SE tambalean como borrachos en un delirante exilio de los sentidos, dejando que su
ceguera los guíe siempre más allá de lo que pudo ser suyo, dejando que lo que fue su antiguo yo se desvanezca y se pierda en el ocaso del olvido, para no recuperarlo nunca, para que nunca sea más que la idea de haber sido algún día, de tal forma que la luz que había sido suya se haya ido para siempre. Y cuando llegan los médicos es demasiado tarde, Ya se han cerrado las persianas sobre la ciudad, las bolsas de viento se han vaciado.