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Sumario
1. La construcción del andamiaje conceptual modernidad/colonialidad. 2. El carácter
peculiar del estado-nación en el entramado de la colonialidad del poder. 3. Poder y
estado.
Aníbal Quijano
Si ya era destacado el papel del sociólogo peruano Aníbal Quijano para la cons-
trucción de un pensamiento propio que pudiera de mejor manera recuperar la
realidad de América (Latina) con un ánimo de aportar elementos hacia su trans-
formación, desde mediados de los años sesenta con sus trabajos sobre margi-
nalidad, o entre los años setenta y ochenta en la clarificación que ofrece sobre
la heterogeneidad histórico-estructural, su aportación desde inicios de los años
noventa se torna aún más representativa y asume un carácter protagónico. Se
trata de un vuelco epistemológico que lo ubica como uno de los baluartes más
significativos para reconducir de lleno toda la discusión sobre la modernidad y
el capitalismo, que finca sus bases en el específico patrón de poder que arranca
y se instaura en lo que el suceso América marcará para la historia del mundo.
El examen del problema del poder que viene formulando Quijano desde
mediados de los años sesenta encuentra una serie de estaciones de tránsito que
atraviesan el recorrido de un pensamiento que se va conformando, madurando
y haciéndose definitivo y definitorio luego del tratamiento de ciertos temas en
que condensa su aportación.
El poder en los tempranos sesenta le interesa desde una matriz históri-
co-cultural a propósito de las posibilidades que desde la “cholificación” del Perú
se abren para una transformación antioligárquica de esa sociedad. El interés que
simultáneamente está desarrollando cuando analiza el modo en que el capital
1
Aníbal Quijano, “América Latina en la economía mundial”, Problemas del desarrollo, núm. 95,
1993, p. 59.
estos procesos como crisis del esquema de asociación entre modernidad y racio-
nalidad, no porque el sistema se tornara irracional, sino porque toda moderni-
dad se asoció con modernización y toda racionalidad con eficacia instrumental.
No se trataba de que prevalecieran los medios sobre los fines, sino que única-
mente podía haber “reinado de los medios” (instrumentales), pues éste pasó a
ocupar el lugar privilegiado como único fin social. Lo que la racionalidad pudo
haber contenido de emancipación, liberación o ilustración se saldaba en esta
coyuntura por la derrota histórica de pueblos, comunidades, colectividades, tra-
bajadores; y con la apertura de un periodo de contrarrevolución global (otro
modo, para Quijano, de mentar la globalización), pero que podía llegar a signi-
ficar también fase de apertura para otros protagonismos sociales que anuncia-
ban el nuevo carácter de las reivindicaciones históricas, como fue el caso de los
movimientos de los colonizados de siempre a cinco siglos (por aquel entonces)
de la violenta conquista; del “¡Ya basta!” zapatista de 1994; o de los movimientos
indios de radicalidad y composición variable que a inicios de este milenio tuvie-
ron por arena de combate a la zona andina.
Es éste muy complejo escenario, que cruza el largo plazo de la crisis capita-
lista con el instante histórico de agitación en las luchas indígenas continentales,
el medio social y político y el estado de ánimo cultural en que Aníbal Quijano
eleva su alegato, no tanto para impensar sino para trastocar y hasta invertir la
discusión sobre el capital, el capitalismo y la modernidad, al asociar ésta última
con el proceso que, a déficit de una “palabra que haga juego con la cosa”, signa
con su muy apropiado neologismo: “colonialidad”. De ahí en adelante muchos, y
no pocos, discutirán estos temas colocando, a modo de premisa mínima para la
crítica, el hablar de “modernidad/colonialidad”. Luego otros conferirán, según
sean sus intereses y con muy diversos resultados, variedad de adjetivos para “la
nueva palabra”, pero no podía ser de otro modo que para su creador, y queda
muy en claro que de lo que se habla es de “colonialidad del poder”. Es así que,
para evitar hacer de ello un nuevo evangelio o propiciar una falsa conversión en
metafísica, justamente se ha de colocar como punto de partida la exigencia de no
rehuir de la historia y de entender ésta no al modo de lineal teleología, sino como
campo de disputa. La inclusión de lo histórico y de lo que América (Latina y el
Caribe) significó para lo histórico-mundial, hace posible el distanciamiento en el
campo del conocimiento (desde ahí comienza, y genera potencialidades nuevas
2
Aníbal Quijano, “Colonialidad del poder: globalización y democracia”, Revista Umbral, 2000,
p. 40. Disponible en: http://umbral.uprrp.edu/sites/default/files/colonialidad20del 20po-
der20globalizacic3b3n20y20democracia.pdf
reconocido en ese plano (cognoscitivo) de sus luchas, gestas que vienen de ante-
cedentes tan remotos como para ser situados desde el mismo siglo xvi.
cuando acude a pensar la cuestión del poder y la democracia y cómo estas cues-
tiones se amalgaman al interior del estado.
Cualquier esbozo que se haga sobre la problemática del estado-nación en el
pensamiento reciente de Quijano debe ser encuadrado en aquel horizonte mayor
que hemos referido en el apartado previo, esto es, en su descripción crítica de
la “modernidad/colonialidad”. Nuestro autor, en las últimas dos décadas se ha
dedicado a precisar el contenido del concepto “colonialidad del poder”, y es jus-
tamente a partir de esta categoría como debe ser abordada en su obra la cuestión
que ahora nos ocupa.
Al hacer comparecer su concepción en torno a la modernidad/coloniali-
dad con relación al ámbito específico del estado-nación, Quijano remite a varios
procesos y momentos históricos que quizá sea necesario distinguir. Particular-
mente, conviene tener presente su encuadramiento histórico de la modernidad/
colonialidad a partir de la expansión ibérica a América. En este enfoque, desde
1492 se configura el horizonte moderno/colonial que perdura hasta el presente,
aunque en la actualidad revela claras señales de crisis y de agotamiento.3
En su abordaje de la temática del estado-nación, Quijano realiza una dis-
tinción fundamental, que trae a cuento su participación en el debate sobre el
desarrollo y el subdesarrollo que se perfiló en las décadas de 1960 y 1970. Por
un lado, se tendría que ubicar a los espacios-tiempos históricos que alcanzaron un
mayor despliegue en la relación capital-trabajo asalariado; esto significa que una
parte del sistema mundial que se conforma desde el siglo xvi se desarrolla de
manera pronunciada en sentido capitalista, articulada al tipo de relación que se
establece con otras unidades territoriales en las que predominan otro tipo de
formas de control del trabajo. Es ahí donde se tendría que ubicar al estado-na-
ción moderno, ya que “en todos los países de avanzado ‘desarrollo’ de ese capi-
talismo, el proceso que ha llevado hasta allí ha sido presidido por el desarrollo
del moderno estado-nación, no a la inversa”.4 Un aspecto de este tipo de espa-
cios-tiempos consiste en el mayor grado de democratización y nacionalización
3
Aníbal Quijano, “La crisis del horizonte de sentido colonial/moderno/eurocentrado”, Casa
de las Américas, núms. 259-260, pp. 4-15.
4
Aníbal Quijano, “El fantasma de desarrollo en América Latina”, Revista Cesla, núm. 1, 2000,
p. 40.
5
Ibid., p. 41.
6
Aníbal Quijano, “Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina”, en Edgardo Lan-
der, La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas latinoamericanas,
Buenos Aires, Clacso, 2000, p. 204.
7
Quijano, “El fantasma de desarrollo...”, op. cit., p. 51.
8
Aníbal Quijano, “‘Raza’, ‘etnia’ y ‘nación’ en Mariátegui: cuestiones abiertas”, en Roland For-
gues, José Carlos Mariátegui y Europa. La otra cara del descubrimiento, Lima, Amauta, 1992.
9
Ibid., p. 179.
10
Idem.
11
Idem.
12
Ibid., p. 180.
13
Quijano, “Colonialidad del poder...”, op. cit., pp. 12-13.
14
Ibid., p. 14.
15
Ibid., p. 9.
16
Ibid., p. 14.
Poder y estado
Bibliografía