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El juego del miedo.

Como el temor justificó las mejores medidas de defensa


y dio nacimiento a la mentalidad expansionista: Resumen del artículo:
Relaciones, información, espionaje y servicios de inteligencia en Roma.

El artículo Relaciones, información, espionaje y servicios de inteligencia en Roma,


escrito por Raúl Buono-core, Doctor en Historia Antigua, de la Universidad
Católica de Valparaíso, Chile, fue publicado en el año 2002 por la Revista Semana
de Estudios Romanos, y está disponible en la hemeroteca web
www.historiantigua.cl.

Los servicios de inteligencia o de espionaje son muy importantes en la actualidad,


dado que su intervención a lo largo de la historia ha posibilitado a los Estados el
manejar información a fin de poder tomar las medidas adecuadas en los
momentos difíciles e incluso ha persuadido a grandes potencias de evitar la
confrontación directa. Sin embargo, en la historia de Roma, nunca se trató de
elementos represivos, debido a que el orden y la libertad fueron elementos claves
en el desarrollo del sistema republicano, implicando esto, que los servicios de
espionaje estuvieran al servicio del expansionismo y de las relaciones
internacionales.

Existen antecedentes de la formación de este tipo de servicios posteriores a la


fundación de Roma, por ejemplo, en Esparta y en Persia. Sin ser servicios de
espionaje, en Roma durante el periodo republicano se confiaba en el sistema de
recompensas para convertir en delatores a ciudadanos y esclavos, y en el periodo
de guerras civiles, los jefes de facciones emplearon a soldados como fuerzas de
represión. Sin embargo, ya en época imperial, en el gobierno del Emperador
Domiciano, se utilizó un servicio de seguridad, los Frumentarii, quienes
anónimamente realizaban labores de espionaje mediante correo, arrestos masivos
y, al parecer, asesinatos. A pesar de esto, el servicio de seguridad romano no es
comparable a los servicios de inteligencia de hoy en día, pero demuestra que
desde hace siglos, Roma se había dado cuenta de la importancia de estos.

En el mundo antiguo no existían organismos internacionales que intervinieran en


los conflictos, lo cual acrecentaba la desconfianza, dando mayor importancia a los
servicios secretos, quienes informaban de asuntos militares y diplomáticos de los
adversarios, utilizando los caminos construidos hacia las zonas en conflicto y el
eficiente servicio postal romano.

En la lectura de Frontino y Valerio Máximo, hay muestras muy antiguas de los


movimientos secretos efectuados por generales, donde protegieron información
útil obtenida de prisioneros. El uso frecuente de doble agentes que entregaban
información falsa, la traición, sicarios disfrazados, e intentos de desestabilización
de algunos Estados con agentes infiltrados, similar a nuestros días, pero sin una
organización constituida como tal.

En las relaciones internacionales fueron los fitiales los que se encargaron de


ratificar con un juramento solemne los tratados, comprometiendo a Júpiter como
garante del pacto. Para los romanos las guerras debían ser solo por causas justas
y respetando las normas del derecho, sin embargo durante la época republicana la
guerra se transformó en una verdadera obsesión para la aristocracia romana.

Tras la guerra los vencidos debían rendirse y los vencedores podían tener
clemencia sin perder los derechos absolutos sobre estos. Para los romanos, al
parecer, el alivio a su moral surgía al evidenciar la traición en el bando enemigo,
pero con el conocimiento de que esto podía ocurrir siempre tomaron fuertes
medidas preventivas.

Luego de la Segunda Guerra Púnica, el valor ético y la confianza se debilitaron,


provocando que las sanciones fuesen más duras para los vencidos. Esto debido a
que Aníbal seguramente pensó que tras derrotar al ejército romano los pueblos se
unirían a su causa, que las diferencias sociales y de intereses en el Senado se
reflejarían dividiendo al Estado, por lo que para eso debía agredir Roma en su
territorio, en la Península Itálica, y derrotarla frente a sus aliados, terminando con
el mito de invencibilidad romana. Aníbal conocía bien el estado de las cosas
gracias a la información propiciada por mercaderes y comerciantes que
frecuentaban los puertos ibéricos y liberaba a los prisioneros itálicos para así
motivar una rebelión.

Mientras la fides (el valor moral y fidelidad) se derrumbaba entre los aliados
romanos, la mayor parte de los socios permaneció aliada a Roma y el bloque
romano-latino se mantuvo unido. Sin embargo muchísimos pueblos se pasaron al
bando enemigo. Ahí nos encontramos a un Aníbal que no respetaba las reglas
establecidas por la tradición latina y además de serios problemas en los sistemas
de información y comunicación.

Tras la guerra anibálica, la mentalidad romana cambió profundamente, haciendo


desaparecer el respeto por la fides, como es el caso de Escipión, para quien la
planificación política de desinformación al enemigo, la asimilación de las tácticas
de Aníbal, la importancia de administrar la información y el abandono de la fides,
fueron causales del gran éxito que tuvo en su campaña contra Cartago Nova. Sin
embargo esta nueva mentalidad del africano tuvo detractores, como Catón, quien
consideraba que el dominio de Roma era fruto de la fides, por lo que las guerras
de conquista eran innecesarias. Tras el exilio voluntario de Escipión, producto de
las sospechas por sus contactos con soberanos helenísticos, la república volvió a
adoptar el pensamiento anterior, comenzaron las oposiciones a la cultura griega,
considerada subversiva, dando pie a que en Grecia nacieran propagandas contra
Roma incitando a la agresión y se posicionara una fuerza militar romana a fin de
disuadir las confrontaciones (la cual era más una acción defensiva para justificar la
intervención romana).

Con este actuar Roma se encaminó a algo similar a la legitimación de un


terrorismo político, convirtiéndose el poderío romano en algo aceptado y sin
discusión. Debido al temor del Estado romano de un ataque enemigo que pudiera
poner en crisis el sistema de alianzas en la península se procuró una constante
mantención de aparato militar, también, el desarme y la humillación de los
vencidos y la creación de un sistema eficaz de información que permitiera conocer
las intenciones de otras potencias, aun de forma anticipada.

El militarismo nacionalista se extendió como una aspiración del dominio del


mundo, efecto de los cambios sufridos luego de la Segunda Guerra Púnica, en
donde Aníbal conocía todos sus movimientos, debido a la libertad con la que
operaban los agentes púnicos y macedonios de espionaje, reaccionando los
romanos con temor, y ya al final del conflicto con la instauración de observadores
fijos en lugares clave para vigilar e informar de los movimientos.

El envío de delegaciones a Cartago, Macedonia y Siria fue otra forma de control


de Roma, a fin de hacer cumplir el desarme al que se debían someterse los
pueblos dominados, estas delegaciones posiblemente fueron aprovechadas por
Roma para proponer formas de espionaje, interfiriendo en los asuntos internos de
los Estados con el fin de conocer los movimientos de estos e imponer sus
intereses. Debido a estas medidas ya no fue posible tomar a Roma por sorpresa
desencadenándose varios intentos de sublevación sofocados por la oportuna
acción romana.

Roma pareció modificar su política exterior, el uso de sicarios y veneno dañó a


enemigos políticos externos e internos. La traición, el espionaje político y la
subversión a larga escala se convirtieron en estrategias aceptadas para
desestabilizar Estados problemáticos. Todo esto sumado a la brutalidad militar
romana y al perfeccionamiento de sistema informaciones y comunicación a
medida que nos acercamos al periodo imperial.

Nelson Tobar Ureta.

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