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Filosofía de la Educación
Vivimos una etapa de transformaciones en la educación. No podía ser de otra manera
si se atiende a los profundos cambios en la vida social. El problema son las direcciones, los
sentidos, las decisiones que se toman, las tareas que se proponen, los obstáculos que se
encuentran. Se plantean nuevas y viejas razones para educar.
Sostenemos que la filosofía de la educación se mueve más bien, desde dentro del
movimiento reflexivo mismo de la práctica educativa, de las ciencias de la educación y de la
historia de la educación. Se trata de un pensamiento crítico que cuestiona fundamentos y
legitimaciones desde el interior mismo del campo educativo.
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“Crítica de las Razones de Educar. Temas de la Filosofía de la Educación”.
Cullen Carlos A. Ed. Páidos. Bs.As. 1997
Nos interesa en realidad la historicidad y la discursividad social y por eso proponer una
crítica a las razones de educar.
Aceptando que la educación no tiene nombre propio que defina su “esencia”, tampoco
nos interesa reducir el campo de la filosofía de la educación al mero análisis del uso
“de palabras pedagógicas en el lenguaje cotidiano”, con la esperanza de encontrar su
sentido pragmático.
Por otro lado, aceptando que la educación no tiene una razón única que defina su
“objetividad”, si nos interesa analizar críticamente su presencia dispersa en las
prácticas sociales, con la esperanza de encontrar su poder productivo de subjetividad
social, que nos permita comprendernos, presuponiendo que a esa presencia dispersa
le determina “razones de educar” que legitima razones sociales, políticas, económicas,
culturales, y que llegados ahí sólo cabe la crítica y la resistencia.
Es que no nos podemos situar, al menos inocente o impunemente en presuponer que
la educación se asemeja a un movimiento natural, a un cambio, a un paso de la
potencia al acto, a una mera cuestión de desarrollo. Pero tampoco podemos situarnos
en la presuposición, de que la educación se asimila a la operación cultural, a un
intercambio de sentidos, a una mera cuestión de socialización.
El hecho de que no exista el nombre propio de la educación como una idea arquetípica
o una esencia metafísica no quiere decir que se reduzca a un mero fenómeno natural,
el desarrollo de las potencialidades. Es la tentación de todas las visiones de tipo
positivistas, que tienden a reducir la educación, al fenómeno “natural” del aprendizaje
o al hecho cultural de la socialización.
El hecho de que no exista la razón única de educar no quiere decir que se reduzca a
una mera acción cultural, (la socialización de los individuos y de los grupos) por
compleja y variada que sea en su estructura, en su legalidad y en su continuidad. Es la
tentación de los enfoques de tipo pragmatista de la educación que tienden a confundir
educación con el fenómeno “cultural” de la adaptación al grupo y de la inculturación.
Nos interesa más bien colaborar en la producción de una crítica de las razones de
educar, presentes en las formas de vida y en las mismas prácticas educativas.
La propuesta es situarnos en medio del debate y preguntarnos por la educación, que se
reconstruye algunos caminos para pensar sus razones.
La educación deja de ser mero desarrollo y mera socialización, precisamente cuando
aparece el pensamiento crítico, que no sólo destrona las esencias, sino que también
limita el alcance de los objetos.
Las razones de educar son, en realidad, razones para justificar una práctica social, una
acción humana, que enriquece la posibilidad de pensar la educación como un campo
propio de la filosofía práctica.
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“Crítica de las Razones de Educar. Temas de la Filosofía de la Educación”.
Cullen Carlos A. Ed. Páidos. Bs.As. 1997
La educación no solo tiene que ver con la historicidad y con la discursividad, sino
abiertamente con la normatividad, es decir con la ética y la política.
Trabajo Práctico
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