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Para que podamos diferenciar claramente que son sexo y sexualidad, presentaremos las siguientes

diferencias:
1.- El sexo:
El sexo son las características físicas, fisiológicas y de comportamiento que distinguen los entes
vivientes de un género con los del otro género. Así a los machos y hembras de una especie se les
distingue plenamente por su sexo, esto implica directamente a la reproducción de la especie y las
características hormonales y evolutivas correspondientes al sexo.
2.- La sexualidad:
La sexualidad es una serie de reglas y aspectos sociales, que refieren al comportamiento. Estas
pueden ser ampliamente influenciadas por sugestiones y por ideas artificiales, debido a que son
parte de la cultura.
Estos conceptos son aplicados en ámbitos socio-familiares y entre estos se encuentran:
1.- Los roles sociales
2.- La formación de hombres y mujeres
3.- Colocación de las obligaciones familiares y sociales
4.- Aceptación del homosexualismo.
Los conceptos de sexualidad siempre se verán influenciados por aspectos políticos, religiosos,
industriales e incluso mercantilistas.
Así, la sexualidad establece los roles que permiten las relaciones sociales y los comportamientos
dentro de las sociedades.
Esto permite que los roles de la sexualidad se vean influenciados por:
 La moral
 Las leyes
 Los intereses comerciales y
 Los intereses políticos nacionales y extranjeros

¿Entonces que es la sexualidad?


Una verdadera “formación” no se limita a informar la inteligencia, sino que presta particular atención
a la educación de la voluntad, de los sentimientos y de las emociones
La sexualidad ¿es algo corporal o espiritual?
“La Iglesia prefiere, más que de sexo, hablar de sexualidad, porque la sexualidad afecta a toda
nuestra vida y no solo a una parte de ella, a un órgano o a un deseo particular. La sexualidad, por otra
parte, tiene distintas dimensiones: genética (hombre y mujer tienen distinto ADN), gonádica
(diferentes órganos sexuales), fisiológica (distinta forma del cuerpo), psicológica (tenemos distinto
modo de ser, de reaccionar afectivamente) y, por último, espiritual (la sexualidad toca a nuestro
mismo centro como personas, a la manera en que amamos y somos amados). No son dimensiones
separadas, sino que todas se unen en nuestro cuerpo, que es la fuente de donde brotan nuestras
vivencias. Ser hombre o ser mujer no es un simple dato que ponemos en nuestro pasaporte, sino una
dimensión de nuestra identidad, un modo de responder a la pregunta fundamental: “¿quién soy yo?”
Pensemos, por ejemplo, en lo importante que es haber recibido la vida de otros, haber sido
engendrado del amor de nuestros padres. Y también en la capacidad que tenemos para dar vida a
otras personas. Esto no es accesorio, sino central para nuestra vida, y está unido a la sexualidad. Por
eso la sexualidad no es solo una atracción hacia la otra persona, sino también un elemento que nos
ayuda a comprendernos a nosotros mismos, a partir del cual nos formamos a nosotros mismos y
nuestras relaciones.”
¿Qué es la castidad?
Castidad, no es otra cosa sino el dominio de la sexualidad por la razón para aprender a respetarse a sí
mismo y a los demás. Cuando el pecado se convierte en hábito, su dependencia dificulta cada vez
más discernir lo bueno y lo malo. La puerta del amor se abre hacia afuera, siempre hacia los demás, y
se llama felicidad. En cambio, la del placer se cierra con el candado del egoísmo. El amor dura. El
placer se acaba. Recuérdalo siempre: cuando se persigue denodadamente el placer por el placer,
desaparece porque le falta su fundamento: el amor
La infidelidad y los anticonceptivos

“Infelizmente se va difundiendo por el mundo un mensaje engañoso de felicidad imposible e


inconsistente, que sólo arrastra consigo desolación y amargura. La mejor defensa de la familia es la
fidelidad” (Juan Pablo II – Río de Janeiro).

La infidelidad es la ausencia de todo: ausencia de diálogo, de comunicación, de apoyo, es la ausencia


de adaptación, unión, comprensión y voluntad, es falta de entendimiento mutuo, de pensar y
preocuparse uno del otro. Del egoísmo en lugar de dar lo mejor de sí. Del solo buscar el bien personal
sin pensar en el otro. La infidelidad es la falta de respeto a uno mismo.
La infelicidad es también originada por no tener idea del bien y del mal (relativismo), de lo correcto y
de lo incorrecto. Al excluir a Dios de nuestra vida, al restarle importancia a la dignidad de la persona,
el vivir sin importarnos los sentimientos y la dignidad del ser humano; Donde el hombre y la mujer se
convierten en objetos de uso desechable (“úsese y deséchese), donde el amor se interpreta como
una simple energía que hay que desahogar y hay que unirla al placer y a la diversión, a la
depravación, a donde lo que solo importa es el intercambio sexual instintivo y simulado de un
sentimiento muy lejos de sentir y de conocer. Donde el concepto de moral se desconoce y por la
misma ignorancia se asegura que es algo fuera de moda y que sólo impide la verdadera "felicidad"...
nos cae a la medida para nuestra irresponsabilidad el "apoyo" que se nos da con la "educación
sexual" y se nos lleva, se lleva al adolescente y al joven a inculcarle, a convencerlo, a confundirlo aun
más donde lo único que importa es el desenfreno sexual, la irresponsabilidad, la degradación
disfrazándola de responsabilidad y "convenciendo" subliminalmente que todo es permitido y que
sólo se recomienda usar todo tipo de preservativos y el argumento: se puede todo, sólo hay que
"cuidarse". Hay que tener contacto de epidermis indiscriminadamente, solo hay que hacerlo con
“responsabilidad"

La simple instrucción sexual nos ha traído consecuencias desastrosas, pero para no aceptar la
realidad, la responsabilidad, y el compromiso de formar con un buen ejemplo, se argumenta que la
iglesia y la moral no tienen nada que ver en esto. Para no aceptar los beneficios y las bondades de los
verdaderos valores, todo se pretende sustituir y solucionar repartiendo preservativos por todos
lados. Es más fácil repartir millones de condones para ambos sexos que formar en el respeto, la
dignidad y el verdadero amor.

Con repartir preservativos a diestra y siniestra se busca combatir los efectos pero no las causas. Con
esto se agrava el problema. Lo que se necesita es formar desde el interior de la familia personas
honestas, responsables, convencidas, orientadas debidamente, guiadas y conscientes.

En la familia, los padres son los que deben formar y hablar de sexualidad con sus hijos y sobre todo
dar ejemplo porque es la mejor formación que los hijos jamás olvidarán.
El uso del condón solo propicia la promiscuidad y las relaciones sexuales indiscriminadas e
irresponsables entre los niños, adolescentes jóvenes y muchos adultos. Con preservativos tal vez no
se infecte el organismo, pero se estará justificando el uso inmoral del sexo, así como las diferentes
formas del libertinaje e infidelidad, violaciones, agresiones y violencia. ¿A dónde quedará la
seguridad de nuestras hijas y esposas?

No es correcto, ni se justifica el uso de preservativos para vivir una sexualidad irresponsable. El


problema no son solo los efectos sino las causas. El desconocimiento del verdadero amor y de
respeto.

¡Nada de improvisaciones!

La educación sexual debe comenzar con la aceptación del problema en el que estamos inmersos y de
comprometernos a salir de el. Necesitamos crear un ambiente verdaderamente familiar y comenzar
por desechar los malos hábitos y dejar de confundir la verdadera libertad con libertinaje.
Necesitamos que exista un verdadero diálogo, una verdadera comunicación entre padres e hijos,
donde se oriente, donde se impulse a la superación, donde se aprenda a tener objetivos definidos, a
desarrollarse, a mejorar. A formar seres con espíritu de lucha, de esfuerzo, constantes, decididos, de
éxito y generosos. Es nuestro deber ayudarles a encontrar su vocación (aptitudes y capacidad), que
tengan habilidades y que sirvan a los demás; que no sólo busquen algo para salir del paso. Que
adquieran la habilidad, la capacidad para decidir, que tengan personalidad (cualidades), pero que no
sean personalistas, la vocación no se improvisa. Que aprendan a tener ilusiones; donde se les
proporcione a los hijos todo el apoyo para planear su vida. Donde se aprenda que siempre hay que
“pensar para actuar y no actuar para pensar”. Ayudemos a prevenir los riesgos, asesorémonos y
asesoremos sobre las consecuencias y la responsabilidad de traer un nuevo ser al mundo.
Prevengamos, concienticemos de que el abuso y el libertinaje, tiene sus riesgos, y, uno, puede ser el
embarazo no deseado, sin contar con los riesgos de salud y el aspecto moral, emocional y afectivo,
madres solteras, hijos sin padre, abortos, niñas o adolecentes embarazadas, acoso laboral, etc.
Un joven sin una verdadera formación familiar, ni moral, que propone relaciones sexuales en forma
libertina, ¿qué garantía nos da que en sus anteriores amoríos no se ha contagiado de algo grave? Los
adolescentes y jóvenes desorientados, confundidos, y aturdidos se les empuja a conductas de riesgo,
que se convierten en una bomba de tiempo en manos inexpertas.
La vida no se improvisa si no se quiere sufrir las consecuencias, la vida se planea. ¡Nada de
precipitaciones! De descuidos y de ligerezas - inconstancia, inestabilidad y de aturdimiento. El
corazón se hizo para amar y la cabeza para pensar, porque ahora se ama con la cabeza y se piensa
con el corazón. Sólo dando a cada miembro su respectiva función se evitaran muchos daños
irreparables e innecesarios.

El valor de la vida

Antes del profesionista, del intelectual, del político, del científico, del empresario, del banquero, del
economista, debe estar el ser humano. El ser humano, esa persona creada por Dios, con capacidad de
raciocinio, de inteligencia y de voluntad. El ser humano debe ser el centro de toda actividad, de la
ciencia y de la economía.
Pero, cuando es más importante el poder y la riqueza, cuando nos olvidamos del ser humano y lo
tratamos como un objeto a nuestro servicio, cuando convertimos al ser humano como un elemento,
como una mercancía que se le manipula sólo por intereses de una minoría, que degradamos su
dignidad y que le arrebatamos el derecho a la vida y al amor, estamos cayendo en una completa
deshumanización. Un título profesional no es garantía de ser una persona con valores.

Ayudemos a nuestros hijos

Ante la actual confusión de valores los jóvenes no saben qué hacer con su vida y es nuestra
responsabilidad ayudarlos a encontrarse consigo mismos y que valoren el don más precioso…la vida.
La sexualidad enfocada solo a la gonádica (diferentes órganos sexuales) como aparatos
reproductores lleva un enfoque revolucionista, simplista y comercial. Ocasionando la degradación de
valores por falta de formación, comprensión, diálogo y comunicación familiar. El principio
fundamental de la educación sexual, es el ejemplo.
“La educación para el amor como don de sí mismo constituye también la premisa indispensable para
los padres, llamados a ofrecer a los hijos una educación sexual clara, delicada y en el tiempo
oportuno (atención personalizada). Ante una cultura que “banaliza” en gran parte la sexualidad
humana, porque la interpreta y la vive de manera reductiva y empobrecida, relacionándola
únicamente con el cuerpo y el placer egoísta, el servicio educativo de los padres debe basarse sobre
una cultura sexual que sea verdadera y plenamente personal” (Familiaris Consortio 37).
“Tanto a los padres de familia como a la Iglesia no nos queda ninguna duda sobre la necesidad de
educar a los adolescentes en una de las dimensiones más ricas de la persona: su sexualidad. Esta
educación sexual, necesaria para el desarrollo integral del ser humano, debe darse partiendo del
reconocimiento de su sentido más amplio, a saber, la donación y comunión entre las personas.
Precisamente por ello, se deben evitar los reduccionismos e impartirse de manera oportuna e
integral, haciendo descubrir la belleza del amor, el valor humano del sexo y su ejercicio responsable
.Tal educación no puede reducirse a mera información o únicamente a la perspectiva de la biología
de la reproducción, sino que debe tener en cuenta los valores morales, el desarrollo psicológico y
afectivo, y también la dimensión espiritual, so pena de caer en una mentalidad exclusivamente
hedonista que podría causar graves daños en la maduración psicológica y afectiva de las personas”
(Educación sexual/ escrito por Desde la fe 16/08/2006)
“La sexualidad es un elemento básico de la personalidad, un modo propio de ser, de manifestarse, de
comunicarse con los otros, de sentir, expresar y vivir el amor humano” (Sexualidad humana: Verdad y
significado 10. “La sexualidad caracteriza al hombre y a la mujer no sólo en el plano físico, sino
también en psicológico y espiritual con su huella consiguiente en todas sus manifestaciones.”
(Sexualidad humana: Verdad y significado 13) “Orientaciones educativas en familia” (Pontificio
Consejo para la Familia)
“Una verdadera “formación” no se limita a informar la inteligencia, sino que presta particular
atención a la educación de la voluntad, de los sentimientos y de las emociones”. (Sagrada
congregación para la educación católica “Orientaciones educativas sobre el amor humano”).

En la Familiaris Consortio el Santo Padre nos enseña: “La Iglesia se opone firmemente a un sistema de
información sexual separado de los principios morales, tan frecuentemente difundido, que no es sino
una introducción a la experiencia del placer y un estímulo para perder la serenidad, abriendo el
camino al vicio desde los años de la inocencia” (Sexualidad humana: Verdad y significado 64)
“Orientaciones educativas en familia” (Pontificio Consejo para la Familia).
1.- La sexualidad es un don de Dios
61. El Nuevo Testamento enseña que «todo lo que Dios ha creado es bueno; no hay que desechar
nada» (1 Tt 4,4). El matrimonio es un «don» del Señor (cf. 1 Co 7,7). Al mismo tiempo, por esa
valoración positiva, se pone un fuerte énfasis en cuidar este don divino: «Respeten el matrimonio, el
lecho nupcial» (Hb 13,4). Ese regalo de Dios incluye la sexualidad: «No os privéis uno del otro» (1 Co
7,5).
142. El Concilio Vaticano II enseña que este amor conyugal «abarca el bien de toda la persona, y, por
tanto, puede enriquecer con una dignidad peculiar las expresiones del cuerpo y del espíritu, y
ennoblecerlas como signos especiales de la amistad conyugal»[138]. Por algo será que un amor sin
placer ni pasión no es suficiente para simbolizar la unión del corazón humano con Dios”.
150. Dios mismo creó la sexualidad, que es un regalo maravilloso para sus creaturas. Cuando se la
cultiva y se evita su descontrol, es para impedir que se produzca el «empobrecimiento de un valor
auténtico»[146].

2.- El matrimonio como unión exclusiva e indisoluble es la meta de la vida sexual plena. La sexualidad
humana se ordena al amor matrimonial
80. El matrimonio es en primer lugar una «íntima comunidad conyugal de vida y amor»[80], que
constituye un bien para los mismos esposos[81], y la sexualidad «está ordenada al amor conyugal del
hombre y la mujer»[82]. Recordar los dos fines del matrimonio.
125. El matrimonio, además, es una amistad que incluye las notas propias de la pasión, pero
orientada siempre a una unión cada vez más firme e intensa. … Esta amistad peculiar entre un
hombre y una mujer adquiere un carácter totalizante que sólo se da en la unión conyugal.
Precisamente por ser totalizante, esta unión también es exclusiva, fiel y abierta a la generación.
74. La unión sexual, vivida de modo humano y santificada por el sacramento, es a su vez camino de
crecimiento en la vida de la gracia para los esposos. … Toda la vida en común de los esposos, toda la
red de relaciones que tejerán entre sí, con sus hijos y con el mundo, estará impregnada y fortalecida
por la gracia del sacramento que brota del misterio de la Encarnación y de la Pascua, donde Dios
expresó todo su amor por la humanidad y se unió íntimamente a ella.

3.- La sexualidad es una fuerza creada que puede desbordarse y conducir a una deshumanización de
las personas.
153. Dentro del contexto de esta visión positiva de la sexualidad, es oportuno plantear el tema en su
integridad y con un sano realismo. Porque no podemos ignorar que muchas veces la sexualidad se
despersonaliza y también se llena de patologías, de tal modo que «pasa a ser cada vez más ocasión e
instrumento de afirmación del propio yo y de satisfacción egoísta de los propios deseos e
instintos»[155]. En esta época se vuelve muy riesgoso que la sexualidad también sea poseída por el
espíritu venenoso del «usa y tira». El cuerpo del otro es con frecuencia manipulado, como una cosa
que se retiene mientras brinda satisfacción y se desprecia cuando pierde atractivo. ¿Acaso se pueden
ignorar o disimular las constantes formas de dominio, prepotencia, abuso, perversión y violencia
sexual, que son producto de una desviación del significado de la sexualidad y que sepultan la
dignidad de los demás y el llamado al amor debajo de una oscura búsqueda de sí mismo?
154. No está de más recordar que, aun dentro del matrimonio, la sexualidad puede convertirse en
fuente de sufrimiento y de manipulación. Por eso tenemos que reafirmar con claridad que «un acto
conyugal impuesto al cónyuge sin considerar su situación actual y sus legítimos deseos, no es un
verdadero acto de amor; y prescinde por tanto de una exigencia del recto orden moral en las
relaciones entre los esposos»[156]. Los actos propios de la unión sexual de los cónyuges responden a
la naturaleza de la sexualidad querida por Dios si son vividos «de modo verdaderamente
humano»[157].
155. San Juan Pablo II hizo una advertencia muy sutil cuando dijo que el hombre y la mujer están
«amenazados por la insaciabilidad»[158]. Es decir, están llamados a una unión cada vez más intensa,
pero el riesgo está en pretender borrar las diferencias y esa distancia inevitable que hay entre los
dos. Porque cada uno posee una dignidad propia e intransferible. Cuando la preciosa pertenencia
recíproca se convierte en un dominio, «cambia esencialmente la estructura de comunión en la
relación interpersonal»[159]. En la lógica del dominio, el dominador también termina negando su
propia dignidad[160], y en definitiva deja «de identificarse subjetivamente con el propio
cuerpo»[161], ya que le quita todo significado. Vive el sexo como evasión de sí mismo y como
renuncia a la belleza de la unión.
280. El Concilio Vaticano II planteaba la necesidad de «una positiva y prudente educación sexual» que
llegue a los niños y adolescentes «conforme avanza su edad» y «teniendo en cuenta el progreso de la
psicología, la pedagogía y la didáctica»[301]. Deberíamos preguntarnos si nuestras instituciones
educativas han asumido este desafío. Es difícil pensar la educación sexual en una época en que la
sexualidad tiende a banalizarse y a empobrecerse. Sólo podría entenderse en el marco de una
educación para el amor, para la donación mutua. De esa manera, el lenguaje de la sexualidad no se
ve tristemente empobrecido, sino iluminado. El impulso sexual puede ser cultivado en un camino de
autoconocimiento y en el desarrollo de una capacidad de autodominio, que pueden ayudar a sacar a
la luz capacidades preciosas de gozo y de encuentro amoroso.
283. Con frecuencia la educación sexual se concentra en la invitación a «cuidarse», procurando un
«sexo seguro». Esta expresión transmite una actitud negativa hacia la finalidad procreativa natural de
la sexualidad, como si un posible hijo fuera un enemigo del cual hay que protegerse. Así se promueve
la agresividad narcisista en lugar de la acogida. …. Es importante más bien enseñarles (a los jóvenes)
un camino en torno a las diversas expresiones del amor, al cuidado mutuo, a la ternura respetuosa, a
la comunicación rica de sentido. Porque todo eso prepara para un don de sí íntegro y generoso que
se expresará, luego de un compromiso público, en la entrega de los cuerpos. La unión sexual en el
matrimonio aparecerá así como signo de un compromiso totalizante, enriquecido por todo el camino
previo.
56. Otro desafío surge de diversas formas de una ideología, genéricamente llamada gender, que
«niega la diferencia y la reciprocidad natural de hombre y de mujer. Esta presenta una sociedad sin
diferencias de sexo, y vacía el fundamento antropológico de la familia. … No hay que ignorar que «el
sexo biológico (sex) y el papel sociocultural del sexo (gender), se pueden distinguir pero no
separar»[46]. Por otra parte, «la revolución biotecnológica en el campo de la procreación humana ha
introducido la posibilidad de manipular el acto generativo, convirtiéndolo en independiente de la
relación sexual entre hombre y mujer.

4.- Homosexualidad
251. En el curso del debate sobre la dignidad y la misión de la familia, los Padres sinodales han hecho
notar que los proyectos de equiparación de las uniones entre personas homosexuales con el
matrimonio, «no existe ningún fundamento para asimilar o establecer analogías, ni siquiera remotas,
entre las uniones homosexuales y el designio de Dios sobre el matrimonio y la familia […]
250. La Iglesia hace suyo el comportamiento del Señor Jesús que en un amor ilimitado se ofrece a
todas las personas sin excepción[275]. Con los Padres sinodales, he tomado en consideración la
situación de las familias que viven la experiencia de tener en su seno a personas con tendencias
homosexuales, una experiencia nada fácil ni para los padres ni para sus hijos. Por eso, deseamos ante
todo reiterar que toda persona, independientemente de su tendencia sexual, ha de ser respetada en
su dignidad y acogida con respeto, procurando evitar «todo signo de discriminación injusta»[276], y
particularmente cualquier forma de agresión y violencia. Por lo que se refiere a las familias, se trata
por su parte de asegurar un respetuoso acompañamiento, con el fin de que aquellos que manifiestan
una tendencia homosexual puedan contar con la ayuda necesaria para comprender y realizar
plenamente la voluntad de Dios en su vida [277].

YOUCAT #400: ¿Qué quiere decir que el ser humano es un ser sexuado? Dios creó al hombre como varón y
mujer. Los creó el uno para el otro en el amor. Los creó para la transmisión de la vida. [2331-2333, 2335, 2392]
Ser varón o mujer marca profundamente al ser humano; es un modo diferente de sentir, una forma diferente
de amar, una vocación diferente en relación con los hijos, otro camino de fe. Dado que quería que existieran el
uno para el otro y se complementaran en el amor, Dios hizo diferentes al hombre y a la mujer. Por eso el
hombre y la mujer se atraen sexual y espiritualmente. Cuando el esposo y la esposa se aman y se unen
corporalmente, su amor encuentra una profunda expresión sensible. Así como Dios es creador en su amor, el
hombre puede ser creador en el amor dando vida a los hijos.

YOUCAT #403: ¿Cuál es la relación entre amor y sexualidad? Sexualidad y amor van inseparablemente
unidos. El encuentro sexual necesita el ámbito de un amor fiel y seguro. [2337] Donde se separa la sexualidad
del amor y se busca únicamente por la satisfacción, se destruye el sentido de la unión sexual de varón y mujer.
La unión sexual es una hermosa expresión, corporal y sensual, del amor. Las personas que buscan el sexo sin
amar, mienten, porque la cercanía de los cuerpos no corresponde a la cercanía de los corazones. Quien no
mantiene la palabra de su lenguaje corporal perjudica a la larga al cuerpo y al alma. El sexo se vuelve entonces
inhumano; queda degradado a instrumento de placer y se rebaja al nivel de una mercancía. Sólo el amor
comprometido y duradero crea el ámbito necesario para una sexualidad vivida humanamente y que satisface a
la larga.

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