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LA ORATORIA: Cicerón y Quintiliano

Introducción
La oratoria, es decir, el arte de hablar en público, requiere de un terreno
propicio para poder desarrollarse: un sistema político que respete fundamentalmente la
libertad de expresión. Por eso, durante la República, el género de la oratoria fue tenido
en alta estima, alcanzando su punto culminante en el siglo I a.C., pues resultaba de vital
importancia poseer habilidad de palabra para influir sobre la gente y alcanzar el poder
en las elecciones. Pero con la llegada del régimen político del Imperio y con la pérdida
de libertades (de expresión, de poder criticar al poder…) la oratoria perdió
importancia y se transformó en una actividad que se ejercía tan sólo en las escuelas
de retórica (donde se enseñaba, en plan sólo teórico y ya sin reflejo alguno en la vida
real).

La oratoria en época republicana: CICERÓN.


La libertad de expresión y la lucha política por alcanzar las supremas
magistraturas del Estado romano permitió un enorme desarrollo de este género a lo
largo de toda la República. Muchos y buenos oradores hicieron su aparición, pero todos
quedaron eclipsados por la figura de Cicerón. Con él la oratoria alcanzó sus cotas más
elevadas tanto en su aspecto práctico como teórico. El nombre de Cicerón es ya en la
historia de la literatura sinónimo de elocuencia y de arte en el hablar.

Datos biográficos: Vivió en la época final de la República época de grandes


convulsiones internas. Consiguió, por sus dotes de orador, llegar a las más altas
magistraturas, a pesar de que procedía de familia plebeya. En la guerra civil estuvo al
lado de Pompeyo, pero César, vencedor, lo perdonó. Se retiró entonces de la vida
pública, aunque, tras el asesinato de César, creyó que era posible la plena restauración
de la República y pronunció sus “Filípicas” contra Marco Antonio, cuyos sicarios, tras
darle muerte, clavaron su cabeza en una pica y la pasearon por el foro.

Su contribución a la oratoria: Éncarna el símbolo del perfecto orador. Nos ha dejado


los discursos más perfectos, en los que la lengua latina adquiere todo su esplendor,
elegancia y pureza. Representa la culminación de la oratoria romana y aúna lo mejor de
las dos corrientes oratorias que se disputaban la primacía en su época: el asianismo, que
tiende a periodos largos, grandilocuentes y recargados; y el aticismo, que se distinque
por la sencillez de la expresión y el desprecio de toda desmesura. En Cicerón la
expresión es recargada o sobria dependiendo de lo que exijan las circunstancias.
También ha sabido enseñar cómo se forma un orador y cómo se compone un discurso.
La teoría y la práctica se funden en él de manera admirable. Cicerón opina que el
perfecto orador ha de ser una combinación de estos tres factores: ..
..DISPOSICIÓN NATURAL, o cualidades innatas.
..CULTURA PROFUNDA Y EXTENSA
..CONOCIMIENTO DE LA TÉCNICA ORATORIA para conseguir
agradar, conmover y convencer al auditorio y a los jueces.

Sus obras:
Se conservan un amplio número de DISCURSOS:
A) JUDICIALES, en los que actuaba como fiscal (discursos “in”) o como
abogado defensor (discursos “pro”) Un ejemplo del primer tipo lo tenemos
en in C. Verrem, más popularmente conocido como “Verrinas”, en contra de
Verres, gobernador de Sicilia y acusado de malversación de fondos. Un
ejemplo del segundo es Pro Archia poeta (a favor del poeta Arquías), donde
defiende el derecho del poeta griego Arquías a la obtención de la ciudadanía
romana.
B) POLÍTICOS como las Catilinarias que pronunció ante el Senado para
denunciar la conspiración de Catilina, un noble romano que intentó dar un
golpe de Estado y arrebatarle el consulado; o las Filípicas, catorce discursos
contra Marco Antonio a la muerte de César que le costaron la vida.

Finalmente hay que destacar entre su ingente producción literaria una serie de
TRATADOS DE RETÓRICA, obras teóricas en las que expone los estilos y
cualidades que debe tener un buen orador: Brutus, De oratore, Orator.

Cicerón distingue las siguientes partes en un discurso:


-exordio o introducción
-confirmatio o aportación de argumentos
-refutatio o refutación de las posibles objeciones a sus argumentos
-peroratio, parte final destinada a granjearse el favor de los jueces y del
auditorio.

También explica los elementos con los que debe contar un discurso bien hecho:
-inventio o búsqueda de argumentos.
-dispositio o distribución de los mismos en el orden correcto.
-elocutio o arte de utilizar las palabras más convenientes en cada momento.
-memoria para recordar cada cosa en el lugar adecuado.
-actio o la puesta en escena del discurso, gestos, tono de voz, etc.

Estilo:
Destacan en sus escritos los siguientes rasgos:
--una preocupación por la pureza de la lengua, evitando todo helenismo o neologismo.
--una simetría en la construcción de la frase.
--imposición de un ritmo a su discurso para mejor conservar la atención del auditorio.

Como orador, aprovecha todos los recursos de su talento para conseguir sus
propósitos que, como hemos mencionado anteriormente, son agradar, conmover y
convencer. Por esto, sabe ser dramático, irónico o ingenioso según lo requieran las
circunstancias.

Importancia de Cicerón: A lo largo de toda la historia ha sido considerado el príncipe


de las letras latinas, y, si juzgamos su oratoria por los resultados obtenidos, la
valoración debe ser muy positiva ya que ganó, como abogado, un 90% de los casos en
que intervino.
Como literato, sus discursos tienen un valor literario insuperable, sirvieron de modelo
principal a las escuelas de retórica que proliferaron en el siglo siguiente y han
formado a humanistas de todas las épocas.
La oratoria en época imperial: QUINTILIANO.
En la época del Imperio los emperadores asumen el poder absoluto y quedan abolidos
todos los derechos políticos y de expresión de los ciudadanos: la oratoria como
género vivo desaparece y se refugia en las escuelas de Retórica, convirtiéndose en
un “arte” sin ninguna proyección real en la vida ciudadana tal y como sucedía en la
época republicana. En estas escuelas de Retórica se hacían, fundamentalmente, dos tipos
de ejercicios:

--las CONTROVERSIAE: simulaciones de procesos judiciales en los que los alumnos


rivalizaban en ingenio defendiendo posturas diferentes en discursos bien argumentados.
--las SUASORIAE: se simulaba aconsejar a tal o cual personaje histórico o
mitológico para que tomara una u otra decisión.

Pero hubo un hombre que luchó por rescatar de su declive, a la oratoria


romana del Imperio. Fue el hispano QUINTILIANO.
Achacaba la degeneración de la oratoria no a la nueva situación política de
falta de libertades, sino al olvido de los clásicos, principalmente de Cicerón.
En su obra INSTITUTIO ORATORIA, el tratado de retórica más completo de la
Antigüedad en doce libros, no sólo se preocupa de la técnica oratoria, sino de la
formación del orador desde que nace, con un programa completo de instrucción y
educación. Su teoría sobre la oratoria tiene como modelo a Cicerón y como él pide para
el orador una extensa cultura general y exige que los ejercicios en las escuelas de
Retórica estén basados en la realidad, frente a la común tendencia a debatir temas
extraños, mitológicos y absolutamente irreales.

La originalidad de Quintiliano reside en que no separa jamás la elocuencia de la moral.


Para él no puede existir un buen orador que no sea, a la vez y ante todo, un hombre
honesto, de intachable conducta. Llega a definir al orador como “un hombre de bien, y
experto en el arte de hablar”.

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