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COLONIZACIÓN
José Juan Suárez Acosta - Félix Rodríguez Lorenzo - Carmelo L. Quintero Padi
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COLONIZACIÓN
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HISTORIA POPULAR DE CANARIAS
PRIMERA EDICIÓN: ENERO 1988
Fotocomposlción: RELAX
Rambla de Pulido, 85
Santa Cruz de Tenerife
impresión: LITOGRAFÍA ROMERO, S.A.
C/. Ángel Quimera, 1
Santa Cruz de Tenerife
Ninguna parte de esta publicación, incluyendo el diseño de la cubierta, puede ser reprodu-
cida, almacenada o transmitida en manera alguna ni por ningún medio, ya sea eléctrico,
químico, mecánico, óptico, de grabación o de fotocopia, sin permiso previo del editor.
"Otras islas se ven, que blanco, velo
las ciñe en torno menos elevadas;
llamólas por su fértil cielo y suelo
la Antigüedad las Islas Afortunadas (—)"
T. Tasso, Gerusalemme Liberata,
XV, 35-36
INTRODUCCIÓN
^"i GE?4^'^
10
Interesa a continuación analizar algunos aspectos de la fase
inicial ya que en ella se produce la llegada de los europeos a Cana-
rias.
Durante la segunda mitad del siglo XIII, Europa vive unos años
de crecimiento, auspiciados por los resultados alcanzados en mate-
ria de nuevas técnicas y herramientas agrícolas, entre las que des-
tacan el arado con ruedas, la collera o el molino de viento. Estos
avances propician el aumento de la productividad de los campos y,
en ocasiones, la existencia de las tierras roturadas hacia el Norte y
Este de Europa. Unido a ello se encuentra el fenómeno del creci-
miento demográfico, la mejora de las condiciones de vida y la ten-
dencia a la ruptura de la incomunicación entre las diversas regiones
europeas. Existe también una progresiva internacionalización de las
relaciones comerciales, aunque la navegación marítima por el Atlán-
tico sea todavía marginal y se limite al tránsito costero que pone en
contacto el Mediterráneo y la zona norte de Europa. El Atlántico al
sur del estrecho de Gibraltar es presumiblemente poco conocido y
el tráfico con el continente africano se lleva a cabo a través de las
rutas caravaneras que atraviesan el desierto del Sahara, con lo que
ello tiene de lento e irregular para las transacciones.
Esta fase de auge se frena a principios del siglo XIV como con-
secuencia de varios factores:
10 Las posibilidades de desarrollo técnico son limitadas y no
generalizables a todo el contexto continental. Es, en suma, una so-
ciedad anclada en estructuras que evolucionan muy lentamente.
2o Un período de enfríamiento climático que provoca el abando-
no de las zonas colonizadas de manera marginal en el norte y este
de Europa. A su vez, las cosechas de regiones más al sur sufren un
descenso de su productividad. La consecuencia inmediata son las
épocas de hambre que marcan los primeros años del siglo y una de-
saceleración del crecimiento demográfico.
30 La población, hambrienta y debilitada, no puede hacer frente
a las epidemias que se extienden por Europa desde 1313 a 1352 y
que diezman su contingente humano; ello origina, a su vez, que las
tierras y el resto de las actividades no se puedan atender por falta
de mano de obra.
La recuperación será lenta y diferente, según las zonas del con-
tinente. Lo cierto es que el mundo feudal se va a transformar econó-
mica y socialmente, aunque de manera progresiva. Los cambios que
originan los factores arriba enunciados durante la larga etapa de
crisis son los siguientes:
En el plano demográfico, la Peste Negra divide la historia de
Occidente en dos etapas, según argumenta Pierre Chaunu. En el si-
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glo XIII se calcula que en Europa habitaban alrededor de cuarenta o
cincuenta millones de personas. Tras el ciclo epidémico, la pobla-
ción no se recupera y sólo alcanzará una cifra parecida ya en el si-
glo XVI. La peste se difunde preferentemente en zonas muy pobla-
das como las ciudades, preservándose mejor el ámbito rural. El azo-
te tiene, por otro lado, el carácter de nivelador social ya que afecta
tanto a las masas populares como a las élites; a quienes se inculpa,
junto a una relajación de costumbres, de este supuesto castigo divi-
no. Tampoco faltan los brotes de antisemitismo, ya que se supone al
judio como otro causante de estos males.
En el plano económico, el despoblamiento de los núcleos rura-
les es la nota más significativa. Ello es consecuencia de la huida del
campesino ante el aumento de la presión fiscal por parte del señor,
que ve mermados sus ingresos por la falta de mano de obra que las
epidemias y las guerras ocasionan. Los vínculos feudales que atan
a los siervos a la tierra se reducen: el señor debe transformar un
sistema económico asentado en los servicios personales obligato-
rios y gratuitos que presta el agricultor, por otros como el arrenda-
miento de terrenos a cambio de una renta fija. Esto posibilita al cam-
pesino para obtener algún rendimiento propio de las cosechas y al
señor la oportunidad de desentenderse de la explotación directa de
la tierra. Pero estas medidas sólo favorecen al labrador que tiene
capacidad adquisitiva para arrendar, el resto permanece bajo servi-
dumbre o engrosa las masas de jornaleros. Por otro lado, la posibili-
dad de cultivar tierras en beneficio propio fomenta también un des-
plazamiento de la agricultura de autoconsumo hacia otra que combi-
na esta característica con la de una producción orientada al inter-
cambio.
Otro factor de desarrollo económico, asociado a esta transfor-
mación de la agricultura, es el progresivo auge que recobra el co-
mercio y el fortalecimiento de lo que algunos autores catalogan de
incipiente burguesía comercial o mercantil. El auge de los mercade-
res está asociado al desarrollo de las ciudades, junto a una sene de
elementos técnicos tanto industríales como mercantiles y a cierta
regresión del comercio interíor por problemas de baja demanda, lo
que obliga a colocar los productos en mercados nuevos; esto fo-
menta a su vez la apertura de otras vías y regiones al mercado inter-
nacional. A ello se suman una sene de nuevos valores que se irán
imponiendo progresivamente, aunque no en la totalidad de Europa,
ya que en estos momentos es sólo una minoría la que los comparte;
durante el siglo XIV la exploración de nuevos territoríos será privile-
gio y tarea de este grupo social.
En el plano político, el continente está marcado por la guerra,
siendo una consecuencia del impactb que las crísis socioeconómi-
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cas tienen en las relaciones feudales e interestatales. El conflicto
más importante es la Guerra de los Cien Años, iniciado como una
contienda feudal y que culmina como lucha entre dos estados, el
francés y el británico. Por otro lado, el poder feudal va perdiendo
progresivamente su ascendiente sobre el real, que se fortalece.
EL papado se encuentra en estos momentos inmerso en una
grave crisis. Las luchas entre facciones desembocan en el cisma de
Avignon, tras el que se establecen dos papados. Empiezan a suce-
derse también las luchas entre las iglesias estatales y la curia ro-
mana. En el plano popular, surgen herejías como la husita, y la peste
provoca reacciones diversas, apareciendo por un lado la exaltación
religiosa, que se traduce en las comitivas de flagelantes que reco-
rren Europa y, por el otro, se acentúa la relajación de las costum-
bres. Se adivina ya en esta centuria la creación de una nueva cultu-
ra, el humanismo renacentista, que da un mayor protagonismo al
hombre como dominador y centro de la naturaleza.
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tienen los mismos problemas por el obstáculo que suponen las hor-
das nómadas que controlan las estepas euroasiáticas. Las fabulo-
sas ganancias que este mercado ofrece a los italianos obliga a acli-
matar algunos de estos productos en el Mediterráneo, como es el
caso del azúcar y la hierba pastel, la búsqueda de sus sustitutos en
África y a fomentar la apertura de nuevas rutas directas hacia
Oriente.
Además, Europa se encuentra en una fase de acumulación de
capitales que se ve frenada por la escasez de oro que le permita
continuar con su expansión. Las minas de oro y plata de la Europa
Central no abastecen la demanda de estos metales. Se intenta su-
plir entonces con el oro sudanés, que atravesando el desierto del
Sahara llega a las costas mediterráneas donde es monopolizado
por los genoveses, pero es un proceso lento y se busca el acceso
directo. Portugal, atraída por este mercado y por la obtención de es-
clavos, inicia los viajes que le permitirán integrarse en este circuito.
Existen otra serie de razones no menos importantes para en-
tender el comienzo de estos viajes; algunos son de carácter religio-
so, como es la búsqueda de un mítico reino africano, gobernado por
el Preste Juan, un cristiano al que se ve como posible aliado frente
al Islam. Otras razones derivan de la curiosidad y afán de aventuras
que despiertan los viajes de algunos europeos a Oriente, siendo el
más conocido el de Marco Polo, que en su "Libro de las Maravillas"
describe las múltiples riquezas que guarda Oriente.
- En segundo lugar, la exploración de las nuevas rutas no sería
posible sin una serie de adquisiciones técnicas para la navegación.
Entre el siglo XII y el XIII, cuando los italianos crucen el estrecho de
Gibraltar y unan el Mediterráneo y el Atlántico en la ruta que condu-
ce a Flandes, se producirá el encuentro de dos formas diferentes de
navegar.
El navio mediterráneo es largo, de poco calado y estrecho, sien-
do su fuerza motriz principal los remos; su principal problema reside
en que es poco apto para trasladar mucha carga. Con esta embar-
cación se llevan a cabo los primeros viajes de exploración de Cana-
rias y pronto resulta evidente su ineficacia para la navegación atlán-
tica. El buque nórdico, en cambio, es redondo, de alta borda y movi-
do por velas, siendo apto para transportar gran cantidad de carga;
sus inconvenientes son la lentitud y la dependencia de vientos y co-
rrientes. Con el tiempo, la fusión de las características de estos dos
navios da como resultado la carabela, a la cual se le añaden una se-
rie de aparejos nuevos como el timón axial que sustituye al lateral,
permitiendo una mayor maniobrabilidad de la embarcación; el au-
mento del número de mástiles y la combinación de la vela cuadrada
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Astrolabio náutico (graduación 0° a 90°)
Atlas Catalán de 1375 atribuido a Cresques Abraham
y la latina. El problema de la carabela sería su poca capacidad de
carga extra, una vez completo el tonelaje que se precisa para el
sostenimiento de la tripulación. Por ello es destinada a la explora-
ción acompañándola otro tipo de buque de carga si la travesía es
larga.
Otro de los adelantos técnicos es la progresiva utilización de la
navegación con instrumentos astronómicos; esto permite obtener
puntos de referencia de la latitud, por la posición del sol y las estre-
llas, en alta mar. La brújula, la rosa de los vientos y otros útiles náu-
ticos se van incorporando en fases sucesivas; muchos de ellos son
creados y adaptados por los geógrafos y estudiosos de las universi-
dades y centros fundados especialmente para ayudar a los nave-
gantes, como la escuela de Sagre, fundada por el príncipe portu-
gués Enrique el Navegante. Sin embargo, no se deben menospreciar
muchos años de experiencia directa, como señalan los estudiosos
del tema, en el conocimiento de mareas, corrientes y vientos, que
permiten al hombre alejarse de las costas.
También son de utilidad los portulanos, mapas que señalan los
puertos -de ahí su nombre- y rutas que los comunican. Posterior-
mente se introducen cartas que contienen meridianos y algunas
longitudes. Otro instrumento muy útil incorporado desde el siglo XIV
son las tablas de martilogio, en que mediante cálculos trigonométri-
cos permitían averiguar la desviación de un navio respecto de su
ruta, ya que una nave a vela rara vez avanza en línea recta, por lo
que precisa corregir frecuentemente el rumbo.
- La tercera causa motivadora afecta a los grupos humanos
que emprenden la exploración, éstos habitan en puntos privilegia-
dos con importantes intereses en las actividades mercantiles y ma-
rítimas, que han resultado menos afectadas por la crisis europea y
con capacidad de buscar soluciones a ésta. Los italianos, catalano-
mallorquines y portugueses son los pueblos a la cabeza de la em-
presa, conectados con el tráfico comercial mediterráneo o el ribere-
ño atlántico, participando desde mucho tiempo antes en las rutas
que enlazan el norte y sur del continente a través del mar.
Los italianos, preferentemente genoveses, controlan el comer-
cio con Oriente, ahora cerrado, y con Flandes, afectado por la peste
y la guerra. Han desarrollado un sistema financiero que permite las
transacciones a larga distancia, no sólo con el empleo de oro sino
también con la letra de cambio, los bancos y las compañías comer-
ciales, que mantienen esta red de comercio. Aunque existen empre-
sas directas de los marinos italianos en colaboración con reinos pe-
ninsulares para adentrarse en el Atlántico no prosperarán de la mis-
ma manera que tampoco lo hacen los proyectos catalano-
mallorquines. Ello se debió fundamentalmente a la escasez de me-
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dios y la poca rentabilidad que suponen unas exploraciones orienta-
das hacia el comercio más que hacia el asentamiento en nuevas tie-
rras.
Será desde los enclaves comerciales establecidos al sur de la
Península y a cargo de unas minorías como las italianas quienes
participarán de las nuevas rutas. Pero previamente a este hecho es
necesario explicar cómo funcionan las compañías comerciales. La
primera formación mercantil es la familiar, entendiéndola como gru-
po amplio de personas relacionadas por lazos de sangre. Se dedi-
can a las transacciones de todo tipo y gracias a su solidaridad de
grupo pueden establecer redes comerciales; en ellas no sólo partici-
pan los grandes comerciantes sino también los parientes humildes,
aunque siempre respaldados por los más ricos, que intervienen di-
rectamente cuando las posibilidades comerciales están consolida-
das.
Otro tipo de compañía es la llamada a carati o por acciones, que
dividía el capital en veinticuatro participaciones en un principio y
luego cada una de éstas se fraccionaba a su vez, lo que permitía in-
tervenir en la compañía a un buen número de personas sin necesi-
dad de poseer un gran capital. Este tipo de empresas domina
mayormente los monopolios de un determinado producto. Ambas, la
familiar y la carati procede de las llamadas societas man, unos
acuerdos de carácter temporal entre un comerciante y un patrón
para realizar una determinada empresa con un posterior reparto de
beneficios.
Así, los pobladores de la Baja Andalucía conforman junto con
los portugueses la avanzada artífice de las primeras exploraciones
ultramarinas. El reino de Aragón, como veremos posteriormente, a
pesar de ser el iniciador de los viajes a Canarias con intenciones de
ocupación, sufre más fuertemente el impacto de la crisis siendo, por
otro lado, el Mediterráneo su zona natural de expansión. El reino
castellano no sufre con demasiado rigor en cambio la depresión
continental y pronto logra superarla, dando lugar a un mayor dina-
mismo demográfico centrado en las ciudades y en el desarrollo cre-
ciente de la economía gracias a la exportación de lana hacia el nor-
te de Europa, potenciando a su vez la marina de este reino; también
la moneda saneada que sostiene el oro llegado desde África apun-
tala este crecimiento. Como aspectos negativos, Castilla tiene una
dependencia excesiva de ese comercio lanero, lo que frena el desa-
rrollo agrícola y artesanal; la burguesía existente es muy escasa y
está impregnada de una mentalidad hidalga de rechazo al trabajo.
La Baja Andalucía es en estos momentos una zona de reciente
reconquista y repoblación. Aunque el poder señorial es importante,
el motor económico lo impulsa una ciudad realenga, Sevilla, que
18
CIERRE DEL COMERCIO CON ORIENTE Y EXPLORACIÓN DE ÁFRICA
RUTAS COMERCIALES AFRICANAS Y CIRCUITO REALIZADO POR VASCO DE
GAMA
20
Cabo Bojador en 1434. En este momento se coloniza Madeira, se
descubren las Azores y se intenta la ocupación de algunas islas ca-
narias. En ella ya interviene una figura clave: el príncipe Enrique el
Navegante.
La segunda fase se inicia cuando al superar el Cabo Bojador es
necesario alejarse de la costa. Comienza así la verdadera etapa de
navegación de altura. Se alcanza Cabo Verde y posteriormente la
desembocadura del Senegal. Se inician también las capturas siste-
máticas de esclavos como motivación fundamental de los viajes.
La tercera etapa, que iniciamos en 1444 y tras un paréntesis de
silencio en las fuentes de quince años -quizá originado por los mis-
mos portugueses para salvaguardar sus exploraciones-, se atiende
más a los aspectos organizativos de la explotación de los nuevos
territorios.
La cuarta y última fase comienza en 1482 con la navegación por
la costa del Congo y se prepara ya el salto al océano Indico; en
1488, Bartolomé Díaz dobla el cabo de Buena Esperanza. Durante
esta etapa la amenaza de los andaluces en Guinea se ve frenada
por la construcción de la fortaleza de La Mina. Canarias, por su par-
te, sufre asaltos lusitanos debido a la guerra de sucesión que los
enfrenta con Castilla. En 1492 Colón abre una nueva ruta por el
oeste con la intención de llegar a las Indias. La divergencia del ex-
pansionismo castellano y portugués favorece que este último logre
la circunnavegación de África, llegando en 1499 Vasco de Gama a
Calicut, en la India.
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2. EL REDESCUBRIMIENTO | 1
DE CANARIAS
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La siguiente expedición, organizada por italianos y portugueses
hacia 1341, resulta de interés por ser la primera descripción que se
hace del Archipiélago y sus aborígenes, debida posiblemente a uno
de sus jefes. El rey de Portugal es quien abastece la flota y este pa-
tronazgo es lo que argumentará Alfonso IV de Portugal al reclamar
sus derechos sobre las islas. La empresa estuvo bajo la dirección
técnica de los italianos, entre quienes destacan Nicolosso da Recco
y Angiolino de Teggia dei Corbezzi, capitán de la misma. ¿Qué con-
clusión podemos extraer de este viaje? Principalmente, la evidencia
de que las islas han dejado de ser un lugar remoto y desconocido
para convertirse en un paraje frecuentado y codiciado por los mer-
caderes y aventureros.
En 1344, el papa Clemente VI nombra a D. Luis de la Cerda, in-
fante de Castilla y miembro de la embajada del rey francés en la
sede papal de Avignon, como soberano de las Islas Canarias. Tanto
el príncipe como el papa habían sentido curiosidad por este lejano
archipiélago conocido a raíz de las expediciones de Nicolosso da
Recco y de las referencias que los textos antiguos hacían sobre las
islas. Por la bula "Tua devotionis sinceritas" se otorgó al infante el
feudo de Canarias, con plena jurisdicción para eliminar el paganis-
mo de aquella zona. La concesión papal tenía como contrapartida la
obligación de pagar anualmente cuatrocientos florines de oro por
parte del nuevo reino.
Don Luis, que tomará el título de "Príncipe de la Fortuna", bus-
cará ayuda inmediata en los restantes monarcas cristianos para que
éstos apoyen la cruzada y evangelización de las Islas. Para ello,
Clemente Vi dirigirá bulas a los reyes de Aragón, Castilla, Portugal y
Francia. Pero inmediatamente el rey castellano Alfonso XI alegará
que Canarias había pertenecido a la Mauritania Tingitana, dominio
de la monarquía visigoda, de la cual los reyes castellanos se creían
sucesores. Alfonso de Portugal, por su parte, invocará la expedición
de 1341 como derecho probatorio de sus aspiraciones sobre el ar-
chipiélago. Desde un punto de vista jurídico, en estas protestas se
esgrime la teoría de que la proximidad de un reino cristiano a una
zona sin ocupar le da derecho a su soberanía. El interés de los mo-
narcas por impedir la donación papal no iba específicamente contra
la autoridad papal sino contra la introducción de un obstáculo en las
zonas de expansión de esos reinos peninsulares.
El principe de la Fortuna, al no poder realizar la empresa por su
cuenta, acudirá a Pedro IV de Aragón para solicitar su ayuda, reali-
zando un acto de subordinación feudal que dará lugar a la interven-
ción de este reino en Canarias. Pero D. Luis de la Cerda, que ya en
1345 trabajaba- para equipar una flota expedicionaria, morirá en
1348 sin que las naves zarpen de los puertos europeos.
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Además de ser valorada y conocida ya a mediados del siglo XIV
como paso hacia una futura expansión por África, Canarias también
pone de manifiesto en el contexto europeo una serie de problemas
jurídicos que pasamos a enunciar brevemente:
En primer lugar, la donación papal es un acto de fuerza por par-
te de Clemente VI para demostrar su poder en los asuntos tempora-
les y concretamente en los internacionales, ya que éste había sido
dañado por ios problemas internos que sufría la Iglesia desde varias
décadas atrás.
Como ya dijimos, se cuestionan las distintas posturas sobre el
derecho que tienen los príncipes cristianos, en función de su proxi-
midad, a ocupar nuevos terrítoríos. Frente a ellos, el papado insiste
en su prerrogativa para crear principados como vicario de Dios en la
tierra y, por tanto, soberano del mundo y de los príncipes por ley di-
vina. En años posteriores este debate dará lugar no sólo a la puesta
en duda de este poder del pontífice, sino incluso a cuestionar qué
derechos tiene la cristiandad, el papa y los príncipes, sobre los pue-
blos paganos.
En torno al año 1350 se difunde el prímer libro de geografía uni-
versal, escrito por un franciscano español y basado en relatos ára-
bes, mallorquines y en las noticias que las misiones de su Orden en
el Mogreb daban, señalando las Canarias con notable precisión. Por
la misma época, el archipiélago ya aparece en los principales ma-
pas y portulanos, fijándose y difundiéndose su conocimiento.
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lleno en la mentalidad impregnada de religiosidad de la época. Pero
la mayor importancia que tiene Canarias para estos navegantes es
la de servir de plataforma de operaciones en el continente vecino.
Desde un principio, las islas no ofrecían grandes riquezas y sus po-
sibilidades se reducen al posible abastecimiento de buques y la ob-
tención de plantas tintóreas como la orchilla, siendo la única fuente
de ingreso rentable la captura de esclavos.
Aunque la Historia ha dado primacía a los portugueses en el
descubrimiento del Atlántico sur, es un hecho probado que los cata-
lano-mallorquines habían alcanzado ya en estas fechas zonas más
allá del cabo Bojador. Los problemas con que chocarán estas em-
presas serán de tipo técnico y financiero, ya que son normalmente
privadas, aunque fueran alentadas por los reyes con la aportación
de algunos recursos.
Se piensa que ya desde 1432 han partido una serie de expedi-
ciones mallorquínas hacia las Islas Canarias con la intención de ob-
tener esclavos. De estas primeras arribadas no se sabe su resulta-
do, pero son importantes porque inauguran una etapa de regulari-
dad en los viajes de exploración. Un ejemplo sería la expedición de
Jaume Ferrer a Río de Oro, que se recoge en el planisferio catalán
de 1375 y que certifica el conocimiento que tienen los marinos so-
bre estas aguas ya en ese momento, gracias a una labor continua
de exploración.
En 1351 el papado erige el obispado misionero de Fortuna,
nombrando Clemente VI al carmelita fray Bernardo como titular del
mismo. Al mismo tiempo, se arma para el siguiente año una expedi-
ción al mando de Amoldo Roger y que patrocinan Juan Doria, Jaime
Segarra y Guillen Fuser. Esta empresa aunaba el estímulo comercial
y la finalidad evangelizadora, para ésto último se formó una cofradía
con intención de recabar fondos con que financiar el viaje. La opera-
ción se vio apoyada por el patronazgo real, lo que muestra la inten-
ción del soberano aragonés de establecerse en Canarias de una
manera permanente. En la expedición iban, junto a unos treinta mi-
sioneros, doce canarios bautizados.
En Telde, sede de uno de los guanartematos grancanarios, se
establece el nuevo obispado, que perdurará más de cuarenta años.
Sirvió esta misión de avanzadilla para los contactos comerciales
con las islas, si bien tenia como fin primordial la evangelización de
los aborígenes de manera pacifica, al tiempo que frenar las conti-
nuas capturas de esclavos, como demuestran noticias de 1370 so-
bre la venta de canarios en puertos del Mogreb. Este enclave misio-
nero se extinguirá trágicamente en 1391 al ser asesinados sus
monjes por los grancanarios, a raíz de las razzias protagonizadas
por los andaluces en la isla.
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La última expedición, fecliada en 1391, coincide con la pérdida
de interés por Canarias al crecer las dificultades para los mercade-
res catalano-mallorquines en la ruta atlántica. Esta empresa nace
de la asociación de dos genoveses, Scariafiga y Sargazo, que, junto
al sevillano Juan González, fletaron la nave "Santa Ana", con tripula-
ción catalana y andaluza, y se dirigieron a Guinea tras hacer escala
en Fuerteventura.
¿Qué factores propiciaron el abandono de la zona atlántica? De
modo general se puede decir que desde 1380 Cataluña y Mallorca
hablan entrado en una fase depresiva, tanto demográfica como eco-
nómica y financiera, acompañada de alteraciones sociales y políti-
cas. Los inicios de esta crisis pudieron tener su origen en el conflic-
to castellano-aragonés a mediados del siglo XIV. Se asiste desde
entonces a un proceso de retraimiento comercial en aquellos reinos.
Castilla, por el contrario, vivirá una fase alcista que potencia su ma-
rina, convirtiéndola en protagonista, junto a Portugal, de la expan-
sión atlántica.
Andalucía, especialmente Sevilla y Cádiz, eran paso obligado
de las expediciones catalano-mallorquinas y es probable que los
andaluces ya navegaran por aguas de Canarias al mismo tiempo
que los aragoneses. Como causa de esta penetración castellana se
puede percibir una estrategia expansionista con la ocupación de
Tarifa, Algeciras o Gibraltar, la apertura de nuevos mercados, la lu-
cha contra el infiel y la evangelización.
Pero frente a Castilla, con problemas tan importantes por resol-
ver como la conquista de Granada, Portugal había acabado su re-
conquista y se alzaba como fuerte competidora por el dominio de
África. Canarias suscitará conflictos entre las dos potencias, que ya
habían tenido un primer choque de intereses en el episodio del Prín-
cipe de la Fortuna.
Ya en 1393, como indica Pedro de Ayala en su "Crónica del rey
D. Enrique III", toman la iniciativa los castellanos al preparar una
nueva expedición esclavista en Sevilla, a cargo de andaluces y vas-
cos, que entrará al menos en Lanzarote, apresando a uno de los je-
fes isleños y unos ciento cincuenta aborígenes. Por tanto, las raz-
zias debieron continuar durante los últimos años del siglo, aunque
no se tengan noticias seguras sobre el archipiélago hasta que en
1403 lleguen los normandos a Lanzarote.
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3. LA ETAPA SEÑORIAL
29
en Canarias con relativa abundancia. Jean de Betiiencourt es el
prototipo de la pequeña nobleza que las crisis del siglo XiV han hun-
dido, reduciendo sus ingresos con la relajación del sistema feudal.
Gadifer es también un noble sin fortuna, pero experto militar que ha
participado anteriormente con el normando en campañas militares
en el Mediterráneo.
Posteriormente, una vez llegado a las islas, Jean de Bethen-
court acudirá a la corte castellana para rendir pleito homenaje a En-
rique III en 1402. Se trata pues, del acto de enfeudación o reconoci-
miento oficial de las islas como señorío vinculado a Castilla. Portu-
gal cuestionará la validez de este hecho, presentando diversas ar-
gumentaciones que le permitan justificar su posible soberanía sobre
las Canarias. En la decisión de Jean de Bethencourt de subordinar-
se al monarca castellano quizá contó, junto a otras motivaciones, el
probable apoyo de un poderoso pariente suyo en la corte del rey En-
rique, su primo Rubín de Braquemont, artífice de las alianzas entre
Castilla y Francia, y que además había obtenido del rey el privilegio
sobre Canarias, que cede posteriormente al conquistador norman-
do. Lo cierto es que Rubín juega un papel importante en la acepta-
ción de Jean de Bethencourt por parte del monarca.
Sobre el viaje y ocupación normandas se tiene un detallado co-
nocimiento -aunque su verosimilitud esté cuestionada-, gracias a la
crónica conocida como Le Canarien, que fue redactada en el mo-
mento de la conquista por los capellanes de la expedición francesa,
Pierre Bontier y Jean Le Verrier. Sin embargo, ésta no es la fuente
que se conserva en la actualidad, los historiadores han utilizado, por
el contrario, dos versiones reformadas que sirvieron de alegato legal
tras la ruptura entre Gadifer y Bethencourt y que están entresaca-
das de la original escrita por los religiosos normandos. Gadifer ha-
bría redactado la versión más antigua sobre el manuscrito de los ca-
pellanes entre 1404 y 1408; predomina en ella cierta exactitud en
las descripciones de las islas y sus habitantes, como han señalado
los profesores Serra y Cioranescu. El segundo texto es una refundi-
ción de éste y adjudica a Jean lo que Gadifer presenta supuesta-
mente como obra propia. Fue escrito por el sobrino de Bethencourt
como crónica familiar y es el más inexacto de los dos textos.
A partir de la información de la crónica francesa podemos referir
los primeros acontecimientos de los normandos en las islas:
Los dos conquistadores parten de La Rochela -Francia- en
1402 con unos doscientos hombres. Tras hacer escala en la Coruña
y Cádiz llegan a Canarias. En el trayecto Bethencourt tendrá proble-
mas, debiendo responder de una acusación de piratería en Cádiz,
con lo que el viaje sufre cierto retraso, que permite contactar con
marinos andaluces que frecuentaban las aguas del Archipiélago. En
30
el verano de ese año desembarcan en Lanzarote, donde establecen
un pacto de amistad con un jefe aborigen, aunque las reticencias de
una y otra parte son constantes. Se funda un campamento, el Casti-
llo del Rubicón, al sur de la isla, desde donde se intenta el asalto a
Fuerteventura varias veces, pero con escaso resultado por la beli-
gerancia que muestran sus fiabitantes. Ante esta situación y para
conseguir apoyo económico, bastimentos y hombres, Jean de Bet-
hencourt marcha a la Península, donde consigue la ayuda de Enri-
que III a quien rinde vasallaje, obteniendo importantes prerrogativas.
Mientras esto sucede, en Canarias la situación interna del grupo
normando es tensa: Bertin de Berneval con varios gascones se re-
vela contra Gadifer, aprovechando que éste se encuentra en el islo-
te de Lobos para conseguir pieles con que reponer el calzado de
sus hombres, donde queda aislado. Bertin, puesto de acuerdo con
los marineros de una nave andaluza, la "Tajamar", que navegaba
por la zona, saquea el fuerte y esclaviza a los aborígenes y a su rey,
que logra huir, marchando Bertin a Cádiz en ese navio. Este suceso
acaba con la buena disposición de los indígenas, que temen se re-
produzcan los apresamientos de esclavos que vienen sufriendo
desde el siglo anterior, y obliga a los normandos a mantenerse a la
defensiva en condiciones precarias, hasta la llegada del auxilio en-
viado por Bethencourt desde Andalucía en julio de 1403.
La conquista de Fuerteventura no era fácil y hubo de esperarse
el regreso de Bethencourt en 1404 para emprenderla. Antes, Gadi-
fer lleva a cabo un reconocimiento de las restantes islas. Desembar-
có en Gran Canaria, donde tuvo noticia de la muerte violenta de los
misioneros mallorquines, acontecida años atrás y ante la actitud
hostil de los naturales, Gadifer decide continuar su viaje. Tras cos-
tear Tenerife y penetrar en La Gomera y El Hierro, hizo una última
escala en La Palma, regresando a Lanzarote. Aquí terminó de pacifi-
car la isla, tras algunos enfrentamientos con los indígenas, y el rey
Guadarfía se sometió junto a una población que las enfermedades y
la esclavitud habían diezmado considerablemente.
Bethencourt regresa con el título de "rey de Canarias" lo cual
da lugar a disputas con Gadifer, y comienza la ocupación de Fuerte-
ventura. En esta isla se establecen dos bases: el castillo de Ricorro-
que, supuestamente construido en la costa oriental, donde se con-
centra el bando bethencuriano y el castillo de Valtarajal, ocupado
por los seguidores de Gadifer. La llegada de nuevos refuerzos en
1405, entre los que se encuentran algunos aborígenes de Lanzaro-
te, acelera la capitulación indígena. Se supone que en estos mo-
mentos o en los inmediatamente posteriores Gadifer abandona el
Archipiélago y vuelve a Francia en busca de apoyo para recuperar
los derechos que Bethencourt le ha hurtado, pero no regresará
31
jamás a las islas. Tras la rendición, los conquistadores se dedican a
eliminar paulatinamente los últimos focos de resistencia y ocupar el
territorio. Para ello Bethencourt retorna a Normandía con la inten-
ción de reclutar colonos; con ellos vendrá Maciot, su sobrino, que
quedará a cargo del feudo cuando Bethencourt regrese definitiva-
mente al continente en 1412.
En estos años se intentan ataques frustrados a Gran Canaria y
Tenerife, logrando sólo dominar la isla del Hierro, que es inmediata-
mente repoblada con ciento veinte normandos, al ser su población
muy escasa debido a las continuas acciones piráticas y esclavistas,
incluidas las de los propios normandos.
El sistema de poblamiento de las islas implantado por la con-
quista bethencuriana es de origen francés, aunque menos riguroso,
para atraer a los posibles colonos. El beneficio económico obtenido
por Bethencourt tras el pacto con el rey castellano le otorga el mo-
nopolio sobre el comercio exterior de las islas, principalmente el de
la orchilla y la obtención del quinto real sobre las importaciones. En
1412 estas prerrogativas se ven aumentadas cuando Bethencourt
reitera su enfeudación al nuevo rey, Juan 11, de quien obtiene ef pri-
vilegio de acuñar moneda, regalía que siempre fue defendida por los
reyes y que dice bastante del carácter especial que tiene el pacto
con el vasallo normando. Pero Bethencourt no obtiene nuevas ayu-
das económicas para seguir la conquista de otras islas y regresa a
Normandía, desde donde gestiona el comercio de la orchilla, sin re-
tornar más al archipiélago.
32
y una serie de concesiones. Con posterioridad se dirige al papa de
Avignon para pedir el reconocimiento de sus conquistas, obteniendo
los beneficios y las gracias que corresponden a una empresa de
cruzada. Quizá también intentaba Betiiencourt convertirse en suce-
sor de ios dereciios reales que el pontífice otorgara a D. Luis de la
Cerda medio siglo antes, asegurando asi el respeto internacional
ante otros principes cristianos, con el respaldo papal.
El feudo que ostenta Bethencourt ha sido definido por el profe-
sor Aznar como "señorio inmune"; ¿qué podemos entender por este
término? Se observa que el rey posee la soberanía eminente y se
reserva el derecho de intervenir en cuestiones de carácter muy gra-
ve mediante el envío de un pesquisidor, si bien Bethencourt tiene ta-
les prerrogativas que lo convierten en un señor autónomo. Por otro
lado, es de señalar que este sistema de enfeudación no correspon-
de en absoluto a los usos castellanos. Para Ballesteros Gaibrois,
otro investigador, el pacto del conquistador normando es una " s u -
zeranía", es decir, la relación que se efectúa cuando un rey se hace
feudatario de otro rey.
Igualmente, la conquista plantea una serie de problemas con
respecto al derecho vigente en Europa. Estas discusiones se cen-
tran en cuestionar la soberanía que ejerce el papa y la Cristiandad
sobre el resto del orbe y la consideración juridica que han de tener
los pueblos no cristianos. Se enfrentan dos posturas, aunque en el
desarrollo del debate se llega a posiciones intermedias cuando no
contradictorias:
- Por un lado, una doctrina papalista, que argumenta que el vi-
cario de Dios tiene poder ilimitado sobre tocios los hombres. La úni-
ca sociedad legítima es la congregación de los fieles y ningún grupo
fuera de ella posee legitimidad sobre el territorio que ocupa. El
papa, emperador del mundo, tiene el derecho a disponer de esos
estados y delegar su dominio en un príncipe cristiano; éste, a su
vez, puede esclavizar a la población si se niega a la conversión.
En esta doctrina se contemplan dos grupos de no cristianos: los
infieles -judíos y musulmanes, que niegan la salvación y contra los
cuales la cruzada militar es lícita- y los paganos, que son los que
desconocen la doctrina de Cristo, y con los cuales se impone una
tarea evengélica y, en caso necesario, una acción militar.
- La teoría contraria a la papal nace entre los siglos XIII y XV
por la influencia de pensadores como Juan de París, Guillermo de
Ockam y Marsilio de Padua. Se defiende que la congregación de los
fieles sólo representa una entidad espiritual sin funciones políticas
y que, conviviendo con ella, existe una sociedad humana que com-
prende a todas las gentes, crístianas o no. Estas forman sociedades
legítimas sobre las cuales el papa no tiene poder directo alguno.
33
Para Guillermo de Ockam los cristianos no gozan de privilegios es-
peciales, aunque defienda su primacía sobre el resto de los hom-
bres. Esta doctrina llega incluso a plantear que las congregaciones
de fieles no tienen por qué regirse de una misma forma, con lo cual
se defiende al estado naciente contra el poder papal. Este último
aspecto quizá explique el comportamiento del rey francés y de Bet-
hencourt, quien acude el papa con posterioridad a su llegada a Ca-
narias, evidenciando la pérdida de poder del pontífice para disponer
la ocupación de nuevas tierras.
Mientras las doctrinas antipapalistas no tienen excesivo eco, la
teoría papalista si se aplica en los argumentos que justifican jurídi-
camente la conquista de Cananas. El papa, sin embargo, no jugará
un papel preeminente en la dirección de éste. En realidad, actúa
como juez en las contiendas internacionales que se suscitan.
En cuanto a la consideración que los europeos tienen con res-
pecto a los aborígenes, ésta cambia a lo largo de la conquista. La
conversión de los paganos de Lanzarote es una obligación que tiene
un príncipe cristiano para poder reinar en un territorio hasta ahora
no crístianizado. Agustino de Ancona, otro pensador medieval, opi-
naba a este respecto que los paganos tienen el derecho a ser sal-
vados aunque desconozcan tal circunstancia.
La explotación y posteríor ocupación de las islas dio ocasión a
los europeos de tomar contacto con pueblos y culturas ajenos a los
conocidos hasta el momento. El viaje de Nicolosso da Recco ofrece
a Europa una visión distinta de los paganos: los canaríos poseen
gobierno, construyen casas y adoran dioses. Son asi para los euro-
peos susceptibles de ser evangelizados y, por tanto, pueden mante-
ner su libertad y sólo podrán ser atacados si se niegan a recibir la fe
católica -argumento que esgrimirán los conquistadores para escla-
vizarlos-.
La conquista normanda llega a Cañarías como empresa de cru-
zada y, aunque se establecen pactos con el rey de la isla y se res-
peta su gobierno, es difícil asegurar que no fuera por haber encon-
trado una buena acogida más que por pensarse en una evangeliza-
ción pacífica. En todo caso, vemos cómo las diversas doctrinas se
modifican en la práctica sobre el terrítorío en que se ejercen y según
los intereses en juego.
Un sector de la cuna romana empezó pronto a defender postu-
ras que intentaban proteger a los aborígenes y que se alejaban de
la creencia de que se debía someter por la fuerza a éstos. Asi, Eu-
genio IV dará un salvoconducto, a petición de los misioneros, para
proteger a los aborígenes, viajando algunos de ellos a Europa. Tam-
bién la bula de' 1434 "Regimino Gregis" prohibe la esclavitud de los
recién convertidos.
34
LA CONQUISTA SEÑORIAL, 1402-1477 1448 Cesión de
Maciotalbsiusos\
36
Hernán Peraza y su hijo Guillen acometen juntos la ocupación de La
Gomera y realizan varios asaltos a Gran Canaria y La Palma, en
esta última y a consecuencia de una emboscada muere Guillen.
Desde este momento, Inés Peraza y su marido Diego García de
Herrera detentarán el señorío hasta 1477. En este año, Inés cede a
su hijo, Hernán Peraza el Joven, el gobierno de La Gomera con la in-
tención de fundar un mayorazgo; a la misma vez cede sus derechos
sobre las tres islas que quedan aún por conquistar a la Corona.
Con anterioridad y entre 1445 y 1465, los señores intentarán
consolidarse en las islas, amenazadas por las razzias portuguesas.
Diego de Herrera y su hijo Hernán Peraza, forzados por esta cir-
cunstancia y el afán de lucro, realizan entradas e intentos de asen-
tamiento en casi todas las islas. En Gran Canaria y Tenerife consi-
guen establecer pequeñas fortificaciones y oratorios; se efectúa un
acercamiento pacífico a los aborígenes y se logran pactos que per-
miten aprovechar algunos recursos económicos, entre ellos los es-
clavos que hacen los propios indígenas entre sus enemigos. En
1477 estas relaciones parecen rotas y la causa de ello quizá radi-
que en las continuas incursiones en busca de esclavos que se su-
ceden en esta época.
En Lanzarote y Fuerteventura la colonización sigue su curso
normal, aunque con un aumento progresivo de las presiones fisca-
les de los señores que traerán conflictos a finales de esta etapa. En
el Hierro, tras un levantamiento en época normanda contra el gober-
nador Lázaro Vizcaíno, se asiste a la llegada de nuevos contingen-
tes repobladores de origen gallego y asturiano.
La Gomera tiene una incorporación en dos fases: la primera es
en la época señorial y consiste en una lenta asimilación; la segunda
se desarrolla en época realenga, aunque bajo dirección de los seño-
res y de manera violenta. La ocupación la había iniciado Maciot,
alentado por su señor el conde de Niebla, en 1420 para contrarres-
tar el supuesto derecho de Las Casas sobre las islas aún no con-
quistadas. Guillen de Las Casas logra apresar a Maciot en 1423, lo
que provoca la intervención portuguesa, que ya en estos momentos
tenían relaciones con el sobríno de Bethencourt. Desde 1445, y con
la injerencia lusitana reducida, se continúa la ocupación de la isla,
aprovechando los pactos de amistad con dos de los cuatro bandos
en que se dividía la Gomera.
El final de la conquista tiene lugar en los años setenta, como
tendremos ocasión de explicar más adelante.
37
3.2.1. El conflicto luso-castellano en África
y sus manifestaciones en Canarias
38
Por su parte, el rey castellano protesta por esta decisión y en-
carga a Alonso de Cartagena, representante en el Concilio de Basi-
lea -reunido para resolver estas cuestiones- que defienda las pre-
tensiones de su reino. La defensa está recogida en el libro titulado
Allegatione en el que se defiende la tesis papalista y también se ate-
rra al carácter salvaje de los aborigénes, pero defiende el derecho
del territorio cristiano más cercano y anterior ocupante de esa zona.
Se presenta a la monarquía castellana como heredera de la visigóti-
ca, que había ejercido el dominio sobre la Mauritania Tingitana, área
que se extendía por el Marruecos actual y que supondría la inclu-
sión de Canarias. Por ello, y ayudándose de diversas presiones con-
tra el papado, se consigue que en 1436 se promulgo la bula "Dudum
cum ad nos" que reconoce el pleno derecho de Castilla en detri-
mento de los argumentos portugueses.
D. Enrique no admitirá el dictamen y en 1448 obtiene el arren-
damiento de la isla de Lanzarote de manos de Maciot de Bethen-
court. Este, que era gobernador perpetuo de la isla, ya tenía contac-
tos con los portugueses que le habían ayudado en otras ocasiones
y respetaban su dominio cuando dirigían ataques contra las islas.
Contraviniendo a Hernán Peraza, que tenía derecho al traspaso de
esta isla como señor de Canarias, Maciot deja entrar a los portu-
gueses, estableciéndose militarmente y llegando a imponer moneda
y leyes lusitanas hasta que son expulsados por una rebelión en
1450.
Las entradas y bloqueos a las islas no cesan y se acentúan
hasta la proclamación de la bula "Romano Pontifex" de 1454, en
que se otorga el dominio de África al sur de Bojador a los portugue-
ses. Dicha bula recoge el pacto al que llegan lusos y castellanos, se
termina la guerra que se mantenía de forma solapada en las costas
africanas, los portugueses renuncian a Lanzarote y dejan de ayudar
a dos de los bandos de la Gomera contra su señor y a cambio obtie-
nen el monopolio de Guinea.
A pesar de ello, Don Enrique enviará una expedición en 1459 al
mando de Diego de Silva y Meneses, que arrasa Lanzarote y Fuerte-
ventura y también entra en Gran Canaria, apoderándose de la torre
de Gando. Enrique IV de Castilla, el nuevo rey, protesta ante el tam-
bién sucesor Alfonso V de Portugal. La muerte del Infante D. Enrique
en 1460 acelera el proceso de entendimiento y hasta 1474 no se
inician de nuevo las luchas entre los dos estados.
En este clima de concordia, sucede otro episodio que pone en
peligro los intereses de Castilla en Canarias: el rey Enrique IV con-
cede en 1463 a dos cortesanos portugueses, Martín de Ataide y Pe-
dro Meneses, el derecho de conquista sobre Tenerife, La Palma y
Gran Canaria, que es revocado en 1468 ante la protesta de Herrera.
39
Este singular episodio se explica por el matrimonio del rey castella-
no con la infanta doña Juana de Portugal y la necesidad de mostrar
las buenas relaciones entre los dos reinos; el casamiento provocará
después la guerra de Sucesión que afectará a Canarias al reanu-
darse los ataques contra las islas.
Efectivamente, el segundo momento del conflicto luso-
castellano se inicia en esta guerra entre 1474 y 1479 por los dere-
chos de sucesión al trono de Castilla entre Isabel y Juana, apoyada
esta última por Portugal. Los reyes Católicos, para colapsar la eco-
nomía portuguesa envían sus naves a Guinea con la intención de
cortar el flujo de oro que se dirigía a la Península; la respuesta es el
ataque portugués a las fuerzas de Juan Rejón, que en ese momento
iniciaba la conquista de Gran Canaria. La paz llega tras el tratado de
Alcazovas, en 1479, con la victoria a favor de Isabel y Fernando; en
él se reconoce a Portugal su soberanía sobre Fez y Guinea, en cam-
bio Canarias queda en manos de Castilla, así como la franja costera
entre el cabo Arguer y Bojador.
En 1494 se firman los tratados de Tordesillas con motivo del
descubrimiento de América, en el que se vuelve a delimitar las fron-
teras de la costa africana que corresponde a cada reino.
40
PARTICIÓN DEL ÁFRICA CONTINENTAL SAHARIANA ENTRE CASTILLA Y
PORTUGAL. EL BANCO PESQUERO.
PORTUGAL
CASTILLA
Madeira
Cabo Aguer-
ZONA CASTELLANA
Canarias ^
Stareruz de la Mar Pequeña
Cabo-Boja
ZONA PORTUGUESA
Río de Oro
Guinea
42
4 . LA ETAPA REALENGA "^^¿I^^^
4 . 1 . Características y financiación
43
En tercer lugar, está el levantamiento contra los Herrera Peraza
por parte de los vecinos de Lanzarote y que presenta el carácter de
un movimiento antiseñorial. No era la primera vez que ocurría, recor-
demos la aspiración que ios mismos lanzaroteños tuvieron de con-
vertirse en subditos de la corona tras la expulsión de los portugue-
ses, a quienes habla arrendado la isla en 1454 Massiot de Bethen-
court.
La dureza del régimen señorial provocará en el periodo estudia-
do otras revueltas, como la de los gomeros, y también las emigracio-
nes constantes de pobladores hacia las islas de realengo debido a
la pobreza y los impuestos. Algunos de ellos, como el quinto sobre
agricultura, ganadería y comercio, sumados al diezmo eclesiástico, y
otros servicios -la guardia y defensa en las islas, la participación en
cabalgadas-, dejaban a los vecinos en una miseria casi permanen-
te.
En 1475 los habitantes de Lanzarote enviaron un memorial a los
reyes, que ya desde la época normanda tenían derecho a dirimir las
cuestiones más graves de las islas de señorío. Junto al memorial, se
desarrolla en la isla el levantamiento con la consiguiente represión
por parte de los señores. El expediente real que siguió fue realizado
por el pesquisidor Esteban Pérez de Cabitos, resolviendo a favor de
los señores de las islas, que ratificaron sus derechos sobre Lanza-
rote y las otras islas ocupadas.
Ya desde 1477 los Reyes Católicos habían tomado la resolu-
ción de conquistar las islas que faltaban. El expediente de Pérez de
Cabitos tenía un objetivo subyacente: tantear la posible atribución
real legitima sobre estas islas. Inmediatamente se entra en negocia-
ciones con los señores de Canarias; se les ofrecerá cinco millones
de maravedíes y el título de Condes de la Gomera y el Hierro, junto
al derecho a fundar mayorazgos a favor de Hernán Peraza el joven,
aunque el título no se hará efectivo hasta 1516 cuando Guillen Pe-
raza de Ayala se convierte en el primer conde de la Gomera. El dine-
ro se abonará en cuatro plazos establecidos entre 1487 y 1490; a
cambio, les cedería la conquista de la Palma, Tenerife y Gran Cana-
ria a los monarcas. El último paso se da cuando Portugal en 1480
reconoce a Castilla como soberana del Archipiélago, al convertirse
los señores canarios en vasallos de los reyes.
La financiación de la conquista estaba contemplada desde
1476, adaptándose posteriormente según las necesidades lo im-
pongan. Así, en un principio los monarcas se responsabilizan de
ésta, pero más tarde se dará curso a la coparticipación de personas
privadas. La primera recaudación comienza en 1477 con una bula
de Sixto iV, realizándose fundamentalmente en Castilla. De la mis-
ma manera, el alistamiento militar siguió también los cauces norma-
44
les de la reconquista peninsular. En vez de un salario, los soldados
y jefes de la conquista recibían promesas de botín o la participación
en el quinto real durante una serie determinada de años para re-
compensarlos.
Respecto a la estrategia militar, se sustituirán las pequeñas
partidas señoriales por ejércitos con gran movilidad, provistos de ar-
mas más modernas, tropas organizadas como las de la Santa Her-
mandad, auxiliados por contingentes de reos que lograban su liber-
tad a cambio de servir como peones en la empresa.
45
el dinero se había agotado. También comienzan las disensiones en-
tre Rejón y Bermúdez al relegar el capitán a este último en las ac-
ciones que se emprendían. Ante tal situación los reyes enviaron
para imponer la paz al primer gobernador de Gran Canaria, Pedro de
Algaba, que encarcela y envía a Sevilla a Rejón. Pero éste obtiene el
apoyo de la Corona, se replantea la situación económica de la con-
quista y además consigue iniciar la destitución del gobernador. La
financiación cambia de sistema y se nombra a Alfonso de Quintani-
lla para la recaudación de novecientos mil maravedíes. Se suman
por otro lado los recursos de la bula, que adelanta la Santa Herman-
dad, y el resto se concierta entre Pedro Fernández Cabrón y el nue-
vo gobernador Pedro de Vera.
Este llega a Canarias en 1480, pero Rejón se había adelantado
logrando capturar a Bermúdez y Algaba: destierra al primero a Lan-
zarote y decapita a Pedro de Algaba, alegando que colaboraba a fa-
vor de los intereses de Portugal. Pedro de Vera detiene de nuevo a
Juan Rejón, lo envía a Castilla y allí es absueito otra vez de las acu-
saciones imputadas, consiguiendo el título de Adelantado para la
conquista de La Palma. A su vuelta a Canarias hallará la muerte en
La Gomera, en un confuso episodio a manos de los vasallos de Her-
nán Peraza, señor de la isla.
¿Qué acontecimientos suceden cuando Pedro de Vera retoma
el mando de la conquista? Esta se hallaba paralizada en la etapa de
Pedro de Algaba, salvo algunas escaramuzas, y la principal activi-
dad se centró en la recolección de orchilla. Como primera maniobra
dirigida contra los canarios. Vera intentó ganarse a uno de los dos
guanartematos en que se dividía la isla, aunque sin demasiada for-
tuna.
En 1481, el gobernador inicia un ataque al guanartemato de
Gáldar por dos puntos: uno en el Este y otro a espaldas de la pobla-
ción desembarcando en Agaete tropas al mando de Alonso Fernán-
dez de Lugo, futuro conquistador de La Palma y Tenerife. A su vez
Pedro de Vera, avanzando desde la primera ruta, dará muerte a Do-
ramas en un choque armado. Desde Agaete,y con la ayuda de ian-
zaroteños y gomeros enviados por Hernán Peraza, se hostiga a Gál-
dar; Alonso de Lugo, tras algunas escaramuzas, logra apresar al
guanarteme Tenesor Semidán, dando un nuevo rumbo a las opera-
ciones. Miguel de Mújica, por encargo de Vera lo llevará a Castilla,
donde se somete con sus subditos a los reyes y es bautizado con el
nombre de Fernando Guanarteme, convirtiéndose a partir de ese
momento en el más fiel colaborador de los castellanos.
Al regreso de Mújica y Guanarteme a Canarias con nuevos re-
fuerzos, los canarios se encontraban ya reducidos en varias fortale-
zas naturales. Las operaciones ahora se suceden en rápida secuen-
46
cia: Fernando Guanarteme intenta atraer con poco éxito a los tel-
denses; Pedro de Vera ataca entonces la fortaleza del Bentayga
con la pretensión de cercarles, rindiendo a los aborígenes por ham-
bre; pero este plan fracasa teniendo que retirarse los castellanos a
Tirajana. Se inician entonces las operaciones en el campo de Amo-
dar, donde vencen y se internan por Fataga y allí se entrega un im-
portante grupo de canarios por la intervención de Fernando Guanar-
teme.
En las maniobras siguientes, para lograr el control final de la
isla. Vera organiza un ataque a la zona de Ajodar: un grupo se en-
cargaría de cerrar la salida por el mar y otro lo haría por tierra. El
primero, dirigido por Mújica, es derrotado y éste muere junto a sus
vizcaínos; Pedro de Vera se retira y agrupa sus fuerzas en Gáldar.
Bentejuí, que ha unificado gentes de los dos guanartematos y ha
contado con el apoyo de Masquera y Guayarmina -princesas de
Gáldar- y con el faycan de Telde, se refugian en Ansite.
En la primavera de 1483, Vera marcha hacia esa fortaleza. Por
la mediación de Fernando Guanarteme los canarios se rinden, mien-
tras algunos resistentes, entre los que se encontraban Bentejui y el
faycan, prefieren despeñarse a capitular. El 29 de abril, según cuen-
tan las crónicas, los canarios se presentaron en el Real de Las Pal-
mas, dando por finalizada una larga campaña de cinco años. A pe-
sar de ello, grupos de indígenas siguen alzados en las cumbres; en
1485 todavía se efectuaban "cacerías" contra éstos y contra guan-
ches de Tenerife que^^una vez esclavizados y trasladados a la isla,
huían y se sumaban a los últimos aborígenes que en Gran Canaria
escapaban al dominio castellano.
47
LA CONQUISTA REALENGA, 1478-1496
La Palma 1492-1493
Tazacorie
Enfrentamientos y puntos
Conquista de La Palma
de resistencia
Bases de asentamiento
efectiva hacia 1478. El intento de aplicar en la Gomera el sistema de
las restantes islas de señorío dio lugar a los primeros choques con
los aborígenes. Tras los acontecimientos que produjeron la muerte a
Juan Rejón en la isla, Hernán Peraza es llamado a la corte para res-
ponder de ese crimen, por el cual no será excesivamente castigado:
tenía que contribuir con sus vasallos a la conquista de Gran Canaria
y además se concierta su boda con Beatriz de Bobadilla.
Podemos suponer que la situación continuaba empeorando en
la Gomera a medida que el expolio señorial se acentuaba sobre los
bienes aborígenes. En 1485 Hernán Peraza hubo de solicitar ayuda
a Pedro de Vera, lo que indica que con sus propias fuerzas era inca-
paz de reprimir a los gomeros. La unión de los cuatro cantones de la
isla y su levantamiento culminó en 1488 con la muerte del propio
Hernán Peraza. Tras la petición de ayuda al gobernador Pedro de
Vera por parte de Beatriz de Bobadilla y sus fieles, cercados en la
torre señorial de la isla, su llegada supuso el desencadenamiento
de una feroz represalia: se dio muerte a doscientos implicados en la
revuelta y se esclavizó a un número aún mayor de mujeres y niños.
Está documentado el paso de estos isleños por los diferentes cen-
tros de venta de esclavos peninsulares y, pese a las gestiones de
familiares, del obispo Frías e, incluso, de la propia reina, muchos de
estos deportados jamás pudieron regresar al Archipiélago. En lo que
atañe a las comunidades de la isla, éstas quedaron gravemente
afectadas, por lo que la llegada de nuevos colonos obligó a los go-
meros a ocupar una situación marginal, contribuyendo aún más al
proceso de aculturación.
49
do. Al año siguiente obtuvo los derechos de conquista sobre La Pal-
ma y Tenerife^ y en las capitulaciones correspondientes se acuerda
el derecho de conquista, el quinto de ios cautivos apresados en La
Palma y la mitad de los que tomase en Tenerife y Berbería, además
de setecientos mil maravedíes, si la conquista se concluía antes de
un año. También recibe promesa del gobierno de la isla, justicia y ju-
risdicción civil y criminal.
Cabe señalar que necesitaba conseguir el dinero para sufragar
los gastos de tal empresa, por lo que formará compañía con Juanot-
to Berardi, mercader florentino, y el genovés Francisco Riberol. Par-
ticiparía cada uno en la tercera parte de los desembolsos y la misma
proporción correspondería de los beneficios, recibiendo al terminar
la conquista un tercio también de los setecientos mil maravedíes
prometidos. Lugo recluta gente en Sevilla, a los que se unirán pos-
teriormente Fernando Guanarteme y Pedro Maninidra que, con otros
canarios y gomeros, formarán una armada de novecientos hombres.
El primer desembarco ló realiza en Tazacorte sin que se produz-
can enfrentamientos con los naturales. Esta ausencia de hostilidad
se debió a que la zona pertenecía a los bandos de paz, y ello favore-
ció el internamiento de las fuerzas expedicionarías. Los anteceden-
tes de la creación de estos bandos se sitúan en el período inmedia-
tamente anterior a la conquista, cuando en ese mismo año de 1492,
el gobernador Maldonado y el canónigo de Las Palmas habían ini-
ciado la captación de aborígenes enviando a Francisca de Gazmira,
esclava palmera, y a los cabecillas cautivos y bautizados de cuatro
cantones del suroeste de la isla con ios que se ajustó una paz, de-
volviéndolos con el encargo de evangelizar a los miembros de sus
bandos.
Aunque no se conocen bien los pasos de la expedición tras el
desembarco, se supone que avanzaron hacia el sur y el este sin en-
contrar resistencia hasta el cantón de Tedote, donde libraron una
corta batalla. A partir de ahí se dirigieron hacia la zona más abrupta,
el cantón de Aceró, que correspondería a la actual Caldera de Tabu-
ríente, y que estaba bajo el gobierno de Tanausú. En 1493 se inician
las escaramuzas para el asalto de este baluarte natural, de accesos
difíciles que lo hacía casi inaccesible. Viendo Lugo que iba a cumplir
el año prefijado para finalizar la ocupación, recurre a negociar y soli-
cita una entrevista a Taunusú con la condición de dejar las tropas
acampadas en Los Llanos. Pero éstas se apostaron en los pasos de
salida de la Caldera y/ rompiendo la tregua pactada con el isleño,
Lugo lo apresa junto a sus seguidores y lo envía a Castilla, murien-
do en el trayecto. El resto de su gente es esclavizado y de paso,
bajo pretexto de una rebelión, serán cautivados también muchos
aborígenes pertenecientes a los bandos de paz.
50
4.5. El último episodio: La Conquista
de Tenerife
Acabada la conquista de La Palma y dada su relativa facilidad,
Alonso Fernández de Lugo acude a la corte en 1495 y realiza las
capitulaciones para la conquista de Tenerife. Renuncia al premio
prometido en la anterior empresa a cambio de que se le asegure el
gobierno de la isla y otras prerrogativas similares a las de La Palma,
aunque no tendrá participación en el quinto real. Lugo pensaba qui-
zá obtener un gran botín con la venta de esclavos, ganado y orchilla.
Para hacer frente a esta campaña, venderá sus propiedades,
debiendo además realizar contratos con algunos comerciantes ita-
lianos en Sevilla. Pretendía también conquistar Tenerife en diez me-
ses, posiblemente tomando la ocupación de La Palma como referen-
cia. A la recluta de soldados hecha en Sevilla se unieron canarios y
gomeros que vivían en la Baja Andalucía; en Gran Canaria además
incorporan un contingente de tropas, formando en conjuntó una
fuerza expedicionaria de dos mil hombres a pie y doscientos a ca-
ballo.
La isla de Tenerife estaba en la época aborigen dividida en una
serie de menceyatos y ya había sido visitada años atrás por Diego
de Herrera. También unos frailes comenzaron la evangelización de
los guanches, consiguiendo que los menceyatos de Güímar, Abona,
Adeje y, posteriormente Anaga, se convirtiesen en bandos de paz,
procurando ampararlos contra el constante asalto de los cazadores
de esclavos.
A fines de abril de 1494, Lugo y sus hombres desembarcaron en
Añazo; una vez fortificado el campamento -el Real de Santa Cruz-,
avanzan hacia el interior confirmando los pactos con los cuatro ban-
dos de paz ya existentes. Iniciarán también un acercamiento al resto
de los bandos, sobre todo con el de Taoro, siendo su mencey Ben-
chomo. Este no acepta las condiciones impuestas y realiza a su vez
alianzas con los menceyes de Tacoronte, Tegueste, Daute e Icod.
Alonso de Lugo, ya en acto de guerra, se internará por La Laguna
avanzando hasta el barranco de Acentejo. Allí,los guanches, aprove-
chando su mejor posición estratégica, cercan y diezman al grupo
expedicionario estando a punto de morir el propio Lugo, que con los
supervivientes huye al Real de Añazo y reembarca hacia Gran Ca-
naria. Había perdido las cuatro quintas partes de su ejército en la
denominada "matanza de Acentejo".
En Las Palmas, Alonso de Lugo tiene tiempo de reflexionar so-
bre la derrota, producto de diferentes circunstancias: la inexperien-
51
cia dé los soldados, pese a su número y armamento, junto al ataque
llevado a cabo en gran escala por los aborígenes y no en pequeños
cuadríllas, que había sido la táctica habitual hasta el momento. Ello
le decide a emplear tropas veteranas en un nuevo intento y a conso-
lidar una cabeza de puente que sirviera de refugio si los combates
eran adversos. Para esto necesitaba mucho dinero y sólo le queda-
ba la mitad del plazo para conquistar la isla, debía pagar a los su-
pervivientes y levantar nuevas levas. Vende entonces los restos de
su hacienda a Francisco Palomar y concierta una nueva sociedad
en 1494 con el anterior, además de Guillermo Blanco, Nicolao Ange-
lote y Mateo Viña. Cada uno de ellos tiene una participación desi-
gual y recibirían su beneficio según lo invertido, llevando el mayor
porcentaje Angelote y Blanco. Actualmente, no se sabe bien si este
contrato fue una renovación del hecho en la primera entrada o uno
completamente distinto. Estos aspectos son claves para entender al
funcionamiento de la conquista realenga, pues ésta había empeza-
do con una financiación similar a las empleadas en la reconquista
peninsular y acaba con otras que son comunes a las empresas en el
Nuevo Mundo.
Junto a los genoveses, Lugo pedirá ayuda al duque de Medina
Sidonia, quien le promete mil peones que habían participado en la
guerra de Granada, y también a Inés Peraza y Beatriz de Bobadilla,
que en ese momento ostentaban el poder de las islas señoriales.
Posteriormente, se dirigirá a los reyes solicitando una prórroga,
concediéndole los monarcas diez meses más para un nuevo intento.
En 1496 Lugo desembarca y edifica dos torres en el mismo lu-
gar que su primera expedición, siendo aprovisionado por los bandos
de paz. Durante el tiempo que duraron las tareas para fortificar el
Real, logran capturar bastantes esclavos y a finales de año, con los
pertrechos completos, Lugo se adentra y establece un nuevo cam-
pamento en Gracia, cerca de La Laguna, entablando un combate
con los guanches de los bandos de guerra, quienes esta vez come-
ten el error de luchar en tierra llana, donde son aplastados por la
caballería. La ayuda de tropas de refresco que se incorporan al
mando de Fernando Guanarteme completan la derrota de los abori-
génes. Muerto Benchomo, los castellanos pactan con el nuevo men-
cey Bentor. Por otro lado, a raíz de la batalla, una enfermedad con-
tagiosa contribuirá aún más a la mortandad entre la población de la
isla. En un nuevo avance se dirigen los castellanos hacia el Valle de
Taoro y cerca de Acentejo, escenario de su primera derrota, triunfan
en otro encuentro con los guanches. Queda consumada la conquis-
ta, aunque también hubo quienes no aceptaron esta suerte, por lo
que se prolongaron las operaciones militares contra los isleños has-
ta 1496.
52
5. CONSECUENCIAS DE LA
CONQUISTA Y COLONIZACIÓN
53
quista de Gran Canaria, permaneciendo allí muchos de ellos al fina-
lizar la campaña. Por último, tendrá gran incidencia en la población
gomera la represión que realiza Pedro de Vera tras la muerte de
Hernán Peraza a manos de sus vasallos, siendo por esta revuelta
muchos aborígenes ejecutados y esclavizados.
Las islas de realengo eran las más pobladas, pero también ha-
bían sufrido continuas rapiñas desde las primeras arribadas de ex-
ploradores europeos y en ellas tuvieron lugar las batallas más san-
grientas durante la conquista. Tras ella, en Gran Canaria, los aborí-
genes que no habían sido esclavizados ya son masivamente depor-
tados por Pedro de Vera, salvo contadas excepciones como las de
Fernando Guanarteme y otros nobles de la isla. Se tenía miedo, in-
fundado o no, de que si los canarios permanecían allí podían levan-
tarse contra sus nuevos ocupantes. Por otro lado, muchos participa-
rán con Alonso de Lugo en la invasión de Tenerife, instalándose de-
finitivamente en aquella isla. De todas maneras, Gran Canaria aún
contará con nativos, ya como esclavos o libres, a los cuales se su-
marán los que pudieron retornar de Andalucía y de otros lugares del
Archipiélago.
La Palma, castigada por las capturas de cautivos por parte de
piratas portugueses y castellanos, sufrirá un largo proceso de es-
clavización progresiva de sus moradores. En 1503, una esclava pal-
mera iniciará un pleito para reclamar su libertad, apareciendo la re-
ferencia a una figura jurídica interesante: el procurador de los natura-
les, creada por aquellos castellanos que trataron de auxiliar a los
bandos de paz, aunque con pocos resultados positivos, debido a las
trabas administrativas que les impusieron. La población, según se
deduce de las datas, debió quedar bastante diezmada y concentra-
da en el sur de la isla.
En Tenerife podemos distinguir dos grandes grupos: los perte-
necientes a los bandos de paz, que no podían ser apresados en vir-
tud de los pactos establecidos con los castellanos, pero que al te-
ner Lugo urgentes problemas de pago y pretextando que ayudaban
a los fugitivos de los bandos de guerra, los esclavizará sin reparo al-
guno. El segundo grupo, compuesto por los aborígenes de los men-
ceyatos que lucharon, eran considerados botín de guerra y serán
vendidos como esclavos o expulsados a Gran Canaria. Se calcula
para el mercado de Valencia que más de ciento setenta guanches
fueron vendidos desde 1494 a 1496, en su mayoría mujeres y niños.
Los supervivientes se concentraron en la comarca de Güímar, que-
dando otros grupos de menor importancia diseminados por toda la
isla.
54
5.2. Repoblación y repartimiento
55
¿Cómo fue la repoblación en las islas de realengo? Estas islas
tuvieron un notable crecimiento gracias al atractivo que su situación
y recursos ofrecen. Es un proceso brusco y temporalmente más bre-
ve que el acontecido en las islas de señoríos. La principal caracte-
rística de sus pobladores es la mayor heterogeneidad debida a sus
diferentes procedencias. Los grupos más importantes serán los por-
tugueses, castellanos, italianos y flamencos; junto a ellos los judíos,
negros, moriscos y una población indígena que, salvo los que se fu-
sionan por ser nobles con los jefes de la conquista, se dedica a la
ganadería y se integra con otros grupos de su mismo nivel y consi-
deración social. Sólo algunas mujeres, por el escaso número de eu-
ropeas que vivían en las islas, acceden por el vínculo matrimonial a
la categoría de los colonizadores.
La aristocracia, en principio militar o mercantil, se irá fusionan-
do entre sí; en otros grupos medios y bajos se hará lo mismo siendo
la capacidad económica la que marque la escala social. Debajo de
ellos están los bergantes, personas que llegan en busca de fortuna
pero que no son auténticos repobladores y que normalmente mar-
chan en busca de nuevas oportunidades en otras tierras. Junto a
todo esto es necesario apuntar ta diferencia de estatutos jurídicos,
cultura y mentalidad entre los diversos sectores de la sociedad que
provoca un proceso de fusión lento y difícil, sobre todo para los ne-
gros, moriscos, aborígenes y los que eran perseguidos por motivos
religiosos, contra los cuales la cerrazón y desconfianza irán en au-
mento, convirtiéndose en punto de mira de la Inquisición y del recelo
popular.
56
DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE LA POBLACIÓN POR ISLAS (AÑO DE 1580)
Tenerife
G. Canaria
La Palma,
Gomera
Fuerteventura
Hierro
Lanzarote
y. 10 20 30 40 50 60
58
6. LA NUEVA SOCIEDAD ^<^^^/
59
vas tierras; se establecen, por ello, relaciones paralelas a las fami-
liares: creación de confradías, agrupación por nacionalidades, etc.
Socialmente podemos distinguir dos grandes grupos:
- El grupo dominante, formado por aristócratas, clérigos y mer-
caderes. En suma, todos aquellos que desempeñan los cargos poli-
ticos y controlan el poder económico.
- Por otro lado, la mayoría dominada, que se diferencia entre sí
por su categoría económica, desde el propietario al jornalero y ocu-
pando el último lugar, el marginado, discriminado por causas religio-
sas o por condiciones jurídicas, entre las cuales se incluía la de ser
esclavo.
60
6.3. Los europeos
61
6.3.3. Los italianos
62
6.4. Los aborígenes
63
cual el grupo dominante no deja opción a! aborigen para seguir con
la vivencia de su cultura, sino que impone la suya de manera total.
La conquista violenta supone la rápida implantación en las islas de
unas estructuras sociales, económicas y político-jurídicas totalmen-
te nuevas y ajenas a las anteriores. Es necesario, desde el punto de
vista de los conquistadores, acabar totalmente con la cultura abori-
gen como única manera de rentabilizar la empresa de asentamiento.
Este cambio se deja sentir sobre todo en el aspecto económico al
introducirse un sistema de propiedad privado que es ajeno a los is-
leños. Este le quita sus tierras y pastos, sometiéndolos al trabajo
como esclavos o siervos, o expulsándolos de la isla alegando que
representan un peligro social.
La reacción aborigen no es unitaria, ni siquiera dentro de una
misma isla. Solo aspectos como la liberación de esclavos por sus
hermanos de sangre o la protesta colectiva de grupos aborigénes
nos muestra cierta cohesión étnica. Pese a ello, estas manifestacio-
nes no tienen una gran repercusión y se hace dentro de las normas
jurídicas de ios conquistadores.
Ya en el nuevo orden social y a lo largo del siglo XVI, pueden di-
vidirse las "agresiones transculturativas" en tres planos principa-
les:
- El biótico, que supone un despoblamiento aborigen como con-
secuencia de enfermedades ante las cuales los canarios no tenían
defensa inmunológica alguna, lo que causa verdaderos estragos,
de manera similar a lo que ocurría en América poco tiempo después;
la "modorra" -¿gripe quizás?- afecta a poblaciones enteras a las
que deja en tal estado de postración que son incapaces de buscar-
se el sustento, acelerándose su extinción a consecuencia del ham-
bre. Las pestes que afectan tanto a castellanos como aborígenes y
otro tipo de enfermedades, contribuyen no sólo a la despoblación
sino también a la desintegración de las estructuras socioeconómi-
cas, el habitat y otros componentes de la cultura aborigen;
- El ecológico, ya que al apoderarse el conquistador de tierras
y ganado, no sólo acaba con las formas de explotación aborigen
sino que destruye también el equilibrio ecológico que éste tenía con
el medio. A ello se suma la introducción de nuevos sistemas de pro-
piedad de la tierra: las mejores tierras y el aprovechamiento de los
acuíferos no serán para el aborigen, que se ve confinado en los si-
tios peor acondicionados o, si consigue una parcela de tierra, estará
obligado a cultivar e intercambiar sus productos dentro de las nue-
vas prácticas comerciales. El sector más afectado por todas estas
transformaciones es el ganadero, ya que éste era uno de los recur-
sos más importantes en las islas. Las prácticas económicas, socia-
les y religiosas que vienen aparejadas, al ganado desaparecen y el
64
aborigen en la mayoría de los casos queda convertido en un simple
pastor a sueldo.
- En el plano socioeconómico, se impone un sistema de pro-
ducción de carácter mercantilista. Los naturales ya no serán dueños
de sus bienes, a la vez que se ven sometidos a unas relaciones de
trabajo totalmente distintas de las suyas.
En el aspecto social, el aborígen se integra ya de manera libre,
ya como esclavo. En el caso de la integración libre, ésta se efectúa
muchas veces de forma jerárquica. Los indígenas pertenecientes a
las estirpes nobles se unen con la nobleza castellana, el resto lo
hace con los estratos inferiores y preferentemente entre ellos mis-
mos. Otro importante elemento de integración será la cristianiza-
ción: bautizados en masa, siguiendo a sus jefes o al ser obligados
por los señores castellanos, los aborígenes en muchos casos com-
binan la nueva doctrína con prácticas religiosas de sus antepasa-
dos, como es el caso de seguir enterrándose según los viejos ritos.
Otro aspecto de esta integración es el mito de la Virgen de Cande-
laria en Tenerife, produciéndose un sincretismo entre dos religiones
bien diferentes, la crístiana y la guanche.
La familia también se verá afectada por la nueva situación, ob-
servándose que el índice de natalidad es menor en los matrímonios
mixtos que en los realizados entre los propios canaríos, aunque no
se ha hallado respuesta satisfactoria para este problema. Sí es evi-
dente que las familias aborígenes se descomponen, y aunque en los
prímeros momentos los lazos de sangre se mantienen, poco a poco
se verán reducidos a los habituales en la nueva sociedad.
Respecto a la vida material, se debe hacer una diferenciación
entre el habitat rural y el urbano; en el segundo la aculturación es
más rápida, mientras en el campo, preferentemente en zonas aisla-
das, los aborígenes seguirán manteniendo sus costumbres y rela-
ciones socioeconómicas.
La conquista y aculturación compulsiva supuso una reacción de
los aborígenes que se manifestó de dos formas. En lo colectivo con
la huida a sitios inaccesibles, la fuga de la isla -como ocurre en
Fuerteventura-, o el paso de población desde los bandos de guerra
a los de paz, lo que dio oportunidad a los conquistadores para ata-
car y esclavizar a sus habitantes, acusándolos de encubridores.
De manera individual, aparte de los suicidios, el canario em-
prende la fuga hacia zonas de difícil orografía, donde se mantiene
precariamente. Este fenómeno conocido como "alzamiento" se dio
en varias islas y no sólo se limitó al isleño, sino también a los escla-
vos africanos, que una vez fugados se unen a aquellos en las mon-
tañas.
65
Los continuos robos de ganado, ya que el aborigen no entiende
que éste pertenezca a una sola persona y no pueda aproveciiar sus
productos libremente, choca con la idea de propiedad colectiva de
su sociedad y lleva a los colonos a acusarlos de ladrones y a exa-
gerar su peligrosidad para conseguir su expulsión de las islas. La
necesidad de acabar con estas capturas de ganado y recuperar los
esclavos, obliga a organizar verdaderas batidas, compuestas mu-
chas veces por indígenas integrados, que tienen un mejor conoci-
miento del terreno. Un indicador de la importancia que para los con-
quistadores llega a alcanzar este problema son las reiteradas pro-
puestas del Cabildo de Tenerife para la expulsión de los guanches,
que finalmente no consiguieron.
66
plexión, etc.; las mujeres suelen valer dos o tres mil maravedíes me-
nos que los hombres, ya que se les dedica a tareas domésticas y a
la reproducción. Un negocio bastante corriente es el alquiler de es-
clavos; su dueño lo arrienda por unos 600 a 1.200 maravedíes al
mes, con lo cual amortiza su compra en dos años.
Los traficantes de esclavos suelen ser mercaderes, de origen
portugués, genovés o castellano, y marineros. Los compradores
pertenecen a todas las clases sociales; no se suele tener un núme-
ro alto de esclavos y se emplean en una variada gama de tareas,
aunque predominantemente en el azúcar; en el transcurso del siglo
XVI irá cobrando importancia la esclavitud dedicada a la servidum-
bre doméstica, sobre todo entre los nobles y la Iglesia. Gran Canaria
es un puerto importante en la trata de esclavos, tanto para los desti-
nados al mercado insular como para los que son conducidos a Amé-
rica.
Socialmente el esclavo es considerado un mero objeto por las
leyes de la época, la responsabilidad legal de sus actos correspon-
de a su dueño, que puede hacer lo que quiera con él, menos darle
muerte. Muchos de ellos conseguirán con el tiempo manumitirse por
diversos medios: por conversión al cristianismo, siendo esclavo de
un infiel; por testamento de su amo; por mandato real; comprando su
libertad gracias a su trabajo o por la aportación de amigos y familia-
res ya libres.
Pero el esclavo es comúnmente un marginado social y sobre él
recaen los apelativos de vago, hechicero o rebelde, especialmente
por las frecuentes tentativas de huida y alzamiento. El miedo a su
número y las dificultades para controlarlos, hacen que se dicten una
serie de disposiciones, como son las de no poder ser recibidos en
casa ajena, portar armas y tener casa propia, normas que se am-
plían normalmente a los libertos.
La esclavitud tiene un aspecto económico muy importante, /a
cabalgada. Estas son expediciones organizadas para capturar es-
clavos o intercambiarlos por mercancías que se hacen en Berbería y
en África Negra. Estas actividades tienen su inicio en el siglo XV,
primero desde Lanzarote y Fuerteventura, posteriormente desde
Gran Canaria y el resto de las islas. Su origen está en la práctica
andaluza de la guerra de frontera contra Granada, pequeños golpes
de mano que tienen como objetivo apropiarse de botín. Los señores
de las islas eran asiduos de esta práctica, pero también las islas
realengas lo practican pues los reyes están deseosos de cobrar el
quinto de las capturas a que tienen derecho.
La cabalgada es una mezcla de empresa económica, de recon-
quista y cruzada, y de fundación estratégica para la consolidación
de los caladeros de pesca en el litoral sahariano. Canarias es para
67
Castilla la punta de lanza de su asentamiento en África, lo que se
manifiesta en la pronta edificación de una base defensiva en la cos-
ta de Berebería, Santa Cruz de la Mar Pequeña, encomendada a
Diego de Herrera.
Financieramente la cabalgada llega a obtener unos beneficios
del 200% sobre el dinero invertido; sus organizadores son personas
de solvencia que concertan las entradas con capitanes de navios y
que suministran al barco y a los hombres, los víveres, armas y obje-
tos de comercio necesarios. En las cabalgadas participan marineros
y soldados, junto a los llamados adalides, moros conversos que sir-
ven de intérpretes.
Estas cabalgadas se suceden con cierta frecuencia en el siglo
XVI hasta 1572, fecha en que son prohibidas por Felipe II. Ello es
debido a la necesidad de frenar los asaltos que como represalia lle-
van a cabo los corsarios berberiscos contra las islas orientales.
Desde ese momento y hasta 1579, la práctica más usual es la del
rescate de prisioneros de ambos lados, ya por dinero, ya por pro-
ductos como el marfil y el oro por parte beréber y trigo y manufactu-
ras por la parte cristiana.
En 1579, el regidor Escobar obtiene el permiso real para que
desde las islas se efectúen dos cabalgadas al año. En la década de
los noventa las empresas decrecen debido a que las represalias no
cesan y se hacen cada vez más terribles. Estas respuestas inciden
también de manera negativa sobre las faenas en la plataforma pes-
quera africana y a finales de siglo pocos son los buques que se
aventuran en aquellas aguas.
Junto a estas empresas, se prodigan las navegaciones a Cabo
Verde para comprar esclavos a los portugueses; estas actividades
eminentemente comerciales reportan grandes beneficios e incenti-
van la producción de vino en las islas ya que éste era uno de los
productos con que se comerciaba con esta zona de África. En los
momentos de guerra con los lusitanos y posteriormente de manera
ilegal se efectuaron también algunas cabalgadas a esta zona y a la
de Guinea.
68
su escasa cristianización ya por el peligro de que se alzen y se alien
con otros marginados, provocando revueltas.
Una vez manumitidos, se incorporan con normalidad a la socie-
dad, encontrándose diseminados por todas las islas y ejerciendo
oficios como el de leñador o boyero.
En Gran Canaria, y en otras islas también, llegaron a fundar ba-
rrios como el de las laderas de San Juan, en el cual tenían incluso
una cofradía.
La procedencia de estos negros es variada. Las fuentes regis-
tran gente de la etnia fulo del Senegai, berebezis de Guinea, man-
dingas de Sudán, etc.
69
7. LA ORGANIZACIÓN ECONÓMICA
71
de manufacturas y productos básicos. Pero la realidad histórica del
Archipiélago nos presenta algunas diferencias que contradicen este
esquema. Así, en primer lugar, no hay una agricultura de monoculti-
vo que además se encuentre en todas las islas; los cultivos de ex-
portación conviven con un sector de autoabastecimiento muy impor-
tante, al que se dedica buena parte de la población y que se mantie-
ne en los momentos en que el ciclo de exportación entra en deca-
dencia. Este sector puede verse afectado a su vez por crisis de sub-
sistencia que aún teniendo incidencia sobre el resto de la economía
no suponen el aniquilamiento del sector exportador. La economía
básica de las islas es por tanto la del autoconsumo, que permite
mantener un mínimo de actividad económica cuando se produce el
agotamiento de un ciclo y su sustitución por otro, como ocurre con
el azúcar por el vino en el siglo XVI. Lo que sí sucede es que el sec-
tor de intercambio externo hipoteca la balanza comercial de las is-
las, propiciando el desarrollo de una economía dependiente, ya que
a través de ese intercambio llegan productos manufacturados y ca-
pitales que no pueden originarse en las islas por la pobreza de re-
cursos y escasa capacidad competitiva frente a los extranjeros.
72
El sistema de explotación no directo de la tierra presenta tantas
modalidades como diferentes intereses puedan tener los contratan-
tes. Esta variada tipología se puede dividir en dos grupos:
El primero está compuesto por aquellos contratos efectuados a
los jornaleros sin tierras. Estos trabajan a sueldo, pagado en espe^
ele normalmente, y se contratan por tarea o por meses. Los contra-
tos, cuyas condiciones se hallan recogidas en las ordenanzas muni-
cipales, suelen especificar el número de días y las condiciones de
pago, que incluyen el mantenimiento del empleado durante el de-
sempeño de su trabajo.
El segundo grupo lo componen aquellos contratos que se reali-
zan como asociación y alquiler. El más usual es el arrendamiento, tí-
pico de las tierras de "pan llevar" -las de cereales-; son contratos
anuales y el arredador suele contratar no sólo la tierra sino también
las herramientas, animales e instalaciones anexas a la explotación.
El sistema de pago es en moneda o, preferentemente, en especie.
Otro tipo de contrato es el de aparcería, en el que se especifica la
proporción de la cosecha que cada una de las partes obtiene: la mi-
tad, un quinto, etc. La participación es variada, tanto en la forma de
repartir los trabajos como en la aportación de semillas y aperos. La
tercera modalidad es el censo, y consiste en el alquiler de una tierra
por un periodo de tiempo, por la cual se paga regularmente una can-
tidad en metálico. Es utilizado este sistema en tierras concejiles y
eclesiásticas ya que proporciona una renta fija. Existe también el
llamado censo enfitéutico que se da a perpetuidad a un arrendata-
rio.
La complantación es otro tipo de asociación nacida de la necesi-
dad de roturar nuevas tierras al principio de la colonización. Dada la
falta de mano de obra y capital para emprender la tarea, se suele
ceder el terreno a otro agricultor por dos o más años sin pagar nada
a cambio; éste, a su vez, se compromete a poner en explotación la
tierra. Al agotarse el plazo, la parcela es dividida a medias entre el
propietario y el explotador. Otra variante de contrato sobre nuevas
tierras se denomina "de plantación" y presenta los caracteres co-
mentados para los de aparcería, aunque mantiene la salvedad de no
pagar renta en los primeros años. Todos estos contratos suelen
combinar el alquiler de las tierras con clausulas de asociación en el
cultivo y difieren en condiciones debido a la calidad de tierras o al
tipo de producto y tareas que aquellas necesitan.
7.1.2. La agricultura de autoconsumo
74
dio; su precio es casi el doble de un terreno de las mismas dimen-
siones dedicado al cultivo cerealero.
La huerta destaca por la variedad de cultivos: verduras, higue-
ras, cítricos, membrillos y otros frutales. El abastecimiento de estos
comestibles a las ciudades está regulado estrictamente; los hortela-
nos, por ejemplo, están obligados a acudir diariamente al mercado
con sus productos, con un precio y lugar de venta que fijan los dipu-
tados municipales encargados de su control.
El viñedo y su producción principal, el vino, adquieren importan-
cia a lo largo del siglo XVI, sustituyendo progresivamente al azúcar
como mercancía de exportación. Al principio su cultivo está limitado
a la demanda interna, donde se consume abundantemente; se ex-
plota en todas las islas, pero destacan Tenerife y La Palma. La ex-
portación se inicia con los intercambios con África y su envío a
América, y continúa en la segunda mitad del siglo con el tráfico cre-
ciente hacia Europa por medio de los ingleses; desde este momento
se intenta proteger su comercio frenando las importaciones de vino
de Madeira y la Península. Con todo, el vino no constituye en el siglo
XVI un aporte de riqueza tan importante o rápido como lo había sido
el azúcar, debido a que su comercio se ve entorpecido por las gue-
rras anglo-hispanas que se suceden en las últimas décadas del si-
glo. Asimismo, al no necesitar de una infraestructura muy compleja,
no atrae la inversión de grandes capitales y la riqueza que esto pu-
diera generar.
75
otra planta tintórea muy apreciada es la hierba pastel, introdu-
cida por los genoveses y que se encuentra preferentemente en las
islas orientales. Las conchas son también objeto de exportación a
las factorías portuguesas en África, donde sirven para intercambiar
por oro.
La silvicultura tiene un peso fundamental en la economía cana-
ria desde estos primeros momentos, pero su explotación incontrola-
da conduce rápidamente a la deforestación de las islas. Las reitera-
das medidas que se tomaron en el siglo XVI para regular la tala de
árboles o el pastoreo, resultaron ineficaces por las continuas infrac-
ciones e ilegalidades cometidas.
La primera utilidad rentable del bosque es su uso como com-
bustible, tanto para la industria artesana y los ingenios como para el
consumo doméstico. La segunda y no menos importante es la ob-
tención de pez para el calafateado de buques, utilizada por la indus-
tria naval de las islas -próspera en esta etapa, pero limitada-, o ex-
portada en bruto hacia América y la Península. Unida al bosque está
también la apicultura para el aprovechamiento de cera y miel, labor
que alcanza cierta relevancia en el Hierro, La Gomera y La Palma.
Pero la actividad que acapara mayor consumo de madera y que
es la causante de la deforestación es el azúcar. Al consumo de
combustible para el ingenio, se suma la madera necesaria para
construir aparatos y embalajes para los panes de azúcar. La mayor
relevancia de este cultivo en Gran Canaria hace que la masa fores-
tal de esta isla se vea seriamente disminuida y obliga ya desde fe-
cha temprana a importar madera desde las restantes.
La pesca se erige también como una actividad básica en Cana-
rias y se pueden diferenciar tres zonas de aprovechamiento piscíco-
la: el litoral, que incluye la recolección de mariscos, las aguas cer-
canas a las islas, y el banco pesquero sahariano. La pesca está
asociada a las salinas, mayormente en las islas orientales, ya que
es su medio de conservación más común.
76
importada desde la India al sur de Europa y de aquí pasa a Madeira,
desde donde Pedro de Vera la trae a Gran Canaria. El motivo de su
llegada es la necesidad que tienen los grupos inversores y los gran-
des propietarios de rentabilizar rápidamente los gastos que la con-
quista y colonización han ocasionado. El primer ingenio queda ins-
talado en el Guiniguada y posteriormente se extenderá a las islas
de Tenerife, La Palma y La Gomera.
Su área de dispersión geográfica comprende las zonas de cos-
ta, con altitudes inferiores a los 500 metros sobre el nivel del mar.
Los terrenos de estas características no abundan y ésto, unido a la
necesidad de agua abundante, convierten los sitios propicios en zo-
nas muy codiciadas a la hora del repartimiento. El cultivo es protegi-
do por los concejos, que otorgan más y mejores tierras a quienes se
comprometen a la plantación del cañaveral. Pero la rentabilidad es
tan alta que hace disminuir los terrenos dedicados a bienes de con-
sumo básicos, debiendo las autoridades frenar su extensión.
Tanto la puesta en explotación como el cultivo y transformación
de la caña son un proceso costoso y potencian tempranamente la
introducción de capital extranjero, que acabará controlando la ex-
portación y redistribución del producto y de las ganancias. Italianos
como los Rizzo y holandeses como los Monteverde, se establecen
de manera permanente en las islas productoras, obtienen concesio-
nes de tierras y actúan en asociación con los dueños de los inge-
nios. La financiación de los ingenios y los cañaverales se hace ade-
lantando dinero o provisiones para la campaña que se inicia y a
cambio se pacta una parte de la cosecha o la opción de su comer-
cialización. Las rentas que se obtienen van destinadas a la importa-
ción de objetos y manufacturas que el país no produce.
El camino que recorre la caña hasta llegar a convertirse en azú-
car es largo y laborioso. El primer trabajo que se efectúa sobre el te-
rreno es la sorriba para acondicionarlo. Luego se plantan los tallos,
cuyos primeros brotes reciben el nombre de cañaveral de hoja y que
tarda dos años en florecer; éste da lugar, a su vez, a/ cañaveral de
soca y posteriormente al de resoca, con una periodización de dos
años para cada uno de ellos. Otras labores que se efectúan en el
terreno y las plantas son el riego artificial por medio de acequias, la
escarda, la cava o colocación de varas para sostener la caña, el ex-
terminio del gusano y de los ratones y, como último paso, la recogi-
da y el desburge o limpia.
En el ingenio -palabra que procede del portugués engenho- se
elabora el azúcar mediante varias transformaciones. El ingenio no
es sólo el artefacto de molienda sino todo un complejo industrial:
conducciones de agua y establecimientos de almacenaje y habita-
ción. El artificio, propiamente dicho, está hecho con madera y piezas
77
de hierro y cobre; normalmente es movido mediante un salto de
agua continuo, natural o artificial. Este último se conoce como "cu-
bo" y consiste en un embudo de mamposteria elevado que retiene el
agua y la hace salir con fuerza a través de un orificio practicado al
efecto. Los ingenios son construidos por los llamados hacedores de
molino y su mantenimiento técnico se efectúa por contrato en épo-
cas de zafra. La instalación suele costar unos dos millones de mara-
vedíes y su amortización se realiza en un corto espacio de tiempo
ya que en un plazo máximo de dos años se pueden obtener benefi-
cios por la molienda y elaboración azucarera que alcanzan el millón
y medio de maravedíes.
El funcionamiento del ingenio es sencillo, el agua impulsa unas
palas sujetas a una rueda, con lo que se logra un movimiento circu-
lar que hace girar un cilindro. Este tritura la caña contra otros dos
rodillos de movimiento libre. Posteriormente se prensa la caña, re-
duciéndola a lo que se conoce como bagazo, que es utilizado como
pienso y abono. El jugo que se extrae del prensado se cuece en cal-
deras de cobre hasta obtener el temple o densidad deseada. A con-
tinuación, se vierte en las "formas", unos recipientes de barro en
forma de cono invertido; aquí el jugo cristaliza y se purga de las mie-
les, que gotean por la vertedera de la forma. Tras estas manipulacio-
nes se deja secar unos veinticinco días en moldes adecuados y al
aire libre, tras lo cual el lealdador, un inspector del concejo, examina
y valora la calidad del azúcar obtenido.
De todo este proceso se obtienen varios tipos de azúcar. En pri-
mer lugar, el azúcar blanco, que es el de más alta calidad y que se
destina a la exportación; le sigue el azúcar quebrado, que es aque-
lla porción del primero que no ha logrado obtener la calidad o pureza
suficiente para su exportación, bien porque presenta impureza del
barro de los moldes o no ha cristalizado correctamente. Otros tipos
son el azúcar de espuma, que se obtiene de los restos del primer
jugo; el azúcar de tercera categoría que surge de la cocción de las
primeras mieles. Luego viene la remiel, que se logra aplicando el
mismo proceso a las mieles de la segunda cocción. El resto ya es
una melaza que se utiliza como dulce. Además de su consumo di-
recto, el azúcar sirve para elaborar productos como las conservas,
hechas con el azúcar de primera, y las confituras, cocidas con las
refinadas.
Existen una gran variedad de oficios, en el ciclo de la caña: por
un lado, los agricultores poseedores de terrenos de cañaveral que
venden su producto al ingenio; su faena está dividida en dos tempo-
radas, de enero a junio es el cultivo y la zafra, y el resto del año se
dedica a la preparación de la temporada siguiente. Son ayudados
en su trabajo por jornaleros que se suelen contratar para determina-
78
das tareas. Relacionados con el ingenio están los almocrebes o
arrieros que se contratan para la tala y acarreo de leña que se con-
sume como combustible, embalaje y construcción.
Trabajando en el complejo se encuentra un personal especiali-
zado, siendo el más importante el mayordomo, encargado de dirigir
la explotación. De las tareas técnicas se ocupan los maestros del
azúcar, el espumero, el refinador, el cocedor, etc., todos ellos alta-
mente cualificados y que son previamente sometidos a un examen
por una junta antes de ejercer. Estos tienen a su cargo a oficiales y
ayudantes. Lothar Siemens apunta que muchos de estos últimos
pueden haber sido aborígenes canarios esclavizados que trabaja-
ban en Madeira, que toman nombre portugués y que regresan a Ca-
narias -expulsados de las islas portuguesas por el peligro que re-
presentaban al estar continuamente alzándose-. Los trabajos de
tipo mecánico los llevan a cabo los esclavos, que fueron introduci-
dos en las islas de forma masiva con motivo de la implantación de
este cultivo.
Normalmente el contrato de los trabajadores se hace por zafra y
suelen pagarse con sueldos elevados, utilizando como moneda el
azúcar debido a la escasez de numerario. El precio del producto os-
cila a lo largo del siglo desde los 300 maravedíes por arroba en
1495 a los 650 maravedíes por el mismo peso en 1522 para el azú-
car blanco.
Progresivamente, el azúcar canario irá perdiendo competitividad
frente a otras zonas productoras como Guinea o las Indias Occiden-
tales, a donde lo llevan los mismos isleños, y desde la década de los
sesenta su rentabilidad y su cultivo comienzan a declinar.
7.2. La ganadería
79
toda clase de terrenos, incluidos los muy pobres y sin posibilidades
de cultivo.
Desde el momento en que comienzan los repartimientos se tie-
nen en cuenta las necesidades ganaderas y se favorece su expan-
sión, concediendo espacios para el pasto de los animales, pero con
posterioridad estos pastizales sufren un cierto retroceso; sirva como
ejemplo la roturación que se efectúa en la dehesa lagunera en 1521
para aprovechar la demanda de cereales exportables. Para el desa-
rrollo de la transhumancia se crea una mesfa, que es una institución
castellana que acoge a todos los ganaderos y que regula las condi-
ciones en que se realiza el pastoreo. En Canarias el régimen de la
mesta es algo diferente: su alcalde está subordinado al concejo mu-
nicipal y su calidad es la de regidor. Al ganado se le obliga a mestar
o reunirse dos veces al año en una zona concreta; en enero lo hace
el vacuno y el porcino y por la festividad de San Juan el de ovejas y
cabras. En estas mestas se suelen concertar los tratos, juzgar los
delitos y pleitos, se devuelve el ganado mostrenco o "guanil", como
se denomina en lengua aborigen, y se vigila para que se deposite el
ganado enfermo en majadas apartadas. También se revisan y regis-
tran los cortes y hierros con que se señala la propiedad de un reba-
ño, estas marcas se guardan en un libro al cuidado del alcalde de la
mesta. El ganado menor es identificado a los seis meses, el mayor
al primero o segundo año. La mesta se encarga junto con el consejo
de organizar las batidas contra los perros asilvestrados o salvajes,
por los daños que ocasionan a los rebaños.
Las especies que conforman la cabana ganadera de Canarias
se pueden dividir en dos grupos:
- El ganado menor, que es el más numeroso e importante. La
cabra ocupa el lugar preponderante y se encuentra presente, al
igual que el resto de este tipo de ganado, desde la época aborigen;
este animal por su resistencia y frugalidad es idóneo para todo tipo
de terreno y clima, su aprovechamiento es completo: carne, leche,
queso y piel, amén de servir como moneda; su valor en un ejemplar
adulto varía según sus condiciones pero los cabritos suelen tener
un valor fijo, un real; el ganado caprino se reúne en cuadrillas de va-
rios cientos de ejemplares, cuidados por pastores y supervisados
éstos por un veedor. La oveja es también un elemento importante y
suele incorporarse al rebaño de cabras; se explota de la misma ma-
nera que éste y cobra importancia con su transporte desde Cana-
rias a América para allí aclimatarla. El cerdo es el tercer componen-
te del ganado menor; es un tipo de rebaño muy controlado ya que su
habitat natural es el bosque y es bastante destructivo, llegándose
en algunas zonas a no permitírsele el paso o la estancia.
80
ESQUEMA DEL COMERCIO INTERINSULAR
—• Cereales y carnes
82
otras; las zonas entroncadas con el comercio internacional reexpi-
den manufacturas al resto del Archipiélago a cambio de productos
de consumo, como ya se ha visto. Los encargados de este tráfico
son los mercaderes, extranjeros o peninsulares, y los revendedores,
que se encargan del trato dentro de la isla y que actúan a veces
como agentes del primero por una comisión. La labor de ambos está
regulada en las ordenanzas y de su cumplimiento se encargan los
almotacenes que vigilan en los mercados las relaciones de precios,
las calidades y los puestos de venta, y evitan el monopolio, para lo
cual no se permite, por ejemplo, la reventa de mercancías durante
los nueve días posteriores a su llegada a la plaza, lo que favorece el
abastecimiento directo de los vecinos.
El transporte marítimo de esta mercadería, como expone la pro-
fesora Calero Martín, se lleva a cabo de tres maneras: el cabotaje
directo entre islas, el cabotaje menor circunnavegando una isla y
haciendo escala en distintos puntos y el mixto, que es combinación
de los anteriores.
83
Canarias en la ruta hacia tres continentes le permite operar como
base de abastecimiento en la navegación del Atlántico.
- Las razones del tráfico con América son obvias, tanto por mo-
tivos geográficos al estar el archipiélago en la zona de los vientos
alisios, como por motivos comerciales al ser la última plaza castella-
na donde la flota de Indias se abastece antes de cruzar el océano y
desde donde se exportan productos de consumo que los europeos
solicitan al no cultivarse allí. A cambio, Canarias recibe algunos pro-
ductos, aunque no muchos ya que son similares a los obtenidos
aqui.
El intercambio directo está regulado y frena constantemente a
lo largo de siglos su desarrollo; desde los primeros momentos el co-
mercio americano esta regido por la Casa de Contratación que favo-
rece los intereses sevillanos y posteriormente gaditanos frente al
resto del reino. A Canarias se la intenta someter a su control, pero
el archipiélago consigue algunas excepciones al monopolio para
este siglo XVI; puede así exportar productos de la tierra sin límite en
la cantidad. Para ello se establecen unos factores de la Casa que
se encargan de vigilar las cargas efectuadas en los puertos, de las
cuales levantan un acta que es enviada a Sevilla.
No se permite, asimismo, comerciar a los extranjeros si éstos
no lleva residiendo diez años en la isla y están casados con una na-
tiva. La historia de este tráfico tiene varias etapas, como señala Ru-
meu de Armas, marcadas por la evolución de la legislación; en 1526
se da la primera concesión para poder comerciar durante un deter-
minado número de años, es otorgada a Tenerife y en 1534 se ex-
tiende al resto, a cambio se ha de depositar una fianza en la Casa
de Contratación. Desde 1548 se indican los puertos de salida y los
de arribada obligatoria ya que no se permite hacerlo a otros, el tor-
naviaje se debe realizar directamente a la Península. Con Felipe II
se llevan a cabo una serie de reformas para evitar el continuo fraude
a que son sometidas las normas y obliga a la flota canaria a viajar
con la flota de las Indias que zarpa regularmente de la Península,
para ello las naves de las islas tienen que esperar en nuestras
aguas a que aquella pase camino de América e incorporarse; se
nombra un juez especial de registros que sustituye a los escribanos
públicos que anteriormente tenían ese cometido.
A pesar de ello, el contrabando y el fraude son corrientes; ex-
tranjeros e isleños navegan sin licencia, descargan en puertos que
no están en su ruta obligatoria o embarcan productos prohibidos
fuera de los muelles una vez que tienen permiso para zarpar. El trá-
fico ilegal más importante es el de esclavos y el de las manufactu-
ras extranjeras. El comercio con América tiene dos consecuencias
añadidas:
84
La primera es la emigración, que si al principio está compuesta
por soldados y aventureros, da paso luego a colonos y a sus fami-
lias. Desde 1511 se necesita un privilegio real para emigrar y todo
pasajero queda registrado, pero ios que marchan sin licencia debie-
ron de ser muchos pues en 1579 se prohibe cualquier emigración
desde las islas debido al peligro que existe de despoblamiento.
Se ha especulado sobre cual ha sido el papel que Canarias ha
tenido en la colonización de América como supuesto "laboratorio de
pruebas", pero si es verdad que en algunos planos de la conquista
como el fortalecimiento del poder real o cierto tipo de financiación
existe algunas semejanzas, también lo es que el archipiélago parti-
cipa más de las estructuras castellanas que de las creadas para
América.
El segundo efecto del comercio indiano, generalizable a los res-
tantes, es la llegada de piratas y corsarios (piratas con patente real
para atacar y saquear buques enemigos) a las aguas de Canarias.
El paso obligado de la flota hacia América y su recalada en refugios
y puertos de las islas es una presa codiciada que involucra el archi-
piélago en las luchas europeas por el dominio del Atlántico y en su
secuela, la piratería. Desde 1515 el tráfico tanto internacional como
interinsular se ve constantemente amenazado. En 1525, con motivo
del conflicto entre el emperador Carlos V y el rey de Francia, llega a
estas tierras Jean Fleury que ocupa la Gomera, isla que por las ex-
celentes condiciones de su rada de San Sebastián se había conver-
tido tanto en puerto de la flota de Indias como de los piratas que
ocasionalmente pasaban por aquí. El papel del señor de la isla, al
permitir esto último, no está esclarecido: no se sabe si fue impoten-
cia para defenderse o conveniencia para no hacerlo. Los ataques de
armadas corsarias francesas se suceden continuamente hasta
1559 en que remiten. En este año Le Clero saquea e incendia Santa
Cruz de La Palma; ésta y las anteriores acciones urgen a la creación
de un sistema defensivo más eficaz. Para ello se organiza la milicia,
cuerpo de defensa integrado por todos los hombres útiles entre 16 y
60 años, que recibe intrucción periódica y que combina su quehacer
civil con la guarda y defensa de las costas. Por otro lado se trae al
ingeniero Torriani que elabora un plan de fortalezas que no se lleva
a efecto en su totalidad, lo que tendrá consecuencias nefastas en
años ulteriores. A su vez se crea en 1589, con carácter temporal, la
figura del Capitán General, que se elimina en 1594 hasta 1629 en
que se repone ya con carácter permanente.
La piratería francesa cede su lugar a ingleses y holandeses en
las últimas décadas del siglo XVI, debido a que ahora la rivalidad
enfrenta a Felipe II y a la reina Isabel I de Inglaterra y a sus aliados
holandeses. Con el comercio del vino malvasía, las relaciones con
86
Gran Bretaña se habían ido estrechando y el contrabando y cierta
piratería estaban en un momento de auge; algunos autores señalan,
por ejemplo, los buenos negocios que realizaban familias importan-
tes de Canarias con el aventurero inglés Hawkins en el tráfico de
esclavos. Va a ser éste y Drake, al servicio de su majestad, quienes
ataquen reiteradamente las islas durante la guerra anglo-española.
Holanda, por su parte, protagoniza una de las entradas más duras
en 1599; Pieter Van Der Does arrasa Las Palmas de Gran Canaria y
San Sebastián de La Gomera. A estos corsarios europeos se unen
los berberiscos que atacan las islas en respuesta a las razzias que
organizaban los señores de las islas más orientales en el cercano
continente africano. La más importante es la invasión de Lanzarote
por el Morato Arráez. Con ella y con posteriores ataques a Fuerte-
ventura, ambas islas quedan despobladas, proceso que se acentúa
con el éxodo hacia otras islas de los supervivientes por miedo a ser
atacado de nuevo y esclavizados.
- El intercambio con Europa se realiza a través del azúcar y la
orchilla en la primera mitad del siglo XVI, los puertos de destino son
preferentemente los mediterráneos y los de Flandes; a cambio se
reciben tejidos, herramientas, objetos suntuarios y manufacturas
varias. En la segunda mitad de la centuria, el tráfico cambia de rum-
bo y se orienta hacia Inglaterra, preferentemente, con el comercio
del malvasía. Para la Península se destina también un gran volumen
de productos; a Castilla y Levante se exporta azúcar, tinte, vino, ce-
reales y cueros, y se reciben manufacturas. Con Portugal, además
de abastecer a sus barcos, se hace el mismo comercio que con el
resto de la Península, aunque a sus posesiones americanas y afri-
canas se dirigen de manera un tanto ilegal productos que se prohi-
be exportar a la América española.
- El tráfico con África tiene dos vertientes:
Con Guinea y Cabo Verde se mantienen relaciones exportando
conchas, vinos, pieles y sebo, a cambio de oro y esclavos, aunque el
comercio sufre ciertas restricciones debido a la reserva que Portu-
gal mantiene para la navegación al sur de Cabo Rojador.
Con Berbería se frecuenta el intercambio comercial aprove-
chando el contacto que se tiene desde los primeros momentos con
esta zona. A pesar de las prohibiciones sobre algunos productos
como el cereal y las armas, éstos son objetos de frecuente inter-
cambio para obtener esclavos, oro y ganado. Es común también la
práctica de la cabalgada y del rescate, éste tiene como objetivo el
intercambio de prisioneros, pero es más frecuente el del pago en
oro o productos para liberar a moros capturados deliberadamente
con este fin. El asentamiento de pesquerias y la construcción de to-
rres en tierra para su protección comienzan en el siglo XV. En 1488
87
las pesquerías son incorporadas por la corona como regalías, son
de libre acceso a los pescadores pero ciertas zonas son arrendadas
directamente por la corona, como es el caso de Mar Pequeña a los
andaluces Venegas y Cansino. Las relaciones con los habitantes de
la costa, los jerifes, tienen altibajos y se hacen por mediación de los
lusitanos que sí mantienen acuerdos con ellos; a pesar de todo, las
condiciones de explotación se vuelven más difíciles por ataques de
estas tribus y por la presencia de piratas musulmanes en la segun-
da mitad del siglo XVI.
88
para él. Los encargados de que se cumplan las ordenanzas son los
veedores, que vigilan precios, calidades y cuidan de que los vecinos
se vean favorecidos ante la injerencia extranjera a la hora de optar
por un trabajo.
Los municipios se financian a través de percepciones de bienes
de la corona en las islas realengas, mancebías, bodegones, carnice-
rías, aprovechamiento de bosques, multas y tasas extraordinarias
como son las sisas de jabón, pescado, vino aceite y ciertas cantida-
des a pagar en los repartimientos. Pero es un sistema poco gravoso,
exento de impuesto a excepción ide los almojarifazgos (un 5% sobre
entradas y salidas de productos) y un impuesto a pagar cada 7 años
por los villanos.
Dada la escasez de moneda, ésta se premia frente a la castella-
na, pudiéndose hablar de una "moneda de las Islas". El premio varió
a lo largo del siglo XVI, al principio la moneda de oro valía un 33%
más, la de plata un 23% y la de vellón un 50%. La consecuencia in-
mediata fue la fuga de monedas de oro y plata y la llegada masiva
de moneda de cobre como eran el vellón y el ceutí portugués (este
valía en la Península menos que aquí). Por otro lado, desde los pri-
meros años las monedas no van a tener el mismo valor en todas las
islas, como señala el profesor Aznar, aunque las sucesivas quejas
indican un deseo de equidad, cosa que se consiguió. En 1521, el
real que equivalía a 42 maravedíes pasa a valer 48, llegando la plata
en que se acuñaba a estar primada en un 41 %.
89
8. LAS NUEVAS INSTITUCIONES
EN EL ARCHIPIÉLAGO
91
En el ámbito canario, la demarcación territorial de cada cabildo
coincidía con una isla, estando los caseríos y aldeas de la misma
vinculados a su correspondiente cabildo.
Las normas reguladoras de estos ayuntamientos tienen como
origen teórico el fuero de Toledo, inspirado a su vez en recopilacio-
nes de leyes más antiguas. Este fuero sirvió de modelo para la orde-
nación de la vida municipal de las ciudades andaluzas, por ejemplo
Sevilla, Baza o Córdoba. Paralelamente, los fueros de estas ciuda-
des inspiraron las normas que regularon la incipiente vida municipal
isleña. Esta característica puede aplicarse tanto a las islas de seño-
río como a las de realengo. La diferencia consistía en que el modelo
de las islas señoriales procede de las normas aplicadas en los se-
ñoríos andaluces y que con posterioridad se trasladaron a las Islas
Canarias. En las islas de realengo sólo se conoce un fuero, que se
dictó para Gran Canaria y cuya influencia afectó a la organización
municipal de Tenerife y La Palma, carentes de fuero propio. En se-
gundo lugar, estaría el sometimiento orgánico de los cabildos rea-
lengos a los gobernadores, designados por el monarca, frente a los
de las restantes islas, que los harían a su señor. Hemos de señalar
también la particularidad de que las islas de Tenerife y La Palma es-
taban bajo el mandato de un solo gobernador, mientras otro presidía
el cabildo de Gran Canaria.
Respecto al funcionamiento y composición de los concejos, és-
tos adoptaron un sistema restringido o de "regimientos", que de he-
cho era una asamblea de notables del lugar, aunque en determina-
das circunstancias especiales se contará con la participación de los
vecinos, sin que tuvieran un carácter decisorio. Los acuerdos se
adoptaban por mayoría de votos entre sus miembros en las sesio-
nes capitulares, de los que daba fe el escribano. En cuanto a la
composición del cabildo, pueden distinguirse tres grupos principa-
les:
- Los gobernadores, nombrados por la Corona y bajo su control
directo por los juicios de residencia, que eran inspecciones realiza-
das por un juez que investigaba la integridad y eficacia de los go-
bernadores en el ejercicio de sus funciones. Las competencias del
gobernador eran variadas: presidia las reuniones del cabildo, vigila-
ba el cumplimiento de las ordenanzas, ostentaba el cargo de Justi-
cia y además tenía atribuciones en la política administrativa, econó-
mica y militar de la isla. Podía a su vez nombrar lugartenientes, con
funciones prioritariamente judiciales, cuya finalidad era establecer
un control por parte de las autoridades gubernativas en todo el ám-
bito insular. Este sería el caso de los tenientes de gobernador, los
alcaldes y los alguaciles mayores.
92
- En segundo lugar aparecen los regidores, cuyo número era
variable, aunque oscilaba en torno a los doce miembros. Habitual-
mente eran designados por el rey y componían la célula básica de
poder en el cabildo. Se trataba por tanto de un cargo que desperta-
ba la apetencia de la oligarquía isleña como medio de control políti-
co y administrativo.
Dentro del ayuntamiento aparecen otros cargos específicos, de-
sempeñados por los miembros del regimiento, como serían los fieles
ejecutores, los personeros -cuya función era la personificación del
pueblo en el concejo, con voz pero sin voto- y los jurados, con idén-
ticas funciones que los personeros y sólo documentado para Tene-
rife.
- Otro amplio grupo los componían los oficiales concejiles, en-
cargados del funcionamiento interno del cabildo: son, por ejemplo,
los mayordomos, dedicados a la administración de bienes de pro-
pios, los escríbanos, pregoneros, carceleros, verdugos, aunque esta
relación no completa el amplio número de funcionarios dentro del
regimiento.
En cuanto a los recursos económicos, se basaban fundamental-
mente en unos de tipo ordinarío y otros extrarodinaríos. A través de
ellos, se lograba la financiación de Cabildo y de sus inversiones. El
problema surgía al existir un número elevado de competencias con
escasos resultados económicos. Asi, la hacienda concejil se veía
con frecuencia obligada a solicitar préstamos a particulares, a re-
caudaciones extraordinarias o recurrir a la ayuda real si se presen-
taba algún gasto cuantioso.
Los recursos ordinaríos procedían príncipalmente de una seríe
de tributos como eran el "haber del peso", un gravamen por la com-
praventa de determinados productos; los "bodegones", al comercia-
lizar mercancías en régimen de monopolio; las "mancebías", una re-
caudación por ejercer la prostitución en ciertos lugares; el arrenda-
miento de aguas, maderas y resinas; los "aferimientos" o control de
pesos y medidas, etc.
Los ingresos extraordinarios se obtenían por el sistema de si-
sas, es decir, el cobro de un impuesto mediante el gravamen sobre
algún producto. Otro método, poco aplicado, era conocido como de
"repartimiento", que valoraba los recursos de cada persona cobran-
do el impuesto proporcionalmente. También, por último, se podía re-
currír a participar en las rentas reales y en las penas establecidas
por sentencia judicial.
93
8.2. La audiencia de Canarias
94
pío más evidente sería la casi interminable sucesión de conflictos
con diferentes instituciones -Cabildos, Iglesia, Inquisición-, y en el
seno del propio organismo, entre el Capitán General y ios jueces.
95
servicio, ya que no sólo funcionaba como entidad religiosa sino tam-
bién económica. En un nivel inferior estaban los beneficiados, es
decir, religiosos que poseían rentas y por último los había que care-
cían de beneficio, debiendo dedicarse a trabajar para los beneficios
titulares o como capellanes de las fundaciones privadas, teniendo
que competir con el clero regular, que era bastante solicitado para
estas actividades.
El clero regular se organizó en pequeñas comunidades, llegan-
do a alcanzar pronto un notable poder económico al regentar mu-
chas de las misas votivas y de aniversario, además de ser llamados
como predicadores, ya que tenían un gran ascendiente social.
Globalmente, la etapa inicial de la Iglesia en las Islas se carac-
teriza por el absentismo de los obispos para presidir la diócesis, de-
bido quizá a las convulsiones religiosas que se producían en Europa
al mismo tiempo con la Reforma. De hecho, alguno de estos religio-
sos participó en el Concilio de Trente, alejándose de su tarea evan-
gélica.
En cuanto a las relaciones con el poder civil, éste colaboraba en
la fundación de cofradías, iglesias y para recaudar los ingresos por
las bulas. Ello no evitó que existieran ciertos enfrentamientos por
problemas de jurisdicción, ya que el clero no estaba sujeto a la-aur
toridad seglar.
Junto a la administración, muchas de las rentas de la Iglesia se
destinaban a la enseñanza y a la asistencia benéfica, al inhibirse el
Estado de tales responsabilidades. Otro importante organismo, liga-
do a la iglesia, es el tribunal del Santo Oficio, que se tratará con
mayor detalle en el siguiente capítulo dedicado a las mentalidades.
96
9. CULTURA Y MENTALIDADES
EN EL SIGLO XVI
97
9.1.1. Arquitectura y Urbanismo
98
Evolución del casco urbano de La Laguna
Barrio fundacional
100
Ps^
Evolución del casco urbano de Las Palmas de G. Canaria
102
Evolución del casco urbano de S/C de La Palma
Fuente: GBdeCanarias,p.218
por azúcar y otros productos de exportación. Por todo ello no exis-
ten conjuntos de obras con un estilo homogéneo, sino individualiza-
das y que son las que conforman el patrimonio artístico canario del
siglo XVI.
En escultura encontramos estatuillas de estilo gótico, retablos
flamencos como el de San Juan de Telde, y obras procedentes de la
Península, como el Cristo de La Laguna. En pintura se dan las mis-
mas condiciones que se han establecido para la escultura, como
son la limitación temática o su origen extranjero. Destacan en estilo
gótico flamenco el tríptico de Nuestra Señora de Las Nieves en
Agaete, la Adoración de los Reyes en Taganana y el tríptico de San-
tiago en el Realejo Alto, todos fechados a comienzos del siglo XVI.
104
de la Gran Canaria, conquista de Tenerife y aparecimiento de la ima-
gen de Candelaria, que exalta el mito del buen salvaje canario frente
a los conquistadores, que acaban destruyendo su cultura.
En estos momentos aparecen también, en el plano histórico, la
obra de Torriani, Descripción e Historia del reino de las Islas, la de
Fray Abreu Galindo, La Historia de la conquista de las siete islas, y la
de Fray alonso Espinosa, Del origen y milagros de la santísima ima-
gen de Nuestra Señora de la Candelaria.
Desde los primeros momentos, Canarias se incorpora a las co-
rrientes culturales europeas y pronto aparecen los primeros libros y
bibliotecas. Con los conquistadores llegan libros de rezos y los li-
bros "entretenidos", tanto de carácter hagiográfico y moral como
los de caballerias. En la segunda mitad del siglo XVI, según el profe-
sor Lobo Cabrera, aumenta el número de libros en Canarias. Se
crean bibliotecas importantes, como la de la Catedral o la del Santo
Oficio; se leen libros prohibidos, incluyendo la biblia luterana, que
llegó muy pronto a Canarias. En las capas populares y medias circu-
lan diversos papeles con coplillas religiosas y satíricas. Pero la
mayoria de los libros pertenecen a los comerciantes, los dedicados
a profesiones liberales y eclesiásticos.
La enseñanza superior en el siglo XVI será impartida por Domi-
nicos y Agustinos. Las cátedras de Filosofía y Gramática Latina da-
tan de 1532; la de Filosofía se imparte en La Laguna, en el convento
dominico, y la segunda en el Cabildo Catedral de Las Palmas. Por
otro lado, los llamados "maestros de enseñar mozos" estaban en-
cargados de educar a los jóvenes en sus primeras letras; lo atien-
den mercaderes, curas o personas que poseían un mínimo de cultu-
ra y normalmente eran contratados por las familias adineradas o por
los cabildos. La enseñanza media, centrada en el latín y el canto, se
impartía en los conventos. Puede verse entonces que las letras si-
guen siendo un camino esencialmente eclesiástico, de escribanos y
abogados. El resto de la minoritaria población no analfabeta sólo
poseían una cultura elemental exigida por las necesidades y la eti-
queta de la época.
Dentro de la música y la danza se puede diferenciar entre las
tradiciones populares, que entroncan con reminiscencias aborigé-
nes junto a las aportaciones de los conquistadores, y la música cul-
ta, totalmente dependiente de la cultura europea. Fruto del proceso
de síntesis que se da en la primera, es la difusión de bailes como "el
canario", que una vez asimilado a las danzas cortesanas europeas,
regresa al Archipiélago como baile castellano: una derivación actual
es el sirinoque palmero. La música culta, por su parte, tiene un gran
desarrollo en las iglesias, no sólo con composiciones importadas
sino también con partituras elaboradas aquí.
105
otras manifestaciones son las comedias religiosas y profanas
que, acompañadas de música y cantos, se celebran en el interior de
las iglesias en las fiestas de Corpus, como recoge IVIillares Torres.
Brevemente, puede decirse que el habla que hoy se practica en
Canarias tiene un componente diferenciado de otras zonas del ám-
bito de la lengua castellana. ¿Cómo se origina? Principalmente lo
hace por la fusión de los diversos grupos repobladores junto a la
pervivencia de palabras aborígenes. Señalamos ahora algunos vo-
cablos y su procedencia:
106
participan de la colonización, lo reducido y concreto del entorno que
supone la condición insular y aunque las ideas europeas impacten
con nuevos valores en Canarias. Además, en la formación de esta
sociedad no todos ios grupos tienen la misma penetración y varía en
función del número o poder de los mismos.
La segunda idea es la de cierta permisividad que existe en las
islas en cuestiones de pensamiento, creencias y hábitos con res-
pecto a otras zonas de España. La institución creada en Europa
para vigilar posibles heterodoxias o desviaciones de la religión fue
la Inquisición. Este tribunal se introdujo también en Canarias para
velar por la fidelidad a los postulados del catolicismo impuesto en
las islas tras la conquista.
Su sede se establece en 1504 en Las Palmas, aunque la comi-
sión venía funcionando desde finales del siglo XV. El tribunal depen-
dió inicialmente del sevillano hasta que en 1567 pasó a tener cate-
goría propia.
Su fundación obedece a la necesidad de vigilar a los judíos que
se habían asentado en Cananas tras su expulsión de la Península.
Esto desmiente, como apunta Lobo Cabrera, que el Santo Oficio lle-
gase a Canarias para perseguir a los aborígenes, contra los cuales
existía cierto recelo por su conversión superficial; pero es muy es-
caso el número de ellos que pasan por el tríbunal como reos. Los
procesos contra los aborígenes en el siglo XVI no representan más
allá del 1,5% de ios totales y se refieren a delitos de amanceba-
miento, blasfemia y prácticas heréticas; existe sólo un caso de con-
dena a muerte en 1557, el de Agustín Hernández, entregado a la
justicia civil para su ejecución y que fue sólo quemada su estatua,
ya que escapó al castigo inquisitorial. Es en Gran Canana donde se
ejerce un mayor control, quizá por ser la sede de este tribunal y po-
der actuar directamente sobre los inculpados.
La mayoría de los reos son de reciente conversión, como judíos,
moriscos o negros que, sometidos obligatoriamente a ja fe católica,
siguen practicando sus anteriores creencias en secreto. A partir de
1557 son procesados también los protestantes, que abundaban en
las colonias de mercaderes extranjeros establecidos en las islas.
Existen dos etapas diferenciadas "en la actuación del tríbunal en
el siglo XVI. La prímera llega hasta 1567, estando los últimos diez
años marcados por la inactividad hasta la reorganización que efec-
túa Ortiz de Funes. Es el período más rígorísta y en el que se cele-
bran seis autos de fe, castigándose mediante el fuego o con el es-
carnio del sambenito a los desviados de la ortodoxia dictada por la
Iglesia. Los condenados se ven proscritos junto con sus familias por
generaciones, se confiscan sus bienes y se recuerda a todos su
culpa en los sambenitos colgados a las puertas de las iglesias.
107
También en este período se configura la red de comisarios y familia-
res o colaboradores del Santo Oficio por todo el Arciiipiélago.
En la segunda etapa se asiste a una cierta relajación debido a
la imposibilidad material de controlar un territorio que combina el
aislamiento de muchas zonas con su carácter de puerto internacio-
nal y una mezcla de culturas muy amplia. El excesivo control podía
llevar a perjudicar el comercio y la actuación del tribunal se ve en-
torpecida constantemente.
La composición de la institución en esta época es de dos inqui-
sidores, un fiscal, un notario del secreto (ya que los juicios y las de-
laciones son secretas y se declara por separado), un alguacil, un
receptor, un notario del secuestro, un contador, un alcalde, un nun-
cio, la guardia y un médico para asistir a los presos en las sesiones
de tortura. Todos los funcionarios quedaban fuera de la jurisdicción
civil, acogiéndose para resolver todos sus conflictos a la del Tribu-
nal. La tarea más importante en esta segunda época será el control
de los herejes protestantes y la captura de libros prohibidos en los
puertos.
Relacionado con el control ideológico y social que lleva a cabo
la Inquisición, se encuentran las prácticas hechiceras, que alcanzan
hasta la actualidad un gran desarrollo. Como comentan algunos au-
tores, la hechicería canaria tiene una influencia social grande, tanto
en las capas populares como en las dominantes. ¿Qué puede expli-
car este fenómeno? Los factores pueden ser diversos, pero es posi-
ble que en una sociedad agraria y atrasada, la necesidad de conju-
rar catástrofes naturales, enfermedades del ganado o las propias
enfermedades humanas conviertan a la hechicería en un sustitutivo
de la medicina, a la vez que proporciona, asociada a la religión, cier-
ta seguridad y consuelo en un mundo y unos tiempos adversos para
un amplio sector social.
Desde un punto de vista histórico, la magia en Canarias es el
fruto de una mezcla cultural: en ella se encuentran ritos y supersti-
ciones aborigénes, como las tibicenas o perros lanudos, junto a la
influencia morisca en cuestiones de hechicería y la introducción de
ritos relacionados con el vudú por parte de los esclavos negros. A
todo esto se añaden las influencias europeas y una religión católica
cargada de manifestaciones externas y cuyos practicantes a veces
rayan la herejía por su escasa comprensión de los dogmas.
108
EPILOGO
109
BIBLIOGRAFÍA GENERAL
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VIERA Y CLAVIJO, J. de: Historia de Canarias. Ed. Goya. Santa Cruz de Te-
nerife, 1982.
112
ÍNDICE
Pág.
0. INTRODUCCIÓN 7
2. EL REDESCUBRIMIENTO DE CANARIAS 23
2.1. Los viajes Catalano-Mallorquines 25
3. LA ETAPA SEÑORIAL 29
3.1. La conquista normanda 29
3.1.1. Los problemas jurídicos de la conquista
normanda 32
3.2. La Conquista señorial castellana 36
3.2.1. El conflicto luso-castellano en África y sus
manifestaciones en Canarias 38
3.3. Peculiaridades de la Conquista señorial 40
4. LA ETAPA REALENGA 43
4.1. Características y financiación 43
4.2. Resistencia y conquista en Gran Canaria 45
4.3. Ocupación definitiva de La Gomera 47
4.4. Rendición de La Palma 49
4.5. El último episodio: La Conquista de Tenerife 51
5. CONSECUENCIAS DE LA CONQUISTA
Y COLONIZACIÓN 53
5.1. ¿Qué fue de los aborígenes? 53
5.2. Repoblación y repartimiento 55
5.3. La explotación económica 56
6. LA NUEVA SOCIEDAD 59
6.1. La sociedad de fronteras 59
6.2. La evolución demográfica en el siglo XVI 60
6.3. Los europeos 61
6.3.1. Los castellanos 61
6.3.2. Los portugueses 61
6.3.3. Los italianos 62
6.3.4. Los judíos 62
6.3.5. Los flamencos 62
6.4. Los aborígenes 63
6.5. Las minorías africanas. La esclavitud en Canarias .. 66
6.5.1. Los negros 68
6.5.2. Moros y moriscos 69
7. LA ORGANIZACIÓN ECONÓMICA 71
7.1. El predominio de las actividades agrícolas 71
7.1.1. Sistemas de propiedad y explotación 72
7.1.2. La agricultura de autoconsumo 74
7.1.3. La explotación de recursos naturales 75
7.1.4. El azúcar: el primer cultivo de exportación .... 76
7.2. La Ganadería 79
7.3. Canarias como plaza comercial 82
7.3.1. El comercio exterior. Características
yorientación 83
7.4. Otros aspectos de la organización económica 88
8. LAS NUEVAS INSTITUCIONES EN EL ARCHIPIÉLAGO ... 91
8.1. Los concejos municipales 91
8.2. La audiencia de Canarias 94
8.3. El obispado y el clero 95
El saber histórico, resumen y crisol del saber humano, es, quizá, una de las
necesidades más perentorias de la sociedad canaria actual. Una sociedad que co-
bra conciencia de sí misma y que, por lo tanto, parece sufrir las crisis de creci-
miento y de identidad propias de tal proceso.
I. LOS ABORÍGENES
Juan Francisco Navarro Maderos y M ' del Carmen del Arco Aguilar
IV. LA ILUSTRACIÓN
Manuel Hernández González
V. HISTORIA CONTEMPORÁNEA I
Oswaido Brlto
VIII. CANARIAS-AMÉRICA
Julio Hernández García
Directores de la colección:
Oswaido Brito, Julio Hernández García y Manuel de Paz
Secretariado Técnico:
Manuel de Paz