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La creencia en algún tipo de maldad sobrenatural no es necesaria.

Los hombres por sí solos ya son capaces de cualquier maldad.


Joseph Conrad (1857-1924) Novelista británico de origen polaco.

La bestial etica del azar


A mí se me hace que todo lo referente a la ética y la moral es una gran justificación
para evitar la muerte trágica. Los débiles tuvimos que encontrar una manera de salvarnos de la
salvaje y bestial fuerza que el ser humano trae y que podríamos llamar instinto asesino. La
ética no es otra cosa que una muralla contra la barbarie y la moral un escudo para
defendernos del otro.
La historia de la humanidad está signada por una lucha de la palabra y la otra que
ocurre en distintos campos de batallas, donde hombres y mujeres convertidos en bestias,
empuñando que “el fin justifica los medios” matan antes que la muerte.
Estamos sitiados por el mal y no al revés. La lucha interna de cada uno por mantenerse
no tentado a cometer el mal en todos sus sentidos es diaria, segundo a segundo, porque en
realidad el contexto que se vende por bueno no es otra cosa que la maldad y sus múltiples
disfraces.
El otro, que la religión quiere vender como prójimo. El otro que las instituciones
políticas venden como el que hay que ayudar. El otro que la vida social nos vende como
vecino. Ese otro, en realidad, en la fibra más íntima de nuestro ser es nuestro enemigo, aquel
que puede interponerse entre mí y mi meta, entre mí y mi deseo. Ese es el ser humano que
nace. Esa bestia que tendrá la capacidad de hablar y aprender y que se diferenciará del resto
de los seres vivos por su libertad para elegir y en la mayoría de sus acciones, actuar con
conciencia.
Aunque la soledad sea quizás el estado propio del hombre será el resto de sus
congéneres, su oposición y su espejo, quien defina su actuar. Será la necesidad de
sobrevivencia y la posibilidad de hablar la que regule e intermedie la vida ante los demás. Hay
una necesidad social de regular los instintos y será esa acción la que devenga en ofrecer a lo
largo de toda la vida distintos modos de educación: la familiar, la formal, la laboral, la
profesional a lo que se le sumarán leyes para el bien común.
La vida no es otra cosa que una extensa lista de reglas que debemos cumplir si en
verdad deseamos vivir en sociedad y desprendernos de esas cuestiones intestinales que nos
harían en muchos casos aniquilar al otro.

Trabajo de José María Iarussi para Perspectiva Pedagógica Filosófica Página 1


¿Cuál es entonces la ética en la que se encuadra la moral que modela nuestras
acciones? Entendiendo como moral el conjunto de reglas que se aplican en la vida cotidiana y
todos los ciudadanos las utilizan continuamente. Normas que guían a cada individuo,
orientando sus acciones y sus juicios sobre lo que es moral o inmoral, correcto o incorrecto,
bueno o malo. Será entonces nuestra azarosa aparición en este mundo (nacemos donde nos
toca) quien determine la ética que regule nuestra moral. No será lo mismo nacer en una
determinada latitud u otra. Nuestra bestialidad innata será corregida, moldeada, educada de
acuerdo a las reglas y leyes que conformen esa cultura donde somos alumbrados.
Sin embargo, no debo olvidar mencionar que se esgrime como verdad que la
“voluntariedad de los actos humanos con la libertad que le es propia, es la fuente de la
moralidad. El hombre es bueno o malo por su voluntad, no por su alto o bajo cociente
intelectual”. Está claro que la afirmación es solo una intención de verdad ya que muchas veces
la fuente de la moralidad proviene de sectores de la sociedad cuyo poder intelectual sobre el
resto es mayor y donde la libertad es solo un deseo íntimo que se va perdiendo en la relación
de convivencia con el otro y en la gran atadura que los distintos bienes materiales hacen sobre
nosotros.
Aun con todo lo expuesto, nuestros actos, convertidos en humanos por el uso de la
razón, la libertad y la conciencia psicológica van modelando frente a la azarosa ética que nos
toca vivir nuestra moralidad, esa que necesariamente nace de una cadena de herencias que se
nos lega a través de nuestra familia, nuestra educación formal y los contextos en los que nos
toque vivir.
Quizás como dice Maquiavelo, diplomático, filósofo y escritor italiano, “todo el mundo
ve lo que aparentas ser, pocos experimentan lo que realmente eres” y eso sea porque el
hombre no es otra cosa que un ser social moldeado por la bestial ética del azar.
Lo demás es ficción.

Trabajo de José María Iarussi para Perspectiva Pedagógica Filosófica Página 2

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