El documento del mes

Marzo, 2015

Difundir y dar a conocer al gran público el rico Patrimonio

Documental custodiado en el Archivo General de Andalucía es el
objetivo marcado con el ciclo“El Documento del mes” .
Por ello, seleccionamos mensualmente de entre nuestros fondos una
pieza destacada por su relevancia histórica y cultural, para sacarla a la
luz y difundirla de manera comentada, intentando hacerla accesible
a todos los ciudadanos.

Más información en: www.juntadeandalucia.es/cultura/archivos

Horario de visita, de lunes a viernes, de 9 a 14 horas.

Patio del Archivo.

Archivo General de Andalucía

LA RESTAURACIÓN DE LA
C/ Almirante Apodaca, nº 4
41003 Sevilla
ESPERANZA DE TRIANA
informacion.aga.ccd@juntadeandalucia.es
Telf.: 671 536 300
Fax: 955 024 512
Archivo General de Andalucía
Código de referencia: ES.410917.AGA//118
Título: Expediente sobre la restauración de la Esperanza de Triana.
Fecha: 1989-1990
Características físicas: Papel. Manuscrito.
José Hernández Díaz
José Hernández Díaz fue una figura destacada del mundo académico, y gran
estudioso del barroco y la imaginería sevillanas. Nacido en Sevilla en 1906,
empezó su carrera docente como Profesor auxiliar en la Facultad de Filosofía y
Letras de Sevilla, y como profesor y Director del Instituto de Enseñanzas Medias
“Murillo”. Posteriormente obtuvo plaza en propiedad en la Facultad de Filosofía y
Letras y, a partir de 1950, la cátedra de Historia del Arte Español hasta su
jubilación en 1976. Paralela a su actividad docente se le encomendó la creación,
en el año 1940, de la Escuela de Bellas Artes “Santa Isabel de Hungría”, de
Sevilla, y fue también Presidente de la Comisión Provincial de Monumentos
Históricos y Artísticos. Asimismo fue miembro de la Real Academia de Bellas Artes,
de la cual fue su presidente desde 1951 hasta 1992, siendo posteriormente
presidente de honor, así como de otras muchas academias e instituciones. En esta
dilatadísima actividad académica y profesional llegó a acumular cerca de 20 títulos
académicos, desempeñando 15 altos cargos y recibiendo 11 condecoraciones. Su
amplia labor docente e investigadora se traduce en numerosas monografías y
artículos sobre arte en Andalucía, destacando la imaginería sevillana.
En el ámbito político fue Alcalde de Sevilla (1963-1966), Director General de
Enseñanza Universitaria (1966-1968), Procurador, y Presidente de la Comisión de
Educación de las Cortes Españolas.
Producto de toda esta actividad en los ámbitos académico, político y cultural fue
una ingente cantidad de documentación generada a lo largo de los años de su
biografía. A su muerte, su archivo personal fue donado testamentariamente,
trasladándose al Archivo General de Andalucía el 27 de abril de 1999. Entre esta
documentación se destacan sus informes para la Comisión Provincial de Arte
Religioso y para hermandades sevillanas, como el que nos ocupa.
El expediente de restauración
El expediente de restauración de la Esperanza de Triana se inicia en septiembre de
1989, con unas notas de Hernández Díaz acerca del estado de conservación de la
imagen, y sobre el proceso que habría de seguirse para su restauración,
finalizando con un ”encomendando a la Señora la tarea restauradora, y pidiéndole
ilumine al artista y a la comisión, para acertar en tan noble quehacer”.
Pocos días después recibiría de parte de la Hermandad el anuncio de su
nombramiento como miembro de la Comisión de restauración de la
imagen. La carta de nombramiento esgrime como motivo de la
actuación la “limpieza y restauración de la mascarilla de Nuestra
Señora de la Esperanza.”
El informe sobre la restauración de la Virgen está firmado por el
escultor-imaginero Luis Álvarez Duarte. Su contenido muestra todo el
proceso de la restauración de la imagen, los materiales utilizados, la
técnica usada y los resultados obtenidos. Álvarez Duarte empleó una
mascarilla de silicona en frío para no dañar los desperfectos del rostro
de la Virgen. El color estaba diluido y marchitado. Limpió y repasó
fisuras en nariz, barbilla y pómulos. En palabras del imaginero, “al
limpiarle el “betún de Judea” era tan débil la policromía que el betún
arrancaba lo poco de óleos de encarnación exterior que tenía la Stma.
Virgen. Cuando desapareció el betún al limpiar el rostro de la imagen
iban saliendo grumos de una especie de óleos que tapaban
parcialmente dentadura, barbilla y nariz o fosas nasales.”
Al finalizar el limpiado del rostro y quitar los grumos o esmudines que
había, se comprobó que no había restos primitivos de la imagen pero si
“unos ensambles rarísimos.” La talla de la imagen es de cedro y de
pino tea o pino de rija, maderas muy empleadas durante toda la Edad
Moderna en este tipo de obras. En el proceso de restauración no se
otorgaron nuevos aparejos al rostro de la Virgen, sino que se
aprovechó la magnífica capa de sulfatos que la Virgen tenía, aunque sí
desapareció la encarnadura que Castillo Lastrucci le hizo en los años
veinte. Se le aplicó una nueva policromía, con óleos color de sienas
tostadas y sienas sombras naturales, todo ello con aceites de lino
puros, y también con témperas. También se hicieron nuevas lágrimas,
pero engarzadas y ensambladas con su propia encarnadura.
El escultor-imaginero, en un sentimiento expresado por el trabajo
realizado, manifiesta lo siguiente como corolario en su escrito: “me
siento feliz como profesional de la imaginería y restauración al saber
que la talla de nuestra señora ha quedado totalmente consolidada y
fuerte para tiempos venideros”.
Hernández Díaz elaboró sus conclusiones al leer el estudio de Álvarez
Duarte. En términos generales aprueba la restauración hecha en la
imagen, a título personal y en nombre del resto de comisionados.
Singularmente se fijó en la encarnación del rostro y manos de la
imagen de la Esperanza de Triana, de la que desapareció el
ennegrecimiento preocupante que padecía el rostro, al tiempo que se
consolidaban los pigmentos pictóricos, con plena garantías de duración.
Finalmente Hernández Díaz concluye que “en definitiva se ha logrado
algo que debe ser meta de este tipo de trabajos; que parezca que no
se hizo nada”.