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FUNDAMENTALISMO MILITAR

Si bien el término fundamentalismo se emplea públicamente asociado al radicalismo


religioso, en nuestro ámbito castrense se refiere al estricto cumplimiento de las leyes y
normas que nos atañen.
Particularmente, el fundamento de las instituciones como el Ejército viene de su historia,
de la cultura, de las leyes y reglamentos, y principalmente de los principios que poseen
sus integrantes
Al leer el preámbulo de la Constitución Política de la República de Guatemala vemos
que la misma se plantea como fin organizar jurídica y políticamente al Estado, el cual
será el responsable de la promoción del bien común, de la consolidación del régimen
de legalidad, seguridad, justicia, igualdad, libertad y paz.
El mismo texto recalca que lo anterior debe estar inspirado en los ideales de nuestros
antepasados y recogiendo nuestras tradiciones y herencia cultural en una marco de
derecho y respeto a los derechos humanos.
En ese entramado organizativo, el Ejército es una parte del mismo y de ello emana el
sustento de decir que “Guatemala es nuestra razón de ser”.
Para esto, nuestra Carta Magna establece los fines de la institución en el artículo 244
complementado con el deber de brindar cooperación en el 249. Ambos conocidos
ampliamente por todo soldado y que marcan el norte de nuestro accionar.
Deseo recalcar dos aspectos, los principios y nuestras características, los cuales sirven
de base para todo lo que somos y hacemos.
Los principios de disciplina y obediencia como soporte de una organización jerárquica,
han permitido constituirnos en una institución sólida para hacer frente a nuestro
compromiso, en un entorno de grandes cambios y dinámicas políticas, sociales y
económicas, que demandan nuestra contribución en unión a otras las instituciones
como garantes de la continuidad del Estado al servicio de los ciudadanos.
El segundo aspecto se refiere a las características bajo las cuales nos enmarca la
Constitución al establecer que el Ejército “Es único e indivisible, esencialmente
profesional, apolítico, obediente y no deliberante”.
Esta esencia de nuestra conformación es de ineludible cumplimiento y compromiso de
todos los que formamos parte de la institución armada, siendo por tanto una obligación
el mantenernos leales a estos fundamentos, nunca ignorarlos o dejarlos de lado, y
mucho menos desobedecerlos.
En relación a la lealtad, nuestro reglamento para el servicio en tiempo de paz nos indica
que se “debe tener claro concepto de que la lealtad no solo es un deber constitutivo de
la integridad militar, que obliga a ser siempre fiel a la bandera, a los principios
constitucionales de la República y al Ejército de Guatemala, a las Instituciones del País
y fiel a los Superiores; si no que incluye también la sinceridad, la veracidad incorruptible
y franqueza, que en todos los escalones de la jerarquía constituye una obligación del
subalterno frente a su superior jerárquico” (art. 347).
Todo este andamiaje normativo sirve de soporte a nuestro diario accionar en función del
cumplimiento de la misión, el bienestar de nuestros subalternos y el cumplimiento de
las leyes, tal cual nos lo demanda el Señor Presidente de la República y Comandante
General del Ejército.
Para hacer efectiva esa directriz del mando debemos centrarnos en aspectos tales
como la preparación del potencial que tenemos como militares. En ese sentido sabemos
que “En la instrucción de todas las armas el comandante tendrá siempre presente que
lo esencial es el entrenamiento para el combate, el que ha de prevalecer: aprovechar al
máximo el terreno, emplear su armamento y equipo oportunamente y de manera
apropiada, conservar el espíritu de unidad, mantener las disciplina y hacer de su
personal unos excelentes combatientes. A esto dedicarán los comandantes todo su
cuidado; inspirando a los soldados mucha confianza en su unidad y en las ventajas que
ofrece una estricta disciplina y buen entrenamiento”.(art. 9 Reg. Serv. Tpo. Paz)
Esto lo complementamos con nuestra actitud ante nuestros compromisos, ante los retos
cotidianos y ante la adversidad, lo cual logramos teniendo siempre presente que “El
honor militar impone el más exacto cumplimiento de todos los deberes, ordena ser
disciplinados dignos, exige justicia en las acciones, no tolera la falta de caballerosidad
y menos la cobardía; si las circunstancias lo demandan debe llegar hasta el sacrificio;
no admite mentira, ni tampoco faltar a la palabra empeñada, que es para el militar la
manifestación más exacta de su honor” (art. 368 Reg. Serv. Tpo. Paz)
Vemos que tenemos obligaciones permanentes. Que nuestros lemas basados en lo que
somos y para lo que somos deben ser a su vez mantenidos.
Con ello Guatemala no dejará nunca de ser nuestra razón de ser.
Por eso tenemos mucho por hacer y somos quienes tenemos la obligación de hacerlo.
La herramienta inseparable para lograrlo es depositar nuestro quehacer en el
Fundamentalismo Militar.

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