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El documento describe el movimiento estudiantil en Nuevo León desde 1965 hasta principios de los años 70 y su relación con la guerrilla urbana. El movimiento estudiantil protestaba contra las condiciones de la universidad y exigía reformas. Esto llevó a represión por parte del gobierno e incluso asesinatos de estudiantes. Algunos miembros del movimiento se radicalizaron y formaron grupos armados como la Liga 23 de Septiembre para luchar contra el gobierno, dando origen a la guerrilla urbana en Monterrey.
Originalbeschreibung:
Texto donde se aborda el contexto histórico del movimiento estudiantil en Nuevo León y cómo de este se terminó desprendiendo la guerrilla urbana
El documento describe el movimiento estudiantil en Nuevo León desde 1965 hasta principios de los años 70 y su relación con la guerrilla urbana. El movimiento estudiantil protestaba contra las condiciones de la universidad y exigía reformas. Esto llevó a represión por parte del gobierno e incluso asesinatos de estudiantes. Algunos miembros del movimiento se radicalizaron y formaron grupos armados como la Liga 23 de Septiembre para luchar contra el gobierno, dando origen a la guerrilla urbana en Monterrey.
El documento describe el movimiento estudiantil en Nuevo León desde 1965 hasta principios de los años 70 y su relación con la guerrilla urbana. El movimiento estudiantil protestaba contra las condiciones de la universidad y exigía reformas. Esto llevó a represión por parte del gobierno e incluso asesinatos de estudiantes. Algunos miembros del movimiento se radicalizaron y formaron grupos armados como la Liga 23 de Septiembre para luchar contra el gobierno, dando origen a la guerrilla urbana en Monterrey.
Correo: jomeva94@gmail.com Correo:h_notario@hotmail.com Monterrey, Nuevo León Universidad Autónoma de Nuevo León “El movimiento estudiantil en Nuevo León y su relación con la guerrilla urbana” El movimiento estudiantil Si bien el movimiento estudiantil en Nuevo León vio su apogeo en el año de 1971, cuando se modifica la Ley Orgánica de la entonces llamada Universidad de Nuevo León (UNL) para otorgarle la autonomía, se pueden ver acciones claras que datan desde 1965. En dicho año, un grupo de alumnos izquierdistas toman la facultad de filosofía y letras y demandan el despido del director de la misma, Agustín Basave Fernández del Valle. Ante esto, el Estado respondió enviando a la policía a los recintos de la facultad para desalojar a los estudiantes, acto seguido por la petición por parte de los mismos de la renuncia del entonces rector, Eduardo Suárez Galindo. Las movilizaciones dentro de la universidad siguieron los próximos años: en 1967, el Sindicato de Trabajadores de la Universidad de Nuevo León (STUNL) amenazó con llevar a huelga general a todas las instalaciones de la Universidad como una manera de buscar mejoras en su salario y en prestaciones. Posteriormente, en 1968, estudiantes, padres de familia y maestros de la universidad demandaron que se ampliaran las instalaciones de la UNL y que se mejoraran las condiciones de las aulas debido a que el alumnado estaba creciendo de manera considerable. El gobernador Eduardo Elizondo reaccionó haciendo un nuevo modelo educativo para la UNL en que hacía a la misma a semejanza de las universidades privadas, aumentando el costo de la cuota escolar, poniendo exámenes de admisión y estableciendo un sistema de becas-préstamo (modelo que, cabe destacar, sigue vigente hasta la fecha). Se valió del argumento de que no había suficientes fuentes de ingresos en el Estado para hacer las mejoras que el alumnado pedía, por lo que las reformas que hizo en la UNL representaban la mejor manera de solventar el costo de las mismas. Los estudiantes reaccionaron a esto con protestas. Éstas comenzaron el 22 de marzo de 1968, siendo los alumnos de la facultad de economía los primeros en encabezar el movimiento, haciendo una huelga de hambre y bloqueando varias calles del centro de Monterrey. Posteriormente, el 21 de septiembre de 1969, estudiantes, maestros y padres de familia toman la rectoría de la UNL. Ante esto, en 1970 el gobernador Elizondo reacciona declarando que el Estado no va a otorgar más fondos a la universidad. Es este acontecimiento el que hace que el movimiento estudiantil en Nuevo León se vuelva de gran envergadura. Hacia 1971, un grupo de estudiantes de la universidad buscan que se democratice la ley orgánica de la misma y exigen paridad entre maestros y estudiantes en el Consejo Universitario así como una elección directa, individual y secreta, en la que participaran maestros y alumnos, para nombrar al rector y los directores de carrera. También pedían el reconocimiento a los derechos laborales de los servidores de la casa de estudios y que el estado les destinara el 12 por ciento del total del presupuesto cada año fiscal. Los alumnos de las prepas 1-4 y de la facultad de ciencias químicas se organizan y encabezan así marchas y mítines para demandar el cambio en la ley orgánica de la universidad. Elizondo termina cediendo, pero el cambio no fue el esperado: se redujeron significativamente los subsidios otorgados a la universidad y se creó una asamblea popular la cual estaba conformada por treinta y siete personas. De esas, 3 pertenecían al sector estudiantil, 3 al magisterial y las otras 31 a la burocracia universitaria. Mientras tanto, hay un ambiente de represión generalizada en todas las universidades del país. En Nuevo León, éste se ve dramáticamente incrementado con la deposición del entonces rector, Héctor Ulises Leal (que era pro-estudiantes) y la imposición del coronel Arnulfo Treviño, el único militar que llegó a ser rector en la UANL. Como reacción ante esto, padres de familia, estudiantes y maestros toman rectoría y se envía a la policía a desalojar las instalaciones tomadas. En Mayo del mismo año las protestas se incrementan. Los integrantes del movimiento deciden ir al desfile del día del trabajo (acompañados por figuras como el ex-rector Ulises Leal), criticando a la Asamblea Popular y demandando educación para los hijos de obreros y campesinos. Después, los estudiantes se plantaron afuera del Hospital Universitario con pancartas que portaban mensajes críticos y revolucionarios. Al día siguiente, Elizondo lanzó una campaña en la prensa con la intención de manchar los actos de protesta: “Los pobres de los enfermos tienen que irse del hospital pues llegan asustados con los jóvenes comunistas”. (Heredia, 2014) La situación se vuelve más tensa y comienza a haber represiones de mayor envergadura. El rector Treviño cambia a directores de facultad y maestros en menos de veinte días y La policía ocupa a las prepas 1, 3 y Álvaro Obregón y carga a estudiantes y profesores, entre ellos el ex-rector Ulises. En respuesta a estos eventos, alumnos y padres de familia hacen un mitin que es disuelto por la policía y en que se aprehenden a más de 100 personas. Posteriormente, en una protesta que se llevaba a cabo en el centro de Monterrey, entre las calles Morelos y Zaragoza, un estudiante fue asesinado por un policía que cargaba una carabina de gas. El policía disparó el arma cuando el estudiante se sujetaba de ella para defenderse: en un instante, la bomba de gas atravesó su pecho y acabó con su vida. A partir de entonces, la represión rebasó al movimiento estudiantil y a sus participantes: un diputado fue asesinado por estar a favor de la lucha universitaria. Después de esto, debido a lo enorme presión que enfrentaba, el gobernador Elizondo renuncia y entra Luis M. Farías en su lugar, el cual le regresó el título de rector a Héctor Ulises Leal. Ya con ánimo de reconciliación y un rector que apoyaba al movimiento estudiantil, el 6 de junio de 1971 se proclama la nueva ley orgánica que le otorgaba la autonomía a la universidad. A pesar de esto, es importante recalcar, que los integrantes del movimiento estudiantil en la Ciudad de México permanecieron obstinados con efectuar una marcha masiva el 10 de junio, aunque, como nos dice Gilberto Guevara Niebla, “La manifestación perdió su razón de ser el día 5 en que se resolvió el conflicto de la UANL, sin embargo, las fuerzas radicales (representantes principalmente en el momento por el PCM y algunas corrientes maoístas) se obstinaron en efectuar a toda costa la marcha aun cuando la probabilidad de una represión era evidentemente alta. No obstante esto, masas estudiantiles importantes acudieron al evento (30,000 asistentes)” (Guevara Niebla, 1988, pág. 67) En efecto, hubo represión, habiendo un saldo aproximado de 50 personas asesinadas, junto con varios cientos más que resultaron heridos. Ese acontecimiento permaneció en la posteridad recordado como el “halconazo”, debido a que los que realizaron la masacre fueron halcones contratados por el gobierno El ánimo de reconciliación del estado con la UANL siguió en pie, a pesar de que varias de las reformas de la ley orgánica que fueron inicialmente repudiadas por el movimiento estudiantil (como el sistema de becas préstamo, los exámenes de admisión, etc.) Ya después de una cierta reconciliación y de los diversos actos de represión estatal, el movimiento comienza a fragmentarse, al igual que en el resto del país. Hubo dos grandes tendencias por la búsqueda del cambio social a partir de este momento: la vía institucional y la vía guerrillera. La guerrilla urbana En México no es muy conocido el hecho de que haya ocurrido una guerrilla urbana durante los setentas; tampoco que, impresionantemente, en Monterrey haya sido cede de la unificación y el nacimiento de la Liga como producto final y más concreto, ni que se hayan librado los enfrentamientos y asaltos más importantes del evento histórico. Tampoco se han propagado de manera adecuada ante las masas los detalles, las razones e intereses político ideológicos de aquellas personas, en su mayoría jóvenes, que se entregaron a una causa que consideraban la más viable, por medio de distintas vías y concepciones hacia el comunismo, todas con dos características en común: fueron movimientos armados/paramilitares y todos los grupos perecieron ante la intensa represión del gobierno mexicano. Antes de comenzar a describir la fecundación de la Liga 23 de Septiembre es necesario instar las convicciones con las que los jóvenes atentaron contra el status quo, ya que como menciona Benjamín Palacios (2009, p. 37), la adhesión al movimiento armado requería una entrega ética y moral, meramente influenciada por el pensamiento revolucionario marxista-leninista principalmente, con una organización militarizada distribuida entre diversos rangos de dirigentes como capitanes, tenientes, coroneles y generales. Los grupos o células paramilitares habían iniciado en México como movimientos campesinos en los que cabecillas reconocidos se hacían cargo de abrir el fuego para defender a las clases explotadas, en ellos destacan principalmente como antecesores y padres casi directos de la Liga Genaro Vazquez, Diego Lucero, Lucio Cabañas, y sobre todo Arturo Gámiz y Pablo Gómez. El movimiento de guerrilla, antes de trasladarse a la ciudad, se encuentra con una serie de condiciones previas para concretarse contra la estructura económica y política de México. La explicación más simple que se le puede dar es dejarla como producto de la represión perpetrada por la policía y los militares contra los movimientos estudiantiles del 68 y del 71, al haberse agotado la vía institucional y pacífica para reformar el sistema educativo y haberse gestado movimientos de izquierda en los que se fraccionaron los partidarios de la lucha armada y los fieles a la vía institucional. Lo que es cierto es que dichos movimientos influenciaron grandemente en la conformación de la Liga 23 de Septiembre, pero cabe señalar que son más importantes las luchas armadas en la sierra y poblaciones rurales, debido a su vinculación directa con el militarismo. Inicialmente se llevaron a cabo represiones contra distintos grupos: primero con los ferrocarrileros en 1959; los maestros en el D.F. durante 1960-61; los médicos en 1965; luego contra el CCI y otros grupos que apoyaban el movimiento campesino. En esas fechas Rubén Jaramillo se encuentra liderando el movimiento rural en Morelos, el cual es el precursor de las autodefensas de la actualidad. A pesar de su reconocimiento histórico oficialista y de sus hazañas entre la gente, en Guerrero, los movimientos de Lucio Cabañas (Brigada Campesina de Ajusticiamiento del Partido de los Pobres) y Genaro Vázquez (Asociación Cívica Nacional Revolucionaria) fueron parte de las acciones bélicas que ya se hallaban dispersas entre el campo mexicano pero no fueron tan directamente cruciales en la formación de la Liga. “Cabe señalar que estas dos agrupaciones han llegado a convertirse en sinónimo de <<guerrilla>> y <<lucha armada>> en este país, por más que no hayan sido las únicas ni tampoco -en el sentido histórico del término- las más trascendentes.” (Palacios, 2009, p. 41). El movimiento más importante para la Liga Comunista 23 de Septiembre fue el liderado por el maestro rural y dirigente del PPS, Arturo Gámiz y el médico Pablo Gómez en la sierra de Chihuahua por ser el primer grupo que intenta estructurar una columna guerrillera en el país, inspirada en el ejemplo cubano (Palacios, 2009). El día 23 de septiembre de 1965 el comando perpetró un asalto al cuartel Madera, en Chihuahua, ahí el grupo casi se ve liquidado, y dicho evento es el que inspira el nombre de la Liga. Este evento es recordado precisamente porque el grupo guerrillero liderado por Gámiz es considerado el primer movimiento guerrillero del México moderno. Es por estas fechas que la guerrilla en México empieza a tener una transformación substancial en sus objetivos concretos y en su modus operandi: se busca empezar a hacer acciones en la urbe en vez de enfocarse exclusivamente en el ámbito rural. Un ejemplo concreto de ello lo que pasó con la MER en Montemorelos, Nuevo León, cuando Elías Orozco llama a la radicalización de la comisión campesina y se ve ante grandes deserciones. Posteriormente, repensando sus métodos y objetivos en gran medida por los acontecimientos que estaban sucediendo en ese momento en torno al movimiento estudiantil, se decide cambiar el giro del MER para implantar comandos urbanos, haciendo así un cambio con suficiente peso para recobrar las fuerzas que perdieron con la deserción inicial. El grupo se comienza a entrenar y sostener robando joyas y bancos. Es preciso abordar el contexto de la guerrilla en el país: existen una plétora de movimientos guerrilleros, en su gran mayoría fragmentados y mal organizados, y, como dice Palacios, “En resumen puede decirse que en el periodo previo a la fundación de la Liga -esto es, el lapso que abarca los años 1971-1972-, efectivamente el movimiento guerrillero adopta características bastante caóticas” (Palacios, 2009, p. 45). Sin embargo, existe la voluntad por unificar a la guerrilla para así lograr la tan ansiada revolución: En 1971 es cuando se decide que es preciso unificar a los diversos movimientos guerrilleros para poder tener uno de mayor envergadura que, en efecto, podría tener potencial transformador en la sociedad mexicana. El grupo más importante, gestionado en Monterrey, fue el encabezado por Raúl Ramos Zavala. Este es considerado un “grupo piloto” precedente a la Liga, el cual no tomó las armas hasta la muerte de este dirigente. Los seguidores de Raúl absorben casi inmediatamente a la célula de Los Procesos, para integrar el grupo previo, y es esta facción la cual para 1971 consideraba que “… el movimiento mismo me parecía desarticulado, disperso, fragmentado; esto es, de una parte estaba la guerrilla de Lucio Cabañas, de otra parte la gente de Genaro Vázquez; estaba (nosotros los conocíamos por las detenciones y la prensa) un grupo más, el MAR. Por la sucesión intermitente de acciones expropiatorias, de asaltos bancarios, nosotros nos dábamos cuenta perfectamente de que existía un movimiento armado de una magnitud considerable.” (Palacios, p. 45). Es por eso que se consideran integrar los movimientos guerrilleros en una Liga definitiva. Como ya mencionamos, en 1971 el grupo de Ramos Zavala trata de unificar las distintas guerrillas del país. Se comunican con los Lacandones, la ACNR, los Guajiros y el FUZ. “Según Héctor Escamilla Lira... Raúl establece relaciones con Genaro Vázquez, Lucio Cabañas, el MAR, el FER, y Diego Lucero bajo cuatro puntos principales: 1) Adoptar la lucha armada, 2) reconocer la variedad de concepciones sobre ella, 3) reconocer la dispersión ideológica y 4) iniciar un proceso que conduzca a la unificación orgánica”. (Palacios, 2009, p. 46) Es así como después se reparten tareas entre el grupo de Raúl entre él mismo, Ignacio Salas, Gustavo Hirales, Sergio Hirales y Jorge Alberto Sánchez Hirales. Raúl mantenía contacto con los grupos cristianos que se habían adherido al combate, compuestos por grupos de inspiración jesuita y difundidos entre asociaciones de estudiantes, sobre todo del Tecnológico de Monterrey. Gustavo se ocupaba de los Procesos en Monterrey, el grupo más importante y orgánico. Sergio Hirales se encarga de hablar con los Guajiros, y por último el propio Raúl se llevaría a Ignacio Salas “Vicente” y a Jorge Alberto a Chihuahua, a hablar con la gente del MAR en diciembre de 1971. El año siguiente fue uno de tragedias, como consecuencia de un doble asalto bancario en la ciudad de Monterrey fuera de las posibilidades de los guerrilleros. La represión por parte de los agentes del Estado fue sagaz, además de que los grupos no se encontraban en las condiciones ni experiencia necesaria para recurrir a un agravio de tal magnitud. El asalto a los bancos iba a servir para poder contar con recursos como casas de seguridad, armas, transporte, etc. pero el intento fallido de expropiación culminó en la persecución de Raúl Ramos Zavala y su consecuente liquidación en un enfrentamiento detonado en los Condominios Constitución 23 días después. A partir del asesinato de Raúl, Ignacio Salas toma el mando del grupo de Monterrey y es cuando comienza a tomar las armas el grupo en la guerrilla. Por medio de diversos documentos nombrados como Actas es que se da la fundación de la Liga 23 de Septiembre como agrupación final del movimiento guerrillero, en los que se ponen a discusión cuestiones de afiliación política e ideológica, al igual que se toman en cuenta las condiciones del proletariado y la consolidación del capitalismo en México, aunado a la verificación del Estado burgués y cómo instaurar el socialismo en un Estado que, gracias a la incompetencia e incapacidad de sus fuerzas policiales y militares, recurrieron a la violencia sádica, la tortura y la represión para frenar los movimientos guerrilleros urbanos y rurales con golpe duro. Bibliografía Bautista, Virginia. (2011). A 40 años del Jueves de Corpus, ¿Qué se ganó aquél 10 de junio? Excelsior, 10 de junio de 2011. http://www.excelsior.com.mx/index.php?m=nota&id_nota=743852 Flores, Óscar. (2008). Del movimiento universitario a la guerrilla: El caso de Monterrey (1968-1973). Oikión Lozano, Veronica y García Ugarte, Marta Eugenia (Ed.), Movimientos armados en México, siglo XX. México: El Colegio de Michoacán. Guevara Niebla, G. (1988). La democracia en la calle: crónica del movimiento estudiantil mexicano. México, D.F.: Siglo XXI editores. Heredia, A. L. (2 de Marzo de 2014). El Barrio Antiguo. Recuperado el 17 de Febrero de 2016, de http://www.elbarrioantiguo.com/1971-el-ano-de-los- jovenes-regios/ Palacios, Benjamín. (2009). Héroes y Fantasmas La guerrilla mexicana de los años 70. Monterrey, N.L., México: Facultad de Filosofía y Letras, UANL. Ramírez Cuevas, Jesús. (2002). 37 años del asalto al cuartel Madera. La Jornada, 23 de septiembre de 2002. http://www.jornada.unam.mx/2002/09/23/056n1con.php?origen=index.html