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"6 de julio, por la mañana.

¡Mi ángel, mi otro yo, todo mi mundo! Sólo unas pocas palabras en el día de hoy,
escritas a lápiz (escritas con el tuyo). Mi futuro no quedará fijado hasta mañana. ¡Qué
frívolo derroche de tiempo! ¿Por qué esta pena profunda cuando es la necesidad quien
ordena? ¿Puede nuestro amor subsistir sin sacrificio, sin anhelarlo todo? ¿Puede ayudar
a nuestro amor el que tu arte no sea enteramente mío, el que yo no sea totalmente tuyo?
Dirige tus ojos a la hermosa naturaleza y no dejes que tu mente sea perturbada por el
destino. El amor lo requiere todo, y es muy justo que así sea: así soy yo contigo, así eres
tú conmigo; sólo que tú olvidas fácilmente que debo vivir para mí y para ti. Si
estábamos completamente unidos, tú no deberías sentir esta tristeza en mayor medida

que yo. Mi jornada ha sido terrible. No llegué aquí hasta


las 4 de la mañana de ayer a causa de los caballos. El cochero eligió otra ruta ¡pero qué
terrible camino el escogido! En la última etapa me advirtió que no debería viajar de
noche, y me previno de parar junto a los árboles; pero esto sólo contribuyó a
exacerbarme, y me equivoqué; a causa del mal estado de la ruta, una vía execrable y
tortuosa, el carruaje se averió. Sin el postillón que tenía junto a mí, hubiera quedado
abandonado en el camino. El príncipe Esterhazy, que viajaba por otro camino con ocho
caballos, tuvo el mismo accidente que yo había tenido con cuatro. Sin embargo, siento
ahora un extraño placer, como me ocurre siempre después de haber vencido una nueva
dificultad. Pronto volveremos a encontrarnos. No puedo comunicarte hoy las
observaciones que me he estado haciendo acerca de los pasados días de mi vida. Si no
hubieran estado tan cerca uno del otro nuestros corazones, creo que nunca me hubiera

planteado estas cosas. Mi corazón está lleno de cientos de


cosas que he de decirte. ¡Ay, hay momentos en que consigo encontrar ese lenguaje!
¡Alégrate! Continúas siendo mi única verdad, mi único amor, todo mi yo como yo lo
soy para ti. Y así para siempre; debemos dejar que los dioses nos envíen lo que debe ser
y lo que será. Fielmente tuyo, Ludwig.
6 de julio, lunes, por la tarde
¡Estás sufriendo, queridísima mía! Acabo de darme cuenta de que estas cartas deben
darse al correo muy temprano. Los lunes y los jueves son los únicos días en los que el
carruaje del correo va desde aquí hasta K. ¡Estás sufriendo tanto! ¡Ah!, donde yo estoy,
allá estás tú conmigo; conmigo y contigo, habré de encontrar los medios para vivir
contigo. ¡Qué vida! ¡Así!, sin ti, perseguido por la amabilidad de las gentes aquí y allá,
mientras que lo que yo deseo no es nada más que lo que realmente merezco -la
humildad del hombre hacia los hombres, todo esto me duele-y cuando me considero en
contacto con el universo, ¿qué es lo que soy, quién soy y quién es aquel capaz de ser
llamado el más grande? ¡Y nuevamente vuelve aquí a encontrarse el elemento divino de
lo humano! Lloro al pensar que sólo el sábado, con suerte, recibirás mis primeras

palabras. Por mucho que tú me ames, mi amor por ti


es más ardiente, pero que ello no haya de alejarte de mí. ¡Buenas noches! Como un
inválido recién llegado a las benéficas aguas termales, debo ir a descansar. ¡Ay, Dios!
¡Tan cerca! ¡Tan lejos! ¿No es nuestro amor una estructura realmente celeste, firme
como la cúpula del cielo?
Buenos días, en la mañana del 7 de julio.
Antes de levantarme, mis pensamientos volaron hacia ti, inmortal bienamada; en ciertos
momentos eran dulces, en otros dolorosos, aguardando la respuesta del destino y
confiando en que los hados nos escuchen. No puedo seguir viviendo permanentemente
sin ti, de ninguna manera; he decidido recorrer la distancia que nos separa para volar a
tus brazos, sentirme realmente en el hogar junto a ti y enviar mi alma envuelta en tu
cariño a los dominios del espíritu. ¡Sí, pase lo que pase, así debe ser! Debes tenerme
afecto, más aún sabiendo cuan grande es mi amor hacia ti. ¡Nunca podrá otra mujer
poseer mi corazón, nunca, nunca! ¡Oh, Dios! ¿Por qué debe uno alejarse de aquello que
tan profundamente ama? La vida que llevo en Viena es miserable. Tu amor me hace el
más feliz y al mismo tiempo el más infeliz de los hombres.
A mis años, necesito cierta uniformidad, cierta igualdad
en el camino de mi vida; ¿puede darse esto en nuestra mutua situación? Angel mío,
acabo de saber que el carruaje del correo parte diariamente y debo terminar para que
cuanto antes puedas recibir esta carta. ¡Sé sencilla! Sólo a través de una tranquila con-
templación de nuestra existencia podremos conseguir nuestro objetivo de vivir juntos.
¡Sé sencilla! ¡Amame! ¡Amame hoy, ámame ayer! ¡Después de ti, de ti, de ti, mi vida,
todo mi ser vive un anhelo cargado de lágrimas! Adiós. ¡Oh, continúa amándome!, y
nunca dudes de que haya un corazón más fiel al tuyo que el mío. Tu bienamado,
Ludwig. Siempre tuyo. Siempre mía. Siempre el uno del otro".

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