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Hegel, para quien toda la realidad material no era más que emanaciones y
manifestaciones del Espíritu Absoluto, desde los individuos, pueblos y naciones
hasta el conjunto de toda la realidad, el mundo, el espíritu universal, escribió:
“La conciencia del Espíritu (absoluto) debe tomar forma concreta en el mundo;
el material de esta realización, su base, no es otro que la conciencia general, la
conciencia (colectiva) de un pueblo. Esta conciencia contiene y dirige todos los
fines e intereses del pueblo; ella constituye el derecho, las costumbres y la
religión del pueblo. Es lo más sustancial del espíritu de un pueblo, aun cuando
los individuos no lo sepan, pues se da siempre como presupuesto. Es como
una necesidad. El individuo es educado en esta atmósfera y no conoce otra
cosa. Pero no es sólo educación y conciencia de esta educación: el individuo
existe en esta sustancia y ninguno puede salirse de ella. Las individualidades
desaparecen y solamente cuentan en la medida en que se hace realidad (real)
lo que quiere el espíritu del pueblo”1.
El espíritu del pueblo (Volksgeist), que reviste una forma peculiar en cada
pueblo, se distingue, sin embargo, del espíritu universal (Weltgeist), que se
conforma más con el espíritu divino: “El espíritu del pueblo es, así, una forma
concreta del espíritu universal [...]. La concretización del espíritu del pueblo
consiste en la forma y en el modo de la conciencia que él se hace del Espíritu
(absoluto)”2.
Los diversos y sucesivos espíritus del pueblo son partes o etapas de un
proceso, a través del cual el Espíritu va llegando al conocimiento libre y
libertador de sí mismo; el Espíritu tiene historia, necesita de la historia para
llegar a ser él mismo. Y todo esto lo consigue a través de los individuos y de los
pueblos3: “Se debe considerar el espíritu de un pueblo como el desarrollo de un
principio que está encerrado en la forma de un impulso oscuro, que se auto-
1 Cf. F. HEGEL, Einleitung in die Philosophie der Weltgeschichte, 36-37, citado por I.
ELLACURÍA, Filosofía de la realidad histórica, Trotta, Madrid 1991, 210.
2 Ibídem, 37-38, citado por I. ELLACURÍA, o. c., 210.
3 Pero los individuos no son puramente espirituales (espíritus puros), puesto que tienen
un principio natural. La diversidad de estos principios es lo que hace la diversidad de los
individuos y de los pueblos o naciones.
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Por lo tanto, en cada uno y en todos los aspectos, el espíritu individual está
subordinado al espíritu colectivo, pero de manera especial, en el aspecto
histórico, en el que los individuos desaparecen y sólo cuentan o valen en la
medida en que realicen el espíritu del pueblo, y, a través de él, el espíritu
universal8.
¿Cuál es la función del elemento natural o material?
El elemento natural o material no es ajeno a la realización del espíritu.
Como es sabido, pues se trata de un principio de la filosofía clásica, es la
materialidad lo que individualiza y hace finito9. Esta materialidad o naturalidad,
según Hegel, es el conjunto de las condiciones naturales que, aun estando
subordinado al espíritu, tiene esa misión importante e insustituible. El progreso
del espíritu no sería posible sin sus sucesivas realizaciones y diversificaciones
(proceso histórico). Pero estas realizaciones y diversificaciones no se dan sin la
presencia del elemento natural o material. Es decir, lo espiritual no se haría
presente (objetivación) sin el elemento material.
Por tanto, la primacía del espíritu y de la conciencia no anula, ni en el
individuo, ni en ningún pueblo, ni en la totalidad de la historia la presencia del
elemento material. El Espíritu (absoluto), mediante la materia, se configura y se
objetiviza en los individuos y en los pueblos y en la historia universal.
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10 Cf. K. MARX - F. ENGELS, Werke (MEW), 45 vols., Deutsche Ideologie, v. 3, Dietz, Berlin
1956-1968, 26-27.
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11 Ibídem, 37.
12 Ibídem, 46.
13 Según Marx, no es la conciencia la que determina o configura la realidad; es la realidad
la que determina y configura la conciencia.
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Guillermo Wundt, partiendo del contexto empírico de Hegel, habla del “alma
del pueblo” (Volksseele), “entendida como el contenido global de las
experiencias anímicas y percibidas con cierta regularidad (leyes psíquicas)” 18.
Según él, la sociedad no nace de un pacto social ni la lengua proviene de
una serie de lenguas individuales. Primero se da la sociedad y, sólo después, el
individuo: “En la historia de la sociedad humana no aparece primero el
individuo sino la comunidad. El individuo se separa de la promiscuidad y de la
17 El hecho de que Marx dijera que la ideología, en sí misma, no tiene proceso ni historia,
indica su oposición al idealismo histórico de Hegel. Sin embargo, no niega una cierta
realidad y autonomía a lo ideológico y a los factores sociales de la conciencia social,
derivados de la producción material de la vida. A veces, Marx parece ser más defensor de
la realidad del individuo que de la realidad de la sociedad; sin embargo, no hay duda
ninguna sobre la prioridad que él da a la sociedad cuando define la propia realidad humana
como una “realidad relacional” (relaciones de producción material), como el conjunto de sus
relaciones sociales. De aquí se deduce también que, para Marx, la conciencia individual
está formada y tiene su raíz en la realidad social; o sea, es siempre una conciencia social.
18 W. WUNDT, Probleme der Völkerpsychologie, Wiegandt, Leipzig 1911, 11.
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19 Ibídem, 61.
20 Ibídem, 68.
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Incluso pueden ser inconscientes, porque la representación psíquica puede
darse sin una conciencia antecedente o inmediata21.
Las representaciones colectivas son exteriores a las conciencias
individuales y no provienen o derivan de los individuos tomados aisladamente.
Cada individuo aporta o colabora poniendo su propia parte, pero ésta no es
vista como tal, sino en asociación con las demás fuerzas, y todas “deviennent
toute une autre chose”, en su conjunto22. O sea, el resultado de la acción
conjunta sobrepasa cada uno de los espíritus o conciencias participantes, igual
que el todo sobrepasa sus partes. Está formado por el conjunto y vive del
conjunto de las partes. El conjunto es el sujeto de la vida colectiva, y no la
suma de sus partes integrantes o participantes23.
Sin embargo, las afirmaciones precedentes no significan la existencia de
una especie de espíritu o alma colectiva e hipostática, separada de los
individuos, con una consistencia sustantiva diferente y subsistente que va más
allá de la unión de sus miembros o elementos físico-corporales, aunque el
resultado de su unión no se reduce a ninguno de ellos ni es de su misma
naturaleza. El todo aquí no es igual a la suma de sus partes, ni es propiamente
la suma de las partes lo que constituye el todo, porque éste, una vez
constituido, adquiere propiedades y acciones que sólo pueden ser atribuidas a
él como un todo, y no a sus partes24.
La concepción o idea de Durkheim sobre la conciencia colectiva lo lleva a
un cierto idealismo: las representaciones colectivas superan con mucho lo que
da de sí la base material en la que se apoyan: “Las ideas son realidades,
fuerzas. Las representaciones colectivas son todavía más activas y más eficaces
de lo que lo son las representaciones individuales25 [...]. Hay una zona de la
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31 Ibídem, v. 2, 167.
32 I. ELLACURÍA, o. c., 239.
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35 Cada época, cada sociedad o cada grupo tienen un conjunto de creencias, de normas,
de valores, etc., que son admitidos unánimemente por ese grupo, por lo menos durante
algún tiempo, como los más racionales, los más convenientes y los más valiosos. En
consecuencia, constituyen el cuadro referencial de su actividad y la luz con la que se
ilumina. También la existencia de la heterodoxia social, con sus sanciones, tiene aquí su
explicación.
36 ¿Habría sido posible el Cristianismo sin el Judaísmo? ¿Habrían sido posibles las
revoluciones sociales modernas sin el desarrollo de la burguesía? ¿Habría sido posible el
marxismo sin la filosofía de Hegel?
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En este sentido Marx habla de una historia natural 37. Sin embargo, ese carácter
estructural de la sociedad deja alguna libertad a los individuos, cuya
articulación en la sociedad no es totalmente estructural y su pensamiento no
está determinado por ella necesaria y unívocamente. No se pueden confundir
los planos de la estructura (supraestructura o infraestructura) con el nivel
estructura-persona o el nivel grupo-persona38.
En este caso, la conciencia colectiva no es lo que formalmente constituye la
realidad social, sino que es uno de sus elementos estructurales el que
determina todos los demás y al mismo tiempo él es también determinado por
ellos. La sociedad es una realidad que solamente se puede explicar en
términos de estructura. Y uno de sus elementos es la ideología, la realidad
ideológica. Pues bien, esto significa que todo lo que se piensa (se valora, se
venera, se prefiere, se juzga o se siente, etc.) en una determinada sociedad, no
es algo absolutamente autónomo e independiente de los intereses materiales
de esa sociedad. El “elemento ideológico” está determinado por los elementos
no ideológicos y éstos, a su vez, por elementos ideológicos. La idea que
ordinariamente se tiene de la sociedad es fundamentalmente una interpretación
y, en gran parte, una hipótesis mental, confirmada parcialmente por algunos
aspectos de la realidad social. Esta idea del fenómeno social tiene su actuación
propia en la configuración de una determinada sociedad, aunque el mismo
fenómeno social también está condicionado por las condiciones reales de esa
misma sociedad39.
VIII. CONCLUSIÓN
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características que no tiene el elemento social. Por eso, en ambos casos estos
términos no tienen un significado unívoco sino análogo, y pueden llevar a
concepciones falsas. Se podría llamar “medio intelectivo” o “campo intelectivo”
de una matriz cultural, de una estructura ideológica, etc. Pero, más importante
que el nombre, es el reconocimiento de su existencia y de su trascendencia
histórica, pues muchos comportamientos individuales y grupales dependen de
este elemento social40.
Los seres humanos individuales sólo se pueden sentir moralmente
obligados por su propia conciencia (en el sentido intencional de tomar
conciencia, conocer, tomar conocimiento de la realidad). Sin embargo, lo que
una sociedad o un grupo social valora por encima de todo, no sólo con
declaraciones de palabras sino también por prácticas reconocidas, será
siempre uno de los mayores condicionamientos del comportamiento individual.
De alguna manera se da siempre una intervención de lo social sobre la realidad
individual.
Una de las fuentes de la naturaleza y del contenido de la conciencia social
colectiva es la racionalización de los comportamientos sociales, determinada
por la presión social de justificar determinados intereses y en la que están
empeñados los propios dirigentes de las sociedades. Incluso algunas
instituciones se constituyen como voz explícita de esa conciencia (Iglesias,
partidos políticos, Gobiernos, Universidades, Medios de comunicación social,
etc.) La propaganda o publicidad es uno de los fenómenos típicos que
demuestra la realidad y el funcionamiento de la conciencia colectiva, tanto para
lo que se debe creer y valorar como para lo que se debe comprar y consumir.
La cultura y la ideología, en cuanto proporcionan normas y pautas de
orientación y de ordenamiento colectivo, pautas de valores y de obligaciones,
son también formas de conciencia colectiva y configuran a los individuos y los
mueven a la acción por medio de medios principalmente extra-individuales. Y
no se puede decir que solamente los mueven y configuran en lo que sus
actuaciones tienen de social. Los comportamientos personales también
resultan afectados, puesto que todos ellos tienen también su dimensión social 41.
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42 Cf. H. BERR, En marge de l’histoire universelle, Michel, Paris 1954, 12. Para Berr, la
conciencia social es la representación de la “respectividad social” de las conciencias
individuales.
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A CONSCIÊNCIA COLECTIVA OU SOCIAL
E AS SUAS VARIADAS EXPRESSÕES
Hegel, para quem toda a realidade material não era mais do que
emanações e manifestações do Espírito Absoluto, desde os indivíduos, povos e
nações, até ao conjunto de toda a realidade, o mundo, o espírito universal,
escreveu: “A consciência do Espírito (absoluto) deve tomar forma concreta no
mundo; o material desta realização, a sua base, não é outra do que a
consciência geral, a consciência (colectiva) dum povo. Esta consciência
contém e dirige todos os fins e interesses do povo; esta consciência constitui o
direito, os costumes e a religião do povo. É o mais substancial do espírito dum
povo, mesmo que os indivíduos não o saibam, pois dá-se sempre como
pressuposto. É como uma necessidade. O indivíduo é educado nesta
atmosfera e não conhece outra coisa. Mas não é só educação e consciência
da educação, porque esta consciência desenvolve-se a partir do indivíduo, e
não lhe é induzida: o indivíduo existe nesta substância e nenhum indivíduo
pode sair fora dela. As individualidades desaparecem e somente contam na
medida em que são aquilo que torna realidade (real) o que o espírito do povo
quer”1.
1 Cf F. HEGEL, Einleitung in die Philosophie der Weltgesschichte, pp. 36-37, cit. por
Ignacio ELLACURÍA, Filosofia de la realidade histórica, Editorial Trotta, Madrid, 1991, p.
210.
2 Ibidem, pp. 37-38, cit. por I. ELLACURÍA, o. c., p. 210.
3 Mas os indivíduos não são puramente espirituais (puros espíritos), pois têm um princípio
natural. É a diversidade destes princípios que faz a diversidade dos indivíduos e dos
povos ou nações.
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processo também é originado pelo processo histórico, tal como a inversão dos
objectos na retina provém do seu conteúdo físico imediato”10.
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16 Marx não aceita que a crítica ideológica tenha força suficiente para mudar o rumo da
história. Todavia, ele próprio verificou, historicamente, que a crítica poderia converter-se
em poder material da história: “A arma da crítica não pode com certeza substituir a crítica
das armas (luta armada); o poder material só pode ser derrubado por outro poder
material, e a teoria só se converte em poder material quando se apodera das massas”. Cf
Mew, Zur kritik der hegelschen Rechtsphilosophie Einleintung, t. 1, p. 385.
17 O facto de Marx dizer que a ideologia, em si mesma, não tem processo nem história, visa
a sua oposição ao idealismo histórico de Hegel. No entanto, não nega uma certa
realidade e autonomia ao ideológico e aos factores sociais da consciência social,
derivados da produção material da vida. Às vezes, Marx parece ser mais defensor da
realidade do indivíduo do que da realidade da sociedade; porém, não há duvida nenhuma
sobre a prioridade que ele dá à sociedade quando define a própria realidade humana
como uma “realidade relacional” (relações de produção material), como o conjunto das
suas relações sociais. Daqui se deduz também que, para Marx, a consciência individual
tem a sua raiz e está formada pela realidade social; ou seja, é sempre uma consciência
social.
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aqui, não é bem igual à soma das suas partes, nem é propriamente a soma das
partes que constitui o todo, porque este, uma vez constituído, adquire
propriedades e acções que só podem ser atribuídas a ele, como um todo, e
não às suas partes24.
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Zubiri faz uma distinção fundamental entre a realidade “em si” de cada coisa
e o campo respectivo dessa mesma realidade; isto é, distingue a realidade
individual e a realidade campal das coisas reais. Esta realidade campal é
também intrinsecamente real. É algo que supera a própria realidade das coisas
reais. Não é algo acrescentado, mas algo que se funda na própria realidade
“em si” de cada coisa: algo excedente e constitutivo do real. É a realidade da
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respectividade das coisas reais entre si e umas com as outras, pela qual todas
formam a realidade total, o mundo real. É esta realidade campal que faz do ser
humano, ao mesmo tempo, um ser constitutivamente individual e um ser
constitutivamente social: um ser pessoal e intransferível e um ser impessoal e
comunicável, que recebe o que lhe é comunicado pelo colectivo “haver
humano” e que ele também comunica, por sua vez, a outros. O ser humano
tem, pois, ao mesmo tempo, um âmbito pessoal (incomunicável e
intransmissível) e um âmbito impessoal (comum e comunicável ou
transmissível), que não lhe pertence formalmente só a ele, mas é de todos;
algo colectivo que lhe foi comunicado e que ele também comunica aos outros 32.
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Mas Zubiri não se esforça somente por explicar em que consiste o carácter
intelectivo dos fenómenos sociais, detém-se também na explicação do seu
carácter estrutural. Toda a realidade, segundo ele, tem um carácter estrutural.
Se se admite que a consciência é algo real, tem de afirmar-se também o seu
carácter estrutural.
36 Teria sido possível o Cristianismo sem o Judaísmo? Teriam sido possíveis as revoluções
sociais modernas sem o desenvolvimento da burguesia? Teria sido possível o marxismo
sem a filosofia de Hegel?
37 Ibidem, pp. 245-246.
38 Ibidem, pp. 246.
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Conclusão:
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41 Cf TALCOT PARSONS, The Social Sistem, cit. por I. ELLACURÍA, o. c., p. 243. Ver
também do mesmo autor, “Teoria do facto moral ou da consciência moral”. Quando se
fala da consciência individual colectiva, significa que se abstrai de um aspecto ou de um
momento próprio dos actos psíquicos, momento que nem sequer é formalmente
determinante do acto intelectivo. Todo o acto intelectivo individual tem uma dimensão
colectiva, de maneira que se pode sempre falar, abstractamente , de inteligência
colectiva.
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pressão moral, que não nasce puramente do indivíduo, mas que lhe é imposta
de fora, tanto nos seus conteúdos como na sua formalidade obrigatória? De
que modo? É uma consciência colectiva e global ? Tem um sentido ético ou
moralizante? O seu sentido ético ou moralizante seria, nesse caso, a prova da
sua existência e da sua natureza?
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