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27/12/2018 Penitencia y Santidad

El ESPÍRITU DE PENITENCIA Y LA SANTIDAD


Madre Adela Galindo,Fundadora SCTJM
Solo para uso privado -©

La conversión requiere penitencia


Todo el Evangelio nos revela que el mensaje de
Cristo es una llamada a la conversión profunda
del corazón, a tal punto que la palabra corazón aparece en ellos 159
veces.

La conversión es el cambio total de los movimientos interiores del


corazón, del centrarse en el "yo" a centrarse en Dios, y con Dios, ir hacia
los demás. Esta conversión requiere todo un estilo de vida
penitencial, un estilo de vida de olvido y renuncia de si mismo, para
dirigir todas las potencias internas y externas hacia Dios. El valor de la
penitencia está en que nos lleva a la conversión. No solo nos
convertirnos del pecado sino que nos movemos hacia Dios y su vida. No
hay conversión profunda sin penitencia.

Del egoísmo al amor


Muchas personas no se atreven a abrazar el espíritu de penitencia,
porque tienen la falsa percepción de que tendrían que imponerse
constantes y grandes sufrimientos. Sin embargo, la realidad es que la
penitencia es un medio importantísimo para entregar el corazón a Dios y
alcanzar comunión con El. La penitencia es el camino que nos libera
de nosotros mismos y nos dirige hacia Dios. Por esto es tan
necesaria la penitencia para la conversión. A través de ella se da la
espalda al egoísmo y egocentrismo y se dirigen todas nuestras
potencias a Dios y al bien común.

La virtud de la penitencia nos lleva a trabajar para eliminar de


nuestra vida todo aquello que nos separa del amor de Dios y del
amor al prójimo. No es un sentimiento ni una experiencia emocional,
sino mas bien un acto de la voluntad.

La contrición
La verdadera penitencia desarrolla la contrición autentica, que no es
solo un sentido de culpa sino un dolor profundo de habernos separado
del amor de Dios. La verdadera contrición es amor mas que miedo. 1
Juan 4,18: "El amor perfecto expulsa el temor". El temor de Dios es el
dolor de ofender al Amor, de despreciar su gracia, de apartarnos de su
Corazón. El miedo es una reacción carnal que no es inspirada en el
amor. El temor de Dios es signo de amor, pero el miedo es la ausencia
de él. Uno lleva a la esperanza y el otro a la desesperación.

La penitencia externa e interior


Muchos confunden la penitencia exclusivamente con actos externos de
expiación, sin embargo es toda una actitud interior. Quien ha caído en la
gula, deseará hacer un acto de negación contra este pecado reparando
con el ayuno. Este es un ejemplo de penitencia para vencer el pecado
procedente de apetitos particulares. Esta penitencia tomará diferentes
formas según sea necesario. Pero la penitencia es mucho mas: es una
actitud interior de negación a si mismo, de no pensar primero en si
mismo sino en la voluntad de Dios y en el bien de los demás.

La mas valiosa y perfecta penitencia es el ceder la voluntad y toda


la vida a Dios: en todo momento, en las dificultades, en las situaciones
específicas, mantener una actitud de entrega total y de docilidad a su
voluntad. O sea, entregar el corazón, la voluntad. No es fácil, nos cuesta
mas entregar el corazón que nuestros vestidos, que el chocolate, que el
dormir... Por ello, Joel 2 nos dice: "desgarrad vuestro corazón no
vuestros vestidos".

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27/12/2018 Penitencia y Santidad

La penitencia que se limita a lo externo no llega a revelar la plenitud de


su naturaleza: la conversión de los movimientos interiores del corazón.
El profeta Joel utiliza un verbo fuerte "desgarrad", por que pasar de
tener un corazón de piedra (soberbio, egoísta, cómodo, envidioso,
prepotente, etc.) a un corazón de carne (manso, humilde, caritativo,
olvidado de sí, generoso, etc.) requiere un verdadero desgarramiento,
un desmoronarle para que el Señor lo vuelva a hacer de nuevo.

La meta de la penitencia es la conversión a Dios. Su raíz es el amor,


su motivo es el amor y no la austeridad por si misma. La austeridad
puede ser un signo visible del espíritu de penitencia, pero no
necesariamente un signo seguro. Los signos infalibles del espíritu de
penitencia son: la humildad y la caridad. No son los actos externos los
signos infalibles de la santidad, sino la virtud. Los externos deben ser
reflejo de la virtud interior.

No son suficiente las prácticas


Uno de los errores comunes en la experiencia de la penitencia es
limitarse a hacer un plan de prácticas penitenciales y pensar que con
ello se llegó a la meta. Estas prácticas son necesarias, pero no son el
fin, sino los medios. El alma penitencial no lo es en ocasiones, sino
siempre y en cada momento, respondiendo con generosidad y
abnegación a cada situación que se le presente, dejando al ES dirigirle ,
Juan 3,8 "el viento sopla por donde quiere y oyes su voz"

Las prácticas penitenciales ayudan a desarrollar el espíritu penitencial,


pero este espíritu no se reduce a una práctica sino que es una forma de
vida en obediencia y dependencia de Dios. "El que quiera seguirme que
se niegue a si mismo..". "No hay amor mas grande que el que da la
vida". ¿Podrá llegarse a entregar la vida, si no se entregan los deseos
mas pequeños, los gustos mas insignificantes, las comodidades mas
superficiales? La respuesta es clara: No. Es muy difícil dar un gran "si",
si no se ha construido a diario con los pequeños "si", una vida de
generosidad y abnegación.

La entrega total del corazón


La mayor renuncia es la entrega total del corazón, de la voluntad, de los
deseos, de los planes, de la vida... ¿De que sirve ayunar si no se
entrega el corazón? El ayuno debe llevarnos a la pobreza interior: la
conversión del corazón.

El espíritu de penitencia es mas que decir: "te doy esto o aquello". Es


mas bien entregarlo todo voluntariamente. "Por eso me ama el Padre,
porque doy mi vida..nadie me la quita, yo la doy voluntariamente"
Cf.Juan 10,17-18. La penitencia promueve el desprendimiento, y este
purifica y facilita el espíritu de penitencia.

Entrega según la elección de Dios


Cuando el alma se decide a vivir el espíritu de penitencia, se abandona
en Dios y debe saber que deja la satisfacción de elegir sus propios
sacrificios. Será llamada a llevar cruces diferentes de las que pudo
imaginarse. No decidirá como se niega a si misma, sino que será Cristo
quien decida reproducir su pasión en las realidades de su vida diaria. La
verdadera penitencia es un olvido de si para buscar en todo a Dios y su
voluntad.. Es una actividad constante y esencialmente positiva: "mis ojos
puestos en Dios, pues él sacará mis pies del abismo"... Salmo 24,15.

Para el ejercicio de la penitencia, como para el ejercicio de cualquier


virtud, el alma debe ser capaz de elevarse y elegir libremente lo
sobrenatural por encima de las atracciones naturales. La penitencia
no solo necesita de esta elevación sino que fortalece al alma para que,
en el futuro alcance volar mas alto y vencer mayores dificultades. La
penitencia nos capacita para amar mas lo sobrenatural, que entonces
iluminará lo que es natural, dándole el verdadero valor que Dios quiere.
Así todas las cosas las podremos vivir con la mente y el corazón de Dios
y con libertad.

La mayor renuncia es la entrega total del corazón, de la voluntad, de


los deseos, de los planes, de la vida.. ¿Cuánto provecho haría al alma
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ayunar si no se entrega el corazón? El ayuno debe llevarnos a la


pobreza interior, a la entrega total del corazón. El espíritu de penitencia
es mas que decir: "Señor, te doy esto o aquello", sino más bien decir: "te
doy todo y lo doy voluntariamente". Juan 10,17-18 "Por eso me ama el
Padre, porque doy mi vida..nadie me la quita, yo la doy
voluntariamente".

Cuando el alma se decide a vivir en espíritu de penitencia, se abandona


en Dios de tal forma que incluso deja la satisfacción de elegir sus
propios sacrificios, sabiendo que será llamada a llevar cruces diferentes
de las que pudo imaginarse, que no tendrá tanto control en decidir como
se niega a si misma, sino que estará abierta a permitir a Cristo,
reproducir su pasión en las realidades de su vida diaria. La verdadera
penitencia es un olvido de si para buscar en todo a Dios y su santa
voluntad.. Es una actividad constante y esencialmente positiva: "mis ojos
puestos en Dios, pues él sacará mis pies del abismo"... Salmo 24,15.

Para el ejercicio de la penitencia, como para el ejercicio de


cualquier virtud, el corazón debe ser capaz de elevarse sobre sus
tendencias naturales. Debe ser libre de elegir lo sobrenatural ante las
atracciones y tendencias naturales. La penitencia no solo necesita de
esta elevación sino que la va alcanzando, va haciéndonos amar mas lo
sobrenatural para vivir la vida natural con la mente y el corazón de Dios,
y con plena libertad. La penitencia está diseñada a promover el
desprendimiento y a la vez, el desprendimiento purifica y facilita el
espíritu de penitencia.

Vivir en espíritu de penitencia es vivir en espíritu de oración, ya que es


vivir con los ojos puestos en Dios, olvidados de si y abrazando en todo
su voluntad. Es verdaderamente un acto de alabanza y de adoración.
"Ofrecéos como victimas viva, santa, agradable a Dios, tal será vuestro
culto espiritual" Romanos 12

La oración informa a la penitencia y esta expresa la oración.


Recibimos místicamente en la oración y entregamos ascéticamente en
la penitencia. Como la respiración: inhalamos y exhalamos. Dos
funciones que mantienen la vida.

La penitencia es para todos. Lo vemos en Lucas 24,47- Jesús envía a


los apóstoles a que "prediquen en su Nombre a todas las naciones, la
conversión (y hemos visto que no la hay sin penitencia), para el perdón
de los pecados."

La penitencia nos une a la pasión de Cristo : "Predicamos a Cristo


crucificado" 1 Cor 1:23

El sufrió en su carne, en su corazón, en su ser completo. "Ya que Cristo


padeció en la carne, armaos también vosotros de este mismo
pensamiento: quien padece en la carne, ha roto con el pecado, para vivir
ya el tiempo que le quede, no según las pasiones humanas, sino según
la voluntad de Dios". 1 Pedro 4,1

"La carne" significa todas esas tendencias en nuestro interior que se


oponen a la gracia, a la vida divina a nuestra comunión, y semejanza
con Cristo. Todas las tendencias que se oponen al amor y nos hacen
centrarnos en nosotros mismos.

Estamos llamados a reproducir en nosotros la imagen de Jesús. "Para


que reproduzcamos la imagen de su Hijo" Rom 8,29, sin embargo esta
reproducción necesariamente requerirá una gran purificación pues, por
el pecado, las irregularidades y desordenes, estamos muy lejos de
asemejarnos a Cristo, a su vida, sentimientos, pensamientos y deseos.
Somos como una estatua que necesita ser moldeada y cincelada para
llegar a lucir la perfección a la que está supuesta. Para reproducir en
nosotros la imagen de Cristo, el escultor tendrá que dar duras
cinceladas a nuestro barro. Por ello debemos estar abiertos al
sufrimiento que purifica y transforma. Sufrir con El, para parecernos más
a El. "Con Cristo, por El y en El, a ti Dios padre....

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Hay que enderezar las sendas

La Penitencia es el medio de corregir nuestros caminos torcidos de la


carne y ser renovados en el espíritu de Dios para ser nuevas criaturas.
S. Juan Bautista predicaba : "convertíos... preparad el camino:
enderezad las sendas, llenar los barrancos, rebajar las colinas, rectificar
lo tortuoso, hacer llanas las asperezas.. Verán la salvación de Dios".
Lucas 3,4-6

Tenemos tantas sendas que enderezar, tantos barrancos que rellenar y


colinas que rebajar en nuestros corazones. Tenemos tantos
pensamientos y sentimientos torcidos... tantas asperezas que hay que
limar. Esta transformación revela el poder salvador de Cristo en la
humanidad.

Que grandeza ver que nuestros corazones se rectifican, que nuestros


caminos se enderezan, que nuestro corazón va dejando de ser de
piedra y se va haciendo de carne (Ez 36).

Transformación de la persona completa

Todo el ser humano, en su realidad espiritual y corporal, debe entrar en


un proceso de conversión del pecado hacia Dios, por lo tanto en todas
sus dimensiones debe ser purificado. La Mortificación interior toca la
voluntad, el intelecto, los afectos, y emociones, deseos, etc.. La exterior
los apetitos físicos y sentidos.

Penitencia de la Voluntad para que esté sometida a Dios

La voluntad sometida a Dios es aquella que ha logrado liberarse de sus


caprichos y ataduras, de sus rebeldías e independencias. La negación
de la voluntad es necesaria y debe aplicar disciplina sin rigidez;
desprendimiento sin indiferencia; y resignación sin esterilidad.

Esto se logra eligiendo siempre el camino estrecho, o sea, en todo elegir


el camino del amor. Como nos dice San Pablo, en todo debemos elegir
lo mas noble, amable, puro, caritativo.... en todo elegir lo mas virtuoso.
La voluntad ferrea puede llegar a ser una voluntad sometida a Dios, si
se le aplica negación constante a sus demandas y exigencias.

Cuantas veces escuchamos a Jesús decir: "yo he venido a cumplir la


voluntad del Padre" "mi alimento es hacer la voluntad del Padre."
Concluyendo en Getsemaní con: "no se haga mi voluntad sino la tuya"
Mt 26,38. Su único deseo era hacer la voluntad del Padre y no la suya.

Hacer la voluntad de Dios es abrazar su sabiduría, su designio y su


camino, sabiendo que "nuestros caminos no son los suyos" (Isaías)

Penitencia de la mente para alcanzar tener la mente de Cristo

El ser humano es lo que desea y piensa. Es de suma importancia


entrenar los pensamientos como los deseos. Cuando se aplica la
disciplina apropiada a la mente, se logra transformar el carácter y hasta
la vida entera. Los "genios" o estados de ánimo, son estados de la
mente y deben ser disciplinados.

Es importante mortificar la mente de tres faltas:

Pereza: no discurriendo, sino esperando que todo se me sea resuelto y


procesado en detalle. Querer que otros piensen por nosotros.

Irresponsabilidad: dejando que cualquier pensamiento malo llegue sin


detenerlo a tiempo. También de información, lecturas, imágenes, etc..
que no forman en la verdad del Evangelio sino que alimentan patrones
del mundo en mi mente.

Vaciedad de la mente: disipación, no aplicarse a sus responsabilidades


y deberes, pensar en cosas vanas, etc.

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La disciplina mental es: no permitir en ella nada que no venga de Dios ni


me dirija al Amor de Dios y de los hermanos. Debemos alimentar la
mente con la información correcta hasta tener la mente de Cristo.
"Transformaos mediante la renovación de vuestras mentes de forma que
podais distinguir cual es la voluntad de Dios: lo bueno, lo agradable, lo
perfecto." Rom 12

La voluntad y el intelecto son los dos poderes del alma y trabajan juntos,
como los dos ojos, los dos oídos... El intelecto informa a la voluntad y la
voluntad pone orden en la mente, sentimientos, emociones..etc..

Mortificación de la imaginación

Imaginación: fantasías, exageraciones en las percepciones tanto para


el bien como para el mal, interpretaciones exageradas de lo que se me
dice o de lo que escucho, no inventar..........o añadir........

Memoria: "olvido lo que dejé atrás y me lanzo a lo que está por delante,
corriendo hacia la meta, para alcanzar la meta a la que Dios me llama".
Fil 3,13-14

Vivir en el pasado tiende a bloquear la responsabilidad del presente. Ej:


Vocaciones se debilitan cuando la persona está pensado lo que fue su
pasado o lo que tuvo en el pasado...etc. ¿No fue una gran tentación
para los israelitas el mirar lo que dejaron en Egipto? Sin embargo, lo que
tenían por delante era mucho mejor que la esclavitud, pero esa memoria
indisciplinada evocó la queja y les reveló el corazón.

Mortificación de los afectos.

No significa amar menos sino mas, pero con el amor de Dios, sin poseer
ni apropiarse, sin desorden ni ataduras. O sea, mirándonos menos a
nosotros y amando mas a los demás en Dios y para Dios.

Dios es amor, si amamos con el amor de Dios, amamos a Dios. Dios nos
guía a como darnos no solo a los que nos gustan sino a todos según El
ordena. La Penitencia de los afectos significa ordenar el corazón en la
caridad, establecer su correcta distribución. Si a los afectos se les
permite ser variables, inconstantes, ir detrás de lo mas atractivo, se les
da mucha libertad en su manera de expresión, la caridad no se
manifestará ordenadamente pues es llevada a la disipación,

Los afectos pueden errar, como todo, por exceso o defecto. La disciplina
balancea los afectos: Ni rigidez ni sentimentalismo. Sin disciplina en los
afectos, hay un exceso de amor propio: mientras nos sentimos
satisfechos no importa lo que pueda suceder.

Los afectos deben disciplinarse para vivir ordenada y fielmente los


estados de vida. La persona casada debe encausar sus afectos íntimos
hacia su esposo-a y cuidar que no se descarrilen hacia otros. Igual el
sacerdote o la religiosa deben ordenar sus afectos dentro del contexto
de su vocación consagrada.

Hace falta disciplinar también: la sensitividad, dependencia de otros,


compasión y el servicio. Si no se disciplina tenemos: susceptibilidades,
melancolía, apañamientos y competencias.

Mortificación de los sentidos

Es necesaria esta mortificación para disminuir la carne y aumentar la


acción del Espíritu. La mortificación corporal de alguna forma es
necesaria porque aunque el cuerpo esta designado a servir al espíritu,
las tentaciones generalmente atacan al espíritu a través del cuerpo.
"Orad y vigilad el espíritu es fuerte pero la carne es débil", dijo Jesús a
sus discípulos en Getsemaní.

La vigilancia incluye disciplina. El demonio entra por las partes débiles.


Hay que fortalecerlas con la disciplina, como los músculos se fortalecen
con el ejercicio. Somos vulnerables al pecado cuando no reconocemos

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los peligros que corremos. Si satisfacemos siempre nuestros deseos e


impulsos, vamos perdiendo la capacidad de detectar la tentación que
será dirigida hacia nuestros apetitos.

Puntos importantes:

-Dominio de Oido, ojos, boca, pensamientos: Deben atenerse a lo que


les corresponde.
-Cuerpo: No siempre complacer las comodidades y gustos que el cuerpo
desea.
-Tiempo: Administrar con disciplina el tiempo.
-Paladar: Negarse ciertos gustos en la comida.
-Combatir la pereza: Abrazar con responsabilidad la vida de trabajo y de
esfuerzo
-No desear inmediata satisfacción, recompensa o respuestas.
-No desear tener conocimiento de todo, evitar la curiosidad.

Estos ejercicios regulares fortalecen los músculos espirituales y nos


preparan para estar listos y atentos para vencer la tentación que se
aparece mostrándose hermosa, sustanciosa y apetecible como la
manzana que la serpiente le mostró a Eva.

La penitencia debe ser a la medida requerida para rectificar nuestra falta


de control sobre los sentidos. Como cuando se quiere bajar de peso,
cuanto mas el sobrepeso, mas estricta la dieta.

San Juan Bautista nos enseñó la clave: "debo disminuir para que El
crezca".

La penitencia y La purificación

En el capítulo 15 de San Juan:

"Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta, y todo el que da fruto, lo


limpia para que dé más fruto". Lo purifica para que dé vida. Debemos
estar conscientes de esta necesaria purificación y cooperar en el
proceso. Si no estamos preparados para cooperar activamente,
sinceramente no estamos cediendo a la purificación, tanto en el interior
como en el exterior.

Dos formas de penitencia: activa y pasiva.

Activa: mas ocupada en la vida exterior y con practicas. Nuestra


iniciativa...

Pasiva: sometiendo a todo lo que el Señor envía o nos permite, es


responder con generosidad a los sufrimientos, inconveniencias,
dificultades que nos surjan. "¿Estáis dispuestos a abrazar todos los
sufrimientos que Dios desee enviaros?" preguntó la Virgen a los
pastorcitos en Fátima. No los llamó a la inactividad, si no mas bien a la
disposición interior de aceptar y abrazar lo que el Señor les permita. La
iniciativa es de Dios...

En la activa, la persona va cortando de su rama las hojas secas y los


frutos secos, cooperando activamente con la obra purificadora de Dios.
Si desea crecer en humildad: hace actos de humillación.

En la pasiva, Dios es quien directamente purifica a la rama fructífera. Le


permite una humillación y la persona cede a ella con gozo y aceptación,
sumisión total a su voluntad.

La pasiva muchas veces es mas difícil que la activa. Cuando la voluntad


impone una penitencia, en el área que sea, puede ser difícil, pero tiene
el sentido de logro y éxito. En la pasiva muchas veces trae un sentido de
impotencia y vacío.... se parece a la experiencia del Jardín de
Getsemaní. La mas alta es la pasiva e interior.... el martirio del alma.

En la pasiva, Dios nos puede permitir pasar por tribulaciones que nos
purifiquen:

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Intelecto: permitiéndonos dudas, confusiones, enseñándonos debilidad


en nuestros discernimientos.
Voluntad: nuestro amor y obras por él, lucir que no crecen, vacías y
hasta desperdiciadas.
Afectos: Encontrando indiferencia de quienes amamos y hasta
ingratitud, o malentendido.
Memoria: con el conocimiento de oportunidades perdidas, o errores
cometidos.
Imaginación: permitiéndonos obsesiones y tentaciones.
Físico: enfermedad, cansancio, perdida de cosas materiales,
nerviosidad, insomnio, incapacidad de encontrar satisfacción en nada
exterior.

Todo esto no es elegido por nosotros mismos, es permitido por la


voluntad de Dios para purificarnos. Pero estas tribulaciones pasivas, si
sabemos detectar que vienen de Dios, las podemos tornar en momentos
de gran productividad espiritual.

En la activa, siempre se debe buscar la pureza de intención, humildad y


abandono total en Dios. La activa puede causarnos dolor pero la pasiva
muchas veces nos hace ir por la noche oscura del alma.

El sentido común debe gobernar la penitencia

Mucho de lo que necesitamos purificar es de sentido común: si


tiendo a la gula, comer menos; si tiendo a la crítica y chisme, guardar
silencio; si tiendo a la curiosidad, restringir mi acceso a información, no
preguntar, etc... Las penitencias directamente necesarias para
vencer al pecado no son opcionales. Ejemplo: Ejercer la paciencia
para vencer la ira; renunciar a la queja ante nuestra susceptibilidad; ser
responsable para vencer la procrastinación.

Saber discernir los momentos de la penitencia. Por ejemplo: No se


debe pedir pan y agua en el banquete de una boda; Irse de retiro
cuando no dan permiso en el trabajo; hacer horas santas cuando es la
hora de cenar con el esposo; ayunar excesivamente y a pan teniendo
gastritis.

La penitencia debe vivirse con gozo y no melancolía (Mt 6,16-18),


"Ofrécele a Dios solo lo que puedes ofrecer con gozo" (Cura de Ars). El
gozo es el fruto de estar en comunión con la voluntad de Dios, no es
ostentación ni extravagancia. Si hay que alcanzar el reino haciéndonos
violencia (Mt 11,12) esta se refiere al corazón. La penitencia personal
debe ser escondida "en secreto", orden y paz. Lo único que debe verse
son los frutos de la virtud. El orden elimina los excesos, los
exhibicionismos.

El motivo de la penitencia es el amor a Dios. Lo que renunciamos,


aunque puede doler, no se compara a la sublimidad de ganar a Cristo.
"Todo es pérdida ante la sublimidad del conocimiento de Cristo Jesús, mi
Señor, por quien perdí todas las cosas, y las tengo por basura para
ganar a Cristo y ser hallado en él." (Fil 3, 8)

Al hacer penitencia miramos a lo que ganamos en gracia y santidad,


no lo que renunciamos. Si tenemos como meta esta ganancia,
tendremos gozo y entusiasmo para lanzarnos a la empresa de ordenar
nuestras pasiones y someter todo nuestro ser a los movimientos del
Espíritu Santo. Rom 8,18 "porque estimo que los sufrimientos presentes
no se comparan con la gloria que ha de manifestarse en nosotros".

La verdadera penitencia es la sana expresión del corazón que ama.


El que ama hace cualquier sacrificio por el amado. Ejemplo: Un hombre
que ama a su esposa con alegría renuncia a las pasiones
desordenadas, abraza sacrificios por ella. Ante el Amor todos los demás
amores se eclipsan. A la medida que vamos creciendo en amor a Dios,
vamos perdiendo el interés en las cosas que nos distraen de ese amor.

El unirse a Cristo, el amor de los amores, a través de la negación al yo,

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es un dolor que trae paz. Jesús resucitado reveló sus llagas y dijo: "la
paz sea con ustedes". El morir a nuestra carne, aunque duele, trae una
profunda paz interior. Paz en nuestra voluntad. Por sus llagas somos
sanados, por nuestra participación en sus sufrimientos somos sanados
primero de nuestro pecado y concupiscencia.

Otros efectos de la penitencia

Afila nuestra sensitividad a Dios, su palabra y su presencia. ¿No fue


acaso por los años de oración y ayuno que el profeta Simeón pudo
percibir en aquel bebé la presencia del Mesías?

Eleva nuestras ideas y valores: que es mas importante: una comida o


una charla.

Promueve la caridad y la unidad: el Cuerpo Místico es mas importante


que yo.

Da balance a nuestra ascética: no cortar indiscriminadamente, si no solo


lo que está malo sin llevarse lo bueno. Ni dejar cizaña de forma que
ahogue la semilla.

Da libertad interior: no estamos atados a nuestros caprichos o gustos.

Conclusión

La penitencia mas perfecta es la del cumplimiento del deber diario


en los estados de vida. Es la que mas agrada al Señor y avanza el
alma en la perfección. Es la que vive en un estado constante de
renuncia de su voluntad para hacer la voluntad de Dios.

Quien así vive, sabe siempre acomodarse, ser flexible, sin quejas y con
buen animo, sin apelar a sus derechos para obtener ventaja. Sabe
esperar pacientemente en la voluntad de Dios, la cual es la mas alta
forma de penitencia. Para algunos la penitencia es no poder hacerla. En
todo, lo mas importante es ceder a la voluntad de Dios.

La Penitencia debe ser juzgada mas por lo que gana que por lo que
renuncia. Mas que renuncia es darse, entregarse... es llegar a crecer a
la estatura de Cristo.... es ir quitando de nosotros lo que no se asemeja
a Cristo.

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de esta enseñanza de la Madre Adela Galindo, excepto para uso personal.

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