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Monumento a la batalla do
En portada:
Sariliiano Diocosano del
Dulco Noiribre de Josús
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La batalla
de GIgedo
Julieta Pérez Arreóla
Alvaro Canales Santos
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ISO6'2006
® Gobierao del Estado de Coahuila
© Consejo Editorial de! Estado
® Colegio Coahuilense de Investigaciones Históricas
La batalla de Gigedo
Julieta Pérez Arreóla
Alvaro Canales Santos
Producción
Abril de 2006
11
Juárez, asediado por el ejército conservador, abando-
na Guadalajara en marzo 19 y se encamina a Colima y
de ahí a Manzanillo. En este puerto nombra a Santos
Degollado general en jefe de las fuerzas de occidente
y norte con facultades omnímodas. El 11 de abril,
Juárez se embarca en Manzanillo con varios de sus
ministros, de aquí salió rumbo a Panamá, La Habana
y Nueva Orleans, donde se exilió.
12
figuraba el coahuilense Juan Antonio de la Fuente
como ministro de Justicia e Instrucción Pública.'
13
sión de suspender el pago de la deuda pública, incluso
a las naciones acreedoras, lo cual provocó la protesta
de los tres países más afectados: Inglaterra, España y
Francia. Éstos rompieron relaciones diplomáticas con
México y se aliaron firmando un acuerdo en la Con-
vención de Londres, en donde resolvieron enviar fuer-
zas por mar y tierra suficientes para tomar las posicio-
nes militares del litoral mexicano, con el objeto de in-
tervenir las aduanas y cobrar los ingresos como forma
de pago.
14
las fuerzas de Francia, apoyadas por los monarquistas
y conservadores mexicanos, se aprestaron a entrar en
acción. El general Lorencez, a quien Napoleón III ha-
bía otorgado la dirección militar de la expedición, se
dispuso a avanzar desde Veracruz hasta el altiplano
con su numeroso y disciplinado ejército.
15
de 1863 caía la ciudad. Ante el inminente peligro que
corría la capital del país, fue decretado el traslado de
los Poderes de la Federación a San Luis Potosí y el
Congreso, en su última sesión, determinó que mien-
tras durase la ocupación francesa serían concedidas
facultades extraordinarias al presidente Juárez. Con la
salida del Presidente de la capital, se iniciaba la difícil
etapa de la República trashumante. A finales de 1863
el Mandatario liberal había salido de San Luis Potosí
perseguido por propios y extraños, se acompañaba de
sus ministros y se dirigía a Saltillo, a donde llegó el 9
de enero de 1864.^
Ibid.
16
reste de México, se posesionaron de Monterrey, Ma-
tamoros y Tula, en agosto de aquel 1864. Ante aque-
llo Juárez y su menguado gabinete tomaban el rumbo
de Chihuahua.
17
dante militar de la entidad a manos de los imperialistas,
Saltillo, la capital, fue ocupada por las fuerzas invaso-
ras francesas. También se tomaba por parte de las fuer-
zas galas todo el noreste de México. El estado de
Coahuila estaba en manos del imperio de Maximiliano,
según se informaba a éste, pero en el norte de la enti-
dad el liberalismo estaba vivo.^
18
General Mariano Escobedo
19
guió y dejándose arrastrar por una impaciencia rara en
él, asaltó el puerto fronterizo con sus escasos medios
y fue rechazado fácilmente. Ante aquello, Escobedo
decidió dividir sus exiguas fuerzas y dejaba en la re-
gión a Naranjo con una pequeña fuerza y él se trasla-
daba a Cuatro Ciénegas, donde don Jesús Carranza y
las autoridades del lugar le incorporaron 20 hombres,
algún armamento, vestuario y bastimentos,*
Losjuaristas
En el norte de Coahuila, el presidente Juárez y su cau-
sa tuvieron un decidido apoyo, cuando el Mandatario
errante estaba en el estado de Chihuahua, los liberales
de Allende, Zaragoza, Morelos, Nava, Gigedo y Ro-
sales, se reunieron el 26 de marzo de 1865 en la villa
de Morelos y no reconocieron otra autoridad que la
del presidente Juárez. Destituyeron al comandante
militar, Vicente Garza, detuvieron a sus afínes, entre
ellos Luciano de la Garza, pusieron la autoridad en
manos del alcalde suplente. Sostenes de Hoyos y se
organizó una pequeña fuerza republicana. Por Allen-
de estuvieron Nicanor Valdés y el alférez Vicente
Muñoz; de Nava, Encarnación Martínez y J. J.
Lafayette, el cual estaba ocasionalmente en este lugar.
20
Camilo Larrañaga y Pedro Paredes; de Allende un poco
después se integraron Espiridión Peña y Tirso
Castillón. Después del ataque a Piedras Negras, en
marzo de 1865 y sabiendo que en Gigedo se ocultaba
con una reducida escolta, el teniente coronel Francis-
co Naranjo, se pusieron a sus órdenes, ya que se ha-
bían enterado que era buscado por el coronel José María
Tabachinski, el cual se había desprendido de Piedras
Negras, con órdenes de combatir a Naranjo, cuando se
enteraron de su precaria posición. El coronel imperia-
lista estaba al mando de 300 hombres en la población
de Nava.^
21
grado de capitán, en esta acción fue el segundo del ge-
neral Antonio Alvarez. Ascendido a mayor o coman-
dante fue jefe de la Primera Brigada de Caballería. En
1864 el general José López Uraga lo ascendió a tenien-
te coronel y lo comisionaba como comandante del Re-
gimiento de Caballería de Puebla, que estaba hasta en-
tonces al mando de los generales Antonio Álvarez e
Ignacio Peña, de esto daba cuenta el general Felipe
Berriozábal mediante un comunicado el 18 de mayo de
ese año. Diferencias que tuvo con el mando superior lo
obligaban a dejar el Ejército Republicano, defeccionando
de ése y uniéndose a los imperialistas y a la Legión
Extranjera en el estado de Veracruz, dándosele el man-
do de un regimiento de mexicanos y franceses, con el
cual se puso a las órdenes del general Florentino López
en Saltillo, de aquí pasaron a Piedras Negras. López lo
enviaba a Nava en busca de Naranjo con 300 elementos
para tratar de apresar al jefe republicano, del cual sa-
bían se encontraba con muy pocos elementos. Por el
color de su piel y pelo y por su larga barba, tenía un
enorme parecido con el emperador Maximiliano.^
La Legión Extranjera
Parte de la fuerza de Tabachinski estaba integrada por
legionarios franceses y belgas, éstos pertenecientes a
la famosa y acreditada Legión Extranjera, que fue crea-
da en Francia en 1831 para proteger a los colonos y
» ¡bid.
22
ciudadanos franceses en el norte de África. Su nombre
oficial le venia porque se aceptaban voluntarios aje-
nos a la nacionalidad gala, aunque la mayoría sí eran
de esta nacionalidad.^
23
La víspera
Existen algunas versiones de aquellos días de marzo y
abril de 1865, éstas han corrido de boca en boca a tra-
vés de los descendientes de aguerridos combatientes
de la región, ahora llamada de los Cinco Manantiales.
Estos combatientes le daban al juarismo un gran triun-
fo en los aciagos días en que prácticamente todo el
territorio nacional estaba cubierto por las tropas y los
traidores mexicanos imperialistas, entre ellos José
María Tabachinski.
24
me dijo: Nací el 21 de marzo de 1883, mi padre Benito
Flores, que muy joven tomó parte en la acción de Gigedo
haciendo polvareda con unas rastras para despistar a los
franceses, pues su padre -abuelo de Leopoldo Benito-
fue quien dirigió e! ataque (seguramente se refería a Per-
fecto Flores). Que Naranjo sólo había venido de visita a
Gigedo -ya hemos visto que venía huyendo- desde
Lampazos, Nuevo León.
25
Plácido Ramón, originarios y vecinos de Nava en aque-
llos años, que aquella derrota del legionario francés se
debió a un milagro del Santo Niño por las amenazas
que en su contra había proferido Tabachinski.'^
El combate
Ameritado y primer historiador de Coahuila lo fue
Esteban L. Portillo que en 1897 nos entrega una ver-
sión de esta acción de Gigedo:
26
Don Perfecto Flores, segundo en jefe de las fuerzas de Naran-
jo, acompañado de un valiente puñado de hombres, se resolvió
a atacar al enemigo, emprendió la marcha y pernoctó en Piedra
Pinta. El día 3 llegó al paraje de La Leona destacando a su
fuerza en el lugar con elfinde dar un asalto y en la madrugada
se situó en las goteras de la población mandando los respecti-
vos exploradores, quienes por una imprevisión dispararon sus
armas, lo que hizo poner en movimiento al enemigo.
27
Encontramos otra referencia que de esta acción hace
don Manuel Neira Barragán, eminente historiador ori-
ginario de Sanbuenaventura. En la juventud de don
Manuel, su padre se traslada a laborar y morar en
Agujita, Coahuila, hacia 1905. En una de sus obras
relata Neira que en ese lugar conoció al famoso
Chinaco de Allende, don Espiridión Peña, que para
entonces era un anciano y por medio de su hijo, del
mismo nombre, lo entrevistó con respecto a su me-
morable hazaña en el arroyo de Gigedo. Cuenta don
Espiridión:
28
A los primeros disparos vi a un hombre grandote en un
caballo tordío, chulísimo que iba a galope dando órdenes
y gritando enfurecido. Nomás lo vide bien y dije; ¡éste es
Tabachis!, le aventé un pajuelazo con la pistola y lo vi
cómo se tambaleó, !e hizo piernas al caballo y trató de
correr, pero ya tenía la reata preparada hice el lazo y con
dos rancheros de Nava me le fui encima. Lo lacé en la
carrera, eché cabeza de silla y cayó el hombrote bien des-
mayado, o muerto, sabe Dios, casi debajo de mi caballo.
Desmonté, saqué el machete, le corté la cabeza y la eché
al morra!. La demás gente nuestra siguió echando bala a
los franceses y a los traidores que andaban con ellos y
momentos después la batalla se había ganado. Me acer-
qué a V^incar y le dije: ¡suelte la talega de pesos. Wincar,
mire aquí está esta prenda y sacando la cabeza del morral
la alcé, mostrándosela!
30
los Enríquez, Pedro Garza Longoria y otro teniente de
apellido Cavazos, más otro cuyo noríibre no recoge la his-
toria y el héroe final de la jornada Espiridión Peña, ha-
blándose de una mujer llamada Paulina que ayudó a los
republicanos.''
31
magnitud de la empresa efectuada por Winkar y su gente,
pues era él al que buscaba Tabachinski y se preparaba
para lo peor, cuando éste y su gente llegaron a Gigedo."
32
Habiendo a los primeros disparos herido a Tabachinski mor-
talmente, atravesándolo de lado a lado y perforándole las pier-
nas y sintiéndose herido dio media vuelta y para mayor des-
gracia de él, su mismo clarín, a quien momentos antes había
cintarcado, por la espalda le pegó un tiro con su pistola y como
el herido se desvió del núcleo de sus soldados el señor
Espiridión Peña, de Allende, a toda carrera fue y lo lazó, qui-
tándose el herido por primera vez el lazo con su espada, pues
por segunda vez ya no pudo y en consecuencia se desprendió
de su cabalgadura y caminó unos cuantos metros en cuatro
pies (a gatas), visto lodo esto por el señor Peña y considerán-
dolo ya casi sin vida, se bajó del caballo y le dio tres o cuatro
puñaladas con su cuchillo y lo dejó sin vida.
El mito y la realidad
Esta batalla se dio tal vez fuera de tiempo y lugar, pues
ha sido objeto de muchas versiones y referencias, la
33
mayon'a de ellas sin fundamento y otros hechos se han
sacado de la tradición, también constructora de un pa-
saje histórico.
34
con barbas güeras y era además muy parecido al em-
perador Maximiliano.
El polvo se calmó
Como todo evento inesperado y sobre todo sorpresivo
e inusual, en la región norte de Coahuila, se han suce-
dido las narraciones en tomo a aquella gesta en que
participaron personajes, de los que aún existen des-
cendientes.
35
tenía a los invasores; en cuanto a la cabeza, una vez
terminado el hecho de armas, alguien la llevó a Rosa-
les, en donde residía una fondera muy mal hablada y
cuyo fanatismo religioso rayaba en la exageración, la
que al saber que era la testa del mentado jefe polaco,
el que había ofrecido que al llegar a Rosales quemaría
al Santo Niño de Jesús, santo muy "milagriento" que
por ahí se venera, versión que había sido hábilmente
manejada por los republicanos entre el pueblo, la
fondera abrió la boca del despojo sangriento y levan-
tándose las faldas, se orinó en ella, con lo cual quedó
muy satisfecha.--^
"" Ibid.
¡bid.
^•' García Mares, op. cit., p. I!
36
Los homenajes
Desfile de protagonistas
Francisco Naranjo, el que al parecer dirigió las ac-
ciones de aquella batalla, nació en Lampazos, Nuevo
León, el 17 de abril de 1839. A los 16 años se inició en
las armas como soldado de caballería. Ese mismo año
de 1855 estuvo en la toma de Monterrey a las órdenes
37
General Francisco Naranjo
38
de Santiago Vidaurri. Luego continuó con el general
Juan Zuazua en campañas militares contra los conser-
vadores en el centro del país en los años de la Guerra
de la Reforma. Defendiendo la causa juarista comba-
tió la Intervención Francesa. Después de Gigedo estu-
vo en la batalla de La Angostura, al sur de Saltillo, en
junio de ese 1865. Ya como coronel y a las órdenes de
Escobado hizo la campaña de Nuevo León y
Tamaulipas.
39
Coronel Pedro Advíncula Valdés Laurel Winkar
40
formó parte del cuerpo de la Guardia Nacional. A los
20 años se enroló en la milicia republicana a las órde-
nes de Francisco Naranjo. Con el grado de capitán
concurre a la acción de Gigedo de abril de 1865. Estu-
vo entre los combatientes de Querétaro en 1867, don-
de recibió una medalla al valor. Combate a los rebel-
des porfiristas del Plan de La Noria, apoyando a Juárez.
Por estos servicios es ascendido a coronel. En 1874 se
le encuentra como colono y habitante del flamante
municipio de San Juan de Sabinas, donde además ejer-
cía el comercio. En 1876 comandaba la Guardia Na-
cional con residencia en Piedras Negras, fuerza que
combatía a los indios y contrabandistas en aquella fron-
tera. Le toca encabezar la defensa del gobierno de Ler-
do de Tejada contra los sublevados del Plan de
Tuxtepec en 1876-1877. Es propietario de la hacienda
de Santa Marí'a en San Juan de Sabinas y continúa como
jefe de las armas en Piedras Negras y combatiendo a
los invasores lipanes hasta 1881. Desempeñando este
puesto muere en su hacienda de Santa María el 13 de
agosto de 1887. Se le conocía como el Winkar, debido
a que los indios no podían pronunciar su nombre de
Advine ul a."
41
y Gertrudis Sánchez Adame, sus abuelos paternos:
Raimundo Peña y Gertrudis Ortiz, y sus abuelos ma-
temos: Juan José Sánchez y Manuela Adame. En su
tierra natal le tocó combatir a los apaches y lipanes
invasores al lado del Winkar. Sostuvo una estrecha
relación con los vecinos de Gigedo y Rosales, pues se
le encuentra bautizando a tres niños en la parroquia
del lugar en 1855 y 1865. No se sabe si continuó en la
carrera de las armas después de la acción de Gigedo.
Neira Barragán, como ya hemos informado, dice
haberlo conocido ya anciano en Agujita, Coahuila y
que muere en aquel lugar en 1908 y está sepultado en
el panteón de Sabinas, Coahuila. Por otra parte repor-
ta García Mares que falleció en Uvalde, Texas, el 31
de marzo de 1916 y habiendo trascurrido el tiempo
legal (cinco años), se dispuso que el Consulado de
México en San Antonio, Texas, llevara a cabo los trá-
mites para la expatriación de sus restos, los cuales se
reinhumaron el 19 de mayo de 1922 en el cementerio
de su tierra natal. Allende, Coahuila. Se le conocía
como el Zurdo Peña o el Chinaco de Allende?'^
42
Don Perfecto Flores
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edad con Josefa Longoria que tenía 22. Enviudó en 1857
y luego se casó con Mana de Jesús Garza con la que
duró unido durante 15 años, hasta que esta dama falle-
ció. No conozco el nombre de la tercera esposa de don
Perfecto. De sus hijos, tuvo tantos, que algunos*murie-
ron en la infancia y bautizó a tres de ellos con el nombre
de Perfecto y a otras tres como María de Jesús. Tuvo
entre sus hijos nombres tan raros como Claro, Telésforo,
Presentación, Caraido, Valeriana, Zaragoza, Punidencia,
Caralampio, Petronila, Micaela y Ponciana, entre otros.
Flores, también reconocido como el patriarca de Gigedo,
se alistó en el ejército al lado de los liberales, peleando
primero contra el centralismo, luego contra los conser-
vadores en la Guerra de Reforma y después contra la
Intervención Francesa. Cuando se le entrevistó en 1868
y contando con 66 años de edad, dijo que durante toda
su vida no había padecido ninguna enfermedad, ni le
había dolido ni tan siquiera la cabeza. Este informe pro-
cede de la villa de Gigedo y está fechado el 26 de sep-
tiembre de 1868.^^
44
Tirso Castillón de la Garza, hijo de Juan María
Castillón y María Rafaela de la Garza, sus abuelos pa-
ternos Joaquín Castillón y Clemencia Sáenz y sus abue-
los matemos Rafael de la Garza y María Ignacia de
I>ombraña, casa con Albina Hernández Salinas, hija de
Miguel Hernández y María de Jesús Salinas. Otro de
los llamados chinacos de Allende y a quien equivoca-
damente se le atribuye la muerte de Tabachinski con
ayuda de Pedro Agüero, éste quien ni siquiera estuvo
en la acción de Gigedo, que relató el mismo. Tirso radi-
có en Gigedo antes de la acción del 4 de abril de 1865,
pues el 6 de marzo de 1856 estaba bautizando a su hijo
José Miguel de 22 días de nacido, la madre del infante
era Albina Hernández.^*' Más adelante el 20 de febrero
de 1859 bautizaba a una niña, María Rafaela, de un mes
de edad.^' La única noticia de su participación en la
acción de Gigedo la da Manuel Aguirre, cuyos datos ya
sabemos no son nada confiables. Es probable que Tirso
fuera de Allende.
45
Pedro Paredes Hernández, hijo de Pablo Paredes y
Clara Hernández, casa con María Narcisa García
Losoya, hija de Benito García y Zapopan Losoya, pro-
crean a Casiano, bautizado el 6 de agosto de 1853 en
la parroquia de Gigedo, María de Jesús bautizada el
27 de enero de 1858, Fortunato, bautizado a 29 días de
su nacimiento, en la parroquia de Gigedo, el 13 de
nnarzode 1865.
46
de 1866 en la parroquia de Gigedo. Muere fusilado el
22 octubre de 1876.
47
1862 en la parroquia de Gigedo y Felipa, bautizada a
los 8 días de nacida en la parroquia de Gigedo el 8 de
mayo de 1864.
48
Salazar hija de Lucas Salazar y María del Refugio
García, procrean a Severiano, bautizado en la parroquia
de Gigedo, a los 7 días de nacido el 2 de septiembre de
1861, José Serapio, bautizado en la parroquia de Gigedo
a los 15 días de nacido, el 27 de noviembre de 1861 y
Faustino, bautizado en la parroquia de Gigedo a 29 días
de su nacimiento, el 13 de marzo de 1865.
El Santo Niño
Mencionado a lo largo de esta acción es el llamado Santo
Niño Jesús de Peyotes, que es una imagen muy adorada
y con fama de conceder muchos milagros a través de
los más de tres siglos que se encuentra en el lugar."
" Registros Parroquiales del Dulce Nombre de Jesús, de Gigedo, de
San Juan de Mata de Allende. Registros Civiles de Gigedo, Rosales.
" Felipe Torres Huiiado, Novena en honor del Sanio Niño de Jesús de
Peyotes, s/f, s/1. e.
49
¿^íi^&-iStí(.:í"^*.^í»-*tí**i-;
El Santo Niño
50
Se dice que gracias a la intercesión del Santo Niño se
ganó la batalla de Gigedo de! 4 de abril de 1865. Feli-
pe Torres Hurtado señala que a fines del siglo XVII,
por el año de 1698, a solicitud de los indios chatajes,"
que pedían al gobierno colonial la instrucción religio-
sa y protección contra los otros grupos tribales, se fun-
daran misiones franciscanas en el norte de Coahuila.
El padre fray Bartolomé Adame, misionero y funda-
dor de la Misión del Dulce Nombre de Jesús,^^ trajo
una pequeña escultura de un niño hermosísimo, po-
niendo bajo su protección la nueva fundación?^
51
Santuario del Santo Niño Jesús de Peyotes
52
Conclusión
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La batalla de GIgedo
Julieta Pérez Arreóla
Alvaro Canales Santos
Abril de 2006