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DE APRENDICES A MAESTROS
ENSEÑAR Y APRENDER A ENSEÑAR
M.C.D . - En primer lugar, en este análisis hay que incluir a diversos actores
institucionales. Por un lado, tenemos al instituto de formación, que suele sostener reglas
de juego, rituales y tradiciones homólogas a los de las escuelas de práctica. En este caso,
de no haber una propuesta institucional distinta, lo que se hace es reforzar dichas reglas
y tradiciones. Por otro, tenemos, lógicamente, las escuelas que, en general, son campos
de prácticas de ensayo y residencia, manteniendo débiles acuerdos formativos con el
instituto formador. En este aspecto, la investigación que hemos realizado muestra como
tendencia que los acuerdos son implícitos, más basados en intereses personales de los
actores y en generar poco ruido en las rutinas de la escuela y del aula, que en la
construcción de nuevas alternativas de acción. Cuando esto ocurre, el dispositivo de
residencia apunta directamente al aprendizaje adaptativo a las prácticas vigentes. En
esto, nuevamente, el discurso especializado ha desarrollado muchas propuestas de
enseñanza en el aula sin incluir explícitamente el tratamiento de los acuerdos formativos
institucionales como componente primero del dispositivo de formación en las prácticas,
con lo cual volvemos a fragmentar las teorías y las prácticas.
M.C.D. - Es importante evitar la idea de que hay respuestas simples para estos
problemas, considerando los niveles de burocratización sistémica y subjetiva que se
inscribe en las prácticas. Sin embargo, algunos ejes pueden ser propuestos y se
desprenden en gran medida del análisis anterior. Vamos a distinguir en este intento de
respuesta a dos niveles de acción: primario o directo y secundario o sistémico.
En el nivel de acción primaria, es necesario que las escuelas en las que se realizan las
prácticas alcancen el perfil de escuelas experimentales, orientadas a la formación y la
innovación, con estrecho acuerdo formativo con los institutos de formación: propósitos,
intenciones, estrategias, resultados compartidos, etc. La idea de experimental no
encierra ninguna intención de “laboratorios abstractos” sino de desarrollo de
experiencias reales y situadas, con control compartido de resultados. La falta de este
encuadre limita enormemente las posibilidades de intervención. Dicho sea de paso, este
vínculo tampoco está hoy presente o construido en muchas de las Escuelas Normales
Superiores que incluyen departamentos de aplicación en su organización.
Esto incluye un programa de desarrollo de “docentes – tutores” para las prácticas en las
escuelas y un consistente vínculo entre éstos y los profesores de práctica de los
institutos de formación, como equipo de trabajo con relaciones horizontales y de
aprendizaje mutuo. Hay mucha experiencia realizada en este sentido en distintos países.
A su vez, los profesores de práctica tendrían que tener un claro perfil profesional
orientado a la enseñanza y experiencia real de trabajo en las escuelas del sistema, así
como una preparación para la investigación operativa en el aula, en cuanto investigación
sobre la práctica. Se trata de construir el período de prácticas y residencia en un
proceso de desarrollo, aprendizaje colectivo y experimentación situada.