Sie sind auf Seite 1von 9

do paneles de cerámica y mampostería. En la ras muestren un celo revolucionarioigual.

aunque
galería para Best Products, unas enormes flores, opuesto; algunos de los arquitectos Posmodernis-
atrevidas y bonitas, enmascaran la inevitable ba- tas más intolerantes de hoy eran Whites el año
nalidad de la forma arquitectónicay se leen como pasado. Es demasiadofácil odiar a nuestros padres
una señal a través del gran aparcamiento y de mientras intentamos sobrepasarlos. Al hacerlo
la autopista. Un ornamento basado en la generali- nos volvemos a proteger de un mundo complejo
zación de los patrones es actualmente el tema y contradictorio por medio de fórmulas simples
de los pintores del Pattern and Decoration Move- para nuestro trabajo y dogmas simples para nues-
ment de Nueva York. Estos pintores han experi- tra filosofia. Denise Scott Brown escribía en nues-
mentado una inevitable reacción contra el Mini- tro prefacio a Learningfrom Las Vegas: «Puesto
malismo de las últimas estéticas Modernas. Al que hemos criticado la arquitectura Moderna de-
igual que ha ocurrido con los movimientos del bemos manifestar también nuestra gran admira-
Pop Art y del Fotorrealismo, la sensibilidad estéti- ción por sus comienzos cuando sus fundadores,
ca de los pintores está por delante de la de los sensibles a su tiempo, proclamaban una revolu-
arquitectos. También los arquitectos, creo, ten- ciónjusta. Nuestra crítica se dirige principalmente
drán que reconocer la impracticabilidaddel expre- a la inadecuada y distorsionada prolongación ac-
sionismo heroico por un lado y de la condescen- tual de esa vieja revolución». Y ahora, a la de
dencia Minimalista por otro y aceptar la riqueza esa vieja revolución con un nuevo disfraz.
potencial que hay en el cobertizo decorado -y
eventualmente en el coche decorado, en cual- Robert VENTURI
quier-cosaque-nos-rodee decorada.
A lo largo de esta argumentación he asignado un
mal papel a la arquitectura Moderna pero quiero
precisar mi actitud hacia el movimiento Moderno
y distinguirla de la de muchos Posmodernistas.
Nunca he intentado rechazar totalmente la arqui-
tectura Moderna, en palabras o en obras porque
me sitúo dentro de una evolución, tal como creo
Traducción
que debía ocurrir con nuestra arquitectura, no del inglés
de una rebelión contra ella. Sus obras maestras de Javier Monedero.
pueden equipararsecon las de cualquier otra épo-
ca. Aparte, quizás, del Rococó, el Moderno ha
sido el primer estilo desde el Gótico basado en
un simbolismo original (reconociendo su deriva- N.d.T.
ción directa del vernáculo industrial de su época).
Hoy nos fijamos en sus excesos y debilidades 1. Venturi utiliza el termino «applique» tomado directamente
finales olvidando los éxitos y la gloria de sus del frances(Applique: Objet fixé au mur &une manièreperma-
nente. Revêtement mural de mosaïque ou de marbre. Applica-
comienzos. Esto nos lleva a querer ser más revolu- tion:...Ornement Rapporté, se distingnant du fond soit par
cionarios que capaces de evolucionar, más anti- la matière, soit par l'execution). Dado que el diccionario de
Modernos que realmente Posmodernos. la Real Academia recoge la palabra «aplique» como: «cual-
quier pieza del decorado teatral que no sea el telón, los
bastidores y las bambalinas» hemos optado por forzar algo
Uno de los fallos del movimiento Moderno h e el galicismo p h facilitar la comprensión de la intencionalidad
su celo revolucionario, su progresista rechazo del del termino.
pasado. Es irónico que muchos críticosdel exclusi- 2. Hay aquí un juego de palabras intraducibles (douxing and
vismo y la rigidez del Modernismo que proclaman overdouxing him) entre «Ledous», «to do» (hacer) y «over
do» (retocar).
ahora fervientementesu liberación de estas atadu-

ELFIN DE LO CLASICO:
EL FIN DEL COMIENZO,
EL FIN DEL FIN

peter eisenman

1
Desde el siglo XV hasta nuestros días, la arquitec- neoclasicismo, modernismo, postmodernismo y
tura ha estado bajo la influencia de tres «ficcio- así sucesivamente- estas tres ficciones han persis-
nes» -representación, razón e historia- I . A pesar tido en una u otra forma durante quinientos años.
de la aparente sucesión de estilos arquitectónicos, Cada una de las ficciones tenía un propósito
~ cada uno con su propia etiqueta -clasicismo, fundamental: el de la representación era dar cuer-
~~

© faximil edicions digitals 2003


PO a la idea de significado;el de la razón, codificar de que la forma sigue a la función, se introdujo
la idea de verdad; el de la historia, rescatar la la idea de que un edificio ha de expresar -es
idea de lo atemporal de las garras del continuo decir, parecerse a- su función, o asemejarse a
cambio. Dada su persistencia será necesario con- una idea de función (P.e. ha de manifestar la
siderar que este período manifiesta una continui- racionalidad de su proceso de producción y com-
dad de pensamiento arquitectónico. A este modo posición8. De este modo, en su esfuerzo por dis-
de pensar lo llamaremos clásico2. tanciarse de la tradición representacional ante-
rior, la arquitectura moderna intentó despojarse
Fue a finales del siglo XX, cuando lo clásico se de los adornos exteriores del estilo «clásico». El
resultado de este proceso de reducción fue llama-
~

entendió como un sistema abstracto de relacio-


nes. El que así ocurriera fue debido a que, sólo do abstracción. Una columna sin base ni capitel
entonces, la arquitectura de principios del siglo era considerada una abstracción. Se pensaba que,
XX pasó a ser considerada como parte de la mediante tal proceso de reducción, una forma
historia, y de ahí que ahora sea posible ver que encarnaba su función más «honestamente». Una
la arquitectura «moderna», aunque estilística- columna sin base ni capital estaba más cerca de
mente diferente de las arquitecturas previas, pre- la columna real o natural, del elemento sustentan-
senta un sistema de relaciones parecido al de la te (simple por antonomasia), que una columna
arquitectura clásica3. Hasta este momento, lo con una base y un capitel repletos de motivos
«clásico» se entendía como sinónimo de «arqui- arbóreos o antropomórficos.
tectura», concebida como una tradición contínua
desde la antigüedad, o, desde mediados del siglo Pero esta reducción a pura funcionalidad no era
XIX, como un estilo historicista. Hoy en día, el tan sólo una abstracción; era también un intento
período de tiempo que abarca lo clásico se puede por representar la realidad misma. Si así se en-
considerar, usando el término de Foucault, un tienden las cosas, los objetivos funcionales sim-
«episterna», un período contínuo de conocimien- plemente reemplazaron a los órdenes de la com-
to que incluye la primera parte del siglo XX4. A posición clásica en cuanto que puntos de partida
pesar de la auto-proclamada ruptura que tuvo para el diseño arquitectónico. La intención que
lugar con el movimiento moderno, tanto en ideo- los modernos tenían de representar el «realismo»
logía como en estilo, las tres ficciones nunca se de lo no-ornamentado hace que el objeto funcio-
han puesto en duda y, por lo tanto, permanecen nal fuese una ficción equivalente a la del simula-
inalteradas, lo que equivale a decir que la arqui- cro clásico de la representación renacentista. ¿Por
tectura, desde mediados del siglo XV, ha preten- qué la función era una fuente de imágenes más
dido constantemente ser un paradigma de lo clá- «reales» que aquellas que se escogían entre las
sico, de lo atemporal, de lo significativo, y de lo que proporcionaba la antiguedad? La idea de fun-
verdadero. En tanto en cuanto la arquitectura ción, es decir, el mensaje de la utilidad en vez
intenta recuperar los atributos a lo clásico, cabe del mensaje de la antigüedad, pasó a ser una
ser calificada como de «clásica»5. proposición originaria -un punto de partida para
proyectar, evidente en si mismo y análogo a la
tipología o a la «cita histórica». Esto es, pues,
una manifestación más de aquella ficción en la
La ficción de la representación: la simulación del que significado y valor ocupan un lugar ajeno al
significado mundo de una arquitectura «tal y como es», ar-
quitectura a la que la representación trata de
La primera ficción de la arquitectura es la de la abordar de su propio significado más que de ser
representación. Antes del Renacimiento, había un mensaje de otro significado previo. El funcio-
una intersección, o congruencia, entre lenguaje nalismo resultó ser una conclusión estilística más,
y representación. El significado del lenguaje tenía basada, esta vez, en un positivismo técnico y
un «valor aparente», que se transmitía dentro de científico, una simulación de la eficiencia. Desde
la representación; en otras palabras, el modo en esta perspectiva, el movimiento moderno tiene
que el lenguaje producía significado podía estar una continuidad con respecto a las teorías de la
representado dentro de este lenguaje? Así, las arquitectura que lo precedieron. Desde este punto
cosas eran: la verdad y el significado eran eviden- de vista, la arquitectura moderna no logró encar-
tes por sí mismos. El significado de una catedral nar un nuevo valor en sí misma. Cuando los
gótica o románica estaba en sí mismas, era de modernos intentaban reducir la forma arquitectó-
-facto. Por otra parte, los edificios renacentistas nica a su esencia, a la realidad pura, creían que
y todos los edificios posteriores que pretendían estaban reemplazando el campo de la figuración
ser «arquitectura», tenían un valor porque repre- referencial por el de la «objetividad» no-
sentaban una arquitectura a la que ya se le había referencial. Pero en realidad, sus formas «objeti-
asignado un valor previamente, porque eran si- vas» nunca se alejaron de la tradición clásica.
mulacrtos (representaciones de representaciones) Eran, simplemente, formas clásicas desnudas, o
de edificios antiguos; eran de jure.' El mensaje formas que se referían a un nuevo conjunto de
del pasado se utilizaba para verificar el significa- datos (función, tecnología). Así, las casas de Le
do del presente. Precisamente debido a esta nece- Corbusier, que parecen barcos o aeroplanos mo-
sidad, la arquitectura del renacimiento llegó a dernos, tienen la misma actitud referencial hacia
ser la primera simulación, es decir una ficción la representación que un edificio renacentista o
no intencionada del objeto. un edificio «clásico». Los términos de referencia
son distintos, pero las implicaciones en el objeto
Hacia finales del siglo XVIII, una idea de relativi- son las mismas. El compromiso de hacer que la
dad histórica vino a suceder al valor aparente abstracción moderna se convierta en historia pa-
del lenguaje de la arquitectura como representa- rece querer dar por terminado, hoy en día, el
ción; y esta visión de la historia empezó la bús- problema de la representación. La inversión mo-
queda de la certeza acerca de los orígenes tanto derna de este empeño la estableció Robert Ventu-
históricos como lógicos, de la verdad y de la ri en su distinción entre «duck» y ((decorated
demostración, y de los objetivos. Ya no fue tenido shed»9. Un «duck» es un edificio que se supone
como verdad que el pensamiento residía en la refleja su función o que permite que su orden
representación sino, por el contrario, que existía interno se exhiba en su exterior; un ((decorated
fuera de ella, en los procesos de la historia. Este shed» es un edificio que funciona como una carte-
desplazamiento puede entenderse a través del lera, donde cualquier tipo de imagen (salvo su
cambiante «status» de los órdenes: hasta el siglo función interna) -letras, emblemas, imágenes,
XVII se pensaba que eran paradigmáticos y atem- elementos arquitectónicos incluso- transmite un
porales. Este desplazamiento, como ya quedó di- mensaje accesible a todos. De ahí que las «abs-
cho, se produjo por que el lenguaje había dejado tracciones» del moderno sean todavía objetos
de estar en consonancia con la representación; referenciales: «ducks» tecnológicos más que tipo-
es decir, lo que se explicaba en el objeto no era lógicos.
un signjjicado sino un mensaje.
Pero los postmodernos no han logrado plantear
La arquitectura moderna reivindicaba el rectifi- otra distinción, que aquella que está ejemplifica-
car y el liberarse de la ficción de la representación da en la comparación que Venturi hace del Pala-
renacentista, anunciando que, para la arquitectu- cio Ducal de Venecia -al que llama {(decorated
ra, no era necesario representar otra arquitectura; shed»-, con la Biblioteca de Sansovino- a la que
la arquitectura existía solamente para dar forma llama «duck»l0.Tal comparación confunde la dis-
a su función. Mediante la conclusión deductiva tinción real entre arquitectura «tal como es» y

© faximil edicions digitals 2003


I

arquitectura como mensaje. El Palacio Ducal no levante» socialmente, y ésta se alcanza a través
es un «decorated shed» ya que no es la representa- de la transformación racional de las formas-tipo.
ción de otra arquitectura; proviene directamente Más tarde, a finales del siglo XIX y principios
del significado encarnado en los aspectos figurati- del XX, la función y la técnica reemplazaron,
vos mismos; es arquitectura «tal como es». La como bases de partida, al catálogo de formas-tipo.
Biblioteca de Sansovino puede parecer un «duck» Pero el caso es que, a partir de Durand se pensó
pero solo por el hecho de integrarse de lleno en que la razón deductiva que se empleaba en cien-
la historia de la tipología de las bibliotecas. La cia, matemáticas y tecnología, era capaz de pro-
utilización de los órdenes en la Biblioteca de ducir un objeto arquitectónico verdadero (P.e.
Sansovino no nos habla ni de la función ni de significante). Y a causa del éxito del racionalismo
la tipología de la biblioteca, sino más bien de la como método científico -uno podría casi hablar
representación de otra arquitectura previa. Las de un «estilo» de pensamiento- en el siglo XVIII
fachadas de la Biblioteca de Sansovino contienen y a principios del XIX, la arquitectura adoptó
un mensaje y no un significado inherente; son los valores evidentes en si mismos que le propor-
signos anunciadores. El error que comete Venturi cionaban los orígenes racionales. Se creía repre-
en la lectura de estos ediicios radica en su prefe- sentar la verdad una vez que la arquitectura pare-
rencia por el «decorated shed». Mientras la repli- cía racional, lo que es tanto como decir que repre-
ca de los órdenes en tiempos de Sansovino tenía sentaba la racionalidad. Ocurre a la arquitectura
una significación (en cuanto que definía lo clási- como en la lógica, donde todas las deducciones
co), hoy no tiene importancia ya que aquella desarrolladas de una premisa inicial corroboran
realidad que los órdenes representaban anterior- que en aquella premisa hay una conclusión lógica
mente esta muerta. Un signo empieza a ser una y, por tanto, cierta verdad. Con este procedimien-
réplica, o en términos de Baudrillard, a mimu- to, además, la primacía del origen permanecía
lam, una vez la realidad que representa ha muer- intacta y lo racional se convertía en la base moral
to' I. Cuando desaparece la distinción entre repre- y estética de la arquitectura. De ahí que la labor
sentación y realidad, cuando la realidad es tan representacional de la arquitectura. en una época
solo simulación, la representación pierde su fuen- de supremacía de la razón sea la de describir sus
te a priori de significación; y entonces es cuando propios modos de conocimiento.
pasa a ser tan solo simulación.
Pero, en este punto de la evolución de la concien-
La ficción de la razón: la simulaciónde la verdad cia algo aconteció: la razón se volvió hacia sí
misma y así empezó, por lo tanto, el proceso de
La segunda ficción de la qrquitectura postmedie- su propia destrucción. Cuestionándose su propio
val es la razón. Si la representación era una simu- status y modo de conocimiento, la razón demos-
lación del significado de lo atemporal a través tró ser una ficciónI3. Los procesos del conoci-
del mensaje de la antigüedad, la razón era una miento -medición, demostración lógica, causali-
simulación del significado de la verdad a través dad- acabaron en una serie de argumentos sobre-
del mensaje de la ciencia. Esta ficción se manifies- cargados de valor que no eran más que modos
ta con fuerza en la arquitectura del siglo XX, así efectivos de persuasión. Los valores dependían
como en la de los cuatro siglos precedentes. Su de otra teleología, de una ficción con otro fin
apogeo fue la Ilustración. La búsqueda del origen bien ajeno a la racionalidad.
de la arquitectura es la manifestación primera
del ansia por encontrar una fuente racional para Así, en términos generales, nada había cambiado
el diseño. Antes del Renacimiento, la idea de un desde que se formuló la idea de origen que tenían
origen se consideraba evidente en sí mismo, su en el Renacimiento. Tanto si la referencia era
significado e importancia eran incuestionables, un orden divino o natural, como en el siglo XV,
pertenecían a un universo de valores a priori. o una técnica racional y una función tipológica,
En el Renacimiento, con la pérdida de un univer- como en la post-Ilustración, todo se resumía en
so de valores evidente en si mismo, los orígenes una sola cosa: en la idea de que el valor de la
se buscaban en fuentes divinas o naturales, lo arquitectura nace en una fuente ajena a ella. Fun-
que implicaba una geometría que iba de lo cos- ción y tipo eran solo «a prioris» sobrecargados
mológico a lo antropomórfico. La reprodución de valor equivalentes a los «a prioris» naturales
de la imagen del hombre vitniviano es el ejemplo o divinos.
más conocido. Dado que se pensaba que en el
origen estaban las semillas del propósito del obje- En esta segunda ficción, la crisis de la creencia
to y, por lo tanto, de su finalidad, no hay que en la razón minó,por último, el poder de la repre-
sorprenderse al considerar que la creencia en la sentación. Tan pronto como la razón empezó a
existencia de un origen ideal llevara directamente cuestionarse su propio status, perdió su poder
a la creencia en la existencia de un fin ideal. Esta para ser portadora de verdad: se evaporó su poder
idea genética de principio-fin estaba relacionada para probar o representar cualquier cosa conclu-
con la creencia en un plan universal de la natura- yente. Los análisis de los análisis revelaron que
leza y el cosmos, el cual, a través de la aplicación la lógica no podía hacer lo que la razón había
de las reglas clásicas de composición, en lo que proclamado: revelar la verdad, evidente en sí
atañe a la jerarquía, al orden y al ajuste, daría misma, de sus orígenes. Tanto lo que el renaci-
lugar a la armonía del todo sobre las partes. De miento consideraba como base de la verdad como
este modo, la perspectiva del fin, dirigía la estrate- lo que proclamaba la modernidad resultó depen-
gia desde el principio. Por lo tanto, tal como der de un acto de fe. Nietzsche apuntó que el
definió por primera vez Alberti en Della Pittura, despertar del siglo XIX al conocimiento era equi-
la composición no era un proceso de transforma- valente, en su valor y en su significado, a su fe
ción neutro o de final abierto, sino, más bien, en el conocimiento. El análisis era una forma de
la estrategia para llegar a un objetivo predetermi- simulación; el conocimiento era una nueva reli-
nado; era el mecanismo por medio del cual la gión. Del mismo modo, se podía considerar que
idea de orden, representada en los órdenes, se la arquitectura no encarnaba a la razón; solamen-
transformaba en una forma específicaI2. te podía formular el deseo de hacerlo. No hay
una imagen arquitectónica de la razón. La arqui-
La arquitectura de la Ilustración, reaccionando tectura expresa la estética de la experiencia de
contra los objetivos cosmológicos de la composi- (la persecución y el deseo de) la razón. El análisis,
ción renacentista, aspiraba a ser un proceso racio- y la ilusión de la demostración en un proceso
nal de diseño, cuyos fines fueran producto de la contínuo que remite a la definición nietzschiana
razón pura y secular y no del orden divino. Sin de «verdad» es una serie interminable de figuras,
embargo, la visión renacentista de la armonía (fe metáforas y metonimias.
en lo divino) llevó, naturalmente, al esquema de
orden que iba a reemplazarla (fe en lo racional), En un entorno cognoscitivo, en el cual la razón
que era la determinación lógica de una forma a se conoce dependiente de la f e en el conocimiento,
partir de tipos a priori (funcionales). y por lo tanto metafóricamente irreductible, una
arquitectura clásica, o sea, una arquitectura cuyos
Durand personifica este momento de suprema procesos de transformación no son otra cosa sino
autoridad de la razón; En su tratado, los órdenes estrategias sobrecargadas de valor, basadas en
formales pasan a ser formas-tipos, y los orígenes unos -evidentes en sí mismos o contingentes-
naturales o divinos son reemplazados por solu- orígenes a priori, será siempre una arquitectura
ciones racionales a los problemas de acomodo y de reafirmación o réplica (y no de representación),
construcción. El objetivo es una arquitectura «re- independientemente de cuan ingeniosamente se

© faximil edicions digitals 2003


s

seleccionen los orígenes para esta transjòrmación ria, invocaba al zeitgeist, sólo continuó siendo
o cuan creativa sea la transformación. la «comadrona de la forma históricamente signifi-
cante». En este sentido, la arquitectura moderna
La reafirmación arquitectónica -la réplica- com- se revela a sí misma no como una ruptura con
porta una nostalgia por la seguridad del conoci- la historia, sino como un momento avanzado
miento, la fe en la continuidad del pensamiento del mismo continuum, un nuevo episodio en la
occidental. Cuando el análisis y la razón reempla- siempre cambiante evolución del zeitgeist. Y la
zaron a la representación como medios para reve- representación que la arquitectura hizo de este
lar la verdad, la cualidad clásica o atemporal de específico zeitgeist, resultó ser menos «moderna»
la representación finalizó y comenzaron las fic- de lo que se había pensado en un principio.
ciones de lo clásico.
Una de las preguntas que nos podemos hacer es
La ficción de la historia: la simulación de lo atem- porqué los modernos no se vieron a ellos mismos
poral como un episodio más de esta continuidad. Una
respuesta es que la ideología del zeitgeist les ligaba
La tercera ficción de la arquitectura clásica es la a su historia presente, con la promesa de liberarles
historia. Hasta mediados del siglo XV, el tiempo de su historia pasada. Estaban atrapados ideológi-
se concebía de un modo no-dialéctico. Desde la camente por la ilusión que significaba el creer en
antigüedad hasta la Edad Media no se tenía con- la eternidad de su propio tiempo.
ciencia del movimiento progresivo del tiempo.
El arte no buscaba su justificación en relación La segunda parte del siglo XX, sabiendo retros-
con el pasado o el futuro; era inefable y atempo- pectivamente que la modernidad ya es historia,
ral. De este modo, en la antigua Grecia, el templo ha heredado nada menos que la conciencia del
y el dios era uno y el mismo; la arquitectura era fin de la incapacidad que tenía la arquitectura
divina y natural. Por ello fue considerada como clásica, o referencial, para expresar su propio
«clásica» por la época «clásica» que vino después. tiempo como algo atemporal. La atemporalidad
Lo clásico no podía ser representado o simulado, ilusoria del presente trae consigo una consciencia
tan sólo podía ser. En su descarada afirmación de la naturaleza temporal del tiempo pasado. En
de sí misma era no-dialéctica y atemporal. este contexto, la representación del zeitgeist im-
A mediados del siglo XV, apareció la idea de un plica siempre una simulación. Ese es el uso clásico
origen temporal y con ella la idea del pasado. Al de la réplica de un tiempo pasado para invocar
poner un punto fijo para el comienzo, el ciclo lo atemporal como la expresión de su propio tiem-
eterno del tiempo se vio interrumpido. De ahí, PO.
la pérdida de la atemporalidad, ya que la existen-
cia de un origen requería una realidad temporal. Así, en esta discusión acerca del zeitgeist, siempre
El intento de lo clásico por rescatar lo atemporal estará presente esta no reconocida ficción, una
se convirtió, paradójicamente, en un concepto simulación de lo atemporal a través de una répli-
de historia, definido en el tiempo, como fuente ca del pasado: tan sólo nos queda el pasado para
de la atemporalidad. Además, la conciencia del verificar el presente.
movimiento progresivo del tiempo vino a «expli-
cam el proceso de cambio histórico. Ya en el La historia del zeitgeist está también sometida a
siglo XIX, este proceso fue considerado «dialécti- toda una serie de preguntas acerca de cuál sea
co». Con la idea de tiempo dialéctico apareció su autoridad. ¿Cómo se puede determinar la ver-
la idea de lo que conocemos por «Zeitgeist», dad de su «espíritu», desde dentro de la historia?
enraizándose causa y efecto en un presente que Así, la historia ya no es una fuente objetiva de
aspira, por ello, a la atemporalidad. verdad, los orígenes y los fines pierden una vez
más su universalidad (es decir, su valor evidente
Además de su aspiración por la atemporalidad, en sí mismo) y, como la historia, se convierten
el ((espíritu de la época» mantenía la existencia en ficciones. Si ya no es posible plantear el proble-
de una relación a priori entre la historia y todas ma de la arquitectura en términos de un zeitgeist
sus manifestaciones en un momento dado. Tan -es decir, si la arquitectura no puede establecer
sólo era necesario identificar el espíritu gobernan- su relevancia en consonancia con el zeitgeist-
te para saber qué estilo arquitectónico era el pro- nos encontramos en una situación tal que se hace
piamente expresivo o relevante de la época. Esta- preciso volverse hacia otra estructura. Para eludir
ba implícita la noción de que el hombre ha de la dependencia para con el zeitgeist- es decir,
estar siempre en «armonía» -o, por lo menos, para eludir la idea de que el propósito de la
en una relación no-disyuntiva con su tiempo. arquitectura es encarnar la época- es necesario
proponer una idea alternativa de arquitectura,
El movimiento moderno, en su polémico rechazo una idea en la que su propósito no sea la expre-
de la historia que lo precedió, intentó apelar, sión de su propio tiempo, sino su inevitabilidad.
para esta relación armónica a valores distintos En este sentido, la idea de que el propósito de
que aquellos que hasta entonces encarnaban lo la arquitectura es expresar su propia época se
eterno y lo universal. El hecho de considerarse convierte en un serio problema.
a sí mismo como sustituto de los valores de la
arquitectura precedente, hizo que el movimiento Una vez que los valores tradicionales de la arqui-
moderno sustituyese una idea universal de rele- tectura clásica no son entendidos como significa-
vancia por una idea universal de historia, análisis tivos, verdaderos, o atemporales, tenemos que
del programa por análisis de la hstoria. El movi- admitir, como conclusión, que estos valores clási-
miento moderno presumía ser una forma de in- cos fueron siempre simulaciones (y que no sólo
tervención colectiva y libre de valores, en vez nos consideramos así dada la presente ruptura
del conoisseur informado y del individualista vir- con la historia o la presente desilusión con respec-
tuoso personificados en el arquitecto postrena- to al zeitgeist). Parece evidente que lo clásico,
centista. En la arquitectura moderna, lo impor- en sí mismo, era una simulación que la arquitec-
tante es la incorporación de un valor distinto del tura había mantenido durante quinientos años.
natural o del divino; el zeitgeist era considerado Precisamente porque lo clásico no fue capaz de
contingente del presente y no absoluto ni eterno. verse como una simulación, intentó la representa-
Pero la diferencia de valor entre lo presente y lo ción -cosa que no logró- de valores extrínsecos
universal -entre ei valor contingente del zeitgeist que llegaron a ser entendidos como atributos de
y el valor eterno de lo clásico- sólo dio como su propia realidad.
resultado otro conjunto de preferencias estéticas
(de hecho, un conjunto opuesto). El espíritu pre- El resultado de considerar clasicismo y modernis-
sumiblemente neutro de la «voluntad de los tiem- mo como parte de una sola continuidad histórica,
pos» defendió la asimetría por encima de la sime- la de «lo clásico» supone entender que ya no hay
tría, el dinamismo por encima de la estabilidad, valores evidentes en sí mismos en la representa-
la ausencia de jerarquía por encima de la jerar- ción, la razón, o la historia, que confieran legiti-
quía. midad al objeto. Esta pérdida de valores eviden-
tes en sí mismos permite a lo atemporal desligarse
Los imperativos del amomento histórico» son de lo significativo y de lo verdadero. Permite
siempre evidentes en la conexión existente entre entender que no hay verdad (una verdad atempo-
la representación de la función de la arquitectura ral) o un significado (un signficado atemporal).
y su forma. Irónicamente, por lo tanto, la arqui- En el momento en que surge la posibilidad de
tectura moderna, que, en vez de suprimir la histo- que lo atemporal se libre del ancla de lo temporal
i

© faximil edicions digitals 2003


(la historia), surge también la posibilidad de que
lo atemporal se libere de lo universal para producir
ceptualizar un nuevo modelo de arquitectura.
Estas características citadas más abajo, surgen de 33
una atemporalidad que no sea universal. Esta lo que no puede ser; son una ficción que simula 3/ I 984
separación significa que no importa si los oríge- la realidad (porque una aficción que simula la
nes son naturales, divinos o funcionales; en otras realidad pierde la calidad ficticia previamente
palabras, quizás ya no sea posible producir una ganada, e inmediatamente es absorbida por lo
arquitectura clásica -o sea atemporal- recurrien- rea1).15 Forman una estructura de ausencias. No
do a los valores de lo clásico, inherentes en la se proponen para reconstruir lo que acabamos
representación, la razón y la historia. de rechazar -un modelo para -una teoría de la
arquitectura- puesto que tales modelos han resul-
tado ser infructuosos. Lo que se está proponiendo
Lo no-clásico. La arquitectura como ficción es, más bien, una expansión más allá de los lími-
tes que presenta el modelo clásico para poder
Nos es ahora posible ver la necesidad de las llevar a cabo una arquitectura como discurso inde-
comillas que enmarcaban hasta ahora el término pendiente, libre de valores externos -clásicos o
«ficción». Las tres «ficciones» que acabamos de de cualquier otro tipo-, que sea la intersección
discutir se pueden entender ya no como ficciones, de aquello que está libre de significado, de lo
sino como simulaciones. Como quedó dicho, la arbitrario, y de lo atemporal en lo artificial. La
ficción se convierte en simulación cuando no creación libre de significado, arbitraria y atempo-
reconoce su condición de ficción, cuando intenta ral de artificialidad ha de distinguirse, por lo
simular una condición o una realidad, una verdad tanto, de lo que Baudrillard llama «simulación».I6
o una no ficción. En primer lugar, diremos que No es un intento de borrar la distinción clásica
la simulación de la representación en arquitectura entre realidad y representación -y, por lo tanto,
ha conducido a una excesiva concentración de volver a considerar la arquitectura como una
energías creativas en el objetivo representacional. serie de convenciones que simulan lo real- sino
Cuando las columnas suplen a los árboles y las que es algo próximo a la disimulación.17Mientras
ventanas parecen escotillas de barco, los elemen- que la simulación intenta eliminar la distinción
tos arquitectónicos se convierten en figuras repre- entre lo real y lo imaginario, la disimulación deja
sentacionales que llevan una desmedida carga de intacta la diferencia entre realidad e ilusión. La
significado. Sin embargo, en otras disciplinas, la relación entre disimulación y realidad es como
representación no es el Único objeto de la figura- la que personifica una máscara: el signo de preten-
ción. En literatura, por ejemplo, figuras como la der no ser lo que uno es; es decir, el signo que
metáfora y otras similares tienen un amplio cam- parece no tener ningún significado fuera de él
po de aplicación -poético, irónico, etc.- y no mismo (el signo de un signo, o la negación de
están limitadas a funciones alegóricas. En arqui- lo que está detrás de él). A esta disimulación en
tectura, por el contrario, sólo se trabaja, tradicio- arquitectura se le puede dar, provisionalmente,
nalmente, con un aspecto de la figuración: la el título de no-clásica. Puesto que la disimulación
representación del objeto. La figura arquitectóni- no es ni el inverso, ni el negativo, ni el opuesto
ca siempre alude a -aspira a la representación de la simulación, una arquitectura no-clásica no
de- algún otro objeto? ya sea arquitectónico, an- es el inverso, el negativo o el opuesto de una
tropomórfico, natural o tecnológico. arquitectura clásica; es simplemente distinta.
Una arquitectura no-clásica no es ni un certifica-
En segundo lugar, podemos sostener que la fic- do de la experiencia, ni una simulación de la
ción de la razón en arquitectura ha estado basada historia, ni la razón o la realidad del presente.
en el valor que lo clásico ha dado a la idea de Por el contrario, puede ser más propiamente des-
verdad. Pero Heidegger dijo que el error tenía crita como una arquitectura «tal y como es», es
una trayectoria paralela a la verdad, que el error decir, una representación de sí misma, de sus
puede constituir la revelación de la verdad14. De propios valores y de su experiencia interna.I8
ahí que actuar desde el «errom o desde la ficción,
sea oponerse conscientemente a la tradición de La demanda de que una arquitectura «no-clásica)
la «lectura errónea» -de la que lo clásico, sin es necesaria, que es propuesta por la nueva época
saberlo depende- no se trataría de una transfor- o por la ruptura en la continuidad de la historia,
mación, presumiblemente lógica, de algo a priori, sería un argumento del zeitgeist. Lo no clásico
sino de la afirmación del «errom deliberado como únicamente propone el fin del dominio de los
tal, error que presuponga únicamente su propia valores de lo clásico para poder considerar otros
verdad interna. Error, en este caso, que no asume valores. No propone un nuevo valor o un nuevo
el mismo valor que la verdad sino que, simple- zeitgeist, sino otra condición: la de leer la arqui-
mente no es dialécticamente opuesto a ella. Se tectura como un texto. No puede cuestionarse el
acerca más a una disimulación, un «no-contenem hecho de que esta idea de leer la arquitectura se
el valor de verdad. iniciara con un argumento basado en el zeitgeist:
que hoy los signos clásicos no tienen ya significa-
Finalmente, como ya vimos, la ficción simulada do, sino que se han convertido en meras réplicas.
del movimiento moderno -heredada, inconscien- Una arquitectura no-clásica no es, por tanto, inca-
temente, de lo clásico- condujo a que cualquier paz de dar respuesta a la perfección de la plenitud
arquitectura debiese ser el reflejo del zeitgeist. inherente al mundo; más bien, es incapaz de dar
Es decir, que lo presente y lo universal podían respuesta a su representación.
ser, ambos atributos de la arquitectura. Pero si
la arquitectura es, inevitablemente, la invención El fin del comienzo
de ficciones, tendría entonces que ser posible el
proponer una arquitectura que encarnara «otra» Que el valor posea un origen implica la existencia
ficción, una que no se sostuviera por medio de de un estado o condición de origen anterior al
valores universales o de presente, y, lo que es momento en que se le otorga dicho valor. Co-
más importante, que no considerara como su mienzo sería, por tanto, dicha condición de ori-
propósito el reflejar estos valores. Esta otra fic- gen previa al momento en que se da valor al
ción/objeto debería evitar claramente las ficcio- origen. Para reconstruir la atemporalidad, el esta-
nes de lo clásico (representación, razón y histo- do tal y como es, y el de valor aparente, hay que
ria), que son intentos de «solucionar» el problema comenzar: comenzar eliminando aquellos con-
de la arquitectura de un modo racional, puesto ceptos definidos en el tiempo característicos de
que las estrategias y las soluciones son vestigios lo clásico, que son, fundamentalmente, origen y
de una visión del mundo orientada hacia un fin. El fin del comienzo es también el fin del
objetivo final. Si este es el caso, la cuestión es: comienzo del valor. Pero no es posible retornar
¿cuál puede ser el modelo para la arquitectura al estado de gracia prehistórico, al Eden de la
cuando la esencia de lo que era efectivo en el atemporalidad, cuando todavía no se valoraban
modelo clásico, el supuesto valor racional de sus los orígenes y los fines. Hemos de empezar por
estructuras, representaciones, metodologías de el presente, sin dar, necesariamente, un valor al
orígenes y fines, y procesos deductivos, han de- presente. El intento de reconstruir lo atemporal,
mostrado ser simulaciones? hoy en día, ha de reconocer lo ficticia que es
dicha tarea -es decir, no debería intentar simular
Al no ser posible responder a esta pregunta con una realidad atemporal.
un modelo alternativo, debemos proponer una
serie de características con las que tipificar esta Tal como hemos sugerido anteriormente, latente
aporía: la pérdida de nuestra capacidad para con- en la atracción que sufre lo clásico por los oríge-

© faximil edicions digitals 2003


nes está el problema más general de causa y un estado de no-cambio (que es el fin). De este
efecto. Esta fórmula, parte de las ficciones de la modo, las motivaciones libres de valores univer-
razón y la historia, reduce la arquitectura a un sales de origen histórico y de cualquiera que sea
objeto «añadido» o «no-esencial», considerándo- el proceso direcciónal pueden conducir a fines
la, simplemente, como un efecto de ciertas causas diversos de aquellos a los que conducía el fin
entendidas como orígenes. Este problema es inhe- sobrecargado de valor de la etapa anterior.
rente a todas las arquitecturas clásicas, incluso
a la arquitectura moderna. La idea de arquitectu- El fin del fin
ra, como algo añadido, más que como algo con
entidad propia -adjetival más que nominal u Acompañando al fin del origen, la segunda carac-
ontológico- lleva a la percepción de la arquitectu- terística básica en una arquitectura no-clásica es
ra como mecanismo práctico. Mientras, la arqui- su liberación de objetivos o fines a priori -el fin
tectura sea, principalmente, un mecanismo desti- del fin. El fin de lo clásico implica también el
nado a ser usado y dar cobijo -mientras tenga fin del mito del fin como efecto, sobrecargado
su origen en funciones programáticas- será siem- de valor, del progreso o de la dirección que tiene
pre un efecto. la historia. Las ficciones de lo clásico, siguiendo
lógicamente la clausura potencial del pensamien-
Pero cuando se rechaza esta característica «evi- to, despertaron el deseo de confrontar, exhibir e
dente en sí misma» de la arquitectura y se la incluso trascender al fin de la historia. Se pensaba
considera sin ningún origen a priori, ya sea fun- que los objetos estaban imbuidos de valor porque
cional, divino o natural, se pueden proponer unas su relación con un origen significante, evidente
ficciones alternativas para el origen. Una de estas, en sí mismo, podía, de algún modo, trascender
por ejemplo, es arbitraria, lo que supone no tener al presente, dirigiéndose hacia un futuro atempo-
valor externo derivado del significado, la verdad ral, hacia una utopía. Esta idea de progreso confi-
o la atemporalidad. Es decir, es posible imaginar rió un valor falso al presente; la utopía, una
un comienzo que sea internamente consistente forma de fantasear acerca de un fin «abierto» y
pero que no esté condicionado por -o dependa sin límites, impidió la noción de ajuste definitivo.
de- un origen histórico con un valor supuesta- De este modo, la moderna crisis de la resolución
mente evidente en sí mismo.19 De este modo, marcó el fin de un proceso de movimiento que
mientras se pensaba que los orígenes clásicos se dirigía hacia el fin. En nuestra percepción de
tenían sus raíces en un orden divino o natural la continuidad de la historia, tales crisis (o ruptu-
y se mantenía que los orígenes modernos deriva- ras) provienen, más que de un cambio en nuestra
ban su valor de la razón deductiva, los no-clásicos idea acerca de los orígenes y fines, del fracaso
pueden ser estrictamente arbitrarios, simples del presente (y de sus objetos) para mantener
puntos de partida sin valor. Pueden ser artificiales nuestras esperanzas en el futuro. Cuando la conti-
y negativos, en vez de naturales y/o divinos nuidad de la historia se ha roto en nuestra percep-
(universales).*OEstos comienzos, disimulados y ción, cualquier representación de lo clásico, cual-
determinados artificialmente, pueden estar libres quier «clasicismo», sólo puede ser considerado
de valores universales porque son únicamente como una creencia. En este momento, en el que
puntos arbitrarios en el tiempo, cuando el proceso nuestros valores adquiridos están en «crisis» el
arquitectónico empieza. Un ejemplo de origen fin del fin da pie a la posibilidad de la invención
artificial sería un injerto de la misma naturaleza (o realización) de un futuro abiertamente basado
que aquella inserción genética de un cuerpo extra- en un futuro ficticio -y, por lo tanto, no-
ño que se hace en otro cuerpo para obtener un amenazante desde su valor de «verdad»-, en vez
nuevo resultado.21En vez de un collage, o un de un futuro simulado o idealizado.
montaje, que vive dentro de un contexto y alude
a un origen, el contexto de un injerto es un lugar Con el fin del fin, lo que antes era un proceso
inventado que casi no tiene otras características de composición o transformación deja de ser una
de objeto que aquellas que caracterizan a un pro- estrategia causal, un proceso de adición o sustrac-
ceso. Un injerto no es genéticamente arbitrario ción a partir de un origen. Como alternativa, el
en sí mismo. Su arbitrariedad radica en verse proceso se convierte en un proceso de modzfica-
libre de un sistema de valores de no arbitrariedad, ción: en la invención de un proceso no-dialéctico,
como por ejemplo, el clásico. Es arbitrario en no-direccional y no-orientado hacia un ~bjetivo.'~
cuanto que nos permite la opción de la lectura, Los orígenes «inventados», de los que este proce-
la cual no aporta valores externos al proceso. so recibe su motivación, difieren de los aceptados
Aun más, considerando su naturaleza artificial y orígenes míticos de los clasicistas en cuanto que
relativa, un injerto no implica, en sí mismo, nece- son arbitrarios, reinventados para cada circuns-
sariamente, un resultado satisfactorio; es mera- tancia, adoptados para el momento y no para
mente un lugar que contiene motivación para la siempre. El proceso de modificación se ha de ver
acción, que es el comienzo del proceso.22 más como una táctica con un fin abierto que
como una estrategia orientada hacia una meta u
La motivación toma de arbitrario -es decir, algo objetivo. Una estrategia es un proceso que está
en su estado artificial que no es una estructura determinado y sobrecargado de valor antes de
significativa de presencias y de ausencias- e im- que comience; está dirigido. El origen, en cambio,
plica un movimiento de acuerdo con su estructu- no puede ser conocido desde un sentido (en tér-
ra -es decir, una entidad que contiene un orden minos cognoscitivos) preestablecido; no depende
inherente y un significado. Pero esto suscita la del conocimiento derivado de la tradición clásica
cuestión de,si la motivación deriva de un orden y, por lo tanto, no puede engendrar una estrate-
arbitrario. ¿De este modo algo puede ser arbitra- gia.
rio y no orientado hacia un objetivo y, al mismo
tiempo, motivado internamente? Cada estado, En este contexto, la forma arquitectónica «se re-
puede argüirse, tiene una motivación hacia su vela como un espacio para la invención», en vez
propio ser; un movimiento más que una direc- de ser la representación servil de otra arquitectura
ción. Que la arquitectura no pueda describir o o un simple mecanismo práctico. Inventar una
representar la razón, no significa que no pueda arquitectura es permitir que la arquitectura sea
cuestionarse sistemátuicamente o rigurosamente una causa; y el hecho de ser una causa debe
cual es su ser. En todos los procesos ha de haber provenir de algo externo a una estrategia dirigida
necesariamente algún punto de partida, pero el de composición.
valor, en una arquitectura arbitraria o intenciona-
damente ficticia, reside en la naturaleza intrínseca El fin del fin también implica el fin de la represen-
de su acción más que en la dirección de su curso. tación del objeto como único sujeto metafórico
Sin embargo, puesto que cualquier proceso debe en arquitectura. En el pasado, la metáfora arqui-
tener, necesariamente, un comienzo y un movi- tectónica se utilizaba para dar soporte a fuerzas
miento, podemos considerar que el origen ficcio- tales como la tensión, la compresión y la flexión;
nal tiene, por lo menos, un valor metodológico; estas cualidades se podían observar, Si no literal-
es decir, un valor relacionado con la generación mente en los objetos mismos, si como relaciones
de las relaciones internas del mismo proceso. entre objetos. La idea de metáfora, aquí, no tiene
Pero si el comienzo es, efectivamente arbitrario, nada que ver con las cualidades generadas entre
no puede haber ningún movimiento en dirección edificios, o entre edificios y espacios. Tiene que
a la clausura o el fin, porque la motivación para ver, más bien, con la idea de que el mismo proce-
el cambio de estado (que es la inherente estabili- so interno puede generar un tipo de figuración
dad del comienzo) no puede nunca conducir a no-representacional en el objeto. Esto es una ape-
I

© faximil edicions digitals 2003


w
lación, no a la estética clásica, sino a potencial valores no-verlficables: la arquitectura atemporal
poético de un texto arquitectónico. El problema, (sin origen, sin fin); la arquitectura no-
entonces, reside en distinguir los textos de las representacional (sin objeto); y la arquitectura ar-
representaciones, en transmitir la idea de que lo tificial (arbitraria, sin razón).
que uno está viendo, el objeto material, es un
texto y no una serie de referencias a otros objetos Peter EISENMAN
o valores.
Esto sugiere la idea de una arquitectura como
«escritura» en vez de una arquitectura de imáge-
nes. Lo que está siendo «escrito» no es el objeto
en sí mismo -su masa y volumen- sino el acto
de dar forma a aquella materia, a aquella masa.
Esta idea confiere un cuerpo metafórico al acto
arquitectónico. El acto da razón de su condición
de lectura a través de un nuevo sistema de signos La versión inglesa de
este artículo se publica
llamados «huellas».13 Las huellas no se han de en Perspectiva 21,
leer literalmente puesto que no tienen otro valor 1984. La traducción del
que el de señalar que hay una lectura, y que esta inglés es de Gloria
lectura ha de hacerse. Una huella señala la idea Bohigas y Luis Feduchi
y la revisión de Rafael
de leer.?j Por consiguiente, una huella es un signo Moneo.
parcial o fragmentario; no tiene objetivación. Im-
plica una acción que está en proceso. En este
sentido, una huella no es una simulación de la
realidad, es una disimulación porque se revela NOTAS
como algo distinto a su realidad anterior. No
simula lo real, representa y registra la acción 1. Jean Baudrillard define el período que empieza en el siglo
inherente a una realidad anterior, que tiene un quince por medio de tres simulacros: la falsificación, la pro-
valor ni más ni menos real que la huella misma. ducción y la simulación. La primera está basada en una ley
natural de valor, la segunda en una ley comercial de valor,
Es decir, la huella no se preocupa de formar una y la tercera en una ley estructural de valor.
imagen, representación de arquitectura previa o
de costumbres y usos sociales; sino que se ocupa Jean Baudrillard, «The Order of Simulacra», en Simulations.
Semiotext(e) Inc., Nueva York, 1983, pág. 83.
de dejar constancia fisica -literalmente la im-
pronta figurativa -de su propio proceso interno. 2. El término «clásico» se confunde, frecuentemente, con la
Este proceso es interno al sistema. De este modo idea de «un clásico» y con el método estilístico llamado
la huella es el registro de la motivación, el registro «clasicismo». Según Joseph Rykwert, aquello que es clásico,
nos remite a la idea de ((antiguo y ejemplam, y nos sugiere
de la acción, no la imagen de otro origen- «autoridad y distinción)); es un modelo de lo que es excelente,
objeto. de aquello que es de primera categoría. Es más, implica su
propia atemporalidad, la idea de que es de primera categoría
En este caso, una arquitectura de lo no-clásico en cualquier época. El clasicismo, y no lo clásico, será definido
comienza a considerar la noción de un lector aquí como un método que intenta producir un resultado
consciente de su propia identidad como lector, «clásico», recurriendo a un pasado que podemos calificar
más que aquella de observador o usuario. Propo- como «clásico». Esta idea concuerda con la definición de Sir
John Summerson, para quien el clasicismo es un estilo, más
ne un nuevo lector, distanciado de cualquier siste- que un conjunto de ideas y valores. Summerson mantiene
ma externo de valores (particularmente, de un que, aunque buena parte de la arquitectura gótica se basase
sistema histórico arquitectónico). Este lector, no en las mismas relaciones de proporción que la arquitectura
aporta otra competencia a priori al acto de leer, «clásica» del Renacimiento, nadie podría confundir una cate-
dral gótica con un palacio del Renacimiento; simplemente
que la de su propia identidad como lector. Es no tenía el aspecto propio del clasicismo. En cambio, Demetri
decir, no tiene un conocimiento preconcebido de Porphyrios considera que el clasicismo no es un estilo, sino
cómo deberá ser la arquitectura (en términos de que está relacionado con el racionalismo: «del mismo modo
sus proporciones, texturas, escalas, etc.); como que la arquitectura es un discurso tectónico, es, por definición,
transparente a la racionalidad ... por lo tanto, lo que, actual-
tampoco aspira la arquitectura no-clásica a ser mente, podemos aprender del clasicismo, no reside en sus
entendida por medio de estas preconcepciones. . tics estilísticos sino en su racionalidad». Porphyrios confunde
el clasicismo con lo clásico y el clásico, o sea, con un conjunto
La competencia del lector (de arquitectura) se de valores que privilegian a la «verdad» (P.e. la racionalidad)
de la técnica frente a la «expresión» y el error. La falacia de
puede definir como la capacidad para distinguir este argumento es que el clasicismo se apoya en una idea de
el sentido del conocimiento del sentido de la creen- continuidad histórica inherente a lo clásico, por lo tanto no
cia. En cualquier momento dado, las condiciones es capaz de producir la atemporalidad característica del clási-
para el ((conocimiento))son «más profundas)) que co. En todo lo dicho está implícito que lo clásico tiene un
status más relativo que el clásico; evoca un pasado atemporal,
las condiciones filosóficas; proporcionan la posi- una «edad de oro», por encima del tiempo moderno o del pre-
bilidad de distinguir la filosofia de la literatura, sente.
la ciencia de la magia, y la religión del mito. La
nueva competencia procede de la capacidad de 3. Precisamente, la distinción de Foucault entre lo clásico y
lo moderno es la que nunca se ha articulado adecuadamente
leer per se, de saber cómo leer, y, principalmente en relación con la arquitectura. En contraste con la diferencia-
de saber leer y no necesariamente de codificar ción epistemológica de Foucault, la arquitectura ha seguido
arquitectura como un texto.26Así, el nuevo ((obje- siendo un ininterrumpido modo de presentación desde el
to» ha de tener la capacidad, en primer lugar, siglo quince hasta nuestros días. De hecho, ya veremos que
lo que en arquitectura se considera clásico, es, en términos
de reconocerse a sí mismo como un texto, -es de Foucault, moderno, y que lo que la arquitectura ha conside-
decir, como un acto de lectura. Lo que caracteriza rado ser moderno sería, en realidad, clásico para Foucault.
la diferencia entre la ficción arquitectónica que Pero lo que aquí nos ocupa no es la distinción de Foucault
proponemos aquí y la ficción clásica es su condi- sino la continuidad que ha persistido en arquitectura desde
lo clásico hasta nuestros días.
ción de texto y la manera en que se lee: ya no
se presupone que el nuevo lector haya de conocer 4. Aunque la utilización del término «episterna» sea parecida
la naturaleza de la verdad en el objeto, tanto si a la de Michel Foucault, en cuanto que define un periodo
ésta es la representación de un origen racional, continuo de conocimiento, es necesario puntualizar que el
periodo de tiempo que aquí consideramos un epistema clásico
como si es la manifestación de un conjunto de difiere de la definición de Foucault.
reglas universales que rigen la proporción, la ar-
monía y el orden. Saber decodificar ya no tiene Foucault considera dos discontinuidades en el desarrollo de
importancia; simplemente el lenguaje no es un la cultura occidental: la clásica y la moderna. Según Foucault,
la etapa clásica empieza a mediados del siglo XVII con la
código al que asignar significados (que esto signi- primacía de la intersección del lenguaje y la representación:
fica esto). El placer reside en reconocer algo como se consideraba que el valor de lenguaje, ((su signfieado». era
lenguaje (esto es). De ahí que, proponer el fin evidente en sí mismo y encontraba su justificación dentro
del comienzo y el fin del fin, es proponer el fin del lenguaje. Por otro lado, Foucault identifica lo moderno,
originado a principios del siglo XIX, con el predominio de
de los comienzos y fines del valor, es decir, otro la continuidad histórica y los procesos analíticos autogenera-
espacio «atemporal» de la invención. Un espacio dos frente al lenguaje y la representación.
«atemporal» en el presente que no tenga una
relación determinante con un futuro ideal o con Michel Foucault, The Order qf Things. Random House Inc.,
Nueva York, 1973, pág. XXII.
un pasado idealizado. La arquitectura es, hoy, el
proceso de invención de un pasado artificial y 5. El Fin de lo Clásico no trata del fin del clásico. Solamente
un presente sin futuro. Recuerda un futuro que se cuestiona una estructura de valor contingente, que, ligada
ha dejado de serlo. a la idea del clásico, da un sentido erróneo a lo clásico. No
es que finalize el deseo por un clásico, sino que las condiciones
dominantes de lo clásico (origen, fin y proceso de composi-
Este artículo está basado en tres suposiciones o ción) están siendo reconsideradas. Por lo tanto, quizá sería

© faximil edicions digitals 2003


más adecuado titular este artículo EI Fin de lo Clásico como por medio del cual la simulación se nos muestra aparente,
Clásico. con todas sus implicaciones en el status de valor de la «reali-
dad», sin distorsionar los simulacros o permitiéndoles aban-
6. «El umbral entre clasicismo y modernidad... fue definitiva- donar su precaria posición, entre lo real y lo irreal, entre el
mente atravesado cuando las palabras cesaron de intersecarse modelo y el otro.
con las representaciones...))
Michel Foucault, OP. cit., pág. 304. Gilles Deleuze utiliza una terminología ligeramente diferente
al considerar una serie de problemas muy similares. En su
7. La fachada de la iglesia de San Andrea en Mantua de artículo Deleuze estudia la distinción platónica entre modelo,
Alberti es una de las primeras utilizaciones de arquitectura copia y simulacro como un modo de asignar valor y posición
antigua como verificación y autoridad, a través de la transpo- jerárquica a los objetos y a las ideas. Define el hundimiento
sición de tipos de edificios. Constituye, según Franco Borsi, del platonismo como la suspensión del a priori status sobre-
«un paso decisivo de lo ‘vernacular’ a lo ‘latino’». cargado de valor de la copia platónica para «elevar el status
Franco Borsi, Leon Battista Alberti. Harper & Row, Nueva de los simulacros y afirmar sus derechos frente a los iconos
York, 1977, pág. 272. o las copias. El problema ya no es la distinción entre Esencia
y Aparencia o Modelo y Copia. Toda esta distinción tiene
lugar en el ámbito de la representación... El simulacro no es
Se puede aceptar también la reutilización de la fachada frontal una copia degradada, más bien posee un poder positivo que
del templo clásico en lo vernacular, ya que las funciones del le permite negar al original y a la copia, al modelo y a la
templo en la antigüedad eran similares a las de la iglesia en reproducción. Ninguna de las, al menos, dos series divergentes
el siglo XV. De todos modos rematar la fachada del templo interiorizadas en el simulacro pueden ser consideradas como
con un arco triunfal ya es otra coas. Es como si Alberti nos original o como copia. Ni tan sólo sirve invocar al modelo
dijera que, poniendo en duda la autoridad de Dios, ei hombre del Otro, porque ningún modelo resiste el vértigo del simula-
debe recurrir a los símbolos de su propio poder para dar cro.»
credibilidad a la iglesia. Así, el arco triunfal de la fachada
de San Andrea constituye un mensaje más que un significado El término simulación es utilizado en «El Fin de lo Clásico))
inherente. en un sentido muy parecido al que Deleuze da a copia o
icono, mientras que la disimulación es conceptualmentemuy
Rudolf Wittkower, Architectural Principles in the Age of parecida a su descripción de los simulacros presocráticos.
Humanism. W. W. Norton & Co., Nueva York/Londres,
1971, pág. 54. Gilles Deleuze, «Plato and the Simulacrum» en October, n . O
27. The MIT Press, Cambridge, 1983, pág. 52.
D. S. Chambers, Patrons and Artists in the Italian Renaissan-
ce. McMillan & Co., Londres, 1970, pág. 113. 18. Esto difiere de la noción moderna de discurso internaliza-
do de la misma manera que el post-estructuralismo difiere
8. «La forma no puede seguir a la función, mientras la función dei estructuralismo, esto es como decir que el estructuralismo
(incluyendo el uso, pero no limitándose a él) haya surgido, estaba buscando las cosas que los post-estructuralistasbusca-
primero, como posibilidad de forma.» ban para ellos.

Jeff Kipnis, de un seminario en la Graduate School of Design, 19. Lo que se cuestiona, en un origen artificial pero motivado,
Harvard University. Ver también ((ArchitecturaUn Bound», no es la motivación (en vez de uan causa esencial u originaria,
manuscrito no publicado del mismo autor. como el origen clásico), sino más bien la idea de evidencia
en sí mismo. Por medio de la lógica deductiva, entendemos
9. Robert Venturi, Learningfrom Las Vegas. The MIT Press, que leer hacia atrás produce inevitablemente una evidencia
Cambridge/Londres, 1972. (Nota del Traductor: Los términos en sí misma. Por lo tanto, el proceso analítico clásico produci-
«duck» y ((decorated shed» introducidos por Venturi, y a los rá siempre un origen evidente en sí mismo. Pero, incluso
que habría que traducir por «pato» y «tinglado decorado» así, no hay procedimientos evidentes en sí mismos a priori
se mantienen en el idioma original dado su peculiar significa- que puedan dar a un origen un valor y no a otro. En una
do: el propio Eisenman explica claramente, en las próximas arquitectura de lo no-clásico, se puede proponer que cualquier
líneas, cuales son las intenciones de Venturi al establecer condición inicial pueda crear procedimientos evidentes en sí
estas dos categorías para una posible clasificación de las cons- mismos que tengan una motivación interna.
trucciones.)
20. La idea de arbitrariedad o artificialidad, en este sentido,
10. Véase la película Beyond Utopia; Changing Attitudes in ha de distinguirse de la idea clásica de arquitectura como
American Architecture, Michael Blackwood Productions, naturaleza artificial, o de la idea de arbitrariedad del signo
Nueva York, 1983. en el lenguaje. En este contexto, lo arbitrario es aquello que
no tiene ninguna conexión natural. Para que los orígenes
11. Baudrillard, refiriéndose a la muerte de la realidad de puedan ser leídos (para dar alguna muestra de que son una
Dios, dice: «pero su metafisica empezó con la idea de que contingencia del lenguaje), ha de haber un requerimiento de
las imágenes no encubrían absolutamente nada, y que, en lectura; el origen puede ser arbitrario porque es contingente
realidad, no eran imágenes, ..., sino perfectos simula- en una lectura que aporta su propia estrategia.
cros...».
21. Esta idea es básicamente la misma que utiliza Derrida
Jean Baudrillard, OP. cit., págs. 8 y 9. cuando habla de injerto en la deconstrucción literaria. Consi-
dera que el injerto es un elemento que puede descubrirse en
12. Leon Battista Alberti, On Painting. Yale University Press, el texto por medio de una lectura deconstructiva.
New Haven/Londres, 1966, págs. 68-74.
«... la deconstrucción es, entre otras cosas, el intento de
13. Morris Kline, Mathematics, The Loss of Certainty, Ox- identificar injertos en los textos que analiza: ¿Cuáles son los
ford University Press, Nueva York, 1980, pág. 5. puntos de unión y tensión donde una línea o un argumento
se acoplan a otros?... Centrándose en estos puntos, la descom-
14. «La propensión a errar es la contra-esencia fundamental posición analiza la heterogeneidad del texto.»
de la esencia primordial de la verdad. Se nos presenta como
una región abierta a toda la verdad esencial contraria. La Jonathan Culler, On Deconstruction: Theory and Criticisrii
propensión a errar y el encubrimiento de lo encubierto perte- ajer Structurism, Cornell University Press, Ithaca, 1982, pág.
necen a la esencia primordial de la verdad». 135. Las tres características del injerto, tal y como se emplea
en este artículo son: 1) EI injerto surge de la conjunción
Martín Heidegger, «On the Essence of Truth», en Basic Wri- artificial y arbitraria de 2) dos características diferenciadas
tings. Harper & Row Inc., Nueva York, págs. 136 y 137. que, en su forma inicial, son inestables. Es precisamente la
inestabilidad de las características iniciales lo que facilita la
15. Jean Baudrillard, OP. Cit. motivación (el intento de volver a la estabilidad) y lo que
posibilita también que la modificación tenga lugar. 3) En la
16. En su ensayo «The Precession of Simulacra»,Jean Baudri- incisión ha de haber algo que permita la energía, a partir de
llard estudia la naturaleza de la simulación y la implicación la unión de las dos características.
de los simulacros actuales en nuestra percepción de la natura-
leza de la realidad y la representación:«Algo ha desaparecido; Este artículo, que intenta la transposición de estas ideas de
la soberana diferencia entre ellos (Lo real y... los modelos un marco de trabajo puramente analítico a un programa para
de simulación) que era el encanto de la abstracción». trabajar, se centra más en averiguar lo que ocurre en el
proceso de hacer injertos conscientemente, que en encontrar
Jean Baudrillard, «The Precession of Simulacran. en OP. cit., aquellos injertos que hayan podido colocarse inconsciente-
pág. 2. mente en un texto. Puesto que un injerto, por definición, va
modificándose progresivamente, sería poco probable encon-
17. Baudrillard distingue entre simulación y lo que él llama trar un momento de injerción estático o no desarrollado en
disimulación diciendo que ((disimular es fingir no tener lo un texto arquitectónico; sería más probable que se leyeran
que uno tiene. Simular es fingir tener lo que uno no tiene... los resultados.
‘Alguien que finge una enfermedad puede, simplemente, irse
a la cama y hacer creer que está enfermo. Alguien que simula EI empleo del término injerto aquí se parece mucho al análisis
una enfermedad llega a autoproducirse algunos de los sínto- que hace Culler del método de Derrida para la deconstrucción
mas’. Por lo tanto, mientra fingir... es solamente un disfraz; de la oposición: ((Deconstruiruna oposición... no es destruir-
la simulación, en cambio, amenaza la diferencia entre ‘real’ la... Deconstruir una oposición es deshacerla y desplazarla.
e ‘imaginario’,entre ‘verdadero’y ‘falso’. Ya que el simulador para situarla de otro modo. Esquemáticamente,esto comporta
posee síntomas ‘verdaderos’, ¿está enfermo o no?». unos cuantos movimientos que podemos distinguir: (A) Se
puede demostrar que la oposición es una imposición metafica
Jean Baudrillard, «The Precession of Simulacran, en OP. Cit., e ideológica, i ) sacando a relucir sus presuposiciones y su
pág. 5. rol sobre el sistema de valores metafisicos -una tarea que
puede requerir extensivos análisis de gran cantidad de textos
Según Baudrillard, la simulación es la generación a través enunciados y confiados en esta idea. Pero (B). al mismo
de modelos de algo real sin origen ni realidad; ya no ha de tiempo, se puede mantener simultáneamente la oposición.
ser racional, puesto que ya no se mide por medio de ejemplos I ) empleándose ésta en el argumento y 2) reestableciéndola
ideales o negativos. Aunque ésto se parezca mucho a mi de modo que se le da otro status e impacto diferente)).
propuesta de lo no-clásico, la diferencia reside, fundamental-
mente, en que lo no-clásico es una disimulación y no una Jonathan Culler, OP. cit.. pág. 150.
simulación. Baudrillard habla del peligro que supone realizar
simulacros -porque su naturaleza les obliga a hacerse con «Esta concentración en lo que es aparemente marginal hace
los atributos «reales» de lo que están simulando. La disimula- funcionar la lógica de la suplementariedad como una estrate-
ción se define aquí de un modo diferente: como un acto, gia interpretativa: lo que ha estado relegado o marginado
L

© faximil edicions digitals 2003


por anteriores intérpretes, puede ser importante, precisamen-
te, por aquellas razones que provocaron su marginación)).
Jonathan Culler, OP. cit.. pág. 97.
La idea de que la presencia no es nunca un absoluto choca
37
3/ I984
Jonathan Culler. Op. cit.. pág. 140. con todas nuestras convicciones intuitivas. Si no puede haber
una presencia inherentemente significativa que no sea en sí
Derrida pone énfasis en el injerto como una condición no- misma un sistema de diferencias, tampoco puede haber, en-
dialéctica de la oposición; este artículo subraya los aspectos tonces, un origen a priori o sobrecargado de valor. «‘Differan-
de proceso que surgen del momento de injertación. Las dife- ce’ es el juego sistemático de las diferencias, las huellas de
rencias más importantes se ponen de manifiesto en la termi- las diferencias, del distanciamiento por medio del cual los
nología y el énfasis. La discusión de Culler acerca de la elementos se relacionan unos con otros. Este distanciamiento
estrategia deconstructiva contiene todos los elementos del es la producción, a la vez activa y pasiva, de los intervalos
injerto: por medio del análisis de texto, empiezan a revelarse sin los cuales los términos ‘llenos’ no podrían significar, no
oposiciones. Estas están yuxtapuestas de tal modo que crean podrían funcionar.))
movimiento. y la deconstrucción (injerto) puede identificarse
en términos de aquella motivación. Jacques Derrida, Positions. Athlone, Londres, pág. 38.

22. «La naturaleza arbitraria del signo y del sistema, sin 25. Siempre hemos leído la arquitectura. Tradicionalmente
ningún término positivo, conlleva la noción paradójica de no inducía a la lectura sino que la respondía. La utilización
«huella instituida)), una estructura con gran cantidad de refe- de arbitrariedad, es una idea para estimular o inducir la
rentes, en la cual sólo hay huellas -huellas previas a cualquier lectura de huellas sin referencias al significado sino a otras
entidad de la que quizá sea la huella-)). condiciones del proceso -es decir, estimular la lectura pura
sin valores ni prejuicios, en vez de la interpretación-.
Jonathan Culler, Op. cit., pág. 99.
26. Anteriormente se consideraba que existía un lenguaje de
Esta descripción de ((huella instituida)) puede relacionarse valor a priori, una poesía, dentro de la arquitectura. Ahora
con la idea de motivación, tal como la entendemos en este decimos que la arquitectura es meramente lengua. Leemos
artículo. La motivación, aquí, es similar a la descripción que tanto si sabemos que’lengua estamos leyendo como si no.
hace Derrida de d(ficrance»- la fuerza de dentro de un objeto Podemos leer francés sin entender francés. Podemos saber
que hace que éste sea dinámico en cualquier punto de una que alguien está diciendo algo sin sentido o emitiendo ruido,
transformación continua. La motivación interna determina es decir, sabemos que no hay significado previo a la compren-
la naturaleza de la modificación para el objeto, y se hace sión. Antes de ser competentes para leer y entender poesía,
leíble a través de la huella. AI igual que la «huella instituida)) podemos saber que algo es lengua. Leer, en este contexto,
de Derrida, la motivación describe un sistema que es interna- no se trata de decodificar para obtener significado o contenido
mente consistente, pero que también es arbitrario puesto que poético, sino para obtener la comprensión.
no tiene ni principio ni fin, ni ninguna dirección necesaria
o valorada. Sigue siendo un sistema de diferencias, y sólo 27. Es una coincidencia que el titulo del artículo de Franco
puede entenderse en términos de espacios entre elementos o Rella, al que esta nota hace referencia, «Tiempo del Fin y
momentos del proceso. Tiempo del Comienzo)), y el título de mi artículo se parezcan
tanto, puesto que ambos utilizamos los términos comienzo
23. L,a modificación es un aspecto de la extensión (véase y fin con propósitos totalmente diferentes. Rella identifica
Jeff Kipnis, ((Architecture Un Bound)), OP. cit.) que es defini- el presente como el tiempo del fin, afirmando que el resultado
do por Kipnis como un aspecto de la decomposición. Mien- paradójico del progreso ha sido el de crear una cultura que
tras que la extensión es cualquier movimiento que empiece simultáneamente desea progreso y se siente abrumada por
con una condición inicial o un origen (no necesariamente un sentimiento de eventualidad y un sentimiento crónico de
un origen), la modificación es una forma especial de exten- pérdida irredimible. El resultado es una cultura que «no ama
sión. centrada en presentar la evidencia de las condiciones lo que ha sido sino el fin de lo que ha sido. Odia el presente,
iniciales como un ejemplo, sin sustraer ni sumar materialidad. el existente y el cambiante. No ama, por lo tanto, nada.)) El
Por otro lado, la síntesis, por ejemplo, es un tipo de extensión artículo de Rella se pregunta si, hoy por hoy, es posible
que no intenta mantener la evidencia de las condiciones edificar con en vez de contra el tiempo. Rella desea el retorno
iniciales. sino que intenta conseguir un todo creado de nuevo hacia un sentimiento de limitación temporal y hacia la posibi-
(del mismo modo, el análisis intenta trasladar cualquier con- lidad de vivir nuestro propio tiempo sin intentar retornar al
dición específica a su condición original). pasado. El mecanismo por medio del cual propone recrear
esta posibilidad, es el mito. Rella diferencia entre mito y
Idealmente. la traslación no es una extensión sino una pura ficción, y es esta diferencia lo que evidencia la oposición
relocalización. Esto difiere de mi definición. Véase mi texto entre su propuesta y las proposiciones de este artículo. El
sobre la House X, en el cual defino, por primera vez, los mito es definido como una narración de acontecimientos
términos transformación y decomposición. ostensiblemente históricos que sirve para revelar -arte de la
visión del mundo de una gente determinada, o explicar una
24. EI concepto de huella en arquitectura, tal como lo enten- práctica, creencia o fenómeno natural. El mito es la creación
demos en este artículo, es parecido a la idea de huella de de orígenes, en el sentido tradicional sobrecargado de valor,
Derrida. en que sugiere que no puede haber un objeto repre- dando historia y, por lo tanto, valor a acontecimientos inexpli-
sentacional ni una «realidad» representable. La arquitectura cables o atemporales. Rella propone el mito como invención
se convierte en texto más que en objeto cuando se concibe de otro plan, de otro mundo y despide la ficción como verosi-
y presenta como un sistema de diferencias y no como una militud, meramente creando la apariencia de la verdad. En
imagen o una presencia aislada. La huella es la manifestación vez de intentar un retorno al pasado, el mito intenta la
visual de un sistema de diferencias, un registro del movimien- creación de un nuevo comienzo, situándonos en un estado
to (sin dirección), que nos obliga a leer el objeto presente de ansiedad menos agudo. Pero el mito no puede aliviar la
como un sistema de relaciones, ligado a otros movimientos paradoja del progreso. Por el contrario, El Fin del Comienzo
previos y anteriores. El término huella, en este sentido, ha y El Fin del Fin propone la disimulación, que no es ni la
de ser distinguido del uso que hace Derrida de él, puesto simulación de la realidad tal como la conocemos, ni la pro-
que Derrida relaciona su idea de «differance» con la imposibi- puesta de una verdad alternativa, que se apoye en estructuras
lidad de la «presencia» como entidad aislable. «La presencia de creencia verificantes de idénticas características -es decir,
del movimiento es solo concebible si sabemos que cualquier orígenes, transformaciones y fines. «El Fin de lo Clásico))
instante está marcado con las huellas del pasado y el futuro... insiste en mantener un estado de ansiedad, proponiendo la
si el instante presente no es ni el pasado ni el futuro... si el ficción en un sentido auto-reflexivo, un proceso sin orígenes
instante presente no es algo dado, sino el producto de las ni fines que mantiene su propia ficticiedad, en vez de propo-
relacioncs entre pasado y futuro. Si el movimiento es presente, ner una simulación de la verdad.
la presencia ha de estar previamente marcada por los términos Franco Rella, ((Tempo della fine e tempo dell’inizio)) en
‘differance’ y ‘deferral’)). Casabella n.O 4891499, EneroIFebrero 1984, págs. 106-108.

CONTRA EL
NEOACADEMICISMO
bruno zevi
Este artículo ha sido publicado en Casabella, n . O En arquitectura, el retorno a lo privado se mani-
4 74/4 75, noviernbre/diciembre 1981. fiesta en tres tendencias diferentes que convergen
en un mismo intento restaurador:
Los dos años transcurridos desde el Congreso
Nacional de Arquitectura de 1979 (N. del T. 1) I 1. la neo-academia que maniática del orden y
han visto, en la cultura internacional, primero los «órdenes», rezuma los temas más nauseabun-
la exhacerbación y después el agotamiento del I dos de las dictaduras;
retorno a lo privado, así como de todas las formas 2. el post-modernism que, en un clima pseudo-
de evasión de las obligaciones y responsabilidades anárquico y pseudo-historizante, reincide en las
del presente. I más pálidas formas del eclecticismo;
I
© faximil edicions digitals 2003

Das könnte Ihnen auch gefallen