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IMPRESO EN ARGENTINA
Primera Edición - Mayo de 2003
Imprenta: PROPACK - San Lorenzo 3382 - Mar del Plata
- República Argentina
Aprobada provisoriamente por Res. Min. Nº 456/91 conforme lo establece en el art. Nº 64 de la Ley de Educación Superior 24521
H
oy todos opinan de como tiene que ser el hombre, y pareciera
que es imposible llegar a una verdad porque cada uno pretende
tener la suya. Este curso pretende escuchar de Dios “su Crea-
dor” la verdad sobre el hombre: lo que él es, su origen y su destino.
¿Qué lugar ocupa el hombre en el mundo, por qué existe el mal, cómo es
Dios y cómo ama a los hombres, quién es Jesucristo y por qué la Iglesia?, son
algunas de las cuestiones que intentaremos responder.
El programa consta de siete unidades de aprendizaje que desarrollan este
módulo de estudios. El tema central es la persona humana como ser crea-
do a imagen y semejanza de Dios, por eso se inicia con el estudio de la
revelación divina. Luego estudiaremos el tema de la creación, el mundo
en el que habita el hombre y el lugar que él ocupa. Después entraremos de
lleno en la consideración del significado bíblico de imagen divina, en el ser
personal, y en las relaciones que establece este ser creado con lo divino a
través de lo sobrenatural, y de la resolución del misterio del mal en su
vida. No se podría entender bien al hombre sin conocer a Dios, su creador,
por eso el tema siguiente es el ser de Dios, su naturaleza y personas
divinas. La presencia de Dios en el mundo, en Jesús y su misión redento-
ra. Para concluir con el misterio de la Iglesia, su fundación, su misión y
sus características principales: una, santa, católica y apostólica.
Desde esta perspectiva antropológica, es que nos interesa que puedan
adquirir criterios básicos para poder discernir la realidad en que vivimos.
Pensar al hombre como “imago Dei” y conocer el llamado sobrenatural
hecho por Dios, trae consecuencias radicales en la vida de las personas, en su
forma de actuar, de pensar y de ser.
Los temas desarrollados en el presente curso no pretenden agotar ningu-
no de ellos, son una breve introducción donde se espera:
• Definir conceptos fundamentales de la fe católica.
• Conocer el método de la ciencia teológica.
• Adquirir criterios de análisis desde una visión cristiana del hombre.
• Acercar a la lectura de diversas fuentes bibliográficas para poder
profundizar los temas tratados.
Para encarar el estudio del curso es conveniente que cuenten con biblio-
grafía anexa fundamental para consultar: Sagrada Biblia y el Catecismo
de la Iglesia Católica. Estos dos textos son los rectores de toda teología
católica, son libros de consulta permanente. La Biblia será utilizada para
poder consultar las citas a las que el módulo de estudio refiere. El catecismo
será necesario para poder superar dificultades en definiciones y términos
teológicos, y/o como complemento del desarrollo temático del curso.
También hay algunos documentos de la Iglesia que pueden ser de mucha
utilidad para el estudio del curso, como ser: Divinno Afflante Spiritu, Dei
Verbum (DV) y Lumen Gentium (LG). Estos se pueden adquirir gratuitamen-
te en Internet, en el sitio www.multimedios.org, que recomendamos por su
gran cantidad de material de consulta sobre temas catequísticos y teológicos,
6 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
Esquema de Contenidos
Unidad 2
La Revelación: Dios se manifiesta al Hombre
Dios se revela a sí mismo y el misterio su voluntad: su designio salvífico. Así, el
hombre, al conocer el amor de su Creador, puede corresponderle por medio del acto
de fe.
Dios se revela por medio de palabras y obras intrínsecamente ligadas y lo hace
con un lenguaje humano, manifestándose en la historia. Para poder abordar el
mensaje de salvación será necesario que sepamos qué es la Revelación y sus partes:
La Sagrada Tradición y Las Sagradas Escrituras, como también el rol que cumple el
Magisterio al servicio de la misma.
Por último, frente a la complejidad que presentan las Sagradas Escrituras dare-
mos algunas orientaciones sobre cómo se deben interpretar, considerando la inspira-
ción de Espíritu Santo sobre los autores humanos, y el problema de la verdad que se
8 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
Unidad 3
La creación: El lugar del Hombre en el mundo
“...la catequesis sobre la Creación reviste una importancia capital.
Se refiere a los fundamentos mismos de la vida humana y cristiana:
explicita la respuesta de la fe cristiana a la pregunta básica que los
hombres de todos los tiempos se han formulado: «¿De dónde veni-
mos?», «¿A dónde vamos?», «¿Cuál es nuestro origen?», «¿Cuál es
nuestro fin?», «¿De dónde viene y a dónde va todo lo que existe?». Las
dos cuestiones, la del origen y la del fin, son inseparables. Son decisi-
vas para el sentido y la orientación de nuestra vida y nuestro obrar.”1
Además abordaremos algunas de las hipótesis que rechazan el origen del mundo
del Dios Único, Trascendente y Espiritual, y sus consecuencias antropológicas.
Contenidos:
Sentido cristiano del término creación.
Los diferentes modos de comenzar a ser.
Pruebas racionales y Bíblicas sobre la creación.
Definición del Magisterio.
Conservación, Gobierno y Providencia.
Hipótesis que rechazan el concepto de creación.
El Dualismo: el problema del Bien y el Mal.
El Materialismo: El problema de la evolución del Hombre.
El Panteísmo: La New Age.
1
Catecismo de la Iglesia Católica 282
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 9
Unidad 4
¿Quién es el hombre?: La imagen de Dios, el pecado y la santificación
Esta es la unidad de aprendizaje central de nuestro curso. Dios nos dice que
estamos hechos a su imagen y semejanza (Cf. Gn 1,27), descubrir el significado de
esta frase será la principal cuestión de esta unidad. Nuestra naturaleza espiritual y
personal es manifestación de la imagen de Dios que hay en el hombre. Estudiare-
mos a la persona humana y el alma espiritual desde una visión metafísica.
El segundo tema nos remite al misterio del mal: El pecado. Su origen, sus causas
y consecuencias antropológicas atañen directamente a nuestra vida espiritual. El
hombre siempre ha buscado respuestas para intentar explicarse el problema del mal
en el mundo. Más en nuestros días donde el subjetivismo moral no nos permite
discernir claramente qué es el mal, y en definitiva qué es el pecado.
Por último, frente al problema del mal solo se encuentra una respuesta trascen-
dente y sobrenatural: La gracia de Dios. El auxilio gratuito de Dios, muestra de su
amor, que nos permite participar de la vida divina. Sus dos consecuencias son: La
justificación de los pecados por los méritos de Jesucristo, y a su vez poder hacer
actos meritorios para alcanzar la vida eterna.
Contenidos:
El hombre como imagen y semejanza de Dios.
El Hombre: Persona y Alma.
El Pecado: el problema del mal en el hombre.
Lo sobrenatural: La gracia, la justificación y el mérito.
La vida eterna.
Unidad 5
¿Quién es Dios?: la unidad de su naturaleza y la trinidad de sus personas
¿Quién es Dios? será la pregunta clave. Nos centraremos en dos misterios: el
Dios uno, y el Dios Trino. Primero estudiaremos el modo de poder conocer a Dios
por medio de la vía natural, con la luz natural de la razón: las vías de acceso al
conocimiento de Dios (por ejemplo las 5 vías de Santo Tomás de Aquino). Luego
veremos la vía sobrenatural, con la razón natural iluminada por la fe: desde el dato
divinamente revelado conocer su única naturaleza divina y su trinidad de personas
(Padre, Hijo y Espíritu Santo).
En el desarrollo de esta unidad abordaremos desde la metafísica el conocimien-
to natural de Dios y sus atributos entitativos y operativos. Luego al llegar al límite de
nuestra razón natural desde la luz de la fe, abordaremos el tema de la Comunidad
Divina Trinitaria, accediendo ahora al misterio desde la revelación divina.
Contenidos:
Conocimiento Natural y Sobrenatural de Dios.
Unidad de Naturaleza en Dios.
Atributos entitativos y operativos de Dios.
Trinidad en las Sagradas Escrituras.
Personas Divinas: Relaciones y Procesiones.
10 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
Unidad 6
La Redención de los Hombres: Jesucristo es Dios y Hombre
Una vez estudiado quién es el hombre y quién es Dios, nos introduciremos al
misterio cristiano: la redención de los hombres obrada por Jesucristo, verdadero
Dios y verdadero Hombre, en todo igual a nosotros excepto en el pecado. A esto
está ordenada la historia del hombre, a que Dios habitara entre nosotros para que
nosotros lleguemos a habitar en Él.
Pondremos el Misterio de Cristo en su verdadero contexto: el Antiguo Testamen-
to, que lo anuncia, este es el tiempo de la promesa y de la espera, el tiempo de la
paciencia de Dios. Conocer a quién estaba esperando el Pueblo de Israel nos dará
una visión más acabada de porqué Jesús de Nazaret se encarnó y obró como lo
hizo.
Luego será necesario conocer la vida de Cristo (el Nuevo Testamento), descubrir
su Divinidad y su Humanidad desde sus palabras y sus obras.
Por último, la Cristología dogmática nos enseñará, a la luz de lo visto, el Misterio
de la Unión Hipostática: la unión de la naturaleza humana y divina en la persona
del Verbo; el Misterio de la Encarnación del Verbo en la Virgen Madre de Dios y de
los hombres; y el Misterio de la Redención de los hombres por medio la Pasión,
Muerte y Resurrección Gloriosa del Hijo de Dios.
Contenidos:
Introducción al Misterio de Cristo.
Cristología Bíblica: el anuncio de Cristo en el Antiguo Testamento.
Cristo en el Nuevo Testamento: los misterios de la vida de Cristo.
Cristología Dogmática: Unión Hipostática.
Misterio de la Encarnación y la Pascua.
Redención de los Hombres.
Unidad 7
La Iglesia: lugar de encuentro de Dios con el Hombre
Cristo no solamente se encarnó y nos redimió sino que nos dejó el lugar de
encuentro con Dios y con el prójimo que es la Iglesia. Es interesante estudiar las
diferentes imágenes que se utilizan en las Sagradas Escrituras: El Cuerpo Místico de
Cristo y Pueblo de Dios, donde se manifiesta el carácter sacramental y comunitario
de la salvación. Su origen Divino (fundada por Cristo) y su misión redentora, le da
sus notas distintivas: la Iglesia es Una, Santa, Católica y Apostólica.
La Iglesia como sacramento de Cristo, es medio de salvación. Al servicio de Dios
es administradora de los sacramentos, estos signos sensibles y eficaces de la gracia,
son el medio ordinario por el cual Cristo nos comunica la gracia santificante y en
consecuencia la redención nuestra.
Contenidos:
La Iglesia como Cuerpo Místico de Cristo y Pueblo de Dios.
El carácter Sacramental de la Iglesia.
La Fundación y la Misión de la Iglesia.
Notas de la Iglesia.
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 11
Mapa de contenidos
Dios
Uno y Trino
Unidad 5
Vida Eterna Revelación
Unidad 4 Unidad 2
Pecado Cristo
Unidad 4 Unidad 6
Iglesia
Unidad 7
12 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
P
arece que en nuestros días afirmar que la teología es una
ciencia parecería algo que está fuera del sentido común. Se
piensa muchas veces que es una cuestión que hay que sen-
tirla, nada más contrario a una ciencia que lo subjetivo.
Por eso es necesario establecer claramente lo que vamos a estu-
diar, es decir, aquello que haremos es ciencia, a pesar de la resisten-
cia que se presenta de considerar la teología dentro del campo cientí-
fico. Veremos el prejuicio que tienen las concepciones actuales de “cien-
cia”, para explicar un sentido más amplio que es la definición aristotélica
de la misma.
Entonces consideraremos su objeto de estudio, su método, sus
principios y conclusiones como así también sus características distinti-
vas. Al finalizar esta unidad trataremos sobre el dogma como principio
teológico, quién lo define y porqué.
16 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
Temario
• El Concepto Teología.
• La Teología como ciencia.
• Objeto de la ciencia Teológica.
• Los dogmas: definición y reflexión.
Mapa de Contenidos
NATURAL
CREACION
SAGRADAS ESCRITURAS
MAGISTERIO DE LA IGLESIA
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 17
El concepto de Teología
La Ciencia Teológica
Debemos jerarquizar el estudio que haremos durante el curso, tener en claro qué
es una ciencia, qué entendemos por ella y en que campo se encuadra la ciencia
teológica.
En nuestros días llamamos ciencia a las que se apoyan en comprobaciones
empíricas, es decir, desde la experiencia, en un laboratorio, por ejemplo. La frase “lo
he demostrado científicamente” nos refiere a que se realizó una prueba con elemen-
tos que corroboraron fácticamente la hipótesis en cuestión. El problema es que el
campo de las ciencias quedaría enormemente reducido. Por ejemplo, que pasaría
con la historia que se basa en testimonios humanos, no podemos probar la existen-
cia de José de San Martín si no tenemos videos, fotos o a él mismo delante nuestro.
Qué sucedería con la filosofía que trata de elementos supersensibles, metafísicos.
1
CONGAR, Y, La Fe y la Teología, Ed. Herder, Barcelona, 1981.
2
TIJERO, A. Condición y panorama de la Teología, en Suma de Teología de Sto. Tomás de
Aquino, Edición BAC Maior, Ed. BAC, Madrid, 1998. P. 75
18 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
Qué pasaría cuando hablamos del alma del hombre si nadie vio un alma en un tubo
de ensayo. Cómo hablar de Dios si no lo podemos ver, medir o pesar. En definitiva,
las ciencias cuyo objeto no es mensurable quedarían fuera de esta definición: y por
consiguientes, también la teología.
3
Ob cit, p. 78
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 19
principios no son evidentes4. En este punto aparece la originalidad del pensamiento Para completar este
de Santo Tomás sobre el tema (Cf. Suma de Teología I 1q.): tema recomendamos la
lectura de la Suma
Teológica de Santo To-
Si bien los principios no nos son evidentes para nosotros por nuestro estado de más de Aquino. I 1q,1a
viadores (vamos hacia Dios), si los son respecto de Dios y de los bienaventurados 9a.
(aquellos que están salvos en el seno de la Trinidad), ya que lo que es oscuro para
nosotros y asentimos con la razón iluminada por la fe, es evidente para Dios y para
aquellos que están con Él.
4
Cf. CONGAR, Y, p. 180
5
En este punto se podrá leer de la Suma Teológica de Santo Tomás de Aquino, I 1q, 4-6a.
20 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
Objeto de la Teología
Toda ciencia tiene un objeto de estudio, algo sobre lo que se desarrolla. El
objeto se considera de dos modos:
• Objeto Material: es el sujeto sobre que estudia la ciencia. Por ejemplo la
medicina tiene por sujeto de estudio al hombre.
• Objeto Formal: es el punto de vista sobre el que se estudia el objeto mate-
rial. La medicina estudia al hombre en cuanto busca la salud física.
El objeto es lo que distingue una ciencia de otra. Puede haber coincidencia en el
objeto material, entonces su distinción se dará por el objeto formal y viceversa.
Por ejemplo: La medicina y la psicología tienen como objeto material al hom-
bre, pero el objeto formal las distingue, la primera busca la salud física y la segunda
la salud mental.
En la teología el objeto material primario es Dios, y secundario son las cosas
creadas en cuanto tienen relación con Dios: la naturaleza nos interesa en cuanto
que su principio, su existencia y fin es Dios, y que por ella podemos conocerlo; o
estudiamos al hombre en cuanto llamado a la salvación.
Entonces:
Dios es el objeto de la teología, pues esta ciencia tiene como principios a los
artículos de Fe, y éstos tienen a su ves como objeto a Dios, así es uno mismo el
objeto de la ciencia y de sus principios.
Este conocimiento se refiere a Dios, a un Dios que se revela, a un Dios que crea
al mundo, y a un Dios que salva haciéndose hombre en Cristo. De allí que aunque
trate de diversas cosas, a todas las estudia de la misma perspectiva formal, es decir
en cuanto dato revelado. Por este motivo es también una ciencia, en cuanto estruc-
tura en conocimientos sistemáticos los datos de la revelación.
En el objeto formal hacemos una distinción: la teología natural o teodicea, y
la teología sobrenatural.
La teología natural: es el estudio de Dios con la luz natural de razón, tal es el caso
de las vías de acceso al conocimiento de Dios (las vías de Santo Tomás para demos-
trar su existencia). La teología sobrenatural: es el estudio de Dios con la luz natural
de la razón iluminada por la fe, cuando estudiamos la Santísima Trinidad partimos
del dato revelado (fe) ya que la fuerza sola de la razón nunca podríamos llegar a
conocerla.
Los Dogmas
En el dictado de clases sobre Dogmas, he encontrado entre mis alumnos planteos
“violentos” cuando nos introducimos en el tema. Hoy en día, cuando hablamos de
dogma pareciera que nos referimos a algo estanco, autoritario, sin sentido, impues-
to, hasta incluso irracional; no importa lo que se diga, pero cuando uno dice dogmá-
tico nos encontramos frente a un sentido negativo y falso, algo que aparentemente
va en contra de toda libertad del hombre, claro está que el sentido de libertad
utilizado para estos planteos es hacer, decir y pensar lo que uno quiera y no como
el uso de las facultades humanas para realizar el bien. Así que debemos dar res-
puesta a este problema.
Comenzaremos por dar una definición de dogma:
(en sentido estricto) “entendemos por dogma una verdad directamente revelada
por Dios y propuesta como tal por la Iglesia para ser creída por los fieles” (OTT, L,
1969, p 30).
“...deben creerse con fe divina y católica todas aquellas cosas que se contienen
en la palabra de Dios escrita o tradicional, y son propuestas por la Iglesia para ser
creídas como divinamente reveladas, ora por solemne juicio, ora por su ordinario y
universal magisterios” (Dz 1792).
A modo de resumen:
1. Lo definido como dogma debe estar revelado por Dios implícita o explícita-
mente.
2. Debe ser propuesto por el magisterio de la Iglesia para ser creído por los fieles.
3. Son objeto de la fe divina (sobrenatural) y católica.
4. Da unidad en cuestiones de moral y doctrina a la Iglesia.
Lejos de ser una cuestión autoritaria, las definiciones dogmáticas de la Iglesia
Católica muestran su misión de enseñar, difundir y preservar la fe recibida, enco-
mendada por Cristo a los Apóstoles y por ellos al Magisterio Eclesial. A medida que
van pasando los años, por la gracia de Dios y la oración de los fieles, se va teniendo
una comprensión más profunda de la revelación, y es a partir de ahí que se va
definiendo el dogma. No es producto de una persona que se le ocurre definir algo,
antes bien es la Palabra de Dios que pide ser definida con mayor precisión y
claridad, y hacer explícito, en algunos casos, lo que se encuentra implícito en ella.
6
Cf. CONGAR, Y, p.93
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 23
Actividades Propuestas
1) Durante el curso una de las actividades transversales será el armado de un glosa-
rio con las definiciones fundamentales de los temas tratados. Para esta primera
unidad proponemos las siguientes palabras:
a) Teología.
b) Ciencia.
c) Teología Natural.
d) Teología Sobrenatural.
e) Dogma.
2) Con la lectura de los textos realice un ensayo explicando por qué la teología es
una ciencia (en no más de una página).
3) Qué respondería a la siguiente frase: “la teología no es ciencia ya que carece de
principios evidentes, solo es una especulación religiosa y subjetiva que ayuda a cre-
cer espiritualmente al hombre”.
4) Hemos estudiado que los dogmas son directamente revelados por Dios, y estos
pueden encontrase de modo explícito o de modo implícito, por ejemplo: respecto de
la moral Dios dice “No matar” explícitamente, e implícitamente encontramos otra
verdad revelada: “no abortar”. Busque tres ejemplos de dogmas que estén explícita-
mente revelados y otros que sean implícitos, citando el Papa que lo define.
D
ios se revela a los hombres, se da a conocer, se comunica con
nosotros y manifiesta el misterio de su voluntad: que lleguemos
al Padre por el Hijo en el Espíritu Santo, lo que implica la reden-
ción del pecado por los méritos de Jesucristo.
Cuando nos encontramos frente a la revelación que Dios nos hace, no
estamos solamente delante de las Sagradas Escrituras, o Biblia, también nos
encontramos frente al la Sagrada Tradición, muchas veces olvidada por los
laicos, que es una fuente viva de verdad y revelación misteriosa.
Esta es una confusión muy común que nos lleva a encerrar la religión
católica en un libro, como es el caso de los protestantes, e infinidad de sectas
que de ellos se desprenden. Justamente el dinamismo de la Revelación se da
en la relación profunda que hay en entre la Biblia y la Tradición del Pueblo de
Dios: “La Tradición y la Escritura están estrechamente unidas y compenetradas;
manan de la misma fuente, se unen en un mismo caudal, corren hacia el
mismo fin”1.
Por lo tanto en la primera parte haremos algunas consideraciones sobre la
Revelación de Dios, qué es la Revelación, cómo se transmite, las Sagradas
Escrituras, la Sagrada Tradición y el Magisterio de la Iglesia. Luego nos dedi-
caremos a las Sagradas Escrituras específicamente, estudiando algunos crite-
rios para encarar una lectura seria de la misma.
Para esta unidad recomendamos la lectura de la constitución dogmática
sobre la divina revelación Dei Verbum en sus números 2 al 20, y tener una
Biblia para consultar las citas aquí dadas.
1
Dei Verbum 10
28 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
Temario
• Introducción a la Revelación Divina.
• La Revelación: Naturaleza y Objeto.
• Sagrada Tradición y Sagradas Escrituras.
• El Magisterio de la Iglesia.
• Sagradas Escrituras: Nociones generales.
• Inspiración y Verdad en la Biblia.
• Consideraciones generales para su interpretación.
• Objetos del Antiguo y Nuevo Testamentos.
Mapa de Contenidos
REVELACION TRADICIÓN
SAGRADA TRADICION
APOSTÓLICA Y
PADRES DE LA IGLESIA
SAGRADAS ESCRITURAS
MANIFESTACION DE DIOS
NUEVO TESTAMENTO
SALVACION DEL HOMBRE
DIOS
2 AUTORES
HOMBRE INTERPRETACION
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 29
“por Cristo, la Palabra hecha carne, y con el Espíritu Santo, pueden los hombres
llegar hasta el Padre y participar de la naturaleza divina”.
El designio divino acá expresado, incluye los tres misterios principales del cristia-
nismo: la Trinidad, la Encarnación y la Gracia3.
En este último párrafo se pone de manifiesto el fin del cristiano: llegar al
Padre, por el Hijo, en el Espíritu Santo. Para ser más claro con esta frase, nosotros,
los bautizados, tenemos que llegar al Padre, aquel sobre el que Cristo nos habló (cf.
Jn 14,2), el Hijo vino para predicar al Padre y su voluntad. Para llegar a Él es
necesario un Camino, es la segunda persona de la Trinidad (el Hijo, Jesús, Cristo)
quien se constituye en único Camino: “Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie
va al Padre sino por mí” (Jn 14,6). Y por último este camino que recorremos no lo
hacemos naturalmente, antes bien es necesaria la ayuda de la gracia sobrenatural,
para andar es necesario un vehículo que es mandando por Jesús mismo: El Espíritu
Santo que da la gracia sobrenatural y nos lleva permanentemente en la senda de
Cristo hacia el Padre (Jn 14,16).
Así, el objeto de la revelación, cuyo punto más elevado es Cristo Jesús, es Dios
(Uno y Trino) y su designio sobre los hombres.
Cuando hablamos de la naturaleza de la Revelación Divina, se hace referencia En este tema es fun-
básicamente a tres puntos: a) El diálogo de amistad entablado por Dios; b) El damental leer la Cons-
amor de Dios para con los hombres; c) El modo de revelarse de Dios por titución Dogmática de
la Divina Revelación
medio de hechos y palabras.
(Dei Verbum)
a) El Dios invisible (Col 1,15) va en busca del hombre corrupto por el pecado,
entabla un diálogo de amistad con él como lo hizo con Moisés (Ex 33,11) y con los
apóstoles (Jn 15,14-15).
El que toma la iniciativa en el diálogo amical es Dios. Al igual que en
nuestra vida espiritual, cuando uno va en busca de la gracia de Dios en realidad Él
ya actuó en nosotros previamente. Es decir que el pecador se arrepiente cuando ya
el Espíritu de Dios pasó y movió el alma nuestra hacia la conversión.
Latourelle escribe: “Esta palabra por la que Dios franquea en cierto modo la
2
En este punto se puede complementar con la lectura de Latourelle, R, Teología de la Revela-
ción, Ed. Sígueme, Salamanca, 1995, donde realiza una reflexión teológica sobre la revelación
a la luz de DV.
3
Latourelle, R, Teología de la Revelación, Ed. Sígueme, Salamanca, 1995, p. 357.
30 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
distancia que le separa del hombre y se llega hasta su presencia, no puede ser otra
cosa que la palabra amistad: procede del amor, crece en la amistad y persigue una
obra de amor...”4. Claramente notamos que el mismo lenguaje que Dios utiliza es el
nuestro, y se hace ver y comprender desde la historia y las palabras, forjando una
amistad entre Él y nosotros.
b) Por otra parte, la Revelación procede del amor y persigue una obra de
amor que es introducir al hombre en la vida trinitaria, en el seno del amor que es
Dios mismo. Se debe observar que se revela como Padre, Hijo y Espíritu Santo,
mostrando una comunidad de amor perfecta, modelo para nosotros y a su vez fin
de nuestra vida cristiana.
c) Por último, Dios se revela con hechos y palabras intrínsecamente liga-
das5. Para comprender este concepto fundamental observemos nuestra vida coti-
diana: los esposos que se aman mutuamente no solo se dicen cuanto se aman, sino
que además hay gestos concretos y cotidianos que lo demuestran, como regalarle
flores, un abrazo, decirse cuanto se aman. En una amistad forjada en el amor, no
solo se hacen cosas que muestren que son amigos, sino que además se habla de la
amistad que tienen, lo explicitan con hechos concretos.
Este es el modo en que Dios se manifestó, en el ejercicio concreto de la salva-
ción. Se introduce en la historia del hombre comunicándose de múltiples formas,
dispuestas según la bondad y sabiduría divinas (lo que se conoce como economía
de la salvación). En la historia, Dios se revela con obras concretas: En el Antiguo
Testamento, los acontecimientos del éxodo (Ex 7-14), en el Nuevo Testamento la
vida de Cristo, su encarnación, sus milagros, la muerte y la resurrección. Pero ade-
más manifestó sus palabras: Los profetas que interpretan las intervenciones de
Dios en la historia del pueblo de Israel; las palabras del mismo Cristo, que es Dios y
hombre, que declaran el sentido de sus acciones. Mirando el conjunto de las Sagra-
das Escrituras podemos decir que el hecho central es la venida de Jesús de Nazaret,
quien previamente fue anunciado con las palabras del AT (Antiguo Testamento), y
esa obra fue confirmada con las palabras del mismo Cristo.
Estos hechos y palabras, no van separadas, van unidas en lo más profundo:
Dios hizo y dijo, dijo e hizo, hizo mientras dijo y dijo mientras hizo6. El designio
salvífico, no solo queda manifestado en palabras, sino que es realizado por obras.
No solo nos dice que nos va a salvar, sino que obra la salvación en la historia del
hombre.
“Dios quiso que lo que había revelado para salvación de todos los pueblos, se
conservara íntegro y fuera transmitido a todas las edades” (DV 7).
4
Ob cit p 358
5
DV 2
6
Cf. Lautorelle, p 360
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 31
7
Cf. Lautorelle, p 378
32 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
No podemos considerar una sin la otra, dependen entre si, son un solo depósito,
constituyen una sola revelación. Por eso aclara que brotan de la misma fuente que
es la revelación divina misma; se funden en un mismo caudal ya que expresan el
mismo misterio de Dios Uno y Trino; y tienden hacia un mismo fin que es la salva-
ción del hombre.
En definitiva ambas son Palabra de Dios, la Sagrada Escritura en cuanto escrita
por inspiración del Espíritu Santo, la Tradición es Palabra de Dios en cuanto confiada
a los apóstoles por Cristo y Espíritu Santo, transmitida intacta a sus sucesores para
que éstos la guarden, la expongan y difundan fielmente en su predicación. Por esto
la Iglesia no tiene las certezas solo por las Escrituras, sino que las tiene de ambas.
Una ilumina a la otra, complementándose mutuamente.
Este es un punto crucial en este tema, es foco de muchas críticas por parte de
los protestantes y que ha traído sus graves confusiones, incluso entre los mismos
católicos.
El Magisterio está al Muchas veces se piensa que la Revelación es un patrimonio exclusivo del Magis-
servicio de la Revela- terio, que ellos lo toman y hacen con él lo que les conviene, subordinando la Escri-
ción. tura a su oficio magisterial e incluso confundiendo la Tradición con el mismo Magis-
terio.
El Concilio Vaticano II en la Dei Verbum, aclara de modo tajante este problema:
Primero, la Tradición y las Escrituras son el depósito de la fe, la revelación
divina, separando al Magisterio (tengamos en cuenta que la Tradición y el Magiste-
rio no son aceptados por las otras religiones cristianas).
En segundo lugar, el depósito de la fe es un patrimonio de todos los cristianos,
no solo del Magisterio. Con lo cual resalta la unidad entre pastores y fieles, donde
toda la Iglesia vive del depósito sagrado.
Tercero, el hecho de que toda la Iglesia viva en unidad y participe desde la fe, la
oración y la eucaristía de esta Revelación, no significa que cualquiera pueda inter-
pretarla como quiera. El oficio de interpretar auténticamente el depósito de la fe
queda reservado exclusivamente al magisterio de la Iglesia, no por un capricho
clerical sino por mandato y con la autoridad del mismo Jesucristo, y con la asisten-
cia del Espíritu Santo.
Cuarto, aunque el Magisterio tiene la autoridad de interpretar este depósito, no
esta sobre él, sino a su servicio. El Magisterio no sustituye la Revelación, se define a
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 33
si mismo como servidor de la Palabra de Dios, que no enseña otra cosa que lo que
le ha sido confiado.
Por último, el Magisterio, por mandato divino, y con la asistencia del Espíritu
Santo, escucha con piedad, guarda santamente, expone fielmente, y saca de este
único depósito de la fe lo que propone como verdad revelada que hay que creer
(dogmas). Por lo tanto, así como Tradición y Escritura son inseparables, también lo
son este depósito del magisterio que se sirven mutuamente.
A diferencia de los protestantes, no nos encontramos solos frente a las Escritu-
ras, sino que nos encontramos frente a la Tradición Apostólica (parte de la Revela-
ción de Dios), y unidos al magisterio de la Iglesia que lo escucha, lo guarda y lo
expone fielmente.
Figura 2:
Magisterio
34 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
Introducción
Cada vez que leemos la Biblia, encontramos no pocas dificultades para su com-
prensión. Muchas imágenes que nosotros encontramos en ella nos pueden llevar a
una confusión tremenda si uno no se encuentra mínimamente advertido sobre su
contenido, y especialmente sobre el espíritu con que fue escrita.
En la primera parte de este capítulo aclaramos que la Revelación de Dios no es
más que una obra de amor. Y para que quede más claro respóndase la siguiente
pregunta: ¿Qué le agregamos a Dios con nuestra conversión?, ¿Sumamos algo a
Dios, lo hacemos más feliz, más perfecto, más amable? ¿Me llama porque me
necesita? La respuesta es: no agregamos nada a Dios, a lo que Él es, él no necesita
de nosotros, ni de nada...
Desde esta perspectiva se comprende mejor el mensaje de la revelación. Si Dios
no necesita de nosotros, ni le agregamos nada, entonces ¿porqué se revela; porqué
busca al hombre; porqué envía a su Hijo, Jesucristo, a morir por nosotros? En esta
clave se debe comenzar a comprender la obra de Dios, si no necesita y lo hace no
cabe otra respuesta: AMOR, la caridad plena. Dios no busca ser más feliz, ni el
beneficio propio, sino que nosotros alcancemos la plenitud de la felicidad en Él.
Por lo tanto cuando nos encontramos frente a dificultades sobre cuestiones de la
revelación, es necesario comprender el amor de Dios, y que esto solo se alcanza por
el camino de la fe, que curiosamente, no la obtenemos sino porque Dios nos la da
en el Bautismo.
Hablaremos, entonces, de la Escritura, haciendo algunas consideraciones nece-
sarias para introducirse en ella, sin olvidar, claro está, que es parte de la Revelación,
que es plena desde la luz de la Tradición Apostólica.
No se trata solo del libro más leído de todos los tiempos, tiene una característica
única, es obra de Dios Espíritu Santo que inspira al hombre para que ponga por
escrito todo y solo lo que Dios quiso (DV 11).
El término Biblia viene del griego, es el plural de biblon, que significa libro,
Biblia es: varios libros, podríamos llamarlo una pequeña biblioteca sagrada que
contiene el mensaje escrito por Dios para los hombres.
Tomen una Biblia católica y lean el índice, en él encontraran los libros que la
conforman, como los clasifican y su agrupación en dos grandes partes: El Antiguo
Testamento (AT) que relata los hechos previos a la venida de Jesucristo, es el tiempo
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 35
de la promesa; y el Nuevo Testamento (NT) que narra lo sucedido desde los tiempos
de Jesús (anuncio del ángel Gabriel a Isabel, el nacimiento de Juan el Bautista (Lc
1) hasta la vida de la primeras comunidades cristianas (Hechos de los Apóstoles)8,
además de las cartas católicas.
b) El Canon
Toda religión revelada termina por sentir tarde o temprano la necesidad de fijar
un canon, es decir, un conjunto de libros sagrados, pues si Dios ha querido comu-
nicar su voluntad a los hombres, debe haber algún modo de saber con toda seguri-
dad dónde se encuentra esa revelación. Esto es precisamente lo que garantiza el
canon:
El origen de la palabra canon, es del griego Kanon que deriva del babilonio
qanu, caña. Así se llamaba a la vara larga utilizada por los albañiles para medir.
Más adelante, toma un sentido metafórico, norma o patrón.
La necesidad de definir el canon de la revelación (tanto en los judíos como en los
cristianos) respondió a tres motivos: primero, conservarla a fin de evitar que se
pierda en la vorágine de tradiciones que nacen en torno a ella; segundo, preservar-
la, es decir, impedir que sufra cambio o alteraciones; y tercero, observarla y hacer
que actúe en la fe y la vida.
El presupuesto básico de la definición del canon judeocristiano es la inspira-
ción, el hecho de que determinados libros han sido escritos bajo influjo del Espíritu
Santo, lo que hace otorgarles una aceptación incondicional. Los criterios prácticos
que la Iglesia ha seguido para la selección de libros inspirados han sido: El origen
apostólico y el uso constante en la Iglesia, con sus consecuentes frutos espirituales.
El canon de la Escritura se nos presenta como un conjunto de producciones
literarias dotado de cohesión interna. Tal cohesión se debe a que los libros fueron
usados por la comunidad guiada por el Espíritu Santo, alimentaron su oración,
impulsaron su reflexión y le ofrecieron una norma de vida. La facultad de juzgar si
se da o no esta conformidad la tiene el Magisterio de la Iglesia.
Por lo tanto, la inspiración exige la canonización de un libro. Canonizar signifi-
ca declarar autoritativamente que un libro es inspirado, y consecuente-
mente forma parte de la Escritura. Canonizar no produce ningún cambio en el
libro, simplemente se declara o se pone de manifiesto lo que ya está allí, es decir, se
descubre la inspiración pero de ninguna manera se crea.
El canon católico se definió en el Concilio de Trento (1546) donde ordena acep-
tar, bajo pena de excomunión, 45 libros del Antiguo Testamento (AT), y 27 del
Nuevo (NT)9, quedando este cerrado, es decir que no se incluyen más libros dentro
de la Biblia.
7
Cf. Lautorelle, p 378
8
Para este punto leer DV 14-20
9
Dz, 784-785
36 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
Aclaración: Los libros que no entraron en el canon de la Iglesia son los llama-
dos Apócrifos (libro oculto o secreto). Tales libros sólo podían ser leídos por los
iniciados. Más tarde en el lenguaje católico, este término se reservó para designar los
libros que por su título y contenido se aproximaban a la escritura canónica, pero
realmente no han sido admitidos en el catálogo oficial de la Iglesia (no son inspira-
dos). Actualmente muchos se encuentran publicados y leídos como una importante
fuente histórica y literaria, aclaración que vale para desmentir algunas películas que
hablan de evangelios apócrifos ocultos (Estigma).
“los libros del Antiguo y Nuevo Testamento, con todas sus partes, en cuanto
escritos inspirados por el Espíritu Santo, tienen a Dios como autor...Dios se valió de
hombres elegidos, que usaban de todas su facultades y talentos...como verdaderos
autores”.
Hombre Un libro
Inspiración
Sagrada Escritura 2 Autores
10
DV 11
11
En nuestro estudio nos limitaremos a ver los fundamentos bíblicos sobre los autores divino y
humanos, sin abordar las múltiples teorías que hay sobre el tema, más bien nos detendremos en
las consecuencias o efectos de la Inspiración.
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 37
• San Pablo en 2 Tim 3,14: “Toda Escritura inspirada por Dios es útil para la
enseñanza...”.
• San Pedro (2 Pe 1,21): “porque nunca profecía alguna ha venido por voluntad
humana, sino que hombres movidos por el Espíritu Santo, han hablado de parte de
Dios”.
Con estas citas bíblicas, tenemos un panorama más claro de que el misterio de
la inspiración divina se descubre a partir de la misma revelación.
12
Ver también: Ap 1,3-6; 2 Pe 3,16
38 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
índole propia de cada uno y, por así decirlo, sus singulares características y rasgos”.
(Divino afflante Spiritu 19)
En el AT, vimos como Dios ordenaba a los profetas a escribir algún mensaje. El
autor humano aparece como un simple transmisor pasivo del mensaje divino, cum-
pliendo las órdenes del Espíritu Santo. La concepción judaica tendía a considerar
que los autores humanos caían en una especie de éxtasis religioso, en donde Dios le
dictaba el mensaje.
Pero a lo largo de la Biblia encontramos testimonios que muestran a los autores
como factores creativos y activos, que nos hablan del esfuerzo del autor para la
composición del libro (Ecl 1,30-32: 2 Mac 15,38).
El pasaje más llamativo es del evangelio de Lucas (1,1-4):
“Puesto que muchos han intentado narrar ordenadamente las cosas que se han
verificado entre nosotros, tal como nos las han transmitido los que desde el principio
fueron testigos oculares y servidores de la Palabra, he decidido yo también, después
de haber investigado diligentemente todo desde los orígenes, escribírtelo por su or-
den...”.
13
DV 11
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 39
d) Efectos de la Inspiración
El efecto principal de la inspiración es la misma Biblia, aunque podemos
señalar diferentes aspectos del mismo:
1) Revelación, unidad, integridad y sacramentalidad
a) Revelación: la inspiración hace que la Biblia en su conjunto sea Revela-
ción (no solo ella, no olvidemos la Tradición). Es Dios quien se revela en la
Biblia hablando al hombre.
b) Unidad: aunque materialmente (humanamente) parece una antología de
textos, a la luz de la fe es un solo libro que tiene una sola fuente de origen:
Dios. Por lo tanto los estudios que se realizan de la Biblia deben considerar
seriamente esta unidad.
c) Integridad: significa que Dios ha logrado alcanzar en la Biblia lo que
pretendía perfectamente. A pesar de las limitaciones y defectos aportados
por los autores humanos, Dios ha logrado dar la imagen exacta de sí mismo
y de Cristo que trataba de transmitir.
d) Sacramentalidad: se define a los sacramentos como un signo visible de
Dios invisible. Son encuentros con Dios en Cristo, la Biblia ofrece esta opor-
tunidad cuando rezamos con ella. Por ejemplo: Lectio Divina que es un
modo de oración a partir de la meditación profunda de la Biblia. También la
Liturgia de las Horas, donde toda la Iglesia se une en oración a Dios, cuya
característica es rezar con la misma Palabra de Dios
2) Inerrancia: en esta parte solo citaremos la DV 11: “...los libros sagrados Inerrancia es la au-
enseñan sólidamente, fielmente y sin error la verdad que Dios hizo consignar en sencia de error en la
dichos libros para salvación nuestra”. El tema lo desarrollaremos en el próximo Biblia.
punto “verdad en la Biblia y su interpretación”. Inerrancia es la carencia de error
en la Biblia. Verdad e Inerrancia en la Biblia
14
AAVV, Diccionario de la Biblia, Editorial Herder, Barcelona, 1997, p 906-907.
40 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
Vemos algunos ejemplos que pueden traer algunos de los mencionados conflic-
tos:
Gn 1-2: El relato de la creación del mundo trae conflictos con las ciencias natu-
rales. El origen del mundo en seis días no coincide con las teorías sobre el tema,
aunque algunos quisieron ver en cada día de la creación eras de millones de años,
igualmente no encontramos una solución. Por lo tanto ¿bueno es desechar el relato?
El origen del hombre de arcilla del suelo y agua no condice con las hipótesis de
la evolución, y el Papa Juan Pablo II declaró que la teoría evolucionista es algo más
que una hipótesis.
15
Para este apartado puede leerse a Mannucci, V, La Biblia como Palabra de Dios, Introducción
general a la Sagrada Escritura, Desclée de Brouwer, Bilbao, 1995. También se puede comple-
mentar con la el documento de la Iglesia Divino Afflante Spiritu de Pío XII
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 41
Si en Gn 1,27 Dios crea al ser humano varón y mujer, ¿porqué vuelve a crear de
arcilla del suelo (en Gn 2,7-ss) al hombre, y de una costilla a la mujer? ¿Se debe
descartar la creación del hombre?
Ni hablar del capítulo 3, que nos habla de la caída, en donde aparece una
serpiente que habla, el pecado original que es comer el fruto de un árbol, el castigo
que Dios impone al hombre, ¿no era que Dios es Bueno y no castiga?
Así pasa con los primero once capítulos del Génesis, donde encontramos una
dificultad tras otra, como el problema del Arca de Noé (imaginen el tamaño del
arca para que pueda entrar un macho y una hembra de cada especie) y la Torre de
Babel (cap. 9-11)
¿Qué explicación podemos dar a que se mate a toda la población (jerem) de los
territorios conquistados por Israel, para cumplir la voluntad de Dios?
Al leer las dos genealogías de Jesús nos encontramos con diferencias grandes en
el origen de las mismas. En definitiva ¿porqué no se ponen de acuerdo los evange-
lios en el origen de Cristo?
Primera Conclusión:
Bajo ningún aspecto deben dudar de la Biblia. No tienen que dudar en lo que
verdaderamente creen (de su fe recibida), más allá de saber o no las causas últimas.
En principio sabemos que
Se entiende que los pasajes que mostré presentan dificultad. No son los únicos
en la Biblia, un libro como el Apocalipsis en cada versículo nos encontramos con el
problema de creer o no lo que dice. ¿A dónde nos lleva todo esto?
16
Mannucci, V, La Biblia como Palabra de Dios, Introducción general a la Sagrada Escritura,
Descrlée de Brouwer, Bilbao, 1995, p 225
17
En Mannucci, V. p 238
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 43
“La Escritura debe ser leída con el mismo Espíritu con que fue escrita” (DV12)
18
Cf. Mannucci, V (1995) p.238
44 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
Desde la crítica histórica “no sólo se sitúa al libro en su ambiente (autor, fecha de
composición, autenticidad literaria, etc.), sino que trata también de descubrir el
valor histórico de aquello que el texto narra, de reconstruir la historia de los dos
Testamentos, con la precisión que hacen posible los métodos de la crítica histórica
moderna”20.
19
Cf. AAVV, Diccionario de la Biblia, Editorial Herder, Barcelona, 1997, pp 670-671.
20
Mannucci, V (1995), p 295
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 45
Versiones Escritas
Acontecimiento Tradición Oral Recopilación de
Diversas
tradiciones y versiones
escritas y redacción
final en forma de libro
Siglo III a.C. Traducción al
griego en la Alejandría para Distintos Géneros
la comunidad judía Literarios
(traducción de los 70)
Dificultad de
Primeras identificación de
Versiones Escritas: Los recopiladores
los autores
y redactores de los
Hebreo
textos pueden no
ser los autores de
la historio original
Referencias
Versiones que se
conservan hasta hoy
“La Escritura debe ser leída con el mismo Espíritu con que fue escrita”,
es lo que nos aclara el Concilio. Esto vale tanto para los lectores como los intérpre-
tes de la Escritura. Ella nació bajo el influjo del Espíritu Santo, por lo cual debe ser
leída e interpretada en el Espíritu Santo. Esto significa una docilidad ante Dios
oculto en las palabras inspiradas. En la Biblia se transparenta el Misterio de Dios
Vivo, no una simple historia de los hombres, sino como Dios busca al hombre; por
lo tanto, para descubrir al Señor es necesario entrar en ámbito del Espíritu para
dejar que eleve el alma hacia Él, para que podamos indagar y escuchar su palabra
con fe.
El quinto punto que señalamos más arriba (de DV 12), nos da tres criterios
concretos para la hermenéutica teológica:
46 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
Figura 4
Criterios Hermenéuticos
En la Biblia no hallamos nuestras formas de expresión, sino las que eran propias
de las personas del antiguo oriente. Esto hace que su descripción deba hacerse de
acuerdo a un estudio de la literatura de aquella época y lugar.
Todo género literario encierra un modo particular de expresión de la verdad
y, por tanto, ésta debe ser buscada por métodos adecuados al género en cuestión.
De ahí que una condición necesaria para la correcta exégesis de un libro o fragmen-
to sea determinar las peculiaridades y leyes de dicho género.
De acuerdo a los géneros literarios se clasifican los libros de la Biblia, vean el
índice de una, y encontraran libros históricos, legales, sapienciales, cartas, proféticos,
etc.
Los principales géneros literarios son:
a) Histórico: tiene forma de relato, real o imaginario. Incluye narraciones po-
pulares, leyendas, sagas, cuentos. También nos encontramos frente a relatos de
hechos ocurridos, acontecimientos cotidianos, crónicas que se registraban por
escrito.
b) Legal: Son textos que recogían normas o costumbres por las que se regía el
pueblo. Es una exigencia de la alianza con Dios.
c) Profético: revela la existencia de un mensajero que, en este caso, sabe que
habla a los hombres en nombre de Dios e inspirado por su Espíritu. El profeta,
además de la palabra, se vale de la acción simbólica para expresar la acción de
lo quiere decir.
d) Lírico: Expreso o pretende expresar sentimientos, vivencias interiores, pa-
sión, amor. Su leguaje tiende al simbolismo que expresa mejor las vivencias de
carácter poético y religioso.
e) Sabiduría o sapiencial: son narraciones de experiencia de vida. Reflexio-
nes sobre diversas realidades de la vida, sobre los grandes interrogantes de los
hombres, formulados por sabios y pensadores.
f) Cartas o epistolar: son escritos enviados por un remitente a un destinatario
que puede ser una persona o una comunidad. Sus contenidos son muy variados.
48 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
21
Sánchez Caro, JM y otros, La Biblia Didáctica, Ed SM-PPC Consulta, España, 1996. Pp 12-13
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 49
• Apocalíptico:
Visiones, sueños e interpretaciones (Dn 7-12 y Apocalipsis)
Cantos
Segunda Conclusión
Respecto de los pasajes bíblicos antes citados podemos sacar algunas conclusio-
nes: aquellos que los interpretaron no han tenido en cuenta ni la verdad para la
salvación, ni la Tradición, ni la unidad de la Escritura, ni la analogía de la
fe, ni el Magisterio, mucho menos las consideraciones de los géneros lite-
rarios, la época de escritura, el ámbito del hagiógrafo y tantas otras tantas
cosas que enumeramos en este apartado...
No hace falta ser un perito literario o historiados para leer el don de la Sagrada
Escritura, solamente hace falta tener cuidado con aquello que decimos fundados en
ella. Es una fuente inagotable de vida espiritual, y es una gracia para todos los
cristianos el poder contar con ella, por lo tanto, siempre tenemos que tener como
norte lo que Dios quiso decirnos al Revelarse:
Darse a conocer y llevarnos por el Hijo en el Espíritu Santo al Padre, para poder
gozar de la bienaventuranza eterna.
En este capítulo hemos dado algunas herramientas básicas para poder acercarse
a la lectura bíblica, y con ellas poder llegar a un entendimiento más profundo de
aquello que fue revelado, entrando así en el dinamismo profundo de la vida de la
Iglesia, que es la comunidad que Cristo nos deja para llegar a la salvación eterna.
BREVE APÉNDICE
No podemos dar por finalizado el capítulo sin antes hacer algunas consideracio-
nes sobre algunos de los pasajes que tan mal hemos interpretado o puesto dudado
en el presente apartado. Por tanto, brevemente les daré algunas claves exegéticas
para lograr entender la intención de diferentes pasajes.
Comprenden como no nos podemos quedar solo con los versículos que leyeron
sino ver la unidad de la Escritura, la presencia de estos seres en otros pasajes (Gn
3,24; Ex 25,18; IRe 6,23-28), leer lo que antecede y sigue a la cita, la historia de
Israel, las imágenes y formas de expresión, etc.
Hch 15,20
Uno de los problemas más graves de mal interpretar este pasaje es que le cuesta
la vida a miles de personas que se ven imposibilitadas de recibir transfusiones de
sangre. Tal inconveniente se nos presenta con la conocida secta Testigos de Jehová,
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 51
o de la Iglesia de los santos de los últimos días, que insisten en interpretar al pié de la
letra la Biblia.
Veamos que nos puede decir un poco de sentido común y conocimiento de
historia.
Primero debemos aclarar que el capítulo 15 de Hechos de los Apóstoles son las
actas de los concilios de Antioquia y el de Jerusalén, También se llama controversia,
ya que se juntaban los apóstoles para solucionar los inconvenientes que se presenta-
ban en la vida pastoral. El pasaje que leyeron hace referencia al último.
Dos posturas se ponen en juego: la de los judaizantes, que pretendían que los
gentiles (mundo pagano) para bautizarse debían convertirse primero al judaísmo,
“convertirse primero a Dios” es la expresión que se usaba. Esto implica poner bajo
la ley de Moisés a los paganos, cumplir con 635 preceptos entre ellos el de la
circuncisión, cosa horrenda para el mundo gentil. La consecuencia era que no se
podían convertir a Cristo sin antes ser judíos como Él, y esto llevó a que mucho no
quieran bautizarse.
La otra postura, no judaizante (cuyo mayor exponente fue San Pablo), decían
que no era necesario circuncidarse para bautizarse, la fe es condición suficiente para
la conversión a Dios y a Cristo. Este planteo hacia que el mensaje cristiano se abra
rápidamente al mundo entero, sobrepase los límites de Israel.
Algo preocupaba a todos, la idolatría en la que estaba inmerso el paganismo,
con los rituales que realizaban para adorar sus falsas divinidades, por ejemplo, el
sacrificio de animales en donde se comía la carne y la sangre de los mismos que
fueron inmolados para los ídolos.
Por tanto, Santiago, obispo de Jerusalén, sugiere una norma básica para evitar
la idolatría que sería algo inaceptable para el mundo judío. Cuando dice abstenerse
de sangre, nada habla de transfusiones, sino de no ingerir sangre de los animales
sacrificados a los ídolos. Aclaramos que el hecho de tomar sangre de animales no es
un rito fuera de lo común, es más, lo cristianos lo hacemos cuando en el sacramen-
to de la Eucaristía recibimos cuerpo y sangre de Nuestro Señor Jesucristo.
¿Qué opinan ahora de lo que sostienen los Testigos de Jehová? Evidentemente la
interpretación de ese pasaje no es correcta, está descontextualizada y muy lejos de
la intención de los autores.
Mt 1,1-16 y Lc 3,23-38
Las genealogías de Jesús tienen un significado muy importante para la vida
pastoral de las primeras comunidades cristianas. En ambos evangelios se explica el
origen de Aquel que vino a salvarnos para ubicar a los que se bautizaban a donde
está su raíz.
Comencemos entonces con la tarea exegética:
1) Los evangelios se escribieron con un fin catequético, enseñar a los fieles los
hechos y palabras de Jesús. Nacen para conservar a través del tiempo el mensa-
je salvífico traído por el Mesías. Por tanto no se puede leerlos con si fueran libros
de historia científica (como entendemos esta ciencia hoy en día), pero no por
esto se puede negar su carácter histórico.
52 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
2) El fin pastoral de los evangelios nos remite a considerar para quién fue escri-
to. Cuando uno hace un catecismo lo primero que se fija es a quien va dirigido,
y según la realidad y necesidad de los destinatarios se seleccionará el material y
se organizará el contenido, se usará un lenguaje determinado y un modo de
enseñar (lo mismo que señalamos en el apartado “Interpretación de la Biblia”).
3) Finalmente la pregunta: ¿por qué Mateo une la ascendencia de Jesús con
Abraham y Lucas lo hace con Adán (e Hijo de Dios)? La respuesta es sencilla
teniendo en cuenta la totalidad y unidad de la Escritura (sobretodo de los evan-
gelios y sus destinatarios).
Mateo escribe para las comunidades judías, por lo tanto necesita demostrar la
legitimidad de Jesús como Mesías, esto implica decir que desciende de David, y su
pertenencia al Pueblo de Dios, es decir, hijo de Abraham. No hace falta dar más
explicación que esa para que comprendan quién es Cristo.
En cambio Lucas, escribe para los paganos, que nada conocen de Abraham y
David, por lo tanto pone el origen de Cristo en Adán, es decir, todo el género
humano, mostrando con esto la universalidad de la salvación traída por Él.
No solo por este pasaje nos damos cuenta los destinatarios de los evangelios,
sino porque todo en ellos está escrito según un modo específico.
En esta síntesis vemos como se aplica la exégesis para interpretar la Escritura,
teniendo en cuenta las diferentes cuestiones vistas para encontrar lo que los autores
quisieron decir y lo que Dios quiso dar a conocer con dichos libros.
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 53
Actividades Propuestas
Responda las siguientes preguntas:
1) Realice un mapa conceptual con los puntos de la DV 2 y 7 al 10, relacionan-
do los diferentes conceptos que desarrolla.
2) Continuemos con el glosario agregando las siguientes palabras:
a) Revelación Divina
b) Sagrada Tradición
c) Sagrada Escritura
d) Magisterio
e) Inspiración
f) Inerrancia
g) Género Literario
3) Señale los efectos de la inspiración de las sagradas escrituras.
4) Lea atentamente los siguientes pasajes bíblicos e identifique el género litera-
rio al que pertenecen. Luego elija dos de ellos y ensaye una interpretación exegética
considerando los criterios dados en esta unidad. (consideren utilizar todas las
herramientas que les ofrece la Biblia, como ser índices, pié de páginas y notas
marginales)
a) Dn 7
b) Ap 12
c) Ex 14
d) Sal 51 (50). Se titula Miserere o Misericordia
e) Lc 24
5) Luego de haber leído la unidad haga una breve comparación entre lo que
usted conocía sobre la Biblia y cual es su visión luego del estudio.
E
n nuestros días es difícil hablar del lugar del hombre en el
mundo por la gran confusión que encontramos sobre el
origen y el fin del mundo. Tanto las hipótesis científicas
que, en algunos casos, intentan desmentir el origen divino de todo lo
creado (caso de algunas corrientes evolucionistas), como las que ensa-
yan un tipo de espiritualidad egocéntrica, donde el yo termina
divinizándose y confundiéndose en el todo del cosmos y con el mismo
Dios (como es la New Age); no logran explicar la trascendencia de la
Primera Causa origen de todo cuanto existe.
En definitiva se busca explicar el mundo por él mismo, lo cual,
como veremos es absurdo.
El Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña que “la catequesis
sobre la Creación reviste una importancia capital. Se refiere a los
fundamentos mismos de la vida humana y cristiana: explicita la res-
puesta de la fe cristiana a la pregunta básica que los hombres de
todos los tiempos se han formulado: «¿De dónde venimos?», «¿A dón-
de vamos?», «¿Cuál es nuestro origen?», «¿Cuál es nuestro fin?», «¿De
donde viene y a dónde va todo lo que existe?». Las dos cuestiones, la
del origen y la del fin, son inseparables. Son decisivas para el sentido
y la orientación de nuestra vida y nuestro obrar.”1
Nos toca abordar estos temas desde la teología y teniendo en cuen-
ta nuestro campo de estudio: Dios y las cosas creadas en cuanto que se
relacionan con Él. Lo más importante a considerar sobre la obra divi-
na es que “la bondad y el amor divino son la razón de la creación”. Y
es importante considerar el lugar que tenemos nosotros en esta obra
trinitaria, es decir, descubrir el orden de las cosas.
No se puede entender al hombre sino es en el contexto de toda la
creación, el hombre es parte de ella y tiene una misión que cumplir
respecto de los otros seres. Por este motivo es que vamos a intentar
ahora explicar la visión teológica del cosmos, con el fin de comprender
el lugar que en él ocupa el hombre.
1
Catecismo de la Iglesia Católica 282
58 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
Temario
• Significado del término creación.
• Sentidos del término crear: amplio, metafórico y estricto.
• Los diferentes modos de comenzar a ser.
• Hipótesis contrarias al pensamiento cristiano.
• La creación en la Biblia.
• El lugar del hombre en la creación.
• Conservación, Gobierno y Providencia.
Mapa de Contenidos
EL ORDEN EN LA
CREACIÓN
ORIGEN DEL MUNDO
EMANANCION
MODOS DE COMENZAR
EL LUGAR
A SER DEL
GENERACION
HOMBRE
TRANSFORMACION
ERRORES
CREACION
MATERIALISMO
BIBILICOS
PANTEISMO
HACER DE LA NADA
FUN DA M ENTOS
DUALISMO
TEOLOGICOS
SOLO DIOS
DEL MAGISTERIO
Conservación
Providencia
Gobierno
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 59
1. El Significado de Crear
Uno de los conceptos más propios del cristianismo es la noción de creación, con
ella se refiere al origen que tienen las cosas. Vamos a empezar entonces, por el
concepto de creación en sentido cristiano para continuar analizando el pensamiento
de aquellos que se oponen a esta idea.
La palabra creación puede tomarse en diversos sentidos:
a) en un sentido amplio cuando se refiere a la producción de un ser, y así se dice
por ejemplo que el artista es un creador.
b) el sentido metafórico: cuando se concede un cargo o dignidad a una persona.
c) el sentido estricto: cuando se refiere a la acción divina de producción de
cosas de la nada. En este último sentido trataremos nosotros.
La creación es: cuando una cosa, totalmente inexistente –es decir, que no
existe ni en acto ni en potencia, ni en forma ni en materia– recibe de una causa
eficiente todo el ser.
2
Seguimos en esto a PIOLANTI A. Dio nel mondo e nell´uomo, Librería Editrice Vaticana, 1994,
p.22 ss.
60 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
esto tienen de diferente con el concepto de creación puesto que en esta la causa
eficiente no requiere la preexistencia de ningún sujeto, de ninguna materia.
Cuando en la teología cristiana se afirma que Dios crea a las cosas no sostiene
que salga algo de Dios hacia fuera, esto es, una emanación de la sustancia divina;
ni se dice tampoco que Dios transforme una materia eterna preexistente, sino que se
dice que las cosas salen de la nada y es Dios la causa única de toda la realidad, y
que esta es distinta de Él.
Así podemos agregar una nueva definición al concepto de creación: “Es la pro-
ducción de una cosa de la nada de sí y de un sujeto”4.
La nada es el no ser, aquello que no existe, por lo tanto no puede ser causa
material de una cosa, por esta razón cuando se dice “de la nada” es para indicar que
no existe ningún tipo de presupuesto previo. Y en esta definición se agrega “de un
sujeto”, para indicar de que en esta producción se parte, no sólo de la nada de un ser
en sí, sino de la nada de otro ser, esto es, que no es la tarea que realiza el escultor
que saca de un mármol existente una forma nueva.
De todo esto podemos deducir que no se da creación en los siguientes casos:
a) cuando el Verbo Eterno, el Hijo de Dios, es engendrado por el Padre, porque
en este caso la procesión no sale fuera de la sustancia divina;
b) tampoco se da creación en el caso de la transformación del pan en cuerpo
de Cristo y del vino en su sangre en la misa porque en este caso se parte de una
materia;
c) tampoco se da creación cuando Dios infunde su gracia en el alma de un
hombre porque lo sobrenatural es siempre accidental al hombre;
3
SANTO TOMÁS dice así: “si se considera la emanación de todo el ser universal respecto a su
primer principio, es imposible presuponer algún ser a esta emanación. Ahora bien, “la nada” es
lo mismo que la negación de todo ser. Por tanto, como la generación del hombre se hace del
no-ser que es no hombre, así la creación que es emanación de todo el ser, se hace del no-ser
que es la nada” (Suma Teológica, I, q. 45, a.1).
4
Santo Tomás Suma Teológica, I, q 46, a.1-2
5
Idem a.5: “el efecto propio de Dios al crear es algo que se supone anterior a toda otra acción,
es decir, el ser en absoluto. Por consiguiente, ninguna causa puede obrar dispositivamente e
instrumentalmente en la producción de este efecto, ya que en la creación no se presupone
materia alguna que pueda disponerse por la acción del agente instrumental”
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 61
6
Cf. PIOLANTI A., o.c.p. 27 ss.
62 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
De esta forma, en contra del dualismo sostiene que Dios es el único creador del
cielo y de la tierra, es decir, de todas las cosas visibles e invisibles. Esto es lo que
expresa al inicio del Credo: “Creo en Dios Padre, Todopoderoso, creador del cielo y
de la tierra” (Símbolo Apostólico). Esta expresión de fe se mantiene clara, sin con-
fusiones en todas las manifestaciones formales de fe que acompañan los actos
litúrgicos, y en las enseñanzas de los primeros maestros de la fe (padres de la Igle-
sia). De manera particular esta doctrina se hace explícita al rechazarse la postura de
las sectas maniqueas, 7en las cuales se niega la posibilidad de un principio creador
que no sea Dios; o de la afirmación de que el mal también tiene un principio
absoluto. Lo mismo se halla en los rechazos de la Doctrina Social de la Iglesia de las
posturas de las sectas de cátaros, los valdenses y los albigenses, reafirmando a Dios
no sólo como creador de las cosas espirituales sino también de las corporales y
sosteniendo que hasta el mismo diablo es creado por Dios, como un ser que es
bueno por naturaleza pero que luego se convierte en malo. 8
Contra el materialismo no existe un rechazo directo puesto que lo considera un
error banal, es el hecho de afirmar que sólo existe la materia.
Respecto del panteísmo también son varias las declaraciones del Magisterio en
las cuales se niegan la posibilidad de admitir una confusión del Ser divino con el ser
creado, particularmente se da esto en el Concilio Vaticano I (1870) en el cual se
afirma que hay un solo Dios creador, que ha creado por su bondad y potencia
infinita todas las cosas de la nada.
De esta manera, la enseñanza oficial de la Iglesia se mantuvo fiel al dato de la
revelación en la cual lo primero que se enseña es que todo procede de un solo
Creador, que no es de este mundo.
7
Cf. Concilio I de Toledo (año 400).
8
Concilio IV de Letran (año 1215) DS 800. Esto se repite en el Concilio de Florencia (año
1441).
64 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
2. La Creación en la Biblia
Recordemos para El autor principal entonces es Dios, Él elige e inspira a algunos, y estos ponen
este tema la unidad an- por escrito lo que quiere revelar Dios usando de los elementos propios del lenguaje
terior de su época. El texto fue escrito por más de un autor, en la antigüedad la autoría de
un texto no se limita a una persona singular sino a un maestro y se extendía a sus
discípulos de manera tal que si bien se atribuye el texto al personaje principal, puede
haber allí distintas manos que escriban sin que esto signifique falsificación de la
autoría en sentido moderno. Los relatos de la creación responden a dos líneas:
• la tradición sacerdotal (capítulo 1).
• la tradición yahvista (capítulo2).
Antes de continuar con la lectura del módulo sugerimos tomar la Biblia y leer los
capítulos 1 y 2 del génesis.
El texto del primer capítulo presenta rasgos muy distintos respecto del segundo.
La razón de esto se halla en que se tratan de escritores distintos, aunque ambos
piensan y escriben semíticamente, recordemos que cuando Dios inspira deja que
las causas segundas (autor humano) intervenga también con sus propias cualidades
humanas.
Génesis 1 presenta la creación dentro de un contexto mucho más amplio,
plasma el origen del cosmos desde la perspectiva de los habitantes del mar. Se trata
de un relato progresivo, en el cual en primera instancia Dios separa y luego adorna.
El relato consiste entonces en un proceso por el cual el caos totalmente desordenado
surge un cosmos completo ordenado y con un fin. Este cosmos tiene una forma
ascensional, como si se tratase de una pirámide en cuyo vértice está el hombre, por
eso, una vez creado éste, luego de haber alcanzado la plenitud de la obra, Dios
descansa9.
9
Cf. GROSS H.Exégesis teológica de Génesis 1-3, in Mysterium Saslutis, vol II, Cristiandad Madrid
1992, p.355 ss.
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 65
Dios
Hombre
Animales
Vegetales
Minerales
10
Cf. GRELOT P. Hombre ¿quién eres?, Cuadernos Bíblicos 5, Verbo Divino, Navarra 1976. P, 21
ss. Los pueblos en la Mesopotamia tenían distintas representaciones: a) para los sumerios todo
procedía de la fecundidad divina, modelo y fuente de la humana, y los hombres habían sido
procreados por la gran diosa madre Ninmah. Los dioses también eran responsables del mal. b)
para los acadios hay un demiungoque organiza el universo, es un dios nacional. Al principio de
todo hay un caos, y de las aguas salen los dioses que luego se enfrentan. El hombre está
sometido fatalmente a los dioses.
66 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
Con esta idea se pretende dejar en claro que las creaturas no proceden de un
impulso impuro indeterminado y sordo de una masa original que producen a los
dioses mismos, rechazando así toda fusión panteísta entre Dios y el mundo. Dios
crea las cosas por su palabra, y esta actividad divina no es algo transitorio como la
humana, sino que es constante. El texto presenta a un Dios que dirige su palabra a
la creatura, y por esto existen las cosas y no la nada.
Y en segundo lugar:
El lugar que ocupa el hombre como imagen de Dios y como llamado a participar
del señorío de Dios.
11
Cf. SCHEFFCZYK L.Creación y providencia, in Historia de los Dogmas, t, II, BAC, Madrid 1974,
p.4 ss
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 67
El mensaje de este texto es que Dios cuida del hombre. En primer lugar porque
prepara el medio vital para el ser humano, es lo que llamamos paraíso, y que
encarga que el hombre lo trabaje.
Del relato no son tan importantes los detalle de descripción del lugar cuanto la
idea de armonía total del ser y de la existencia humana, como un estado de integri-
dad y equilibrio del hombre. Es una situación de felicidad para el hombre en la cual
el trabajo no es una carga pesada por la relación de amistad que tiene con Dios. A
pesar de que Dios se inclina a cuidar al hombre, éste se siente sólo y por eso Dios le
crea una ayuda apropiada manifestando nuevamente su amor de Padre. También la
creación del mundo animal resulta un acto de la providencia divina para con el
hombre, con él se asegura el sustento y la supervivencia.
En síntesis:
Las enseñanzas de estos primeros textos bíblicos es clara: las cosas proceden de
un Creador, y no existía nada antes de la acción de Dios; en este mundo creado hay
un ser especial, el ser humano con quien Dios puede entablar una relación de amis-
tad. Estas nociones se repiten a lo largo de toda la Sagrada Escritura.
“Por la palabra de Yahveh fueron hechos los cielos, por el soplo de su boca
fueron hechos toda su mesnada…pues Él habló y fue así, mandó Él y se hizo” (32, 6).
El ser humano está situado como el nexo, el anillo que los une. El mundo es
uno por su origen, por la relación de sus partes y por su ordenación al hombre como
fin del universo.
Mundo Espiritual:
Dios
Ángeles
HOMBRE
Mundo Material:
Seres corpóreos
Sólo Dios, como ser absoluto, puede ser el principio y fin último del mundo. Sólo
Dios puede crear. Los entes son una participación finita de su ser, ninguno de ellos
llega a agotar el ser de la causa; cada una a su manera refleja la perfección infinita
del creador. Esta es la razón de ser de la variedad de los entes y de los distintos
niveles de ser. Dios creó una multitud de cosas para manifestar a través de ellas su
infinita bondad. La bondad que en Dios se da de manera absoluta y simple, en las
creaturas se da de manera múltiple y por partes, de forma tal que es el conjunto, la
totalidad la que representa de manera más acabada el ser divino.
En conclusión:
En ese orden los seres inferiores están ordenados a los superiores, y los superiores
disponen y dirigen a los inferiores.
Así es como podemos decir las plantas son para los animales y éstos para el
hombre, en el sentido de que sean útiles al ser que es superior y de esta manera
cumplan su misión en la totalidad del mundo.
Para comprender el orden del mundo hay que tener una visión de la totalidad del
mismo y reconocer que existen sustancias materiales y espirituales, que en la perso-
na humana se dan unidas sustancialmente, pero que también se da en un tipo de
ser como sustancia puramente espiritual. Hay un mundo de sustancias espirituales
que forman parte también de la creación divina y que es lo más próximo al ser de
Dios. La existencia de estos seres espirituales, los ángeles, se puede llegar a deducir
con la razón humana pero constituyen fundamentalmente un dato de la revelación
que se acepta por la fe, tema que trataremos en el próximo punto.
a) Los Ángeles
Como estábamos diciendo, para comprender el sentido del mundo hay que
tener presente a estas realidades espirituales que forman parte de él. Los ángeles
no son fuerzas o energías difusas, dispersas en el espacio, o sentimientos subjetivos
de las personas humanas; los ángeles son seres personales como el hombre y como
Dios, aunque son de un modo diferente.
Como dijimos la existencia de los ángeles no se prueba por la razón sino por la
fe, por eso muchos rechazan la existencia de estos seres puramente espirituales. Así
por ejemplo los racionalistas y materialistas y los espiritistas, los identifican con las
almas de los muertos. Sabemos de la existencia de los ángeles por el testimonio de
la revelación.
En la Sagrada Escritura aparecen estos seres ya desde los inicios: así por ejem-
plo, en Antiguo Testamento, inmediatamente después del pecado de Adán y Eva,
un ángel guarda la entrada del Paraíso (Gn 3, 24). También un ángel se aparece a
Agar, mujer de Abraham en el desierto. Es un ángel el que detiene el brazo de
14
Cf. Idem p. 121.
15
Es la sabiduría divina la que es causa de la distinción de los seres para la perfección del
universo, puesto que este no seria perfecto puesto que no seria perfecto sino hubiese mas que
un tipo de bondad en los seres. Cf. SUMA TEOLOGICA I q 47, a.2, c.
72 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
Abraham cuando va a sacrificar a su hijo Isaac (Gn 22, 11). Jacob, patriarca de
Israel, ve en sueños (se trata de una revelación sobrenatural), una escalera por
donde suben y bajan los ángeles de Dios (Gn 28, 12). Es también un ángel el que
acompaña a los judíos en su éxodo por el desierto (Éxodo 14, 19). Los ángeles
protegen a los jóvenes que se mantienen fiel a la ley divina cuando son enviados a
morir en un horno (Daniel 3, 49).
En el Nuevo Testamento aparecen también estos seres espirituales en varios
pasajes: es un ángel el que anuncia a María la encarnación del Verbo de Dios (Lc 1,
26-38); también es un ángel el que le avisa a José sobre el nacimiento del niño, y el
que le manda huir a Egipto (Mt 1, 20 y 2, 13). En el mismo nacimiento de Jesús
aparece una multitud de ángeles (Lc 2, 13) y finalmente, en el momento de ser
capturado para ser crucificado en el huerto de Getsemaní, Jesús dice que tiene a
una legión de ángeles que lo protege (Mt 26, 54).
Los ángeles, entonces, no son inspiraciones divinas, ni fuerzas de la naturaleza,
tampoco personificación de operaciones divinas ni almas de muertos, son seres
espirituales creados por Dios, como dice San Pablo: “Porque en Él fueron creadas
todas las cosas del cielo y de la tierra, las visibles y las invisibles, los tronos, las
dominaciones, los principados, las potestades; todo fue creado por Él y para Él”
(Col, 1,16).
Los ángeles son espíritus puros, sin mezcla alguna de materia, y la teolo-
gía ha encontrado una razón de conveniencia para explicar la naturaleza de estos
seres puesto que existiendo seres inteligentes dotados de cuerpo hacía falta que
existiesen seres puramente espirituales que se acercaran más a la perfección divina,
puesto que un ser cuanto más espiritual es, más inteligente es16. Al ser puramente
espirituales no se da en ellos ninguna de las condiciones propias a las que están
sometidas los seres corporales como la corrupción, la mutabilidad, la división en
partes, o la ocupación de un espacio físico. El ángel se halla allí donde actúa como
ser inteligente y esto lo hace a través de su inteligencia y voluntad, y sólo puede
hacerse presente en el mundo material en la medida que puede mover a un determi-
nado cuerpo. Este movimiento se realiza normalmente a través de la comunicación
que tienen con los seres racionales a los cuales pueden, por ejemplo, sugerirle una
idea.
Estos seres espirituales, aunque puedan influir en la vida de los seres humanos
de ninguna manera se mezclan con los seres humanos puesto que tanto éstos como
los ángeles son personas, y ser persona, como vamos a ver, significa ser una sustan-
cia completa e incomunicable.
El ángel es un ser que tiene una capacidad intelectual superior a la del hombre,
puesto que en él la inteligencia no actúa en relación con un cuerpo. En el hombre
el conocimiento racional parte de los datos de la realidad que reciben los sentidos,
16
Los ángeles no existen desde la eternidad, sólo Dios existe desde toda la eternidad; estos
seres fueron creados por Dios junto con la creación del universo material. Naturalmente “junto”
no significa en el mismo momento, pues eso es imposible de determinarlo, significa que estos
también son seres creados, y por eso también forman parte de la totalidad de la creación. Esto
es lo que han enseñado siempre los doctores de teología y el Magisterio Oficial de la Iglesia. Es
también imposible determinar la cantidad de ángeles que fueron creados, sin embargo, de los
textos bíblicos puede deducirse que el número de los mismos es muy elevado. Por eso se habla
de millares, millones, legiones, etc. Santo Tomás Suma teológica I q 50 a.1
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 73
Los ángeles tienen una doble misión, por un lado adorar a Dios como toda
creatura, y siendo ellos seres espirituales la adoración consiste en una alabanza que
deben rendir ante su presencia. La segunda misión que tienen los ángeles, como
cada una de las creaturas, es colaborar a que el universo llegue a su perfección y esto
lo hacen asistiendo a los hombres de manera tal que sus vidas se dirijan a Dios
Por eso se habla en la teología de los ángeles custodios, como enseña la Escritu-
ra: “Te encomendaré a sus ángeles para que te guarden en todos tus caminos y ellos
te llevarán en sus manos para que no tropiecen en las piedras” (Salmo 90, 11-12).
Hemos tratado brevemente de los ángeles ya que consideramos que no se puede
entender al universo sólo como una realidad material, y al hombre como la única
realidad espiritual en él. Además creemos que esto contribuye a la comprensión del
misterio del mal en la vida del hombre.
17
Cf. SANTO TOMAS Suma Teológica, I, q. 58 aa. 2,3,4.
18
Cf. SANTO TOMAS Suma Teológica, I, q. 59 aa 1,2,3.
19
La existencia de los demonios es una enseñanza que se halla en la Sagrada Escritura y que ha
sido incorporada al Magisterio Oficial de la Iglesia. Así por ejemplo se menciona en el Antiguo
Testamento una “caída” de Lucifer que pretendió alzarse por encima de Dios y ser más que Él
(Cf. Isaías 14, 12-15). También en el Nuevo Testamento aparecen estos ángeles malos, el
mismo Jesús dice haber visto caer a Satanás desde el cielo (Lucas 10, 18), y en el Evangelio de
San Juan le dice a los judíos que le rechazaban: “Ustedes tienen por padre al diablo” (8, 44)
74 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
4.1 Conservación
La creación supone no sólo una acción de la potencia divina para hacer existir a
cada uno de los entes sino que esta acción tiene que necesariamente permanecer en
el tiempo que dura la existencia de ese ser, puesto que el ser mismo de cada cosa
depende de la Causa Primera21.
En otras palabras,
Esto significa que Dios sostiene el ser de la cosa, pues si no lo hiciera desapa-
recería. Nada de cuanto existe continuaría existiendo si no fuese por esta prolonga-
ción de la acción de la Causa Primera, como dice la Sagrada Escritura: “Pues amas
todo cuanto existe y nada aborreces de lo que has hecho, que no por odio hiciste
cosa alguna. ¿Y cómo podría subsistir nada si tú no quisieras o cómo podría conser-
varse sin ti?” (Sab 11,25-26.). También San Pablo dice: “Él es antes que todo y todo
subsiste en Él” (Col 1,17).
La acción por la cual Dios conserva todo lo que existe, es continua e incesan-
te pues todo efecto depende de su causa, y en este caso en particular depende no
sólo en sus obras sino también en su mismo ser, ya que no lo tienen por sí mismos
sino recibido de la Causa Primera. Sólo Dios existe por sí mismo, porque su existen-
cia pertenece a su esencia, Él es el Ser Necesario. Todos los demás seres son contin-
gentes, es decir, podrían no existir, puesto que de hecho no existieron, si existen es
porque han recibido esta existencia de aquél Ser Necesario, como veremos en el
unidad 5.
Algunos se preguntaron si podría Dios aniquilar todo lo que existe, y al encon-
trarse con la respuesta negativa pretendieron ver en ella una limitación de la omni-
potencia divina. Dios es todo poderoso, puede hacer lo que quiere, pero es perfecto,
por lo tanto no puede querer lo contradictorio o lo ilógico. Y crear algo para que
exista para después hacerlo volver a la nada sería una contradicción, más bien
propia de los hombres que de Dios. No habría de esa manera no sólo lógica en Dios
sino tampoco bondad. Cuando en la Escritura se habla del fin del mundo no se
entiende por ello una aniquilación sino una transformación en un nuevo mundo,
esto es, en la vida eterna.
La teología católica nunca ha definido la duración del tiempo hasta éste fin del
mundo porque no existe ningún dato en la Sagrada Escritura que permita deducir-
21
Cf. ROYO MARÍN, A., Dios y su obra, Bac, Madrid, 1963, p. 538-546.
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 75
lo. Más aún, ha rechazado todas las especulaciones humanas respecto de una fecha
como se ha dado frecuentemente entre las sectas. Sin embargo, puede resultar
interesante, incluso para entender el sentido del mundo y del tiempo una teoría
propuesta por San Agustín y retomada por Santo Tomás:
El fin del mundo llegará cuando sea creado el último hombre que está destina-
do, según el plan divino, a formar parte del reino de Dios en la vida eterna. (Cf. De
Potencia, q. 5. a.1, c.).
4.2. Providencia
El plan que Dios tiene por el cual gobierna todo el mundo se llama Providencia
y existe en la mente divina:
La providencia un orden admirable en todas las cosas creadas por el cual cada
una de ellas se dirige a un fin propio, y ese orden no puede tener otra causa sino el
pensamiento divino que al crear las cosas determina el modo cómo estas se realizan,
y no sólo cada una sino la totalidad de los seres.
22
En varios otros pasajes de la Sagrada Escritura se menciona la dependencia que tienen los
seres de su Creador, particularmente en lo que tiene que ver con la alimentación como signo
visible de la sustentación en Dios (Salmo 146, 103, 144). También para la Escritura es Dios el
que conduce la vida del hombre (Proverbios 16, 9, Sabiduría 14, 3).
76 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
resulta coherente, que en virtud de la misma bondad, conduzca las cosas creadas a
su perfección.
De esta manera no caben en el cristianismo el fatalismo de aquellos que niegan
la existencia de Dios (como los deístas, los fatalistas y los materialistas). La forma
más corriente de negación de la Providencia consiste en el dualismo de los que
sostienen que hay un principio del bien y el del mal; y también la de aquellos que
piensan que el orden del universo depende de los astros (astrología). La actitud del
creyente, en cambio, es de confianza en un Dios infinitamente bueno:
aquella dignidad.
En realidad, deberíamos ir más lejos en la afirmación y decir que, no sólo el
hombre no es el centro del mundo sino que éste no ha sido creado para él. Dios no
creó el mundo para el hombre, lo hizo para sí mismo. Comprender esto es com-
prender al hombre.
Para explicar esta verdad teológica tenemos que explicar la creación por sus
causas, así es que comenzamos por la Causa Eficiente.
a) La Causa Eficiente:
La causa eficiente de una acción cualquiera es:
23
Cf. AUER J., El mundo, creación de Dios, Herder, Barcelona 1979 p. 125-175
24
Cf. PIOLANTI, A., Dio nel mondo e nell´uomo, Ed. Vaticana, Roma, 1994, p. 84 a 103.
78 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
25
Cf. SANTO TOMÁS, Suma Teológica, q. 44, a. 3, c.
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 79
verdadera de Dios es pensar que Él es un ser que vive pendiente de las necesidades
del hombre. De forma tal que cuando no asiste a las necesidades humanas parecie-
ra ser que ya no es Dios. Esta equivocación es fruto de la mentalidad utilitarista de
los seres humanos ya que a veces el hombre en su soberbia se constituye en fin de
todas las cosas y piensa que las personas merecen la pena amarse si le reportan
algún tipo de utilidad, hasta el punto de trasladar esta idea a Dios mismo. Esta es la
razón por la que no pocos atraviesan por profundas crisis de fe, cuando ponen en
duda la existencia o bondad de un Dios que parece haberse olvidado de ellos.
Por lo tanto, el hombre no es el centro del mundo.
Dios no puede obrar con ningún otro fin que no sea Él mismo, como veremos
más adelante, y por este motivo es que Él mismo es el fin de la creación.
Dios ha creado el mundo para Él mismo, y no porque sea egoísta como algunos
podrían pensar. No tenemos que confundir el ser de Dios con el ser del hombre,
puesto que en el caso del hombre, si éste obrara siempre teniéndose a sí mismo
como fin de sus acciones, entonces sí estamos frente a un perfecto egoísta. Esto no
sucede con Dios porque Dios no es egoísta, Dios es Dios, y su obrar no puede tener
otra finalidad que Él mismo.
Además, hay otra razón que justifica que Dios sea el fin de toda la creación y es
que Él, quiso en su infinita bondad, darse a sí mismo, esto es, darle al hombre una
participación en su perfección. Cualquier otro tipo de felicidad que el hombre
pudiese imaginar no podría nunca tener el valor de amar y contemplar a Dios para
siempre. Dios no podría haberle dado un fin más grande al mundo.
En la creación los seres inferiores se subordinan a los superiores, hay un orden,
por esto las plantas, los animales, las cosas en general deben servirle al hombre, y
éste a su vez debe dirigir su vida a Dios.
difusiva, esto es, tiende a hacer el bien sin otro motivo que ella misma, y por esta
razón Dios, sin necesitar de las creaturas, las crea. La creación es un acto de abso-
luta liberalidad de Dios, es decir que no está condicionado por ningún tipo de
necesidad. Hay aquí otro elemento que puede servirle al hombre para descubrir cuál
es su lugar en el cosmos: Dios no necesita del hombre.
Sin embargo se puede afirmar que Dios ha creado el universo para su gloria.
La gloria, es una expresión de origen bíblico que designa la manifestación de la
bondad y el poder de Dios. Así como sucede en los hechos milagrosos y de interven-
ción extraordinaria de Dios en la historia de los hombres, en los cuales se hace
patente la omnipotencia divina; lo mismo sucede con la creación, pues los seres
creados manifiestan el poder, la sabiduría y la bondad divinas26.
Las cosas “muestran” a Dios, “hablan” de Él. De la misma manera que se puede
decir que la obra de un artista es su gloria, en cuanto significa para él honor, fama,
bienes materiales, etc., cosas que el artista no busca directamente pero que se
siguen necesariamente de su tarea, de manera semejante ocurre con la creación,
pues ésta es una inmensa obra de arte que glorifica a su Creador.
La creación proyecta fuera de Dios la belleza de su Ser, pero esta proyección es
siempre imperfecta y parcial ya que nunca agota el ser de Dios; hay una distancia
infinita, insalvable, entre la bondad de las cosas y la bondad de Dios.
La realización de cada una de las creaturas significa de manera directa una mani-
festación mayor de la perfección divina. De manera particular el hombre, que al ser
libre, puede ver el fin y elegirlo y por lo tanto llegar a una participación más elevada
de la bondad y belleza de su creador.
26
Cf. NICOLAS, J-H., Synthése de dogmatique, complément, Ed. Univ. Fribourg, Beauchesne,
París, 1993. p.217 a 227.
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 81
NEW AGE
Definir la New Age es complejo en virtud de la cantidad de elementos que
intervienen en ella. El Cardenal Godfried Danneels en su carta pastoral “Cristo o
Acuario” (1990) manifiesta que la New Age no es una religión, pero tiene
contenido religioso; no es una filosofía, pero da una visión del mundo y del
hombre; no es una ciencia, pero pretende basarse en leyes científicas.
La expresión “New Age” fue difundida por la escritora inglesa Alice Bailey, fun-
dadora del grupo teosófico “Escuela Arcana”. Bailey menciona la “nueva era” en su
libro “El retorno de Cristo” (1948), pretendiendo instaurar una nueva religión, basa-
da en el regreso de Cristo, no como Hijo de Dios, sino como uno de los siete maes-
tros del universo y fija como fecha del mismo el inicio de la Era de Acuario.
La Nueva Era postula una transformación que haga emerger en el hombre una
nueva ciencia que implique el cambio de todos los esquemas de explicación y per-
cepción de la realidad.
Esté o no escrita en los astros, lo cierto es que parece estarse aproximando una
era diferente; y Acuario, la figura del aguador en el antiguo zodiaco, símbolo de la
corriente que viene a apagar una antigua sed, parece ser el símbolo adecuado.”
Para los newagers la salvación no se produce por la aceptación con fe del amor
a Dios, sino por la “nueva conciencia” que se adquiere por el camino de la
autoexperiencia.
Religiones Orientales
• El Hinduismo: es la religión dominante en la India, los conceptos filosóficos
que influyen en la New Age son el Karma: ley determinista, según la cual todo
hombre, después de la muerte, recoge lo que ha ido sembrando en su vida; la
reencarnación, el yoga indú, el principio de identificar nuestro yo profun-
do con lo divino y el Gurú, maestro espiritual.
• El Budismo: A diferencia del hinduismo, el budismo no conoce lo divino, sino
que pretende liberarse del sufrimiento hasta lograr el Nirvana (la paz perfecta). Su
método es el budismo Zen para lograr la autorrealización del propio yo.
• El Taoísmo: se ha dejado sentir como principio filosófico, a través de su
doctrina del constante ascenso y descenso entre el ying y el yang, que son los dos
polos fundamentales de la realidad, denominada Tao; cuya principal característica
es la naturaleza cíclica del movimiento continuo, el ying y el yang limitan estos ciclos
de transformación. Los dos polos del ser, ying y yang representan los siguientes
valores: el ying es receptivo, conservador, intuitivo, cooperador, ecologista,
femenino, etc.; el yang, es agresivo, expansivo, racional, egocéntrico, mas-
culino, etc. Claro está que la New Age se halla bajo el signo del ying.
• Nueva Psicología: según la Nueva Era el “yo consciente” está inmerso en el
océano de una conciencia suprapersonal, existiría un inconsciente colectivo, presen-
te en todos los hombres, siguiendo las teorías del psicólogo suizo Jung. Es como un
depósito de la experiencia de la humanidad desde sus orígenes: imágenes, represen-
taciones, modos de pensar, etc. La New Age pretende que se puede revivir los
acontecimientos del nacimiento y también hacer experiencias límites “al encuen-
tro de la muerte”. Propone sistemáticamente estos fenómenos: rebirth o nuevo
nacimiento, para evacuar ciertos traumas; viajes a las puertas de la muerte; así
como el famoso channelling, o entrada en contacto con cosas o seres más allá del
mundo visible.
Fundamentos Doctrinales
PANTEÍSMO
Etimológicamente se deriva de los vocablos griegos: “pan”= todo y “theos” =
Dios, que significa “Todo es Dios”. El panteísmo representa una de las caracterís-
ticas fundamentales de la New Age. Se pretende vivir una religiosidad en la que Dios
se disuelve con lo divino convirtiéndose en un ser absoluto e impersonal, una “ener-
gía cósmica” que penetra todas las cosas como el aire, identificándose con lo íntimo
de todas las cosas, pero particularmente con la psique humana.
Para la New Age Dios es el espíritu del universo, quien le da vida, la energía que
lo lleva a autoorganizarse y evolucionar, Dios es la fuerza que moviliza al hombre, a
toda naturaleza, al cosmos, y es a la vez la suma de todas esas fuerzas. Se excluye
y rechaza la diferencia entre el Creador y la criatura. La divinidad, entonces, no es
ya una persona, sino la expresión más elevada de la conciencia cósmica. La
Nueva Era promueve la búsqueda de un Dios interior, que es lo más profundo de
nosotros mismos. El ser supremo no es algo distinto de la persona: nosotros somos
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 85
Dios.
Por lo tanto, la New Age niega al Dios personal de la revelación cristiana; niega
a un Dios Soberano. Para este movimiento Dios y mundo no son diferentes, es decir,
que todo está en todo, Dios coincide con el hombre y que, o bien el mundo entero
es divino, o bien se identifica con el cosmos.
La Nueva Era en las voces de sus representantes ideológicos más autorizados
como Capra o Ferguson, reprochan al cristianismo de separar a Dios del mundo y
por lo tanto de fomentar un dualismo, rompiendo la “unidad” y creando polarida-
des ruinosas: Dios- hombre, naturaleza- gracia, ley-evangelio, cielo-tierra, cuerpo-
alma, etc.
Holismo:
Deriva del griego “olikos” que significa universal o totalidad. Para el nuevo para-
digma de la New Age, el concepto holístico de unidad y totalidad es esencial; la
realidad fundamentalmente una. El hombre tiene la responsabilidad de entenderse
como parte integrante del cosmos y de la naturaleza. La multiplicidad y la diversi-
dad son puras apariencias. Se habla entonces de “fundirse” con el cosmos, de
“ser partes” de la energía universal y de la armonía total del universo. El holismo
designa la unidad última de todas las cosas. Todo es uno, lo múltiple no es final-
mente sino una ilusión. Dios no es distinto del mundo. El Uno es divino, espiritual y
consciente: es la energía –vida, que es material ontológico y psíquico del universo.
Visión del Mundo:
La Nueva Era ha seguido las huellas de un eminente físico atómico, ya mencio-
nado, Fritjof Capra, quien considera al universo no como una máquina, sino como
un gran único cuerpo viviente, gobernado, no ya por la mecánica sino por las rela-
ciones cualitativas.
Es decir, que todos los seres resultan estar emparentados entre sí, son una
misma familia.
El modelo holístico de la física moderna, que identifica la materia con ondas y
energía, supera el modelo mecanicista de la física clásica newtoniana que conside-
raba los elementos del universo como parte de una máquina grande. La ciencia,
con este nuevo concepto, hace del universo, según Capra, un “océano de energía”
donde todo nace y participa de una misma realidad que se encuentra en continua
evolución, entendida ésta como un despliegue del ser, como la autoconstrucción
inteligente del Uno. Este “cuerpo energético” está a punto de entrar en un perío-
do más perfecto, es decir, una nueva era.
La llamada “filosofía holística de la naturaleza” constituye una nueva concep-
ción del mundo, que permite entender al universo, en su conjunto, como un solo
gran sistema, una unidad indivisible y dinámica cuyos elementos están estrecha-
mente vinculados y pueden comprenderse sólo como modelos de un proceso cósmi-
co.
Por lo tanto, el mundo es un organismo vivo, una red armoniosa de relaciones
dinámicas, un todo integrado y vivo.
La New Age presenta, entonces, a la tierra como un sistema vivo más amplio,
86 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
que está más allá de todas las formas. El mensaje esencial, es que debe cambiarse
él mismo –el hombre- para que la sociedad cambie, y venga una civilización del
amor y de la paz. El hombre para alcanzar la felicidad debe realizar en sí mismo la
ley de la naturaleza, el equilibrio del ying y del yang, de este modo está llamado a la
paz interior.
La antropología de la New Age es deficiente. Para ella el hombre solo partici-
pa consciente o inconscientemente del cosmos, por tanto se basta a sí mis-
mo, no tiene la necesidad de ninguna revelación, ni redención, ni ayuda divina.
Está determinado por la influencia de los astros. Cada uno debe buscar su
camino: “Es cierto si tú lo crees” recita uno de sus slogans favoritos. Cada uno
debe confeccionar la propia espiritualidad para vivir bien en su cuerpo esperando la
gran Religión mundial del mañana.
La fe, en efecto, es sustituida por la gnosis. El hombre de la Nueva Era no
tiene necesidad de la gracia, ni de la redención por medio de la Cruz de Cristo, ya
que la liberación del mal está en sus manos. Se puede encontrar la salud del cuerpo
con las nuevas terapias, el hombre transformado por las experiencias de expansión
de la ciencia, accedería, entonces, por la iluminación divina, a descubrir que él es
casi divino.
Como ya habíamos adelantado, la New Age recibe grandes influencias de las
religiones orientales, de allí la concepción del Karma, por las cuales el hombre
recoge lo que ha sembrado en su vida, es decir lo bueno y lo malo, estamos sujetos
a una serie de sucesos como consecuencias de nuestros actos buenos o malos de las
vidas anteriores. Con este concepto quiebra la raíz de la libertad y dignidad huma-
na, pues el hombre al elegir, se encuentra ya predestinado en el ejercicio de su
libertad por su Karma anterior. El Karma implica que el hombre tenga que
reencarnar en sus vidas sucesivas.
Mucho se ha escrito sobre las experiencias de “vida después de la muerte” y
sobre los viajes fuera del cuerpo. Para los newagers la reencarnación es esencial para
alcanzar la realización total la persona. La reencarnación consiste en la creen-
cia según la cual el alma se “encarna” en un cuerpo humano mortal en
cada existencia sucesiva. El hombre, como parte del todo está injertado necesa-
riamente en una ley cósmica que exige la reencarnación. El Karma exige que cada
acto o pensamiento deben ser sufridos o disfrutados por el individuo en cuestión en
una vida sucesiva.
La muerte se explica como un paso del cuerpo astral al más allá. Un juicio
automático reemplaza al juicio particular de los cristianos y determina que los pro-
gresos o retrocesos producidos durante la vida terrena ubique al espíritu que mora
en el cuerpo astral en la esfera de la frecuencia alcanzada, en espera de la reencar-
nación.
Mientras que el hombre no alcance el “yo profundo” –la salvación- deberá ir
88 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
reencarnando, que a diferencia de las religiones orientales, en la religiosidad New Age sólo se admite la
reencarnación en formas psíquicas superiores; nunca inferiores.
Bibliografía
• López Padilla, Luis E; New Age, la religión del siglo XXI; Ed. CEFEC, México,
1995
• Bergeron, Richard y otros; Nueva Era cuestionada; Ed. San Pablo, Buenos Aires,
1993
• Souza de Turcato, Estela; Nueva Era; Ed. Lumen, Buenos Aires, 1994
• Podestá, Gustavo; Creación, Metafísica Cristiana y Nueva Era; Ed. Claretiana,
Colección Nuevo Milenio, 1995
• Petrino, Juan Daniel, La Nueva Era y la Biblia; Ed. Claretiana, Colección Nuevo
Milenio, 1995
• Danneels Godfried; Cristo o Acuario; Homilía, Bruselas, 1991
• Peyronnet; Orígenes y fines de la supersecta de los diez nombres o más; Buenos
Aires, 1991
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 89
Actividades Propuestas
1) Glosario:
a) Crear.
b) Generación.
c) Emanación.
d) Transformación.
e) Dualismo.
f) Materialismo.
g) Panteísmo.
h) Ángel.
i) Causa Eficiente.
j) Causa Ejemplar.
k) Providencia.
l) Conservación del mundo y Gobierno.
2) Diferencie los modos de comenzar a ser que tiene una cosa, realice un cuadro
comparativo entre ellos.
3) Exprese en media carilla porqué el mundo es uno y múltiple.
4) Sintetice en menos de una carilla cuál es el lugar del hombre en mundo y su
relación con Dios, con los ángeles y con los demás seres creados.
5) Piense en un mundo donde no se cree en la Providencia de Dios. Ensaye
conclusiones sobre el modo de vida que se tendría.
6) Haga un mapa conceptual sintetizando la concepción de Dios y Hombre en
la New Age, en el Materialismo y el Dualismo.
7) Ver la película “Mas allá de los sueños”, la misma trata sobre la vida
después de la muerte, para verla sugerimos primero leer el apunte “informe
sobre la new age” prestando atención a las fuentes doctrinales y el lugar
del hombre en le mundo según esta corriente de pensamiento.
a) Ver la película prestando mucha atención a los diálogos de la misma y
respóndanse las siguientes preguntas (que utilizaremos en el foro):
I) ¿Qué visión de la muerte tiene la película?.
II) ¿Cuál es lugar del hombre y de Dios?.
III) ¿Hay un cielo para todos o cada uno se fabrica el suyo? ¿Qué consecuen-
cias traería esto para la vida moral?.
IV) ¿Qué es el infierno según la película? (tengan en cuenta que en el “cielo”
el protagonista sufre mucho la ausencia de la mujer, con lo que tampoco es
una bienaventuranza eterna).
V) ¿Qué otros detalles de la película te llamaron la atención?.
90 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
Trabajo Práctico Nº 1
Consigna 1:
a) Desarrolle qué es la Revelación Divina y qué elementos la componen.
Descríbalos y señale cómo se relacionan. ¿Qué rol tiene el Magisterio de la
Iglesia?
b) Arme un cuadro comparativo indicando las diferencias entre el Antiguo
y Nuevo Testamentos.
c) Hemos visto que las Sagradas Escrituras son Inspiradas: Desarrolle este
concepto considerando las consecuencias y, desde esta perspectiva, qué se
debe tener en cuenta para su interpretación.
Consigna 2:
a) Diferencie el sentido corriente de creación del cristiano.
Teniendo en cuenta las diferentes concepciones sobre el origen del Mundo
y del Hombre sintetice: El marco doctrinal de las mismas y qué crítica le
haría desde la visión cristiana.
E
sta es la unidad de aprendizaje central de nuestro curso.
Dividiremos a al misma en tres partes:
Parte I: Dios nos dice que estamos hechos a su imagen y semejanza (Cf.
Gn 1,27), descubrir el significado de esta frase será la principal cuestión de
esta unidad. Nuestra naturaleza espiritual y personal es manifestación de la
imagen de Dios que hay en el hombre. Estudiaremos a la persona humana y
el alma espiritual desde una visión metafísica, distinguiéndola, por ejemplo de
los estudios psicológicos.
Parte II: El segundo tema será comprender lo que es trascendente y
sobrenatural: La gracia de Dios. El auxilio gratuito de Dios, muestra de su
amor, que nos permite participar de la su vida divina. Sus dos consecuencias
son: La justificación de los pecados por los méritos de Jesucristo, y a su vez
poder hace actos meritorios para alcanzar la vida eterna.
Parte III: Por último, el misterio del mal: El pecado. Su origen, sus causas
y consecuencias antropológicas atañen directamente a nuestra vida espiritual.
El hombre siempre ha buscado respuestas para intentar explicarse el proble-
ma del mal en el mundo. Más en nuestros días donde el subjetivismo moral
no nos permite discernir claramente qué es el mal, y en definitiva qué es el
pecado.
Es en esta unidad donde podremos introducirnos en el misterio del hom-
bre, del mal y de lo sobrenatural.
94 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
Objetivos de Aprendizaje
Objetivos de la Parte I de la Unidad de Aprendizaje
• Conocer la auténtica raíz de la dignidad humana: ser imagen y semejanza de
Dios.
• Analizar qué es el hombre desde una antropología cristiana, conociendo la
persona humana y su alma espiritual.
• Definir la naturaleza y las propiedades de la persona y alma humanas.
• Reflexionar sobre la dignidad humana.
Objetivo del la Parte II de la Unidad de Aprendizaje
• Comprender el concepto de lo sobrenatural diferenciándolo de lo natural.
• Considerar lo sobrenatural como necesario para la salvación del hombre y
que e dada por iniciativa divina: la gracia, el mérito y la justificación.
• Distinguir el concepto cristiano de lo sobrenatural del concepto panteísta de
la New Age.
• Reflexionar sobre la necesidad de la gracia de Dios en el hombre.
Objetivo del la Parte III de la Unidad de Aprendizaje
• Comprender el concepto de mal y su clasificación.
• Comprender el origen del mal desde una teología cristiana.
• Conocer la realidad del pecado en el hombre, sus consecuencias y cómo
salir del él.
• Reflexionar sobre el destino del hombre, el pecado y la relación con la
libertad humana.
Temario
Parte I
• El hombre como imagen y semejanza de Dios.
• La persona humana.
• El Alma humana: naturaleza y propiedades.
Parte II
• Lo sobrenatural: La gracia, la justificación y el mérito.
• La vida eterna.
Parte III
• Concepto de mal y clasificación.
• El Pecado: el problema del mal en el hombre.
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 95
Mapa de Contenidos
EL HOMBRE
IMAGEN Y SEMEJANZA DE
DIOS
PERSONA ALMA
ESPIRITUAL
VIDA SOBRENATURAL
PECADO MERITO
GRACIA JUSTIFICACION
VIDA ETERNA
96 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 97
PARTE I
La Persona Humana
Ningún otro ser puede entablar con Dios una relación personal. La vida
eterna, es decir, la contemplación de Dios es sólo para el hombre. No hay un cielo
para las plantas o los animales, sus vidas terminan definitivamente con su muerte.
No así con el hombre que, teniendo un alma de naturaleza espiritual, está hecho
para conocer y amar a Dios en la tierra y vivir con Él para siempre en la eternidad.
Esta es la razón por la cual el hombre está por encima de las demás
creaturas y esto es lo que intenta expresar el autor sagrado cuando afirma que las
cosas le están sometidas al hombre: “Multiplíquense, llenen la tierra y sométanla”
(Gn 2,28). Someter las cosas no significa hacer un uso antojadizo e irracional de las
mismas, sino por el contrario que use bien de ellas.
Si el hombre es superior al resto de las cosas creadas por su inteligencia es
porque Dios quiso que el hombre usara su inteligencia para hacer que cada cosa
cumpla su fin.
En la creación hay indiscutiblemente una jerarquía de seres, no todos son
1
El autor del Gn2 es diferente al del Gn1
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 99
El hombre tiene dominio sobre los seres vivientes animales y vegetales, en virtud
de su capacidad racional.
Esto significa que debe usar racionalmente de ellos, es decir, conservar y pro-
teger el medio en el cual comparte con ellos la vida.
La ecología o defensa del medio ambiente es la consecuencia lógica de la
enseñanza de la creación en la Biblia. Cuidar del medio ambiente es para el hombre
una obligación ante Dios puesto que respetar la vida es siempre respetar a Dios.
De todas maneras, no hay que confundir ecologismo con respeto por la obra
divina. Algunas veces detrás de propuestas ecologistas se halla una idea equivocada
del mundo y del hombre. Afirmar que la tierra entera es un ser viviente (La Gaia, la
madre tierra) es negar el dato evidente de la realidad que nos indica que no todos los
seres tienen vida y que entre estos no todos tienen el mismo tipo de vida.
Así es como no podemos decir que la vida sea lo mismo en una planta, en un
animal y en el hombre.
Resulta una hipocresía y una falta de respeto conmoverse por las necesida-
des de los animales y no hacerlo en igual y mayor medida por las necesidades de los
seres humanos que sufren. Todo esto dice la Biblia cuando afirma que de Dios salen
todas las cosas y que el hombre ha sido hecho a su imagen.
Esto último indica para el hombre una gran responsabilidad pues es el único ser
que puede lograr que las cosas que han salido de Dios vuelvan a Él, en la medida en
que él dirija su vida hacia su Creador. Con la realización del hombre se realiza toda
la creación.
Volviendo otra vez a la Biblia tenemos que decir que el misterio del hombre
se explica en el relato mismo de la creación porque es un ser sacado del polvo y
formado a imagen de Dios. En él se conjugan la miseria y la grandeza, la mortalidad
y la vida eterna. El hombre trasciende el mundo de las otras creaturas; pero sin
embargo está estrechamente emparentado con él.
Así como nace de la tierra debe volver a ella: “Con el sudor de tu rostro comerás
el pan, hasta que vuelvas al suelo, pues de él fuiste tomado. Porque eres polvo y al
polvo tornarás” (Gn 3,19)
La expresión bíblica de que el hombre es imagen de Dios no intenta destacar
la fragilidad humana, sino por el contrario el hecho de que este ser débil está llama-
do a participar de la grandeza y bondad divina 2 Esto es lo que expresa el salmista
cuando contempla el espectáculo del cosmos, y adquiere la verdadera dimensión de
2
TETTAMANZI D. El hombre imagen de Dios, secretariado trinitario, Salamanca, 1978, p.37.
100 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
este ser tan pequeño y con una vocación tan grande: “Oh, Yahveh, Señor nuestro,
que glorioso es tu nombre por toda la tierra…Al ver tu cielo, hechura de tus dedos,
la luna y las estrellas, que fijaste Tú, ¿qué es el hombre para que de él te acuerdes?,
¿el hijo de Adán para que de él te cuides? apenas inferior a un ángel le hiciste
coronándole de gloria y de esplendor; le hiciste Señor de las obras de tus manos,
todo fue puesto por Ti bajo tus pies” (Salmo 8).
El hecho de ser imagen no significa una reproducción o participación material
del ser de Dios, sino que más bien consiste en la condición espiritual del hom-
bre, que le permite establecer una relación personal con Dios3.
Esto es lo que subraya el autor del Eclesiástico:
“De la tierra creó el Señor al hombre, y de nuevo le hizo volver a
ella. Días contados le dio y tiempo fijo y dioles también poder sobre las
cosas de la tierra. De una fuerza como la suya los revistió, a su imagen
los hizo…Le formó lengua, ojos, oídos, y un corazón para pensar. De
saber e inteligencia los llenó, les enseñó el bien y el mal. Puso su ojo en
sus corazones para mostrarle la grandeza de sus obras...Por eso su
santo nombre alabarán, contando la grandeza de sus obras. Aún les
añadió el saber, la ley de vida les dio en herencia. Alianza eterna esta-
bleció con ellos y sus juicios le enseñó” (17, 1-12).
La imagen de Dios en el hombre se manifiesta también en el señorío de éste
sobre la creación, por eso en el libro de la Sabiduría se pide a Dios el don de la
sabiduría para que lo asista en el trabajo:
“Dios de los padres, Señor de la misericordia, que hiciste el univer-
so con tu palabra, y con tu Sabiduría formaste al hombre para que
dominase sobre los seres por ti creados, administrase el mundo con
santidad y justicia y juzgase con rectitud de espíritu” (9, 1-3).
Finalmente, hay que señalar que la imagen se refleja según el pensamiento
bíblico también en el cuerpo, puesto que el hombre es concebido como una tota-
lidad.
No es que Dios tenga cuerpo, pues no lo tiene, sino que el cuerpo y el alma
forman una única sustancia: la persona humana. No existe la consideración
separada de cuerpo y alma en la Biblia como se da en el pensamiento filosófico
griego. No obstante ello, la Escritura señala también como propio de la imagen la
inmortalidad: “Porque Dios creó al hombre para la incorruptibilidad, le hizo a
imagen de su mismas naturaleza; más por envidia del diablo entró la muerte en el
mundo, y la experimentan los que le pertenecen” (Sb 2,23)4.
En el Nuevo Testamento la idea del hombre como imagen de Dios adquiere un
matiz distinto puesto que ya no significa sólo una impronta divina impresa en el
3
“Por eso la semejanza divina consiste en la referencia esencial y permanente del hombre a
Dios como fundamento y figura de su ser....El hombre por su misma naturaleza está orientado
hacia Dios y sólo puede ser verdadero hombre en unión con Dios. Por eso el hombre no
encuentra su esencia más íntima cuando pretende definirse solamente desde abajo, a partir de
su relación con el mundo de la naturaleza y del reino animal” SEIBEL W., El hombre, imagen
sobrenatural de Dios. Su estado original, in Mysterium Salutis, vol II, p.630
4
Sabiduría 2, 23. El texto hace referencia a la tentación de Adán por la cual se introduce el mal
y la muerte en la vida del hombre.
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 101
hombre sino que es considerado más bien en su aspecto dinámico, es decir, como
algo que tiene que reproducir el hombre, y por lo tanto le presenta el modelo a
imitar: Cristo.
5
SEIBEL W., o.c.,p 631
6
Mateos 6, 25. Esta expresión no significa que el hombre no tenga que trabajar, sino que la
Providencia cuida también de lo que el hombre necesita Marcos 12, 28
7
Cf. Lucas 15, 11-31
8
RUIZ de la PEÑA J.L. Antropología Antropológica Fondamentale, Borla, Roma 1992, p.58 y ss.
9
Marcos 8, 35
102 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
la misma es el de cuerpo10, por eso Jesús dice: “No teman a los que mata al cuerpo,
pero no pueden matar al alma. Teman más bien a los que pueden arrojar el alma y
el cuerpo a la gehena (infierno)”11. Con esta expresión el Señor muestra la unidad de
cuerpo y alma más allá de la vida eterna.
De todas maneras el mensaje central del hombre como imagen de Dios
en el Nuevo Testamento pasa por la idea de reproducir el modelo que tiene
el hombre. Y este modelo no puede ser otro más que aquél que es la imagen
perfecta de Dios. Aquél, que es la idea que tiene Dios de sí mismo, que lo conoce
perfectamente y que vino al mundo para darlo a conocer a los hombres. Cristo es la
fiel manifestación de la divinidad, como dice San Pablo en la carta a los Colosenses:
“Él es imagen de Dios invisible, primogénito de toda la creación
porque en él fueron creadas todas las cosas, los cielos y la tierra….Él
existe con anterioridad a todo, y todo tiene en Él su consistencia. Él es
también la Cabeza del Cuerpo, de la Iglesia: Él es el Principio, el Pri-
mogénito de entre los muertos, para que sea él el primero en todo,
pues Dios tuvo a bien hacer residir en él toda la Plenitud, y reconciliar
por él y para él todas las cosas” (1, 15-20).
Así es como adquiere su significado más perfecto la expresión del Génesis, esto
es, cuando el hombre incorpora a su vida una nueva “forma”, un nuevo modo de
ser y pensar. Cuando el hombre no vive ya sólo según sus criterios, según “sus
verdades” sino cuando imita el estilo de vida de Jesús en los evangelios.
Ese Jesús que enseña a amar a Dios por encima de todo, que enseña a perdo-
nar como la forma más elevada del amor; el amor a los enemigos; y en dar la
vida por aquellos que se aman; está enseñando un estilo de vida completamente
distinto al que los hombres puedan imaginarse según sus criterios.
Es por esto que San Pablo sostiene que el cristiano es un hombre nuevo, porque
es como si hubiese sido rehecho, ahora conforme al modelo que es Cristo: “Reves-
tíos del hombre nuevo, el creado según Dios en justicia y santidad de la verdad”12
Esta imitación de Dios significa un proceso, que no termina en esta vida, sino que
se continúa en la otra y que implica imitar la resurrección corporal del Cristo glorio-
so: “De igual forma que nosotros hemos llevado la imagen del fuera de polvo, sere-
mos la imagen del Celeste”13.
Es esta, quizás, la alabanza más importante de lo que significa el cuerpo
para el hombre; no sólo no es algo imperfecto como pensaban algunos filósofos, o
algo pecaminoso como pensaban algunos herejes sino que junto con el alma tiene
destino de eternidad. El hombre es imagen de Dios en todo su ser en esta vida y en
la otra.
10
La expresión cuerpo (soma) en el Nuevo Testamento significa el hombre concreto encarnado
en el espacio y en el tiempo, solidario con los otros hombres, portador de la imagen de Adán
y capaz de reproducir la imagen de Cristo. Cf. RUIZ de la PEÑA, o.c., p. 73.
11
Mateos 10, 28
12
Efesios 4, 24
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 103
En síntesis:
De esta manera es como la teología del Nuevo Testamento exalta la dignidad del
hombre y el valor de su existencia terrestre. El cristianismo, lejos de ser pesimista
por la presencia del mal y las limitaciones humanas, es muy optimista porque
contempla la grandeza de lo que el hombre ha recibido (la imagen divina) y la
posibilidad real de realizar su vocación con la ayuda de Dios (SPICQ C., Dios y el
hombre en el Nuevo Testamento, secretariado trinitario, Salamanca, 1979, p. 242).
104 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
2 – Naturaleza Humana
“El alma es el acto primero del cuerpo que tiene la vida en potencia”
Para precisar la naturaleza del alma vamos a ver ahora algunas de las propie-
dades 14.
1. En primer lugar el alma humana es subsistente:
El alma es una forma inmaterial, como toda alma, esto es también como el
principio vital en un vegetal y en un animal, pero es además espiritual. Esto significa
que si bien se halla unida a un cuerpo, ya que ha sido creada para darle vida y
algunas de sus operaciones las realiza a través de él, no depende del cuerpo para
existir, y en algunas otras operaciones para obrar. Es decir, que en cierta medida es
independiente del cuerpo, esto no significa de ninguna manera que sea una sustan-
13
1 Corintios 15, 49
14
Seguimos en estoa VERNAUX R, Filosofía del hombre, Herder, Barcelona.
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 105
cia separada del cuerpo, afirmar esto sería caer en el dualismo de Platón y de otros
pensadores que imaginaban al hombre como compuesto de dos sustancias distin-
tas. El que sea subsistente no significa que el alma sea una sustancia completa,
significa que puede vivir y obrar sin depender del cuerpo. El alma no está comple-
tamente encerrada en los límites del cuerpo.
2. El alma es simple:
Esto significa que no tiene partes y por lo tanto no puede ser dividida, es una
consecuencia de su espiritualidad porque la cantidad de la extensión son sólo pro-
piedades de los cuerpos. Por supuesto que no hablamos acá de la simplicidad en un
sentido absoluto como se da sólo en el caso de la naturaleza divina, aquí sólo
decimos que no tiene partes materiales, si metafísicas, como ser la inteligencia y
voluntad.
3. El alma es inmortal:
Porque no puede corromperse o disolverse, siendo como es un ser espiritual. La
descomposición supone partes cosa que no se da en este caso. Además, como
dijimos antes, no depende del cuerpo para existir.
La única posibilidad de desaparición del alma humana es que sea aniquilada por
Dios pero esto sería un sin sentido puesto que Dios habría creado un ser para que
viva para siempre para luego impedirle esta posibilidad. Y no es que Dios no pueda
hacerlo, porque Él puede hacer todo lo que quiere, lo único que no puede es querer
hacer algo contradictorio.
Además hay otro argumento para probar la inmortalidad del alma y esto es
que un deseo natural no puede ser vano. Esto significa que si una naturaleza
desea profundamente algo está hecha para eso y por lo tanto tiene que ser algo
posible, sino caeríamos otra vez en una contradicción. Y como es posible compro-
bar que en todos los hombres existe el deseo de vivir siempre, siendo el tema de la
muerte algo natural al hombre, podemos concluir que el alma está hecha para la
inmortalidad.
4. El alma humana es creada inmediatamente por Dios:
Los padres no pueden ser causa del alma de sus hijos, porque esta es una
realidad espiritual y lo que es espiritual es simple, no tiene partes, y como nadie
puede dar lo que no tiene, sólo un ser espiritual que tenga capacidad para crear
puede dar existencia a un nuevo espíritu.
El alma es aquello que le está dando vida, por lo tanto hay allí un ser humano
en potencia. El alma no preexiste al cuerpo porque ha sido creada para dar vida a
un cuerpo determinado, y no para que viva por sí misma. Cabe entonces la pregun-
ta sobre cómo se realiza esta unión entre el cuerpo y el alma.
Para algunos filósofos se tratan de dos sustancias separadas que se unen
para realizar determinadas operaciones. Esto es lo que habitualmente se llama dua-
106 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
No hay dos sustancias distintas sino que el hombre es un ser en el cual se dan
unidas formando una sola sustancia, el cuerpo y el alma. El alma no es el hombre,
ni el cuerpo es el hombre. La persona humana es un compuesto en el que el cuerpo
y el alma forman parte de una misma sustancia.
Y esto es posible deducir a partir de algunas experiencias que nos son comunes
a todos los hombres.
En primer lugar, es el mismo hombre el que realiza actos de distinta naturale-
za, como el pensar y el sentir, es decir, que ambos pertenecen al mismo yo, no a dos
seres distintos, salvo en caso de insanía mental.
En segundo lugar, es posible también comprobar por la experiencia que algu-
nas actividades mentales se ven impedidas por la situación del cuerpo, así por ejem-
plo, con un intenso dolor de cabeza resulta imposible reflexionar sobre algo profun-
do. Esto no sería posible si no hubiese un único ser del cual salen ambas operacio-
nes. Lo mismo sucede con la influencia que tienen nuestros pensamientos sobre la
salud del cuerpo y esto lo sabemos particularmente por nuestras situaciones de
estrés.
Aristóteles considera que las cosas existentes son sustancias compuestas por
materia prima y forma sustancial, a partir de esto se analiza toda la realidad. La
materia es un principio pasivo (potencia), es aquello de lo que estamos hechos. La
forma sustancial es lo que hace que la cosa sea lo que es, es un principio activo
(acto).
En el hombre, la materia es el cuerpo (potencia), que es actualizado por la
forma que es el alma humana, que nos hace ser lo que somos. Desde esta perspec-
tiva la definición de alma nos dice que el cuerpo (materia) tiene la potencia o
posibilidad de vida, esta potencia se actualiza o realiza cuando recibe el alma (for-
ma) que nos hace ser lo que somos.
Entonces, El hombre es una sustancia compuesta de materia y de forma. La
15
Idem, p. 222 y 223
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 107
materia es el cuerpo y la forma el alma. No hay que confundir aquí forma con
figura, forma no significa contorno físico, sino, el principio de ser y de acción del
cuerpo. El alma hace que el cuerpo exista como una sustancia viva, organiza sus
partes y le da unidad; y por otra parte es el principio intrínseco de sus acciones.
El alma es el principio de los actos vitales (nutrición, movimiento, sen-
timiento y pensamiento). Esto no significa de que se trata de una forma entera-
mente absorbida por la función de dar vida a un cuerpo, ya que ella tiene además
una actividad propia, como sucede durante el tiempo que media entre la muerte y
la resurrección del cuerpo en el cual ella sigue viviendo aunque separada de aquél.
La unión del cuerpo y el alma es algo natural, es decir, que el alma fue creada para
un cuerpo concreto, y no es una unión solamente funcional (como sostiene la teoría
de la reencarnación).
De los relatos de la creación se concluye que la persona humana comprende no
sólo el alma sino también el cuerpo, y esto significa que también el cuerpo depende
en su ser de Dios y que tiene un sentido especial en su obra creadora. El ser humano
coopera con el Creador en la obra de hacer que todas las cosas alcancen el fin
último. Allí tiene una dimensión especial no sólo la dimensión espiritual, sino tam-
bién la corporal.
En cierto sentido se puede decir que el hombre, varón y mujer, y a través de esta
complementariedad de los sexos, se convierte en el “compañero” de Dios en la tarea
de hacer que la creación alcance su fin.
16
(Cf. ROCCETTA C., Per una telogia della corporeitá, Camilliane, Torino, 1993, p. 118).
17
Idem p. 121.
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 109
Por eso él tiene que darle gloria, es decir, honrarlo como Dios, también a través
de su cuerpo. Esta tarea supone una elección libre de parte del hombre, esto es, la
decisión voluntaria de buscar el bien con todo el ser, cuerpo y alma. No caben aquí
distinciones entre el alma y el cuerpo, el ser persona es una totalidad.
Entonces, conviene aquí mencionar aunque sea brevemente, el sentido de la
sexualidad humana. Trataremos de descubrir el sentido que tiene, no sólo el cuer-
po en forma individual, sino la complementación del varón y la mujer. Para
descubrir el valor que tiene la sexualidad en el hombre hay que recordar que la
persona humana es el ser más noble y excelso que existe en el universo visible.
Tiene valor en sí misma y por sí misma y tiene un destino de eternidad, y esta vida
eterna a la cual está ordenada le confiere una dignidad especial al cuerpo y a la
sexualidad.
La sexualidad es una facultad de la persona humana por la cual el hombre
coopera en la obra de la creación divina en cuanto que por ella Dios crea
nuevos seres humanos. La sexualidad tiene una dimensión biológica (corporal-
orgánica) pero una dimensión psíquica que se revela a través de la atracción
que une al hombre y la mujer. Dicha atracción no es solamente física, pues lleva a
la persona a buscar una plenitud que se obtiene “en y desde” la complementariedad
entre masculinidad y feminidad. El ser humano, por naturaleza, busca la plenitud
de sí mismo a través del otro, pero hay una tercera dimensión de la sexualidad,
que es más profunda aún y es la espiritual. Cuando una persona madura descubre
en el otro sexo a “la persona” en su suprema dignidad, es decir, la persona dotada
de un valor y belleza tales que la hacen merecedora de ser amada, querida por sí
misma.
A partir de acá se producen entre el hombre y la mujer la máxima unión posible,
es decir la unión espiritual que se expresa mediante el lenguaje propio de la
sexualidad18.
Cuando el ser humano logra esta comunicación interpersonal en un amor espi-
ritual puede descubrir el verdadero valor de la sexualidad, puesto que la percibe no
como una realidad en sí misma, o en cuanto que sirve a los propios gustos, deseos,
intereses, sino como la posibilidad de la donación de sí mismo. El hombre no se
realiza si no es entregándose, y venciendo su propio egoísmo. Esto se percibe tam-
bién a nivel corporal en la necesidad del otro sexo.
Por lo tanto podemos concluir que la dimensión biológica y psíquica se realizan
plenamente en la espiritual19.
La sexualidad es un bien no porque sea algo útil o agradable, no por el placer
que pueda brindar sino porque en sí misma y por sí misma es buena. Nunca
puede ser el fin de la vida humana por más intensidad que tengan los placeres
puesto que la persona está hecha para algo más, la comunicación en un amor
espiritual, que sólo es posible por la donación de sí mismo. La sexualidad es la
facultad que permite la mutua donación del varón y la mujer, por lo tanto su valor
18
Cf. CAFFARRA C., La sexualidad humana. Encuentro, Madrid, 1987, p.31-47.
19
Idem p.34.
110 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
3 – Persona Humana
La Sagrada Escritura, decíamos, no tiene una definición científica sobre el
hombre; sin embargo se puede decir que los distintos conceptos de hombre que en
ella aparecen se sintetizan en la expresión del Génesis que designan al hombre como
imago Dei. Con esta expresión el texto sagrado resalta la condición superior del
hombre en la creación.
La teología ha tomado de la filosofía un concepto para expresar lo que el hom-
bre es como imagen de Dios; y ha aplicado analógicamente este concepto a Dios
mismo. Estamos hablando de la noción metafísica de persona que trataremos de
explicar a continuación.
En primer lugar tenemos que dejar en claro la perspectiva de nuestro análisis;
como dijimos, hablamos de una noción filosófica, y no entramos en el ámbito de lo
psicología o filosofía del derecho.
Cuando se habla normalmente de persona se tiende a identificarla con la perso-
nalidad y esto es un error porque la personalidad está en el orden del obrar y se
refiere al modo de ser y hacer que tiene el hombre, pero antes que el obrar
está el ser y es esto lo que queremos conocer.
La personalidad es el conjunto de cualidades (heredadas y adquiridas, cognitivas
y emocionales) que definen al ser humano concreto, individual y viviente. A esta
definición clásica podríamos agregarle otra: personalidad es el peculiar y carac-
terístico modo de sistematizar, asimilar e integrar la información que reci-
be el ser humano.
El tercer modo de comprenderla puede ser el de identificarla con el modo con
que cada individuo humano se adapta al medio.
Finalmente se la podría definir como el sustrato sobre el que se asienta el
modo de operar del ser humano, el centro de gravitación del obrar individual, el
motor de la actividad20.
En todos estos casos se trata de analizar la acción del psiquismo humano y su
relación con el ambiente y esto se realiza, sobre todo, a través de las distintas
técnicas de evaluación de la personalidad (técnicas proyectivas, técnicas subjetivas,
tests psicométricos, tests objetivos). En nuestro caso el estudio tiene como objetivo
no ya el carácter, la conducta o el temperamento del individuo humano; sino aque-
llo que lo constituye en su ser que es anterior a toda manifestación psicológica.
El ser en las cosas es una realidad invisible pero real y consiste en un acto que
hace que algo exista; y no sólo que exista, sino que además exista de una manera
determinada.
20
Cf., PELECHANO BARBERÁ, V., Personalidad, descripción psicológica general, in. Gran Enci-
clopedia Railp, p. 363-365
112 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
La sustancia es la esencia lo central de una realidad, aquello que hace que algo
sea lo que es.
21
(Boecio, De Duabus naturis et una persona Christi, c.3: PL-64, 1345)
22
BELTRÁN, F., Persona in Gran Enciclopedia Rialp, p. 346-353.
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 113
22
Cf., ARTIGAS, M.- SANGUINETI, J.J., Filosofía de la naturaleza, Ed. Univ. Navarra, Pamplona 1984, p. 46-48.
23
SANTO TOMÁS, Suma Teológica, I, q.29, a. 1, c.
114 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
El hombre nunca puede dejar de ser quien es, nunca puede destruirse a sí mismo
ni en esta vida ni en la otra.
En este sentido podemos decir que en su ser más íntimo es un ser autónomo por
cuanto no necesita de otro para existir, y esto significa que sea una sustancias
completa. Sin embargo no debemos entender esta autonomía en un sentido absolu-
to porque en su ser depende de Dios en cuanto Él la crea y la conserva en la
existencia.
La persona no puede ser poseída por otro. Es una realidad en cierta medida
clausurada ontológicamente en sí misma. Esta es la paradoja de lo humano,
por un lado, por su naturaleza espiritual está abierta como ningún otro ser
a la comunicación, la incorporación de las cosas por el conocimiento y a la
donación de sí mismo por el amor; pero por otro lado se trata de una
totalidad incomunicable.
Y este es precisamente el fundamento metafísico de su dignidad. Es el ser más
perfecto entre las creaturas, y su dignidad no depende de sus condiciones persona-
les, sino de su mismo ser, por lo tanto, hasta el hombre menos capaz es infinitamen-
te más digno que cualquier otro ser de la creación.
Esto significa ser imagen de Dios, ser persona como Dios es persona. Dios hizo
partícipe al hombre del modo más elevado de ser, y lo respeta aún en la vida eterna.
El cielo consiste en las personas humanas contemplando y gozando de las personas
divinas.
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 115
Actividades Propuestas
1. Glosario:
a. Sustancia.
b. Accidente.
c. Alma.
d. Propiedades del alma.
e. Persona Humana.
f. Propiedades de la persona.
2. Explique y fundamente bíblicamente la dignidad del hombre considerando la
imagen que hay en él.
3. ¿Porqué el alma no nos la puede dar nuestros padres?.
4. Investigue:
a. ¿Qué dice el materialismo sobre la existencia del alma?.
b. ¿Qué sostiene el dualismo respecto a la persona humana?.
c. ¿Qué dice el panteísmo sobre el hombre?.
5. Haga un breve ensayo explicando qué es la persona humana y donde radica
su dignidad.
2
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 117
PARTE II
Lo Sobrenatural
L
o sobrenatural hoy nos resulta una expresión ambigua por la diversidad
de significados que tiene según los contextos, y por la poca claridad con
la que a menudo se lo define. Nosotros vamos a intentar repasar algu-
nos de esos significados.
Al escuchar hablar de lo sobrenatural lo primero que se nos ocurre pensar en el
titulo de uno de esos programas de la TV del canal Infinito, en los cuales hay un
personaje que hablando con forzado tono de misterio, intenta introducirnos en los
secretos de alguna de las concepciones orientales sobre la vida del hombre y el
mundo.
Otro sentido de la expresión se halla en los libros pseudo-filosóficos o pseudo- Para las corrientes
teológicos de la New Age, en los cuales esta expresión es la síntesis de una espiritua- panteístas lo sobrenatu-
lidad que se funda en el panteísmo. El hombre tiene que tomar consciencia de que ral es inmanente al
mundo. Para el católico
forma parte de una única sustancia, el Todo, y a través de esta tarea racional
es trascendente, es de-
alcanza su propia salvación. cir, sobre-natural.
1
Cf. SPIAZZI R., Natura e grazia, fondamenti dell‘antropología cristinana secondo San Tommaso
d‘aquino, ed. Studio Domenicano, Bologna, p.145-149.
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 119
Conviene pues distinguir eso que tiene el hombre y que puede desarrollar, sus
capacidades naturales, de aquello que puede recibir, aunque jamás sacar de sí sino
recibir de arriba, de Dios, lo sobrenatural.
120 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
1- Lo Natural y Lo Sobrenatural
Para tratar de explicar qué entendemos por sobrenatural nos vamos a remitir a
las palabras mismas de Jesús. En el Evangelio de San Juan se narra un encuentro
que tiene con una mujer de Samaría, un pueblo de Galilea:
En la ciudad de Sicar se hallaba, según la tradición, el pozo de Jacob, Jesús
estaba sentado junto a ese pozo cuando al medio día viene la mujer a sacar agua;
entonces Jesús le dice: “Dame de beber. Pues sus discípulos se habían ido a la ciudad
a comprar comida. Le dice la mujer samaritana: “¿Cómo tú, siendo judío, me pides
de beber a mí, que soy una mujer samaritana?” (porque los judíos no se tratan con
los samaritanos). Jesús le respondió: “Si conocieras el don de Dios y quién es el que
te dice: “Dame de beber”, tú le habrías pedido a él y él te habría dado agua viva”. Le
dice la mujer: “Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo; ¿de dónde,
pues, tienes esa agua viva?”. “¿Es que tú eres más que nuestro padre Jacob, que nos
dio el pozo, y de él bebieron él y sus hijos y sus ganados?”. Jesús le respondió:
“Todo el que beba de esta agua, volverá a tener sed; pero el que beba del
agua que yo le dé, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le dé se
convertirá en él en fuente de agua que brota para vida eterna”(Jn 8,4-15).
En este texto Jesús habla de un agua “viva”. Esta expresión se refiere a lo que
la misma Sagrada Escritura llama en otra oportunidad la gracia. Jesús aprovecha
la situación, una necesidad natural, la de beber agua, para hablarle a aquélla mujer
de una necesidad espiritual: la sed de Dios que toda alma tiene por estar creada
para Él. El agua viva es entonces la misma vida divina que el hombre recibe en su
interior, por eso en el texto Jesús dice que “aquél que beba de esta agua no tendrá
sed jamás, y que esta agua brota a la vida eterna”. Es Dios mismo, una participa-
ción en su vida lo único que puede saciar completamente los deseos de verdad y de
amor a un bien que todo espíritu tiene; además esta vida inicia aquí en la tierra algo
que se consuma sólo en la vida eterna con la visión y gozo directo de Dios.
Este texto es la mejor introducción para hablar de esa realidad divina en el
hombre que denominamos lo sobrenatural. En primer lugar deberíamos distinguir
este concepto de aquello que constituye la naturaleza del hombre para luego ver el
modo de cómo esto se hace presente.
Por ejemplo, la humanidad es la esencia del hombre, y ésta consiste en ser una
animal racional, por lo tanto el ser humano se realiza en la medida en que pone en
acto esas capacidades que posee. De esta manera, son naturales al hombre no solo
las operaciones que permiten a su cuerpo material conservarse, reproducirse, o sen-
tir; sino también las operaciones propias de su alma espiritual, como el conocimien-
to y el amor. Sin ellas el hombre no se realiza, y por esto decimos que lo natural
determina o mueve a la acción, todo ser en definitiva busca su propia perfección.
Natural es, entonces, lo que uno tiene del nacimiento, lo que forma parte de la
esencia, o se deduce de ella y lo que tienen todos los seres que pertenecen a esa
especie.
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 121
2
NICOLAS J.H., Les profondeurs de la grace, Beauchesne, Paris, 1969, p.335-360
122 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
Lo sobrenatural es por definición aquello que no sale del ser del hombre, que
no lo tiene por ser tal, que no pertenece a su esencia; y que por lo tanto puede
agregarse a ésta, pero que no le pertenece por derecho. Enseña Santo Tomás que
ésta es precisamente la razón por la cual lleva el nombre de gracia, esto es, porque
se trata de un don dado gratuitamente y que supera completamente las expectativas
de las creaturas. (Cf., SANTO TOMÁS, Contra Gentiles, III, c. 150).
Si todas las cosas creadas tienen un ser, y éste proviene de una Causa, podemos
decir que naturaleza en general es el conjunto de las cosas creadas, por tanto desig-
namos como sobrenatural algo que no pertenece a este mundo creado. Es aquello
que está por encima de él, es el Ser superior y anterior, que origina todo, pero que
no forma parte de esta creación (error que comente el panteísmo).
Trataremos de explicar mejor esta idea, estamos hablando en definitiva de un
ser trascendente:
Para ser más claros, Dios es un ser puramente espiritual como veremos más
adelante, no tiene cuerpo, y por este motivo su vida consiste en actos de conoci-
miento y de amor. Siempre que hablemos de vida en Dios nos referimos a ese tipo
de actos, y es esto lo que el hombre recibe por participación de acuerdo a su capa-
cidad. Esto significa que recibe un conocimiento y un amor que no surgen de su
razón y voluntad, sino que son puestos por Dios. Santo Tomás enseña que la gra- El catecismo enseña
cia (lo sobrenatural) es una cualidad en el alma, es decir, se trata de un accidente, que la gracia es un don
no de la misma sustancia sino el alma sería Dios, pero un accidente que modifica la divino que nos partici-
sustancia en cuanto la hace participar de la bondad divina. Esta se halla en el alma pa de la vida de Dios
(Cf. 1996)
de una manera imperfecta, esto es, como una participación de la vida divina3.
¿De qué manera pone Dios esa vida en el hombre? Es un misterio, es algo
que nos supera, estamos hablando de la vida de Dios y de lo que Él nos da, no
obstante ello, podemos compararlo en cierta medida con lo que nos sucede entre los
seres inteligentes. Yo sé que puedo poner en otro una idea que antes no existía, que
puedo hacerlo conocer algo nuevo, y quizás también por este conocimiento llevarlo
a desear, a amar algo. Es similar lo que realiza Dios en el hombre cuando le permite
conocer algo que éste jamás alcanzaría por sí, como ser la existencia de tres perso-
nas en Dios (misterio revelado por gracia de Él), y como consecuencia lo desee, lo
ame.
Ese conocimiento sobrenatural, la fe, no es más que una participación de la
vida divina en mí. Algo que supera mis capacidades y expectativas, y que por lo
tanto es algo que viene de arriba. Nada hay nada en mí por lo que pueda decir que
es obra mía, ni siquiera puedo pensar que lo merezco, puesto que si de alguna forma
constituye mi ser entonces, o ya no es vida divina, o bien, mi esencia es divina, lo
cual parece poco probable.
Habría que distinguir en el alma humana lo que ésta tiene de Dios en cuanto
es su creador, su ser natural, su espiritualidad; de lo que se le agrega y significa para
ella una vida nueva, de otro orden. Respecto de la primera, tenemos que afirmar
que el alma humana es ciertamente capaz, como dijimos de recibir algo de Dios,
por ser espiritual y por estar hecha para una perfección espiritual desea naturalmen-
te a Dios, deseo que se manifiesta en la permanente búsqueda de felicidad. Pero
respecto de la segunda, se trata no de la sustancia del alma, sino de un accidente
que la perfecciona.
Lo sobrenatural es algo divino en el hombre, algo puesto por Dios, y no una
simple exaltación de sentimientos humanos, tampoco una simple consideración
externa de Dios respecto de la persona. Como si fuera una bendición general, o una
mirada misericordiosa; en cierta medida es algo de esto pero es también mucho
más que esto: es una participación en el bien divino. En efecto Dios no puede darse
entero, no tiene el hombre capacidad de recibirlo, como el vaso no puede recibir
toda el agua del mar, pero sí puede darle una parte de su vida.
La cuestión que se nos plantea ahora es: ¿Porqué Dios da esta participa-
3
(Cf., SANTO TOMÁS, Suma Teológica, I-II, q. 110. 2, ad. 2).
124 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
Dice Santo Tomás: “Hay de hecho un amor universal con el cual Él ama todas las
cosas existentes. Como dice la Sagrada Escritura (Sabiduría 11, 25)…Hay además
un amor especial por el cual Dios eleva la creatura racional por encima de las condi-
ciones de la naturaleza, a la participación del bien divino. En este último caso de dice
que Dios ama a una persona en sentido absoluto, puesto que con este amor Dios
quiere para la creatura aquél bien eterno que es Él mismo. Esta es la razón por la
cual cuando se dice que uno tiene la gracia de Dios se quiere indicar un don sobre-
natural producido por Dios en el hombre”. (Suma Teológica I-II, q. 110, a. 101).
2) La gracia en la Biblia.
a) El concepto
No encontramos en la Sagrada Escritura una reflexión sistemática sobre este
tema, sin embargo, los distintos términos que se usan para mencionar la gracia
manifiestan el sentido de la misma. Algunos de estos términos eran anteriores a la
Biblia, y se usaban en ámbito profano4.
En primer lugar, significa el atractivo y la amabilidad que tiene una perso-
na con la cual se atrae a los demás. Esto es, cuando decimos que “tal persona
tiene gracia”, es decir, que tiene cierto encanto o atractivo. En este sentido Prover-
bios 31,30 dice: “la gracia es engañosa y la hermosura es vana”.
Otro significado es el de benevolencia, o buena disposición que logra una
persona ante otra, cuando tiene su favor, y en este sentido dice la Escritura que
José había encontrado gracia ante Dios (Gn 39,4). En la Biblia se usa el término
hebreo hesed, que expresa la amistad de Dios con los hombres, la confianza de
éstos depositada en Él, y la gratitud por haber llenado de frutos la tierra; así el
Salmo 136: “Dad gracias a Yahveh, porque es bueno, porque es eterno su amor.
Dad gracias al Dios de los dioses porque es eterno su amor; dad gracias al Señor de
los señores, porque es eterno su amor”.
Naturalmente existe también el significado más frecuente, el de dar gracias a
otro por un bien recibido.
También el término gracia designa un favor o auxilio que se nos debe y se
nos concede por buena voluntad, cuando decimos que Dios nos concedió tal o
cual gracia. Así es como se usa a menudo en la Sagrada Escritura para expresar la
necesidad que tiene el hombre de la ayuda divina, y también el poder de Dios puede
y desea brindar esa ayuda. Esto es lo que se pide en el Salmo 25,16: “Vuélvete a mi,
tenme piedad que estoy sólo y desdichado”. De manera especial designa las bendi-
ciones de Dios a su Pueblo, o la belleza espiritual que tiene el favor de Dios. El
Salmo 45, 3 afirma: “Eres hermoso, el más hermoso de los hijos de Adán, la gracia
está derramada en tus labios, por eso Dios te bendijo para siempre”.
Y este es el sentido en cual se usa en teología la palabra gracia, como don o
favor divino5. El Catecismo de la Iglesia Católica la define del siguiente modo:
La gracia el favor, el auxilio gratuito que Dios nos da para responder a su llama-
da: llegar a ser hijos de Dios, hijos adoptivos, partícipes de la naturaleza divina, de la
4
Cf. IBAÑEZ MENDOZA, Dios santificador: I. La gracia, Palabra, Madrid, 1983, p. 11-12
5
En el Antiguo Testamento Dios se define a sí mismo como un Dios de gracia: “Yahveh, Dios de
ternura y de gracia, tardo a la ira y rico en misericordia y fidelidad “(Éxodo 34, 6). Esta
generosidad se derrama sobre todos los hombres y consiste en una iniciativa totalmente gratuita,
no justificada en el pueblo elegido por ningún mérito (Deuteronomio 7, 7; 8, 17; 9, 4.). El signo
de la existencia de esta gracia es la fidelidad de Dios a sus promesas, concretamente de la
entrega de la tierra prometida. La gracia supone una elección y ésta tiene por fin la Alianza, es
decir, Dios busca un intercambio, una comunión. Quizás una de las expresiones que mejor la
definan en el Antiguo Testamento sea la de bendición (Números 6, 25). Por último, la gracia,
consiste también en la respuesta del hombre a esas bendiciones, abriendo su corazón y entre-
gándole su vida. Ésta produce corazones nuevos en el sentido de un estilo de vida nuevo
(Geremías 31, 31). (Cf. LÉON-DUFOUR, X, Vocabulario de Teología Bíblica, Herder, Barcelona,
1988, p. 365-367).
126 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
En realidad, en esta experiencia personal percibimos una gran verdad, esta es: la
dimensión espiritual nos abre a una realización que no puede ser satisfecha plena-
mente en el orden material, y tampoco en el orden espiritual, al menos en esta vida.
De allí que todos deseemos un mundo mejor.
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 127
6
Cf. SANTO TOMÁS, Suma Teológica, I-II, q. 109, a. 1.
7
Cf. idem aa. 2, 3, 4, 8.
8
Cf. Idem a 5.
128 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
El don divino comienza a actuar antes que la voluntad humana, y consiste en una
iluminación del intelecto y en un impulso de la voluntad, que producen el primer
deseo de Dios. Es Dios quién mueve al hombre hacia El.
9
Cf. Deuteronomio 7, 7-8: “No porque seáis el más numeroso de todos los pueblos se ha
prendado Yahveh de vosotros y os ha elegido, pues sois el menos numeroso de todos los
pueblos; sino por el amor que os tiene y por guardar el juramento hecho a vuestros padres”
10
2 Cor.3,5.
11
Romanos 2,9.
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 129
que el hombre necesite el don divino para que lo ayude, y le haga más fácil la dura
tarea de la exigencia de los preceptos. Se trata más bien, de que sin la gracia no
se puede llegar a Dios, ni siquiera dar el primer paso12.
Este es un tema que sigue teniendo relieve hoy en día, porque afirmar que todo
es obra de Dios podría parecerle a algunos que sería un modo de menoscabar la
obra del hombre. Si todo es de Dios, nada es del hombre. Y entonces, o no es
salvación real del hombre, o no vale la pena hacer nada bueno.
En realidad, hay que tener en cuenta que estamos hablando de actos humanos
en orden a Dios, y que el hecho de que Dios actúe antes que el hombre no impide
que éste sea libre, porque esa ayuda divina supone siempre la libre aceptación del
hombre. Puede darme Dios el don de la fe, y que yo no lo acepte, o no lo cuide y lo
pierda.
Cuando hablamos de la gracia estamos hablando del amor divino por los hom-
bres, y por eso si nos preguntamos de qué manera podemos obtener la gracia,
enseguida se nos ocurre pensar en aquellas cosas buenas que podemos hacer para
demostrarle a Dios que somos buenas personas. Y así podríamos concluir que aque-
llos que son más buenos son más amados por Dios. El razonamiento no es del todo
incorrecto, pero habría que hacer algunas aclaraciones.
Se está en la verdad cuando se afirma que existe correspondencia de parte del
ser que es amado acreciente el deseo de amar del que ama, por el contrario, la falta
de respuesta del otro, termina por enfriar el amor. Esto sucede también con Dios,
seguramente tiene más ganas de seguir dando dones a aquellos que los usan bien.
En los evangelios Jesús enseña esto por medio de la parábola de los talentos (dones),
en ella cuenta que un Señor reparte entre sus siervos esos talentos y viene luego a
pedirles cuenta, dejando sin nada a aquellos que por temor los guardaron, y pre-
miando con más a los que los hicieron dar frutos13. Así es como piensa Dios cuando
regala estos dones.
Pero habría que tener en cuenta aquí que cuando hacemos estas comparaciones
entre el amor humano y el divino, éstos son diferentes: el amor humano supone el
bien, Dios en cambió no lo supone sino que lo origina.
Así es, nuestra existencia no es casualidad sino fruto de un acto de voluntad del
Creador, ese es el primer acto de amor de Dios, antes que existamos, obviamente
antes que pudiésemos darle algo. Aún más, luego de la creación el amor divino se
manifestó más grande al amar al hombre alejado de Él por el pecado. Así es que el
amor de Dios siempre precede al nuestro, sin olvidar claro, que Él no necesita de
nosotros. Por todo esto la gratuidad es absoluta, Dios da por Él mismo, porque es
bueno, no porque nosotros seamos buenos.
Dios prepara el alma para que pueda recibirlo, primero lo mueve a amarlo y
luego se queda de manera permanente, esto a través de dos clases de gracias.
12
Esto fue enseñado por la Iglesia desde los primeros siglos, así lo definión en el Concilio de
Cartago s. IV, declarando que los que no enseñaban esto se apartaban de la verdad.
13
Cf. Lucas 25, 20: “Señor, le dijo, me has confiado cinco talentos: aquí están los otros cinco que
he ganado. Está bien servidor bueno y fiel, le dijo su señor, ya que respondiste fielmente en lo
poco, te encargaré de mucho más”.
130 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
“Al que hace lo que está de su parte Dios no le niega sus gracias”.
sición. El ayuda al hombre por medio de la gracia, siempre que éste no la rechace.
Podríamos completar la explicación anterior con otra frase teológica que dice
así:
Esto significa que antes que nada la supone, es decir, si no existe el hombre Dios
no puede otorgar las gracias, o bien, si la naturaleza es defectuosa al punto de
impedir la acción de la inteligencia, por ejemplo, la gracia no puede suplir esta
deficiencia14.
14
Cf. IBAÑEZ-MENDOZA, o.c., p.144-151.
15
Cf, Santo Tomás, Suma Teológica, I-II, q.110,a.4. La gracia actual es un impulso causado por
Dios y recibido en el alma, por el que las potencias son transitoriamente elevadas y movidas
para un acto sobrenatural. Su misión es disponer el alma para la gracia habitual.
132 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
El primer auxilio divino para restablecer el orden en el interior fue la Ley que
entregó Yahvé a Moisés. La función de la misma era mostrarle el camino, aquello
que debía hacer para mantener ese orden a Dios, los mandamientos (Ex 20,1-17).
Este primer auxilio era externo al hombre, y se limitaba a eso a señalar la ruta. Pero
como el primer pecado dejó un desorden interior que se evidencia cuando queriendo
el bien hacemos el mal, obviamente hacía falta algo más, un auxilio que no solo
indicara el camino, sino que nos diera la fuerza para poder caminar, para cumplir
con esos mandamientos.
Eso es la gracia, no una declaración externa de justicia en el hombre, no un
sentimiento de compasión divina respecto de la debilidad humana, sino algo divi-
no en el alma, algo que no le pertenece a su ser, pero que está realmente presente.
El amor de Dios, como dijimos antes, es distinto del amor humano, porque causa el
bien que ama, no lo supone como aquel. Así Dios ama con un amor general a todas
las cosas, por ser su causa, y con un amor especial al hombre cuando pone en él un
don real, cuando Él mismo se convierte en vida nueva y sobrenatural del alma16.
Dios es la vida del alma, por este nuevo modo de estar presente en la interio-
ridad del hombre; pero no la vida natural, la que tiene desde el momento de la
concepción, sino una nueva agregada. En efecto, esta vida sobrenatural se suma
desde afuera y no se mezcla con la sustancia del alma formando una sola cosa.
Pensar algo así sería caer en el panteísmo.
Dios se aproxima de una manera inesperada al hombre, se mete dentro de él,
pero sin que dejar de ser Dios, ni el ser humano pierda lo que es. No hay mezcla de
sustancias, la divina y la humana, porque son de naturaleza espiritual, y solo lo
material se mezcla, lo espiritual es simple e indivisible.
Lo divino ingresa en la naturaleza humana como una cualidad nueva del alma (la
cualidad es un accidente, es decir, que no es una sustancia) que la eleva a participar
de la vida divina. Por esto definíamos la gracia como una participación de la vida
divina, por que lo que se recibe es una parte, no todo el ser de Dios, sino algo de su
modo de conocer y amar.
16
Cf. Santo Tomás, Suma Teológica, I-II, q.110,a.1.
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 133
que permitan entender mejor el tema. Nosotros dijimos que uno de los primeros
efectos que produce la presencia de la gracia es restaurar la amistad con Dios
borrando del alma el pecado17.
Pecado no es lo que cada uno considere que está mal hacer, sino lo que Dios
piensa que está mal que el hombre haga. Y Dios piensa que lo malo está en que se
produce un desorden del alma, porque por buscar un bien aparente no se realiza, y
no le retribuye a Dios el amor recibido.
Estamos siempre hablando de realidades espirituales, por lo tanto quizás algún
ejemplo nos sirva para comprender mejor. Si yo pensara que en mi vida hay muchas
cosas importantes, pero las cosas materiales y el bienestar que ellas me producen
son las más importantes, entonces se produciría un desorden espiritual. Porque,
entre otras cosas, no valoraría las personas por lo que son, sino por la capacidad
que tienen de brindarme eso me gusta. Lo mismo sucedería si yo me amara más
que a cualquier otra persona, mi egoísmo terminaría siendo soledad porque es muy
difícil amar a un egoísta. En estos dos ejemplos, hay un desorden interior, puesto
que se cambian el valor de las cosas y se invierte el orden de importancia. Sin
embargo, hay también un desorden externo, porque el amor al dinero, o el egoísmo,
son fuente de problemas en la familia y la sociedad. Los ejemplos de esos desorde-
nes los conocemos bien.
Algo similar sucede en la relación con Dios, si Él no ocupa el primer lugar en la
escala de las cosas importantes el alma se desordena. Se desordena todo en la vida,
aunque me vaya bien. Porque el orden supone un principio y un fin, lugares que solo
pueden ser ocupados por Dios, de otra manera yo forzaría mi alma a conformarse
con algo que no la puede llenar. Esto engendraría una violencia interior, porque por
más que yo quiera inventar otro orden, sea creyente o no, tarde o temprano termino
concluyendo que eso que me inventé como lo más importante no me hace entera-
mente feliz. El alma, una realidad espiritual, solo puede llenarse con un amor que
no se termine y que sea lo más grande: Dios.
El pecado es entonces una desobediencia a uno mismo, a lo que reclama mi ser
desde lo más profundo, y una desobediencia al Dios que me hizo de esta forma.
La gracia es un don divino que establece en mi alma una nueva relación con
Dios.
No solo la relación que se puede lograr con la razón, porque si uno se atreve a
usarla se dará cuenta de la necesidad de explicar el origen y el fin de todo; tampoco
la que surge del lejano sentimiento de bondad hacia ese Dios que es bueno con uno,
sobre todo cuando uno necesita algo; sino una profunda relación de amistad en la
que el hombre le dedica la vida entera. Amistad con Dios significa amarlo por
17
El perdón de los pecados es un hecho sobrenatural, solo Dios puede realizar esa acción, y es
una de las mayores demostraciones de amor de Dios. Eso es lo que enseña Jesús en los
evangelios: “los escribas y fariseos comenzaron a preguntarse: Quién es este que blasfema?
Quién puede perdonar los pecados, sino solo Dios? Pero Jesús conociendo sus pensamientos les
dijo: qué es lo que están pensando? Qué es más fácil decir tus pecados te son perdonados, o
levántate y camina.? Para que uds sepan que el Hijo del Hombre tiene sobre la tierra el poder
de perdonar los pecados, dijo al paralítico, yo te lo mando, levántate, toma tu camilla y vuelve
a tu casa” (Lc 5,21-25).
134 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
encima de todas las cosas y personas, incluso de las que más quiero en la tierra, y
amar a todas ellas con un amor diferente. Diferente porque busco el bien espiritual
para esas personas, y diferente porque el modo de amar tiene un modelo que es la
vida de Jesús.
Cuando decimos que la gracia santifica al hombre estamos diciendo que pone
este amor en su corazón, no que se convierte en un santito de yeso, o en “buenito”
que le da de comer a los gatitos abandonados en la calle. Seguramente esa santi-
dad (o bondad sobrenatural) de la que hablamos no es perfecta, por eso siempre
tendremos algo que mejorar, pero lo que es cierto que esa bondad no sale de mí,
sino que es Dios que la puso en mi gratuitamente, solo dejé que entrara, evité poner
obstáculos.
Estos últimos son los pecados, de allí que la gracia lleve al hombre a luchar
contra las tentaciones, haciéndole ver que no son verdaderos bienes los que nos
ofrecen a veces, y dándole la fuerza para buscar con sacrificio los bienes más valio-
sos18. Este cambio en la vida del hombre se llama conversión en la Biblia.
La gracia, entonces, perdona los pecados, cuando el hombre se arrepiente de
sus faltas, movido por la gracia actual, y pide a Dios su perdón, se establece un
orden nuevo, una vida nueva. El hombre busca otras cosas cuando quiere ser feliz,
no porque desprecie las otras, sino porque ocupan su lugar, y Dios el suyo, siempre,
el primero. La justificación implica un doble movimiento, uno de búsqueda de Dios,
otro, de rechazo de aquello que me aleja de el19.
Esto es mucho más que ser educado o bueno con los demás, esto es mucho más
que ser solidario o buen ciudadano, es vivir para la vida eterna.
La Palabra de Dios habla de una relación más profunda que la amistad, ella
afirma que por la gracia el hombre se convierte en hijo adoptivo de Dios: “Mas al
llegar la plenitud de los tiempos envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo
la Ley, para redimir a los que estaban bajo la Ley, para que recibiésemos la adop-
ción. Y puesto que son hijos, envió Dios a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo,
que grita: ¡Abba, Padre! De manera que ya no eres siervo sino hijo, y si hijo, también
heredero por medio de Dios” (Gal.4,4-7).
Cristo es Hijo de Dios por naturaleza, es decir, tiene la misma esencia divina, el
hombre se convierte en hijo porque recibe parte de esa naturaleza, según su capaci-
dad. Esta posibilidad surge a partir de la unión de las dos naturalezas en Cristo, por
eso se dice que por la gracia que recibimos de Cristo somos hechos hijos. Esto es, no
nos convertimos en Dios, sino que recibimos su vida.
El hombre se hace bueno por la gracia en un sentido distinto al ser buena perso-
na con los demás, porque esta nueva bondad significa una relación de amistad
18
Hay en la Biblia un pasaje que muestra claramente el significado de esta vida nueva que se
realiza por la gracia. Jesús se encuentra con un ciego de nacimiento al que cura compadecido de
su enfermedad, esta curación se realiza en sábado, y era precepto para los hebreos no trabajar
en sábado, encuentran allí el motivo para oponerse a Jesús. En la discusión le preguntan porqué
motivo es ciego si por sus pecados o los de sus padres, identificando enfermedad física, con el
pecado. La narración culmina con la realización del milagro, que lo cura de la enfermedad física
y el acto de fe del ciego. Con el milagro Dios busca no solo la salud física, sino algo más
importante, la del alma, que consiste básicamente en descubrir a Dios, en verlo. Cf. Juan 9.
19
Cf. Santo Tomás, o.c., I-II, q.113,a.6,c.
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 135
(cercanía) con Dios. Sin embargo, no podemos decir que a partir de allí uno no
necesite hacer obras buenas, pues como dice el refrán: “obras son amores y no
buenas razones”20.
El primer efecto que produce la gracia es la justificación como explicamos antes,
y el segundo efecto es el mérito sobrenatural que le agrega a las obras que realiza
el hombre.
La presencia de Dios en el alma no solo le participa de su vida, sino que
además es una fuente de energía para realizar actos sobrenaturales, como actos de
fe o caridad, etc., Por otra parte, hace que esos actos se ordenen a la vida eterna en
cuanto realizados por amor a Dios, un acto de caridad a un pobre por ejemplo, son
tenidos en cuenta por Dios en el momento de valorar la vida humana, porque ese
acto tiene una motivación superior, el amor a Dios, y porque unido el hombre a
Cristo por la fe, suma los méritos del Hijo de Dios.: “Permaneced en mí, como yo en
vosotros. Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no perma-
nece en la vid; así tampoco vosotros si no permanecéis en mi” (Juan 15,4).
Por más pequeño que sea el acto vale, para Dios, más que un acto
cualquiera de bondad natural, porque el mérito es de la obra de que Dios
realiza en nosotros21. ¿Y porqué quiere Dios que hagamos actos buenos, si el no
necesita de nosotros para ser feliz? Porque en esos actos se manifiesta la bondad
divina. Porque queda de manifiesto cuan grande es la obra que puede realizar Dios
en una persona que le abre su alma, como lo hizo en Teresa de Calcuta o en tantos
santos, o bien en tantos otros desconocidos que dan su vida por amor a El.
Nos queda pendiente una cuestión: si la gracia es don sobrenatural infundido
por Dios en el alma, y que no pertenece a la esencia de la misma, entonces no todos
los hombres la tienen. Ahora bien, ¿porque Dios da la gracia a unos sí y a otros no,
porqué les da a uno más que a otros? ¿Es que Dios no ama a todos los hombres por
igual, no somos todos iguales ante El?
La respuesta es distinta de lo que podríamos pensar, porque Dios es un ser
diferente del hombre. En efecto, somos todos iguales ante Dios en un sentido,
en cuanto todos los seres existentes existimos por su amor, pero es una evidencia
de la realidad, que ha dotado a los hombres con capacidades distintas.
Hay distintos tipos de capacidades, y algunos tienen una capacidad más que los
demás. Pero Dios no se la dio para que sobresaliera sobre los demás buscando su
bien personal únicamente. Dios piensa de una manera diferente, si alguno es más
inteligente por ejemplo, que otros es para que ponga al servicio de los demás esa
capacidad, no para que se aproveche de ella para dominar. Dios piensa siempre al
hombre realizándose con los demás, sirviendo a los otros.
Lo mismo sucede con la gracia. Dios distribuye las gracias pensando no solo en
la santificación de alguno, sino en que puede ayudar a los demás a llegar a Dios.
Eso sucede por ejemplo con la fe o la esperanza, por la que unos ayudan y sostienen
a otros.
20
Cf. COLZANI G., Antropología Teologica, l’uomo paradosso e mistero, ed. Dehoniane, Bologna,
p.400ss
21
IBÁÑEZ-MENDOZA, o.c., p.226-238.
136 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
De todas maneras, es evidente que a unos les da más, y esto se explica por dos
motivos. En primer lugar, porque así como Dios crea por bondad, también da las
gracias por amor, es decir, que el motivo de su amor es su bondad, sus ganas de
querer, no nosotros. La gracia no es un premio a un buen comportamiento humano.
Siendo la razón de la comunicación de esos dones su amor El puede disponer
libremente de ellos.
El segundo motivo es que, no todos los que reciben la gracia la aceptan y se
dejan iluminar o mover por Dios hacia El. Puede suceder que alguno escuchando
hablar de Dios, no tenga ganas de hacer lo que El dice, o le interesen más otras
cosas. Esas gracias se pierden, por así decirlo, porque el hombre no correspondió al
amor divino. En todo esto se manifiesta lo sobrenatural como un misterio, como
algo divino.
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 137
Actividades Propuestas
1) Glosario:
a. Natural.
b. Sobrenatural.
c. Gracias.
d. Justificación.
e. Mérito.
2) Explique que diferencia hay entre lo natural y lo sobrenatural.
3) Reflexione sobre lo siguiente:
a. Dos personas hacen una obra de caridad, donan a un pobre alimentos y
comidas. Una de las personas esta en estado de gracia y la otra no. ¿qué
diferencia hay en el acto entre una y otra persona?.
b. ¿Por quién somos justificados y de qué?.
c. ¿Por qué Dios hace diferencias entre las personas?¿qué se puede decir al
respecto?.
d. ¿Qué diferencia hay entre lo sobrenatural y lo paranormal?.
4) Busque en la Biblia pasajes que definan y muestren la existencia de la gracia
dados aquí en el texto.
138 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 139
PARTE III
El Misterio del mal
L
uego de haber estudiado el misterio del bien, es decir, de la bondad de
Dios que genera cosas buenas, personas buenas, y además les da una
bondad sobrenatural, vamos a ver ahora la cuestión del mal, lo opuesto.
Como en el caso anterior hablábamos de un misterio del bien, también aquí
podemos hablar de un misterio del mal. Misterio es lo que no puede ser conocido
en su totalidad, por la limitación humana, o porque se trata de una realidad que
supera la capacidad humana. Este es el caso de este tema, como sucede con lo
sobrenatural, es imposible que el ser humano llegue a comprender perfectamente
porqué le suceden cosas malas.
Esta confesión de humildad es importante, como actitud inicial de estudio, por-
que pretender lo contrario sería enfocar equivocadamente de entrada la cuestión.
Nosotros vamos a ensayar una aproximación al tema, apoyados en la revelación, y
en lo que la teología ha desarrollado. En todos los casos las respuestas no resuelven
los planteos existenciales concretos, que requieren otras consideraciones.
Otra limitación importante de señalar es que, por la naturaleza misma del tema
resulta más difícil la intelección del mismo. Si el misterio del bien resulta luminoso,
en el sentido de que explica la existencia de las cosas y lo positivo en ellas; por el
contrario, este tema tiene que ver con lo negativo, lo aparentemente absurdo, y la
capacidad de autodestrucción del ser racional, de allí que se trate más bien de un
tema oscuro y bastante más complejo.
Comenzaremos por lo más evidente, por reconocer su existencia. Es algo innega-
ble de que el mundo en que vivimos existe el mal, todos tenemos de alguna manera,
experiencia del mismo. Es una realidad que nos afecta a todos, con diversa intensi-
dad, pero a todos.
Es frecuente que nos formulemos varias preguntas de difícil respuesta: ¿porqué
uno tiene que sufrir? ¿Por qué existen personas que hacen mal, y porqué les va bien?
¿Por qué padecen los buenos? ¿Si Dios existe porqué permite que haya niños que se
mueran de hambre? Porqué tiene uno que morir? ¿Por qué somos capaces de hacer
el mal, si queremos el bien y sabemos que éste es el que nos hace felices?
Esta es quizás la dimensión más difícil del tema, la personal, cuando uno perci-
be que no es solo una realidad que está en el mundo externo, sino que es algo que
está, de alguna forma, dentro de uno mismo, y además, que no siempre se domina.
Así es, hay algo misterioso que nos lleva a realizar acciones que nos hacen daño
y que tenemos la sensación de no controlar, como los deseos de placer que, no
racionalizados, nos llevan a caer en excesos de comida, bebida, etc; o esos mismos
140 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
deseos que no nos dejan pensar bien en el momento de amar, y a veces podemos
usar a los demás. Hasta incluso, surge en algún momento de ira, el deseo de ven-
ganza, o pensamos la posibilidad de hacer algún daño a alguien con el fin de hacer
justicia. Por mas buenos que seamos, en algún momento pasan por nuestras cabe-
zas malas ideas. Lamentablemente en ciertas ocasiones las concretamos.
Estudiaremos primero el concepto y tipos de males, luego la cuestión del pecado
que es un mal de tipo moral, y finalmente, el tema del destino.
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 141
bueno, cuando su causa, por ejemplo, es un mal que hicimos, y del que nos hace
tomar conciencia.
Regresando a la idea de privación, podemos preguntarnos si el mal es lo contra-
rio del bien. Entonces, deberíamos distinguir cuatro formas de oposición:
1- la oposición de contradicción, es la más radical, y se da cuando uno de
los términos rechaza al otro;
2- la oposición de privación: cuando se deja subsistir el sujeto común a los
dos términos, pero se rechaza una cualidad general poseída por uno de ellos, así
por ejemplo, la ceguera rechaza la vista;
3- la oposición de contrariedad, es la que se da entre dos cualidades del
mismo género, así sucede entre el rojo y el verde;
4- la oposición de relación, que no supone que algo le falta a uno de los
términos de la oposición.
Cuando decimos que el mal es algo opuesto al bien, no pretendemos decir que
se trate de algo contrario.
Cuando hablamos 2) Otro nivel del mal, es el mal moral, es decir, cuando esa privación se
del mal moral, habla- realiza en la conducta humana. En efecto, es una experiencia común para nosotros,
mos del pecado.
por el desorden que origina en las relaciones humanas, la falta de justicia, pruden-
cia, etc. ¿Qué es lo que sucede cuando se hace algo malo, como un acto de injus-
ticia? Pasa que a esa acción humana le falta una recta ordenación al bien, al
verdadero bien que es el que puede hacer feliz al ser humano6. Nos equivocamos,
elegimos mal, y de esa falta de dirección al verdadero bien, surge el desorden inte-
rior. Se ama (busca) un bien aparente (o menor) y desde el interior se genera un
desorden que termina siendo social.
La voluntad humana no está determinada porque son muchos los bienes que
puede elegir, y éstos no realizan plenamente la felicidad que ella persigue siempre.
Ella está siempre indeterminada, y por lo tanto, libre; y cuando elige busca siempre
un bien, no puede querer el mal, porque eso es contrario a su naturaleza. Todo ser
quiere su perfección y por eso la voluntad solo quiere el bien. En este caso se
equivoca en la elección, porque juzga que aquí y ahora este bien es el mejor. La
voluntad elige el mal indirectamente7.
Como falta, contra Dios, la naturaleza y la razón. Contra Dios porque se desobe-
dece a las leyes (mandamientos) por Él establecidos para que el hombre alcance su
propio bien. El pecado es un acto contra la naturaleza del hombre, pues ella desea
su perfección y esa equivocada elección, de alguna manera, lo impide. Finalmente,
el pecado es una falta contra la razón, porque no se decide uno por lo que ésta nos
presenta como bien, sino que obnubilada ésta por la apariencia de un bien se niega.
El mal moral comprende no sólo la falta, sino también la pena, esto es, la conse-
cuencia de la falta. Esa pérdida de la paz interior y exterior, por ejemplo, que resul-
tan una contrariedad a la voluntad.
Ahora bien, si Dios es omnipotente, puede hacer todo lo que quiere, ¿por qué
no impide que se dé el mal, por qué lo permite?
Antes de entrar en la cuestión de la relación entre Dios y el Mal, conviene que
veamos en qué consiste el mal moral, por qué la explicación última de la permisión
divina del mal es de orden espiritual.
6
Cf. NICOLAS J.H., Synthése Dogmatique, complement, ed Univ. Fribourg, - Beauchesne, Paris,
1993, p.361
7
Cf. NICOLAS J.H., o.c., p.363.
8
(Cf. SANTO TOMAS, De malo, q.1,a.3.).
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 145
9
Odisea, ed Sol, 2000,canto I,p.21.
146 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
Dios, en efecto, tiene unas leyes. La ley eterna, que es la que rige sus acciones,
su modo de ser, y la ordenación de todo lo creado hacia ÉL. Una ley positiva (los 10
mandamientos que recibió Moisés en el Sinaí) proclamada para que el hombre
tuviese una guía de su obrar. Y una participación de la ley eterna en las criaturas
racionales escrita en las conciencias de manera tal de juzgar lo bueno y lo malo.
La finalidad de la ley consiste en fijar un modo ordenado de realización de un
ser, de orientar su acción a un fin que le sea verdaderamente propio y perfectivo y es
por eso la expresión de un orden que descubre la razón, la inteligencia divina, en
este caso, como principio de todos los seres.
La ley divina no impide la libertad del hombre; el hombre sigue siendo libre y
puede hacer lo que desee, al darle una ley lo que hace Dios es señalar el camino que
ya le había indicado al darle un determinado modo de ser.
El pecado es un alejamiento de ese camino, una opción diferente, que bajo la
pretensión de ser una decisión propia y no ajena, lleva a una acción en contra de la
voluntad divina. La razón última de este alejamiento tiene que ver con la humana y
vana pretensión de no tener que obedecer a nadie más que a uno mismo. Ese deseo
de autonomía y sometimiento solamente a la propia voluntad, se llama orgullo,
soberbia y es la raíz de todo pecado, particularmente del primer pecado10.
Volviendo sobre la definición de pecado podemos detectar allí una palabra cla-
ve: falta. Se dice que es una falta porque el acto pecaminoso es un acto privado de
algo, ¿de qué? Del orden que debería tener, esto es, debería ser un acto conducente
al fin último. Pero no, más bien se aparta de ese fin.
La acción mala es una acción desordenada, no conduce al fin verdadero, y
por esto es también a la vez causa de desorden11. Es lo que San Pablo expresaba en
esa lucha interior de querer el bien y no hacerlo. Ese desorden interior pasa luego a
complicar las relaciones entre los hombres.
Este efecto es quizá lo que más percibimos de la presencia del mal en nuestras
10
Cf GUNTHOR a., Chia mata e risposta, San Paolo Torino 1987, p. 668-782
11
Cf BASSO d., Los principios internos de la actividad moral, centro de imv. Bioética, Buenos
Aires, 1991, p. 243-273.
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 147
vidas. Desear, por ejemplo, tener más bienes de lo que necesitamos para vivir digna-
mente nos lleva a la codicia, la envidia, la vanidad, etc. y todo esto nos hace sentir
infelices; y lo que es peor, hacer infelices a otros, porque la ambición nos lleva
indefectiblemente a perjudicar a algún otro. La búsqueda de bienes necesita ser
regulada por la razón que tiene que discernir cuáles son los bienes que realmente se
necesitan.
El pecado es ese desorden espiritual, esa alteración, por la que las cosas menos
importantes se convierten en motivo de ansiedades difíciles de controlar.
Seguramente alguno pensará, con razón, que no todos los seres humanos somos
iguales, y que por consiguiente no se debe determinar lo que cada uno necesita para
ser feliz. Esto es cierto, si es que distinguimos aquellas cosas que todo hombre
necesita como reclamo de su naturaleza, de las que no lo son.
La naturaleza del hombre no es algo estático, sino que consiste en un principio
de operaciones; porque el modo de ser conforma el modo de actuar. Así por ejem-
plo: el hombre no puede realizarse sino por la entrega desinteresada de sí mismo en
el amor a otro.
El pecado es un impedimento para que este deseo natural de amar a otro se
realice. En este ejemplo, el pecado tiene un nombre: egoísmo, esto es, amor exage-
rado de uno mismo, que lleva a que el hombre se busque a sí mismo en todo lo que
hace.
En otras palabras, uno actúa en contra de sí mismo, por esto se produce una
división interior, que es lo que San Pablo expresaba en esa lucha interna.
El pecado es no sólo un acto contra la naturaleza del hombre en general, sino
también:
En conclusión, el pecado es un retroceso en el proceso de crecimiento perso-
nal, un mal.
La pregunta es ¿por qué Dios lo permite? Si Dios sabe que voy a realizar un
acto malo, ¿por qué no lo impide?12.
En realidad, Dios lo sabe porque ve no sólo el presente, sino el futuro, desde la
eternidad. Este conocimiento divino no modifica la voluntad del hombre. Ésta, y
sólo ésta, es la causa directa del acto pecaminoso.
12
Que Dios permita el pecado no significa que lo autoriza, Él deja que suceda, es decir, no lo
impide como podría hacerlo porque domina soberanamente todas las cosas, esto es también la
voluntad humana. Dios quiere que el hombre evite el pecado, es decir, que no se aparte de su
amor y para esto le envía gracias, pero es la voluntad la que las acepta o no libremente (Cf.,
NICOLÁS, O. C., p. 377).
148 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
Cuando decimos que la voluntad del hombre es la causa directa del pecado,
afirmamos que no se puede trasladar a otros la responsabilidad del mal que genera-
mos. No obstante esto, no hay que olvidar que hay elementos que aumentan o
disminuyen la voluntariedad de un acto. Por ejemplo, no es lo mismo la responsa-
bilidad ética de alguien que tiene una formación y conoce el bien y el mal que hace,
que la de aquél que carece de esa formación, o bien del que por confusión piensa
hacer el bien cuando obra mal.
Pero quizás lo más frecuente sea el condicionamiento que la voluntad recibe de
las pasiones. En efecto, estos movimientos de la dimensión sensible del hombre, se
presentan con tanta vehemencia que envuelven y confunden al juicio de la razón.
A menudo se ve como bueno aquello que nos atrae más, o que nos da más
placer en el presente.
Es importante tener presente estas influencias de la voluntad, porque se entiende
al hombre cuando se lo considera en su totalidad. Este es el motivo por el cual la
teología moral, teniendo en cuenta la condición del hombre, enseña que Dios se
compadece y perdona con más facilidad aquellos pecados que se cometen por
debilidad (los relacionados con los placeres del sexo, comida, bebida, etc.), que
aquellos que se realizan por malicia (esto es, con conocimiento e intención de da-
ñar) como la difamación, injusticias graves, uso de las personas con fines políticos-
comerciales, etc.
Pecado, entonces, no son “las mentiritas”, las faltas de educación, o “las cosas
desagradables” del comportamiento del hombre, sino la incapacidad del hombre
de amar a los demás y a Dios, más que a sí mismo. El pecado tiene no sólo una
dimensión horizontal, es decir, de ofensa-daño a los demás, sino fundamental-
mente una dimensión vertical, pues hay una desobediencia a Dios. Aunque no
haya un juicio inmediato, la acción del hombre trasciende lo meramente temporal
porque el ser del hombre está llamado a vivir otra vida.
Esa desobediencia causa una enemistad con Dios. Como la relación de amistad
con Él no es una relación de igual a igual, ser amigo de Dios significa, como lo
enseña el Evangelio, cumplir con los mandamientos.
La pérdida de la amistad con Dios no significa que Dios se aleje del hombre,
más bien es el hombre el que se aleja de Él.
Así llegamos a la consideración del punto de vista divino sobre el pecado. Porque
una forma de entenderlo tiene el hombre, que en vez de asumirlo a veces lo niega;
otra forma es la de Dios, que conociendo mejor que nadie la naturaleza del hombre
y sus debilidades, encuentra aquí una ocasión de acercarse como nunca al hombre.
Para no arrogarnos gratuitamente la visión divina, recurrimos a uno de los pasa-
jes más bellos del Evangelio. Allí Cristo cuenta la parábola del hijo pródigo en
la que enseña el modo como Dios ve la miseria humana (Lc 15,11-32): Había un
padre con dos hijos, y uno de ellos, el menor, le pide la herencia y la gasta toda en
una vida de placeres hasta quedarse sin nada. En la pobreza descubre su error –
como nos sucede a todos que nos damos cuenta del pecado, cuando sufrimos sus
consecuencias– y decide regresar a la casa de su padre a pedirle perdón. Antes de
que llegue a la casa, sale el padre a buscar a su hijo perdido (Dios toma siempre la
iniciativa). El padre no sólo no le pide cuentas de lo que hizo, sino que además hace
una fiesta por la alegría que siente de haber recuperado a su hijo13.
Así mira Dios al pecador. Él está siempre dispuesto a perdonar. Su amor no
depende del comportamiento del hombre, Él ama porque es la Bondad Absoluta.
Claro que, ver respuesta a su amor lo hará, seguramente, ser más generoso. Pero
esto no significa que no se compadezca de la debilidad del hombre; a pesar de ella,
Él sigue queriendo al que se equivoca y le ofrece siempre, siempre, su perdón.
Dios está siempre cerca del hombre por más que el hombre se aleje de Él, porque La raíz de todo pe-
en realidad lo que aleja de Dios es la soberbia, la esencia del pecado, y lo que nos cado es la soberbia
acerca a Él es la humildad. Es decir, reconocer lo que en realidad somos, aceptar
nuestros límites y no pretender ser salvadores de nosotros mismos.
No hay pecado que Dios no perdone por más grande que sea. Esto es algo que
nunca debería olvidar el hombre, el mal comienza su tarea de desorden en la preten-
sión de absoluta autonomía. El pecado produce el quebrantamiento de las relacio-
nes del hombre con Dios, con los otros hombres, y con él mismo.
Respecto de este último aspecto de los afectos, el pecado produce en el hombre
angustias como sostenía el filósofo Soren Kierkegaard14:
13
En la historia se halla involucrado también el otro hijo, el mayor, que al regresar a su casa se
encuentra con la fiesta y se irrita con el padre porque le resulta una injusticia que a él que fue
siempre fiel no le haya hecho una fiesta, el padre le responde: “Hijo, tu siempre estás conmigo,
y todo lo mío es tuyo, pero convenía celebrar una fiesta y alegrarse, porque este hermano tuyo
estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado” (Lucas 15,31). La actitud
de este hijo mayor refleja el modo cómo normalmente entendemos la cuestión del pecado, es
decir, tendemos a pensar que nos hacemos buenos por nuestros actos, y que esto no da derecho
a recibir bienes de parte de Dios, como si El estuviese obligado a hacerlo. Más aún, hay quienes
se molestan porque Dios sea misericordioso y perdone a quien quiera y reparta bienes a según
su voluntad. Para Dios lo más importante es que el que lo busca lo encuentre, aunque sea un
pecador.
14
Cf MONDIN b.,L´uomo Secondo il disegno di Dio, Studio Domenicano, Bologna 1992, p. 182-
190.
150 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
14
No puede haber un primer principio de todos los males, como hay un primer principio de
todos los bienes:” 1-porque el primer principio de los bienes es bueno por esencia. Pero nada
puede haber malo por esencia. 2- porque el primer principio de los bienes es el bien sumo y
perfecto... pero no puede haber un sumo mal, porque el mal disminuye siempre el bien y no
puede jamás destruirlo totalmente... si existe un mal completo se destruye a si mismo. 3- porque
la naturaleza repugna a la del primer principio... porque el mal no puede ser causa sino
accidentalmente “ (Suma Teológica) I q. 49, a.3, c.
152 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
3) Del relato se puede deducir también que esta ruptura de la amistad original
del hombre con Dios es fruto de una intervención totalmente libre de la
voluntad humana16. Este dato es importante porque en muchas de las explica-
ciones mitológicas del origen del mal se afirma una visión fatalista de la historia
humana, desligando toda responsabilidad que tiene en el pecado cada perso-
na17.
4) El pecado aparece también en el texto como una fuerza contagiosa, Eva y
Adán son cómplices de la falta. A partir del pecado el hombre siente vergüenza,
se oculta ante Dios. La reacción inmediata es el no reconocimiento de su
culpa, el hombre descarga en la mujer de su responsabilidad y ella en la serpien-
te. Está ya instalada la enemistad entre los hombres como fruto de aquél desor-
den en la relación con Dios. La soberbia aleja al hombre de Dios, y también de
los demás hombres, lo deja sólo.
5) La consecuencia de la falta acarrea una nueva situación irreparable a partir
del punto de vista del hombre, no sólo para ellos sino para todos los hijos, allí se
inicia la historia del pecado y de la muerte (Gn 4).
6) Por otra parte queda también claro que es la serpiente el objeto de la maldi- El Gn. 3,15 es el
ción divina y no el hombre y la mujer. Éstos sufren la consecuencia de su falta esencial, se llama
pero no dejan de ser protegidos por Dios, y por eso resalta también en el texto el protoevangelio: prepa-
ofrecimiento del envío del Salvador (Gn 3,15). ración de la nueva no-
ticia. Luego del pecado
El autor inspirado no pretende explicar científicamente la relación entre aquél original , Dios ofrece un
pecado de Adán y Eva y los pecados de cada hombre, pero sí se enseña que aquél salvador.
es el primero y el origen la introducción del mal. Para entender la relación entre
aquél primer pecado y la situación posterior de los hombres, hay que tener en
cuenta que existe un vínculo que une a todos los hombres y que no es solamente
biológico, sino también espiritual.18 Cada persona humana es un individuo y por ser
libre sólo él es responsable de sus faltas, sin embargo, el bien y el mal que cada ser
humano hace repercute en alguna manera en los otros.
Esto es lo que enseña San Pablo cuando dice:
“por lo tanto, por un solo hombre entro el pecado en el mundo, y
por el pecado la muerte, y así la muerte paso a todos los hombres,
porque todos pecaron... Pero no hay proporción entre el don y la
falta. Porque si la falta de uno solo provoco la muerte de todos, la
gracia de Dios y el don conferido por la gracia de un solo hombre,
Jesucristo, fueron derramado mucho mas abundantemente sobre to-
dos... en efecto, si por la falta de uno solo reino la muerte, con mucha
mas razón, vivirán y reinaran por medio de un solo hombre, Jesucris-
to, aquellos que han recibido abundantemente la gracia y el don de la
justicia... Y de la misma manera que por la desobediencia de un solo
hombre, todos se convirtieron en pecadores también por la obedien-
cia de uno solo, todos se convertirán en justos19.
16
Del estado anterior del pecado original el hombre vivía en una situación de armonía y
plenitud, porque estaba libre del desorden de las pasiones, no estaba sujeto a la muerte, ni a la
enfermedad. Esto es una verdad que enseña la teología y el magisterio oficial de la iglesia
(concilio de Trento)
17
Cf. GOZZELINO G., il mistero dell‘ uomo in Cristo, lldici, Torino 1991 p.345-353.
18
LADARIA, L. Teología del pecado original y de la gracia, BAC, Madrid 1993, p. 63 y 78.
19
Romanos 12- 19
154 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
San Pablo enseña que el pecado abarca a todos los hombres, y que Dios
ha enviado a su Hijo para que los libre de este mal. La justificación (libera-
ción) no se da por méritos propios sino mediante la fe. Hay aquí una visión positiva
del misterio del mal, porque lejos Dios de condenar y apartarse, al contrario, se
acerca a través de la misericordia para ofrecerle la salvación por medio de la fe en
Cristo.
En el texto se menciona a Adán y a Cristo como figuras contrapuestas; por el
primero se introduce la muerte, entendiendo por ésta no sólo la muerte física sino
también el alejamiento de Dios.
Está claro que las consecuencias del pecado de Adán se manifiestan en la muer-
te y en el pecado que a todos alcanza y que todos personalmente ratifican; pero el
texto resalta en paralelo la figura de Cristo y el hecho que la gracia de Dios es más
fuerte que el pecado, y que abundará entre los hombres “mucho más” que la fuerza
del mal. Hay por lo tanto un mensaje optimista puesto que en definitiva vence el
bien sobre el mal, la bondad y compasión del hombre con la miseria humana, que
son siempre más fuerte que ésta20. La clave está en la palabra obediencia, puesto
que todo pecado es en fondo un acto de soberbia y orgullo, y por eso el primer
pecado es una desobediencia; la actitud que redime es la de la obediencia, la de
Cristo y la de los hombres a Él.
Veamos que nos dice Ladaria sobre la herencia del pecado original, es decir,
sobre la extensión a lo largo de toda la historia del pecado del hombre:
“Uno de los problemas que se plantea es la participación de todos
los hombres en este pecado original puesto que si afirmamos que
todos participan, esto incluye también a los niños, los cuales, antes del
uso de razón son moralmente ininputables. De los textos de la Biblia
se deduce que efectivamente el pecado se extiende a todos, pero es
indudable la responsabilidad personal en el mismo, por lo tanto esa
privación de la gracia querida por Dios que es el pecado supone una
decisión libre del hombre. Por lo tanto podemos decir que el pecado
20
En la historia de la teología se han dado dos visiones contrapuestas del pecado original. Por un
lado los exageradamente optimistas que niegan toda influencia del pecado en los hombres,
como Pelagio (siglo IV) y sus seguidores, para quienes el pecado de Adán es sólo un mal
ejemplo, y sólo existen los pecados personales. Por otro lado están los exageradamente pesimis-
tas que afirman la corrupción total de la naturaleza humana. Es el caso de Lutero y de la teología
protestante en general. En esta teología el pecado original es pecado personal de Adán y
pecado de cada uno por la concupiscencia que nos lleva a cometerlo; es la inclinación al mal y
la imposibilidad de hacer el bien. A partir de este pecado el hombre queda privado de la gracia
e imposibilitado de alcanzar la justicia, la cual sólo es imputada exteriormente mediante la fe. El
hombre ha perdido radicalmente la libertad para hacer el bien y es la concupiscencia el
principal pecado. El error de Lutero es identificar la tendencia a la sensualidad de los instintos
básicos del hombre con el pecado original, siendo éste mucho más que eso, un verdadero
desorden del alma. Lo más llamativo de esta doctrina es que el hombre queda constituido
permanentemente en estado de pecado; esto significa que se ha instalado el mal en su natura-
leza, y que lo único que puede lograr es que Dios no lo juzgue sino que lo perdone impután-
dola extrínsecamente los méritos de Cristo por la fe. Una visión semejante del hombre termina
necesariamente en el pesimismo y la tristeza puesto que el hombre se sabe portador de un mal
que lo vence. PIOLANTI, A., Dio nel mondo e nell´uomo, Vaticana, Roma 1994, p. 402-419.
Una variante dentro de esta misma teoría protestante es la doctrina de Jansenio que también
enseña la imposibilidad del hombre de vencer la fuerza del mal y la pecaminosidad de sus actos
aún de aquellos en los que no interviene una decisión libre. De esta manera todo lo natural al
hombre se vuelve malo y sólo lo sobrenatural puede redimirlo. Esto dio origen a una visión
pesimista del cuerpo y de los placeres lícitos al hombre. Todas estas doctrinas fueron rechazadas
por el Magisterio Oficial de la Iglesia
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 155
El mal existe porque Dios ha juzgado que es mejor sacar un bien del mal, que
evitar que se diera.
21
POSSENTI v. Dios y el mal ,Rialp, Madrid, 1997
156 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
Algunos sabemos que hay cosas muy importantes en la vida de un hombre, que
sólo se aprenden a partir de la dura experiencia del dolor.
Lo mismo sucede con la muerte, que constituye un bien, pues el único modo de
alcanzar la vida eterna es pasar por ella.
Dios puede hacer lo que quiera, es todopoderoso, lo único que no puede hacer es
lo ilógico y contradictorio, esto sólo lo realizan los hombres por debilidad. Dios no
podría haber creado un mundo perfecto, hubiese creado otro Dios, y esto sería
ilógico como veremos más adelante. El mundo no puede ser perfecto.
Ahora bien, ¿podría haber creado Dios un mundo mejor? Quizás, desde el punto
de vista de la potencia divina es posible; lo que es imposible es que Dios haya
creado un mundo sin defectos. Esto último no significa que Dios haya estado deter-
minado a crear este mundo, no crea por necesidad sino por Bondad y con absoluta
Libertad.
La posibilidad de un mundo mejor es sólo una hipótesis; Dios creó este mundo
y quiso darle al hombre la libertad para que eligiera el bien y así tuviera mérito.
Quiso también darle real capacidad de actuar a las creaturas como causas segun-
das, si éstas obran defectuosamente es por su imperfección.
Dios piensa el mundo como una totalidad ordenada, esto significa que hay en él
distintos tipos de seres, unos más perfectos que otros; y éstos últimos son los que
deben conducir la creación a su fin último: Dios mismo. El hombre es el ser más
elevado y a él, como ser espiritual le compete la tarea de colaborar en el retorno de
las creaturas a su Creador.
En la misma línea de lo que decíamos respecto del mal físico, podemos decir que
Dios permite el mal moral, el pecado, porque también de él puede sacar un bien
espiritual.
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 157
Del pecado el hombre puede aprender cuánto necesita de Dios para hacer el
bien, puede también ser más comprensivo con las debilidades de los demás y ayu-
darlos.
Este es el motivo por el cual el Padre no se escandaliza por el pecado del hijo
perdido, se alegra por su regreso, porque sabe que nadie lo quiere más que aquél que
se sintió realmente perdonado por Dios.
158 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
El Destino y La Predestinación
Sólo nos queda resolver hasta dónde es posible la cuestión del destino. La
presencia del mal en nuestras vidas, a veces, nos hace pensar en una suerte de plan
oculto porque nos suceden cosas malas en determinados momentos.
Creer en el destino Lo primero que se nos ocurre pensar es que era algo determinado por alguien
es la libertad del hom- que debía darse sí o sí. Entonces, si es algo presente, ensayamos explicaciones
bre. relacionándolo con otros hechos; o si nos inquieta el futuro nos gustaría que alguien
nos dijese “lo que nos va a pasar”. Es como si el fatalismo nos hiciera tomar distan-
cia de eso que nos resulta repulsivo, el mal, el dolor; y como si no tuviese que ver
con nuestra verdadera condición de seres frágiles.
Imaginar un destino marcado por “otro”; es una forma de evadir la responsabi-
lidad que significa hacerse cargo de ser hombre y no Dios.
Él es un ser inteligente y al crear las cosas quiso que éstas se realizaran; por ello
estableció un plan llamado Providencia. Este plan prevé no sólo la acción divina,
sino también la actuación de las causas segundas (la voluntad del hombre). Y la
acción de éstas últimas no está determinada por nadie, es libre. El hombre como
causa segunda no está determinado a elegir un determinado bien; sin embargo,
respecto del fin que busca y de aquello que lo hace feliz sí se puede decir que está
determinado, en cuanto no cualquier bien es conveniente a su naturaleza.
En lugar de destino los cristianos creen en la predestinación. Este concepto
tiene un significado general, y otro más restringido.
a) En el primer sentido, designa la operación con la cual Dios decide la suerte
final del hombre;
b) el segundo, se refiere a las acciones divinas con las cuales Dios provee a la
salvación del hombre, es decir, el plan según el cual le envía gracias para su salva-
ción22.
En el Antiguo Testamento aparecía ya el concepto de elección, como un acto
completo, libre y gratuito de Dios, que concede sus favores a determinadas personas
(Abraham, Isaac, Jacob, Moisés, etc.) y el pueblo de Israel. Ese amor preferencial
no se justifica por las virtudes de las personas, el único motivo es el amor de Dios y
su fidelidad a las promesas.
El termino predestinación apareció en San Pablo, y él lo usa para referirse a la
Sabiduría escondida de Dios con la cual Él nos guía a la vida eterna23. Para
San Pablo este plan misterioso consiste en el proyecto de elevar la humanidad del
estado de “hombre viejo” al de “hombre nuevo”. En este plan Cristo es el centro, su
obra salvífica llega a todos los hombres de todos los tiempos:
22
Cf. SANTO TOMÁS, Sumas Teológica, I, q. 23, a 1.
23
IBÁÑEZ-MENDOZA, La Teología de la Gracia, Rialp.
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 159
24
Efesios 1, 3-12
25
La predestinación consiste no solamente en un conocimiento previo de la inteligencia divina
respecto de la salvación final del hombre, sino que además es una causalidad ya que en virtud
de este plan Dios otorga gracias para que las personas alcancen este fin último (Cf. SANTO
TOMÁS, De Veritate. q. 6. a.3. c.).
160 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
De esa manera, se puede decir que Dios es la causa del ser y del obrar del
hombre, sin que esto signifique privarlo de la libertad. Dios no violenta la voluntad
del hombre; hay que distinguir entre influenciar y obligar. La gracia otorga capaci-
dad para algo, o la dirige hacia Dios, pero contando siempre con la intervención libre
de la voluntad humana
26
Romanos 8.28-30
27
SANTO TOMÁS, Suma Teológica I – II, q. 10, a. 4.
28
Como enseña también Santo Tomás Dios no ordena a ningún ser al fin último sino interviene
la voluntad humana que lo elige, es decir, que la elección divina supone un amor del hombre
por este Bien. Por esto existe la posibilidad de que alguno se niegue y rechace este fin. Es la
gracia de Dios la que mueve la voluntad humana para dejarse llevar por Él en el caso de la
aceptación (Cf., SUMA TEOLÓGICA, q.23, a.4, c.).
29
Cf. Garrigou Lagrange, R., La Prèdestination des Saint et la grace, Desclee, Paris, p.209-218)
30
Hay algunos que entendieron mal este tema de la predestinación, estos son: a) los que afirman
que el hombre puede alcanzar la salvación por sus fuerzas naturales (pelagianos); b) los gnósticos,
que sostienen que hay algunos hombres que son buenos por naturaleza y hay otros que son
malos por naturaleza; c) los fatalistas y deístas, que niegan la providencia de Dios.
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 161
Actividades Propuestas
1) Glosario:
a. Mal.
b. Pecado.
c. Providencia.
d. Destino.
e. Predestinación.
2) ¿Contra qué va el pecado?.
3) Busque en diarios o revistas temas que sean controvertidos, que contengan
hechos que son pecado. Analice a luz de este texto las consecuencias morales, y
la gravedad de la falta.
4) Reflexione sobre el pecado del mundo y porqué Dios lo permite. Lea previa-
mente la parábola del hijo pródigo. (Lc 15,11-32).
5) Explique brevemente que diferencia existe entre destino y predestinación, y
su relación con la Providencia divina.
Q
ué es Dios? ¿Quién es Dios? Estas son las preguntas cla
ves de la unidad 5.
Objetivos de aprendizaje
• Conocer y distinguir las diferentes vías de acceso al conocimiento de Dios:
la Natural y la Sobrenatural.
• Reconocer la unidad de naturaleza en Dios y sus atributos.
• Conocer el misterio de Dios Uno y Trino.
• Reflexionar desde el misterio de Dios sobre la realidad del hombre y de la
Iglesia.
Temario
• Conocimiento Natural y Sobrenatural de Dios.
• Unidad de Naturaleza en Dios.
• Atributos entitativos y operativos de Dios.
• La trinidad de personas en Dios: personas, relaciones y procesiones.
Mapa de contenidos
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 167
Introducción al tema
A Dios se lo puede conocer por dos vías, una sobrenatural y otra natural. La
primera es el conocimiento que alcanzamos de Dios con la razón iluminada por
la fe, a través de la revelación. Por medio de ella alcanzamos a conocer a Dios Uno
y Trino, un solo Dios y tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo, de no haberse
revelado este misterio nunca lo hubiéramos conocido; sobre este tema hemos ha-
blado en la segunda unidad de nuestro programa, el objeto y naturaleza de revela-
ción, donde conocer a Dios es el motivo de la revelación. Un ejemplo sobre este
modo de conocer a Dios: Dios dijo a Moisés “Yo existo” (Ex 3,14), el solo hecho de
que Él lo diga es motivo suficiente, por su autoridad, para creer que existe (por la
fe).
En este apartado nos interesa estudiar más a fondo el conocimiento natural
de Dios. A éste lo adquirimos con la luz natural de la razón, partiendo de la
realidad de las cosas creadas (la percepción del mundo a través de los sentidos) y
llegamos a conocer a Dios Uno1. San Pablo dice: “Lo invisible de Dios se deja ver a
través de las cosas creadas” (Rom. 1,20). Esta vía es de la ciencia metafísica-
filosófica, y al punto que llegamos (la Causa Primera) es objeto de la Teología
Natural o teodicea.
A través de la razón natural se da origen a una serie de vías de acceso al cono-
cimiento de Dios. Estas las clasificamos en Metafísico-Físicas y Metafísico-
Morales, según el punto de partida: el mundo físico en las primeras (cómo las cinco
vías de Santo Tomás), o de la realidad espiritual y moral del hombre; en ambos
casos se llega al Ser Absoluto al que llamamos (o todos reconocen a) Dios. Es de
suma importancia prestar atención a los principios filosóficos matemáticos que se
utilizan, y que conclusiones se derivan de ellos, nos encontramos frente al rigor
científico de la lógica.
Para abordar las vías de Santo Tomás (y los atributos de Dios) es necesario tener
en claro los siguientes conceptos:
Potencia: la posibilidad de ser de la cosa. Por ejemplo, la semilla tiene la poten-
cia de ser planta; el agua fría que puede ser caliente, etc.
Acto: aquello que la cosa es en este instante. Por ejemplo, ustedes son lectores
en este instante, la semilla es semilla en acto, el agua fría es eso en acto.
Movimiento: el tránsito de la potencia al acto, no es la potencia ni el acto,
sino el tránsito, el pasaje. Por ejemplo, hay movimiento en el pasaje de la semilla al
árbol, o de agua fría a caliente.
Perfección: en metafísica se considera perfección aquello que es en acto. Hay
diferentes grados de perfección según los grados de ser. Por ejemplo, el agua fría que
1
¡Tengamos cuidado! Dios es una naturaleza divina, de ninguna manera creemos en tres Dioses.
Pero si en tres personas que tienen una única naturaleza. Esa es la objeción que nos hacen los
Judíos, ya que en su monoteísmo acérrimo no cabe un misterio de esta naturaleza.
168 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
pasa a caliente adquiere una perfección (un acto) que antes no tenía. Por lo tanto,
cuanto menos potencia tenga un ser, más perfecto es, entonces el Ser que sea acto
puro (sin nada de potencia) será el ser perfectísimo. También podemos concluir que
el Ser que acto puro es inmóvil, porque al no tener potencia no puede haber pasaje
–movimiento– de potencia a acto.
Ser contingente: el que tiene la posibilidad de no ser, por ejemplo nosotros,
que podemos ser o no ser, existir o no. Este concepto se opone al de ser necesario
que no tiene la capacidad de no ser, sino que su esencia es existir.
Orden: es la recta disposición de las partes hacia un fin, no hay orden casual,
sino causal, es decir que tiene su causa en una inteligencia que dirige hacia el fin.
Deben considerar que si bien a mucho más perfecto el conocimiento de la fe,
pues es más elevado que el de la razón por hacer asentir a ella sobre cosas que no
puede por sus propios medios, es también necesario que nosotros sepamos que la
existencia de Dios creador de todas las cosas, la podemos conocer “sin necesidad”
de la Biblia. Este fue uno de los geniales descubrimientos de Aristóteles, que sin
conocer la revelación (un griego del siglo VI a. C.) descubrió la existencia de Dios
por la razón natural.
Bien podemos preguntarnos porqué Dios revela aquellas cosas que podemos
conocer con la luz natural de la razón, la respuesta la encontramos en el catecismo:
“Por esto el hombre necesita ser iluminado por la verdad de Dios, no solamente
acerca de lo que supera su entendimiento, sino también sobre «las verdades religio-
sas y morales que de suyo no son inaccesibles a la razón, a fin de que puedan ser, en
el estado actual del género humano, conocidas de todos sin dificultad, con una
certeza firme y sin error»” (38).
1. Principio de causalidad
a) Visión en conjunto de las pruebas de la existencia de Dios
Todos los entes del universo se nos aparecen como implicados unos con otros de
modo tal que encuentran su causa o razón de ser en otro ente. Por ejemplo, el fruto
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 169
es causado por el árbol; el árbol por el influjo de la tierra; ésta por influjo del calor
y del agua; éstos por el influjo del sol, etc.
De modo que podemos afirmar el principio de causalidad: todo lo que se
mueve (lo que cambia) es movido (es cambiado) por otro.
O sea todo lo que adquiere una perfección que antes no tenía (esto es moverse
o cambiar) la adquiere por la influencia causal de otro.
2. El principio de no contradicción
Por ejemplo, si el agua está fría en este momento no puede estar caliente
también en este mismo tiempo y bajo el mismo aspecto (el de la temperatura). Pero
¿puede ese alguien (agua) darse a sí mismo la perfección (calor) que no tiene? Debe
recibirla de otro (fuego). Por tanto el principio de causalidad se subsume en el de no
contradicción.
Por lo tanto el universo no es causa de sí mismo2, ya que sería absurdo, nadie
podría. ¿Por qué?, intentemos responder a la siguiente pregunta ¿Podemos ser pa-
dres de nosotros mismos? Es decir, causa de nosotros mismos. No podemos porque
tendríamos que nacer antes de nacer, ser antes de ser, lo que es absurdo, el principio
de no contradicción es lo que aplicamos en este caso.
El universo tampoco tiene la razón de existir en sí mismo, porque su esencia y su
existencia no se identifican, pues la existencia la ha recibido de otro (Dios). Para ser
más claro, el ser que tiene su razón de ser en sí mismo, es aquel que tiene por esencia
la existencia. Por ejemplo, nosotros tenemos la razón de ser en nuestros padres y
Dios en cuanto que nos da el alma (principio de causalidad); El árbol tiene su razón
de ser en la semilla y los agentes naturales que intervienen en su crecimiento. La
esencia de todas las creaturas tiene su existencia recibida, participada, pues la han
recibido de otro.
2
Aún en el supuesto de que fuese eterno o mejor cuasi-eterno, pues no tendría ni principio ni
fin, pero sería inmutable (no cambiaría). Cabe aclarar que el concepto de eternidad implica no
sólo duración sin principio ni fin, sino también inmutabilidad, pues la mutabilidad exige el
tiempo que es la medida del movimiento según el antes y el después, como dice Aristóteles.
170 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
así no habría motor alguno, pues los motores intermedios no mueven más que por
ser movidos por el primer motor. Ejemplo: Un bastón no mueve nada si no es
movido por la mano. Por lo tanto, es necesario llegar a aquel primer motor al que
nadie mueve. En éste, todos reconocen a Dios.
2) La segunda es la que se deduce de la causa eficiente. Pues nos encontra-
mos que en el mundo sensible hay un orden de causas eficientes. Sin embrago, no
encontramos, ni es posible, que algo sea causa eficiente de sí mismo, pues sería
anterior a sí mismo, cosa imposible. En las causas eficientes no es posible proceder
indefinidamente porque en todas las causas eficientes hay orden: la primera es
causa de la intermedia; y ésta, sea una o múltiple, lo es de la última. Puesto que, si
se quita la causa, desaparece el efecto, si en el orden de la s causas eficientes no
existiera la primera, no se daría tampoco ni la última ni la intermedia. Si en las
causas eficientes llevásemos hasta el infinito este proceder, no existiría la primera
causa eficiente; en consecuencia no habría efecto último ni causa intermedia; y esto
es absolutamente falso. Por lo tanto, es necesario admitir una causa eficiente prime-
ra. Todos la llaman Dios.
3) La tercera es la que se deduce a partir de lo posible y de lo necesario. Y
dice: encontramos que las cosas pueden existir o no existir, pues pueden ser produ-
cidas o destruidas, y consecuentemente es posible que existan o que no existan. Es
imposible que las cosas sometidas a tal posibilidad existan siempre, pues lo que
lleva en sí mismo la posibilidad de no existir, en un tiempo no existió. Si, pues, todas
las cosas llevan en sí mismas la posibilidad de no existir, hubo un tiempo en que
nada existió. Pero si esto es verdad, tampoco ahora existiría nada, puesto que lo
que no existió no empieza a existir más que por algo que ya existe. Sí, pues, nada
existía, es imposible que algo empezara a existir; en consecuencia, nada existiría; y
esto es absolutamente falso. Luego no todos los seres son sólo posibilidad; sino que
es preciso algún ser necesario. Todo ser necesario encuentra su necesidad en otro, o
no la tiene. Por otra parte, no es posible que en los seres necesarios se busque la
causa de su necesidad llevando este proceder indefinidamente, como quedó proba-
do al tratar las causas eficientes. Por lo tanto, es preciso admitir algo que sea abso-
lutamente necesario, cuya causa de su necesidad no esté en otro, sino que él sea
causa de la necesidad de los demás. Todos le dicen Dios.
4) La cuarta se deduce de la jerarquía de valores que encontramos en las
cosas. Pues nos encontramos que la bondad, la veracidad, la nobleza, y otros
valores se dan en las cosas. En unas más y en otras menos se dice de las cosas en
cuanto que se aproximan más al máximo. Por ejemplo, se dice que una cosa es más
o menos caliente en cuanto que se acercan al máximo calor. Hay algo, por tanto,
que es muy veraz, muy bueno, muy noble; y en consecuencia, es el máximo ser;
pues las cosas que son sumamente verdaderas, son seres máximos, como se dice en
II Metaphys. Como quiera que en cualquier género, lo máximo se convierte en
causa de lo que pertenece a tal género, lo máximo se convierte en causa de lo que
pertenece a tal género –así el fuego, que es el máximo calor, es causa de todos loa
calores, como se explica en el mismo libro-, del mismo modo hay algo que en todos
los seres es causa de su existir, de su bondad, de cualquier, de cualquier otra perfec-
ción. Le llamamos Dios.
5) La quinta se deduce a partir del ordenamiento de las cosas. Pues vemos
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 173
que hay cosas que no tienen conocimiento, como son los cuerpos naturales, y que
obran por un fin. Esto se puede comprobar observando cómo siempre o a menudo
obran igual para conseguir lo mejor. De donde se deduce que, para alcanzar su
objetivo, no obran al azar, sino intencionadamente. Las cosas que no tienen cono-
cimiento no tienden al fin sin ser dirigidas por alguien con conocimiento e inteligen-
cia, como la flecha por el arquero. Por lo tanto, hay alguien inteligente por el que
todas las cosas son dirigidas al fin. Le llamamos Dios.
174 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
Introducción al Tema
Al inicio de nuestro trabajo dijimos que el hombre es imagen y semejanza de
Dios, esto es, que tiene algo de su causa. El hombre es un ser personal, tiene alma
y cuerpo. Se parece a Dios en que es el único ser de toda la creación con el cual Dios
puede hablar y entablar una relación personal de diálogo y amistad.
Este modo de ser del hombre lo pone en la cúspide de los seres creados, no hay
ningún otro ser cuya vida valga tanto como la del ser humano. A él se ordenan el
resto de los seres, y él es el que tiene la misión de devolver al creador toda la
alabanza que supone la creación. Todo hombre tiene una función sacerdotal, en
este sentido. Dios quiso crear un ser que pudiera pensar y querer para que en nom-
bre de todos los demás seres lo conozca y ame libremente.
Dios entonces, no tenía otra posibilidad que darle a este ser algo de lo que Él
tiene. Y Dios es de naturaleza espiritual, no tiene cuerpo, materia, por eso le dio
un alma. Ésta unida sustancialmente al cuerpo constituye la persona humana.
Con el alma el hombre está abierto al conocimiento y el amor, la vida de los
seres espirituales, en efecto, consiste en conocer y amar. Por esto la criatura racional
descubre que tiene un poder inmenso sobre el resto de las cosas, porque al conocer-
las puede de alguna manera dominarlas, cosa que no puede hacer ningún otro ser.
Por más “inteligente” que parezca nuestro perrito jamás podrá producir una
idea, ni tampoco será nunca capaz de un amor espiritual. Su mundo empieza y
termina en lo sensible, por lo tanto allí también se agotan las posibilidades de su
existencia. ¿Por qué mi perrito nunca irá al cielo? Porque no puede hacer nada allí,
si el cielo es Dios mismo, es vivir con Él, contemplándolo, y esa contemplación
requiere de razón y voluntad.
1) La naturaleza de Dios:
Esta primera parte del estudio de Dios constituye el tratado de la teología
natural o filosófica. Se llama así para distinguirla de la teología tradicional, por-
que ésta se basa en el esfuerzo de la razón humana por comprender algo del ser
divino. Aunque hallemos en la Sagrada Escritura textos que fundamentan las con-
clusiones, podemos decir que por deducción a partir de lo conocido, y hasta donde
puede llegar la inteligencia finita, es posible ensayar un estudio de Dios. Estudio que
consiste fundamentalmente en una comparación con los seres creados.
Antes de comenzar el análisis tenemos que definir uno de los conceptos que
usaremos al hablar del ser de Dios:
Según nuestro modo de conocer, esto significa que no hay distinción real en
Dios de estos atributos; la distinción está en nuestra mente, y la hacemos con el
fin de conocer mejor, porque nuestro entendimiento procede por partes, aunque la
cosa conocida (el ser divino) sea absolutamente simple. En realidad, es la conside-
ración del mismo objeto desde ángulos distintos.
Comenzamos por la consideración de lo que constituye formalmente la esencia
divina, es decir, por aquello que distingue radicalmente el ser de Dios y el ser de los
seres, esto es, la aseidad3.
La Aseidad significa que Dios existe por sí mismo, distinguiéndose de las creaturas
que existen por otro.
3
Cf. GRISON M., Teología natural o teodicea, Herder, Barcelona, 1980, p.159
176 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
4
Cf. Idem, p.161.
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 177
5
Santo Tomás, Suma Teológica, I, q.3, a.1, c.
178 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
respecto de su padre.
Junto a esta característica de la simplicidad de Dios habría que agregar la de la
Unicidad Divina, porque Dios no sólo es absolutamente simple sino que es Úni-
co.
Como dijimos al hablar de las pruebas de la existencia de Dios, hay una razón
lógico-metafísica que explica la imposibilidad de que existan varios dioses y es la
siguiente: la naturaleza de Dios no puede comunicarse a otros seres. Porque si Dios
pudiese crear otro Dios, debería haber algo en éste último que lo distinga del prime-
ro, luego, uno sería Dios y el otro no. Además es también imposible en razón de la
infinita perfección de Dios, puesto que no puede haber varios seres infinitamente
perfectos. Como enseña la Escritura: “Escucha, Israel. Yahveh, nuestro Dios es el
único Yahveh”(Dt 6,4). O como dice San Pablo: “Los ídolos no son nada en el
mundo pues no hay más que un único Dios” (1Cor 8,4).
Otro de los atributos divinos es la perfección. Con este término nos referimos a
un ser que está completo, es decir, que tiene todas las propiedades y cualificaciones
que pertenecen a su naturaleza. Es decir aquél que no le falta nada de lo que es
necesario para su realización.
La Perfección en Dios significa que Él está completo, es decir, que tiene todas las
propiedades y cualificaciones que pertenecen a su naturaleza. Dios es perfecto por-
que es un acto puro, esto es, porque no hay en Él nada en potencia.
Santo Tomás enseña que Dios es perfecto porque es un acto puro, esto es,
porque no hay en Él nada en potencia. Dios no puede llegar a ser nada que no sea
ya, ni puede llegar a tener algo que no tenga ya, nada le falta. Él es, además, la
causa de todo y por esto es necesario que esté en acto, de no ser así nada existiría.
Así dice Santo Tomás: “El mismo ser es lo más perfecto de todas las cosas, pues se
compara todas las cosas como acto. Ya que nada tiene actualidad sino en cuanto que
es. De ahí que el mismo ser sea actualidad de todas las cosas y también de todas las
formas”6.
Dios es perfecto además porque en Él se hallan las perfecciones de todas
las cosas. En efecto siendo la Causa Primera se hallan en Él las perfecciones
creadas pero de una manera más perfecta porque en la causa preexiste aquello que
causa. En otras palabras: nadie da lo que no tiene y si Dios causa ciertas perfeccio-
nes como la belleza, la inteligencia, etc., es porque las tiene. Además las perfeccio-
nes antes que nada son, existen y Él es la causa de todo lo que existe.
Por esto La Escritura enseña que Dios es perfecto, así dice Jesús en el evangelio
de San Mateo exhortando a los apóstoles: “Sed perfectos como es perfecto vuestro
padre del cielo”. Las palabras de Cristo no significan que el hombre pueda imitar de
manera acabada a Dios. Cuando decíamos que hay semejanza entre el hombre y
Dios nos referíamos no a una semejanza en un sentido unívoco sino análogo. De
6
Suma Teológica I q.4, a.1, ad 3.
180 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
esta forma decimos que el hombre es persona pero no de una manera perfecta
como se da en Dios.
Pasamos ahora a otro de los atributos divinos, Dios es absolutamente bueno.
Lo dice la misma Sagrada Escritura: “Nadie es bueno, sino sólo Dios” (Lc 18 y
19). Esto no significa que las criaturas no sean buenas, sino que lo son por partici-
pación, porque como dice la misma Escritura: “Todo lo que Dios ha creado es
bueno”(1Tim 4,4).
Que Dios sea bueno no significa que sea solamente “buenito”, como si fuera un
ser que nunca se atreve a hacer el mal a los otros. En realidad nunca causa el mal
a otro ser como ya lo dijimos antes, pero hay una explicación más profunda para la
bondad divina. Antes de explicarla tenemos que recordar qué es el bien. Éste no es
algo opuesto al mal, como lo explicamos antes. El bien es aquello que todos
apetecen porque el bien es la realización de un ser y: “cada uno apetece su
perfección. En efecto la perfección y la forma tienen cierta semejanza con el agente,
ya que el que obra hace algo semejante a él. Por eso, el agente es apetecible y tiene
razón de bien, pues de lo que de él se apetece es la participación de su semejanza.
Como quiera que Dios es la causa efectiva de todo, resulta que la razón de bien y de
apetecible le corresponden”7.
Dios es bueno porque es la causa eficiente, ejemplar y final de todo
movimiento de los seres hacia su bien. Cada vez que uno busca su propia
realización, lo sepa o no, busca a Dios porque es el Fin Último de todas las cosas.
Ciertamente Dios no es el único bien que existe porque Él ha creado las cosas
que tienen también ciertas perfecciones y que por lo tanto son buenas por partici-
pación. Dios es el sumo bien, y es la causa de todos los bienes que existen. En otras
palabras Dios es bueno por esencia, como ya dijimos, no tiene otro fin distinto
de Él mismo, contiene en sí mismo todo tipo de perfección. Las cosas son buenas en
tanto la participación se acerque o aleje más de la bondad divina. Por esta razón la
bondad que se da en el hombre es superior a la que se da en las criaturas no
racionales.
Otra propiedad de la naturaleza divina es la infinitud.
7
Suma Teológica I q.6, a.1, c.
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 181
ción intentamos pensar un ser, una realidad física que no tenga fronteras y en este
caso nos equivocamos porque es imposible que la cantidad, es decir la materia, se
extienda sin límites en el espacio.
Infinito es lo que no tiene principio ni fin. Lo que no empezó nunca ni
terminará jamás. Como dice el salmista: “Grande es Yahveh y muy digno de alaban-
za, insondable su grandeza” (Sal 145,3).
La materia no puede ser nunca infinita. Sólo lo espiritual puede tener este
modo de ser y Dios es infinito fundamentalmente por el acto de ser, que como
dijimos antes no lo tiene recibido de nadie y no puede tampoco perderlo. Es lo que
nosotros definíamos arriba como aseidad, es decir la existencia no es recibida por
una esencia. En este caso es un acto puro de ser y que posee de manera
eminente toda perfección sin límite alguno.
Ciertamente Dios no es la única realidad espiritual que existe y por eso hay que
distinguir la infinitud en sentido absoluto de la infinitud que tienen algunas realida-
des creadas. Como sucede con los seres espirituales creados, con la inteligencia del
hombre por ejemplo, que tiene al menos en potencia una capacidad ilimitada de
conocimiento de seres individuales, y que puede además pensar en un ser que sea
superior a él. De todas maneras la razón humana nunca llega a conocer todo de
manera perfecta como sucede con la razón divina.
Santo Tomás explica la infinitud en Dios de la siguiente manera: “Hay que
tener presente que se llama infinito a aquello que no tiene limitación. En cierto
modo la materia está delimitada por la forma, y la forma por la materia. Por una
parte, la materia está delimitada por la forma, porque antes de recibir una sola
forma que la determinara está en potencia para poder recibir muchas. Por su parte
la forma está delimitada por la materia porque, en cuanto forma, puede adaptarse a
muchas cosas; pero al ser recibida la materia se convierte en la forma concreta de
esta materia determinada. La materia se perfecciona por la forma que la delimita;
por eso la infinitud material que se le atribuye es imperfecta, pues acaba siendo casi
una materia sin forma. La forma, en cambio, no sólo no se perfecciona por la
materia, sino que ésta, la materia, delimita más bien su actitud. Así, la infinitud de
una forma no determinada por la materia contiene razón de lo perfecto. Lo suma-
mente formal del todo es el mismo ser como quedó demostrado. Como quiera que
el ser divino no es un ser contenido en algo, sino que subsiste en sí mismo, como
también quedó demostrado, resulta evidente que el mismo Dios es infinito y perfec-
to”8.
Para entender bien este texto hay que recordar que forma no significa figura,
porque en el primer caso estamos hablando de una realidad metafísica, es decir de
aquello que hace una cosa sea lo que es; en cambio con el segundo término nos
referimos a una realidad física, esto es al contorno que adquiere la materia en una
cosa determinada.
Conviene aclarar esto porque la infinitud del primer ser es un tema que se halla
presente en los orígenes del pensamiento, así por ejemplo los primeros filósofos
8
Santo Tomás Suma Teológica , I q.7, a.1, c.
182 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
como Anaximandro de Mileto, también en Platón que emite la existencia del Uno
Indeterminado; o bien Aristóteles que atribuye la infinitud al primer motor. Para
Plotino también el Uno estaba por encima de toda determinación. En estos casos
existía una clara conciencia de la necesidad de un ser infinito en el origen de todo,
pero no siempre se entendía por tal un ser de orden espiritual.
La cuestión de la infinitud de Dios ha estado presente también en la filosofía
moderna. Así por ejemplo Spinoza sostiene la existencia de una sustancia única que
es infinita (panteísmo). Para algunos filósofos idealistas en cambio (Kant y Hegel)
Dios es al mismo tiempo finito e infinito9.
La infinitud coloca al hombre ante la verdadera dimensión del ser divino puesto
que Dios es un ser que supera completamente la razón humana. Es imposible para
el hombre pensar en una línea recta que nunca empieza y jamás termine. Esta es la
razón teológico-metafísica por la cual siempre tenemos dificultad en comprender la
voluntad de Dios respecto de nuestras vidas. No podemos abarcar un pensamiento
que es infinito, no podemos ver todo lo que Dios ve, luego es normal que el hombre
tenga “quejas” con respecto a Dios. Es lo que dice el profeta Isaías cuando afirma
que la mente de Dios y la mente humana están separadas por un abismo.
Otras de las propiedades de la esencia divina es la inmensidad.
Dios es inmenso, esto es, está fuera de toda medida, y está presente en todo ser
y en todo lugar. Esto se llama también omnipresencia.
9
Cf. ELDERS, L., La metafísica dell´essere di San Tommaso D´Aquino in una prospettiva storica,
vol.II, Librería Editrice Vaticana, Vaticano, 1995, p. 215-219.
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 183
Para entender bien esta presencia divina no deberíamos olvidar que no se trata
de un ser corporal sino de la presencia en el orden del ser.
Dios está presente en las cosas como causa de su ser y de su obrar, y esto
último en virtud de que le otorga a cada ser la capacidad de operar. Todas las
causas segundas obran en cuanto son movidas por la Causa Primera. Hay además
otra forma de la presencia divina, aquella que se deduce del hecho de que todos
los seres están bajo la potencia de Dios en cuanto están sometidos al
gobierno que Él tiene del mundo y de la historia.
Respecto de la presencia de Dios en todas las cosas deberíamos distinguir este
modo de presencia de aquella que se da a partir de una relación personal de amis-
tad con el hombre. La presencia de Dios en el alma por la gracia establece una
relación nueva entre el hombre y Dios, hay una comunión de vida, hay una partici-
pación en el conocimiento y en el amor de Dios.
La inmutabilidad de Dios es otro de los atributos de su ser.
Dios es siempre el mismo, como dice el profeta Malaquías (3,6): “Que Yo, Yahveh,
no cambio”. Y el salmista dice: “Desde antiguo, fundaste tú la tierra, los cielos son la
obra de tus manos; ellos perecen, más tú quedas, todos ellos como la ropa se
desgastan, como un vestido los mudas tú, y se mudan. Pero tú siempre eres el
mismo, no tienen fin tus años” (Sal 102, 27-28).
La inmutabilidad de Dios tiene que ver con la perfección de su ser.
Como lo explica Santo Tomás: “Por ser primer ser requiere ser acto puro sin
mezcla de potencialidad, pues la potencia es absolutamente posterior al acto. Todo
lo que de alguna manera se muda, de un modo u otro está en potencia. Por lo cual,
es imposible que Dios de algún modo se mueva. Segundo, porque todo lo que
se mueve, con respecto a algo permanece, y con respecto a algo cambia. Ejemplo: la
blancura que se cambia en negritud permanece en su sustancia. Así como en todo lo
que se mueve hay alguna composición. Como quedó demostrado que en Dios no
hay ningún tipo de composición sino que es completamente simple. Por todo lo
cual, queda claro que Dios no puede mudarse. Tercero, porque lo que se mueve,
por su movimiento quiere algo que antes no tenía, pero por ser infinito, Dios com-
prende en sí mismo toda la plenitud de perfección de todo el ser no pudiendo
adquirir nada ni ampliarse en algo que no tuviera”10.
10
Suma Teológica I, q. 9, a.1, c.
184 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
(Parménides); de las Ideas (Platón) o del primer Motor Inmóvil (Aristóteles) 11.
Aquí se produce una aparente paradoja: las cosas que se mueven son origina-
das por una Causa Primera Inmóvil y este problema se resuelve teniendo en cuenta
la trascendencia del ser divino con respecto al mundo creado, puesto que las cosas
tienen el signo más evidente de su imperfección, esto es el cambio al cual se hallan
permanentemente sometidos. El cambio es signo de imperfección porque con él se
busca tener o ser algo nuevo.
Dios es eterno. La eternidad es una consecuencia lógica de la inmutabilidad, y
ésta de la perfección y simplicidad divina.
Decimos que en Dios no hay tiempo porque no hay movimiento, y no hay movi-
miento porque filosóficamente hablando éste consiste en el paso de la potencia al
acto. Puesto que en Dios no hay potencia alguna, sino sería imperfecto. Luego en
Dios no hay movimiento. Es lo que enseña la Biblia: “Antes que los montes fuesen
engendrados, antes que naciesen tierra y orbe, desde siempre y hasta siempre tú
eres Dios” (Sal 90, 2).
Santo Tomás, siguiendo a Boecio, define a la eternidad del siguiente modo:
“La posesión entera, perfecta y simultánea de una vida sin fin”. Aquí hay
dos aspectos, por una parte se niega a Dios todo aquello que se atribuye al tiem-
po, así por ejemplo en Dios no hay término, ni en su vida hay sucesión; pero por otra
parte se afirma que la vida en Dios se da como en una posesión perfecta en un
instante que es único.
Cuando decimos que Dios es eterno, afirmamos que está totalmente
fuera y por encima de la duración sucesiva propia del tiempo. La duración
de la vida en Dios es absolutamente diferente a la del hombre. El tiempo se relacio-
na con la eternidad como lo finito con lo infinito, es decir, que no cabe la eternidad
en el tiempo, por esta razón, el hecho de que Dios entre en la historia y en la vida de
los hombres es un hecho sobrenatural extraordinario. El hombre participa, dentro de
sus posibilidades de este modo divino de ser en la medida en que su alma, por ser de
naturaleza espiritual, es inmortal. De todas maneras no hay que confundir in-
mortalidad con eternidad. La primera es sólo la vida de un ser que tiene un
principio y no tiene fin; en cambio la eternidad es la vida de un ser que no tiene ni
principio ni fin.
Que Dios sea eterno implica que no sólo carece de principio y de fin, sino que
tampoco tiene sucesión, esto es, todo en Él se da de manera simultánea. No
existe pasado, ni presente, ni futuro en Dios; sólo existe un presente permanen-
11
ELDERS, L. o.c., p. 225-229
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 185
te.
Aquí radica otra de las dificultades que los hombres tenemos para entender a
Dios porque algunas veces nos planteamos con respecto al mal, por ejemplo cómo
es posible que Dios permita que algo me suceda si Él sabía, por qué no lo impidió.
En realidad Dios lo permite, como dijimos antes, porque puede sacar un bien del
mal, sin embargo, no podemos afirmar que Él lo sabía, debemos decir más bien que
Él lo sabe. Él ve en este instante mi pasado, mi presente y mi futuro. Y no
sólo el mío sino el de todos los hombres, pues con una sola mirada ve ahora el
origen del mundo, el Medioevo y el fin de la historia. El que Dios conozca mi futuro
no significa que lo determine, como si yo estuviese sujeto a un destino que no puedo
modificar, sólo significa que Dios lo ve, pero sigue siendo para mí algo indetermina-
do en lo cual interviene mi libertad. Si Dios impidiera la libertad del hombre se
contradiría a sí mismo, y esto sería ilógico. Es más posible que sea el hombre que se
equivoca y no Dios.
La ciencia divina se refiere al modo propio del conocimiento de Dios y por lo
tanto es otra de las propiedades que definen la naturaleza divina.
Ciencia divina: se refiere al modo propio del conocimiento de Dios. En Dios hay
ciencia, es decir, acto de inteligencia puesto que posee todas las perfecciones y sobre
todo una de las más elevadas que es la vida intelectiva.
Como hemos explicado ya todo efecto supone una causa y tiene dependencia
en su forma de la misma, de manera tal que si es posible contemplar un orden en el
cosmos y en el hombre es porque hay una inteligencia que ha generado ese
orden. El orden supone siempre una inteligencia, el desorden es siempre una nega-
ción de la misma. Es evidente que los seres no racionales no son capaces de generar
ni de descubrir el orden de las cosas existentes. Luego esta primera causa de todas
las cosas de la cual venimos hablando debe ser una Inteligencia Suprema, cómo lo
estudiamos con la quinta vía de Santo Tomás.
En Dios hay ciencia, es decir acto de inteligencia, puesto que posee todas las
perfecciones y sobre todo una de las más elevadas que es la vida intelectiva.
En primer lugar deberíamos recordar que cuando hablamos de acto de cono-
cimiento nos estamos refiriendo al proceso por el cual la razón produce una
idea. Este proceso se origina en la inmaterialidad de un ser, esto es, que un ser
puede aprehender la forma de algo en la medida en que tenga una naturaleza
espiritual que le permita abstraer las condiciones materiales de una cosa para
quedarse con aquello que es su esencia.
El acto de conocimiento se origina en la información que la razón reci-
be de los sentidos. Así por ejemplo, por el tacto y la vista el hombre se genera una
imagen sensible con la cual la razón va a trabajar después realizando esa separación
(abstracción). Todo esto es lo que realizamos nosotros cada vez que inteligimos un
objeto. Y nuestro conocimiento tiene un presupuesto muy elemental; para que sea
posible hace falta que exista antes y por sí mismo la cosa que pretendo conocer. El
conocimiento humano supone el ser.
Debemos distinguir el conocimiento de Dios y el conocimiento humano. Como
186 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
Como dijimos, el entendimiento humano supone la existencia del ser que preten-
de conocer, por eso podemos afirmar que la verdad es fundamentalmente la coin-
cidencia entre la idea y la realidad. Así por ejemplo si al expresar el concepto lápiz
12
Santo Tomás Suma Teológica I, q 14, a.2 y 3
188 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
me estoy refiriendo a un ser concreto que existe y que tengo en este momento en mi
mano. Entonces puedo decir que mi idea es verdadera si coincide con esa realidad.
En Dios se da la verdad, o mejor dicho, Dios es la verdad absoluta porque
en Él se da una plena identificación entre el ser y el entendimiento, en
efecto, como vimos arriba propósito de la simplicidad divina, todo cuanto existe en
Dios se identifica con su esencia, también su intelecto. Como lo sintetiza Santo
Tomás: “La verdad se encuentra en el entendimiento en cuanto a que aprehende las
cosas como son; y en las cosas en cuanto son adecuables al entendimiento. Todo
esto es así en Dios en grado sumo. Pues su ser no sólo se conforma a su entendi-
miento, sino que también es su mismo entendimiento. Y Él mismo es su ser y su
conocer. Por lo tanto, en Él no sólo está la verdad sino que Él mismo es la primera
y suma verdad”13.
Que Dios sea la Verdad tiene además un significado moral puesto que
por ser tal no puede Él engañar o mentir al hombre, como dice el autor de la
carta a los Hebreos: “Es imposible que Dios mienta” (6,18). Por este motivo ya
desde el inicio de la revelación en el Antiguo Testamento se enseña la absoluta
confianza en la fidelidad de Yahveh a sus promesas. Y en el Nuevo Testamento el
mismo Jesús cuando quiere mostrarse como el Hijo de Dios se llama a sí mismo
Verdad: “Yo soy el camino, la verdad y la vida” (Jn 14,6).
La Voluntad en Dios. Siendo Dios un ser espiritual está dotado no sólo de
inteligencia sino de voluntad como sucede en el hombre analógicamente.
13
Suma Teológica I, q.16, a.5, c.
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 189
egoísmo, como lo sería en el caso del hombre, porque éste último no puede ponerse
a sí mismo como fin último. Dios no puede querer al hombre más que a sí mismo
porque si así lo hiciera estaría orientando su vida a un ser inferior y esto es imposible
por ilógico y contradictorio. Para entender a Dios hay que tener siempre presente su
trascendencia.
Pero Dios no sólo se quiere a sí mismo sino también quiere las cosas
creadas por Él, en este caso no ya por necesidad sino por un acto de libre elección.
Así quiere cuando crea, puesto que Él no necesita de las cosas ni del hombre, lo
hace en virtud de su bondad. La bondad tiende siempre a difundirse, el que es
bueno hace el bien por ser bueno y no esperando un beneficio a cambio, y así de
este modo la voluntad divina ama y decide crear. Dios podría no haber creado
nada, pero por ser bueno lo hizo, y este amor sobre las criaturas no cambia, es
inmutable.
¿Es la voluntad en Dios libre? No en el sentido humano en el cual el hombre
tiene oportunidad de elegir entre el bien y el mal, porque Dios no puede elegir el
mal, sería elegir lo imperfecto. Dios ama necesariamente el bien infinito y elige
libremente los bienes finitos que desea crear. En Dios se da la libertad en un
sentido absoluto porque siempre elige el bien por su plena identidad entre el ser y
el bien. Como dice el salmista: “Todo cuanto agrada a Yahveh lo hace en el cielo y en
la tierra, en los mares y en todos los abismos” (Sal 135,6).
A partir de la voluntad en Dios podemos hablar también de la potencia divina.
Y así como podemos decir que el dato más importante de la revelación del
Antiguo Testamento es esta existencia de un solo Dios también podemos decir que
el dato más importante del Nuevo Testamento es que en Dios hay tres personas.
Dios es infinitamente sabio, y quiso darse a conocer por etapas de manera tal
que los hombres no cayeran en confusiones. Por esta razón, después de haber deja-
do gravada en la conciencia de su pueblo la idea de un solo Dios envía a su Hijo
a dar a conocer a los hombres la verdad completa de su ser: Dios es Padre, Hijo
y Espíritu Santo.
La Trinidad de personas en Dios sólo se manifiesta en el Nuevo Testamento.
En el Antiguo Testamento se hacen referencias “a la personalidad de Dios”, pues
se menciona a un Dios que habla (Gn 1,3), que escucha (Ex 16,12), que ve (Gn
6,2), y que tiene relaciones personales, libres, con su pueblo, de ahí que a veces se
caiga en algunos antropomorfismos, es decir, en una descripción casi humana de su
ser. Estos no son más que intentos de hablar de Dios a los hombres teniendo en
cuenta su imaginación.
Todo el Antiguo Testamento enseña que Dios es un ser con el cual se pueden
tener relaciones personales, esto es de amistad, de amor y de fidelidad. El hom-
bre es el único ser con el cual Dios puede entablar este tipo de relaciones. Sin
embargo, a pesar de querer mostrar estos aspectos que manifiestan la personalidad
en Dios, está claro en todo su mensaje que hay que evitar el error de una exagerada
comparación con el hombre. Así es que pone de relieve aquellas propiedades de su
naturaleza que lo distinguen del resto de los seres.
Dios se revela como trascendente. Porque si bien es el Dios de Israel, en realidad
es también el Dios de todos los pueblos, de toda la historia y de toda la creación. El
relato de la creación habla de un Dios todopoderoso que crea de la nada y que no
está ligado al mundo como los dioses del paganismo. De allí que si bien Él obra en
la historia está por encima del tiempo: “¿Quién lo realizó y lo hizo? El que llama a
las generaciones desde el principio: Yo Yahveh el primero, y con los últimos, yo
mismo” (Is 91,4).
Una consecuencia práctica de esto es la prohibición que tiene el pueblo de Israel
de representar a Yahveh en imágenes. Así por ejemplo, luego de manifestarse en el
monte Horeb a su pueblo, le recomienda: “Tened mucho cuidado vosotros mismos:
puesto que no visteis figura alguna el día en que Yahveh os habló en el Horeb de en
medio del fuego, no vayáis a pervertiros y os hagáis alguna escultura de cualquier
representación que sea: figura masculina o femenina, figura de alguna de las bestias
de la tierra… Cuando levantes tus ojos al cielo, cuando veas el sol, la luna las estrellas
y todo el ejército de los cielos, no vayas a dejarte seducir, y te postres ante ellos para
darles culto. Eso lo ha repartido Yahveh tu Dios a todos los pueblos” (Dt 9,15-19).
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 191
Dios está por encima de todo y por eso no puede ser encerrado dentro de una
figura o representación humana, y esto se expresa también a través de la Santidad.
En el Antiguo Testamento se afirma que Dios es santo, para destacar su elevación
por encima de todos los demás seres: “¿Quién como tú Yahveh entre los dioses?
¿Quién como tú glorioso en santidad, terrible en prodigios, autor de maravillas?”
(Éxodo 15, 11).
Esta trascendencia del ser de Dios se manifiesta además en el dominio que tiene
sobre toda la historia y en la sabiduría y justicia con la que rige la vida de los
hombres.
Hay entonces una conjunción de dos aspectos de una misma realidad,
es por un lado único y trascendente y por otro lado semejante a los hom-
bres. Por eso existen varios pasajes que sugieren la noción de persona en Dios.
En el Antiguo Testamento sólo podemos hablar de insinuaciones del misterio
de la Trinidad, por ejemplo,
• Cuando Dios hablando de sí mismo usa un plural, como en el relato de la
creación que dice: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza” (Gn
1,26).
• Otra de estas manifestaciones es el Ángel de Yahveh está presente en alguna
de las teofanías, como indicando que hay dos personas en Dios: la que envía y la
que es enviada (Cf. Gn 16, 7-13: Ex 3, 2-14).
• También las profecías que hablan de un mesías sugieren la idea de un enviado
por Dios como Hijo de Dios: “Tú eres mi Hijo, hoy te he engendrado” (Sal 2,7).
• O bien Isaías: “Viene el mismo Dios y Él nos salvará” (35, 4).
• Finalmente los libros sapienciales hablan de la Sabiduría divina como si fuera
una persona junto a Yahveh, y se dice ella procede de Dios desde toda la eterni-
dad: “Yahveh me creó, primicia de su camino, antes que sus obras más antiguas.
Desde la eternidad fui fundada, desde el principio, antes que la tierra… Cuando
asentó los cielos allí estaba yo… Yo estaba allí como arquitecto y era yo todos los
días su delicia” (Proverbios 8,24-30).
En conclusión podemos decir que la relación de la Trinidad en el Antiguo
Testamento fue preparada por la afirmación y por la vivencia de la trascen-
dencia divina, y por las mediaciones misteriosas atribuidas a personajes distintos
del saber. No hay, sin embargo, ningún texto en el cual se mencione explícitamente
que existan personas en Dios, esta será la revelación fundamental de Jesús en los
Evangelios.
Abraham no nos conoce, ni Israel no nos recuerda. Tú, Yahveh, eres nuestro padre,
tu nombre es el que nos rescata desde siempre... Pues bien, Yahveh, tú eres nuestro
Padre... Nosotros la arcilla y tú nuestro alfarero” (Is, 63, 16). Pero Jesús se declara
hijo de una manera absolutamente nueva, es el Hijo único de Dios.
En el Nuevo Testamento aparece también Dios como el padre de sus discípu-
los y amigos; así se lo llama en la oración más importante que les enseñó Jesús;
además, refiriéndose a Dios dice “mi Padre” y “vuestro Padre” (Jn 20, 17) pero
queda claro también que es el Hijo el único que revela plenamente al Padre: “Todo
me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce bien al Hijo sino al Padre, ni al
Padre le conoce bien nadie sino el Hijo, y aquél a quien el Hijo se lo quiera revelar”.
Otro de las manifestaciones de esta relación íntima que Jesús tiene con el Padre
son los títulos divinos que recibe Jesús. Entre ellos el más importante es el de
Señor: “Y toda la lengua proclame que Cristo Jesús es el Señor”(Fl 2,11). También
aparece este título en Romanos 10, 9: “Porque si confiesas con tu boca que, Jesús
es el Señor”. Y en 1 Corintios 12, 3: “Nadie puede decir que Jesús es el Señor sino
con el Espíritu Santo”.
Este título de Señor en Jesús adquiere su plenitud después de la resurrección,
porque a partir de ese momento establece un señorío victorioso sobre todo el mun-
do; sin embargo no se puede decir que Jesús se convierta con el tiempo en Hijo de
Dios, como si fuera una conclusión ó imagen que los apóstoles sacan de sus pala-
bras y obras. Jesús es Dios desde toda la eternidad y esto lo prueban varios
textos. En primer lugar es el mismo Jesús el que dice que existía antes: “Antes de que
Abraham existiera Yo Soy” (Jn 8,58)14. De todas maneras, seguramente el texto
bíblico más importante a este respecto sea el prólogo del Evangelio de San Juan, en
el cual el autor está hablando claramente de aquél hombre Jesús, y sostiene que
existe antes que todo, con Dios pero distinto de Dios, que se encarnó y vivió entre los
hombres15.
14
. En Filipenses 2,6-11 dice: “El cual siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser
igual a Dios. Sino que se despojó de sí mismo tomando condición de siervo haciéndose seme-
jante a los hombres”. Y también en Colosenses 1, 15-20: “Él es imagen de Dios invisible.
Primogénito de toda la creación, porque en Él fueron creadas todas las cosas... Él existe con
anterioridad a todo”.
15
“En el principio existía la Palabra, y la Palabra estaba con Dios... En el mundo estaba y el
mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció... Y la Palabra se hizo carne, puso su
morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo
único” (Juan 1,1-14).
16
Cf. Ezequiel 39,29 y 11, 18. la manifestación de la Trinidad mostrará como Jesús es el Mesías
anunciado porque sobre Él desciende el espíritu y lo acompaña siempre.
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 193
Procesión: esta expresión designa el hecho de que una cosa se origina en otra.
17
Hebreos 1, 6: “A qué ángel dijo alguna vez: Tú eres mi Hijo. Yo te he engendrado hoy; y
también yo seré para él Padre, y él será par mi Hijo”. La misma relación filial paterna encontra-
mos en Romanos 8, 32 y Mateos 3, 17.
196 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
primero se conoce a sí mismo y engendra una idea perfecta de sí, el Hijo; luego el
Padre y el Hijo se contemplan mutuamente y de esta acción surge el amor entre
ambos18.
El Padre ama porque es Padre, y el Hijo por haber recibido su ser de Aquél.
Ambos se aman también por tener el mismo ser, la misma esencia. Este mutuo
amor da origen a la tercera persona de la Santísima Trinidad, al Espíritu Santo, que
es el fruto y la expresión de esta unión de Padre e Hijo. El Espíritu Santo procede del
Padre y del Hijo.
Y ésta puede ser real o de razón (cuando sólo existe en la mente). En Dios las
procesiones inmanentes dan origen a relaciones reales entre las personas que
proceden. Estas son:
a) La relación de Paternidad, es decir, la referencia del Padre hacia el Hijo.
b) La relación de Filiación, esto es, la referencia del Hijo respecto del Padre, el
hecho de tener origen en Aquél.
c) Las relaciones de amor entre el Padre y el Hijo que es la referencia con el
Espíritu Santo.
La relación supone no sólo el fundamento de la misma, es decir las referencias
que acabamos de mencionar, sino también un sujeto y un término. La relación
supone, entonces, una cierta oposición entre realidades realmente distintas
entre sí. Por esto:
• Ser Padre indica algo propio de la primera persona y distinto de las demás,
esto es, no tener principio.
18
La Iglesia Ortodoxa Griega enseña desde el siglo IX que el Espíritu Santo procede únicamente
del Padre. En el Concilio de Constantinopla ellos rechazaron como herético la expresión “Filioque”
(y del hijo), como enseñaba y enseña la Iglesia Latina en su Magisterio.
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 197
En Dios todo es uno salvo estas relaciones que surgidas en las procesiones dan
origen a las personas.
Así es como llegamos a la explicación de la existencia de tres personas distintas
en un mismo Dios.
Para el hombre ser persona significa ser: “Una sustancia individual de naturaleza
racional”. Esta noción de persona se da analógicamente en Dios puesto que en Él
hay individuos distintos, y estos son de naturaleza racional. También en el caso de
Dios ser persona significa ser un ser distinto e incomunicable, en lo que tienen de
propio (la relación), y no en lo que tiene en común la esencia.
198 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
Actividades Propuestas
1) Glosario:
a. Principio de no contradicción
b. Principio de causalidad
c. Defina cada uno de los atributos divinos
d. Trinidad
e. Procesiones
f. Relaciones
2) Complete el cuadro comparativo entre el conocimiento natural y Sobrenatu-
ral de Dios:
Objetivos de Aprendizaje:
• Comprender quién es Jesucristo desde una perspectiva Bíblico-teológica.
• Conocer el anuncio del Antiguo Testamento sobre el Salvador.
• Conocer a Cristo verdadero Dios y verdadero hombre desde los misterios
de su vida.
• Conocer los principales dogmas sobre la persona de Cristo.
• Adquirir desde el estudio de la cristología, criterios para analizar la realidad
cotidiana comunitaria y personal.
Temario:
• Cristología Bíblica: el anuncio de Cristo en el Antiguo Testamento.
• Cristo en el Nuevo Testamento: los misterios de la vida de Cristo.
• Cristología Dogmática: Unión Hipostática.
• Misterio de la Encarnación y la Pascua.
• Redención de los Hombres.
Mapa de Contenido:
CRISTO
REVELACIÓN DOGMAS
BIBLIA
UNION
AT NT HIPOSTATICA
REDENCIÓN DEL
GÉNERO HUMANO
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 203
PARTE I
El Misterio de Cristo en Las Sagradas Escrituras
“Escudriñad las Escrituras... pues ellas dan testimonio de mí” (Jn 5,39).
Cabe hacernos una pregunta: ¿es necesario estudiar el Antiguo Testamento para
conocer a Cristo?.
La Dei Verbum dice: “Dios amantísimo, buscando y preparando
solícitamente la salvación de todo el género humano, con providencial
favor se eligió un pueblo, a quien confió sus promesas. Hecho, pues, el
pacto con Abrahan (cf. Gén., 15, 18) y con el pueblo de Israel por
medio de Moisés (cf. Ex., 24, 8), de tal forma se reveló con palabras y
con obras a su pueblo elegido como el único Dios verdadero y vivo,
que Israel experimentó cuáles eran los caminos de Dios con los hom-
bres, y, hablando el mismo Dios por los Profetas, los comprendió más
hondamente y con más claridad de día en día, y los difundió amplia-
mente entre las gentes (cf. Salm., 21, 28-29; 95, 1-3; Is., 2, 1-5; Jer.,
3, 17). La economía, pues, de la salvación prenunciada, narrada y
explicada por los autores sagrados, se conserva como verdadera pala-
bra de Dios en los libros del Antiguo Testamento; por lo cual, estos
libros, inspirados por Dios conservan un valor perenne: “Pues todo
cuanto está escrito, para nuestra enseñanza fue escrito, a fin de que
por la paciencia y por la consolación de las Escrituras estemos firmes
en la esperanza” (Rom., 15, 4).” (DV 14).
Otros textos significativos sobre la pregunta que nos hicimos:
Lc 1,68 s.: Bendito el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su
pueblo y levantó a favor nuestro un cuerno de salvación en la casa de David, su
siervo, como lo había prometido por la boca de sus santos profetas desde antiguo,
para... acordarse de su alianza santa, el juramento que juró a Abrahán, nuestro
padre... (cf. Lc 1,54-55)
Jn 4,22: Vosotros adoráis lo que no conocéis, nosotros adoramos lo que conoce-
mos, porque la salud viene de los judíos (cf. Rom 9,11).
Mt 5,17: No he venido a abrogarla (la ley), sino a consumarla.
Heb 1,1: Muchas veces y en muchas maneras Dios habló en otro tiempo a
nuestros padres por el ministerio de los profetas, últimamente, en estos días, nos
204 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
En esta primera parte del tema trazaremos el camino que Dios hizo recorrer a su
pueblo, para prepararlo para la venida de Cristo, el cual aguardó y esperó una
salvación y aguardó y esperó a un salvador.
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 205
La Historia de Israel
¿Por qué los israelitas reconocieron a Jesús como el Mesías, el Salvador? ¿Qué
es lo que ellos sabían para poder darse cuenta de quién era Cristo? ¿Por qué las
palabras del Mesías, por momentos, refieren a dar cumplimiento a lo que está
escrito?
Podemos hacernos muchas preguntas más, la respuesta siempre referirá a lo
aquellos que se esperaba, al tiempo de la preparación, al aprendizaje previo realiza-
do por el pueblo a través de su historia.
Para profundizar sobre este tema recomendamos la lectura de Paul Faynel, Jesu-
cristo es el Señor, ed. Sígueme, Salamanca 1968.
No nos detendremos en los detalles del texto bíblico que ya hemos visto, pero es
importante aclarar que el relato del pecado original del libro del Génesis es, en
definitiva, el tema de fondo, por ese pecado cometido por el primer Adán es que
esperaremos el segundo Adán que es Cristo, el salvador.
Tengamos en cuenta los siguientes puntos:
a) La justicia original: en el relato del Génesis se manifiesta que el estado origi-
nal del mundo es una comunión, la comunión perfecta del hombre con Dios (Gn
3,8), la comunión del hombre con la naturaleza (Gn 1,28-30), la comunión del
hombre consigo mismo y con sus semejantes (Gn 2,25; compárese con 3,10-
21), y, coronando y acabando todo este misterio de unidad, el privilegio muy
significativo de la inmortalidad (Gn3,3).
b) El pecado original: luego aparece el pecado en el mundo. Frente a los dones
dados por Dios, el hombre responde con el pecado, desobedeciendo la ley del
creador. Con esto se rompe la armonía, origina la comunión perfecta. Aparece
la división, la oposición, la ruptura. Ruptura del hombre con Dios (Gn 3,23),
ruptura del hombre con la naturaleza (Gn 3,18-20), ruptura del hombre consigo
mismo (Gn 3,7) y con sus semejantes (Gn 4,8), y finalmente ruptura y enfrenta-
miento supremo: la muerte (Gn 3,19). Pero no hay que separar nunca al primer
Adán del segundo (cf. Rom 5). En efecto, si Dios permite hoy esta solidaridad
universal en el mal, es precisamente porque él ve y quiere al mismo tiempo la
solidaridad de todos los hombres en Cristo. El primer Adán no es más que la
206 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
3. Dios solo pide una respuesta de FE: si bien Dios da gratuitamente pide
que su don sea aceptado y acogido libremente. Esto implica un compromiso, no
solo de la razón, sino de vida. La salvación de la obra Dios, uno solo es incapaz
de lograrla sin la fe. En esta promesa el sacrificio de Isaac (Gn 22) es una
muestra de la respuesta del hombre a Dios.
4. El objeto de la promesa es doble y único: porque promete heredero y
herencia, descendencia y tierra, que está se cumple plenamente en Cristo que es
el heredero y la herencia. Esta será la promesa que en adelante va a invadir toda
la historia religiosa de Israel: “Acuérdate del juramento que juraste en otros
tiempos a nuestro padre Abrahan” (Ex 32,13).
3) Moisés y éxodo
Dios oyó sus gemidos, y se acordó de su alianza con Abrahán, Isaac y Jacob.
Miró Dios a los hijos de Israel, y atendió (Ex 2, 24-25).
como hemos dicho ya, no es un pueblo como los demás. Es preciso que por nada
del mundo lo olvide y que, so pretexto incluso legítimo de tener un rey “como las
demás naciones”, no llegue de hecho a rechazar a su único verdadero rey, Yavé.
Este, sin embargo, acepta el riesgo. Y enseguida estamos ante el gran éxito: el
prestigioso reino de David y de Salomón.
El éxito se va apoyado y consagrado por Dios. Es su promesa solemne, él
asegura a David que estará para siempre con él y que consolidará para siempre su
trono y su reino (2 Sam 7, 11-16). En un sentido, por tanto, nada ha cambiado en
el régimen profundo del pueblo de Dios. Es siempre Yavé, y sólo Yavé, el rey de
Israel. Pero, así como hasta entonces él había sido rey directamente, en adelante va
a tener un lugarteniente suyo en la persona de su ungido. (1 Cro 28, 5).
Y así surge el mesianismo real, uno de los acontecimientos que van a marcar
más profundamente el alma del pueblo judío, aún en nuestros días. El primer anun-
cio del gran misterio de la salvación comienza con aquellas palabras: “Y concebirá
en tu seno y darás a luz un hijo... Él será grande ...Y le dará el Señor Dios el trono
de David, su padre, y reinará en la casa de Jacob por los siglos, y su reino no tendrá
fin” (Lc 1, 32).
Si prestamos atención a la historia de Israel veremos que el mesianismo real es
un modo entender la salvación. En aquel tiempo, por el éxito obtenido con
David y Salomón, el pueblo de Israel concibe la salvación con características nacio-
nales y políticas. Es llevar al pueblo a gobernar a todas las naciones de la tierra a
través de un caudillo como David, y dirigirlas hacia Dios. El salvador esperado será
un Rey que gobierne con cetro de hierro, se siente en un trono a gobernar efectiva-
mente, políticamente y nacionalmente. Justamente Cristo buscará en su predica-
ción que no confundan su misión mesiánica espiritual con este personaje nacional y
político. Esta idea de salvación será la que se purificará en los años siguientes a
causa del destierro.
He aquí que vienen días, oráculo de Yavé, en que yo haré alianza con la casa de
Israel y la casa de Judá, no como la alianza que hice con sus padres (una alianza
nueva) (Jer 31, 31).
Luego del esplendor del pueblo en la época de los reyes, vendrá otra dolorosa y
rica en vida espiritual. La invasión de los babilonios que lleva al destierro del pueblo
y la destrucción del templo. Dice Faynel: “Es ésta la época de la gran humillación del
pueblo elegido; y es al mismo tiempo la de las más hermosas y ricas esperanzas.
Golpe a golpe, toda una serie de catástrofes se abaten sobre Israel. En primer lugar
el cisma, después el fin del reino de Judá, luego el desierto y deportación a Babilonia,
más tarde la diáspora, las persecuciones, etc. Es realmente un milagro que Israel no
sucumba a la tormenta: por suerte, tiene sus profetas que le hablan una y otra vez
del amor indefectible de Yavé hacia él, y que le ayudan a interpretar en este sentido
los acontecimientos dolorosos por los que va a atravesar”.
Aparecen los profetas del destierro que predicarán en torno a tres grandes temas:
a) La fidelidad absoluta de Dios hacia su pueblo.
210 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
Introducción
Ahora abordaremos el estudio bíblico cristológico desde el Nuevo Testamento a
través de los misterios de la vida de Jesús.
A partir de estos misterios descubriremos dos datos principales:
1. Cristo es quien estamos esperando según las promesas hechas desde antiguo,
él es el objeto de la promesa de la Antigua Alianza;
2. Jesús de Nazaret, es verdadero hombre y verdadero Dios, dos naturalezas y
una persona divina, y tiene autoridad de perdonar los pecados, es decir, de
redimir a todo el género humano.
Nos centraremos en los misterios principales:
a) el misterio de la Encarnación de Cristo;
b) las palabras y enseñanzas de Jesús;
c) los milagros de Cristo;
d) la pasión y muerte de Cristo;
e) la resurrección de Cristo y redención de los hombres.
“En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era
Dios. Ella estaba en el principio con Dios. Todo se hizo por ella y sin ella no hizo nada de
cuanto existe.
En ella estaba la vida y la vida era luz de los hombres, y la luz brilla en las tinieblas
y las tinieblas no la vencieron[...]
Vino a su casa y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron les
dio el poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre; la cual no nació
de sangre, ni de deseo de carne, ni de deseo de hombre, sino que nació de Dios.Y la
Palabra se hizo carne y puso su morada entre nosotros, y hemos contemplado su
gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad[...]
[...]Porque la ley fue dada por medio de Moisés: la gracia y la verdad nos han
llegado por Jesucristo.
A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, él lo
ha contado” (Jn 1,1-18).
Nada más claro en el prólogo del evangelio de Juan para saber quién es Jesucristo:
1. La Palabra hecha carne.
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 213
2. La Palabra es Dios.
3. La Palabra es enviada por el Padre.
4. La Palabra dio el poder hacernos hijos de Dios (perdonar los pecados).
5. La Palabra es quien da la gracia.
6. LA PALABRA ES JESUCRISTO.
2- Las genealogías de Jesús:
Podemos conocer quién es Jesús a través de sus genealogías que se presentan
en los evangelios sinópticos, donde presentan a Cristo como el Mesías que había
sido anunciado por lo profetas, el que estábamos esperando desde el destierro cau-
sado por el pecado original. En definitiva aquel que iba a pisa la cabeza de la
serpiente (cf. Gn 3,15).
Nos encontramos con dos genealogías: Mateo 1,1-17 y Lucas 3,23-38; las mis-
mas ponen de manifiesto al naturaleza humana de Cristo a través de su ascenden-
cia. Por su nacimiento es un verdadero fruto de aquel pueblo escogido al ser descen-
diente de Abrahán, que viene a salvar al género humano por ser descendiente de
Adán (en Lucas), y que es el Mesías por ser descendiente de David.
Del pueblo de Israel Jesús sacó la naturaleza de la carne, y en ambas genealo-
gías muestran el cumplimiento de las promesas del Antiguo Testamento en la perso-
na de Cristo.
3- La Virgen María:
“Pero, al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer,
nacido bajo la ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la ley, y para que
recibiéramos la filiación adoptiva” (Gal, 4,4-5).
Jesús nace de la santísima Virgen María, mujer del linaje de David (bajo la ley).
Y el solo hecho de que Dios lo hizo así está muy bien hecho (cf. Royo Marín, A. OP,
Jesucristo y la vida cristiana, BAC, Madrid, 1961, p240-241).
Royo Marín sostiene que fue convenientísimo que el Hijo de Dios se encanase en
una mujer, donde ella suministra la materia que es necesaria para que la generación
humana se efectúe por parte de madre (cf. 240-241).
De acá se puede decir que el Verbo de Dios toma la naturaleza humana de
María. Por lo tanto tenemos en la concepción de Cristo una cosa natural y
otra sobrenatural:
• Natural es que Cristo haya nacido de mujer; es decir, que recibió la materia
que todo ser humano recibe de la mujer en la concepción.
• Sobrenatural es que Cristo haya nacido de una Virgen, que no conoció varón
(Lc 1,34-35), con lo que tenemos otra persona que interviene: El Espíritu Santo.
4- El Espíritu Santo
“María respondió al ángel: ¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón? El
214 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
Cristo no se entregó a una vida puramente contemplativa, sino que viene a dar
testimonio de la verdad, así poder liberar al hombre del pecado y que podamos
llegar al Padre a través de Él.
Por lo tanto haremos una breve reseña como desde sus palabras y enseñanzas
manifiesta su misión, que es el Mesías e Hijo de Dios.
A través de su humanidad, Cristo fue manifestando su divinidad. Es decir, Cristo
fue mostrando a los apóstoles progresivamente que es Dios. Tengamos cuidado de
pensar que nuestro conocimiento causa su divinidad, ya que es esto absolutamente
falso. Él siempre fue, es y será Dios. A través de lo visible, su humanidad, deja ver lo
invisible, su divinidad.
Podemos considerar los siguientes puntos:
Jesús fue develando poco a poco el secreto mesiánico:
Es decir, que progresivamente y con cuidado va dando a conocer lo que Él es:
Mesías, Hijo de Dios. No quiere causar confusión entre los judíos, que en aquel
tiempo estaban esperando un caudillo que los liberara del yugo de los romanos (cf
Faynel 66-70).
Para revelarse como Masías utilizará en su prédica un título personal: hijo de
hombre. El mismo lo toma del profeta Daniel “y he aquí que en las nubes del cielo
venía como un Hijo de hombre. Se dirigió hacia el Anciano y fue llevado a su
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 215
“¿Quién pensáis que soy yo? Pedro responde: Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios
vivo (Mt 16,15-16).
Marcos dice: “Comenzó a enseñarles cómo era preciso que el Hijo del hombre
padeciese mucho y que fuese muerto y recitase después de tres días” (8,31).
Es claro que la necesidad de la pasión de Cristo es en cuanto que es el mejor
modo de redimirnos, aunque Dios lo podría haber hecho de cualquier otro modo ya
que nada es imposible para Él. Este modo nos ha mostrado cuanto nos ama al
entregarnos su Hijo muy amado; es por eso que San Pablo dice: “Dios probó su
amor hacia nosotros en que, siendo pecadores, murió Cristo por nosotros” (Rom
5,8).
A si vez nos da el ejemplo: “Cristo padeció por nosotros y nos dejó ejemplo para
que sigamos sus pasos” (1 Pe 2,21).
La necesidad de la pasión también se funda en que Cristo debe pasar por la
muerte, por tanto al morir, a causa del pecado del hombre, puede vencer a la
muerte con su resurrección (cf. 1 Cor 15).
Las profecías se dan cumplimiento con el sacrificio del Cordero: “Era preciso
que se cumpliera todo lo que está escrito en la ley de Moisés y en los profetas y en los
salmos de mi... Porque estaba escrito que el Mesías padeciese y al tercer día resuci-
tase de entre los muertos” (Lc 24,44-46). Pero sin embargo, debemos aclarar que
no es Dios quién muere sino que la pasión es padecida por la humanidad de Cristo,
ya que su divinidad es impasible (cf. Royo Marín, p 313).
Cristo sufre la pasión y su muerte por voluntad propia, obedeciendo la voluntad
del Padre Celestial, por eso nos enseña San Pablo: “Como por la desobediencia de
uno muchos fueron hechos pecadores, así también por la obediencia de uno mu-
chos serán hechos justos” (Rom 5,19).
Entre los efectos de la pasión de Cristo nos encontramos con (cf. Royo Marín
336-346):
a) La liberación del pecado, como dice el Apocalipsis: “Nos amó y nos lim-
pió de los pecados con su Sangre” (1,5).
b) La liberación del poder del diablo, Juan sostiene: “Ahora es el juicio de
este mundo; ahora el príncipe de este mundo será arrojado fuera, y yo, si fuese
levantado de la tierra, todo lo atraeré a mi” (Jn 12,31-32).
c) La liberación de la pena del pecado, “El fue quien tomó sobre sí nuestras
enfermedades y cargó con nuestros dolores” (Is 53,4) con el fin de liberarnos de
la pena de nuestros pecado.
d) La Reconciliación con Dios, porque San Pablo es claro en su carta a los
romanos: “fuimos reconciliados con Dios por la muestre de su Hijo” (5,10).
e) La apertura de las puertas del cielo, en la carta a los Hebreos dice: “en
virtud de la sangre de Cristo tenemos firme confianza de entrar en el santuario
218 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
PARTE II
Reflexión sobre el Misterio de Cristo
La religión cristiana propone una salvación que no pasa por una realización
solamente individual y subjetiva sino que resulta del contacto personal de los hom-
bres con Dios, que también es persona. Esta es quizá la verdad más importante que
tiene el cristianismo para decir a los hombres de hoy, y esto porque es frecuente hoy
encontrar la idea de una realización humana que depende en definitiva de lo que el
hombre pueda sacar de sus potencialidades.
N
o pocas religiones, las orientales por ejemplo, proponen la
perfección del hombre como una suerte de estado del alma al
cual el hombre llega por medio de un ejercicio espiritual que
consiste muchas veces en la negación de los deseos y pasiones, y que
tiene su punto de partida en la toma de conciencia de una pertenencia a
una Totalidad.
Este Dios quiso, por su infinita bondad, crear seres que participaran de
esta dignidad que constituye el ser persona, y por eso creó a los hombres a
imagen y semejanza suya. Por este motivo, para el cristianismo, la salva-
ción, lejos de consistir en una disolución de las personas en un todo, estriba
en el encuentro de las personas humanas con las personas divinas,
con lo cual el concepto de persona constituye la clave de compren-
sión de la propuesta cristiana.
Más aún, cuando Dios quiso darse a conocer y manifestar a los hombres
la salvación que les propone, eligió, en un principio a personas que hicieran
220 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
este motivo Dios se hace hombre, y será hombre para siempre. Después
de este gesto de amor nadie puede pensar que el hombre pueda estar alguna
vez sólo y abandonado. Aún en su estado más profundo de soledad puede él
descubrir, en la inmensidad del espacio, un Tú como seguridad y compañía.
En este intercambio entre Dios y el hombre, ni Dios deja de ser divino por
hacerse humano ni el hombre pierde su condición por hacerse imagen de
Dios. Por el contrario, la bondad divina se muestra más grande que nunca, y
la bondad humana adquiere una realización trascendental.
222 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
1
Mt. 16, 13
2
DENZINGER E., El Magisterio de la Iglesia, Herder, Barcelona, 1963, n.148.
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 223
En primer lugar hay que decir que estas naturalezas, cuando se unen no se funden o mezclan constitu-
yendo una sola, sino que, después de la unión, ambas permanecen perfectamente íntegras e inconfusas.
En otras palabras, el Verbo divino, al asumir la naturaleza humana, no deja
de ser Dios.
Para comprender mejor esto tenemos que recordar que por naturaleza enten-
demos la esencia de una cosa, en cuanto es principio de las operaciones que le
son propias. La naturaleza no es lo mismo que la persona porque no responde a la
pregunta: quién es éste, determinando un sujeto, sino que responde a la pregunta
de: qué es éste, no dice si es Juan o Diego sino si es o no hombre, por ejemplo. La
naturaleza designa a la cosa, a su ser; la persona designa al yo3.
Es metafísicamente imposible la fusión de la naturaleza divina con la naturaleza
de un ser creado porque eso implicaría una transformación pasiva o activa de los
componentes; así por ejemplo, cuando forman una nueva naturaleza, dos sustan-
cias completas, como cuando el hidrógeno y el oxígeno forman el agua; o bien
cuando dos seres incompletos forman una única naturaleza, como por ejemplo la
materia y la forma, o el cuerpo y el alma constituyen al hombre. Tampoco es
posible la transformación por la asimilación completa de un ser en otro, como
cuando un hombre incorpora un alimento. Ninguna de estas uniones es posible
puesto que la naturaleza divina es inmutable, perfecta e impasible; y por otra parte
porque la naturaleza humana jamás puede transformarse en divina. Luego, es nece-
sario que ambas naturalezas continúen siendo tales y la unión se verifique en la
persona 4.
Cuando decimos que hay dos naturalezas en Cristo, que al unirse siguen
existiendo como distintas, estamos diciendo que Él es Dios y hombre verdadero.
Sin embargo no hay más que una sola persona, un solo yo: el yo divino del
Hijo de Dios. Esto es lo que expresa el dogma del Concilio de Calcedonia. En
Cristo hay una sola persona divina, la del Verbo, en dos naturalezas distintas, la
divina y la humana. Por lo tanto no hay fusión de las naturalezas. Esta primera
aclaración es importante porque algunos errores en el ámbito cristiano consistieron
en afirmar una fusión y por lo mismo la existencia de una sola naturaleza en Cristo,
quedándose sólo con la humana o la divina.
Como pudimos ver en los textos bíblicos, aparecen claramente acciones que
manifiestan la existencia de ambas naturalezas.
a) El aspecto humano de Jesús se manifiesta desde el hecho mismo de su
concepción natural, narrada al inicio de los Evangelios; también en aquellos pasa-
jes en los cuales Jesús se manifiesta muy humano porque se siente cansado del viaje
y con sed (Jn. 4, 6); o cuando se duerme y al despertar ordena a los vientos calmar-
se para evitar el naufragio de la barca (Mt. 8, 24); cuando es tentado por el demo-
nio en el desierto (Mt. 4, 1); como cualquier hombre siente temor y angustia, etc.
b) Por otra parte hay textos que hablan de su divinidad, como cuando es
3
Cf. YEPES STORK R., Fundamentos de Antropología, Eunsa, Navarra, 1996, 94-100.
4
SANTO TOMÁS, Suma Teológica, III, q. 2, a. 1.
224 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
llamado Hijo del Altísimo (Lc. 1, 30); también cuando es adorado como Dios
siendo niño en el pesebre (Mt. 2, 11); cuando se trasfigura y se muestra resplande-
ciente en el cielo (Mt. 17, 2); perdona los pecados y para mostrar su divino poder
realiza el milagro de hacer caminar a un paralítico (Lc. 5, 20); cuando Él resucita al
tercer día y cuando asciende a los cielos (Lc. 24, 5. 25) 5.
En estas acciones se manifiestan las dos naturalezas, ya que la naturaleza, como
dijimos, es el principio de operaciones de un ser. Jesús no podría haber hecho estas
acciones si no fuera verdaderamente hombre y verdaderamente Dios, que es lo que
aparece claramente en un mismo texto, así por ejemplo en el prólogo del Evangelio
de San Juan: “Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios y la
Palabra era Dios . . . Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros” (1, 1. 14);
Él mismo afirma que con el Padre es “una sola cosa”, es decir un solo ser (Jn. 10,
30); y por eso Él dice que el que lo ha visto, ha visto también al Padre (Jn. 14, 9).
5
Cf. PIOLANTI A., Dio uomo, Librería Editrice Vaticana, 1995, 120-125.
6
BOECIO, De duabus naturis et una persona Christi. c. 3: PL. 64, 1345.
7
FORMENT E., Personalismo Medieval, Edicep, Valencia, 2002, 229-297.
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 225
Sólo así es posible que Jesús sea el Salvador de todos los hombres, ya
que es necesario que sea hombre para que por medio de Él, la salvación llegue a
todos los hombres; y también es necesario que sea Dios, para que el poder de salvar
sea realmente universal. La salvación requiere un contacto, un puente entre ambas
naturalezas, y éstas se unieron en Cristo en la persona del Verbo. Esta unión que se
da en la persona es la que en teología se llama unión hipostática, porque hipóstasis
en griego significa persona. La persona, entonces, de Cristo es compuesta, ya
que subsisten en ella dos naturalezas distintas. La humanidad en Cristo se
une sustancialmente, no accidentalmente; esto significa que el Verbo no se reviste
de humanidad como una apariencia externa como si fuera un Dios vestido de hom-
bre, sino que se hizo verdaderamente hombre y por lo tanto su humanidad es com-
pleta, consta de alma y cuerpo como en nosotros; sino, no seria verdadero hombre
y no sería un Salvador para los hombres9.
Esta unión hipostática entre lo divino y lo humano es la forma más
elevada de unión posible del orden natural con el sobrenatural puesto que
no se trata ya de una participación de la vida divina como ocurre con la gracia, sino
que la naturaleza humana de Cristo se une sustancialmente a la persona del Verbo,
siendo asumida por ella. La gracia es siempre un accidente, es decir, algo agregado
a la sustancia humana; por eso no convierte al hombre en Dios, sólo pone la presen-
cia de Dios en el alma y le da capacidad para realizar actos sobrenaturales. En la
unión hipostática las dos naturalezas se unen en el ser mismo del Hijo de Dios. Para
decirlo en otros términos, cuando Jesús se llama a sí mismo Hijo de Dios, no
quiere decir que sea un hombre especialmente bendecido por Dios como un pro-
feta importante, sino que Él es Dios, que tiene la misma sustancia divina del Padre
y del Espíritu Santo.
Jesús es santo, porque tiene el ser de Dios, y este ser eleva aquella humanidad
que Él asume al estado más perfecto porque la hace existir en el ser divino. Cristo es
perfecto hombre porque realiza la humanidad de la manera más elevada y tiene Él,
además, la plenitud de las gracias por ser a la vez Dios 10.
La persona que asume la naturaleza es la persona del Verbo porque la unión se
realiza en este individuo. En efecto, si bien en Dios todas las acciones que se realizan
fuera del mismo intervienen las tres personas juntas, siempre se le atribuye a una
persona una acción en particular de acuerdo a la misión que tiene dentro de la
Trinidad Divina. Así por ejemplo al Padre se le atribuye la Creación. En este caso la
asunción de la naturaleza humana se realiza en la segunda persona de la Santísima
Trinidad.
En Dios hay una sola esencia y tres personas. Hay tres individuos, el Padre,
8
ROYO MARÍN A., Jesucristo y la vida cristiana, BAC, Madrid, 1961, 40-52.
9
SANTO TOMÁS, Suma Teológica, III, 2, 4-6.
10
Idem a. 8-10
226 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
11
Cf. SANTO TOMÁS, Suma Teológica, III, 50, 22-4.
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 227
12
Jn. 8, 38.
13
Jn. 3, 31-32.
14
Mc. 8, 27.
15
Mc. 9, 21
16
Mt. 15, 34
17
Lc. 2, 52
228 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
contra de sí misma.
La humanidad de Cristo, al estar unida a la divinidad, sirve de instru-
mento por medio del cual Dios realiza las acciones salvíficas. El instrumento
es aquello a través de lo cual un agente produce un efecto (la lapicera es instrumen-
to en la escritura). La causa principal es el agente que dirige la acción mientras que
el instrumento ejecuta la producción del efecto. De esta manera es como la huma-
nidad de Cristo sirve de instrumento a la divinidad puesto que en ella Dios realiza los
actos que servirán para la salvación del hombre18.
Esta humanidad de Cristo sigue siendo en el cielo causa instrumental de las
gracias por las cuales Cristo acerca a los hombres hacia Él. En efecto, Cristo, cuan-
do asciende a los cielos, asciende también con su cuerpo, es decir, sigue siendo
hombre para siempre y por eso podemos decir que lo que hizo como hombre en la
tierra lo sigue haciendo como Dios sentado a la derecha del Padre para toda la
eternidad.
Respecto de la humanidad de Cristo durante su vida en la tierra hay que decir
que así como dijimos ya que el conocimiento humano de Cristo era perfectible, lo
mismo sucede con su cuerpo, puesto que si bien podemos hablar de una perfecta
armonía espiritual y ésta, seguramente redunda en el cuerpo, en Cristo se dan
todos las necesidades propias del cuerpo, por eso, como antes vimos, su com-
portamiento es naturalmente humano, tiene hambre, sed, se cansa, etc.. Que sea el
Hijo de Dios no priva de tener que ofrecer un ejemplo de paciencia para estas cosas
que son propias de la vida de todo hombre. Lo que no hay en Cristo son los defectos
que tienen que ver con una imperfección espiritual, como la ignorancia, la inclina-
ción al mal, la dificultad para hacer el bien. Y estos defectos ni el pecado se dieron
en Jesús porque era el Hijo de Dios, de Él se dice “Apareció para destruir el pecado
y en Él no hay pecado”19. También San Pedro dice “En Él no hubo pecado y en su
boca no se halló engaño”20.
En efecto, el pecado es incompatible con el ser y la misión de Cristo
porque la encarnación se dio para destruir el pecado; porque la santidad
perfecta de Cristo es incompatible con el pecado; y finalmente porque fue el ejem-
plo de todas las virtudes. Sin embargo, paradójicamente, resulta ser Él la víctima
por los pecados de los hombres. Como dice San Pablo: “A quien no conoció el
pecado, Dios le hizo pecado por nosotros”21. Esta perfección de Cristo excluye toda
inclinación al pecado o al desorden espiritual. Su humanidad apetecía naturalmen-
te las cosas buenas y deleitables pero no de una manera desordenada, es decir, no
la búsqueda del placer como un fin.
Por ser verdadero hombre tenía Él pasiones, sin embargo ellas no represen-
taban una imperfección moral, estaban siempre ordenadas por la razón y diri-
gidas al bien. En efecto, esos movimientos del apetito sensible que surgen a partir
de la percepción del bien o del mal sensible, también forman parte de lo que implica
18
Cf. NICOLÁS J. H., Syntese dogmatique, Ed. Univ.,Fribourg, 1991, 431-434.
19
1 Jn.3, 5.
20
1 P., 2, 22
21
2 Cor. 5, 21
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 229
22
Lc. 22, 42
23
Jn. 10, 18
230 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
Es sacerdote por ser hombre y Dios ya que al unirse la naturaleza divina con la
humana, aquélla consagra a ésta; esto es, la llena de gracias de una forma más plena
y perfecta.
Todo sacerdote es destinado a la misión de ser puente entre Dios y los hombres
por una consagración y en este caso esto se produce en el instante mismo de la
unión en la concepción. El sacerdocio en este caso es Sumo y eterno porque la
persona que Él ejerce es la persona del Hijo de Dios. Por lo tanto no se trata de una
gracia recibida sino del ser divino que posee. En este caso Él no tiene necesidad de
ofrecer un sacrificio por sí mismo puesto que es Dios y además no hay en Él pecado;
Él lo hace por todos los hombres, y en nombre de ellos. Además en este caso, el
sacrificio que Él ofrece es Él mismo, su vida, por la salvación de los hombres, de
manera tal que en Él se identifican el sacerdocio y la víctima del sacrificio que Él
ofrece.
Por todo cuanto llevamos dicho podemos concluir que Cristo es el único
y verdadero mediador entre Dios y los hombres. Por la obra de la salvación
que realizó durante su vida terrestre, desde la encarnación hasta su ascensión a los
cielos, sobre todo con su pasión y muerte en la cruz.
24
Mc, 1, 35
25
Hebr. 4, 14-15
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 231
En conclusión
26
1 Tim. 2, 5-6
232 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
Actividades Propuestas
1) Haga una síntesis de una carilla explicando la preparación del Antiguo Testa-
mento para la llegada de Cristo.
2) Justifique bíblicamente la humanidad de Jesús.
3) Justifique bíblicamente la divinidad de Cristo.
4) Sobre la Cristología dogmática:
a. ¿Qué es la unión hipostática? (naturalezas y persona)
b. ¿Por qué Dios se hizo hombre?
c. ¿Para qué se encarnó Cristo?
Y
a hemos hecho un itinerario sobre las verdades fundamentales de
nuestra fe. Ahora falta considerar la comunidad cristiana: La Igle-
sia.
Como se señala en el presente capítulo, la Iglesia es el medio predicho
desde antiguo, prefigurado en el pueblo de Israel, para llegar a Cristo Jesús.
Las personas para poder llegar a Dios necesitan de personas que se dirijan a
Dios. Cristo, considerando nuestra propia naturaleza humana, funda la Iglesia
y nos asiste con el Espíritu Santo.
En esta unidad desarrollaremos dos grandes temas:
1) Qué es la Iglesia: donde consideramos a la Iglesia como Pueblo de
Dios, Cuerpo Místico de Cristo y sacramento universal de salvación.
2) Propiedades de la Iglesia: donde estudiaremos las notas distintivas
de la Iglesia como comunidad de Dios: una, santa, católica y apostólica.
236 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
Objetivos de Aprendizaje
• Conocer a la Iglesia desde sus imágenes: Pueblo de Dios, Cuerpo de Cristo
y Sacramento Universal de salvación.
• Comprometerse en la comunidad eclesial considerando sus componentes
divino-humano.
• Entender y contribuir, desde el estudio de las propiedades de la Iglesia, con
la misión que Cristo delega a sus miembros.
• Considerar la necesidad de la Iglesia como comunidad de salvación.
Temario
• Qué es la Iglesia.
La Iglesia como Cuerpo Místico de Cristo.
La Iglesia como Pueblo de Dios.
La Iglesia como Sacramento de salvación.
• Las propiedades de la Iglesia.
La unidad de la Iglesia.
La Santidad de la Iglesia.
La Catolicidad de la Iglesia.
La apostolicidad de la Iglesia.
Mapa de Contenido
IGLESIA
CUERPO PUEBLO DE
MISTICO DIOS
DE CRISTO
FUNDACION Y MISION
SACRAMENTALIDAD
NOTAS DE LA
IGLESIA
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 237
PARTE I
Qué es la Iglesia
N
ormalmente se identifica a la Iglesia con la institución, es decir
con el conjunto de hombres y obras que vinculadas a la Iglesia
de Roma se expanden por todo el mundo. La Iglesia para mu-
chos se reduce entonces a los hombres y mujeres que pertenecen a ella y que
se identifican por su uniforme-hábito religioso.
Sin embargo la Iglesia no es solamente un conjunto de hombres y
mujeres que trasmiten las enseñanzas religiosas de Jesús, sino que es mucho
más que eso. Se trata de una realidad espiritual, por lo tanto invisible,
que constituye a ese cuerpo social. En efecto, los hombres que “traba-
jan” en esa institución lo hacen en función de un objetivo que trasciende la
dimensión temporal de la institución.
Lo primero entonces que constituye a esta organización es el fin con el
cual fue fundada, y el que tienen sus miembros. Este fin consiste en alcan-
zar a Dios, esta comunidad pretende enseñar la verdad que Dios enseñó a los
hombres, la verdad sobre Dios, la verdad sobre el mundo y la verdad sobre el
hombre mismo. Esta organización institucional está sostenida no sólo por
elementos jurídicos, sociales, como la pertenencia, la incorporación y las
leyes internas que reglamentan el funcionamiento de este organismo, sino que
además se puede percibir un espíritu que anima la vida de la comuni-
dad.
Ese espíritu está constituido en primer lugar como dijimos por el fin que
se busca; y en segundo lugar, por la relación que existe entre los miembros.
Ellos pertenecen a la institución no por una afiliación externa, sino más bien
por una incorporación espiritual, esto es, profesan una misma fe, aman y
esperan lo mismo, participan de una misma vida divina, y esto genera en ellos
un estilo de vida y unos lazos que son más profundos que los lazos de
amistad y de sangre.
Para tratar de entender bien en qué consiste la Iglesia vamos a intentar
explicar los conceptos más importantes que ella tiene de sí misma. Haciendo
de entrada la aclaración de que no existe una definición que abarque de
manera perfecta algo que no puede ser estudiado sólo desde la perspectiva
humana.
Vamos a explicar tres conceptos: el primero, pueblo de Dios; el segundo,
el cuerpo místico de Cristo y el tercero, de la Iglesia como sacramento univer-
sal de salvación.
238 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
“En todo tiempo y en todo pueblo es grato a Dios quien le teme y practica la
justicia” (Cf. Hc. 10, 35).
1
Vaticano II, Lumen Gentium, n. 9.
2
ANTÓN A., La Iglesia de Cristo, BAC., Madrid 1977, 71-80.
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 239
dad de vecinos de la ciudad que se reúnen para resolver los problemas de la ciudad
comunes. En este caso la ecclesia tiene una finalidad política y no religiosa porque
no se reúnen para rendir culto a Dios sino para deliberar sobre los problemas de la
ciudad (la Polis).
Este es el concepto que pasa al uso cristiano cuando las primeras comunidades
necesitan designarse a sí mismas con un algo que las distinga. Para estos cristianos
el modelo de asamblea es siempre la reunión del pueblo de Dios en el monte
Sinaí, donde Moisés establece una alianza de Yahvé con su pueblo de Israel. A
partir de esa alianza Israel se convierte en propiedad de Dios: “Porque tú eres un
pueblo consagrado al Señor, tu Dios: Él te eligió para que fueras su pueblo, su
propiedad exclusiva entre todos los pueblos de la tierra”3. Esta ecclesia tiene la
particularidad de saber que existe no por una decisión de los hombres que lo com-
ponen sino por una llamada gratuita de Yahvé el cual tiene la iniciativa de convo-
carla; además tiene la particularidad de ser una comunidad que se reúne para
escuchar la palabra de Dios y cumplir su voluntad.
Ecclesia se usó entonces para llamar Iglesia a la primera comunidad de cris-
tianos reunida en Jerusalén, a partir de la elección de los Apóstoles y luego de la
misión que estos recibieran del mismo Jesús. Poco tiempo después el concepto se
aplica también a las comunidades cristianas que se van fundando en los otros
pueblos. El que los primero cristianos usaran este nombre para nombrar a la Igle-
sia significa ante todo que tienen conciencia de ser un pueblo elegido por
Dios4.
La expresión pueblo (en hebreo am) en el Antiguo Testamento designa el vín-
culo de sangre que une a un grupo determinado pero se aplica particularmente al
pueblo elegido por Dios, pueblo de Israel porque designa no solamente el vínculo de
la raza sino la unión y la pertenencia de ese pueblo a Yahvé, se trata de un pueblo
consagrado. El pueblo tiene un pacto con Yahvé, un pacto de amor y fideli-
dad mutua.
Los primeros cristianos saben que son el nuevo pueblo de Dios, no el que
funda Yahvé a través de los patriarcas y los profetas sino el que funda el mismo hijo
de Dios. Por esto se habla de la Iglesia como el Israel de Dios (Gálatas 6, 16); o bien
del Israel espiritual (Romanos 1-9, 13).
La Iglesia tiene una nota particular respecto del pueblo del Antiguo Testamento,
ahora se extiende a todos los hombres, no está limitada a una raza ni a una nación.
La Antigua Alianza se realizó en el Sinaí; la Nueva en la cruz sobre la cual Cristo
ofrece su vida por la salvación de los hombres. La Iglesia es entonces la verdadera
sucesora del pueblo de la Antigua Alianza5.
Trataremos ahora de trazar las líneas más significativas de lo que era el pueblo
de Dios en el Antiguo Testamento para comprender mejor en qué consiste la
Iglesia.
El pueblo de Israel se considera descendiente de Adán y de los demás patriar-
cas. Pero es fundamentalmente Abraham, el padre de muchas generaciones como
3
Deut. 7, 6.
4
ANTÓN A., o.c., 108-109.
5
Gálatas 3, 7.
240 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
6
Génesis 12, 1-3
7
Romanos 4,11.
8
Génesis 22.
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 241
iba a ser liberado de la opresión de los egipcios. Dios le promete que va a estar
siempre con él y le da a conocer su nombre: “Yo soy el que soy”9.
La historia del pueblo de Israel continúa con las doce tribus que se constituyen
a partir de los doce hijos de Jacob. Se trata de un pueblo que peregrina bajo la
protección de Dios hacia la tierra prometida.
Respecto de la vida de este pueblo hay algunos elementos que lo constituyen
en un pueblo distinto, separado del resto de los pueblos; en primer lugar la
Alianza, que tiene un significado de relación entre Dios y su pueblo; como conse-
cuencia de esta Alianza se da la presencia de Yahvé en medio de su pueblo y la
entrega de la Ley; la presencia divina que en un primer momento se halla en el Arca
de la Alianza, se concretiza más tarde en el Templo, aunque el pueblo sabe que la
morada del Señor está en los cielos, sin embargo ellos reciben la promesa de que
ahora Dios va a morar de manera especial en medio de ellos (Levítico 26,11). El
Templo es construido por Salomón en Jerusalén cuando el pueblo se hace sedenta-
rio (1 Reyes 5,15-32). El Templo se convierte en el lugar donde el pueblo se reúne
para rendir culto a Dios cumpliendo así el compromiso que contrajo la Alianza10.
Esta presencia de Dios en medio de su pueblo en el Templo prefigura la pre-
sencia divina a través de su Mesías, quien se llama a sí mismo “el nuevo tem-
plo” (Juan 18,22). Cristo se llama a sí mismo “piedra angular de este nuevo templo
que es la Iglesia” (Mateos 21, 42) y que alcanzará su realización más plena en el
Santuario de la Ciudad Celestial (Apocalipsis 21, 22).
La pertenencia al pueblo no está dada por una incorporación física o externa,
sino por un estilo de vida que significa una comunión espiritual. Los miem-
bros del pueblo de Dios están obligados a servir a Dios y a rechazar todo aquello que
se le opone. El compromiso principal del creyente es escuchar su palabra (Éxodo
19, 5-6); y apartarse de la adoración de los dioses extraños (Josué 14- 24). Final-
mente la pertenencia a Yahvé significa observar la Ley.
Una vez que alcanza la tierra prometida el pueblo de Israel de ser nómada se
instala en un territorio y a partir de allí cambia la vida del pueblo puesto que surgen
nuevas necesidades. Entre ellas la más importante, la necesidad de la organiza-
ción central que coordine de alguna manera la estructura social entre las doce
tribus. Lo primero que hay que coordinar es evitar las rivalidades entre las tribus ya
que están amenazaban la paz de la convivencia entre los israelitas (Jueces 20, 12;
21, 23). Otro aspecto importante que cambia en la vida del pueblo de Israel es la
necesidad de un orden económico y social; por este motivo aparece en el pueblo
el deseo de imitar la organización social de los pueblos vecinos. Con ese objetivo se
produce una centralización de los intereses económicos y políticos para fortalecer
9
Éxodo 3, 14.
10
ANTÓN A., o.c. 149-187.
242 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
11
1 Samuel 16, 12 y 13.
12
FUGLISTER N., Estructuras de la Ecleciología veterotestamentaria, in Mysterium Salutis, vol. IV/
1, Cristiandad. Madrid. 1984, 53 ss.
13
2 Samuel 5, 3
14
1 Reyes 8, 10-13.
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 243
Pero no todos los hechos de la vida del pueblo de Israel son agradables a Dios.
Durante la construcción del templo, en el período del reinado de Salomón, apare-
cen infidelidades a la Ley. El rey y también su pueblo caen en la adoración a
otros dioses llevados por la influencia de los extranjeros. El castigo de Yahvé
será quitarle la protección con la que contaba para vencer a sus enemigos exterio-
res15. Además los cambios en la organización política del pueblo acarrean profun-
das transformaciones que no siempre fueron positivas. La organización administra-
tiva de la familia, clan o tribu centralizada en el gobierno único conlleva una serie de
consecuencias negativas: aparece la burocracia, la corte y su estilo de vida y la
jerarquización social que acentúa cada vez más la desigualdad. Esta asimilación
socio-política a los países vecinos termina produciendo una secularización, porque
el pueblo se entusiasma con la organización política y se olvida cada vez más de
Dios porque cree necesitarlo cada vez menos16.
Este alejamiento de Yahvé que concluye en una apostasía es castigado con la
división del reino de Salomón: “El Señor se indignó contra Salomón, porque su
corazón se había apartado de él, el Dios de Israel, que se le había aparecido dos
veces y le había prohibido ir detrás de otros dioses. Pero Salomón no observó lo que
le había mandado el Señor. Entonces el Señor dijo a Salomón: Porque has obrado
así y no has observado mi alianza ni los preceptos que yo te prescribí voy a arrancar-
te el reino y se lo daré a uno de tus servidores”17.
Las rivalidades internas entre las tribus y los ataques de los enemigos exteriores
producen finalmente el cisma político del reino de Israel que termina dividido
en dos. Por un lado el reino de Israel o sea las tribus del norte. Y por otro el reino de
Judá, o sea las tribus del sur, y en ambos casos los monarcas, Jeroboam en el norte
y Roboam en el sur caen en la adoración de becerros de oro, en el pecado de
idolatría, la falta más grave a los ojos de Dios.
Este período oscuro en la vida del pueblo de Israel que se caracteriza por el
alejamiento de Yahvé y que consiste fundamentalmente en poner la esperanza no
ya en Dios sino en la política, esto es, en la organización interna y en las alianzas
con otros pueblos significa también la adopción de elementos y ritos puntuales de
las religiones paganas. El castigo aparece entonces como la expresión de la justicia
divina que reclama ser el verdadero objeto de la esperanza de su pueblo.
Esto es lo que van a reclamar los profetas por eso comienzan a hablar del
día de Yahvé como un día de castigo, como ocurre en Amós 5, 21-27. Lo mismo
sucede con los profetas como Oseas que le echan en cara al pueblo el sincretismo
pagano y las injusticias sociales (6,6 y 8,11). Van a ser los grandes profetas los que
van a exigir una verdadera conversión de corazón de los israelitas a Yahvé, así lo
hace Isaías18, y también Jeremías que tiene que sufrir en carne propia el desprecio
del pueblo terminando su vida en el destierro19.
Jerusalén fue ocupada y destruida y el pueblo exiliado. El pueblo de Israel
pasa a ser ahora el resto que se salvó y que va a vivir ahora de la esperanza de
15
cf. 1 Reyes 11, 14-25
16
ANTÓN A., o. c., 222-242.
17
1 Reyes 11, 9-11
18
Is., 1, 11-17
19
Jr., 15, 10-18; caps 18 y 20.
244 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
20
Cf. 2 Reyes 25,13.
21
ANTÓN A., o.c. 247.
22
FUBLISTER N., o. c. 38-41.
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 245
23
NICOLÁS J. H., Synthése dogmatique, Ed. Univ. Flibourg. París. 1991, 649-658.
24
Cf. GARCÍA EXTREMEÑO C., Ecleciología, Edibesa, Madrid 1999, 122, 123.
25
Cor., 12, 12.
246 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
De estos textos en los cuales la reflexión paulina apunta a que los cristianos
tomando conciencia del misterio en el que participan vivan más la unidad de la
caridad entre ellos, se pasa a otros textos en los cuales la perspectiva ya no está
limitada a la misma comunidad de cristianos sino que se abre a la Iglesia universal
y a la misión que esta tiene en el mundo.
En la carta a los Efesios la incorporación a la Iglesia por el Bautismo significa
la incorporación a un cuerpo que tiene una cabeza. Cristo es la cabeza y a la vez el
Salvador de este cuerpo que es la Iglesia. Él consumó la obra salvífica en la cruz
durante su existencia histórica, sin embargo su acción no concluye allí, sino que
continúa salvando a los hombres desde el cielo porque el Cristo glorificado envía el
Espíritu que da la vida sobrenatural a los miembros de este cuerpo. Este Espíritu une
a todos los miembros con la cabeza, y une a toda la humanidad redimida y la
impulsa en su acción en el mundo. En la carta a los Efesios dice así:
26
SCHNACKENBURG R., The Church in the New Testament, Burns-Oates. London. 1981, 77-85.
27
CERFAUX L., La Théologie de l´église suivant saint Paul, Cerf, París, 1948, 201-22.
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 247
28
Efesios 4-16.
29
Cf. SCHLIR H., Ecleciología del Nuevo Testamento in Mysterium Salutis, vol. IV/1. Cristiandad,
Madrid, 1984, 164-185.
30
Efesios 1, 3-10.
248 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
Otro de los textos de San Pablo muestra mejor esta dimensión cósmica de la
redención, esto es, la misión que tiene la Iglesia de salvar a todos los hombres y de
ofrecer en nombre de ellos y de toda la creación oraciones que constituyan una
verdadera alabanza de los seres creados a su Creador. La carta a los Colosenses
dice:
“Él es Imagen de Dios invisible, Primogénito de toda la creación,
porque en Él fueron creadas todas las cosas, en los cielos y en la tierra,
las visibles y las invisibles, los Tronos, las Dominaciones, los Principa-
dos, las Potestades: todo fue creado por Él y para Él, Él existe con
anterioridad a todo, y todo tiene en Él su consistencia. Él es también la
Cabeza del Cuerpo, de la Iglesia: Él es el Principio, el Primogénito de
entre los muertos, para que sea Él el primero en todo, pues Dios tuvo
a bien hacer residir en Él toda la plenitud, y reconciliar con Él y para Él
todas las cosas, pacificando, mediante la sangre de su cruz, lo que hay
en la tierra y en los cielos”31.
De esta manera San Pablo desarrollaba la primera teología de la Iglesia como
cuerpo de Cristo, pero esta reflexión teológica se continúa a lo largo de la historia y
en la Edad Media se profundiza más y se le agrega el calificativo de “místi-
co” a la noción de cuerpo. Este agregado responde a la intención de distinguir el
cuerpo físico de Jesús del cuerpo de Cristo presente en la Eucaristía, y del Cuerpo
que es la Iglesia.
A continuación siguiendo el texto de la Encíclica Mystici Corporis de Pío XII
podemos explicar mejor el significado de este cuerpo, que se distingue de un cuerpo
natural, físico o moral:
31
Colosenses 1, 15-20.
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 249
Que la Iglesia sea cuerpo místico de Cristo significa que en su tarea espiritual
obra siempre unida a Cristo, constituyendo con Él una mística persona. Dado que
cada vez que la Iglesia o mejor dicho un ministro de la Iglesia bautiza, es Cristo el
que bautiza o el que perdona o el que consagra, etc.. En todas esas acciones es
siempre Dios la causa primera de la gracia. Los ministros son utilizados por la
persona de Cristo como instrumentos a través de los cuales pasa la gracia.
“Así como se dice que toda la Iglesia es un solo Cuerpo Místico por
semejanza al cuerpo natural del hombre... así Cristo se dice la cabeza
de la iglesia según la semejanza de la cabeza humana, en la que pode-
mos considerar tres cosas: el orden, la perfección y la virtud. El orden
puesto que la cabeza es la primera parte del hombre ... la perfección ,
porque en la cabeza radican todos los sentidos interiores y exteriores
... la virtud, por cuanto ésta y el movimiento de los demás miembros
y el gobierno de éstos en sus actos proviene de la cabeza .... estas tres
cosas competen espiritualmente a Cristo: 1) porque según su proximi-
dad a Dios su gracia es más elevada y anterior ... 2) porque tiene la
perfección en cuanto a la plenitud de todas las gracias ... 3) porque
250 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
32
SANTO TOMÁS, Suma Teológica, III, 8, 1, c.
33
Cf. 11 CUÉLLAR M., La Naturaleza de la Iglesia según Santo Tomás, Ed. Univ. Navarra,
Pamplona, 1979, 94-126.
34
Cf. MONDÍN G.B., La chiesa primizia del regno, Dehoneane, Bolognia, 1989, 257-270.
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 251
35
Cf. CONGAR Y., El Espíritu Santo, Herder, Barcelona, 1991, 205-270.
36
Juan 15, 26-27.
252 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
PARTE II
Propiedades de la Iglesia
D
esde el comienzo los cristianos sintieron la necesidad de estable
cer los signos por los cuales pudiera reconocerse la verdadera
Iglesia, y distinguirla de las sectas que se iban formando al mar-
gen de ella. Por esta razón en uno de los primeros Concilios (Constantinopla
año 381) se estableció dentro del credo que la Iglesia es: “una, santa, cató-
lica y apostólica”. Estas propiedades sirvieron a lo largo de la historia de la
Iglesia para distinguirla, además, de los distintos movimientos sectarios o
reformistas que se apartaban del seno de la Iglesia, como sucedió en el me-
dioevo y también la reforma del siglo XVI.
Pero estas notas sirvieron no sólo para reconocer a la verdadera Iglesia,
sino también para profundizar en el conocimiento de la naturaleza misma de
la Iglesia, ya que se trata de propiedades inherentes a la misma37. Estas pro-
piedades no se distinguen de la esencia de la Iglesia, sino que por el contrario
la explicitan mejor. Además todas ellas se dan unidas porque no se concibe
una unidad que no sea católica, es decir, que siempre está destinada a una
misión universal; o que no sea apostólica, puesto que está fundamentada en
la doctrina y ministerio de los apóstoles; o que no sea santa por la acción de
Jesús y su Espíritu en ella.
37
CONGAR Y. Propiedades esenciales de la Iglesia, in Mysterium Salutis, IV- 1, Ed. Cristiandad.
Madrid. 1984, 376 y ss.
254 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
a – La Unidad de la Iglesia
Cuando decimos que la Iglesia es una pretendemos afirmar que se trata de unas
subdimensiones constitutivas, y siendo la Iglesia una obra de Dios en los hombres, y
no sólo una obra humana, hay que decir desde el principio que la razón fundamen-
tal de la unidad y unicidad de la Iglesia se halla en Dios. La Iglesia es una y
única porque Dios es uno y único, como dice el Antiguo Testamento: “Yo soy Dios y
no hay otro”. Por este motivo elige a un solo pueblo y establece con él una alianza.
Esta unidad de la Iglesia es reflejo de la Trinidad de personas de la cual
tiene su fuente, y así, como en aquélla hay individuos distintos dentro de una misma
naturaleza divina, algo semejante ocurre en la Iglesia. Ella está constituida por
individuos distintos que están unidos por una comunión espiritual. Se trata de una
muchedumbre de personas reunidas en torno al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Por este motivo podríamos concebir a la Iglesia como el lugar donde las personas
humanas se encuentran con las Personas divinas.
Dios es el principio de la unidad no sólo por ser su fuente y modelo, sino porque
Él habita en el corazón de los creyentes y de esa manera se constituye en el principio
interior por el cual cada uno de los miembros participa de la misma vida divina. La
unidad es en la Iglesia primero una realidad interior y luego una realidad
externa porque a partir de esa presencia divina común a todos sus miembros surge
la necesidad de realizar acciones comunes.
Esto es lo que de alguna manera refleja el texto que relata la vida de los primeros
cristianos. “Todos se reunían asiduamente para escuchar la enseñanza de los Após-
toles y participar en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones” (Hc, 2,
42).
En este texto se mencionan tres elementos que constituyen la unidad:
1. la unidad de la fe;
2. la unidad de culto;
3. y la unidad social.
1. En primer lugar, hay una unidad porque se posee una misma fe, la Iglesia
es fundamentalmente una congregación de fieles, de creyentes. La fe no debe ser
entendida acá como un simple asentimiento a unas proposiciones teóricas, sino
como la apertura del hombre a la acción de Dios, mediante la cual se entrega
enteramente a Él comprometiendo todo su ser en relación con Dios.
La fe es principio de unión entre los miembros de este Cuerpo, porque
todos creen lo mismo, la misma revelación divina que se halla en la Sagrada Escri-
tura, y que es predicada en la Iglesia. Por lo tanto los que creen coinciden en un
único y mismo objeto, es decir Dios, al cual conocen y aman, y por ello están
ligados los unos a los otros.
A partir de lo que significa la fe en la vida de un hombre, esto es la apertura a
una vida sobrenatural y a valores trascendentes, surge un estilo de vida que lo
distingue del resto de las personas. Este estilo es perceptible, y es esto también lo
que los cristianos tienen en común.
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 255
38
Cf. CONGAR Y. o.c., 386-409
256 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
39
Jn. 17, 21.
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 257
40
Cf. CONGAR Y. o.c. 429-471.
258 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
b – La Santidad de la Iglesia
La segunda propiedad de la Iglesia es la santidad. Se dice que la Iglesia es
santa porque en ella hay cosas que santifican y hay personas santas. Pero hay que
entender bien qué significa la santidad.
El término santidad es de origen bíblico y comienza a usarse ya en el Antiguo
Testamento cuando se lo aplica a Dios como una propiedad exclusiva de Él: “San-
to, santo, santo es el Señor de los ejércitos. Toda la tierra está llena de su gloria” (Is.
6,3). Luego se llamó al pueblo de Dios santo o bien “nación santa” (Ex. 19,6), para
señalar que es de Dios o para Dios y que por estar en contacto con Dios participa
de esta cualidad de su ser. Así es como es santa la tierra, el templo, los sacerdotes y
el culto por estar en un contacto más directo con Yahvé.
Este concepto de santidad pasa al Nuevo Testamento y se aplica principal-
mente a Cristo y al Espíritu Santo. Jesús es el santo de Dios (Jn. 1, 14), porque es
la presencia de Dios misma entre nosotros. También el pueblo de Dios que surge a
partir de la Nueva Alianza es un pueblo sacerdotal, consagrado, por lo tanto santo.
El fundamento de la santidad es aquí la consagración que realiza el Bautismo y la
aproximación a Dios que se realiza por la fe (Hc. 9, 13; Rm. 15, 26).
La Iglesia es santa porque fue elegida por Dios. Con ella Dios estableció una
alianza, la consagró y la convirtió en su templo, habitando en ella.
La Iglesia también exalta porque está vivificada y guiada por el Espíritu Santo
que es como el alma del cuerpo místico de Cristo. También es santa por ser comu-
nión en lo santo, es decir, en las cosas santas, y comunión de los santos, es decir, de
aquellos que ya están en la gloria con los que todavía están en la tierra mediante la
comunicación de bienes espirituales.
A pesar de esta proximidad a Dios que la convierte en santa, la Iglesia está
hecha también de hombres, que por no ser perfectos tienen pecados. Cuando
decimos que la Iglesia es santa no queremos afirmar que los cristianos sean todos
perfectos y santos sino que es posible hallar algunos en ella y por tanto acercarse a
la santidad. Esta santidad es un don porque se trata de la gracia de Dios que la
santifica pero es también una tarea porque debe ella permanecer fiel a la Alianza
que tiene con Dios41.
La santificación de los creyentes se realiza principalmente a través de los sacra-
mentos pues por medio de ellos los hombres se ponen en contacto directo con la
vida sobrenatural. De esta forma se santifican ellos.
La santidad propiamente se da en los principios formales que constitu-
yen la Iglesia, es decir, en el depósito de la fe, los sacramentos y los minis-
terios. Todas estas realidades son santas porque proceden de Dios y a Él conducen.
A lo largo de la historia de la Iglesia se hallan muchos ejemplos de esta santificación
41
Cf. SAYÉS J.A., La Iglesia de Cristo, Palabra. Madrid. 1999, 283-290
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 259
de Dios en los hombres puesto que no sólo hubo grandes santos sino que también se
puede decir que hoy los hay aunque no todos lleguen a ser conocidos como la
madre Teresa de Calcuta.
Sin embargo, también es cierto que el pecado existe o se da también entre sus
miembros puesto que en la Iglesia no sólo hay santos sino que también hay pecado-
res. El pecado de algunos de sus miembros no afecta a la santidad que se haya en
la cabeza misma, es decir en Cristo, y en el Espíritu Santo, puesto que esa santidad
depende de Dios y no de la voluntad humana. Aquél que es pecador se separa de
una comunión perfecta con el cuerpo místico de Cristo y debe volver a lograr una
pertenencia espiritual más perfecta por la unión de la caridad.
260 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
c – La Catolicidad de la Iglesia
El término católico significa totalidad y aplicado a la Iglesia significa la ver-
dadera y auténtica y universal Iglesia de Cristo. La universalidad de la Iglesia
consiste en que ella se extiende por todo el mundo, y en el hecho de que
las Iglesias locales están en comunión con la Iglesia universal. Este con-
cepto significa también que la Iglesia posee el depósito de la verdadera
doctrina y por lo tanto todos aquellos que pertenecen a ella como miem-
bros.
La Iglesia es universal porque Cristo vino a salvar a todos los hombres y
porque a partir de Él la salvación no está ligada a una raza ni a una nación sino que
se dirige a todos. También se considera universal por tener ella la plenitud de vida
sobrenatural que es Cristo mismo, porque la fe cristiana está dirigida a todos los
hombres y finalmente también porque anuncia la totalidad de la verdad religiosa, es
decir, al verdadero Dios.
Como enseña San Pablo, que hablando de Cristo dice: “Él quiere que todos se
salven y lleguen al conocimiento de la verdad. Hay un solo Dios y un solo mediador
entre Dios y los hombres: Jesucristo, hombre Él también, que se entregó a sí mismo
para rescatar a todos”42.
Cristo es el principio universal de la salvación porque en Él se unen las dos
naturalezas y por eso Él puede rescatar a todos los hombres del mundo. La Iglesia
participa de este poder de Cristo en cuanto mediadora y a través de ella Cristo
ejerce su poder universal. En Él están contenidas todas las gracias y dones que el
hombre necesita para salvarse y por eso Él mismo es el fundamento de la catolicidad
de la Iglesia43.
Cristo realiza esta misión universal a través de su Espíritu en el interior
de los hombres. De esta manera, es el mismo Dios es el que hace que la
Iglesia sea católica, es decir, universal. La catolicidad muestra también la capa-
cidad que tienen los medios salvíficos que tiene la Iglesia para redimir a todo
hombre y a todos los hombres. La Iglesia busca incorporar cada vez más hombres
conforme al mandato que recibió de Jesús con el fin de completar los hombres que
deben formar parte de ese cuerpo místico según sus designios.
También en el caso de esta propiedad como en las anteriores se produce el
hecho de que hay algo que ya posee la Iglesia pero que todavía no tiene en
plenitud, puesto que, si bien es ya católica, le falta aún completar su misión en
la historia. Tiene ella que completar la misión de llevar a Cristo a todos los hom-
bres.
Todos los hombres son admitidos en el seno de esta Iglesia católica sin importar
su origen, su cultura, su nacionalidad. En este sentido es también católica, es decir
en virtud de la universalidad de la naturaleza humana y la noción de totalidad que
supone el cosmos que es redimido con la redención del hombre.
42
1 Tim. 2, 1- 5.
43
Cf. GARCIA EXTREMEÑO, c., Eclesiología, Edibesa, Madrid. 1999, 288-292.
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 261
d – La Apostolicidad de la Iglesia
Desde el inicio la Iglesia tuvo conciencia clara de lo que significaban los apósto-
les en la constitución de la misma. Aquellos discípulos de Cristo son muy importan-
tes para la Iglesia no sólo por haber sido los primeros en seguir a Cristo sino porque
se constituyen en la garantía y norma de la verdadera Iglesia de Cristo.
Ya desde el primer siglo, cuando las Iglesias cristianas debían distinguirse de las
sectas, solían recurrir a la autoridad de un obispo que tenía una relación directa con
alguno de aquellos apóstoles de Cristo. De esta manera probaban pertenecer a la
verdadera Iglesia, esto es, ser válidamente ordenados y además conservar la
recta doctrina. Así fue como la apostolicidad indicaba tres aspectos: apostolicidad
de origen, de doctrina, y de sucesión jerárquica44.
La sucesión apostólica se realiza por consagración y la imposición de
manos. Ella significa que un ministro es válidamente ordenado cuando es consa-
grado por aquél que tiene la potestad sagrada, hace uso de la fórmula oficial de
consagración y responde a la voluntad de la Iglesia. Por el contrario no serían váli-
damente consagrados aquellos que no cumplieran estas condiciones. Con estos
requisitos se pretende conservar la unidad de misión porque de otra manera se
produciría una desvinculación de la autoridad sacral que en última instancia es una,
el Papa.
44
Cf. CONGAR Y, o.c., 547-605
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 263
comunión puesto que ella consiste esencialmente en una vida en común entre los
cristianos y con Dios. Como dijimos antes la Iglesia ha sido hecha a imagen de la
Trinidad ya que así como en Dios hay comunión de personas distintas en una
misma naturaleza cuando Dios quiere salvar a los hombres funda también en la
historia una comunidad de personas. La comunión eclesial entre los miembros de
este cuerpo místico tiene una finalidad directamente teologal porque no se busca a
sí misma como fin último sino que el fin definitivo que persigue consiste en la
comunión con las personas divinas en el cielo.
De allí que todas las acciones de la Iglesia tiendan a constituir esa comunión
sobrenatural de personas. La fe se expresa en ella no como una realidad indivi-
dual sino comunitariamente y por eso las celebraciones puntuales en las cuales se
expresa y alimenta la fe se realizan siempre en el ámbito comunitario.
Toda comunión en la Iglesia surge de esta primera vida divina poseída en común
por sus miembros. La Iglesia debe ser una unión espiritual fundamentalmente pero
también una comunión de bienes materiales por el servicio y la solidaridad con los
pobres. También podemos decir que es una comunión de iglesias en cuanto las
iglesias locales deben estar unidas con la Iglesia de Roma. Las diócesis son porcio-
nes del pueblo de Dios guiadas por un pastor, el Obispo, que deben estar unidas a la
Iglesia madre. Las diócesis son las iglesias particulares en las cuales se hace presente
toda la iglesia universal con sus propiedades esenciales. Así es como la iglesia uni-
versal es una comunión de iglesias particulares. Todas provienen de una que es la
cabeza, la Iglesia de Roma, y todas expresan con las particularidades de
cada cultura la riqueza que ella posee.
45
Cf. TILLARD J.M.R., L´Èglise locale, Serf. París. 1995
264 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
Santo para que aquellos discípulos y sus sucesores continúen su misión a lo largo de
la historia. Todo esto forma parte de la revelación y la tradición viva de la Iglesia
desde el inicio; en las comunidades cristianas se distinguía a los sacerdotes que
tenían el legítimo poder sagrado para consagrar en la Eucaristía y los obispos la
potestad de gobierno de dichas comunidades.
La existencia de la jerarquía en la Iglesia no hay que entenderla sólo como
expresión de la voluntad humana de organizarse a partir de un jefe como puede
suceder en cualquier otra sociedad sea civil o militar porque la decisión de que la
Iglesia la tenga está en el mismo Cristo, como veremos, y además porque la jerar-
quía eclesial se ordena esencialmente al servicio46. Los ministerios sagrados
(sacerdocio, episcopado, etc.) no tienen un fin en sí mismos sino que se
ordenan al servicio de la comunidad eclesial. Esto significa que el que tiene
una potestad sagrada ha recibido un don para ponerlo al servicio de los demás, esto
es lo que enseña el mismo Jesús: “Los reyes de las naciones gobiernan como seño-
res absolutos, y los que ejercen la autoridad sobre ellos se hacen llamar bienhecho-
res; pero no así vosotros sino que el mayor entre vosotros sea como el menor y el
que manda como el que sirve”47.
La potestad sagrada que tienen los ministros se trasmite mediante la
consagración, es decir, cuando algunos reciben en una celebración sacramental el
ministerio. Esa consagración les permite actuar en el nombre de Cristo y con el
poder de Él, y también en nombre de la Iglesia. Esto no significa que el ministro
substituya a Cristo sino que cuando él consagra o bautiza, de acuerdo con la fe y las
costumbres de la Iglesia, lo hace Cristo mismo a quien él representa.
La institución de la jerarquía se inicia durante la vida de Cristo cuando Él elige
a los doce apóstoles entre el grupo de los discípulos48. Ellos son elegidos para ser
testigos de la resurrección y proclamarla por todo el mundo con la garantía de
recibir la asistencia de Jesús y el Espíritu Santo en esta tarea49.
Esta función de los apóstoles no se puede trasmitir a cualquier otra persona, sin
embargo, como la Iglesia debía prolongarse en el tiempo, debían ellos también
consagrar a otros, trasmitiendo el poder sagrado que habían recibido de Cristo y por
eso eligen a sucesores.
Así es como surge la necesidad de “nuevos apóstoles” que dirijan las comunida-
des, y que elijan ellos a su vez colaboradores para prolongar su actividad. De esta
forma surgen los obispos y los sacerdotes. La potestad sagrada que han recibido no
es estrictamente personal en el sentido de otorgar un don divino a un individuo sino
que podría ser comunicado a otros y esto conforme a la tradición que del mismo
Jesús habían recibido50.
46
Cf. GHERARDINI B., La chiesa, mistero et servizio, Bib. Sc. Religiose, Roma 1994, 189-220
47
Lc. 22, 25-26.
48
Cf. Mc. 3, 13-14; Mt. 19, 28
49
Cf. Mt. 28, 19; Mc. 16, 15-16; Lc. 24, 47; Jn. 20, 23
50
Cf. BUENO de la FUENTE E., Ecleciología, BAC. Madrid. 1998, 185-2007.
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 265
51
Cf. FAYNEL P., La Iglesia, Herder, Barcelona 1982, 322-340.
266 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
52
Cf. Mc. 1, 16-18; Mt. 4, 18; Ec. 5, 1-11.
53
Mc.3, 16 y 9, 2-5; etc.
54
Mt. 16, 13-19
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 267
ti como para que tu fe no desfallezca. Y tú, cuando hayas vuelto, confirma a tus
hermanos”55.
Otro de los textos bíblicos que confirman este ministerio de conducir la Iglesia
universal que Cristo le confía a Pedro es el relato de una aparición de Jesús resuci-
tado en el cual le encomienda que apaciente el rebaño: “Apacienta a mis ovejas”
refiriéndose con esta expresión a la totalidad de los creyentes (Jn. 21, 15-17).
Esta función que el Papa cumple en la Iglesia se denomina primado puesto que
él ha sido constituido por Cristo como cabeza de los apóstoles y de toda la
iglesia visible en la tierra56. La iglesia tiene una cabeza por la siguiente razón:
“Para que el episcopado mismo fuese uno sólo e indiviso, estableció al frente de los
demás apóstoles al bienaventurado Pedro, y puso en él el principio y fundamento
perpetuo y visible, de la unidad de fe y comunión. Esta doctrina de la institución,
perpetuidad, fuerza y razón de ser del sacro primado del sumo Pontífice y de su
magisterio infalible, el santo Concilio la propone nuevamente como objeto firme de
fe a todos los fieles”57.
Desde los inicios del cristianismo la iglesia de Roma tuvo siempre conciencia de
tener una función especial hacia las otras iglesias siendo ella la garante de la
tradición apostólica de manera tal que la iglesia que está en comunión con
Roma está en comunión con toda la Iglesia Católica. El Papa actual es sucesor de
aquél primer obispo de Roma que fue el apóstol Pedro haciendo las veces de Pedro
hoy para Roma y para toda la Iglesia mediante la sucesión episcopal en la sede
apostólica.
El Papa gobierna la Iglesia como cabeza del colegio episcopal no sin
ellos o fuera de este colegio. Cristo mismo quiso que así fuera. La colegialidad
expresa la comunión que anima a las distintas iglesias que forman parte de la iglesia
universal y ella se expresa principalmente en el hecho que poseen la misma doctri-
na, la misma fe, la misma caridad, el mismo Espíritu Santo. Pero esta colegialidad
se expresa también en los sínodos y concilios (reuniones de los obispos) que cuando
reúnen a los representantes de toda la Iglesia lo hacen siempre con su cabeza
que es el Papa. Colegio en la iglesia no que hay que entenderlo en un sentido
jurídico porque no se trata de un grupo de iguales que trasmiten su poder a un jefe.
La potestad plena suprema y universal que tiene el Papa sobre toda la Iglesia la
recibe directamente de Dios. Si bien él la ejerce siempre con el conjunto o colegio de
los obispos58.
Una de las tareas fundamentales que el Papa tiene en la Iglesia es el ejerci-
cio del magisterio apostólico, es decir, la función de guardar, explicar y defender
el depósito de la revelación confiada a la Iglesia por el mismo Cristo59. Cristo des-
pués de resucitado envía a los apóstoles a enseñar y bautizar en su nombre y luego
les envía el Espíritu Santo para que los asista en esta misión. La misión de la
Iglesia empieza en Pentecostés y se prolonga hasta el final de los tiempos.
El magisterio es entonces el oficio de interpretar auténticamente la palabra de Dios
y ha sido confiado al Papa y a los obispos.
55
Lc. 22, 31-32.
56
Cf. GHERARDINI B., o.c. 221-243.
57
Lumen Gentium 18.
58
Lumen Gentium 22.
59
Cf. COLLANTES J., La Iglesia de la Palabra, BAC, Madrid 1972, vol. I, 116- 2522.
268 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
Por una gracia especial del Espíritu Santo, el Papa cuando habla como
pastor y doctor universal de la Iglesia declarando como definitiva una doc-
trina de fe o costumbre no puede engañarse ni engañar.
Es decir, no puede caer en error. No se trata de una cualidad especial del sujeto
sino de un don divino que tiene por fin asegurar la enseñanza de la verdad y no
someterla a los errores humanos. En realidad se trata de un don para toda la
Iglesia con el cual se la preserva de todo error respecto de los temas más importan-
tes de la fe. Se trata de una de las formas en que Cristo mismo está presente en la
Iglesia, la asiste y la dirige, a través de hombres, pero Él en ellos.
La Iglesia ha tenido siempre conciencia de ser asistida por el Espíritu Santo
especialmente la enseñanza de estas verdades de fe. Por lo tanto el romano pontífi-
ce cuando enseña como maestro supremo de la Iglesia y no como persona privada
enseña siempre la verdadera doctrina de la fe católica y esa enseñanza no puede ser
sometida a un tribunal superior ni depende del consentimiento de la Iglesia sino que
es verdadera por sí misma e irreformable.
Habría que aclarar aquí que se trata sobre materia de fe y costumbre y cuando
dicha enseñanza se propone de manera oficial y solemne y no cuando el Papa emite
su opinión sobre otro tipo de temas que tienen que ver sobre cuestiones culturales,
política, etc.
60
Cf. Vaticano I, Constitución Pastor Aeternus
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 269
Actividades Propuestas
1) ¿Cómo se prefigura la Iglesia en el Antiguo Testamento?
2) Explique las metáforas sobre la Iglesia:
a) Pueblo de Dios.
b) Cuerpo de Cristo.
c) Sacramento universal de salvación.
3) ¿Cómo se explica la necesidad de la Iglesia para la redención del hombre?
4) Realice un esquema sobre las notas de la Iglesia: una, santa, católica y apostólica
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 271
Trabajo Práctico N. 2
Teología
Consigna 1 (1 página)
(Para esta consigna se recomienda que se utilice el Catecismo de la Iglesia
Católica como complemento del módulo de estudio.)
a) ¿Qué relación existe entre lo natural y lo sobrenatural?
b) ¿Qué es la gracia, cómo se obtiene, qué consecuencias trae?
c) El pecado va en contra de la naturaleza humana, la razón y contra Dios.
Justifique esta afirmación.
d) Defina al pecado y explique brevemente la definición.
Consigna 2
a) Explique y fundamente bíblicamente que el hombre es imagen y semejanza
de Dios.
b) Defina Persona Humana y sus propiedades
c) Defina Alma Humana y sus propiedades
Consigna 3
a) Defina los atributos divinos (no más de 3 renglones cada uno)
b) ¿Qué es la Trinidad? ¿Qué relaciones y procesiones se dan en ella?
Consigna 4
a) ¿Por qué sostenemos que Cristo es verdadero hombre y verdadero Dios?
Consigna 5
a) La Iglesia es Cuerpo Místico de Cristo. ¿Por qué?
b) Sintetice las imágenes de la Iglesia en el Antiguo y Nuevo Testamento.
272 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 273
Índice
UNIDAD 1
¿Qué es la Teología?..................................................................................13
Introducción.............................................................................................15
El concepto de Teología..................................................................................17
La Ciencia Teológica..................................................................................17
Características de la ciencia Teológica................................................................19
Objeto de la Teología..................................................................................20
Los Dogmas...............................................................................................21
ACTIVIDADES PROPUESTAS.......................................................................24
UNIDAD 2
Introducción a la Revelación Divina..................................................................25
Introducción.............................................................................................27
¿Qué es la Revelación Divina?..........................................................................29
Naturaleza y Objeto de Revelación....................................................................29
La Sagrada Tradición..................................................................................30
Mutua relación entre Tradición y Escritura..........................................................32
Escritura, Tradición y Magisterio.......................................................................32
La Inspiración y la Verdad en las Sagradas Escrituras...........................................34
Sagradas Escrituras: Nociones generales............................................................34
La Inspiración de las Sagradas Escrituras..........................................................36
Verdad e Inerrancia en la Biblia........................................................................40
Consideraciones generales para su interpretación.................................................40
Verdad en la Biblia....................................................................................42
La Interpretación de la Biblia...........................................................................43
Breve Apéndice.........................................................................................43
ACTIVIDADES PROPUESTAS.......................................................................53
UNIDAD 3
El Lugar del Hombre en el Mundo....................................................................55
Introducción.............................................................................................57
El Significado de Crear..................................................................................59
Hipótesis contrarias al pensamiento cristiano......................................................61
La Creación en la Biblia..................................................................................64
El Puesto del Hombre en el Mundo...................................................................69
Los ángeles................................................................................................71
La Finalidad de Todas las Cosas Creadas.........................................................74
Conservación............................................................................................74
Providencia..............................................................................................75
Anexo de la Unidad 3..................................................................................82
274 UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica
NEW AGE...............................................................................................82
ACTIVIDADES PROPUESTAS.......................................................................89
Trabajo Práctico Nº 1..................................................................................90
UNIDAD 4
¿Quién es el hombre?: La imagen de Dios, el pecado y la santificación..................91
Introducción.............................................................................................93
Parte I
La Persona Humana..................................................................................97
El Hombre como Imagen de Dios en la Biblia....................................................97
Naturaleza Humana..................................................................................104
Persona Humana......................................................................................111
ACTIVIDADES PROPUESTAS....................................................................116
Parte II
Lo Sobrenatural........................................................................................117
Lo Natural y Lo Sobrenatural......................................................................120
La gracia en la Biblia..................................................................................125
El concepto..............................................................................................125
Dios tiene siempre la iniciativa........................................................................128
La justificación del hombre y los méritos sobrenaturales.....................................131
ACTIVIDADES PROPUESTAS......................................................................137
Parte III
El Misterio Del Mal....................................................................................139
El Mal: Concepto Y Tipos..........................................................................141
El Mal Moral: El Pecado................................................................................145
El Mal Y El Destino: Predestinación.............................................................151
El Destino y La Predestinación....................................................................158
ACTIVIDADES PROPUESTAS......................................................................162
UNIDAD 5
Naturaleza y Personas en Dios........................................................................163
Introducción.............................................................................................165
Conocimiento Natural y Sobrenatural de Dios..................................................167
Pruebas Metafísicas y Morales de la Existencia de Dios......................................168
Visión en conjunto de las pruebas de la existencia de Dios...............................168
Las pruebas metafísico-morales...................................................................170
Pruebas metafísico-físicas...........................................................................171
Naturaleza y Personas en Dios.....................................................................174
La naturaleza de Dios..................................................................................175
Dios es un ser personal..................................................................................189
Las Procesiones en Dios.................................................................................193
UNIVERSIDAD FASTA Antropología Teológica 275
UNIDAD 7
La Iglesia: lugar de encuentro de Dios con el Hombre.........................................233
Introducción.............................................................................................235
Parte I
Qué es la Iglesia........................................................................................237
La Iglesia Como Pueblo De Dios.................................................................238
La Iglesia: Cuerpo Místico De Cristo.................................................................245
Parte II
Propiedades de la Iglesia..............................................................................253
La Unidad De La Iglesia................................................................................254
La Santidad de la Iglesia...............................................................................258
La Catolicidad de la Iglesia............................................................................260
La Apostolicidad de la Iglesia.........................................................................262
ACTIVIDADES PROPUESTAS......................................................................270
Trabajo Práctico Nº 2..................................................................................271