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PROLOGO ROVIRA – APUNTES PARA UNA

BIOGRAFIA

Tuve que leer mucho para poder escribir éste libro, y tuve el
enorme privilegio de haberme podido comunicar con muchas
personas, escuchando objetivamente a todos para lograr
formar mi propio concepto. Dediqué muchas horas
placenteras a escuchar su música, hasta que la entendí y
percibí lo que permanecía invisible.

Mirando para atrás, recuerdo que lo primero que escuchaba


durante las numerosas entrevistas que tuve con personas de
todas las áreas –sabiendo que pertenezco a la familia- era la
recurrente pregunta de porqué habíamos esperado tanto,
porqué nadie había hecho nada en 20 y pico de años.
Encontré las respuestas y la responsabilidad que ello implica
al tener que dar una explicación clara. Perder es ganar,
contrariamente a lo que uno se imagina. No fue tiempo
perdido, fue tiempo ganado.

Escuché con la mente abierta a todos aquellos que piensan


distinto, o bien porque no lograron captar la verdadera
esencia roviriana o porque simplemente no les llegó su
música porque aún no es el tiempo; tuve la oportunidad de
esta manera de conocer otras miradas, otras sensaciones y
me enriquecí internamente charlando con todas aquellas
personas ligadas a él, por contacto directo como su familia y
sus músicos o sus amigos o con todos aquellos músicos
contemporáneos que dedicaron horas a estudiar la obra de
Rovira, desmenuzándola técnicamente con los conocimientos
y el fino oído de los que estudiaron para ello.

Me tomé el tiempo necesario que fueron más de cinco años;


como verán, no fue a la ligera y mucho menos parcialmente.
Tengo mi cabeza y mi corazón lleno de comprensión y
gratitud, por tanta y tan rica información. Transité a lo largo
de todos estos años por diferentes momentos, pero siempre
abriendo más y más puertas que me condujeron
inexorablemente a lo único que siempre busque: la verdad y
el porqué de un misterioso enigma llamado Eduardo Rovira.

Comprendiendo el todo, hoy valoro que él haya preferido ser


desconocido, que mal conocido. Fue muy consciente de lo
avanzado de su técnica y prefirió que su obra preservara su
misterio ya que no le gustaba ni consideraba oportuna la
publicidad, ni aceptar entrevistas como forma de
promocionarse. Sostenía que los medios de comunicación
masiva sostenidos por intereses creados, carecían de la
pureza y la humildad que su música ameritaba.

No buscó ni le importaban las oportunidades para surgir como


músico, excepto aquellas muy intimistas o sinceras que tenían
lugar en los 60’s y 70’s en lugares como los sótanos o café
concerts, que le permitían manifestarse “mi música va a ser
mejor comprendida dentro de 50 años, igual que la de
Mahler”, y esta clara percepción no le dejo espacio para otras
búsquedas.

Sus concesiones cesaron el día que entró a trabajar en la


Sinfónica de la Policía de la Provincia.
El destino le hizo el mejor regalo que él necesitaba, que fue
tener un sueldo seguro a fin de mes, tiempo para componer a
raudales y 86 músicos para poder practicar y darle vida a lo
que volcaba sobre un pentagrama, ya no como tango, sí,
como música de cámara.
Dios le hizo varios regalos más: se pudo comprar una casa y
un auto, la ciudad de La Plata (ciudad Capital de la Provincia
de Buenos Aires distante 60 kmts.) le dio el lugar y el
reconocimiento en el mundo del arte que se merecía, y la paz
provinciana que el necesitó a partir del momento que dejó la
Capital Federal. Eduardo Rovira fue una persona de bien y
pudo gozar en los 70’s de su buen prestigio en una ciudad
que todavía no lo reconoce como un hijo prodigo en su total
dimensión.
En La Plata, su espíritu más maduro, pudo finalmente
conectarse con los más arraigados sentimientos de nuestra
tierra y sus habitantes originarios, penetrando y captando su
esencia, sus sufrimientos y sus perdidas, que pudo expresar
con la guitarra en sus más de 100 estudios, ligándose aún
más hacia lo autóctono. En sus últimas presentaciones,
incorporo la poesía como una forma de sensibilidad artística
elevada.

Rovira es mucho más aún de lo que se conoce. Su obra


cumbre aún no vio la luz, permanece impávidamente virgen
esperando y madurando en silencio el momento de nacer.

Tengo muy claro, que la música de Rovira va a ser mejor


comprendida en esta nueva era. A su música hay que
escucharla con el alma y los sentidos, ya que nos entregó
imágenes en forma de música.
Transmite emociones, llama a la paz y al silencio reflexivo. Al
escucharla nos llega al corazón. Eduardo Rovira cumplió su
misión con el Arte y la ejerció plenamente: logró que todas
aquellas personas en contacto con las vibraciones espirituales
de su música se sientan tocadas en su sensibilidad elevando
de esta manera su carácter.

Yo aquí los invito a ‘conocer’ a un músico preeminente, ya


que a medida que me adentraba en los recovecos de su vida,
me encontré con la certeza de que Eduardo Rovira –de oído
absoluto- componía y ejecutaba utilizando simultáneamente
ambos hemisferios cerebrales; característica esta sine qua
non de los prodigios avenidos a genios.

Su maestro de armonía Pedro Aguilar expresa que tuvo en él


–durante 40 años- su mejor alumno y que era alta e
inexplicablemente superior.
Su lado técnico usaba las técnicas musicales avanzadas como
el serial dodecafónico y la música serial, y su lado emocional
nos pintaba –casi como lo hubiese hecho un pintor sobre una
tela- sus más vividas imágenes cargadas de sentimientos.
Ambas características se encuentran yuxtapuestas, lo que
avala aun más mi teoría de los hemisferios.
En Rovira, la técnica y la emoción están en perfecto equilibro.
Casi todos sus temas tiene un destinatario: era la única
manera que conocía de comunicarse y poder agradecer y
manifestar amor en sus diferentes circunstancias, utilizando
técnicas musicales de frialdad matemática.

Además, podía orquestar –una de sus virtudes más


sobresalientes- para 5 o 50 instrumentos con la misma
facilidad y celeridad, directamente sobre el pentagrama.

Tocaba el bandoneón, utilizando ambas manos al unísono,


como un espejo. Por eso el sonido de su instrumento no se
parece a ninguno; es diferente y especial: suena envolvente
y más próximo al sonido místico del órgano. Sólo él y Mabel
(su segunda esposa) conocían éste secreto, pero no quisieron
compartirlo, no era necesario. Por eso esa actitud de
confianza en el futuro que acarreaba, “sabía” intuitivamente
que alguien en el futuro lo iba a comprender para poder
explicar al mundo el imperceptible placer de la percepción de
la verdad de la virtuosa y bella música de Rovira.

Este libro va ser mejor comprendido por los que creen en las
cosas del espíritu y por los que saben sentir y reconocer la
verdadera influencia del Arte de alto nivel.

Los invito a un viaje del alma… Los invito a “descubrir” a


un genio, al Maestro Eduardo Oscar Rovira.
CAPITULO I – HISTORIA DE VARIOS
ENCUENTROS

Conocí a Roberto Rovira un 13 de febrero de 1998.

“Conocí” a Eduardo Rovira unos 2 meses después.


Reconozco que por esa época el tango no era la música que
más me gustaba escuchar, así que cuando Roberto colocó
’Sónico’ en el equipo de música que estaba en otro cuarto, me
dispuse a escucharlo por respeto a él, pero con el desapego y
la ignorancia de quién nada entiende.
No conocía la historia familiar, habíamos hablado poco o
nada del pasado, aún no habíamos tenido tiempo, pero al
escuchar su música Roberto sintió la necesidad de contarme
parte de su historia.
Lo que más me impactó fue saber que se había enterado por
el diario Clarín sobre la muerte de su padre, lo que lo llevó a
una crisis emocional de la que tardó mucho en salir.

Indagué sobre los motivos que llevaron a parte de su familia a


no comunicarle que su padre había fallecido, y todas las
respuestas parecían apuntar a Mabel Rodríguez, aunque sentí,
y así se lo expresé, nadie es responsable del 100% de nada:
bueno o malo.
Supe que había algo más, menos visible…alguna razón divina
detrás de los hechos.

Acordamos visitar juntos la tumba de su padre en el


cementerio de La Plata, en cualquier futuro viaje, ya que yo
soy de allí, lo mismo que toda mi familia, como una forma de
recoger la punta de un ovillo fatalmente enredado.
Llegamos al cementerio un día miércoles lluvioso de invierno,
a las 17:45 hrs. El no tenía idea de donde estaba su papá, ya
que habían pasado 25 años de su última visita; sólo una
imagen lejana de que era cerca de la puerta principal. La
oficina de información había cerrado a las 17:30, así que no
nos quedó otra que buscar. Corrimos por escaleras y pasillos
hasta que...allí estaba, él la había encontrado ya que nos
habíamos dividido la tarea. Apenas un minuto porque
cerraban a las 18 hrs. y yo quería visitar la tumba de mi
primer marido, Jorge Musqui, padre de mi hijo mayor, que
sabía estaba en la parte trasera, en la parte nueva.

El nicho de el Gran Maestro Eduardo Rovira está situado


exactamente al ras del piso, casi invisible...esa visión me
estremeció. Lo sentí como un símbolo...con el tiempo
comprendí que esa imagen de estar abajo había que
revertirla, espiritual y físicamente.
Notamos que había flores secas que reemplazamos por las
que llevábamos y una cierta triste y oscura soledad, falta de
chapas, brillo, no sé, algo más para alguien que, según los
dichos de su hijo había sido un gran músico.
Lo primero que hice, cuando conocí a Pedro Gaeta (Artista
Plástico y amigo personal de Rovira, que aún vive), fue
hablarle de la posibilidad de hacer algo en esa tumba,
remediar esa oscuridad, ponerle algo. El me habló de diseñar
algo en cerámica, lo que finalmente se logro casi 10 años
después, el 29 de Julio de 2008.

Corrimos bajo la lluvia hacia el fondo del cementerio. Alguien


nos indicó que saliésemos por la puerta trasera, que nos iban
a esperar para poner el candado. El mismo caso, corrimos por
pasillos y yo la encontré. También un minuto, allí ni siquiera
había flores secas, pero tenía luz y el brillo de las chapas que
sus amigos y familiares hemos instalado. Llegamos a la
salida mojados, transpirados, jadeando, pero con la sensación
del deber cumplido...fue extraño, o tal vez debería decir
inquietante visitar un cementerio buscando dos tumbas
distintas, una en cada punta, en un atardecer oscuro y
lluvioso. Ni siquiera se nos pasó por la cabeza, -sabiendo que
alguien nos esperaba en la parte trasera para cerrar la puerta
cuando nuestro auto había quedado adelante- dejar la
segunda tumba para otro día, en definitiva habíamos ido allí
por Eduardo Rovira.
Esta actitud nuestra inconsciente, me produjo una gran
curiosidad. No pare hasta averiguar que muchas veces los
cementerios ‘eran puntos de encuentro’... Hoy sé que fue un
punto de encuentro con nuestro destino, ya que mi trabajo de
investigación hubiese estado incompleto sin el aporte
invalorable de la creatividad artística de mi hijo Federico
Musqui.

4 años más tarde

Para la Navidad del 2002 y luego de haber pasado por


SADAIC (Sociedad Argentina de Autores y Compositores) a
cobrar derechos de autor, caminamos por la calle Lavalle
hacia la zona llamada ‘bajo’ (así llamada ya que se encuentra
barranca abajo, cercana al margen del Río de la Plata).

En una disquería que hay apenas cruzando la calle Florida sin


consultarnos previamente, ambos decidimos que ya que
teníamos esa plata, era hora de tener todos los CD’s que
sabíamos se habían editado de Eduardo. El dinero que nos
venía de la música de Rovira nos devolvía la música de
Rovira...

Allí, justo allí comenzó una ‘magia’ difícil de explicar y que


me ha acompañado a lo largo de los años que llevo
investigando a Eduardo Rovira, ‘magia’ que se repite con
todas aquellas personas que se meten en mi mundo roviriano
y lo hace con el sentimiento puro que emana del corazón.
Roberto se dirigió hacia el fondo del local para preguntarle al
encargado dónde encontrar los discos de Eduardo Rovira, y
yo permanecí en el escalón de entrada. De pronto “algo”
súbitamente me hizo girar la cabeza hacia la izquierda y allí
entre muchos otros CD’s de diversos músicos, estaba gigante,
aunque del mismo tamaño y con brillo propio, Eduardo
Rovira.
Ansiosa me abalancé sobre la batea y tome los 3 CD’s que
buscábamos. Entré con los $ 60 en la mano, mientras
Roberto y el vendedor todavía hurgaban en la computadora.

Transcurrieron 60 días antes de que yo conociese a Mabel


Rodríguez, la segunda y última mujer de Eduardo. En esos
días, Roberto escucho los CD’s varias veces...yo no. Es decir,
los escuchaba porque estábamos en el mismo lugar, pero sin
prestarle atención, es más, nunca se me ocurrió leer la
información que contienen en su interior, evidentemente aún
no me había atrapado, aun no lo había
descubierto.

Ese verano, nuevamente habíamos comprado en San Isidro


(ciudad distante 30 kmts. de Capital Federal) los mismos 3
CD’s para regalárselos a nuestro dentista Román, fanático
de Rovira... quien después de... “escucharlo y deleitarse con
él, todo el fin de semana...” nos comentó que: “...
investigadores habían hallado que la música de Mozart era
sanadora y la de Rovira también...”

Ese comentario quedó repiqueteando en mi cabeza por un


largo tiempo. Román fue el instrumento transmisor que
provocó que yo investigara porqué había dicho “sanadora”.
Ahora que sé un poco más de la música de Eduardo
comprendo porqué: los clásicos fueron sus maestros, adoptó
técnicas y estilos, estudió y estudió hasta componer sinfonía
y tango fusionados en sabia armonía más sus profundos
estudios de armonía y contrapunto que lo llevaron a
componer sonando a Mozart o Bach o Beethoven. Cómo él
mismo expresa en un reportaje de radio: “el contrapunto va a
sonar hoy, mañana o siempre como Bach…no es mi culpa…”

Ese miércoles 12 de febrero de 2003 a las 12 del mediodía,


habíamos viajado a La Plata, ante la posibilidad de un
negocio que luego se frustró. Como estábamos en la esquina
de las calles 7 y 48, sugerí ir a la confitería ‘La París’ para
almorzar, ya que hacía mucho calor y allí había aire
acondicionado y además para mí, era un lugar lleno de
recuerdos, ya que allí había vivido hasta 1972 y la confitería
“La París” era un lugar clave para los jóvenes.
Fue mi lugar de encuentro con mis amigos adolescentes y con
el padre de mi hijo; invertí miles de horas sentada en sus
reservados (lugar VIP), por lo que rindo ahora mismo mi
pequeño homenaje a ese lugar y reavivo el dolor que nos
causó a todos cuando la cerraron para remodelarla,
habíamos perdido nuestro living, nuestro lugar, el lugar
preferido de los ‘60 y ‘70.

Estaba sentada adentro, exactamente donde habían estado


los reservados. Me sorprendí a mi misma viviendo
repentinamente una profunda emoción que me llevó hasta
las lágrimas, ya que era la primera vez que volvía y me
sentaba en una mesa. Ese lugar me producía una deja vu
extraño, como una regresión a mi vida entera. En realidad
ambos estábamos raros, ya que el motivo que nos había
llevado hasta La Plata había desaparecido de manera extraña.
En un momento, filosofé sobre que “por algo estábamos en La
Plata y que ese algo había que encontrarlo”...

Cuando terminamos de almorzar fuimos hasta la Catedral,


cosa que hago sistemáticamente cada vez que vuelvo a mi
ciudad. Amo su energía, su magnificencia, su belleza toda,
además me trae enormes recuerdos, ya que cursé la primaria
en el Colegio de la Sagrada Familia que esta detrás de la
misma y por esas épocas, la Catedral era como nuestra casa,
la conocíamos al dedillo, sus pasajes, sus puertas y lugares
al que el público no tenía acceso. En los años ‘50/’60´ uno
entraba a cualquier hora, y era raro ver a alguien fuera de los
horarios de misa; hoy hay custodia por todos lados, puertas
vidriadas, negocios.
Me gustaba más aquella solitaria quietud, aunque verla
terminada es fascinante. Estaba cerrada, ya que era plena
siesta, por lo que atravesé por una nueva frustración.
Ya sin nada más que hacer, nos dirigimos hacia la salida de
la ciudad. Ese día con gran emoción, había usado por primera
vez la Autopista La Plata-Buenos Aires. Los platenses
habíamos esperado años para verla terminada, igual que a La
Catedral.
Manejaba yo y por la fuerza de la costumbre busqué la vieja
salida por la Avenida Calchaquí. Cuando llegamos a la
esquina de la calle 7 y 520 (Barrio de Tolosa), me di cuenta
de mi error al ver un cartel que me señalaba hacia la derecha
el acceso a la nueva autopista, lo que me obligo a doblar por
520. De pronto Roberto, casi a la altura de la calle 3, me
dice:” estamos en la esquina de la casa de Papá, me haces la
pata? (*)...la quiero saludar a Mabel”. Reconozco que me
extrañó, ya que habíamos pasado por allí innumerable
cantidad de veces y jamás había dicho nada al respecto.
Pero como me fascinan los ‘volver a vivir’ doblé y estacioné
obedientemente sin hacer preguntas ni comentarios.
Roberto Rovira volvía a la casa de su padre y Mabel por
primera vez, después de 26 años.
Curiosamente, si es que puede haber algo curioso en éste
relato, Mabel estaba parada en la puerta de la casa apoyada
sobre un bastón, había salido para ir a pagar una cuenta.
Roberto la llamó por el nombre, le contó quien era, y yo
como espectadora jamás olvidaré la cara de los dos: Roberto
había cerrado un círculo, y ese día comenzaba una nueva
etapa, se abría otro portal, aunque ésta vez conmigo como
protagonista.

(*) “hacer la pata” = me acompañas en esta?


CAPITULO II – INTENTANTO EXPLICAR EL
PORQUE DE UN LARGO SILENCIO

No podría afirmar que fue un olvido, porque no se puede


olvidar lo que no se conoce.

Tampoco puedo decir que las pocas personas que pudieron


haber hecho algo no lo hayan hecho por desamorados, ni
puedo decir que quienes si hicieron algo hayan logrado el
objetivo, en realidad ninguna de las dos opciones. La realidad
es que había que llegar al siglo XXI, y tenía que ser yo,
luego de conocer a su hijo menor Roberto.
Tengo que hacer justicia por Eduardo Rovira y me atrevo a
decir también, justicia en abanico para muchas otras
personas; provocando que todo se coloque en el lugar
correcto.
Esta ardua tarea no la busque, se fue dando…a pesar de mi.

El no trascender en su momento, sin ninguna duda al


respecto, lo provocó Rovira mismo y según sus propias
palabras “por la misma situación egoísta de mi parte, escribo
para mi satisfacción personal”.

No le interesaba llegar a un público masivo. El sostenía que


las empresas grabadoras de origen extranjero eran ‘fábricas
de chorizo’ y él no quiso eso para su música. Grabó en
pequeños sellos porque le garantizaban el respeto, la
admiración y el amor por su obra. El sentía cada una de sus
piezas como “una obra de orfebrería” y de ninguna manera
quería que la comercializase cualquiera que no supiese
comprender su profundo valor, sus mensajes, sus
conocimientos musicales allí volcados.
Le dedicó su propia vida a su obra, porque era tanto y tan
bueno lo que él tenía para transmitir, que tuvo que alejarse
de todos y de todo para poder componer. Lo de adentro
pulsaba por salir y no había forma de pararlo.
Amó tanto y tan desesperadamente su música que la
sobreprotegió, perdiendo inclusive el sentido de su propia
vida.

Mi misterio personal es porqué el destino me eligió a mi…yo


no lo pude elegir porque no tomé cabal consciencia de quien
era hasta que la conocí a Mabel. Ella fue el canal que me
permitió conocerlo, abriendo una compuerta que ya nunca
más pude volver a cerrar.
Concluí con el tiempo que era mi karma, la misión que traje
desde los cielos.

Fui llevada a transcurrir todas las mismas situaciones por las


que él había atravesado. Pude ver y sentir lo mismo que el
había visto y sentido, conocer a las mismas personas y
vivenciar situaciones con ellas, lo que me permitió poder
comprenderlo, ver su errores para no repetirlos, avanzar por
donde no había avanzado, y básicamente encontrar los
caminos idóneos limpiando las causas, ya que a nivel
consciente no pudo dimensionar la envergadura del legado
que dejaba para la Cultura Latinoamericana.

Fue un adelantado para su tiempo y ese desfasaje de los


tiempos, me obliga a mí a hacer lo que él no pudo, porque
sencillamente no era el momento ni el tenía el conocimiento
de cómo mover las piezas que le hubiesen permitido
trascender y por otro lado, en esta era en que las
comunicaciones parecen haber alcanzado su punto más alto,
yo tengo las herramientas que me permiten llegar en red y en
segundos a todo el mundo, para expandir y multiplicar, lo que
antes era imposible.

El no pudo en su tiempo… porque su tiempo es éste, y no


otro. Porque en la evolución natural de la música ‘tango de
vanguardia’ había un orden universal que cumplir: primero
Piazzolla después Rovira.
Eduardo Rovira y Astor Piazzolla comenzaron casi
simultáneamente con el “Tango Vanguardia”, pero aunque
mucho se dijo al respecto, nunca fueron competencia, eran
simplemente complementarios.
Astor Piazzolla tuvo la misión de romper estructuras, de
cambiar paradigmas, de voltear prejuicios, posicionando al
nuevo tango a nivel mundial, preparando el terreno para que
50 años después, las nuevas generaciones de músicos del
siglo XXI, comprendan mejor el lenguaje musical de Rovira,
que cambiará para siempre, el concepto universal de la
Música Clásica a partir de la unión de los clásicos europeos
con los acordes y armonías típicamente argentinas y
latinoamericanas.

Rovira comenzó a trabajar hace cinco décadas en “LA


IDENTIDAD LATINOAMERICANA” (aunque no con ese
nombre… alguien se lo puso después), a lo que le sumó
además, el tango electrónico, incorporando la guitarra
eléctrica de Rodolfo Alchourrón primero y Salvador Drucker
después, y colocando un pedal wah-wah a su bandoneón…el
resultado esta magníficamente logrado en el CD “Sónico”,
que a pesar de que Rovira no contó ni con computadoras, ni
mezcladoras, ni consolas, ni nada, tiene el sonido electrónico
que él imagino.

El arte en si mismo tiene una misión espiritual: los artistas a


través de la pintura, del teatro, del cine, de la música y otras
artes, se comunican a través de estas disciplinas influyendo
en el espíritu del pueblo, tocando la sensibilidad de la gente
logrando que sean más felices.
En el caso de Rovira, las vibraciones espirituales de alto
voltaje que tiene toda su música, influirán elevando a aquellas
personas que la escuchen, aunque racionalmente lo ignoren.
El tiempo de la música de Rovira y su misión social es hoy.

Muchas veces me pregunté porqué yo. Vengo de una familia y


una vida totalmente opuesta. Al principio no lo podía soportar
ya que perdí todas mis cosas materiales y fui sometida a
dolores y sufrimientos, pérdidas afectivas, encuentros con
egoístas, resentidos, envidiosos, desconfiados, mentirosos y
oportunistas; me sentí sola e incomprendida, y sobre todas
las cosas, y la más insoportable de todas: al igual que él,
pude conocer de frente cómo actúan los ignorantes: lo que
para una persona que ama lo intelectual, es casi una
blasfemia.
Con los ignorantes somos altamente intolerantes y no lo
podemos disimular, lo que me obligó –además- a tratar de
corregir el error y aprender a ser más comprensiva desde el
corazón, para poder comunicarme con todos. La música de
Rovira no puede ser frenada por mis propios
comportamientos equivocados. Al igual que él, tampoco hice
concesiones con los que no me comprenden. Mantuve mi
dignidad sin desmoralizarme y no vendí favores para comprar
gratitud.
Alguna vez, aún en contra de mis sentimientos, debí ‘delimitar
territorio’ con el sólo fin de no ser subestimada y poder
seguir.
Me desmoralizaron hasta el hartazgo, pero, Dios siempre
estuvo allí presente sosteniéndome para continuar y yo
finalmente comprendí que estaba pagando una vieja deuda y
que debía llegar hasta el final. Yo no sabia ni donde ni
cuando estaba ese final, pero sentía que el mensaje iba a ser
claro, solo debía continuar sin claudicar hasta ese último día.

Todas estas situaciones –todas juntas en un corto periodo de


tiempo- me provocaron híper ansiedad, angustia, miedo,
bronca y depresión que sumaron 10 kilos de peso a mi
cuerpo y muchos momentos de desequilibrio emocional. Sólo
la practica de la fe y mis creencias me pudieron contener.
Abandoné muchas veces, pero retomaba cuando me daba
cuenta que abandonando a Rovira me abandonaba a mi
misma, ya que perdía un eje y un rumbo que era el único que
tenía y que sabía de antemano, que si no resolvía primero y
buscaba la salida del laberinto después, algo me iba a
enloquecer.
Rovira fue incomprendido por todo su entorno y también por
los miembros de su familia. Nadie comprendió el rol de cada
una de sus dos mujeres: el materialismo una y la
espiritualidad la otra. El empezó su vida de una manera, pero
fue mutando a medida que maduraba, sobre todo como
músico. El no hubiese sido el músico que fue si su vida
hubiese quedado estancada en la primera mitad. Fue Mabel,
pero podría haber sido cualquier mujer con las mismas
características espirituales.
Su familia cercana fue mi mejor enemiga y mi mayor
aprendizaje. Desde el vamos su primer mujer me miro con
recelo –y nunca me aceptó- porque ella sabía que la verdad
que yo buscaba no coincidiría jamás con la que ella había
construido para sí misma y para su entorno.
Nunca pudo resolver los celos y el despecho, y se victimizó
ante los ojos de sus hijos y del resto de la familia. Al no
resolver la situación desde la voluntad y la dignidad,
engendró más dolor y resentimiento del aconsejado para
poder criar –desde la unión y el amor- hijos sanos
espiritualmente.

Mabel, mucho más espiritual, nunca se entregó a nosotros del


todo, lo que me produjo gran impotencia. Todas las personas
las encontré yo sola. Nunca sabré si no quiso o no pudo, el
hecho es que no me ayudó mucho.
Comprendí lo que Rovira había sentido por ella y aunque no
estuvo a la altura de las mismas circunstancias intelectuales
que su marido, compensó por otro lado, con una dignidad
envidiable y una eficiente actitud de servicio. Aprendí a
quererla profunda y sinceramente y aunque ella nunca lo
entienda, fue una participe necesaria…una musa, para Rovira
y para mi.
Cuando la necesité siempre estuvo y contestó cada una de
mis preguntas y se dejo llevar cuando la convencí de que ella
también tenia que ser parte de la justicia, ya que Rovira no
hubiese sido el compositor que fue en otras circunstancias.
Tímidamente algunas veces y enojada otras, se dejó
convencer.
Al principio Roberto tampoco fue de gran ayuda. Sentía que
así como “la música” había sido más fuerte que él mismo para
el padre, ahora sentía que “la música” lo iba a separar de mí.
Fue duro, ya que me sacaba mis papeles, se enojaba y me
amenazaba. Mi primera lucha a vencer fue precisamente a
Roberto Rovira.

Los hermanos mayores de Roberto acompañados de sus


mujeres y sus hijos, me han ignorado y combatido desde el
vamos, investigando y desconfiando de cada situación nueva
que yo originaba favorable al nombre y a la obra de su padre,
creyendo ver lo que no existía, convirtiéndose en los típicos
‘perros del hortelano’.
Varios años después, ambos tenemos el triste record de 4 o 5
abogados diferentes contratados por Carlos y Jorge Rovira,
para investigar nuestro supuesto “sucio” amor por la obra de
Rovira, el último, un intento de juicio a Gustavo Santaolalla
por plagio por el sampler “No Pregunto Cuantos Son” – “Que
lo Paren”, del CD ‘Mar Dulce’.
Felizmente en 2010, supimos por boca del propio Gustavo,
que el juicio no había prosperado, porque obviamente no
hubo plagio.

Desde el principio intente unir, ya que en mi personalidad no


cabe la separación por cuestiones emocionales. Fue peor. Se
sintieron invadidos, atropellados y hasta relegados. No fue mi
intención, nunca me lo plantee de esa manera, pero sus
comportamientos altamente emocionales, me obligaron a
ocultar situaciones como una forma de protección de las
mismas. Mi destino caminaba sólo y yo simplemente no lo
podía parar. Así de simple, así de complicado. La misma
celeridad que vivió Rovira y que tampoco nadie pudo
comprender.
Les faltó un padre y una madre ‘normal’ en el seno familiar.
Eso los marcó a todos, les quito asidero, crecieron entre
resentimientos y mentiras, buscando excusas y echando
culpas y por sobre todas las cosas, no fueron educados dentro
de un marco de amor, respeto y comprensión. Es tan
complicada la vida de los genios como la de su familia
inmediata. Se rompen las reglas de lo establecido y nadie
sabe cómo actuar.
Con profundo dolor en mi corazón tengo que lamentar que al
intentar unir a Carlos y Jorge con Mabel nuevamente, ella
decidió –viendo que la situación se podría repetir- cortar
definitivamente la relación con nosotros. O sea, con todos y
conmigo también, por segunda vez en la historia.

En los últimos años Rovira –como padre-, llegó a comprender


la debilidad de algunas de sus conductas a nivel familiar,
pero cuando intentaba recomponer mínimamente algún lazo
quebrado, desde su particular óptica se sintió profundamente
traicionado por sus hijos mayores, y ese fue el límite. Ya
nunca más pudo equilibrar porque no tuvo fuerzas, ni
tolerancia, ni le importaba demasiado, su mundo era la
música.
Eduardo Rovira le dejo una herencia espiritual a su hijo
Roberto: a él le toca unir a su familia desde el respeto y el
amor.

Leyendo el magnifico capitulo escrito por Juan Bautista


Duizeide “El Rovirao” perteneciente al libro “Doce Ventanas
al Tango”, que termina diciendo...”veamos (imaginemos) al
hombre. “armado de sonrisa gardeliana, teorías de Arnold
Schoenberg (pero sin “dogmatismo) y un Bach bien sabido,
se nos corre de cuadro otra vez. Como “quien se despide.
Como si nos advirtiera, sin palabras, que él ya hizo lo “suyo,
que las demandas pendientes nos convocan a nosotros.
Sabremos ser “dignas de ellas?”

Y miro el óleo de Rovira que me mira directamente a los


ojos detrás de su amado bandoneón Doble AA y siento lo
mismo que Duizeide, pero sabiendo que yo fui la
elegida...sabré ser digna? Siento orgullo y temor a la vez.
Desde el primer día, al escribir sus palabras me llegaban a
través de su “silenciosa voz” y comprobé una y mil veces, que
lo nuestro era de ida y vuelta, porque cada vez que tenía una
duda, rápidamente la respuesta me llegaba, de una u otra
manera.
Descubrí cosas, situaciones, momentos, por todos lados y casi
sin querer y de menor a mayor. Esto tiene un claro propósito:
se los tengo que transmitir a ustedes para que conozcan la
verdad, una verdad que permaneció en silencio por 30
años…en el silencio y la oscuridad necesaria, como en el caso
de los buenos vinos, para llegar al punto justo de maduración.

Acepté a regañadientes que todas aquellas personas que ya


no están en este mundo, dejaron algo o a alguien las
respuestas que necesito. Muchos estuvieron dispuestos a
contarme todo lo que sabían, ya que a medida que los iba
llamando, me llovía información de todo tipo, fotocopias de
notas, originales, fotos, tapas de discos, libros; muchos
aliviados sintieron que por fin alguien cercano se estaba
ocupando de su historia.
En un sentido profundo, la historia de Eduardo Rovira como
persona, es una historia triste. Pero es patrimonio de los
genios vivir casi siempre involucrados dentro de historias
tristes y complicadas.
El estaba totalmente consustanciado con su verdad y su
realidad. El sabía que su música era especial, sabía que algún
día iba a tener el merecido reconocimiento. Orgullosamente
sabía y lo expresaba, que no le importaba si no era
reconocido en ese momento, pero que sí lo iba a ser más
adelante…que la historia se iba a ocupar. Sus amigos se reían
de su optimismo y de su ‘visión del futuro’, lo cargaban, pero
él, sin intentar convencer con argumentos que nadie
escucharía o creería, los dejaba correr. Yo actualmente estoy
haciendo lo mismo. Mi paz y mi seguridad interior me dan la
fuerza y confianza que necesito para seguir y sé que lo voy a
lograr.
Solamente la historia me va a juzgar, los necios de hoy me
tienen sin cuidado.
A mi también me ignoran y jamás en 6 años gané plata con
mi trabajo con Eduardo Rovira. Siento amor por su
maravillosa música y comprendo que alguien tenía que hacer
el trabajo difícil para que entrara la luz que va a iluminar
para siempre la verdad.

Rovira no estuvo para nada equivocado. No quería manejar su


carrera con reglas sucias, tampoco le importaba, pues estaba
más allá del bien y del mal. Conocía muy bien a sus
contrincantes, tenía clarísimo quienes valían la pena como
seres humanos y quienes no. Lo que no quiso fue entrar en
ese juego perverso de sacarse los ojos para ganar un poco
más de fama o dinero. Y tuvo la coherencia espiritual de
jamás negociar con sus convicciones: creía obstinadamente
en esta nueva música, en su gran capacidad como compositor
erudito y en su sentimiento nacionalista y patriótico y nunca
dio marcha atrás. Hizo algunas concesiones menores, muy
menores. Todo lo que grabó fue como una muestra gratis
para la posteridad y para poder vivir.

Se enojaba mucho con sus hijos y su primera mujer, cuando


le pedían plata. El no era un generador de plata, era un
bohemio, un creador de arte, todo lo demás no existía.
Los intelectuales sólo quieren ser comprendidos. Esa
incomprensión lo enfurecía; y esa furia desaparecía en cuanto
tomaba la lapicera y el pentagrama.
El tema “Tango para un hombre solo” que puede dar lugar a
malas interpretaciones sobre la soledad, es por el contrario de
una felicidad y belleza poco común. Es un canto a su propia
felicidad…estar sólo era encontrarse con su sabiduría y
canalizar nota sobre nota para volver a engendrar y dar a luz
a una pieza única, como son cada una de sus obras. Ellas
fueron sus hijos perfectos.

Sergio Pujol en un reportaje que le hiciera en Radio Provincia


en 1979, expresa que lo notó desgastado, avejentado.
Si...porque además era un enfermo crónico del corazón, había
nacido con una arritmia/ disritmia congénita que se le
manifestó en 1964 en forma de pre-infarto y luego en 1979 y
finalmente en 1980. Además, hasta 1970 –año que Mabel
tomó las riendas de la salud de su marido-, fumaba hasta
cuatro atados de cigarrillos por día.
Durante 1980, su último año, sabía que tenía mucho para dar
y muy poco tiempo. Componía hasta de noche –consumiendo
anfetaminas de venta libre como el ‘actemin’ (droga de venta
libre que usaban los estudiantes de la época para poder
permanecer despiertos durante la noche) para dormir lo
menos posible y así ganar tiempo.
Al igual que Mozart, en sus últimos momentos de vida,
compuso casi febrilmente.

Obviamente los verdaderos creadores, los bohemios de alma,


los que desarrollan su arte para la humanidad, no soportan la
infamia, la deslealtad, la traición en ninguna de sus formas.
Su música era clara y honesta y así tenía que llegar a aquellos
que supieran comprenderla.
Culturalmente también dio un salto en alto al compartir su
arte con el mundo intelectual de los 60’s, lugar en el que se
sintió cómodo y respetado como nunca antes. Esa realidad lo
alejó aún más de muchas personas, ya que no supieron
captar su sentir interior ni su evolución como persona y como
músico. No pudieron o no supieron ver al intelectual que era,
sólo lograban ver a un bandoneonísta tocando tango de
vanguardia.

Antes de morir dejó claras instrucciones a Mabel de que hacer


con su obra, quien aún hoy siente el peso de ese compromiso.
Todas los razonamientos son pocos, ella hizo una promesa y
no piensa cambiarla, no importa cuán fuertes soplen los
vientos, su palabra dada tiene peso propio; en los últimos
momentos de vida, a Rovira le vibró que nadie tenía la
capacidad “espiritual” de comprender en su justa medida su
arte como para entregarlo al mundo, por lo que optó por
resguardarlo hasta tiempos más oportunos. Sabía que sus
partituras, en manos de quien él consideraba irresponsables,
iban a ser vendidas o regaladas, y por otro lado, y lo
expresó en varios reportajes: en los albores de los 80’s el
oído de la gente común no estaba preparado para entender su
música. Ellas son diamantes en bruto.
Jugó el juego de los cuentos de los aventureros buscadores:
sólo el tiempo y la suma de buenas acciones de aquel o
aquellos elegidos, llegarían a la llave que abre el cofre donde
se encuentra el tesoro escondido.

Gracias a muchos, rescaté fotocopias de varias partituras y


me las arreglé para digitalizarlas y regalarlas. Intente no
repetir el egoísmo de esconder, intente darles luz y brillo,
darles trascendencia, intente que la mayor cantidad posible
de músicos tuvieran acceso a su increíble obra, gocé y
disfrute del placer de recibir como gratitud gran cantidad de
grabaciones de distintos músicos del mundo que habían
logrado arreglar esas partituras, llore de emoción ante esos
hijos de Rovira que habían salido a la vida, gracias a mi
perseverancia. Lo que fue escrito para la humanidad
comenzaba a tener sonido y movimiento, en manos de los
amantes rovirianos que pugnaban por ejecutar lo que era un
misterio, algo inalcanzable, único, perfecto…No tengo oído
musical, pero si tengo profunda gratitud hacia todos esos
músicos de Italia, Francia, Dinamarca, Japón, Méjico, Brasil,
Colombia, Portugal, EE.UU., Argentina y Uruguay que
desafiaron sus propios conocimientos para tocar a Rovira, con
sus arreglos, con sus propios códigos, con sus propios
sentimientos, no importa si no son textuales, lo que importa
es la intención de tocar la música de Rovira.
Les estoy muy agradecida a todos los músicos. Mi trabajo no
estaría completo sin todos ellos.
Gracias desde el alma.

Mis trabajos de investigación para llegar a escribir esta


biografía, me llevaron hacia muchas personas. Coinciden
quienes lo trataron de cerca, que era de una honestidad y
una simpleza poco común.
Muchos lo describen como introvertido, triste, pero al mismo
tiempo cabrón (*) y frontal como pocos. La frustración que le
ocasionaba la soledad de la distancia intelectual con el resto
del mundo, lo llevaba a actuar sin barreras a la hora de
hablar, ignorando si hería o no a quien tenia enfrente o a
algunos de sus pares. No se callaba nada y lo decía de la
peor manera si así lo sentía.
(*) Cabrón = de enojo fácil (del lunfardo argentino)

Sus rasgos de personalidad fueron forjados por su madre Pilar


Gutiérrez –mujer de carácter y sobreprotectora- y con las
reiteradas ausencias de su padre que por motivos laborales
no estaba todo el tiempo con él. Más su primera mujer, que
nunca lo comprendió en toda su dimensión, ni como hombre
ni como músico.
Ella sólo quería un marido normal para armar una familia
normal. Ella consideraba que ser músico no era un trabajo, ya
que el había vuelto de España después de tres años de
separación, sin una moneda. En el año 1958 le pidió que
buscara otra actividad. Puso una carnicería con un primo
suyo matarife Tito Gutiérrez, quien se ocupaba de la venta y
él en la Caja cobrando. La misma estaba situada en Parque
Chacabuco (Barrio de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires),
casi al lado de la iglesia de la Medalla Milagrosa sobre la
avenida Curapaligue, en un mercadito que aún existe. Esa
presión de trabajar en un mercado –aunque fuera digno como
trabajo- duró menos de un año. Eso no era para él.
Era un creador y optó por seguir ese camino, aún en contra
de todos. Llegó a ésta situación que él consideró una
humillación, solamente por la responsabilidad de que su hijo
Roberto había nacido en el mes de enero y se sentía
responsable por ese bebé que había llegado al mundo, cuando
su vida ya estaba tomando otro rumbo, ya que había
conocido a Mabel Rodríguez en el año 1957, dando así, el
primer paso hacia su nueva vida, un importante paso hacia el
futuro.
Con ella se sintió contenido y feliz. Mabel le aportó la
personalidad necesaria para desarrollar su parte espiritual.
Era linda, joven, lo acompañaba a todos lados, le brindó un
ambiente de silencio que Rovira anhelaba y no tenía, ya que
en la casa de Parque Chacabuco –Pasaje del Progreso 1055-
vivía con su madre y unos primos, además de su mujer y sus
hijos, mucha gente junta para alguien que lo único que
anhelaba era quietud para dar a luz a toda esa creatividad
contenida.

Curiosamente él se alejó física y también emocionalmente,


siendo como sabemos que era un tipo sensible.
Algo más fuerte que el amor por sus hijos lo dominaba: el
amor por la música y la imperiosa necesidad del lugar, el
tiempo, el silencio y el respeto, que necesitaba para
componer.
Como nadie lo entendía, simplemente abrió la puerta y se fue
sin dar explicaciones. No supo como hacerlo de otra manera,
ni supo cómo explicar algo tan inexplicable como materializar
notas musicales en un pentagrama sin obtener nada a
cambio.
Y esto yo lo comprendo muy bien. Tengo un universo de
personas que no comprenden porque trabajo desde hace
años con tanto ahínco en algo que no me reditúa nada
material y además perdiendo todo lo material logrado a lo
largo de una vida.
Yo también me tuve que alejar, no hay explicación que los
otros puedan entender…lo ven como una quimera, un
absurdo, una locura. No pueden sentir lo que yo siento ni
comprender lo que yo comprendo.

Quiero resaltar una verdad: cuando esto comenzó en el mes


de febrero de 2003, en ningún momento planee nada, mi
única movilización fue la curiosidad y cierta necesidad de
justicia…pero se abrió una caja de Pandora imposible de
ignorar, y empezó a aparecer de todo. Un desorden
generalizado de la obra de Rovira, muchísimas sin registrar ni
en Sadaic (Asociación Argentina de Autores y Compositores),
ni en Aadi (Asociación Argentina de Interpretes), productores
y grabadoras que avanzaron libremente por donde no debían,
músicos que pusieron sus nombres en piezas de Rovira, más
los miedos de algunos, manifestadas en las miradas bajas,
me dieron la señal de alerta. Obviamente fui conociendo
mucha gente, unos me conectaron con otros. Supe en el
primer ‘hola’ quienes fueron auténticos admiradores de Rovira
y se alegran del trabajo que estoy haciendo y quienes no. Sé
que muchos me subestimaron, nunca pensaron que iba a
perseverar y me ocultaron información o simplemente me
mintieron, pensando que nunca iba a llegar a donde llegué. A
muchos comprendiendo la situación, les ofrecí oportunidades
de revertir, pero lamentablemente algunos necios quedaron
en el camino.

La caja de Pandora incluye que en el transcurrir de los años


en que trabajé en Rovira y el manejo de la Prensa para el
lanzamiento del primer material de la Universidad Nacional
del Litoral, sentí que había un pacto sórdido en algunos
medios para no hablar de ciertas cosas, entre ellas Rovira.
Es más, Rovira en 1976 decía: "Yo sé que en canales o
grabadoras se forma una orquesta y se prohíbe que toquen
mis temas. Económicamente me perjudican. Pero
artísticamente, gano más trascendencia si lo graban
solamente músicos dignos. A mí me han grabado Pugliese –“A
Evaristo Carriego”- y el Sexteto Tango –“El engobbiado”- Eso
vale más que la guita”.(*)
(*) Guita = plata (en lunfardo argentino)

Obviamente que sé cuales son esos medios y cómo influyen


para que Rovira no suene, aunque, de tanto insistir, Rovira
duplico o triplico en los últimos tres años, su presencia en las
distintas radios.
Al comando se encuentra La Academia Nacional del Tango,
cuyo presidente, el poeta uruguayo Horacio Ferrer (cuya
capacidad intelectual no discuto), sobreprotege los intereses
de Astor Piazzolla, ya que son socios en las regalías de varios
temas.
Hace muy poco, durante el Festival de Tango 2010, el actual
Vicepresidente 1º. de la Academia, Gabriel Soria, me dijo
tímidamente antes de un reportaje, que deseaba tener una
charla conmigo, aclarándome que la Academia “era de
todos”.
Será de todos, pero Rovira allí no existe y a mí nunca me
recibieron.
Somos muchos los que lo sabemos esto, y existen denuncias
al respecto por parte de muchos músicos que no tienen
cabida.
La propia ‘luz espiritual’ de la música de Rovira va a iluminar
lo que hoy esta en desequilibrio y dominado por el oscuro
materialismo.
CAPITULO III – MILONGA PARA MABEL Y
PELUCA

Mabel Rodríguez, aunque no canta, es una mezcla rara de


Adriana Varela y Tita Merello. (*) Presencia dominante.
(*) Dos cantantes argentinas de distintas épocas. Ambas de
voz gruesa y actitud varonil más que femenina.

Dueña de la “Sinfonía Opus 10 nro. 1” que la recibió como


regalo cuando festejaban 7 años juntos y en la que Eduardo
trabajó todo un mes; de una milonga: ‘Milonga para Mabel y
Peluca’ -peluca... porque Eduardo la imaginaba como ‘una
dama’ con peluca blanca, bailando en mágicos castillos
franceses de la época de los Luises y de una dulcísima pieza
única para guitarra “5 Valses sentimentales para Mabel”, ya
de sus últimos años, cuando había decidido estudiar guitarra.

El la llamaba cariñosamente “mi chona” por lo lunfarda


(*) “Chona” fue un personaje de TV de los años ‘70s, vulgar y
mal hablada, pero divertida.

Simpática y alegre, pero muy desconfiada. Nuestro primer


hola estuvo cargado de sorpresa y estupor por parte de ella.
Nunca lo hablamos, pero sé que ese preciso día a esa precisa
hora se le paró el mundo...hizo un viaje hacia el pasado,
volvió a vivir momentos olvidados. Seguramente tuvo miedo,
había supuesto que después de 26 años ningún Rovira iba a
pasar por su casa. El miedo se relaciona siempre con algún
tipo de supervivencia…esta relacionado con cierta ansiedad de
perder o de no poder perseverar en algo. Inocentemente
activamos esos mecanismos.
Con el tiempo –al cabo de tres años- le confesó a Roberto,
que había sentido desde el vamos mi sincero amor y
comprensión por su persona y la de su marido, y eso le había
permitido bajar un poco las defensas. También le aclaro a
Roberto, que él no estaba dentro de sus “miedos y rechazos”
pero, no quería saber nada con Carlos y Jorge Rovira, la
habían defraudado…les temía.

La casa, el cuarto donde componía Eduardo, el jardín, las


jaulas vacías donde otrora vivieran cientos de pájaros, el
cedro, la guitarra en un rincón, las fotos, los cuadros...el loro
Cary que aún vive y que silbaba La Cumparcita (fue bautizado
Carina, hasta que notaron que era un macho).
(*) “La Cumparcita” es un tango tradicional argentino.

Todo estaba quieto. Como en un museo. Como en las casas


que describía Gabriel García Márquez en ‘Los Funerales de la
Mama Grande’ o ‘Cien años de Soledad’. Todo muy quieto,
muy limpio. Fresco adentro, muy caluroso afuera. El tiempo
detenido, aunque Mabel esté muy viva viviendo en la casa,
con sus perros, el loro, los recuerdos y Eduardo...porque
Eduardo esta en todas partes. Lo que no está es su presencia
física.

Mabel nos provoca emociones encontradas y también una


inexplicable intuición de que algo no está bien. Nos
quedamos con ella toda la tarde. Todo fue charlar y charlar.
A veces no escucha por esa necesidad que tiene de contar
todo sobre ‘su gordo’ como le gusta llamarlo.
Roberto había vivido con ella dos años en Lanús (*), por lo
que dio lugar a miles de anécdotas, cuentos, recuerdos, risas
y lágrimas.
(*) Lugar de nacimiento de Eduardo Rovira en la Prov. de
Buenos Aires y lugar donde se fue a vivir con Mabel después
de separado de su primera mujer.

No peleábamos entre nosotros para tener la


palabra...Roberto preguntando sobre su papá: 23 años antes
se había enterado de su muerte al abrir el diario Clarín y
encontrarse con un gran titulo: ‘Murió Rovira’, pero no sabía
muy bien cómo o porqué...nunca había juntado el coraje
necesario para volver a esa casa y a esa mujer. Durante años
lo había sentido como una traición a su madre. Pero
definitivamente, el quería saber la verdad, el 50% de una
verdad que ya tenía, pero que no le alcanzaba. A su
rompecabezas le faltaban muchas piezas y había llegado el
momento de comenzar a encontrarlas para ponerlas en su
correspondiente lugar. Yo tratando de entender toda la vida
de muchas personas en un rato, Mabel tratando de contar
todo, guardando muchas otras, preguntando a su vez por
otros. Todos llorábamos y reíamos de a ratos. Fue gratamente
Fellinesco... (*)
(*) Federico Fellini

Anonadada vi y comencé a entender muchas cosas.


Comprendí su desconfianza. Sentí su miedo. Me dolió su
soledad y su falta de recursos. Me llené de dudas, y fue en
ese exacto momento que supe que había que buscar el
porqué de todas las cosas…algo no me cerraba.
Ese primer día, viendo que yo no tenía clara la verdadera
dimensión de Rovira, me regaló recortes, fotos, notas.
Durante el viaje de regreso los leí ávidamente y durante unos
días, me encerré en mi cuarto y me dediqué a escuchar su
música.
Rápidamente tomé conciencia de quién tenía ante mi. Y
dentro de mí se gestó una semillita emparentada con la
necesidad de justicia, que luego sería una idea y más tarde
éste libro, que es nada más y nada menos que la
materialización de esa idea.

Lo que más me intrigaba eran todos los ¿porqué?, sí según


ella con sus cuidados le había regalado a Eduardo 10 años
de vida; sí ella era la custodia de los tesoros de su marido;
si ella era la proveedora de primera mano de información a
periodistas de todos los medios gráficos y programas de
radio… no tenía nada, excepto un trabajo de medio día. Nos
confió que vivía del amor de sus vecinos y de sus
empleadores y compañeros de trabajo, no pudo tener hijos y
sólo le quedan parientes lejos de Tolosa.
No puedo dejar de mencionar su alto sentido de la dignidad
mostrando abiertamente de que ella es quién es... más allá
de las cosas materiales, de las ausencias o de las pérdidas.

Con envidiable y estudiado desapego y ausencia de crítica,


nos cuenta que reconocía que Eduardo, sabiéndose un
enfermo delicado del corazón y habiendo tenido dos infartos,
no había tomado los recaudos necesarios -habiendo estado
juntos más de 23 años- para que ella quedara protegida. Nos
contó que él le había solicitado el divorcio a su primera mujer
en incontables ocasiones, pero
–caprichosamente Blanca Defina- se había negado una y otra
vez, impidiendo así, que ellos finalmente se casaran, lo que
era su mayor anhelo. No tuvieron tiempo; el orden universal
quiso que ella fuese la amante hasta el final. Entender esto es
un verdadero desafío a la razón para todos, pero hay una
razón para todo bajo el sol y esa razón es siempre inteligente.
Tampoco hubo tiempo para cobrar el préstamo solicitado en
Sadaic para remodelar la casa. Se fue de repente haciendo la
maniobra de marcha atrás mientras Mabel le abría el portón
de su cochera.
Fue un 29 de Julio de 1980. El 29 de Julio de 2010 se
cumplieron 30 años de ese último momento juntos y 53 años
de haberse conocido.

Ese primer día le prometimos arreglar el desarreglo. Desde el


alma, Roberto y yo estábamos decididos a ayudarla. No
teníamos dudas al respecto, pero ella orgullosamente, se
negaba rotundamente a recibir esa ayuda. Se las había
arreglado sola durante 23 años…y atribuimos esa negativa a
los desenfrenados momentos de emoción que acabábamos de
vivir. Por otro lado era comprensible que dudara de nuestro
sincero altruismo, cuando ningún Rovira se le había acercado
antes. Todos habían brillado por su ausencia. Mabel le
comunicó a Roberto, que él simplemente quedaba excluido,
ya que siendo el menor no había sido parte de ninguna
historia, ya sea con el padre o con ella.
Mabel lo había invitado a sentarse en el mismo lugar que
siempre ocupaba Rovira en la cocina, y que ella jamás utiliza,
de espaldas al cuarto donde solía componer. En un momento
Roberto abrió esa puerta con el único fin de mirar cómo se
conservaba. Ella corrió hacia la puerta, impidiendo que
mirásemos. A partir de ese día, siempre que volvemos, la
puerta permanece cerrada con llave. Lo siente como un
santuario propio y no desea compartirlo. Nosotros entendimos
su sentimiento, y jamás en cuatro años, se mencionó ese
cuarto. Simplemente para nosotros, dejó de existir.

Volvimos a comer un asado (*) con ella dos meses más tarde.
(*) (Típica comida argentina de carne cocida a las brasas del
carbón).

La actitud fue otra. Si bien se la notaba contenta de vernos,


había ‘algo’. Su desconfianza estaba intacta…creo que
esperaba que le pidiésemos algo. No le pensábamos pedir
nada. Faltaba mucho tiempo para armar un rompecabezas
que tenía todas las piezas revueltas, algunas incluso perdidas.
Por lo pronto me tomé el trabajo de llevarle el óleo que cuelga
en mi living, pintado por mi hijo Federico, y apenas si lo miró
de soslayo. Me frustró su actitud, había imaginado que iba a
saltar de alegría o a llorar de emoción al ver el cuadro con la
cara de Eduardo detrás del bandoneón…que por otro lado te
mira directamente a los ojos. Ahora, mientras escribo, me
doy cuenta que a esa mirada hay que poder sostenerla’…ella
vive un profundo, eterno y doloroso duelo. Su amor se fue
dejando solamente recuerdos…soledad, lágrimas y
resentimiento.

Le habíamos pedido la primera vez que fuimos, que pidiese


un presupuesto para arreglar unas goteras que tenía en el
techo para pagarlas nosotros, ya que nos había dado pena
esa situación. Nos dijo que no era importante, que había otras
prioridades. Deseábamos hacer justicia también con ella,
reivindicar a esa mujer que había cuidado y acompañado a
Eduardo 23 años de su vida. Roberto íntimamente, sentía
que la había comprendido, y no sólo se lo dijo, sino que
además se lo quería demostrar.
Hubo mucha grandeza por parte de Roberto en ese acto.
Desde la familia, ella había sido señalada como la
responsable absoluta de muchos dolores y tristezas; él
comprendió que lo que había provocado tanto dolor no había
sido ella, había sido toda una situación cargada de exceso de
egoísmo, silencios cómplices y apego, lo que provocó
conflictos y tormentos, que se podrían haber evitado de haber
existido más diálogo, comprensión, respeto y sobre todo
amor.
Sin embargo, Roberto, buscó el propósito superior que era
reivindicar a su padre músico y resolver antiguas peleas
porque estaba cansado. Roberto buscaba paz, no conflictos.
Había empezado a cuestionarse que era lo que él quería, en
lugar de seguir con una guerra del que era participe
involuntario, ya que todo había comenzado cuando aún no
había nacido. Puso a funcionar la compasión y el perdón en
aras de “ese” propósito superior.

Nos quedamos todo el día, casi hasta las 12 de la noche. Nos


habló largamente de su constante comunicación con Eduardo.
Curiosamente me encontré pensando que si eso sucedía, era
porque Eduardo no descansaba en paz, había cosas
pendientes. No le presté demasiada importancia, pero quedó
fijado en mi memoria.
Todas esas horas, que fueron realmente amenas, me
permitieron sin saberlo, casi sin darme cuenta, que mi
intuición estaba haciendo de las suyas.
La intuición es una sensación que proviene del lado
emocional, creativo e intuitivo de nuestro cerebro, aquel que
está en mayor contacto con nuestro ser espiritual. Sin
buscarlo me puse en manos de esa silenciosa y sutil fuerza
que rige nuestras vidas sin que nosotros sepamos cómo
ocurre.
A Roberto, y esto lo charlamos en el viaje de vuelta, le pasó
algo similar. Ambos coincidimos, ya que el mensaje nos
llegaba con toda claridad, que las cosas no debían quedar
como estaban, que había que hacer algo. No sabíamos aún
qué.
Estuvimos semanas y meses, tratando de desentrañar el
misterio. Yo tenía mi teoría y él la suya, cuando empezamos a
juntar las partes…lo que sucedió con el tiempo y muy
suavecito, ahí nos dimos cuenta.
Para Roberto fue una larga jornada que le tomó 45 años.
Como hijo y como persona se sintió siempre frustrado y
dolido. Estaba financieramente gastado y física y
emocionalmente agotado –y yo con él, porque desde el
minuto cero de conocernos sentíamos que hacíamos todo por
nada-
Ahora sabemos que era sólo una sensación, porque al mismo
tiempo durante esos 12 prolongados y difíciles años juntos,
estábamos permitiendo que nuestros antiguos principios
fueran destruidos para dar lugar a algo nuevo, para que una
nueva realidad espiritual pudiese ser construida. De no haber
sido así, jamás hubiésemos llegado a Mabel y yo por ende,
jamás hubiese conocido a Eduardo Rovira.
Siempre supimos que juntos teníamos algo que hacer, y que
ese algo tenía un precio elevado, una gran dedicación, aunado
con un tremendo esfuerzo y fuerza de voluntad, sobre todo
para levantarse y ver la vida que uno una vez conoció, la cual
literalmente se derrumbaba ante nuestros propios ojos.
Sentimos muchas veces, que si bien estábamos atravesando
la puerta que habíamos escogido, lo hacíamos tan sólo con la
ropa que vestíamos y nos preguntamos muchas veces porqué
¿por qué tiene que ser tan difícil? Agotados y gastados,
renunciamos muchas veces, pero siempre algo nuevo y bueno
sucedía que nos alentaba a comenzar de nuevo. Estos
aparentes fracasos fueron crecimientos personales que son
difíciles de explicar a quienes viven otra realidad.

Ambos mientras tanto manteníamos largas charlas telefónicas


con Mabel. Yo ya estaba escribiendo esta biografía y cuando
sentía o suponía algo, la llamaba para consultarle si estaba
bien encaminada, o bien, le contaba que había encontrado tal
o cual persona y le pedía su opinión y la de Eduardo con
respecto a él o a ella. Tuve que armar un rompecabezas
compuesto por miles de situaciones y personas, cuyos roles
ignoraba en su momento.
De un día para el otro, nuestra vida comercial simplemente se
derrumbó. Perdimos nuestros ingresos, mi auto y otras
cosas. Caímos en un profundo stress y ya no volvimos a
verla, y aunque queríamos hacerlo, no lo lográbamos.
Alguien, desde arriba, decidió que no era el momento, que
había que esperar. Yo seguí con el libro debiendo trasladarme
hasta la computadora y el teléfono de la casa de mi hijo y
muchas veces para entrevistar a alguien debía caminar ya
que no contábamos ni con la plata para un medio de
transporte. Durante varios meses juntamos toda la
información para AADI, y gracias a los montos retroactivos
que conseguimos, más el incremento de los ingresos de
SADAIC pudimos movernos durante casi un año, aunque no
pagábamos ninguna cuenta porque simplemente no teníamos
trabajo. Eduardo Rovira era nuestro trabajo y él desde el
mundo espiritual nos proveía solo lo mínimo necesario.
Supimos siempre que estábamos siendo probados. Hicimos
todo lo que hicimos por amor, no había ningún dinero en el
medio y muy a pesar de ello, claudicábamos sólo de a ratos,
siempre volvíamos a empezar o continuar con lo que fuere.
A partir de 2005, Roberto volvió a tener algo de trabajo, lo
que me permitió volver a tener teléfono y una computadora
usada.
Cuando Pedro Gaeta me avisó de la emisión de un programa
en Canal 7 sobre Rovira, con la intervención de sus hijos
mayores y sus nietos, sentí que tenía que avisarle a Mabel.
Esa fue la bisagra. Ella automáticamente, luego de ver el
programa se unió a nosotros porque lo mismo que mucha otra
gente, no entendió como había sucedido que desde una
producción supuestamente seria, se habían dejado afuera a la
mujer, a los músicos, a los amigos, al otro hijo, etc. El
programa nos provocó a todos vergüenza ajena, yo me sentí
responsable teniendo tanta información biográfica y
superando el stress de todo un año decidí trabajar en levantar
la página Web. No pude hacerlo con su nombre y apellido
como hubiese sido lo lógico, porque había sido bloqueado en
la Web. Como mi ingenio no se da por vencido ni aun vencido,
nació unos meses después: www.roviraxrovira.com.ar.

El paréntesis con Mabel duró casi dos años, pero cuando nos
reencontramos, todos habíamos cambiado para mejor. Ese
día del reencuentro, la abrace y llore de emoción. Los hechos
antes narrados me hicieron comprender cómo ella se había
sentido en su momento. Viví su misma impotencia, su falta de
recursos, su soledad y la misma injusticia. Comprenderla en
su verdadera dimensión como persona primero y como mujer
de Rovira después, fue nuestro trabajo espiritual, nuestra
madurez. También nos dimos cuenta, Roberto y yo, que
juntos somos la continuación en ésta etapa de la vida, de
Eduardo y Mabel. Que debíamos continuar y realizar lo que
ellos no habían podido hacer por muchos motivos;
básicamente trabajar para sacar a la luz toda su obra.
Nos pusimos un orden que respetamos sin claudicar y que
incluía no generar conflictos, no negociar con nada ni nadie
ni otorgar concesiones, siguiendo la clara y honesta línea de
Eduardo Rovira; sumado a mi conocimiento personal del uso
de las herramientas modernas necesarias para que Rovira
fuese conocido mundialmente.

Para Roberto, reencontrarse con Mabel le hizo comprender


toda la trama, del derecho y del revés; ver todo los nudos y
entender todos los porqué, inclusive, y lo más difícil de todo
poder auto perdonarse y comprenderse a sí mismo
comprendiendo el todo.

Mabel conoció a Eduardo en carencia no en abundancia, los


unió el amor y la pasión, y se convirtieron en uno sólo para
la lucha. Ella le dibujaba los pentagramas cuando no podían
comprarlos y corría a comprar tinta china o cartuchos de tinta
cuando se acababan y estaba en el medio de una partitura, y
lo acompañaba a todos lados haciendo de perfecta secretaria,
viviendo como viven todas las mujeres que están atrás de un
gran hombre.
Tal vez ella haya tenido que realizar un esfuerzo intelectual
para poder comprenderlo y estar a la altura de la
circunstancia de vivir con un genio, pero puso una gran
voluntad y sacrificó su familia y momentos personales
acompañándolo en su bohemia. El verdadero amor por Rovira
lo transformo en concesiones no en caprichos.
No pudieron tener hijos –perdió trece embarazos- pero
construyeron un hogar poblado de pájaros, perros, plantas,
amigos y música.
Ella lo cuidó como nadie porque fue y es una guerrera
obstinada. El, simplemente, se dejo cuidar mientras creaba.
Desborda alegría y no tiene pelos en la lengua para gritar su
verdad.
Mabel es como el agua que corre entre las piedras. Serena y
clara por momentos, burbujeante, veloz y saltarina en otros.

Para mi fue un lujo conocerla. Me enriqueció el alma. No


juzgo sus acciones buenas o malas, porque nunca estuve en
su lugar y espero que nadie lo haga, ya que la única que
estuvo allí junto a Eduardo Rovira fue ella... nadie más.
Roberto rescató a su padre a través de Mabel y puede por
primera vez en su vida, volcar todo ese amor y esa
admiración contenida a la mujer que Eduardo eligió, que
supo sobre todas las cosas, cobijarlo.

El domingo 7 de Mayo de 2006 tuvimos el enorme privilegio


de recibirla en nuestra casa en Núñez (*) Barrio de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires
Había salido de La Plata después de 16 años, para visitarnos.
Cuando partió después de largas y amenas horas hablando
sobre “su gordo”, de risas compartidas, de mate (*) bebida
típica argentina
con pastelitos, de espontáneas risotadas nacidas de las
entrañas por sus graciosos comportamientos, nuestros
corazones se inundaron de paz y gratitud...sentimos que
habíamos cumplido con nuestra palabra dada a Eduardo
Rovira: buscar justicia también para Mabel Rodríguez.
CAPITULO IV – CURRICULUM

Eduardo es el hijo mayor de tres hermanos: Eduardo, Julia y


Nelly. Sus padres Eduardo Marcial Rovira –empleado en los
ferrocarriles ingleses de otrora- y Pilar Gutiérrez eran un
matrimonio de Lanús, de un hogar humilde pero digno, como
solía ser por esas épocas.
Eduardo padre fue un padre ausente por el tipo de trabajo
que hacia, y su hijo se refiera a él ‘como mi hermoso padre’,
mostrando de esta manera el amor y el respeto que por él
tenía.
Sus padres cumplieron los deseos de su hijo de tocar el
bandoneón; ambos lo apoyaron sin condiciones y ella fue
quien durante 2 años hizo el trayecto entre Lanús y la Ciudad
Autónoma, para que su hijo tocara con la orquesta Infantil de
Francisco Alessio y luego en la de Vicente Florentino.
Su hermana Nelly me cuenta que no había manera de
pararlo, que su decisión de tocar el bandoneón y de participar
en esas orquestas era tan fuerte, que a su madre no le quedó
otra que llevarlo, esperarlo y traerlo. De tanto en tanto,
cuando llegaban inspectores o policías, se tenía que esconder
en los baños porque era muy chico para estar en esos
lugares, aún estando con la madre. De no haber ido ella, él se
las hubiese ingeniado para ir igual…fue obcecado desde el
vamos.
Eduardo fue un ‘pequeño’ genio en todo el sentido de la
palabra: a los 9 años ya tocaba el fueye (*) Lunfardo para
definir el bandoneón
como los dioses, había compuesto el vals “A tu lado” y nunca
creció mas allá del metro cincuenta (sus íntimos sostienen
que eso lo tenía muy acomplejado, aunque con auto humor
no se definía asimismo como ‘petizo’ sino como ‘chiquito’). La
familia cercana, su hermana
Nelly quien aún vive, sus primos y sus sobrinos lo llaman ‘el
pibe’, nunca pregunté el porqué, pero me imagino que en una
casa de dos hermanas mujeres… no había otra opción que ser
el ‘pibe’ (*) Pibe = niño varón
Tuve la maravillosa fortuna de conseguir un inédito
currículum manuscrito por Rovira para Rodolfo Schelotto
Sergio (*) Periodista del diario El Día de La Plata y amigo
personal y a quien le dedicara el tango “Taplala” =
La Plata al revés.
con comentarios personales, donde encontré información que
no se encontraba disponible. El mismo había sido escrito en
1971 con 46 años, luego de llevar un año radicado en La
Plata. Al mismo, le agregue información para enriquecerlo y
completarlo.

Se lo entregó a Rodolfo Schelotto Sergio con el fin de


conseguir trabajo, ya que él era periodista del diario El Día y
ambos eran amigos de Horacio Carballol, que era Secretario
de Cultura en la Provincia de Buenos Aires:

Año 1934 – 7 años – Comenzó a esa temprana edad a


estudiar teoría, solfeo y bandoneón con Francisco Alessio.

Año 1934 – 9 años - Eduardo Rovira, con la orquesta


infantil de Francisco Alessio debutó como primer
bandoneonísta en el escenario del Café Germinal en la calle
Corrientes en el horario de la matinée. Es muy poco lo que se
sabe sobre el aporte que el Café Germinal hizo al tango,
aunque allí en 1927 –en el horario nocturno- había debutado
como 2do. bandoneón del Sexteto de Juan Maglio: Aníbal
Troilo (*) Un importante bandoneonista argentino.
Quedaba en la Avenida Corrientes 942 (entre las calles Carlos
Pellegrini y Suipacha).
A esta edad hizo su primera experiencia como compositor: el
vals “A tu lado”, cuya partitura de Editorial Ricordi, impresa
en 1938, con música de Eduardo Rovira y Dionisio Delgado y
letra de Ángel Ayala me fue entregada por el coleccionista de
la ciudad de Rosario Jorge Bustos.

Año 1936 – 11 años- Vicente Fiorentino


Ya como profesional toca con Vicente Fiorentino y su ‘barra
brava’, participando en vivo en Radio Splendid y en diversos
bailes de clubes. Vicente Fiorentino fue violinista y compositor
hermano de Francisco Florentino. Estuvo en las orquestas de
Juan Canaro y José Martínez. Acompaño a Oscar Alonso y
formó un cuarteto junto a su hermano.
Compuso “En el Montón”, “Palermo Viejo”, “Como la
Mariposa”, “Yo sé tu drama” “Del Tiempo Guapo”, entre otras.
Simultáneamente, Eduardo Rovira, tocaba con el ‘Cuarteto
Los Ases’, que integraban los músicos de Roberto Firpo, bajo
la dirección de Jerónimo Bongioni. Juntos tocaban en el
antiguo cabaret Imperio y también en Radio Belgrano, sin
contar todos los bailes en los que participaban.

Año 1937 – 12 años – Forma su primer conjunto


A la temprana edad de 12 años forma su primer conjunto: un
cuarteto típico y eran acompañados por un cantor apodado
“Leoncito”, hermano del actor Marcos Zucker. Según sus
propios dichos, este cuarteto duró muy poco, pero juntos
trabajaron en diversos bailes y en Radio Belgrano.

Año 1939 – 14 años – Florindo Sassone


Con esta orquesta Eduardo Rovira encuentra la oportunidad
para realizar su primera gira por el interior del país. Mas allá
de los recuerdos que le pueda haber dejado la experiencia de
viajar con una orquesta, a él le quedaron grabados dos
grandes recuerdos:
“cuando mi hermoso padre le dijo a Sassone ‘cuídeme al
pibe’”y haber conocido al que consideraba el más grande
pianista con mayúscula que dio la música popular de todos los
tiempos: Osvaldo Manzi.
En esa misma época comenzó sus estudios de
perfeccionamiento de bandoneón con Francisco Requena.

Florindo Sassone fue violinista, director y compositor. En


1930 había debutado profesionalmente en un conjunto que
dirigía Antonio Polito que actuaba en Radio Belgrano.
Al año siguiente pega el gran salto y pasa a ser violinista en
la orquesta de Roberto Firpo. Pero es con Osvaldo Fresedo
que Sassone abreva su manera de sentir el tango, que lo
marcará para siempre. En 1935, ya desvinculado del “Pibe de
la Paternal”, Florindo forma su primera orquesta, debuta el 1
de enero de 1936 en Radio Belgrano y actúa en el café
Nacional y el cabaret Marabú, con la voz de Alberto Amor.
Tiempo más tarde pasa a Radio El Mundo donde hace un
programa, todos los mediodía, con una gran orquesta que
tenia percusión, arpa y otros exóticos instrumentos.
En 1940 abandona la radio y la música para dedicarse a
negocios particulares hasta el año 1946 que regresa y forma
una modesta formación, con músicos noveles, para actuar en
cafés y escenarios barriales.

1940 – 15 años
Ese año comenzó sus estudios de armonía, contrapunto,
dodecafonismo, formas musicales, composición e
instrumentación con Pedro Aguilar, con quien continúo
estudiando hasta su muerte.
Al escribir su currículum dijo: “a éste maestro quisiera
expresar mi eterno agradecimiento, puesto que mi obra, de
tener algún valor, se debe a su talento para la enseñanza”.
Una copia de dicha nota se la entregué a Pedro en mano en el
año 2003. Con ojos cálidos y tiernos sostuvo mi mirado y
sólo balbuceó un tímido ‘gracias’…él ya sabia lo que Eduardo
pensaba de él, sólo que verlo escrito en puño y letra lo dejó
sin palabras.

1941 – 16 años - Antonio Rodio


Violinista diplomado concertista en el conservatorio Thibaud-
Piazzini y profesor superior de violín egresado del
Conservatorio Rossengger. Luego de ganar un concurso se
incorporó a la Orquesta Clásica del Teatro Colón, de la que
llegó a ser violín concertino. Contribuyó como instrumentista,
compositor y director, a desarrollar y jerarquizar las formas
evolucionistas del tango.
En 1941 formó su propia orquesta integrada por los siguientes
músicos: Héctor Stamponi, Carlos Parodi, Antonio Ríos, Titi
Rossi, Mario Demarco, Eduardo Rovira, Luis Bonnat, Tomas
Cervo, Juan José Fantin, Máximo Mori, Jaime Gosis, y los
cantantes Alberto Serna y Mario Corrales.
Con su orquesta debuto en Radio Splendid y durante los
carnavales ocupó el octavo lugar entre las orquestas más
solicitadas y mejor pagadas. Actuó también en el Café El
Nacional, Café Germinal y en diferentes locales nocturnos de
la Avenida Corrientes.

1943 – 18 años - Orlando Goñi


Pianista y director, tuvo una mítica y efímera orquesta recién
al final de su vida y no llegó a la grabación comercial ni a
destacarse mayormente en sus actuaciones en público. Sin
embargo, despertó una enorme devoción entre la gente de
tango.
De sonido suave, fraseo limpio y pausado, inagotable
imaginación creadora, tenía una forma inimitable de “llevar” a
la orquesta. Adoptaba una extraña posición frente al piano,
sin posturas académicas, con las piernas abiertas extendidas,
sin utilizar por lo general los pedales. Una actitud informal con
su bordoneo grave, cansino, con una marcación cerrada y
acordes ligados en “tempo rubatto”. Tenia influencias de
pianistas de jazz de su tiempo y el uso de la sincopa le daba
una personalidad distinta a sus interpretaciones.
En 1937 Anibal Troilo decide formar su agrupación y convoca
a su amigo Goñi para ser el pianista de la orquesta, con quien
permanece hasta 1943.
Ese mismo año forma su propia orquesta completada por los
bandoneones de Antonio Ríos, Roberto Di Filippo, Eduardo
Rovira y Luis Bonnat; en violines: Rolando Curcel, José
Amatriain, Antonio Blanco y Emilio González; Domingo
Donaruma en contrabajo. Pasaron como vocalistas: Francisco
Florentino, Antonio Rodríguez Resende, Osvaldo Cabrera y
Raúl Aldao. Con esta formación actuó en radio Belgrano, Café
el Nacional y la casa de baile Palermo Palace.
Rovira nos cuenta que esta era la orquesta que recordaba con
más cariño, ya que había sido la primera orquesta en la que
había actuado con verdaderos arreglos e instrumentaciones:
los que pertenecían a quienes el consideraba los primeros
orquestadores serios con que contó el tango: José Maria
Artola y Argentino Galván.
El sentía que Orlando Goñi había sido sin duda alguna, un
creador al que todos los pianistas de ese momento, habían
tomado como punto de partida: “Goñi es el punto de partida
del pianista moderno de tango”.
Según Rovira en esa orquesta se habían juntado un cuarteto
de bandoneones, que dudaba que se volviesen a poder
juntar: Antonio Ríos, Luis Bonnat, Roberto Di Filippo y
Eduardo Rovira.
Junto a Argentino Galván, José Maria Artola y Astor Piazzolla
le hacían los arreglos a Aníbal Troilo.
En el año 1949 le dedica una milonga a Orlando Goñi; S. M.
Bontempi le pone sus versos:

“Bordoneo” – A la memoria del que fuera gran


interprete del tango Orlando Goñi.
Respetuosamente. Los autores.
Música E. Rovira, Letra S.M. Bontempi.

Pediste que te cantara


y canto como lo siento,
sencillo y apasionado
mi canto se hace lamento.

Y mi lamento tiene pena y amargura ,


porque mi amargo canto,
gritara…
que mi pasión
esta matando
mi pobre corazón…

Morocha de ojazos negros


criollita que robas calma,
la sombra de tus ojeras
es sombra que llevo en mi alma.
Y bordoneo la milonga de mis sueños
soñando que me quieres,
pero sé…
que tú mirar
me va diciendo
que no será jamás…

Al paso de tu figura
si habrás encendido amores,
y abrá envainado rencores
el mozo de más postura.
Pero el desdén de tu sonrisa va dejando,
una profunda huella,
al saber…
que tu querer
es una estrella
de imposible llegar…

1944 – 19 años - Miguel Caló


Bandoneonísta, compositor y director. En su historia artística
se distinguen dos etapas: de 1934 a 1939 la primera. El
cuarenta nos revela la madurez de este gran director, capaz
de convocar a un conjunto de músicos jóvenes de
extraordinaria capacidad y solvencia, que con el tiempo
pasaron a formar, todos ellos, sus propias agrupaciones.
En esta segunda etapa, Caló desarrolla y profundiza todo un
estilo que une el tango tradicional con la renovación de su
época, si estridencias, con una destacada presencia de los
violines, una línea de bandoneones rítmica y un piano,
espectacular, ejecutado el primer año por Osmar Maderna,
quien fuera reemplazado después por Miguel Nijensohn, en
su regreso a la orquesta.
Entre los músicos que formaron en su orquesta se destacan:
En bandoneón: Domingo Federico, Armando Pontier, Carlos
Lazzari, Eduardo Rovira, Julián Plaza, José Cambareri; en
violín: Enrique Francini, Antonio Rodio, Nito Farace; en
Contrabajo: Ariel Pedernera y Juan Fassio.
Miguel Caló no sólo promocionó grandes músicos, sino
también grandes cantantes que debutaron profesionalmente
en su orquesta: Raúl Berón, Alberto Podestá y Raúl Iriarte.

El 30 de Octubre de este mismo año se casó en primeras


nupcias con Blanca Rosa Defina, quien era su vecina en la
calle Varela, detrás del cementerio de Flores (*) Barrio de la
Ciudad Autónoma.

1945 – 20 años - Osmar Maderna


Músico, pianista, director, compositor y arreglador. Pianista
de marcada inclinación romántica, es considerado el Chopin
del tango. De toque sutil y casi etéreo, ligero y sugerente,
opuesto a cualquier énfasis, ampulosidad o marcación
enérgica, creo todo un estilo orquestal basado en las mismas
líneas. Con esquemas armónicos simples y transparentes, sus
arreglos concebían fantasiosos solos alternados de piano,
bandoneón y violín.
Su modalidad, surgida hasta 1940, impregnó toda aquella
década, contrastando tanto con la variante populista (ejemplo
saliente de la cual fue Juan D’Arienzo) como con la académica
(Aníbal Troilo). Su tango huye de la reciedumbre y del trazo
grueso, pero también de cualquier pretensión sinfónica.
Prefiere la emoción austera y la expresión precisa, en un
ejercicio de permanente autocontención.
En 1945 formó su propia orquesta con Iriarte, para integrar
un binomio. Pero éste tuvo poca vida. El vocalista volvió con
Caló y Osmar siguió adelante con su propia orquesta.
Debutó con ésta en el mítico Marzotto, uno de los
legendarios cafés tangueros de la avenida Corrientes, eje del
downtown porteño, que sucumbirían en la década siguiente.
Fue estrella también de otro de ellos, el Tango Bar, y de las
dos principales emisoras de radio de la época, El Mundo y
Belgrano. Maderna grabó en 1946 para el sello uruguayo
Sondor sus dos primeros discos de pasta. Sobresale allí el
instrumental “Chique”, un clásico de Ricardo Luis Brignolo
que el pianista tamiza con su estilo. Pero se destaca también,
en dos temas, el cantor Orlando Verri, que seria el de mayor
gravitación en la historia de esta orquesta.

1946 – 21 años – Servicio Militar


En el sorteo del servicio militar le tocó hacerla en la Montada.
Este hecho le impidió su ingreso a la orquesta de Aníbal
Troilo, cuyo lugar vacante fue ocupado por Astor Piazzolla.
El 22 de Junio nació el primero de sus hijos: Carlos Eduardo
Rovira.

1947 – 22 años – Juan Esteban Martínez (Pirincho)


Todo ese año lo transcurrió en Montevideo – Uruguay
trabajando con Juan Esteban Martínez (Pirincho) como
bandoneonísta y arreglador.
Allí viajó con su mujer y su hijo mayor. Según nos cuenta
ella, fue un año altamente prolifero para él, trabajo mucho,
grabó y además conoció a Julio Sosa, a quien, años más tarde
-ya en Buenos Aires y siendo el Varón del Tango-
acompañaría en una grabación.

1948 – 1950 Alberto Castillo –Realizo con él varias


grabaciones y películas, siendo el Director de la Orquesta por
dos años.
Fulvio Salamanca, quien tenía una estrecha vinculación con
Rovira, ya que eran vecinos de Parque Chacabuco, había
dejado la orquesta de Rodolfo Biagi.
Rovira estaba dirigiendo la de Alberto Castillo. Cuando se fue
el bandoneonísta Nicolás Parasino, lo invitó a ocupar ese lugar
a Salamanca.
El 4 de Junio de 1950 nació el segundo de sus hijos varones:
Jorge Luis Rovira.
1951 – 26 años – Roberto Caló
Trabaja con la orquesta de Roberto Caló, hermano de Miguel
Caló, como pianista.

1952 – 27 años
Forma orquesta propia actuando en Radio Splendid.

1953 al 1955
Con orquesta propia viaja a Europa, actuando en Portugal y
España.

1956 - 31 años – Alfredo Gobbi


Violinista, compositor y director, nació en Paris, el 14 de
mayo de 1912, donde se hallaban sus padres ‘los Gobbi’, uno
de los duetos vocales más celebrados de la época.
Aquerenciado luego en la porteña barriada de Villa Ortúzar,
inicio sus estudios de violín a los 6 años, llegando a
convertirse en ‘el violín romántico del tango’.
Su trascendente contribución a la estilística del genero,
encierra ese ‘algo’ tan suyo, y a la vez tan difícil de definir,
ese ‘algo’ de la escuela de De Caro, ese ‘algo’ de Di Sarli (que
tampoco es la refundición de dos tendencias tan dispares),
ese ‘algo’ del tango de siempre.
Del tango de Alfredo Gobbi, que en el expresivo lenguaje del
jazz se llamaría ‘swing’, y que no tiene equivalente verbal
entre nosotros.
En mayo de 1947, la orquesta de Alfredo Gobbi,
definitivamente incorporada a las más representativas
expresiones del tango moderno, inició su labor discográfica en
la RCA Víctor, que habría de prolongarse hasta 1957, en cuyo
periodo están comprendidas las realizaciones interpretativas
que mejor definen la manera de expresar el tango.
Existe un LP con 14 obras instrumentales que en su
momento el Dr. Luis Sierra tuvo el privilegio de seleccionar
para la empresa grabadora, que constituyen indudablemente,
la mejor síntesis y el claro testimonio de una de las
expresiones musicalmente más interesantes de todas las
épocas del tango.
Las obras seleccionadas fueron las siguientes:
La viruta (V. Greco); Jueves (R. Rossi y U. Toranzo); El
Incendio (A. De Bassi); Orlando Goñi (A. Gobbi); Racing Club
(V. Greco); Chuzas (A.Bardi); Pelele (P. Mafia); La Catrera
(A. de Bassi); El Andariego (A.Gobbi); Nueve Puntos (F.
Canaro); Camandulaje (A.Gobbi); El Engobbiao (Eduardo
Rovira) y esas dos verdaderas joyas instrumentales, modelos
de interpretación y arreglo que son Puro apronte (D.
Platerote) e Independiente Club (A. Bardi), esta última una de
las más bellas páginas de Bardi, que casi todos ignoran.

1957 – 32 años Orquesta Eduardo Rovira con Alfredo


del Río
Con esta orquesta: Eduardo Rovira (bandoneón), Osvaldo
Requena (piano), Aquiles Pedro Aguilar (violín) grabaron:
Lado 1
Frente al Espejo (voz del Río)
Bandó
Yo quería ser feliz (voz del Río)

Lado 2
El novio (voz del Río)
Junto a tu corazón (voz del Río)
Quejas de Bandoneón

1958 – 33 años Orquesta Eduardo Rovira con Jorge


Hidalgo y José Berón
Con esta orquesta graba un simple:

Lado 1
Madre de los cabellos de plata

Lado 2
Por quererlo así

El 11 de Enero de ese año nace su tercer hijo: Roberto


Horacio Rovira.
1959 – 34 años – Trío Osvaldo Manzi - Octeto La Plata.
Osvaldo Manzi organizó una orquesta musical-bailable de
vigorosa personalidad y corta trayectoria. Entre sus músicos
se destacaron Eduardo Rovira en bandoneón y Reynaldo
Nichele en violín.
Fue Nichele quien tentó a Rovira para trabajar con él en el
Octeto La Plata, lo que seria para ambos una larga carrera
juntos. Allí ingreso como arreglador y algunas veces como
bandoneonísta. El cantante era Juan Carlos Ousset. Allí se
incorpora ese mismo año Fernando Romano.
A fines del mismo año formaron un conjunto llamado “Los
Cuatro”: Osvaldo Manzi en el piano, Eduardo Rovira en
bandoneón, Kicho Díaz en contrabajo y Silvia del Río la voz
femenina que interpretaba los temas cantados.
“El Grupo” como también lo llamaban se presentó en
televisión y también en la boite ‘Le Mans’ de Suipacha y
Córdoba.

Osvaldo Manzi, nació en el Barrio de Boedo, el 31 de Agosto


de 1925 con el nombre de Osvaldo Ramón Manzione. Estudio
música con Eduardo Velisone y en el Conservatorio Nacional,
piano, acústica y contrapunto. Debuto como pianista en una
orquesta de barrio, pasando a formar parte en el conjunto
estable de Radio del Pueblo, durante 1941 y 1942.
Posteriormente integro las agrupaciones de Florindo Sassone,
Miguel Zabala, Elvino Vardaro, Edgardo Donato, Manuel
Buzón, Joaquín Do Reyes y Enrique Alessio. En el año 1955
reemplazo a Carlos Fuigari en la orquesta de Aníbal Troilo.
Durante 1959 formó su propia orquesta con el cantor Fontán
Reyes. Más tarde, luego de su actuación en el conjunto “Los
Cuatro”, fue requerido en varias oportunidades por Astor
Piazzolla. Grabó discos con su propio trío e integró el conjunto
de Quique Lannoo. Falleció en 1965.

Kicho Díaz –notable músico considerado en su época como el


primer contrabajo del tango por la proyección integral de su
estilo, calidad sonora, sentido del apoyo orquestal, jerarquía
interpretativa y notable instinto del tango.
Nació en Buenos Aires el 21 de enero de 1918 y fue bautizado
con el nombre de Enrique Díaz. Inicialmente fue guitarrista,
integrante del trío “Los Niños Díaz”, junto a sus hermanos
David y José. Luego estudio el bandoneón, con el cual toco en
la orquesta de Juan de Dios Filiberto cuando actuaba en el
‘Pabellón de las Rosas’. Su hermano José lo introdujo en los
secretos del contrabajo, instrumento que adopto
definitivamente. Con él actuó en los conjuntos de Anselmo
Aieta, Aníbal Troilo, Troilo-Grela, Lucio Demare, Los Cuatro,
Astor Piazzolla, el Quinteto Real, Mariano Mores, el Cuarteto
Musical Buenos Aires y el Sexteto Mayor.
Kicho Díaz fue Académico de Honor en la Academia Nacional
del Tango.

1960 – 1967 - 35 años - Eduardo Rovira y su


Agrupación de Tango Moderno y simultáneamente Los
Solistas del Tango bajo la dirección de Reynaldo
Nichele como bandoneonísta y arreglador.

1967 – 42 años – Corno Ingles y Orquestador de la


Banda de la Policía de la Provincia de Buenos Aires.
Cumplo en: ‘agregar elogios y algunas gracias al jovato (*)
Lombardo’ de parte de Eduardo Rovira.
(jovato = expresión del lunfardo que significa viejo al revés)
El maestro Lombardo –quien había tocado con Fresedo- fue
quien creó esta inusual formación. El convocó a cantidad de
músicos que pese a haber nutrido las filas de las grandes
orquestas, se encontraban por entonces sin trabajo.

1970 – 45 años - Quinteto de Vientos


Ya radicado en La Plata, continúa en la Banda de la Policía
como arreglador hasta su muerte. Simultáneamente forma
un quinteto de vientos y bandoneón, que integran: Julio Pardo
en flauta y clarón; Enrique García Mayer en oboe y saxo
tenor; Salvador Pace en clarinete; Víctor Valledor en fagot;
Armando Issi en corno; Eduardo Rovira en bandoneón, corno
inglés y piano.

1971 – 46 años
Termina aquí su currículum de puño y letra y declara lo
siguiente:
OBRAS:
Tangos: 80
Música de Cámara: 50
Música Sinfónica: 25

En los próximos 9 años triplicaría su obra.


CAPITULO V – 1954 – 1956 PORTUGAL Y ESPAÑA

Al comienzo del año 1952, Eduardo Rovira, había formado una


orquesta propia con José Luaces y Juan Carlos Fabri –entre otros-
que debutó en Radio Splendid, teniéndolo esta vez a Eduardo Rovira
como pianista.

Nada duraba, los tiempos no eran buenos. El 17 de diciembre de


1951, su padre Eduardo Marcial Rovira, había muerto de un cáncer
de garganta, lo que lo había deprimido intensamente –había
permanecido al lado de su padre, tres días con sus noches sin
moverse, esperando ese último momento-; más algunas situaciones
cotidianas que no le permitían crecer, de acuerdo a lo que él
necesitaba. Decidió probar suerte en Europa, poniendo así la
suficiente distancia, para poder aclarar su mente y su corazón.
Deja a su mujer y sus dos hijos y con “Eduardo Rovira y su
Orquesta”, integrada por 11 músicos, uno de ellos el bandoneonísta
Ángel Álvarez y el cantante Juan Carlos Fabri, se embarcan en el
‘Santa Maria’ en Enero de 1954 contratados por el empresario José
Miguel para debutar en la boite ‘Miami’ en Lisboa.
En la misma boite actuaba Alfredo Alaria con su Compañía de Baile
Sud Americana.

En la revista “La Cumparsita” del 17 de Diciembre de 1953 aparece


una nota, bajo el titulo:
“Eduardo Rovira, a Portugal – Han firmado contrato”:
“Eduardo Rovira es un valor promisorio. Su carrera, iniciada en la
orquesta que formara el malogrado Orlando Goñi, lo llevó luego,
sucesivamente, a los conjuntos de Miguel Caló y Osmar Maderna,
hasta que finalmente, a mediados del año 1952, formó su orquesta
propia, con la que debutó en Radio Splendid.
Es interesante destacar, en torno a Rovira, que habiendo sido
bandoneonista durante muchos años, abandono últimamente la
ejecución de este instrumento para revelarse como un consumado
pianista.
Va a Portugal

Rovira, con los integrantes de su conjunto, esta prácticamente con


un pie en la escalerilla del avión, que ha de conducirlo a Portugal,
donde debe cumplir una serie de importantes contratos.
Posteriormente tiene programadas presentaciones en Madrid y
Barcelona, culminando la gira con una actuación en uno de los
más importantes cabarets de París.

Las gestiones para éste viaje de Rovira, lo ha realizado un


muchacho argentino, residente en Portugal: Carlos Gómez, que
habiéndose trasladado hace muchos años a Lisboa para jugar al
fútbol, se radicó definitivamente en el bello país lusitano.

Rovira y por circunstancias especiales, desde Buenos Aires se le


ofreció a cambio de esta orquesta, otra que iba a ser formada por el
bandoneonista Eduardo Corti. Los empresarios portugueses
insistieron en contratar a Rovira y ante ese reclamo, éste ha
accedido a realizar el viaje, y la partida, como decimos, es ya
inminente.
Deseamos vivamente a Eduardo Rovira que su estada en Lisboa le
sea particularmente grata, y que su actuación, tanto en ésa como en
las demás ciudades mencionadas, constituya un gran éxito
artístico.”

Después de cumplir su contrato de tres meses en Lisboa pasan a


Madrid para actuar en la “Bodega del Calderón”.

José Luaces, funcionando como corresponsal, escribe a la revista


“La Cumparsita” lo siguiente:
Tengo el agrado de enviarles nuevas noticias, esta vez desde
Madrid, la maravillosa capital de España. Después de los éxitos
obtenidos en Portugal por la “Orquesta de Eduardo Rovira”, con
un plantel de excelentes músicos y las interpretaciones vocales de
Juan Carlos Fabri, pasamos a España, donde fuimos recibidos con
general simpatía y de inmediato comenzamos nuestra labor, que
tiene varias facetas. Actuamos en televisión y luego de la pausa
establecida por la celebración de la Semana Santa, debutamos en
“Casablanca”, lujosa y muy importante casa de fiestas, como
llaman aquí a los dancing.
Tenemos el orgullo de haber debutado como atracción y nos
presentamos a diario, constituyendo un verdadero suceso cada
interpretación de nuestros tangos, que en realidad es una música
bien conocida desde hace muchos años.
En cuanto a las actividades futuras, pasaremos nuevamente a las
tierras lusitanas, donde actuaremos en los mejores casinos del país.
Además tenemos propuestas para ir a Barcelona y a Beirut, donde
según nos han dicho, el tango gusta mucho, para actuar en el casino
‘Líbano’.

El 10 de Agosto de 1980, Hilda Guerra publica en La Opinión


Cultural un reportaje póstumo de Eduardo Rovira, en el que, unos
días antes de su muerte, le cuenta de sus experiencias en Europa:

“Me tuve que ir en 1954 -tenía 27 años- estuve dos años y tres
meses. Si tuviera que hacerlo otra vez, lo haría, aunque no me
fue bien. El tango no gusta en España. Me fue mal desde el punto
de vista comercial, no así en cuanto a experiencias.

Partí los primeros días de enero de 1954, con una orquesta de 14


músicos, el cantante era Juan Carlos Fabri, que cantaba con Caló.
Nos fuimos en el viaje inaugural de regreso del barco portugués
Santa Maria. Allí escuché un fado que se llamaba ‘Canción del
Mar’, saqué la melodía y la transcribí para Tango. La estrené en
Lisboa. Es la canción central de la película ‘Los Amantes del Río
Tajo’.
Trajé también de España ‘Madre de los cabellos de Plata’ hecha en
tiempo de Tango.
Cuando llegamos a Lisboa, durante el carnaval, trabajamos en
una boite llamada ‘Miami’. También trabajamos en un teatro con
14 orquestas más. En todos los pisos del teatro había una. A nuestro
show lo llamamos ‘Conciertos de la Orquesta Argentina”.
Cuando llegamos a Madrid, nos contrataron en una boite de la
Gran Vía: ‘La Parrilla de Rex’. El dueño, sabiendo que con la
orquesta no iba a pasar nada, igual nos contrato para estar con él
un mes. Tocábamos hasta dos tangos seguidos –y eso que
interpretábamos los más conocidos- al tercero la gente nos miraba
mal. El patrón a los 15 días nos pidió que hiciéramos música
brasilera. Escribí 15 ó 20 temas. Corral tocaba en los pitos del
bandoneón, bien arriba e imitaba la flauta, yo tocaba la batería,
algunos músicos tocaban instrumentos de percusión y el resto
instrumentos de cuerda. Aprendí los ritmos escuchándoselos a un
músico de jazz que estaba allí. Hacíamos las prácticas en la
pensión, tomando como batería la caja del bandoneón.
De allí fuimos a Barcelona, luego pasamos otra vez a Portugal.
Recorrimos todos los casinos y playas de Portugal, es donde más
gusta el Tango.”
.
En el ‘Grande Casino Peninsular’ anuncian el 25 de septiembre de
1954 a las 22:30 hrs. “Festa a Portuguesa” y a Eduardo Rovira
como la ‘Mejor Orquesta Argentina’ (“A Melhor Orquestra
Argentina”).

Tuvimos contrato para Casablanca. No pudimos ir por el estado


de guerra y volvimos a España. Allí comencé mal. La radio era del
Estado. Tuvimos que dejar cintas grabadas para que las
distribuyeran, tuve la mala fortuna de grabar ‘Como abrazado a
un rencor’…nos miraron bastante mal…era la España de Franco.
Quedamos solamente 3 o 4 muchachos. Hicimos un conjunto de
música popular que duro muy poco. Nos fuimos a Mallorca y luego
me quede sólo en Barcelona, con la idea de poder llegar a Paris
para seguir estudiando.
Vivía en una pensión del Barrio Chino y vinieron a verme de una
compañía de teatro ambulante porque se les había muerto el
acordeonista. Recorrí con ellos 174 pueblos de toda Cataluña.
Teníamos que subir a algunos pueblos con el camión playero que
llevaba la leche. No había otro medio. En los cafés se armaba un
tablado y actuábamos. Se rifaba por ejemplo una botella de vino y
se vendían números, de allí sacábamos el sueldo. Eso lo hice
durante un año largo.
Cuando llegábamos a un pueblo debíamos pedir permiso al
párroco del lugar; ese día en la Costa Brava sobre Los Pirineos al
medio día hacia 14 grados bajo cero, por la noche bajaba a -30.
Después de conseguir el permiso –por un solo día nomás- no se
podía hacer la función porque el payaso se había quedado sin voz.
Yo que lo acompañaba en el bandoneón y con el saxofón
interpretando pasos dobles, lo tuve que reemplazar. Fue
terrible…creo que comencé a hablar conmigo mismo en voz alta, la
gente comenzó a reír. De la impotencia se me cayeron las
lágrimas…y la gente aplaudía cada vez más”

Estas vivencias de Eduardo, que son poco conocidas, nos ayudan a


conocer al hombre. Rovira, dueño de sus silencios, terriblemente
introvertido, en ningún momento menciona sus emociones, o el
porqué de las cosas. Curiosamente no le cuenta a Hilda Guerra nada
personal. Tampoco le habla de su madre o de su mujer y de sus dos
hijos pequeños que habían quedado en Buenos Aires; ni tampoco
cuenta que para volver –lo que se había convertido en una
necesidad- su suegro Felipe Defina, le tuvo que girar la plata para el
viaje (plata que había ganado sacándose ‘la grande’). (*) El premio
mayor de la Loteria.

Tenía un perfil muy humilde. No le importaba el cómo, sino el


porqué. Podía vivir en pensiones, trabajar de cualquier cosa para
ganar algo de plata y al mismo tiempo adquirir conocimientos.
Eduardo Rovira regresó con 30 años en Abril de 1956, sin haber
podido llegar a Paris que fue el gran objetivo de este viaje. De
haberlo logrado se hubiese encontrado con Astor Piazzolla.
CAPITULO VI – 1961-1968 EDUARDO ROVIRA Y SU
AGRUPACION DE TANGO MODERNO

Al comienzo de los 60’s se produce un momento crítico para el


tango típico, para la llamada música ciudadana. Buenos Aires
estaba viviendo un terremoto cultural con importantes cambios para
nuestra historia. Rovira se inserta dentro de un importante sector
cultural que adhiere a la vanguardia tanguistica, y que rechaza
cualquier propuesta que huela a reiteraciones nostalgiosas del
pasado.

Su ‘Agrupación de Tango Moderno’ nace en Septiembre de 1961,


casi como una continuación del ‘Octeto La Plata’ con quien se había
vinculado en 1959, dirigido por Omar Rufino Luppi y en la que
Rovira hacia los arreglos.
Rovira ya lo había incorporado un año antes a Fernando Romano en
el contrabajo, y ante la firma de dos contratos para tocar en vivo en
Radio Splendid y Radio Belgrano, le puso su nombre además de su
bandoneón y sus arreglos.
Estaba formado por: Reynaldo Nichele en violín solista, Leopoldo
Soria en piano, Ernesto Citón y Héctor Ojeda en violines, Mario
Lalli en viola, Enrique Lanoo en violonchelo y Fernando Romano en
contrabajo.

El autor de tangos Eduardo Parula era en 1960 representante


artístico de Piazzolla. Al separarse poco después de Piazzolla, Parula
se convierte en promotor de los trabajos de Rovira. Poco después
Parula forma y preside el “Circulo Amigos del Buen Tango”,
propulsor del nuevo tango, con realización de festivales de Tango
Contemporáneo en Facultades y Teatros.

El ‘Circulo Amigos del Buen Tango’ en un espectáculo llamado


‘Sesión de Tango’, presentó a la “Agrupación de Tango Moderno”
en público por primera vez el 1 de Diciembre de 1961, en un
impresionante recital en el Aula Magna de la Facultad de Medicina
- Paraguay 2155.
El programa comenzaba a las 21:30 hrs. con una Conferencia a
cargo del periodista Enrique Ducca: “Con el Tango en la
Vanguardia”.
A las 22 hrs. anuncian la actuación de Eduardo Rovira interpretando
12 temas.
A las 23 hrs. “Improvisaciones sobre temas de Tango”

Por segunda vez en Buenos Aires se realizaba una sesión de


improvisaciones en tango, que estuvo a cargo de prestigiosos
interpretes de nuestra música popular.
Todo el espectáculo fue transmitido por LR3 Radio Belgrano.
Todos los temas interpretados por Eduardo Rovira y su Agrupación
ya habían sido llevados al disco por el sello Record.

1961 – L.P. “Tangos en una Nueva Dimensión”

Eduardo Parula escribió en la contratapa del disco: “Eduardo Rovira


alentó por años la inquieta esperanza de ver concretadas en
realidad sus aspiraciones, amasadas en el rigor de largas esperas y
permanentes postergaciones.
Dotado de una sutil imaginación y de profundos conocimientos
musicales, se abría camino duramente en la actividad “comercial”
del tango, mientras paralelamente ensanchaba el núcleo de sus
admiradores con la incuestionable valorización de sus grandes
obras. Había encontrado un estilo y un sentimiento, y a ellos se
abrazó con el fervor de un esteta.
Claro y categórico, no acepto jamás insinuaciones ni enmiendas en
su línea trazada…sentía así la música popular. Volcaba así sus
emociones. Nunca pretendió suplantar a la canción ciudadana por
la que siente profunda admiración, con su particular disposición
vanguardista. De allí que se resiste a enmendar la plana
cambiando la estructura melódica del autor.
Sostiene que todo lo realizado hasta ahora, debe permanecer sin
alteraciones como expresión determinante de una etapa en cuyas
fuentes él mismo se nutrió y que respeta, pero viviendo el momento
actual, se identifica con la nueva sensibilidad musical y la proyecta
a través de sus originales creaciones. Por eso es que Rovira no
orquesta otros tangos que no sean los que se adaptan a su estilo.
Por eso es que Rovira toma únicamente tangos modernos…
En ese permanente trashumar con su verdad aceptada por pocos
(robustecida ahora por muchos) bregaba incansablemente.
Encontró calor en un grupo orientado hacia una corriente
evolucionada y formo su conjunto con el que hizo exitosas
incursiones radiales y presentaciones rubricadas con sostenidas
muestras de adhesión. Actuó en el “Círculo de Amigos del Buen
Tango” e inmediatamente todos los diarios importantes del país
ponderaron en extensas crónicas la repercusión lograda, señalando
que configuraban una excelente y nueva expresión, avalada por
una gran calidad interpretativa.
Eduardo Rovira gano tácitamente una consideración especialísimo
entre todos aquellos que entienden que el tango tiene diversas
fórmulas. Estaba haciendo impacto en la emoción popular, pero
hacía falta el disco que registrara el indiscutible valor de sus
magnificas interpretaciones…
…y aquí en este L.P. están amalgamadas las ilusiones de Rovira, las
obras de vanguardia, y la paciente y tesonera labor de cada uno de
los integrantes de su agrupación…”

Integran esta agrupación:


Eduardo Rovira – bandoneón, director y arreglador
Reynaldo Nichele – Violín solista
Ernesto Citón – Violín
Héctor Ojeda – Violín
Mario Lalli – Viola
Enrique Lannoo - Violonchello
Fernando Romano – Contrabajo
Leopoldo Soria – Piano.
Los temas grabados fueron doce:

Sónico – E. Rovira
Baile de Etiqueta - R. Nichele
Melancólico Buenos Aires - A. Piazzolla
Preludio de la guitarra abandonada – E. Rovira

Patético – Jorge Caldara


Febril – E. Rovira
Edición Extra – J. A. Moreno
A Horacio Paz – E. Lannoo
Tristoscuro – E. Rovira
Tango del Ángel - A. Piazzolla
Abril – E. Duca/M. Francini
A los amigos – A. Pontier

1962 – L.P. ” Tango Buenos Aires - Opus 4”, Suite de Ballet


(para 8 instrumentos) -serie de movimientos- en dos partes: seis
cuadros en la primera y cinco en la segunda.

En Junio de 1962, en un concierto que tuvo lugar en el Aula Magna


de la Facultad de Medicina, se escucharon los primeros cuatro
movimientos de la suite, precedidos por lo poemas de Guibert
dichos por el mismo poeta y presentada por Luis Sierra.
En marzo de 1962, Parula gestionó la grabación en Microfón de la
Suite con el octeto Eduardo Rovira y su Agrupación de Tango
Moderno, con un cambio: Hugo Baralis como violín solista
reemplazando a Nichele; según me cuenta Fernando Romano,
Rovira y Nichele solían pelearse asiduamente por cosas
generalmente menores, aunque no ignoraban que tocando eran el
uno para el otro. En el momento de grabar la suite, transcurrían los
tiempos de una de esas peleas y Eduardo no tuvo otra alternativa
que colocar a Baralis en su lugar.
Según Romano, el espacio de Nichele era imposible de
llenar…aunque reconoce que Baralis no estuvo mal, pero que
Nichele hubiese sido mejor’.

Fue grabada en dos L.P.: Eduardo Rovira en bandoneón, dirección y


arreglos; Hugo Baralis (violín solista); Ernesto Citón (violín);
Héctor Ojeda (violín); Mario Lalli (2do. Violín); Enrique Lannoo
(violonchelo); Fernando Romano (contrabajo); Leopoldo Soria
(piano).

Primera parte

Primer Cuadro Pasos en la Noche


Segundo Cuadro Pájaro del alma
Tercer Cuadro Las casas de las Chinas
Cuarto Cuadro Hombre Tango
Quinto Cuadro Centenario (Recuerdos de Viaje)
Sexto Cuadro Conventillo (Fiesta)

Segunda parte

Primer Cuadro Músicos (El violín de mi Ciudad)


Segundo Cuadro Trilogía
Tercer Cuadro Sonata Baja
Cuarto Cuadro Ciudad Tango
Quinto Cuadro Supersónico

La portada fue ilustrada por Diego Mújica y Carlos Claiman.

Eduardo Parula, Presidente del ‘Circulo de Amigos del Buen Tango’,


escribió en la contratapa del disco: “Todas las inteligentes
posibilidades renovadoras caben dentro de la temática del tango,
cuando la tarea creativa la afronta quienes lo han cultivado
aportando, además de la genuina sensibilidad ambiental, una
sólida preparación musical. Así piensan los que alientan el
movimiento evolutivo, que ya ha dejado su etapa experimental,
para proyectarse hacia una definitiva y consagrada realidad.
Es a Eduardo Rovira –elevado exponente de esta corriente
innovadora- a quien le corresponde la paternidad de componer
“Tango Buenos Aires - Opus 4” Suite de Ballet, primer Suite con
temas de folklore ciudadano, en una cuidadosa exaltación de la
esencia, los tipos y las situaciones del inspirado libro de poemas
“Tango” de Fernando Guibert.
Una obra de esta magnitud en la que aparece Eduardo Rovira en su
múltiple condición de compositor, arreglador, director y ejecutante,
tuvo necesariamente que repercutir por cuanto ya estamos en
presencia de un verdadero acontecimiento, como es el llevar el
tango a las etapas superiores de la música, para abarcar todos los
sectores ávidos de expresiones elevadas, dentro y fuera del país de
origen.
Un anticipo señalador del gran espectáculo que se prepara con la
inclusión coreográfica a cargo de la Asociación Amigos de la
Danza, en el Teatro General San Martín, fue brindado en el acto
realizado en el Aula Magna de la Facultad de Medicina por el
‘Circulo de Amigos del Buen Tango’, donde una numerosa
audiencia rubricó con sostenidas muestras de adhesión la
impresión que produjo, a la que se asociaron el periodismo y la
crítica con verdaderas ponderaciones hacia éste avanzado paso,
consagratorio del esfuerzo tenaz de un músico joven de indiscutido
talento y de bien probada sensibilidad.
Al ‘Circulo de Amigos del Buen Tango’ le corresponde el honor de
haber propiciado este acto trascendental, y al sello Microfón el
plasmar en la placa sonora en un cuidadoso registro, el contenido
de una obra valiosa que ya tiene ganado el legitimo derecho de ser
la primera en su género y de perdurar en la discoteca del más
exigente cultor de la buena música o del más fervoroso admirador
del buen tango.”
A pesar de existir el proyecto de estreno para septiembre u octubre
de 1962 en el Teatro San Martín bajo la dirección coreográfica de
Oscar Araiz –talentosisimo bailarín vanguardista y coreógrafo de
danza moderna- Rovira en persona le entrego su disco y le pidió a
Araiz que elaborara una coreografía para su suite, reconociendo de
esta manera un par talentoso, el único capaz de ponerle movimiento
a su obra. ‘Tango Buenos Aires’ nunca subió a escena en versión
completa, es decir como suite de Ballet.

Apenas comencé esta investigación, lo busqué a Oscar Araiz, ya que


yo era una admiradora suya desde los 70’s.
No tengo muchas palabras para explicar mis sentimientos cuando fui
recibida en su casa. Le lleve todo la música que tenía grabada en ese
momento de Rovira y obtuve lo que había ido a buscar: su promesa
de que lo que Rovira había deseado en su momento y que había
quedado trunco en el tiempo, se hiciera realidad. Acordamos que el
le pondría su coreografía a la Suite y que yo lo produciría.
Nos vimos muchas veces, compartimos momentos juntos y
cultivamos una amistad que me llena de orgullo.
Finalmente a fines de 2007, una lucecita se encendió en la vida de
Araiz y la mía. Sentíamos que aún no era el momento para la suite,
recién ese año, se había comenzado a gestar la suma de talentos de
Cesar Stroscio/Pino Enriquez/Saúl Saks, que con la Sinfónica de la
Universidad del Sur de Dinamarca, comenzaron a arreglar y ejecutar
música de Rovira, en una escala antes nunca ejecutada; excepto por
Rovira mismo en su etapa de La Plata.
Araiz fue convocado por una empresa japonesa que realiza giras de
tango por Japón, para que eligiese una obra para ponerle coreografía
y sumarse de esta manera a dicha gira. Araiz encontró su
oportunidad de poner uno de los temas de la suite: “Trilogía”.
Conociendo mi ansiedad, me llamó cuando ya estaba listo para el
ensayo final. Los primeros días de diciembre de 2007, Roberto y yo,
nos sentamos a ver esa coreografía bailada por 4 parejas. Nunca
olvidaré los profundos y emocionados momentos que vivimos. No
nos importaba mucho lo que estábamos viendo, estábamos
sumergidos en emociones tan intensas…mínimamente habíamos
alcanzado el deseo conjunto de Rovira/Araiz con la suite.
Oscar manifestó sus sentimientos cuando le puso nombre y texto a
su coreografía, para que esta fuese colocada en los programas de
mano en Japón:
Tango Reo
“Si nos atenemos al Diccionario, la palabra REO está relacionada
con lo delictivo, la traición, el crimen. Pero también existe una
forma de hablar, un andar, un movimiento, que por sus orígenes
oscuros el tango adopta como estilo.
TANGO REO está coreografiado sobre el tema TRILOGÍA de
Eduardo Rovira. Conocí a éste compositor, hoy desaparecido, en la
década de los 70, cuando me propuso hacer un ballet sobre su suite
TANGO BUENOS AIRES. En ése momento el proyecto no prosperó
por falta de producción.
De éste modo, quedó una deuda personal que hoy intento amortizar
con ésta coreografía sobre TRILOGÍA, que forma parte de TANGO
BUENOS AIRES, y que, como un "work in progress", puede ser el
embrión de un futuro espectáculo.
Es por lo tanto un pequeño homenaje a Eduardo Rovira, un
prolífico autor de bajo perfil y en su momento eclipsado por el
brillante Astor Piazzolla, con el deseo de colaborar en el rescate de
su obra”

Oscar Araiz – Diciembre de 2007

Deseo aclarar lo siguiente: en el CD de Sony que existe actualmente


en el mercado, existen puntos a tener en cuenta: El nombre completo
de la obra es precisamente ‘Tango Buenos Aires - Opus 4’ Suite de
Ballet y estuvo basado en el poema ‘Tango’ de Fernando Guibert.
José Daniel Viacava elaboró el argumento para la coreografía, que
nunca se utilizó.
La explicación del argumento y de la técnica musical de la misma,
estuvo firmado en su momento por Eduardo Parula –como
representante de Rovira y porque él no quería poner su nombre
también allí porque le parecía redundante- pero fue escrita por el
mismo Rovira.

Entre las personas que conocí admirador y coleccionista de Rovira,


hay un señor de nombre Horacio Domínguez –quien durante años
condujo un programa en Radio Municipal- que tuvo el privilegio de
estar presente en una de esas presentaciones del Círculo. No se
acuerda bien si fue en la Facultad de Medicina o en la de Derecho,
pero había concurrido a escucharlo a Rovira. Su recuerdo incluye el
haber visto a Alfredo Gobbi –ya mayor- sentado entre los jóvenes
viendo y escuchando a su otrora músico.

El miércoles 4 de diciembre de 1963 a las 21:30 hrs. el “Circulo


Amigos del Buen Tango” invitó al Teatro Santa Maria del Buen
Ayre – Montevideo 842 a un recital de tango, presentando las dos
máximas figuras del sello Microfón Argentina: Atilio Stampone y
Eduardo Rovira. Los temas interpretados por su agrupación fueron
los ya grabados como:

1963 – L.P “Tango Vanguardia” grabado como serie de las


producciones “Circulo Amigos del Buen Tango” utilizando el
septimio: E. Rovira (bandoneón y arreglos); R. Nichele (violín
solista); E. Citón (violín); M. Lalli (2do. Violín); E. Lannoo
(violonchelo); F. Romano (contrabajo); O. Manzi (piano).

Los tangos elegidos fueron:


Simple (O. Manzi): Contrariamente a lo que señala su título, esta
obra pone de relieve un complejo tratamiento basado en
superposiciones rítmicas.
Bandomanía (E. Rovira): Para bandoneón y cuerda. Inspirada en
el instrumento más representativo del tango: el bandoneón. Su
desarrollo contrapuntistico ofrece la novedad de destacar recursos
totalmente desconocidos que aportan al compositor moderno la
posibilidad de usar un nuevo timbre en la elaboración de cualquier
género musical. Solista: Eduardo Rovira.
Elegía para el amigo negro (E. Lannoo): El tema dado por el
violoncello, autor de la obra, es desarrollado en forma
contrapuntistica por la agrupación. Solista: Enrique Lannoo, a
cuyo cargo queda la comprometida cadenza.
Contrapunteando (E. Rovira) Para 5 instrumentos. Esta obra,
elaborada contrapuntisticamente para cinco instrumentos, no utiliza
el piano.
Para Piano y Orquesta (E. Rovira): Obra dedicada al piano. Hasta
ahora, y dentro de las formaciones de tango, se le dio al piano
prácticamente el carácter de instrumento de percusión.
Esta composición de Rovira lo ubica en su verdadero lugar con el
notable concurso de Osvaldo Manzi, uno de los pocos músicos
capaces de afrontar la responsabilidad de solista, en páginas de tan
dificultosa interpretación.
Monotemático (E. Rovira): Como su nombre lo indica, consta de un
sólo tema, en el cual están explotadas las posibilidades armónicas y
contrapuntisticas, que el autor ha creído conveniente introducir.
Serial Dodecafónico (E. Rovira): Por primera vez en el tratamiento
de una obra de tango, se emplea la técnica Serial Dodecafónica,
ordenada y reglamentada por Arnold Schonberg. Corresponde este
honor a Eduardo Rovira como autor e intérprete y al resto de los
músicos como eficaces ejecutantes.
Gente (José M. Moreno): La obra y el tratamiento orquestal rico en
matices y sonoridades, describen musicalmente el transitar incesante
de las personas sobre la ciudad febril, moderna y pujante.
Nostálgico (Julián Plaza): Su elevada construcción y emotivo
desarrollo, quedan evidentemente expresados en el quinteto de
cuerdas de la agrupación.
Triálogo (E. Rovira): Construída en base a un preludio y una
fughetta tiene, como lo exige su forma musical, su correspondiente
stretto. El diálogo lo mantienen tres instrumentos: Reynaldo Nichele
(violín), Osvaldo Manzi (piano) y Eduardo Rovira (bandoneón) y la
cadenza de piano corresponde al Concierto en la mayor Kochel
Nro.488 de W.A. Mozart.
Dos Imágenes (Carlos Buono): El tema lo da el bandoneón y se
desarrolla luego en forma contrapuntistica integral con el resto de la
agrupación. La primera imagen musical es totalmente rítmica y ha
sido tratada a cuatro voces, y la segunda la desarrolla el piano en un
andante sobre el pedal de dominante.

La portada del disco lleva una reproducción de Pedro Gaeta, titulada


‘El Bandoneonísta’, dedicada a Eduardo Rovira, y el análisis
musical es del mismo Rovira.
Eduardo Parula, Presidente del ‘Circulo de Amigos del Buen Tango’
escribe en la contratapa: “Una de las características que más
definen la vigorosa personalidad musical de Eduardo Rovira es su
inquieto espíritu renovador. Entiende que quedarse aprisionado en
moldes tradicionales es retroceder.
Pero esta preocupación que lo impulsa a la búsqueda de lo nuevo o
distinto, no es la resultante de una afán exhibicionista para ubicarse
en una caprichosa actitud combatiente, sino la consecuencia del
desborde poco común de conocimientos musicales que, aplicados
al tango, lo obligan a manifestarse en esa multiplicidad de facetas
que se observa en su obras, arreglos e instrumentaciones.
Como no entra en sus cálculos la conquista masiva del público, se
da sin reservas y sin concesiones a la labor inteligente y tesonera
de volcar en el pentagrama cuanto conoce y siente,
despreocupándose de satisfacer la demanda tradicional, si ella
conspira con la elevada calidad de la que ha hecho un verdadero
culto. Sin regateos ni contenciones para su fecunda inspiración que
ya viene elaborada tras permanentes estudios, crea su obra o
embellece la ajena, con el sabor característico que le da el Buenos
Aires actual; que es su tónica, con sus ajetreos, vivencias,
fisonomía y problemas.
La ciudad ha cambiado, y el tango también. Por eso es que Rovira
lo expresa en otro lenguaje. De otra manera no se explica que
habiendo integrado populares formaciones orquestales de tango,
emerja de ellas a través de algunos años independizado de esa
época, para discutir palmo a palmo su verdad que nace de sus
íntimas convicciones.
Estas son las razones para el nuevo L.P. ‘Tango Vanguardia’,
elaborado y construído, aplicando por primera vez la técnica
contrapuntistica en forma integral y no parcial como ha sido dable
observar. El empleo de esta técnica, como es natural, convierte
virtualmente a cada ejecutante en un verdadero solista, puesto que
el discurso musical exige una independencia absoluta entre los
instrumentistas y demanda una probada y minuciosa capacidad.
Por eso es que cada banda contiene las obras sometidas al mismo
proceso técnico, salvo las variantes incidentales que aconsejan las
circunstancias, y así, siete músicos, incluido Eduardo Rovira,
“dialogan” permanentemente y lucen sin reservas su virtuosismo
en el clima de un conjunto de cámara presentado por primera vez
para el tratamiento del tango moderno. Reinaldo Nichele y su
impecable maestria. Ernesto Citón, Mario Lalli, Enrique Lanoo,
Fernando Romano y el incomparable Osvaldo Manzi se anotan otra
vez junto a Eduardo Rovira –director y autor de todos los arreglos e
instrumentaciones de la agrupación- para la posteridad del tango
de vanguardia, por sus excelentes ejecuciones, y el apasionante
entusiasmo con que abordaron las dificultades técnicas e
interpretativas, indisolublemente unidos por la amistad y el
talento”.

Un recorte del diario Clarín del 9.1.64 bajo el titulo “El Disco y su
Comentario”, firmado por F.M.J. anuncia: “Tango Vanguardia” -
Microfón 1 - 48: “El notable bandoneonísta y director Eduardo
Rovira y su ‘Agrupación de Tango Moderno’ realizan en ésta placa
algunos de sus últimos éxitos:…..Se trata, sin duda, del más serio
exponente del denominado tango de vanguardia, en nuestro país,
que pone de manifiesto una vez más la notable calidad de sus
arreglos a través de un manejo armónico depurado. Tal vez nuestra
reticente “guardia vieja” decida finalmente prestarle el apoyo que
necesita y merece”

Cuando grababan este disco y en un alto para tomar café, Quique


Lannoo, una vez que salieran todos y sabiendo lo escrupuloso que
era Rovira, decide hacerle una broma: cambió notas en dos o tres
partituras del tema que tenían que grabar después. Cuando ya
estaban tocando, el músico que estaba tocando se equivoca porque
tocó lo que estabas escrito. No, No, No, dice Rovira. No es así. Pero
acá dice así –dice el músico-. No, no puede ser. Va Rovira, ve, me
equivoqué, dice. Seguían tocando y otra vez, No, No, No, al piano.
Ese acorde no. Rovira va, mira y dice: que boludo, cómo me pude
equivocar. Y Lanoo muerto de risa. Le había cambiado algunas
notas, pero Rovira se daba cuenta al vuelo…

1964 – Simple “A Roberto Arlt”


Eduardo Rovira y su Agrupación de Tango Moderno, graba con el
sello discográfico ‘La Rosa Blindada’, Corrientes 2565, piso 9 of. 11
de Capital, tres temas de Rovira sobre arreglos propios: “A Roberto
Arlt” - “A Luis Luchi” – “A Evaristo Carriego”.

En cuanto me enteré que el dueño de la Editorial “La Rosa


Blindada” José Luis Mangeri, no sólo vivía sino que además esta en
plena actividad, reeditando libros y otras publicaciones, me contacté
lo más rápido posible.
Como me pasó en casi todos los casos –de los que admiraron a
Rovira desde las entrañas- nos peleábamos por hablar. Escuché
muchas anécdotas interesantes, opiniones jugadas y me prometió
enviarme una gran cantidad de valioso material de su editora, para
que yo pueda adquirir y sumar conocimientos. Conocerlo me
enriqueció. El nexo había sido Oscar del Priore que les propuso
grabar un disco con los temas antes mencionados y que Rovira –sin
cuestionar a la editora que era de marcada tendencia izquierdista-
había accedido a hacerlo. Había originalmente un cuarto tema: “A
José Ingenieros”, pero debido a la métrica de “A Evaristo Carriego”
no entró.
En la portada del simple, Oscar del Priore dice: “Este disco encierra
tres temas, que presentan un significativo homenaje al tango de
Rovira –música de Buenos Aires- a la literatura de Buenos Aires, a
través de tres representantes de distintas épocas: la de Carriego,
que ya se pierde entre brumas de tiempo y rechinar de organitos
entumecidos; la de Arlt, cuya presencia y sus rabiosas y
descarnadas demostraciones de la soledad y la injusticia que
acompaña al hombre de la ciudad –como entonces Erdesain- se nos
muestran hoy en una enorme dimensión; y la época de hoy a la que
cantan poetas como Luis Luchi, que nos ayudan a advertir que no
estamos viviendo como deberíamos vivir.
Significativo encuentro entres dos manifestaciones vitales de la
ciudad: el tango y su poesía.”

Eduardo Parula: 19 de septiembre de 1964 - Se fue un Amigo del


Buen Tango
Eduardo Parula se nos murió de pronto. Sin tiempo siquiera para
medir la angustia por amigo perdido. La noticia llegó a media
mañana entre el apremio de la redacción y el ruido de las máquinas
de escribir. Y los agrandados gestos de sorpresa de quienes la fueron
recibiendo.
Muchas cosas en común, compartidas durante muchos años, ligan a
los hombres del periodismo con Eduardo Parula. Y una, principal,
traducida en fervor del tango. Desgranada, al cabo de los días en
nobles empresas de promoción, conciertos, polémicas,
publicaciones. Con Parula como protagonista central, gestor
incansable, entusiasta, arrimador de voluntades y, sobre todo, cosa
poco común en nuestro medio, realizador de verdad.
Cuando el tango –el buen tango, por supuesto- yacía arrinconado en
el olvido de casi todos, cuando nuevos ritmos imponían su dura ley
al mercado musical, Parula supo galvanizar los ánimos con el aporte
decisivo del “Circulo de Amigos del Buen Tango”. Y ya, desde
antes, al lado de los renovadores, Piazzolla primero, Rovira
después, militó en la línea de una nueva y valiosa concepción
estética.
Músicos, poetas, periodistas, todo el lírico mundo ligado a la música
popular siente hoy, en lo hondo, la pérdida de Eduardo Parula que
también fue, además de constante animador de valiosas cruzadas por
el tango, un espíritu creador de la más alta calidad. Y un gran amigo
de todos, en todas las horas.
Eduardo Rovira, encontró en Eduardo Parula, no sólo un
representante sino también un amigo al que admiraba
profundamente. Le dedicó dos temas: ‘Monroe 3307’,
correspondiente a la dirección del domicilio de Parula y el lugar
donde funcionaba el Circulo y también, y esta es la más valiosa a
nivel erudito: ‘Tango Concertante en tres movimientos’, que fue
tocada en varias oportunidades en el Teatro Colón bajo la dirección
de Pedro Ignacio Calderón.

Durante estos años juntos, por pedido de Mario Kaminsky –dueño


de la grabadora Microfón- y su representante Eduardo Parula,
Eduardo Rovira y su agrupación de Tango Moderno habían armado
un conjunto al que bautizaron “Cuarteto Lorenzo”, donde grabaron
temas para vender en el interior, bajo ese seudónimo.
Romano me cuenta lo graciosas que eran esas jornadas de grabación.
Lo hacían de noche para que nadie se enterara y tocaban chamames,
rancheras, litoraleñas, etc. Tocaban y de pronto se escuchaba a
Rovira: ‘...paren, paren, salió demasiado bien…grabemos de nuevo
pero traten de equivocarse, porque se supone que somos un grupo
de bajo nivel…’. Cada vez que Fernando me cuenta esta anécdota,
llora de risa y nos transmite a todos ese momento hilarante.
Mario Kaminsky tuvo la gentileza de bajarme a CD ese disco,
suponiendo que después de 40 años de guardar el secreto, lo podía
hacer. Los temas incluidos son:

Lado 1:
Quitapenas (pasodoble) – O:A. Manduca
Madrugada (vals) – Eduardo Rovira
Japonesita (fox trot) – Retana/Bodalo
Milonga del 900 (milonga) – Piana/Manzi
5 de Abril (ranchera) – Eduardo Rovira
El viejito del Acordeón (polca) – Aiello

Lado 2:
Yerba Nueva (ranchera) – Eduardo Rovira
Isabel (fox trot) – Battistela/Russo
La Brava (milonga) – Eduardo Rovira
La pulpera de Santa Lucia (vals) – Blomberg
La Pepa (polka) – Eduardo Rovira
Arza (pasodoble) – Eduardo Rovira

El tema “Cinco de Abril” grabado por el Cuarteto Lorenzo, tiene el


mismo nombre del que figura en “Tango en la Universidad” de O.
Tarantino, pero son temas diametralmente diferentes.
Blanca, la madre de Roberto, me cuenta que el tema 5 de Abril del
Cuarteto Lorenzo en realidad se llamaba “La hija del Boticario” y
que la letra –porque la tiene- la había escrito el padre de Eduardo.
Ignoramos porqué le cambió el nombre, intuyo que para que su
familia no supiese que él y los integrantes del Cuarteto Lorenzo eran
los mismos.

“Gente de Tango”: Un recital de ‘Tango Moderno’ en la Facultad


de Ingeniería en 1964 es el punto de partida de “Gente de Tango”,
junto a Luis Sierra, Nélida Rouchetto, Eduardo Rovira, Enrique
Francini, Osvaldo Manzi, Alberto Caracciolo, entre otros, para la
difusión alternada de intérpretes y repertorios consagrados y de
nueva generación, realizando recitales, editando libros y discos.

“Caño 14” – Mayo de 1964: Comienza a trabajar en el


recientemente inaugurado “Caño 14” de Atilio Stampone, el ex
futbolista Reynaldo Martino y el actor Pedro Aleandro.
“Caño 14” fue un lugar trascendente para los amantes del tango que
se encontraba en la calle Uruguay entre Paraguay y M.T. de Alvear.
El cantante era Hector Petroi. Rovira permaneció en el lugar sólo 6
meses.

1964 - L.P. “Circulo de Amigos del Buen Tango”: Microfón y la


distribuidora RCA Víctor Argentina llevan al disco, seis de los más
importantes exponentes del buen tango, que caracterizan la línea
musical que alienta.
“Un verano, en un instante del latir porteño, el ‘Circulo de Amigos
del Buen Tango’, abrió un camino para que transitara la auténtica
calidad creadora e interpretativa, de los cultores más
representativos y preparados que puede ofrecer la música
ciudadana, en éste auspicioso momento de un Buenos Aires
renovado.
Recorrió un trecho y entresacó valores ocultos, entre nombres y
adjetivos amurallados en una historia que no quería ser juzgada;
revitalizó factores que fueron y son pilares inconmovibles de la
más elevada expresión musical y puso en vigencia, enfrentando
hostilidades, un tango fortalecido por la concurrencia del
conocimiento y avalado por la garantía del estudio.
…seis de los más serios exponentes de la línea del buen tango, que
significan seis estilos y seis oportunidades, para elaborar un juicio
definitivo de las tantas facetas de nuestra música popular, tal como
la sienten y como la viven los que ahora sueñan y la interpretan.
Son ellos:

ANIBAL TROILO: Nombre consular, suya sola enunciación señala


la presencia del tango. Íntimamente entrelazado con el fervor
nacional.
Con su orquesta ejecuta dos obras: “Responso” (Troilo – arreglo
Astor Piazzolla) y “A mis viejos” (O. Bellinghieri – arreglo Julián
Plaza).

EDUARDO ROVIRA: Prestigioso interprete, compositor,


arreglador y director, dotado de amplios conocimientos musicales.
Espíritu renovador e inquieto en el plano de la música popular. Es
un abanderado del tango de vanguardia.
Grabó con el siguiente conjunto: Piano, Atilio Stampone (en
colaboración especial); Violín solista, Reynaldo Nichele; Violín,
Ernesto Citon; Viola, Mario Lalli; Violonchello, Enrique Lannoo;
Contrabajo, Fernando Romano – cuerdas extras: violines Alfredo
Rouco, Rolando Curzel, Pedro Aguilar; viola, Ernesto Blum;
Violoncello, Víctor Pontino.
Bandoneón, dirección y arreglos: Eduardo Rovira.
Obras: “Monroe treinta y tres cero siete” y “Policromía”.

ATILIO STAMPONE: Notable interprete, compositor y arreglador


de sólida preparación. De larga y exitosa trayectoria en el panorama
del tango. Actuó con una orquesta de 17 músicos, con Eduardo
Rovira en bandoneón en colaboración especial. Las obras fueron:
“Adiós Nonino” (Astor Piazzolla); “La Bordona” (Emilio
Balcarce).

REYNALDO NICHELE: Músico culto, integrante de


formaciones calificadas, se coloca al frente de un cuarteto integrado
por los siguientes solistas: Bandoneón y arreglador: Eduardo
Rovira – Piano: Orlando Trípode
Contrabajo: Fernando Romano – Violín Director: Reynaldo
Nichele. Las obras ejecutadas fueron las siguientes: “Inspiración”
(Paulos y Rubinstein) y “Tierrita” (Agustín Bardi).

ALBERTO CARACCIOLO: Eficaz exponente del tango


evolucionado; su labor se caracteriza por los distintos estilos que
exhibe en el tratamiento orquestal. Bandoneón, director y arreglador:
Alberto Caracciolo. Grabó dos temas suyos: “Tema de Tango en Re
Menor” y “Templo 59”.

HECTOR ARTOLA: Maestro de la mayor parte de los


arregladores del país. Fecundo en ideas y formaciones
instrumentales. Agrupa en este disco a 16 músicos y como
bandoneón solista a Eduardo Rovira. Director y arreglador Héctor
Maria Artola y las obras fueron: “Plegaria para un drama de
Tango” (Artola) – “Fantasía sobre Griseta” (Delfino – Artola).
GOTAN – 25 de Noviembre de 1965 – Junio 1966
Reducto tanguero de la época, se hallaba en el sótano de la calle
Talcahuano 360, propiedad de Juan ‘Tata’ Cedrón: “De Rovira
tengo los mejores recuerdos como músico, pero también a nivel
humano. Yo era un pibe que recién empezaba y él un compositor
experimentado que me ayudó. Con el trío que formó junto al
guitarrista Rodolfo Alchourrón y el bajista Fernando Romano,
inauguró Gotán, algo que tiene un significado emocional muy fuerte
para mí.
Yo seguía mucho lo que él hacia desde los tiempos en que tocaba en
el Aula Magna de la Facultad de Medicina. Lo respetaba y
admiraba porque hacía un tango para escuchar, muy abierto, pero
además porque tenía inquietudes muy personales respecto de la
música. Por ejemplo, superó ese complejo de inferioridad
inherente al tango, e introdujo el chelo en el género. Es cierto que
hubo cosas con las que no estuve demasiado de acuerdo...”
Allí se presenta por primera vez el ‘Trío Eduardo Rovira’ con una
innovación destacable: el trío será totalmente ‘electrónico’.
Ocasionalmente adicionará el oboe a cargo de Pedro Cocchiararo
para el placer auditivo de todos.

A propósito de su debut en Gotán con Romano y Alchourrón, se


publicó la siguiente nota:

”Eduardo Rovira – Tango y, a veces, oboe”


Menudo, nervioso y morocho. Eduardo Rovira –su historia de
Buenos Aires, su bandoneón, su melancolía- hace un tango personal.
“Mi tango es esta ciudad, que yo siento así. El otro tango –ese que
llaman clásico- es pura intuición; nosotros le agregamos estudio,
perseverancia, espíritu critico, modernidad.” Tras la afirmación,
inevitablemente polémica, busca recuerdos: “Empecé a los nueve
años, en el café Germinal con la orquesta de Francisco Alessio; ahí
también debutaba entonces Aníbal Troilo. Cuando años después
quise pasar a su orquesta, la ‘colimba’ me lo impidió. El resto es
una historia de pases: estuve con Sassone, Orlando Goñi, Maderna,
Basso, Gobbi, Stampone. Ahora tengo mi propio conjunto, con
Alchourrón y Romano.” Cuando se le pide una definición de su
tango aclara: “Nuestro tango y el ‘otro’ no se oponen; se
complementan. No existe contradicción, ni tiene sentido discutir
tendencia. Aquel es un tango para bailar, pensado ‘para los pies’;
el nuestro es para escuchar; está más allá del puro compás y
melodía, tiene armonía y contrapunto.”
Pero la verdad es que Eduardo Rovira apunta también a otros
horizontes. Su carpeta incluye sonatas, cuartetos y atisbos
sinfónicos. Y cuando puede –como ya ocurriera este año- se encierra
en una casa de Lanús para perfeccionar sus conocimientos de oboe
(N.A.: tuvo que dejar de tocarlo con el tiempo porque se le perforó
el tímpano). Mañana lunes, con su pequeño conjunto intentará
convencer nuevamente al público de Buenos Aires desde un
flamante local llamado precisamente “Gotán”.

El lugar se puso de moda, y el lleno era total todas las noches. El 13


de marzo de 1966, el periodista Julio Lagos firma la nota con que el
diario El Mundo encabeza una de sus páginas en grandes letras: LA
NOCHE DEL ENCUENTRO y el copete aclara: Después de 20
años de enfrentamiento los dos gigantes del tango vanguardia
actuaron juntos por primera vez. Fue el pasado martes 8, y, esa
noche, Astor Piazzolla y Eduardo Rovira produjeron uno de los
capítulos inolvidables de la historia musical de Buenos Aires. Esta
es la crónica de todo lo que pasó esa noche:
“El local –sótano en Talcahuano al 300- estaba lleno. Todo el
mundo quería ser testigo en el momento en el que –después de
varios años de enemistad- Eduardo Rovira y Astor Piazzolla
comparten el mismo escenario. En una mesa el poeta y ex boxeador
Juan Carlos Lamadrid. En otra el bandoneonísta Julián Plaza…
Y enseguida subió al palco, el quinteto de Piazzolla. Lo presentó el
comentarista de tango Oscar del Priore: Al piano, Jaime Gosis;
violín, Antonio Agri; Oscar López Ruiz en guitarra; Kicho Díaz en
contrabajo y Piazzolla en bandoneón.
El primer tema fue “Adiós Nonino”. Después, un tema tras otro. La
gente se rompía las manos aplaudiendo. El que más aplaudía era
Rovira; Lamadrid se paraba y gritaba: Maestro, ‘Berretin’…un
tango para los pobres, maestro…
A los tres cuartos de hora, Piazzolla bajó del palco. Era el turno de
Rovira. En el camino se abrazaron. Con Rovira iban a actuar Ruiz en
guitarra y Romano en bajo. Se ubicaron. Entonces Rovira tomó el
micrófono y dijo: “Esta noche de tango es inolvidable para todos
nosotros. Porque esta noche tenemos el honor de que Astor
Piazzolla esté aquí.”
Y a partir de ese momento se oyeron los mejores aplausos de la
noche. La gente se paraba, gritaba. Lamadrid también: ¡Mucho
Rovira! ¡Tocá todas! ¡’La Bordona’!
Piazzolla se había ido en cuanto Rovira terminó de tocar el primer
tango; los músicos de su quinteto también. En cambio, el periodista
Nakanishi se quedó: -“Esto es música más difícil para mí.”
La gente estaba inmóvil, silenciosa. Y de pronto reventaba en
aplausos. A las tres menos cuarto, y luego de interminables ‘otras’,
el trío de Rovira dejó de tocar. El poeta Luis Luchi lo abrazó: “Te
pasaste, Eduardo.” Le susurró.

En una charla telefónica que tuve con el Tata Cedrón y luego en una
entrevista personal para el Director de Cine Enrique Muzio, me
comentó que Piazzolla y sus músicos se habían retirado porque
tenían otro compromiso previo, que no había sido de ninguna
manera para desairar a Rovira. La prensa o alguien lo habia
convertido en algo que en realidad nunca existió y el tiempo hizo lo
suyo, alimentando una rivalidad y “desaires” entre artistas a quienes
solo les interesaba su arte y la lucha que juntos sostenian para que el
tango vanguardia ganara el lugar que se merecia.

Esta Agrupación tuvo una agenda sobrecargada: de Canal 7 a las


radios, del café-concert a los locales nocturnos, de la Facultad de
Medicina al teatro, ciudades del interior de la Provincia de Buenos
Aires: Pinamar, Tapalque, entre otras.
Estas giras, muy movidas por cierto, tienen cientos de anécdotas. En
una ocasión, Rovira en bandoneón, Atilio Stampone en piano,
Reynaldo Nichele en violín y Fernando Romano en contrabajo con
Oscar del Priore como presentador, cayeron en cierto pueblo
polvoriento. Nadie los esperaba. Desde el andén desierto, con sus
instrumentos en manos esperaron entre insultos que alguien los
viniese a buscar. Alguien, representante del Presidente del Club
Social los vino a buscar, los llevo al restaurante el pueblo. Los dejo
allí para cenar –mientras hacían los últimos preparativos- no sin
antes aclarar que comieran y tomasen de todo que estaba todo pago.
Siguieron estas instrucciones al pie de la letra, comiendo y tomando
sin límite. Cuando llegó el presidente –apresurado- y los carga en su
‘Rambler’ porque había llegado el momento de tocar, ellos no se
podían ni parar por todo lo que habían comido. Le piden a Del
Priore, que estaba más fresco, que se hiciese cargo de la situación
entreteniendo al público. Este improvisó una conferencia de casi 45
minutos mientras ellos caminaban por la zona ‘bajando’ la comida.

1966 – “Tango en la Universidad”


Trío Eduardo Rovira Eduardo Rovira – Bandoneón
Rodolfo Alchourrón – Guitarra

Fernando Romano – Contrabajo


Pedro Cocchiararo - Oboe

EDUL, Editorial Discográfica de la Universidad del Litoral incluye


las formas musicalmente evolucionadas del tango, dentro de un plan
discográfico de difusión cultural, y le encomienda la distribución a
EUDEBA (Editorial Universitaria de Buenos Aires).
La cubierta reproduce “El Bandoneón”, óleo de Julio Vanzo -
pintor argentino, nacido en Rosario, Santa Fé- perteneciente a la
colección del señor Domingo Eduardo Minetti, también de Rosario.
Luis A. Sierra explica en la contratapa: “Rovira parece haber
encontrado ahora, en la reducida integración de un trío –bandoneón,
guitarra y contrabajo- el medio más adecuado para expresar, a
manera de síntesis podría decirse, todo ese acopio de jerarquización
músical del tango, pacientemente elaborado a través de sus
distintos intentos de experimentación instrumental de los últimos
años. Y las versiones contenidas en el presente L.P., son
precisamente lo mejor de esa decantada labor interpretativa. A la
impecable técnica bandoneonísta de Rovira, se agrega el virtuosismo
de Rodolfo Alchourrón -guitarrista de reconocido prestigio y larga
experiencia en nuestro medio-, y de Fernando Romano –
contrabajista de la Banda Sinfónica Municipal-, plenamente
consubstanciados en una labor tan lograda, como que acaso no
pareciera superable dentro de las formas de realización abordadas.
En la fina sensibilidad de Rovira los instrumentinos ejercen un raro
encanto, que puso ya de manifiesto en distintas ocasiones,
determinando ahora la inclusión del oboe en dos temas suyos “Sólo
en la Multitud” y “Al Invitado”, que trata con verdadera maestría, y
confiando la ejecución a Pedro Cocchiararo, eximio solista de la
Orquesta Estable del Teatro Colón.”
Los temas seleccionados fueron ocho: “Tango en Tres” – E. Rovira;
“Esquina” A. Alchourrón; “Sólo en la multitud” – E. Rovira;
“Sanateando” – E. Rovira; “A Evaristo Carriego” – E. Rovira; “Al
Invitado” - E. Rovira; “Ciudad triste” – O. Tarantino; “5 de Abril”
H. Vitale. Los arreglos son todos del mismo Rovira y “Sólo en la
Multitud” se lo escribió y dedico a Pedro Cocchiararo.

1966 - Pedro Ignacio Calderón


Ese año Pedro Ignacio Calderón fue designado Director Musical de
la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires y Director del Ensamble
Musical de Buenos Aires. Es precisamente ese año que Eduardo
Rovira con la “Segunda Sinfonía Concertante” recibió el “Premio
de Honor Bellas Artes” y fue estrenada bajo la dirección de Pedro
Ignacio Calderón en el Teatro Colón.
Abril de 1966 – “Susana Rinaldi canta al estilo de Eduardo
Rovira”
Cuarteto Eduardo Rovira Eduardo Rovira – Bandoneon
Rodolfo Alchourrón – Guitarra
Fernando Romano – Contrabajo
Pedro Cocchiararo - Oboe

Roberto y yo tuvimos el enorme placer de conocer a éste ser


humano, a ésta Mujer con mayúscula. Parece la dueña del sentido
común…lo que es grita tan fuerte, que a veces no hace falta tanto
escuchar sus palabras, sino solamente observarla; ella me escuchaba
a mi con el respeto y la humildad que sólo poseen los que tienen
grandeza de espíritu.
De entrada me sorprendió con una pregunta: porqué había decidido
hablar con ella de Rovira? Me tomó tan de sorpresa que me quedé
sin palabras…no pude explicarle el verdadero motivo, se lo explico
ahora, creo que en ese momento no hubiese sonado convincente,
seguramente hubiese parecido una excusa vulgar.
Cuando conocí a Gaeta, entre las cosas que me regaló de Eduardo,
me dio la funda del disco que ella y él habían grabado juntos en
Abril de 1966. Estaba todo roto, pegado con cinta scotch. Me llamó
mucho la atención el nombre: ‘Susana Rinaldi Canta al Estilo de
Eduardo Rovira’. Adentro mío, conociendo a Eduardo y su forma
de tocar, no me podía imaginar como él habia aceptado que alguien
cantara “a su estilo”, siendo como era tan celoso de su propio estilo,
que no compartia con nadie.
A fines del mes de Julio 2003, caminando por Corrientes, veo que
en el Teatro Broadway se estaba montando la obra ‘Vino de Ciruela’
que la contaba como actriz. Sentí un aleteo de casualidad dentro mío
y decidí que era la oportunidad para contactarme con ella, la tenía al
alcance de la mano. No encontramos ni papel ni lápiz ni nada como
para dejarle una nota. Volví a pensar lo mismo cuando la ví un día
con Mirta Legrand hablando justamente de la obra. Al mes,
apróximadamente volvimos a pasar por la puerta del Teatro, y otra
vez el aleteo, algo me insistía que tenía que hablar con ella.
Esta vez sí, no pare hasta encontrar una librería y le dejé la nota en
la boletería explicándole el motivo de porqué quería verla. Pasó más
de una semana –yo ya había abandonado la esperanza de su
llamado- cuando apareció Mercedes, su asistente para arreglar una
entrevista. La espere con mucha ansiedad, sentí a través de su
asistente que ella también tenía ganas y curiosidad por conocer al
hijo de Eduardo.
Hablé largamente de mis motivos para escribir esta biografía y me
sorprendió cuando me felicito por hacer por el arte y la música, lo
que en nuestro país muchas veces no sucede. Rescatar los valores
olvidados que habían hecho un aporte importante a la cultura del
país sobre todo en la época de los ’60-70’s que muchas cosas de la
cultura habían quedado tapadas por los eventos políticos de esa
época. Este es un país sin memoria, me recalcó…
Lo primero que me preguntó fue: “vos de mi relación con Rovira
qué sabes? En la realidad no sabía nada, creía conocer algunos
hechos pero estaban más cerca de la mera suposición que de la
verdad. Después de escucharme, directa, sincera y clara como es, me
dijo: ‘bueno, hiciste bien en venir a verme porque nada que ver lo
que estas diciendo, lo siento, pero la verdad es otra’ (me asusté,
porque fue muy firme…pensé: ahora me manda a pasear…no pasó
nada. Es una persona que sabe apreciar la verdad y no admite otra
cosa).
“Tuve la suerte inmensa de grabar en una gran compañía llamada
Trova que luego se transformó en una pequeña gran compañía
Argentina que se llama Madrigal – en realidad era la misma gente-
que pasó de una a otra.
Esa gente había venido a ofrecerme inaugurar la compañía leyendo
un poema, yo era actriz, nada más. Lo único que había cantado
profesionalmente era música de cámara, música clásica o lírica, ya
que soy egresada del Conservatorio Nacional de Música y luego
me metí en la Escuela Nacional de Arte Dramático. Cuando me
recibí, me puse a trabajar como actriz. Nunca más canté nada.
A finales de 1965 o febrero de 1966 se crea la “Botica del Ángel”,
de Bergara Leumann, que fue un centro cultural importantísimo, el
primer café-concert de la Argentina. Que me invita a mí, por el
lado de la plástica a Berni, por el lado de la música a Piazzolla y
Troilo, por la literatura a Ernesto Sábato y Maria Elena Walsh.
Yo acababa de grabar para Trova mi primer disco, pero lo había
hecho por placer, por diversión, nada más. En realidad me vinieron
a proponer que grabara un disco con unos poemas, pero como
recientemente Maria Casares gran actriz española, había grabado
un disco de poemas en homenaje al poeta Miguel Hernández y las
comparaciones siempre son odiosas, les dije que no, que si
querían, grababa un disco cantado. Yo, en el viejo canal 7 había
cantado un tango, y había gustado mucho, así que me animaba.
Finalmente aceptaron. Gracias a ese primer disco, yo había
ingresado al mundo “intelectual” de Buenos Aires, que se
concentraba en la Bótica.
Aceptaron mi propuesta de cantar, pero propuse elegir un
arreglador diferente, con la idea de grabar lo que se usaba en ese
momento, un disco de 4 temas. Cuando me preguntaron a quién
elegía, pedí que fuese Eduardo Rovira, porque yo lo había
escuchado y había hablado además sobre Rovira y muy bien, con
Leopoldo Marechal, ya que en esa época era fácil hablar con todos,
discutir, intercambiar opiniones, era simple.
Cuando se lo propusieron a Rovira, en principio él lo rechazó.
Porque cómo todo machista -porque era machista- no le gustaba la
idea de hacerle un arreglo a una desconocida…una especie…de
“quien es ésta para yo le haga mis arreglos?” Supongo que debe
haber escuchado mi disco y se dio cuenta que yo era diferente, así
que se decidió y se vino con una propuesta que a mí me encantó
(frase que reafirma y recalca con su propia voz), era una propuesta
muy interesante pero, los cuatro temas no se podían hacer, porque
los arreglos habían excedido los tiempos habituales, la métrica que
se estilaba. Pero Rovira hacía los arreglos a su manera, y si a uno
no le gustaba, él no hacía la grabación, así de simple. Se debe
haber sorprendido, no sólo porque que a mí me encantaron sus
arreglos, sino que me encantó además la participación de Pedro
Cocchiararo en oboe, porque yo estaba acostumbrada a esa
música, cosa que él no sabía, no tenía porque saberlo.
Llegamos al estudio de grabación, donde se grababa en vivo, así
que si te equivocabas en una nota o en un compás, tenías que
empezar todo de nuevo, era toda una historia, además de la
responsabilidad con el Empresario. Hicimos la grabación, el
arreglo era larguisimo, uno de los temas era de 5 minutos, no tenía
nada que ver con la métrica acostumbrada, pero a mí no me
importaba, porque yo concientemente quería lo mismo, uno hace lo
que hace, como le gusta, como le parece. Grabamos lo que para mí
son tres joyas. Y lo que para mí son tres joyas, porque vivimos en el
país que vivimos, esas tres joyas quedaron guardadas en un cajón…
Terminamos de hacer la grabación, y como era de mal carácter, y
no lo disimulaba, seguía poco convencido de haber grabado
conmigo, yo era una chica joven y no le representaba una garantía
para su obra. Yo le propuse –puesto que estaba en condiciones de
hacerlo ya que había saltado a la palestra con mi primer disco, y
estaba realmente encantada con éste- poner en homenaje al trabajo
que él había hecho, en lugar de Susana Rinaldi en grande y más
chico arreglos de Eduardo Rovira: “Susana Rinaldi canta al estilo
de Eduardo Rovira”, a mí me parecía toda una cosa… se puso
furioso, pero realmente furioso, que de ninguna manera, que ese
no era su estilo. Entonces me enojé yo, y cuando me enojé yo, nos
enfrentamos, y cuando nos enfrentamos, me respetó. Le dije
perdóneme Maestro, esto es porque usted es estupendo, diferente
y yo creo que es su estilo del cual yo me sirvo para cantar lo que
canto, posiblemente yo ésto lo pueda cantar de otra manera, pero lo
canto a su estilo, así que el nombre del disco va como yo digo.”

Les quiero reproducir lo que Madrigal escribió en el adverso del


disco, ya que me parece interesante:
“Este disco es el resultado de un compromiso entre dos artistas que,
sin deponer sus armas ni arriar sus banderas, acercan sus estilos para
demostrar que en la música popular, hasta los extremos pueden
tocarse. Un día cualquiera, antes de que este testimonio fuera
grabado, Susana Rinaldi y Eduardo Rovira se encontraron,
seguramente discutieron defendiendo con ardor sus principios y,
finalmente, descubrieron que lo que en apariencia eran dos pasiones
por la música ciudadana, en realidad eran una sola. Sí se los
escucha con atención, se advierte que ninguno de los dos, ni Susana
ni Rovira, renuncian a nada de lo que es esencial en sus estilos
interpretativos. Susana sigue trayendo su voz desde lo más
profundo de sí misma, su acento rebelde, su timbre acongojado, su
actitud enérgica, su ritmo que reconoce antecedentes en los
primeros ritmos tangueros. Rovira, no se limita sólo a acompañar a
una cantante: teje densos tapices, apoya con su propia emoción la
emoción de la vocalista, y lo envuelve todo con un ritmo y un clima
de actualidad que llena de interés musical sus versiones. Nadie
podrá ver aquí una imagen del tango de ayer y de hoy
emparentadas. Esto es otra cosa: es el tango que esencialmente no ha
cambiado, que esencialmente, sigue siendo el mismo de siempre.”

Eduardo Rovira (bandoneón y arreglos) – Pedro Cocchiararo (oboe)


– Eduardo Alchourrón (guitarra) – Fernando Romano (contrabajo)

Temas: Madame Ivonne - Cadicamo y Pereyra 3:50


De mi barrio – Roberto Goyheneche 2:40
Martirio - Santos Discépolo 5:08

TANGO 66: En Julio de 1966, Eduardo Rovira decide


independizarse y abre su propio local tanguero al que llamó “Tango
66”, asociándose con Enrique Lanoo. El mismo estaba ubicado
sobre Av. del Libertador 310 casi esquina Esmeralda. En ese local,
según una invitación que obra en mi poder: ‘El 21 de Julio a las 23
hs. tocaron juntos Eduardo Rovira y Rodolfo Mederos -en lo que
fue su debut- con sus respectivos conjuntos. El 1 de Octubre se
mudan al Pasaje Seeber, 9 de Julio y Libertador (antes de la
demolición y el ensanche de la 9 de Julio). Lamentablemente duró
poco, lo cerró el 27 de Octubre. Si bien fue corto el tiempo, pasaron
por su escenario, figuras de primera línea: Mercedes Sosa, Osvaldo
Piro, Roberto Goyeneche.
Para Rovira fue importante haberla conocido a Mercedes Sosa, a ella
le dedicó un tango homenaje “Rosa del Tucumán – Aires
Nacionales” con letra de Alba Mújica.
Eran épocas muy pesadas en Buenos Aires, había “razzias” y el
moralismo de turno, decidió que cuando encontraban a un hombre
sólo se lo comunicaban a su esposa o viceversa. Resumen: la gente
comenzó a no salir de noche, por lo que Rovira se vio obligado a
bajar la cortina, no había forma de resistirlo.
Se cierra de esta manera el efímero ‘Tango 66’ .
Eduardo Rovira se recluye en su casa de Lanús con todo el peso del
fracaso comercial.

25 de Septiembre de 1967 –‘Lunes entre Barrocos’ – Club Español


Bernardo de Irigoyen 172 a las 21 hrs. El diario El Mundo del 24 de
septiembre anuncia al Maestro Eduardo Rovira, ese pianista y
bandoneonísta que ya acostumbró, tras larga lucha, muchos oídos
porteños a la perfección de un fraseo musical difícil y a las
reminiscencias tangueras de la música barroca. Pero no es, esta
vez, uno de sus delicados tangos evocativos ni esas matemáticas
construcciones contrapuntisticas con eco esquinero. Ahora es una
pieza para cuerdas y oboe, que interpretara el Conjunto ‘Pro Música
de Buenos Aires’ –ocho violines, con Alberto Varadi y Félix
Marafioti como solistas; dos violas; dos violonchelos, y un
contrabajo -y Pedro Cocchiararo, solista de oboe invitado. Todos
ellos dirigidos por el propio Eduardo Rovira, estrenarán su
“Concierto Opus 20 Nro. 1 para Oboe y Cuerdas”. El programa
incluye, en su primera parte, una obra de Dall’Abaco, otra de
Vivaldi y otra de Corelli.
Este concierto tiene una significación para Rovira. Y seguramente
habrá de emocionarlo la cercanía de esos maestros como Vivaldi o
Corelli, a quienes tan bien conoce y con quienes guarda una afinidad
que introdujo en la música de Buenos Aires, una modalidad nueva y
propia. Pero quienes conocen la obra de Rovira, quienes han
escuchado seriamente sus tangos y han percibido detrás de su
perfección como ejecutante la vibración espiritual de esa
familiaridad con la gran música, no pueden sorprenderse de este
paso dado por ese puntal del tango-vanguardia. En todo caso, es lo
que ya se podía comprender desde hace tiempo: el tango esta
alumbrando, en sus músicos de avanzada, una indiscutible corriente
composicional argentina. Y si una generación de nuestros autores
‘serios’ se nutrió en el folklore, tratado con los elementos técnicos
provenientes del clasicismo, ahora aparece otra generación, que
estudió profundamente la amplia gama universal de tendencias y
técnicas, para producir esta nueva música nuestra, seria, sin comillas
y bien de hoy”.
CAPITULO VII – AGRUPACION DE TANGO
MODERNO – SUS MUSICOS

“…y si a Romano se le nublan los ojos vamos Rovira todavía. Te


cuento, piba. Antes de venir acá un pianista joven, que hablaba de
Bella Bartok, de Schonberg y me quedo corto, no podía entender
como un violinista como Reynaldo Nichele, un
histórico de Troilo, era capaz de ir gratis a Unidos de Olmos,
a Defensores de Cambaceres, a Berisso, a Chascomus, al fin del
mundo si él otro le pedía que lo acompañara…”
Fragmento de un cuento de Jorge Montagnaro

Luego de recorrer año por año los sucesos que se sucedieron entre
1959 y 1967 y sin temor a equivocarme, estaba escrito que estos tres
grandes Eduardo Rovira - Fernando Romano - Reynaldo Nichele
tenían que encontrarse en algún punto de sus vidas, exactamente en
la ciudad de La Plata, para juntar sus talentos, su amistad y su
energía para llevar adelante la época más dorada del Tango
Vanguardia que desarrolló Eduardo Rovira.
Nichele ya había tocado con Eduardo en el efímero trío de Osvaldo
Manzi y fue el quien lo presentó en el ‘Octeto La Plata’ como
arreglador y bandoneonísta. Allí conocieron a Fernando Romano.
Los otros músicos que intervinieron en la Agrupación de Tango
Moderno –todos buenos- fueron más circunstanciales, aunque no por
eso menos importantes. Rovira-Romano-Nichele: triálogo entre
violín, contrabajo y bandoneón. Para Rovira ‘su formación mas
importante’.
Con estos músicos, ya sea con el trío, con el cuarteto, con el
séptimino o con el octeto logró que cada uno de ellos fuese un
solista. Leí escrito por Sergio Pujol que Rovira conservaba aires
camperos un tanto melancólicos (las secciones melódicas de sus
tangos) y los confrontaba a una rítmica excitada y diseños quebrados
o en espiral. Superponía acordes aumentados y alterados con los
giros tradicionales y espesaba la textura con pasajes contrapunteados
que sus músicos tardaban un tiempo en aprenderse… Le va a
contestar el mismo Rovira: “lo que nosotros descartamos es el
abuso o la obstinación del machaque sobre cada tiempo, el
marcado…no harían falta aerófanos, entonces, ni cuerdas.
Directamente pondríamos un bombo y listo”; y agrega:
“Cuando doy conciertos afuera, hay mucha gente que no entiende
ni medio. Pero viene y pregunta: ‘Maestro, ¿qué quiere decir esto, o
aquello?’. Se interesan. Yo les pregunto: ¿usted que sintió?
‘Y…tristeza, todas cuestiones así, anímicas, alegría, emoción, todo
eso’. ‘Y eso lo sintió con D’Arienzo?’, les pregunto”.

El componía para el bandoneón, y los arreglos para los otros


instrumentos. Y sus músicos todos de la misma escuela académica, y
esto me lo cuenta Romano, llegaban a tocar o a grabar y ensayaban
15 minutos, como mucho. Las grabaciones de esta época son un
constante dialogo entre músicos. Por momentos entra el bandoneón
y la orquesta es arrastrada. Muchas veces son tres o cuatro, y
parecen 10.
Si a estos tres músicos le sumamos la intervención de Eduardo
Parula y Luis Sierra y con ellos el “Círculo de Amigos del Buen
Tango”, que fue el escenario perfecto puesto a disposición para
entregar su música al público, más Mario Kaminsky y Parula en
Microfón que llevó al disco parte de la obra, el círculo cierra de
manera perfecta. Gracias a que Microfón grabó lo que grabó, hoy
Sony Music puede tener en el mercado los cd’s que existen.
Enrique Lannoo, Pedro Cocchiararo, Rodolfo Alchourrón, Osvaldo
Manzi, Atilio Stampone fueron exquisitos músicos que aumentaron
y aportaron más a lo que ya de por sí, era perfecto.
Pedro Gaeta y luego “Gente de Buenos Aires”, son
simultáneamente los soportes intelectuales dentro del mismo
segmento del tiempo.

Rovira no fue el mismo después del 67 –cuando se separaron- ni lo


fue Romano -lo digo en el sentido personal-. Puedo percibir a
través del tiempo y la distancia lo que le pasó a Rovira, pero sé lo
que le pasó a Fernando Romano, aunque tampoco lo exprese con
palabras. Luego del inesperado cierre de Tango 66, a Romano le
quedó esa sensación de algo inconcluso. Perdió la alegría de tocar y
crear en simultáneo…hoy toca. No puede evitar emocionarse al
recordar a Eduardo. Le pasa todo el tiempo... guarda en su fuero más
íntimo esa sensación llena de dudas y frustración de que no hay
marcha atrás, de algo que se fue para nunca más volver. Fernando es
un tipo sensible, me imagino la gran impotencia que habrá sentido
cuando se dio cuenta de que estaba sólo…desprotegido, ante un
gran vacío imposible de llenar. Eduardo Rovira era el Tango
Vanguardia, juntos hacían Tango Vanguardia y de repente
sólo…aún hoy lo siente así.

Fernando Romano falleció en Buenos Aires el …………………..


Gracias Fernando, este libro no seria lo mismo sin tu invalorable
ayuda!!!

Fernando Romano

“Contrabajista de raza, supo con innegable talento y solvencia


musical, recorrer su vida entre el tango y la música sinfónica,
vinculándose a lo largo de su prolija, clara y sostenida carrera con
músicos como Eduardo Rovira, Enrique Mario Francini, Alfredo
Gobbi, Héctor M. Artola, Rodolfo Mederos, Osvaldo Pugliese,
Mariano Mores, etc.
En el año 2001 grabo su primer CD ‘Fiebre Otoñal’ dirigiendo su
propia orquesta de tango. En él incluye un muy buen logrado
‘Homenaje a Eduardo Rovira’ donde rescata algunos momentos de
la Suite ‘Tango Buenos Aires Opus 4’. ”

Romano habla de su maestro Rovira con inocultable admiración y


respeto. Se emociona recordando momentos vividos juntos... me
cuenta anécdotas hilarantes, me transmite su ansiedad –la misma que
yo tengo- cuando hablamos de la lejana posibilidad de rescatar
partituras inéditas, armar una orquesta y darles vida.
Romano fue el responsable directo de que Rovira se fuese a vivir a
Lanús a la calle Pringles, ya que Emma (hoy su esposa) y su
familia, vivían cruzando la calle de la casa que después alquiló
Eduardo. Durante casi todos los años que trabajaron juntos también
viajaron juntos, compartiendo cantidad de horas en el tren hacia la
Estación Constitución y luego en el primer auto de Romano: un
Heinkel (esos con las dos ruedas de atrás juntas y la puerta
adelante). Me contó cuando una vez llegaron con Eduardo a un lugar
y bajaron ellos, el contrabajo y el bandoneón: la cara de los que allí
estaban…no podían creer todo lo que cabía.

No va a ser igual, porque Rovira no esta, pero sé, que este músico,
éste vecino de Lanús de Eduardo ‘que siente interiormente que
cuando un músico se va de un conjunto éxitoso es irremplazable’,
que viajó a La Plata en el año 1979 para decirle mirándolo a los
ojos: ‘yo no sé sí tocaremos juntos alguna vez...pero igual quiero
decirte que fue una linda experiencia el haber trabajado contigo” a
lo que Rovira contestó, parco como era: ‘también yo digo lo mismo’.
Viéndolo a la distancia, fue una despedida, ya que Rovira falleció
poco después...

Emma, la mujer de Fernando tuvo el raro privilegio en el año 1962,


cuando eran vecinos en Lanús, de que en las vísperas de su
casamiento, antes de convertirse en la Sra. Romano, la Agrupación
Tango Moderno –Rovira en bandoneón, Romano en contrabajo y
Nichele en violín-, le ofrecieran una serenata desde la calle y la luz
de la luna, como despedida de soltera. El tema elegido fue “Desde el
Alma”.

Fernando Romano y Eduardo Rovira se conocieron por casualidad


en LS11 Radio Provincia de La Plata en una audición del “Octeto
La Plata’, a la que Fernando concurrió como reemplazo de Rafael
Del Bagno, en septiembre de 1960.
Romano en ese momento, pertenecía a la orquesta de Osmar
Maderna: “La Orquesta de las Estrellas” Después de la Audición,
Rovira le propone a Romano quedarse con él. Tardó muy poco en
dejar la otra orquesta y sumarse al ‘Octeto La Plata’…sólo un mes.

Reynaldo Nichele

Rovira tenía alta estima por su violinista estrella: ‘es como un


hermano para mi. No sé si me puedo apartar de todo lo que siento
por él. Si no es el mejor violín de Buenos Aires quiero que me
digan quién se le puede acercar.’

Reynaldo Nichele pertenece a esta nueva corriente de tango para


concierto. Escribió su propia música y organizó formaciones
destinadas a un nuevo público, menos interesado en la danza pero
más ambicioso respecto de arreglos, armonizaciones y sutilezas
timbricas.

Nació de casualidad en Zarate en 1918 y vivió buena parte de su


vida en Montevideo - Uruguay.
Allí estudio violín con Carlos Giucci y debutó en la nochebuena de
1931 en el Casino de Carrasco con la orquesta de Carlos Warren y
con sólo 13 años.
Se hizo amigo de Héctor “Quico” Artola, que se vino a Buenos
Aires –por un tema de polleras según cuentan- y al poco tiempo él
también lo hizo. Debutó en el Club Marabú el 1 de Julio de 1937
con la orquesta de Aníbal Troilo. Esa fue, sin dudas, su mejor
escuela. Los casi 20 años que trabajó junto a Aníbal Troilo
“Pichuco” lo marcarían musicalmente para siempre.

En los cincuenta, entró por concurso en la Orquesta Sinfónica


Nacional Argentina. Estuvo cerca de 20 años hasta su jubilación.
Con el ‘éxodo’ de varios artistas hacia otros lenguajes, decidió
independizarse y formó parte de “Octeto La Plata” y luego de la
‘Agrupación Tango Moderno”. Cuando en 1962 se graba la suite de
ballet, Nichele no participa de la grabación -por cuestiones
personales con Rovira- y es reemplazado por Hugo Baralis
(violinista de Astor Piazzolla).
Como había poco trabajo, encuentran otra forma para unir sus
trabajos: Rovira en bandoneón, Nichele en violín, y como pianista
Atilio Stampone. Entre ellos llegan a una interesante combinación:
Rovira se convierte en el primer bandoneón de la orquesta de
Stampone y Nichele su solista de violín. Por su parte Stampone y
Nichele tocan en la agrupación de Rovira, con Romano en el
contrabajo.
Para no repetirse van cambiando el nombre, así fue el ’Cuarteto de
Rovira’, el ‘Cuarteto de Stampone’ y también el ‘Cuarteto de
Nichele’ (de este último existen dos grabaciones de Microfón:
‘Tango’ – Reynaldo Nichele y los Solistas del Tango y ‘Tango de
Etiqueta’ – Reynaldo Nichele y su Agrupación de Tango Moderno).
También alternaron Orlando Tripodi y José Colangelo. Hicieron
varias giras y bastante radio. Cuando le tocó el turno al ‘Cuarteto de
Nichele’, llegaron unas grabaciones para varios casetes que fueron
comercializados en el Japón, quedando con su nombre, pero en
realidad es Rovira con sus músicos.

Hizo muchas giras a Europa, Japón y otros países de Asia, fue con
Osvaldo Requena, con Carlos García, con Néstor Marconi.
Nichele se enfermó estando en Japón –se le declaro un cáncer de
pulmón- .
Cuando llegó a Buenos Aires, comprendió la gravedad de su
enfermedad. Exactamente al mes debían emprender un nuevo viaje
a Japón con Requena, pero falleció la madrugada del 25 de abril de
1998. La mañana del 27 el conjunto musical partió hacia Japón, esta
vez sin Nichele.
Rodolfo Alchourrón

Rodolfo Alchourrón ha desarrollado una extensa actividad dentro


de la música popular. Su desempeño como compositor, arreglador,
director y guitarrista con profusión prácticamente en todas las áreas:
conciertos, discos, televisión, cine, etc. proporcionándole merecido
renombre.
Estudió con distinguidos maestros como Ginastera, Sinopoli, Ficher
y Kropfl, y habiendo obtenido algunas de sus obras clásicos varios
premios.
Mas tarde, efectuó un viraje hacia la música popular.
Entre 1970 y 1974 su conjunto “Sanata y Clarificación” se
constituyó en la expresión local más relevante entre los grupos
evolucionistas que intentaban la integración del jazz y el rock.

Como consecuencia de frecuentes incursiones en el tango –esto con


Eduardo Rovira- y la música de raíz folklórica, y en combinación
con un creciente interés por la canción popular como forma
artística de calidad, Alchourrón des-jazzifico su grupo
reemplazando los instrumentos de viento por un bandoneón y
conformando un repertorio de canciones propias fuertemente
impregnadas de elementos de la música argentina.
A partir de 1996, Rodolfo Alchourrón se presenta frente a su
sexteto de música original argentina contemporánea “Tango a
Destiempo”.
Fallece en 1999.

Pedro Pablo Cocchiararo

Pertenece a una familia de notables instrumentistas. Inició sus


estudios con su padre, Francisco Cocchiararo, prosiguiéndolos en el
Conservatorio Municipal “Manuel de Falla”, donde fue alumno del
maestro Edmundo Gaspart, siendo al poco tiempo solista de la
Sinfónica Juvenil de Radio “El Mundo”.
En 1950 conquistó por concurso el cargo de solista suplente de la
Sinfónica Nacional y en 1954 el de solista de oboe de la Orquesta
Estable del Teatro Colón.
Integró el Quinteto “Pro-Arte” y el Conjunto “Philarmonia”. En
1961 fue contratado por la Orquesta Filarmónica de Chile, donde
realizó relevante labor con el Cuarteto “Santiago”.
En Agosto de 1966 fue contratado por la Orquesta Filarmónica de
Sao Paulo, Brasil, interpretando con gran éxito el “Concierto en Do
Mayor para Oboe y Orquesta” de W. A. Mozart, bajo la dirección
del maestro Félix Prohaska.
Por la calidad de su sonido, precisión técnica y sensibilidad
interpretativa, fue considerado en su momento entre los primeros
oboes en el orden mundial.

Rovira la convocó cuando grabó “Tango en la Universidad” y


también para “Cantares de Madres”, arreglos que realizara para la
mezzo soprano Susana Naidich.
CAPITULO VIII - POLICROMIA

“Policromia” - Tango (15/4/64)


Dedicación en la partitura original: Pedro: Cuando todo termine
continuaremos de la mano en éste, mi pequeño presente a tu obra.
..Eduardo Rovira

Apenas comencé con éste trabajo, sentí la necesidad de conocer a


Pedro Gaeta, ya que se lo mencionaba en varias notas y ‘sentí’ que
no era simplemente ‘alguien’ más. Opté por el 110 y lo encontré. Le
dejé un mensaje en su contestador y el mismo día más tarde nos
llamó a nuestra casa.

Temblaba de emoción y con la calidez que le es propia me relato


cómo sus emociones se le habían disparado al escuchar mi mensaje.
Recordaba muy bien a Roberto de la época de Lanús, cuando tenía
5 o 6 años; “Rovirin o Robertin”, lo habían bautizado él y su mujer
Magda.
Ambos –Roberto y Pedro- muy emocionados también hablaron
unos momentos y acordaron verse al día siguiente en el atelier de
Pedro, el Taller “Expresión”.

Roberto y yo al principio, buscábamos distintas cosas. El buscaba


las piezas perdidas de su rompecabezas personal y yo reconstruir
toda la historia desde el nacimiento hasta la muerte, de uno de los
dos mejores vanguardistas que nos dio la música hasta hoy, tratando
de conservar el mayor de los desapegos, sin juzgar, y proyectando
ser lo más justa posible. Porque en definitiva, lo que busco y
siempre busqué de manera obstinada es justicia y verdad.

Roberto esperó ansioso la entrevista con Pedro. Yo decidí no


interrumpir esa emoción y esa primera vez no fui. Mi momento
tenía que ser otro. Volvió cargado de emociones compartidas,
papeles, recortes, fotos y algunas verdades.
Una o dos semanas después Pedro nos invitó a cenar a su casa,
exactamente el 26 de marzo de 2003 (13 días después de conocer a
Mabel) a las 21 hrs., en su cálida casa de Villa Ortúzar, llamada
“La Viña del Pintor’.

Es complicado describir a Pedro...es mágico, tiene una casa mágica


y un atelier que hace vibrar el alma de los seres sensibles. Pedro no
tiene arcos iris olvidados...pinta, ama el tango y se dio el gusto de
juntar sus dos amores el tango y la pintura...

Eduardo le dedicó un tango: ‘Policromia’...donde si se lo escucha


atentamente, nos imaginamos a un Pedro con ‘pintor y boina a la
francesa’, dando vertiginosas pinceladas sobre la tela, mucho color,
mucha bohemia, mucho arte plasmado sobre la tela. Trasluce
claramente la personalidad de Pedro, activo…activísimo.

Joven con canas, canchero, transparente, sensible...vive y confiesa


que lo hace. Todo alrededor de él y él mismo, es más cómodo y
cálido que un edredón de plumas.
Su casa cargada de bohemia nos recibe con un patio techado por un
parral (no hace asados para no molestar a la parra...). Sus tres
ambientes, incluyendo el baño, tienen las paredes tapizadas de
recuerdos: pinturas, fotos, afiches, esculturas... Dejó para el baño
todas las fotos o afiches de desnudos “...allí están como
corresponde... ya que de noche cuando duermo, se bajan de sus
cuadros para bañarse” nos transmite Pedro con pícaro guiño.

Desorden ordenado por doquier. Todo atrapa. Es difícil no quedar


atrapado en un lugar fascinante donde seguramente recibe la visita
de Eduardo Rovira, Luis Luchi , Roberto Santoro, Osvaldo Soriano,
Astor Piazzolla y otros ilustres amigos que han partido, pero no del
todo...

Tuve una noche “Gaeta”… ya saben lo que quiero decir. Nos cocinó
pollo al horno con papas y cenamos en esa cálida noche del
principio de otoño bajo la parra, rodeados de diversas plantas que
se sienten cómodas y dueñas del espacio. Para mí, Villa Ortúzar
fue Paris. Pedro es Buenos Aires, pero también es Paris. Nos sirvió
una ensalada de lechuga, tómate y cebolla. Preparó in situ un
aderezo bien francés -cuya receta se la tengo que pedir- y
volamos...tanto volamos, tan profunda y fascinante fue la noche con
historias que me sonaban al oído como cuentos de las ‘1000 y Una
Noches’, que me olvidé de grabar y todos nos olvidamos de
descorchar el vino blanco espumante, que habíamos llevado para el
brindis (y que guardó largamente, hasta encontrar otra ocasión).

A raíz de algo que dijo, le pregunté si había conocido a Osvaldo


Soriano (escritor que admiro y que sabía había vivido en París).
Todavía hoy me dura el impacto de escuchar a Pedro diciéndome
con la simpleza que lo caracteriza ’...si, estuvo aquí sentado en el
mismo lugar que estas ocupando... vos ahora’...Y lamentablemente
para él, murió sin haberle podido escribir el prólogo del folleto de su
última muestra en Paris en 1997.

Pedro esa noche, entre las cosas que nos dio de Eduardo, me regaló
el libro original de los poemas de Guibert “Tango”, sobre los que se
basó Rovira para componer su maravillosa ‘Tango Buenos Aires
Opus 4 - Suite de Ballet’. Tesoro de Tesoros. En el fondo de mi
alma, sé que ésta obra va a tener su coreografía y va a ser bailada
por alguien de renombre...voy a trabajar para ello.

Los 60’s – Arte, militancia, compromiso

Pedro pertenece al mundo intelectual de Buenos Aires y sobre todo,


perteneció a la bisagra histórica de los 60’s, aunque en 1976 se
tuvo que exiliar como muchos otros artistas, con la llegada de los
militares al poder. Los músicos, los pintores, los escritores, los
actores y todos lo que tuvieran que ver con el arte, conformaron las
formaciones intelectuales por excelencia, creando espacios propios
para poder acceder a las discusiones vanguardistas. Se
comprometieron interviniendo en cuestiones públicas y los
intelectuales fueron progresistas y de izquierda. Fue una época
maravillosa, donde todo pasaba de golpe y al mismo tiempo, nacía la
vanguardia en la música, en la literatura y en todas las artes.

Gaeta organizó un grupo llamado ‘Bermellón’, integrado por


pintores y poetas que se reunían en el café ‘Paulista’ en La Boca,
no porque fueran de La Boca, sino porque había un poeta llamado
Roberto Laganá -el apollinaire del grupo-, que sí era de allí.
Me cuenta que por las vueltas de la vida, éste poeta se casó con el
tiempo con su ex mujer Magda. De esos vernissages, de esos
eventos intelectuales, participaban siempre como invitados Rovira,
Parula y otros. Fue en uno de esos encuentros que Rovira conoció
a una pintora que lo movilizó. Me guardo el nombre de la pintora,
pero a ella le dedicó un tango: ‘Azul y yo’.

El destino encontró dos caminos diferentes para que Eduardo y


Pedro se conocieran en 1960: por Atilio Stampone en la grabadora
Microfón –sello donde Eduardo grabó varios discos, uno de los
cuales ‘Tango Vanguardia’, grabado en 1963, llevó una obra de
Gaeta en la tapa- y porque ambos frecuentaban el ‘Circulo Amigos
del Buen Tango’ cuyo presidente era Eduardo Parula, ex
representante de Piazzolla y en ese momento representante de
Rovira. Pero quien los presentó oficialmente fue Jorge Lagos
(hermano de Julio Lagos – conocido periodista y locutor de la radio
argentina), quién trabajaba en publicidad.
El le habló por primera vez a Pedro, de los problemas familiares de
Eduardo y juntos fueron al primer encuentro con él - socialmente
hablando, ya que rápidamente iniciaron una relación de amistad- a
un hotelito en la zona de Constitución, donde se había mudado con
Mabel después de la complicada separación de su primera mujer. Le
había impresionado, dolido ver a Rovira allí, ya que sólo lo conocía
como músico y le tenía gran admiración. No tenía nada y tomaron
mate con agua calentada en una pava sobre un calentadorcito. Tanta
impresión le causó a Pedro, que cuando llegó a su casa le pintó un
cuadro que tenía que ver con ‘ese mate y ese calentadorcito’.

A partir de allí comenzó una entrañable amistad. Se veían mucho en


Microfón donde trabajaban Atilio Stampone, Eduardo Parula y
Eduardo Rovira. También se encontraban muy seguidos en ‘El
Círculo de La Prensa’ donde se reunían los que pertenecían al
‘Círculo Amigos del Buen Tango’. Pedro también frecuentaba
asiduamente la casa de Eduardo y Mabel en Lanús.

Pedro Gaeta y el Grupo Gente de Buenos Aires fueron para Rovira


un trampolín cultural que lo marcó para siempre. Se sintió entre
pares, pudo expresarse más cómodamente y crecer, ya que de esa
época es su mayor producción discográfica. La temprano muerte de
Eduardo Parula primero y la llegada de un gobierno militar después,
le cercenaron su escalada hacia otro nivel de presencia en el mundo
cultural de Buenos Aires. Estos últimos hechos motivaron que su
vida cambiara de rumbo y La Plata fuera su siguiente destino.

Pedro, de una cultura exquisita, es dueño de una humildad poco


común. Es organizador por naturaleza y jamás se olvida de nadie,
mucho menos de sus amigos. Tiene un admirable poder de
convocatoria, no conoce el egoísmo, al contrario comparte todo,
invita a todos a todas partes y vive hiper ocupado haciendo
presentaciones y homenajes a sus amigos, alumnos, conocidos que
van o que vienen, que se lanzan a hacer algo o que terminan algo.
Guarda todo, programas de espectáculos, recortes, fotos, volantes, y
cuanta cosa mencione a alguien de su entorno o de su amistad.
Cuando conoció mi proyecto, prolijamente se tomo el trabajo de
sacar fotocopias de todo lo que tenía de Eduardo y prolijamente me
lo colocó en un sobre. Ese primer día que nos vimos, lo tenía
preparado para dármelo. Ya me consiguió una correctora, me busca
una editorial y hasta es probable que me organice la fiesta de
lanzamiento de éste libro o lo que es más seguro, lanzamientos por
los barrios al más puro estilo Gente de Buenos Aires, y sus 1000
amigos, seguramente, compraran una de las tiradas de esta edición.

Cuando tengo una duda, sólo tengo que llamarlo y sí no conoce la


respuesta, seguro que conoce a la persona que sí…y simplemente
me conecta. Suficiente que él ame o admire a alguien para que lo
incorpore a su lista de personas a homenajear que es interminable,
porque interminable es el amor que fluye de su corazón. Si Pedro
viviese mil años más, nadie caería en el olvido.

Nunca se olvidó de su amigo Eduardo. Lo recuerda todo el tiempo y


su música es el fondo de cualquier evento que organiza. Masterizó y
bajó a compacto la música desde los vinilos originales, y los regala
a quienes conocieron a Rovira para que lo recuerden y a quienes no,
para que lo conozcan.
Lo mismo con los poemas de Luchi o los de Santoro o Raúl
González Tuñon.
Admirable ser humano. Jamás juzga. Jamás agrede de ninguna
manera, ni verbal ni gestualmente.
Pedro…te quiero. Gracias en nombre mío, de Roberto, de Eduardo,
del tango vanguardia. Gracias por tu arte y el arte todo. Sabemos
que podemos contar con vos…ya que todavía queda mucho por
hacer por el Maestro Eduardo Oscar Rovira.
CAPITULO IX – GRUPO GENTE DE BUENOS AIRES

En 1965, por idea de Roberto Santoro, se forma el grupo “Gente de


Buenos Aires”, integrado por el propio Roberto, el poeta Luis Luchi,
el plástico Pedro Gaeta y el músico Eduardo Rovira, entre otros.
“Gente de Buenos Aires” realizaba un complejo y completo trabajo
de difusión del arte, arte entendido como integración y participación.
Se trataba de popularizar el arte, de alejarlo un poco de las luces del
centro e iluminar los barrios, ya que sus componentes pertenecían a
Villa Ortúzar, Chacarita, Parque Chas y Lanús.
Tomando como puntos de acción las cooperativas de crédito, en
general vinculadas a las sociedades de fomento, y los clubes, se
hacen muestras colectivas, recitales de música y poesía, proyección
de audiovisuales, por ejemplo: “Expresión Buenos Aires” donde el
fotógrafo y plástico Juan Carlos Malieni compagina sus fotografías
con las pinturas de Gaeta, la música de Rovira y poemas ciudadanos
leídos en off por Héctor Alterio. Se hacían funciones de títeres con
la colaboración del titiritero Pepe Ruiz, charlas sobre pintura -Hugo
Griffoi acerca del pintor Spilinbergo en la Cooperativa de Saavedra
o Herminia Di Giorgio ‘Como mirar un cuadro’ en el SABER del
barrio Agronomía – también charlas sobre poesía –Roberto Santoro
‘Paseo general por las capitales de los libros de Luis Luchi’ en la
Galería Perla Marino.
El sello “Gente de Buenos Aires” –porque tuvieron su sello propio-
editó un disco simple ‘Tango de música a lo lejos’ con poemas
leídos por Luchi y acompañados por el bandoneón y el piano
alternativamente, de Rovira, y en la portada una ilustración de
Pedro Gaeta:

Lado 1 Lado 2
La muerte del poeta La dama en la ventana
El lechero Tango de música a lo lejos
La Astrología Los petitorios
La fe y la altura del hombre
También imprimen libros, pequeños, precarios, que ellos mismos
confeccionan en la casa de Ángel Di Giorgio (Olleros y Forest) ya
que Santoro desdeñaba el libro tradicional desde el punto de vista
formal, pero lo respeta. Le gustaba hacer su propio libro, meter las
manos en la tinta, doblar las tapas, encargar la linotipia, ordenar las
hojas, copiar los textos con una maquina de escribir eléctrica para
luego, mediante el sistema de rotaprint o lo que es mejor
fotomecánica, arrojarlos al voleo y como contaba con amigos
artistas plásticos, cada poema que traía al mundo iba acompañado
de una interpretación grafica.
“Gente de Buenos Aires”…una tarea continuada con sentido
popular, Recitales y Exposiciones. Lecturas y conferencias. El arte
para todos y el artista participando verdaderamente en la realización
de su trabajo para toda la gente.
Conformaban una movida donde Luchi era anarquista, Gaeta,
Rovira y Santoro comunistas, por eso en la época del proceso,
Gaeta y Luchi se fueron a Paris y Barcelona respectivamente,
Rovira ya vivía en La Plata y pertenecía a la Banda de la Policía
en La Plata y Santoro fue secuestrado y desaparecido.
Pedro, entre risas y a modo de anécdota, me contó que alguien lo
había llamado por teléfono, sabiendo de su amistad con Rovira, para
preguntarle si el tango ‘Para Ernesto’ había sido escrito para el Che
Guevara. Aproveché para preguntarle – ya que yo tampoco sabía
quién era el destinatario de dicho tema- si se lo había escrito a
Ernesto Sábato, con quien compartía largas charlas, y además yo lo
había leído en alguna parte, y me aclaró que no. El tango se lo
había dedicado a Ernesto Armus, un amigo y representante suyo
que vivía en Méjico.
Según dos invitaciones que obran en mi poder: El 27 de septiembre
y el 5 de Octubre de 1965 a las 21 hrs. “Gente de Buenos Aires”
había realizado sendos recitales poético-musicales a cargo de Luis
Luchi y Eduardo Rovira con su Agrupación de Tango Moderno en
la sala del Nuevo Teatro en Suipacha 927.
Allí Luis Luchi presentó: El Obelisco y Otros poemas; El Ocio
Creador; Poemas de las Calles Transversales; La Vida en Serio;
Vida de Poeta (Inédito).

Sintéticas biografías de los integrantes del “Grupo Gente


de Buenos Aires”

LUIS LUCHI - Poeta


Nació en Buenos Aires un 11 de Octubre de 1921 y murió en
Barcelona un 21 de Octubre de 2000. Un artista que conocía muy
bien su ciudad porque la vivía, la sentía, porque la extrañaba y la
sufría. Con su gente, sus poetas, sus próceres, sus calles, sus barrios,
sus rincones, sus sentimientos, sus objetos, en síntesis, con su vida
misma. Buenos Aires esta presente en todos los poemas de Luchi,
quien comenzó a publicar por los años ’60.
Por las noches, era socio vitalicio del bar Ramos (cuando el Ramos
era el Ramos original) y asiduo comensal del ya desaparecido
Bachin de Sarmiento y Montevideo; o el bar de Triunvirato y
Pampa, usado a menudo como oficina. Su casa de Bauness y Cádiz,
en pleno corazón de Parque Chas, era de puertas abiertas.
Cualquiera que cruzara el umbral podía encontrar a Luchi allí,
sentado en su escritorio, rodeado de una biblioteca gigantesca,
leyendo o escribiendo, tarea que interrumpía en el acto para
brindarse a charlas interminables que quizás empezaran por
Dostoievski y siguieran con un nutrido anecdotario de variadísima
temática. Siempre tenia mucho para decir quien se había
consustanciado con el hombre, porque sabia que es en el hombre
donde se encuentra lo valioso.
Su temática era pluralista, ya que para él absolutamente todo era
poetizable (convertirlo en poesía), y su sincera humanidad y
humildad, lo unieron indisolublemente al ser humano. Luchi se
preguntaba de manera nada retórica “…donde buscar lo que vale
sino dentro del hombre…”.
En 1976 parte para Barcelona junto con Irene, su compañera
inseparable,

…y no me voy por nada


falta la revolución.
Luis Luchi

fijando su residencia en la calle Bailén, con la esperanza de regresar


algún día a su Parque Chas natal. En España publica dos libros:
‘Gracias, Gutenberg’ (1980) y ‘Resumen del Futuro’ (1984), cuyas
copias fueron recibidas por Lilian Garrido, con una dedicatoria:
“Aquí estoy, un sábado a la noche, y entre mis recuerdos, mis
amigos. La calle Bailén podría pasar sin mi, pero Parque Chas
no”.
En un recorte del diario Clarín del jueves 18 de Abril de 1991 que
me diera Pedro Gaeta, leo:
Homenaje Una reunión de bienvenida y homenaje al poeta Luis
Luchi, de regreso a su país después de largos años de permanencia
en Madrid, y como una manera de retomar el camino artístico
cultural iniciado por el grupo “Gente de Buenos Aires”, que
fundaron, entre otros el músico Eduardo Rovira y el poeta Roberto
Santoro, se llevará a cabo en el club social y deportivo El Trébol. El
evento, organizado por la escritora Lilian Garrido, el músico
Claudio ‘Pino’ Enríquez y el plástico Pedro Gaeta, tendrá lugar el
20 a las 21 hrs. en la sede de la institución, Gándara 2840,
Capital. Actuarán, entre otros, el cantautor Carlos Andreoli, la
agrupación de tango moderno Revolución 4 y el grupo de rock Ocio
Creador. Además habrá una lectura de poemas en la voz del
homenajeado.
Roberto Rovira y yo fuimos invitados por primera vez a un
homenaje llamado: ‘Luis Luchi en Parque Chas’, el 11 de Octubre
de 2003, fecha del cumpleaños de Luis Luchi, organizado por
“Ediciones Ultimo Reino” y Gente de Buenos Aires que presentaban
la antología “Paseo por la Capital de Luchi”.
Luego de un magnifico audiovisual recorriendo la vida de Luchi con
música de Rovira de fondo, el Dúo Cuesta Arriba con Mariano Gil
en guitarra y Pablo Yanis (nieto de Luchi) en bandoneón ejecutaron
3 temas. El del medio fue “A Evaristo Carriego”…la magia había
vuelto una vez más. Silencio total para una magnifica interpretación.
Yo me había parado y mientras dos lagrimas me rodaban por las
mejillas y un escalofrío me recorría el cuerpo, sentí que además de
Pedro Gaeta, había dos Rovira –padre e hijo- y dos Luchi –Abuelo y
nieto.
Pablo Yanis, ahora con ‘Cuesta Arriba’ pero convertido en trío, me
sirve de apoyo para lo que eventualmente organice de Eduardo
Rovira. Sé que puedo contar con estos jóvenes y talentosos
músicos, pues poseen la humildad y las ganas que se necesitan.
Pablo me regaló un tesoro: copia de una partitura inédita de una obra
que Rovira le dedicó a Luis Luchi: Op 16 Nro. 5 a Luis Luchi –
“Sonata de las Calles Transversales” (Sonata para piano).

Roberto Santoro (Poeta)


“Si mi poesía no ayuda a cambiar la sociedad no sirve para
nada.”

Nació el 17 de Abril de 1939 en el barrio de Chacarita, donde vivió


hasta su secuestro y desaparición el 1 Junio de 1977.
Difícil resumir una vida-obra-vida tan rica como la de este poeta
porteño. Apelar a la síntesis. Seleccionar datos y recuerdos. Destacar
su profunda humildad, su modestia, su simpatía, su coherencia, su
hondo deseo de justicia, su carisma, su voluntad de trabajo, su labor
con y para la gente, como hitos fundamentales de su corta
existencia: su sensibilidad frente a todo lo humano lo llevó a
participar en una lucha para mejorar la sociedad. Una lucha armada,
pero en su casa, armada de palabras.
Todo esto traducido en su quehacer literario. Roberto Santoro, en el
sentido más literal del término, un trabajador de la literatura. Más
aún, un obrero de la cultura. Un sabedor de que toda forma de arte
nace del pueblo y debe volver embellecida por el artista, para que
aquel se identifique con ésta y la reconozca suya. Roberto es, tal
vez, el mejor ejemplo de la integración de las artes entre si y con la
comunidad, en un proceso de constante retroalimentación. Para
combatir esa injusticia que lo preocupaba tanto, su arma mayor fue
su poesía, su palabra dicha y escrita:
Yo tomo una palabra
Le cambio la camiseta
La visto de Santoro
La doy vuelta

Su primera incursión en la industria de la literatura, por llamarlo


de algún modo, la hizo con la revista ‘La Cosa’, que él mismo
escribía y editaba ayudado por su madre, en su casa de Fraga al 500
y que luego salía a vender en la puerta de los cines.
Del ’63 al ’67, dirigió los 13 números de la revista literaria ‘El
Barrilete’, donde por primera vez se dio cabida a los poetas del
tango: Carlos de la Púa, Celedonio Flores, Homero Manzi,
secundado por un conjunto numeroso de poetas y narradores de su
generación: Andrés Avellaneda, Daniel Barros, Ramón Plaza,
Eduardo Romano, Miguel Rozzisi, Jorge Torres Roggero, Horacio
Salas, Máximo Simpson, Alberto Szpunberg. Traspasando la labor
revisteril, conductores y colaboradores de ‘El Barrilete’, editan
también libros: “Informe sobre la Esperanza”, “Informe sobre
Discépolo”, “Informe sobre el país…”, que llevan el sello de la
revista. Editó otras revistas: ‘Papeles de Buenos Aires’, ‘La Pluma’
y ‘La Palabra’
Él mismo solía presentarse así: “la sangre grupo A, factor RH
negativo, 34 años (en 1973), 12 horas diarias a la búsqueda
castradora, inhumana, del sueldo que no alcanza. Dos empleos,
escritor surrealista, es decir, realista del sur. Vivo en una pieza.
Hijo de obreros, tengo conciencia de clase. Rechazo ser travestí del
sistema, esa podrida máquina social que hace que un hombre deje
de ser un hombre, obligándolo a tener un despertador en el culo,
una boleta de Prode en la cabeza y un candado en la boca”.
(Reportaje concedido a la revista Rescate en octubre de 1973).
Escribió varios libros, cuyos títulos ya vislumbraban un compromiso
militante. Pero quizás el más original de todos sus trabajos fue
‘Literatura de la Pelota’, donde transcribió una serie de cantitos de
las hinchadas de fútbol. El vivía con una libretita encima, siempre a
cuestas, donde anotaba chistes (era un contador de chistes fabuloso)
y cantos del tablón futbolero hasta las leyendas de los camiones, las
de los paragolpes. Todo lo que tuviera un matiz popular iba a parar a
esa libretita, que se fue transformando en un muestrario de las voces
nacionales más interesantes.
Los libro publicados fueron: ‘Oficio Desesperado’ (1962), ‘El
ultimo tranvía’ (1963), ‘De tango y los demás’ (1963), ‘Nacimiento
en la tierra’ (1964), ‘Pedradas con mi Patria’ (1964), ‘Desafío’
(1972), ‘Uno mas uno humanidad’ (1972), ‘Cuatro canciones y un
vuelo’ (1973), ‘Poesía en General’ (1973), ‘Las cosas claras’ (1973)
y ‘No negociable’ (1974).
También será crítico con cierto tipo de intelectuales que pululan a
principios de la década del ’70. Dice: ‘en general, el escritor
argentino –hablo del intelectual que conozco- es un hombre que
aprovecha cuanta discusión se le pone a tiro para demostrar o
tratar de demostrar todo lo que cree que aprendió, citando a diestra
y siniestra como si estuviera en una maratón interminable de
demostración de ‘cultura general’. Por éste mismo vicio, vive
enfrascado o enlitrado, no participando en las actividades de la
sociedad. Por ejemplo y a veces –lo que es muy lamentable-
aislándose en una romántica como absurda y suicida actitud
individualista a la espera que las luchas las encaren otros, para
luego aparecer como critico de los errores que ‘esos otros’
cometieron mientras él se preocupaba de su currículum y ascenso
dentro de la escala de valores impuesta por esta sociedad” (Crisis,
numero 96, septiembre de 1980).
Luego del golpe militar del 24 de marzo de 1976, redobló sus
esfuerzos contra la dictadura, denunciando en el exterior las
atrocidades de la misma, en una carta-denuncia el 3 de junio de 1976
ante la Confederación de Escritores Latinoamericanos con sede en
México.
Por su compromiso y su denuncia se debe parte de su desaparición.
Roberto Santoro fue secuestrado y luego desaparecido de su lugar de
trabajo (Escuela Nacional Técnica Nro. 25 Fray Luis Beltrán) el 1
de Junio de 1977 por la noche –alrededor de las 20 hrs.- por tres
hombres de civil armados, que inmovilizaron a las demás personas
allí presentes, y se lo llevaron para mas nunca saber de él.
Desde el 14 de Julio de 1996 en Capital Federal, la plazoleta de
Avenida Forest y Teodoro García –a dos cuadras de la casa de
Santoro- lleva el nombre de “Poeta Roberto Santoro” gracias a la
gestión, como era esperable, de Pedro Gaeta ante los Concejales
Aníbal Ibarra, Raúl Puj y la Sra. Maronese.

Pedro Gaeta (Artista Plástico)

Nació en Buenos Aires el 6 de febrero de 1930. Realizó sus


primeros estudios en la Escuela Nacional de Bellas Artes Manuel
Belgrano. Luego comparte un taller con el pintor Osvaldo Borda.
Hace su primera exposición individual en la Galería “Hache”. Por
esa época participa del grupo de jóvenes poetas y surrealistas y
comienza a exponer con el grupo ‘Arte Nuevo’.
Es cofundador de la Agrupación ANFA (Arte No Figurativo-Nueva
Figuración), con la que colabora participando con su obra en
Buenos Aires e interior del país, Sudamérica, Centroamérica y
Estados Unidos.
A comienzos de la década del ’60, el poeta Raúl González Tuñón
célebre por su generosidad hacia los artistas noveles, accedió de
buen grado a prolongar una de las primeras muestras de éste joven
pintor, cuyo estilo combinaba la dramaticidad del color con la
vehemencia de la pincelada.
También en esos años, interviene en la exposición rodante
organizada por la Dirección de Cultura en homenaje al
Sesquicentenario de la Revolución de Mayo y en 1962 es invitado a
la Primera Muestra Internacional “Forma y Espacio” en el Museo
de Arte Contemporáneo de Santiago de Chile.
Integró el “Grupo Bermellón” y ejerció la presidencia de la Sociedad
Argentina de Artistas Plásticos (SAAP), en dos periodos
consecutivos: 1973 a 1975 y 1975 a 1977.
En 1977 viajó con proyectos de estudio y trabajo a países del este y
oeste europeo. Se radicó en España y luego decidió instalarse en la
capital de Francia, donde produjo una vasta obra expuesta en Orsay
y en Paris. En 1978 es invitado a la “Gran Exposición Imagen y
Mensaje de América Latina” organizada por el Centro de Cultura
Municipal de Villeparisis (Francia).
Poseen obras suyas coleccionistas particulares, instituciones
culturales y museos de Argentina, España, Alemania, Bélgica y
Francia. Hace 20 años Pedro fundó, junto con los hermanos
Verónica y Maximiliano Abbiati, ceramistas y escultores el Taller de
Artes Plásticas ‘Expresión’, cuyo método de enseñanza se basa en
impartir los principios de una técnica rigurosa y otorgar después una
completa libertad expresiva para que aquélla pueda desplegarse.
Chagall decía: “pintar es hacerle un corte de manga a la muerte”.
Y es verdad, opina Gaeta, yo cuando pinto no tengo miedo de morir
ni de nada. Esto me sucede porque la obra me trasciende. Mira ese
cuadro que pinté en 1952, está como si lo hubiera pintado ayer, me
va a sobrevivir. Es muy gratificante ser artista y cito a Berni, quien
decía: “vale la pena ser pintor”

En Agosto de 2003 fue inaugurada la Estación “Tronador” del subte


B que llega hasta Villa Ortúzar. Los artistas de la zona fueron
invitados por la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires a
embellecer sus paredes con sus obras. Una de ellas, “Tango en
Rojo” - Óleo 1988 fue reproducido en vitraux, pertenece al
querido artista plástico Pedro Gaeta…el último eslabón del cuarteto
fundador del Grupo “Gente de Buenos Aires”.
Actualmente en 2011, Pedro Gaeta y un grupo de fieles artistas,
sigue organizando eventos para el Grupo “Gente….
CAPITULO X – POETAS Y ESCRITORES
ARGENTINOS – LUIS LUCHI – ROBERTO
ARLT – EVARISTO CARRIEGO
El “Trío Eduardo Rovira”, Rovira- Alchourrón - Romano, en el
año 1966 con el sello discográfico “La Rosa Blindada” grabó
tres tangos homenajeando a tres hombres que habían
movilizado su espíritu y su corazón: “A Roberto Arlt”, “A Luis
Luchi” y “A Evaristo Carriego”

Este último tema también fue grabado por el Maestro


Osvaldo Pugliese y eso le dio el vuelo que necesitaba para ser
conocido. “A Evaristo Carriego” es de una belleza profunda y
movilizante…al escucharlo sentimos toda la poesía y los
fuertes ideales del “Grupo Gente de Buenos Aires”.

Tuve que recurrir a muchas lecturas para conocerlos a fondo.


Quería saber porqué Eduardo había escrito estos tres tangos.
A través de estos tres hombres comprendí muchas cosas y
conocerlos cambió radicalmente mi mirada anterior.
Rovira soñaba con un mundo socialmente equilibrado,
armónico, espiritual, rico pero sin excesos…tal como es toda
la música que él compuso.
Tomó a estos tres poetas, porque con su arte lucharon para
que ese cambio fuese posible en distintas épocas de la
literatura argentina y desde distintos lugares.

“A Evaristo Carriego” - Tango - 1966

El poeta Evaristo Federico Carriego nació el 7 de mayo de


1883, en la ciudad de Paraná, Entre Ríos. En 1887, luego de
permanecer dos meses en la Capital Federal, sus padres y él
se mudaron a La Plata hasta 1889, para luego radicarse
definitivamente en la Capital Federal.
Luego de cursar los estudios primarios y secundarios, se
dedicó a vagar y a leer a discreción sin guía ni método en su
casa de Palermo. Sus lecturas, eran casi exclusivamente
literarias e históricas. De historia, le cautivaba la vida de
Napoleón; en literatura, tenía marcadas preferencias por la
poesía y la novela romántica: Víctor Hugo, Dumas. Amaba a
Don Quijote de la Mancha por el sello de heroísmo
deslumbrante, y salvando las distancias entre uno y otro
personaje, rememoraba con cariño a Juan Moreira, por
gaucho diestro y corajudo.

Entre los 18 y 20 años comenzó a escribir versos. A los


veinte, lo vemos ya perteneciendo a los círculos intelectuales
de la Capital. El primero que frecuentó, fue la redacción de
“La Protesta”, que aún no era un diario anarquista, terrible y
pavoroso, sino un simple diario de ideas, donde se hacía más
literatura que otra cosa. En plena juventud, hablaba con un
primitivo tono patriótico, escudado en un ideal americano ó
criollo. En sus primeros versos va una implícita rebeldía
social, la rebeldía del que ve pobres de cuerpo y alma por
culpa de los malditos opresores a los pobres. Con todo, no
sería lícito suponer en ninguno o casi ninguno de los
tertulianos de ‘La Protesta’ una adhesión franca al credo
socialista; y en Carriego menos aún. Era el suyo, más bien,
un socialismo sentimental, cuyo móvil lo constituía el deseo
de redimir a los pobres de su miseria, sin saber porqué
medios.
Con veintiún años, con un afán socializante muy noble, con
Almafuerte (seudónimo del poeta argentino Pedro Bonifacio
Palacios) como poeta supremo, ya estaba incorporado al
ambiente literario porteño. Era la época de los cenáculos
literarios, en cafés, en redacciones de periódicos, en
viviendas particulares, en todos lados se formaban círculos de
escritores, donde diariamente se fundaba alguna revista y se
ejercitaba el ingenio en chistes de oportunidad. El café de los
Inmortales, el sótano del Royal Séller, la Brasileña y el Bar
Luzio, lo contaban como asiduo concurrente. Frecuentó la
redacción de los diarios “La Nación” y “Ultima Hora”. Más que
sus versos, era su persona lo que atraía.

En 1908, apareció su primer y único libro: “Misas Herejes”.


La crítica le dispensó en general, una acogida favorable; sobre
todo, a causa de su aparente sentido realista en oposición a
las corrientes simbolistas que la poesía argentina había
llevado hasta una exageración insoportable. Basándose en
uno de sus poemas, Enrique Cadicamo (poeta y escritor
argentino, autor de numerosas letras de tango), escribió en
1929 el tango “De todo te olvidas” grabado por Carlos
Gardel en 1929.
Continúo publicando versos en las revistas. También hizo
periodismo anónimo, alguna que otra vez.

En los últimos años de su vida, fue cediendo notablemente a


la melancolía y al retraimiento espiritual. Son los años en que
canta dulcemente y resignadamente a todos los que sufren en
silencio. Ya no intenta castigar a los pecadores, prefiere sufrir
por los tristes, haciéndose hermano de ellos en dolor.
Ahora es cuando Carriego está en plena posesión de su
espíritu. En sus versos, de continente sereno, hay un hálito
de tragedia inquietante. Sólo el sentimiento de lo fatal los
inspira.
Adquirió fama con los poemas: ‘La costurerita que dio el mal
paso’; ‘El alma del suburbio’; ‘La viejecita’; ‘Residuo de
Fabrica’; ‘Los perros del Barrio’; ‘Intimas’.
A fines de 1911 tuvo un ligero ataque de apendicitis. Este se
renovó a mediados de 1912 y el 13 de Octubre a la
madrugada falleció.

Respecto de “La Costurerita que dio el mal paso”, fue espejo


de pautas culturales y valores morales tristemente aún
vigentes. Poesía, tango, folletín, teatro y cine son los caminos
comunicacionales por los que anduvo aquella ‘costurerita’
porteña, protagonista de las primeras décadas del siglo XX.
Este personaje de la poesía apropiado por el tango, fue un
personaje paradigmático como víctima de las condenas
sociales que se ejercen desde el imaginario social de un
argentino medio que padece temor, inseguridad, falta de
autoestima y machismo. El 22 de noviembre de 2004 se
cumplirán 85 años de la aparición del folletín ‘La costurerita…’
publicado en el numero 110 de “La novela semanal” de 1919.
Dejó también una obra de teatro “Los que pasan”, estrenada
en el Teatro Nacional, poco después de su desaparición.

En 1927, vieron la luz sus cuentos, en un tomo titulado “Flor


de arrabal”. El resto de su obra poética fue dado en el
conjunto “Poemas Póstumos” (1913).
Jorge Luis Borges trazó un penetrante ensayo sobre su vida y
obra, comparándolo con Esteban Echeverría: éste por ser el
primer espectador de la pampa; Carriego por ser el primero
de los arrabales: Primer espectador de nuestros barrios
pobres y que para la historia de nuestra poesía, eso importa.
El primero, es decir, el descubridor, el inventor.

“A Roberto Arlt” - Tango -1966

El novelista, cuentista, dramaturgo y periodista Roberto


Godofredo Cristophersen Arlt nació en Buenos Aires el 26 de
abril de 1900. En 1916 inició su trabajo de periodista, tarea
con la que intentaría resolver sus problemas económicos y
que le permitió relacionarse con los círculos literarios
porteños.
En esa fecha dio a conocer su primer cuento, “Jehová”, con el
que comenzó una carrera de escritor que se consolidaría
desde que en 1926 dio a conocer “El juguete Rabioso”, novela
sobre un adolescente que se inicia como delincuente y
termina como traidor a los suyos. En un tiempo de aparente
prosperidad para el país, esa obra parecía hablar de la crisis
de los proyectos modernizadores del siglo XIX, que habían
convertido a Buenos Aires en una babélica ciudad de
inmigrantes, moradores de inquilinatos y conventillos cuya
única realidad era la de las calles, en las que se desenvolvía
su lucha por la vida. Eran la cara oculta de una Argentina
agitada por conflictos ideológicos y de clase, amenazada por
una crisis económica inminente, observada por los militares
que dominarían la escena política a partir de 1930. La
excepcional lucidez de Arlt haría de ésta primera obra,
interpretable como la voz de los postergados por el sistema
social vigente, el punto de partida de la novela argentina
contemporánea.
Su capítulo más recordado es el de las diferencias reales o
aparentes que enfrentaron a los grupos de Florida y Boedo
(dos barrios de Buenos Aires. Uno en el centro donde vivía la
clase adinerada y otro más alejado de gente más humilde).

Aunque mantuvo relaciones con los escritores adscritos al


primero (fue secretario de Ricardo Guiraldes, a quien dedicó
“El juguete rabioso” y colaboró en la revista ‘Proa’), Arlt no
dejó de sufrir el desdén de los martinfierristas, representantes
de un arte minoritario y europeizado, jóvenes cultos que
parecían detentar los derechos a la tradición literaria y a la
renovación. Ese rechazo, inevitablemente habría de ser
relacionado con el otro bando: con quienes desde el barrio
popular de Boedo defendían un arte comprometido con los
problemas del hombre, preferían el cuento y la novela a la
poesía, y veían en la literatura una posibilidad de contribuir a
la transformación de la sociedad.

Las novelas “Los 7 locos” (1929) y “Los lanzallamas” (1931)


ampliaron después esa indagación con un tratamiento
alegórico que la convertiría en una reflexión sobre la
sociedad argentina e incluso sobre la condición humana. Se
perciben las consecuencias de una modernidad tecnológica
tan fascinante como amenazadora, de unas prácticas
revolucionarias tan esperanzadoras como grotescas, de la
alineación social y psicológica que padece el hombre
contemporáneo. La única salida (falsa) se concreta en la
trasgresión, en la degradación que permite una absurda
apariencia de ser, en la perversidad que al menos permite la
certeza de existir en el mal. En “El amor brujo” (1932), Arlt
insistiría aún en la presentación de personajes obsesionados
por la felicidad y a los que la fantasía permite evadirse de
una existencia gris.

En 1933 reúne nueve relatos en el volumen “El jorobadito”,


mostrando una proclividad hacia lo fantástico que había de
acentuarse progresivamente. En 1941 reúne los cuentos
producto de sus viajes por España y Marruecos en “El criador
de gorilas”. Estos relatos lo alejaban de Buenos Aires y
parecían ajenos a las preocupaciones metafísicas que antes
eran ingrediente fundamental.

Las “Aguafuertes” del diario “El Mundo” constituyen la parte


de mayor interés literario en una producción periodística que
incluyó también las notas redactadas en 1926 para la revista
“Don Goyo”, así como las crónicas policiales escritas en
1927 y 1928 para el diario “Critica”.
Esa producción permite comprobar la gran capacidad de su
autor para adentrarse en los problemas sociales y políticos
de su tiempo, y para exponerlos con imaginación y rigor: no
sólo los que afectaron a la Argentina de su época, sino
también los que pudo observar en los países por los que
viajó y los que determinaban la atmósfera internacional cada
vez más enrarecida que llevó a la segunda guerra mundial.

“A Luis Luchi” - Tango – 1966

Como la biografía de poeta Luis Luchi está más detallada


dentro del capítulo “Grupo Gente de Buenos Aires’, les
quiero transcribir el prólogo de una amiga de Luchi, Lilian
Garrido “Palabras porque sí” del nuevo libro “Paseo por la
Capital de Luis Luchi” recientemente aparecido. Lilian Garrido,
junto con Pedro Gaeta, mantienen vigente al “Grupo” en la
actualidad.
“Decíamos con Luchi “la red funciona”, especie de guiño que
en una amistad aprendida a construir a la distancia
significaba que todo lo que sucediera de este lado del océano
iba a ser enseguida comunicado al otro por carta, teléfono,
fax o como fuera. Las señales de humo y las palomas
mensajeras también estaban permitidas. Desde allá, a la
reciproca. Así, durante años, fueron y vinieron cartas, fotos,
libros, revistas, poemas casetes y cuantas cosas quieran
imaginarse. En un sentido más profundo, “la red funciona” se
traducía como la solidaridad existe, la amistad celebra, los
compromisos asumidos se cumplen y una primera persona
plural, todos nosotros, siempre imperante.
Gracias al buen funcionamiento de la red editamos en Buenos
Aires “Amores y Poemas en Parque Chas’, carpeta que
homenajeaba a una red mas orgánica llamada “Grupo Gente
de Buenos Aires” de la que Luchi en los años ’70 formaba
parte. Cuando el 19 de mayo de 2001 presentamos la
carpeta (Luchi había muerto unos meses antes), anunciamos
que con el dinero recaudado con su venta editaríamos una
antología. Cumplimos, a pesar de las adversidades.
Las ediciones de los libros de Luis Luchi están rodeadas de
curiosas anécdotas. Libros confiscados, libros
milagrosamente salvados de la confiscación, libros aparecidos
mucho después de lo previsto…Este no es la excepción.
Habíamos juntado una buena suma, prolijamente convertida a
dólares y guardada en un banco, que el “corralito” y la
pacificación redujo a la mitad. Sin embargo, la antología aquí
no está. Mucha gente trabajó y dio su apoyo de ambos lados
del océano para hacerla posible. El Estado no funcionó; la
red, en cambio sí.
Si nos atenemos al diccionario, la palabra “antología”
significa colección de piezas escogidas de, en este caso,
literatura. Viene del griego anthos (flor) y legein (escoger).
Algo así como un ramillete donde las flores son
cuidadosamente seleccionadas. Claro que la selección es
producto de una subjetividad y puede resultar, por
consiguiente, algo antojadizo o caprichoso.
He escogido poemas que me parecieron representativos en
tanto dan un panorama bastante completo de su obra, es
decir, poemas donde se trasluce su humanidad, su visión del
mundo, su posición frente a la vida, su sentido del humor, su
ironía. Poemas donde puede verse, además, la variedad de
tonos y el particular uso que hace del lenguaje. Pero he
incluido otros porque sí. Sólo un ejemplo para justificar el
capricho: Luchi y mi viejo habían organizado una serenata
sorpresa a mamá. De pie en la vereda, Luchi leía a viva voz
“La casa Canta” acompañado de dos guitarras y un grupo de
amigos, mientras mamá saludaba desde la ventana. No era
el balcón de Verona, pero casi. Me hubiera resultado
imposible no incluir “La Casa Canta”, que para mí es esa
noche, esa gente, esa historia, esa casa de la calle Cádiz…
Y por último: fue maravilloso reencontrarme con Luchi
durante todas las noches en que transcribí los textos.
Pelearme por la puntuación y la sintaxis desordenadas,
preguntarle por la ortografía o el significado de alguna
palabra, discutir sobre la inclusión o exclusión de algún
poema, decirle, cada tanto ¿“ves, Luchito, que la red
funciona? y buscar, en el aire, su guiño cómplice.”

El diario La Nación, el 10 de Octubre de 2003, anuncia el


evento: “Mañana en Parque Chas, se presenta una antología
de su obra”
Solía decir que el dedo de la estatua de Colón en Barcelona
señalaba hacia Parque Chas. Así, con una ironía a veces sutil,
a veces áspera, Luis Luchi construyó una obra poética
particular en nuestro medio. Anarquista, aventurero,
caminador, nacido como Luis Yanischevsky, hijo de
inmigrantes rusos, nació en Villa Crespo pero se crió y creció
en ese barrio tan particular de Buenos Aires: Parque Chas,
presente en su obra aún después de abandonar el país, a
mediados de los años ’70.

En la esquina dilecta de su barrio dilecto, en la escuela


Petronila Rodríguez, Andonaegui 1532, se realizó ese
homenaje del que hablaba el diario “La Nación”, y se
presentó una nueva antología: “Paseo por la capital de Luis
Luchi” y también la reedición de sus grabaciones con música
de Eduardo Rovira.

CAPITULO XI – LA VANGUARDIA EN EL
TANGO – EDUARDO ROVIRA – ASTOR
PIAZZOLLA

Ellos llegaron a este mundo casi al mismo tiempo y con el mismo


propósito que fue el de fundir de un modo nuevo y original un tango ya
existente.
El pensamiento creativo de ambos, les permitió efectuar asociaciones
innovadoras, que no se basaron en la combinación de ideas viejas. Los
dos estuvieron dotados de esa capacidad, los dos trabajaron y sufrieron
por esas ideas.

Rovira y Piazzolla cada uno como personalidad fueron diametralmente


opuestos pero complementarios, y los resultados están a la vista.
Fueron como la luz y la oscuridad. Aunque es imposible entender una
sin la otra. Esta es la gran ironía, la gran dicotomía, porque en el
momento que un individuo pinta una raya entre la oscuridad y la luz ha
caído en la antigua trampa de emitir un juicio. La clave es trascender el
juicio y reconocerlos a ambos como parte de un todo.
El todo se llama “Tango Vanguardia”.

Astor Piazzolla, a quien le tocó entrar primero en escena, manejó su


carrera con la garra que se necesita para romper viejas estructuras.
Tuvo la fuerza y la valentía de mudarse de país para crecer y demostrar
desde afuera que sí se puede, cuando el deseo y la capacidad van de la
mano. Astor era un intuitivo a ultranza y dejó su vida por ese tango que
pocos comprendieron en sus comienzos, a pesar de ser más tanguero
para el oído de la gente de lo que es el tango de Rovira.

El tango vanguardia tiene dos etapas claramente definidas: la primera


con Astor Piazzolla que ya lleva 51 años de presencia, con sus luchas y
sus éxitos a nivel nacional y mundial que abrieron la brecha al nuevo
tango que se viene; esta segunda etapa diferente, de otra profundidad
y característica, de la mano de Eduardo Rovira y cuyo momentum aún
se encuentra en los albores. Estamos en un tiempo de no tiempo.
Piazzolla no perdió su vigencia y Rovira aún es patrimonio de algunos
pocos.

Desde el primer día que decidí recopilar los datos biográficos de


Rovira, escuché y leí cantidad de opiniones encontradas sobre uno u
otro, pero me negué íntima y enfáticamente a tomar partido. No tenía
claro por qué, pero si tenía claro que no debía instalar la competencia
entre dos artistas que son valiosos instrumentos de la historia que aún
se está escribiendo. Ellos dieron su tiempo y sus conocimientos para que
el tango tradicional diera un salto evolutivo hacia delante al
perfeccionarse a sí mismo.

Desde una mirada humana, es fácil entender porque Rovira se sentía


molesto en algunos momentos con la persona de Astor. Una cosa era la
admiración que por él sentía como músico y otra era el hombre.
Astor mostraba comportamientos desacordes con la personalidad de
Rovira, que trataba siempre de causar buena impresión: salió de Gotán
el 8 de marzo de 1966 durante la llamada “Noche del Encuentro”, de
una manera poco caballeresca en lugar de quedarse hasta el final como
hubiese hecho cualquier persona, repitiendo la misma actitud que había
tenido cinco años antes en 1961 en la Facultad de Medicina, cuando fue
descubierto entre el público y ovacionado, mientras Rovira tocaba a
grada llena desdoblándose entre el bandoneón y el piano. Rovira en un
gesto de grandeza lo invitó a subir al escenario y le cedió su
bandoneón, en el que Astor improvisó durante unos minutos “Los
Mareados” y… también se fue.
Tal vez haya sido una ‘movida de prensa’. Tal vez siguiendo una moda
que había traído de Estados Unidos generaba conflictos como una forma
de llamar la atención. Lo que sea, consciente o inconscientemente,
cruzó con su actitud los límites marcados por la ética.

Las internas de los músicos que conocieron a ambos, dicen que Astor
llegó al infarto por el gran esfuerzo realizado para ser el número uno.
Incluso, en algún momento Rovira ya harto, le había mandado a decir
por Eduardo Parula que se dejara de hablar mal de él porque le iba a
realizar un análisis musical a su obra y que éstas no iban a pasar la
prueba.
Piazzolla era inconformista. Sus actitudes rozaban el límite de la
ansiedad descontrolada, quería ser el mejor del mejor incluso el mejor
de sí mismo, lo que lo llevó a ser prisionero de una forma de idolatría y
dependencia para mantenerse siempre arriba.
El otro extremo fue precisamente Rovira. La igualdad de la diferencia.

Tal vez le haya dolido la falta de humildad por parte de Piazzolla porque
para él la música era algo solemne y no una marca de gaseosas.
Seguramente le haya dolido hasta el último día, que durante un
reemplazo cuando éste se había tomado vacaciones en Tucuman 676,
una barrita tipo futbolera comandada por el Mono Villegas fue a hacer
bochinche, provocar e insultar. La gente que se hallaba allí no entendía
por qué un grupo de personas había concurrido a molestar y silbar a
Rovira mientras tocaba.
Tuve la oportunidad en el año 2005 de conocer a varios integrantes de
aquel grupo. Natalio Gorin, Nisinman y otras personas se reunían los
días martes, para charlar en la zona del Cid Campeador. Una especie de
Polémica en el Bar, pero entre amigos y admiradores de Piazzolla.
Uno de ellos, cuyo nombre no recuerdo, me pidió disculpas por aquellos
comportamientos. Eran jóvenes, divertidos y fanáticos...no midieron sus
consecuencias.
Hoy al tiempo y la distancia sienten que no estuvieron bien.

Leí todo lo que encontré sobre Piazzolla, incluyendo todo lo que existe
en Internet. Me llamó poderosamente la atención que cuando se habla
de él a Rovira lo ignoran, no lo nombran para nada, pero siempre que
hablan de Rovira inexorablemente su nombre aparece en alguna parte.

En este mundo existen cosas confusas y por ahora la verdad


Piazzolla/Rovira es una de esas confusiones. Como aún falta toda la
verdad es comprensible. No se puede hablar de lo que no se conoce,
aunque muchos insisten en compararlos. La real y verdadera dimensión
de Piazzolla/Rovira y su aporte a nuestra música ciudadana la tendrán
las generaciones venideras.
Lamentablemente todavía existen muy pocas personas en los medios
que pueden hablar de la música de Rovira con la debida comprensión.
Quienes sí lo comprenden casi de forma natural, es una nueva camada
de músicos de entre 20/40 años, que nacieron con otra evolución
espiritual para comprenderlo e incluso para interpretarlo.

Rovira humildemente, siempre aceptó que el cambio lo inició Piazzolla


en 1955 con el ‘Octeto Buenos Aires’, pero también es cierto y esto no
puede ser ignorado, Rovira no imitó la estética piazzollana. El creó su
propia música de vanguardia. No fue un músico menor, no es el ‘otro
Astor’ ni ‘el otro Piazzolla’.
Eduardo Rovira fue un creador distinto que apuntó a un público
minoritario, consciente de que el tiempo, sólo el transcurrir del tiempo,
iba a lograr que cada cosa se colocara en el lugar correcto y jamás
traicionó sus convicciones. Desde el comienzo hasta el final hizo lo
mismo. Estudió para mejorar sus conocimientos y esos conocimientos
los plasmó en su música. No aceptó asociaciones extravagantes porque
fue fiel a sí mismo. Fue un bohemio de raza, le interesaba mejorar su
creatividad estética y punto. El sabía que era para la posteridad y actuó
en consecuencia.

Me encontré a mi misma en medio de una forzada resignación al


conocer personas que son el colmo de la ignorancia. Tuve que aceptar la
falta de respeto y la vulgaridad de muchos que perdieron la reverencia
por la obra musical de Rovira, que se convirtió involuntariamente en la
gran víctima del egoísmo y la vanidad de muchos que basan las cosas
sobre los intereses.
Me hubiera gustado contarles que la reverencia por el otro significa
tener la humildad de reconocer el lugar que ocupa en el mundo;
conocer y obedecer las fronteras que no se pueden transgredir, que
respetuosamente hay que aceptar y dejar de negar la bella y sublime
música de Rovira… que no se parece en nada a la de nadie.

Puedo entender viejas antinomias entre los protagonistas verdaderos:


Rovira y Piazzolla. Ellos estudiaron música, ellos compusieron música
maravillosa que los trasciende, ellos pasaron hambre jugándose por su
arte... El arte es la gran manifestación de la belleza y ese debería ser el
único eje movilizador a la hora de hablar de uno o de otro.

En nombre mío y de Eduardo Rovira le quiero agradecer a mucha


gente, el aprendizaje que significó para mí la discriminación y la critica
ignorante desde variados frentes.
Entendí desde el fondo de mi alma lo que a él le pasaba. Si me lo
hubiesen contado hubiese sido distinto. Sentí lo que él sintió, lo que me
permitió trabajar en esos sentimientos hasta purificarlos.
El no se quería mezclar con los que hacen de la música “una fábrica de
chorizos” y mucho menos con los que usan la música para hacer
negocios o trepar políticamente; o peor aún los que hacen música por
dinero y vanidad.
A él lo movilizó solamente su amor sincero por el arte. Se retiró para
disfrutar de sus conocimientos y plasmarlos sobre un pentagrama;
gozando plenamente de sus logros.
No hay que buscar excusas ni explicaciones retorcidas porque no las
hay.

Sí a toda esta realidad, le pongo una mirada metafísica, todo se


suaviza. Tenía que ser de ésta manera, con éstos tiempos, con éstos
hechos, para dar lugar a una nueva época de comprensión y a una
nueva generación de músicos más preparada para entender la música
de Rovira desde el conocimiento y sobre todo desde las emociones,
disculpando a todos los actores del pasado y poniéndole una mirada
fresca y comprensiva al futuro, porque la verdad y la justicia se
encuentran precisamente en el misterioso futuro.

Rovira es ahora. Los próximos 50 años serán los suyos. Piazzolla abrió
una importante puerta dentro del tango vanguardia y le toca a Rovira
ahora entrar en escena. El oído musical de la gente es ahora más
armónico por lo que va ha ser mejor comprendido y disfrutado.
Rovira es la ultra vanguardia en el tango.

La Vanguardia desde la mirada de Eduardo


Rovira

“A Piazzolla y a mí nos llamaban locos. Ahora nos llaman Maestros”

Rovira a Piazzolla lo reconoce expresamente y lo ubica como el mejor


músico del país, pero aclara: “somos distintos, pero necesarios
recíprocamente, aunque sea en el terreno del estímulo. Yo
quiero mejorar lo que él hace, como quizá él quiera mejorar lo
que hago yo. Ojalá hubiera más “Piazzollas’, pues la
competencia nos haría rendir mucho más a los dos”.
“Yo estoy en una línea contemporánea, en la que estamos varios y en
la que Piazzolla es importantísimo. Hacemos música para la ciudad, que
escribiría cualquier hombre de Buenos Aires de hoy si supiera
componer”.

“Le voy a señalar un hecho curioso: en los programas de TV, para todo
lo que tenga que ver con el espíritu de Buenos Aires se escoge música
de Piazzolla o de Rovira. Esto se observa en cualquier teleteatro.
Pareciera que solo nuestra música identifica la imagen de Buenos Aires
de hoy. Y para los ‘jingles’ publicitarios se contrata a músicos para que
hagan música que imite a la de Piazzolla, como ocurrió con un conocido
aviso de vinos”

“Si Piazzolla pudo imponer su música, por ejemplo, fue luchando contra
todos los obstáculos, contra todos los criterios empresarios, que se
negaban a darle difusión. Yo me pregunto: ¿Qué hubiera pasado si a
Piazzolla le hubiesen dado la difusión que se le dio, por ejemplo a Palito
Ortega o a otro ídolo similar? No nos engañemos: al público no se le da
la oportunidad de elegir. Se le imponen los gustos”

“La vanguardia creo que la representamos solo dos músicos: Piazzolla y


Rovira. Lejos atrás, vienen Stampone y Salgán. Todo lo demás es burda
imitación. Por supuesto que el bache permanece, y seguramente hay
muy buenos creadores que no se difunden, y por eso no los conozco. O
aparecen otros como Orlando Trípodi, que se dedicó a estudiar como lo
hicimos nosotros pero que recién ahora puede salir con su long play. A
él le daría un consejo: que se largue con todo, porque está haciendo
algo serio, y a la larga tiene que ganar. Los discos nuestros son como la
gota de agua, esa es la sensación que me dan”.

LA VANGUARDIA POR EL PERIODISMO

Nélida Rouchetto: Eduardo Rovira utiliza la estructura de la música de


cámara aplicando una constante en sus tratamientos que eran
complejos, con superposiciones rítmicas tonales y atonales. Introdujo
por primera vez en el género la combinación estructurada de las
seriadas dodecafónicas…En sus tratamientos el “contratiempo” no
existe, algo que fuera tan utilizado por Astor Piazzolla…En Rovira tiene
principal significación los efectos del contrapunto.
Más allá de lo técnico, Rovira es un músico distinto como lo es también
Piazzolla. Entre ellos no hay elementos en común, ni influencias del uno
con el otro. Son dos búsquedas que se desvinculan de casi todo lo
anterior, pero que transitan caminos diferentes.

Miguel Ángel Scenna: (Una historia del Bandoneón – 1974): “Aceptó y


adoptó las pautas creativas propuestas por Astor, pero no se
“apiazzolló”, manteniendo intacta una personalidad nítida, claramente
diseñada y en muchos aspectos curiosísima,
También reconoce influencias de sus estudios superiores. En él es más
clara que en Piazzolla, la presencia de Mozart y Vivaldi en su concepción
musical de intérprete y autor, llevando en su bandoneón un barroquismo
de fluida soltura. Desde ya, estos elementos lo han apartado mucho
más que a Piazzolla de la contextura clásica del tango, llevándolo a
ejecuciones que sólo mantienen una remota relación con la expresión
primera del autor. Por ejemplo, en la interpretación de “A Los Amigos”
de Armando Pontier, “La Bordona” de Emilio Balcarce, “Mi Refugio” de
Juan Carlos Cobián y “Nunca Tuvo Novio” de Agustín Bardi, sólo resta
una reminiscencia de la melodía, sumamente trabajada y burilada,
asentada sobre un ritmo muy atenuado de marcada lentitud. Es casi
obvio señalar que preferimos escuchar a Rovira en sus propias
composiciones que no en la de otros autores, ya que repite agravadas,
las tendencias que en ese sentido hemos señalado en Piazzolla. Sin
embargo, y con tales caracteres, que en el caso de Astor casi
provocaron una guerra civil, en el de Rovira no ha levantado ni la
décima parte de polvareda. Desde ya, es acerbamente combatido e
incluso negado tanto o más que el otro, pero con una oposición
mantenida en un plano de mesura y hasta de respeto como jamás los
conoció Piazzolla”.

Juan Bautista Duizeide: ‘Los dos tuvieron como programa estético


elevar el tango usando recursos de la música de tradición escrita. Los
dos abrieron su forma. Los dos amaron la fuga y el contrapunto, amaron
a Bach y a Stravinski. Los dos experimentaron con nuevos colores
instrumentales. Por todo eso compartieron las críticas del
conservadurismo. Se los acusó de amanerar el tango con galas
impropias. Se les achacó carencia de talento melódico, imprescindible
para un género tan lírico. En el mejor de los casos les admitían buena
técnica bandoneonistica, sentido rítmico y formación musical…’
‘Sin embargo sería erróneo considerar a Rovira un mero
epígono, un segundón. Piazzolla componía con el piano pero pensaba
con el bandoneón, que marca toda su música. En cambio el
pensamiento de Rovira, aún componiendo para pequeños conjuntos, es
orquestal. Piazzolla probó varios formatos instrumentales, pero el
suyo fue el quinteto. Rovira tendió a la búsqueda perpetua, lo cual hace
aún más inasible su estilo en comparación con el de Piazzolla,
identificable en segundos. Piazzolla, pese a que grabó una inmensa
cantidad de clásicos, prefería tocar composiciones propias. Rovira creía
que se puede hacer un nuevo tango a partir de viejas piezas, como
hacen los músicos de jazz con los estándares.
Llego a atrevérsele con caleidoscópica inventiva y humor a ‘La
Cumparsita’, que su ídolo denostaba (aunque, contradictorio como era,
lo grabó en más de una oportunidad). Rovira tocó y grabó obras de
Piazzolla, quién nunca se dignó a la reciprocidad. Piazzolla se quejaba
pero estaba siempre en el candelero, tuvo éxitos de crítica, de ventas y
aparecía en los medios masivos como ningún otro músico de
vanguardia en el mundo. Vivió sus últimos años como héroe nacional,
mientras el otro sobrevivió en la melancolía del presentido olvido. Hoy,
una legión de connacionales entrañables u oportunistas, interpretan a
Piazzolla…Rovira es una ausencia’

José Gobello de su libro:


Salgán, Rovira y Piazzolla son los caudillos de la cruzada renovadora del
tango…los tres se arrimaron, en incursiones audaces y felices, a la gran
música de escuela, pero nunca se fueron del tango, más bien siempre
estaban volviendo…Por lo demás, lo mismo que Piazzolla, se mantuvo
fiel al bandoneón, padre o hijo adoptivo del tango, según se lo mire…
El tango no debería ser un sistema de exclusiones o menosprecios. El
mismo Rovira menospreciaba el tango-danza, y en lo que a Piazzolla
atañe, su menosprecio se desparramaba en abanico…

Enrique A. Balduzzi en un informe especial de ‘Buenos Aires Tango y


lo Demás’ en Noviembre de 1996, bajo el titulo “Rovira el Olvidado’,
respecto de Rovira/Piazzolla, dice: ‘Algunos especialistas prestigiosos,
aún reconociendo sus indudables valores musicales, lo han calificado
como cerebral, temporalmente frío, calculadoramente matemático.
Admito que su propuesta no es visceral, ni temporalmente torrentosa
como lo es la de Piazzolla. Nadie pone en duda las cualidades
inigualables del creador de ‘Libertango’. Pero rescato en Eduardo, en
oposición a Astor, un estilo más coloquial, introspectivo,
introvertidamente expresado, aunque no llegue a la vibración exultante
que transmite la propuesta piazzolesca. La estética rovireana no es
fulgurante ni es propensa a las explosiones colectivas en los recitales;
transmite cierto equilibrio emocional, incita a la paz y no a la guerra,
está encaminada a producir placer estético, goce espiritual, que es en
suma también una significación válida para el Arte’.
Sergio Pujol: “Sí Piazzolla pagó la osadía de sus comienzos con una
andanada de agresiones e insultos, lo de Rovira fue más módico, y por
eso mismo más cruel: el silencio… Ajeno a todo estrellato, Rovira en
momentos en que se discutía febrilmente sobre el tango y el no tango,
el caminaba tranquilo por las calles de La Plata, parándose a conversar
con los músicos de la facultad de Bellas Artes. Sutil forma de heroísmo,
después de todo, la de éste músico que no entró en el juego perverso
de la oferta y la demanda culturales. Tachado por algunos de ‘cerebral’,
término peyorativo en la moral tanguera, visto siempre bajo la sombra
de Piazzolla (a pesar de las diferencias), sus escasos discos y su
inmensa obra nunca generaron el interés que merecían”.

René Vargas Vera de la Sección Espectáculos de La Nación en una


nota publicada el 2 de noviembre de 1997, nos dice: “A pesar de los
años, subsiste todavía el inútil empeño en confrontar las figuras de
Eduardo Rovira y Astor Piazzolla.
Inútil porque, pese a cultivar ambos el tango de vanguardia, sus
estilos no compitieron ni en arrojos ni en audacias. Lo que sí ocurrió es
que Piazzolla avanzó como un tornado de inspiración y Rovira que
admiraba a éste y lo proclamaba con notable modestia, siguiendo
pasos estéticos menos atrevidos, menos desafiantes, prefirió
replegarse.

Diego Bagnera para el diario La Nación ‘La Herencia de Rovira’: “…y


si bien su música podría enraizarse en una misma tendencia que la de
Astor no es, bajo ningún punto de vista, una imitación de Piazzolla.”

Su amigo Pedro Gaeta, expresó: “Rovira nunca quiso entrar en


polémica con Piazzolla, algo a lo que los entornos de ambos
empujaban. “Es bueno que te enfrentes”, le decían sus amigos,
pensando en la difusión como rédito de una virtual divergencia con el
otro renovador del tango. “Pero Eduardo era un tipo muy sensible que
admiraba a Astor. Una de las cosas que más atraían de Rovira era su
candor, su humildad.”

En una charla conmigo sobre el tema, Pedro Gaeta, dulcemente me


ordenó: “pone que el Arte no es un deporte…que no había ninguna
animosidad entre ellos y que se admiraban mutuamente. Hubo manejo
por parte de la prensa, pero la verdad es otra y yo fui testigo ya que
pertenezco al selecto grupo de 12 personas que íbamos a ver a Astor
cuando todos los criticaban…éramos amigos…yo era amigo de los dos y
conozco la interna. Piazzolla era un tipo especial que se peleó hasta
con Borges...”
Piazzolla, según Gaeta, “a los tipos de valor, a los tipos talentosos, a
los tipos creadores, los valoraba y los respetaba muchísimo. Con Rovira
podía tener actitudes seudamente competitivas o de aparente
ignorancia…además sabía que esas actitudes eran leña para el fuego de
algunos periodistas que no podían evitar el ‘chusmerío’ y que a él le
servían como movida de prensa, pero, puertas adentro, reconocía que
lo que había hecho Eduardo era excelente. Lo que no hizo fue
reconocerlo públicamente…”

“Decí, me recalca, que digo yo, que una cosa son los gustos y otro
el juicio de valor. Nadie puede desvalorizar a Piazzolla porque le
gusta más Rovira ó viceversa. Poné que el tango terminó con
Piazzolla y con Rovira. Todo lo demás es “manierismo… a la manera
de”…todos tocan tango instrumentado pero ninguno hizo un cambio
importante…vos no sabes si escuchas a Piazzolla o a Rovira, tocan sin
personalidad…”

A esta altura había levantado los decibeles hasta la pasión.


Curiosamente en una de las paredes del estudio que tiene en su casa
cuelga una foto de un sonriente Astor firmada por él con una
dedicatoria de puño y letra: ‘para mi admirador número 1’ y en la pared
opuesta otra de un sonriente Eduardo.
CAPITULO XII - PEDRO ARTURO AGUILAR
Piazzolla & Rovira: Habilidad vs. Talento

“La verdad es que de Piazzolla no hablo porque no lo considero un


músico completo, no tienen comparación, y lo que hace, lo vuelve a
hacer y lo vuelve a hacer, le falta decisión. Vale decir que no tiene
tampoco un estilo propio.
Rovira comenzó a escribir antes que Piazzolla y Piazzolla tomó de Rovira
para hacer la música de él. Quien conoce de música, quien ha hecho
música sabe que Rovira comenzó con la música de vanguardia. En 1948
se encerraba con Julio Ahumada hasta 48 hrs. seguidas, a trabajar en
las fugas de Bach (*) Que Rovira comenzó no lo discute nadie. No fue
Piazzolla y después Rovira.
La base de Piazzolla esta en Rovira y no a la inversa como se dijo
siempre. Eduardo era muy especial, como compositor, como alumno y
como ser humano. El comenzó conmigo cuando tenía 15 años y termino
conmigo cuando murió a los 55 años.
Yo soy testigo directo de que él comenzó a componer tango vanguardia
en el año 1945 y los sacó a la luz recién en 1960, cuando estaban dadas
las condiciones –después de volver a componer, porque muchas
partituras se las robaron cuando estaba en España (**)
Eduardo Rovira era personal, era él. Vale decir, no imitaba a otros.
Hacia lo que sentía, no se fijaba en lo que hacían los otros.
No tengo buenos recuerdos de Piazzolla que sólo era habilidoso y muy
charlatán, sabía venderse, tenia contactos políticos y sociales
importantes. A él me lo presentó Mederos y pidió tomar clases conmigo.
Yo le pedí mucho dinero para ir a su casa como el pretendía, pues me
haría perder la tarde y abandonar a muchos otros alumnos. Ante la
alternativa que le ofrecí de venir a mi casa me respondió despreciativo:
“yo a los barrios no voy, no está a mi nivel”; “los barrios son los que le
hicieron a Ud. Piazzolla” le contesté, para que entrara en razones. No lo
entendió.
Recuerdo que tocaba en los prostíbulos del bajo y después Eva Perón los
hizo cerrar para que el nombre de Piazzolla no se ensuciara en esos
lugares”.
Maestro de Armonía Pedro Aguilar

(*) Rovira/Ahumada grabaron juntos con la orquesta de José Basso en


1949 “Se han sentado las carretas” de A. Bardi.
Julio Ahumada grabó en 1966 para el sello Tini, junto a Pedro Aquiles
Aguilar y Carlos Parodi con el cantante Carlos Olmedo.
(**) Le pregunté quién o quienes se las habían robado, qué sabía él al
respecto. Me contestó que no sabía exactamente quién, pero que sí
sabía quién las había comprado...pero que era inútil dar nombres, ya
que todos los protagonistas habían muerto.
Por otro lado, me señaló, que Piazzolla había querido ser su alumno,
como una manera de tener información idéntica a la que recibía Rovira.
Que en el fondo no lo quería como profesor, que era sólo una excusa.
Estaba tan obsesionado con Rovira....como Salieri con Mozart.

Conocer al Profesor Pedro Aguilar –un Maestro de Maestros- , fue como


tocar el cielo con las manos. Tuve su teléfono en mi poder desde marzo
de 2003, pero recién lo llamé el 15 de enero de 2004. ¿Por qué?
supongo que destino no quiso. Conociendo gente fui de menor a mayor.
Cuanto más tiempo transcurre, mejor calidad de información es la que
recibo; por otro lado, estoy también mejor preparada para comprender.
Pedro y Eduardo se conocieron en 1940 –Eduardo con 15 años y Pedro
20.
“Toco muy bien el bandoneón…pero de música no sé nada, me podrías
enseñar?” le preguntó Rovira a Aguilar. Y allí comenzó una larga historia
juntos que duró 40 años: como músicos, como amigos y como profesor
y alumno.
Eduardo vivía con sus padres en Parque Chacabuco y Pedro en la calle
Chilavert 1629 del barrio de Nueva Pompeya.
Religiosamente una vez por semana se sentaba con Pedro a estudiar. En
el año 1960, él y su esposa Ibis, se mudaron a la casa que actualmente
ocupan en Barragán 1827 – Ciudadela Norte, donde nació su única hija.
Eduardo viajaba primero desde Parque Chacabuco, después desde
Lanús y más tarde desde La Plata a tomar sus clases. “Eduardo era
especial, me dice Pedro: “talentosisimo…tan talentoso era que yo
terminé aprendiendo algunas cosas de él”. “Me dio muchas
satisfacciones como alumno”.

Ambos compartieron su amor por los pájaros. Pedro tiene aún en su


casa una especie de mini-zoológico con tortugas, gallinas, palomas,
pájaros de distintas especies diseminados por doquier, loros…bajo la
sombra de innumerables árboles que crecieron durante 44 años en
absoluta libertad.
Pedro Aguilar es un estudioso de la música y autodidacta por excelencia.
Sigue entre nosotros un único y talentosisimo ‘maestro de maestros’.
Con 84 años esta escribiendo su libro de estudios numero 23:
“Miscelánea musical”, que con envidiable lucidez y claridad me explica –
utilizando términos comprensibles inclusive para una lega como yo.

Pedro exhala paz. Su sereno rostro guarda una semi sonrisa


permanente. Su mirada frontal nos invita a hablar porque sabe
escuchar. Cuando le pregunté sobre mi teoría de los hemisferios
cerebrales, me clavó su mirada y simplemente me confirmo lo que yo
ya sabia: “si, era especial. Tenía un don para aprender, para componer
y para ejecutar”, “no hay otro como él”.
No pude evitar preguntarle por qué Eduardo no se había promocionado,
si bien yo ya conocía la respuesta; pero su opinión me importaba
mucho. Me dijo que “simplemente no le interesaba, y que si había
grabado y tocado en lugares públicos, había sido solamente porque para
vivir se necesita plata y además quería dejar algo para la posteridad”,
“aunque sus mejores obras, sobre todo las de música de cámara, aún
no se han conocido”.

Aproveche para preguntarle como había sido la relación con Alberto


Castillo y porqué había terminado. Me contestó que mal...pésimo.
El ya había comenzado a escribir la música de vanguardia y había
comenzado a sentir que el tango tradicional lo aburría. Necesitaba otros
horizontes, pero no sabia por donde buscarlos. Se quedó con Castillo por
Aguilar primero y por la paga después. Tenía hijos pequeños a los que
alimentar. Por otro lado ese tipo de tango y esa forma de cantar de
Castillo, a Rovira simplemente lo agotaban; terminó en buenos
términos porque ambos fueron respetuosos del otro.

Fueron sus alumnos: Eduardo Rovira, Héctor Artola, Osvaldo Pugliese,


Alfredo Gobbi, Osvaldo Piro, Armando Pointier, Orlando Tripodi, Rodolfo
Mederos, Daniel Binelli, Osvaldo Berlingieri, J. Libertella, José
Colangelo, G. Gardelin, J. A.Pugliano, G. Fedel, Fulvio Salamanca, entre
otros.

Cuando me dijo que Mederos había sido alumno suyo, le pregunté su


opinión sobre él; me contestó “que le gustaba mucho Mederos, pero
también le gustaba mucho Binelli”. Le conté lo que había opinado
Mederos sobre Rovira en una note del diario Página 12 y puso cara de
signo de interrogación: “Que Rovira no tiene estilo?...Mederos es quien
no tiene un estilo definido, aunque toque muy bien”.

Nació el 18 de diciembre de 1920 y su principal medio de vida desde


1936 hasta 1975 fue el violín, instrumento que ejecutó en varias
orquestas de tango, entre ellas R. Zerrillo, E. Vardaro, A. Gobbi, E.
Donato, Miguel Caló, R.Rufino, A. Modesta y Alberto Castillo, con quien
se desempeño durante 24 años y realizó giras recorriendo todos los
países latinoamericanos. Su última actuación como violinista fue en la
gira que compartió con su ex alumno Fulvio Salamanca y su Orquesta
por Japón en 1975.
Hasta el año 1942 fue alumno regular del “Conservatorio Nacional de
Música y Declamación” donde tuvo entre otros maestros a Athos Palma
(armonía), José Torre Bertucci (contrapunto), Carlos Suffern (Historia de
la música).
En ‘Pedagogia’ tuvo notas sobresalientes con los maestros R. Peacan del
Sar, P. De Rogatis y Alberto Ginastera. Luego no conforme con la
enseñanza ortodoxa tradicional que se impartía y que solo brindaba una
escasa cantidad de informaciones, muchas de ellas anticuadas, continúo
auto educándose y aún hoy persiste.

Orgullosamente me muestra los libros escritos por el: son 23


* Clave
* Escalas simétricas
* Intervalos
* Cadencias
* El Tango
* El Jazz
* Folklore musical argentino
* Métrica y rítmica
* Teoría de la Expresión
* Vanguardismo musical
* Polifonía y contrapunto
* Progresiones
* Intro e Inter tonalidad
* Armonía tradicional
* Armonía no tradicional
* Armonía hiperdiatónica
* Armonía cromática
* Música serial
* Música serial dodecafónica
* Dodecafonismo no dependiente de equisonancias armónicas
* Sonidos accesorios y de adorno
* Cuadrados mágicos
* Misceláneas musicales

Me parecieron muy didácticos y muy ricos en todo tipo de información y


ejemplos. Le pregunté porque no los editaba –porque sólo se los vende
a sus alumnos- y me contestó que en la Argentina no hay interés. Me
ofrecí para comercializarlos y me autorizó a hacerlo. Todavía no puse a
funcionar esa maquinaria por falta de tiempo y sincronisidad de
situaciones...pero está en mis planes de futuro inmediato, ya que
considero que también se merecen una oportunidad tantos
conocimientos valiosos.
CAPITULO XIII - 1967 – 1972 EDUARDO
ROVIRA Y SU AGRUPACION DE TANGO
MODERNO II

...Nosotros los mayores tenemos que apoyar a talentos


superlativos como el “chiquito” Rovira.
Don Alfredo Gobbi

Inmediatamente después del cierre de “Tango 66” y finalizada


su relación de largos años con Fernando Romano y Rodolfo
Alchourrón, se retira sin trabajo y muy deprimido a su casa
de Lanús. Después de algunos meses, realizando diversos
contactos en busca de trabajo y de músicos, se contactó con
músicos platenses que habían tocado con él en el Octeto La
Plata.
Les propone tocar con él a Salvador “Bocha” Drucker en
guitarra eléctrica y Néstor “Tucuta” Mendy en contrabajo, y
conserva el nombre de “Agrupación de Tango Moderno”.
Comenzaron tocando juntos en una época que en Buenos
Aires se hicieron famosos los sótanos: en un local nocturno
llamado “La Calle” café concert en Talcahuano 360 y en otro
llamado “La Cebolla”; lugar al cual según las palabras de
“Tucuta” “iba gente medio intelectual…porque fue la época
medio del intelectualismo”.
Ernesto Sábato era una de esos intelectuales, quien más de
una vez como le gustaba conversar con Eduardo, se lo llevaba
a algún bar y meta charla.
Néstor “Tucuta” Mendy se había dedicado más al jazz que al
tango, pero tocar con Eduardo lo había considerado un salto;
aunque a Rovira había que adivinarle la intención, el estilo.
Sus partituras muy concienzudas, estaban escritas y
explicadas hasta el más mínimo detalle.
“El mismo se escribía muchísimo para el bandoneón”,
recuerda Néstor “Tucuta” Mendy; “protestaba porque había
cosas que ni él las podía tocar, y eso que tocaba muchísimo.
Pese a la compulsión obsesiva por colmar de indicaciones las
partituras, según quienes fueron testigos, sus
improvisaciones eran extraordinarias”.

Como suele suceder con muchos tímidos, Rovira era hombre


de salidas intempestivas. “Tucuta” Mendy recuerda: “Una vez
nos hicieron un reportaje por radio, no sé si era Belgrano o El
Mundo. Le preguntaron sobre Salgán y él dijo que era medio
cobarde porque no se animaba a hacer todo aquello de lo que
era capaz”. En otra oportunidad durante una gira por la
provincia, le pidieron su opinión al cumplirse el décimo
aniversario de la muerte de Francisco Canaro. “Tendría que
haberse muerto diez años antes”, contestó.
Según testimonio del baterista Mingo Martino: “Un día fuimos
a tocar a la casa de un amigo. A las 12 de la noche empezó el
día de mi cumpleaños. Entonces me dedicó el cumpleaños
feliz. Se mandó una improvisación que duró más de media
hora, una cosa de locos. Tenía una forma medio jazzeada de
tocar. Le gustaban Duke Ellington y Bill Evans”.

En esa misma época, comenzó a tomar clases de oboe con


Pedro Cocchiararo, vecino suyo de Lanús, lugar en el que aún
vive con 80 lúcidos años. Pedro se ríe cuando recuerda que
Eduardo hablaba de él como su ‘maestro de oboe’, dando una
imagen de persona mayor, cuando en realidad tenía sólo 40
años y era menor que Rovira. Habla con gran respeto por su
amigo y alumno Eduardo: considera aún hoy que tenía un
corazón enorme, que otras personas no tuvieron.
Él y Roberto De Filippo, le compraron a la viuda del Maestro
Edmundo Gaspar su oboe y juntos se lo regalaron a Eduardo.

Si bien tenía algunos trabajos en distintos lugares, éste era


escaso, y su situación económica estaba deteriorada.
Pedro Cocchiararo, conociendo la situación, habló con
Antonio Mancuso del Teatro Argentino de la Plata y le
ofrecieron la posibilidad de tener un trabajo fijo, servicio
médico y aportes jubilatorios en La Plata como arreglador y
orquestador de la Banda de la Policía de la Provincia de
Buenos Aires. Obviamente que Rovira aceptó. Al principio
viajaba de Lanús a La Plata, hasta que decidió radicarse
definitivamente.
Pedro Cocchiararo fue el gran responsable del traslado de
Rovira a la Ciudad de La Plata.

1968 – SÓNICO
Entre el 23 de agosto y el 14 de Octubre graban “Sónico”,
producido por Oscar del Priore y grabado en Phonalex en las
siguientes fechas:
2 septiembre: “Opus 16” (E. Rovira) – “Sónico” (E. Rovira) y
“Ritual” (O. Berlingieri)
3 septiembre: “Azul y yo” (E. Rovira)
23 septiembre – “A fuego lento” (Horacio Salgán) y “Preludio
de la Guitarra Abandonada (E. Rovira)
14 octubre: “Bobe” (Salvador Drucker)/ “A Don Alfredo
Gobbi” (Rovira)

Se grabaron ocho obras, pero debido a la duración de las


mismas hubo que dejar una sin publicar, ya que los discos
L.P. tenían otra métrica.
Por primera vez en el tango se grabó con un conjunto en el
que todos los instrumentos tenían amplificación electrónica.
Es más, él agregó un pedal distorsionador al equipo, lo que le
permitió lograr novedosos efectos reverberantes,
especialmente a su bandoneón.
Para Enrique Balduzzi la resultante son tangos con más
osadas enunciaciones. Podríamos definirla como una nueva
vanguardia. Esto es, una conjunción compositiva, armónica y
tímbrica, aunque fundamentalmente ejecutiva, más intrépida
que todas las anteriores.
Para mi humilde entender, Rovira fue el visionario creador de
lo que hoy llamamos “tango electrónico”, aunque más
artesanal ya que no existían las computadoras, ni los
sofisticados equipos actuales. Esto lo convierte en una osadía
aún más destacable.
Cuenta Oscar del Priore: “Un día me dijo de ser su
representante, a lo que le contesté que estaba loco. Que con
la personalidad de él y la mía nos iban a comer las ratas
Insiste argumentando que los representantes eran medio
ladrones y que a mí me conocía. Le dije que no. Pero un día,
charlando, le pregunté sobre cuánto tiempo hacia que no
grababa. El sentía que a nadie le interesaba. Que nadie lo
llamaba. Entonces yo le ofrezco la posibilidad de grabar algo.
Rovira me aclaró que él no quería cobrar nada, que sólo me
pedía que le pagase a los músicos que eran sólo dos, y
solicitó no tener limites en lo que él quería hacer, además de
elegir personalmente el estudio de grabación.
Como estuve de acuerdo, grabamos así ese longplay
‘Sónico’; la primera vez que se uso el bandoneón amplificado
y con un pedal de efectos. Fue en un estudio de la calle Santa
Fe que no existe más.

“Grabamos a la noche tarde, para que no hubiera nadie


esperando, entonces si él estaba ‘caliente’ por sacar algo
podía seguir. Lo grabamos en seis noches: los músicos, el
operador y yo, nadie más. Ni se armó un escándalo ni fue un
gran éxito. A los hinchas de Rovira les gustó. Por la radio no
lo tocaban. Y puedo decirte que mucho no vendí. Las críticas
que tuvo, eso sí, fueron todas muy buenas. Después estuvo
dormido mucho tiempo, hasta que me pidieron hace poco
reeditarlo y salió por primera vez completo, porque había
quedado afuera “A Don Alfredo Gobbi” que no entraba”.

1968 – “LA HISTORIA DEL BANDONEÓN” – L.D Eduardo


Rovira y su Agrupación de Tango Moderno, sobre arreglos
propios.
Rovira en bandoneón, Salvador Drucker en guitarra eléctrica
y Néstor Mendy en contrabajo.
“A Don Alfredo Gobbi” por Nélida Rouchetto

Nélida Rouchetto en “Escuchando a Alfredo Gobbi”, hace un


notable y sentido estudio a ésta obra de Rovira:

“Réquiem por la ausencia”. “No pudo ni quiso escapar


Eduardo Rovira de la influencia de Gobbi. La fortuna de pasar
como bandoneonista por su orquesta le dejó imborrable el
andamiaje grupal. Su primer voto de admiración lo volcó
escribiendo el tango “El engobbiao” que el mismo Gobbi,
sobre arreglo del autor, tocó y grabó en 1957 con su
orquesta. Nos confió Don Alfredo que era una simbiosis
“enrovirada”, y que él aceptó “porque nosotros los mayores
tenemos que apoyar a talentos superlativos como los del
‘chiquito’ Rovira”.
También en 1968 (¿será coincidencia cósmica?) necesitó
Rovira escribir y tocar un réquiem por la ausencia de éste
artista tan profundo que por esos años estaba siendo tan
injustamente olvidado. Rovira logra la triste circunstancia
desde el bandoneón y como una gran armonía alcanza el
carácter litúrgico con el soporte cadencioso de la guitarra y el
bajo eléctrico. Se revela poniendo ritmo criollista –aquí
malambeado- que Gobbi mantuvo siempre presente en su
estilo, aún siendo ciudadano y compadre. Con una oración
que va al final, cierra con un punteo de guitarra, como
diciendo Amén.”

1968 – “QUIMICA ARGENTIA”


Grabó un simple con distintas formaciones:

1. A los amigos (A. Pontier) – Sexteto


2. La Bordona (E. Balcarce) – Trío
3. Mi Refugio (Cobián-N. Córdoba) – Septimino
4. Nunca tuvo novio (Bardi-Cadicamo) – Trío
Los cuatro temas fueron grabados por Rovira para un disco de
promoción preparado para ser distribuido entre los médicos.

1969 –El 30 de octubre se radica definitivamente en La Plata


en la Diagonal 80, en una casa que le facilitó el mismo
Antonio Mancuso.
Además del trío, había formado un quinteto: Eduardo Rovira,
bandoneón; Reynaldo Nichele, Violín; Salvador Drucker,
guitarra eléctrica; Néstor “Tucuta” Mendy, contrabajo y
Oscar Mendy. Juntos tocaban en La Plata en un lugar que
estaba de moda por entonces: “El Almacén San José”, sobre
la diagonal 74 y que aún existe.

Agosto de 1971 – Teatro Regina:

En el diario “La Razón” del 29 de Julio de 1971 anuncian para


todos los martes de Agosto en el Teatro Regina un ciclo de
recitales. El periodista sostuvo con Rovira una charla, de las
que salieron algunas cosas dignas de tener en cuenta:
“Sabido es que Eduardo Rovira pertenece a la “vanguardia”,
pero no pasó de ser conocido solamente en mini círculos.
Tampoco sus piezas se convirtieron en las más divulgadas del
nuevo repertorio tanguero”.
Rovira fue categórico: “Mucha de la culpa la tengo yo” afirmó.
“Me dejé estar, no busqué la forma de dar a conocer lo que
componía y en cambio prefería otras cosas. Pero ese estado
de aparente apatía no era en todos los órdenes –reflexiona y
se justifica- sino que en ese sólo aspecto. Por ejemplo en el
terreno autoral no me pasó lo mismo. Tengo en total 107
piezas entre obras sinfónicas y de cámara, y más de un
centenar de tangos”. “Por otro lado, recientemente gané el
primer premio del concurso de Música Sinfónica que efectuó la
Municipalidad de Buenos Aires, y creo que se puede tomar
como índice de una dedicación nada superficial”.
“Si, es cierto que tengo una fuerte formación de música
clásica o culta, como la suelen llamar. Eso se explica porque
quería conocer más sobre la técnica musical y comencé a
estudiar. A medida que iba aprendiendo, iba volcando ese
conocimiento al tango. ¿Qué algunos puristas dicen que lo
que hago no es tango…? Yo digo que sí. Lo que pasa es que
el mío es un tango que ha ido evolucionando a medida que
pasó el tiempo. También un día, y a propósito de las obras
“Caminito” y “Flores Negras”, se le preguntó a Filiberto y a
De Caro si eran tangos o canzonetas o romanzas,
respectivamente.
El tiempo cambia, el tango –para mí- evoluciona. En cuanto a
lo de decadencia, considero que es un término mal
empleado…considero que se acabó la época de los intuitivos
para darle paso a los técnicos”.

El diario El Día de La Plata también le realizó un largo


reportaje, con motivo de su presentación en el Teatro Regina:
“¿Se acuerda? A Piazzolla y a mí nos llamaban locos. Ahora
nos dicen maestros…
Así, con esas palabras entre irónicas y amargas, Eduardo
Rovira evoca, ya próximo a presentarse en el teatro Regina,
donde ofrecerá desde esta noche una serie de conciertos.
La sucesión de escollos y la encarnizada resistencia que Astor
Piazzolla y él, los dos grandes ‘irreverentes’ del tango,
debieron vencer a los largo de los años, en su esfuerzo por
abrirle nuevos rumbos a la música de Buenos Aires.
Aunque alejado en los últimos años de toda actuación en
público, Eduardo Rovira no ha permanecido inactivo. La
Banda de la Policía de la Provincia de Buenos Aires lo ha
contado –y lo sigue contando- como instrumentador. Es
también arreglador e instrumentador del Teatro Argentino de
La Plata. Por otra parte, ha trabajado intensamente en
composiciones para música de cámara, renglón en el cual
recibió el primer premio de la Municipalidad correspondiente
al bienio 1969/1970.
En el concierto con que hoy a las 21:30 hrs. efectuará su
presentación en el Teatro Regina, interpretará sus
composiciones “Tango en Tres”, “Azul y yo”, “Cita con nadie”
(compuesta hace 15 años y aún no presentada en público),
“Sanateando”, “Sónico”, “A Evaristo Carriego” (un tema que
juzga lánguido, taciturno), “A José Ingenieros” (una obra, en
cambio, contrapuntística, elaborada) y otras más.
También ofrecerán temas de otros autores: Por ejemplo:
“Ritual” de Berlingieri; “A Fuego Lento” de Salgán y “A los
amigos” de Pontier.
El Tango y los jóvenes: Rovira piensa que no puede hablarse
de que el tango vive horas de declinación o decadencia,
aunque reconoce que la juventud se siente poco atraída por el
género. “Creo que la falta de vigencia del tango en la gente
joven obedece, principalmente, a la ausencia de un sentido de
actualidad en los autores. Esto se observa particularmente en
los tangos con letra: los jóvenes no pueden verse
identificados con canciones que siguen hablando de un
Buenos Aires mitológico e inactual: Hansen, el farolito de
barrio, el tambito… Al tango le haría falta hoy un poeta que
dijera las cosas de ahora (con más cultura, tal vez con otro
lenguaje) como dijo las de su tiempo Celedonio Flores”.
-Esa falta de interés de los jóvenes ¿no es acaso un índice de
declinación?
“No creo que deba hablarse de declinación. El tango (el buen
tango, entendámonos) mantiene su nivel. Si algo presenta
signos de decadencia, en cambio, es más bien la otra música
popular, la que fabrican masivamente ciertas empresas
editoriales. Hoy se fabrica música con la misma mentalidad
con que se vende pan, chorizos o azúcar. Si Piazzolla pudo
imponer su música, por ejemplo, fue luchando contra todos
los obstáculos, contra todos los criterios empresarios, que se
negaban a darle difusión. Yo me pregunto: ¿Qué hubiera
pasado si a Piazzolla le hubiesen dado la difusión que se le
dio, por ejemplo, a Palito Ortega o a otro ídolo similar? No nos
engañemos: al público no se le da la oportunidad de elegir. Se
le imponen los gustos, se lo dirige”.
Señala Rovira, sin embargo, que hay más de una
contradicción en la actitud de quienes conducen los grandes
medios de difusión. “Le voy a señalar –nos dice- un hecho
curioso: en los programas de TV, para todo lo que tenga que
ver con el espíritu de Buenos Aires se escoge música de
Piazzolla o de Rovira. Esto se observa en cualquier teleteatro.
Pareciera que solo nuestra música identifica la imagen de
Buenos Aires de hoy. Y en los ‘jingles’ publicitarios, se
contrata a los músicos para que hagan música que imite a la
de Piazzolla, como ocurrió con un conocido aviso de vinos…”
-¿Ha experimentado alguna evolución su música en estos
últimos años?
-“Mas que evolución yo hablaría de madurez. Me interesa
menos que antes mostrar qué cosas sé hacer. Me importa
más, en cambio mostrar que cosas siento… Me gusta escribir
sobre imágenes: toda mi música nace de mi necesidad de
expresar las imágenes que me persiguen. Y en esa imagen
esta siempre Buenos Aires: sus calles, su vida y sobre todo,
su gente….”

“...ya no le interesa demostrar lo que sabe, sino lo que


siente...” (Nélida Rouchetto).

Nélida Rouchetto firma una nota en la que nos dice:


“El Teatro Regina presentó a Eduardo Rovira en Bandoneón,
dirección y arreglos con su trío integrado por Salvador
Drucker en guitarra eléctrica y Néstor Mendy en contrabajo,
con el vocalista Juan Carlos Ousset. Eduardo Rovira cultor
fundamental del “tango vanguardia”, demostró en el Recital
del Regina que todo mensaje de esa corriente estética puede
expresarse sin estridencias, distorsiones de sonido, y muchos
menos ‘improvisando’ efectos de percusión, con instrumentos
agregados gratuitamente, por el sólo hecho de “innovar” y
porque se utiliza en las agrupaciones mal llamadas
“modernas” de la música comercial.
Rovira, logró toda la escala de matices con sonidos
estéticamente bellos, sin la demagogia de los ruidos
arbitrarios y desagradables. La perfección en la manera de
tocar el bandoneón, fuera de toda discriminación estilística, la
riqueza de los matices con una prodigiosa digitación tanto en
los “fortísimos” como en los “pianísimos”, y un impecable
manejo superando admirablemente la toma de aire del fuelle,
que está reservada a los grandes intérpretes.
Rovira ha entrado en una madurez interesante, como músico
y como hombre: “ya no le interesa demostrar lo que sabe,
sino lo que siente”. Ello lo puso en evidencia en el gran
equilibrio rítmico logrado en cada una de las interpretaciones
con su trío. Lo ideal aún, a nuestro entender, sería que Rovira
después de 16 compases de libre creación musical, nos
“engrupiera” con alguna insinuación milonguera, que pienso
lograra hacerlo en esta etapa suya de maduración, porque a
medida que se preocupa por expresar más el “tango que
mamó” en las propias fuentes, le saldrá a flor de piel y los
transmitirá con la magia de sus dedos.
Negándose todo “camelo” y toda “sofisticación”, fue
brillantemente secundado por Drucker y Mendy, el primero
en ‘Preludio para la Guitarra Abandonada’ logró una intima
comunicación debido a la mesurada utilización de la púa;
Mendy en su casi constante ubicación rítmica supo dar calidez
ambiental cada vez que utilizó el arco. Y finalmente digamos
que la voz de Juan Carlos Ousset cuyo timbre no siempre es
parejo, dijo con sobriedad vocal y física, los versos del poeta
Julio Camilloni pertenecientes al tema ‘Cita con Nadie’ de
lírica, puro y romántico vuelo, y ‘Mensaje’ el conocido tango
de E. Discépolo y Catulo Castillo. La coordinación estuvo a
cargo de Arturo Carvallo, que presentó la escena con fondos
proyectados en montaje de diapositivas que ilustraban
pasajes de nuestra ciudad”.
CAPITULO XIV - 1969 - 1980
CIUDAD DE LA PLATA

En 1967, viviendo aún en Lanús, comienza como orquestador y


ejecutor del corno inglés, en la Banda de Música de la Policía de la
Provincia de Buenos Aires, lugar al que viajaba diariamente hasta 1969,
año en el que se instaló definitivamente en su primera casa en la
diagonal 80, a dos cuadras de la estación, pegado al Hipódromo de La
Plata.

Hacia fines de 1966 había cerrado su propio café concert “Tango 66” por
la irrupción de los militares en el poder y se había retirado
profundamente deprimido a Lanús. Esos fueron sus peores momentos,
en 1966 estaba en la cúspide de su carrera y de la noche a la mañana
sin nada.
Mabel Rodríguez, comprendiendo la situación, durante un año trabajó
afuera mientras él daba clases particulares en su casa. Cuando le
propusieron integrarse al proyecto de una sinfónica en La Plata, que
pasó a ser subvencionada por el gobierno a través de la Policía de la
Provincia, tocó el cielo con las manos.
El destino lo premió con una sinfónica de 85 elementos para desarrollar
todos sus conocimientos de música erudita y un sueldo a fin de mes. Era
todo lo que necesitaba.

En la casa de diagonal 80 vivió casi dos años (esta casa pertenecía a


Antonio Mancuso que se la había alquilado a muy bajo precio), hasta
que se compró la casa de Tolosa, en la calle 3, en la que vivió hasta su
muerte en 1980. El crédito que le posibilitó la compra de su casa, fue
gestionado por su amigo uruguayo Alberto “Charrúa” Placeres, a quien
le dedicó un tango “Tango para Charrúa” y también, como prueba de su
agradecimiento y amistad, cuando Rita Placeres en 1974 estaba
embarazada de María Julia, le dedicó un tango pensado para órgano a
ambas hijas: María José y María Julia “Majo Maju”.

Fue allí y su cercanía con el Hipódromo de La Plata lo que lo llevo a


conocer a Pedro Santillán, alguien muy relacionado con el turf y con
quien Rovira mantuvo una cercana amistad. A él le dedicó el tango “A
Don Pedro Santillán”.

1969 – Por su obra “Veinte Preludios Intersemitonales” fue galardonado


con el primer premio de la Categoría Música de Cámara para piano, del
concurso para obras musicales correspondientes al año 1969 por la
Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires.
1970 - Obtuvo el primer premio categoría C, por 20 preludios para
piano, otorgado por la Municipalidad de Buenos Aires.

1971 – El Fondo Nacional de las Artes y la Subsecretaria de Cultura de


la Provincia de Buenos Aires, le adjudicaron el Primer Premio por su
obra “Sinfonía Nro. 5, concertante”.

El pianista Omar Valente, que tocó con él en la Banda de la Policía, nos


cuenta que:
”Habían entrado a la banda con la condición de no usar la ropa. Rovira
no. Salía vestido de policía con la gorra y todo. Como músico hizo cosas
muy lindas. Tuvo esa banda a su disposición, que eran ochenta y siete
músicos. No tenía cuerdas, era el único problema. Tenía tres filas de
clarinetes que venían a suplantar a los violines, pero clarinetes no son
violines. En vez de tener chelos tenía fagots, que no son lo mismo. Tenía
que pelear contra eso. Pero como la hacía sonar!...Así y todo, decía
‘esto es a pedido, lo otro me lo pido yo’. Jazz, tango, charlestón, todas
esas macanas hacíamos.
Era medio cabrón. No era de aceptar muchos consejos. Pensaba que él
era el máximo. Muy frontal, donde se podía agarrar con alguien, se
agarraba. Tenía discusiones con todos . Muy serio. No le gustaba andar
haciendo bromas. Pero sí le gustaba que las hiciéramos los que
andábamos alrededor. Los cuentos que contaba “Tucuta” eran ya
asquerosos de tan buenos.
El petizo era infantil, dentro de todo. Tuvo la idea de hacer el
“Bandoelectroneón”; que constaba de un aparato que largaba aire de
abajo y con los dos teclados del bandoneón puestos para arriba,
entonces no hacía falta abrir el bandoneón ni nada. Resulta que fueron a
hacer la demostración a la Caja de Ingenieros de La Plata…..no se podía
parar el ruido ¡Era una turbina eso! Entonces pensaron en hacer una
caño largo que venía de otro cuarto…pero al final igual venia el ruido”.

El baterista Mingo Martino recuerda muy bien a Rovira, aunque nunca


haya tocado con él ya que nunca utilizó percusión. “Sí lo iba a escuchar
con el Quinteto al Almacén San José. Era una persona de carácter que
si tenía que decir algo a un tipo se lo decía. Yo escuché lo que le chantó
al gobernador que lo invitó a comer cuando dirigía el Teatro Argentino
de La Plata. Estábamos un día en una reunión y cuando terminó dijo “a
ver muchachos si algún lunes se vienen a comer un pucherete, ahí en
la residencia”. Y a Rovira le dijo: usted Maestro a ver si se trae el
fueye para tocar unos tanguitos. Y le contestó serio el tipo “mire
Gobernador, yo no toco por la comida”.
1973- Director del Teatro Argentino de la Plata
Fue nombrado Director del Teatro Argentino de la Plata durante el
gobierno de Victorio Calabró y la presidencia de Héctor Cámpora. No
fue consultado, lo nombraron y punto. No se cansaba de repetir que él
no era peronista. La publicación en “El Argentino” del 29 de setiembre
de ese año, reproduce palabras de Rovira: “Es de fundamental
importancia que los autores argentinos se acerquen al teatro a traernos
sus composiciones. El Teatro Argentino es del pueblo y de ahora en más
tiene que ser para el pueblo”.
Eduardo Rovira, conocido platense, es quien nos habla. La palabra del
Maestro Rovira es muy importante, por toda su trayectoria como
músico, como ser humano y como actual Director de nuestro máximo
Coliseo.
“Las estructuras del Teatro seguirán siendo las mismas: orquesta
sinfónica, coro y ballet. Trataremos, como ya se está viendo, de
modificar todo, dándole mayor impulso a lo que sea música argentina”
“Quiero hacer un llamado a todos los autores argentinos en los tres
temas mencionados a que traigan sus obras. No importa como se
llamen, lo único que cuenta es lo que hacen. Lo que precisamos es ‘el
mayor acopio de materia gris al servicio del país’.
Necesitamos gente que trabaje y se mueva. Necesitamos honestidad e
inteligencia en todos los campos”.
Le tiraron una papa caliente, desordenada, sin dinero.
Su nombramiento oficial se realizó en el Teatro Colón donde dirigió la
Orquesta Estable del Teatro.

Según me cuenta Pedro Aguilar no pudo hacer mucho por el Teatro


Argentino porque no tenía presupuesto, porque estaba plagado de
cuestiones políticas y según palabras textuales de Eduardo: “estaba
lleno de maricones a los que había que solucionarles problemas menores
todo el tiempo”.
Presentó tres veces la renuncia hasta que le fue finalmente aceptada.

En el Programa de la Temporada Oficial 1973 que figura en los archivos


del Teatro Colón durante la Intendencia Municipal de Juan Debenedetti y
siendo el Director el Prof. Bruno Jacovella, encontré con fecha 27 de
agosto, la siguiente información, respecto a las actividades de Pedro
Ignacio Calderón:
“Eduardo Rovira – Tango Concertante en tres Movimientos”
“Con su “Tango Concertante” en tres movimientos, Eduardo Rovira,
actual Director del Teatro Argentino de La Plata, escribió un homenaje a
Eduardo Parula. Utiliza una pequeña orquesta, que complementa al
clásico cuerpo de instrumentos de cuerdas, con flautas, oboes,
clarinetes, fagots, trompas y trompetas, dobladas en pares,
agregándole timbales y piano.
Esta obra ya ha sido tocada con anterioridad por el ‘Ensamble Musical de
Buenos Aires’, bajo la dirección de Pedro Ignacio Calderón. El primer
movimiento (‘allegro’) se presenta como una especie de preludio en 3
secciones. Con carácter rítmico muy marcado, que ya establece de
inmediato el clima típico de la danza suburbana. Su escritura revela un
múltiple contrapuntismo bien equilibrado. El segundo trozo (‘allegro’)
presenta un ritmo insistente, con una temática claramente dispuesta,
que alterna de un grupo sonoro a otro, enriquecido con imitaciones
contrapuntísticas, llegando a un elocuente y expresivo final.

1974 – Mar del Plata – Maestro Reynaldo Zemba


Con la Orquesta del Teatro Argentino de La Plata el Maestro Zemba
ejecuta la ‘Sinfonía Concertante para 8 Instrumentos Solistas y
Orquesta’ de Eduardo Rovira.

Octubre 31 de 1975 – Cine Teatro Avenida


El cuarteto Eduardo Rovira y a total beneficio de ATRI: Asociación Taller
de Rehabilitación del Invalido, ofreció un recital en dos partes: en la I
Parte ejecutó: ‘A Fuego Lento’ (Salgán), ‘Taplala’, ‘Preludio de la
Guitarra Abandonada’, ‘Temas’ (Pedro Aguilar) y ‘Sónico’. En la II Parte:
‘Sanateando’, ‘A Don Pedro Santillán’, ‘A Evaristo Carriego’, ‘El Violín de
mi ciudad’, ‘Tango en Tres’ y ‘Que lo paren’. Los acompañaron Reynaldo
Nichele en violín, Néstor Mendy en Bajo y Oscar Mendy en piano.

Este cuarteto, cuando los que tocaban eran los hermanos Mendy,
tomaba el nombre de “Agrupación de Tango Contemporáneo”, como
para diferenciarlo del que incluía a Salvador Drucker.

Noviembre 1975 – Que lo Paren


Esta grabación fue realizada por su “Agrupación de Tango Moderno “con
Eduardo Rovira como arreglador, director y bandoneón y Reynaldo
Nichele en violín, Oscar Mendy en piano y Néstor Mendy en contrabajo:
Los temas elegidos todos de su autoría fueron:

Que lo Paren Taplala


Majo Majú Tango para Ernesto
Milonga para Mabel y Peluca A Don Pedro Santillán
Tango para Charrúa
Leí en alguna parte que después de no grabar por un largo tiempo,
había grabado “Que lo Paren”.
Lo relatan cómo que había grabado ‘de última’. No es así. Aprovechó
ese disco para rendirle su homenaje a La Plata y a su amigo Rodolfo, a
su amigo criador de caballos de carrera Don Pedro Santillán, a su amigo
charrúa , a Majo y Majú: las hijas de ese amigo, a su representante y
amigo Ernesto Armus, y a su amor Mabel Rodríguez.

En ese mismo momento grabó otro material, sin nombre, que no editó.
También con perfume a la ciudad de La Plata:
“Calle 6” (lugar de reunión de amigos); “La Depre” (dedicada al Dr.
Hugo “Cacho” Spañol ‘el psiquiatra’); “Tango para Angelé” (la hija de
una amiga de Mabel); “Tango para el Profe” (a Estudiantes de La Plata);
“Nanim” (un amigo de Lanús); “A Marambio Catan” (poeta platense) y
para sí mismo “Tema para un hombre sólo”.

En un reportaje concedido por Rovira a Horacio del Prado en el año 1976


–redactor de Buenos Aires Tango -bajo el titulo “Que no lo Paren”, dijo
cosas tales como:
“En realidad, hacia como diez años que no grababa. “Que lo Paren” es
un disco, que, digamos, continua un trabajo iniciado con el Septimino, al
comenzar la década del 60: grabamos “Tangos en una Nueva
Dimensión”. Después “Tango Buenos Aires Opus 4 Suite”, que eran dos
discos largos. Y después, “Tango Vanguardia”. Años más tarde, entre el
65 y el 67, ya con el trío, grabamos “Tango en la Universidad” y
“Sónico”.
La charla es interrumpida por su loro que silbaba “La Cumparsita”, con
perfección de colectivero a la madrugada. A Rovira la interrupción lo
indigna. “! Otra vez este tipo! No…yo sé que es un fenómeno, porque al
menos nunca le pifia a una nota. Pero ¿sabe que me da bronca? Que me
hace acordar a los tipos que siguen con “La Cumparsita”, y con la
temática del tango de siempre, y vienen y le hablan de ‘Ventarrón’ y de
‘La Vasca’…Y yo, que tengo cincuenta y un años, le puedo asegurar que
nunca los ví, a esos personajes. Entonces, si lo escucha un pibe ¿puede
entender algo?. ¡Si ni yo, con cincuenta y un años los entiendo! Y le digo
más: le he preguntado a gente bastante mayor que yo, si era cierto que
las mujeres usaban el tajito en la pollera para bailar, ¿vio ese tajito que
usan en televisión? Y parece ser que nadie lo vio nunca, que no se usó
nunca..
El loro repite su frase, sin olvidar una sola nota. Rovira prosigue:
“Mire, yo toqué en varias orquestas. Pero más o menos por el año 50
me agarro un aburrimiento tan grande, que ya no podía seguir tocando
así. Había una mecánica que respetar, que nos adormecía y estancaba:
ahora viene el sólo del violín; ahora vos, che, el del piano; dale te toca
el sólo a vos…Yo había estudiado música, pero si lo que estaba haciendo
era música, prefería irme a vender panchos en la cancha. Entonces me
pregunté: ¿Qué hago?, ¿Vendo pan?, ¿me compro un taxi? No, estudio
en serio, para ver si hay otras oportunidades”.
“Yo tuve la desgracia de iniciar esta lucha en un momento muy difícil
para el tango. Cuando se produce, a mediados de la década del
cincuenta, un bache que todavía se prolonga y se consolidan varias
empresas grabadoras que en su mayoría son sucursales extranjeras. Y
comienzan a gestar y promover productos como el twist y a cortar la
natural evolución de lo nuestro.
Se instituyeron las ‘fábricas de música’, que editaban canciones como
chorizos. Con el folklore quisieron hacer lo mismo, aunque más suave; y
bueno –habrán pensado los tipos- algo nacional hay que difundir. Y
trataron de enchufar todo el día la “López Pereyra’ y ‘La Vidalita’, pero
les aparecieron talentos que ni se la esperaban. Siguieron fabricando
chorizos; pero buenos”.

9 de Octubre de 1978: era nombrado vocal de la Asociación de


Docentes de la Dirección del menor y la familia.

24 de Noviembre de 1979: en la ciudad de Azul hizo su última


aparición pública, con una formación que incluía a Néstor Mendy en
contrabajo, Carlos Gómez en guitarra y Elda Suárez como cantante. Allí
presentó algunas de sus últimas composiciones: “Canciones
Contemporáneas Argentinas”. En ellas Rovira comenzaba a incluir la
poesía a su música con la colaboración de los poetas Alfredo Villata,
Raúl Filgueira y Carlos Fiora.

Diario “La Nación” – jueves 31 de julio de 1980

“Toda mi música nace de la necesidad de expresar las imágenes que me


persiguen y en esas imágenes esta siempre Buenos Aires, sus calles, su
vida y sobre todo su gente”.
En las propias palabras de Eduardo Rovira –cuyo fallecimiento, ocurrido
en La Plata, enluta al medio musical en general y al tango en particular-
están contenidos los rasgos de su obra.
Se lo reconoce, junto a Astor Piazzolla, como uno de los creadores que
se empeño en echar un soplo vivificador sobre la música porteña.
Alguna vez se señalo que para él lo importante era, principalmente, el
solitario acto de la creación. En ese terreno pudo dar rienda suelta a su
espíritu innovador, sin buscar la fácil repercusión ni dejarse llevar por
otros intereses que no fueran los que nacían de su propia necesidad
expresiva.
Rovira fue una figura solitaria, muchas veces postergada, no siempre
comprendida. Por las características de su obra, fruto de una prolija
elaboración, en escasas oportunidades logró que sus creaciones
trascendieran más allá de una minoría que acompaño con interés y
fidelidad el desarrollo de su carrera.
Compositor infatigable y de inusual fertilidad, buena parte de sus
trabajos –sinfonías, cuartetos para cuerdas, poemas sinfónicos, sonatas
para piano, preludios y piezas para banda, además de innumerables
temas en ritmo de tango- permanecieron sin estrenarse. Más allá de las
complejidades y las arideces de sus partituras, se reconocía siempre en
ellas la mano de un creador de sólida formación, de oficio incuestionable
y de generosa imaginación. Esos valores merecieron generalmente el
aplauso de la crítica especializada y obtuvieron galardones como el
“Premio de Honor de la Provincia de Buenos Aires” –trofeo que
únicamente había ganada Alberto Ginastera- y el que la Municipalidad
de Buenos Aires le otorgó a sus ‘20 preludios Intersemitonales’ a
comienzos de la década del ’70.
Eduardo Rovira había nacido el 30 de abril de 1925. A los 9 años hizo su
primera experiencia como compositor: el vals “A tu lado”….
En el sepelio realizado ayer en el cementerio de La Plata se puso de
manifiesto el hondo pesar causado por su temprana desaparición.

Concierto en el 1er. Aniversario de su Muerte


17 de Agosto de 1981 - Teatro Municipal 1ro. De Mayo

El 17 de Agosto de 1981 a las 21 hrs. en el 50 aniversario de LT10


Radio Universidad del Litoral S.A., la Orquesta Sinfónica de Entre Ríos y
el Coro del Consejo de Educación de la Provincia de Entre Ríos bajo la
dirección del Maestro Reynaldo Zemba , en conmemoración del primer
aniversario de la muerte del compositor, interpreta una obra que había
sido compuesta en el año 1979 por el Maestro Eduardo Rovira, por
pedido especial de los solistas que actuaban esa noche:“Concierto para
Flauta, Oboe y Orquesta de Cuerdas” Andante – Allegro. Los solistas
fueron: María Cristina Salsano Alzueta de Garreffa (flauta) y Hernán
Cesar Garreffa (Oboe).
CAPITULO XV - “Taplala” Rodolfo Schelotto
Sergio

Taplala - Tango (1974)


Dedico esta obra a mi amigo Rodolfo Schelotto Sergio…te quiero
gordo!

Recorriendo las Editoriales, rescatamos varias partituras impresas.


Encontramos lo que para nosotros eran tesoros ocultos. El corazón de
Roberto y el mío corría acelerado, cuando nos iban entregando ese
material de archivo. Descubrimos cosas. Más de las veces nos
quedábamos estáticos, fluctuando entre saltar de alegría o llorar de
emoción.
Entre esas obras estaba “Taplala”, un tango a La Plata que amábamos
escuchar; con una dedicatoria a quien para nosotros era un perfecto
desconocido. No era un músico, ni un poeta…quién era?

Lo primero que hice fue tratar de localizar a Rodolfo Schelotto Sergio en


la Web. Navegué durante un largo rato, hasta que encontré su
nombre; firmaba un artículo perteneciente a una revista “Plácet”.
Busque esa revista, los datos llegaban hasta un determinado año. Temía
lo peor… Me pasó tantas veces.
De pronto…otra vez esa maravillosa ayuda. De pronto, ya agotada de
leer y leer, miro y veo algo así como “Publicaciones Argentinas”. Lo
tomé como una señal y comencé a leer, hasta que de pronto encuentro
su nombre y dirección en Capital, aunque la revista ya tenía otro
nombre: “La Revista Diplomática”. Cuanto más avanzaba, peor. No lo
veía a Eduardo conectado con alguien de una revista diplomática. Me
equivoque, estaban mucho más que conectados…cuerpo y espíritu.
Se lo cuento a Roberto que estaba un poco pendiente de mi búsqueda y
allí mismo me dice: ‘dame el teléfono’. Lo marca, comienza a hablar. Vi
cómo los ojos se le iban llenando de lágrimas.
¿Por qué Rovira le había dedicado un tema a alguien de La Plata que no
pertenecía al ambiente de la música o del Arte? Obviamente fue lo
primero que le preguntó: `porque me quería mucho`, le contestó.
Rodolfo lo definió a Eduardo como ‘mi hermano’.
Ansiosa por preguntar y llenar baches biográficos, tomé yo el teléfono y
seguí hablando, y allí descubrí lo que tanto me intrigaba, de tan simple
ni siquiera se me había ocurrido. Hay cosas que están por años delante
de nuestros ojos y un buen día…las enfocamos y vemos lo que nunca
vimos. Eran amigos, se querían y se admiraban mutuamente.

Rodolfo es periodista y se habían conocido en la redacción del diario El


Día de La Plata cuando Eduardo iba a verlo por las distintas notas que le
hacían cuando se mudó a esa ciudad. De esas entrevistas y esos
tiempos compartidos, nació entre ellos una profunda amistad.

“Taplala” no es sólo el nombre del tango que Rovira le dedicó a la


ciudad de La Plata y a su amigo Schelotto Sergio, es un maravilloso
tema, que los platenses al escuchar ‘sentirán’ como el bandoneón
describe la vertiginosidad de las diagonales y la pacífica calma de la
Catedral, el bosque y la ciudad misma los fines de semana.
Si prestan atención, el bandoneón repite: taplala, la plata, taplala, la
plata, varias veces. También, conociendo a Rodolfo, hay algo de su paz
interior y de su luz en ese tango: no es difícil querer a Rodolfo, ahora
entiendo mejor porque es el dueño “espiritual” de ese tango.

Lo visitamos varias veces. Prolijamente nos sacó copias de fotos


personales y del diario El Día que tenia de Rovira y sus músicos,
tomadas durante las diferentes entrevistas. Él fue quien me entregó el
manuscrito del curriculum de Rovira y nos hizo una interesante nota en
la “Revista Diplomática”, cuando la UNL lanzó en el Salón Dorado de la
Municipalidad de Buenos Aires los cd’s “Tango en la Universidad” y “A
Evaristo Carriego”.

Juan Bautista Duizeide, escritor platense, en un ensayo llamado “El


rovirao” publicado en un libro llamado “Doce ventanas al Tango”,
ganadores del Premio Edenor 2001, se pregunta: ‘vale pensar entonces
los años finales de Rovira en La Plata como un destierro?’ NO, por
supuesto que no, para nada.
En una charla que tuvimos con Juan, parecíamos no coincidir, porque
ambos evaluábamos el tema desde el lugar de nuestras actuales
residencias. Evidentemente en su destino, la ciudad de La Plata, fue un
lugar crucial.

En 1959 estaba allí con El Octeto La Plata y allí conoció a Romano y a


Nichele, personajes importantes para su historia musical. Allí se gestó
la ‘Agrupación Tango Moderno’ con músicos platenses excepto Rovira-
Romano-Nichele; hizo cambios importantes en su vida personal, en su
música, en su parte intelectual y regresó 10 años más tarde a sentar
basa.

Eligió un lugar lo suficientemente lejos y lo suficientemente cerca.


La Plata le daba la paz provinciana que él necesitaba, seguridad
económica, el reencuentro con sus anteriores músicos y sobre todas las
cosas, la libertad y la paz necesaria para componer y estudiar, ya que se
había ido de Lanús presionado por dolorosas situaciones familiares y
laborales.

Sergio Pujol, en una nota de Clásica, escrito a veinte años de su muerte,


se pregunta o más bien filosofa en un momento sobre los motivos que lo
llevaron hacia La Plata: “Quizá hubo algo más profundo, algo que tenía
que ver con la naturaleza de la obra roviriana”. No sólo tiene que ver
con la naturaleza de su obra, sino con la naturaleza del ser humano.

A Rovira no le gustaba el ruido: ni el de la gente ni la de las ciudades,


aunque haya sido de la noche y de la ciudad. A Rovira no le gustaban
las presiones de ninguna índole: ni las familiares ni las sociales. A Rovira
le molestaban las situaciones forzadas y sobre todas las cosas, le
molestaba que la gente no comprendiese su total sumisión a la música,
al estudio, a la composición. Le molestaba la gente trepadora y
competitiva, y sobre todas las cosas, el chisme barato, lo vulgar, las
intrigas y las mentiras.
Le molestaba todo lo que no fuese natural: odiaba el manipuleo para un
lado o para el otro, lo que lo hacía enojar frecuentemente, ya que sentía
de cerca la injusticia de la incomprensión. El necesitaba pensar,
componer. No entendía los reclamos de los ignorantes o pobres de
espíritu, él estaba en otro nivel y no tenía tiempo para invertir en
comprender a los otros.

En la pacifica soledad de su casa platense ó en las reuniones con sus


amigos del alma, era simple y dueño de sus silencios. Era un intelectual
y estudiaba mucho para mejorar. Sus ideas humanistas eran muy
profundas, sobre todo lo relacionado con la patria, América y la música
telúrica de las distintas civilizaciones y regiones.
Sus amigos más cercanos, a quienes conozco bien, repiten ese patrón
de personalidad. Son agradables y de pocas palabras. Sin estridencias
sociales, pero con gran rectitud en sus comportamientos.
Su honestidad como persona y como músico logró sostener un grupo de
fieles amigos a su alrededor y agasajó a cada uno de ellos con un tango,
ya que al no encontrar palabras se los agradeció a su manera y de la
mejor forma que sabía hacerlo.
Si no tenía nada en particular para agradecer, dejaba su testimonio
musical de cómo determinadas personas, lugares o situaciones lo habían
movilizado o que sentía o que opinaba respecto de algo.

A La Plata y su gente, le dedicó muchísimos temas: En los 70’s preparó


material para dos discos; uno de ellos lo grabó y lo llamó “Que lo paren”
(utilizando una frase típica usada entre los amigos cuando veían a
alguien bailando ‘embalado’ ..”que los paren ahora, si pueden…”),
dedicó ese tango con ese nombre a todos los bailarines de tango. Tuvo
la habilidad de ver el futuro, ya que actualmente son imparables en todo
el mundo.
El otro material, que dejó sin nombre, fue grabado pero nunca se editó
comercialmente, ya que no tuvo ni el tiempo ni el dinero.

“Tango para Charrúa” se lo dedicó a Alberto ‘Charrúa’ Placeres, a quien


conoció casualmente cuando un día entró al Banco Provincia con la idea
de ver la posibilidad de sacar un préstamo para comprarse una casa. A
‘Charrúa’ Placeres, le cayó bien Rovira y gestionó dicho crédito, lo que
le permitió comprar la casa de Tolosa, donde aún vive Mabel.
Con el tiempo compartieron amigos y lugares. Dos de esos amigos
fueron Mataco Placeres, hermano de Charrúa, quien vivía en la calle 6.
Todos los miércoles se reunían allí ese grupo de amigos y allí también
conoció a Hugo ‘Cacho’ Spañol (médico psiquiatra).
Al lugar de encuentro le dedicó el tango “Calle 6” y a Cacho “La Depre”.

En el año 1974, cuando Rita Schuster de Placeres estaba en su segundo


embarazo (10 años antes había nacido María José Placeres), además de
tocarle cada vez que así lo sentía el ‘Arroz con Leche’ durante una hora
en sus distintas variaciones, le preparó como regalo de nacimiento de su
segunda hija, María Julia, un tango para órgano que llamó “A las dos
Marías”. Cuando fue a registrarlo a SADAIC y se enteró que dicho
nombre ya existía, lo rebautizó “Majo Maju”.
Sobre la cubierta del LP “Que lo paren”, escribió una dedicatoria: “Para
Charrúa Placeres de quien tanto le debe” – 10/9/74
No tuvimos la oportunidad de conocer a María José, sí a su hermana
María Julia. Es un encanto de persona. Trabaja en la producción de un
programa en Radio Provincia y estudia “Doblaje”.
Ésta altamente orgullosa de que un tema que da la vuelta al mundo,
tenga su nombre incluido y ama a Rovira desde la panza….cuando a su
alma le llegaban los acordes del Arroz con Leche.

A el equipo ganador de Estudiantes de la Plata, cuyo DT era el profesor


Kistenmacher, le dedicó “Tango para el profe” y a un cuidador de
caballos del Hipódromo de La Plata “A Don Pedro Santillán”.
“Tango para Angelé” se lo escribió a la hija de una amiga de Mabel.
Recordó también a otras personas, como quien había sido un
representante suyo Ernesto Armous en “Tango para Ernesto” y a
“Nanim” un personaje de color de la época de Lanús que repartía carbón
de casa en casa.

Hoy decidí darle vida a ese material. Próximamente “Calle 6”. Una joya
rescatada del arca pérdida…
CAPITULO XVI - Aproximación al mundo
ético y estético de Eduardo Rovira por
Nélida Rouchetto

Personalidad compleja, auto exigido, sólido, defendiendo su ego sin


extravagancias ni superficialidades, sin prisa y sin pausa.
Dejó en sus breves 55 años de vida, toda la psiquis de sus vivencias
espirituales escrita en el pentagrama y en la densa sonoridad de sus
trabajos grabados. Su obra monolítica debe ser investigada y difundida.
Esto es sólo una aproximación a ese mundo ético y estético que nos
legó.

Eduardo Rovira utilizó la estructura de música de cámara y la envolvió


con su concepto moderno para la sonoridad del tango.
Aplicó una constante en sus tratamientos complejos con superposiciones
rítmicas tonales y atonales. Introdujo por primera vez en el género
‘tango’ la combinación estructurada de las seriadas dodecafónicas, que
presupone quien no capto la intención de su uso atonal que lo de Rovira
es una “repetición”.
Sin embargo, imprimió libertad expresiva, superpuso los instrumentos y
los juegos de cada tema cuando adaptó esa tendencia musical. Por
supuesto que llegó a una especie de “encierro” con algo de fatiga de los
doce sonidos, que resolvió siempre, retomando la tonalidad.

También es observable en los tratamientos de Rovira que el


‘contratiempo’ no existe, detalle que fue muy bien utilizado por Astor
Piazzolla, que tampoco resuelve con la sincopa de Horacio Salgán, tan
única además. Diríamos que en Rovira tiene principal significación los
efectos del contrapunto, pero no se parece a los métodos aplicados por
otros colegas del genero ‘tango’; lo más cercano que él aceptaba como
herencia lo ligaba a los ‘contraritmos’ de Orlando Goñi y de Alfredo
Gobbi, con las caídas e inflexiones de éste último con mayor admiración.

Los estados emocionales de Rovira son muy evidentes, pasando por


etapas de alta temperatura: “Sónico”, “Tango en Tres”, “Supersónico”,
y en otros de intenso lirismo: “Pájaro del Alma”, “Músicos”, o notoria
introversión con lánguidas frases, excesivamente pausadas: “A Evaristo
Carriego” y “Preludio de la Guitarra Abandonada”.

Buscando comprender, con atenta audición, los climas “rovirianos”, se


descubre la música del tango en su quintaesencia, y cómo los aportes
de Rovira, con sus acordes nuevos, hoy están con naturalidad en las
composiciones, los arreglos y las interpretaciones de los músicos más
jóvenes.
Los desprevenidos oyentes se confunden y anulan la línea receptora
aunque en sus tímpanos suenen los delirios de Rovira. Sin embargo, a
medida que aceptan y reiteran la audición, descubren que son capaces
de oír cada detalle de tanta buena música en las grabaciones de Rovira,
y por supuesto y que también les sirve para aplicar a otros creadores, a
los que tampoco se les entrega tanta atención como a Gobbi, Pugliese,
Salgán y Tarantino.

El auditor tanguero afiliado a las propuestas ‘decareanas’: Francisco de


Caro, Pedro Laurenz, Julio de Caro, en éste caso especial, que tuvieron
su desarrollo en Osvaldo Pugliese, Eduardo del Piano, Alfredo Gobbi,
Argentino Galván, Horacio Salgán, Astor Piazzolla y el mismo Rovira; a
ese auditor se le hace mas fácil adherirse a estas propuestas
renovadoras de Eduardo Rovira, quien resaltó además los valores de sus
atriles y logró particular eco musical de ellos en cada tema, sin modificar
en absoluto su propio mensaje.

Los cambios introducidos por Rovira que hacen a su estilo, llegaban a


veces de la sugerencia original de cada obra cuando ésta era ajena a su
autoría: “A los amigos”, “Patético”, “Abril” “Tango del Ángel”, “Baile de
etiqueta”, “Nostálgico” “Simple”, “Dos imágenes”, “Esquina”, “5 de
Abril”, “Ritual”, “A fuego lento”.
A partir de la unidad en el enfoque de lo rítmico, lo armónico y lo
melódico, consiguió Rovira, desde el dibujo de sus arreglos, que las
obras ofrecieran mayor riqueza en contenido y forma.

Armando Portier, habitual concurrente a radio Belgrano para escuchar a


Rovira, solía señalar que: “el tratamiento y la ejecución de mi tango “A
los amigos”, respetado al máximo, en la visión de Rovira recibió un
clima de idealización. Además es elogiable, y lo digo como
bandoneonísta, el resultado de la ejecución del bandoneón por Rovira,
que se corporiza como si fuera el órgano de una catedral.
Como compositor me enorgullece que mi obra cobre tal realce por
sobre el origen popular, que él dignificó con su veta de gran músico
universal”.

Otro ejemplo de originalidad en Rovira luce en “Nostálgico”, aplicado a


quinteto de cámara (2 violines, 1 viola, 1 cello, 1 contrabajo). Prescindió
aquí del bandoneón y del piano, desarrollando con envolvente vestidura
el tango de Julián Plaza, con los giros y las marcaciones tanguisticas del
tema, unidas en perfección a la técnica clásica camaristica.
Eduardo Rovira como Horacio Salgán, Alberto Caracciolo, Osvaldo Manzi,
Orlando Trípodi, Astor Piazzolla y Osvaldo Tarantino, alcanzó hasta
iniciados los años 60 a elaborar y presentar en “vivo”, en recitales y por
radio, sus conceptos musicales, sin un efecto masivo por supuesto, con
el resultado de un personal modo de ‘tango moderno’, ‘contemporáneo’
o de ‘vanguardia’, como quiera denominárselo.
Junto con estos creadores, Rovira fue sellando los lineamientos en
donde los músicos posteriores a la década del 60 pueden y deber
reflejarse. ¿Por qué? Porque ellos son “el modelo”.
Cada uno de estos músicos fue creciendo y ‘mamando’ de la fuente de
los creadores de su ayer y compartiendo las etapas con sus
contemporáneos adheridos a esa idea de renovación.
Rovira, igual que Salgán, Piazzolla, Tarantino y Carlos García, supo de la
labor profesional desde puestos muy humildes, anónimos casi, llegando
a preparar sus propias concepciones estéticas que hoy maravillan y son
escuela.

Damos por descontado que nada fue espontáneo, fue el fruto del
aprendizaje en trabajos con diversos grupos y estilos para subsistir
económicamente, al mismo tiempo que seguían con tenacidad aplicada
en el estudio a fondo de la música, sus técnicas clásicas (Bach,
Beethowen, Mozart, Chopin, Linz, Wagner) y luego las más actuales que
venían revolucionando este siglo desde Europa (Bartok, Stravinsky,
Scriabin, Strauss, Schonberg, Webern).
Tal el resultado logrado sin claudicaciones en cuanto al tango que
podían, estaban seguros y lograron ofrecer.

La falta de continuidad en la relación músico-público en vivo, y luego la


difusión por la mecánica de la grabación, a su vez controlada desde las
empresas comerciales multinacionales de la música, abrió un ‘cráter’
entre la evolución técnica y estética de los artistas y la involución
constante del público oyente del tango, para éste caso. Algunos se
quedaron recordando y/o aferrados hasta la década del cuarenta, otros
perdieron la identidad no escuchando mas música argentina (tango y
folklore) y permitiendo el “vaciamiento musical argentino”, incluso en
sus propios hijos; unos pocos en a la tarea poco o nada
difundida de los creadores como Caracciolo y Rovira, por ejemplo.

Con este panorama negativo, igualmente Eduardo Rovira no claudicó.


Supimos que en una etapa trabajó en la caja de una carnicería, gracias
a la generosidad de un pariente que lo quería, respetaba y admiraba y le
dio ese lugar. No fue denigrante, pero sí muy penoso que así sucediera.
Rovira, con orgullo, prefería esta situación pasajera a tener que
claudicar de sus principios musicales.
Los diversos instrumentos y sus timbres no le fueron extraños, de tal
manera que incursionó en la composición de obras sinfónicas y de
cámara, algunas en la actualidad se están valorando en versiones de
concierto. Ya había demostrado su pasión por el oboe cuando al
conseguir, en 1967, la grabación de un disco con su trío (Rovira-
Alchourrón-Romano), convocó a Pedro Cocchiararo y su oboe para los
tangos “Sólo en la Multitud”, de gran melancolía y el alusivo “Al
Invitado”, ambos de su autoría. También incluyó como solista a
Cocchiararo y la guitarra de Salvador Drucker, para grabar con orquesta
de cámara, sobre arreglos propios, dando marco a la voz de la mezzo
soprano Susana Naidich y sus “Cantares de madre”. Con canciones de
cuna internacionales, de raíz netamente popular en sus idiomas y
formas musicales, demostrando Rovira cómo dominaba las relaciones
del canto de cada nacionalidad elegida.

En un periodo, buscando una salida laboral, se dedicó al estudio del


oboe con Cochiararo, como medio de expresión afín a su temperamento,
con la intención de ‘colocarse’ en algún organismo sinfónico y tener un
sueldito seguro para la familia. El destino le marcó otro límite, siendo
muy joven aún, por deficiencias coronarias el medico le advirtió que
debía “dejar de soplar el instrumento” y en lo posible de tocar el
bandoneón.

Historia muy singular sin duda alguna, muy rica para evaluar mejor a
Eduardo Rovira en sus logros personales; que no consiguió la salida
económica ideal para ser convocado para escribir arreglos orquestales
para sus colegas del tango (como lo hicieron Galván, Piazzolla, Artola,
Spitalnik) o ‘enganchar’ en alguna editorial de música.

En 1968, post circunstancias y economía mediante, cambio el


contrabajo acústico por el eléctrico que confió en Néstor “Tucuta”
Mendy, dándole al instrumento, por primera vez en el tango, un espacio
sonoro original, cantando, modulando, marcando y casi cumpliendo un
rol natural del contrabajo tradicional tan interesante en el género. La
‘electricidad’ para Rovira no debía cumplir el papel de efecto comercial,
debía estar al servicio de la música y eso también lo confió en sus
colaboradores como en Salvador Drucker para la guitarra. Fiel a su
pensamiento de no recurrir jamás a efectos ‘jazzeros’ para ser moderno
en el tango, sus disonancias y efectos provenían de las escuelas
clásicas: Debussy y Ravel.

Para Rovira, la música debía surgir como elemento puro, ya fuera de lo


clásico como de las raíces del tango y del folclore argentino.
Rovira armaba sus esquemas sobre un andamiaje interno, emotivo, y
luego apoyaba todo en la técnica con ideas de orden camaristico, a puro
contrapunto, bien claro en “Contrapunteando”, “Sónico” y “Tango en
tres” o en la planificación seriada (“Serial Dodecafónico”).

No faltó en sus realizaciones el formalismo clásico con solos de cello y


violín: Enrique Lanno, Reynaldo Nichele o Hugo Baralis; en el uso con
más violines: Ernesto Citón y Héctor Ojeda; en el piano Leopoldo Soria;
en el sólo expresivo de Mario Lalli en “Sonata Baja”.

No eludió lo ‘mozartiano’ en el tratamiento del piano con Osvaldo Manzi


en el ‘divertimento’ logrado en “Triálogo”.
Fue expresionista, clásico, tonal, atonal, dodecafónico, transiciones que
le sirvieron para el lenguaje musical según el tema ó el tratamiento
orquestal, para una atmósfera intimista como se necesita en el tango y
al mismo tiempo fue ampuloso, grandilocuente.
En el ámbito musical de Eduardo Rovira hay siempre un tiempo-espacio
en estado de sugestiva levitación en movimiento. En pasajes que se
reiteran se adelantan en masa grupal, pero sutilmente retroceden, un
paso hacia delante y un medio paso atrás, tal si un resorte los retuviera
y suavemente los volviera a soltar.
El oyente recibe la sensación de un vaivén, un leve mareo, pierde la
noción de ser y estar, pasa a otra ligereza del espacio y en otra virtual
dimensión.

Gracias Nélida!

Nélida Rouchetto es actualmente la Directora de “La Casa del Tango de


Buenos Aires”, además de ser socia fundadora de la misma.
CAPITULO XVII - Aquellas Noches en La
Plata…por Hugo Spañol (Dr. en Psiquiatría)

Mi casa solía ser un lugar de encuentro de compañeros de


circunstancias, eso era exactamente lo que compartíamos, las
circunstancias.
Con muy pocos de ellos habíamos establecido un vínculo más profundo
que era la amistad y eso ocurría porque se daban otras afinidades.

Por ese lugar de reunión desfilaron diferentes personas con las que
compartíamos además del asadito, anécdotas, expresiones culturales,
según lo que cada uno podría brindar; pasaron así jugadores de fútbol,
poetas, políticos, músicos, etc. uno de los invitados de una de esas
noches fue Eduardo Rovira. Él, la relación la había iniciado con Alberto
“Charrúa” Placeres, unos de los pocos amigos que me brindó la vida.

Rovira era conocido por casi todos los presentes, pero reconocido por
muy pocos (así fue toda su vida). Participó de la reunión como era,
tratando de no ser el centro de la conversación, respetuoso, callado y
considerado con el resto. En alguna otra reunión trajo como compañía
“el bandoneón”… entonces sí comenzó a “hablar” con el fueye.
Con el tiempo fui entendiendo su dificultad: hablaba con el fueye como
lo haría con la verba el literato más evolucionado, pero musicalmente le
ocurría en el grupo lo mismo que en la sociedad, para entenderse con
muchos de los presentes (musicalmente en kindergarten) tenía que
hacer algo que no le gustaba “concesiones”.

Después fui entendiendo que éste genio de la música, como todos los
así dotados, tenía serias dificultades para comunicarse a pleno con el
entorno y eso ocurría porque las personas en general necesitan
emociones para sentirse vivas y los factores que comúnmente provocan
esas emociones estarán a su alrededor.

La escala emocional de Rovira lograba su máxima expresión desde la


música, fundamentalmente desde aquella que él sentía y que podía
compartir con muy pocos. Para entender esto, tenemos que entender
que la misma emoción no provoca la misma respuesta en todos, algunos
lograrán su máxima vibración en función de sus logros materiales, otros
por su creatividad intelectual (así era Rovira); y otros por los afectivos.
Si bien los tres factores estarán presentes en todos, serán distintos las
proporciones y los objetivos, pero en base a esa característica se
comunicarán con el entorno.
De esta manera podemos observar que los materialistas necesitarán que
el otro les sirva, los intelectuales que el otro los entienda y los afectivos
que el otro los ame.

Podemos comprender así cómo los genios en sus diferentes épocas


sintieron la incomprensión del entorno y como algunos reaccionaron
enloqueciéndose (Van Goth); otros agrediéndola (Charly García) y otros
aislándose, que fue el caso de Eduardo Rovira.

Gracias Hugo!

Dr. Hugo Spañol


Nació en La Plata
Doctor en medicina y especialista en psiquiatría y psicología médica
desde hace más de 30 años.
Psicoterapeuta de pacientes funcionales que identifica como
“emocionales”.
Dueño espiritual del tango de Rovira “La Depre”
CAPITULO XVIII - EL BANDONEÓN Y EL
TANGO

EL BANDONEÓN
“…pero el fueye, piba, el fueye. Al fueye de Rovira le
encontras el origen al que fue destinado, un equivalente del
armonio, del órgano.
Algo pensado para las capillas de las cumbres,
destinado a una religiosidad de altas cumbres
y tampoco es eso…”
Extracto de un cuento del Periodista y Escritor Jorge Montagnaro

No pensaba dentro de esta biografía incorporar otra cosa que no fuese


la vida de Rovira misma, pero es imposible separar a la persona del
instrumento que se valió para expresar sus sentimientos. Como él tenía
un amor particular por su bandoneón Doble AA y yo encontré ésta nota,
vaya este pequeño aunque sentido homenaje a tan maravillo
instrumento y la esperanza que tuve – y Uds. seguramente tendrán al
leerla- de que se vuelvan a fabricar.

Posiblemente sea correcto comenzar esta nota haciendo referencia al


destino; y más acertado sería hablar de un destino musical. Porque
para hablar del bandoneón es necesario aceptar la intervención de cierta
fatalidad para que esta historia tenga sentido. Y digo esto porque me
resulta inimaginable pensar que cuando Heinrich Band inventó este
instrumento, allá por 1835, sospechara que se convertiría en algo más
que una especie de órgano portátil que llevaría la música religiosa fuera
de las iglesias. Y sin embargo ese destino misterioso tenía reservado
para el bandoneón un protagonismo fundamental en un lejano país
como instrumento fundamental de una de las más nobles músicas
populares.

Desde su aparición el bandoneón recorrió un largo camino hasta que,


alrededor de 1870, llegó a nuestro país. Y es muy posible que las
historias que se cuentan sean ciertas y haya sido el negro José Santa
Cruz (padre del mítico Domingo Santa Cruz) quien lo hizo sonar por
primera vez para entretener a las tropas argentinas durante la Guerra
de la Triple Alianza; y si la fantasía y la imaginación nos tienta un poco
más, podemos imaginar a algún oscuro marino que llegó al puerto de
Buenos Aires con ese instrumento como único equipaje, y quien sabe
cómo, fue a parar a las manos del negro Santa Cruz. Pero allí no se
detendría su andar, debía aún transitar unas décadas más hasta
incorporarse al tango, a fines de la primera década del siglo XX; y
entonces sí se puede decir que el bandoneón había encontrado su lugar
en el mundo, su destino.

Los bandoneones que circulan hoy tienen entre 65 y 70 años y esto se


debe a que no se fabrican desde la década del ’50.
Entre todos los bandoneones existe uno que se eleva por sobre los
demás, “el Stradivarius de los bandoneones”, el Doble AA, al que solían
llamar “Jabón Lux” por aquello de que “9 de cada diez estrellas lo
usan” (esta frase corresponde a una publicidad de jabón de tocador de
la época); lo que no deja dudas sobre su calidad y su preferencia entre
los músicos.

Esos ya míticos Doble AA se fabricaban en una pequeña localidad de


Alemania del este; en un establecimiento dirigido por Alfred Arnold;
pero la explosión de la Segunda Guerra Mundial interrumpió su
fabricación y más tarde la fábrica fue estatizada y se la destinó al
armado de motores diesel.
En los años ’50, uno de los descendientes de Arnold la reinstaló en el
Oeste de Alemania pero esos Doble AA de posguerra no estaban a la
altura de la tradición y dejaron de fabricarse en 1971.
La nobleza y el sonido de aquellos Doble AA, que eran construidos por
empleados que guardaban celosamente los secretos de su construcción,
ya no estaban, no volvió a aparecer.
Los Doble AA llegan a la Argentina entre 1911 y la Segunda Guerra
Mundial; luego se interrumpió la producción y así los que hoy
escuchamos son los sobrevivientes de aquellos años.

Hubo otros bandoneones y otras marcas (Tango, Ela, Cardenal) pero


ninguna llegó a la altura del Doble AA, salvo los ‘Premier’, que en
realidad eran lo mismo, salían de la misma fábrica, pero llegaban bajo
ese nombre porque el importador era otro. Estaban también los
‘Germania’ fabricados por Malthias Hohner que llegaron a estar
bastante cerca de la calidad de los Doble AA.
En nuestro país un tal Mariani encaró su construcción pero tuvo escaso
éxito.
Por el año 1920 un Doble AA costaba $ 160, según un catálogo de la
Antigua Casa Núñez. Hoy en día se pueden conseguir entre $ 1800 y
$ 5000, por supuesto todos usados; y hay también por $ 800 pero son
de pésima calidad.
Hasta la Segunda Guerra Mundial entraron en nuestro país 25.000
bandoneones de los cuales una considerable cantidad volvió a salir y
otro porcentaje termino su vida útil.
Y otra vez volvemos a encontrarnos con el destino, y en este caso un
destino oriental: José Estrada, especialista dedicado a la compra-venta
da el siguiente dato: “Los japoneses y, paradójicamente, también los
alemanes, se llevan muchos. Supongo que no menos de ocho mil
salieron del país. Y otros están muy batallados o, por el contrario,
abandonados durante largo tiempo y castigados por la humedad”.
Y para reforzar la opinión de Estrada, en esta especie de éxodo de
bandoneones, Julián Plaza comentó que: “Es común que los músicos,
cuando van al Japón lo lleven para vender. Allá los compran –sean
buenos o berretas- y muchas veces no los tocan, sino que los tienen de
adorno”. Y agrega: “Conocí un cirujano japonés que tenía una colección
de 37 instrumentos. Es una lástima”.

Pero a pesar de todo parece que el Doble AA va a resurgir a partir del


anuncio realizado por Uwe Staad, alcalde de Carlsfeld, sede histórica de
la fábrica Arnold, quien prometió que en octubre de 2000 volverían a
fabricarse estos incomparables instrumentos (No se tienen noticias
sobre si éste proyecto se concretó).
Dije al comienzo de esta nota que era forzoso hablar de destinos a la
hora de referirse al bandoneón y me arriesgo a decir que con el mismo
criterio debo finalizarla: seguramente el destino le tiene reservado al
más porteño de los instrumentos, una nueva posibilidad para recuperar,
en las manos de los músicos de hoy, aquel mítico e incomparable sonido
del fueye Doble AA.

Nota bajada de una página de Internet, firmada por: Carlos Hugo


Burgstaller

En la Plata, en la Casa del Tango, presidida por Carlos Bianchi, funciona


uno de los pocos conservatorios de bandoneón del país, con alumnos de
12 a 72 años, que conserva en perfecto estado 10 instrumentos
alemanes de la década del ’30. El docente, Juan Pablo Fredes, es
integrante del Conjunto Municipal de Bandoneones de Tandil, el grupo
de bandoneonistas más grande del mundo, conformado por 16 músicos
dirigidos por el reconocido maestro Norberto Matti.
Este grupo recorrió en 1998 el lugar donde antiguamente funciono la
fábrica de bandoneones Doble AA. “Llevamos 16 instrumentos a la
fábrica que los vio partir hace más de 60 años. Fue un momento muy
emocionante y los alemanes no podían creer que estuvieran tan bien
conservados”, dice Fretes, quien propone un censo de instrumentos a
nivel nacional, para rescatar del olvido a las “cajas mágicas” del pasado.
Clubdetango.com.ar/foros – Laura Martínez

Transcribo a continuación parte de la semblanza que realizara Oscar


Zucchi en su libro “El tango, el bandoneón y sus intérpretes”.
Generación 1910 (primera parte):

Minotto fue un perfeccionista del bandoneón, un estudioso de los más


sutiles detalles de su técnica y siempre estuvo en la búsqueda de
ampliar sus posibilidades musicales.
Esa permanente inquietud lo movió a solicitar a Romeo Greatti “El
xeneise”, que le agregara 16 teclas a su bandoneón “Ela” Standard
medio nácar.
El instrumento así modificado, contaba con 49 teclas en el lado derecho
y 38 en el izquierdo, lo que hacía un total de 87 teclas.
Posteriormente contó con un Doble AA original, que le fuera enviado
desde Alemania con 50 teclas en la mano derecha y 44 en la izquierda.
En 1934 ensayando en el teatro Buenos Aires con la orquesta de
Canaro, Minotto tuvo un altercado con un músico de otra orquesta, que
le costó que Canaro lo despidiera de su orquesta –aunque no por
mucho tiempo- y que el otro músico se desquitara de la paliza recibida,
haciendo trizas a puntapiés, al inocente bandoneón de Minotto.
Allí surgió el temple de Minotto, naciendo la idea de diseñar el
instrumento adecuado a las aspiraciones de promover al bandoneón a
la categoría de concertante. Con su sapiencia técnica y perseverancia
indeclinable, diseñó sus propios planos, y se encaminó con ellos a la
casa Emilio Pitzer, Maipú 787, importador de los legítimos Doble AA y
por medio de ella sus planos fueron enviados al fabricante Alfred Arnold.
El diseño original de Minotto incluía el increíble número de 122 teclas.
Por 1935 llegó por fin el anhelado bandoneón, pero Minotto vio con
desencanto que en el teclado izquierdo faltaba el último “do” sobre
agudo. Inflexible, hizo enviar el instrumento a su país de origen. Los
fabricantes remitieron una carta a Minotto explicando las dificultades
técnicas con que tropezaban en su construcción, por lo que finalmente el
instrumento quedó con 118 teclas, 61 en el teclado derecho y 57 en el
izquierdo, y una extensión total de siete octavas.
Quienes han escuchado a Minotto ejecutar con éste instrumento han
quedado maravillados. En 1937 en un reportaje a la revista
“Radiolandia”, dijo: “Es el bandoneón más grande del mundo. Con él
estoy preparando un repertorio más elevado que el actual: pienso
ejecutar música de Falla; ya he arreglado la “Rapsodia en blue”
americana (sic) y creo demostrar que del bandoneón pueden sacarse
matices magníficos. Si lo logro dentro de algún tiempo, cuando llegue la
oportunidad, haré solos de bandoneón ante el micrófono.
Clubdetango.com.ar/foros – Laura Martínez

Según Enrique Balduzzi: “Rovira recorrió un largo camino ya que


aprender a pulsar los 71 botones del instrumento nacarado es una tarea
lo suficientemente compleja como para llegar a expresarse en un nivel
destacado, aun habiendo tenido un profesor tan versátil como Paquito
Requena.
Integrando sus propios conjuntos o participando en calidad de solista
con otros directores, surge la magia de sus recursos expresivos:
ductilidad en el fraseo, ágil digitación, variabilidad armónica, diversidad
rítmica. Este compendio de recursos técnicos y académicos, va
engarzado con los sentimientos auténticos de una ejecutante sensible,
aflorando todos los estados anímicos imaginables: melancolía, nostalgia,
agresividad, nerviosismo, paz, conflicto, alegría, dolor, valores que
respetan los ‘climas’ musicales desarrollados.

Cada tango es un ‘mundo’ creativo e interpretativo. Para Rovira, será la


pantalla fiel, que reflejará las posibilidades sonoras a las que arriba con
su herramienta musical. Habrá un virtuosismo exultante en “A Fuego
Lento”, destreza profesional en “A los Amigos”, resonancia profunda en
“A Evaristo Carriego”, fraseo intimista en “Opus 16”, sonido de órgano
en “A Luis Luchi”.

Su ductilidad instrumental le permite integrarse al estilo de las batutas


que lo dirigen. Respetuoso del compositor, desgrana la melodía original,
aportando todas sus dotes interpretativas, y mimetizándose en el
arreglo orquestal que el director ha impreso. Ejemplo representativo
son sus versiones de “La Bordona” con Atilio Stampone, “Inspiración”
con Reynaldo Nichele y “Uno” con Alberto Epelbaum.

Aunque para algunos, el estilo de ejecución de Eduardo Rovira, resulte


un tanto frío, no caben dudas que por su capacidad técnica y
sensibilidad artística, estamos ante uno de los ‘fueyeros’ más
importantes que ha dado el tango en toda su historia.”
EL TANGO - Breve comentario por Pedro
Aguilar

Danza de pareja enlazada, principal baile de salón de la Argentina.


Aunque casi siempre se canta, el tango es esencialmente instrumental.
Una particularidad de lo más curiosa es la transformación rítmica,
armónica y en ocasiones melódica, que cada intérprete impone, así, un
mismo tango suele escucharse de muy distintas maneras, más aún en la
orquesta, a tal punto de desconocerse por momentos.

El tango puede estar destinado a cualquier instrumento o a diversos


conjuntos instrumentales, pero comúnmente su medio de presentación
es el piano, existiendo transcripciones y “arreglos” para `dúos`, `tríos`,
`cuartetos`, `quintetos`, sextetos’ y para orquesta, siendo su
característica esencial la presencia del bandoneón, ya sea en la orquesta
popular, conocida como “típica”, o en la gran orquesta.

Hoy suelen escucharse conjuntos donde no participa el bandoneón,


como por ejemplo, agrupación de instrumentos aerófobos con
acompañamiento de piano y/o contrabajo.
A veces, la ausencia del bandoneón es sustituida por un instrumento de
timbre semejante. Un ejemplo de ello es el Concierto para Fagot y
Orquesta que mi ex alumno J. Pardo, titulo “Gran Tango”, donde este
instrumento imita el registro grave del bandoneón.
Además, pequeños conjuntos u orquestas de tango pueden ser tomados
como un gigantesco `solista` en la elaboración de un concierto con
orquesta sinfónica.

Por otra parte, el tango existe en la música de grandes maestros, entre


ellos, el tango de I. Albeniz, el tango de I. Strawinsky en “La Historia de
un Soldado”, etc., e influye e composiciones de Bizet, Saint Sáenz,
Ravel, Millaud, Hindemith, Haba, Chaves y otros.

En la Argentina varios compositores realizaron Movimientos Sinfónicos,


Fugas, Sinfonías, Conciertos para Bandoneón acompañados de
Orquestas de Cámara y de gran Orquesta, cabe citar a R. Fiorentino, G.
Fedel, R. Garello, E. Rovira, A. Piazzolla, entre otros.

Según el contenido temático, se distinguen distintos tipos de tango,


entre ellos:

• El tango “rítmico” en el que predomina el ritmo del baile


• El tango “melódico” donde predomina la melodía creada
naturalmente, afectivamente.
• El tango “canción” compuesto de acuerdo con el contenido poético.
• Tango “estilizado”, escritura convencional haciendo resaltar
solamente sus rasgos característicos.

También existen otros detalles que caracterizan el tipo de tango:

• La utilización de recursos pertenecientes a otras danzas


Tango habanera
Tango milonga
Tango valseado
• El lugar geográfico que manifiesta
Tango argentino
Tango criollo; gaucho; campesino; campestre
Tango europeo. Tango español; parisiense
Tango antillano o centro americano
. La época
Tango de la Guardia Vieja
Tango moderno
Tango vanguardia
• Su elaboración basada en la música culta
Tango barroco
Tango fuga
Toccata tango
Tango para ballet
Suite de tango u operetta, cuando posee un argumento
. El conjunto instrumental
Tango de cámara
Tango sinfónico

Pedro Aguilar terminó su carpeta “Tango” con la siguiente dedicatoria:

“...No puedo dejar de mencionar a un grupo de ex alumnos, a quienes


dedico este trabajo, que han dedicado y dedican su actividad al servicio
del Tango, ya sea, como integrante de orquesta, como solista, como
orquestador, arreglador o director:
Artola – Berlingieri – Binelli – Carrasco – Colangelo – Dragone – Fedel
Goñi Ulises – Lettera – Libertella – Madrigal – Maggi – Mederos –
Palermo – Penòn – Perez Prechi – Piro – Pontier – Previniano –
Pugliano – Pugliese – Rovira Eduardo – Salamanca – Torchia – Tripodi
Ibars – Zarate”.
Yo creo que todos ellos le dirían al Maestro Pedro Aguilar

Gracias Maestro de Maestros....!!!


CAPITULO XIX - El Dodecafonismo, el
Politonalismo y la Música Serial

Eduardo Rovira fue el único músico


argentino en incorporar el dodecafonismo, el politonalismo
y la música serial al tango

Después de TRISTAN en 1865, aparecieron compositores con ideas y


música radicalmente nuevas y extrañas que hicieron pensar en un
rompimiento de la continuidad lógica del arte.

A comienzos del siglo XX, el compositor cree que su misión es la de


hallar un nuevo fundamento a la música toda y el público exageró su
temor, respeto y desorientación entre estas modernas tendencias.

Los compositores saben que no alcanzara la adhesión inmediata del


público, ni espera que el fruto de años de estudio y trabajo –nota a
nota- alcance una rápida popularidad. Por ello, no es extraño que se
encierre en la torre de marfil de “su estética” o concepto particular del
arte y se enfrente con los músicos de ayer y de hoy.

El politonalismo es una descomposición del principio de la tonalidad


clásica, pero como tendencia intermedia antes de que el dodecafonismo
procediera a elaborar nuevas bases para la técnica musical.

Mozart en algunos pasajes en lugar de pasar limpiamente de una


tonalidad a otra, prefiere gozar unos momentos de indecisión y hacer
oír simultáneamente ambas tonalidades, la que se abandona y la que
se introduce.

Entonces es cuando se descubre que, como ya apuntó años antes


Strawinski con su “Petrouchka” y la “Consagración de la Primavera”, se
pueden enfrentar de manera permanente, a lo largo de una obra, dos o
más tonalidades distintas. En realidad, empezaba a ser difícil
demostrar, con la ciencia armónica académica, la corrección de los
nuevos acordes, complicados y extraños; por el contrario, resultaba más
sencillo confesar abiertamente la adopción de un sistema a base de la
superposición de dos o más tonalidades claras y bien perfiladas.
El compositor politonal trabaja, casi siempre, tanteando sobre el piano
los choques de acordes y armonías distintos para hallar las favorables.
El resultado práctico consiste, por una parte, en una sensación agridulce
muy agradable si son empleados por un buen compositor, y por otra
en la conservación de cada una de las diversas líneas tonales
respectivas.
En definitiva, un excelente procedimiento para obras como las celebres
“Saudades do Brasil” de Milhaud, o sea, estilizaciones de temas de
fuerte sabor popular y ritmo sugestivo y colorista.

Eduardo Rovira además de utilizar el politonalismo, tomó como nuevo


punto de partida los 12 sonidos que el piano da en el espacio de una
octava. De un ‘Do’ al siguiente, se encuentran en éste instrumento 12
teclas que representan otros tantos sonidos distintos: el
dodecafonismo.
Rovira construyó sus melodías y acordes con mayor libertad, según
conveniencia.

Ya no hay tonalidad propiamente dicha en una pieza o en un pasaje,


sino a lo sumo algún sonido o nota ‘centro de atracción’. No podrá
estar escrito en una tonalidad concreta, por ejemplo ‘la bemol mayor’,
sino que a lo sumo ‘girara o estará’ orientada alrededor de dicha nota.

Tan perfecto es el nuevo sistema que no contradice en nada lo que nos


ha legado el pasado. Un andante de Mozart puede ser considerado bajo
éste punto de vista, como una obra dodecafónica en la que se haya
empleado uno de dichos centros de atracción persistente y definida, la
tonalidad clásica, y un conjunto de acordes muy afines y
característicos de dicho centro, la armonía tonal clásica.

Existe una escuela extremista, también usada por Rovira, los


dodecafoniotas puros o de la tendencia serial, que reclama otras
restricciones y procedimientos más concretos.

El músico dodecafónico creador de esta tendencia fue Arnold


Schonberg, quien considero que era preciso romper con los
procedimientos tradicionales. Según él, toda obra musical debe iniciarse
con un tema o ‘serie básica’, al modo del comienzo de las fugas
clásicas, serie que debe contener los doce sonidos según el orden que
libremente elija el compositor. Además, el desarrollo de la obra debe
llevarse por transformaciones de esta serie principal.

Pero las consecuencias son aún más aparentes. El compositor deberá


huir sistemáticamente de dar la impresión de una melodía y unos
acordes que recuerden una composición de tipo tonal clásico; la serie ha
de ser algo estrictamente dodecafónico. La melodía procederá, pues,
por saltos poco frecuentes y los acordes serán con preferencia muy
‘disonantes’, ya que dos o tres consonancias “a la antigua” serían
suficientes para dar la sensación de estabilidad momentánea de una
tonalidad.

Todas las manifestaciones dodecafónicas han servido a sus enemigos


para argumentar en contra de ésta tendencia y censurarla por su
cerebralismo por su carencia de contenido emocional o por su frialdad.
Pero la realidad demuestra que ello no es cierto. Una situación de
absoluta atonalidad sólo se produce en pocos casos, puesto que no es
difícil identificar abundantes “centros de atención tonal” al estilo de los
descriptos en el epígrafe anterior.

Una partitura de Schongberg, no ofrece ciertamente una melodía de


tipo mozartiano, pero tampoco renuncia a una intensidad rítmica y
colorista. La orquesta dodecafónica no deja de ser interesante, ya
que debido a su organización por series ofrece un constante cañamazo
de sonoridades irisadas.

En Eduardo Rovira, surge un interesante hallazgo del equilibrio; un


dodecafonismo aplicado de manera tal, que mantiene a la disonancia en
un contexto de aparente consonancia, sin perder la tanguidad de la
obra, lográndola no sólo por incluir el bandoneón, sino por un
conocimiento de los cimientos que hacen al tango.
CAPITULO XX - Estética, estilo e idea por
Julián Graciano

Eduardo Rovira, es en sí mismo un músico totalmente adelantado a su


tiempo, con ideas nuevas y con una búsqueda personal.

Para entender mejor como logra su síntesis y su estilo, debemos empezar por
sus años de músico de orquesta; conoce todos los recursos y aspectos que a
tango se refieran en su acercamiento a los grandes músicos del género.

Entre sus primeras escuelas de tango se puede notar el paso por la efímera
orquesta del pianista Orlando Goñi, donde conoce el manejo de la mano
izquierda del piano en los bordoneos de los bajos, los cuales desarrollará en
toda su escritura musical:

Preludio de la guitarra abandonada

Otro aspecto importante es su síncopa. De personal apronte, muy


significativa, con un retraso más largo de lo normal en el arrastre al primer
tiempo. Esta sincopa es otro elemento típico del tango el cual Rovira va a
preservar hasta en sus obras de ultra vanguardismo como “Serial
dodecafónico”.

El origen de esta manera de sincopar, lo podemos encontrar de su paso por la


fila de bandoneones de la orquesta de Osmar Maderna en 1946.
Que lo paren

Luego de tomar todas las dialécticas del género, vemos que su obra mantiene
una coherencia, no realiza una tabla rasa, más bien construye sobre una
plataforma tanguistica una elevada música con intervención de la mal llamada
música culta, como si la música popular no lo fuera.

Desde su primera obra, el vals “A tu lado” que edita Ricordi en 1938, es decir
cuando el músico tenía 13 años, nos encontramos con un sólido conocimiento
de la forma y el equilibrio armónico. Desarrollando una forma de minuet, con
trío y reprise del minuet, en una llamativa tonalidad de Fa sostenido menor,
por lo que notamos que no ha sido compuesta en el bandoneón, sino al
piano, instrumento que Rovira manejaba con gran habilidad.

El compositor agrega una variación para bandoneón la cual es desarrollada no


como ejercicio técnico sino como desarrollo de la melodía principal:

A tu lado Fragmento de la variación comparada con la melodía original.

A partir de finales de los años cincuenta, Rovira escribe una lista de tangos
como “El engobbiao”, donde muestra por primera vez en el género una
armonía de violín escrita sobre el modo Lidio:

El engobbiao Armonía de violín sobre Do lidio


De la misma época tenemos “Febril”, con una insistente melodía cromática de
corte Troileano:

Febril Melodía cromática.

Hacia el puente de la misma obra agrega un fraseo con un tímido acento en


tres tiempos, recurso que Rovira va de ahí en adelante a utilizar, con una
resultante de tango valseado o tango en tres como lo describe su maestro
Pedro Aguilar:

Febril Motivo en 4x4, con acentuación cada tres.

Sónico Motivo en 3x4.

Que lo paren Segundo tema.

Tango en tres Motivo


Otro gran sello de su estilo es la escritura de los bajos, que en la mayoría de
los casos trabaja sobre tónica y quinta:

A Don Pedro Santillán

Es muy importante destacar que el contrabajo en el tango de tradición es


tocado mayormente con arco, pero Rovira a partir de la formación de su trío
en 1965 junto a la guitarra eléctrica, se acerca a una estética más jazzistica, y
comienza a utilizar mayormente la forma de tocar el contrabajo pizzicato (es
decir con los dedos).

Siguiendo su obra aparece su más simbólico tango “Sónico”, año 1960, donde
juega con la atonalidad, otro elemento ajeno, pero que hace de Rovira una
personalidad única. Esta atonalidad queda demostrada en las pararmonias en
cuartas:

Sónico Pasaje en cuartas paralelas

Las líneas cromáticas que se cruzan al final de la obra creando un clima de


inestabilidad armónica:

Sónico Cromatismo final superpuesto.

y los dominantes sin resolución y de sorpresiva aparición, D7 (#9) y Bb7


(#9).
Otro recurso que Rovira toma de la música culta, más precisamente del
compositor austriaco Arnold Schoemberg y supuesto inventor de la técnica, es
el dodecafonismo y posterior serialismo.
Como todo elemento nuevo, Rovira lo agrega primero en un fraseo de
bandoneón en su obra “Supersónico”, la cual es parte de la suite de ballet
“Tango Buenos Aires” Opus 4 de manera lineal, pero despliega todo su
conocimiento un año más tarde al componer un tango íntegramente
dodecafónico, estamos hablando de “Serial dodecafónico”.
Crea una síntesis perfecta sin perder en ningún momento la narrativa de la
música y la coherencia, con un manejo equilibrado de la orquesta, para el
caso tres violines, viola, cello, bandoneón, piano y contrabajo.
Despliega la serie original:

sol-si-fa#-mi-do#-mib-re-fa-sol#-la-sib-do

Sobre la cual en ciertos momentos la fragmenta y crea subdivisiones de la


serie original, trabajando cada grupo en forma serial.

Utiliza la serie original en forma melódica, en la primera aparición del


bandoneón:

Despliega la serie de manera armónica en la cadenza de piano, en forma


retrógrada, con permutación del orden y pedal sobre la nota si:

Y llega a utilizar la superposición de voces de la triada de Abmenor (la bemol-


si-mi bemol), la triada de Dmenor (re- fa- la) y la triada de F#Mayor (fa
sostenido- la sostenido- do sostenido), sobre Cmayor (do-mi-sol), totalizando
los doce sonidos de la serie yuxtapuestos y alineados en similar relación a la
descomposición armónica.
Desde el lado melódico, nos encontramos con una manera poco convencional
de escribir las melodías, las cuales por lo general están desarrolladas antes de
tiempo, o en forma irregular, con reiteraciones obstinadas en diferentes
puntos del compás y traspasando la línea imaginaria de la métrica propuesta:

Sanateando

Pero también tenemos la contrapartida cuando busca con pocas notas en


tiempos corrientes plasmar otro tipo de melodías, como el caso de su otro
símbolo de composición” A Evaristo Carriego”, donde con la ayuda de cuatro
notas en valores largos, crea una imagen sonora de la enigmática vida de
poeta al cual le dedica la obra; notamos aquí como trabaja un concepto
sinestésico para transformar las imágenes en hechos sonoros.

A Evaristo Carriego

Cabe aclarar que Rovira se nutre para lograr diferentes estados de ánimo de
la dinámica. Sus obras poseen un gran manejo del plano sonoro, que va desde
un pianissimo hasta un fortísimo, pasando por toda la gama de intensidades;
sumado a esto, es inquietante como nos mueve abruptamente desde un
pasaje calmo en tiempo Andante a un Presto.
Este recurso, junto con los cambios de ritmo son conceptos que Rovira aplica
a los tangos desde Sónico, y estamos hablando de final de la década del 50 y
principios del 60, diez años antes que la misma utilización en el género que se
dio en llamar “fusión” en Norteamérica e Inglaterra en los años 70.
Volviendo a lo melódico, hay momentos de extrema consonancia en líneas
Mozartianas como en “contrapunteando”:

.Contrapunteando Motivo desarrollado

Y la utilización de la tercera menor como nota de apoyatura real en tiempo


fuerte, sobre un acorde mayor, otra característica del clasicismo:

Febril

Reminiscencias del barroco:

Milonga para Mabel y Peluca

Y extremos momentos de disonancia:

Sónico

También ha trabajado los motivos sobre escales no comunes al tango, como


ser la escala pentatónica:
Policromía Escala de Bb menor pentatónica

y ha construido obras sobre melodías modales:

Que lo paren Modo de Re menor Dórico.

Hay momentos donde expone formulas melódicas o patrones, de neta índole


tanguistica:

Cita con nadie

Febril

Muy comúnmente utiliza en momentos de alta velocidad, para variaciones


melódicas o desarrollos melódicos, la repetición de una nota melódica pedal:

A Evaristo Carriego Nota pedal sobre la durante dos compases y


repetición de dos notas en diferentes grados de la escala.
Su búsqueda de un sonido más interior lo encuentra utilizando las tensiones
en tiempos fuertes, como es el caso de “Solo en la multitud”, donde reposa
sobre la novena del acorde, creando un momento de espacio y reflexión:

Sólo en la multitud

Pasando al aspecto de la rítmica, se notan tres tipos de influencia, por un lado


el tango, por otro la práctica de ritmos quebrados y polirritmias de Bela Bartók
e Igor Stravinsky, y el folklore Argentino.
Dentro de esos tres aspectos Rovira crea “momentos” musicales, sobre los
cuales sobrevuela su fraseo comparable técnicamente a bandoneonístas como
De Filippo, Ciriaco Ortiz o Julio Ahumada, bandoneones admirados por el
mismo Rovira.

Del Folklore toma el 6 x 8, métrica base, incorporada como pinceladas dentro


de alguna de sus obras:

Taplala Fragmento que representa por su rítmica la palabra ta-


pla-la-la-pla-ta.

El malambo, antes de la recapitulación de “Que lo paren”:

Que lo paren

La milonga campera , en obras como “Preludio a la guitarra


abandonada”,”Bordoneo” o el tango milonga lento en “A don Alfredo Gobbi”,
aportándole a esta última obra un toque de vanguardismo al superponerle al
bordoneo de milonga en el bajo pedal obstinado, armonías modales.
Es válido aclarar que la utilización de estos ritmos en ningún momento
funcionan descolocados en la intención de la obra, insisto vuelven a crear la
imagen que Rovira esta buscando en el material sonoro.

Es interesante ver su aspecto poli rítmico, al yuxtaponer una melodía en


corcheas contra una base rítmica en tresillos de negra, claro elemento
Straviskiano:

Sónico

Rovira, utilizó todas las rítmicas del tango, ya sea el marcato, la sincopa, la
doble sincopa, el arrastre, el marcato en dos, el 3+3+2, pero introduce una
particular forma de marcación derivada del 3+3+2:

Patrón rítmico de la marcación de Rovira.

Si tomamos su fraseo dentro de un aspecto rítmico nos enfrentamos a la


libertad con la que maneja el factor tiempo, comparativamente a la manera de
Coltrane, en acrobáticas formas escalísticas, acordes disueltos, saltos
interválicos de sexta diatónica, cambio de registro y cromatismos de
resolución esperada.
Es altamente recomendable escuchar su manera de frasear sobre “A Fuego
lento” en su versión junto a su agrupación de tango moderno o bien el final de
“Sanateando” junto al trío.

Como hombre de estudios avanzados, no dudó en incorporar la técnica


contrapuntística, trabajándola al extremo en imitaciones, canon, contrapunto
florido, fugados y fugas, tanto en contrapunto tonal como atonal.

Contrapunteando Tratamiento contrapuntístico tonal


Serial dodecafónico Tratamiento contrapuntistico atonal por canon a la
tercera.

Morfológicamente abordó todas las posibilidades brindadas por la historia de la


música, desde la forma sonata, como ser en “Sonata baja”, la fuga escolástica
en trabajos no tanguísticos, la forma rondó en “Supersónico” y se valió
fuertemente de la forma libre, la cual se amalgamó a su fraseo, su búsqueda
de la armonía pantonal y sus bruscos cambios de tiempo y carácter.

A pesar de haber recalado su búsqueda en la forma libre, siempre mantuvo en


su obra la coherencia y la destreza para la organización del material temático,
pero sin caer en lo previsible ni obvio. Exposición-Desarrollo y Recapitulación,
son también en Rovira un pilar de organización.

Otro gran aporte de Rovira al género ciudadano, es animarse a probar con la


electrónica, al proporcionarle, en el año 1968 al bandoneón dos micrófonos
conectados a un pedal distorsionador, con el cual experimento nuevos sonidos
y abrió otro campo a la exploración.
Quizá esta fue una forma de trabajar al igual que los músicos contemporáneos
como Boulez o Stockhausen, la búsqueda del sonido en si mismo, del
espectralismo y las diferentes atmósferas sónicas.

Desde el lado armónico, maneja un tandem entre las armonías clasicistas de


tónica y dominante con sucesivas modulaciones a tonalidades vecinas, claro
ejemplo es contrapunteando; con las armonías en séptimas, tal el caso de
Sólo en la Multitud, o bien la armonía modal, ya citada antes sobre A Don
Alfredo Gobbi.

Tiene realmente gran importancia en su música el acorde dominante alterado,


que en muchos momentos, lo utiliza a la manera de Stravinsky, súper
imponiéndole la séptima mayor:

A nivel orquestal ha experimentado con la orquesta típica, los grupos de


cámara, los cuartetos de cuerda, su trío con guitarra y contrabajo, la banda
sinfónica, la orquesta sinfónica, y en todos los casos mantuvo su lineamiento
musical.
Es de destacar su escritura para banda sinfónica sin sección de arcos; solo
con instrumentos de viento, y trabajando dicha sección de una manera
totalmente personal, llegó a crear la sensación de estar escuchando cuerdas.
Este punto nos hace notar su conocimiento de la instrumentación.

Como todo estilista, tiene siempre sus manierismos; me refiero a su “as” bajo
la manga, y melódicamente hay fraseos que siempre los incorporó a
diferentes obras o arreglos:

La idea melódica de Febril:

los cuatro compases de El engobbiao:

A manera de cadencia final, me gustaría decir, que estamos frente a un


músico de una amplitud incalculable, con visión, sin tradicionalismos obtusos
ni autocensura; un compositor e intérprete que escribió música más allá de las
modas, y que gracias a eso, hoy, comienzos del siglo XXI, su música es más
actual que nunca, igual que lo es Stravinsky o Schoemberg, Parker o Miles
Davis.
Hay tanta pasión y tanto conocimiento entrelazado, que son muchas las
lecturas que cada uno puede hacer de la música de Eduardo Rovira, pero creo
que hay un punto focal donde todos vamos a coincidir, nos guste o no su
música, Rovira fue un compositor que demostró su amor y respeto a la
música, su profundo amor al tango, y fue fiel, en todo momento, a su
pensamiento musical.

Gracias Julian!

Curriculum

Julián N. Graciano, nacido en Buenos Aires, Argentina, el 27 de Julio de 1974.


Músico, guitarrista, compositor, arreglador y docente.
Bisnieto, nieto e hijo de músicos de tango, completa sus estudios musicales a través de una
beca en Berklee College of Music, Boston, Massachussets.
Es actual docente del Conservatorio Argentino Galván dependiente de la Academia
Nacional del Tango, en la cátedra de Análisis musical, Armonía y Guitarra.
Ejerce la docencia también en forma privada.
Ha escrito varios libros pedagógicos, entre ellos,”Método de guitarra tango”, “Análisis
musical” y “El libro real del tango” dividido en tres volúmenes.
Como compositor ha inventado una técnica que ha denominado “infinita”.
En su catálogo de obras, se encuentran obras camarísticas, sinfónicas, exploraciones
electroacústicas y trabajos microtonales.
Ha recorrido muchos escenarios junto a su dúo de guitarras de tango contemporáneo
“Graciano Sapir”.
Recibió premios por sus interpretaciones en guitarra por parte del Centro Cultural del
Tango ,Centro Cultural Ricardo Rojas, la fundación Octubre y la comisión de Bares
Notables.
Actualmente ha formado su trío “Tango en tres”, con quien interpreta obras originales y
clásicos de la vanguardia del tango.

Contacto: jnicolas_graciano@berklee.net

Web: go.berkleemusic.com/jng
CAPITULO XXI - MISION CUMPLIDA!

Mientras escribía el libro e investigaba y averiguaba cada cosa que se


me cruzaba y me sonaba a señal, sucedieron muchas otras cosas que en
un momento fueron casi un "secreto de estado”, ya que nos quedamos
anonadados y sin aliento ante tanta cosa y no quisimos pecar de
optimistas. Solamente seguimos adelante, cruzando los dedos y
pidiendo que se aclarara todo pronto porque era agotador sostener
tanta frecuencia positiva que sonaba a final feliz, sin compartirla, ni
siquiera con los más cercanos.

Año 2005

Fue un año de caída y elevación. Arranqué, abandoné… y volví a


arrancar.
A mediados de año y como consecuencia de un muy desinformado
programa de televisión sobre Rovira en Canal 7, sentí que ya que yo
tenía tanta información, no podía permitir más de lo mismo, me sentí
responsable. Allí fue cuando encaré la confección de una página web,
tomando como punto de partida filosófico que hay que sacar algo de los
acontecimientos o de las cosas que nos duelen, ya que por algo
suceden...pretenden mostrarnos algo y si sabemos “ver” habremos
logrado sincronizarnos con lo más alto.

Tuve el mejor web máster: mi hijo Federico. El conoce y siente a Rovira


tanto como yo, así que no fue difícil delegarle la tarea. Para él fue una
experiencia enriquecedora desde lo más espiritual hasta lo más técnico
de confeccionar una página.
En un sentido yo tuve la peor parte. Fue complicado fragmentar lo que
había sido pensado como un libro, ya que todo me parecía importante.
La página me obligó a rever algunas cosas y algunas personas.
A ésta altura tenía preguntas concretas que requerían respuestas
concretas, y muchas de ellas las tenía Mabel. No fue fácil, porque si bien
me respeta, del tesoro escondido sólo entrega las monedas.
Viajé muchas veces a La Plata y conseguí algunas respuestas que
necesitaba, otras, usando el camino del efecto contrario, también las
conseguí.

Mi teoría de los hemisferios era pura intuición, pero Mabel tenía la


vivencia personal con Rovira. Si lograba juntar su vivencia con mi
intuición, tendría la verdad, pero me faltaba el cómo demostrarlo,
porque no existe una forma práctica y tangible. Si todos creen en la
genialidad de Bach y Mozart, porqué no en Rovira. En definitiva a Bach y
a Mozart tampoco nadie los conoció personalmente.
Ella me confirmó que tocaba con las manos como espejos y que esa
‘curiosidad’ no la compartían, aunque él sabía intuitivamente que lo
anormal de su normalidad, era su secreto de rapidez y limpieza de
sonido. A la hora de componer, los últimos años, escribía directamente
sobre el pentagrama, logrando piezas extensísimas en muy cortos
periodos de tiempo.

Charlaba mucho con ella sobre lo curioso de lo que le pasaba a la hora


de componer ó tocar. El sentía que su cabeza y sus manos eran
manejadas por una energía superior, que “sus manos y su cabeza no
eran de él”. Como no era creyente, Mabel trataba infructuosamente de
explicarle que eso que le pasaba, era metafísico…que él era guiado por
Dios y otros seres espirituales.
Después de su segundo infarto, se quedaba pensando...ya no discutía
esa existencia, ya que había pasado por la experiencia de la muerte y
había visto algo que lo marcó para siempre y que sólo se lo había
confesado a Fernando Romano un año antes de su partida definitiva.

Sumado a que yo sabía que era ambidiestro (*), una característica


ventajosa del cerebro que ya de por sí le da una rapidez especial a
quienes la poseen, y que se da en muchos artistas y deportistas y que
al componer tocaba el piano con la mano derecha y escribía con la
izquierda, más ver sus partituras profunda y extrañamente ricas,
sumado al hecho de que pocos manejan el dodecafonismo o la música
serial magníficamente yuxtapuestas con el efecto descriptivo de la pura
emoción.
Esta es la síntesis de la música de Eduardo Rovira: complejamente
técnica y bella al mismo tiempo. Este equilibrio de técnica + emoción es
el efecto sanador que tiene su música o la de Mozart.
El efecto Mozart y el efecto Rovira son lo mismo.

(*) Nota del autor: La explicación científica es menos clara cuando se


refiere a los artistas que a los deportistas.
Sandra Witelson, una investigadora canadiense, publicó recientemente
los resultados de algunas de sus investigaciones, que aportan nuevas
ideas sobre la zurdería, sobre las diferencias a nivel cerebral y sobre las
causas de ésta. La investigadora advirtió que el cuerpo calloso de los
zurdos y los ambidiestros era notablemente más amplio que el de los
diestros.
Los ambidiestros están dotados de un cerebro en el que las funciones
visuales, espaciotemporales, creativas y lingüísticas, no están
estrechamente localizadas en un solo hemisferio, sino que se hallan
difundidas entre las dos mitades del cerebro.

Rovira nació superdotado. Los niños prodigio aparecen esporádicamente


desde la antigüedad. Rovira a los 8 años compuso una estupenda obra
musical, el vals “A tu lado” en sociedad con Dionisio Delgado y letra de
Ángel Ayala. G. Ricordi & C. – Impresores, le publicaron ese tema
dedicado “Con todo cariño a nuestros queridos padres” en 1938, cuando
sólo tenía 13 años.

Todos los seres humanos a medida que evolucionemos, tendremos esta


característica. Es el equilibrio entre el espíritu y la materia a nivel
cerebral, dentro del cuerpo físico. Ya están naciendo muchos niños con
esa particularidad. Lo que ocurre es que aún no estamos preparados
para “verlos”, aunque lo tengamos delante de nuestros ojos.

Sabía que al inaugurar la página estaba dando luz a un hijo luego de


tres años de embarazo y al mismo tiempo me metía en la posibilidad de
que me trataran de ridícula o falaz. Por suerte, hoy, varios años
después, eso todavía no sucedió, aunque el silencio de muchos hace
ruido. Lo que son suena tan fuerte, que no hace falta que me digan
nada.

Conté hasta diez y me tiré a la pileta. Vio la luz los primeros días de
diciembre, y oficialmente el 1.1.2006 y tal como yo suponía, me sirvió
de tester primero y para encontrar una Editorial para mi libro, después.
No encontré una, fueron varias…
Todas me movilizaron espiritualmente por motivos diferentes. Traté
de ser equilibrada al decidir por cual, ya que en ningún caso había
propuestas comerciales, pero seguí mi intuición y decidí seguir
esperando, no comprometerme con ninguna…algo me decía que faltaba
aún mucho por hacer. La noticia de que existía esta biografía ya era
pública y quedé “mal” con aquellas personas que esperaban su aparición
para aquella fecha, pero necesite éste tiempo para corregirla y
enriquecerla.

Además necesitaba encontrar una respuesta digna para cuando me


preguntaran por las partituras. Ellas son básicas; todo sería inútil si no
tenía una respuesta a la hora de los pedidos. Opté por la verdad y dejar
fluir, si Dios me había dado esta misión, Dios me iba a dar las partituras
en el momento exacto. Las respuestas de los músicos fueron siempre
las mismas y me gratificó la comprensión de todos: comprendían mis
palabras aunque no las actitudes ajenas, pero se conformaban, no había
otra salida.

Falta mucho aún, pero el sitio de Rovira en Internet, me otorgó la


mágica posibilidad de rescatar fotocopias de varias partituras, de
corregir datos, de saber la cantidad de gente en el mundo que lo
admira, de conocer –entre otros- a Regina de Brasil que me regaló toda
la música de Rovira bajada a CD, a Carlos Artime y a Carlos, de Flores,
dos coleccionistas, que colaboraron conmigo dándome cosas que yo no
tenía y ayudándome sinceramente en cualquier cosa que les pido, a
Jorge Bustos de Rosario, que me regaló la primera partitura editada de
Rovira del vals “A tu Lado” y muchos otros...

El 7 de Julio de 2006 en el Salón Dorado de la Legislatura Porteña, la


Universidad Nacional del Litoral, presentó en sociedad dos CD’s: la
reedición de “Tango en la Universidad” y “A Evaristo Carriego”.
Yo me había comunicado con ellos con el sólo objetivo de lograr datos
biográficos, ya que tenía poca información sobre la EDUL o sobre que
había pasado con ella.
El Prof. Damián Rodríguez Kees, Director de Cultura de la Universidad se
comunicó conmigo y juntos, de manera natural, acordamos sacar a la
luz ese magnífico material que es “Tango en la Universidad”, más los
tres temas de la Rosa Blindada sumados a ocho temas de “Tangos en
Una Nueva Dimensión”; que pasó a llamarse “A Evaristo Carriego”.

Rovira me llevó hasta el mismo punto en el que él había estado. Su obra


debía ser tratada con respecto y sin pretensiones económicas.
La UNL persigue un fin cultural, sin fines de lucro y esa fue nuestra
mayor satisfacción.

Previo a todo esto, Roberto y yo, habíamos conocido a Iván Cosentino, a


quien le entregamos cintas originales grabadas por Rovira, que nos
había entregado Mabel para su desgravación. Estas estaban en pésimo
estado de humedad, pero Iván, entendiendo el todo, trabajó sobre ellas
artesanal y pacientemente. Cuando tuvimos esas cintas, se nos abrieron
otros conocimientos, pudimos escuchar su voz en dos reportajes y
seguir juntando piezas para nuestro puzzle personal.

Con el material de CD's que la UNL nos regaló, hicimos una gran tarea
de prensa y difusión. Llevo más de 1000 juegos de CD’s regalados más
las copias que son bajadas diariamente de la web. A esto le debo sumar
más de 100 copias de las pocas partituras que poseo enviadas a todo el
mundo, más las 7000 personas que ya entraron al sitio web.
Cuando llegan las liquidaciones de Sadaic desde remotos lugares de la
tierra donde se ejecuta a Rovira, siendo que mi misión está siendo
cumplida.

Cuando diferentes directores de cine piden autorización para utilizar


obras de Rovira en sus películas, cuando Gustavo Santaolalla y
Bajofondo hacen un “sample” a partir de Que lo Paren y lo convierten en
la música electrónica que Rovira soñó cuando grabó “Sónico”
agregándole un pedal distorsionador wah-wah; cuando músicos jóvenes
pertenecientes a la Sinfónica de la Universidad del Sur de Dinamarca
bajo la dirección de Saúl Zaks, con la genial colaboración y arreglos del
bandoneonista Cesar Stroscio y Pino Enríquez ejecutan a Rovira con un
sentimiento casi argentino; cuando en 2007/ 2008/ 2009 y 2010 más
de 10 jóvenes estudiantes de música argentinos, algunos viviendo en el
extranjero, me piden información para escribir sus Tesis Universitarias
basados en Rovira; cuando diversos grupos musicales se le “atreven” y
orgullosamente lo comparten conmigo y con Roberto; cuando músicos
de la actual Agrupación Sinfónica de la Policía de la Provincia de Buenos
Aires comparten su arte con nosotros y su amor por aquel hombrecito
que en la década del 70 los elevó con sus composiciones, arreglos y
locuras musicales…

…cuando llevamos flores a su tumba que ya no está triste y oscura…un


dibujo de Gaeta ahora lo acompaña; cuando una plaza de Nueva
Pompeya ahora lleva su nombre; cuando el Director de Cine Enrique
Muzio me envía copia del guión escrito por Cernadas Lamadrid para una
película sobre él, para mi lectura y opinión…

…cuando la Sinfónica de Mendoza, la Sinfónica de San Martín la


Sinfónica de Bahía Blanca, la Sinfónica del Chaco, y sinfónicas de
distintas universidades italianas me piden partituras; cuando las ‘cosas
que se desean’ se realizan con el sincero deseo de cumplir ‘la misión’,
cultivando la fuerza del espíritu para estar protegida de las adversidades
repentinas……en fin, amigos míos…siento humildemente que todo lo
sufrido valió la pena…

”Mantén el interés en tu propia carrera, por humilde que sea, ella es un


tesoro en el fortuito cambiar de los tiempos, sé cauto en tus negocios;
pues el mundo está lleno de egoísmos. Pero no te cierres a la virtud que
hay en ella, mucha gente se esfuerza por alcanzar nobles ideales, y en
todas partes la vida está llena de heroísmo, sé tú mismo…”
…”Muchos temores nacen de la fatiga y la soledad. Junto con una sana
disciplina, se benigno contigo mismo.” Desiderata (Anónimo).
En Abril de 2010, finalmente Gustavo Mozzi –Director Artístico del
Festival de Tango y Mundial de Baile- se comunicó conmigo para juntos
armar “La Noche Rovira” en Agosto 2010.
En nuestra primer reunión de producción, convergimos –casi
mágicamente- Enrique Muzio, el Director de Cine que próximamente
comienza a filmar la película sobre Rovira; el músico Nicolás
Guerschberg –Director Musical de la Noche de Rovira, quien efectuó
magníficamente los arreglos y dirigió a las formaciones que tocaron esa
noche; Pino Enríquez en representación del Trío Esquina, quienes
abrirán la noche; y para los “Talleres Rovira”: Saúl Zaks, quien habló
sobre “el estilo Rovira” y el historiador Juan Peña y yo, que hablamos de
su vida y su obra.

En coincidencia con el Festival de Tango de la Ciudad, Sony Music


aceptó re-editar Tango Buenos Aires - Opus 4 - Suite de Ballet, con una
nueva portada, ya que los nuevos tiempos requieren de una imagen con
más vida y luz. El diseñador elegido fue una vez más mi hijo Federico.
Además, nos auspiciaron la confección para “La Noche Rovira” de un
video de 4 minutos. Roberto participó de la masterización del material
de la suite conjuntamente con un técnico de Sony y yo con un técnico
compaginador, le dimos forma y movimiento a las fotos originales
utilizadas para el video.

La Orquesta Sinfónica del Chaco –por intermedio de su Director Prof.


Víctor Carlos Falkenmeyer- nos invitó para el 15 de Mayo 2010 a
escuchar la Sinfonía Opus 38 Nro. 4 – “Chaco” - en la ciudad de
Resistencia y gentilmente nos enviaron una copia de la partitura original
para nuestro uso.

Y mi premio mayor me lo otorgó Roberto De Prisco (30in Tango) de la


Associazone Musicateneo de la Universidad de Salerno – Italia, quien me
propuso tres años después de conocernos a través del sitio web, la
edición en italiano de esta biografía.

En este momento y en esta hora siento que la rueda de la justicia


universal para Eduardo Rovira y para mi, ha comenzado finalmente a
ganar velocidad…seguramente, para nunca más detenerse.

Beatriz Senra
Junio de 2011
www.roviraxrovira.com.ar

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