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1. Subraya siempre: La más conocida y simple consiste en destacar, con un rotulador o bien
un lápiz, la parte del temario más importante. Esto no quiere decir eliminar información sino
sintetizarla, separar la paja del grano.
Además podemos usar distintos colores si lo preferimos, así nos resultará más fácil organizar la
lectura. Primero debemos leer el texto globalmente para extraer su sentido y posteriormente
subrayar lo más relevante para después continuar con el estudio.
2. Haz tus propios apuntes: Otra técnica muy habitual junto con subrayar es realizar
apuntes. Consiste en resumir el texto extrayendo lo más importante, anotando todas las partes
clave. Podemos utilizar nuestro propio lenguaje de forma que así resultara más fácil el
entendimiento de lo que hemos apuntado. Puedes usar lápiz y papel o si lo prefieres un procesador
de texto.
3. Realiza tu mapa mental: Organiza y sintetiza las ideas creando un mapa mental. Un mapa
mental bien hecho nos ayudará a administrar mejor el tiempo que invertimos en el estudio y a
asentar nuestras ideas eficazmente.
junto con tu mapa mental antes mencionado, esto multiplicará tu capacidad de asimilación a la
hora de estudiar.
5. Elabora un fichero: Utiliza fichas de estudio, son notablemente efectivas para absorber
datos concretos, por ejemplo números, palabras o fechas. De esta manera el aprendizaje es
mucho más dinámico y sencillo puesto que pueden ser consultadas fácilmente.
8. Realiza tests para evaluar tus conocimientos: Al final de todo es muy interesante ponerte
a prueba realizando tests. Los test nos ayudarán a identificar aquellas partes que llevamos más
flojas, de esta manera podremos focalizar área que debemos fortalecer.
Además si realizamos exámenes de prueba o si mejor los intercambiamos con algún compañero
podremos cerciorarnos que puntos hemos dejado por alto. De manera que crear test, hacer
exámenes de prueba e intercambiarlos como método final antes de examinaros.
10. Realiza un plan de estudio: Por último es imprescindible organizarse a través de un plan
de estudio. Habitualmente, muchos estudiantes no tienen esto en cuenta cometiendo un error
descomunal.
Crear un calendario de estudio teniendo presente los objetivos previamente marcados y la
disposición de tiempo. Por decirlo de alguna manera es una forma de administrarse. De igual
manera que un alpinista no asciende de un tirón el Everest, debes establecer tus campos base y
determinar objetivos concretos en un plazo para así finalmente llegar a la meta. Este es el primer
paso y la clave para tener éxito en cualquier materia.
Sin embargo, muchas veces lo aprendido es olvidado con gran velocidad, aplicándose unas pocas
veces a lo sumo y luego desapareciendo de nuestras vidas. ¿Por qué olvidamos este material?
2. Utilizar acrónimos: De gran utilidad para recordar fórmulas y listados, esta técnica
mnemotécnica básicamente se basa en utilizar las iniciales de las palabras para formar otra
que permita el recuerdo de todas. Se basa pues en utilizar pistas muy concretas para rememorar
la información.
De este modo, la sonoridad de un acrónimo nos da pistas que nos llevan con mayor facilidad hacia
las palabras y conceptos que tratamos de recordar.
3. Crear una ruta imaginaria: Se trata de un truco mnemotécnico conocido si bien puede ser
complejo si las asociaciones no se hacen bien. Su funcionamiento es simple, se trata de crear
una ruta imaginaria en la cual vinculemos los diferentes puntos de referencia a los nombres
o elementos que estudiar. Para que sea efectiva es necesario tener en cuenta que tenemos que
ser capaces de recordar la asociación (por ejemplo que sea el lugar donde se compra, tengan un
color parecido, etc.).
4. Uso de rimas, palabras o frases semejantes: Emplear palabras que rimen con las de aquellos
elementos que queremos aprender puede permitir recordar mejor un material concreto. Dividirla
en fragmentos más pequeños y más fáciles de memorizar también puede ser útil.
Básicamente se trata de poder asociar la palabra, número o conocimiento a aprender con otro
elemento que nos sea más accesible.
Este truco para recordar, por cierto, puede ser utilizado combinándolo con el de la creación de
acrónimos.
5. Emplear el sentido del humor y la imaginación: Los estados emocionales positivos
facilitan la memorización. Por este motivo intentar vincular humor y estudio, siempre que se
realice en su justa medida y con unos conocimientos previos suficientes, puede ser de gran utilidad
para recordar mejor lo estudiado. El uso de pequeños juegos, así como adivinanzas, puede
resultar provechoso.
6. Utilizar tus gustos y hobbies: Otra técnica mnemotécnica que facilita la consolidación del
material en nuestra memoria es salpicar el proceso de estudio con cosas que te gusten. Por
ejemplo, intenta vincular el material a estudiar a tus series, películas o libros favoritos, o
intenta imaginar una relación con las cosas que te apasionen, tus hobbies.
7. Vincula lo nuevo a lo viejo: Para poder aprender de manera fácil y efectiva es necesario ser
capaz de dotar de sentido a la información que nos dan. La mejor forma de hacer esto es
relacionar el material a aprender o retener con conocimientos previos o experiencias vividas. Así, la
información nueva no debe crearse de cero, sino que se vuelve una profundización de cosas que
ya hemos visto o vivido con anterioridad, necesitando menos esfuerzo para codificar el material y
memorizarlo. Estamos hablando del aprendizaje significativo.
Siguiendo esta misma lógica, si lo que se quiere recordar mejor es un texto con ideas relativamente
complejas, repasar es indispensable y, aunque parezca mentira, muy eficaz. Leer una segunda o
tercera vez un texto no solo sirve para ver otra vez aquello que hay que recordar; también nos
permite ver relaciones entre las ideas que aparecen al principio y al final del texto. Esto nos permite
entender mucho mejor lo que estamos leyendo, y la comprensión es la clave a la hora de recordar,
porque significa integrar todos los datos en un sistema coherente de información donde no hay
“piezas sueltas”.
10. Utiliza diferentes vías para procesar la información: A menudo pensamos en estudiar como
una actividad en que básicamente nos quedamos sentados leyendo un contenido concreto hasta
que se grabe en la memoria. Si bien se trata de un método para aprender, también pueden
utilizarse diferentes tipos de ayuda. La visualización de videos, el uso de audios y ejercicios a
través de los cuales poner en práctica los conocimientos adquiridos son de gran ayuda.
11. Explica a otros el material/ Estudia en grupo: De igual modo que en los dos casos
anteriores, el hecho de tener que exponer ante otros el material a memorizar fuerza a trabajar
con la información, de modo que su retención es mayor. Además, el hecho de trabajar de manera
colaborativa hace que la visión del tema pueda enriquecerse con las perspectivas de otros y ayuda
a adoptar otros puntos de vista.
Asimismo también facilita tomarse el estudio de una manera más relajada o seria, según el tipo de
persona que nos acompañe, pudiendo motivar al estudio o rebajar el nivel de tensión. Sin embargo
también se corre el riesgo de desviarse demasiado o de mantener posturas demasiado opuestas al
respecto de un tema específico, de modo que debe valorarse el tiempo disponible y el tipo de
vinculación con la otra persona.
1. El día antes del examen: El día anterior a la prueba, lo ideal es no abrir ningún libro. No
debes estudiar: simplemente dedícate a otras actividades que permitan que tu mente se relaje.
Intentar estudiar el día antes del examen puede conducirte a aumentar la tensión que sientes, y tu
cerebro no está preparado para empaparse de conocimiento bajo esas circunstancias.
En cuanto a los minutos antes de la prueba, el consejo va por la misma línea: aunque es frecuente
que veas a todos los estudiantes repasando a última hora sus notas y apuntes mientras esperan
que se inicie formalmente la prueba, muchos de ellos no son conscientes que esto solo les reporta
un estado de ansiedad mayor.
Además, es altamente probable que no puedas aprender nada nuevo en esos cinco o diez
minutos de repaso: piensa que tu preparación ha de haber empezado semanas y hasta meses
atrás, y todos los conocimientos e información que has ido adquiriendo están bien consolidados en
tu cerebro.
estresado de casa viendo que vas con el tiempo justo, pasando por el instante en que llegues al
centro con prisas: esto repercutirá negativamente en tu estado mental durante el examen. Además,
ten en cuenta que en la mayoría de facultades e instituciones donde vas a examinarte, llegar tarde
a la prueba puede ser motivo suficiente para que te suspendan directamente.
Por tanto, calcula bien los tiempos (piensa que puede haber imprevistos de todo tipo) y así podrás
organizarte mejor para llegar al centro con un margen de tiempo suficiente que te permita estar
tranquilo.
3. Hablar con otros alumnos: cuidado… Durante la espera previa al examen, hay dos tipos de
personas: las que se recluyen en sí mismas para meditar o repasar sumariamente algunos
apuntes, y las que empiezan a preguntar a los demás y a mostrarse inusualmente comunicativas.
Aquí debes hacer una autorreflexión y decidir cuál es la estrategia que es mejor para ti.
Si por ejemplo eres una persona un pelín obsesiva y tiendes a ponerte nervioso antes de un
examen porque tus pensamientos te secuestran, quizá te convenga entablar algunas
conversaciones cordiales con otros alumnos en torno al examen que estáis a punto de hacer: eso
puede ayudarte a quitarte los nervios de encima y entrar al aula con la mente más despejada. Por
el contrario, si has notado que empezar a hablar con los demás alumnos antes del examen te
sumerge en un mayor grado de tensión (no es infrecuente que habléis sobre temas que van a salir
en el examen, e igual te da la sensación de que vas menos preparado de lo que creías), plantéate
tomar la estrategia contraria y recluirte más en ti mismo/a, intentando focalizar tu mente en un
estado óptimo. Lo ideal es que, sigas una u otra estrategia, trates de estar tranquilo y huyas de las
fuentes de estrés.
4. Piensa sobre dónde vas a ir después del examen: Después de entregar el examen
terminado, notarás una sensación de relajación y alivio: la suerte está echada. Si piensas en
algo satisfactorio para hacer cuando hayas salido del centro, tu cerebro relativizará la importancia
del examen y esto te ayudará a que tus nervios se disipen. De este modo, te será más sencillo
responder las preguntas de la prueba más tranquilamente y la ansiedad no te bloqueará.
5. La importancia de pensar en positivo: Para todas las facetas tu vida en general y para
preparar exámenes en particular, es esencial que pienses en positivo. Si te enfocas hacia el
logro y trabajas lo necesario para aprobar ese examen al que tanto temes, estarás cimentando tus
posibilidades de éxito. La mente tiene un gran poder en la consecución de nuestros objetivos.
Confía en tus opciones, estudia lo necesario y así llegarás al examen mucho más calmado y
enfocado hacia el éxito.
Si sigues estos cinco trucos, estoy seguro que tus exámenes serán un éxito total. ¡Mucha suerte!
1. Premios: Pensar en la imagen de que tienes 2-3 horas de estudio por delante es, digamos,
poco... estimulante. Pero hay una forma de hacerlo menos pesado:
Tómate un descanso cada 50-60 minutos y haz alguna actividad que te guste durante 10
minutos: ver la televisión, leer, hacer ejercicio, etc. Es cuestión de que sepas que el esfuerzo no
va a ser sobrehumano, más bien todo lo contrario; se trata de compaginar el esfuerzo dedicado al
estudio con actividades placenteras o de ocio, así asociamos inconscientemente el estudio con
algo positivo y llevadero.
2. ¡Fuera distracciones!: ¿Eres el clásico estudiante que está en clase mirando el facebook
cada minuto o garabateando en la libreta? No temas, de esos los hay muchos. Son los mismos
que estudian 1 hora de cada 4.
Esto se debe a que para llegar a un estado pleno de concentración se tardan casi 10 minutos.
Llegados a este punto, si por activa o por pasiva este proceso de concentración es interrumpido,
tendrás que reiniciar el proceso.
¿Y qué podemos hacer para evitar distraernos? Evitar redes sociales, esconder el móvil o
apagarlo, alejarse de la TV, etc. Son pequeños detalles que aunque parezcan insignificantes,
importan. Este método de estudio puede resumirse así: cuando te toque descansar, descansa y no
te compliques la vida, pero cuando sea momento de estudiar, no te dediques a otra cosa.
3. Música para concentrarse: Estaremos de acuerdo que ponerse canciones de heavy metal o de
electrónica para estudiar le funciona a muy pocas personas… pero a pesar de la creencia popular
de que a la hora de estudiar no hay que escuchar música, hay ciertas melodías y sonidos que
pueden ayudar a entrar en estado de relajación. Puedes probar, por ejemplo, con piezas
musicales para meditar.
Otros consejos en torno a la música a la hora de estudiar:
Evita poner la típica canción pegadiza, o una que te guste mucho.
Elige una lista de reproducción de como mínimo 50 minutos, así no te verás en la necesidad
de buscar canciones al cabo de un rato.
La radio no sirve. La voz de los presentadores puede llegar a ser irritante a la hora de estudiar.
4. Estudia con antelación: En la carrera nunca estudiaba el día antes del examen, ni tampoco
el mismo día. Tampoco para los exámenes más importantes como los finales. La clave estudiar
con meses de antelación, un poco cada día. Si estudias un examen que tienes dentro de dos
meses durante una hora o dos al día tienes el éxito asegurado.
La información se estructurará en en tu mente a largo plazo, se conservará durante mucho
tiempo y podrás hacer uso de ello cuando lo necesites. Si estudias de forma apurada el día antes,
o dos o tres días antes, puede que apruebes, pero el conocimiento no quedará bien fijado y lo
acabarás por olvidar. Las cosas se te pondrán difíciles en el futuro, cuando los profesores den por
supuesto que recuerdas los contenidos de lecciones anteriores.
5. Mapas mentales: Un mapa mental es una imagen esquematizada usada para representar
palabras, ideas o conceptos vinculados alrededor de una idea central. Los mapas mentales son un
método muy bueno memorizar información. ¡Lo recomiendo!
6. Haz ejercicio físico: Aunque no lo parezca, el ejercicio puede formar parte de los métodos de
estudio. Según un estudio de la Universidad de Illinois, hacer 20-30 minutos de ejercicio antes
de un examen mejora la concentración. Muchas veces, antes de un examen he ido al gimnasio
para desestresarme, al fin y al cabo había estudiado con mucha antelación y podía permitirme el
lujo (a modo de premio).
Desde mi punto de vista es un gran error pensar que el día del examen o el día antes hay que
pasarlo estudiando hasta el último minuto. Hay que darse un margen para descansar y entrenar los
músculos para estar en el mejor estado físico posible antes de someternos a la presión de un
examen. ¡Somos humanos!
7. Cambia los lugares de estudio: Si vas cambiando lugares donde estudias mejorarás tu
concentración y podrás retener más datos. Esto se debe a que estudiar en un mismo sitio, por
activa o por pasiva, nos acaba por irritar. Introducir nuevas variables en el estudio rompe esa rutina
y nos aporta un balón de oxígeno para estudiar.
Una buena opción sería alternar entre tu casa y diversas bibliotecas públicas.
8. Come bien y sano: El hambre hará que estés sin energía y distraído. Te recomiendo que
comas algo antes de estudiar, especialmente almendras (al contener fenilalalina, que estimula las
neuronas) y la remolacha (el monofosfato de uridina ayuda a mejorar las capacidades cognitivas).
10. Haz simulacros de exámenes: Imitar un examen mediante un simulacro es muchas veces
más útil que leer o subrayar. Te replanteas posibles preguntas lógicas (que posiblemente
coincidirán con las del examen real) y ayudarás a regular la ansiedad previa, pues el examen
“real” solo será uno de tantos.
Además, realizar simulacros de exámenes es uno de los métodos de estudio más útiles, porque te
ayuda a descubrir lagunas y puntos flacos en tu conocimiento.
Sin embargo, habrás percibido que hay personas a las que se les dan muy bien los exámenes
tipo test y otras personas que se ponen a temblar cuando tienen que enfrentarse a una prueba de
estas características. Los exámenes tipo test tienen la particularidad de que suelen ser más
favorables a aquellas personas que gozan de una buena intuición. Por contra, las personas
que tienden a ponerse nerviosas durante los exámenes suelen obtener calificaciones por debajo de
lo esperable. Y todo esto a pesar de que, de hecho, no exista ninguna diferencia en los
conocimientos que han adquirido unos y otros.
¿Por qué a algunos les encantan los exámenes tipo test y otros los detestan?
La clave, aparte de en la intuición más o menos desarrollada de cada persona, está en
algunos trucos que algunas personas conocen y les permite ser más efectivos en las respuestas
múltiples del examen tipo test. Estos trucos no solo forman parte del repertorio de recursos del
estudiante avispado sino que también tienen un fundamento científico.
De hecho, fue el escritor William Poundstone con su libro Rock Breaks Scissors, A practical guide
to Outguessing and Outwitting Almost Everybody ("Tijeras rompe rocas: Guía práctica para adivinar
y burlarse de todo el mundo") quien detectó algunas tendencias importantes que los docentes
cometen a la hora de elaborar los dichosos exámenes tipo test.
Una vez conocidos estos trucos (basados en los heurísticos y en otras tendencias psicológicas
sobre cómo los profesores redactan los tests y pruebas) podemos decir que existen una serie
de tips que pueden ayudarte decisivamente a aprobar estos exámenes de respuesta múltiple…
¡aun cuando no hayas podido estudiar lo suficiente!
1. Sospecha de las respuestas categóricas: Por norma general, las respuestas en los exámenes
tipo test que incluyan palabras como “nunca”, “siempre”, “todos” y “ninguno” suelen ser opciones
incorrectas. ¿Por qué? Bien, porque lo normal es que pueda haber alguna excepción a la norma
que invalide la afirmación categórica. El profesor raramente se arriesgará con una opción correcta
que deje tan poco margen de maniobra.
Pero cuidado: las opciones de respuesta que contengan las expresiones “ninguno de los
anteriores”, “todas las anteriores son correctas”... son la opción correcta en el 52% de los casos.
Si no tienes más elementos para decidirte porque ignoras completamente de qué se está hablando
en el enunciado, deberías decantarte por este tipo de respuesta, puesto que te ofrece muchas más
probabilidades de acertar que si contestas al azar. No es un seguro de vida, pero la estadística
estará a tu favor.
En realidad, un examen bien elaborado por parte de los profesores no debería tener este error
garrafal. Es decir, que haya respuestas ocultas o deducibles a través de la redacción de las
preguntas es un fallo grave en la redacción del examen por parte del profesor en cuestión. En un
puro ejercicio de lógica, puedes llegar a resolver varias preguntas gracias a la información que te
brinda el resto del examen, aprovechándote de estos deslices que a veces cometen las personas
que diseñan el examen.
3. Las respuestas más largas suelen ser las correctas: En términos generales, debes tener en
cuenta que las respuestas más largas suelen ser las opciones correctas. Esto es debido a que
“los docentes que crean el examen deben asegurarse de que las respuestas correctas
son indiscutiblemente correctas. Habitualmente, esto precisa de una enunciación más larga y
rigurosa”, explica el autor de la investigación. ¿Queda claro, no?
Por tanto, ya lo sabes: si no tienes ni la más remota idea de cuál es la respuesta acertada y hay
una opción que sobresale por su longitud… esa es la que tiene más papeletas para ser la
correcta.
4. Las respuestas incongruentes suelen ser incorrectas: Algunos exámenes tipo test se
generan con programas informáticos que generan algunas respuestas de forma automática, y por
tanto al azar y sin seguir ningún tipo de patrón lógico. Estas respuestas acostumbran a ser muy
incongruentes respecto a las demás, y obviamente son opciones erróneas.
Cuando detectes este tipo de respuesta incongruente, no solo tendrás más posibilidades de acertar
la pregunta en cuestión (ya que habrás descartado una de las opciones de respuesta), sino que
también tendrás en cuenta de que, a lo largo del examen, puede haber más opciones de
respuesta generadas automáticamente y, por tanto, incorrectas. Sácale todo el partido que
puedas.
5. Los exámenes tipo test son para mentes frías: Si eres de esas personas que se ponen
nerviosas durante las pruebas, debes cambiar esta mala dinámica. Cuanto más relajado y lúcido
estés mientras respondes las preguntas del examen, más probabilidades de que seas capaz de
utilizar todos tus recursos (conocimientos y trucos) para salir exitoso de la prueba.
Referencias bibliográficas.
González, R. (2004). Estrategias y Técnicas de estudio. Editorial Pearson Prentice Hall, Madrid,
España.
Hernández, F. (1990). Aprendiendo a aprender. Métodos y Técnicas de estudio para alumnos de
E.G.B.- B.U.P.- F.P. Murcia: Grupo Distribuidor Editorial.
Manzanero, A.L. (2008): El olvido. En A.L. Manzanero, Psicología del Testimonio (pág. 83-90).
Madrid: Ed. Pirámide.