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Principios:
El principio consiste en observar los efectos biológicos, individualmente o en las
poblaciones de diferentes ecosistemas (a escala de la biosfera o a veces de grandes
biomas).
Estos efectos deben ser medibles vía la observación de diversos grados de alteraciones
morfológicas, alteraciones de comportamiento, de los tejidos o fisiológicas (crecimiento
y reproducción), lo que, en casos extremos, lleva a la muerte de estos individuos o a la
desaparición de una población.
Ejemplos:
Ejemplos:
Los invertebrados bentónicos son muy buenos bioindicadores de la calidad de las aguas
dulces, especialmente en el estudio de las concentraciones de varios metales pesados
(As, Cd, Co, Cr, Cu, Pb, y Zn). El modo de vida de estas especies les permite
esconderse en los sedimentos. La diferencia en la concentración de un contaminante en
los sedimentos y en las capas superiores del agua puede ser grande y el modo de vida
del bioindicador debe tenerse en cuenta para reflejar su exposición real a los
contaminantes estudiados.
Los bioindicadores no son una suma de los indicadores medidos. Tienen una extrema
complejidad, las sinergias y las inercias propias de los ecosistemas.
Muchos actores pueden ser responsables de la degradación del medio ambiente, por
ello, es fácil negar su responsabilidad. Sin embargo, la bioindicación es útil o necesaria
en muchos protocolos de evaluación y, en ocasiones, en la aplicación de la precaución.
La Comisión Europea en 2007, después de cuatro años de debates sobre el tema salud y
medio ambiente, ha aprobado un proyecto piloto de biovigilancia en los seres humanos.
Notas:
1. ↑ ¿Cúales son los indicadores para la gestión de la biodiversidad Cahier de
l'IFB Octobre 2007: ¿Cúales son los indicadores para la gestión de la
biodiversidad
2. ↑ JP Garrec y Van Haluwyn, C. (2002) Biovigilancia vegetal de la calidad del
aire Tec&doc, 116 p.
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