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ARTICLE IN PRESS

Psiq Biol. 2010;17(2):63–70

Psiquiatrı́a Biológica

www.elsevier.es/psiquiatriabiologica

Original

Funciones de las lesiones autoinfligidas en adultos jóvenes que se cortan:

clarificación de las evidencias para la regulación del afecto$
E. David Klonsky
Department of Psychology, Stony Brook University, Stony Brook, Nueva York, Estados Unidos

I N F O R M A C I Ó N D E L A R T Í C U L O R E S U M E N

Se examinaron las funciones de las lesiones autoinfligidas no suicidas en 39 adultos jóvenes con
antecedentes de cortes autoinfligidos en la piel y otras conductas autolı́ticas, incluidos golpes, quemaduras
Palabras clave: y rascado intenso. Las consecuencias, los estados afectivos y las razones asociadas con la conducta se
Lesiones autoinfligidas valoraron mediante una entrevista estructurada. Los resultados indican que las lesiones autoinfligidas se
Lesiones autoinfligidas premeditadas asocian con una mejora de la valencia afectiva y a disminuciones de la activación afectiva. Especı́ficamente,
Cortes de la piel antes de la conducta, los participantes tuvieron tendencia a sentirse abrumados, tristes y frustrados y,
Automutilación después de ella, aliviados y tranquilos. Además, estos cambios afectivos predicen su frecuencia durante la
Regulación del afecto vida, lo que sugiere que refuerzan la conducta. Por último, aunque la mayorı́a de los participantes
respaldaron las razones de las lesiones autoinfligidas relacionadas tanto con la regulación del afecto (p. ej.:
para liberar la presión emocional que se acumula en mi interior) como con la autopunición (p. ej.: para
expresar la cólera hacia mı́ mismo) se valoraron abrumadoramente las razones de regulación del afecto
como primarias y las razones de autopunición como secundarias.
& 2010 Publicado por Elsevier España, S.L.

The functions of self-injury in young adults who cut themselves: Clarifying the
evidence for affect-regulation

A B S T R A C T

Keywords: The functions of non-suicidal self-injury were examined in 39 young adults with a history of skin-cutting
Self-injury and other self-injurious behaviors including banging, burning, and severe scratching. Consequences, affect-
Deliberate self-harm
states, and reasons associated with self-injury were assessed by a structured interview. Results indicate
that self-injury is associated with improvements in affective valence and decreases in affective arousal.
Skin-cutting
Specifically, participants tended to feel overwhelmed, sad, and frustrated before self-injury, and relieved
Self-mutilation
and calm after self-injury. Further, these affective changes predict lifetime frequency of self-injury,
Affect-regulation suggesting that they reinforce the behavior. Finally, although reasons for self-injury related to both affect-
regulation (e.g., to release emotional pressure that builds up inside of me) and self-punishment (e.g., to
express anger at myself) were endorsed by a majority of participants, affectregulation reasons were
overwhelmingly rated as primary and self-punishment reasons as secondary.
& 2010 Published by Elsevier España, S.L.

Introducción (Ogundipe, 1999). Las formas habituales de autolisis incluyen los

Las lesiones autoinfligidas no suicidas (de aquı́ en adelante,
lesiones autoinfligidas) pueden definirse como la lesión directa,
deliberada del propio tejido corporal sin una finalidad suicida
(Herpertz, 1995; Muehlenkamp, 2005). Otros términos utilizados
para hacer referencia a esta conducta incluyen las lesiones
autoinfligidas premeditadas (Pattison y Kahan, 1983), la auto-
mutilación moderada superficial (Favazza y Rosenthal, 1993),
las autoheridas (Tantam y Whittaker, 1992) y el parasuicidio
$
Publicado previamente en Psychiatry Research. 2009;166:260–8.
Correo electrónico: e.david.klonsky@stonybrook.edu
cortes en la piel, el rascado, las quemaduras y los golpes propinados
a uno mismo o golpearse con objetos (Briere y Gil, 1998; Favazza y
Conterio, 1989; Herpertz, 1995; Nijman et al, 1999; Whitlock et al,
2006). Durante mucho tiempo, los profesionales de salud mental
han expresado su preocupación por estas lesiones, debido a la
robusta asociación de esta conducta con la psicopatologı́a y el
suicidio (Skegg, 2005). Algunos consideran que, a la luz del
significado clı́nico de la conducta y de su presencia a lo largo de
múltiples trastornos, las lesiones autoinfligidas deberı́an constituir
un sı́ndrome diagnóstico por sı́ mismo (Muehlenkamp, 2005).
Las lesiones autoinfligidas pueden identificarse en pacientes
con un diagnóstico de trastorno del humor, ansiedad, abuso y
dependencia de sustancias, trastorno de la conducta alimentaria y

1134-5934/$ - see front matter & 2010 Publicado por Elsevier España, S.L.
doi:10.1016/j.psiq.2010.04.003
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psicótico, al igual que en cada uno de los trastornos de
personalidad y, en especial, el trastorno lı́mite de personalidad
(Haw et al, 2001; Herpertz et al, 1997; Simeon et al, 1992; Skegg,
2005; Stanley et al, 2001; Van der Kolk et al, 1991; Zlotnick et al,
1999). Aunque es relativamente frecuente en contextos clı́nicos
(Favazza, 1989; Suyemoto y MacDonald, 1995), también puede
detectarse en poblaciones que no incluyen pacientes. Alrededor
del 4% de los individuos de grandes muestras comunitarias refiere
antecedentes (Briere y Gil, 1998; Klonsky et al, 2003). Las tasas
durante la vida parecen ser especialmente altas en adolescentes
y adultos jóvenes, cuando alrededor del 15–17% las refiere
(Laye-Gindhu y Schonert-Reichl, 2005; Whitlock et al, 2006).
Lamentablemente su tratamiento puede ser difı́cil (Muehlen-
kamp, 2006). Una mayor comprensión de la razón de que estos
individuos se autolesionen podrı́a mejorar su tratamiento. Hasta
la fecha, los estudios han proporcionado evidencias de diversas
funciones de las lesiones autoinfligidas, incluida la de que es un
medio para regular el afecto negativo, de castigarse, de influir en
los demás, detener los episodios disociativos, resistir a la
necesidad imperiosa de un intento de suicidio y la búsqueda de
sensaciones (Briere y Gil, 1998; Brown et al, 2002; Coid, 1993;
Herpertz, 1995; Kemperman et al, 1997; Nock y Prinstein, 2004;
Shearer, 1994). En una revisión reciente de estos estudios
publicados se sugiere que las pruebas respaldan más coherente-
mente un modelo de autolisis de regulación del afecto (Klonsky,
2007). Especı́ficamente, tres tipos de evidencias respaldan una
función de regulación del afecto: a) la mayorı́a de los participantes
que se autolesionan refieren que lo hacen para reducir el afecto
negativo; b) los estudios de autoevaluación y de laboratorio
sugieren que el afecto negativo precede a la conducta y que el
afecto mejora después de ella, y c) las variables indirectas de
lesiones autoinfligidas examinadas en contextos de laboratorio
inducen reducciones del afecto negativo. La revisión continúa
describiendo las diversas áreas que requieren un estudio adicional
(Klonsky, 2007).
En primer lugar, aunque la investigación documenta que, tras
la conducta, se observan mejoras significativas del afecto (Briere y
Gil, 1998; Kemperman et al, 1997), no está clara la naturaleza de
estos cambios afectivos. Como mı́nimo dos dimensiones son la
base de la experiencia afectiva, la valencia y la activación
(Feldman, 1995; Russell, 1991). No obstante, la investigación no
ha determinado si los cambios afectivos asociados con la conducta
implican cambios de la valencia y de la activación o ambas. La
valencia hace referencia al placer de la emoción (p. ej.: )feliz* es
un estado agradable y positivo y )triste* es desagradable y
negativo), mientras que la activación hace referencia a la
intensidad de la emoción (p. ej.: )excitado* es una activación
elevada y )tranquilo* es una activación baja, aunque ambos son
agradables; igualmente, )ansioso* es una activación alta y
)desesperado* es una activación baja, aunque ambos son
desagradables).
En segundo lugar, la investigación no ha especificado los
estados afectivos que se asocian con más frecuencia a lesiones
autoinfligidas. Por ejemplo, ¿se siente el individuo menos solo
después de la conducta? ¿Menos vacı́o? ¿Más risueño? ¿Más
tranquilo? Cada uno de estos resultados coincide con la
investigación previa que indica que el afecto mejora tras ella,
pero cada uno tendrı́a diferentes implicaciones teóricas y clı́nicas.
En tercer lugar, no está claro que se pueda conceptualizar que
las mejorı́as del afecto asociadas con la conducta proporcionan
motivación o refuerzo. Por ejemplo, la investigación no ha
abordado si mayores mejorı́as del afecto se asocian con un
aumento de la frecuencia de dicha conducta. Un modelo de
autolesiones de regulación del afecto requiere pruebas de que las
mejoras afectivas posteriores a aquellas alienten o refuercen la
conducta.
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Por último, no está claro cómo conciliar las pruebas para las
múltiples funciones. A pesar de que, desde un punto de vista
conceptual, pueden estar presentes simultáneamente diferentes
funciones o superponerse, algunas pueden ser más habituales o
fundamentales que otras. Por ejemplo, en múltiples estudios se
respaldan con más frecuencia las razones relacionadas con la
regulación del afecto y la autopunición que otras (Briere y Gil,
1998; Brown et al, 2002; Favazza y Conterio, 1989; Shearer,
1994). En otros estudios se confirma que la mayorı́a de los
individuos respaldan razones relacionadas con la regulación del
afecto, pero se describe que una minorı́a de participantes
respaldan las razones de autopunición (Herpertz, 1995; Nock y
Prinstein, 2004). Serı́a útil determinar si las razones de regulación
del afecto son más fundamentales que las de autopunición o si
ambos tipos son igualmente prominentes. La distinción de las
razones primarias y secundarias informarı́a la conceptualización
del caso y la planificación del tratamiento en ámbitos clı́nicos, y
proporcionarı́a un contexto significativo para futuros diseños de
ensayos clı́nicos sobre la etiologı́a, el curso y el tratamiento de las
lesiones autoinfligidas.
El presente estudio se diseñó para abordar los vacı́os en los
estudios publicados sobre esta conducta, descritos previamente.
Se administró una entrevista estructurada a 39 adultos jóvenes
con antecedentes de lesiones autoinfligidas de repetición, en la
que se valoraron las consecuencias, los estados afectivos y las
razones asociadas. La entrevista se diseñó para valorar la
experiencia afectiva de la conducta de un modo más general
que en los estudios previos y para permitir que los participantes
distinguieran entre las razones más y menos importantes de dicha
conducta.
Método
Participantes
Los participantes eran 39 adultos jóvenes cuyo examen de
cribado fue positivo para lesiones autoinfligidas de repetición y
que completaron una entrevista sobre estas. Para garantizar que la
muestra era pertinente desde un punto de vista clı́nico y para
reclutar a los participantes se utilizó un umbral conservador. Para
ser incluidos en el estudio tenı́an que referir un mı́nimo de cinco
ejemplos de cortes en la piel, no suicidas, tanto en la escala
utilizada para el cribado como en la entrevista posterior. La
utilización de cortes repetidos en la piel como requisito mı́nimo
garantiza una muestra clı́nicamente pertinente por dos razones.
En primer lugar, en ámbitos clı́nicos los cortes de la piel son la
forma más habitual de autolisis, identificada en el 70–97% de los
que la cometen (Briere y Gil, 1998; Favazza y Conterio, 1989;
Herpertz, 1995; Langbehn y Pfohl, 1993; Nijman et al, 1999;
Wilkins y Coid, 1991). En segundo lugar, los cortes en la piel se
relacionan más potentemente con la psicopatologı́a que otras
conductas autolesivas (Andover et al, 2005). Aunque los cortes en
la piel se usaron como criterio de selección, además de estos, más
del 90% de los participantes refirió otras formas, como golpearse
en diversas partes de su cuerpo, rascado intenso y quemaduras, y
cada una de estas conductas se valoró en interés del presente
estudio.
Procedimiento
Durante el curso de 2 años académicos, 2.776 estudiantes de
cursos de psicologı́a de nivel elemental completaron las variables
del examen de cribado como crédito del curso. Una pregunta
incluida para los objetivos del presente estudio valoraba los
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antecedentes de cortes en la piel premeditados pero no suicidas,
utilizando la pregunta siguiente: )¿Aproximadamente cuántas
veces en su vida se ha cortado de forma premeditada (es decir, a
propósito) la muñeca, los brazos u otras regiones corporales (p.
ej.: con un cuchillo, tijeras, hoja de afeitar, etc.), aunque no
estuviera tratando de cometer suicidio?*. Se remitió un correo
electrónico a los 53 individuos que refirieron antecedentes de
cinco o más casos de cortes en la piel y que todavı́a no habı́an
satisfecho su requisito de participación en la investigación (o
asignación alternativa), invitándoles a participar en un estudio
sobre lesiones autoinfligidas en intercambio del crédito del curso
o 15 dólares. Estuvieron de acuerdo en participar 48. En el
momento de la entrevista, nueve de los 48 negaron antecedentes
de, como mı́nimo, cinco episodios de cortes en la piel: cinco
reconocieron menos de cinco, dos refirieron que no entendı́an las
instrucciones sobre la escala de cribado y mencionaron casos
accidentales de cortes, y los dos restantes refirieron que no podı́an
recordar cómo interpretaron o respondieron a la escala de
cribado.
Se administró el protocolo ı́ntegro a los 39 participantes
restantes. El autor del presente estudio efectuó todas las
entrevistas. Se presentaron los mismos ı́tems en el mismo orden
a todos los participantes. Cuando fuera necesario, el entrevistador
formuları́a preguntas clarificadoras si los participantes no estaban
seguros del significado de un ı́tem o de cómo responder a él. Antes
de la participación, todos firmaron formularios de consentimiento
informado en los que se describı́a el estudio y se informaba de que
la participación era voluntaria.
Parámetros
El autor diseñó la entrevista estructurada para valorar las
funciones de las lesiones autoinfligidas. La entrevista valoró los
cuatro dominios siguientes: i) antecedentes de lesiones auto-
infligidas; ii) consecuencias producidas como resultado de
aquellas; iii) estados afectivos antes y después de ellas, y
iv) razones de la conducta. La sección inicial valoró 12 conductas
autolesivas. Se proporcionaron instrucciones a los participantes
para que solo respaldaran las conductas )efectuadas con la
finalidad de causar un daño fı́sico sin intención suicida*. Las
conductas evaluadas fueron golpes con objetos, mordeduras,
quemaduras, cortes, arrancarse mechones de cabello, golpes
propinados a sı́ mismo, interferencia con la curación de una
herida, pincharse con una aguja, pellizcos/toqueteos, frotarse la
piel contra superficies rugosas, rascado intenso e ingestión de
sustancias quı́micas peligrosas.
Para la sección ii, los participantes leyeron una lista de
consecuencias )que podı́an acontecer después de la conducta
autolı́tica*. Tras leer cada consecuencia valoraron su frecuencia
utilizando una escala de 5 puntos (nunca, rara vez, a veces,
habitualmente y siempre) y, acto seguido, valoraron si experi-
mentaron la consecuencia como positiva, negativa o neutra. Para
la sección iii, los participantes leyeron una lista de )sentimientos
y emociones* y se les pidió que valoraran )con qué frecuencia
experimenta la emoción antes, durante y después de la conducta,
utilizando la misma escala (nunca, rara vez, a veces, habitual-
mente y siempre, como previamente en la sección ii)*. Para la
sección iv, los participantes leyeron una lista de posibles razones
de la autolisis y se les pidió )trate de identificar las que mejor se
aplican en su caso*. Especı́ficamente, los participantes utilizaron
una escala de 3 puntos para identificar cada razón como primaria,
secundaria o no pertinente. En el tabla A1 se citan las 48
consecuencias, 40 estados afectivos y 37 razones.
Los ı́tems incluidos en las tres últimas secciones de la
entrevista se incluyeron para poner en claro la experiencia y las
65
funciones de la conducta. Muchos de los ı́tems se relacionan con
las teorı́as funcionales descritas en los estudios publicados sobre
psicologı́a, incluida la regulación del afecto, la autopunición, la
influencia interpersonal, el antisuicidio, la búsqueda de sensacio-
nes y la función antidisociación. Por ejemplo, se incluyeron la
consecuencia )me tranquilizo*, el estado afectivo )relajado*, y la
razón )para liberar la presión emocional*, con el fin de valorar si
los individuos se autolesionan para regular el afecto. De forma
parecida, se incluyeron la consecuencia )me siento más real*, el
estado afectivo )irreal* y la razón )sentirme real* para valorar si
los participantes se autolesionan para detener los episodios de
despersonalización o disociación. La mayorı́a de los ı́tems de la
entrevista se obtuvieron de estudios previos sobre la conducta (p.
ej.: Biere y Gil, 1998) o se basaron en el material de páginas web
de Internet creadas para individuos autolı́ticos o por ellos. Otros
ı́tems se crearon especı́ficamente para este estudio. Hasta lo que
el autor conoce, la entrevista estructurada desarrollada para este
estudio con el objetivo de valorar las funciones de la autolisis es,
como mı́nimo, tan exhaustiva o más que los parámetros utilizados
en estudios previos, tanto por lo que respecta a los tipos de
información valorada (es decir, las consecuencias, razones y
estados afectivos) como a la variedad de funciones valoradas (es
decir, regulación del afecto, autopunición, influencia interperso-
nal, antisuicidio, búsqueda de sensaciones y antidisociación).
Resultados
Demografı́a y antecedentes de tratamiento de los participantes
Los participantes eran un 77% mujeres, el 92% de raza blanca, el
5% afroamericanos y el 3% de origen hispánico. La edad media de
la muestra fue de 19,4 años (DE¼2,4). El 64% refirió haber
recibido alguna forma de tratamiento de salud mental: un 59%
habı́a participado en la provisión de consejos ambulatorios, un
38% habı́a tomado medicación psiquiátrica y un 13% habı́a sido
ingresado durante cierto perı́odo en un hospital psiquiátrico. El
tratamiento de salud mental recibido o no por los participantes no
guardó relación con el número de métodos autolı́ticos utilizados
(t ¼0,83; p¼0,41) o el número de casos de cortes de la piel
(t ¼1,65; p¼ 0,11).
Antecedentes de lesiones autoinfligidas
Los participantes se cortaron una media de 17,2 veces
(DE¼ 13,2), de acuerdo con las estimaciones autoevaluadas. La
mayorı́a de los casos de cortes eran lesiones tisulares superficiales;
solo dos participantes se infligieron el grado suficiente de lesión
tisular a través del corte para requerir atención médica profesio-
nal. Algo más del 92% también refirió conductas autolesivas
adicionales, incluido golpearse partes del cuerpo contra algún
objeto (51%), rascado intenso (46%), quemaduras (38%), clavarse
objetos punzantes en la piel (28%), interferir con la curación de una
herida (26%), pellizcos o toqueteos violentos de la piel (23%),
mordeduras (21%), golpes (13%) y frotarse la piel contra superficies
rugosas (3%). El número medio de métodos autolı́ticos fue de 3,8
(DE¼ 2,1). La edad media de inicio de los cortes de la piel fue de
14,1 años (DE¼2,1) y la duración media fue de 3,5 años (DE¼2,5).
El 22% de los participantes indicó que se habı́a autolesionado en el
último año.
Consecuencias y razones de las lesiones autoinfligidas
Los participantes valoraron la frecuencia con la que cada una de
las 48 consecuencias aconteció como resultado de la autolisis. Cada
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consecuencia se pudo valorar como acontecida )siempre*, )habi-
tualmente*, )a veces*, )rara vez* o )nunca*. En la tabla 1 se
presentan las consecuencias que los participantes identificaron
como acontecidas con más frecuencia. Las dos más habituales
fueron fı́sicas. En estas, )experimento dolor fı́sico* y )me quedan
marcas en la piel*, se identificaron valoraciones medianas de
)habitualmente*. Las otras dos únicas consecuencias con
valoraciones medianas de )habitualmente* fueron )siento mayor
control de mı́ mismo* y )me tranquiliza*. Las consecuencias más
frecuentes siguientes fueron )me siento mejor*, )experimento una
descarga de adrenalina*, )disminuye mi ansiedad* y )disminuye mi
nivel de estrés*. En la tabla 1 suplementaria se presenta la
estadı́stica descriptiva de las 48 consecuencias.
Los participantes también identificaron las razones de la
conducta a partir de una lista de 37 posibles. Cada razón podı́a
valorarse como )no pertinente*, )secundaria* o )primaria*. Podı́a
valorarse como primaria más de una razón. En la tabla 1 se
presentan las razones identificadas como primarias por más de la
mitad de los participantes. El 85% de los participantes respaldaron
como primaria la razón más habitual, )liberar la presión
emocional que se acumula en mi interior*. Las siguientes razones
más frecuentes fueron )para controlar cómo me siento* y )para
deshacerme de emociones intolerables*. También respaldaron con
frecuencia razones relacionadas con la autopunición, aunque se
Tabla 1
Consecuencias y razones de la autolisis, respaldadas por la mayorı́a de los
participantes
Ítem % de
aprobacióna
Consecuencias
Experimento dolor fı́sico 85
Me quedan marcas en la piel 74
Siento mayor control de mı́ mismo 59
Me tranquilizo 51
Razones
Para liberar la presión emocional que se acumula en mi 85
interior
Para controlar cómo me siento 59
Para deshacerme de las emociones intolerables 56
Para provocarme un dolor que puedo controlar 54
a
Estas cifras indican el porcentaje de participantes que valoraron cada
consecuencia como de presentación )habitual* o )siempre*, y el porcentaje de
participantes que valoraron cada razón como )primaria*. Se permitió a los
participantes que valoraran múltiples razones como )primarias*. Menos del 50%
de los participantes respaldó consecuencias y razones no incluidas en esta tabla.
valoraron más a menudo como secundarias. Por ejemplo, el 69%
de los participantes respaldó la razón de )expresar enojo consigo
mismo*, pero solo el 15% de los participantes valoró esta razón
como primaria en comparación con el 54% que la valoró como
secundaria. Un menor número de participantes respaldó las
razones de búsqueda de sensaciones, antidisociación, influencia
interpersonal y antisuicidio como primarias, incluida )me siento
risueño* (respaldada por el 21% de los participantes como
primaria), )para sentirme real* (18%), )para que los demás sepan
por lo que estoy pasando* (5%) y )para evitar el impulso de
cometer suicidio* (5%). En la tabla 2 suplementaria se presenta la
estadı́stica descriptiva para las 37 razones.
Afecto antes y después de las lesiones autoinfligidas
Los participantes valoraron cada uno de los 40 estados
afectivos para la frecuencia con que ocurrı́an antes y después de
la autolesión mediante una escala de 5 puntos: 1, nunca; 2, rara
vez; 3, a veces; 4, habitualmente, y 5, siempre. En la tabla 2 se
citan los estados afectivos más frecuentes antes y después de la
conducta. Antes, los más frecuentes fueron )abrumado*, )triste*,
)herido desde un punto de vista emocional*, )frustrado* y
)ansioso*. Después de ella, los más frecuentes fueron )aliviado*,
)enojo consigo mismo* y )tranquilo*. En la tabla 3 suplementaria
se presentan los porcentajes de aprobación para los 40 estados
afectivos antes y después de las lesiones autoinfligidas.
Para examinar el cambio del afecto desde antes a después de la
conducta se sustrajeron las valoraciones de )después* de las
valoraciones de )antes* para producir unas puntuaciones del
cambio. La tabla 3 presenta los estados afectivos que manifestaron
el mayor cambio desde antes a después de la autolesión, al igual
que las correlaciones entre los cambios del afecto y la frecuencia
durante la vida de los cortes de la piel. Los estados afectivos
)aliviado*, )tranquilo*, )satisfecho* y )relajado* demostraron los
incrementos más sustanciales desde antes hasta después de la
conducta, mientras que el estado )abrumado* manifestó la mayor
disminución después de aquella. Los cambios de cada uno de estos
estados afectivos, excepto )tranquilo*, manifestaron correlaciones
moderadas con la frecuencia de los cortes en la piel durante la
vida. Los cambios en los 40 estados afectivos desde antes a
después de la conducta se presentan en la tabla 4 suplementaria.
Además, los estados afectivos se organizaron en cuatro grupos
mutuamente exclusivos en función de dos dimensiones: valencia
(positiva frente a negativa) y activación (más alta comparada con
más baja). Por lo tanto, los cuatro grupos de estados afectivos

Tabla 2
Estados afectivos más habituales antes y después de las lesiones autoinfligidas

Antes Después

a b
Estado afectivo % Mediana Estado afectivo %a Medianab

Abrumado 85 Habitualmente Aliviado 77 A veces

Triste 82 Habitualmente Enojado consigo mismo 77 A veces
Herido desde un punto de vista emocional 82 Habitualmente Tranquilo 72 A veces
Frustrado 80 Habitualmente Herido desde un punto de vista emocional 66 A veces
Ansioso 77 Habitualmente Solo 64 A veces
Solo 74 A veces Triste 64 A veces
Enojado consigo mismo 72 A veces Aislado 62 A veces
Vacı́o 69 A veces Avergonzado 59 A veces
Aislado 67 A veces Relajado 59 A veces
Desesperado 63 A veces Culpable 59 A veces

a
Indica el porcentaje de participantes que valoraron el estado afectivo como acontecido, como mı́nimo, a veces (es decir, a veces, habitualmente o siempre).
b
Indica la mediana de valoraciones de los participantes de la frecuencia con que ocurrió el estado afectivo en una escala de cinco puntos: 1, nunca; 2, rara vez;
3, a veces; 4, habitualmente, y 5, siempre.
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Tabla 3
Cambios del afecto antes y después de las lesiones autoinfligidas
Tipo de afecto d de Cohena Correlación con
la frecuencia de
cortes de la pielb
Estados afectivos individuales que muestran el mayor cambio
Aliviado 2,25 0,31
Tranquilo 1,39 0,10
Satisfecho 1,24 0,47
Relajado 1,21 0,33
Abrumado  0,89  0,39
Cambios de los estados afectivos
Agrupados por valencia y activación
Valencia negativa y activación alta-0,21  0,36  0,43
Valencia negativa y activación baja  0,19  0,21
Valencia positiva y activación alta 0,55 0,07
Valencia positiva y activación baja 1,92 0,40
a
Los valores d de Cohen indican la magnitud de los cambios en los estados
afectivos desde antes hasta después de la autolisis. Los valores negativos indican
que el estado afectivo disminuyó desde antes hasta después de ella. En esta tabla
todos los valores d de Cohen son estadı́sticamente significativos con un nivel de
alfa de 0,001, excepto el valor de  0,19, cuyo valor de p fue de 0,02. Los valores d
de Cohen 40,8 en general indican cambios muy importantes, de 0,2–0,8
moderados y o 0,2, bajos.
b
Se calcularon las correlaciones entre los cambios del afecto y el número de
episodios de cortes de la piel durante la vida. Puesto que esta variable tenı́a una
distribución no normal, se procedió a la transformación de las observaciones a
rangos de mayor a menor. Las correlaciones de 0,31 y de 0,40 fueron
estadı́sticamente significativas con niveles alfa de 0,05 y de 0,01, respectivamente.
analizados fueron: 1) valencia negativa, activación alta (p. ej.:
)abrumado y frustrado*); 2) valencia negativa, activación baja
(p. ej.: )triste y vacı́o*); 3) valencia positiva, activación alta (p. ej.:
)excitado y eufórico*), y 4) valencia positiva, activación alta (p. ej.:
)aliviado y relajado*). Expertos en la investigación sobre emociones
valoraron independientemente cada estado afectivo (Coan y Hajcak)
en dos dimensiones: valencia (positiva frente a negativa) y
activación (más alta comparada con más baja). Las valoraciones
de la valencia y de la activación para cada estado afectivo se indican
en el tabla A1. Se suman las puntuaciones del cambio de los estados
afectivos asignados a cada grupo valencia-activación para producir
una puntuación del cambio individual para cada grupo. Según lo
indicado en la tabla 3, los estados afectivos a partir del grupo
valencia positiva, activación baja demostraron los mayores cambios,
aumentando sustancialmente desde antes a después de la conducta.
Estos aumentos, junto con las disminuciones de los estados
afectivos valencia negativa, activación alta predijeron convincente-
mente la frecuencia de los cortes en la piel durante la vida.
Discusión
Coincidiendo con la investigación previa (Klonsky, 2007), las
pruebas convergentes sugieren que las lesiones autoinfligidas
desempeñaron el papel de regular el afecto de la mayorı́a de los
participantes. Casi todos indicaron que se infligieron daño con la
intención primaria de aliviar el afecto negativo. Además, los
informes retrospectivos sobre las consecuencias y los estados
afectivos indicaron que la conducta se asoció con frecuencia, pero
no siempre, con mejoras marcadas del afecto. También fueron
evidentes motivaciones de regulación no relacionadas con el afecto,
como la finalidad de castigarse y el deseo de influir en los demás,
pero los resultados sugirieron que estas motivaciones fueron
pertinentes para un menor número de participantes y, cuando lo
fueron, con frecuencia se consideraron razones secundarias.
Tres aspectos del presente estudio contribuyen a abordar
los vacı́os existentes en los estudios publicados sobre lesiones
67
autoinfligidas. En primer lugar, la experiencia afectiva se evaluó con
el suficiente detalle de modo que pudieron valorarse los cambios
tanto de la valencia como de la activación afectiva. En los estudios
previos sobre la evaluación de la experiencia afectiva de individuos
que se infligen daño se han proporcionado importantes contribu-
ciones al conjunto de estudios publicados pero, además de la
valencia, no se tomaron medidas adicionales para examinar la
activación (p. ej.: Briere and Gil, 1998). Los estudios de laboratorio
han relacionado las medidas indirectas de la conducta con una
reducción de la activación, pero no con la conducta real (Haines
et al, 1995; Russ et al, 1992). En el presente estudio se encontraron
cambios sustanciales tanto de la valencia como de la activación
afectiva desde antes hasta después de las lesiones. Los estados
afectivos negativos de alta activación disminuyeron (p. ej.:
abrumado) y los estados afectivos positivos de baja activación
aumentaron (p. ej.: tranquilo, relajado y aliviado). Es de destacar
que el modelo de afecto bidimensional de Watson y Tellegen
(Watson y Tellegen, 1985; Watson et al, 1999) considera que los
estados afectivos, tal como tranquilo, relajado y aliviado, son el
reflejo de un afecto negativo bajo más que un afecto positivo alto.
Desde esta perspectiva, los resultados sugieren que la conducta se
asocia predominantemente con reducciones del afecto negativo en
comparación con incrementos del afecto positivo y, por lo tanto, es
probable que sea una conducta reforzada negativa más que positiva.
En segundo lugar, el presente estudio contribuye a clarificar si
los cambios afectivos observados después de una autolesión
contribuyen a motivar y a alentar la conducta, un paso no seguido
en los estudios publicados previamente. Se encontró que las
reducciones de la valencia y de la activación negativa predijeron
la frecuencia de los cortes en la piel durante la vida. En otras
palabras, los participantes que experimentaron los mayores
beneficios afectivos fueron los que se habı́an infligido cortes con
más frecuencia. Estos datos indican que los cambios afectivos
asociados con la autolisis pueden proporcionar un refuerzo y
aumentar la probabilidad de que la conducta se repita. Además, los
hallazgos sugieren que puede estar motivada primariamente por el
deseo de aliviar los estados afectivos negativos de alta activación,
como frustrado, abrumado y ansioso, en comparación con estados
afectivos negativos de activación más baja, como triste, solo y vacı́o.
Por último, el presente estudio contribuye a conciliar las
evidencias de las razones de regulación del afecto y autopunición
para las lesiones autoinfligidas. En diversos estudios se ha descrito
que la mayorı́a de los participantes respaldaron las razones tanto
de regulación del afecto como de autopunición (Briere y Gil, 1998;
Brown et al, 2002; Shearer, 1994). Asimismo, en el presente
estudio, la mayorı́a de los participantes respaldaron estos dos
tipos de razones. No obstante, estos mismos participantes
consideraron abrumadoramente las razones de regulación del
afecto como primarias y las de autopunición como secundarias.
Las escalas de valoración dicotómica usadas en los estudios
previos no evaluaron esta posibilidad. Los resultados contribuyen
a explicar la razón de que algunos estudios previos encontraran
una confirmación considerable de las razones de autopunición
(Briere y Gil, 1998; Brown et al, 2002; Shearer, 1994), mientras
que en otros se encontró que una minorı́a de pacientes respaldaba
las razones de autopunición (Herpertz, 1995; Nock y Prinstein,
2004). Los estudios futuros deben utilizar escalas ordinales o
dimensionales para evaluar las razones. Permitir que los partici-
pantes distingan entre razones más y menos importantes
contribuirá a clarificar la generalización e importancia relativa
de las diferentes motivaciones de las lesiones autolinfligidas.
Los resultados del presente estudio tienen implicaciones para el
diagnóstico y para el tratamiento. En primer lugar, los hallazgos
ayudan a clarificar la razón de que la conducta se correlacione con el
trastorno lı́mite de la personalidad, pero que no sea patognomónica
de este u otros diagnósticos. Los hallazgos, tanto del presente
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estudio como de la investigación previa, sugieren que sobre todo la
conducta se efectúa para afrontar el afecto negativo agudo. Puesto
que este afecto negativo elevado es una caracterı́stica de numerosos
trastornos se deduce que la conducta puede identificarse en
diversas enfermedades psiquiátricas, incluidos los trastornos de
personalidad, del humor, ansiedad, conducta alimentaria y por
abuso de sustancias (Haw et al, 2001; Skegg, 2005; Zlotnick et al,
1999). Al mismo tiempo, puesto que la labilidad y la disregulación
afectiva son caracterı́sticas fundamentales del trastorno lı́mite de
personalidad, se deduce que se da desproporcionadamente en él.
Una segunda implicación de los hallazgos es que los terapeutas
deben valorar las funciones de la conducta en los pacientes y usar
los resultados para informar la conceptualización del caso y en la
planificación del tratamiento. Muchos especialistas hacen hincapié
en las motivaciones de la influencia interpersonal o la búsqueda de
atención (Bancroft y Hawton, 1983; Gough y Hawkins, 2000), a
pesar del número de pruebas cada vez mayor de que estas
motivaciones son menos frecuentes que otras. Para la mayorı́a de
los individuos que se infligen daño, parece ser que la conducta suele
efectuarse para afrontar el afecto y la activación negativos agudos.
Para estos pacientes, el tratamiento debe tratar de reducir el afecto
negativo y fomentar el desarrollo de estrategias alternativas para la
regulación del afecto. Por ejemplo, el tratamiento conductual
dialéctico se elaboró, en parte, para mejorar las habilidades de
regulación de las emociones intensas y lábiles, y se ha demostrado
que reduce las lesiones autoinfligidas (Linehan, 1993). Las inter-
venciones complementarias que ayuden especı́ficamente a los
pacientes a afrontar la activación afectiva negativa, como el
entrenamiento en la relajación y la relajación muscular progresiva,
también podrı́an ayudar a los pacientes a evitar la conducta.
En la investigación futura deben abordarse las limitaciones de
este estudio. Una es que se basó en autoevaluaciones, retrospec-
tivas. Los recuerdos de los participantes podrı́an haber sido
incompletos o imprecisos. Además, para los individuos puede ser
difı́cil describir con precisión sus procesos mentales (Nisbett y
Wilson, 1977). Por ejemplo, en algunos casos, cuando las lesiones
autoinfligidas cumplen una función concreta (p. ej.: autopuni-
ción), la concienciación sobre esta función podrı́a ser limitada. La
confianza en la validez y en los resultados del presente estudio
puede ser algo mayor, porque se formularon preguntas por
separado a los participantes sobre las consecuencias, estados
afectivos y razones asociadas con la conducta, y las respuestas a
estas diferentes series de preguntas produjeron un patrón
coherente. No obstante, en los estudios futuros deben utilizarse
técnicas de exploración ecológica instantánea que obtengan datos
en tiempo real, al igual que informantes e investigaciones de
laboratorio que proporcionen alternativas a la autoevaluación.
Además, el diseño usado en el presente estudio no permite
extraer conclusiones o explicaciones causales. La investigación
adicional debe esforzarse en establecer una relación causal entre las
lesiones autoinfligidas y los cambios afectivos posteriores, y entre
estos cambios afectivos y la repetición de aquellas en el futuro.
También es de considerable interés el posible mecanismo mediante
el que la conducta mejora el afecto. Las reducciones de la activación
documentadas en el presente estudio podrı́an sugerir un mecanis-
mo fisiológico, mediante el que los efectos fisiológicos de la lesión
fı́sica inhibirı́an la fisiologı́a que es la base de la activación afectiva
negativa. Pueden utilizarse evaluaciones psicofisiológicas y diseños
experimentales para examinar la influencia de las variables
indirectas de la conducta en el afecto y la activación en diversas
situaciones (p. ej.: Haines et al, 1995; Russ et al, 1992). Dichos
estudios podrı́an verificar que las lesiones autoinfligidas reducen el
afecto negativo y podrı́an aclarar posibles mecanismos mediante los
que influyen en el afecto.
Una tercera limitación es la naturaleza de la muestra del estudio.
Puesto que el estudio actual examinó la conducta en adultos
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E.D. Klonsky / Psiq Biol. 2010;17(2):63–70
jóvenes de una muestra universitaria, los hallazgos podrı́an ser
menos generalizables a muestras clı́nicas con una psicopatologı́a
más grave. No obstante, por muchas razones, la muestra del estudio
es útil para examinar la conducta. La investigación sugiere que se da
de manera desproporcionada en poblaciones universitarias (Whit-
lock et al, 2006) y los criterios de inclusión en el estudio
garantizaron que los datos solo se obtuvieron a partir de individuos
que habı́an cometido repetidamente formas de autolisis clı́nica-
mente significativas. Además, muchos individuos que se infligen
daño no reciben tratamiento o todavı́a no lo reciben. Por ejemplo,
más de un tercio de los participantes del presente estudio refirió
que nunca habı́a recibido tratamiento a pesar de los antecedentes
de autolisis repetida. Su comprensión completa requiere el estudio
de la conducta cuando acontece, incluidas muestras tratadas y no
tratadas.
Una cuarta limitación es la muestra relativamente reducida.
Muestras a mayor escala producirı́an hallazgos más precisos y
aumentarı́an la potencia para obtener resultados estadı́sticamente
significativos. Por fortuna, en el presente estudio, los tamaños del
efecto fueron de magnitud considerable, y robustos, y, por lo
tanto, el estudio contó con la potencia suficiente para detectarlos,
a pesar del tamaño modesto de la muestra.
Por último, es lamentable que no se disponga de un
instrumento estandarizado que sea válido empı́ricamente y
exhaustivo en la valoración de las funciones de la autolisis.
Numerosas funciones se han teorizado (Syemoto, 1998), pero los
instrumentos usados para valorarlas en los estudios previos solo
examinan unas pocas funciones potenciales, carecen de propie-
dades psicométricas establecidas o contienen escalas que son
difı́ciles de interpretar (Klonsky, 2007). Un instrumento ideal
determinarı́a una amplia variedad de posibles funciones, incluirı́a
múltiples ı́tems de cada función y tendrı́a propiedades psicomé-
tricas y una estructura de factor examinada en muestras a gran
escala y diversas. El desarrollo de esta escala serı́a de mucha
utilidad para los médicos y para los investigadores, y constituirı́a
un objetivo inestimable de la futura investigación.
Financiación
Esta investigación se financió con la beca MH67299 del
National Institute of Mental Health.
Agradecimientos
Deseo dar las gracias a James A. Coan por avenirse generosa-
mente a la codificación de los estados afectivos en las dimensio-
nes de valencia y activación; a Thomas F. Oltmanns, a Eric
Turkheimer y a Alexis Black por su ayuda con el desarrollo de la
entrevista estructurada utilizada en el presente estudio, y a Greg
Hajcak por codificar los estados afectivos y sus observaciones de
las versiones previas de este artı́culo. Si se solicita al autor, está
disponible una descripción más detallada de la entrevista y los
datos del estudio.
Apéndice A
Ver tabla A1.
Apéndice B. Material suplementario
Los datos supplementarios asociados con este artı́culo pueden ser
encontrados en la version en lı́nea doi:10.1016/j.psiq.2010.04.003.
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Tabla A1

Consecuencias Razones Estados afectivosa

1 Experimento una descarga de adrenalina Para expresar cómo me siento a los demás Enojado (con los demás)
2 Me distrae de mis recuerdos Para adaptarme a mi grupo de amigos Enojado (conmigo mismo)
3 Me deja marcas en la piel Para que los demás sepan por lo que estoy pasando Triste
4 Mi familia se preocupa por mı́ Para afrontar/evitar recuerdos de experiencias negativas de la infancia Asustado
5 Mis amigos ı́ntimos se preocupan por mı́ Para liberar la presión emocional que se acumula en mi interior Excitado
6 La gente me pregunta por las cicatrices de mi Para controlar cómo me siento Contento
cuerpo
7 Siento mis emociones con más intensidad Para sentirme risueño )Culpable*b
8 Siento mis emociones con menos intensidad Para centrarme de nuevo )Solo*
9 Requiero atención médica Para sentirme real Aliviado
10 Recuerdo hechos del pasado Para evitar el impulso de suicidarme )Avergonzado*
11 Mantengo a los demás a distancia Para crear lazos con mis amigos )Vacı́o*
12 Me acerca a los demás Para castigarme )Desesperado*
13 Aumenta mi excitación sexual Para disminuir mi sensación de vacı́o Optimista
14 Se interrumpen mis flashbacks Para demostrar que soy responsable de mi bienestar )Despreciable*
15 Me siento más vivo Para que los demás reaccionen ) Abrumado*
16 Me siento menos vivo Para evitar sentirme aislado ) Ansioso*
17 Experimento dolor fı́sico Para distraerme de los impulsos/fantası́as sexuales incómodos Tranquilo
18 Hace que mi cuerpo sea menos atractivo Para ayudar a controlar cómo me tratan los demás ) Espantado*
19 Siento mayor control sobre mı́ mismo Para cuidar de mı́ mismo Herido desde un punto de vista
emocionalb
20 Disminuye la ansiedad Para inducirme dolor fı́sico que puede ser agradable o reconfortante Repulsión por mi cuerpob
21 Aumenta la ansiedad Para deshacerme de las emociones intolerables Aislado
22 Lloro Para crear una marca o señal fı́sica de lo que siento Estúpido
23 Dejo de llorar Para producirme un dolor que puedo controlar Relajado
24 Me siento más real Para expresar cólera conmigo mismo Inútil
25 Me siento seguro Para que los demás entiendan por lo que estoy pasando Rechazadob
26 Me siento menos seguro Para sentirme yo mismo de nuevo Incómodob
27 Mi nivel de estrés aumenta Para crear recuerdos fı́sicos de acontecimientos importantes Aburrido
28 Mi nivel de estrés disminuye Para obtener una liberación fı́sica que percibo como muy similar a una Indiferentec
liberación sexual
29 Me siento mejor conmigo mismo Para crear vı́nculos simbólicos entre los demás y yo En trancec
30 Me siento menos culpable Para dejar de sentirme fragmentado o no entero Satisfecho
31 Me siento culpable Para confirmar el control sobre mı́ mismo ) Descontrolado*
32 Evito peleas con amigos/familia Para comprobar si puedo tolerar el dolor Irreal
33 Causa peleas con amigos/familia Para expresar repugnancia hacia mi cuerpo/atractivo Excitado sexualmente
34 Induce pensamientos suicidas Para afrontar la soledad Como si estuviera fuera de mi
cuerpoc
35 Detiene los pensamientos suicidas Para afrontar el aburrimiento Fascinadoc
36 Me siento menos enojado Para saber si soy capaz de sentir dolor fı́sico ) Frustrado*
37 Me siento más enojado Por la curiosidad de saber qué sentiré Eufórico
38 Me siento diferente de los demás No soy consciente de mi entornob
39 Me tranquilizo ) Apenado*
40 Me siento independiente/autónomo Nerviosoc
41 Siento como si hubiera perdido el control sobre mı́
mismo
42 La gente me toma más en serio
43 Me distrae de mis recuerdos traumáticos
44 Me siento menos atractivo
45 Mis parejas sentimentales actúan de manera
diferente conmigo
46 Mis amigos se comportan de manera diferente
conmigo
47 Me siento mal
48 Me siento mejor

a
Dos evaluadores codificaron los estados afectivos en las dimensiones de valencia y activación. Las comillas indican valencia negativa; la ausencia de comillas indica
valencia positiva. La cursiva indica mayor activación y la ausencia de cursiva, menor activación.
b
Las valoraciones de la valencia coincidieron en 39/40 y las de la activación en 35/40 estados afectivos. Los participantes no coincidieron en si )no ser consciente del
entorno* tenı́a una valencia neutra o negativa. Las valoraciones de la activación discreparon para )culpable*, )herido desde un punto de vista emocional*, )me repugna mi
cuerpo*, )rechazado* e )incómodo*.
c
Los estados afectivos )indiferente*, )en trance*, )fuera de mi cuerpo*, )fascinado* e )inquieto* se codificaron como valencias neutras.

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