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Holismo Funcionalista:

La tercera edición del diccionario webster reza que holismo es la relación


orgánica o funcional entre las partes y el todo. Si modificamos ligeramente esta
definición, convirtiéndola en entre las partes y las partes, y las partes y el todo,
obtendremos una caracterización del holismo que ha sido considerablemente
popular entre los antropólogos durante muchos años. Borofsky (1994:13) dice
de este tipo de holismo que ve los elementos culturales como interrelaciones e
interdependientes. Según Bealts y Hoijer, autores de un libro de texto
(1971:110), holismo significa que los diversos aspectos de la cultura están
interrelacionados… forman sistemas cuyas partes o actividades están directa o
indirectamente relacionadas unas con otras y se afectan unas a otras.

Una definición similar del holismo figura en el libro de texto introductorio de


William Haviland (1993:13):

Solo descubriendo como todas las instituciones culturales –sociales,


políticas, económicas, religiosas – se relacionan entre sí puede el
etnógrafo comenzar a comprender el sistema cultural. Los antropólogos
se refieren a este punto de vista como la perspectiva holística.

Si entendemos que se relaciona entre sí, incluye que se afectan unas a otras,
la definición de Haviland del holismo es muy próxima a la de Beals y Hoijer.

El holismo funcional no nos obliga a aceptar ninguna de las dudosas


proposiciones metafísicas que caracterizan al holismo metodológico. El todo no
es mayor que las suma de sus partes; el todo no determina la naturaleza de
sus partes como la naturaleza de las partes no determina el todo y ni las partes
ni el todo pueden entenderse de forma independiente. Lo mejor es que no es
necesario abandonar los fundamentos lógicos y empíricos de la ciencia para
llevar a cabo investigaciones relacionadas con los fenómenos socioculturales.
El problema del holismo funcional radica en otro lugar. La analogía orgánica
que toma como punto de partida da al holismo funciona un sesgo contrario a
las doctrinas evolucionistas. Da lugar a una suerte de fisiología sincrónica del
animal social, el conjunto de cuyos órganos y células colaboran armónicamente
para mantenerse inmunes al cambio o a la evolución, pero incluso las bandas
más pequeñas y las sociedades rurales constan de partes – géneros, familias,
jerarquías en función de la edad – cuyos conflictos de intereses generan una
tensión dinámica que a menudo conduce a nuevos ordenamientos sociales y
culturales.
Holismo Omnicomprensivo:

Esta variedad del holismo se centra en el alcance de los temas (aspectos,


sujetos) que estudia el antropólogo. Lógicamente, el enfoque funcional y el
omnicomprensivo no se excluyen mutuamente; de hecho, muchos antropólogos
ven al parecer el holismo funcional como el punto de partida del alcance
extraordinariamente grande de la antropología holística. Como apuntan Beals y
Hoijer:

Frente a disciplinas más especializadas, ponen en primer plano el


estudio del conjunto de la sociedad. Pueden mantener esta postura
porque los diferentes aspectos de la cultura están interrelacionados.

De igual manera, la definición funcionalista de Haviland citada antes dice del


holismo que es cuanto se interesa por como “todas las instituciones
culturales… se relacionan entre sí”. En una definición marginal, Haviland
(1993:14) caracteriza la perspectiva holística indicando que abarca el mayor
número de disciplinas, pero restándole la referencia a “todas las instituciones
culturales”. En cambio, afirma que el punto de vista holístico es el principio de
que todas las cosas deben verse en el contexto más amplio posible.

Haviland es autor de un texto popular sobre cuatro disciplinas, por lo que


sorprende que , al definir el holismo en términos e cobertura temática, omita
cualquier alusión a los contextos arqueológico, biológico y lingüístico, que
tradicionalmente han ampliado la cobertura temática en la enseñanza de la
antropología. Quizás la explicación de esta omisión radique en la prioridad
conceptual que las ciencias sociales atribuyen a los sistemas socioculturales.
Los análisis funcionales normalmente se centran en el ámbito de las
instituciones; la inercia de esta postura complica la conciliación del holismo
funcional con el holismo omnicomprensivo de una manera que haga justicia a
los estudios arqueológicos, lingüísticos, psicoculturales y bioculturales.

Un cotejo de otros textos introductorios sugiere que las definiciones que


aspiran a tener en cuenta el mayor número posible de componentes
multidisciplinarios, características del reciente holismo antropológico, están
ganando terreno, a expensas de las definiciones en las que prima la integración
sociocultural. El “planteamiento holístico” de Nanda (1991:5), por ejemplo, tiene
en cuenta la interacción de la biología y la cultura, la salud y la enfermedad en
el cuerpo humano, los discursos y la conversación cotidiana. Para Howard y
Dunaif-Hattis (1992:4), el holismo se interesa por todos los aspectos de la
condición humana, incluido el entorno físico de una sociedad y su pasado; así
como su presente. El planteamiento holístico de Ember y Ember (1990:3)
abarca las características físicas de nuestros antepasados prehistóricos y los
efectos biológicos del entorno sobre las poblaciones humanas, mientras que
Kottak define el impulso del holismo antropológico como
La combinación única que hace la antropología de las perspectivas
biológica, social, cultural, lingüística, histórica y contemporánea…
Holístico: interesado por el conjunto de la condición humana: pasado,
presente y futuro; bilogía, sociedad, lenguaje y cultura (1991:13,17)

Adviértase que kottak está aquí a punto de definir el holismo antropológico con
arreglo al famoso enfoque de las “cuatro disciplinas”. Es cierto que descuida el
término “arqueología”, pero es bastante probable que histórica y pasado
connoten un componente arqueológico.

Los aspectos problemáticos de las definiciones multidisciplinarias del holismo


se deben al hecho de que no responden a ninguna lógica interna o externa
para explicar porque un artículo figura en la lista y otro no. En el caso de las
cuatro disciplinas, por ejemplo, sabemos que nos enfrentamos a una
convención que refleja el resultado de diversas batallas en ámbitos académicos
a principios de siglo, pero la omisión de la psicología, la ecología y la
demografía se nos antoja demasiado flagrante, especialmente cuando se está
hablando del conjunto de la condición humana. Además, está el problema de la
asignación de tiempo y espacio a los diferentes componentes. Haviland escribe
que tenemos que ofrecer un amplio panorama de la cultura “sin dar más
importancia a una de sus partes en detrimento de otras”. Pero, ¿es ello posible
siquiera teóricamente, en vista de las diferentes experiencias profesionales y
filiaciones doctrinales de autores y enseñantes? Es cierto que la mayor parte
de los libros de texto más populares cubren abanicos de temas semejantes (si
distinguimos entre versiones culturales y versiones generales), e incluso dan
muestra de una buena dosis de afinidad a la hora de jerarquizar los temas por
su importancia.

Sin embargo, por si sola, esta similitud no contribuye una reivindicación de la


definición del holismo como talante omnicomprensivo, sino que meramente
significa que los editores de libros de texto se aseguran antes que nada de que
todos los temas que reciben mayor tratamiento en los textos más populares
figuran en las obras de sus propios autores.

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