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La integración sensorial es el proceso neurológico que integra y organiza todas las

sensaciones que experimentamos de nuestro propio cuerpo y del exterior y nos


permite generar una respuesta adaptada a las demandas del entorno

Por Diana Moya Rosendo


Terapeuta ocupacional infantil responsable de la sala de integración sensorial
Unidad de Rehabilitación Infantil del Hospital Beata María Ana (Madrid)
dmoya.hbma@hospitalarias.es

En el desarrollo un niño pueden existir problemas no tan evidentes como la fractura de


un hueso o la presencia de un tono postural alterado pero sí igual de discapacitantes.
Uno de ellos es la disfunción del procesamiento sensorial, un problema relacionado
con una inadecuada integración de las sensaciones internas y externas en el cerebro
que puede provocar que niños brillantes cognitivamente no sean capaces de aprender a
montar en bicicleta, y que niños que viven en un entorno rico en estímulos y con unos
padres ejemplares tengan problemas importantes de comportamiento. En otras
palabras, los problemas de integración sensorial no son siempre evidentes pero sí muy
graves debido a las importantes repercusiones que estos tendrán en la participación del
niño en las diferentes actividades de su vida diaria.

El proceso de la integración sensorial, como los latidos del corazón, o la respiración,


sucede de manera automática en la mayor parte de las personas, razón por la cual
nadie suele pensar en dicho proceso de modo consciente, del mismo modo es difícil que
alguien pueda plantearse que un déficit en este proceso pueda ser la causa de que un
niño se niegue a probar diferentes tipos de alimentos o a vestirse con ciertos tejidos. De
esta forma, o el problema es realmente importante, o las disfunciones en la integración
sensorial tienden a pasar inadvertidas para aquellas personas no entrenadas en su
detección. En la mayor parte de los casos, son los propios padres los que, sin saber
nada del sistema nervioso y sin comprender concretamente qué es lo que pasa, son
capaces de describir de manera detallada el problema de sus hijos para procesar la
información sensorial de forma correcta.

La disfunción del procesamiento sensorial está reconocida hoy como entidad


diagnóstica en el sistema de clasificación diagnóstica Zero to Three (2005) y en el
Interdisciplinary council on developmental and early disorders (2005). Su inclusión en
el sistema de clasificación diagnóstica DSM-V se encuentra actualmente en proceso de
revisión.

La teoría de la integración sensorial

La teoría de la integración sensorial (IS) fue desarrollada, a partir de la década de los 60,
en Estados Unidos por la terapeuta ocupacional Jean Ayres.

Durante las dos décadas sucesivas Ayres trabajó con niños que presentaban problemas
en su desarrollo, en el aprendizaje y en el área emocional. Como resultado de sus
experiencias escribió numerosos artículos en los que interrelacionaba las habilidades
perceptivas y motoras del niño con su comportamiento. Su teoría se elabora alrededor
del siguiente pensamiento: cuantas más experiencias sensoriales de calidad tengo o
recibo de mi entorno y de mi cuerpo, más aprendo de estos y por tanto mejor me
relaciono con ambos; cuantas menos experiencias o más negativas tengo o recibo,
menos conozco de mi cuerpo y entorno, y por tanto más dificultades tengo para
interrelacionarme con estos.

La teoría describe la integración sensorial como un proceso neurológico que integra y


organiza todas las sensaciones que experimentamos de nuestro propio cuerpo así
como del exterior (gusto, vista, oído, tacto, olfato, movimiento, gravedad y posición en
el espacio) y que recibimos de forma continuada. A su vez, relaciona este proceso con la
capacidad del ser humano para llevar a cabo acciones motoras de manera eficaz en
diferentes entornos. El buen funcionamiento de nuestro cerebro, al procesar esta gran
cantidad de información, nos permite producir continuamente respuestas adaptadas a
nuestro entorno y a las cosas que en él tienen lugar, lo que constituye la base del
aprendizaje académico y del comportamiento social.

Fruto del trabajo desarrollado por Ayres y sus discípulos, la IS se puede considerar en
la actualidad un marco teórico para el entendimiento de la conducta humana,
relacionando dicha conducta (concretamente en los niños) con la capacidad de su
SNC (sistema nervioso central) para procesar e integrar la información sensorial que
recibe. Así mismo, la IS puede considerarse también como un marco clínico para la
intervención en terapia ocupacional permitiéndonos utilizar esta perspectiva teórica para
la evaluación y el tratamiento de la población infantil con alteraciones en el
procesamiento sensorial.

¿A quién va dirigida la intervención?


No todos los niños con problemas de aprendizaje, desarrollo o de comportamiento
tienen una disfunción de integración sensorial subyacente. Hay, sin embargo, ciertos
indicadores, que pueden señalar a los padres si está presente dicha disfunción. A
continuación, indico algunos signos:

- Hipersensibilidad al tacto, movimiento, luces o sonidos. Esta hipersensibilidad


puede ser manifestada en comportamientos tales como irritabilidad o retirada cuando se
le toca, evitar ciertas texturas de ropas o de comidas, distracción o reacciones de miedo
al movimiento en actividades ordinarias, como las actividades típicas de los juegos de
recreo.

- Hipo reactividad a la estimulación sensorial. En contraste con los niños


hipersensibles, un niño hipo reactivo puede buscar experiencias sensoriales intensas, por
ejemplo dar vueltas sobre sí mismo o chocar adrede con los objetos. Algunos niños
fluctúan entre los dos extremos hiper o hipo reactivos.

- Nivel de actividad inusualmente alto o bajo. El niño pude estar en movimiento


constantemente o, puede ser lento en activarse y fatigarse fácilmente. De nuevo, algunos
niños pueden fluctuar de un extremo a otro.

- Problemas de coordinación. Los problemas de coordinación se pueden ver en


actividades motoras gruesas o finas. Algunos niños pueden tener un equilibrio pobre,
mientras que otros tienen gran dificultad en aprender a realizar nuevas tareas que
requieren coordinación motora.

- Retraso en el habla, lenguaje, habilidades motoras o rendimientos académicos.


Estos signos pueden ser evidentes, ya en preescolar como signos de una integración
sensorial deficitaria. En la edad escolar, puede haber problemas en algunas áreas
académicas a pesar de una inteligencia dentro de la normalidad.

- Pobre organización del comportamiento. Los niños pueden ser impulsivos o de fácil
distracción y mostrar falta de planeamiento al abordar las tareas. Algunos niños tienen
dificultad al ajustarse a una nueva situación. Otros pueden reaccionar con frustración,
agresividad, huída o rechazo cuando son conscientes del fracaso.

- Pobre autoestima. A veces, un niño que experimenta los problemas que acabamos de
mencionar no se siente bastante bien. Un niño listo con estos problemas puede saber que
algunas tareas con más difíciles para él que para otros niños, pero puede no saber por
qué esto es así. Este niño puede parecer perezoso, aburrido o desmotivado. Algunos
niños pronto encuentran maneras de evitar esas tareas que son duras y embarazosas.
Cuando esto ocurre se suele considerar al niño como problemático o testarudo. Cuando
un problema es difícil o incomprensible, padres e hijos pueden sentirse, ambos,
culpables. La tensión familiar, el pobre concepto de sí mismo y, en general, el
sentimiento de desesperanza prevalecen.

Normalmente, un niño con desorden del procesamiento sensorial presentará más


de uno de estos signos.
¿En qué consiste el tratamiento?

En primer lugar, como he comentado anteriormente, el tratamiento debe llevarlo a cabo


un terapeuta ocupacional con formación en la teoría y tratamiento en integración
sensorial.

En la terapia, el niño será guiado a través de actividades que cambian sus


habilidades para responder apropiadamente a la entrada sensorial y llevar a cabo
una respuesta organizada y exitosa.

La terapia incluirá actividades que proporcionan estimulación vestibular (del


equilibrio y los movimientos corporales), propioceptiva (de los receptores que perciben
la posición de los músculos, la presión , la temperatura…) y táctil y son diseñadas para
las necesidades de desarrollo específicas de cada niño. Las actividades también serán
diseñadas incrementando gradualmente las demandas al niño para conseguir unas
respuestas cada vez más maduras y organizadas. El énfasis está en los procesos
sensoriales automáticos que se dan en el transcurso de actividades dirigidas hacia una
meta, más que en las instrucciones o en hacer ejercicios con el niño sobre cómo
responder.

Un aspecto importante de la terapia que usa el enfoque de la integración sensorial es la


motivación de los niños que juega un papel crucial en la selección de las actividades.
La mayoría de los niños, en cada momento de su desarrollo, tienden a buscar
actividades que les proporcionen experiencias sensoriales beneficiosas. Esta es una
importante pista para que nosotros, los terapeutas, conozcamos los intereses y
motivaciones de los niños que nos sirvan para guiar la selección de las actividades. A
algunos niños se les permite realizar una gran cantidad de elecciones en las actividades
mientras que a otros, que tienen dificultad en elegir las actividades apropiadas, se les
proporciona un grado alto de estructuración. Incluso cuando los terapeutas dirigimos
actividades muy estructuradas, animamos al niño a participar de forma activa en las
actividades. Rara vez, el niño simplemente recibe la estimulación de forma pasiva, esto
es porque la exploración y el hecho de involucrarse activamente, capacitan al niño para
ser más maduro y organizar eficientemente la información sensorial.

Qué esperar de la terapia

Cuando la terapia de integración sensorial es exitosa, el niño es capaz de procesar


información sensorial compleja de una manera más eficiente que antes. Esto puede
tener importantes beneficios. Por ejemplo, una mejora en la coordinación motora puede
ser documentada por la habilidad del niño para realizar con más destreza las tareas
motoras gruesas y finas en un nivel de complejidad que no sería esperado alcanzar sin la
intervención.

Para el niño que originalmente presentaba problemas de hipo o hiper respuesta a la


estimulación sensorial (búsqueda continua de movimiento, tropiezos constantes,
agresividad ante el contacto físico…), tener respuestas más normales puede dirigirle a
tener un mejor ajuste emocional, mejora de destrezas de interacción social, o mayor
autoestima. Algunos niños demostrarán adelantos en el desarrollo del lenguaje, mientras
otros mejorarán significativamente en las tareas escolares, ya que su sistema nervioso
comienza a funcionar de forma más eficiente. De forma muy frecuente, los padres
comentan que sus hijos parecen estar mejor preparados, más seguros de sí mismos,
mejor organizador y es más fácil convivir con ellos.





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