1. Había una vez un pastorcito que estaba cuidando sus ovejas,
como todos los días y se encontraba muy aburrido.
2. Entonces se le ocurrió una travesura para divertirse.
3. Fue corriendo al pueblo y gritó: ¡Un lobo, un lobo! ¡Un lobo, un
lobo!
4. La gente al escuchar los gritos fue corriendo hasta donde
estaba el pastorcito para ayudarlo. El muchacho se rio de su broma, pero a la gente del pueblo no le gustó que les mintiera, se dieron cuenta que no había ningún lobo. 5. Después de la travesura el pastorcito seguía riéndose de lo que había hecho.
6. Cuando un lobo de verdad apareció y empezó a llevarse a las
ovejas.
7. Entonces el pastorcito fue corriendo al pueblo a pedir ayuda;
¡Un lobo, un lobo! ¡Un lobo, un lobo! Pero esta vez nadie le prestó atención, ya no le creían por haberles mentido antes.
8. El lobo se había llevado hasta la última oveja.
9. Y el pastorcito aprendió la lección:
“Nadie le cree a un mentiroso, ni siquiera cuando dice la verdad”.