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Ibañez, Agustina. “Reseña bibliográfica: Sylvia Molloy, Citas de lectura”.

Estudios de Teoría Literaria. Revista digital: artes, letras y humanidades, marzo de 2018, vol. 7, n° 13, pp. 187-190.

Sylvia Molloy
Citas de lectura
Ciudad Autónoma de Buenos Aires
Ampersand
2017
76 pp.

Agustina Ibañez1

Recibido: 16/01/2018
Aceptado: 01/02/2018
Publicado: 12/03/2018

Citas con Sylvia Molloy1 2017 por la editorial Ampersand, supone


ya de por sí, como todo libro, un vínculo.
Citar es ese taconazo, En Molloy, con Molloy, deja de ser dual
ese cimbreo del torero para afirmarse como una escena múltiple.
que atrae al toro
hacia las banderillas.
La cita propuesta ya desde el título del
Roland Barthes, S/Z volumen emerge como un poliedro: leer es
leerla a ella pero, además, con ella y a
otros. Y es precisamente allí, donde la
Todo acto de lectura implica, por lo me- reunión de lectura (o sobre la lectura) se
nos, dos elementos: un texto y un lector. levanta como operatoria textual y remite,
Ese encuentro –a veces fortuito, breve, también, a la actividad de referencia que
enigmático– lleva inexorablemente a una conlleva toda praxis escritural. Pues, en
abrumadora certeza: ninguno de los dos, ni todo acto de escritura siempre están pre-
la palabra escrita ni el sujeto que lee, serán sentes esos otros, escritores en tanto lecto-
lo que eran antes de haberse cruzado. Citas res, que conforman parte de la biblioteca
de lectura de Sylvia Molloy, publicado en individual. Citas de lectura es, retomando
las palabras de Roland Barthes que sirven
de epígrafe de esta reseña, ese “cimbreo
1
Profesora en Letras (UNMDP). Becaria Doctoral del torero que atrae al toro hacia las bande-
de CONICET. Contacto: rillas” (30). Molloy recuerda sus lecturas y
agustinaibanez@hotmail.com en el tránsito contagia esos modos de

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apropiación que establece con las historias desarrollo: la voz ajena sin entrecomillado.
que han dejado huella y han devenido La dedicatoria que abre sus páginas lo an-
signo. ticipa. El volumen es para “el lector con el
Este libro forma parte de la Colec- libro en la mano” (5). Esta escena de aper-
ción Lector&s dirigida por Graciela Bat- tura conduce a Sarmiento, al apartado final
ticuore. En la página web del sello Amper- de Citas de lectura, a la postura lectora que
sand, se trazan los propósitos de esta serie Molloy defiende como propia –“me imagi-
a la que se suma Sylvia Molloy para hablar naba siempre retratada con un libro” (67)–
de su travesía por los libros, de aquellos y al ensayo Acto de presencia. La autobio-
que marcaron su infancia, su adolescencia grafía en Hispanoamérica (1996) en el que
y que establecieron, por fascinación o por estudia las llamadas escrituras del yo. El
rechazo, su destino de escritora, de forma- homenaje inicial sirve, por consiguiente,
dora de lectura y de crítica literaria. A lo como antesala de lo que vendrá y como
que Molloy añade, en el primer apartado explicitación de lo que la palabra de Mo-
que define como un comienzo posible – lloy es: una conjunción de lectores y de
develando ya en el adjetivo la existencia de lecturas, un mosaico de citas (Kristeva, 7).
otros plausibles inicios– que “Al anotar En otras palabras, anuncia una posición
esos recuerdos posiblemente los amplíe, corporal y textual.
acaso los invente” (7). Anclada desde aquí, El libro se divide en veintinueve
Molloy anticipa al menos dos cosas: que apartados que, cual instantáneas, muestran
leer es escribir y que la invención es parte diferentes escenas en las que recuerda ha-
de la reconstrucción de las historias que ber entrado en contacto con un libro. Al-
hará. De ahí, que su comienzo devenga gunos de los subtítulos funcionan como
uno entre tantos otros y afirme: “Me gusta- indicadores hacia otros textos. Tal es el
ría creer que el primer libro que leí de chi- caso de “Vine a Comala” o “Más Maripo-
ca fue en español pero pienso –casi sé– que sas”. Otros, refieren emociones: “Lectura y
no fue así” (7). Surge entonces el deseo y sufrimiento”, “Lectura y amor”, “Libro y
ese estar entre lenguas, ese Vivir entre len- amistad”. Están los que rinden homenajes:
guas (Molloy 2016) tan propio de su voz “Lector y maestro, In Memoriam”, “Padre
literaria y de su identidad. del aula”, “Otro Sarmiento”, “Borges, en-
Entre la autobiografía y el ensayo, core”; y los que reflexionan sobre textos
Molloy nos espera con cuentos de hadas propios: “Leer el género”, “Citas de la
“francesas, inglesas y alemanas” (9), con memoria”. Todos ellos conviven con los
historias crueles de “elefantitos” (11), con que reflotan personas y anécdotas: “Voca-
escenas erótico-sexuales robadas de la me- ción”, “Degustación de la letra”, “El libro
sa de luz materna, con amores clandesti- como artículo de viaje”, “Irreverencia”,
nos, con confesiones de autores que dice “De otros usos de los libros”, “Dar una
no haber leído y que apila porque piensa mano”. Además, aparecen aquellos que
que si alguien la encontrara muerta en la llevan silenciosamente a Silvio Astier:
cama “miraría alrededor, lo vería y deduci- “Hurto poético”, “Encuentros clandesti-
ría que lo estaba leyendo; o que era (…) nos”; y los que auscultan o revuelven fe-
[su] libro de cabecera” (68). Nos acecha rias en las plazas donde asoman fragmen-
con textos prohibidos, secretos y robados tos dedicados a otros y manuales con Pe-
que sirven para viajar, para guardar bille- rón y Evita. Sin embargo, y más allá de
tes, para hacer amigos, para contagiar la toda posible reagrupación, los bordes son
lectura a otros, para dudar y, sobre todo, permeables. Cada apartado se construye en
para escribir y seguir escribiendo. ese espacio que queda entre narrar y hablar
El título no sólo designa el libro. o entre imaginar y vivir. Molloy no sólo
Más allá de ser nombre y convocarnos, habla de libros, habla de uniones, de per-
focaliza la operación expuesta en todo su sonas que –al igual que a los textos– pare-

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ce haber conocido por las redes invisibles brotan pensamientos en voz alta, asocia-
que teje el destino: ciones inesperadas y olvidos. Se recuerdan
autores mas no libros, se revisitan búsque-
Victoria no estaba, y mientras la es- das, se leen recetas, se compran palabras
peraba me recibió Bianco, quien me para salir a pasear.
pareció tan encantador y brillante Y en este vaivén, Molloy escribe su
como me pareció aterradora Victoria lectura, gesto que dice haber aprendido con
cuando por fin irrumpió, como valki- Borges y con Barthes (64). A partir de
ria malhumorada, en el escritorio de aquí, visibiliza que se escribe (siempre)
Bianco. Gritaba: lo acusaba de la porque se lee, que existen distintas mane-
desaparición de un libro de Jean ras de leer y que todo es legible. Entonces,
Giono (…). Asistí, entonces, con aparecen los nombres propios, los media-
cierta desazón, a un duelo verbal, tan dores de lectura, aquellos que contagian y
rico en vociferaciones infantiles por regalan historias de las que se han apropia-
parte de Victoria (“Usted me los ha do. Resurgen la oralidad y la escucha en la
robado y se lo voy a contar a su ma- figura de su tía, de la profesora de francés,
dre”), como en ironía por parte de de un amigo de la infancia, de sus alum-
Pepe (“A quién se le ocurre leer a nos. Se vuelve a la escuela media y a la
Giono”) (41). universidad como instituciones formadoras
del gusto aunque, sobre todo, del rechazo.
Y es aquí cuando Citas de lectura Por eso, Molloy confiesa que cuando arma
es algo más que hablar de libros. Es cuan- los programas de las materias incluye li-
do se transforma en una mesa de escritores, bros que nunca leyó pero que piensa como
de palabras y de escritura porque hablar de futura lectura compartida con sus estudian-
libros, a veces, es hablar de lecturas y ha- tes. Leer se transforma, así, en una acción
blar de lectura siempre es, hablar de otro y siempre futura, anticipada. Es actuar y
de uno mismo. Es hablar de formas y mo- marcar con lápiz para inmortalizar los
dos de leer y de todos los que fueron, tal márgenes. Es traducir, descifrar y, ante
vez sin saberlo, mediadores de esa expe- todo, escribir. Entonces, se empieza con un
riencia. Molloy, mientras desarma su bi- epígrafe, con una cita, con una dedicatoria
blioteca, recuerda y rinde homenaje a to- como en Citas de lectura, y se escribe con
dos aquellos que formaron su modo de esos tantos otros que nos pertenecen y que
habitar los textos: “me encontré con mane- existen porque les damos voz (19).
ras de leer distintas de la mía. Lejos de En Citas de lectura, Molloy nos pone
desecharlas como frívolas o erradas, procu- su libro en la mano. Vaciamos los estantes
ré emprenderlas; así, de algún modo, pasa- de su biblioteca mientras leemos cómo ella
ron a ser parte de la mía” (36). y tantos otros (su madre, su padre, Silvina
El orden que siguen los apartados Ocampo, Sarmiento, el guardia del aero-
que componen el volumen pareciera ser puerto) se levantan con otro(s) libro(s) en
cronológico: desde la lejana infancia hasta la mano. Entre los muchos que menciona
la anécdota más actual. Sin embargo, hay hay un texto de Khaterine Mansfield cuyo
momentos en los que el recuerdo mismo de título no enuncia. Se refiere a él como “el
esa lectura irrumpe en el presente y suscita cuento de la mujer que no tenía donde llo-
la entrada de un tono intimista-confesional rar y le gustaba a Pepe” (42). Luego de leer
en la narración: “ya he vivido este momen- Citas de lectura, su nombre se borronea
to, me lo habré llevado al campo para leer- para transformarse en el libro de la mujer
lo con más detenimiento. Busqué en vano que siempre tuvo un libro en la mano.
en mi otra casa: tampoco lo encontré. Me
preocupa. ¿A quién estará haciendo sufrir
ahora la condesa?” (12). A partir de aquí,
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Agustina Ibañez

Obras citadas

Barthes, Roland. S/Z. Buenos Aires, Siglo


XXI Editores, 2009.
Kristeva, Julia. “Bajtín, la palabra, el diá-
logo y la novela” lntertextualité.
Francia en el origen de un término
y el desarrollo de un concepto.
Traducción de Desiderio Navarro.
La Habana, UNEAC, Casa de las
Américas, 1997, pp. 1-24.
Molloy, Sylvia. Acto de presencia. La au-
tobiografía en Hispanoamérica.
Buenos Aires, Fondo de Cultura
Económica, 1996.
Molloy, Sylvia. Vivir entre lenguas. Bue-
nos Aires, Eterna Cadencia, 2015.

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