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SEÑOR DIRECTOR DE LA CORTE DE ARBITRAJE Y CONCILIACIÓN DE

LA CÁMARA DE COMERCIO, INDUSTRIA Y NAVEGACIÓN DE LA


CIUDAD DE VALENCIA

IMPORTADORA DE LA RIBERA S.A. (en adelante “ILR”), por la interpuesta


persona de sus Procuradores Judiciales, abogados: Rodolfo Marcone Lo Presti,
Anayansy Rojas Chan y, Alejandra Silva Vásquez, ante usted respetuosamente
comparecemos dentro del Proceso Arbitral 001- 2018 y conforme a lo establecido en
las reglas procesales del presente arbitraje, mediante el presente cumplimos con
presentar nuestras CONCLUSIONES FINALES, en los siguientes términos:

1. Importadora de La Ribera S.A. nada debe a HUANG. La demanda intentada por la


contraparte, carece de fundamentos, tanto de hecho como de derecho, que sustenten
el cobro pecuniario que señalan en su petitorio. HUANG pretende responsabilizar a
RIBERA por el desenlace de un negocio mercantil que se frustró por su propia
negligencia y mala fe. Es del caso que esta parte siempre estuvo llana a cumplir las
obligaciones que el contrato preveía y que de no haber mediado la falta a la buena
fe negocial por parte de HUANG, el contrato hubiera producido sus efectos de
forma normal y provechosa. HUANG pretendió torcer de manera injustificada la
letra del contrato, faltanto a sus obligaciones y pretendiendo incrementar
arbitrariamente el precio de la prestación pactada. Tal acción permitió a mi
representada ejercer su derecho a resolver el contrato, en los términos de los
Artículos 72.1 de la Convención de Viena y 7.3.3. de los Principios de UNIDROIT.

Esto se evidencia de la propia estructura de la demanda, que se asimila en su


petitorio y fundamentación a una demanda de cobro de pesos. Se alega la existencia
de un incumplimiento por parte de mi representada y se cobran los importes del
contrato de compraventa.

2. RIBERA tenía fundamentos fácticos para acogerse a lo dispuesto en el Artículo


72.1 de la Convención de Viena aplicable al presente proceso y el contrato se
resolvió por responsabilidad de HUANG. Se debe tomar en cuenta que a la fecha en
que la demandante indica que nuestra Empresa habría incumplido sus obligaciones,
el contrato que ligaba a ambos contratantes ya se había resuelto. El contrato
celebrado con fecha 1 de mayo de 2014, quedó efectivamente resuelto por la
comunicación de 01 de junio de 2014. En este caso, esta parte ejerció el derecho a
resolver el señalado contrato, por efecto de la conducta negligente de HUANG.
Esta parte, en múltiples ocasiones y de buena fe expresó su preocupación por las
condiciones acusadas por HUANG respecto a la obtención de materias primas para
la confección de las mantas objeto de contrato, lo que objetivamente se verificaría
en una merma de un 40% en la producción de mantas que fue pactada. En razón de
la buena fe argumentada, RIBERA hizo presente sus aprehensiones respecto del
cumplimiento, las que fueron simplemente desatendidas por HUANG, vulnerando
del mismo modo la buena fe y generando las condiciones de previsibilidad de
incumplimiento en los términos de 72.1 de la Convención de Viena.

En este orden de ideas, consideramos que nuestra Empresa válidamente y conforme


a derecho se acogió en su oportunidad a lo establecido en el citado dispositivo
normativo que claramente señala “Si antes de la fecha de cumplimiento fuere
patente que una de las partes incurrirá en incumplimiento esencial del contrato, la
otra parte podrá declararlo resuelto.” Es este el derecho a aplicar en el presente
caso, a la luz de lo expuesto y de las pruebas presentadas en el expediente. A
propósito de esto, es la propia HUANG la que manifestó su imposibilidad de
cumplimiento conforme a las condiciones pactadas originalmente en la
compraventa del producto que es materia del presente procedimiento. A propósito
de ello, expresamente manifestó la demandante que no podría cumplir la
producción de la totalidad de las mantas con los materiales solicitados e, incluso,
que no podría entregarlas en la fecha establecida para ello. En tal sentido, RIBERA
conforme a derecho procedió a la resolución del contrato unilateralmente,
comunicándoselo oportunamente a HUANG.

3. No es posible aplicar la cláusula “Hardship”. Se ha verificado en a lo largo del


presente proceso arbitral que no existen condiciones para alegar un supuesto de
“Hardship” en este caso. La regla general y principal entre nosotros es la fuerza
obligatoria de los contratos –“rebuc sic stantibus”, es decir que los contratos deben
cumplirse en los terminos que han pactado las partes. La figura del Hardship es
excepcional y únicamente tiene aplicación en situaciones particulares y de forma
restrictiva. Sobre el particular, ante la presunta imposibilidad de poder contar con
suficiente cáñamo para efectuar la producción total de las mantas solicitadas por
RIBERA, HUANG tenía la posibilidad de adquirir dicho producto en proveedores
alternativos, de tal forma que no exista incremento en el precio del producto
materia de compraventa ni demora en el cumplimiento del plazo. Al respecto,
HUANG tenía como alternativa la posibilidad de adquirir el producto cáñamo en el
puerto de Jianying, sin que ello implique incrementos en los costos de producción.
Asimismo, se aprecia en la conducta y en los actos desplegados por HUANG su
desinterés y falta de diligencia en el cumplimiento de su prestación.

Para la procedencia de “Hardship” y para que produzca sus efectos ordenados de,
primero obligar a una nueva negociación y segundo, incrementar el costo de una
prestación por haberse hecho más onerosa por un hecho sobreviniente, este hecho
sobreviniente tiene que tener cierta entidad y ciertas características que el caso de
marras no reúne:

a. No tiene entidad suficiente, es marginal y por ende debe ser absorbido


por el vendedor en razón de la norma/principio que establece la fuerza
obligatoria de los contratos. El riesgo acaecido, queda dentro del ámbito
de los riesgos que esa parte debe soportar y que constituyen la
contingencia o “alea” inherente a cualquier negocio mercantil.

b. No reúne las características de imprevisibilidad necesarias. Era


previsible, pues ocurre todos los años en China y en la misma fecha. Este
punto de hecho, da espacio a una afirmación de mala fe contractual por
parte de HUANG, en tanto no podía sino estar en conocimiento –al
menos- de la existencia de la posibilidad de que la autoridad limitara las
importaciones de cáñamo. Si HUANG hubiera sido diligente en razón de
su experiencia y entidad comercial, al suscribir el contrato debería haber
contado con las provisiones necesarias para hacer frente al pedido
solicitado por nuestra empresa, en condición de cliente.

Esto es consecuente, por una parte con lo que dispone la Convención de


Viena en su Artículo 79 cuando señala que “1) Una parte no será
responsable de la falta de cumplimiento de cualquiera de sus obligaciones si
prueba que esa falta de cumplimiento se debe a un impedimento ajeno a su
voluntad y si no cabía razonablemente esperar que tuviese en cuenta el
impedimento en el momento de la celebración del contrato, que lo evitase o
superase o que evitase o superase sus consecuencias. Del mismo modo, es
consecuente con lo que señalan los Principios de UNIDROIT sobre el
particular: "(…) el incumplimiento de una parte se excusa si esa parte
prueba que el incumplimiento fue debido a un impedimento ajeno a su
control y que, al momento de celebrarse el contrato, no cabía
razonablemente esperar, haberlo tenido en cuenta, o haber evitado o
superado sus consecuencias"

4. RIBERA se acogió a lo establecido en el artículo 77 de la Convención de Viena


aplicable en el presente proceso. Nuestra Empresa válidamente y conforme a
derecho se acogió en su oportunidad a lo establecido en el citado dispositivo
normativo que claramente señala “La parte que invoque el incumplimiento del
contrato deberá adoptar las medidas que sean razonables, atendidas las
circunstancias, para reducir la pérdida, incluido el lucro cesante, resultante del
incumplimiento. Si no adopta tales medidas, la otra parte podrá pedir que se
reduzca la indemnización de los daños y perjuicios en la cuantía en que debía
haberse reducido la pérdida.”

5. HUANG actuó de mala fe. Siendo previsible el incumplimiento exacto de la


obligación, HUANG no tomó los resguardos necesarios para que ello ocurriera y
pretendió movilizar los efectos pecuniarios de su falta de diligencia a su
contratante. Al ser conminado por el contratante para buscar medidas de
mitigación, tales como el examen por nuevos proveedores, se negó insistentemente
a hacerlo.

6. No es menos relevante señalar que atendido el previsible incumplimiento


contractual de parte de HUANG, RIBERA decidió no gestionar el transporte
pactado en el contrato, como una medida para reducir la inminente pérdida que la
falta de cumplimiento le irrogaría, y por ende, previo a resolver el contrato
invocando el incumplimiento de HUANG, se decidió no incurrir en el gasto que el
transporte implicaba, en consistencia con el artículo 77 de la Convención de Viena
de 1980 que señala “La parte que invoque el incumplimiento del contrato deberá
adoptar las medidas que sean razonables, atendidas las circunstancias, para
reducir la pérdida, incluido el lucro cesante, resultante del incumplimiento. Si no
adopta tales medidas, la otra parte podrá pedir que se reduzca la indemnización de
los daños y perjuicios en la cuantía en que debía haberse reducido la pérdida. En
este orden, invocamos el artículo 80 del cuerpo normativo señalado, relativo a que
“Una parte no podrá invocar el incumplimiento de la otra en la medida en que tal
incumplimiento haya sido causado por acción u omisión de aquella.” En el sentido
de la norma, esta parte rechaza en todos los términos la imputación de
incumplimiento de las obligaciones respecto del contrato actualmente resuelto,
cuando el incumplimiento de las que correspondían a la demandante fueron las que
en definitiva motivaron la decisión razonada de la resolución contractual.

POR LO EXPUESTO: Al honorable Tribunal solicitamos tener presentes nuestras


CONCLUSIONES FINALES y declarar INFUNDADA la presente demanda arbitral
en su oportunidad.

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