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En el transcurso de la vida, el significado del ser empieza desde el origen de las cosas hasta
llegar a ese momento silencioso que vendrá después de la muerte. La ideología que nos
inculcan mientras crecemos, el deseo de saber de dónde venimos y en dónde hemos de
acabar, el motivo del ser y el estar, la sed y el reposo, nos hace valernos como humanos:
seres que caminan con los ojos cerrados, con sombras de dioses y dudas que nos alientan a
renunciar al significado de la existencia. La simple naturaleza de nacer para reproducirnos y
morir, mirar a través de los ojos lo que hay alrededor y creer subjetivamente lo que nosotros
mismos creamos, al mirarnos dentro, hace que nuestra cosmovisión sea propia, única.
La concepción e interpretación de Luis Armenta Malpica son tratadas con versos sacados del
agua; las palabras que toman un ritmo único, reflejan la admiración del poeta hacia la
naturaleza, el mundo y el amor de las personas que nos rodean; una admiración sencilla,
misteriosa y sorprendente.
El autor divide la obra en cuatro partes: su estructura hace referencia a los sacramentos
católicos y los epígrafes con los que da inicio a cada una de éstas, hacen alusión al poeta
David Huerta.
Comenzamos con la primera parte, “Agua bautismal”, donde el autor hace darnos cuenta del
origen de la vida; abrimos los ojos para ver el mundo, descendemos:
“UNO
…bajo el apenas resplandor de las pupilas
quiero mirar al mundo: afuera
tan oscuro parece si nadie lo percibe.”
Entonces entendemos que antes de todo éramos oscuridad y silencio, venimos de Dios y
amamos. Estamos listos para ver las cosas reales, lo que somos y lo que permanece a
nuestro alrededor:
En la tercera parte, “Comunión”, maduramos para aceptar que estamos vivos. Somos aire,
tierra, fuego y principalmente agua. Se nos muestran los evangelios de los elementos.
“Al cabo de unas horas, el ángel de nuestra historia supo lo que era hacerse un hombre,
después de un aventón y un cigarrillo.”
En la cuarta y última parte, “Unción de la serpiente”, seguimos con los ojos abiertos,
ahogándonos con el agua que nos dio vida, como el autor nos recalca en “Vivir de muerte
diaria”. Pretendemos ser inmunes al agua; no morimos, flotamos. Luego sigue el reposo,
nuestro reposo. Nos cansamos de mirarnos, morimos. Ahora viene el “Agua después”,
somos sombras que se marchan y entonces esa sombra de dios se yergue:
“ nuevamente
sobre el hombre que avanza
con los ojos cerrados…”.
La voz de Luis Armenta Malpica nos ofrece una misma visión poética distinguible en todas
sus obras; una visión insólita y extraordinaria. Estamos presentes ante versos azulísimos y
de diversas estructuras interesantes. Este poemario abre lo que llevas dentro y responde
preguntas; es estupendo llegar a identificarte con su poesía, pues conlleva un significado
muy bello y profundo.
Luis Armenta Malpica (D.F., 1961) es poeta, ensayista, traductor y director de Mantis
Editores. Expremio de poesía Aguascalientes, en 1996, y Premio Jalisco en Letras 2008. Por
su labor editorial recibió la Pluma de Plata en 2006. Libros y poemas de su autoría han sido
traducidos al inglés, francés, portugués, alemán, italiano, catalán, rumano, árabe y ruso.
Autor de trece poemarios: “Voluntad de la luz”, “Ebriedad de Dios”, “Luz de los otros”,
“Ciertos milagros laicos”, “Mundo Nuevo, mar siguiente”, “Sangrial”, “El cielo más líquido” y
“Cuerpo+después”, entre otros. Ha participado en recitales de poesía y diversos encuentros
nacionales e internacionales.
Daniel Sibaja