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El conocimiento de lo que es no nos lleva directamente a lo que debiera ser. Se puede tener el
más claro y completo conocimiento de lo que es, sin embargo, no se llega a deducir de él cual
debiera ser la meta de nuestras aspiraciones humanas. El conocimiento objetivo nos dota de
poderosos instrumentos para el logro de ciertos fines, pero la meta última y el anhelo de
alcanzarla ha de proceder de otra fuente. Y casi no es necesario argüir que nuestra existencia y
nuestra actividad adquieren sentido únicamente en cuanto se proponen tal meta y los valores
correspondientes.

Albert Einstein.

Tomado de Gustavo Escobar V. Ética. México 2004. Pág. 83

-¿Cuál es la diferencia entre ser y deber ser?

El gran contraste entre el Ser y el Deber Ser, radica en los valores morales y éticos que tengan en
sus adentros los individuos de una sociedad, solo aquellos individuos que tengan claro cuáles son
los valores morales y éticos que deben gobernar su vida dentro de la sociedad, serán capaces de
llevar más allá una vida enmarcada dentro de lo que en filosofía se le ha dado por llamar, “el
Deber Ser”.

- ¿Puede la razón legítima servir de guía a la acción moral? ¿Por qué?

La obligación moral se define como la presión que ejerce la razón sobre la voluntad, enfrente de
un valor. Por ello, está lejos de ser una presión originada en la autoridad, o en la sociedad, o en el
inconsciente, o en el miedo al castigo. La obligación moral no es la obligación que se siente por la
presión externa, ni mucho menos ese tipo de acción psíquica originada por el inconsciente.

Cuando una persona capta un valor con su inteligencia, se ve solicitada por dicho valor, y entonces
la inteligencia propone a la voluntad la realización de tal valor. Pero la inteligencia presiona
suavemente, sin suprimir el libre albedrío; simplemente ve una necesidad objetiva y como tal la
propone a la voluntad para su realización. Se trata pues, de una exigencia propia de la razón,
fundamentada en un valor objetivo, pero nacida en lo más íntimo y elevado de cada hombre: su
propia razón. Por lo tanto la obligación moral es autónoma y no incompatible con el libre albedrío.

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