración de un banco de datos centralizado a nivel nacional, en el
cual deberán registrarse la totalidad de las personas físicas y jurídicas que presten servicios en el ámbito
en cuestión.
Disponen también que toda persona estará facultada para denunciar ante la autoridad de aplicación las
irregularidades que advirtiera en la prestación del servicio de seguridad privada. Los hechos denunciados
deberán ser objeto de una inmediata pesquisa tendiente a su eventual corroboración y encuadramiento,
es decir, si constituyen irregularidades administrativas, contravenciones o hechos delictivos. En este
último caso la autoridad de aplicación deberá efectuar la correspondiente denuncia penal.
Estipulan ambos Dictámenes que los prestadores de estos servicios deberán poner en conocimiento de la
autoridad policial y/o judicial correspondiente, todo hecho delictivo de carácter doloso del cual tomasen
conocimiento sus responsables y/o empleados, en el ejercicio de sus funciones. Por el contrario, tanto su
ocultamiento como el retardo en su denuncia, serán objeto de las sanciones previstas, amén de las que
correspondiesen aplicar de acuerdo a las disposiciones contenidas en el Código Penal. Pesa también
sobre éstos la obligación de auxiliar a las fuerzas policiales y/o de seguridad, prestarles su colaboración y
seguir sus instrucciones en relación con las personas y/o bienes de cuya seguridad estuviesen
encargados.
La habilitación para prestar los servicios del rubro será otorgada por la autoridad de aplicación a las
personas físicas o jurídicas constituidas de acuerdo a la ley de Sociedades Comerciales, o bien, la Ley de
Cooperativas; siempre que cumpliesen, además, con las exigencias específicas establecidas por la
autoridad referida.
Tratándose de personas físicas, la obtención del certificado de habilitación estará sujeta al cumplimiento
de ciertas condiciones consistentes en: ser ciudadano argentino, mayor de edad, no registrar
antecedentes de violaciones a los derechos humanos y tener residencia en el país. Asimismo, la
extensión de tal certificado dependerá de que la persona en cuestión no se encuentre procesado o
condenado por un delito doloso, no revista como personal en actividad en alguna fuerza armada, policial,
o de seguridad; ni hubiese sido exonerada de las mismas o de la administración pública. Por último,
deberá contar con la contratación de una póliza de seguro de responsabilidad civil hacia terceros y un
certificado de cumplimiento de las obligaciones previsionales y fiscales .
A los efectos de su habilitación las personas jurídicas deberán aportar el certificado de antecedentes de
sus respectivos socios, con el alcance reseñado en el párrafo que antecede, así como la contratación de
una póliza de seguros de responsabilidad civil. Tienen a su cargo la obligación de constituir y denunciar
una suma en garantía destinada a afrontar las obligaciones derivadas de su actividad funcional. El
primero de los Dictámenes referidos exige la presencia de un capital social mínimo, proporcional a la
cantidad de personal contratado o al valor de los bienes propios denunciados por la empresa y, para el
caso de las sociedades comerciales, prestar una declaración jurada que contenga la nómina de
accionistas con especificación de su respectivo porcentaje societario. El segundo de aquellos, la
presentación de las constancias que acrediten la inexistencia de inhibiciones para que los
administradores, gerentes, directores y socios puedan disponer de sus bienes.
3.4- Integración.
Tal como lo impusiera el Decreto 1172/88, las empresas prestadoras de servicios de seguridad privada
deberán estar integradas por un director técnico, quien tendrá a su cargo la debida observancia de las
disposiciones legales. Acreditará idoneidad profesional para el desempeño de la función contando para
ello con una licenciatura y/o especialización en materia de seguridad y con el respectivo título habilitante
extendido por la autoridad competente. Se considerarán idóneos quienes se hubiesen desempeñado en
cargos directivos de empresas de seguridad e investigaciones privadas por un lapso de diez años, así
como aquellos que por igual período lo hubiesen hecho en las fuerzas armadas, de seguridad, policiales o
del servicio penitenciario, tanto como personal superior o subalterno, siempre que no registrasen
antecedentes desfavorables en tales instituciones.
Por su parte, los empleados destinados a tareas operativas de jefes de seguridad, supervisores, vigilantes
y/o custodios; como así también las personas físicas que desarrollen esta actividad en forma
independiente, deberán ser argentinos y haber cumplido los 18 años de edad en el supuesto de que no
tuviesen a su cargo arma alguna. Por el contrario, de efectivamente hacerlo, se les exige su mayoría de
edad. Asimismo deberán poseer un certificado de aptitud psicofísica otorgado por el organismo a
determinar reglamentariamente, renovable cada dos o tres años; según lo dispuesto por cada uno de los
Dictámenes.
Que el personal a incorporar por estas empresas no registre antecedentes desfavorables para el
cumplimiento de sus tareas funcionales será exclusiva responsabilidad de los prestadores. Para
corroborar tal cosa, contando siempre con el consentimiento del aspirante, previo a su contratación
deberán solicitar los antecedentes policiales, judiciales o provenientes de las agencias estatales en las
que se hubiera desempeñado.
3.5- Prohibiciones.
Detallan los Dictámenes una serie de actividades que resultan expresamente vedadas a las empresas de
seguridad o vigilancia, a los servicios internos de vigilancia y a los integrantes o personal de los mismos
que se encontrasen en cumplimiento de sus funciones. En primer lugar, no podrán inmiscuirse o intervenir
en conflictos de índole político o laborales y tampoco realizar tareas de interceptación y/o captación del
contenido de comunicaciones, cualquiera sea el medio empleado para entablar aquellas; ni proceder a la
adquisición de información a través de aparatos electrónicos, mecánicos o de cualquier otro tipo; excepto
que la misma hubiese sido practicada por parte del propietario o legítimo tenedor del bien sujeto a las
tareas de vigilancia.
Con el objeto de trazar una clara distinción entre los miembros de estas empresas y los enrolados en las
policías públicas tradicionales, establecen que los primeros no podrán utilizar nombres o uniformes que
puedan inducir a error a terceras personas. Para su acreditación como tal se les exige portar una
credencial habilitante en forma visible, donde conste la habilitación de legítimo usuario de armas de uso
civil condicional que otorga el Registro Nacional de Armas.
Particular relevancia tiene lo dispuesto por el artículo 36 del primero de los Dictámenes aludidos, en
cuanto a que las personas físicas que se desempeñen en la actividad, cualquiera sea su función, no
tendrán otras facultades que aquellas que otorga el Código de Procedimiento Penal a los particulares.
3.6-Capacitación.
Las empresas cuentan con la obligación de capacitar a su personal en todos los niveles, en
establecimientos de enseñanza públicos o privados, los cuáles deberán contar con la habilitación
otorgada por la autoridad de aplicación y la aprobación del Ministerio de Educación y el Ministerio de
Trabajo y Seguridad Social. La propia autoridad de aplicación tendrá a su cargo, conjuntamente con los
ministerios señalados, la formulación de trayectos técnico-profesionales con orientación en seguridad, en
miras a favorecer la inserción laboral de los interesados. Entre aquellos, el segundo de los Dictámenes
incluye: primeros auxilios; defensa personal; armamento y tiro; nociones elementales de Derecho Penal,
Derechos Humanos y marco regulatorio de la actividad; así como capacitación en materia de prevención y
combate de siniestros.
3.7- Investigaciones.
Los medios a utilizar en las investigaciones no podrán comprender aquellos materiales o técnicos que
atenten contra el derecho al honor, a la intimidad personal y a los demás derechos personalísimos.
Asimismo, el desarrollo de tareas profesionales le trae aparejada a la empresa la obligación de contar con
un archivo de legajos relativos a cada una de las mismas; el cuál contendrá el detalle del asunto a
investigar, la identidad y domicilio del peticionante del servicio -con la respectiva autorización emitida-, su
número de documento de identidad y, finalmente, la mención de las personas afectadas a la investigación,
quienes deberán ser debidamente identificadas.
3.8- Penalidades.
Según el texto del Dictamen que se trate, las sanciones a aplicar a los prestadores varían según la
gravedad de la infracción cometida. Las más leves comprenden el apercibimiento administrativo formal
hasta un máximo de tres meses, la multa y la suspensión de hasta sesenta días de la autorización para
funcionar. Las infracciones de mayor gravedad se castigan también con multa y, en caso de reincidencia,
con la accesoria de inhabilitación temporal para funcionar.
El primero de los Dictámenes estipula para estas infracciones graves la cancelación definitiva de la
autorización para funcionar, o bien, la inhabilitación por el término de veinte años para el desempeño de la
actividad. Así sanciona, por ejemplo, al desempeño clandestino de la empresa o la persona física. La
pena de prisión, de tres meses a dos años, está prevista para los responsables de empresas y
particulares que se desempeñen sin contar con la habilitación legal correspondiente. Refiere que le
corresponderá al Poder Ejecutivo la reglamentación de las normas de procedimiento para la aplicación de
las sanciones referidas, además de la intervención y dictamen previo en el proceso por parte del órgano
de fiscalización correspondiente, los recursos a que hubiera lugar, y el destino de los fondos que se
recaudaren en concepto de multas.
Por su parte, el Dictamen elaborado por las Comisiones de Seguridad Interior y de Legislación Penal pone
la potestad sancionadora en cabeza del funcionario a cargo de la autoridad de aplicación, pudiendo
oponerse a sus resoluciones los recursos de estilo conforme resulta reglado por la Ley de Procedimientos
Administrativos.
3.10- Armamento.
Distintas disposiciones sobre este punto se encuentran dispersas a lo largo de los citados Dictámenes,
fundamentalmente, del primero de ellos. Las personas jurídicas debidamente habilitadas para la
prestación de estos servicios deberán mantener registrado y autorizado por el Registro Nacional de Armas
todo armamento que despliegue en las tareas para las cuáles se lo contrate. Igual cosa prevé respecto de
las personas físicas que contando con la debida autorización desarrollen sus actividades en forma
autónoma. Deberán, siempre que estuviesen destinadas al ejercicio de labores que puedan suponer su
utilización, acreditar el carácter de legítimos usuarios de armas de "Uso Civil Condicional", que otorga el
Registro Nacional de Armas. Por último, establece expresamente que su portación y uso estarán
condicionados por las disposiciones vigentes, sujetos al control del Renar y autorizados exclusivamente
durante el ejercicio de su prestación funcional.
4.-Decreto 1002/99.
El día 10 de septiembre de 1999, mediante un Decreto de necesidad y urgencia firmado por el entonces
presidente Carlos Menem y sus ministros Dominguez, Di Tella, Fernandez, Mazza , García Solá y Corach,
se estableció el régimen legal de los Servicios Privados de Seguridad y Custodia.
Una semana más tarde, el día 17 de septiembre, dicho Decreto fue publicado en el Boletín Oficial. En sus
considerandos expresa:
"Que la seguridad privada asume un rol activo en la dinámica social conformando una actividad
subsidiaria a la que presta el Estado, toda vez que colabora con este último cumpliendo las tareas que
también son de su interés.
Que resulta entonces una actividad complementaria en la prevención de riesgos, siendo su objetivo
cautelar, proteger y asegurar bienes, personas, objetos o cosas de interés para el hogar, la empresa o la
industria.
... Que resulta entonces necesario establecer una reglamentación sobre la prestación de servicios de
seguridad, investigaciones, vigilancia y custodia sobre personas y/o bienes en lo que es del ámbito
nacional y respetando las jurisdicciones locales en lo que resulta de su específica competencia.
Que en tal sentido se han de tener en cuenta las funciones que cumplen la Secretar ía de Seguridad
Interior del Ministerio del Interior, el Registro Nacional de Armas (Renar) y las autoridades jurisdiccionales
en sus propios territorios, con el objeto de armonizar un sistema que resulte beneficioso para la sociedad
toda.
... Que en consecuencia, a fin de resguardar la seguridad de la comunidad, hacer más eficaz y eficiente el
debido contralor y atento a la urgencia para resolver sobre el particular, resulta imperiosa la adopción de
las medidas proyectadas.
Que el presente se dicta en uso de las atribuciones emergentes del artículo 99, inciso 3, de la
Constitución Nacional".
En un contexto signado por la campaña electoral y a tan sólo tres meses de las elecciones presidenciales
de 1999, el Poder Ejecutivo resolvió la cuestión atinente al régimen legal de las empresas privadas de
seguridad y policías privadas tomando específica cuenta del dilatado trámite parlamentario hasta ese
momento producido y el impacto que una medida del tipo podía despertar a una ciudadanía atormentada
por un elevado índice de delitos mediológicamente dimensionados. Supuso, además, la inaugural
bienvenida oficial de la iniciativa privada en la estrategia global de seguridad del Estado.
El texto integrado por 34 artículos y 2 anexos reproduce sustancialmente y con tan sólo algunas leves
diferencias el contenido de los citados dictámenes legislativos. Tan es así que según medios periodísticos
habría sido redactado por el ex Secretario de Seguridad Interior, Miguel Ángel Toma, autor como se
señalara, de uno de los proyectos de ley presentado en la Cámara de Diputados de la Nación durante el
año 1996.
Como nota saliente y definiendo las mínimas divergencias con los dictámenes parlamentarios, en lo
referido a la autoridad de aplicación el artículo 3 del Decreto establece que la misma será la Secretaría
de Seguridad Interior del Ministerio del Interior en su ámbito de competencia específico. Igual
responsabilidad tendrán a su cargo las autoridades locales designadas en sus respectivas jurisdicciones,
concretamente, en lo que a habilitación, fiscalización y control se trata.
Dispone, asimismo, que el Registro Nacional de Armas (Renar), a través de su Banco Nacional
Informatizado de Datos llevará el registro de la totalidad de las personas físicas o jurídicas que hayan
obtenido la habilitación para prestar servicios privados de seguridad y custodia; como así también de sus
armas de fuego, vehículos blindados, chalecos antibala, y demás materiales controlados por la Ley
20.429.
Respecto de los requisitos de habilitación concernientes a las personas físicas, agrega haber
completado los estudios primarios completos (art. 7, inc. d) y la presentación de certificación médica y
psicológica que acredite anualmente que el peticionante no sufre anormalidades psíquicas o físicas que lo
incapaciten.
En materia de capacitación establece que las personas físicas y el personal de las personas jurídicas
que cumplan funciones de seguridad o custodia deberán cumplir y aprobar el "Curso Teórico-práctico de
Idoneidad para Vigiladores", lo que se acredita a través de las constancias otorgadas por los Centros de
Capacitación para Vigiladores. Los mismos deberán ser reconocidos y habilitados conjuntamente por la
Secretaría de Seguridad Interior del Ministerio del Interior, el Registro Nacional de Armas y cada una de
las autoridades jurisdiccionales designadas (art. 9, inc. b).
Surge del texto del Decreto que dichos Centros estarán integrados por un director responsable de la
organización de los cursos; un cuerpo médico encargado de efectuar el examen psicofísico; un cuerpo
docente que tendrá a su cargo impartir los conocimientos teórico-prácticos y, por último, un instructor de
tiro categoría A o B, a cuyo cargo estarán las prácticas de tiro y manejo de armas (art. 14).
Surge del Anexo II el contenido del "Curso Teórico-práctico de Idoneidad para Vigiladores", el cual se
encuentra integrado por las siguientes materias: nociones generales; primeros auxilios, armas, y tiro.
Los agentes y custodios no podrán, asimismo, portar armas en caso de prestar servicios en locales
bailables, confiterías y cualquier otro lugar destinado a recreación (art. 21).
Las sanciones previstas por el Decreto guardan, sustancialmente, similitud con aquellas previstas en los
dictámes parlamentarios. La diferencia fundamental radica en que no prevé la pena de prisión y estipula
que la acción para sancionar las infracciones prescribe al año de consumada la falta, a contar desde el
día en que se cometió, o en que cesó de cometerse si fuera continua. La instrucción de las actuaciones
dirigidas a la comprobación de la falta, o la comisión de una nueva infracción, tienen efectos interruptivos
y las sanciones prescriben a los dos años a contar de la resolución firme que las impuso (art. 26).
Dispone también que las infracciones serán comprobadas mediante actuaciones escritas y sumarias, y
que las sanciones impuestas por la autoridad de aplicación podrán ser objeto de los recursos de estilo
establecidos en la Ley de Procedimientos Administrativos (art. 27).
Son dos los exámenes médicos previstos por el texto del Decreto comentado. Los mismos constituyen
un requisitos para la obtención del certificado de habilitación, de carácter anual, destinado a comprobar si
la persona física peticionante presenta o no anormalidades físicas o psíquicas que lo incapaciten para el
ejercicio de las funciones propias de la actividad (art. 7, inc.i).
En primer término uno de carácter psicofísico destinado a determinar la capacidad o aptitud para la
portación de armas, el manejo y eventual uso de un arma de fuego en una situación límite y en lugares
públicos. En dicho marco se prevé la realización de un diagnóstico de personalidades límite o con rasgos
de peligrosidad, agresividad o falta de contención para la portación de armas (Anexo I , 2).
Luego, un examen físico dirigido a evaluar la presencia de enfermedades del sistema nervioso central,
tanto de la vía piramidal como de la extrapiramidal, y corroborar la aptitud de las funciones de
coordinación motriz a través de un examen neurológico completo y pruebas de equilibrio (Anexo I, 3).
El texto del comentado Decreto se encuentra reproducido en forma integra en el Anexo Legislativo que
forma parte del presente trabajo.
Sancionada el día 4 de abril de 1999, en 73 artículos, esta ley establece el régimen legal de las
actividades desarrolladas por las personas jurídicas prestadoras de servicios de seguridad en el ámbito
territorial de la Provincia. Las mismas son consideradas, también en este cuerpo legal, como
complementarias y subordinadas a las desplegadas por el Estado provincial, sujetas de tal modo a las
políticas que se establezcan con el objeto de resguardar la seguridad pública (art. 1).
Tal cosa se expresa en la obligación de cooperar y asistir a las autoridades policiales u organismos de
persecución penal respecto de las personas o bienes cuya vigilancia, custodia o protección se encuentren
a su cargo (art. 9). Asimismo, en situación de catástrofe o emergencia, los prestadores del servicio
deberán poner a disposición de la autoridad pública todos los recursos humanos y materiales disponibles
a efectos de paliar el mal o amenaza que se trate. En tales casos actuarán bajo órdenes y
responsabilidad de aquella (art. 10).
Ha sido pretensión de legislador, y así ha quedado expuesto en el texto de la Ley, que la actuación de los
miembros de las agencias del rubro se adecuen estrictamente al principio de razonabilidad, evitando
todo tipo de actuación abusiva, arbitraria o discriminatoria, que entrañe violencia física o moral contra las
personas. Igual cosa es dable afirmar en relación al principio de gradualidad, que tiende a privilegiar las
tareas de índole preventivas y disuasorias antes que el uso de la fuerza, procurando en todo momento la
preservación de la vida y la libertad de los particulares (art.3).
Rige respecto de las mismas la obligación de denunciar a la autoridad competente los delitos de acción
pública que los que tomasen conocimiento durante la prestación de sus servicios. Además tienen la
obligación de comunicar a las comisarías de la jurisdicción donde se desempeñasen: el domicilio exacto
donde llevan adelante sus funciones, el nombre y demás datos de la empresa, la cantidad e identidad de
vigiladores desplegados y, en caso de utilización de vehículos, su marca, modelo y chapa patente (art.
12).
Entre las prohibiciones que recaen sobre las empresas se encuentran, además de aquellas previstas en
los dictámenes parlamentarios, la de vigilar, proteger o custodiar el almacenamiento o transporte de
objetos con cargas o sustancias explosivas, salvo en el caso de mediar una aprobación especial de la
autoridad de aplicación; la de interrogar a las personas a quienes se les impute la comisión de un delito; y
requisar a personas o retener documentación personal (art. 14).
Las sanciones a imponer varían según se trate de una infracción muy grave, grave o leve. Para el primer
supuesto se prevén la cancelación de la habilitación y la inhabilitación de los prestadores para el
desempeño de la actividad por el término de veinte años. En caso de tratarse de una infracción grave, la
suspensión temporal de la habilitación por un plazo no superior a un año, y multa de diez hasta sesenta
vigías. Por último, en caso de ser leve la infracción, dispone el apercibimiento administrativo formal, y
multa de tres a cuarenta vigías (art. 52). Este último constituye la medida de valor equivalente a un haber
mensual nominal sujeto a aportes previsionales que por todo concepto perciba un subsecretario de
Estado de la provincia de Buenos Aires (art. 53).
En materia de armas dispone que los prestadores no podrán poseer ni emplear armas que superen el
calibre 38 durante el ejercicio de sus funciones . La excepción efectuada rige en relación con las armas de
puño calibre superior, carabinas, escopetas y pistolas ametralladoras, las que solamente podrán ser
utilizadas previa autorización expedida por la autoridad de aplicación y tan sólo cuando los objetivos a
cumplir justifiquen la utilización de las mismas (art. 41).
La sanción de la Ley 12.297 produjo efectos rápidamente verificables. Tan así que el número de agencias
de seguridad que operaban en la Provincia de Buenos Aires se redujo considerablemente. De las 1293
empresas registradas en un relevamiento anterior a su sanción por parte del Ministerio de Justicia y
Seguridad, quedaban, algunos meses después, tan sólo 580 integradas a modo de sociedades anónimas,
de responsabilidad limitada o cooperativas (1). Es decir, las presiones que sobre el sector se efectuaron
en los meses posteriores a la sanción de la Ley no sólo aportaron datos fehacientes en relación a las
mismas -su ubicación, integración y cumplimiento o no de los requisitos de habilitación-, sino que también
obligó a muchas de las empresas que operaban sin cobertura legal a abandonar el mercado.
6.- Ley 118. Regulación de los Servicios de Seguridad Privada. Ciudad de Buenos Aires.
La Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires dio trámite durante el año 1998 al expediente nro.
1234-D-98 de los Diputados D. Bravo y E. Pacheco, así como a sus agregados nro. 1235-D-98 de los
Diputados R. Bellomo y A. Flamarique; el nro. 3277-D-98 de la Diputada P. Pierángeli; el nro. 5456-D-98
de Diputada D. Martina y, por último, el nro. 6448-J-98 del entonces jefe de Gobierno, F. De la Rúa. Todos
ellos propusieron la sanción de una ley que regulase las actividades de las agencias de seguridad privada
en el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires.
Durante el debate en la legislatura, entre otras cuestiones, se señaló: "... debemos desmilitarizar la noción
de seguridad interior, diseñando e implementando políticas que alcancen un elevado consenso y
participación de la comunidad. Muchas de las prácticas policiales que hoy condenamos, reflejadas
claramente en los índices de victimización, son el resultado de la implantación en este servicio civil de los
métodos, las categorías y los axiomas de las que se diera en denominar la doctrina de la seguridad
nacional ...".
"Que el análisis del sector y de sus circunstancias pone de relieve que paralelamente a su crecimiento
han aparecido numerosos problemas, tales como la falta de normas de homologación de productos,
deficiente formación de los vigilantes, irregularidades en su funcionamiento, conflictos de competencias
entre organismos de seguridad pública o privada, la comisión de numerosas infracciones y la ausencia
verificada de requisitos esenciales. Ello si sólo consideramos aspectos derivados de la falta de una
verdadera normativa para dicha actividad".
Por tales motivos propugnaron "... Estipular en forma rigurosa los requisitos para la habilitación de la
actividad, tanto para las agencias y su personal como para las personas que la ejerzan en forma
individual... Establecer el régimen, requisitos y forma en que debe ser cumplida la capacitación y la
comprobación de la aptitud psico-física de todas las personas vinculadas a la actividad... Incompatibilidad
absoluta entre la pertenencia a las fuerzas policiales, militar o de seguridad y la actividad de vigilancia
privada... El control ciudadano directo sobre las personas y empresas a través de un Banco de Datos de
acceso público... La inhabilitación para ejercer la actividad de quienes hayan sido beneficiados por indulto
o de quienes hayan sido exonerados de la administración pública nacional, provincial o municipal y,
especialmente, si lo fueron en su carácter de integrantes de alguna fuerza policial, militar o de seguridad".
"... En la actualidad hay una suerte de vacío legal con respecto a la seguridad privada, en tanto y en
cuanto se requiere una simple habilitación y, a posteriori, no se ejercitan los controles necesarios y
suficientes. Por este motivo, hemos creído conveniente regular esta actividad, tanto por la importancia
que tiene, como también para llevar tranquilidad, no sólo a la gente que la tiene que compartir y convivir
con ella, sino también a aquellos que practican la actividad porque, principalmente, propendemos a su
profesionalización y a su jerarquización...."
Los principios rectores de la Ley 118 no se diferencian sustancialmente de lo dispuesto a través del
Decreto Presidencial y de la Ley en vigor para la Provincia de Buenos Aires. De sus 23 artículos se
destacan, entre otros puntos, la prohibición de prestar el servicio en espacios públicos, salvo el caso de
que hubiesen sido previamente concesionados y cuente la prestataria con una expresa autorización para
ello, otorgada por la autoridad de aplicación (art. 7,a). El Poder Ejecutivo resulta ser dicha autoridad de
aplicación, función que desarrolla a través de la Secretaría de Gobierno (art. 18, a).
En lo que a capacitación, actualización y adiestramiento del personal se trata, dispone que se llevarán a
cabo en establecimientos públicos con sujeción a las normas que determine la Autoridad de Aplicación,
bajo asesoramiento curricular del Consejo de Seguridad (art. 21). Los cursos a impartir deben estar
orientados a fomentar en el personal el respecto por los derechos humanos y la observancia de las
garantías consagradas por la Constitución Nacional y la Constitución de la Ciudad (art. 22).
Particular relevancia tiene la relación existente entre el desarrollo de las respuestas protectivas de índole
privado y las recientes formulas inmobiliarias caracterizadas por el proceso de suburbanización, conforme
es experimentado por la sociedad argentina, fundamentalmente, en el Gran Buenos Aires de la última
década. En este contexto se advierte que la cantidad de familias residentes en estos nuevos espacios
creció notablemente entre los años 1990 y el período 1996/1997, dentro del cual, las iniciales 1956
familias se transformaron rápidamente en 5000 (2).
Estos barrios cerrados y privados, amén de otras variables que presenta el fenómeno, corporizadas en las
chacras privadas, clubes de campo, torres countries y los farm club, constituyen en sí mismos no sólo un
evidente proceso de acuartelamiento del espacio, sino también una alternativa por y para la reapropiación
de una mayor seguridad circundante. Para ello se abandona el espacio urbano y la intensa red de
interacciones que aquél supone, escogiéndose, en cambio, un criterio de selectividad mediante el cual
determinar en lo sucesivo con quien/es se entablarán las mismas.
Sin adentrarnos en el imaginario de estas nuevas generaciones que procuran la salvaguarda de una
mejor calidad de vida -encapsulamiento mediante- y para ello emigra hacia sectores privatizados de los
suburbios, se pretende mediante el análisis que sigue dar cuenta sí, del impacto que produce esta opción
sobre vitales intereses de oren público. Concretamente, la preservación del medio ambiente y el tenor de
las defensas esgrimidas en contra de potenciales agresores -los de afuera-.
En primer término es necesario definir quiénes son y qué características socioeconómicas y psicológicas
poseen los protagonistas de esta fuga de la urbe -del espacio colectivo-, hacia los sectores suburbanos
-el espacio seleccionado-. Son personas cuya franja etaria oscila entre los 25 y los 50 años,
mayoritariamente provenientes de la clase media-alta, con capacidad para cumplimentar los diversos
requisitos exigidos por las entidades crediticias que gestionan su comercialización. Han advertido el
hacinamiento general que en materia residencial acosa a los habitantes de la ciudad, la elevada polución
ambiental, y lo insuficiente que resultan los espacios verdes y áreas de esparcimiento que allí los
circunda.
Las nuevas urbanizaciones privadas a las que acceden se encuentran mayoritariamente emplazadas en
la Provincia de Buenos Aires, en un sector espacial reducido, concentrado a lo largo del Acceso Norte
hasta la ciudad de Pilar, y en los ramales Tigre y Ruta Nacional número 9. Su relativa proximidad a la
ciudad y la existencia de vías rápidas de circulación vehicular, además de ciertas rutas y ramales
fácilmente accesibles, han coadyuvado de manera importante al despegue inmobiliario apuntado.
Entre las muchas razones que han incidido en el desarrollo y auge de estos nuevos hábitats levantados
en zonas sin densidad poblacional relevante, están aquellas atinentes a la inseguridad, real o simbólica,
experimentadas en el ámbito de la ciudad. Así pues, no podían sino constituir el sitio ideal sobre el cual
construir una alternativa de seguridad estratégicamente diseñada por quienes allí residen, y cuya
característica esencial radica en el acotamiento perimetral y el control de acceso.
Que ello así suceda es absolutamente previsible en la sociedad del riesgo descripta por Ulrich Beck (3). El
miedo como emoción compartida por todos los individuos miembros de la sociedad trae aparejado nuevas
formas asociativas, caracterizadas por la unión y solidaridad frente a lo desconocido, a la amenaza y
terror que ello produce. Así emana de esta sociedad el proyecto normativo de "seguridad", de naturaleza
defensivo, proclive al aislamiento compulsivo y al mantenimiento de las cosas en su estado actual. Toda
noción de cambio, en este contexto, es decir, de apertura y movilidad, trae aparejado un sentimiento de
profundo recelo que se consolida paulatinamente como un modo de vida y un medio para la
reinterpretación de lo social.
Las modalidades inmobiliarias citadas tienen sin embargo sus particularidades. El caso paradigmático lo
constituye el barrio cerrado, habida cuenta que goza de un régimen propio que lo diferencia no sólo de los
barrios privados, sino también de las restantes variantes aludidas. En efecto, el Decreto 27/98 para la
Implantación y Localización de los Barrios Cerrados, en vigor para la Provincia de Buenos Aires,
establece que debe entenderse por tal "... a todo emprendimiento urbanístico destinado a uso residencial
predominantemente con equipamiento comunitario cuyo perímetro podrá materializarse mediante
cerramiento".
Conforme dispone el art. 10 del Decreto, estos barrios deberán gestionarse a través de la Ley Nacional
13.512 de Propiedad Horizontal, promulgada en 1948, y que acompañara la primera fase de
suburbanización experimentado en los años 40 y 50 del siglo pasado a la luz a de loteos económicos y
accesibles, que tuvo como actor social protagónico a las clases populares y de limitados recursos
económicos (4).
En el barrio cerrado toda la trama de circulación interna permanece en el dominio privado de los titulares
de las distintas unidades que lo componen y, atento pueden localizarse en sectores más o menos
alejados de la ciudad abierta, para su aprobación es requisito que cuente con un equipamiento
comunitario y otros servicios esenciales. A diferencia de lo expuesto, los núcleos urbanos próximos a
otros o las ampliaciones de los existentes que no reúnan las características reseñadas, podrán ser
considerados como privados. En este último caso las vías de circulación interna deben quedar libradas al
uso público y pertenecen al dominio municipal (5).
El vertiginoso auge de los barrios cerrados motivó la creación de normas regulatorias destinadas a reglar
esta nueva modalidad inmobiliaria. Tal como sostiene Causse (6), la nueva normativa debió ajustarse a
los presupuestos de las directivas sancionadas en el Decreto Ley 8912/77 de Ordenamiento Territorial y
Uso del Suelo. Por lo tanto, tener como prioridad esencial la preservación y mejoramiento del medio
ambiente, el resguardo del equilibrio ecológico, y tender a la creación de las condiciones que posibiliten
satisfacer los requerimientos y necesidades de la comunidad en cuanto a vivienda, comercio y recreación.
Así pues, en fecha 7 de enero de 1998, se dictó el decreto cuyo texto a continuación se analiza.
En sus considerandos expresa que "... la dinámica del mercado ha generado nuevos fenómenos
urbanísticos de gran significado en términos de inversión económica con consecuencias y efectos
positivos en materia de empleo. Que asimismo, el fenómeno urbanístico resultante de estos
emprendimientos recepciona una demanda acorde a nuevas realidades socioculturales... Que no
obstante la iniciativa ya plasmada por algunos municipios de normar mediante ordenanzas de excepción
u ordenatorias de carácter general no puede quedar circunscripta al ámbito municipal sino que requiere
de precisiones provinciales que enmarquen el accionar municipal dentro de los lineamientos del dec. ley
8912/77 en lo que al ordenamiento territorial y uso del suelo como imperativo presente y preservación
para el futuro".
En consecuencia, el Gobernador de la Provincia de Buenos Aires decretó que por barrio cerrado debe
entenderse todo emprendimiento urbanístico destinado al uso residencial predominante, con
equipamiento comunitario, cuyo perímetro podrá materializarse mediante cerramiento (art. 1). Es decir,
que se trata de unidades de aprovechamiento independiente destinadas a vivienda, equipadas con las
instalaciones suficientes para atender las necesidades del asentamiento humano en materia de salud,
seguridad, educación, transporte, cultura, administración pública, justicia, comunicaciones y servicios
esenciales (7).
A cada municipio le toca verificar qué uso se le ha asignado a la zona donde se ubica el proyecto de
barrio cerrado y de tal modo establecer si el uso residencial predominante que la regulación asigna a los
mismos se adecua al área donde se proyecta emplazar esta novedosa modalidad inmobiliaria. Para que
así sea deberá contar con todas las características urbanísticas que la ley exige, amén de cumplimentar
los requisitos legales exigidos por el artículo 3ro. del Decreto.
Dichos requisitos se refieren al deber de asegurar las condiciones óptimas de habitabilidad, tanto en lo
que se refiere al medio físico natural como a la provisión de infraestructura de servicios esenciales, los
cuales deben encontrarse garantizados; a la presentación de un estudio de impacto ambiental que deberá
incluir aspecto urbanísticos, socioeconómicos y fisicoambientales; así como a un cerramiento del
perímetro que resulte sea transparente y no constituya un factor de inseguridad para su entorno,
quedando expresamente prohibida su ejecución mediante un muro (art. 3). Tal cerramiento podrá
materializarse mediante cercos que no ocasionen perjuicios a terceros respecto de la trama urbana (art.
1); es decir, en definitiva, que se trata de una alternativa que puede o no ser concretada dependiendo de
la decisión de los particulares.
Otros requisitos lo constituyen la integración del barrio al entorno urbano en materia de redes, accesos
viales, servicios generales de infraestructura y equipamiento comunitario. Deberán contar con veredas
perimetrales y un compromiso de forestación del emprendimiento, contemplando además la razonabilidad
y/o impacto urbanístico respecto de las distancias existentes respecto de otros emprendimientos de
similares características (art. 3).
El cumplimiento de los citados requisitos deberá ser formalizado a través de un estudio urbanístico del
terreno y su área de influencia, al cual se le adjuntarán las certificaciones técnicas pertinentes emanadas
de los organismos municipales y provinciales, en función de las características del emprendimiento y
sometido a la aprobación de la Secretaría de Asuntos Municipales e Institucionales del Ministerio de
Gobierno y Justicia de la Provincia de Buenos Aires (art. 4).
Los barrios cerrados deben cumplimentar lo establecido en el artículo 56 del Decreto Ley 8912/77 en lo
referido a la cesión de espacios verdes y libres públicos, y reservas para equipamientos. Por lo tanto, los
propietarios de los predios involucrados tienen la obligación de ceder gratuitamente al Estado provincial
las superficies destinadas a espacios circulatorios, verdes y libres públicos, y a reservas para la
localización de equipamentos comunitarios de uso público. Dichas superficies dependen sustancialmente
de la cantidad de habitantes que en cada caso se trate y de las características territoriales en las que se
encuentre el predio donde se pretenda emplazar el barrio (art. 6).
Los espacios verdes y libres públicos son aquellos sectores en los que predomina la vegetación y el
paisaje, al servicio de la depuración medioambiental y en miras a constituir áreas recreativas para la
comunidad. Según dispone el art. 60 del Decreto Ley 8912/77, el destino de dichos espacios no podrá
modificarse debido a que constituyen bienes del dominio público del Estado, como así tampoco se los
podrá desafectar para transferirlos a entidades o personas privadas, salvo el caso de permuta por otros
bienes de similares características que se adecuen de mejor forma a su destino.
La gestión de estos barrios debe efectuarse a través de la Ley Nacional 13.512 de Propiedad Horizontal,
sin vulnerar los indicadores contenidos en el artículo 52 del Decreto Ley 8912/77 de Ordenamiento
Territorial y Uso del Suelo, u optar en lo pertinente por el régimen jurídico establecido por el Decreto
9404/86 en relación a los clubes de campo (art. 10).
CONCLUSIONES.
La incidencia del sector privado en materia de seguridad, aunque sin liberar al Estado de ciertas funciones
y deberes que no son delegables, le implica sí una cuota de responsabilidad que tendrá que estar
dispuesto a asumir, y lo convierte, a su vez, en un actor social de relevancia en materia de seguridad. No
ya en el diseño de las políticas públicas al respecto, pero sí al menos, y parcialmente, en su ejecución.
Las manifestaciones privadas en materia de seguridad tampoco deben apartarse del principio de
primacía del bien colectivo, ni resultar contradictorias con el orden público vigente. Por el contrario,
ambas categorías deben servir para verificar su apego a la legalidad y su incidencia puntual en materia
preventiva.
Hasta la sanción de las leyes objeto de estudio, el desempeño de las agencias privadas de seguridad y
sus policías privadas se vio beneficiado por el precario marco legal existente. Así, por ejemplo, la
supervisación de las actividades desarrolladas por las empresas privadas de seguridad habilitadas en la
zona norte del conurbano, practicada durante el transcurso de una semana correspondiente al mes de
enero de 1999 por parte de la Secretaría de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires, detectó 65
contravenciones atribuidas a 15 de las citadas empresas (9). Se debió a la falta de toda documentación
que habilitase a los custodios a desarrollar tareas de vigilancia, a la ausencia de registros en materia de
armamentos, y a la presencia de objetivos de vigilancia no declarados al efecto.
Tal descontrol tuvo su correlato en los sistemas de corrupción paulatinamente detectados entre las
propias fuerzas encargadas de su fiscalización. Tal el caso de lo acontecido con la Policía de la Provincia
de Buenos Aires, cuyo interventor llegó a manifestar que: "...acabo de tomar conocimiento del inicio de
una causa penal en la cuál se denuncia a funcionarios policiales por intento de coima. Las investigaciones
que estamos realizando nos permiten inferir que existía una especie de cobertura para que esas agencias
se mantuvieran en funcionamiento a despecho de todas las normas... sobre todo en lo concerniente a una
reiterada falta de registros sobre inspecciones básicas... Hemos hallado agencias, supuestamente bien
habilitadas, que poseen una gran cantidad de armas, en algunos casos trescientos, aunque,
incongruentemente, no han dejado en claro quienes las utilizan... en el Gran Buenos hay una cantidad
enorme de serenos, integrantes de esas agencias, que no están legalizados y eso, cuando menos,
significa un impedimento legal para portar un arma" (10).
También a través de medios periodísticos trascendió la existencia de una red de negocios ilícitos
existentes entre miembros de ciertos organismos públicos y compañías privadas de seguridad. En efecto,
oficiales en actividad del Tercer Cuerpo del Ejército, con sede en Córdoba, mantenían estrechas
vinculaciones con algunas de las principales agencias de la provincia y aprovechaban la infraestructura de
información y tecnología militar para "alimentar" las prestaciones de las empresas en cuestión,
concretando, de tal modo, un auténtico suministro de inteligencia militar conforme a las necesidades y
demanda de la seguridad privada (11).
Aceptándose, tal como se ha hecho en los últimos años, que el Estado no es el titular exclusivo de la
obligación de asegurar las condiciones ideales en materia de seguridad, cabe sin duda elevar a la
categoría de imperativo el control sobre las empresas que, descentralización mediante, operan a menudo
restringiendo los derechos personalísimos de las personas. Lo hacen, a menudo, a través de distintas
formas de espionaje y recolección de información personal, que implican la creación de informes y de
archivos informáticos cuyos datos y existencia habitualmente ignora la persona afectada.
Ninguna duda cabe acerca de la importancia que tienen los marcos legales a los que se ha arribado tanto
a nivel nacional, como en la Ciudad y Provincia de Buenos Aires. Tienen la virtud esencial de integrar
funcionalmente a la iniciativa privada en el marco legal del Estado, determinando su subordinación y
complementariedad al sector más general y comprensivo de la seguridad pública. Los mecanismos de
control que establecen permitirá la fiscalización pública de estos agentes y asegurará, además, su
específica capacidad de reparación civil en caso de abusos y violaciones a su régimen legal.
Se ha producido, entonces, su esperada articulación dentro del andamiaje normativo- constitucional. Cabe
aguardar que la presencia estatal -a través de los organismos que correspondan- se encuentre en lo
sucesivo presente en el desarrollo de las actividades privadas de seguridad: determinando su carácter,
imponiendo sus límites, y salvaguardando los derechos y garantías de los particulares. Así lo exige, por lo
pronto, la primacía del bien colectivo, aspiración fundamental de un Estado de Derecho.
CITAS BIBLIOGRAFICAS Y PERIODISTICAS.-
2).- Arizaga, Cecilia (1999): "La Ciudad Amurallada", avance del informe de investigación: Barrios
Cerrados, nuevos imaginarios sociales en el debate de lo urbano. Beca Posgrado Interno, Conicet.
3).- Beck, Ulrich (1998): La Sociedad del Riesgo, Paidós Ediciones, Barcelona.
5).- Causse, Jorge Raúl (1998): Urbanizaciones Privadas: Barrios Cerrados. Régimen Legal en la
Provincia de Buenos Aires, Ad-Hoc, Buenos Aires.
8).- South, Nigel (1988), Policing for Profit: The Private Security Sector, Sage Publications, Londres.
9).- "Investigan a las Agencias de Seguridad de la Zona Norte", Clarín, 25-1-99, Buenos Aires.
11).- "Vinculan a Tres Militares con Agencias de Seguridad Privada", La Nación, 29-5-99, Buenos Aires
CONSIDERACIONES GENERALES
Cuando una empresa debe decidir en qué manos deja el patrimonio y la integridad de las personas, suele
enfrentar una difícil elección. Si Ud. se encuentra en esta situación, trataremos de ayudarlo para que
fácilmente pueda llegar a elegir la empresa que Ud. necesita.
El objetivo es definir si está de acuerdo en contratar a una empresa que cumpla con todas las exigencias
legales, ya que la legislación actual prevé que el Contratante es solidariamente responsable ante la
Justicia y Organismos Oficiales por el buen cumplimiento de las obligaciones impositivas, previsionales y
laborales de los Contratistas.
GUÍA REFERENCIAL
A.R.T.: Fotocopia del contrato y los últimos 3 (tres) meses pagos. Nómina mensual del personal dado de
alta.
ALTA DEL OBJETIVO: Fotocopia de la nota solicitando el “Alta” correspondiente y de la ficha sellada por
la Dirección Agencias y Seguridad Privada con la fecha de inicio del servicio y los datos personales del
contratante. Es conveniente indicar en la misma si el personal portará armas.
ARMAMENTO: En el Objetivo deberán estar las credenciales de las tenencias a nombre de la Agencia
de Seguridad, otorgadas por el Re.N.Ar, una por cada arma. La ley prohibe expresamente el uso de
armas fuera del Objetivo donde se desarrolla la actividad.
BALANCES : Presentar el último certificado por el Consejo Profesional de Ciencias Económicas. Luego
todos los años.
CONSTANCIA DE RECEPCIÓN DE ROPA DE TRABAJO: Fotocopia de las dos constancias por año
según lo establecido por la Convención Colectiva de Trabajo Nº 194/92.
CONTRATO DE PROPIEDAD Y/O ALQUILER: Fotocopiacopia certificada por Escribano Público y
realizar una inspección de las instalaciones.
CREDENCIALES DEL PERSONAL : Con el sello de la Policía, Dirección de: Agencias y Seguridad
Privada. Controlar vencimientos.
CUOTA SINDICAL: Fotocopia de los últimos 3 (tres) meses pagos. Luego todos los meses.
FONDO DE AYUDA SOLIDARIA: Fotocopia de los últimos 3 (tres) meses pagos. Luego todos los meses.
I.V.A.: Fotocopia de los últimos 3 (tres) meses pagos. Luego todos los meses.
INGRESOS BRUTOS: Fotocopia del formulario de Inscripción. (Ver el original). Fotocopia de los últimos 3
(tres) meses pagos. Luego todos los meses.
OBRA SOCIAL DEL PERSONAL DE SEGURIDAD: Fotocopia del certificado de inscripción y el libre
deuda todos los años.
S.U.S.S.: Fotocopia de los últimos 3 (tres) meses pagos. Luego todos los meses.
Artículo 1º - Vigencia
La presente Convención Colectiva de Trabajo tendrá una duración de un año, a partir de la fecha de su
homologación.
La presente Convención regirá para los Vigiladores (guardia de seguridad comercial, industrial e
investigaciones privadas), que actúen en todo el territorio de la República Argentina, con la excepción de
la provincia de Córdoba.
Artículo 3º - Partes intervinientes
Son partes intervinientes en esta Convención Colectiva de Trabajo, la "Unión Personal de Seguridad de
la República Argentina" (U.P.S.R.A.) y la "Cámara Argentina de Empresas de Seguridad e
Investigación" (C.A.E.S.I.).
Este convenio comprende al Personal no jerarquizado que desempeña funciones especificas de Vigilancia
y Seguridad en cualquiera de los siguientes ordenes: Comercial, Industrial, Civil o Privado, Financiero,
Agropecuario, y de Empresas Privadas de Seguridad que se desempeñen en instituciones públicas,
nacionales, provinciales o municipales. Se especifican algunas tareas o actividades, dejándose aclarado
que ellas no son excluyentes de otras no enumeradas pero comprendidas en la formalización inicial:
custodia de valores, custodia de pagadores, seguridad en reuniones y recepciones, seguridad de
entidades bancarias, casa de crédito y seguros, seguridad en remates, prevención de accidentes, asuntos
de familia, acumulación de pruebas en juicios, localización de máquinas y vehículos, informaciones a
fábricas y comercios, servicio de revización y control de entrada y salida de personal, masculina y
femenino, asesoramiento en investigaciones penales, civiles y comerciales, localización de deudores
morosos, prevención y combate de incendios, prevención de sabotajes, prevención y colaboración en la
investigación de robos y hurtos, protección industrial, contra espionaje, control de trabajos portuarios,
empleados administrativos de escalafón o contratados, afectados específicamente a servicios de
vigilancia y seguridad, etc.(*)
Las partes firmantes del C.C.T. Nº 194/92, manifiestan que conforme a lo establecido en el Artículo 4º del
C.C.T. – las actividades de seguridad y vigilancia mencionadas en dicho artículo no son excluyentes de
las no enumeradas, pero comprendidas en la formalización inicial. Por lo tanto, las partes interpretan que
se encuentran comprendidas dentro de las tareas normales convencionadas, las siguientes: control de
ingreso y egreso a espectáculos públicos, control de ingreso y egreso a espectáculos deportivos, control
de ingreso, admisión, egreso y/o control de evasión en ferrocarriles, subterráneos, aeropuertos, puertos y
cualquier otro medio de transporte de pasajeros o carga creado o a crearse, como así también cualquier
otra empresa prestataria de servicios públicos no mencionada; control de ingreso y egreso a fábricas,
comercios, locales bailables, centros comerciales, centros de convenciones, centro de exposiciones,
barrios, countries, edificios de casa de rentas y propiedad horizontal y cualquier lugar público o privado
que requiera el control especificado, en cualquier modalidad prestacional que la actividad requiera.
Asimismo las partes manifiestan que continúa vigente el criterio meramente enunciativo de las actividades
de vigilancia y seguridad descriptas en el C.C.T.
La presente Convención Colectiva será de aplicación obligatoria para todos los Vigiladores que se
desempeñen en la actividad dentro del ámbito de la República Argentina, de conformidad con lo
determinado en el artículo 2º y obligará también a los empleadores estén o no afiliados al organismo
empresarial interviniente.
En la interpretación de las normas del presente convenio se tendrá siempre en cuenta que la vigilancia y
seguridad constituyen una actividad de interés público en la que las autoridades competentes han
delegado en entes privados el cometido de colaborar con los poderes del Estado en la protección y
salvaguardia de personas, bienes e intereses públicos y particulares sin que ello incida en la naturaleza
jurídica de la relación entre agentes y empleadores.
Ambas partes se comprometen a dignificar las fuentes de trabajo. A tales fines, y teniendo en cuenta la
índole de la actividad definida en el artículo anterior se dará cumplimiento a las disposiciones vigentes en
materia de trabajo excluyéndose por completo la calificación de "serenos" para denominar de este modo a
los vigiladores.
Artículo 8º - Ingreso de Agentes – Declaración Jurada
Las empresas de vigilancia gestionarán las altas dentro de los tres días hábiles de la incorporación de los
Vigiladores y deberán dar cumplimiento a todas las exigencias que en materia de ingreso estén
determinadas por las normas vigentes. Encontrándose en trámite el alta respectiva, podrá asignarse al
postulante una tarea determinada, siempre que éste hubiera expresado, mediante declaración jurada,
carecer de antecedentes susceptibles de enervar ese otorgamiento. Si el "ALTA", no fuera otorgado por el
órgano competente el empleador solo estará obligado al pago de las remuneraciones correspondientes al
período trabajado, sin que proceda indemnizaciones por falta de preaviso y antigüedad. Los firmantes de
esta Convención gestionarán ante los organismos competentes para que los trámites referentes a las
"altas" sean concluidos en un plazo no superior a los 45 (cuarenta y cinco) días hábiles.
La jornada de trabajo será de ocho horas diarias o cuarenta y ocho semanales, con el franco semanal
previsto en la Ley de Contrato de Trabajo o lo que específicamente se regule en la materia. En el
supuesto que la jornada diaria fuere menor de seis horas se abonará al Vigilador un jornal proporcional.
Para el supuesto que la jornada fuera superior a seis horas el jornal se pagará completo. En los casos
que el Vigilador cumpla doce horas con treinta y seis horas de descanso, con su conformidad, es decir 12
x 36, no corresponderá el pago de horas extras siempre que su jornada no exceda de cuarenta y ocho
horas semanales. Tampoco corresponderá el pago de horas extras sábados y domingos por gozar de
franco compensatorio correspondiente, en las treinta y seis horas francas día por medio.
A los efectos de la presente Convención, se considerarán como antigüedad de los Vigiladores la que se
perfeccione de conformidad con las normas en vigencia sobre Contrato de Trabajo, supeditándose tal
circunstancia a lo normado en el artículo 8º.
El descanso semanal obligatorio que gozarán los Vigiladores podrá ser otorgado en días fijos o rotativos.
Atento a la modalidad especial de la actividad y a que las tareas no pueden ser abandonadas sin riesgos
de resentir la eficacia del servicio, excepcionalmente el personal podrá ser recargado, en los supuestos
en que los reemplazos no sean suficientes. En estos casos deberá prestar como máximo un turno más de
trabajo, el que no podrá exceder de ocho horas, percibiendo el trabajador el recargo horario conforme la
normativa vigente o le será otorgado un franco compensatorio. Las empresas no podrán ejercitar esta
facultad más de cuatro veces al mes ni cuando el trabajador, al momento de la contratación acredite tener
otras tareas que puedan superponerse.
Será procedente el traslado de los Vigiladores dentro de un radio que no exceda a los treinta kilómetros
del domicilio del empleado el cual debe ser comunicado por escrito o telegráficamente al interesado.
Cuando un Vigilador por razones de servicio, sea desplazado de su sitio normal de tareas, con el objeto
de que cubra otro objetivo, en este caso, el Empleador abonará los gastos de traslado y se le computará
como tiempo trabajado el utilizado para desplazarse de un objetivo a otro.
Los excedentes de horas trabajadas se abonarán con los recargos que impongan las normas vigentes. El
pago de dichas bonificaciones no procederá si el Empleador hubiere otorgado los francos compensatorios
correspondientes.
Sin perjuicio de las categorías enunciadas, de conformidad con la valoración de las tareas a realizar, se
podrán pactar escalas diferenciales en los contratos individuales de trabajo.
Sin perjuicio de la observancia de las disposiciones que reglan en general las relaciones entre los
trabajadores y empleadores, los Vigiladores deberán ajustarse a las siguientes disposiciones:
Los Vigiladores, a los efectos de la comunicación y oportuno aviso de las situaciones de enfermedad o
accidente, deberán cumplimentar los siguientes requisitos:
a. En los casos que deban faltar a sus tareas por las circunstancias indicadas, deberán
comunicarlo a su empleador con por lo menos dos horas de anticipación a la iniciación
de la jornada de labor, debiendo hacerlo por los medios siguientes:
Los Vigiladores estarán obligados a continuar prestando servicios en las circunstancias siguientes:
Todo conflicto Colectivo de Trabajo deberá ser sometido a la instancia de conciliación obligatoria, y
durante su transcurso queda prohibida toda medida de fuerza, la que de producirse será considerada
ilegal.
El personal comprendido en esta Convención, "no podrá participar directa o indirectamente en conflictos
de derechos o de intereses que se susciten en la empresa, establecimiento o ámbito donde se hallare
instalado el servicio, debiendo mantenerse en el cumplimiento de sus funciones específicas".
Cuando la contratación del servicio establezca que en el mismo debe usarse uniforme, los Vigiladores
tienen la obligación de llevarlo durante el desarrollo de sus tareas de prevención, dicha vestimenta será
provista por el empleador a su exclusivo cargo y deberá conservarse en el lugar de trabajo. Estas ropas
de uso diario deberán estar en perfectas condiciones de higiene, planchadas y sin roturas. El empleador
proveerá el vestuario cuya cantidad de duración se especifica:
Las prendas de trabajo serán entregadas bajo constancia escrita y su uso será obligatorio dentro del
establecimiento con absoluta prohibición de usarlos fuera del mismo.
Cuando el Vigilador preste servicios los días feriados nacionales, se le abonarán de acuerdo a la
legislación vigente o se le otorgará el correspondiente franco compensatorio.
El Vigilador gozará de las licencias especiales previstas en la Ley de Contrato de Trabajo, manteniéndose
las siguientes ya establecidas en la Convención anterior:
El personal gozará de las vacaciones anuales en los términos previstos en la Ley de Contrato de Trabajo.
Las mismas, atento a la índole y características propias de la actividad, podrán ser otorgadas durante
todo el año. Uno cada tres años, las vacaciones deberán ser otorgadas en los meses de verano.
Se establece para todo el personal incluido en el presente convenio, una bonificación del uno por ciento
(1%) por cada año de antigüedad, calculado sobre el salario básico de Convenio de la categoría.
Se fija como día del Vigilador el 25 de abril. El empleador tendrá las siguientes opciones:
a) Pagar una suma igual a la que tenga asignada el Vigilador más una cantidad
igual, en el supuesto que se prestare servicio.
b) Otorgar un franco compensatorio.
Cuando el empleador se hiciere cargo de un servicio que cuente con puesto a la intemperie, gestionará se
instalen garitas o refugios que reúnan condiciones de seguridad y comodidad.
Los empleadores serán agentes de retención, en los términos previstos en los artículos 132, 133 y 134 de
la Ley de Contrato de Trabajo (T.O. 1976), de los importes resultantes de compras realizadas por el
personal en la Cooperativa de Consumo Luz y Fuerza Ltda., conforme convenio suscrito con dicha
entidad por la U.P.S.R.A. y mientras subsista el mismo. A tal efecto la entidad sindical deberá comunicar
antes del día 20 de cada mes, el detalle del personal afiliado afectado y los importes pertinentes,
debiendo las empresas depositar los importes retenidos, previa conformidad del personal, a más tardar el
día 15 de cada mes vencido y sobre remuneraciones pagadas, en la cuenta especial que deberá constituir
la U.P.S.R.A.
Con el carácter de cláusula obligacional de solidaridad, la parte empresaria contribuirá con un importe del
0,7 %(cero coma siete por ciento) mensual sobre el salario básico de convenio con exclusión de cualquier
adicional, de la categoría Vigilador en general, destinado a conformar un Fondo de Ayuda Solidario para
cobertura de seguro de vida y prestaciones asistenciales no médicas, al personal incluido en el presente
convenio.
Dicha contribución se efectuará con relación a todos los trabajadores beneficiarios de esta convención
colectiva y los fondos serán administrados por la U.P.S.R.A., a cuyo fin serán depositados en una cuenta
especial a más tardar el día 15 de cada mes vencido. En caso que el trabajador no labore meses íntegros,
la contribución será depositada por los empleadores en forma proporcional a la remuneración básica ya
precitada. La entidad empresaria C.A.E.S.I. podrá requerir a la U.P.S.R.A. la información sobre la
aplicación y destino del Fondo de Ayuda Solidaria, pudiendo realizar la verificación contable pertinente.
Las partes se reunirán en tiempo oportuno antes de la finalización de la vigencia del convenio colectivo,
para considerar la continuidad o no de la presente cláusula obligacional.
Para los cinco meses siguientes, las remuneraciones serán las siguientes,
respectivamente:
Salario diario: Para su cálculo se dividirá el sueldo mensual por veinticinco para cualquier concepto.
Salario por hora: Para su cálculo se dividirá el sueldo mensual por doscientos, para cualquier concepto.
En los importes del salario diario y por hora se incluye el franco semanal.
Los mayores beneficios económicos para el personal incluido en la presente convención, serán
absorbidos hasta su concurrencia por los incrementos remuneratorios que hubieren otorgado
voluntariamente las empresas.
En lo referente a las materias no especificadas y tratadas por esta convención colectiva, se estará a lo
normado por las disposiciones vigentes del Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social y especialmente
las leyes del Contrato de Trabajo, Ley Nacional de Empleo, Ley de Accidentes de Trabajo, Ley de
Asociaciones Sindicales, Ley de Convenciones Colectivas de Trabajo y regulación del Sistema Unico de
la Seguridad Social (S.U.S.S.).
La aplicación y el control del cumplimiento del presente convenio, será efectuado por el Ministerio de
Trabajo y Seguridad Social de la Nación, por intermedio de sus organismos dependientes y/o autoridades
provinciales competentes en la materia quedando las partes obligadas al estricto cumplimiento de las
condiciones acordadas.
Decreto 1002/99
VISTO lo dispuesto por la Ley Nacional de Armas y Explosivos Nº 20.429 y sus modificatorias, las Leyes
Nros. 23.979, 24.059 y su modificatoria y 24.492 los Decretos Nros. 395 del 20 de febrero de 1975 y sus
modificatorios, 1172 del 21 de septiembre de 1988 y su modificatorio, 252 del 16 de febrero de 1994, y
1193 del 19 de julio de 1994 y sus modificatorios, la Disposición RENAR Nº 64 del 22 de noviembre de
1994, y
CONSIDERANDO:
Que la seguridad privada asume un rol activo en la dinámica social conformando una actividad subsidiaria
de la que presta el Estado, toda vez que colabora con éste último cumpliendo tareas que también son de
su interés.
Que resulta entonces una actividad complementaria en la prevención de riesgos, siendo su objetivo
cautelar, proteger y asegurar bienes, personas, objetos o cosas de interés para el hogar, la empresa o
industria.
Que esta conceptualización supone que toda persona podrá estimar el agregado de seguridad necesaria
para considerar su actividad lo suficientemente segura.
Que en los últimos años ha habido un considerable crecimiento de las empresas de Seguridad y
Vigilancia Privada, lo que requiere una normativa moderna y actualizada que regule dicha actividad.
Que resulta entonces necesario establecer una reglamentación sobre la prestación de servicios de
seguridad, investigaciones, vigilancia y custodia sobre personas y/o bienes en lo que es del ámbito
nacional y respetando las jurisdicciones locales en lo que resulta de su específica competencia.
Que en tal sentido se han de tener en cuenta las funciones que cumplen la Secretaría de Seguridad
Interior del Ministerio del Interior, el Registro Nacional de Armas (RENAR) y las autoridades
jurisdiccionales en sus propios territorios, con el objeto de armonizar un sistema que resulte beneficioso
para la sociedad toda.
Que es imprescindible extremar los recaudos para asegurar que aquellas personas que se desempeñen
como Vigiladores sean idóneas y posean conocimientos suficientes, además de reunir las condiciones de
orden personal en cuanto a sus antecedentes y aptitud psíquica y física.
Que en consecuencia, a fin de resguardar la seguridad de la comunidad, hacer más eficaz y eficiente el
debido contralor y atento a la urgencia para resolver sobre el particular, resulta imperiosa la adopción de
las medidas proyectadas.
Que el presente se dicta en uso de las atribuciones emergentes del artículo 99, inciso 3, de la
CONSTITUCIÓN NACIONAL.
Por ello,
Artículo 1º - Las personas físicas o jurídicas que presten servicios privados de seguridad y custodia
quedan comprendidas en el presente Decreto, el que se aplicará en el marco de la Ley Nacional de Armas
y Explosivos Nº 20.429 y sus modificatorias, la Ley de Seguridad Interior Nº 24.059 y su modificatoria, la
Ley Nº 24.492, y demás normas conexas.
TITULO I
Disposiciones Generales
Art. 2º - Los servicios privados de seguridad, investigaciones, vigilancia y/o custodia sobre personas o
bienes, ya sean brindados por personas físicas o jurídicas comprenden las siguientes actividades:
a. Vigilancia Privada: Es la prestación de servicios que tiene como objetivo la seguridad de
personas, bienes y actividades lícitas de cualquier naturaleza. Incluye además la actividad de
seguridad, custodia o portería presentada en locales bailables, confiterías y todo otro lugar
destinado a la recreación.
b. Custodias Personales: Consiste en el servicio, con carácter exclusivo, de acompañamiento,
defensa y protección de personas determinadas.
c. Custodias de Bienes o Valores. Es la actividad destinada a satisfacer requisitos de seguridad en
edificios, casas centrales, agencias, sucursales delegaciones; como así también en bancos,
entidades financieras y el transporte de caudales, dinero, valores y mercaderías, realizados con
medios propios o por terceros.
d. Investigación: Es la que procura información sobre hechos y actos públicos o privados
requeridos por cualquier persona física o jurídica en salvaguarda de sus derechos e intereses
legítimos. Las tareas de investigación privada podrán ejercerse para los ámbitos civil, comercial y
laboral. Podrán actuar en la investigación de delitos solo a instancia de parte y con autorización
de los legitimados en el proceso penal.
e. Vigilancia con medios electrónicos, ópticos y electro ópticos. Comprende la comercialización,
instalación y mantenimiento de equipos, dispositivos y sistemas de seguridad electrónica para la
protección de bienes, personas y contra el fuego u otros siniestros y de sistemas de observación
y registro, de imagen y audio así como la recepción, transmisión, vigilancia, verificación y registro
de las señales y alarmas.
Art. 3º - La Secretaría de Seguridad Interior del Ministerio será la autoridad de aplicación del presente
Decreto en su ámbito de competencia específico, conforme las siguientes funciones:
La Secretaría de Seguridad Interior del Ministerio del Interior arbitrará las medidas necesarias
para establecer su acceso directo al Banco Nacional Informatizado de Datos del Registro
Nacional de Armas y su interconexión con las autoridades locales designadas en las respectivas
jurisdicciones, a los efectos de la aplicación del presente Decreto.
TITULO II
Obligaciones
Art. 4º - Quienes presten servicios privados de seguridad y custodia, estarán obligados a colaborar con
las fuerzas de seguridad y demás fuerzas policiales de la Nación y de los Estados provinciales, no
pudiendo en ningún caso reemplazarlas ni interferir sus funciones específicas, debiendo prestarles auxilio
y seguir sus instrucciones en relación con las personas y/o bienes de cuya seguridad estuvieren
encargados.
Art. 5º - Los prestadores de servicios privados de seguridad y custodia se encuentran obligados a poner
en conocimiento de la autoridad policial o judicial correspondiente, en forma inmediata, todo hecho
delictivo del que tomen conocimiento sus responsables y/o empleados en el ejercicio de sus funciones.
Art. 6º - Toda la información y documentación relativa a las actividades sobre seguridad privada,
incluyendo la nómina del personal afectado, tendrá el carácter de reservada y solamente podrán tomar
conocimiento directo los comitentes, requiriéndose para todo otro supuesto la intervención de la autoridad
de aplicación o de autoridad judicial competente según corresponda.
TITULO III
Habilitación - Requisitos
1. Personas físicas:
a. Ser ciudadano argentino con DOS (2) años de residencia efectiva en el país.
b. Acreditar identidad y domicilio real.
c. Ser mayor de VEINTIUN (21) años.
d. Tener estudios primarios completos.
e. No registrar antecedentes por violación de los derechos humanos obrantes en registros de la
Subsecretaría de Derechos Humanos y Sociales del Ministerio del Interior.
f. No hallarse inhabilitado civil ni comercialmente.
g. No revistar como personal en actividad en alguna fuerza armada, policial, de seguridad,
organismos de información e inteligencia y/o de los servicios penitenciarios.
h. No haber sido exonerado ni poseer antecedentes desfavorables incompatibles con esta
actividad, en la administración pública nacional, provincial o municipal, ni en las fuerzas
armadas, de seguridad, policiales, organismos de inteligencia y/o penitenciarios.
i. Acreditar anualmente no presentar anormalidades psíquicas o físicas que incapaciten al
peticionante, a través de la correspondiente certificación médica que abarque ambos aspectos o
bien certificación médica que lo haga sobre el aspecto físico y certificación de psicólogo o
licenciado en psicología que lo haga en el aspecto psicológico.
j. No poseer antecedentes judiciales y/o policiales desfavorables para el ejercicio de la actividad.
1. Personas jurídicas:
Art. 8º - Para desempeñar la función de Director Técnico, además de reunirse los requisitos establecidos
para las personas físicas en el artículo 7º del presente Decreto, deberán acreditarse en cuanto a
idoneidad alguna de las siguientes condiciones:
a. Ser licenciados y/o especialistas en seguridad y/o afines con título habilitante.
b. Haberse desempeñado en cargos directivos en empresas de seguridad e investigaciones
privadas por un período de DIEZ (10) años , o DIEZ (10) años de servicios prestados en fuerzas
armadas, de seguridad, policiales o del servicio penitenciario, como personal superior o
subalterno, siempre que no posean antecedentes desfavorables incompatibles con la función a
desempeñar.
La totalidad de estos requisitos deberá acreditarse ante la dependencia que las
autoridades locales establezcan dentro de sus propias jurisdicciones.
Art. 9º - Las personas físicas y el personal de las personas jurídicas que cumplan funciones de seguridad
privada o custodia, deberán además:
Art. 10 - El Personal de las Empresas de Seguridad y sus directivos deberán obtener a los efectos de
acreditar los extremos exigidos para el ejercicio del cargo y con carácter previo al desempeño de sus
funciones, el Certificado de Antecedentes Penales que emite el Registro Nacional de Reincidencias y
Estadística Criminal conforme la Ley Nº 22.117 que regula su actividad. Dicho certificado deberá ser
renovado en forma anual.
Art. 11 - Las personas físicas o jurídicas que desarrollen las actividades comprendidas en el presente
Decreto, deberán contratar un seguro de responsabilidad civil que cubra los eventuales daños
ocasionados a terceras personas.
TITULO IV
Capacitación
Art. 12 - Para obtener la habilitación como "Centros de Capacitación para Vigiladores", los postulantes
deberán cumplir los siguientes requisitos:
Art. 13 - Además de los Centros de Capacitación para Vigiladores y los respectivos cursos que pueden
organizar la Secretaría de Seguridad Interior del Ministerio del Interior, el Registro Nacional de Armas y las
autoridades jurisdiccionales designadas, podrán presentarse para solicitar la habilitación como tales:
Art. 14 - Los "Centros de Capacitación para Vigiladores" deberán contar en forma imprescindible con el
siguiente personal.
Art. 15 - El Director será el responsable primario de la ejecución del curso, suscribiendo la aprobación de
la parte teórica y adjuntando la aprobación de la parte práctica que se realizará ante el Instructor de Tiro
categoría A o B habilitado por el RENAR.
En el caso de los "Centros de Capacitación para Vigiladores" pertenecientes a empresas de seguridad,
este cargo podrá ser desempeñado por su Director Técnico.
Art. 16 - Los "Centros de Capacitación para Vigiladores", deberán presentar sus programas, que se
ajustarán a los contenidos mínimos establecidos en el Anexo II del presente Decreto.
Art. 17 - Los programas y contenidos de cada curso deberán ser aprobados oportunamente por la
autoridad de aplicación del presente Decreto, de acuerdo con las normas establecidas por el Consejo
Federal de Cultura y Educación, el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social y el Ministerio de Defensa a
través del Registro Nacional de Armas, en los ámbitos de sus específicas competencias.
Art. 18 - Previo comienzo de los cursos, los postulantes deberán aprobar el examen psicofísico realizado
por el cuerpo médico.
TITULO V
Prohibiciones
Art. 19 - Queda prohibido a las personas físicas y/o jurídicas que presten servicios de seguridad o
vigilancia y a los integrantes o personal de las mismas que se encuentren en cumplimiento de sus
funciones:
Queda también prohibido comunicar a terceros información alguna sobre sus clientes y los miembros del
personal de éstos.
Art. 20 - Las empresas que presten servicios de seguridad privada o custodia, su personal y quienes
realicen esta actividad en forma independiente, no podrán utilizar nombres o uniformes que puedan
inducir a error a terceros en cuanto a que pudieran tratarse de instituciones oficiales nacionales y/o
provinciales, o que hagan presumir que cumplen tales funciones, debiendo llevar en forma visible la
credencial habilitante otorgada por la Secretaría de Seguridad Interior del Ministerio del Interior y emitida
por el Registro Nacional de Armas, la que deberá estar dotada como mínimo de los siguientes elementos
de seguridad que faciliten su fiscalización y control e impidan su eventual falsificación o adulteración.
Art. 21 - Prohíbese al personal de seguridad, custodia o portería en locales bailables, confiterías y todo
otro lugar destinado a la recreación, la prestación del servicio con armas.
Art. 22 - En las investigaciones, no podrán utilizarse medios materiales o técnicos que atenten contra el
derecho al honor, la intimidad personal y demás derechos constitucionales garantizados.
TITULO VI
Sanciones
Art. 23 - Toda violación de las prohibiciones o incumplimiento de las obligaciones que establece el
presente Decreto, será sancionada por la autoridad de aplicación, mediante la adopción separada o
conjunta, según el caso, de las penalidades que a continuación se enuncian:
Las multas aplicadas por resolución firme, deberán ser obladas dentro del plazo de QUINCE (15) días.
Art. 24 - En el caso de concurrencia de dos o más infracciones, el límite máximo de los importes de las
multas previstas en los incisos b) y c) y del término de suspensión del inciso d) del artículo anterior, se
elevarán al doble.
Art. 25 - Habrá reincidencia cuando se cometiere una nueva infracción dentro del plazo fijado en el
artículo siguiente para la prescripción de la última sanción aplicada. El apercibimiento administrativo
formal no se tendrá en cuenta a los efectos de la reincidencia. A partir de la segunda reincidencia, además
de la aplicación de las sanciones que correspondan, se podrá disponer lo previsto en el artículo 23 inciso
e).
Art. 26 - La acción para sancionar las infracciones prescribe al año de consumada la falta, a contar desde
el día en que se cometió, o en que cesó de cometerse si fuera continua. La instrucción de actuaciones
dirigidas a la comprobación de la falta, o la comisión de una nueva infracción, tienen efectos interruptivos.
Las sanciones prescriben a los dos años a contar de la resolución firme que las impuso.
Art. 27 - Las infracciones serán comprobadas mediante actuaciones escritas y sumarias y sobre las
sanciones impuestas por la autoridad de aplicación, podrán plantearse los recursos de estilo establecidos
en la Ley de Procedimientos Administrativos.
TITULO VII
Art. 28 - Las personas físicas y/o jurídicas que actualmente cumplen funciones de seguridad,
investigaciones, vigilancia y/o custodia sobre personas o bienes, tendrán un plazo de UN (1) año contado
desde la vigencia del presente Decreto para regularizar su situación y la del respectivo personal.
Art. 29 - Las autoridades de aplicación del presente Decreto deberán ajustar su operatoria y establecer su
funcionamiento dentro del plazo de NOVENTA (90) días desde la vigencia del mismo.
Art. 30 - La autoridad de aplicación informará anualmente y por escrito a la Comisión Bicameral de
Fiscalización de los Organos y Actividades de Seguridad Interior e Inteligencia, antes del 30 de abril de
cada año, sobre la aplicación del presente Decreto.
Art. 31 - Toda persona podrá denunciar ante la autoridad de aplicación, acerca de cualquier irregularidad
que advirtiera en la prestación de los servicios de seguridad privada. La autoridad de aplicación deberá
realizar las investigaciones necesarias para establecer la exactitud de los hechos denunciados y si los
mismos constituyen irregularidades administrativas, contravenciones o delitos. En este último caso,
deberá efectuar la denuncia penal pertinente. La desestimación de la denuncia sólo podrá ser por causa
fundada, la que deberá ser comunicada al denunciante.
Art. 32 - Los costos que demandare la aplicación del presente Decreto, serán solventados conforme los
mecanismos establecidos en la Ley Nº 23.979, autorizándose a tales fines la celebración de los convenios
pertinentes.
Art. 34 - Comuníquese, publíquese, dése a la Dirección Nacional del Registro Oficial y Archívese.- MENE
M.- Jorge A. Rodríguez.- Jorge Domínguez.- José A. A. Uriburu.- Guido Di Tella.- Roque B. Fernández.-
Alberto J. Mazza.- Carlos V. Corach.- Manuel G. García Solá.
ANEXO I
EXAMEN PSICOFISICO
Los resultados del examen de aptitud psicofísica deberán constar en certificado extendido en formulario o
recetario por un médico matriculado, en el que consten impresos su nombre y apellidos completos, su
número de matrícula y la autoridad jurisdiccional que la otorgó, su especialidad y la dirección de su
consultorio y número de teléfono si correspondiera, y su sello profesional. En el caso de tratarse de un
formulario de índole institucional -de un hospital-, el mismo deberá contar además con un sello personal
del profesional médico, quien deberá pertenecer a dicha institución.
1. CERTIFICACION
La acreditación del estado de salud psicofísica se efectuará a través de certificado extendido por
profesional médico psiquiatra o médico con orientación forense o bien por médico con
certificación conjunta de un psicólogo.
2. EXAMEN PSIQUICO
En todos los casos en que el profesional tuviera dudas acerca de la calificación del tipo de
personalidad, o de la presencia de rasgos incompatibles con la autorización requerida, deberá
completar su diagnóstico con un test proyectivo y con un test psicométrico en caso de
encontrarse indicios de trastornos compatibles con organicidad (rasgos epileptiformes), siendo
exigible en dicho caso un electroencefalograma.
2. EXAMEN FISICO
de la extrapiramidal.
ANEXO II
El curso tendrá una duración mínima de CIEN (100) HORAS cátedra, deberá cubrir el
desarrollo de las siguientes materias:
1. NOCIONES LEGALES
Objetivos:
Brindar al cursante conocimientos básicos que le permitan concientizarlos del marco legal en el cual se
debe encuadrar, haciéndole conocer los límites normativos, sus responsabilidades y el concepto de los
aspectos principales que se relacionan con las armas y su portación.
BOLILLA I:
a. Constitución Nacional. Derechos y Garantías. Nuevos Derechos. Breve noción sobre los Poderes
del Estado.
b. Los Derechos Humanos.
c. Derecho Penal. Derecho Procesal Penal. Derecho Contravencional. Concepto y contenidos.
BOLILLA II:
BOLILLA III:
BOLILLA IV:
1. PRIMEROS AUXILIOS
Objetivos:
BOLILLA II:
BOLILLA III:
1. ARMAS Y TIRO
Deberá ser desarrollado por Entidades de Tiro y/o instructores de Tiro con intervención de las mismas,
debidamente inscriptos y habilitados por RENAR.
Objetivos:
BOLILLA I:
a. - Pólvoras y explosivos.
b. - Armas de fuego: concepto.
c. - Revólver. Concepto y funcionamiento.
d. - Pistolas. Concepto y funcionamiento.
e. - Subfusiles. Concepto y funcionamiento.
f. - Escopetas. Concepto y funcionamiento.
g. - Agresivos químicos y armas electrónicas defensivas. Concepto y utilización.
BOLILLA II:
BOLILLA III:
Prácticas de Tiro las que como mínimo deberán efectuarse y acreditarse anualmente.
DISPOSICIONES REGLAMENTARIAS
a) Es obligación de todos los integrantes sin distinción de jerarquías que sus procederes estén
rodeados de la mayor garantía de equidad, justicia y corrección. Por consiguiente todas las
observaciones que realicen deben ser efectuadas en lenguaje correcto, claro y guardando las mas
severas normas que la educación impone, sin frases que menoscaben la personalidad de quién las
recibe.
b) No se deberá en consecuencia, bajo ningún concepto, usar un lenguaje que pueda irritar o humillar,
puesto que una conducta semejante solo provoca resistencia, despierta antipatía y sentimientos
hostiles, no solo del afectado sino también de todas las personas que lo presenciaren.
c) La gestión será mucho más meritoria cuando se impida la consumación de un delito o infracción,
que cuando se sorprenda a quién la cometiere, puesto que la función principal es la de prevenir antes
que reprimir.
d) En los casos que interprete que una disposición u orden impartida es contraria al buen servicio o
lesiona sus e) Deberá concurrir con puntualidad a sus tareas, no faltar a su servicio sin haber
obtenido previamente autorización, ni abandonar su puesto antes de ser relevado o recibir expresas
órdenes en tal sentido.
f) Su aspecto personal será siempre irreprochable. Pelo corto, afeitado, manos y uñas limpias, ropa
aseada y planchada, botones prendidos. Deberá utilizar exclusivamente las prendas provistas sin
modificar su aspecto o forma.
g) Deberá mantener en reserva las órdenes e instrucciones que se le impartan para el cumplimiento de
su cometido, al igual que todas aquellas circunstancias que le lleguen a su conocimiento en el
ejercicio de sus funciones. También y por ser norma general, deberá mantener en rigurosa reserva
todas las operaciones de la Empresa, estando absolutamente prohibido suministrar información sobre
asuntos de cualquier naturaleza. Asimismo debe informar de inmediato a sus Superiores, cuando
tenga pruebas concretas de infidencias del personal de la Empresa, que atenten contra la misma, o
contra la empresa o establecimiento a quien se brinda el servicio de seguridad, cualquiera sea el
nivel jerárquico del causante.
REGLAMENTO DE VIGILANCIA
2. Dar cumplimiento estricto a las órdenes impartidas por sus superiores jerárquicos con atribuciones y
competencia y que tengan por objeto la realización de actos de servicio.
3. Responder, cuando corresponda, por la eficiencia y rendimiento del personal a sus órdenes.
4. Guardar el secreto y observar la máxima discreción para los asuntos relativos a la empresa de
quién dependa, el establecimiento donde preste servicio o la persona cuya custodia le haya sido
encomendada.
5. Informar al superior inmediato que corresponda de todo acto o procedimiento que llegue a su
conocimiento y que pueda causar un perjuicio a su empleador, a la empresa donde se halla instalado
el servicio, o que implique la comisión de una falta o delito.
6. Observar en sus funciones o fuera de ellas, una conducta que no afecte ni ofenda la moral y las
buenas costumbres.
9. Mantener actualizado su domicilio real en el legajo personal que lleve su empleador. En ese
domicilio real serán practicadas y consecuentemente válidas a todos los efectos legales las
notificaciones inherentes a la relación de trabajo.
10. Hacerse presente en su puesto de trabajo con la antelación debida, a los efectos de imponerse de
las novedades que haya en el servicio o recibir con relación al mismo, las instrucciones
correspondientes.
11. Salvo causa debidamente justificada, no abandonar su puesto de vigilancia, aún cuando no haya
sido relevado a la finalización de su respectivo turno de servicio, en cuyo caso y a los efectos que se
adopte el temperamento debido, hará saber esa circunstancia al superior jerárquico que corresponda.
12. Someterse al contralor sanitario correspondiente y seguir el tratamiento médico prescripto, aún
encontrándose cumpliendo funciones y en uso de licencia.
13. Poner especial atención en el cuidado de los bienes que se someten a su custodia, manteniéndose
siempre atento a los efectos de evitar robos, hurtos o daños.
14. En el caso que se lo provea de uniforme, usar la totalidad de las prendas que lo integran
manteniéndolo limpio y en buen estado de presentación, con la absoluta prohibición de usarlo fuera
de su lugar de trabajo, debiéndolo devolver en las mismas condiciones cuando cese su relación de
dependencia con su empleador.
15. Cuidad y mantener el buen estado de conservación y funcionamiento del arma que eventualmente se
le confíe, la cual en ningún caso ni circunstancia podrá retirar del objetivo en que se halle prestando
servicio.
16. El personal afectado a servicios de seguridad deberá estar afeitado, con el cabello correctamente
cortado, no permitiéndose el uso de barba, o cabellos largos.
17. El Vigilador no deberá consumir bebidas alcohólicas durante el servicio ni concurrir al mismo bajo los
efectos de haberlas ingerido.
18. Los Vigiladores Principales deberán tomar las providencias necesarias con el objeto de que el
personal se notifique de las órdenes o consignas que deberán ser cumplimentadas durante la
prestación de servicios. Las notificaciones se efectuarán por escrito y el personal afectado a las
mismas deberá firmar de conformidad.
19. Cuando el Vigilador por razones debidamente justificadas tenga la necesidad de faltar a sus tareas
habituales, solicitará el respectivo permiso con 48 horas de anticipación. Se exceptúa de lo
precedentemente expresado, los casos de enfermedad de familiares a cargo, respecto de los cuales
efectuará por si o por medio de un tercero la pertinente comunicación a su empleador, como así en
caso de fallecimiento.
20. Cuando deba aplicarse una amonestación verbal a los Vigiladores en servicio que hubieren incurrido
en alguna falta, se hará en privado, guardando la corrección y la consideración debida al subalterno.
21. El Vigilador es responsable ante el empleador, de los daños que eventualmente causare a los
intereses de éste, por dolo o culpa en el ejercicio de sus funciones.
22. No tomar parte en los conflictos que se susciten en la empresa donde preste servicios de
conformidad a lo establecido en el artículo 19 del C.C.T. 194/92.
24. Concurrir a las prácticas de tiro o cualquier tipo de instrucción o curso, cuando se disponga.
RÉGIMEN DISCIPLINARIO
FALTAS LEVES
3. Omisión de reprimir actos indebidos, o no dar cuenta de ellos, siempre que no sean delitos.
FALTAS GRAVES
2. Insolencia.
6. Revelar informes, órdenes, constancias del servicio o cualquier información a la tuvo acceso por su
desempeño, siempre y cuando no constituya delito.
7. No dar cuenta de inmediato sobre objetos o mercaderías halladas.
Reflexion:
Contratar una agencia de seguridad privada ilegal puede ser una forma "barata" de
sentirse seguro. Pero a largo plazo esa decisión puede provocar más de un dolor de
cabeza y un alto costo monetario y legal al cliente que sólo busca el mejor precio.
La legislación actual no sólo establece penas para las agencias que no estén
habilitadas, sino también para las personas que adquieren sus servicios.
En la provincia de Buenos Aires, el contratante de una agencia clandestina es pasible
de una multa de hasta 18.000 pesos.
En la Ciudad de Buenos Aries, la ley 118 establece multas de entre 2.000 y 20.000
pesos para los que contraten la prestación de servicios de seguridad no habilitados.
El de pagar altísimas sumas no es el único riesgo que toma el que contrata una
empresa de seguridad ilegal. En el caso de las empresas truchas no se tiene la certeza
de que tengan contratada una aseguradora de riesgo de trabajo (ART) o un seguro de
responsabilidad civil, por lo que, en el caso de producirse un accidente deberá
responder quien contrató el servicio. Además, si el vigilador comete un delito en el
ejercicio de su actividad, el prestatario corre el riesgo de verse involucrado en una
causa penal. También de responder, laboral y previsionalmente, por la falta de pagos y
aportes sociales.