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La conciencia colectiva o social y sus diversas expresiones

20.

La conciencia colectiva o social


y sus diversas expresiones

FAUSTINO CALDAS*

Si a la realidad social se le atribuye un “cuerpo”, la corporeidad, ¿se le


podrá atribuir también una conciencia, una especie de alma, de espíritu, de
inteligencia?
¿En qué sentido la realidad social, el mundo de los fenómenos sociales,
exige un concepto como el de conciencia colectiva, tanto para su expresión
como también para su explicación?
Por otro lado, si se admite su existencia, ¿en qué consiste una conciencia
colectiva de los fenómenos sociales? ¿Cuál es su estructura primaria y cuál es
su función en relación a la misma sociedad y a los individuos que la constituyen?
Y si el punto esencial de referencia de la especie humana es su carácter
intelectivo, ¿significa esto que la unidad de la especie es también,
fundamentalmente, una unidad de inteligencia? ¿Se pueden explicar así
algunos fenómenos sociales, como la religión, el lenguaje, el derecho, las
modas, la opinión pública, las ideas vigentes, etc.? ¿Es así como se puede
defender la posibilidad del ser humano de intervenir estructuralmente en la
configuración de la sociedad y en la marcha de la historia?
A lo largo de la historia se han dado diversas respuestas a estas preguntas,
pero no todas están formalmente de acuerdo. Hegel, Marx, Wundt, Durkheim,
Ortega y Gasset, Zubiri y otros ofrecen un abanico de perspectivas para un buen
esclarecimiento de este tema de la conciencia colectiva o conciencia social.
* * Profesor en la Universidad Catolica Portuguesa y en el Centro de Educação da Fe,
Lisboa.

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FAUSTINO CALDAS

I. EL ESPÍRITU DEL PUEBLO

Hegel, para quien toda la realidad material no era más que emanaciones y
manifestaciones del Espíritu Absoluto, desde los individuos, pueblos y naciones
hasta el conjunto de toda la realidad, el mundo, el espíritu universal, escribió:
“La conciencia del Espíritu (absoluto) debe tomar forma concreta en el mundo;
el material de esta realización, su base, no es otro que la conciencia general, la
conciencia (colectiva) de un pueblo. Esta conciencia contiene y dirige todos los
fines e intereses del pueblo; ella constituye el derecho, las costumbres y la
religión del pueblo. Es lo más sustancial del espíritu de un pueblo, aun cuando
los individuos no lo sepan, pues se da siempre como presupuesto. Es como
una necesidad. El individuo es educado en esta atmósfera y no conoce otra
cosa. Pero no es sólo educación y conciencia de esta educación: el individuo
existe en esta sustancia y ninguno puede salirse de ella. Las individualidades
desaparecen y solamente cuentan en la medida en que se hace realidad (real)
lo que quiere el espíritu del pueblo”1.
El espíritu del pueblo (Volksgeist), que reviste una forma peculiar en cada
pueblo, se distingue, sin embargo, del espíritu universal (Weltgeist), que se
conforma más con el espíritu divino: “El espíritu del pueblo es, así, una forma
concreta del espíritu universal [...]. La concretización del espíritu del pueblo
consiste en la forma y en el modo de la conciencia que él se hace del Espíritu
(absoluto)”2.
Los diversos y sucesivos espíritus del pueblo son partes o etapas de un
proceso, a través del cual el Espíritu va llegando al conocimiento libre y
libertador de sí mismo; el Espíritu tiene historia, necesita de la historia para
llegar a ser él mismo. Y todo esto lo consigue a través de los individuos y de los
pueblos3: “Se debe considerar el espíritu de un pueblo como el desarrollo de un
principio que está encerrado en la forma de un impulso oscuro, que se auto-

1 Cf. F. HEGEL, Einleitung in die Philosophie der Weltgeschichte, 36-37, citado por I.
ELLACURÍA, Filosofía de la realidad histórica, Trotta, Madrid 1991, 210.
2 Ibídem, 37-38, citado por I. ELLACURÍA, o. c., 210.
3 Pero los individuos no son puramente espirituales (espíritus puros), puesto que tienen
un principio natural. La diversidad de estos principios es lo que hace la diversidad de los
individuos y de los pueblos o naciones.

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elabora, tendiendo a hacerse objetivo 4 [...]. Pero es el espíritu y no el principio


natural lo que da al pueblo su carácter propio. Sin embargo, la realización
histórica del espíritu no es independiente de las condiciones naturales en las
que se realiza5 [...]. Los diversos espíritus de los pueblos se diversifican en el
espacio y en el tiempo; y en este aspecto, se hace efectivo el influjo del
ambiente natural, de la interdependencia entre lo espiritual y lo natural, del
temperamento, etc. Considerada en el ámbito general del mundo ético y ante
la individualidad práctica, esta interdependencia es algo externo; y sin
embargo, como base en la que se mueve el espíritu, es esencial y
necesariamente un elemento fundamental” 6.
En este aspecto, se puede hablar del fundamento geográfico de la historia
universal, de la individualidad y finitud del espíritu de cada pueblo: “Cuando el
Espíritu toma existencia (se hace realidad concreta) se comporta según la
finitud y según lo natural en general”7.
¿Qué es, entonces, para Hegel, la conciencia colectiva o social?
Para Hegel, el Espíritu (absoluto) es el principio fundamental de lo que es
cada pueblo o de lo que es el proceso histórico en general, y se define en
términos de conciencia y de libertad, o sea, en términos de conciencia colectiva
o de conciencia general. El espíritu individual (conciencia individual) y el
espíritu de cada pueblo (conciencia colectiva o general) son una especie de
emanaciones o concretizaciones del espíritu universal que se conforma
totalmente con el Espíritu divino (absoluto). El espíritu del pueblo es el marco
inseparable dentro del que deben moverse y desenvolverse los espíritus
individuales. Y ni siquiera es necesario que cada individuo tenga conciencia de
esta dependencia: ésta se da necesaria e ineludiblemente. Y, sin embargo, no es
algo que le venga totalmente impuesto desde fuera (de él mismo), puesto que,
siendo él también espíritu, participa de esa misma sustancia única y absoluta que
es el Espíritu (divino).

4 Cf. F. HEGEL, o. c., 42. Ver también I. ELLACURÍA, o. c., 210.


5 Ibídem, 65. Ver I. ELLACURÍA, o. c., 210.
6 Ibídem, 178. Ver I. ELLACURÍA, o. c., 211.
7 Ibídem, 178. Ver I. ELLACURÍA, o. c., 211.

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Por lo tanto, en cada uno y en todos los aspectos, el espíritu individual está
subordinado al espíritu colectivo, pero de manera especial, en el aspecto
histórico, en el que los individuos desaparecen y sólo cuentan o valen en la
medida en que realicen el espíritu del pueblo, y, a través de él, el espíritu
universal8.
¿Cuál es la función del elemento natural o material?
El elemento natural o material no es ajeno a la realización del espíritu.
Como es sabido, pues se trata de un principio de la filosofía clásica, es la
materialidad lo que individualiza y hace finito9. Esta materialidad o naturalidad,
según Hegel, es el conjunto de las condiciones naturales que, aun estando
subordinado al espíritu, tiene esa misión importante e insustituible. El progreso
del espíritu no sería posible sin sus sucesivas realizaciones y diversificaciones
(proceso histórico). Pero estas realizaciones y diversificaciones no se dan sin la
presencia del elemento natural o material. Es decir, lo espiritual no se haría
presente (objetivación) sin el elemento material.
Por tanto, la primacía del espíritu y de la conciencia no anula, ni en el
individuo, ni en ningún pueblo, ni en la totalidad de la historia la presencia del
elemento material. El Espíritu (absoluto), mediante la materia, se configura y se
objetiviza en los individuos y en los pueblos y en la historia universal.

II. PRAXIS REAL

Para Marx, la conciencia, tanto la conciencia individual como la conciencia


colectiva o social, es, unitariamente, algo derivado de la realidad. La conciencia
(“Bewusstsein”) es un ser sabido (un ser que se sabe o se conoce a sí mismo =
“Sein bewusst”). Su raíz y su sustancialidad pertenecen al ser que sabe y no al
objeto que es sabido. La conciencia es un reflejo adecuado (superestructura)
de lo que es la realidad verdadera y operativa de la persona que piensa. La
conciencia de una persona o de un pueblo se identifica con su praxis real.
8 Cf. I. ELLACURÍA, o. c., 211.
9 Cf. S. TOMÁS DE AQUINO, S. Th., I, q., 29, a. 2. La filosofía escolástica no fue capaz de
hacer luz sobre el espacio y la distancia que existe entre el individuo y la persona.
Adulteró la imagen de la persona como individualización: “Rationalis naturae individua
substantia”. La persona es concebida como un fragmento perseguido por la cantidad y
por la materia metafísica.

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Pero, cuando se da la división del trabajo, en trabajo material o manual y


trabajo intelectual, la conciencia (intelectual) se imagina que es diferente de la
conciencia de la praxis real, convirtiéndose en ideología, desligada de la
realidad, de la praxis. Pero su autonomía y autosuficiencia son sólo aparentes.
La moral, la religión y la metafísica, que Hegel consideraba como espíritu
objetivo (manifestaciones concretas del Espíritu divino), no poseen ni
autosuficiencia ni ningún proceso propio independiente: “No tienen ni una
historia ni un desarrollo. Pero los hombres que realizan su producción e
intercambio de materiales, cambian, al realizarlos, sus pensamientos y los
productos de sus pensamientos. No es la conciencia la que determina la vida,
sino que es la vida la que determina la conciencia. En la primera perspectiva se
parte de la conciencia como si ésta fuera un individuo viviente; en la segunda,
de acuerdo con la vida real, se parte del individuo realmente viviente y se
considera su conciencia sólo como su conciencia [...]. La producción de las
ideas, de las representaciones, de la conciencia está basada en primer lugar en
la actividad y en el intercambio de los hombres, en el idioma de su vida real. La
representación de una cosa, el pensamiento, el intercambio espiritual de los
hombres aparecen aquí como “emanación directa” de su comportamiento
material. Lo mismo se podría decir de la producción espiritual, tal como se
presenta en el lenguaje de la política, de las leyes, de la moral, de la religión y
de la metafísica de un pueblo. Los hombres son producto de sus
representaciones, de sus ideas, etc. Pero los hombres reales y efectivos están,
a su vez, condicionados por el desarrollo de sus fuerzas productivas y por el
correspondiente intercambio, hasta en sus formas más altas. La conciencia no
puede ser más que el ser consciente, y el ser del hombre es su proceso real de
vida. Si en la ideología los hombres y sus relaciones aparecen invertidos, como
en una cámara oscura, este proceso también está originado por el proceso
histórico, del mismo modo que la inversión de los objetos en la retina proviene
de su contenido físico inmediato”10.
La visión materialista de Marx no implica necesariamente la negación de
una realidad colectiva o social que incluya también, forzosamente, una especie
de conciencia colectiva o social. Marx parece aceptar una especie de poder

10 Cf. K. MARX - F. ENGELS, Werke (MEW), 45 vols., Deutsche Ideologie, v. 3, Dietz, Berlin
1956-1968, 26-27.

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super-individual, que mueve y dirige la historia, pero en el sentido opuesto al de


Hegel: “En la historia precedente, es ciertamente un hecho empírico el que los
individuos concretos, con la expansión de su actividad hasta alcanzar carácter
de historia universal, van siendo cada vez más esclavizados por un poder ajeno
a ellos –cuya imposición estaría bien representada por la trampa del llamado
‘Espíritu universal’– un poder que ha crecido desmesuradamente y que, en
último análisis, se presenta como un mercado universal” 11.
Según Marx, el poder que rige el mundo no es el “Weltgeist” (espíritu
universal), sino el “Weltmarkt” (el mercado universal), que, siendo el regulador
del proceso de la producción de la vida, controla también todo lo que depende
de esa producción, es decir, la realidad total del ser humano. Por eso, las ideas
dominantes son las ideas de la clase dominante, o sea, las de la clase que
domina la raíz de la historia y de la vida humana: “Los pensamientos de la
clase dominante son, en cada época, los pensamientos dominantes. Esto
quiere decir que la clase que tiene el poder material dominante de la sociedad
es, al mismo tiempo, su poder dominante”12.
Poco a poco, la clase dominante va consiguiendo que sus productos
intelectuales, reflejo de sus intereses materiales, adquieran también una forma
universal y aparezcan como independientes de cualquier actuación real y
material y, al mismo tiempo, como una realidad que se conoce a sí misma
(conciencia universal) y que configura el conocimiento de los individuos
(conciencia individual). De esta manera el “Weltmarkt” es una realidad social no
individual y, al mismo tiempo, es una realidad que se conoce a sí misma
(conciencia colectiva o social) que configura la conciencia individual. La raíz y
el fundamento estructural de la conciencia es, por tanto, de carácter material.
Siempre que se dé un cambio o modificación en las estructuras materiales, se
dará también un cambio o modificación en las conciencias. Solamente las
fuerzas reales materiales pueden cambiar o modificar lo que tiene una raíz o
una estructura material13.

11 Ibídem, 37.
12 Ibídem, 46.
13 Según Marx, no es la conciencia la que determina o configura la realidad; es la realidad
la que determina y configura la conciencia.

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La conciencia colectiva o social y sus diversas expresiones

Pero aquí puede tener lugar el fenómeno ideológico, que consiste en el


reflejo o producción ideal (representación) del mundo real. El fenómeno
ideológico por excelencia, según Marx, es la religión, el reflejo religioso y
espiritual (ideal) del mundo real, que configura (y deforma) las conciencias
individuales. “El reflejo religioso del mundo real sólo desaparecerá cuando las
circunstancias de la vida práctica, de cada día, representen para los hombres,
en su día a día, relaciones racionales diáfanas entre ellos y la naturaleza. El
proceso social de la vida, es decir, el proceso material de la producción,
solamente perderá su místico y nebuloso velo cuando, como producto de
hombres asociados libremente, esté sometido a su control planificado y
consciente. Pero para esto hace falta una base material de la sociedad o una
serie de condiciones materiales de la existencia que, a su vez, son también
producto de una historia evolutiva larga y penosa”14.
Marx parte de una interpretación mecanicista-materialista de la historia
humana (el materialismo histórico). Las fuerzas naturales o materiales de la
producción son las que configuran y hacen caminar, en un sentido o en otro, el
proceso histórico. La ideología, la conciencia, la religión, la moral, la crítica o la
metafísica tienen un carácter derivado, no primario; fue un error convertirlos en
elementos estructurales y, por eso, no pueden intervenir materialmente en el
curso de la historia15.
La historia es el resultado de la producción material. Solamente un cambio
en la producción material, o en las fuerzas materiales que la realizan, puede
determinar también un cambio en la historia. Lo cual es evidentemente
contrario a la doctrina de Hegel, quien dice que la historia es la realización y
manifestación o verificación del Espíritu absoluto16.

14 Cf. K. MARX - F. ENGELS, l. c., v. 23, Das Kapital, 94.


15 A pesar de todo, tanto por parte de los ideólogos como, y sobre todo, por parte de la
conciencia de clase, se ejerce un influjo real sobre la sociedad y la historia.
16 Marx no acepta que la crítica ideológica tenga fuerza suficiente para cambiar el rumbo
de la historia. Sin embargo, él mismo comprobó, históricamente, que la crítica podría
convertirse en poder material de la historia: “El arma de la crítica no puede ciertamente
sustituir la crítica de las armas (lucha armada); el poder material sólo puede ser vencido
por otro poder material, y la teoría sólo se convierte en poder material cuando se apodera
de las masas”. Cf. Ibídem v. 1, Zur Kritik der hegelschen Rechtsphilosophie. Einleitung,
385.

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FAUSTINO CALDAS

Marx y el marxismo admiten realidades estructurales, totalidades que


determinan la realidad y, sobre todo, la actividad de las partes; admiten un
poder superior al de los individuos, que determina fundamentalmente su praxis
o actividad material y su producción intelectual. Ese poder estructural es un
saberse a sí mismo; es un ser consciente (conciencia social) que actúa no sólo
sobre la realidad material de cada individuo, sino también sobre el saberse a sí
mismo (conciencia individual) de esa misma realidad individual. Llegan hasta a
admitir una trascendencia de la conciencia sobre la constitución de esa misma
clase social (sociedad). Sin embargo, en el marxismo, tanto la ideología como
la conciencia son realidades derivadas, no primarias; derivadas de una praxis o
actividad de la vida. Pero, a pesar de ser realidades derivadas, tienen su
autonomía y son reflejo (distorsionado o fiel) de lo que acontece realmente en la
historia17.
Para Marx la conciencia individual es siempre un reflejo de una relación
social que engloba la particularidad del individuo; y por lo tanto siempre es una
conciencia social.

III. EL ALMA DEL PUEBLO

Guillermo Wundt, partiendo del contexto empírico de Hegel, habla del “alma
del pueblo” (Volksseele), “entendida como el contenido global de las
experiencias anímicas y percibidas con cierta regularidad (leyes psíquicas)” 18.
Según él, la sociedad no nace de un pacto social ni la lengua proviene de
una serie de lenguas individuales. Primero se da la sociedad y, sólo después, el
individuo: “En la historia de la sociedad humana no aparece primero el
individuo sino la comunidad. El individuo se separa de la promiscuidad y de la

17 El hecho de que Marx dijera que la ideología, en sí misma, no tiene proceso ni historia,
indica su oposición al idealismo histórico de Hegel. Sin embargo, no niega una cierta
realidad y autonomía a lo ideológico y a los factores sociales de la conciencia social,
derivados de la producción material de la vida. A veces, Marx parece ser más defensor de
la realidad del individuo que de la realidad de la sociedad; sin embargo, no hay duda
ninguna sobre la prioridad que él da a la sociedad cuando define la propia realidad humana
como una “realidad relacional” (relaciones de producción material), como el conjunto de sus
relaciones sociales. De aquí se deduce también que, para Marx, la conciencia individual
está formada y tiene su raíz en la realidad social; o sea, es siempre una conciencia social.
18 W. WUNDT, Probleme der Völkerpsychologie, Wiegandt, Leipzig 1911, 11.

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La conciencia colectiva o social y sus diversas expresiones

tribu por una individualización progresiva hasta llegar a la personalización


individual y autónoma. Es precisamente todo lo contrario de las hipótesis de la
Ilustración racionalista, según las cuales los individuos se unen en comunidad,
movidos en parte por la necesidad y en parte por la reflexión racional” 19.
La lengua, los mitos, las costumbres, etc. no se deducen sin más de la
conciencia individual; necesitan la presencia de fuerzas espirituales que se
producen por la interacción de varios individuos: “Todos los productos de su
vida individual nacen siempre y sólo en la comunidad”20.

IV. LA CONCIENCIA IMPERSONAL

Para Durkheim, la sociedad (la realidad social) tiene una conciencia


colectiva, diferente de la conciencia individual e irreducible a ella. De hecho, la
raíz y el fundamento de los fenómenos sociales están totalmente en la
sociedad y no en cada uno de sus miembros: los hechos sociales se dan en la
sociedad y son exteriores a la conciencia individual. Los estados de
conciencia colectiva no son de la misma naturaleza que los estados de la
conciencia individual, son diferentes.
La mentalidad de los grupos tiene sus propias leyes. Tiene
representaciones, idealizaciones, maneras de pensar y de obrar colectivas, que
tienen que ver con una realidad independiente de la realidad de los individuos.
Hay maneras de sentir, de pensar y de obrar que son independientes de las
conciencias individuales; son exteriores a los individuos y están dotadas de una
fuerza imperativa y coercitiva, que se imponen objetivamente, aun cuando los
individuos puedan aceptarlas libremente. No son propiamente fenómenos
orgánicos, pues consisten en representaciones y acciones; pero tampoco son
puramente fenómenos psíquicos, pues superan el ámbito individual.
Según Durkheim, tanto la vida colectiva como la vida psíquica de cada
individuo están fundadas en representaciones que tienen un substrato propio.
Sus relaciones son muy parecidas. Estas representaciones, aun siendo ideales,
tienen una realidad propia, porque producen efectos reales y constatables.

19 Ibídem, 61.
20 Ibídem, 68.

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Incluso pueden ser inconscientes, porque la representación psíquica puede
darse sin una conciencia antecedente o inmediata21.
Las representaciones colectivas son exteriores a las conciencias
individuales y no provienen o derivan de los individuos tomados aisladamente.
Cada individuo aporta o colabora poniendo su propia parte, pero ésta no es
vista como tal, sino en asociación con las demás fuerzas, y todas “deviennent
toute une autre chose”, en su conjunto22. O sea, el resultado de la acción
conjunta sobrepasa cada uno de los espíritus o conciencias participantes, igual
que el todo sobrepasa sus partes. Está formado por el conjunto y vive del
conjunto de las partes. El conjunto es el sujeto de la vida colectiva, y no la
suma de sus partes integrantes o participantes23.
Sin embargo, las afirmaciones precedentes no significan la existencia de
una especie de espíritu o alma colectiva e hipostática, separada de los
individuos, con una consistencia sustantiva diferente y subsistente que va más
allá de la unión de sus miembros o elementos físico-corporales, aunque el
resultado de su unión no se reduce a ninguno de ellos ni es de su misma
naturaleza. El todo aquí no es igual a la suma de sus partes, ni es propiamente
la suma de las partes lo que constituye el todo, porque éste, una vez
constituido, adquiere propiedades y acciones que sólo pueden ser atribuidas a
él como un todo, y no a sus partes24.
La concepción o idea de Durkheim sobre la conciencia colectiva lo lleva a
un cierto idealismo: las representaciones colectivas superan con mucho lo que
da de sí la base material en la que se apoyan: “Las ideas son realidades,
fuerzas. Las representaciones colectivas son todavía más activas y más eficaces
de lo que lo son las representaciones individuales25 [...]. Hay una zona de la

21 Cf. E. DURKHEIM, Représentations individuelles et représentations collectives, in:


Sociologie et Philosophie, PUF, Paris 1951, 33-35.
22 Ibídem, 36.
23 “Es el conjunto (todo) el que siente, el que piensa, el que quiere, aunque no pueda
sentir, pensar o querer sin la mediación de las conciencias particulares. He aquí cómo el
fenómeno social depende de la naturaleza personal de los individuos; pero son sólo su
condición ‘sine qua non’ (mediata y lejana). El conjunto no existirá o no se produciría sin
las partes, pero no son ellas las que final y formalmente lo determinan”, Ibídem, 36-37.
24 Ibídem, 42-43. Ver también I. ELLACURÍA, o. c., 221.
25 Cf. E. DURKHEIM, Détermination du fait moral, in: Sociologie et Philosophie, PUF, Paris
1951, 78-79.
La conciencia colectiva o social y sus diversas expresiones

naturaleza en la que la fórmula del idealismo se aplica casi a la letra: es el mundo


social. Ahí, más que en cualquier otra parte, la idea determina la realidad”26.
Según Durkheim, no sólo existe una conciencia colectiva, sino que esa
conciencia colectiva es también la conciencia por excelencia: “La conciencia
colectiva es la forma más elevada de la vida psíquica, porque es una
conciencia de conciencias. Situada fuera y por encima de las contingencias
individuales y locales, esa conciencia sólo ve las cosas en su aspecto más
permanente y esencial, de modo que puede fijar normas o nociones
comunicables. Al mismo tiempo que ve desde arriba, ve también desde lejos;
en cada instante abarca toda la realidad conocida, porque sólo ella puede
proporcionar al espíritu los esquemas que se aplican a la totalidad de las cosas
y que permiten pensarlas”27.
La conciencia colectiva también se puede llamar “conciencia impersonal”. La
impersonalidad es una de sus características principales: “En una palabra, existe
lo impersonal en nosotros porque en nosotros existe lo social e, igual que la vida
social comprende al mismo tiempo representaciones y prácticas, esta
impersonalidad se extiende también tanto a las ideas como a las acciones”28.
Para Durkheim, la sociedad es una realidad irreducible a sus elementos
individuales; a esta realidad le compete también una actividad psíquica de
índole semejante a la que es propia de los individuos, pero también irreducible
a ellos. Por consiguiente, se puede hablar de una conciencia colectiva o social
con las características propias de la sociabilidad y con las características
propias de la vida representativa psíquica. Lo que son los diversos elementos
naturales o materiales para el individuo en relación a su función representativa,
eso mismo lo son en los individuos en relación a la conciencia social. Durkheim
llama a la conciencia colectiva de diversas maneras, con diferentes términos,
según los diferentes aspectos bajo los que se la considera: representaciones,
mentalidad, modelos colectivos, creencias colectivas, idealización colectiva,
26 ID., Les formes élémentaires de la vie religieuse, PUF, Paris 1960, 326.
27 Ibídem, 633-634. También las representaciones colectivas tienen su grado de
subjetividad y de particularidad, pues corresponden a sociedades determinadas y
localizadas y no a una sociedad global y universal (única), que todavía no existe.
Solamente alcanzará su plena objetividad y verdad como producto final de la historia.
Pero, mientras tanto, puede ir aproximando la humanidad a esa meta o verdad objetiva
última.
28 Ibídem, 636.

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FAUSTINO CALDAS

maneras colectivas de pensar y de obrar, comportamientos sociales, reino


intelectual, pensamiento colectivo, razón o conciencia impersonal.
E. Durkheim fue el gran sociólogo teórico de la conciencia colectiva o social.

V. LA OPINIÓN PÚBLICA Y LAS “IDEAS VIGENTES”

Ortega y Gasset comienza por negar la realidad o la existencia real de una


conciencia colectiva; insiste en la irracionalidad, la inhumanidad e la
impersonalidad del hecho social. La vida social tiene características totalmente
opuestas a la vida propiamente humana. La vida social no es propiamente vida
humana, es algo intermedio entre la naturaleza y el hombre y es, como la
naturaleza, irracional, mecánica y brutal. Por lo tanto, no hay ni puede haber un
alma colectiva29. La sociedad es la gran “des-almada”, porque es lo humano
naturalizado, mecanizado y como mineralizado: “La existencia de un alma
colectiva o de una conciencia social es un misticismo arbitrario. No existe tal
alma colectiva, si por alma se entiende algo que es capaz de ser sujeto
responsable de sus actos; algo que hace lo que hace porque eso tiene un
sentido claro [...]. Al alma colectiva, a la conciencia social le han sido atribuidas
las cualidades más elevadas y maravillosas y en algunas ocasiones, hasta
divinas [...]. Esa alma aparece como algo infinitamente superior, infinitamente
más humano que lo que es el hombre. Pero la colectividad es algo humano sin
el hombre, sin espíritu, sin alma; es lo humano deshumanizado; es un ser
humano irracional y “desalmado”. Lo social es algo humano en su contenido,
pero inhumano por causa de su impersonalidad. El hombre, si es propiamente
hombre, lo es por ser persona. El hecho humano es siempre un hecho personal.
En la sociabilidad, en cambio, tenemos a un hombre impersonal que hace lo que
se hace (o lo que ve hacer) y que dice lo que se dice. Por lo tanto, es un hombre
deshumano”30.
No obstante, Ortega y Gasset atribuye a la sociedad características que
afirman la existencia de una conciencia colectiva. Una conciencia, en su sentido
más amplio, es la gran configuradora, a través de sus representaciones, de lo
que es el argumento de la vida de cada uno de los individuos; una conciencia

29 Cf. J. ORTEGA Y GASSET, El hombre y la gente (1957), 2 vols., Revista de Occidente,


Madrid 1972/1977, v. 1, 22.
30 Ibídem, v. 1, 55-56.

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colectiva, no sólo porque es común, sino también, y sobre todo, porque es


exterior a cada uno de los individuos y se impone a todos ellos. Sin embargo, él
prefiere llamarla “opinión pública”, “ideas vigentes”, “tópicos del mundo social”31.

VI. EL CAMPO O EL MEDIO INTELECTIVO

Xavier Zubiri no trata expresamente del tema de la conciencia colectiva,


pero la manera como trata de la realidad social parece suponerla.
Zubiri hace una distinción fundamental entre la realidad “en sí” de cada
cosa y el campo respectivo de esa misma realidad; es decir, distingue la
realidad individual y la realidad campal de las cosas reales. Esta realidad
campal es también intrínsecamente real. Es algo que supera la propia realidad
de las cosas reales. No es algo que se le añade, sino algo que se funda en la
propia realidad “en sí” de cada cosa: algo excedente y constitutivo de lo real.
Es la realidad de la respectividad de las cosas reales entre sí y de unas con
otras, por la cual todas forman una realidad total, el mundo real. Es esta
realidad campal la que hace del ser humano, al mismo tiempo, un ser
constitutivamente individual y un ser constitutivamente social: un ser personal e
intransferible y un ser impersonal y comunicable, que recibe lo que le es
comunicado por el colectivo “haber humano” y que él, a su vez, también
comunica a los otros. El ser humano tiene, pues, al mismo tiempo, un ámbito
personal (incomunicable e intransmisible) y un ámbito impersonal (común y
comunicable o transmisible), que no pertenece formalmente sólo a él, sino que
es de todos, algo colectivo que le ha sido comunicado y que él también
comunica a los otros32.
Este ámbito o carácter impersonal, común y comunicable, es lo que se
puede llamar la “dimensión colectiva” de la conciencia individual. La dimensión
colectiva de la conciencia individual es la “dimensión (ámbito, carácter)
impersonal de la conciencia” y constituye “la realidad campal o impersonal de la
conciencia” y en general, la “campalidad social”. El campo social no es algo
que está fuera de los individuos, como algo objetivado y externo a ellos, sino

31 Ibídem, v. 2, 167.
32 I. ELLACURÍA, o. c., 239.

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FAUSTINO CALDAS

que es algo radicado “constitutivamente e intrínsecamente” en cada individuo y


que al mismo tiempo los desborda.
La dimensión impersonal o campal del ser humano es algo, como ya hemos
dicho, que va más allá de los límites de la inteligencia individual y, al mismo
tiempo, constituye un ámbito dotado de cierta autonomía. En este sentido se
habla de “conciencia colectiva”: una conciencia constituida o formada por lo
que de impersonal o campal hay en cada conciencia individual. No es una
entidad física, pues carece de realidad entitativa, pero tampoco carece
totalmente de realidad. Es una realidad que fluye necesariamente de la
estructura real de cada animal de realidades (el ser humano) y de su
disposición-inclinación natural a la sociabilidad; una realidad y un ámbito que
configuran, desde dentro, intrínsecamente, todas y cada una de las actividades
de los individuos.

VII. DIMENSIÓN COMPLEMENTARIA DE LA CONCIENCIA INDIVIDUAL

La conciencia colectiva no es, propiamente, una objetivación de la actividad


intelectual, sino una dimensión (complementaria) de la propia conciencia
individual y que le pertenece formalmente. Toda la conciencia personal tiene,
como algo constitutivo y que le pertenece formalmente, un ámbito común,
colectivo, impersonal, que es común a todos los seres de la misma especie. Es
aquello por lo que se es igual o semejante a todos los demás de la misma
especie, aunque siendo formal y personalmente diferente de todos ellos. Pero
no constituye un sujeto o una entidad aparte. La dimensión colectiva es una
dimensión real de la conciencia individual, que tiene una enorme importancia y
trascendencia en la configuración de los individuos y en la marcha de la
historia33.
Según Zubiri, los fenómenos sociales son, por lo tanto, fenómenos
racionales; son el resultado de una actividad psíquica y conservan, en relación
a las inteligencias individuales, una relación singular34.

33 I. ELLACURÍA, o. c., 240.


34 Según Durkheim, son fenómenos que resumen el grado más alto posible de la
racionalidad histórica. Sin embargo, en la opinión de Ortega y Gasset, esos fenómenos
carecen de racionalidad.

152
La conciencia colectiva o social y sus diversas expresiones

El carácter intelectivo de los fenómenos sociales significa, para Zubiri, en


primer lugar, que no son el resultado de la actividad psíquica del ser humano;
son como una prolongación objetivada de su actividad psíquica, cuya acción o
actuación prolongan; y significa, en segundo lugar, que son productos
objetivados de la actividad psíquica humana con una cierta publicidad. Son
como una decantación privilegiada de la actividad humana en cuanto tal
(ciencia, religión, arte, derecho, etc.).
Más aún. El mundo social no es sólo el resultado de una actividad psíquica,
sino que también representa, en su conjunto, la visión predominante de una
sociedad y su tabla o escala de valores 35; representa el cuadro referencial,
interpretativo y valorativo, de acuerdo al cual se mueven y se educan los
individuos y los grupos sociales36.
Pero Zubiri no se esfuerza solamente en explicar en qué consiste el
carácter intelectivo de los fenómenos sociales, sino que también se detiene a
explicar su carácter estructural. Toda la realidad, según él, tiene un carácter
estructural. Si se admite que la conciencia es algo real, hay que afirmar
también su carácter estructural.
La afirmación del carácter estructural de la conciencia colectiva significa o
presupone, en primer lugar, que la conciencia colectiva (o el colectivamente
consciente) es algo real y dotado de cierta autonomía; y en segundo lugar, que
es algo que no tiene realidad física, no tiene una entidad sustantiva propia, a no
ser dentro de un sistema global y en unidad estructural con el resto de las
notas que integran ese mismo sistema.
Cuando se reconoce el carácter estructural de la conciencia colectiva, se
tiene que admitir también que esta conciencia colectiva actúa estructuralmente
con gran independencia de las subjetividades individuales que la componen.

35 Cada época, cada sociedad o cada grupo tienen un conjunto de creencias, de normas,
de valores, etc., que son admitidos unánimemente por ese grupo, por lo menos durante
algún tiempo, como los más racionales, los más convenientes y los más valiosos. En
consecuencia, constituyen el cuadro referencial de su actividad y la luz con la que se
ilumina. También la existencia de la heterodoxia social, con sus sanciones, tiene aquí su
explicación.
36 ¿Habría sido posible el Cristianismo sin el Judaísmo? ¿Habrían sido posibles las
revoluciones sociales modernas sin el desarrollo de la burguesía? ¿Habría sido posible el
marxismo sin la filosofía de Hegel?

153
FAUSTINO CALDAS

En este sentido Marx habla de una historia natural 37. Sin embargo, ese carácter
estructural de la sociedad deja alguna libertad a los individuos, cuya
articulación en la sociedad no es totalmente estructural y su pensamiento no
está determinado por ella necesaria y unívocamente. No se pueden confundir
los planos de la estructura (supraestructura o infraestructura) con el nivel
estructura-persona o el nivel grupo-persona38.
En este caso, la conciencia colectiva no es lo que formalmente constituye la
realidad social, sino que es uno de sus elementos estructurales el que
determina todos los demás y al mismo tiempo él es también determinado por
ellos. La sociedad es una realidad que solamente se puede explicar en
términos de estructura. Y uno de sus elementos es la ideología, la realidad
ideológica. Pues bien, esto significa que todo lo que se piensa (se valora, se
venera, se prefiere, se juzga o se siente, etc.) en una determinada sociedad, no
es algo absolutamente autónomo e independiente de los intereses materiales
de esa sociedad. El “elemento ideológico” está determinado por los elementos
no ideológicos y éstos, a su vez, por elementos ideológicos. La idea que
ordinariamente se tiene de la sociedad es fundamentalmente una interpretación
y, en gran parte, una hipótesis mental, confirmada parcialmente por algunos
aspectos de la realidad social. Esta idea del fenómeno social tiene su actuación
propia en la configuración de una determinada sociedad, aunque el mismo
fenómeno social también está condicionado por las condiciones reales de esa
misma sociedad39.

VIII. CONCLUSIÓN

Existe, en la realidad histórica de los pueblos, un elemento estrictamente


social, al que se deben atribuir unas características que no pueden ser ni
meramente orgánicas ni puramente naturales. Algunos lo llaman conciencia
social, conciencia colectiva o espíritu del pueblo. Sin embargo, tal vez sea
mejor no llamarlo ni “conciencia” ni “espíritu”, porque estos términos
propiamente se atribuyen más a las personas individuales, que tienen otras

37 I. ELLACURÍA, o. c., 245-246.


38 Ibídem, 246.
39 Cf. Ibídem, 245.

154
La conciencia colectiva o social y sus diversas expresiones

características que no tiene el elemento social. Por eso, en ambos casos estos
términos no tienen un significado unívoco sino análogo, y pueden llevar a
concepciones falsas. Se podría llamar “medio intelectivo” o “campo intelectivo”
de una matriz cultural, de una estructura ideológica, etc. Pero, más importante
que el nombre, es el reconocimiento de su existencia y de su trascendencia
histórica, pues muchos comportamientos individuales y grupales dependen de
este elemento social40.
Los seres humanos individuales sólo se pueden sentir moralmente
obligados por su propia conciencia (en el sentido intencional de tomar
conciencia, conocer, tomar conocimiento de la realidad). Sin embargo, lo que
una sociedad o un grupo social valora por encima de todo, no sólo con
declaraciones de palabras sino también por prácticas reconocidas, será
siempre uno de los mayores condicionamientos del comportamiento individual.
De alguna manera se da siempre una intervención de lo social sobre la realidad
individual.
Una de las fuentes de la naturaleza y del contenido de la conciencia social
colectiva es la racionalización de los comportamientos sociales, determinada
por la presión social de justificar determinados intereses y en la que están
empeñados los propios dirigentes de las sociedades. Incluso algunas
instituciones se constituyen como voz explícita de esa conciencia (Iglesias,
partidos políticos, Gobiernos, Universidades, Medios de comunicación social,
etc.) La propaganda o publicidad es uno de los fenómenos típicos que
demuestra la realidad y el funcionamiento de la conciencia colectiva, tanto para
lo que se debe creer y valorar como para lo que se debe comprar y consumir.
La cultura y la ideología, en cuanto proporcionan normas y pautas de
orientación y de ordenamiento colectivo, pautas de valores y de obligaciones,
son también formas de conciencia colectiva y configuran a los individuos y los
mueven a la acción por medio de medios principalmente extra-individuales. Y
no se puede decir que solamente los mueven y configuran en lo que sus
actuaciones tienen de social. Los comportamientos personales también
resultan afectados, puesto que todos ellos tienen también su dimensión social 41.

40 Cf. Ibídem, 237-238.


41 Cf. T. PARSONS, The Social System, citado por I. ELLACURÍA, o. c., 243. Ver también del
mismo autor: “Teoria do facto moral ou da consciência moral”. Cuando se habla de la

155
FAUSTINO CALDAS

El “haber humano” y los “otros” (seres humanos) comienzan a estar dentro


y a hacer parte de cada ser humano aún antes de que él se dé cuenta de sí
mismo; el “haber humano” y los “otros” son el dato primario a través del cual el
ser humano comienza a humanizarse. Obviamente, por tanto, todos los actos
humanos tienen, naturalmente, un carácter social (colectivo), pues esos actos
son actualizaciones de la propia “mismidad” primaria, que es una “mismidad”
social. No son dimensiones excluyentes, sino dimensiones que se completan.
El ser humano no saca de sí mismo el contenido de sus actos, sino de la
realidad, de la realidad social o de la realidad socializada. Estos actos tienen
una dimensión social doble: son actualizaciones de la propia sociabilidad y son
también, por lo menos en parte, actualizaciones de contenidos sociales.
Siendo así, no es arbitrario hacer abstracción de lo que hay de común y de
participado en todas las conciencias individuales y hablar de una “dimensión
colectiva o impersonal de la conciencia individual”. El carácter intelectivo de la
especie humana consiente no sólo la individualidad personal, sino que también,
por otro lado, actualiza en todos los individuos la unidad física de la especie. Es
sobre este fundamento de la unidad física y de la sociabilidad de la especie
donde se actualiza la dimensión social del ser humano en todas sus
actividades. Es decir, el carácter de sociabilidad, se refleja y se actualiza en
todos los actos y comportamientos del ser humano: es el ámbito o carácter
impersonal, ámbito común y comunicado a todas las conciencias individuales.
Así pues, la conciencia colectiva o social juega un papel muy semejante al
papel que juega la conciencia moral individual en todos los seres humanos.
Más aún. Algunos llegan hasta a afirmar que la conciencia moral individual no
es sino la interiorización inconsciente de la conciencia social, es decir, de lo
que una determinada sociedad juzga como válido y obligatorio en determinadas
circunstancias, tanto en su formalidad de deber moral como en la de otros
contenidos obligatorios (en el campo del derecho, de las convenciones o
simplemente de lo que está bien o mal visto).
Hay, sin embargo, una pequeña diferencia entre la conciencia colectiva o
social y la dimensión colectiva o impersonal de la conciencia individual. La

conciencia individual colectiva, significa que se prescinde de un aspecto o de un momento


propio de los actos psíquicos, momento que ni siquiera es formalmente determinante del
acto intelectivo. Todo el acto intelectivo individual tiene una dimensión colectiva, de
manera que siempre se puede hablar, abstractamente, de inteligencia colectiva.

156
La conciencia colectiva o social y sus diversas expresiones

conciencia colectiva o social es la representación de la “respectividad social” de


las conciencias individuales, mientras que la dimensión colectiva de la
conciencia individual no se reduce a ser meramente una representación, en la
conciencia individual, de lo que sucede en la sociedad, sino que actúa y obra
también directamente en la sociedad42.
Quedan pendientes algunas preguntas que suscita esta problemática:
¿Existe realmente una conciencia moral social independiente de la dimensión
colectiva o impersonal de la conciencia moral individual? ¿Existe cierta forma
de presión moral que no nace puramente del individuo sino que le viene
impuesta desde fuera, tanto en sus contenidos como en su formalidad
obligatoria? ¿De qué manera? ¿Es una conciencia colectiva y global? ¿Tiene
un sentido ético o moralizante? Y este sentido ético o moralizante, ¿sería, en
ese caso, la prueba de su existencia y de su naturaleza?

42 Cf. H. BERR, En marge de l’histoire universelle, Michel, Paris 1954, 12. Para Berr, la
conciencia social es la representación de la “respectividad social” de las conciencias
individuales.

157
A CONSCIÊNCIA COLECTIVA OU SOCIAL
E AS SUAS VARIADAS EXPRESSÕES

Se se atribui à realidade social um “corpo”, a corporeidade, poder-se-á


também atribuir-lhe uma consciência, uma espécie de alma, de espírito, de
inteligência?
Em que sentido a realidade social, o mundo dos fenómenos sociais, exige
um conceito como o da consciência colectiva, quer para a sua expressão quer
também para a sua explicação?

Por outro lado, se se admite a existência de uma consciência colectiva dos


fenómenos sociais, em que é que ela consiste? Qual é a sua estrutura primária
e qual a sua função em relação à mesma sociedade e aos indivíduos que a
constituem?

E, se o ponto essencial de referência da espécie humana é o seu carácter


intelectivo, significa que a unidade da espécie é também, fundamentalmente,
uma unidade da inteligência? É assim que se podem explicar alguns
fenómenos sociais, como a religião, a linguagem, o direito, as modas, a opinião
pública, as ideias vigentes, etc.? É assim que se pode sustentar a possibilidade
do ser humano intervir estruturalmente na configuração da sociedade e na
marcha da história?

As respostas a estas perguntas têm sido várias ao longo da história, mas


não são todas formalmente condizentes. Hegel, Marx, Wundt, Durkheim,
Ortega y Gasset, Zubiri e outros, oferecem um leque suficiente de perspectivas
para um bom esclarecimento deste tema da consciência colectiva ou
consciência social.

1.- Espírito do povo


FAUSTINO CALDAS

Hegel, para quem toda a realidade material não era mais do que
emanações e manifestações do Espírito Absoluto, desde os indivíduos, povos e
nações, até ao conjunto de toda a realidade, o mundo, o espírito universal,
escreveu: “A consciência do Espírito (absoluto) deve tomar forma concreta no
mundo; o material desta realização, a sua base, não é outra do que a
consciência geral, a consciência (colectiva) dum povo. Esta consciência
contém e dirige todos os fins e interesses do povo; esta consciência constitui o
direito, os costumes e a religião do povo. É o mais substancial do espírito dum
povo, mesmo que os indivíduos não o saibam, pois dá-se sempre como
pressuposto. É como uma necessidade. O indivíduo é educado nesta
atmosfera e não conhece outra coisa. Mas não é só educação e consciência
da educação, porque esta consciência desenvolve-se a partir do indivíduo, e
não lhe é induzida: o indivíduo existe nesta substância e nenhum indivíduo
pode sair fora dela. As individualidades desaparecem e somente contam na
medida em que são aquilo que torna realidade (real) o que o espírito do povo
quer”1.

O espírito do povo (Volksgeist), que reveste uma forma peculiar em cada um


dos povos, distingue-se, no entanto, do espírito universal (Weltgeist), que se
conforma mais com o espírito divino: “O espírito do povo é, assim, uma forma
concreta do espírito universal... A concretização do espírito do povo consiste na
forma e no modo da consciência que ele se faz do Espírito (absoluto)” 2.

Os vários e sucessivos espíritos do povo são partes ou etapas de um


processo, através do qual o Espírito vai chegando ao conhecimento livre e
libertador de si mesmo; o Espírito tem história, necessita da história para
chegar a ser ele mesmo. E tudo isto ele consegue-o através dos indivíduos e
dos povos3: “O espírito de um povo há-de considerar-se como o

1 Cf F. HEGEL, Einleitung in die Philosophie der Weltgesschichte, pp. 36-37, cit. por
Ignacio ELLACURÍA, Filosofia de la realidade histórica, Editorial Trotta, Madrid, 1991, p.
210.
2 Ibidem, pp. 37-38, cit. por I. ELLACURÍA, o. c., p. 210.
3 Mas os indivíduos não são puramente espirituais (puros espíritos), pois têm um princípio
natural. É a diversidade destes princípios que faz a diversidade dos indivíduos e dos
povos ou nações.

2
A consciência colectiva ou social e as suas variadas expressões

desenvolvimento de um princípio que está envolvido na forma de um impulso


obscuro, que se auto-elabora, tendendo a fazer-se ou tornar-se objectivo 4 (...)
Mas é o espírito e não o princípio natural que dá ao povo o seu carácter
próprio. Não obstante, a realização histórica do espírito não é independente
das condições naturais em que se realiza 5 ... Os vários espíritos dos povos
diversificam-se no espaço e no tempo; e, neste aspecto, torna-se efectivo o
influxo do ambiente natural, da interdependência entre o espiritual e o natural,
do temperamento, etc. Considerada diante da generalidade do mundo ético e
diante da individualidade prática, esta interdependência é algo externo; porém,
como base em que se move o espírito, ela é essencial e necessariamente um
elemento fundamental”6.

Neste aspecto, pode-se falar do fundamento geográfico da história


universal, da individualidade e da finitude do espírito de cada povo: “Quando o
Espírito toma existência (se torna realidade concreta), comporta-se á maneira
de finitude e à maneira do natural em geral” 7.

O que é, então, para Hegel, a consciência colectiva ou social?

Para Hegel, o Espírito (absoluto) é o princípio fundamental do que é cada


povo e do que é o processo histórico em geral, e define-se em termos de
consciência e de liberdade, ou seja, em termos de consciência colectiva ou
consciência geral. O espírito individual (consciência individual) e o espírito de
cada povo (consciência colectiva ou geral) são uma espécie de emanações ou
concretizações do espírito universal que se conforma totalmente com o Espírito
divino (absoluto). O espírito do povo é o marco inseparável, onde devem
mover-se e desenvolver-se os espíritos individuais. Nem sequer é necessário
que cada indivíduo tenha consciência desta dependência: ela realiza-se
necessária e inelutavelmente. E, no entanto, não é algo que lhe venha
totalmente imposto de fora (de si), visto que, sendo ele mesmo espírito,
participa da mesma substância única e absoluta, que é o Espírito (divino).

4 Cf F. HEGEL, o. c., p. 42. Ver também I. ELLACURÍA, o. c., p. 210.


5 Ibidem, p. 65. Ver I. ELLACURÍA, o. c., p. 210.
6 Ibidem, p. 178. Ver I. ELLACURÍA, o. c., p. 211.
7 Ibidem, p. 178. Ver I. ELLACURíA, o. c., p. 211.

3
FAUSTINO CALDAS

Portanto, em todo e qualquer aspecto, o espírito individual está subordinado


ao espírito colectivo, mas, de maneira especial, no aspecto histórico, em que
os indivíduos desaparecem e somente contam ou valem na medida em que
realizarem o espírito do povo e, através dele, o espírito universal 8.

Qual é a função do elemento natural ou material?

O elemento natural ou material não é alheio à realização do espírito. Como


se sabe, pois trata-se de um princípio da filosofia clássica, é a materialidade
que individualiza e finitiza9. Esta materialidade ou naturalidade, segundo Hegel,
é o conjunto das condições naturais que, embora subordinado ao espírito, tem
essa missão importante e insubstituível. O progresso do espírito não seria
possível sem as suas sucessivas realizações e diversificações (processo
histórico). Mas estas realizações e diversificações não se dão sem a presença
do elemento natural ou material. Isto é, o espiritual não se faria presente
(objectivação) sem o elemento material.

Portanto, a primazia do espírito e da consciência não anula, nem no


indivíduo nem em cada um dos povos nem na totalidade da história, a
presença do elemento material. O Espírito (absoluto), mediante a matéria,
configura-se e objectiva-se ora nos indivíduos, ora nos povos, ora na história
universal.

2.- Praxe real

Para Marx, a consciência, tanto a consciência individual como a consciência


colectiva ou social, é, unitariamente, algo derivado da realidade. A consciência
(“Bewusstsein”) é um ser sabido (um ser que se sabe ou se conhece a si
mesmo = “Sein bewusst”). A sua raiz e a sua substancialidade pertencem ao

8 Cf I. ELLACURÍA, o. c., p. 211.


9 Cf S. TOMÁS DE AQUINO, S. Th., I, q., 29, a. 2. A filosofia escolástica não foi capaz de
esclarecer sobre o espaço e a distância que existe entre o indivíduo e a pessoa.
Adulterou a imagem da pessoa coma individualização: “Rationalis naturae individua
substantia”. A pessoa é concebida como um fragmento perseguido pela quantidade e pela
matéria metafísica.

4
A consciência colectiva ou social e as suas variadas expressões

ser que sabe e não ao objecto que é sabido. A consciência é um reflexo


adequado (super-estrutura) do que é a verdadeira e operativa realidade da
pessoa que pensa. A consciência duma pessoa ou dum povo identifica-se com
a sua praxe real.

Porém, quando se dá a divisão do trabalho, em trabalho material ou manual


e trabalho intelectual, a consciência (intelectual) imagina-se que é diferente da
consciência da praxe real, convertendo-se em ideologia, desligada da
realidade, da praxe. Mas a sua autonomia e auto-suficiência são só aparentes.
A moral, a religião e a metafísica, que Hegel considerava como espírito
objectivo (manifestações concretas do Espírito (divino), não possuem nem
auto-suficiência nem qualquer processo próprio independente: “Não têm nem
uma história, nem um desenvolvimento. Mas os homens, que desenvolvem a
sua produção e intercâmbio materiais, mudam com a realidade destes, os seus
pensamentos e os produtos dos seus pensamentos. Não é a consciência que
determina a vida, mas é a vida que determina a consciência. Na primeira
perspectiva, parte-se da consciência como se esta fosse um indivíduo vivente;
na segunda, de acordo com a vida real, parte-se do indivíduo realmente
vivente e considera-se a consciência somente como a sua consciência... A
produção das ideias, das representações, da consciência está primeiramente
baseada na actividade e no intercâmbio material dos homens, no idioma da
sua vida real. A representação de uma coisa, o pensamento, o intercâmbio
espiritual dos homens aparecem aqui como ‘emanação directa’ do seu
comportamento material. O mesmo se pode dizer da produção espiritual, tal
como ela se apresenta na linguagem da política, das leis, da moral, da religião
e da metafísica de um povo. Os homens são os produtos das suas
representações, das suas ideias, etc. Mas os homens reais e efectivos estão,
por sua vez, também condicionados por um determinada desenvolvimento das
suas forças produtivas e do intercâmbio correspondente, até às suas mais
altas formações. A consciência não pode ser outra coisa que o ser consciente e
o ser do homem é o seu processo real de vida. Se, na ideologia, os homens e
as suas relações aparecem invertidos, como numa câmara escura, este

5
FAUSTINO CALDAS

processo também é originado pelo processo histórico, tal como a inversão dos
objectos na retina provém do seu conteúdo físico imediato”10.

A visão materialista de Marx não implica necessariamente a negação de


uma realidade colectiva ou social, que inclua também, forçosamente, uma
espécie de consciência colectiva ou social. Marx parece aceitar uma espécie
de poder super-individual, que impulsiona e dirige a história, mas no sentido
oposto ao de Hegel: “Na história precedente, é certamente um facto empírico
que os indivíduos concretos, com a expansão da sua actividade até tomar
carácter de história universal, vão sendo cada vez mais escravizados por um
poder alheio – cuja imposição bem se pode representar pela trápola do
chamado ‘Espírito universal’ – um poder que se tornou ingente e que, em
última análise, se apresenta como um mercado universal” 11.

Segundo Marx, o poder reitor do mundo não é o “Weltgeist” (espírito


universal), mas o “Weltmarkt” (o mercado universal), que, sendo o regulador do
processo da produção da vida, regula também tudo o que depende dessa
produção, isto é, a realidade total do ser humano. Por isso, as ideias
dominantes são as ideias da classe dominante, ou seja, da classe que domina
a raiz da história e da vida humana: “Os pensamentos da classe dominante
são, em cada época, os pensamentos dominantes. Quer dizer que a classe
que tem o poder material dominante da sociedade é, ao mesmo tempo, o seu
poder dominante”12.

Pouco a pouco, a classe dominante vai conseguindo que os seus produtos


intelectuais, reflexo dos seus interesses materiais, adquiram também uma
forma universal e apareçam como independentes de qualquer actuação real e
material e, ao mesmo tempo, como uma realidade que se sabe a si mesma
(consciência universal) e que configura o saber dos indivíduos (consciência
individual). É assim que o “Weltmarkt” é uma realidade social não individual e,
ao mesmo tempo, é uma realidade que sabe de si mesma (consciência
colectiva ou social) que configura a consciência individual. A raiz e o

10 Cf K. MARX, F. ENGELS, WERKE (MEW), Dietz Verlag, Berlim, 1956-1968, 45 vols.,


Deutsche Ideologie, t. 3, pp. 26-27.
11 Ibidem, p. 37.
12 Ibidem, p. 46.

6
A consciência colectiva ou social e as suas variadas expressões

fundamento estrutural da consciência é, portanto, de carácter material. Sempre


que houver um câmbio ou uma mudança nas estruturas materiais, haverá
também um câmbio ou uma mudança nas consciências. Somente as forças
reais materiais podem mudar ou modificar o que tem uma raiz ou uma estrutura
material13.

Mas aqui pode dar-se o fenómeno ideológico, que consiste no reflexo ou


produção ideal (representação) do mundo real. O fenómeno ideológico por
excelência, segundo Marx, é a religião, o reflexo religioso e espiritual (ideal) do
mundo real, que configura (e deforma) as consciências individuais: “O reflexo
religioso do mundo real somente se desvanecerá quando as circunstâncias da
vida prática, quotidiana, representem, para os homens, no seu dia a dia,
relações racionais diáfanas entre eles e a natureza. A figura do processo social
da vida, isto é, do processo material da produção, somente perderá o seu
místico e nebuloso véu quando, como produto dos homens livremente
associados, for submetido ao seu controlo planificado e consciente. Mas, para
isso, requere-se uma base material da sociedade ou uma série de condições
materiais da existência, que são, por sua vez, também elas produto de uma
prolongada e penosa história evolutiva”14.

Marx parte de uma interpretação mecanicista-materialista da história


humana (o materialismo histórico). São as forças naturais ou materiais da
produção que configuram e fazem caminhar, num sentido ou noutro, o
processo histórico. A ideologia, a consciência, a religião, a moral, a crítica ou a
metafísica têm um carácter derivado, não primário; foram convertidos
erradamente em elementos estruturais e, por isso, não podem intervir
materialmente no curso da história15.

A história é o resultado da produção material. Somente uma mudança na


produção material ou nas forças materiais que a realizam, pode determinar
também uma mudança na história. O que é, manifestamente, o contrário da

13 Segundo Marx, não é a consciência que determina ou configura a realidade; é a


realidade que determina e configura a consciência.
14 Cf MEW, Das Kapital, t. 23, p. 94.
15 Contudo, tanto por parte dos ideólogos como, e sobretudo, por parte da consciência de
classe, exerce-se um influxo real sobre a sociedade e a história.

7
FAUSTINO CALDAS

doutrina de Hegel, cujo pensamento da história é a realização e manifestação


ou verificação do Espírito absoluto16.

Marx e o marxismo admitem realidades estruturais, totalidades que


determinam a realidade e, sobretudo, a actividade das partes; admitem um
poder superior aos dos indivíduos, fundamentalmente determinante da sua
praxe ou actividade material e da sua produção intelectual. Esse poder
estrutural é um saber de si; é um ser consciente (consciência social), que opera
não só sobre a realidade material de cada indivíduo, mas também sobre o
saber de si (consciência intelectual) dessa mesma realidade individual.
Chegam até a admitir uma transcendência da consciência sobre a constituição
dessa mesma classe social (sociedade). Contudo, no marxismo, tanto a
ideologia como a consciência são realidades derivadas, não primárias;
derivadas de uma praxe ou actividade de produção da vida. Mas, apesar de
realidades derivadas, têm a sua autonomia e são reflexo (distorcido ou fiel) do
que realmente acontece na história17.

Para Marx, a consciência individual é sempre um reflexo de uma relação


social que engloba a particularidade do indivíduo; é sempre, portanto, uma
consciência social.

3.- Alma do povo

16 Marx não aceita que a crítica ideológica tenha força suficiente para mudar o rumo da
história. Todavia, ele próprio verificou, historicamente, que a crítica poderia converter-se
em poder material da história: “A arma da crítica não pode com certeza substituir a crítica
das armas (luta armada); o poder material só pode ser derrubado por outro poder
material, e a teoria só se converte em poder material quando se apodera das massas”. Cf
Mew, Zur kritik der hegelschen Rechtsphilosophie Einleintung, t. 1, p. 385.
17 O facto de Marx dizer que a ideologia, em si mesma, não tem processo nem história, visa
a sua oposição ao idealismo histórico de Hegel. No entanto, não nega uma certa
realidade e autonomia ao ideológico e aos factores sociais da consciência social,
derivados da produção material da vida. Às vezes, Marx parece ser mais defensor da
realidade do indivíduo do que da realidade da sociedade; porém, não há duvida nenhuma
sobre a prioridade que ele dá à sociedade quando define a própria realidade humana
como uma “realidade relacional” (relações de produção material), como o conjunto das
suas relações sociais. Daqui se deduz também que, para Marx, a consciência individual
tem a sua raiz e está formada pela realidade social; ou seja, é sempre uma consciência
social.

8
A consciência colectiva ou social e as suas variadas expressões

Guilherme Wundt, partindo do contexto empírico de Hegel, fala da “alma do


povo” (Volksseele), “entendida como conteúdo global das experiências
anímicas e percebidas com certa regularidade (leis psíquicas)18.

Segundo ele, a sociedade não surge de um pacto social nem a linguagem


emana de uma série de linguagens individuais. Primeiramente, dá-se a
sociedade e, só depois, o indivíduo: “Na história da sociedade humana não
aparece em primeiro lugar o indivíduo, mas sim a comunidade. O indivíduo
separa-se da promiscuidade e da tribo, por uma progressiva individualização
até à personalização individual e autónoma. Precisamente, tudo ao contrário
das hipóteses da ilustração racionalista, segundo as quais os indivíduos se
unem em comunidade, em parte movidos pela necessidade, em parte pela
reflexão racional”19.

A linguagem, os mitos, os costumes, etc. não se deduzem, sem mais, da


consciência individual, eles reclamam a presença de forças espirituais
resultantes da interacção de vários indivíduos: “Todos os produtos da sua vida
individual surgem sempre e só na comunidade”20.

4.- Consciência impessoal

Para Durkheim, a sociedade (a realidade social) tem uma consciência


colectiva, diferente da consciência individual e irredutível a ela. De facto, a raiz
e o fundamento dos fenómenos sociais é o todo da sociedade e não cada um
dos seus membros: os factos sociais residem na sociedade e são exteriores à
consciência individual. Os estados de consciência colectiva não são da mesma
natureza dos estados da consciência individual, são diferentes. A mentalidade
dos grupos tem as suas leis próprias. Há representações, idealizações,
maneiras de pensar e de agir colectivas, que têm uma realidade independente
da realidade dos indivíduos. Há maneiras de sentir, de pensar e de agir que

18 W. Wundt, Probleme der Volkerpsicologie, Leipzig 1911, p. 11.


19 Ibidem, p. 61.
20 Ibidem, p.68.

9
FAUSTINO CALDAS

são independentes das consciências individuais; são exteriores aos indivíduos


e dotadas de força imperativa e coercitiva, que se impõem objectivamente,
ainda que os indivíduos possam aderir livremente a elas. Não são propriamente
fenómenos orgânicos, pois consistem em representações e acções, mas
também não são puramente fenómenos psíquicos individuais, pois superam o
âmbito individual.

Segundo Durkheim, tanto a vida colectiva como a vida psíquica de cada


indivíduo estão fundadas em representações que têm um substrato próprio. As
suas relações são muito parecidas. Estas representações, mesmo sendo
ideais, têm uma realidade própria, porque produzem efeitos reais e
constatáveis. Podem até ser inconscientes, pois a representação psíquica pode
acontecer sem uma consciência antecedente ou imediata 21.

As representações colectivas são exteriores às consciências individuais e


não provêm ou derivam dos indivíduos tomados isoladamente. Cada indivíduo
aporta ou colabora com a sua quotaparte, mas esta não é apreendida como tal,
mas em associação com as outras forças, e todas “deviennent toute une autre
chose”, no seu conjunto22. Ou seja, o resultado da acção conjunta ultrapassa
cada um dos espíritos ou consciências participantes, como o todo ultrapassa as
suas partes. É formado pelo conjunto e vive do conjunto de todas as partes. O
conjunto é que é o sujeito da vida colectiva e não a soma das suas partes
integrantes ou participantes23.

Todavia, as afirmações anteriores não significam a existência de uma


espécie de espírito ou alma colectiva e hipostática, separados dos indivíduos,
com uma consistência substantiva diferente e subsistente para além da união
dos seus membros ou elementos físico-corporais, ainda que o resultado da sua
união não se reduza a nenhum deles, nem seja da mesma natureza. O todo,

21 Cf E. DURKHEIM, Représentations individuelle et représentations collectives, em


«Sociologie et Philosophie», Paris 1951, pp. 33-35.
22 Ibidem, p. 36.
23 “É o conjunto (todo) que sente, que pensa, que quer, ainda que não possa sentir,
pensar, ou querer sem a mediação das consciências particulares. Eis aqui como o
fenómeno social depende da natureza pessoal dos indivíduos; mas são apenas a sua
condição ‘sine qua non’ (mediata e longínqua). O conjunto não existira ou não se
produziria sem as partes, mas não são elas que, finalmente e formalmente, o
determinam” (Ibidem, pp. 36-37).

10
A consciência colectiva ou social e as suas variadas expressões

aqui, não é bem igual à soma das suas partes, nem é propriamente a soma das
partes que constitui o todo, porque este, uma vez constituído, adquire
propriedades e acções que só podem ser atribuídas a ele, como um todo, e
não às suas partes24.

A concepção ou ideia de Durkheim sobre a consciência colectiva leva-o a


um certo idealismo: as representações colectivas ultrapassam, em muito, o que
dá de si a base material em que se apoiam: As ideias são realidades, forças.
As representações colectivas são ainda mais activas e mais eficazes do que as
representações individuais25... Há uma região da natureza onde a fórmula do
idealismo se aplica quase à letra: é o mundo social. A ideia determina, aí mais
do que em qualquer outra parte, a realidade”26.

Segundo Durkheim, não somente existe uma consciência colectiva, mas


essa mesma consciência colectiva é também a consciência por excelência: “A
consciência colectiva é a forma mais elevada da vida psíquica, pois é uma
consciência de consciências. Situada fora e por cima das contingências
individuais e locais, ela só vê as coisas no seu aspecto mais permanente e
essencial, que ela mesma fixa em normas ou noções comunicáveis. Ao mesmo
tempo que vê de cima, vê também de longe; em cada instante, abarca toda a
realidade conhecida, pois somente ela pode proporcionar ao espírito os
esquemas que se aplicam à totalidade das coisas e que permite pensá-las” 27.

A consciência colectiva também se pode chamar “consciência impessoal”. A


impersonalidade é uma das suas principais características: “Numa palavra,
existe o impessoal em nós, porque em nós existe o social e, como a vida social
compreende ao mesmo tempo representações e práticas, esta
impersonalidade estende-se também tanto às ideias como aos actos” 28.
24 Ibidem, pp. 42-43. Ver também I. ELLACURÍA, o. c., p. 221.
25 Cf E. DURKHEIM, Détermination du fait moral, em Sociologie et Philosophie, pp. 78-79.
26 IDEM, Les formes élémentaires de la vie religieuse, Paris, 1960, p. 326.
27 Ibidem, pp. 633-634. As representações colectivas têm, também elas, o seu grau de
subjectividade e de particularidade, pois correspondem a sociedades determinadas e
localizadas e não a uma sociedade global e universal (única), que não existe ainda.
Somente alcançará a sua plena objectividade e verdade como produto final da história.
Mas, entretanto, pode ir aproximando a humanidade dessa meta ou verdade objectiva
última.
28 Ibidem, p. 636.

11
FAUSTINO CALDAS

Para Durkheim, a sociedade é uma realidade irredutível aos seus


elementos individuais; a esta realidade compete-lhe também uma actividade
psíquica de índole semelhante à que é própria dos indivíduos, mas igualmente
irredutível a eles. Consequentemente, pode-se falar de uma consciência
colectiva ou social com as características próprias da sociabilidade e com as
características próprias da vida representativa psíquica. O que os vários
elementos naturais ou materiais são para o indivíduo, em relação à sua função
representativa, são-no os indivíduos, em relação à consciência social.
Durkheim chama à consciência colectiva de várias maneiras, com diferentes
termos, conforme os diferentes aspectos em que é considerada:
representações, mentalidade, modelos colectivos, crenças colectivas,
idealização colectiva, maneiras colectivas de pensar e de agir, comportamentos
sociais, reino intelectual, pensamento colectivo, razão ou consciência
impessoal.

Emílio Durhkheim foi o grande sociólogo teórico da consciência colectiva ou


social.

5.- Opinião pública e “Ideias vigentes”

Ortega y Gasset começa por negar a realidade ou a existência real de uma


consciência colectiva; ele insiste na irracionalidade, inumanidade e
impersonalidade do facto social. A vida social tem características totalmente
opostas à vida propriamente humana. A vida social não é propriamente uma
vida humana, é algo de intermédio entre a natureza e o homem e, tal como a
natureza, é irracional, mecânica e brutal. Portanto, não há, nem pode haver,
uma alma colectiva29. A sociedade, a colectividade é a grande desalmada, já
que é o humano naturalizado, mecanizado e como que mineralizado: “A
existência da alma colectiva ou da consciência social é um misticismo
arbitrário. Não há tal alma colectiva, se por alma se entende algo que é capaz
de ser sujeito responsável dos seus actos; algo que faz o que faz porque isso

29 Cf J. ORTEGA Y GASSET, El hombre y la gente (1957), 2 vols., Madrid, 1972-7, t. 1, p.


22.

12
A consciência colectiva ou social e as suas variadas expressões

tem um sentido claro... À alma colectiva, à consciência social foram atribuídas


as qualidades mais elevadas e miríficas e, em algumas ocasiões, até divinas...
Essa alma aparece como algo infinitamente superior, infinitamente mais
humano do que o homem. Mas a colectividade é algo humano sem o homem,
sem espírito, sem alma; é o humano desumanizado; é um ser humano
irracional e desalmado. O social é algo humano no seu conteúdo, mas
inumano por causa da sua impersonalidade. O homem, se é propriamente
homem, é por ser pessoa. O facto humano é sempre um facto pessoal. Na
sociabilidade, porém, temos um homem impessoal, que faz o que se faz (o que
vê fazer) e que diz o que se diz. Portanto, é um homem desumano” 30.

Não obstante, Ortega y Gasset atribui à sociedade as características que


afirmam a existência de uma consciência colectiva. Uma consciência, no seu
sentido mais amplo, porque é a grande configuradora, através das ideias e das
representações, do que é o argumento da vida de cada um dos indivíduos; uma
consciência colectiva, não só porque é comum, mas também, e sobretudo,
porque é exterior a cada um dos indivíduos e se impõe a todos eles. Contudo,
ele prefere chamar-lhe “opinião pública”, “ideias vigentes”, “tópicos do mundo
social”31.

6.- Campo ou meio intelectivo

Xavier Zubiri não trata expressamente do tema da consciência colectiva,


mas a maneira como trata da realidade social parece supô-la.

Zubiri faz uma distinção fundamental entre a realidade “em si” de cada coisa
e o campo respectivo dessa mesma realidade; isto é, distingue a realidade
individual e a realidade campal das coisas reais. Esta realidade campal é
também intrinsecamente real. É algo que supera a própria realidade das coisas
reais. Não é algo acrescentado, mas algo que se funda na própria realidade
“em si” de cada coisa: algo excedente e constitutivo do real. É a realidade da

30 Ibidem, t. 1, pp. 55-56.


31 Ibidem, t. 2, p. 167.

13
FAUSTINO CALDAS

respectividade das coisas reais entre si e umas com as outras, pela qual todas
formam a realidade total, o mundo real. É esta realidade campal que faz do ser
humano, ao mesmo tempo, um ser constitutivamente individual e um ser
constitutivamente social: um ser pessoal e intransferível e um ser impessoal e
comunicável, que recebe o que lhe é comunicado pelo colectivo “haver
humano” e que ele também comunica, por sua vez, a outros. O ser humano
tem, pois, ao mesmo tempo, um âmbito pessoal (incomunicável e
intransmissível) e um âmbito impessoal (comum e comunicável ou
transmissível), que não lhe pertence formalmente só a ele, mas é de todos;
algo colectivo que lhe foi comunicado e que ele também comunica aos outros 32.

É este âmbito ou carácter impessoal, comum e comunicável, que se pode


chamar a “dimensão colectiva” da consciência individual. A dimensão colectiva
da consciência individual é a “dimensão (âmbito, carácter) impessoal da
consciência” e constitui a “a realidade campal ou impessoal da consciência” e,
em geral, a “campalidade social”. O campo social não é algo que está fora dos
indivíduos, como algo objectivado e externo a eles, mas é algo radicado
“constitutivamente e intrinsecamente” em cada indivíduo, como que
excedendo-os.

A dimensão impessoal ou campal do ser humano é algo, como já foi dito,


que ultrapassa os limites da inteligência individual e, ao mesmo tempo,
constitui um âmbito dotado de certa autonomia. É neste sentido que se fala de
“consciência colectiva”: uma consciência constituída ou formada pelo que de
impessoal ou campal há em cada consciência individual. Não é uma entidade
física, pois carece de realidade entitativa, mas não carece totalmente de
realidade. É uma realidade que flui necessariamente da estrutura real de cada
animal de realidades (ser humano) e da sua disposição-inclinação natural à
sociabilidade; uma realidade e um âmbito que configuram, a partir de dentro,
intrinsecamente, toda e qualquer actividade dos indivíduos.

7.- Dimensão complementar da consciência individual

32 I. ELLACURÍA, o. c., p. 239.

14
A consciência colectiva ou social e as suas variadas expressões

A consciência colectiva não é, propriamente, uma objectivação da actividade


intelectual, mas uma dimensão (complementar) da própria consciência
individual, e que lhe pertence formalmente. Toda a consciência pessoal tem,
como algo constitutivo e formalmente pertencente a ela, um âmbito comum,
colectivo, impessoal, que é comum a todos os seres da mesma espécie. É
aquilo pelo que se é igual ou semelhante a todos os demais da mesma
espécie, mas sendo formalmente e pessoalmente diferente de todos eles. Mas
não constitui um sujeito ou uma entidade à parte. A dimensão colectiva é uma
dimensão real da consciência individual, que tem uma enorme importância e
transcendência na configuração dos indivíduos e na marcha da história 33.

Segundo Zubiri, os fenómenos sociais são, portanto, fenómenos racionais;


são o resultado de uma actividade psíquica e conservam, em relação às
inteligências individuais, uma respectividade singular 34.

O carácter intelectivo dos fenómenos sociais significa, para Zubiri, em


primeiro lugar, que eles são um resultado da actividade psíquica do ser
humano, são como que uma prolongação objectivada da sua actividade
psíquica, cuja acção ou actuação prolongam; e, em segundo lugar, que são
produtos objectivados da actividade psíquica humana com uma certa
publicidade. São como que uma decantação privilegiada da actividade humana
enquanto tal (ciência, religião, arte, direito, etc.).

Mais ainda. O mundo social não é somente o resultado de uma actividade


psíquica, mas também representa, no seu conjunto, a visão predominante de
uma sociedade e a sua tábua ou escala de valores 35; representa o quadro

33 I. ELLACURÍA, o. c., p. 240.


34 Segundo Durkheim, são fenómenos que resumem o sumo da racionalidade histórica
possível. Porém, na opinião de Ortega y Gasset, esses fenómenos carecem de
racionalidade.
35 Cada época, cada sociedade ou cada grupo tem um conjunto de crenças, de normas, de
valores, etc., que são admitidos unanimamente por esse grupo, pelo menos durante
algum tempo, como os mais racionais, os mais convenientes e os mais valiosos.
Consequentemente, eles constituem o quadro referencial da sua actividade e a luz com a
qual se ilumina. A existência da heteroxia social, com as suas sanções, tem aqui também
a sua explicação.

15
FAUSTINO CALDAS

referencial, interpretativo e valorativo, segundo o qual os indivíduos e os grupos


sociais se movem e são educados36.

Mas Zubiri não se esforça somente por explicar em que consiste o carácter
intelectivo dos fenómenos sociais, detém-se também na explicação do seu
carácter estrutural. Toda a realidade, segundo ele, tem um carácter estrutural.
Se se admite que a consciência é algo real, tem de afirmar-se também o seu
carácter estrutural.

A afirmação do carácter estrutural da consciência colectiva significa ou


pressupõe, em primeiro lugar, que a consciência colectiva (ou o colectivamente
consciente) é algo real e dotado de certa autonomia; e, em segundo lugar, que
é qualquer coisa que não tem realidade física, não tem uma entidade
substantiva própria, a não ser dentro de um sistema global e em unidade
estrutural com o resto das notas que integram esse mesmo sistema.

Ao reconhecer-se o carácter estrutural da consciência colectiva, tem de


admitir-se também que esta consciência colectiva actua estruturalmente com
grande independência das subjectividades individuais que a compõem. É neste
sentido que Marx fala de uma história natural 37. Todavia, esse carácter
estrutural da sociedade deixa alguma liberdade aos indivíduos, cuja articulação
na sociedade não é totalmente estrutural e o seu pensamento não está
determinado por ela necessária e univocamente. Não se podem confundir os
planos da estrutura (super-estrutura ou infra-estrutura) com o plano estrutura-
pessoa ou o plano grupo-pessoa38.

Neste caso, a consciência colectiva não é o que, formalmente, constitui a


realidade social, mas é um dos seus elementos estruturais que determina todos
os demais e também é, por sua vez, determinado por eles. A sociedade é uma
realidade que somente se pode explicar em termos de estrutura. E um dos
seus elementos é a ideologia, a realidade ideológica. Ora, isto significa que
tudo o que se pensa (se valora, se venera, se prefere, se julga ou se sente,

36 Teria sido possível o Cristianismo sem o Judaísmo? Teriam sido possíveis as revoluções
sociais modernas sem o desenvolvimento da burguesia? Teria sido possível o marxismo
sem a filosofia de Hegel?
37 Ibidem, pp. 245-246.
38 Ibidem, pp. 246.

16
A consciência colectiva ou social e as suas variadas expressões

etc.), numa determinada sociedade, não é algo absolutamente autónomo e


independente dos interesses materiais dessa sociedade. O “elemento
ideológico” está determinado por elementos não ideológicos e estes, por sua
vez, por elementos ideológicos. A ideia que ordinariamente se tem da
sociedade é, fundamentalmente, uma interpretação e, em grande parte, uma
hipótese mental, confirmada parcialmente por alguns aspectos da realidade
social. Esta ideia do fenómeno social tem a sua operacionalidade própria na
configuração de uma determinada sociedade, ainda que aquele é também
condicionado pelas condições reais dessa mesma sociedade39.

Conclusão:

Existe, na realidade histórica dos povos, um elemento estritamente social, a


que se devem atribuir umas características que não podem ser nem
meramente orgânicas nem puramente naturais. Alguns chamam-lhe
consciência social ou consciência colectiva ou espírito do povo. Contudo, talvez
seja melhor não chamar-lhe nem “consciência” nem “espírito”, porque estes
termos são atribuídos mais propriamente às pessoas individuais, que têm
outras características de que carece o elemento social. Por isso, estes termos
não têm, em ambos os casos, um significado unívoco, mas análogo, e pode
levar a erros ou a concepções falsas. Poder-se-á chamar-lhe “meio intelectivo”
ou “campo intelectivo” de uma matriz cultural, de uma estrutura ideológica, etc.
Mas, muito mais importante que o nome, é o reconhecimento da sua existência
e da sua transcendência histórica, pois muitos comportamentos individuais e
grupais dependem deste elemento social40.

Os seres humanos individuais somente se podem sentir moralmente


obrigados através da sua própria consciência (no sentido intencional de tomar
consciência, conhecer, tomar conhecimento da realidade). Contudo, o que uma
sociedade ou um grupo social valora maximamente, não só mediante
declarações verbais, mas também por práticas gratificantes, será sempre um

39 Cf I. ELLACURÍA, o. c., p. 245.


40 Cf I. ELLACURÍA, o. c., pp. 237-238.

17
FAUSTINO CALDAS

dos condicionamentos máximos do comportamento individual. De alguma


maneira, há sempre uma intervenção do social sobre a realidade individual.

Uma das fontes da natureza e do conteúdo da consciência social colectiva é


a racionalização dos comportamentos sociais, determinada pela urgência social
de justificar determinados interesses e na qual se empenham os próprios
dirigentes das sociedades. Algumas instituições constituem-se mesmo como
voz explícita dessa consciência (Igrejas, Partidos políticos, Governos,
Universidades, Meios de Comunicação social, etc.). A propaganda ou
publicidade é um dos fenómenos típicos que demonstra a realidade e o
funcionamento da consciência colectiva, tanto para o que se há-de crer e
valorar como para o que se há-de comprar e consumir.

A cultura e a ideologia, enquanto proporcionam normas e pautas de


orientação e de ordenação colectiva, pautas de valores e de obrigações, são
também formas de consciência colectiva e configuram os indivíduos e os
movem à acção por meio de meios primordialmente extra-individuais. E não se
pode dizer que somente os movem e configuram no que têm de social as suas
actuações. Os comportamentos pessoais também são afectados, posto que
todos eles têm também a sua dimensão social41.

O “haver humano” e os “outros” (seres humanos) começam a estar dentro e


a fazer parte de cada ser humano, ainda antes dele se dar conta de si mesmo;
o “haver humano” e os “outros” são o dado primário, através do qual o ser
humano começa a humanizar-se. Obviamente, portanto, todos os actos
humanos têm, naturalmente, um carácter social (colectivo), pois esses actos
são actualizações da própria ”mesmidade” primária, que é uma “mesmidade”
social. Não são dimensões excludentes, mas dimensões que se completam,. O
ser humano não tira de si mesmo o conteúdo dos seus actos, mas da
realidade, da realidade social ou da realidade socializada. Esses actos têm

41 Cf TALCOT PARSONS, The Social Sistem, cit. por I. ELLACURÍA, o. c., p. 243. Ver
também do mesmo autor, “Teoria do facto moral ou da consciência moral”. Quando se
fala da consciência individual colectiva, significa que se abstrai de um aspecto ou de um
momento próprio dos actos psíquicos, momento que nem sequer é formalmente
determinante do acto intelectivo. Todo o acto intelectivo individual tem uma dimensão
colectiva, de maneira que se pode sempre falar, abstractamente , de inteligência
colectiva.

18
A consciência colectiva ou social e as suas variadas expressões

uma dupla dimensão social: são actualizações da própria sociabilidade e são


também, pelo menos em parte, actualizações de conteúdos sociais.

Sendo assim, não é arbitrário fazer a abstracção do que há de comum e de


participado em todas as consciências individuais e falar-se de uma “dimensão
colectiva ou impessoal da consciência individual”. O carácter intelectivo da
espécie humana permite não só a individualidade pessoal, mas também, por
outro lado, actualiza em cada indivíduo, a unidade física da espécie. É sobre
este fundamento da unidade física e sociabilidade da espécie que se actualiza
a dimensão social do ser humano em todas as suas actividades. Ou seja, o
carácter de corpo social, de sociabilidade, reflecte-se e actualiza-se em todos
os actos e comportamentos do ser humano: é o âmbito ou carácter impessoal,
âmbito comum e comunicado a todas as consciências individuais.

Portanto, a consciência colectiva ou social joga um papel muito semelhante


ao papel que joga a consciência moral individual em cada um dos seres
humanos. Mais ainda. Alguns chegam mesmo a afirmar que a consciência
moral individual não é mais do que a interiorização inconsciente da consciência
social, isto é, do que uma sociedade determinada julga como válido e
obrigatório em determinadas circunstâncias, tanto na sua formalidade de dever
moral como na de outros conteúdos obrigatórios (no campo do direito, das
convenções ou simplesmente do bem visto ou mal visto).

Há, contudo, uma pequena diferença entre a consciência colectiva ou social


e a dimensão colectiva ou impessoal da consciêncuia individual. A consciência
colectiva ou social é a representação da “respectividade social” das
consciências individuais, ao passo que a dimensão colectiva da consciência
individual não se reduz a ser meramente uma representação, na consciência
individual, do que acontece na sociedade, senão que actua e opera também
directamente na sociedade42.

Ficam no ar algumas questões que esta problemática levanta: Existe,


realmente, uma consciência moral social independente da dimensão colectiva
ou impessoal da consciência moral individual? Existe qualquer espécie de

42 Cf H. H. BERR, En marge de l’histoire universelle, Paris 1954, p. 12. Para Berr, a


consciência social é a representação da “respectividade social” das consciências
individuais.

19
FAUSTINO CALDAS

pressão moral, que não nasce puramente do indivíduo, mas que lhe é imposta
de fora, tanto nos seus conteúdos como na sua formalidade obrigatória? De
que modo? É uma consciência colectiva e global ? Tem um sentido ético ou
moralizante? O seu sentido ético ou moralizante seria, nesse caso, a prova da
sua existência e da sua natureza?

Faustino Caldas Ferreira

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