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CUENTOS

CAPERUCITA ROJA

Había una vez una niña llamada Caperucita Roja, ya que su abuelita le regaló
una caperuza roja. Un día, la mamá de Caperucita la mandó a casa de su
abuelita, estaba enferma, para que le llevara en una cesta pan, chocolate, azúcar
y dulces. Su mamá le dijo: "no te apartes del camino de siempre, ya que en el
bosque hay lobos".

Caperucita iba cantando por el camino que su mamá le había dicho y , de


repente, se encontró con el lobo y le dijo: "Caperucita, Caperucita, ¿dónde vas?". "A
casa de mi abuelita a llevarle pan, chocolate, azúcar y dulces". "¡Vamos a hacer
una carrera! Te dejaré a ti el camino más corto y yo el más largo para darte
ventaja." Caperucita aceptó pero ella no sabía que el lobo la había engañado. El
lobo llegó antes y se comió a la abuelita.

Cuando ésta llegó, llamó a la puerta: "¿Quién es?", dijo el lobo vestido de abuelita.
"Soy yo", dijo Caperucita. "Pasa, pasa nietecita". "Abuelita, qué ojos más grandes
tienes", dijo la niña extrañada. "Son para verte mejor". "Abuelita, abuelita, qué
orejas tan grandes tienes". "Son para oírte mejor". "Y qué nariz tan grande
tienes". "Es para olerte mejor". "Y qué boca tan grande tienes". "¡Es para comerte
mejor!".

Caperucita empezó a correr por toda la habitación y el lobo tras ella. Pasaban por
allí unos cazadores y al escuchar los gritos se acercaron con sus escopetas. Al ver
al lobo le dispararon y sacaron a la abuelita de la barriga del lobo. Así que
Caperucita después de este susto no volvió a desobedecer a su mamá. Y colorín
colorado este cuento se ha acabado.
FIN
EL PATITO FEO

En una hermosa mañana primaveral, una hermosa y fuerte pata empollaba sus
huevos y mientras lo hacía, pensaba en los hijitos fuertes y preciosos que pronto
iba a tener. De pronto, empezaron a abrirse los cascarones. A cada cabeza que
asomaba, el corazón le latía con fuerza. Los patitos empezaron a esponjarse
mientras piaban a coro. La madre los miraba eran todos tan hermosos,
únicamente habrá uno, el último, que resultaba algo raro, como más gordo y feo
que los demás. Poco a poco, los patos fueron creciendo y aprendiendo a buscar
entre las hierbas los más gordos gusanos, y a nadar y bucear en el agua. Cada
día se les veía más bonitos. Únicamente aquel que nació el último iba cada día
más largo de cuello y más gordo de cuerpo.... La madre pata estaba preocupada y
triste ya que todo el mundo que pasaba por el lado del pato lo miraba con rareza.
Poco a poco el vecindario lo empezó a llamar el "patito feo" y hasta sus mismos
hermanos lo despreciaban porque lo veían diferente a ellos.

El patito se sentía muy desgraciado y muy sólo y decidió irse de allí. Cuando
todos fueron a dormir, él se escondió entre unos juncos, y así emprendió un largo
camino hasta que, de pronto, vio un molino y una hermosa joven echando trigo a
las gallinas. Él se acercó con recelo y al ver que todos callaban decidió quedarse
allí a vivir. Pero al poco tiempo todos empezaron a llamarle "patito feo", "pato
gordo"..., e incluso el gallo lo maltrataba. Una noche escuchó a los dueños del
molino decir: "Ese pato está demasiado gordo; lo vamos a tener que asar". El pato
enmudeció de miedo y decidió que esa noche huiría de allí. Durante todo el
invierno estuvo deambulando de un sitio para otro sin encontrar donde vivir, ni
con quién. Cuando llegó por fin la primavera, el pato salió de su cobijo para
pasear. De pronto, vio a unos hermosos cisnes blancos, de cuello largo, y el patito
decidió acercarse a ellos. Los cisnes al verlo se alegraron y el pato se quedó un
poco asombrado, ya que nadie nunca se había alegrado de verlo. Todos los cisnes
lo rodearon y lo aceptaron desde un primer momento. Él no sabía que le estaba
pasando: de pronto, miró al agua del lago y fue así como al ver su sombra
descubrió que era un precioso cisne más. Desde entonces vivió feliz y muy
querido con su nueva familia.
FIN
ANSEL Y GRETEL

Allá a lo lejos, en una choza próxima al bosque vivía un leñador con su esposa y
sus dos hijos: Hansel y Gretel. El hombre era muy pobre. Tanto, que aún en las
épocas en que ganaba más dinero apenas si alcanzaba para comer. Pero un buen
día no les quedó ni una moneda para comprar comida ni un poquito de harina
para hacer pan. "Nuestros hijos morirán de hambre", se lamentó el pobre esa
noche. "Solo hay un remedio -dijo la mamá llorando-. Tenemos que dejarlos en el
bosque, cerca del palacio del rey. Alguna persona de la corte los recogerá y
cuidará". Hansel y Gretel, que no se habían podido dormir de hambre, oyeron la
conversación. Gretel se echó a llorar, pero Hansel la consoló así: "No temas. Tengo
un plan para encontrar el camino de regreso. Prefiero pasar hambre aquí a vivir
con lujos entre desconocidos". Al día siguiente la mamá los despertó temprano.
"Tenemos que ir al bosque a buscar frutas y huevos -les dijo-; de lo contrario, no
tendremos que comer". Hansel, que había encontrado un trozo de pan duro en un
rincón, se quedó un poco atrás para ir sembrando trocitos por el camino.
Cuando llegaron a un claro próximo al palacio, la mamá les pidió a los niños que
descansaran mientras ella y su esposo buscaban algo para comer. Los
muchachitos no tardaron en quedarse dormidos, pues habían madrugado y
caminado mucho, y aprovechando eso, sus padres los dejaron. Los pobres niños
estaban tan cansados y débiles que durmieron sin parar hasta el día siguiente,
mientras los ángeles de la guarda velaban su sueño. Al despertar, lo primero que
hizo Hansel fue buscar los trozos de pan para recorrer el camino de regreso; pero
no pudo encontrar ni uno: los pájaros se los habían comido. Tanto buscar y
buscar se fueron alejando del claro, y por fin comprendieron que estaban
perdidos del todo. Anduvieron y anduvieron hasta que llegaron a otro claro. ¿A
que no sabéis que vieron allí? Pues una casita toda hecha de galletitas y
caramelos. Los pobres chicos, que estaban muertos de hambre, corrieron a
arrancar trozos de cerca y de persianas, pero en ese momento apareció una
anciana.
Con una sonrisa muy amable los invitó a pasar y les ofreció una espléndida
comida. Hansel y Gretel comieron hasta hartarse. Luego la viejecita les preparó la
cama y los arropó cariñosamente. Pero esa anciana que parecía tan buena era
una bruja que quería hacerlos trabajar. Gretel tenía que cocinar y hacer toda la
limpieza. Para Hansel la bruja tenía otros planes: ¡quería que tirara de su carro!
Pero el niño estaba demasiado flaco y debilucho para semejante tarea, así que
decidió encerrarlo en una jaula hasta que engordara. ¡Gretel no podía escapar y
dejar a su hermanito encerrado!
Entretanto, el niño recibía tanta comida que, aunque había pasado siempre
mucha hambre, no podía terminar todo lo que le llevaba. Como la bruja no veía
más allá de su nariz, cuando se acercaba a la jaula de Hansel le pedía que
sacara un dedo para saber si estaba engordando. Hansel ya se había dado cuenta
de que la mujer estaba casi ciega, así que todos los días le extendía un huesito de
pollo. "Todavía estás muy flaco -decía entonces la vieja-. ¡Esperaré unos días
más!". Por fin, cansada de aguardar a que Hansel engordara, decidió atarlo al
carro de cualquier manera. Los niños comprendieron que había llegado el
momento de escapar. Como era día de amasar pan, la bruja había ordenado a
Gretel que calentara bien el horno. Pero la niña había oído en su casa que las
brujas se convierten en polvo cuando aspiran humo de tilo, de modo que preparó
un gran fuego con esa madera. "Yo nunca he calentado un horno -dijo entonces
a la bruja-. ¿Por que no miras el fuego y me dices si está bien?". "¡Sal de ahí,
pedazo de tonta! -chilló la mujer-. ¡Yo misma lo vigilaré!". Y abrió la puerta de
hierro para mirar. En ese instante salió una bocanada de humo y la bruja se
deshizo. Solo quedaron un puñado de polvo y un manojo de llaves. Gretel recogió
las llaves y corrió a liberar a su hermanito. Antes de huir de la casa, los dos
niños buscaron comida para el viaje. Pero, cual sería su sorpresa cuando
encontraron montones de cofres con oro y piedras preciosas! Recogieron todo lo
que pudieron y huyeron rápidamente.
Tras mucho andar llegaron a un enorme lago y se sentaron tristes junto al
agua, mirando la otra orilla. ¡Estaba tan lejos! “¿Queréis que os cruce?”, preguntó
de pronto una voz entre los juncos. Era un enorme cisne blanco, que en un
santiamén los dejó en la otra orilla. ¿Y adivinen quien estaba cortando leña
justamente en ese lugar? ¡El papá de los chicos! Sí, el papá que lloró de alegría al
verlos sanos y salvos. Después de los abrazos y los besos, Hansel y Gretel le
mostraron las riquezas que traían, y tras agradecer al cisne su oportuna ayuda,
corrieron todos a reunirse con la mamá.

FIN
BAMBI

Érase una vez un bosque donde vivían muchos animales y donde todos eran
muy amiguitos. Una mañana un pequeño conejo llamado Tambor fue a
despertar al búho para ir a ver un pequeño cervatillo que acababa de nacer. Se
reunieron todos los animalitos del bosque y fueron a conocer a Bambi, que así se
llamaba el nuevo cervatillo. Todos se hicieron muy amigos de él y le fueron
enseñando todo lo que había en el bosque: las flores, los ríos y los nombres de los
distintos animales, pues para Bambi todo era desconocido.
Todos los días se juntaban en un claro del bosque para jugar. Una mañana, la
mamá de Bambi lo llevó a ver a su padre que era el jefe de la manada de todos los
ciervos y el encargado de vigilar y de cuidar de ellos. Cuando estaban los dos
dando un paseo, oyeron ladridos de un perro. "¡Corre, corre Bambi! -dijo el padre-
ponte a salvo". "¿Por qué, papi?", preguntó Bambi. Son los hombres y cada vez
que vienen al bosque intentan cazarnos, cortan árboles, por eso cuando los oigas
debes de huir y buscar refugio.
Pasaron los días y su padre le fue enseñando todo lo que debía de saber pues el
día que él fuera muy mayor, Bambi sería el encargado de cuidar a la manada.
Más tarde, Bambi conoció a una pequeña cervatilla que era muy muy guapa
llamada Farina y de la que se enamoró enseguida. Un día que estaban jugando
las dos oyeron los ladridos de un perro y Bambi pensó: "¡Son los hombres!", e
intentó huir, pero cuando se dio cuenta el perro estaba tan cerca que no le quedó
más remedio que enfrentarse a él para defender a Farina. Cuando ésta estuvo a
salvo, trató de correr pero se encontró con un precipicio que tuvo que saltar, y al
saltar, los cazadores le dispararon y Bambi quedó herido.
Pronto acudió su papá y todos sus amigos y le ayudaron a pasar el río, pues sólo
una vez que lo cruzaran estarían a salvo de los hombres, cuando lo lograron le
curaron las heridas y se puso bien muy pronto.
Pasado el tiempo, nuestro protagonista había crecido mucho. Ya era un adulto.
Fue a ver a sus amigos y les costó trabajo reconocerlo pues había cambiado
bastante y tenía unos cuernos preciosos. El búho ya estaba viejecito y Tambor se
había casado con una conejita y tenían tres conejitos. Bambi se casó con Farina
y tuvieron un pequeño cervatillo al que fueron a conocer todos los animalitos del
bosque, igual que pasó cuando él nació. Vivieron todos muy felices y Bambi era
ahora el encargado de cuidar de todos ellos, igual que antes lo hizo su papá, que
ya era muy mayor para hacerlo.
FIN
LA HILANDERA

Érase una vez un molinero muy pobre que no tenía en el mundo más que a su
hija. Ella era una muchacha muy hermosa.
Cierto día, el rey mandó llamar al molinero, pues hacía mucho tiempo no le
pagaba impuestos. El pobre hombre no tenía dinero, así es que se le ocurrió decirle
al rey:

-Tengo una hija que puede hacer hilos de oro con la paja.

-¡Tráela! -ordenó el rey.

Esa noche, el rey llevó a la hija del molinero a una habitación llena de paja y le
dijo:

-Cuando amanezca, debes haber terminado de fabricar hilos de oro con toda esta
paja. De lo contrario, castigaré a tu padre y también a tí. La pobre muchacha ni
sabía hilar, ni tenía la menor idea de cómo hacer hilos de oro con la paja. Sin
embargo, se sentó frente a la rueca a intentarlo. Como su esfuerzo fue en vano,
desconsolada, se echó a llorar.

De repente, la puerta se abrió y entró un hombrecillo extraño.

-Buenas noches, dulce niña. ¿Por qué lloras?

-Tengo que fabricar hilos de oro con esta paja -dijo sollozando-, y no sé cómo
hacerlo.

-¿Qué me das a cambio si la hilo yo? -preguntó el hombrecillo.

-Podría darte mi collar -dijo la muchacha.


-Bueno, creo que eso bastará -dijo el hombrecillo, y se sentó frente a la rueca.

Al otro día, toda la paja se había transformado en hilos de oro. Cuando el rey vio
la habitación llena de oro, se dejó llevar por la codicia y quiso tener todavía más.
Entonces condujo a la muchacha a una habitación aún más grande, llena de
paja, y le ordenó convertirla en hilos de oro. La muchacha estaba desconsolada.
"¿Qué voy a hacer ahora?" se dijo.

Esa noche, el hombrecillo volvió a encontrar a la joven hecha un mar de lágrimas.


Esta vez, aceptó su anillo de oro a cambio de hilar toda la paja.Al ver tal
cantidad de oro, la avaricia del rey se desbordó. Encerró a la muchacha en una
torre llena de paja.

-Si mañana por la mañana ya has convertido toda esta paja en hilos de oro, me
casaré contigo y serás la reina.

El hombrecillo regresó por la noche, pero la pobre muchacha ya no tenía nada


más para darle.

-Cuando te cases -propuso el hombrecillo- tendrás que darme tu primer hijo.

Como la muchacha no encontró una solución mejor, tuvo que aceptar el trato.

Al día siguiente, el rey vio con gran satisfacción que la torre estaba llena de
hilos de oro. Tal como lo había prometido, se casó con la hija del molinero.

Un año después de la boda, la nueva reina tuvo una hija.

La reina había olvidado por completo el trato que había hecho con el hombrecillo,
hasta que un día apareció.

-Debes darme lo que me prometiste -dijo el hombrecillo.

La reina le ofreció toda clase de tesoros para poder quedarse con su hija, pero el
hombrecillo no los aceptó.

-Un ser vivo es más precioso que todas las riquezas del mundo -dijo.

Desesperada al escuchar estas palabras, la reina rompió a llorar. Entonces el


hombrecillo dijo:

-Te doy tres días para adivinar mi nombre. Si no lo logras, me quedo con la
niña.

La reina pasó la noche en vela haciendo una lista de todos los nombres que había
escuchado en su vida. Al día siguiente, la reina le leyó la lista al hombrecillo,
pero la respuesta de éste a cada uno de ellos fue siempre igual:

-No, así no me llamo yo.

La reina resolvió entonces mandar a sus emisarios por toda la ciudad a buscar
todo tipo de nombres.

Los emisarios regresaron con unos nombres muy extraños como Piedrablanda y
Aguadura, pero ninguno sirvió. El hombrecillo repetía siempre:

-No, así no me llamo yo.

Al tercer día, la desesperada reina envió a sus emisarios a los rincones más
alejados del reino.
Ya entrada la noche, el último emisario en llegar relató una historia muy
particular.

-Iba caminando por el bosque cuando de repente vi a un hombrecillo extraño


bailando en torno a una hoguera. Al tiempo que bailaba iba cantando: "¡La reina
perderá, pues mi nombre nunca sabrá. Soy el gran Rumpelstiltskin!"

Esa misma noche, la reina le preguntó al hombrecillo:

-¿Te llamas Alfalfa?

-No, así no me llamo yo.

-¿Te llamas Zebulón?

-No, así no me llamo yo.

-¿Será posible, entonces, que te llames Rumpelstilstkin? -preguntó por fin la


reina.
Al escuchar esto, el hombrecillo sintió tanta rabia que la cara se le puso azul y
después marrón. Luego pateó tan fuerte el suelo que le abrió un gran hueco.

Rumpelstiltskin desapareció por el hueco que abrió en el suelo y nadie lo volvió a


ver jamás. La reina, por su parte, vivió feliz para siempre con el rey y su preciosa
hijita.
FIN
ADIVINANZAS

Una dama muy delgada


y de palidez mortal,
que se alegra y se reanima
cuando la van a quemar.
R.: La vela.
Salta y Salta
y la colita le falta.
R.: El sapo.
Salgo de la sala,
voy a la cocina,
meneando la cola,
como una gallina.
R.: La escoba.
Unas regaderas
más grandes que el sol
con que riega el campo
Dios nuestro Señor.
R: Las nubes.
Tengo cabeza redonda
sin nariz, ojos, ni frente,
y mí cuerpo se compone
tan solo de blancos dientes.
R.: El ajo.
CANCIONES DE CUNA

NANA DE LA LUNA
Clara va la luna entre las ramas.
Deja su luz por donde quiera que pasa.
Ilumina pastos y lombrices enanas
para que no se pierdan camino a casa.

-¿Dónde van los bichitos, mamita mía,


cuando la noche llega sin luna blanca?
- Se quedan en casa, querida hija,
mientras mamita les canta nanas.

-¿Qué hacen los árboles, mamita mía,


cuando el viento aúlla entre las ramas?
- Juegan a las palmas, querida hija,
con desnudas y secas manos flacas.

-¿Qué dice la lluvia, mamita mía,


cuando tabletea fuerte sobre las lajas?
- Dice que baila y canta, querida hija,
y es hora de arroparse en la cama blanda.
ESTE NIÑO LINDO

ESTE NIÑO LINDO

SE QUIERE DORMIR,

TIÉNDANLE SU CAMA

EN EL TORONJIL.

TORONJIL DE PLATA,
TORRE DE MARFIL,
ESTE NIÑO LINDO
YA SE VA A DORMIR.

DUÉRMETE, NIÑITO,
QUE VOY A LAVAR
PAÑALES DE LINO
CON AGUA DE AZAHAR.
DUÉRMETE NIÑO

Duérmete niño, estaré a tu lado


cantando esta canción

haré un esfuerzo para no dormirme


antes que vos.

Yo sé que para vos este momento


es perfecto, es perfecto.

Duérmete niño...
duérmete niño...
duérmete niño...
ARESTÍN DE PLATA

Arestín de plata,
cuna de marfil,
arrullen al niño
que se va a dormir.
Este niño lindo
que nació de noche,
quiere que lo lleven
a pasear en coche.
Este niño lindo
que nació de día,
quiere que lo lleven
a la nevería.
Este niño lindo
que nació de día,
quiere que lo lleven
a comer sandía.
CAMPANITA DE ORO

Campanita de oro,
si yo te comprara,
se la daría al niño
para que jugara.

Campanitas de oro,
torres de marfil,
canten a este niño
que se va adormir.

Campanas de plata,
torres de cristal,
canten a este niño
que ha de descansar.
TRABALENGUAS

IMAGINANDO LO INMAGINABLE
GEMA IMAGINABA
UNA IMAGEN DE SU IMAGINACION
( Colaboración de Geyser B. Gonzalez )
SORULLO QUIERE LO SUYO
LO TUYO ES TUYO
DICE SORULLO
SUELTA LO QUE NO ES TUYO
SORULLO QUIERE LO SUYO
( Colaboración de Geyser B. Gonzalez )
SORULLO QUIERE LO SUYO
LO TUYO ES TUYO
DICE SORULLO
SUELTA LO QUE NO ES TUYO
SORULLO QUIERE LO SUYO
( Colaboración de Geyser B. Gonzalez )
NIÑA ÑOÑA AÑOÑADA
AÑOÑADO NIÑO ÑOÑO
( Colaboración de Geyser B. Gonzalez )
CONFUSO CONFABULABA UNA CONFUSA
CONFABULACION,
CONFUNDIDO NO CONFIABA EN LA CONFUNDIDA CONFABULACION,
QUE ACABABA DE CONFABULAR.
( Colaboración de Geyser B. Gonzalez )
POEMAS
En el paraíso de tus ojos,
me pierdo porque estoy perdido,
en la paz de tus labios,
me encuentro porque estoy contigo,
en el universo de tu alma,
vivo con mil sentidos,
en ti, vivo amándote.
Sabes a silencio y a sueños,
con melodías de ternura
y tacto de deseo,
sabes a mi mundo,
a todo lo que anhelo,
sabes a amor, a mi amor .
Mi objetivo son tus sentimientos,
uno a uno, de mi a ti,
riendo tristezas,
llorando sonrisas,
mi objetivo eres tú,
y sólo tú, para amarte.
Ahora puedo oírte,
puedo sentir tu silencio,
puedo recorrer tus besos
y soñar tus labios,
puedo hasta escuchar tu melodía,
aún cuando estés lejos
y seas todo nostalgia.
Cuando tu beso es una caricia
cuando es un despertar contigo,
si una sonrisa es un motivo
y un silencio tu añoranza,
cuando tú amor me manda
y yo obedezco con pasión,
entonces sigo amándote.
CHISTES
Era un hombre tan tonto pero tan tonto que se cortó una oreja porque decía que la
tenía repetida
José!!, grita el jefe de sección; acaso no sabe que está prohibido beber durante el
trabajo.
- José: No se preocupe jefe, no estoy trabajando.
Un ciego le pregunta a un cojo: ¿Qué tal andas?
Y el cojo le contesta: Pues ya ves.
GORDA

Era una gorda tan gorda tan gorda, que cuando se casó no se casó de largo sino
de ancho.
LLAMADA

El señor de la casa llama por teléfono y lo coge la asistenta:


- ¿Ha llamado algún imbécil, Maruja?
- No, es usted el primero.

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