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Jorge Mejía Valenzuela Hugo Notario Domingo

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Monterrey, Nuevo León
Universidad Autónoma de Nuevo León
“El movimiento estudiantil en Nuevo León y su relación con la
guerrilla urbana”
El movimiento estudiantil
Si bien el movimiento estudiantil en Nuevo León vio su apogeo en el año de 1971,
cuando se modifica la Ley Orgánica de la entonces llamada Universidad de Nuevo
León (UNL) para otorgarle la autonomía, se pueden ver acciones claras que datan
desde 1965. En dicho año, un grupo de alumnos izquierdistas toman la facultad de
filosofía y letras y demandan el despido del director de la misma, Agustín Basave
Fernández del Valle. Ante esto, el Estado respondió enviando a la policía a los
recintos de la facultad para desalojar a los estudiantes, acto seguido por la
petición por parte de los mismos de la renuncia del entonces rector, Eduardo
Suárez Galindo.
Las movilizaciones dentro de la universidad siguieron los próximos años: en
1967, el Sindicato de Trabajadores de la Universidad de Nuevo León (STUNL)
amenazó con llevar a huelga general a todas las instalaciones de la Universidad
como una manera de buscar mejoras en su salario y en prestaciones.
Posteriormente, en 1968, estudiantes, padres de familia y maestros de la
universidad demandaron que se ampliaran las instalaciones de la UNL y que se
mejoraran las condiciones de las aulas debido a que el alumnado estaba
creciendo de manera considerable.
El gobernador Eduardo Elizondo reaccionó haciendo un nuevo modelo
educativo para la UNL en que hacía a la misma a semejanza de las universidades
privadas, aumentando el costo de la cuota escolar, poniendo exámenes de
admisión y estableciendo un sistema de becas-préstamo (modelo que, cabe
destacar, sigue vigente hasta la fecha). Se valió del argumento de que no había
suficientes fuentes de ingresos en el Estado para hacer las mejoras que el
alumnado pedía, por lo que las reformas que hizo en la UNL representaban la
mejor manera de solventar el costo de las mismas.
Los estudiantes reaccionaron a esto con protestas. Éstas comenzaron el 22
de marzo de 1968, siendo los alumnos de la facultad de economía los primeros en
encabezar el movimiento, haciendo una huelga de hambre y bloqueando varias
calles del centro de Monterrey. Posteriormente, el 21 de septiembre de 1969,
estudiantes, maestros y padres de familia toman la rectoría de la UNL. Ante esto,
en 1970 el gobernador Elizondo reacciona declarando que el Estado no va a
otorgar más fondos a la universidad.
Es este acontecimiento el que hace que el movimiento estudiantil en Nuevo
León se vuelva de gran envergadura. Hacia 1971, un grupo de estudiantes de la
universidad buscan que se democratice la ley orgánica de la misma y exigen
paridad entre maestros y estudiantes en el Consejo Universitario así como una
elección directa, individual y secreta, en la que participaran maestros y alumnos,
para nombrar al rector y los directores de carrera. También pedían el
reconocimiento a los derechos laborales de los servidores de la casa de estudios y
que el estado les destinara el 12 por ciento del total del presupuesto cada año
fiscal.
Los alumnos de las prepas 1-4 y de la facultad de ciencias químicas se
organizan y encabezan así marchas y mítines para demandar el cambio en la ley
orgánica de la universidad. Elizondo termina cediendo, pero el cambio no fue el
esperado: se redujeron significativamente los subsidios otorgados a la universidad
y se creó una asamblea popular la cual estaba conformada por treinta y siete
personas. De esas, 3 pertenecían al sector estudiantil, 3 al magisterial y las otras
31 a la burocracia universitaria.
Mientras tanto, hay un ambiente de represión generalizada en todas las
universidades del país. En Nuevo León, éste se ve dramáticamente incrementado
con la deposición del entonces rector, Héctor Ulises Leal (que era pro-estudiantes)
y la imposición del coronel Arnulfo Treviño, el único militar que llegó a ser rector en
la UANL. Como reacción ante esto, padres de familia, estudiantes y maestros
toman rectoría y se envía a la policía a desalojar las instalaciones tomadas.
En Mayo del mismo año las protestas se incrementan. Los integrantes del
movimiento deciden ir al desfile del día del trabajo (acompañados por figuras como
el ex-rector Ulises Leal), criticando a la Asamblea Popular y demandando
educación para los hijos de obreros y campesinos. Después, los estudiantes se
plantaron afuera del Hospital Universitario con pancartas que portaban mensajes
críticos y revolucionarios. Al día siguiente, Elizondo lanzó una campaña en la
prensa con la intención de manchar los actos de protesta: “Los pobres de los
enfermos tienen que irse del hospital pues llegan asustados con los jóvenes
comunistas”. (Heredia, 2014)
La situación se vuelve más tensa y comienza a haber represiones de mayor
envergadura. El rector Treviño cambia a directores de facultad y maestros en
menos de veinte días y La policía ocupa a las prepas 1, 3 y Álvaro Obregón y
carga a estudiantes y profesores, entre ellos el ex-rector Ulises. En respuesta a
estos eventos, alumnos y padres de familia hacen un mitin que es disuelto por la
policía y en que se aprehenden a más de 100 personas.
Posteriormente, en una protesta que se llevaba a cabo en el centro de
Monterrey, entre las calles Morelos y Zaragoza, un estudiante fue asesinado por
un policía que cargaba una carabina de gas. El policía disparó el arma cuando el
estudiante se sujetaba de ella para defenderse: en un instante, la bomba de gas
atravesó su pecho y acabó con su vida. A partir de entonces, la represión rebasó
al movimiento estudiantil y a sus participantes: un diputado fue asesinado por
estar a favor de la lucha universitaria. Después de esto, debido a lo enorme
presión que enfrentaba, el gobernador Elizondo renuncia y entra Luis M. Farías en
su lugar, el cual le regresó el título de rector a Héctor Ulises Leal.
Ya con ánimo de reconciliación y un rector que apoyaba al movimiento
estudiantil, el 6 de junio de 1971 se proclama la nueva ley orgánica que le
otorgaba la autonomía a la universidad. A pesar de esto, es importante recalcar,
que los integrantes del movimiento estudiantil en la Ciudad de México
permanecieron obstinados con efectuar una marcha masiva el 10 de junio,
aunque, como nos dice Gilberto Guevara Niebla,
“La manifestación perdió su razón de ser el día 5 en que se resolvió el conflicto de
la UANL, sin embargo, las fuerzas radicales (representantes principalmente en el
momento por el PCM y algunas corrientes maoístas) se obstinaron en efectuar a
toda costa la marcha aun cuando la probabilidad de una represión era
evidentemente alta. No obstante esto, masas estudiantiles importantes acudieron
al evento (30,000 asistentes)” (Guevara Niebla, 1988, pág. 67)
En efecto, hubo represión, habiendo un saldo aproximado de 50 personas
asesinadas, junto con varios cientos más que resultaron heridos. Ese
acontecimiento permaneció en la posteridad recordado como el “halconazo”,
debido a que los que realizaron la masacre fueron halcones contratados por el
gobierno
El ánimo de reconciliación del estado con la UANL siguió en pie, a pesar de
que varias de las reformas de la ley orgánica que fueron inicialmente repudiadas
por el movimiento estudiantil (como el sistema de becas préstamo, los exámenes
de admisión, etc.) Ya después de una cierta reconciliación y de los diversos actos
de represión estatal, el movimiento comienza a fragmentarse, al igual que en el
resto del país. Hubo dos grandes tendencias por la búsqueda del cambio social a
partir de este momento: la vía institucional y la vía guerrillera.
La guerrilla urbana
En México no es muy conocido el hecho de que haya ocurrido una guerrilla urbana
durante los setentas; tampoco que, impresionantemente, en Monterrey haya sido
cede de la unificación y el nacimiento de la Liga como producto final y más
concreto, ni que se hayan librado los enfrentamientos y asaltos más importantes
del evento histórico. Tampoco se han propagado de manera adecuada ante las
masas los detalles, las razones e intereses político ideológicos de aquellas
personas, en su mayoría jóvenes, que se entregaron a una causa que
consideraban la más viable, por medio de distintas vías y concepciones hacia el
comunismo, todas con dos características en común: fueron movimientos
armados/paramilitares y todos los grupos perecieron ante la intensa represión del
gobierno mexicano.
Antes de comenzar a describir la fecundación de la Liga 23 de Septiembre
es necesario instar las convicciones con las que los jóvenes atentaron contra el
status quo, ya que como menciona Benjamín Palacios (2009, p. 37), la adhesión al
movimiento armado requería una entrega ética y moral, meramente influenciada
por el pensamiento revolucionario marxista-leninista principalmente, con una
organización militarizada distribuida entre diversos rangos de dirigentes como
capitanes, tenientes, coroneles y generales. Los grupos o células paramilitares
habían iniciado en México como movimientos campesinos en los que cabecillas
reconocidos se hacían cargo de abrir el fuego para defender a las clases
explotadas, en ellos destacan principalmente como antecesores y padres casi
directos de la Liga Genaro Vazquez, Diego Lucero, Lucio Cabañas, y sobre todo
Arturo Gámiz y Pablo Gómez.
El movimiento de guerrilla, antes de trasladarse a la ciudad, se encuentra
con una serie de condiciones previas para concretarse contra la estructura
económica y política de México. La explicación más simple que se le puede dar es
dejarla como producto de la represión perpetrada por la policía y los militares
contra los movimientos estudiantiles del 68 y del 71, al haberse agotado la vía
institucional y pacífica para reformar el sistema educativo y haberse gestado
movimientos de izquierda en los que se fraccionaron los partidarios de la lucha
armada y los fieles a la vía institucional.
Lo que es cierto es que dichos movimientos influenciaron grandemente en
la conformación de la Liga 23 de Septiembre, pero cabe señalar que son más
importantes las luchas armadas en la sierra y poblaciones rurales, debido a su
vinculación directa con el militarismo. Inicialmente se llevaron a cabo represiones
contra distintos grupos: primero con los ferrocarrileros en 1959; los maestros en el
D.F. durante 1960-61; los médicos en 1965; luego contra el CCI y otros grupos
que apoyaban el movimiento campesino.
En esas fechas Rubén Jaramillo se encuentra liderando el movimiento rural
en Morelos, el cual es el precursor de las autodefensas de la actualidad. A pesar
de su reconocimiento histórico oficialista y de sus hazañas entre la gente, en
Guerrero, los movimientos de Lucio Cabañas (Brigada Campesina de
Ajusticiamiento del Partido de los Pobres) y Genaro Vázquez (Asociación Cívica
Nacional Revolucionaria) fueron parte de las acciones bélicas que ya se hallaban
dispersas entre el campo mexicano pero no fueron tan directamente cruciales en
la formación de la Liga. “Cabe señalar que estas dos agrupaciones han llegado a
convertirse en sinónimo de <<guerrilla>> y <<lucha armada>> en este país, por
más que no hayan sido las únicas ni tampoco -en el sentido histórico del término-
las más trascendentes.” (Palacios, 2009, p. 41).
El movimiento más importante para la Liga Comunista 23 de Septiembre fue
el liderado por el maestro rural y dirigente del PPS, Arturo Gámiz y el médico
Pablo Gómez en la sierra de Chihuahua por ser el primer grupo que intenta
estructurar una columna guerrillera en el país, inspirada en el ejemplo cubano
(Palacios, 2009). El día 23 de septiembre de 1965 el comando perpetró un asalto
al cuartel Madera, en Chihuahua, ahí el grupo casi se ve liquidado, y dicho evento
es el que inspira el nombre de la Liga. Este evento es recordado precisamente
porque el grupo guerrillero liderado por Gámiz es considerado el primer
movimiento guerrillero del México moderno.
Es por estas fechas que la guerrilla en México empieza a tener una
transformación substancial en sus objetivos concretos y en su modus operandi: se
busca empezar a hacer acciones en la urbe en vez de enfocarse exclusivamente
en el ámbito rural. Un ejemplo concreto de ello lo que pasó con la MER en
Montemorelos, Nuevo León, cuando Elías Orozco llama a la radicalización de la
comisión campesina y se ve ante grandes deserciones.
Posteriormente, repensando sus métodos y objetivos en gran medida por
los acontecimientos que estaban sucediendo en ese momento en torno al
movimiento estudiantil, se decide cambiar el giro del MER para implantar
comandos urbanos, haciendo así un cambio con suficiente peso para recobrar las
fuerzas que perdieron con la deserción inicial. El grupo se comienza a entrenar y
sostener robando joyas y bancos.
Es preciso abordar el contexto de la guerrilla en el país: existen una plétora
de movimientos guerrilleros, en su gran mayoría fragmentados y mal organizados,
y, como dice Palacios, “En resumen puede decirse que en el periodo previo a la
fundación de la Liga -esto es, el lapso que abarca los años 1971-1972-,
efectivamente el movimiento guerrillero adopta características bastante caóticas”
(Palacios, 2009, p. 45). Sin embargo, existe la voluntad por unificar a la guerrilla
para así lograr la tan ansiada revolución: En 1971 es cuando se decide que es
preciso unificar a los diversos movimientos guerrilleros para poder tener uno de
mayor envergadura que, en efecto, podría tener potencial transformador en la
sociedad mexicana.
El grupo más importante, gestionado en Monterrey, fue el encabezado por
Raúl Ramos Zavala. Este es considerado un “grupo piloto” precedente a la Liga, el
cual no tomó las armas hasta la muerte de este dirigente. Los seguidores de Raúl
absorben casi inmediatamente a la célula de Los Procesos, para integrar el grupo
previo, y es esta facción la cual para 1971 consideraba que
“… el movimiento mismo me parecía desarticulado, disperso, fragmentado; esto
es, de una parte estaba la guerrilla de Lucio Cabañas, de otra parte la gente de
Genaro Vázquez; estaba (nosotros los conocíamos por las detenciones y la
prensa) un grupo más, el MAR. Por la sucesión intermitente de acciones
expropiatorias, de asaltos bancarios, nosotros nos dábamos cuenta perfectamente
de que existía un movimiento armado de una magnitud considerable.” (Palacios, p.
45).
Es por eso que se consideran integrar los movimientos guerrilleros en una Liga
definitiva.
Como ya mencionamos, en 1971 el grupo de Ramos Zavala trata de unificar
las distintas guerrillas del país. Se comunican con los Lacandones, la ACNR, los
Guajiros y el FUZ.
“Según Héctor Escamilla Lira... Raúl establece relaciones con Genaro Vázquez,
Lucio Cabañas, el MAR, el FER, y Diego Lucero bajo cuatro puntos principales: 1)
Adoptar la lucha armada, 2) reconocer la variedad de concepciones sobre ella, 3)
reconocer la dispersión ideológica y 4) iniciar un proceso que conduzca a la
unificación orgánica”. (Palacios, 2009, p. 46)
Es así como después se reparten tareas entre el grupo de Raúl entre él
mismo, Ignacio Salas, Gustavo Hirales, Sergio Hirales y Jorge Alberto Sánchez
Hirales. Raúl mantenía contacto con los grupos cristianos que se habían adherido
al combate, compuestos por grupos de inspiración jesuita y difundidos entre
asociaciones de estudiantes, sobre todo del Tecnológico de Monterrey. Gustavo
se ocupaba de los Procesos en Monterrey, el grupo más importante y orgánico.
Sergio Hirales se encarga de hablar con los Guajiros, y por último el propio Raúl
se llevaría a Ignacio Salas “Vicente” y a Jorge Alberto a Chihuahua, a hablar con
la gente del MAR en diciembre de 1971.
El año siguiente fue uno de tragedias, como consecuencia de un doble
asalto bancario en la ciudad de Monterrey fuera de las posibilidades de los
guerrilleros. La represión por parte de los agentes del Estado fue sagaz, además
de que los grupos no se encontraban en las condiciones ni experiencia necesaria
para recurrir a un agravio de tal magnitud. El asalto a los bancos iba a servir para
poder contar con recursos como casas de seguridad, armas, transporte, etc. pero
el intento fallido de expropiación culminó en la persecución de Raúl Ramos Zavala
y su consecuente liquidación en un enfrentamiento detonado en los Condominios
Constitución 23 días después.
A partir del asesinato de Raúl, Ignacio Salas toma el mando del grupo de
Monterrey y es cuando comienza a tomar las armas el grupo en la guerrilla. Por
medio de diversos documentos nombrados como Actas es que se da la fundación
de la Liga 23 de Septiembre como agrupación final del movimiento guerrillero, en
los que se ponen a discusión cuestiones de afiliación política e ideológica, al igual
que se toman en cuenta las condiciones del proletariado y la consolidación del
capitalismo en México, aunado a la verificación del Estado burgués y cómo
instaurar el socialismo en un Estado que, gracias a la incompetencia e
incapacidad de sus fuerzas policiales y militares, recurrieron a la violencia sádica,
la tortura y la represión para frenar los movimientos guerrilleros urbanos y rurales
con golpe duro.
Bibliografía
Bautista, Virginia. (2011). A 40 años del Jueves de Corpus, ¿Qué se ganó aquél
10 de junio? Excelsior, 10 de junio de 2011.
http://www.excelsior.com.mx/index.php?m=nota&id_nota=743852
Flores, Óscar. (2008). Del movimiento universitario a la guerrilla: El caso de
Monterrey (1968-1973). Oikión Lozano, Veronica y García Ugarte, Marta
Eugenia (Ed.), Movimientos armados en México, siglo XX. México: El
Colegio de Michoacán.
Guevara Niebla, G. (1988). La democracia en la calle: crónica del movimiento
estudiantil mexicano. México, D.F.: Siglo XXI editores.
Heredia, A. L. (2 de Marzo de 2014). El Barrio Antiguo. Recuperado el 17 de
Febrero de 2016, de http://www.elbarrioantiguo.com/1971-el-ano-de-los-
jovenes-regios/
Palacios, Benjamín. (2009). Héroes y Fantasmas La guerrilla mexicana de los
años 70. Monterrey, N.L., México: Facultad de Filosofía y Letras, UANL.
Ramírez Cuevas, Jesús. (2002). 37 años del asalto al cuartel Madera. La
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http://www.jornada.unam.mx/2002/09/23/056n1con.php?origen=index.html

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