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Autor: Juan Carlos Saavedra Supervisión científica: Jorge Miranda Valerón

COMPETENCIAS BÁSICAS Y PROCESOS HISTÓRICOS

CANARIAS: CONQUISTA, COLONIZACIÓN

Y ANTIGUO RÉGIMEN. SIGLO XV - SIGLO XVIII

TEMA 2.-
CONQUISTA MILITAR Y POLÍTICA DE CANARIAS: 100 AÑOS
DE GUERRA, CONSPIRACIONES Y TRAICIONES.

1.- Sus antecedentes.


2.- La conquista “señorial” normanda.
3.- La conquista “señorial” castellana.
4.- La conquista de la Corona de Castilla.

1.- Sus antecedentes.


La primera expedición europea a las Islas Canarias fue la del genovés
Lancelotto Malocello, que llegó a Lanzarote en 1312. Este se estableció en la isla y
vivió en ella casi veinte años. De la existencia de dicha visita hablan las crónicas
recogidas por los normandos que llegaron a la isla mucho más tarde.

En el año 1341 el Rey de Portugal Alfonso IV financia una nueva expedición al


frente de la cual estarán Nicolosso da Recco y Angiolino de Teggia. Estos recogen
información sobre los aborígenes que poblaban las islas, que luego fueron escritas por
Bocaccio.

Con estas primeras visitas organizadas se empieza a desear por las potencias
europeas de la época la anexión de las islas y de sus riquezas naturales, lo que abre
un debate “legal” sobre a quién pertenece los derechos de conquista y colonización.

El primer otorgamiento de esos derechos los realiza el Papa Clemente VI


nombrando a Luis de la Cerda, Infante de Castilla y representante del Rey de Francia
ante el Papado, Rey de Canarias. Junto a ese nombramiento Clemente VI también

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crea un Obispado en Telde en el año 1351, antes del inicio de la conquista, y que sólo
tuvo una vigencia formal.

Luis adopta el título de “Príncipe de la Fortuna” y pide ayuda a Portugal,


Castilla, Aragón y Francia para “tomar posesión de su nuevo reino”. Sin embargo
aquellos a los que solicita colaboración se oponen porque se creen “con más
derechos” sobre las islas que los que él tenía. En 1348 muere el Príncipe de la Fortuna
sin haber iniciado la conquista de las islas.

El primer obispado de Canarias, el Obispado de las Islas de la Fortuna, fue


erigido por Clemente VI el 7 de noviembre de 1351, en Telde. Dicho obispado fue
fundado antes de la conquista de las islas y nunca se materializó en tierras canarias.

La ocupación europea de Canarias la inician los


normandos Jean de Bethancourt y Gadifer de La
Salle en el año 1402 tras su llegada a Lanzarote y
termina en el año 1496, con la conquista de la isla de
Tenerife. Durante ese periodo de tiempo se puede
señalar dos etapas distintas; una primera donde los
señores feudales intentaron conquistar las islas en
nombre propio, contando con la autorización para ello
de los monarcas, y otra en la que los propios reyes
actuaron en nombre de su corona buscando anexionar

Jean de Bethencourt
las nuevas tierras a su territorio.
Foto Fedac

De esta forma Lanzarote, El Hierro y Fuerteventura fueron conquistadas como


islas señoriales normandas, mientras que La Gomera fue anexionada por señores
castellanos. Por el contrario los reyes conquistaron de forma directa Gran Canaria, La
Palma y Tenerife.

Esta distinción sobre islas conquistadas por señores o por reyes es muy
importante de cara a las características sociales que cada tipo de conquista imprimió
en la nueva sociedad y cultura que se crearía tras la dominación absoluta de las islas
por los Reyes Católicos.

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2.- La conquista “señorial” normanda

Lanzarote y Fuerteventura.

Jean de Bethancourt y Gadifer de La Salle parten de Francia en el año 1402


rumbo a las Islas Canarias con la intención de conquistarlas. En julio de ese mismo
año llegan a La Graciosa, fondeando sus naves en el pequeño brazo de mar que
separa dicho islote de Lanzarote.

Desde allí desembarcan en la isla vecina y recorren la isla sin encontrar


habitante alguno, ya que estos se habían escondido temerosos de que se
reprodujeran las nefastas consecuencias que para ellos habían tenido expediciones
europeas anteriores. Tras esa primera visita infructuosa volvieron una vez más a
adentrase en la isla, esta vez fuertemente armados y pertrechados. Los aborígenes
comprendieron que toda resistencia era inútil y salieron a su encuentro bajo el mando
de su rey Guadarfia. Tras el encuentro entre las dos sociedades decidieron colaborar
entre ambas “Como amigos, no como súbditos” (Commo amys, non mye lome
subgets, Le Canarien).

Una vez “autorizada” la convivencia los normando construyeron una fortaleza


en la Bocayna (El Rubicón) y una iglesia bajo la adoración de San Marcial.

Muy pronto surgen conflictos entre las tropas normandas y Jean de


Bethencourt decide volver a Europa para buscar víveres y para “dejar allí” a los
soldados más indisciplinados. Mientras este estuvo fuera uno de sus hombres, Bertín
de Berneval, se alió con los tripulantes de un barco llamado Tajamar para atacar a los
isleños para capturarlos y venderlos como esclavos. Ese propósito lo consiguieron
engañando sobre sus intenciones a los aborígenes, llegando a capturar al mismo rey
Guadarfía, aunque este logró escapar con algunos de sus hombres.

Bertín se enfrenta a Gadifer y parte hacia Europa llevando a los nuevos


esclavos para su venta dejando tras de sí una isla completamente desolada, al haber
destruido las provisiones del fuerte de Rubicón.

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Tras su partida los aborígenes se rebelaron contra los invasores como


represalia por las bárbaras acciones realizadas por Bertín de Berneval. Los
normandos, con el apoyo de un aborigen llamado Asche (Afche), que pretendía
convertirse en el rey de la isla, capturaron de nuevo a Guadarfía y a sus hombres más
fieles.

Mientras eso ocurría en Lanzarote, en Castilla Jean de Bethencourt obtiene el


apoyo de Enrique III Rey de Castilla, el cual le entrega 20.000 maravedies para
sufragar los gastos de la conquista y además le concede el derecho a hacer suyo un
quinto de las mercancías que se obtengan en las islas.

Bethencourt envía un navío bien pertrechado a Lanzarote y le ruega a Gadifer


que realice una expedición por todo el Archipiélago.

Asche logró el reconocimiento de Gadifer como rey de los aborígenes y tras un


corto periodo de paz ataca a los europeos con la vana esperanza de retomar de forma
exclusiva la soberanía de la isla. En medio de esas luchas Guadarfia escapa de su
prisión y junto a tropas leales captura al traidor Asche y ordena su ejecución.

Una vez que el rey legítimo obtiene de nuevo el poder inicia el ataque continuo
a los normandos, los cuales deciden poner todo su poderío militar en marcha para
reconquistar la isla de nuevo, esta vez por las armas. Lo único que libro a todos los
indígenas de una muerte segura fue la intervención de los capellanes de los franceses
que bautizaron a los nativos para que como cristianos no fueran asesinados.

Tras ser reducida en gran parte la revuelta aborigen, aunque aún quedaba
alguna resistencia aislada, los normandos de Gadifer iniciaron la invasión de
Fuerteventura. En este primer intento los conquistadores encontraron una gran
resistencia, por lo que Gadifer cumple con el encargo de Bethencourt e inicia un viaje
por toda Canarias.

En Gran Canaria pudo comprobar que los aborígenes disponían de más de


6.000 guerreros bien adiestrados, por lo que debió de reconocer que le era imposible
realizar en ese momento un intento de invasión. Los normados continúan su viaje y se
trasladan al Hierro, donde realizan una corta visita a sus costas. Posteriormente

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intentaron desembarcar en la Gomera para recoger agua, pero sus habitantes con su
actitud defensiva se lo impidieron. Por esa razón regresan al Hierro y allí permanecen
casi un mes completo, capturando esclavos y ganado. Finalmente regresan a
Lanzarote tras tres meses de ausencia.

Cuando Bethencourt regresa a la isla es informado de todo los sucedido en su


ausencia. Los aborígenes que continuaban en guerra al mando de Guadarfía,
enterados de que este se encuentra de nuevo en la isla piden su protección, esta vez
ya no como amigos sino como súbditos. Con el bautismo del rey aborigen y de sus
nobles se da por terminada de forma definitiva la dominación de Lanzarote.

Los normandos comprenden que las islas no ofrecen los tesoros y riquezas que
ellos pensaban cuando iniciaron la conquista y empieza a producirse graves
problemas entre Bethencourt y Gadifer. Este no perdona a su compañero de aventuras
su sometimiento al rey de Castilla y reclama para sí alguna de las islas en pago por su
contribución a la conquista.

Con la finalidad de unificar de nuevo a sus hombres Bethencourt envía a


Gadifer a Gran Canaria, intentando este desembarcar por Arguineguín en julio de
1404. Sin embargo los aborígenes se lo impiden y debe regresar con las manos
vacías. Con el regreso de Gadifer sin ningún tipo de éxito en el viaje emprendido se
agudizan las discrepancias entre los cabecillas normandos, decidiendo ambos
trasladarse a Castilla para dirimir sus discrepancias. Enrique III da la razón a
Bethencourt, por lo que Gadifer decide volver a Francia y renunciar a cualquier tipo de
reclamación de sus derechos en Canarias.

Bethencourt queda por tanto como único señor de Lanzarote y emprende de


nuevo la conquista de Fuerteventura. Allí debe enfrentarse a una gran resistencia de
los aborígenes, teniendo que recurrir a Guadarfía y a sus guerreros para poder
someter a la isla. Con el apoyo de los lanzaroteños Bethencourt conquista la isla, al
comprender los reyes aborígenes que toda resistencia es inútil asesorados por
Tibiabin.

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En enero de 1405 reciben el bautizo Ayoze, rey de Jandía, y Gize, rey de


maxorata. Con ese acto simbólico de cristianización la isla de Fuerteventura queda
bajo el poder absoluto de los normados.

Como señor de Lanzarote y Fuerteventura Bethencourt regresa a Francia,


donde es recibido con todos los honores por sus hazañas. En su tierra natal recluta
campesinos y caballeros dispuestos a colonizar sus nuevas tierras, encontrándose
entre ellos su sobrino llamado Maciot.

Contando con nuevos recursos Bethencourt regresa a las islas y se decide a


reemprender la conquista de Gran Canaria. Mejor pertrechados los normados vuelven
a desembarcar en Arguineguin, donde no encuentran ninguna resistencia ya que los
aborígenes huyen hacia el interior de la isla en cuanto detectan su presencia. La huida
solo era una estrategia puesta en práctica por el Guanarteme Artemy Semidan, por lo
que una vez que el terreno le fue favorable los canarios atacaron de forma despiadada
a los invasores, causándoles numerosas bajas. Ante el revés sufrido Bethencourt
abandona la isla sin poder materializar su sueño de conquistar Gran Canaria.

Necesitando nuevas tierras para repartir a los nuevos colonos decide


apoderarse del Hierro. Cuando desembarca en la isla, sus habitantes, recordando
expediciones anteriores, se esconden. Bethencourt envía al hermano del rey Armiche,
que había sido capturado tiempo atrás, para ofertar la paz a los herreños. Armiche
acepta las promesas de los europeos y acude al encuentro de los invasores confiado.
Los normandos incumplen su palabra y apresan a los isleños para su venta como
esclavos y para posibilitar el reparto de sus tierras.

Con la toma de la isla Bethencourt ya había logrado la sumisión de tres de las


siete islas; Lanzarote, Fuerteventura y el Hierro.

El normando dicta las primeras normas de organización europeas para el


territorio. Lo primero que hace es premiar a sus hombres con tierras en las tres islas,
incluyendo en ese reparto a los reyes aborígenes que se le habían sometido. Nombra
un alcalde para cada isla encargado de la administración de justicia y a su sobrino
Maciot lo apodera como su representante en las islas.

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Establece el pago de tributos a los colonos durante nueve años para


posteriormente tener que abonarle 1/5 de su producción. Bethencourt se reserva para
sí la producción y venta de orchilla en exclusiva.

Una vez organizadas las islas conquistadas parte a Francia para, entre otras
cosas, trasladarse a Roma para pedir la creación de un obispado en las islas.
Bethencourt logra su propósito y el Papa crea el Obispado solicitado. El mismo se
establece en el Rubicón, en Lanzarote. El conquistador normando nunca más
regresaría a Canarias, continuando en las islas su labor su sobrino Maciot.

Por esa época la isla del Hierro se subleva ante los conquistadores por los
continuos abusos de los que son objeto por los europeos. En dicha revuelta muere el
capitán de la isla por lo que Maciot decide enviar a un nuevo gobernador para
apaciguar los ánimos por medio del diálogo. Este castiga a los soldados que
cometieron los desmanes denunciados por la población indígena, por lo que la
tranquilidad regresa de nuevo a la isla.

La actitud conciliadora que muestra Maciot en el Hierro será una excepción en


su comportamiento futuro, caracterizado por el despotismo y por los abusos de todo
tipo. Para aumentar su fortuna siguió capturando esclavos en las islas no conquistadas
y en las costas de África. Ávido de poder el sobrino de Bethencourt incluso se casa
con la hija del rey Guadarfía, la princesa Teguise, buscando legitimar su gobierno.

Castilla mira con recelo a Maciot, sobre todo por su relación con Francia y
pretende enviar a las isla a soldados que lo capturen y lo conduzcan a la corte para
intentar descubrir cuales son sus verdaderas intenciones. El normando, para evitar
males mayores, vende sus derechos sobre las islas al Conde de Niebla en el año
1418, manteniéndose él como gobernador ahora por encargo del nuevo señor de
Lanzarote, Fuerteventura y el Hierro.

En el año 1420 el rey de Castilla Juan II cede los derechos de conquista sobre
Gran Canaria, La Palma, La Gomera y Tenerife a Alfonso de las Casas, por lo que el
Conde de Niebla se siente perjudicado ya que el se creía en posesión de ese derecho
al habárselo comprado a Maciot. La familia Casas, por medio de Guillen de las Casas

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indemniza al final al Conde de Niebla y se hace de nuevo con los derechos de


conquista.

Maciot obtiene de Guillen de las Casas el señorío de Lanzarote, creado con la


intención de que no causara problemas a los nuevos dueños de las islas.

3.- La conquista “señorial” castellana.

El nuevo propietario de las islas muere en 1442, dividiéndose las islas entre
sus herederos. El marido de una de sus hijas, Hernán Peraza, unifica de nuevo los
derechos sobre las islas alcanzando un acuerdo con su cuñado. Junto a su hijo,
Guillén Peraza viaja a las islas para tomar posesión de su reino y para conquistar las
islas que permanecían libres.

Padre e hijo deciden iniciar la conquista de La Palma atacando por Tihuya, en


la que gobernaba Echedey. Los aborígenes de toda la isla repelen el ataque de forma
violenta, falleciendo en el combate Guillén Peraza, al ser derribado del caballo por una
certera piedra de los palmeros.

La familia Peraza se dedica a la captura de esclavos en las islas no


conquistadas, entrando en conflicto sus intereses económicos con los de Maciot que
continuaba en Lanzarote. Hernán Peraza creía que el acuerdo que el francés alcanzó
con Guillén de las Casas no era válido y que éste estaba en contacto con la Corona
portuguesa para entregarles la isla de Lanzarote.

Para evitar esa posibilidad Peraza, con autorización real, captura a Maciot y a
su familia y lo encarcela en la isla del Hierro. Los portugueses atacan la isla y liberan a
sus aliados, optando Maciot por no volver a su isla y por vender sus derechos sobre
ella a Portugal.

Cerrada la venta llegan a la isla dos barcos portugueses para tomar posesión
de la misma, pero la población de la isla se rebela, los expulsa y manifiestan su
voluntad de depender de forma directa de la Corona de Castilla. Mientras se aclaraba
la titularidad de la isla, Castilla nombra un Gobernador interino.

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Portugal y Castilla inician contactos diplomáticos para aclarar a quién


pertenecía Lanzarote.

En 1452 Hernán Peraza muere sin poder cumplir su sueño de conquistar todas
las islas. Deja como heredera de las islas a su única hija, Doña Inés Peraza. Su
esposo, Diego García de Herrera intentará una vez más hacerse con las islas que
permanecían libres y además pretende agregar a sus dominios la isla de Lanzarote,
cuya titularidad estaba en disputa. Con tal fin, pide la intervención de Juan II de
Castilla, este encarga a los juristas un pronunciamiento sobre Lanzarote. El mismo se
produce el 7 de septiembre de 1454 y en él da la razón a Doña Inés y a Diego García
de Herrera, los cuales pasan a ser dueños de Lanzarote de forma legal. La sentencia
fue ratificada por el heredero de Juan II, Enrique IV de Castilla.

Hay que mencionar que ese mismo rey que ratificó los derechos de los
herederos de Hernán Peraza donó los derechos de Conquista sobre La Palma,
Tenerife y Gran Canaria a los portugueses Don Martín de Atayde y Don Pedro
Meneses de Castro. Esta decisión traería consecuencias desastrosas para las islas y
fue tal la polémica suscitada que el rey debió revocar la decisión en el año 1460.

El matrimonio Peraza–Herrera establece en sus dominios oficinas para


recaudar los tributos del quinto de la producción que le correspondían y administrar los
derechos de exportación. Junto a esa tarea, una vez pacificada sus posesiones,
decidieron reemprender la labor de conquistar las islas que permanecían
independientes.

Diego de Herrera, junto a sus hombres, desembarca de forma pacífica en las


Isletas, en Gran Canaria. Allí contacta con los aborígenes y con promesas de que
venía en paz realizan, ambos pueblos, intercambios comerciales. De esa forma en
1461 extiende un acta ante un escribano en que toma posesión de la isla, para poder
defender en un futuro sus derechos sobre ella. Herrera repite la operación en Tenerife,
extendiendo un acta similar a la que realizó en Gran Canaria.

Con la excusa de crear un almacén, para guardar los productos que obtenía en
trueque de los aborígenes, Herrera empieza a hacer una torre en Gando, la cual irá
poco a poco fortificando.

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Sin embargo la tranquilidad por la que empezaba a transitar la conquista se vio


de nuevo interrumpida. El Infante de Portugal adquirió los derechos que el rey de
Castilla había cedido a Martín de Atayde y Don Pedro Meneses de Castro y por ello
manda hacia las islas una flota pata tomar posesión de la misma. Los portugueses
invadieron Lanzarote y Fuerteventura, haciendo suyos hasta la torre que se había
construido en Gando. La familia Peraza-Herrera se esconde en Famara a la espera de
que las gestiones que uno de sus hijos realiza en Castilla obtengan sus frutos.
Efectivamente su hijo Hernán Peraza logra que los reyes de Castilla anulen los
derechos concedidos a los portugueses y apoyado por la boda de su hermana María
de Ayala con un noble portugués llamado Diego de Silva consigue que la paz retorne a
las islas,

La familia Peraza-Herrera, con su nuevo miembro Diego de Silva, realiza


nuevas visitas a Tenerife en un ambiente pacífico. En Tenerife los guanches les
autorizan a construir una torre y llegan a un acuerdo con ellos en el sentido de que si
un guanche hacía daño a un español este sería entregado en el fuerte. Si por el
contrario era un español el que hacía daño a un aborigen sería juzgado por el Mencey.

Sin embargo en Gran Canaria intentaron de nuevo desembarcar de forma


violenta. Una parte de las tropas desembarcó por la denominada hoy Punta de
Sardina, dejando tras de sí mujeres y niños muertos, no aclarándose si esas muertes
fueron causadas por los invasores o fue un suicidio para no ser esclavizados. Otra
parte del ejército colonialista intentó atacar Agaldad (Galdar) pero tuvo que huir ante la
defensa de los canarios. El propio Diego de Silva fue sitiado junto a alguno de sus
hombres por las tropas del guanarteme. Una
aborigen intercedió por los capturados y el
guanarteme accedió a dejarlos marchar con la
única condición de que no regresaran. De
igual forma los guanches echan a los
europeos de la torre que habían construido,
cansados de los abusos de estos y de que no
Torre de Gando se castigara a los que los ofendían.
Foto Fedac

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Mientras, Diego de Herrera vuelve a intentar un acercamiento pacífico a los habitantes


de Gran Canaria y los invita a mantener contactos comerciales en Gando. Allí acuden
los guanartemes y los guerreros más famosos, como Doramas y Maninidra iniciándose
una aparente relación pacífica entre los europeos y los canarios.

Los residentes en la torre de Gando inician muy pronto el robo de ganado, el


secuestro de aborígenes para su venta y la violación de mujeres. Una noche en que
los soldados salen para robar ganado a los aborígenes, éstos, conocedores de la
calaña de sus invitados, soltaron varios grupos de animales para que los invasores los
siguieran y en el momento más oportuno capturarlos. La estrategia les sale bien y no
queda ningún soldado que de aviso a los que viven en Gando. Maninidra se dirige allí
con sus hombres pertrechados como si fueran conquistadores y llevando parte de sus
hombres como si fueran cautivos. Los castellanos caen en la trampa y algunos son
masacrados y otros encarcelados en su propia torre. Mientras tanto, en Lanzarote
empiezan a haber protestas por los abusos de los señores de la isla y por la pérdida
de sus familiares en el intento de conquistar Gran Canaria.
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Los castellanos encerrados en Gando logran convencer a los canarios de la
necesidad de alcanzar un nuevo acuerdo con Diego de Herrera, por lo que un grupo
de aborígenes viaja a Lanzarote para entrevistarse con él. Con la promesa de un
nuevo acuerdo que respetara los derechos de los canarios los aborígenes liberan a los
detenidos.

4.- La conquista de la Corona de Castilla.

Gomera
Ante la imposibilidad de Diego de Herrera y de su hijo de conquistar el resto de
las islas los Reyes Católicos deciden el 11 de diciembre de 1474 hacer suyos los
derechos de conquista de Gran Canaria, Tenerife y La Palma, indemnizando por ello a
Inés Peraza y nombrando conde de la Gomera a su marido Diego de Herrera.

Con ese nombramiento la Isla de la Gomera se convierte en una isla de señorío


castellana, ya que la misma no sufrió un proceso de conquista similar al resto del
archipiélago. La isla había estado recibiendo visitas europeas desde la llegada de
Jean de Bethencourt, estableciéndose una convivencia mediante pactos entre las dos

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culturas, con sus momentos de tranquilidad y sus momentos de conflicto. La fecha en


que se puede decir que la isla quedó bajo la soberanía española es la del año 1488.

A la llegada de los europeos la Gomera se


encontraba dividida en cuatro bandos; el de Ipalán,
Mulagua, Orone y Agana. El primer Hernán Peraza
cerró un pacto de hermanamiento de los llamados
de Colactación con los bandos de Ipalán y Mulaga.
A la llegada a la isla de su nieto, de igual nombre,
este procedió a renovar el acuerdo. Un pacto de Colactación supone la prohibición de
mantener relaciones afectivas entre los hombres y mujeres de cada grupo que ha
suscrito el acuerdo, al ser considerados como hermanos. Sin embargo Peraza
incumple el pacto al intentar enamorar a Iballa. Esa violación del acuerdo hace que los
Gomeros maten a Hernán Peraza (nieto) después de haberlo juzgado y cerquen a los
europeos en la denomina Torre del Conde. Cuando ya estaban los castellanos a punto
de rendirse llegan refuerzos enviados por Pedro de Vera. La viuda de Peraza, Beatriz
de Bobadilla, promete a los aborígenes que aquellos que acudan a las honras
fúnebres del fallecido no serían considerados culpables. Muchos gomeros la creen y
bajan a rendir honores al cuerpo de Hernán Peraza. Una vez más los castellanos
incumplen su palabra y detuvieron a todos los indígenas que pudieron. Luego serían
ejecutados todos los varones de los bandos de Ipalán y Mulagua mayores de quince
años y sus mujeres e hijos vendidos como esclavos. Incluso niños que fueron
enviados a Lanzarote para su venta fueron arrojados al mar.

Gran Canaria
Con la finalidad de conquistar Gran Canaria los
Reyes envían una expedición fuertemente armada al
mando de Juan Rejón en el año 1478, con la orden de no
causar problemas a los Herrera. A la llegada de éste
gobernaban en la isla los guanartemes de Telde y el de
Agaldad. Juan Rejón estableció su fuerte en el Real de
Las Palmas, tras desembarcar de noche el la zona de La
Isleta. Los aborígenes, al mando de Doramas, Adargoma
y Maninidra atacan el asentamiento europeo y salen

Juan Rejón.
Foto Fedac

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derrotados en la que se llamaría la batalla del Guiniguada. Un año más tarde los
castellanos intentan entrar en la isla por el sur, por la zona conocida por Tirajana. Sin
embargo esta vez salen derrotados por los isleños, al igual que ocurre en Tenoya y en
Arguineguín.

La conquista llega a un punto muerto durante cuatro años, hasta que en el año
1481 Doramas desafía a un combate cuerpo a cuerpo a Pedro de Vera, sucesor de
Juan Rejón. Uno de sus hombres se hace pasar por él y resulta muerto por Doramas.
Ante la fortaleza del líder aborigen varios europeos le atacan a la vez y logran herirlo
por la espalda. Una vez muerto, los europeos corta su cabeza y la colocan como trofeo
en el Real de Las Palmas.

Los españoles vuelven a intentar atacar a los aborígenes entrando una vez
más por Tirajana y de nuevo son rechazados por los guerreros canarios. Con la ayuda
de Fernán Peraza, Pedro de Vera prosigue la conquista y coge por sorpresa al regente
Tenesor Semidan y a sus guayres (capitanes), incluyendo al famoso Maninidra.
Probablemente fuera una captura pactada ya que, después de cinco años de conflicto
y una Guerra de desgaste que incluía la quema de cultivos y bosques, la conquista
estaba estancada: ni los españoles podían conquistar el interior de la isla ni los
canarios podían expulsar totalmente a los españoles.

Tenesor y sus guerreros fueron llevados a las cortes españolas y son


bautizados y cristianizados, recibiendo Tenesor Semidán el nombre de Fernando
Guanarteme siendo apadrinado por Fernando el Católico. Fernando el Católico y
Fernando Guanarteme hicieron un pacto que permitiría crear un reino en Canarias,
vasallo del reino de Castilla, a cambio de conversión al cristianismo y ayudar a
pacificar la isla de Gran Canaria y a conquistar las de La Palma y Tenerife. Esto
permitiría a los canarios, al menos en papel, conservar su libertad y algunos privilegios
y no ser vendidos como esclavos. Este acuerdo recibió el nombre de Pacto de
Calatayud.

Fernando Guanarteme y sus guayres vuelven a Canarias para convencer a sus


antiguos súbditos que todavía se resistían a ser conquistados. En 1483 los canarios se
habían refugiado en distintas fortalezas repartidas por el centro de la isla, donde se
hacía imposible su captura. Los españoles cercan una de esas fortalezas, la de

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Autor: Juan Carlos Saavedra Supervisión científica: Jorge Miranda Valerón

Ajodar, e intentan atacarla pero son masacrados por los canarios en la que sería la
última gran victoria de los aborígenes.

Los españoles siguen intentando acabar con la resistencia canaria a la


conquista y logran acorralar a sus cabecillas en la Fortaleza de Ansite. Fernando
Guanarteme acude al lugar y pide a sus compatriotas que se entreguen, cosa que
hicieron un gran número de ellos. Sin embargo Bentejuí y el Faican de Telde se
abrazan y se lanzan juntos al vació al grito de “Atis Tirma”. Era un 29 de abril de 1483,
fecha en que la isla de Gran Canaria quedó sometida a Castilla, aunque aún faltaba un
gesto simbólico que pusiera fin a la contienda. Se trataba de la entrega de la
Guayarmina Arminda, heredera del trono de la isla. Al final ésta se produce meses
más tarde.

La Palma

La próxima isla en ser atacada con la finalidad de conquista fue La Palma.


Al llegar los españoles, esta isla estaba dividida en doce tribus; Aridane, Tihuya,
Tamanca, Ahenguareme, Tigalete, Tedote, Tenegua, Adeyahamen, Tagarage,
Tagalguen, Hiscagua y Aceró y estaban gobernados respectivamente por: Mayantigo,
Echedey, Tamanca, Echentive, Azucuahe, Jariguo y Gareacua, Bentacayce, Atabara,
Bediesta, Temiaba, Bediesta (de Tagualguen), Atogmatoma y Tanausú.

La conquista fue encomendada a Fernández de Lugo, que supo aprovecharse


de las luchas internas de los aborígenes. Los castellanos desembarcaron por
Tazacorte y con falsas promesas lograron que los bandos de Aridane, Tihuya,
Tamanca, y Ahenguareme no pusieran resistencia a la invasión. Sin embargo, las
gentes de Tigalate se enfrentan a los europeos y son derrotados por Lugo. El invasor
logra hacerse con casi toda la isla, menos la zona de la Caldera de Taburiente donde
gobernaba el valiente Tanausu.

Ante la imposibilidad de terminar la conquista de la isla por las armas, Lugo


envió a un pariente de Tanausú ya bautizado y cristianizado para que le convenciera
de pactar con él, garantizándole sus privilegios en el futuro.

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Autor: Juan Carlos Saavedra Supervisión científica: Jorge Miranda Valerón

Tanausú aceptó el encuentro y bajó a parlamentar con Lugo como se le había


solicitado. Una vez más los aborígenes canarios fueron engañados y apresados tras
falsas promesas de cortesía. Fernández de Lugo embarcó a Tanausú y a otros
compatriotas suyos para enviarlos a España como esclavos, pero el rey prefirió morir
de hambre en el barco que lo transportaba, rehusando comer, gritando "vacaguaré
vacaguaré"(quiero morir).

Tenerife

Ya solo quedaba una isla bajo el poder aborigen, Tenerife. En el año 1494
existían nueve menceyatos o reinos: Anaga, Tegueste, Tacoronte, Taoro, Icod, Daute,
Adeje, Abona y Güimar, cada uno gobernado por un mencey y achimencey.

Los menceyatos del sur de la isla; Anaga, Guimar, Abona y Adeje, mantenían
contactos desde hacia años con los españoles. Por esa razón prefirieron pactar con
los invasores antes que luchar contra ellos como pretendía hacer el Mencey
Benchomo de Taoro (Actual Valle de la Orotava). A la resistencia iniciada por
Benchomo se unieron los menceyes de Tegueste, Tacoronte, Taoro y Daute. Se
confederaron e Icod y Daute prefirieron defenderse por su propia cuenta.

Lugo desembarca con más de 1200 hombres, españoles y aborígenes de otras


islas en Añaza. (Actual Santa Cruz de Tenerife), no encuentra apenas resistencia y se
adentra en la isla hasta el menceyato de Taoro robando ganado. Deciden regresar a
sus barcos con el botín cuando en el barranco de Acentejo son sorprendidos por las
tropas de Benchomo y de su hermano Tinguaro. Los guanches causan más de 1000
bajas a los españoles, debiendo huir los sobrevivientes a toda prisa. Entre los que
lograron salvar la vida estaba el propio Fernández de Lugo, el cual debió vestirse con
la ropa de un soldado para pasar desapercibido

Lugo regresa otra vez a Tenerife con 2600 hombres, dispuesto a vengar la
derrota sufrida. En la Laguna se produce el encuentro entre las tropas insulares y los
conquistadores. La lucha es brutal y los guanches empiezan a ganar el combate,
momento en que los canarios al mando de Fernando Guanarteme intervienen en la
lucha e inclinan la balanza hacia el invasor. Tinguaro muere en el combate y
Benchomo logra escapar herido tras llegar a luchar con hasta siete soldados a la vez

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Autor: Juan Carlos Saavedra Supervisión científica: Jorge Miranda Valerón

pero es acorralado y asesinado en San Roque. El hijo de Benchomo, Bentor, decide


arrojarse al vació al no tener esperanza de la victoria sobre los conquistadores.

De esta forma en diciembre de 1495 las siete Islas Canarias quedaron bajo la
soberanía española. En los años siguientes a la conquista se mantuvieron pequeños
focos de resistencia aborigen de aquellos que se retiraron a las cumbres y
pretendieron vivir como lo habían hecho sus antepasados y ellos mismos, antes de la
llegada de los invasores; a estos se los llamó “los alzados”.

Moraban en las espesuras de los montes, en los riscos, breñales y laderas


del macizo de la sierra central, en los barrancos y territorios no invadidos
por la civilización, ofreciendo la traza a los que se pasan la vida en guerra
abierta. Altos, secos de cuerpo, recelosos, ágiles, de mirada dura, feroz,
risquemos, ladrones, de inconcebible velocidad en la carrera, vengativos,
valerosos y de violenta acometividad, una cincuentena de años después de
sojuzgada la isla, aunque habían perdido su ferocidad primitiva, aún eran
temibles y de cuidado. Conservaban íntegras sus costumbres legendarias,
el idioma, supersticiones y cuanto conocieron de sus mayores. Hablaban a
distancia por medio del silbo articulado como los actuales gomeros y no
aceptaron del progreso más que la lanza, el cuchillo y demás armas de
combate".

Juan Bethencourt Alfonso.


Acuerdos del Cabildo de 1514.

“Este retorno (de esclavos canarios desde España) más o menos


consentido llegó a alarmar a los propios conquistadores, que elevaron sus
quejas a los soberanos de Castilla, ante el infundado temor de un
levantamiento general"

“E luego Alonso de las Hijas e Fernando de Trugillo e Mateo Viñas e


Batysta Ascaño y el Bachiller Pero Fernándes dixeron que denuncian e
denunciavan al señor Adelantado que ay muchos guanches alçados en
esta ysla e que roban los ganados y facen otros daños; que piden se faga
lo que sea justicia procediendo contra ellos”. Muchos esclavos guanches

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Autor: Juan Carlos Saavedra Supervisión científica: Jorge Miranda Valerón

que se huen andan alçados cinco o seis años entre los libres, porque como
todos son de una nación y biven en los campos e sierras acógense y
encúbrense unos a otros, y esto házenlo tan sagazmente, de más de ser la
tierra aparejada para ello, segund los barrancos de malezas e cuevas y
asperujas que no se puede saver sino por presenciones. Especialmente
por que es jente que aunque unos a otros se quieran mal encúbrense tanto
e guárdense lo secreto que antes morirán que descubrirse y tienlo esto por
honra y este estilo tenían antes que la dicha isla se ganase y todavía les ha
quedado, pues saberlo dellos por tormento es inposible aunque los hagan
pedaços por que jamás por tormento declaran verdad y por ser de esta
condición e manera es gente muy dañosa…muchos esclavos guanches e
negros e moriscos de los vezinos e moradores de la dicha isla se an huido
e ausentado e huyen de cada día e se han andado e andan por las sierras
e montañas un año e dos e cuatro e cinco e más tiempo…”

Rumeu de Armas.

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