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Prisioneros de esta democracia, palabras de presentación para el autor

Guillermo Alejandro Meana Morales

Roberto Perdía escribe una obra que adquiere, hoy, especial vigencia. En primer lugar, sale al
debate en la conmemoración de los 35 años de la democracia ganada a la dictadura militar. Hay, de
movida, un carácter polémico, de mínima, y provocador, de máxima. Luego tiene vigencia porque
la democracia, como marco de legitimidad política y como marco normativo que garantice la vida
en común, sufrió graves traspiés tras lo que parecían firmes pasos de los gobiernos progresistas en
nuestramérica, con las victorias de Macri, el Impeachment a Dilma y el triunfo de Bolsonaro.

Empecemos haciendo una reflexión, filosófica, sobre las palabras (y las cosas). ¿De qué estamos
"prisioneros" en ESTA democracia?¿Cómo es que estamos presos?

Una primera cárcel es la del lenguaje. Pareciera que tenemos la posibilidad (y a veces la obligación)
de adjetivar todo en el lenguaje de la política... Movimientos....sociales; Educación... pública...;
Violencia... institucional; Trabajo... formal; Democracia... democracia. Democracia. La democracia
como sistema de instituciones y valores se nos vuelve así un bloque homogéneo, macizo,
incuestionable. Pero, parafraseando a Aristóteles, digamos: democracia se dice de muchas
maneras. Hay muchas aristas de aquel invento griego que se perfecciona desde el paragima
moderno y capitalista. Democracia liberal; democracia popular; democracia transicional;
democracia participativa; democracia representativa; democracia sindical; democracia directa;
democracia radical; democracia obrera.

¿Cómo es esta democracia y qué factores consolidan a esta democracia?

Hay, en la primera parte del libro una gran cantidad de elementos críticos que podríamos resumir
en una búsqueda de una des-colonización europeizante, de una des-mercantilización capitalista,
una des-patriarcalización machista y una des-antropocentrización depredadora. Esto nos sitúa, por
la positiva, en una perspectiva intercultural (que quizá hoy tenga como mayor exponente al cubano
Raúl Fornet-Betancourt) que nos invita a enfrentar, al decir de Kusch "el miedo a pensarnos a
nosotros mismos" desde los más ancestrales saberes América. Creo que esto podría resumirse en
la frase "la liberación será intercultural o no será". Entraña, sin dudas, un profundo núcleo
filosófico crítico.

Por otra parte, se abre la posibilidad de pensar una amplia y abarcadora perspectiva de liberación,
estrechamente vinculada a la idea de una "revolución cultural". Perdía muestra un marcado interés
en recuperar eso que Dussel señala en el principio material de su ética "la reproducción y
conservación de la vida". Tenemos ahí un principio material, y a la vez universal, para pensar la
acción humana. Y a la vez un foco inextinguible para la resistencia y organización frente a toda
degradación de la vida ¿son otra cosa acaso la opresión, la explotación de las mayorías
empobrecidas de la humanidad?

Hay una apuesta clave a pensar desde dónde y cómo podemos organizarnos en lo que nuestro
Dussel llama Exterioridad, es decir, aquellos que son dejados fuera del sistema vigente. La
democracia, tal como hoy la conocemos, legitima ese sistema vigente e impide la progresiva
transformación de las reivindicaciones del pueblo. Pero eso no las hace desaparecer. ¿Qué nos
queda si Estado, Capitalismo y Democracia se complementan hoy para "no darle voz a los sin voz"?

La modernidad se ocupó de separar o dividir tajantemente entre sujeto que conoce y objeto
conocido. Eso derivó en una racionalidad instrumental de consecuencias destructivas y
deshumanizantes. Llevó, por otra parte, a poner en primer plano el tema de la(s) subjetividad(es).
Perdía ve la urgente necesidad de salirnos de una subjetividad ciudadana y consumidora que, más
que empoderarnos, revela habernos puesto en un rol pasivo y dependiente con respecto a la
estatalidad y participación. Vale decir, no habrá liberación si no podemos pensar un "ser humano
nuevo" recuperando formas de vivir que no se centren en una infinita búsqueda de diferenciación
individual (o sea, "consumo, luego soy") sino que puedan orientar a marcos comunitarios .

Párrafo aparte merece la consideración y optimismo respecto al empleo de las nuevas tecnologías
en variados aspectos de la militancia territorial y en la diagramación de emprendimientos
productivos. Sólo a modo de ejemplo, resulta importante mencionar el ejemplo que da Kusch en
Geocultura del hombre americano respecto de la Bomba de agua en un pueblito del altiplano.
Cuando el Gringo Kusch viajó con un grupo de estudiantes a un pueblito del altiplano, realizaron
una entrevista a un joven aymara y su abuelo. El joven respondía en castellano las preguntas, pero
el abuelo no abría la boca. Una de las alumnas preguntó al ver lo árido y seco del lugar "¿Por qué
no adquieren una bomba de agua?". Aquí Kusch dice unas palabras que nos dejan pensando:

"el abuelo pertenece a un mundo en el cual la bomba hidráulica carece de significado, ya que él
contaba con recursos propios como lo es el rito".

¿Será que andamos sólo sin recursos tecnológicos o más bien andamos flacos de ritos y símbolos?
Simplemente abrir la pregunta,

El autor de este libro ve, a pesar de un cierto pesimismo implícito en sus líneas, una luz al final del
túnel: el poder popular que en clave territorial se traduce en el poder de los consejos comunales
pensados desde una subjetividad comunitaria.

Vayamos entonces, para dar un cierre a hacer algunas reflexiones más políticas.

Pese a que el presente libro da múltiples respuestas, una pregunta aquí viene de nuevo al caso
¿Por qué nos ganó la derecha? Y pregunto esto porque fue el gobierno del PRO (primero con Macri
y luego con Larreta) en CABA el que terminó de darle forma a la descentralización administrativa
de los CGP en la división en Comunas, aunque nunca se activaron mecanismos electivos, sino que
parecen más bien unidades políticas vaciadas de contenido participativo más allá de las reuniones
que organiza periódicamente Rodriguez Laretta con los vecinos.

Algunas preguntas vienen a cuento de pensarnos políticamente en esta territorialidad e


institucionalidad EN Tigre:
- ¿Cuán viable es el planteo de las juntas comunales en un distrito como Tigre que aún se debe
pensar y promulgar una carta orgánica?

- ¿Cómo podemos saldar el hiato representativo en distritos como Tigre que mantienen 24
concejales desde su creación cuando la población era 4 veces menor?¿Qué puede pensarse para el
caso extremo de La Matanza, que con 1.800.000 habitantes tiene 24 concejalías para pensar los
asuntos cotidianos de su población?

- ¿Cómo incluir una tecnologización que está diseñada para excluir como fuerzas productivas a un
sector cada vez mayor del pueblo?

-¿Qué recomposición del lazo comunitario puede hacerse en este y otros distritos de zona norte y
del corredor del Río de la Plata donde la matriz extractivista y el mercado especulativo ha partido
el territorio entre Barrios y Countries (espacio público/espacio privado)?

- ¿Qué rol puede recuperar la militancia de base frente al avance de las iglesias evangélicas?

Volvamos a preguntarnos ¿Quién, quiénes son prisioneros, rehenes? Arriesguemos: el Pueblo, su


Potencia, en términos dusselianos. Prisioneros de esta democracia son los presos políticos, Milagro
Sala, Fernando Esteche, Daniel Ruiz; prisioneros fueron el Rafita, Santiago, Rodolfo y los cientos de
jóvenes y laburantes invisibles muertos por el gatillo fácil y la represión policial.

Pero toda conciencia de la prisión y las cadenas abren el horizonte emancipador de la liberación. Si
no, parecería que con sólo liberarnos de la opresión capitalista habríamos ganado un horizonte
nuevo. Quizá sí esto dé en una estratósfera, pero no en Argentina ni en nuestros pueblos que viven
obturados por la limitación y aspiración de llegar a pertenecer a la casta política que habilita esta
democracia liberal. ¿Y en qué queda la participación popular?

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