Sie sind auf Seite 1von 46

El Occidente y la conciencia

DE MEXICO
por LEOPOLDO ZEA

PORRUA y OBREGON, S.A.


México -1953
MEXICO y LO MEXICANO
MÉXICO Y LO MEXICANO
DIRECCIÓN DE LEOPOLDO ZEA
14
VOLÚMENES PUBLICADOS

1. Alfonso Reyes: La X en la frente.


2. Leopoldo Zea: Conciencia y posibilidad del mexicano.
3. Jorge Carrión: lJJ¡,to y magia del mexicano.
4.. Emilio Uranga: Análisis del ser del mexicano,
El Occidente y la conCIenCIa
5. José Moreno Villa: Cornucopia de México. (Nueva edición, corregida
aumentada.)
Salvador Reyes Nevárez: El amor r la amistad en el mexicano.
6.
7.
8.
9.
José Gaos: En torno a la filosofía mexicana.*
César Garizurieta: Isagoge sobre lo mexicano.
Mariano Picón-Salas: Gusto de México.
DE MEXICO
10. Luis CerDuda: Variaciones .sobre tema mexicano.
11. ¡osé Gaos: En torno a la filosofia mexicana.**
12. Silvia Zavala: Aproximaciones a la historia de México.
13. Juan A. Ortega y Medina: México en la conciencia anglosajona. por
14. Leopoldo Zea: El Occidente y la conciencia de México.

LEOPOLDO ZEA
EN PRENSA
15. José Durand: La transformación social del conquistadar ••
16. José Durand: La transformación. social del conquistador.**
17. Panl WestheÍm: La calavera.
18. Francisco de la Maza: El guadalupanismo n~exicano.

EN PREPARACIÓN
19. Juan A. Ortega y Medina: México en la conciencia anglosajona.*'*
20. SamueI Ramos: El mexicano del medio siglo.
21. José Luis Martínez.: La emancipación literaria en México.
22. Jorge Portilla: La crisis norteamericana en la concienda de México.
23. Agustín Yá.ñez: l\rlexicanos de ayer y de hoy.
24. Fausto Vega: El mexicano en la llovela.
25. Edmundo O'Gorman: El semido mágico de la historia de México.
26. Andrés Henestrosa: Cielo español y tierra india.
27. Curios Gmef Fernández: El mexicano en la ciencia.
28. Andrés Iduarte: Jlléxico al retorno.
29. María Elvira Bermúdez: La vida !ami[wr del mexicano.
30. Wigberto Jiménez Moreno: Raíz y sentido de la mexicanidad.
31. Ramón Xirau: Sentido de la muerte en la poesía mexicana.
32. Salvador Cnlvillo Madrigal: Formas de susceptibilidad en el mexicano.
33. Justino Fernández: Arte de aquí y de allá.
34. Luis Quintanilla: Au~opsia de la Revolución Mexicana.
35. Clementina DÍaz de Ovando: La épica popular.
36. Juan Hernández Luna: El pensamiento de la Revolución sobre el me~
xicano.
37. Ramón Alcorta: Dislocación geográfica del mexicano.
38. Bernabé Navarro: Filosofía e historia en lo mexicano.
39-. Pedro Frank de Anclrea ~ Los mexicanos pintados por los extranjeros.
40. Rafael Corrales A;yala: El mexicano y el estado. PORRUA y OBREGON, S. A.
41. Angélica. Mendo*. México al pendiente.
42. Rafael Heliodoro Valle: Transmundo y realidad de México. México 1953
43. Horacio Labastida: La economía indígena y la t;ida nacional.
'~,

1
1
I

Portada de Elvira Gascón

A
ARNOW ]. TOYNBEE

~~"
Derechos reservados conforme a la ley
Copyright by Parrúa y Obregón, S. A.
Avenida Juárez, 30. México, D. F. ·l,""·
Printed and made in Mexico
Impreso y hecho en México
t
~IJ
-,/":"
·l·.·:~·-·;·¡;­
~¡ : I

':f:' ' -
Cuando nosotros los - occidentales
llmntrmos a ciertas gentes 'INDIGE-
rNAS' borrmnos implícitmnente el co-
Ilor cultural de nuestras percepciones
¡ de ellos. Son para nosotros algo así
como árboles que crrminaran, o como
animales selváticos que infestaran el
país en el que nos ba tocado toparnos
con ellos. De hecho los vemos como
parte de la flora y fauna local, y no
como hombres con pasiones parejas
a las nuestras; y, viéndolos así como
cosa infra-humana, nos sentimos con
título para tratarlos como si no pose-
yeran los derecbos bumanos usuales.
Son mermnente 'INDIGENAS' de las tie-
rras que ocupan, y ningún período
de ocupación puede ser suficientemen-
,te largo como para hacerlos dueños
I de ellas por prescripción adquisitiva
alguna. Su tenencia es tan provisional
y precaria como la de los árboles de
la selva que el pioneer occidental de-
rriblt o la de las piezas de ccrza mayor
sobre las que dispara. ¿Y cómo tra-
tarán los 'CIVILIZADOS' señores de la
creación a las piezas humanas cutm-
do a su debido tiempo acudan a to-
mar posesión de la tierra que, por
derecbo de dominio eminente, es irre-
vocablemente suya? ¿Tratarán a es-
tos 'INDlGENAS' como sabandijas por
exterminarse, o como animales do-
mesticables a los que convertirán en
cortadores de leña y acarreadores de
agua? . .. Todo está implícito en la
palabra 'INDIGENAS' ••• El vocablo no
es evidentemente término científico
sino instrumento de acción; justifica'-
ción a priori de un plan de cmnpa-
9
"

10 LEOPOLDO ZEA
ña • .. En suma, la palabra 'INDIGE-
NAS' es un vidrio ahumado que los 1
observadores occidentales contempo-
ráneos se colocan ante los ojos cuan-
do miran hacia el resto del mundo, a
EL OCCIDENTE COMO DONADOR
fin de que el halagador espectáculo DE HUMANIDAD
de una superficie occidentalízada no
vaya a ser turbado por percepción al-
guna de los fuegos 'INDIGENAS' que 1. ¿Es válida la pregunta por el ser del mexicano?
todavía arden bajo ella. LA PREOCUPACIÓN por el ser del mexicano, esto es,

ARNOLD J. TOYNBEE:
por su humanidad, como problema filosófico ha pro-
Estudio de la Historia. vocado, entre otras, la crítica del porqué de esta
pregunta. Nunca un Platón, un Descartes, un Hume
o un Kant, se objeta, se ha preguntado por el ser
del griego, el francés, el inglés o el alemán. Cuando
hablan del hombre se refíeren al hombre en gene-
ral, al Hombre, con mayúscula. Su filosofía es au-
téntico filosofar porque se refieren a lo universal:
al Hombre, no al hombre de este o aquel lugar, de
este a aquel tiempo. Se refieren al Hombre sin más,
en el que lo griego, francés, inglés o alemán es algo
puramente accidental.
Cierto, la filosofía occidental, desde un punto de
vista puramente filosófico, parece no hacer referen-
cia sino al Hombre en general, al ser o esencia de
lo que hace de un hombre un Hombre. Pero es aquí
donde se encuentra, precisamente, la razón que jus-
tifíca un preguntar por un hombre tan concreto
como el mexicano que aquí hemos venido hacien-
do. Cuando la filosofía occidental habla del Hom-
• bre lo hace a partir de la idea de que la experiencia
que tiene el filósofo de lo humano, una experien-
cia concreta, es la experiencia sin más de toda posi-
ble humanidad. Todo lo que no quepa dentro de este
tipo de experiencia es excluí do como propio de lo
humano. Se habla del Hombre a partir de una cier-
ta idea de lo humano que excluye cualquier otra
11
12 LEOPOLDO ZEA DONADOR DE HUMANIDAD 13
que se le oponga o no encuadre en sus líneas. Los rra, a todo el mundo. Todo el mundo, salvo el Oc-
hombres que forman los pueblos al margen de la cidente, adquiere categoría de marginal. Los hom-
cultura que ha originado la filosofía occidental que- bres de este mundo forman los llamados "pueblos
dan puestos entre paréntesis, su humanidad es vista indígenas". Esto es, pueblos cuya humanidad se haya
sospechosamente. La filosofía griega se refiere al aún en tela de juicio; pueblos al margen de l~ que
hombre universal; pero vemos, en un Aristóteles, el occidental considera como propio del hombre.
cómo esta humanidad no alcanza a los pueblos que Asia, África, Oceanía y América forman el campo
están más allá de los márgenes que forman su uni- de acción de Occidente. En este campo los hombres
verso, los pueblos bárbaros. Pueblos bárbaros, pue- que en él se han encontrado o se encuentran han
blos que balbucean, que no pueden hablar el grie- sido sometidos a diversas subordinaciones justifica-
go, el idioma propio de los hombres. Estos pueblos das, siempre, en nombre de la Cultura o Civilización.
no pertenecen a lo humano, carecen de los razgos En nombre de valores propios de la Cultura Occi-
propios del hombre griego. Más se semejan a las dental se han venido sometiendo a estos pueblos en
bestias, y como tales deben ser tratados. La esclavi- provecho y para provecho del hombre occidental.
tud sobre estas criaturas infra-humanas queda racio- A todos estos pueblos marginales o coloniales se les
nal o filosóficamente justificada. ha impuesto el punt? de vista económico y político
El mismo Cristianismo, con ser una doctrina de de Occidente, no aSl el cultural.
un más alto y más pleno sentido de lo humano, ha Sin fuerzas para resistir el impacto occidental, los
de servir al europeo para calificar sobre la humani- pueblos marginales, los pueblos coloniales, los pue-
dad de pueblos al margen de las Sociedades Cristia- blos que, el gran historiador inglés, Arnold Toynbee
nas. La piedra de toque, el modelo, conforme al cual llama el Mundo, se han afianzado en sus tradiciones
se ha de calificar lo humano, lo dará el sentido cris- culturales. Han perdido todos los bienes materiales,
tiano de la vida. Un modo de ser propio del hombre pero con su cultura defienden su alma. Esa alma que
en una determinada cultura. Los pueblos que no se les ha hecho resistir y devolver los golpes, tal y
hayan dentro de esta concepción de lo humano se- como ahora lo hacen muchos de estos pueblos. Es
rán calificados de "perros infieles", o "perros pa- esta defensa de sus culturas, esta obsecación en lo
ganos". Esto es, no hombres, sino animales o bes- propio, lo que les sigue situando como pueblos "in-
tias. Sólo que aquí, a diferencia de los griegos, si dígenas", todavía no humanos, infra-hombres. Pero
es P?sible alcanzar la humanidad por conversión o es en realidad lo que les hace plenamente hombres
graCIa. ante quienes tienen un auténtico sentido de lo hu-
Pero ha sido la Cultura Moderna de Occidente, mano como plena universalidad. La universalidad de
la llamada propiamente Cultura Occidental, que se lo humano expuesta por el Occidente tiene más ca-
inicia con el Renacimiento, la que ha llevado a sus racter de tribu y de milicia que de ecuménico y
extremos esta discriminación sobre lo humano. Esta humanitario. Dice Toynbee: "En la lucha por la
cultura, por una serie de circunstancias históricas ha existencia, el Occidente ha acorralado a sus contem-
llevado sus márgenes a todos los ámbitos de la tie- poráneos y los ha enredado en las mallas de su
14 LEOPOLDO ZEA D O N A D O R D E H U M A N 1 DAD 15
ascendiente economICO y político, pero no los ha cuestión en nombre de un nuevo sentido de la vida
desarmado todavía de sus culturas distintivas. Apre- propio de! occidental 'Y el ~ual se exp~esa ,en la f~­
miados como están, pueden todavía considerarse loso fía ilustrada, e! racIOnalIsmo y la CIenCIa del SI-
dueños de sus almas, y ello significa que la contien- glo XVIII. En nuestros días, el historicismo llevado
da de concepciones no se ha decidido aún".1 Lo hu- a sus últimos extremos, vuelve a lanzar la pregunta
mano está más allá de una determinada concepción acerca de! ser humano de! indígena y de la huma-
de mundo que trata de captarlo por exclusión. Lo nidad de una historia que no entra en los carriles
humano se encuentra en ese modo de ser concreto de la Historia. de Occidente. Tambiép el sentido
que es cad:! hombre en particular, o ese modo de pragmático propio d~l sajón se ha .preguntado filo-
ser concreto que hace posible que este hombre, sóficamente por el tipO de humamdad que puedan
como parte de una sociedad, dé origen a un deter- tener pueblos como el nuestro que no parecen muy
minado pueblo o nación. Lo humano se encuentra entusiastas en una entrega total a un sentido utilita-
en cada uno de estos hombres, pueblos o naclones rio de la vida, como dominio pleno de la naturaleza.
sin exclusión. Por ello afirma T oynbee: "Los repre- Es e! mismo Occidente y s.u filosofía el que ha
sentantes de las sociedades no-occidentales quizás planteado el problema acerca del ser del hombre de
encuentren alivio para sus sentimientos dirigiéndose pueblos a quienes se regatea este ser, Una pregun-
a nosotros en e! lenguaje en que Job replica a sus ta, como la que aquí nos venimos haciendo, sobre
consoladores: ¿Sois, pues, los únicos hombres, y la el ser del mexicano o del americano, no tiene sen-
sabiduría morirá con vosotros? Pues yo también tido en una cultura como la occidental que parte
tengo sentido como vosotros y 1l'0 soy inferior a del supuesto de que encarna al hombre por excelen-
vosotros. Porque eso que sabéis quién lo ignora? cia, al Hombre U niversa!. Pero sí lo tiene para pue-
Job XII, 2-3." 2 blos que se saben al margen de este tipo de huma-
Por lo que se refiere a México en particular, y nidad, Pueblos, que si bien han tenido que aceptar
a la América llamada Hispana o Latina en general, una economía y una política propia de Occidente,
e! Occidente ha puesto entre paréntesis, o franca- no están dispuestos a renegar de su cultura. Aunque
mente negado, el carácter humano de sus hombres. ésta no quepa en los cartabones de lo que se con-
Desde su encuentro o des.cubrimiento, a través de sidera como cultura propia del Hombre. La pre-
su conquista; como colonia política o como colonia gunta por el ser del mexicano, no es sino un pregun-
económica, su humanidad ha sido regateada. Nues- tar, por la justificación filosófica o racional de ese
tra filosofía entra en la historia con una disputa en nuestro permanente empeño en mantenernos como
torno al ser del indígena, que se hace en nombre individuos culturales. Empeño que no debe ser to-
de los valores cristianos traídos a nuestra tierra por mado como rechazo de otras formas culturales. No,
los conquistadores. Dos siglos más tarde América claro que no. Estas otras formas de cultura, para
y, con ella México, es nuevamente objeto de esta ser auténticamente nuestras, tendrán que ser plena-
1 Estudio de la Historia, mente asimiladas, no impuestas dentro de ese modo
2 Idem. de ser que nos concretiza. La pregunta por el ser del
-.;1
1

16 LE OPOLD O ZEA D O N A D O R DE H U M A N 1 DAD 17


hombre de México no puede, ni debe ser, sino la antes que los indios pudieran hacerse cristianos, te-
justa respuesta a las preguntas que el Occidente se nían que hacerse hombres. Planteaba así, aunque en
ha hecho sobre su humanidad. La respuesta, siendo la misma forma equívoca y ambigua en que se des-
afirmativa: el mexicano es un hombre, sin más; ten- arrolló la controversia, la primera y más radical
drá también que ser expresada como algo concreto. cuestión de cuantas suscitó la población indígena.
No es un hombre porque se parezca al occidental 'Qué capacidad tenían los indios para asimilarse y
en tales o cuales razgos; sino porque posee, además ~ivir por su propia cuenta la nueva cultura que les
de estos razgos, otros muchos que le caracterizan traían los españoles? Del juicio que en definitiva
y dan personalidad. Esa personalidad propia de todo prevaleciera había de depender no sólo la posibili-
hombre. dad de un futuro pensamiento mexicano, sino la
suerte misma -económica, social, política, huma-
2. El regateo de la Conquista na -de los pueblos conquistadores".3 Nuestra filo-
sofía se inicia, así, como una pregunta sobre el ser
El Occidente, al extender las márgenes de su del hombre de estas tierras. Pregunta que no tenía
Civilización a la América, se tropezó con pueblos sentido en el lugar de que era originaria la filosofía,
que en niguna forma parecían caber dentro de esas el Occidente, que daba por supuesta la propia hu-
márgenes. Tanto la diversidad de sus hábitos y cos- manidad.
tumbres, como la contextura física de estos hom- La polémica de Sepúlveda con Las Casas marca
bres, darían pronta justificación al afán del occiden- el inicio del regateo sobre el ser del hombre de es-
tal por domeñar y poner a su servicio a estas tierras tas tierras. El primero sosteniendo la subordinación
con sus hombres. Los habitantes de estas tierras de del indígena, de acuerdo con la concepción aristo-
América, dadas, no tanto sus diferencias de hábitos télica que subordina los menos dotados a los más
y costumbres, como sus diferencias físicas o racia- dotados. El segundo, sosteniendo una idea más cris-
les, fueron situados en el campo de lo infra-huma- tiana de democracia e igualdad para todos los hom-
no: se les consideró como semejantes a las bestias. bres. Éstos dice, tienen por naturaleza los mismos
A esas bestias con las cuales también se tropezaba derechos y por ende las mismas responsabilidades
el conquistador y a las cuales destruía o ponía a su ante las leyes y la sociedad. Los partidarios del pri-
servicio, según que fuesen o no dóciles a la domes- mer punto de vista, si bien no niegan la humanidad
ticación. Pero, y aquí surgió el gran problema filo- . del indígena, se la rebajan, presentándolos como si
sófico que se debatió durante el siglo XVI y gran fuesen asnos o como si fuesen animales sin razón.
parte del XVII, ¿eran justas estas apreciaciones desde No son asnos ni animales sin razón, pero como se
un punto de vista cristiano? Porque cristianos eran, presentan parece que lo fuesen. Este parecer anima-
o lo parecían ser por así afirmarlo, los conquista- les es un índice ya, de su bajo nivel humano. 4
dores.
"Decía el virrey del Perú don Francisco de To- a El pensctmiento mexicano en los siglos XVI y XVII.
Centro de Estudios filosóficos. México 1951 p. 15.
ledo -escribe José M. Gallegos Rocafull-, que. 4 José M. Gallegos Rocafull,op. cit., cuida bien de
18 LEOPOLDO ZEA DONADOR DE HUMANIDAD 19
Partiendo de este supuesto; bajo nivel de la hu- su justifi.ca~ión, es algo prev~sto por la Providencia
maJlidad de los indígenas, los conquistadores y co- para redImIr a estos ru~blos. . ,
lonizadores españoles justificarán la explotación de Los misioneros CrIstIanos no megan, aSl, la hu-
que harán víctimas a éstos, independiente de todos manidad de los indígenas, pero la consideran reba-
los esfuerzos de la Corona y de los misioneros. Pa- jada por la ignorancia, que les hace s.e~ejarse a las
rece como si fueran bestias; pero los tratan como bestias; o por el pecado que les ha bestIahzado. Fren-
bestias. Nadie cree seriamente que no sean huma- te a los encomenderos que los explotan y se empe-
nos; pero basta su apariencia para que se les trate ñan en presentarlos como bestias sin más, los misio-
como si no lo fueran. De hecho la humanidad del neros se empeñan, a su vez, en hacer patente la
hombre de estas tierras es rebajada, puesta en tela humanidad de estos hombres, aunque se encuentre
de juicio. Sus mismos defensores, los misioneros, no rebajada. Y esta humanidad la encuentran, no en el
aciertan a comprender este mismo tipo de hombre mundo y modo de ser propio de los indígenas, sino
que tienen ante sus ojos. Rocafull da una explica- en lo poco que puedan parecerse éstos al mundo y
ción general de esta incomprensión al decir: "A los modo de ser propio de los conquistadores cristia-
españoles, que no conocían otro tipo de vida huma- nos. De aquí ese empeño en mostrar determinados
na que el que ellos llevaban, les costaba trabajo ca- hábitos V costumbres indígenas como formas ya re-
lificar de humano el comportamiento del indio, aun- bajadas de hábitos y costumbres que alguna vez pu-
que su tradición filosófica contaba con ideas que dieron haber sido cristianas. Lo que de diferente
les hubieran ayudado a interpretarlo rectamente".5 tienen frente a sus conquistadores no es otra cosa
No niegan que sean hombres, pero hombres reba- que expresión de una supuesta caída. No son seme-
jados por alguna razón. Las razones pueden ser jantes a sus conquistadores porque en alguna ocasión
diversas; pero el hecho es que ven las diferencias cayeron en el pecado. Su humanidad, se justifica así
como expresión de ese rebajamiento. Algunos mi- por lo que tienen de semejante con su conquistador
sioneros, como Sahagún, buscan la explicación en cristiano. Nunca son justificados por sus dIferen-
un supuestos pecado que les ha hecho rebajar su cias, éstas pertenecen a lo infra-humano, ya sea de
humanidad entregándose al demonio; la cultura in- origen animal o diabólico. Lo diferente -cultura,
dígena es vista como obra del demonio, demoníaca. hábitos y costumbres_ es algo puramente acciden-
Se considera que algún pecado ha condenado a vi- tal. Lo semejante, lo propiamente humano, les ven-
vir a estos hombres en las garras del diablo, de las; drá cuando abandonando esa cultura adopten la de
cuales le ha arrancado la Conquista. Esta tiene así! sus conquistadores. Entonces, sólo entonces, alcan-
demostrar como nunca se puso en duda la humanidad de los zarán plenamente el rango de hombres. De aquí el
indígenas, pero en cambio no niega el hecho de que esta extraordinario esfuerzo de los misioneros para hacer
humanidad fuese vista como rebajada. Hablando de
vera dice en nota al pie: "Lo de las bestezuelas de SepúlvP- • .<3 L:ris Villoro en su libro Los grandes momentos del
da no pasa de ser una metáfora y no expresa más que mdigentsmo en México. (El Colegio de México, 1950), ha
bajo- nivel de burnanidad de los indios". hecho up magnífico análisis de esta interpretación en Fray
5 Opus cit.) p. 18.
Bemardmo de Sahagún.
20 LEOPOLDO ZEA D O N A D O R D E H U M A N 1 DAD 21
que el indígena se asimile a la nueva cultura. De Modernidad -el mundo de la razón, las luces y
esta asimilación dependerá la salvación del indígena la ciencia que ha alcanzado su apogeo en la Europa
de su caída en la animalidad o pecado.7 del siglo XVJlI- a nombre de la ciencia natural hará
Regateada su humanidad, el indio se verá obli- algo semejante. En el siglo XVIII la América Hispana
gado a abandonar su cultura, o a embozarla,· disfra- ha alcanzado el orden cultural, social y político que
zarla, para poder subsistir y reclamar, algún día, el le han impuesto sus católicos dueños. Los hombres
reconocimiento pleno de su humanidad. Su modo de estas tierras parece que, al fin, están a la altura del
de ser se hará sólo patente en esa desgana que tanto ideal de humanidad que trajera el occidental dos
sorprende a los visitantes occidentales. Hacia el ex- siglos antes. Sin embargo, este ideal de humanidad
terior, sólo el esfuerzo mínimo de asimilación cul- ha cambiado en Europa. La España que dominó a
tural que le permita continuar viviendo. Pero en el la América se haya ya fuera de lo que como pro-
fondo una abismal incógnita en la que lo humano piamente humano considera la Modernidad Occi-
se hace patente como posibilidad de otro modo de dental. España, y con ella todo su Imperio, está
ser diverso, distinto, del que se le ha querido im- ahora en los márgenes de la cultura y civilización
poner. Es esa misma incógnita, multiplicada en otros occidentales, ya no dentro de ellos. España es ahora
pueblos en situación semejante al nuestro, la que un pueblo marginal, tal y como lo es el África, el
hace concebir esperanzas a los mejores hombres del Asia, la América y todos los pueblos que ha ido
Occidente actual: de que es posible un cambio en descubriendo y conquistando el Occidente. España
las condiciones humanas que se aparte del mortal ha dejado de ser un pueblo occidental.
actlvlsmo y agresividad que ha caracterizado el La América en general será vista como un Con-
modo de ser del hombre occidental. tinente Inferior, pero aún más la América Hispana
y Lusitana. La discriminación es ahora en nombre
3. El regateo de la Modernidad de la Ciencia; la ciencia física, la ciencia experimen-
tal. La inferioridad de la América y sus hombres
Si a título de cristianos los conquistadores rega- tiene ahora un origen físico, natural. Es la tierra y
tearon a México, y con él a toda la América indí- la raza de estos hombres algo inmaturo, aun ger-
gena, la humanidad de sus primitivos pobladores, la minal; en ellas la creación natural apenas está des-
7 "Vislumbra Sahagún para el indio seguro camino: la
arrollándose. Se trata de un sub-continente y sus
asimilación. Quizás sea ésta la única solución coherente a habitantes no son otra cosa que sub-hombres; pro~
la problemática que América planteara a Sahagún; tal vez yectos de Hombres que aún no alcanzan su pleno
sea la única consecuencia natural y lógica de su personal desarrollo.
punto de vista. El indio, destruído en su mundo propio, Esta inmaturez alcanza a los mismos occidenta-
acorralado por un saber extraño, verá dibujarse por fin una
postrer vía abierta: su asimilación. Y, como en la palabra les que, .c?mo los españoles llevan ya algunos siglos
evangélica, el indio se perderá 11 sí mismo con tal de alcan- de donuOlo sobre estas tierras. La humanidad de
zar su único posible camino de salvación". Luis Villoro, op. éstos se rebaja, como se rebaja la calidad de la flora
cit. p. 77. y fauna que el europeo ha importado a la América.

h-
D O N A D O R D E H U M A N 1 DAD 23
22 LEOPOLDO ZEA
movimientos; se quedará torpemente en cuclillas o
Veamos lo que dice Buffon, uno de los más céle- tendido de espaldas durante días enteros".8
bres naturalistas de la Francia de las Luces. "Existe Este rebajamiento o inmadurez del hombre abar-
-dice-, en la combinación de los elementos y de ca a toda la flora y a todas las especies animales. El
las otras causas físicas algo contrario al crecimiento hombre de esta tierra es "un animal de primer or-
de la naturaleza viva en ese Nuevo Mundo: hay den", porque todo el mundo que le rodea está aún
obstáculos al desarrollo y quizá a la formación de fuera del desarrollo natural que ha hecho posible
los grandes gérmenes; hasta los que, por el suave una Cultura como la del Viejo Mundo. Voltaire,
influjo de otro clima, han alcanzado la plenitud de Hume, Reynal y otros destacados hombres de pen-
sus formas y su entero tamaño, se reducen, se em- samiento y ciencia europeos del siglo de las Luces
pequeñecen bajo aquel cielo avaro y en aquella tie- sostienen los mismos puntos de vista respecto al
rra vacía, donde el hombre, en breve número, vivía Continente Americano y sus hombres. Pero quien
disperso y errante; donde, lejos de ser el amo en más duramente ataca la inferioridad del Continente
ese territorio, no ejercía ningún imperio sobre él; Americano, de sus hombres y su cultura, es el natu-
donde, no habiendo sojuzgado jamás ni a los ani- ralista prusiano De Pauw. Para este naturalista los
males ni a los elementos, no habiendo dominado los americanos son también proyectos de hombre, seres
mares, ni encauzado los ríos, ni trabajado la tierra, que aún no alcanzan su plena humanidad, "niños",
no era él mismo sino un animal de primer orden . .. " bobos e incurables, ociosos e incapaces de cualquier
Este "animal de primer orden" es inferior, física- progreso. Esta incapacidad física alcanza también a
mente inclusive, al "Hombre". "Si bien el salvaje los hombres de Occidente que han llegado a estas
del Nuevo Mundo -sigue diciendo Buffon- tiene tierras como alcanza también a la flora y fauna im-
más o menos la misma estatura que el hombre de portadas. En estas tierras los vegetales plantados se
nuestro mundo, ello no es suficiente para que cons- reducen y pierden sus cualidades alimenticias; los
tituya una excepción al hecho general del empe~ animales importados o no paren ya o pierden vigor
queñecimiento de la naturaleza viviente en todo el y se van reduciendo físicamente. Por lo que se re-
continente que habita. El salvaje es débil y pequeño fiere a los españoles y portugueses que han conquis-
en cuanto a sus órganos de generación. No tiene ni tado la América Septentrional han adquirido, por
vello ni barba y careCe de ardor para la hembra. contagio, toda la pereza de los indígenas y su mis-
Aun siendo más ágil que el europeo por su costum- ma naturaleza es atrofiada por obra del ambiente
bre de correr es, sin embargo, mucho menos fuerte físico en que viven. Sólo los sajones escapan a esta
físicamente; es mucho menos sensible, y no obstan- degradación porque se oponen al mundo que los ro-
te, más tímido y cobarde; no tiene ninguna vivaci~ dea y transforman su naturaleza. Los colonos ingle-
dad, ninguna actividad en el espíritu; la corporal es ses, dice De Pauw, trabajan "con fervor increíble
más bien una acción imprescindible determinada por
la necesidad, que un ejercicio o un movimiento vo- 8 Buffon: Obras completas, t. XV, p. 443-6. Antonello

luntario; quitadle el hambre y la sed, y destruiréis Gerbi ha hecho un estudio sobre este aspecto en su libro
Viejas polémicas sobre el Nuevo Mundo, Lima, Perú, 1946.
al mismo tiempo el principio activo de todos sus

'I¡
24 LEOPOLDO ZEA oON A O O R O E H U M A N IDA O 25
para roturar el terreno, purificar el aire, dar salida América es un Continente pobre y explotado por-
a las aguas cenagosas".9 que tiene que recibir de Europa todos los artículos
La regeneración de América y, por ende, del manufacturados y porque le falta suficiente pobla-
hombre americano, le vendrá de su capacidad para ción. Pero un día, cuando se haya semejado a su
~ransformarse, para alcanzar su madurez, por los dominador, alcanzará su plena independencia y hu-
medios pro,Pios de la nueva concepción del Occi- manidad. Por ahora se encuentra tan esclavizada a
dente: la flsica como técnica. Se establece un nue- Europa "que su completa independencia es-una cosa
vo ideal de humanidad que ya no es el del cristiano moralmente imposible; pero no lo será más con el
" 10 •
que hizo la conquista. Este ideal es el del hombre tiempo" d . . . d . 'f' , .
técnico. El hombre que ha ampliado los márgenes El OCCl d ente escnstIalllza o ]Ustl lca aSl su lll-
de su civilización a los pueblos más lejanos de la tromisión en otros pueblos que le son diversos y a
tierra. Es el hombre que domina y avanza sobre los cuales necesita subyugar. Los hombres de estos
las praderas norteamericanas; el hombre que ha es- pueblos al igual que sus culturas son, no sólo diver-
tablecido "Compañías Comerciales" en la India, sos, sino inferiores. Pero esta inferioridad o diversi-
China y la mayoría de los países asiáticos; el hombre dad no les viene, como sucedía ante los ojos de los
que va dominando las costas del Continente Negro misioneros cristianos, por alguna caída o pecado;
para conquistar su interior; el hombre que desaloja no es el resultado de un itUtorrebajamiento, que, en
del Norte de África y del Asia Menor a los últimos el fondo es siempre expresión de un acto de liber-
descendientes del Imperio Islámico. Son estos mis- tad; sino algo fatal, ineludible, tan ineludible como
mos hombres que en nombre de este ideal de nueva- una ley física: los americanos son diversos e inferio-
humanidad desalojaran de esa América perezosa y res po"r naturaleza; pero naturaleza es un sentido fí-
abúlica a los hombres que en otrora impusieron a sico y por ende determinado. La discriminación es
su vez otro tipo de humanidad. ahora racial, por algo que el hombre no puede cam-
Una América industrializada, tecnificada, pon- biar. El pecador puede arrepentirse y recuperar la
drá a sus hombres a la altura del nuevo ideal de humanidad perdida; el indígena no puede cambiar
Humanidad. Esta industrialización y tecnificación su color ni transformar su modo de ser habitual que
la están realizando los hombres de Occidente que le semeja a los animales. El Occidental, partiendo
mejor lo simbolizan: los sajones. Gracias a ellos la de esta nueva distinción sobre su humanidad, le con-
América va entrando en el camino del progreso y dena a ser siempre un infra-hombre, un animal o
un día se encontrará a la altura del Viejo Mundo. una bestia. Animal o bestia utilizable como se utili-
"Al cabo de trescientos años -dice De Pauw pro- zan .otros animales, pero nunca hombre en el pleno
fetizando a largo plazo- América se parecerá tan sentIdo de la palabra. Estos seres no tienen otro
poco a lo que es hoy día, cuánto hoy se parece poco 10 A. Gerbi, op. cit. La respuesta a estas denigraciones
a lo que era en el momento del descubrimiento". de parte de los americanos puede verse en el mismo libro
o en el mío titulado América como conciencia, Editado
9 AntoneIlo Gerbi: op. cit. por Cúademos Americanos, México 1953.

\
26 LEOPOLDO ZEA DONADOR DE HUMANIDAD 27
destino que el servir de útiles o ser exterminados. tumbres que se semejasen a las de los sajones. Por 13

Claro que América, como África y Asia, podrán esa misma razón tiene lugar ese afán por poblar va-
alcanzar en el futuro una civilización semejante a rios de los países hispanoamericanos con emigrantes
la Europea; pero no por obra de sus naturales, sino de raza blanca, de ser posible sajones. Este senti-
por obra de los mismos occidentales que las habita- miento de inferioridad nos hizo aceptar, por mucho
rán y colonizarán. La humanización de estos con- tiempo, un conjunto de males como ineludibles.
tinentes tendrá que ser obra de los mismos occiden-
tales; 'poblándolos e industrializándolos, los harán
semejantes al Mundo Occidental,u 4. El regateo historicista
Todo este tipo de discriminación, de rebajamien- El padre del historicismo, Hegel, al referirse a
to de lo humano en los países marginales, repercute la América decía, "América es el país del porvenir",
en nuestra América y en 1\1éxico en una actitud pero "lo que ahora acontece aquí no es más que
autodenigratoria que aún alcanza a nuestros días. el eco del viejo mundo y el reflejo de ajena vida.
A partir de nuestra independencia política frente a Mas como país del porvenir, América no nos inte-
España nos empeñamos en achacar nuestros males resa; pues el filósofo no hace profecías. En el as-
políticos, económicos, sociales y culturales a nues- pecto de la historia tenemos que habérnoslas con
tra herencia racial. Nuestro mestizaje, justificándo- lo que ha sido y con lo que es. En la filosofía, em-
nos en teóricos europeos, fué visto como una lacra pero, con aquello que no sólo será, sino que es y es
que nos imposibilitaba estar a la altura del progre- eterno: la razón. Y ello basta. 14 Aquí la discrimina-
SO.12 De ahí también nuestro empeño en cambiar ción es cultural, América, y con ella el hombre, se
nuestros hábitos y costumbres por hábitos y cos- encuentra apartada de la Cultura Universal por in-
capacidad creadora. Hasta ahora no ha hecho otra
11 "Ello quiere decir -dice Amold J. T oynbee- que
cosa que repetir, imitar, ser eco o sombra de cul-
hemos perdido de vista la presencia en el mundo de otras
sociedades del mismo rango; y que ahora consideramos la tura ajena. No ha hecho, propiamente, nada por la
nuestra como idéntica con la humanidad 'civilizada', y Cultura. Esto es, por la Cultura Universal que es
los pueblos fuera de su esfera como meros 'indígenas' de la Occidental. La historia de América, o de México
territorios en que habitan por concesión revocable, y que en particular, no es propiamente historia, es sólo un
están tanto moral como prácticamente a nuestra disposición, apéndice de la verdadera y única historia, la del Oc-
en virtud del derecho superior de nuestro supuesto mono-
polio de la civilización, en cualquier momento en que de- cidente. Este no es si no un vivir, inconsciente, aje-
cidamos tomar posesión". Estudio de la Historia, edic. es- no a lo plenamente histórico.
paiíola, Edit. Emece, Buenos Aires, 1951, pág. 56.
12 México, hay que decirlo eu honor nuestro, hizo pron- 13 El auge del posltlnsmo en la América Hispana y en
to del mestizaje un elemento activo, no así el resto de His- México en particular como instrumento educati\'o, tiene su
panoamérica y, muy concretamente la Argentina como se explicación en esta desvalorización. Véase oh, ant, cit. y
puede ver eu las diatribas de Sarmiento. Véase al respecto mis dos libros sobre El posith,isnlO en México.
mi libro, Dos etapas del pensa'lniento en Hispanoamérica, . 14]. G. F. Hegel: Filosofía de la historia universal, Re-
El Colegio de México, 1949. VIsta de Occidente, Madrid 1928, p. 186.

\
28 LEOPOLDO ZEA oON A O O R D E H U M A N IDA O 29
Para el Historicismo la esencia del hombre es la Desde el punto de vista de una supuesta Histo-
historia. El hombre es un ente histórico, su vivir ria Universal en el que el principal protagonista es
es historia. El hombre no es, se hace. Este hacerse es el hombre occidental, el resto de la Humanidad, y
lo histórico. Pues bien, y aquÍ surge esa otra forma con ella América y México en particular, queda re-
de regateo de lo humano de que se viene hablando, bajada como tal. Unos pueblos, por demasiado vie-
pueblos como el mexicano, están al margen de la jos, no cuentan ya; otros, por demasiado jóvenes, no
historia. No tienen historia, no hacen ni han he- cuentan aún. Unos han dejado de ser hombres; otros
cno nistoria. Su hacer no es sino un repetir hechos no lo son todavía. El espíritu ya no está en ellos, o
de ajena historia, marginar una historia que no les todavía no lo está. U nos hombres ya no lo son por
es propia. América, dice Hegel, y con él otros mu- decadencia y otros por primitivos. Resto de hom-
chos pensadores occidentales, pertenece al futuro; bres o esbozo de hombres, tal es lo que resultan al
su historia es algo que se hará, no algo que esté final de cuentas todos los hombres que no partici-
hecho o se esté haciendo. Si esto es así, el hombre pan en lo que se considera como Historia Univer-
americano, y con él todos los hombres de los pue- sal. América pertenece, desde este punto de vista, al
blos que no pertenecen al campo de la elaboración grupo de los segundos. José Ortega y Gasset, par-
de lo que el occidental llama la Historia Universal, tiendo del punto de vista de este mismo historicis-
carece de la dimensión propiamente humana: la his- mo dice: Europa aún no muere. "y ¡claro es que
toria. Pueblos marginales como el nuestro al no ha- morirár Todo muere. Pero la focha es errónea. Aho-
cer histori:t carecen de humanidad; sus hombres ra precisamente ahora, no va a morir. Todo lo con-
permanecen aún en el campo de lo natural, más cer- trario: ahora va a ser Europa simpliciter. Como los
ca de lo animal que de lo humano. "De la América americanos parecen andar con prisa para conside-
y de su civilización -dice Hegel-, especialmente rarse los amos del mundo, conviene decir: "¡Jóve-
en México y el Perú, es verdad que tenemos noti- nes, todavía nor Aún tenéis mucho que esperar, Y
cias, pero solamente de que esa civilización era me- mucho más que hacer. El dominio del mundo no
ramente natural, de suerte que tenía que perecer tan se regala, ni se hereda. Vosotros habéis hecho por
pronto como se le acercara el Espíritu".15 Los pue- él muy poco aún. En rigor, por el dominio y pttra el
blos al margen de la historia no tienen, así, más por- dominio no habéis hecho aún nada. América no ha
venir que el ceder el campo a los pueblos que hacen empezado aún su historia universal".I 6
la historia. El hombre natural cede ante el hombre Partiendo del historicismo se pueden reinterpre-
propiamente dicho. El Espíritu está encarnado en" tar hechos discriminatorios como el que ya señala-
la historia que hace el hombre occidental, todos los ~os al referirnos a la polémica que se planteó en el
demás pueblos, sin excepción, muestra Hegel, están siglo XVI respecto a la naturaleza del indio america-
al margen de esta historia y, por ende, de la huma- no, respecto a la naturaleza de los indígenas. Ed-
nidad en su sentido pleno. mundo O'Gorman realiza esta tarea reinterpretativa
16 José Onega y Gasset: "El Espectador VIII", en Obras.
15 Hegel: op. cit. p. Completas, t. Ir, p. 719.

\
30 LEOPOLDO ZEA DONADOR DE HUMANIDAD 31
en su ensayo titulado "Sobre la naturaleza bestial cia. Para alcanzar esta humanidad no basta el estar
del indioá:mericano".n La polémica de Sepúlvera bautizado, e! estar dentro de la gracia; es menester,
con Las Casas es vista a la luz de la tesis historicista además, alcanzar el conocimiento de todo el mun-
de acuerdo con la cual lo propio del hombre es la do cultural occidental y participar creadoramente
historia. Desde este punto de vista tendrá razón Se- en él. .
púlvera: el indio americano carecerá de humanidad o'Gorman muestra cómo no se discute a los in-
por carecer de historia. No es la razón, como que- dígenas su humanidad, desde el punto de vista de
ría Descartes, lo que hace de un hombre un hom- ser entes racionales. El obispo de Tlaxcala, Fray
bre. Desde este punto de vista todos los hombres son Julián Garcés, dice, los definía como "criaturas ra-
iguales, semejantes. No, lo importante es la historia, cionales hecha a imagen de Dios". El padre Las Ca-
la cultura. Pero la historia y la cultura occidentales, sas decía de ellos que son "de muy buenos, sotiles
que son, por excelencia, la Historia y Cultura uni- y naturales ingenios y capacísimos entendimientos".
versales. Lo humano se encuentra en la historia que Sepúlvera no les niega, tampoco, esta racionalidad,
parte de Grecia y va tiñendo con fuertes matices que es decir humanidad; pero se trata de una hu-
la cultura Romana, la Cristiana y la Moderna. Así manidad menoscabada, reducida. Una humanidad
como Aristóteles excluía de la Humanidad a los (lUe sólo sometiéndose y aprendiendo de quien más
pueblos que estaban al margen de la Cultura Grie- s~bía, como quería Aristóteles, podría alcanzar su
ga, al margen de la educación o paideia griega; en plena humanidad. Existía una naturaleza más alta,
igual forma Sepúlvera excluye a los pueblos con los más elevada, por encima de la propiamente racio-
cuales se ha encontrado el Occidente al descubrir nal, que hacía del hombre un hombre. Esta natura-
y conquistar América. Desde el punto de vista cris- leza más alta, o racionalidad plena, se alcanza en la
tiano tiene la razón Las Casas; desde este punto de Cultura, con la asimilación o pertenencia a la Cul-
vista sólo cabe estar o no dentro de la gracia divina tura Occidental. Dice O'Gorman: "A la plenitud
que sólo el pecado puede hacer perder. Pero no racional de! hombre corresponde una vida humana
desde el punto de vista de Sepúlveda. Para él lo im- perfecta que, según el ideal aristotélico, es la felici-
portante es pertenecer o poder pertenecer a la cul- dad derivada de la conformidad de la conducta a
tura que forma, significativamente, las humanida- la virtud, con todo lo que en Aristóteles implica de
des: la cultura que tiene sus orígenes en Grecia y racional este concepto." "La vida perfecta necesaria-
en Roma. Desde el punto de vista de un cristianis- mente presupone la vida social, en cuya base se en-
mo que extiende la humanidad a toda criatura ra- cuentra la doble asociación de hombre y mujer y
cional, el indio americano es un hombre como cual- de amo y siervo, que constituye la familia. A su vez
quier otro; no lo es, ya desde el punto de vista de la reunión de familias forma el burgo y el conjunto
la pertenencia al mundo de la cultura occidental, de varios burgos hacen la ciudad perfecta, que de
que es considerada como la universal por excelen- este modo, resulta ser un organismo de la naturale-
za que nace de la necesidad de vivir... La conse-
17 Fílosofía y Letras, núms. 1 y 2, año de 1941. cuencia rigurosa es que si la ciudad es algo que está
32 LEOPOLDO ZEA DONADOR DE HUMANIDAD 33
en la naturaleza, el hombre es por naturaleza un ciación, de acuerdo con este punto de vista histo-
animal político y social. Por tanto, el hombre que ricista, estará en Ja capacidad o incapacidad para
no vive en la ciudad es un ser degradado, sin fami- alcanzar una determinada cultura; la capacidad o
lia, sin hogar, sin leyes e incapaz de sujetarse a un incapacidad para pertenecer o no a la Cultura pro-
yugo".lB Pero, ¿a qué ciudad, a qué leyes, deberían piamente dicha, la Occidental o Universal. El espí-
estar sometidos los indígenas? porque resultaba que ritu aristocratizante del siglo XVI expresado en un
muchos de éstos poseían ya ciudades y leyes antes Sepúlvera parece haber sido derrotado por otras ,1
de que fuesen descubiertos y conquistados. No a fuerzas ya entonces latentes. "Quizá una de las con- 1,

cualquier ciudad, no a cualquier ley. Sepúlvera, ade- , clusiones resulte ser que habíale sonado su hora al
más de aristotélico es miembro de una determinada humanismo -dice O'Gorman-, no por anticristÍa.-
comunidad cultural; es miembro de una ciudad o no, sino por aristocrático, y que la verdadera pugna
cultura con unas determinadas ideas sobre lo que fué con ocultas y poderosas corrientes que, con el
debe ser el orden social y la cultura. Es a esta ciu- tiempo, cuajaron en las democráticas e insensatas
dad y a este orden que deben someterse los indíge- declaraciones constitucionales de 'los derechos del
nas si han de alcanzar su "plenitud racional" o hu- hombre', El historicismo, al decir del mismo Q'Gor-
manidad. "El siervo puede aspirar a la salvación man, parece rehacer en nuestro tiempo ese sentido
-dice O'Gorman-; pero sólo le es posible si se aristocratizante en contra de ese falso humanismo
sujeta al gobierno despótico bajo el mando de un democrático. "Ya el término 'humanismo' cobra
amo cristiano".19 Lo humano es ya visto desde el. un volumen y densidad extraordinario -dice-, si
punto de vista de la cultura que es propia a Sepúl- reflexionamos sobre el hecho de que básicamente
vera. y estar fuera de este punto de vista de lo que se trata de un concepto que postula un sentido va-
significa la Cultura Cristiana implica ser un ente lorativo y selectivo -aristocrático- de 'lo huma-
degradado, uno no-hombre. Por ello los indígenas no'. Se perfila una reacción contra el degradado
deben someterse, para ser cultivados, civilizados. concepto que se tiene del hombre y que es lo que
Sólo mediante su cultivo y civilización por obra de ha hecho posibles los sistemas poHticos de los Esta-
quienes poseen esta cultura y civilización, el indí- dos Totalitarios de nuestros días. ¿Acaso el histori-
gena podrá alcanzar su plena humanidad, esto es, cisma conduce en derechura a una forma aristncrá-
su incorporación en la Historia de la Cultura Uni- tica humanista de la vida? Por todas partes hay sín-
versal. tomas de que esto sea así".20 .
El punto de vista historicista, lo señala ya O'Gor- Cierto, el historicismo llevado a sus extremos
man, al ser llevado a sus últimos extremos, implica puede llevar a una concepción aristocratizante de
una nueva forma de aristocratización. Una forma la vida. Y aristocratizante quiere decir, como he-
que pondría fin a la falsa democratización que hace mos visto, ensalzamiento de un determinado tipo de
de todos los hombres entes semejantes. La diferen- humanidad a costa del rebajamiento de los tipos
18 O. Gorman, op. cit. p. 310.
19 O. Gorman, op. cit. p. 311. 20 E. O. Gorman: op. cit., p. 314.
!
34 LEOPOLDO ZEA D O N A D O R D E H U M A N IDA D 35
que no coincidan con éste. La aristocratización de mas dejado de tener consciencia de su existencia".
una forma de vida humana se logra negando a otras "Todo esto sugiere que la errónea concepción oc-
su calidad humana o regateándosela. Pero el histo- cidental de la 'unidad de la civilización' a través de
ricismo, llevado también a sus extremos, tiene otra su supuesta identidad con la Sociedad Occidental
cara. Esa cara que hace que muchos de los pueblos tiene raíces psicológicas más hondas que las funda-
llamados marginales se puedan preguntar sobre el,' das en el estado momentáneo de nuestro contorno
alcance de sus hechos, sobre el alcance de sus limi- social. En el fondo se basa en una ilusión egocén-
tadas creaciones. Porque resulta que también estos : trica que tiñe siempre y en todas partes las mentes
pueblos hacen, quiera que no, historia. No la histo- humanas".21
ria de Occidente, que ésta la hacen los occidenta-
les, sino historia sin más. El regateo de su humani-
5. El regateo de la técnica
dad les viene, de que hagan o no historia, sino de
que no hacen o no han hecho historia occidental. La posesión de la técnica, la posesIOn de ese
El regateo les viene del hecho de que no pertenecen instrumento al servicio del hombre, ha provocado,
a la cultura que ha hecho esta historia. De aquí su también otra forma de regateo y disminución de lo
reacción, y una reacción apoyada también en el his- humano en quienes no poseen y utilizan ésta. Den-
toricismo que les muestra la relatividad histórica de tro del mundo occidental, la no utilización de sus
todas las culturas, incluyendo la Occidental. El his-~' técnicas, ha sido vista como un signo de inferiori-
toricismo muestra también el carácter limitado, por dad humana. A ella se ha hecho referencia cuando
ser humano, de toda cultura. Y, con este carácter se ha hablado, en tiempos no muy lejanos, de civi-
muestra también su semejanza o igualdad con cual- lizar. Civilizar no es cultivar, esto es, dar a un pue-
quier otra cultura, inclusive la occidental. El histo- blo dominado un conjunto de valores nuevos sobre
ricismo muestra, no tanto el más o el menos de una los cuales ha de rehacerse si ha de alcanzar esa hu-
cultura, sino su diversidad. Diversidad que no im- manidad que le falta. No, aquí simple y puramente
plica valoración, salvo que se haga a partir de una se trata de imponer un conjunto de técnicas, de tec-
idea ya no historicista, sino absolutista. Esta diver-' nificar al hombre mismo al que se civiliza. Civilizar
sidad no prejuzga de su calidad; de esta calidad sólo es someter a la categoría de instrumento técnico a
se juzga a partir de una determinada idea, a partir los hombres de un país o países que han escapado
de la determinada situación de quien preguzga. . a esta tecnificación. Por paradoja, se considera ci-
Ningún pueblo carece de historia, aun las socie- vilizado, que sería lo mismo que decir humanizado,
dades primitivas poseen ésta, lo que pasa, dice Toyn- al hombre o pueblo que se ha convertido en parte
bee, es que hemos perdido de vista la presencia en del engranaje de la gran organización técnica crea-
el mundo de otras sociedades del mismo rango; y d~ por el Occidente. Ese engranaje en el que el in-
que ahora consideramos la nuestra como idéntica dIviduo como tal es numerado, clasificado.
con la humanidad "civilizada". "Las otras sociedades.
no han cesado de existir simplemente porque haya- ; 21 A. J. Toynhee: Estudio de la Historia.
36 LEOPOLDO ZEA DONADOR DE HUMANIDAD 37
Desde este punto de vista, los individuos o pue- En este sentido la actitud más saliente de un pue-
blos que prefieren otras actividades a las técnicas, blo como los Estados Unidos viene a ser expresión
son vistos con extraña admiración, como entes fue- de una tendencia propia de la Cultura Occidental
ra de lo humano, más cercanos al animal que no que, toma en ellos, sus características más salientes.
sabe de técnicas, que no al hombre que las ha in- Esta actitud de seguridad en la técnica y sus resul-
ventado. Así se sorprenden que haya hombres, como tados ha llevado a los norteamericanos a situarse no
los de nuestro pueblo en México, que prefieran dan- ya sólo como hombres, sino como superhombres,
zar, cantar, rezar o resignarse, antes que imponer sobre el resto de los países del mundo. Aquí, una
la técnica a la naturaleza. Como en la fábula de la de las actitudes propias del Occidente, alcanza su
hormiga y la cigarra, los pueblos que han hecho de mayor expresión enfrentándose a la propia Europa.
la técnica un fin, ven con extrañeza y desprecio Desde este punto de vista, pueblos como los Euro-
a los pueblos que se preocupan por valores menos peos, cuna de la Cultura Occidental y, por ende, de
prácticos, menos tangibles. Arnold Toynbee dice al la misma técnica, son vistos a su vez como pueblos
respecto: "La industrialización del pensamiento his- marginales; como pueblos que no están aún a la
tórico ha llegado tan lejos que hasta ha reproducido altura de la auténtica civilización occidental. Desde
las exageraciones patológicas del espíritu industrial. este exagerado punto de vista apoyado en la técni-
Es cosa sabida que los individuos o comunidades ca occidental, otras actitudes no técnicas de Occi-
cuyas energías están concentradas en la transforma- dente, son vistas como limitaciones, como falta de
ción de materias primas en luz, calor, locomoción desarrollo de la idea que 'Sobre el hombre se tiene.
o artículos manufacturados tienden a creer que el Ante esta idea aparecen como incomprensibles múl-
descubrimiento y explotación de los recursos de tiples formas de la cultura que son vistas como in-
la naturaleza es una actividad valiosa en sí misma, útiles, poco prácticas y, por ende, no propias de
aparte el valor para la humanidad de los resultados hombres que deben alcanzar la mayor seguridad y
obtenidos en el proceso. Hasta llegan a encontrar confort por medio de la técnica. Partiendo de este
reprensible en otras personas que descuiden desarro- punto de vista se puede oír hablar a los Estados
llar todos los recursos naturales que están a su dis- Unidos de lo urgente que es "reeducar a Europa".
posición; y se toman prontamente esclavos de su Educar o reeducar, es siempre humanizar. La cuna
fetiche si les toca vivir en una región donde abun- de la civilización Occidental aparece ahora com(')
den los recursos naturales y las oportunidades para fuera de foco, fuera de la nueva idea que sobre el
explotarlos. Este estado de ánimo parece a los ob- hombre se tiene. La humanidad le es regateada, por
servadores europeos característico de cierto tipo de uno de los pueblos que ella misma ha creado. Sus
hombres de negocios norteamericanos; pero este propios puntos de vista, exagerados, le son impues-
tipo es simplemente un producto extremo de una tos y, de acuerdo con éstos, carece aún de plena
tendencia que es característica de nuestro mundo humanidad. Para alcanzarla deberá someterse a la
occidental en general".22 nueva idea que sobre el hombre se tiene.
22 A. J. Toynbee: Estudio de la Historia.
La diferenciación tiene lugar den-
tro del cuerpo de la civilización an-
tecedente, cuando ésta comienza a
perder el poder creador mediante el
cual, en su período de crecimiento,
hubo inspirado otrora una adhesión
voluntaria en los corazones de las gen-
tes que están bajo su superficie o más
allá de sus límites. Cuando esto ocu-
rre, la civilización achacosa paga la
pena de su desfalleciente vitalidad,
quedando desintegrada en una mino-
ría dominante que gobierna con una
creciente opresión pero que no dirige
ya, y un proletariado (inte'r7lO' y ex-
terno) que responde a esta incitación
adquiriendo consciencia de que posee
un'alma propia. y resolviendo salvarla.
La voluntad de represión de la mino-
ría dominante despierta en el prole-
tariado una voluntad de secesión; y
estas dos voluntades continuarán en
conflicto mientras la civilización de-
clinante se acerca a su caída, hasta
que, cuando se halla in articulo mor-
tis, el proletariado se libera al fin de
lo que fué una vez su hogar espiritual
pero que ahora se ha convertido en
una prisión y por último en una Ciu-
dad de Destrucción . .. La secesión del
proletariado es el acto dinámico, en
respuesta a la incitación, mediante el
cual se produce el cambio de Yin a
Yang; y en esta separación dinámica
nace la civilización filial".

"Si se halla en la experiencia que


el mestizo es más apto para la civili-
zación que el pura sangre, cabe atri-
buir esta superioridad al estímulo apli-
39
40 LEOPOLDO ZEA
cado a su psique por la perturbación
que resulta del cruce de dos castas fí- " 11
sicar distintas".
LA CONQUISTA Y LA DIFERENCIACIóN
AR:-IOLD J. TOYNBEE:
SOCIAL MEXICANA
Estudio de la Historia

6. Proletarización social y proletarización colonial


YA EN OTRA ocasión me refería a las diversas cir-
cunstancias en que se encuentra la América Ibera,
y por ende México, respecto a las circunstancias
sociales de Europa. Estas diversas circunstancias, de-
cía, han originado en nuestra América una doble
lucha social. Una, la que podríamos llamar vertical,
que se desarrolla en todos los países industrializa-
dos, incluyendo a Europa, que, en nuestros días se
denomina como lucha de clases; otra, que podría-
mos llamar horizontal, que se desarrolla, con más
o menos fuerza entre los pueblos coloniales como
el nuestro y los países imperialistas.1 Desde este
punto de vista México, como los países que le son
semejantes, viene sosteniendo una lucha interna y
una lucha externa. Una lucha de las clases proleta-
rias contra los grupos o clase dirigentes que las ex-
plotan; y una lucha contra el imperialismo de las
naciones que le han venido imponiendo un orden
social, político, económico y cultural que más les
ha convenido a sus intereses.
Arnold Toynbee hace también referencia a esta
doble lucha que los hombres deben sostener contra
los hombres y los pueblos contra los pueblos. Por
ello habla de un proletariado interno, formado
por los grupos sociales que soportan la explotación

1 Véase mi libro La filosofía como compromiso. Te-


zontle, México 1952.
41
42 LEOPOLDO ZEA DIFERENCIACIÓN SOCIAL MEXICANA 43
y la imposición de los puntos de vista económicos, .1 los. Estos estímulos pueden ser naturales o huma-
políticos y culturales de una clase dirigente; y de noS, físicos o culturales. Ante estos estímulos las
un proletariado externo, formado por los pueblos diversas civilizaciones van adquiriendo su propia
al margen de un pueblo o grupos de pueblos cuya personalidad. Sin embargo, la madurez y desarrollo
actividad les ha convertido en líderes de una cultura de las mismas dependerá siempre de la fuerza del
o civilización. Estos pueblos dirigentes hacen de los estímulo. Un estímulo débil dejará casi estática a
pueblos que le son marginales instrumentos al ser- uria civilización, una demasiado fuerte podrá des-
vicio de sus intereses concretos. "Así como hay cla- truirla. Pues bien, dentro de esta lucha en que unos
ses e individuos proletarios -dice Toynbee~, hay pueblos juegan el papel de estimulantes, es el Occi-
también naciones proletarias; y ésta es evidentemen- dente el que ha dado lugar a los mayores estímulos
te la categoría a la que entrarán probablemente los que han sufrido los diversos pueblos que forman el
pueblos no occidentales del mundo contemporá- Mundo contemporáneo. La agresividad del Occi-
neo".2 Naciones Imperialistas y naciones Colonia- dente ha dado lugar a esa serie de respuestas a que
les, tal podría ser la división definitiva. Las primeras nos hemos referido más arriba: movimientos como
formadas por las naciones que forman el meollo de el comunista o movimientos nacionalistas. A estos es-
lo que ahora llamamos el Occidente, incluyendo los tímulos, los mayores que registra la historia de la
Estados Unidos de Norteamérica; las segundas for- Humanidad, han contestado y contestan pueblos de
madas por el resto de las naciones del mundo que todo el orbe. Unos en forma simplemente defensi-
han sufrido el impacto de las primeras. La lucha va, otros, ya, en forma agresiva. El Occidente, ha
entre las primeras y las segundas se ha venido in- llevado su agresión estimulante, a los pueblos más
tensificando en nuestros días tomando, al decir de apartados de la tierra y ha hecho reaccionar a cul-
Toynbee, diversas formas: desde la forma comunis- turas ya estáticas e inclusive abortadas. Dice Toyn-
ta, adoptada por Rusia y China, hasta la nacionalista bee, el Occidente ha venido a jugar el papel del
adoptada por varios países asiáticos, como la India Tentador de la Creación obligando al Mundo a una
e Indochina, los árabes como Irán y Egipto, y los nueva recreación. La Civilización Occidental, dice
hispanoamericanos, cuyo ejemplo, al decir del mis- el pensador inglés, "está desempeñando el papel mí-
mo historiador inglés, lo representa México con su tico de Mefistófeles respecto a toda civilización vi-
Revolución de 1910. 3 viente y respecto a toda sociedad primitiva existen-
De acuerdo con este punto de vista es el Occi- te en la faz de la Tierra".4
dente el que ha venido a juzgar el papel de incita- A la incitación occidental han venido contestan-
dor o estimulador social de todo el Mundo. Todas do todos los pueblos llamados marginales en diver-
las civilizaciones, dice Toynbee, reaccionan, positi- sas formas. La respuesta a estas incitaciones causa
va o negativamente frente a un conjunto de estímu- ahora alarma al Occidente que las considera, a su
2A. Toynbee: La civiliza.ci6n puesta a prueba. vez, como agresiones. Pero hay que afirmar, dice
s En el próximo capítulo haremos una mayor referen-
cia a esta tesis de Toynbee sobre México y su revolución. 4 A. J. Toynbee: Estudio de la Historia.
44 LEOPOLDO ZEA DIFERENCIACIóN SOCIAL MEXICANA 45
Toynbee, "no ha sido el Occidente el que ha veni- colonia. En nuestro caso ha sido el Mundo Occi-
do siendo golpeado por el mundo, sino que ha sido dental, Europa y los Estados Unidos, el que ha ori-
el Mundo el que ha sido golpeado, golpeado fuerte- ginado la forma de nuestra organización social des-
mente, por Occidente".5 Todos los pueblos de la de el siglo }."VI hasta nuestros días.
tierra podrán decir sin vacilación: "El Occidente España al colonizar México impuso un orden so-
ha sido el máximo agresor de todos los tiempos". cíal dentro del cual, el papel de proletariado corres-
Pero ahora la situación está cambiando, afirma pondía a los naturales del país conquistado y, con
Toynbee, y el Mundo hace sentir al Occidente algo el tiempo, a los mestizos que surgieron del ayunta-
de lo mucho que de .ésta ha sufrido. "La alarma y miento de blancos con indígenas. El criollo, el hijo
la indignación de Occidente muestra que para los y descendiente blanco del Conquistador, quedó su-
occidentales es todavía una experiencía nueva sufrir bordinado políticamente a la Metrópoli, pero en si-
de las manos del Mundo lo que éste ha venido su- tuación social privilegiada respecto a la clase pro-
friendo, durante las pasadas centurias, de las manos letaria indígena y mestiza. A partir de mediados del
de Occidente".6 siglo XIX, dentro de un orden social en el que el
Dentro de estas reaccíones se encuentran la de mestizo tomó la iniciativa y dirección social del país,
pueblos débiles como México. La respuesta mexi- México como nación quedó subordinada económi-
cana al estímulo occidental puede llegar a originar camente a la gran burguesía Occidental encabezada
una expresión cultural propia de esta cultura que por los países anglosajones. El orden social interno
signifique una aportación a la Cultura Universal en de México volvió a quedar determinado por esta
el amplio sentido que la misma debe tener. El im- relación exterior con pueblos de los cuales pasaba
pacto de Occidente sobre pueblos coloniales como a ser colonia económica. Los mestizos, como grupo
el nuestro no sólo ha dado lugar a una subordina- más afín con los intereses económicos de Occiden-
ción de los intereses nacionales a los imperiales de te, tomaron la dirección del país y lo estructuraron
Occidente, sino también a un orden interno deter- como nación libre políticamente, pero subordinada
minado, originado por esta subordinación colonial. económicamente a la gran burguesía Occidental de
La proletarización exterior ha originado, también, la la cual fueron servidores durante esa etapa de nues-
forma de proletarización social interior. Mientras tra historia conocida con el nombre de Porfirismo
en el Occidente la proletarización interna tiene su o Porfiriato. En esta etapa, el Mestizaje, convertido
origen en formas de organización socíal y econó- en una pseudo-burguesía nacional, impuso un nue-
mica derivadas de su propia extructura interior; la vo orden social dentro del cual el papel de prole-
proletarización interna de los países coloniales como tario siguió correspondiendo a los indígenas. Hasta
el nuestro tendrá su origen en una organización 1910 en que se inicia la llamada Revolución Mexi-
que le es exterior, la propia de los países de que es cana que aspira, dentro de sus posibilidades, a esta-
5 A. J. Toynbee: The World tmd the Wost, Oxford blecer un orden social más de acuerdo con sus nece-
University Press, 1952. sidades internas V menos subordinado a los intereses
6 A. J. Toynbee: op. cit. cmt. imperialistas de Occidente.
46 LEOPOLDO ZEA DIFERENCIACIÓN SOCIAL MEXICANA 47
de caer el mestizo, que surge con el tiempo como
7. El impacto de la Conquista en México resultado de la unión libre de españoles con indias.
En la parte anterior hemos visto cómo el Occi- Sólo que éste no cae ya en la situación de encomen-
dente ha venido justificando su predominio sobre dado. La situación del mestizo, como veremos más
otros pueblos, mediante una discriminación o rega- adelante, resultará ambigua y, por ambigua, fuera
teo de la humanidad a los hombres que forman estos de una concreta detenTIluación social como la que
pueblos. Por lo que se refiere a México, ya hemos poseía el indígena. Junto con el mestizo estarán
visto, también, cómo este regateo parte con la Con- otros grupos, determinados, igualmente, en forma
quista y se prolonga durante toda la Colonia. Tanto racial: negros, mulatos, zambos, saltapatrás y otra
desde el punto de vista de las diferencias raciales serie más de combinaciones raciales ajenas a la pu-
como culturales o religiosas, se regatea a los indíge- reza del blanco español y del indígena. Todos estos
nas su calidad humana. Este regateo permite justi- grupos, al igual que el mestizo, irán fonnando la
ficar la subordinación de los mismos al dominio de estructura social de la Colonia que oscilará: entre
sus conquistadores europeos. Aun las soluciones más el blanco español, como llÚnoría dominante, y el
cristianas, si bien es cierto que no niegan la huma- indígena, como mayoría proletaria.
nidad de los indígenas, sí niegan que esta humani- Aun dentro del grupo blanco se establecerá una
dad haya :llcanzado el desarrollo que es menester diferenciación, más política que social o económi-
para que se equiparen como iguales o semejantes a ca: la del metropolitano y el criollo. El primero
sus dominadores. estará formado por los españoles enviados expresa-
La plena humanidad sólo se alcanza mediante mente a México por la Corona para representarla
una determinada educación. Y ésta, sólo puede dár- y establecer el orden político de subordinación a
sela al indígena el hombre que la posee: el español. ella. Gobernantes y administradores de la Corona
Mientras no alcance esta educación será visto como forman este grupo. El otro estará formado por los
algo menos que un hombre: como una criatura, hijos y descendientes de los conquistadores o de
para los más humanitarios de sus dominadores; como esos gobernantes y administradores cuyos hijos na-
un animal, para los más inhumanos de ellos. Por ello cían y quedaban en las Colonias. Desde la primera
la Corona Española y la Iglesia los encomiendan, generación los criollos aspirarán a ser los gobernan-
junto con sus bienes y posesiones, a los que se su- tes y administradores de las Colonias con más de-
ponen cristianos señores que se encargarán de ha- rechos que los intrusos enviados por la Corona. Su
cer de ellos verdaderos y completos hombres. problema fué siempre de carácter político. Su am-
De esta manera, los indígenas más que encomen- bición, desplazar al metropolitano, pero sin alterar
dados vendrán a ser propiedad de sus encomende- el orden social existente dentro del cual aspiraban
ros. Sin a1terar la organización y forma de trabajo a ser, no sólo usufrutuarios, sino dirigentes. En la
uropio del indúrena, el español recibirá todos los historia de Méxiso hasta mediados del siglo XIX se-
fnltos de éste, dejándole tan sólo lo apenas impres- rán éstos los elementos activos de la misma.
cindible para subsistir. En la misma situación habrá La diferenciación racial de criollos, mestizos e

l
LEOPOLDO ZEA DIFERENCIACIÓN SOCIAL MEXICANA 49
48
indígenas se convertirá, con el tiempo en diferen- a los orígenes respecto a la tenencia de la tierra,
ciación no sólo social, sino cultural. Su diversa edu- con la transformación económica que la misma re-
cación o formación cultural dará origen a diversos presenta, como base para una nueva organización
modos de sentir la realidad y de actuar sobre ella. social, de acuerdo con la realidad mexicana; tam-
Estos modos de actuar y enfrentarse a la realidad bién, pretende ser una respuesta nacional a estí-
mexicana trascenderán la pura diferenciación racial mulos culturales que le eran ajenos, adaptándolos a
para convertirse en formas o modos de ser propios expresiones más propias dentro de un ámbito de
del mexicano en diversas etapas de su historia. En coordinación universal.
cada una de estas etapas el mexicano irá tomando En cada una de estas revoluciones parciales, los
diversa conciencia de su realidad, luchando, en cada grupos sociales a que dió origen la Conquista y
caso, por liberarse de las imposiciones externas que la Colonia, sobre la base de una discriminación ra-
le son conscientes. En cada caso, la conciencia de cial, se transformaron en líderes que, consecutiva-
una determinada forma de la realidad mexicana ser- mente, fueron expresando un ideal de integración
virá de estímulo a la toma de conciencia de otra nacional cada vez más poderoso. Cada uno de ellos
forma de esta realidad que no era aún consciente. -con su modo de ser, sus características y actitu-
Al estímulo total, dado por Europa a partir del si- des psicológicas, producto del medio o circunstan-
glo XVI, se irán dando respuestas parciales en cada cias en que se formaron-, forjó el instrumento
una de las cuales se hará patente algo de la realidad cultural más adecuado para transformar las circuns-
propia de México. La Revolución de Independen- tancias que se le presentaban como adversas. Y en
cia de 1810 será la respuesta criolla a la imposición cada caso dejaron de ser grupos discriminados ra-
política impuesta por España desde el siglo XVI, pero cialmente para expresar una voluntad nacional cada
sin alterar otras formas de imposición como la men- 'i vez más consciente. El ideal de independencia polí-
tal y la social. La Revolución de 1857, llamada de tica de los criollos en 1810 fué abiertamente secun-
Reforma, fué la respuesta a la imposición mental dado por mestizos e indígenas que veían en el mis-
que impedÍ:> a México entrar en la órbita del pro- mo la posibilidad de un cambio en sus respectivas
greso material patrocinado por el Occidente anglo- situaciones. Igualmente en 1857 los grupos sociales
sajón; pero sin alterar, tampoco, el viejo orden so- que, junto con el indígena, formaban lo que podría-
cial establecido por la Colonia respecto a las clases mos llamar el proletariado, no tuvieron empacho en
más explotadas como la indígena y a la tenencia de secundar la revolución mestiza que tendía a trans-
la tierra, fuente de la economía de un pueblo rural formar los viejos hábitos y costumbres impuestos
como el mexicano. La Revolución de 1910, llama- por la Colonia y conservados por los criollos, para
da simbólicamente Mexicana, vino a ser la respuesta formar el núcleo de una burguesía que fuese se-
a la imposición social que había venido imponiendo mejante a la gran Burguesía Occidental, expresión
el Occidente desde el siglo XVI, y que no había sido del máximo progreso.7 Igualmente, la Revolución de
alterada en ninguna de las anteriores revoluciones;
esta revolución ha significado, también, una vuelta 7 Véase mis libros El positivismo en México, segunda
50 LE OPOLDO ZEA DIFERENCIACIóN SOCIAL MEXICANA . 51
1910, se transformó en revolución nacional al coin- Pero no es así, esta discriminación cesa en cuanto
cidir el anhelo de las clases indígenas campesinas, alguno o algunos de esos miembros de los grupos
con los anhelos de otros grupos .o clases sociales que indígenas cambia su situación económica y la ad-
aspiraban a un cambio en la sociedad mexicana im- quieren aquellos individuos de otro tipo racial cuya
puesta por los grupos mestizos, cuyos intereses se situación económica les lleva a trabajos de baja es-
congregaron en torno a Porfirio Díaz. En cada una cala social. A partir de la Revolución de Indepen-
de estas revoluciones participaron criollos, mestizos dencia, decía antes, los grupos sociales discrimina-
e indígenas sin discriminación. dos racialmente fueron estimulados en forma tal que
La discriminación, a partir de la Revolución po- sus individuos pudieron empezar a cambiar su situa-
lítica de Independencia en 1810, empezó a ser más ción social, independientemente de su origen racial.
económica que racial. Del ideal conservador de los A partir de entonces se logró que esa asimilación
criollos, en la primera mitad del siglo XIX, partici- cultural, que tanto discutiera la Conquista y la Co-
paban, no sólo criollos desde el punto de vista ra- lonia, respecto a la capacidad de los indígenas para
cial, sino también mestizos e indios de sangre pura. la misma, fuese suficiente para hacer de un indio
Igualmente, del ideal progresista y liberal de los un presidente de la República, un gran general, un
mestizos que se enfrentó al ideal conservador y dió gran escritor y, en nuestros días, un mexicano sin
lugar a la citada revolución de Reforma, participa- más.
ron, no sólo mestizos, sino también criollos e indios Así, al impacto de la Conquista Occidental en
de pura sangre, como el máximo líder de esta revo- el siglo XVI, con el espíritu discriminatorio que le
lución: Benito ]uárez. Igualmente en la revolución sirvió para justificar su dominio, ha dado México
campesina y, por ende, casi indígena, participaron una serie de respuestas sucesivas en las que se ha
tanto criollos como mestizos, ya casi sin conciencia venido haciendo patente la conciencia de su reali-
de su origen racial. dad como expresión concreta de 10 humano. Esta
Por supuesto, en una sociedad como la nuestra realidad con ser nacional, que es lo mismo que de-
que descansa, o ha venido descansando, en una eco- cir limitada, no es por ello menos humana que aque-
nomía esencialmente rural, toda discriminación so- " lla de que había venido haciendo gala el Occidente,
dal de carácter económico se hará, por lo general, presentándola como lo universal por excelencia. La
patente sobre el grupo que soporta esta economía: el propia y la ajena se le presentan ahora como limita-
indígena. Los pobres, el pueblo, la llamada clase das; pero no tan limitadas que sean incomprensi-
baja, el proletariado del campo y de la ciudad, es- bles, esto es, universalizables por medio de una mu-
tán formados en una alta proporción por indÍ¡ze- tua comprensión. De aquí que limitación, por un
nas; pero no necesariamente por ellos en su totali- lado; y comprensión por el otro, vengan a ser el
dad. De aquí que parezca, aun en nuestros días, que mejor Índice de que posee la tan regateada huma-
se sigue estableciendo una discriminación racial. nidad.
edición 1953 y Apogeo y decadencia del positivismo en
México, 1944.
52 LEOPOLDO ZEA DIFERENCIACIÓN SOCIAL MEXICANA 53
8. La respuesta y estÍ7n:ulo criollos ñor de tierras y hombres indígenas; pero de estas
propiedades tenía que rendir permanente cuenta a
Las diversas respuestas mexicanas al estímulo oc- los peninsulares representantes del rey. Una vida
cidental, hemos visto, fueron dadas a través de una ociosa, trivial e intrascendente, rodeaba su vida. Las
serie de grupos que, empezando por ser raciales, grandes aventuras de sus padres y abuelos pasaban
terminaron por ser expresiones de una nacionalidad ya a la historia; la casi totalidad de las tierras del
en formación. Cada uno de estos grupos, concreta- Nuevo Mundo estaban conquistadas y colonizadas.
mente el criollo y el mestizo, ha dado una respuesta Lo que quedaba no valía la pena. Salvo las expedi-
al estímulo occidental de que ha sido objeto a par- ciones a las Filipinas y alguna expedición contra
tir del siglo XVI, pero a su vez ha venido a ser un indios reboltosos o el alistamiento en las tropas del
estímulo dentro de la realidad mexicana, provocan- rey en Europa, no había mayores incentivos. Los
do la respuesta de otros grupos que, es a su vez, res- representantes de la Corona y la Inquisición vigi-
puesta al estímulo occidental. En especial dialéctica laban todos sus movimientos. La aventura, tanto
cada respuesta externa al estímulo de Occidente, es militar como espiritual resultaba prácticamente im-
a su vez estínmlo interno para una nueva respuesta posible. Sólo quedaba el mando, el gobierno y ad-
externa a otros estímulos occidentales. Por lo que ministración de estas tierras. Por alcanzar éste cons-
se refiere al indígena éste ha reservado sus tespues- piraría permanentemente hasta alcanzarlo en 1810.
tas, que sólo se apuntan en nuestros días a partir de El predominio político de la Península Española
la Revolución de 1910. La razón de esto trataré sobre las Colonias provocaría así la respuesta criolla
de darla más adelante. Por lo pronto empezemos que aflorará con la Revolución de Independencia en
con la respuesta criolla al estímulo occidental y al 1810. Sin esta terca imposición política de España
estímulo que a su vez ha originado su respuesta la independencia habría tardado todavía algunos
dentro de esta dialéctica ya señalada. años. Los criollos no aspiraban a separarse de Es-
El criollo, el hijo y descendiente del Conquista- paña, tan sólo a tomar los puestos de mando y ad-
dor, se encontró dentro de la sociedad mexicana ministración de las Colonias. Eliminadas las autori-
formada por el impacto de la España Imperial so- dades peninsulares españolas sólo se trató de poner
bre América, en una situación rebajada respecto a en su lugar las equivalentes de origen criollo. El
los que consideraba sus derechos como heredero de status social permaneció inalterado, o al menos pre-
unas tierras ganadas por el esfuerzo y valor de sus tendieron que así permaneciese. Se trató de conser-
padres o abuelos. Más que a la Corona o, lo que var todos los privilegios, tanto los de los peninsu-
era peor, a los enviados de ésta, correspondían a él lares, ahora en manos de los criollos, como los de
todos los derechos de gobierno y administración la Iglesia. Se pretendió continuar la vida colonial
de unas tierras que le pertenecían por todos los sólo que ahora bajo un dominio criollo. La corona
conceptos, incluyendo los de nacimiento. Pero no que había rechazado un Fernando VII era entrega-
era así, de estas tierras sólo recibía los frutos, o da a uno de los caudillos criollos: Iturbide. Los gru-
parte de los mismos. Como titular era dueño y se- pos que habían participado en la Revolución, los
54 LEOPOLDO ZEA DIFERENCIACIÓN SOCIAL MEXICANA 55
mestizos e indígenas, parecía que no tenían ya otro contento y rencor dentro de los grupos indígenas
papel que el aceptar el viejo estado de cosas que que veían frustradas sus esperanzas; y un descon-
ahora establecía un nuevo grupo social en aparien- tento y rebelión abierta de parte de los mestizos.
cia triunfante. La independencia política se había Este descontento haria patentes grados de emanci-
alcanzado, por ésta habían luchado lo mismo crio- pación a que se podía llegar para alcanzar una
llos, que mestizos e indios, no había ya más que- auténtica independencia, no sólo frente a las pre-
hacer, sólo establecer el orden que la revolución tendones de los criollos, sino frente al espíritu de
había alterado. Se trataba tan sólo de un incidente que era expresión.
molesto, pero necesario. Lograda la finalidad no Este espíritu era el mismo que había impuesto a
quedaba sino poner fin al mismo. la América la Europa absolutista que la había con-
En efecto, tanto grupos mestizos como indíge- quistado. Espíritu dogmático, ajeno a todas las li-
nas habían secundado esta revolución encabezada bertades humanas. Este espíritu aún se hacía paten-
por los criollos. Al igual que ellos aspiraban a po- te en los hábitos y costumbres del nuevo México
ner fin a una situación que les resultaba aún más independiente. Los criollos no eran otra cosa que
enojosa que para los criollos. El problema de los expresión de este espíritu y sus más acendrados de-
mestizos y los indios no era tan sólo el de alcanzar fensores. Frente a este espíritu los mestizos opon-
el poder político. Había algo más, este poder ser- drán el espíritu de la Nueva Europa, el espíritu
vina para transformar, también, la situación social simbolizado por las ideas de progreso material y el
en que se encontraban colocados. Los mestizos as- liberalismo. México también podría ponerse a la al-
piraban a dejar de ser los parias que habían venido tura del progreso alcanzado por el Mundo Occiden-
siendo en la Colonia. Entes sin situación social de- tal. La lucha interna, entre los criollos conservado-
terminada; sin derecho al usufructo de bienes como res y los mestizos liberales, tenía una significación
los criollos, ni a la protección de los indígenas a externa más amplia, era parte de la lucha que se li-
que obligaba la Corona a todos los españoles. Por braba en todo el Mundo Occidental contra el espí-
lo que se refiere a los indígenas, éstos aspiraban a ritu de retroceso. México, con esta lucha, se eman-
dejar de ser tutoriados, a ser dueños de sus tierras, cipaba de otras de las formas de dominio que le
a gozar de los frutos del trabajo que ponían en las había impuesto el Occidente en el siglo XVI. Se rea-
mismas. No se trataba de un simple cambio políti- lizaba lo que se ha llamado la emancipación mental
co, de un cambio de señores. Cada uno de estos de América. En esta emancipación México jugaba
grupos veía en la revolución la posibilidad de un un papel privilegiado. 8 Los mestizos, presentándose
cambio en su propia situación. a sí mismos como tales, encabezaban este movimien-
Los criollos sólo tenían capacidad para ver el to y formaban las bases y el instrumental cultural,
cambio que a ellos interesaba: el político; más allá económico y político que con el tiempo diese ori-
de este cambio serían tan ciegos como los peninsu- gen a la formación de una gran burguesía semejante
lares lo habían sido para con sus legítimas aspira- 8 Véase sobre esto mi libro, Dos etapas del pensmnien-
ciones. Esta actitud provocaría pronto un sordo des- to en Hispanomnérica. México 1949.
56 LEOPOLDO ZEA DIFERENCIACI(>N SOCIAL MEXICANA 57
a las grandes burguesías europeas y a la norteame- No poseen más bien que su personal libertad, con
ricana. 9 la cual no saben qué hacer legítimamente.
Para subsistir se adaptará, circunstancialmente, a
las situaciones que la realidad le irá presentando. Sin
9. La respuesta y estím:uJo mestizos
comprometerse con ninguna se plegará en forma
Si la dureza de la vida, la adversidad y la falta de tal que le dé un mínimo de seguridad. Esta seguri-
un seguro apoyo son los mejores estímulos, al decir dad la buscará en los señores, los metropolitanos y
de Toynbee, entonces es posible que de los grupos criollos, de los cuales será, no fiel sino ladino ser-
sociales que hemos indicado no haya uno en el que vidor. Cínico a veces, hipócrita otras, simulará leal-
los estímulos hayan sido más fuertes como en los tad a quien le ofrezca seguridad, para traicionarlo
mestizos. Surgen a la vida accidentalmente, son cuando ésta falle. Una relativa lealtad entre sus igua-
los hijos no buscados de blancos e indias. Ni los les le permitirá, por otro lado, formar los cuerpos
unos, ni las otras los desean; son concebidos como o grupos que en su oportunidad han de barrer con
fruto de pasiones e instintos que buscan su inmedia- _ los criollos y su espíritu conservador.
ta satisfacción. Sus padres se averguenzan de ellos "Los mendigos -se ha dicho- no pueden ele-
o, simplemente, los ignoran; para la madre son una gir", por esto los mestizos aceptan su cerrada situa-
carga recibida estoicamente. Son simples y puros ción y preparan, dentro de ella, los elementos que
accidentes y como tales no tienen un lugar en la en el futuro le permitan transformarla. No teniendo
sociedad colonial. Carecen de derechos, y con ellos, nada concreto que defender, ni seguridad alguna
de toda clase de bienes seguros y propios. Como hi- que guardar, formarán el elemento revolucionario
jos naturales o bastardos de blancos resultan también por excelencia. Nada les va ni les viene en una
los hermanos accidentales de éstos. Fraternidad sabi- sociedad que no han hecho y con la cual se han
da aunque nunca públicamente reconocida. Situados encontrado por accidente. Si algún mundo o socie-
entre dos razas y dos culturas fluctuarán dentro de dad les pertenece; éste sólo puede estar en el futu-
ellas sin pertenecer, definitivamente a ninguna. Toda ro, en una sociedad hecha por ellos mismos, en una
su vida será también un movimiento pendular, y sociedad que nada tenga que ver con un pasado que
por pendular, formado de múltiples accidentes. Ca- no es su propia obra. Acompañan a los criollos en su
recen de toda protección, no poseen la seguridad revuelta contra la Metrópoli; pero no los aco~pañan
que daba al criollo la de ser el legítimo heredero de en sus ideas de restauración de un orden colonial
su padre; carecen también de la paternal protección criollo.
que el blanco hispano estaba obligado a ofrecer al Cuando este orden es establecido, o al menos
indio. No son ni herederos ni encomendados. Sus cuando se intenta establecerlo, los mestizos le recha-
bienes, si poseen algunos, carecen de legitimidad. zan y lo combaten. Lo que quieren es otro orden,
un orden social nuevo, ajeno a un pasado que es
9 Véase Justo Sierra, parte referente al movimiento de
Reforma en La evolución política del pueblo mexiccmo y menester estirpar plenamente. Este pasado debe ser
mi libro, Apogeo y decadencia del positivismo en México. elíminado, no sólo desde el punto de vista político,

,1
58 LEOPOLDO ZEA DIFERENCIACIÓN SOCIAL MEXICANA 59
sino cultural y mental. No basta arrancar a España drá la Burguesía Occidental a la cual trataba de
el dominio político, además, es menester, desarraigar semejarse.
sus hábitos y costumbres; esos hábitos y costumbres Transformó los métodos educativos e inició una
que han hecho una sociedad en que la desigualdad transformación económica y social de la República.
por naturaleza es la que establece las categorías. La El positivismo y su idea de progreso significaron
nueva Europa, el Occidente Moderno, ha establecido los nuevos ideales por realizar. Tecnificar, e indus-
nuevas categorías: las que se basan en la capacidad trializar el país, fueron unas de las metas dentro del
personal de los individuos, no en herencias ni en nuevo orden. Los ferrocarriles y, más tarde los te-
desigualdades raciales de los cuales ellos no pueden o légrafos, cruzaron el país. Parecía que se realizaba
ser responsables. El individuo, como tal, debe ser el nuevo ideal de progreso. Los mestizos, conver-
el único responsable de su destino. Su puesto en la tidos en burguesía nacional, parecían ser los orienta-
sociedad debe depender de esta su capacidad para dores de esta transformación. Sin embargo, quienes
alcanzarlo. El bienestar social y el confort material habían hecho la independencia política y mental de
deben ser expresión de la capacidad de los indivi- Europa, de la Europa medieval, caían en una nueva
dUDS para alcanzarlos. servidumbre. Nuestra burguesía no alcanzó a ser
El mestizo establece las bases para alcanzar este sino una clase privilegiada al servicio de la gran
bienestar. Completa la Revolución de Independen- Burguesía Occidental. A ella se había entregado la
cia con una nueva revolución, mediante la cual se explotación de todas las materias primas. Todas las
intenta ahora liberar a México, definitivamente, de concesiones, por lo que se refiere a Industrias, com-
sus viejos lazos con el pasado colonial. Estos ideales pañías comerciales y de transportes, quedaron en
se establecen en la Constitución de 1857 y en los manos de esta burguesía occidental. La llamada bur-
nuevos sistemas educativos, conforme a los cuales se guesía mexicana no vino a ser sino sus servidora,
pretende transformar la mente y hábitos de los me- una especie de amanuense que llevaba la contabilidad
xicanos. lo Mediante este nuevo orden legal y estos de estos grandes intereses, y por la cual recibía una
nuevos sistemas educativos, se aspira, como dice limitada compensación económica, la suficiente para
Justo Sierra, ha establecer las bases para la forma- hacerle creer que podría ser algo parecido a la bur-
ción de una gran burguesía que haga de México un guesía que era su modelo.
país a la altura del progreso. El mestizo toma la Por lo que se refiere al orden social, esta pseudo-
dirección de México y empieza a darle un sentido burguesía no quiso alterar nada que no conviniese
del que había carecido hasta la fecha: el de naciona- a sus intereses. El campo siguió siendo uno de los
lidad. Rompe con otra de las formas culturales que medios más seguros de explotación. Los grandes
le había impuesto el Occidente en la Conquista y la propietarios de tierras en lugar de decrecer, aumen-·
Colonia; pero aún seguirá dependiendo de éste en taran. Los vencidos criollos continuaron, conserva-
una nueva forma de servidumbre: la que le impon- doramente, viviendo de la explotación de sus viejas
10 Tal es lo que se pretende con una educación de ca-
haciendas. El nuevo grupo, de origen mestizo, ob-
rácter positivista. V éanse mis libros sobre este tema. tuvo a su vez tierras y, con ellas, hombres que las
60 LEOPOLDO ZEA DIFERENCIACIóN SOCIAL MEXICANA 61
trabajaban. Se crearon nuevos y poderosos latifun- reda esporádicamente, para ser luego olvidada en
dios en manos de extranjeros a través de las llamadas medio de los más salientes intereses de los grupos
Compañías Deslindadoras. que encabezaban las revoluciones. A pesar de cons-
Los índigenas, que habían formado las infante- tituir la mayoría de la Nación, los estímulos que
rías y carne de cañón de todas las luchas libertarias, provocaban la reacción de otros grupos, no alcanza-
fueron nuevamente relegados. En lugar de devol- ban a provocar una reacción semejante por parte
vérseles las tierras, que venían reclamando desde la de los indígenas como la que se expresó en la Revo-
Conquista, se les quitaron otras. No sólo no reci- lución de 1910. ¿Qué pasaba?
bieron protección, sino que se les privó de la que El indígena y su cultura, como se ha visto ya,
limitadamente le había sido dada por la Corona es- recibieron el más fuerte impacto que ha podido su-
pañola. Las comunidades agrarias, en nombre un frir cultura alguna de parte del Occidente. El espa-
falso postulado referente al estírl~ulo individual, fue- ñol no se conformó, como lo hará el sajón en sus
ron destruídas. En la darwiniana lucha por la vida colonias, con establecer sobre el indígena un predo-
y supervivencia del más apto sostenida por la cla- minio político y económico; también se empeñó en
se dominante, los indígenas quedaban desplazados establecerlo cultural. El indígena fué sometido bru-
arrancándoseles toda protección. talmente dentro de las formas de una cultura que no
Esta situación habría de provocar una nueva re- le era, ni remotamente, cercana. La cultura que le
acción en la que el indígena, el hombre del campo, era propia fué borrada hasta el grado de hacer per-
sería el principal protagonista. Junto a él se levan- der su sentido a las expresiones de la misma. Como
tarían otros intereses y otros grupos; pero, por vez esos monumentos de piedra cuyo sentido tiene ahora
primera, su problema, el de la propiedad de la tierra, que serIes arrancado por los arqueólogos a pesar
sería de una de las principales banderas de la nueva de que en torno a ellos siguen viviendo los descen-
revolución, la mexicana, de 1910. Esta reacción con- dientes de sus creadores. Para el indígena mismo, este
tra una situación de malestar concreto, sería tam- sentido quedó oculto, disfrazado por fórmulas aje-
bién el punto de partida para una nueva respuesta· nas, occidentales, en una combinación de difícil dis-
al estímulo occidental. .. .,
cnmmaClOn.
Desde la Conquista los mISloneros cristianos se
10. El estímulo occidental y, la respuesta indígena empeñaron en una tarea contradictoria: por un lado,
en poner a los indios a la altura de sus cristianos
• Como se ha dicho, los grupos indígenas, no todos, conquistadores; por el otro, en librarlos de los de-
sino parte de ellos, habían participado siempre en to- fectos naturales de éstos. Se les enseñaba religión y
das las luchas que por la libertad habían venido sos- artes; pero se trataba de evitar entrasen en contacto
teniendo criollos y mestizos. En cada una de estas con la vida propia de éstos. Las comunidades indí-
luchas el indígená esperó siempre una oportunidad genas puestas bajo la vigilancia de los misioneros
para hacer valer sus intereses. Sin embargo, ninguna representaron remansos donde esperaban detener el
de estas luchas los satisfizo. Su bandera apenas apa- espíritu violento y ambicioso que caracterizaba ya
62 LEOPOLDO ZEA DIFERENCIACIóN SOCIAL MEXICANA 63
a la civilización europea, expresada en aventureros riamente ante los obstáculos políticos y administra-
que hacían la conquista de este mundo. La vida sen- tivos de la Metrópoli; los mestizos ante los obstácu-
cilla y natural de los indígenas les parecía un valla- los que les impuso un medio social y cultural dentro
dar al modo de ser de estos aventureros. En Europa del cual carecían de seguridad, defensa o protección
misma se luchaba contra este espíritu ambicioso de alguna. Los indígenas sólo habían actuado cuando
riquezas y poder, que había originado tantos males. esa seguridad inmediata que era la de su tierra le
Esos males contra los cuales habían imaginado sus fallaba. Esta falla fué total cuando se les arrancó
utopías un Moro, un Campan ella o un Bacon. Las toda protección, cuando dejaron de reconocérseles,
comunidades indígenas representaban ya ese mundo aunque fuese nominalmente, el más mínimo derecho
ideal hacia el cual se dirigían los hombres cansados a las tierras que los alimentaban. Cuando todas las
de la rapiña y la violencia. Comunidades como la leyes proteccionistas que les amparaban fueron pues-
preservada por Vasco de Quiroga en Michoacán son tas en tela de juicio y se arrancó a la Iglesia su ca-
un modelo de estos ideales. De esta manera se cris- pacidad jurídica para proteger estas tierras, el indí-
tianizaron múltiples comunidades de indios; pero gena se vió obligado a entrar en la lucha propia de
al mismo tiempo se les evitó entrar en contacto todos los mexicanos; en la vida nacional, con todos
abierto con el mundo de sus conquistadores. De sus enormes defectos, esos defectos de los cuales se
ellos no fueron sino servidores casi sin voluntad o les quiso preservar. Frank Tannenbaum dice al res-
expresiones de un ideal de humano que sólo la reser- pecto al referirse a esta etapa de la vida mexicana.
vación podía mantener. El estímulo fué así frenado, Al amparo de la ley de 1883 que dió contratos a
no se incorporaron a la vida de lo que habría de compañías particulares para deslindar tierras, se for-
ser en el futuro la Nación Mexicana, sino tardía- maron grandes y poderosos latifundios. "Pueblos
mente, cuando estas defensas, cuando este ideal de enteros se encontraron despojados de sus tierras o
incontaminación fué destruído por obra y gracia incorporados a grandes latifundios. Los terrenos na-
de los mestizos que disolvieron las comunidades in- cionales caían en manos de compañías casi todas
dígenas para apoderarse de sus tierras, cuando se les extranjeras, de tal manera que éstas llegaron a ab-
quitó toda protección y se encontraron en un mun- sorber una cuarta parte del área total de la Repúbli-
do, en el cual tenían que conquistar los derechos ca, en muy pocos años. Se ha dicho que el carácter
que les eran propios. Cuando ese espíritu ambicioso general de este movimiento fué más desastroso que
de poder y riquezas, expresado en la nueva burgue- la Conquista Española, porque los conquistadores
sía mexicana, rompió los cercos establecidos por el estaban obligados, por lo menos en parte, a respetar
espíritu cristiano de los misioneros y guardianes de las tierras de los indios, mientras que durante el
la buena naturaleza de los indígenas, entonces éstos régimen de DÍaz éstos estaban completamente a mer-
se vieron obligados a actuar en la misma forma que ced de sus nuevos amos, sin contar siquiera con la
antes habían actuado otros grupos en defensa de sus protección de la legislación española".11 El régimen
intereses.
Los criollos, hemos visto, actuaron revoluciona- 11 Frank Tannenbaum: "La revolución agraria mexica-
64 LEOPOLDO ZEA
de Díaz, de acuerdo con las ideas posItIvIstas del
triunfo de los más aptos en la lucha por la vida y de
la necesidad de proteger los intereses de éstos por
ser los verdaderos motores del progreso, destruyó .. .basta la comparativamente dé-
las comunidades indígenas y trató de reducir la po- bil civilización nativa de México ha
blación indígena substituyéndola por inmigración· comenzado a reaccionar. La revolu-
extranjera. El estímulo era ahora poderoso, esa otra ción por la que atraviera México des-
de 1910 puede interpretarse como el
parte de la que debería ser la Nación Mexicana era primer movimiento para sacudir los
obligada a dar respuesta rápida a este nuevo impac- avíos de civilhación occidental que le
to. En un principio el indígena pareció ceder al impusimos en el siglo XV!; y lo que
impacto, pero un día, casi de golpe, la respuesta se ocurre hoy en México· puede suceder
mcrñana en los asientos de la civiliza-
hizo sentir con todo su poder. Los grupos indíge- ción nativa Sudamericana: el Perú,
nas, envolviendo a toda la Nación, encabezarían la Bolivia, Ecuador, Colombia.
nueva Revolución, la de 1910, dándole ese carácter
nacionalista que ahora tiñe multitud de formas de ARNOLD J. TOYNBEE:

nuestra cada vez más consciente cultura. . La civilización puesta a prueba.

Desde 1910 el pueblo mexicano ha


estado desempeñando una función so-
bresaliente en la vida pública de nues-
tra civilización occidental.

La revolución agraria en México


desde 1910, me interesa particularmen-
te porque pienso que en este aspecto,
el pueblo mexicano ha sido un pre-
cursor. Lo que ha sido ya realizado
en México en este campo, puede qui-
zás, ocurrir en otros países latino-
americanos, y tal vez también en Asia
o en África. La revolución agraria
mexicana antes de ser, de una gran
importancia en si misma, me parece
que comtituye un evento histórico.
Veo en ella, el principio de un movi-
miento de alcance mundial.

ARNOLD J. TOYNBEE:
Carta ...
na" en Problemas agrícolas e industriales de México, núm.
2, vol. IV, México, 1952.
65
III

RESPUESTA DE LA REVOLUCIóN

11. Vuelta a los orígenes


LA REVOLUCIÓN Mexicana de 1910 plantea, de gol-
pe, los problemas con que México se había venido
debatiendo en toda su historia, a pesar de todos los
ocultamientos: el problema de la pertenencia de
la tierra. Este problema lo había planteado la Con-
qui5ta y había venido siendo escamoteado en las
sucesivas revoluciones de Independencia y Refürma.
Ahora, al agudizarse el problema con la actitud del
régimen porfirista, los ancestrales dueños de esas
tierras, los indios, se lanzaban al campo y exigían
al grito de "Libertad y Tierras" los derechos que
se les habían negado. Por vez primera esa fuerza
reprimida y sorda de los inconquistados indígenas
se dejó sentir con una violencia jamás imaginada. A
su lado, como en otras ocasiones, volvieron a surgir
otros intereses que en nombre del lema "Sufragio
Efectivo. No Reelección" parecían sólo preocupa-
dos por cambios políticos y no sociales, como sim-
ple demanda de oportunidades para obtener el po-
der; pero estos intereses, a pesar de chocar con los
primeros, tendrán que subordinarse a lo que era una
auténtica revolución.
De todos los lugares de la tierra mexicana bro-
tarían los oscuros dueños de ella reclamándola en
todos los tonos. Todos los desposeídos, que ahora
formaban la totalidad de la masa que había cargado
con todos los sacrificios de las diversas luchas liber-
tarias, se lanzaban al campo de lucha. Lo mismo los
peones de las viejas haciendas de españoles y crio-
67
68 LEOPOLDO ZEA RESPUESTA DE LA REVOLUCIóN 69
llos, que los de los latifundios de mestizos y extran- De la civilización y del progreso no conocían
jeros. Lo mismo los miembros de las disueltas co- . otra cosa que el despojo de que habían sido objeto
munidades agrarias que los miembros de los grupos para realizarlos. Muchos de los hombres que ahora
indígenas que se habían alejado hasta las tierras más estaban en armas jamás habían oído, siquiera estas
miserables e inhospitalarias. Lo mismo mansos peo- palabras. No sabían sino lo que sus padres y los pa-
nes que altivos e indomables miembros de comuni- dres de sus padres les habían enseñado en una cade-
dades indígenas como la de los yaquis en Sonora. na que se remontaba hasta un pasado que iba más
Lo mismo en el Norte que en el Sur; en el Este allá de la época en que unos hombres blancos les
como en el Oeste del país. En todas las zonas, en habían arrancado sus tierras, les habían humillado y
todos los campos y ciudades, la hasta ayer pacífica sometido; pero no habían podido borrar de sus men-
República se estremeció al paso de éstos hombres. tes los viejos ritos y el sentido de una vida en la
que brotaban de todas partes. Por vez primera Mé- que lo traído por estos blancos era sólo superficial.
xico entero parecía unificado por una ola de vio- Ahora estos hombres entraban en las ciudades tro-
lencia como expresión de un sordo descontento. pezando con expresiones de una civilización que les
Múltiples libertades se hicieron patentes y, con era desconocida o superficial. Era, ahora su mente,
ellas, las voluntades de hombres a quienes, hasta y su conciencia, la que se asentaba sobre este mun-
ayer, se les había venido negando tal calidad. Estas do ajeno y le imponía sus propios puntos de vista.
voluntades, sin banderas, sin planes a largo plazo, Los papeles se cambiaban: la conciencia de hombres
empezaron a exigir soluciones concretas a proble- marginales, de hombres que habían permanecido al
mas no menos concretos como los que la falta de margen de las imposiciones occidentales, se proyec-
esa tierra reclamada representaban: el pan, un míni- taba sobre el mundo que se le había querido impo-
mo de seguridad vital inmediata. Frente a estas con- ner adaptándolo a sus necesidades.
cretas exigencias se desbarataban todas las teorías y El mundo indígena, hasta ayer ahogado bajo los
doctrinas importadas, todos los modelos de solucio- intereses de otras clases que se habían venido justi-
nes sociales aprendidos en libros o vistos en tierras ficando con doctrinas importadas, se imponía a su
extrañas. Las soluciones a los problemas que la rea- vez y justificaba intereses, no sólo indígenas, sino
lidad mexicana hacía patente con toda su violencia, de todo hombre explotado independientemente de
no podría obtenerse sino de la realidad misma. So- su situación racial. Este mundo y sus hombres se
luciones alcanzadas sobre la marcha, mediante torpes convirtieron en símbolos de lo popular, del pueblo.
pero cada vez más seguros ensayos. Por vez primera y siendo de lo popular lo fueron también de la Na-
el mundo occidental y su cultura fué puesto entre ción. De una nación que no quería ya parecerse a
paréntesis. Los campesinos que a caballo y pie sur- ninguna otra extraña, por poderosa que ésta fuera;
caban la República de un lado a otro, nada ~abían sino que veía en sí misma los elementos de su cons-
de las últimas doctrinas sociales y políticas rle Oc- titución. Lo indígena matizó todas las expresiones
cidente. De este sólo tenían la acartonada imagen culturales, sociales, políticas y económicas del país.
que les había dejado el régimen de Porfirio DÍaz. Representó a la Nación misma; su historia, esa his-
70 LEOPOLDO ZEA RESPUESTA DE LA REVOLUCIóN 7l
toria no reconocida hasta ayer, se convirtió en la presión \denigratoria, para convertirse sin más, en
raíz y base de la misma. El color oscuro de estos pueblo. )\a no más encomendado, como estableció
hombres se convirtió en el color preferido de los la Colonia\ ya no más traba del progreso, como lo
artistas que lo utilizaron para expresar lo que con- vió el Por~rismo. Esto es, ya no un pueblo dentro
siderados como más propio de México. La sufrida de otro p~blo, sino simplemente el pueblo. Por
y estoica figura del indio se alzó vigoroza en todos supuesto, p~eblo con sus miserias y desigualdades
los murales de los grandes pintores de la Revolu- económicas; pero de cualquier manera pueblo y no
ción, tan vigorosamente como se había alzado en un objeto o cosa con el cual no se sabe qué hacer.
los campos de batalla para luchar por lo que ances- Pueblo con miserias pero ya consciente de que és-
tralmente le pertenecía. Su silencio y laconismo se tas le vienen por otras razones en las que 10 racial
hizo también patente en la obra de la nueva nove- ya na~a tiene que ver. Pueblo como base y origen
lística mexicana; pero con un silencio y laconismo de un:1 Nación dentro de la cual en vez de signifi-
que al mismo tiempo que protesta era fórmula de car lilna afrenta es ya motivo de natural orgullo. Las
expresión del hombre propio de México. Los poe- diferencias, dije antes, son ahora más de carácter
tas, aun los más esotéricos, dejaron sentir, dentro económico que racial.
de este esoterismo, el alma que animaba a estos
hombres que simbolizaban ahora la mexicanidad. Al
12. El espíritu del mestizaje
lado de pintores, novelistas y poetas aparecerían
pronto los filósofos que verían en el indígena el más Sin embargo, to,do lo anterior no quiere decir,
poderoso elemento de nuestra nacionalidad. El in- y es menester volver a insistir, que esta nueva etapa
dígena simbolizaría ahora ese elemento cuya resis- de nuestra historia sea propiamente indígena, aun-
tencia a toda imposición extraña había permitido la que sea el indio el que le ha dado ya su color natu-
creación de un auténtico espíritu nacional,1 ral. No, en esta nueva etapa de nuestra historia ha
El indio representó así el espíritu propio de sido también el mestizo el que le ha dado su sentido
nuestra llamada Revolución Mexicana. Fué su más y, inclusive, esa interpretación indigenista. El mal-
poderoso impulsor y exponente y arrastró en su vio- estar sordo y violento que dió origen a la Revolu-
lenta sacudida a todos los grupos, que, junto con ción como expresión de la injusta situación social
él representaban las fuerzas vivas de la nación. Al en que se había venido manteniendo al campesino
teñir con su color la nueva etapa de nuestra histo- se transformó, sobre la marcha, en un movimiento
ria puso, de hecho, fin a esa separación discrimina- con una determinada orientación. La orientación
toria que la Conquista y la Colonia habían estable- propia del mestizo, esa misma que había fracasado
cido y que no habían podido borrar las distintas en su primer intento, en el que hemos visto expre-
revoluciones. El indio dejó de ser indio, como ex- sarse a través de la llamada, por Justo Sierra, Bur-
guesía Mexicana. Este primer intento fracasó por-
1 Este hechq es ahora roconocido por otros países en
nuestra América. Véase mi libro La filosofía como com-
que lejos de ser una burguesía mexicana, no era otra
promiso, parte titulada "México en Iberoamérica". cosa que un grupo servidor de los intereses de una
/
72 LEOPOLDO ZEA I RESPUESTA DE LA REVOLUCIóN 73
clase extranjera y por extranjera ajena a Id intere- tas grandes masas, hasta ayer segregadas de la na-
ses de lo que debería ser, auténticament~,una bur- ción, para adquirir y consumir los productos de la
guesía mexicana. El grupo que intentó establecer misma. No se trató ya, como con el Porfirismo, de
esta nueva clase no hizo sino cambiar un servidum- constituir una burguesía semejante a la occidental,
bre por otra; la de la impuesta por el i. perialismo aunque fuese con el carácter de servidora, sino de
mental español, por la impuesta por eV imperialis- constituir una burguesía de acuerdo con los elemen-
mo económico de la gran burguesía occidental. Se tos que proporcionase la propia realidad mexicana.
pasó de un coloniaje a otro. / Esta nueva burguesía tenía que ser lo suficiente-
Con la revolución se establecen las bases para mente fuerte para servir sus propios intereses, pero
realizar los fracasados ideales de la burguesíaporfi- sin caer en nuevas servidumbres extranjeras.
rista. Estas bases las ofrecerá, una vez más, e~ espí- La propiedad de la tierra representó uno de los
ritu mestizo. El movimiento revolucionario se( orien- problemas de más urgente solución. La economía
tó hacia el nacionalismo y hacia la constitución de de un país, esencialmente rural como el nuestro, de-
una auténtica burguesía nacional. Esto es, haqa la pendía de esta propiedad, de las manos que la tra-
constitución de una clase que, aun sirviendo ~. sus bajasen y explotasen. Los grandes acaparamientos
propios intereses, unificase al país social, políti~a y de tierra no habían servido para otra cosa que para
económicamente. Una clase que absorbiese lasdis- sostener a los miembros de esa raquítica burguesía
persa fuerzas de la nación y les diese integración. a que dió origen el Porfirismo y para acrecentar
Esta clase tendría que buscar en su propia realidad las ganancias de los lejanos accionistas de las com-
los elementos de su constitución y la solución de pañías extranjeras que las tenían. Era menester de-
sus problemas, si no quería seguir siendo un apén- volver las tierras a sus antiguos dueños o entregar-
dice de intereses extraños. La reorganización de la las a quienes las trabajasen directamente. Establecer
Nación tenía que realizarse por otras vías que las de nuevas comunidaes agrarias o pequeñas propieda-
la imitación servil de clases que le eran extrañas des, según las circunstancias. Los miembros de estas
por la diversidad de su situaciones. comunidades y propiedades serían, con el futuro,
Dentro de esta realidad estaban las fuerzas indí- los sostenes de la economía a que tendría que dar
genas a las cuales no se podía seguir ignorando o una industrialización como la proyectada por la nue-
discriminando. Una economía nacional, para ser tal, va burguesía mexicana. Sólo sobre esta base se po-
tendría que apoyarse en estas fuerzas orientándolas. dría alcanzar una relativa independencia frente a los
Los problemas que planteaban estas fuerzas tenían intereses de la gran burguesía occidental. De ella se
que ser resueltos dentro de un programa de inte- podría ser eficaz colaboradora, pero ya no su sim-
gración nacional. De la capacidad de estas fuerzas ple servidora o amanuense. La nueva burguesía, si
para la producción y el consumo tendría que de- quería ser independiente, tendría que bastarse a
pender el éxito de la creación de una auténtica bur- sí misma, esto es, encontrar dentro del ámbito de
guesía mexicana. La industrialización del país, sobre su circunstancia los elementos que le permitiesen,
bases nacionales, dependería de la capacidad de es- no sólo producir, sino consumir. En el campo esta-
74 LEOPOLDO ZEA RESPUESTA DE LA REVOLUCIóN 75
ban esos elementos. Para reforzarlos o formarlos situación determinada, ha permitido la elasticidad
inició una nueva repartición de la tierra deshacien- que es menester para mantener un justo equilibrio
do el status que había sido establecido desde la Co- nacional dentro de un ambiente que lo dificulta
lonia. zontinuamente. Por un lado, tiene que absorber y
Ahora bien, este reparto, como es de suponerse, subordinar los intereses de grupos económicos, po-
no ha sido realizado de acuerdo con los simples in- líticos y sociales hasta ayer ajenos a este espíritu
tereses de los campesinos, sino de acuerdo con los nacional; por el otro, evitar caer en subordinaciones
intereses de la clase que nuevamente ha tomado económicas internacionales que anulen este espíritu.
la dirección de la Nación. Intereses que las mismas Debe cuidarse, por un lado, de la desintegración; por
circunstancias han convertido en nacionales. Esto el otro, de la subordinación. De la fuerza de su inte-
es, intereses en los cuales se juega, no sólo el por- gración dependerá la fuerza de su independencia in-
venir de la nueva burguesía, sino también el de la ternacional; de ésta, a su vez, dependerá su capaci-
clase campesina y obrera de México. De aquí que dad de integración nacionaL Para mantener la una
la reorganización de la propiedad de la tierra se haya y la otra ha realizado las más audaces experiencias
realizado de acuerdo con diferentes criterios, según económicas y reformas sociales. Al lado de un es-
las necesidades e intereses de la clase dirigente. Estos píritu de libre empresa se han establecido progre-
criterios han dado lugar a grandes repartos, como sistas reformas de un alto espíritu sociaL Se estable-
los realizados durante el régimen Cardenista, o a su cen las bases que permitan la creación de grandes
freno en tiempos recientes. Se han estimulado o industrias; pero al mismo tiempo las bases que per-
frenado diversas formas de propiedad dentro de las mitan limitar los intereses a que dan origen éstas
que no ha faltado tampoco la formación de nuevos para defender los intereses de los grupos que nece-
latifundios. La nueva burguesía mexicana ha venido sariamente han de sufrir las consecuencias de este
oscilando dentro de un juego de intereses dentro de desarrollo. 2
los cuales es sólo una parte, aunque sea la más im- El mestizo ha podido mantener, así, el más di-
portante. Oscilando entre formas económicas pro- fícil de los nacionalismos; el nacionalismo como re-
pias de grandes países industrializados o de países acción anticolonial dentro de circunstancias y si-
propiamente rurales. Acrecentando la producción . tuaciones coloniales. Un nacionalismo que, sin- más
industrial a costa de los intereses de los económica- armas que la justicia de sus pretensiones, exige el
mente pobres grupos de trabajadores del campo o reconocimiento de su soberanía por encima de los
del proletariado de estas industrias, para mantener intereses de los nacionales de otros países por po-
su independencia frente a los intereses de la gran derosos que éstos sean. Un nacionalismo que sabe
burguesía occidentaL
Para esta ·difícil tarea, propia sólo de países co- 2 Estas contradicciones se hacen patentes dentro de la
loniales como el nuestro que tratan de alcanzar su misma Constitución de 1917, como lo hace observar Frank
Tannenbaum en su trabajo "México: la lucha por la paz y
independencia, el espíritu mestizo ha sido el más in- por el pan", en Problemas Agrícolas e industriales de Mé-
dicado. Ese espíritu de oscilación y despego de una xico, Núm. 4, vol. III, México 1951.
76 LEOPOLDO ZEA RESPUESTA DE LA REVOLUCIóN 77
que en cada una de sus renovadas exigencias se jue- Sin embargo, a fuerza de jugarse el todo por el
ga toda su existencia. 3 Este nacionalismo y el espí- todo, a fuerza de afirmar lo circunstancial y limita-
ritu que le animó permitió la elaboración de un sis- do, a fuerza de una permanente afirmación de lo
tema de defensas puramente moral. Sólo la terca considerado como accidental, el espíritu mestizo ha
insistencia en los propios derechos de hombres dis- dado lugar a un nuevo sentimiento de seguridad;
puestos a jugarse el todo por el todo, en un juego superioridad y eficacia. Su terca insistencia en un
en que todo se podía perder o ganar, ha permitido determinado proyecto, animado por la seguridad de
ese respeto y consideración que ha ganado México que "alguna vez ha de acertar" y de que si no acier-
en el exterior. Este espíritu, como se ha dicho, sólo ta, acertará en otra ocasión o en otra, a dado lugar
lo podían poseer hombres acostumbrados a vivir to- a un alto espíritu de empresa. Acostumbrado, lo
das las situaciones como incidentales o accidenta- mismo a perder que a ganar, insiste en el azaroso
les, hombres no acostumbrados a tomar nada como juego en el que las probabilidades de ganancia son
permanente, dispuestos, sin embargo a jugarse el cada vez mayores. Como por encantn, los aciertos
todo por ese mmimo de permanencia, por lo acci- se van acumulando y ofreciendo mayores posibili-
dental y limitado, por ser esto lo que consideran dades para juegos más arriesgados. Los límites de
como propio. 4 esta suerte acumulativa los ignora o, simplemente,
no le importan. Su capQcidad de arriesgue es cada
3 Según Tannembaum, la justicia de esta exigencia me- vez mayor, haciéndole cada vez más audaz. Sin te-
xicana han obligado a los Estados Unidos ha llevar un trato mor a lo que pase mañana, se mantiene, como ayer,
especial con México, para no entrar en contradicción con en un ahora permanente pero constructivo. Un
el espírita de libertad y de democracia de los cuales se di-
cen abanderados. Este mismo espíritu, dice anima las pre- ahora con un mañana nunca seguro. Pero en este
tenciones mexicanas, por lo tanto se le debe respetar, aun aspecto su inseguridad no es mayor que la sentida
cuando este respeto choque con los intereses concretos de por el Occidente en la actualidad. Se mantiene con
los ciudadanos norteamericanos puestos en disputa. La falta un futuro incierto, pero dentro de un presente cada
de este respeto arrancaría a los Estados Unidos la bandera
que ha venido enarbolaudo en sus disputas con otros gran- vez más firme, con esa firmeza que ahora falta al
des países. "Si el pueblo mexicano estaba dispuesto al sacri- hombre occidental que no sabe qué hacer sin un
ficio antes que rendir su dignidad y su soberanía nacional futuro cierto.
-dice-, el pueblo de los Estados Unidos no podía ni que-
ría aceptar ninguna oferta de sacrificio. Esto iba en contra
de sus convicciones", estas ideas nos permitieron después 13. Integración nacional dentro del mestizaje
"reñir una guerra mundial contra la agresión alemana en
dos conflictos tremendos", "Bélgica, Polonia, Checoslova- En la medida en que el país se va integrando
quia, Manchuria y China pudieron ser defendidas con com- más, el mestizaje, desde un punto de vista tanto ra-
pleta convicción por Wilson y Roosevelt, porque también
habíamos defendido a México contra nosotros mismos". En cial como cultural, va creciendo. La revolución vino
ob. cit.
4 Sobre la psicología del mestizo de la revolución y su del mexicano, núm. 2 de esta Colección México y lo Mexi-
expresión moral, véase mi libro Conciencia y posibilidad cano .

......
78 LEOPOLDO ZEA RESPUESTA DE LA REVOLUCIóN 79
a ser un gran crisol donde grupos raciales aun no parte esencial y, por esencial, propio de nuestra
contaminados se fundieron en la gran masa mestiza. cultura. 5
La sangre se mezcló en todos los puntos del país. Desde otro punto de vi~ta, el económico, el
Se rompieron las barreras sociales que, con pretex- mestizaje, tanto social como cultural y étnico se va
tos más económicos que raciales, se mantuvieron realizando en la medida en que se realizan los pro-
durante la etapa porfirista. La violencia misma de yectos de la nueva burguesía mexicana. La indus-
la revolución obligó a los grupos aun recalcitrantes trialización del país va transformando los hábitos y
a mezclarse. AlIado del mestizaje racial se estable- costumbres de una gran parte de la población cam-
ció un mestizaje cultural en el que se fundieron pesina que es ahora atraída a las ciudades. Las vías
hábitos y costumbres al parecer diversos y contra- de comunicación, cada vez más amplias, van rom-
dictorios. Lo que los conquistadores quisieron rea- piendo con tradicionales formas de vida que aún
lizar por la fuerza, se fué realizando libremente, recordaban a las de la Colonia. Los lugares más
dentro una necesidad ineludible que era necesario apartados de la República se ven invadidos por la
aceptar. febril actividad mestiza que, a su vez, va mestizan-
Dentro del nacionalismo cultural a que ha dado do, en todos los sentidos, a otros grupos tanto so-
lugar la Revolución se han mezclado formas que ciales como étnicos. Grandes zonas del país a las
parecían antagónicas. Dentro de un fondo en el que que la Revolución ha llevado la mecanización en
lo indígena da el color natural y local, se expresan sus diversas fOormas, se van transformando para dar
formas artísticas de técnica occidental pero de in- origen a otras formas de explotación por lo que
terpretación nacional. Se sigue alerta a las grandes respecta a tierras y a la industrialización de sus pro-
expresiones de la Cultura de 'Occidente; pero con ductos. Comunidades indígenas, a las cuales ni la
un interés marcado por preocupaciones de origen violencia de la revolución de 1910 había alterado,
más concreto y por concreto más propio de nues- se ven obligadas a transformarse para adaptarse al
tra realidad. Ya no se pretende estar a la última nuevo ritmo de vida que les impone, por ejemplo,
moda en arte, literatura, ciencia o filosofía; la moda la construcción de grandes sistemas de irrigación
es ahora buscar la concordancia de esas nuevas for- como los del Papaloapan, o los del Tepalcatepec.6
mas culturales de occidente con ese modo de ser
que nos es propio al cual deben servir si han de 5 Sobre estas relaciones entre la Cultura Universal u
ser tomadas en cuenta. La moda es ahora ese nacio- Occidental y la nuestra trato en otras partes como en
mi libro América como conciencia, Cuadernos Americanos,
nalismo que alarma a quienes Se conformaban con México 1953.
estar enterados de las últimas producciones de la 6 Véase al respecto, como visión de conjunto de esta
cultura llamada universal, sin pretender colabOorar alteración de la vida nacional por estos sistemas, el libro
con ella. Se va estableciendOo un mestizaje cultural de Oswaldo Díaz Ruanova, Bajo el signo de Tláloc, Porrúa
en el que se combina lo propio, 10 local, con lo y Obregón, S. A. México, 1953. Respecto a los cambios que
están sufriendo las comunidades indígenas en estas zonas,
aparentemente extraño, lo universal. Lo occidental, véase Problemas de la población indígena del Tepalctrtepec,
hasta ayer postizo y falsOo, se va transformando en por Gonzálo Aguirre Beltrán, Ediciones del Instituto Na-
80 LEOPOLDO ZEA RESPUESTA DE LA REVOLUCIóN 81
En estas Zonas ese modo de sentir y actuar, propio inconmovible de varios pueblos indígenas que se
del mestizaje, se hace patente en la forma como se encuentran en esta zona, está siendo transformada.
van creando las ya extraordinarias construcciones. Sus hábitos y costumbres se van semejando a los
Urgidos por el tiempo, sin poder esperar el necesario de los constructores. Se va realizando una auténtica
para el mejor éxito de sus construcciones, se aven- incorporación. Esta vez no conscientemente; no pre-
turan en ellas y, al tener éxito, van creando formas tenden incorporar al indígena, simplemente transfor-
de trabajo que sólo la audacia, o una paciente ex- mar la realidad mexicana y, dentro de esta trans-
periencia podrían ofrecer. Se construye al borde de formación se va arrastrando a éste, haciéndole tomar
la catástrofe, se juega el todo por el todo y ... se parte en la obra.
triunfa. Por supuesto, estos cambios, esta transformación
El Arquitecto Luis González Aparicio<, respon- de hábitos y costumbres está siendo vista, no sólo
sable de la Zona de Irrigación en la Cuenca del Pa- como un bien, sino también como un mal. Nueva-
paloapan, decía, al explicar la forma y técnica usa- mente, como en la Colonia, se teme al contagio de
da, en las construcciones que ya se han realizado o una civilización cuyos malos frutos se dejan sentir
se están realizando, a un grupo de visitantes: "Antes en todos los ámbitos de la tierra. Se quiere, al igual
de realizar los trabajos que ahora se realizan, habría que los misioneros cristianos del siglo XVI, preservar
sido necesario llevar a cabo una serie de experimen- del contagio a los grupos indígenas que aún no lo
tos, que asegurasen el éxito de los mismos. Pero esto reciben o están ya en peligro de recibirlo. Se quie-
significaba tiempo, mucho tiempo; y el tiempo sig- re, claro está, dotar a estos grupos de las nuevas
nificaba el aplazamiento de la solución de proble- técnicas. Como modernizados Vazcos de Quiroga
mas urgentes de una gran parte de nuestro pueblo, preparan a los indígenas en el uso de nuevas técni-
por lo tanto, era menester actuar, aun a costa de cas; pero quieren también, al igual que éste, preser-
fracasar; pero actuar urgentemente, enfrentándose, varlos de los males que implica el contacto con los
sobre la marcha, con los posibles fracasos". Así, con creadores de las mismas. Se quiere preservar sus
audacia, se han ido creando técnicas de trabajo que "costumbres y sencillos hábitos", su "moral casi na-
ahora admiran técnicos, como los norteamericanos. tural", su modo de ser casi infantil. Se les vuelve
El fracaso en varios de estos trabajos habría podido a ver si no como inferiores, sí como "desiguales" a
significar el desastre; pero éste no vino, o llegó en los que hay que proteger, nuevamente podemos de-
medida limitada. La obra continúa y se va vencien- cir, preservar.
do al tiempo. Este ritmo se va también imponiendo Frente a estos cambios no ha faltado tampoco
a la multitud de trabajadores de todas las zonas cer- la protesta extranjera, la de hombres cansados de la
canas a la Cuenca; los cuales se van contagiando y "civilización occidental", que siguen buscando en
transformando su propia índole. La vida, al parecer nuestro mundo primitivo una salida a sus decepcio-
donal Indigenista, México 1952. En el mismo sentido será nes. Éstos se alarman entre la invasión de un mundo
interesante el titulado Problemas sociales y económicos de que debe ser evitado a toda costa y claman porque
la Cuenca del PapaJoapan, de próxima aparición. se le detenga, porque se libre a las viejas comuru-
82 LEOPOLDO ZEA RESPUESTA DE LA REVOLUCIóN 83
dades indígenas de su contagio. Para éstas quieren que siguió manteniendo el criollo después de la In-
las ventajas de la civilización, pero no sus males. dependencia. El mismo proyecto de incorporar a
Para eliminar tales males es preferible eliminar sus los indígenas a la vida nacional mediante su adies-
ventajas. Todas las civilizaciones, aun las más po- tramiento en las nuevas técnicas; pero alejándolo
derosas, exclaman, han perecido; los pueblos peque- de todo posible contacto social con los creadores de
ños, las comunidades sencillas, casi primitivas, aún éstas. Esta actitud, ya hemos visto, a pesar de toda
subsisten. Las sacudidas de las grandes culturas no su buena fe, y todo el espíritu de justicia, no sacó
las han alterado, pues han sobrevivido a éstas.' Ven al indígena de su situación de encomendado, esto
en México rural algo semejante a las viejas utopías es, de inferior frente a sus protectores. Por más de
del Renacimiento: un remanso de paz, donde el tres siglos permanecieron sometidos a este espíritu
tiempo ha podido detenerse. Pequeños Shangrila, que se había convertido en su defensor. En esos
sin violencias, sin disputas, con todas las ventajas de tres siglos la incorporación no fué sino un mito. Su
la sencillez y claridad. De la nueva técnica sólo adiestramiento en las nuevas técnicas no les situó
quieren que -tomen lo indispensable para una vida jamás dentro de la vida nacional.
modesta y sencilla. Fué necesario, también lo hemos visto, el des-
Dentro de la política del mismo Instituto Indi- piadado espíritu del criollo que nada entendía de
genista, creado por la Revolución para ayudar e in- diferencia de razas, costumbres o hábitos, sino tan
corporar a los grupos indígenas, no ha faltado este sólo de una transformación de la sociedad, para que
criterio hecho con la mejor buena fe y el mejor de el indígena se viese obligado a participar en la vida
los espíritus de justicia. También aquí se habla nacional. El despojo de las últimas tierras, la injus-
de incorporar al indígena a la vida nacional dotán- ticia permanentemente sufrida, la falta de protec-
dolo de las nuevas técnicas y adiestrándolos en su ción, fué lo que obligó al indígena, verdaderamen-
uso; pero, también, se quiere preservar a éstos de te, a incorporarse a la Nación. Ha sido esta misma
los males que ahora arrostra la civilización que ha incorporación la que le ha obligado, también, al me-
creado estas técnicas y las utiliza. También aquí se jor uso de las nuevas técnicas. La transformación
habla de guardar y mantener la moral y costumbres de la Nación lo ha obligado a transformarse. Ahora
sencillas de los indígenas. Moral y costumbres que no sólo está asimilando los usos de las nuevas técni-
necesitan defensa, protección; la misma defensa y cas, también, para su bien o para su mal, la moral
protección que antaño les ofreciera la Iglesia y la y costumbres de sus creadores. Al asimilar el espí-
Corona españolas. La misma defensa y protección ritu que ahora da sentido a la Nación Mexicana, se
está realmente incorporando a ella. Ese bien o ese
"l Tal es el sentido, por ejemplo, de las críticas de Frank mal que le puede advenir; no es ya un bien o un mal
Tannenbaum a nuestra industrialización y su defensa de las que le sea propio, sino un bien o un mal nacional.
pequeñas comunidades rurales. Crítica y defensa hecha con
la mejor de las intenciones, pese a la opinión de alarmistas
Su suerte, buena o mala, es ahora la suerte de la
r oportunistas. Véase su libro ya citado: MéxicO': la lucha Nación. La cual, a su vez, está ligada a la suerte
PO'r la pllZ y el pan. que pueda seguir la misma humanidad. Que, gra-
- .. ".~i ,.:; " ,

84 LEOPOLDO ZEA RESPUESTA DE LA REVOLUCIóN 85


cias a esa técnica, y a su contagio con esos hábitos reda no tener fin. Ha alterado el status social, polí-
y costumbres, se ha ligado también al destino de tico y económico que se había establecido en la
otros pueblos en situación semejante a la suya. La Colonia sobre la base de una discriminación racial.
mestiza ció n del indígena, por los caminos señalados, Los diferentes grupos sociales a los que dió origen
ha sido la mejor de las respuestas al estímulo occi- y el espíritu que los animó se han fundido casi en
dental que se hizo patente desde la Conquista. su totalidad dentro de un espíritu nacional en el cri-
El indígena se ha incorporado, no tanto al espí- sol 'del mestizaje. Los problemas del México actual
ritu de la Cultura Occidental, sino a una de las for- se plantean ahora en otros términos que ya no son
mas que éste ha estimulado al entrar en contacto los raciales. Estos problemas son los mismos en los
con nuestra América. La cultura mestiza que ahora cuales se debate el resto del mundo. Problemas eco-
empieza a perfilarse es occidental, ni que negarlo, nómicos. Problemas de pobres y ricos; de pueblos
pero a pesar de ello, distinta, inconfundible. Esta que lo poseen todo o de pueblos que no poseen
distinción se la da esa parte que el indígena ha apor- nada. Dentro de esta problemática lo racial pierde
tado, así como también se la da ese espíritu o modo toda importancia y, con él, la justificación de un
de sentir la vida que, hemos visto, es propio del tipo de explotación apoyada en esta discriminación.
mestizo, del hijo del blanco y de la india que un Los pueblos no se sienten ya inferiores por un
accidente hizo surgir. La formación del mestizo y accidente racial. Su inferioridad material, lo saben,
la incorporación del indígena, con respuestas al es- se debe a una serie de hechos económicos a la cual se
tímulo del Occidente. Estas respuestas, como pien- puede llegar a poner fin. El inferior desde un pun-
sa Toynbee, podrán también servir de ejemplo a to de vista racial, difícilmente podía superar esta
otros pueblos en situación semejante a la nuestra inferioridad que lo acompañaba permanente; el in-
como los del resto de Hispanoamérica. ferior, desde el punto de vista económico, sabe, tie-
ne conciencia de los orígenes de esta su situación
14. Ejemplo de respuesta a un estímulo y sabe que puede ser transformada. Ya no se siente
menoscabado en su humanidad, tan sólo reducido
Lo visto hasta aquí, no ha sido sino una historia, en sus posibilidades. Estas posibilidades, sabe tam-
la historia de un pueblo que lenta y calladamente bién, pueden ser transformadas conociendo los re-
ha formado, dentro de su propia estructura, los ele- sortes de la economía que le ha colocado en seme-
mentos que le han permitido responder a los vio- jante situación. Así vemos reacciones como las del
lentos estímulos que le impuso la Cultura Occiden- Gandhi en la India que, con métodos sencillos, pero
tal a partir del siglo XVI. La Revolución de 1910 ha tenaces de alteración de la economía occidental, lo-
sido, en este sentido, el resumen y culminación de gra que ésta acceda a la independencia de su patria.
sucesivas respuestas, ninguna de 'las cuales creaba Algo semejante realiza México al hacer valer sus
los elementos necesarios para una auténtica respues- derechos sobre el subsuelo, los cuales le permiten
ta de signo positivo. La' respuesta de la Revolución afianzar sus propias posibilidades económicas y, con
ha dado, por fin, término a una situación que pa- ellas, el incremento de su espíritu nacional como
86 LEOPOLDO ZEA RESPUESTA DE LA REVOLUCIóN 87
actitud defensiva. La seguridad de su humanidad le sienten estos países de dar este paso. Paso que, como
da también la seguridad de sus derechos. Sólo vio- se ha visto, ha de ser previo para una auténtica
lando estos derechos podría el Occidente imponer incorporación en la Humanidad. Para alcanzar ésta,
sus puntos de vista; pero violar estos derechos sig- es menester, antes que nada, reconocerla en uno
nificaría rebajar esa humanidad de la cual se pre- mismo, tener conciencia de ella. Una nación que no
senta como paladín. _ reconoce la humanidad de todos sus miembros, di-
En otros países de nuestra América, la América fícilmente puede estar segura de poseer ésta y exi-
Hispana, por desgracia, ese sentido de lo humano, gir su reconocimiento ante otras naciones, salvo que
el reconocimiento de la propia humanidad y la de tenga la fuerza física para hacerlo. Pueblos débiles
los otros como sus semejantes, no es, todavía, plena- como el nuestro sólo pueden exigir aquello que es-
mente un hecho. Aún hay países que creen en castas tán previamente dispuestos a reconocer en otros, en
y establecen jerarquías sociales sobre bases raciales. sus propios nacionales, o en los de otros de nacio-
Aún, el indígena es visto como simple objeto, como nes semejantes a la suya.
cosa manuable y explotable. Aún la explotación se
realiza directamente sobre las espaldas del hombre
mismo, al cual se niega calidad humana. En estos
países el indígena sigue siendo algo semejante a una
afrenta nacional y mucho se quisiera ponerlo en re-
servaciones o exterminarlo>. Se le ve, todavía, como
una rémora nacional y se procura excluirlo de todo
contacto con los cuerpos civilizados. En estos paí-
ses aún no da su respuesta el indígena. Los estímu-
los, al parecer, no son aún suficientemente fuertes.
El mestizaje, tanto racial como cultural, sigue siendo
algo inaceptable.
Desde este punto de vista, México y su Revolu-
ción, son vistos, por los grupos más conscientes de
esta América, como modelos que deben ser reali-
zados en cada uno de sus respectivos países. En la
Revolución Mexicana se busca la justificación de
muchas actitudes, a veces acertadas, a veces equivo-
cadas. Muchas formas de demagogia se escudan en
lo que se dice, ha de ser algo semejante a esta re-
volución. a Hechos que nos indican la necesidad que
en Ibemamérica, he escrito en mi Iibm La filofo(fa como
8 Sobre el eco e influencia de la Revolución Mexicana cvmpromiso, en la parte titulada, "México en Iberoamérica".
íNDICE

1. El Occidente como donador de bumanidad 11

1. ¿Es válida la pregunta por el ser del me-


.
Xlcano ~
............................ . 11
2. El regateo de la Conquista .......... . 16
3. El regateo de la Modernidad ........ . 20
4. El regateo historicista .............. . 27
5. El regateo de la técnica ............. . 35

Il. La COl1quista y la diferenciación sodal me-


xicana " ....................... " ..... 41

6. Proletarización social y proletarización


colonial ............................ 41
7. El impacto de la Conquista en México 46
8. La respuesta y estímulo criollos ...... 52
9. La respuesta y estímulo mestizos ..... 56
10. El estímulo occidental y la respuesta in-
dígena ............................. 60

III. Respuesta de la Revolución ............. 67

11. V ueIta a los orígenes ............... 67


12. El espíritu del mestizaje ............. 71
13. Integración nacional dentro del mestizaje 77
14. Ejemplo de respuesta a un estímulo. .. 84
Se terminó de imprimir este libro
el día 13 de abril de 1953, en los
talleres de Gráfica Panamericana,
S. de R. L., Pánuco 63, México,
D.F.

Das könnte Ihnen auch gefallen